Comentario de Levítico 15:19 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
“Cuando una mujer tenga flujo de sangre, y su flujo salga de su cuerpo, quedará impura durante siete días. Cualquiera que la toque quedará impuro hasta el anochecer.
y su flujo. Lev 12:2, Lev 12:4; Lev 20:18; Lam 1:8, Lam 1:9, Lam 1:17; Eze 36:17; Mat 15:19; Mar 5:25.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Este pasaje nos da la regla acerca del período menstrual de la mujer. Su impureza ritual duraba siete días. Como en el caso del flujo masculino, toda persona u objeto tocado era inmundo.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Estos versículos tratan del flujo menstrual natural de una mujer, respecto a la que no se demandaban ofrendas.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Emisiones en la mujer. Estas condiciones se tratan en orden inverso a las de los hombres, produciendo un efecto como de “espejo” donde el arreglo muestra el balance y equivalencia de las dos secciones.
Las emisiones son tratadas primero (vv. 19-24). La emisión de la menstruación normal dura como una semana, así que durante ese período la mujer estaba ritualmente impura. El contacto directo o indirecto con ella hacía que otra persona estuviera impura por un día, excepto en casos de relaciones sexuales, lo cual hacía que el hombre estuviera impuro por siete días. Esta última medida (v. 24) probablemente se refiera al contacto sin intención, donde el hombre tiene relaciones sexuales con su esposa justo cuando su período menstrual está comenzando y de pronto se encuentra manchado de sangre. Una vez que la menstruación era obvia, las relaciones sexuales estaban prohibidas (18:19). Al igual que en las emisiones de semen en el hombre, la menstruación de la mujer no requería de ningún sacrificio purificador, simplemente lavarse con agua.
Después se discuten las emisiones crónicas. Varios factores clínicos pueden prolongar la hemorragia menstrual y dichas condiciones hacían que la víctima fuera impura todo el tiempo que durara la hemorragia. Aun cuando la ley especifica que sólo el lecho de la mujer era “infectado” con su impureza, debía tener mucho cuidado en cuanto a lo que tocaba o a quien tocaba. Esto es lo que hizo que la acción de la mujer que precisamente padecía de esta condición fuera más intrépida cuando se arriesgó a enfrentar la hostilidad de la muchedumbre a fin de tocar a Jesús (Mar. 5:24-34). Los sacrificios de purificación son exactamente los mismos que los de un mal crónico masculino (vv. 28-30).
El v. 31 es muy importante y resume las razones para los reglamentos en este capítulo y, por supuesto, para las leyes que tienen que ver con las distinciones entre lo limpio y lo inmundo en los caps. 11-15. La impureza contaminaba el tabernáculo de Dios en medio de Israel. Por lo tanto, no sólo ponía en peligro a las personas involucradas (quienes, al igual que Nadab y Abihú, podían morir por hacer caso omiso de la santidad de Dios), sino también a toda la comunidad. Si Dios llegaba a ofenderse mucho debido a la contaminación de su morada, podía abandonarla completamente.
Aunque para la mente moderna estos reglamentos pueden parecer muy minuciosos y restrictivos, se pueden subrayar varios aspectos positivos. Primero, el capítulo muestra una igualdad bastante interesante entre el hombre y la mujer. Las relaciones sexuales hacían ritualmente impuros a ambos participantes (v. 18), y los ritos de purificación después de las emisiones anormales son los mismos para el hombre como para la mujer.
En segundo lugar, los antropólogos señalan que en varias sociedades tradicionales las restricciones menstruales proveen una medida de alivio y privacidad para las mujeres durante sus períodos. Y, desde luego, la prohibición en cuanto a las relaciones sexuales inculca sensibilidad. El Creador sabía de los efectos de las hormonas antes que los seres humanos supieran de su existencia.
En tercer lugar, aunque pudiera ser un error pensar que las leyes en este capítulo indican que la sexualidad, las relaciones sexuales, o los órganos físicos relacionados con ello, eran considerados como algo pecaminoso, por cierto ponen algunas restricciones sobre la actividad sexual. En cualquier cultura hay algunas cosas que son buenas en sí mismas, pero inapropiadas y ofensivas en algunos contextos (por ejemplo: usar ropa casual en una ocasión formal, o hacer bromas en un funeral). En Israel, la relación sexual en el matrimonio era algo bueno y saludable, pero estaba fuera de lugar en lo más serio de una guerra (1 Sam. 21:4, 5; 2 Sam. 11:11) o en la adoración (Exo. 19:14, 15). Entonces, el efecto práctico más significativo de 15:18 era evitar que los ritos sexuales y la “prostitución sagrada” fueran parte de la adoración a Jehovah. Los cultos de la fertilidad, en los cuales el acto sexual recibía un significado sagrado y ritual, estaban excluidos. De igual manera, las prostitutas, debido a su estado ambivalente de purificación (muy aparte de lo moral de la práctica), nunca podía legítimamente funcionar en relación con la adoración de Israel.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
p 636 Lev 20:18
q 637 Eze 22:10; Eze 36:17
r 638 Lev 12:2; Lev 12:5; Lev 15:26
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
impureza menstrual. Véase coment. en 15:32, 33.
Fuente: La Biblia de las Américas
Estos versículos tratan del flujo o menstruación natural de la mujer que no requería ofrenda.