Biblia

Comentario de Levítico 17:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Levítico 17:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jehovah habló a Moisés diciendo:

La sangre de todo animal sacrificado debe de ofrecerse a Jehová en la puerta del tabernáculo, Lev 17:1-6.

No deben de hacer ofrendas a los demonios, Lev 17:7-9.

Es prohibido comer cualquier tipo de sangre, Lev 17:10-14;

y de todo animal que muera solo o que sea despedazado por una fiera, Lev 17:15-16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Lev 18:1-30; Lev 19:1-37; Lev 20:1-27; Lev 21:1-24; Lev 22:1-33; Lev 23:1-44; Lev 24:1-23; Lev 25:1-55; Lev 26:1-46

Esta sección suele llamarse Código de la Santidad porque es mayormente un conjunto de leyes para la vida ética y moral. Después de la primera parte del libro, que trata de los sacrificios, la pureza ritual y el Día de la Expiación (cómo llegar a ser limpio y permanecer limpio y perdonado), esta sección da instrucciones sobre cómo debe vivir un pueblo limpio y perdonado.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Por el modo de iniciar esta regla, algunos entienden que significa que todo animal que se mataba debía traerse al tabernáculo, sea que fuera muerto como sacrificio o sólo para uso privado por su dueño. Pero su lenguaje y las razones dadas, indican que esta regla se refiere sólo a animales destinados al sacrificio. Estos debían ser llevados a la puerta del tabernáculo en conformidad con las reglas anteriores sobre los sacrificios. El propósito era evitar dos abusos:

(1) matar un animal para uso privado, diciendo palabras litúrgicas sobre él e imaginar que uno ofrece un sacrificio legítimo a Jehová, y

(2) ofrecer un sacrificio a un demonio del campo o a otra divinidad pagana.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

17. Inmolaciones y Sacrificios.

Ley Sobre el Lugar de los Sacrificios (1-9).
1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2“Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel, y diles: He aquí lo que ha mandado Yahvé: 3A todo hombre de la casa de Israel que en el campamento o fuera del campamento degüelle un buey, una oveja o una cabra, 4 sin haberla llevado a la entrada del tabernáculo de la reunión para presentarlo en ofrenda a Yahvé ante el santuario, le será imputada la sangre; ha derramado sangre, y será borrado de en medio de su pueblo. 5Por tanto, los hijos de Israel, en vez de inmolar sus víctimas en el campo, las traerán al sacerdote ante Yahvé a la entrada del tabernáculo de la reunión, y las ofrecerán a Yahvé en sacrificio pacífico; 6el sacerdote derramará la sangre en el altar de Yahvé a la entrada del tabernáculo de la reunión, y quemará el sebo en olor de suavidad a Yahvé. 7Así no ofrecerán sus sacrificios a los sátiros, con los cuales se prostituyen. Esta será para ellos ley perpetua de generación en generación. 8Diles, pues: Todo hombre de la casa de Israel o de los extranjeros que habitan en medio de ellos que ofrezca un holocausto o un sacrificio, 9y no llevare la víctima a la entrada del tabernáculo de la reunión para ser sacrificada a Yahvé, será borrado de en medio del pueblo.

La historia bíblica nos dice que durante siglos los israelitas podían ofrecer sacrificios donde hubiera alguna memoria de Dios1. Esto bastaba para que el sitio se creyera santificado y consagrado al Señor. Pero el sitio preferido por las almas devotas para rendir el testimonio de su devoción era el santuario nacional, servido por sacerdotes levíticos. En el Deuteronomio se impondrá como ley fundamental la unidad de santuario y de altar, al que deberán concurrir los hijos de Israel para ofrendar a Dios sus votos2.
Pero, en esta perícopa, el principio se eleva al máximum, pues se considera como sacrificio religioso el degüello de toda res, aunque sea para comer. Allí, ante el tabernáculo, ha de ser degollada la res, aunque sea para comer. Mucho más si se sacrifica con un fin religioso para rendir culto a Dios. Todo esto lo impone la ley bajo excomunión (v.4.9). Esto ofrece no poca dificultad, que quisieron salvar los LXX con la corrección del texto y los expositores con interpretaciones que no se ajustan a la letra. Nos parece que la solución se ha de buscar en el género literario en que esta perícopa del Deuteronomio. En este libro se prohíbe rigurosamente ofrecer sacrificios a Dios fuera del santuario escogido por Dios, pero autoriza sacrificar en cualquier parte las reses destinadas al consumo del pueblo. Se quiere mirar esto como una derogación de la ley anterior, pero allí se dice que ésta es “ley perpetua de generación en generación.” El legislador debía prever que, si bien, viviendo Israel en torno del tabernáculo en el desierto, esto era posible, no podría serlo cuando entraran en Canaán. Pero esta ley convierte el tabernáculo en el macelo común del pueblo, y macelo sin agua, que vendría a ser un foco de infección, en vez de ser el santuario de Dios. Sobre todo el altar, en torno al cual debía derramar el sacerdote la sangre de las víctimas y quemar el sebo de las mismas. Y esto más todavía si tomamos a la letra los 603.000 hombres de armas que habían salido de Egipto. Todo esto hace que no podamos tomar este precepto en un sentido obvio, y que es preciso darle un sentido en armonía con el carácter de la ley. Creemos, pues, que el v.7 nos da la clave para la interpretación y que el legislador intenta reprobar la práctica supersticiosa de ofrecer sacrificios a los sátiros del desierto3. Serían los que hoy llaman los beduinos gins, o genios malignos. El autor pone el precepto en boca de Moisés porque está seguro de expresar el pensamiento del legislador. Y para dar más fuerza a su expresión encuadra el precepto en las circunstancias que rodeaban a Israel en el desierto. Al lector que encuentre difícil esta exposición le recordaremos dos cosas: la primera, que en el Pentateuco las leyes aparecen todas promulgadas por Moisés, y la segunda, que no podremos dudar del progreso de la legislación mosaica4, y, por consiguiente, de la existencia de diversas colecciones en las que ese progreso se va reflejando.
Semejante precepto miraba a inculcar la unidad de Dios y excluir el culto de los ídolos, apartando a los israelitas de los santuarios idolátricos y obligándoles a concurrir al único santuario del único Dios, Yahvé, de Israel.
Hay tres estadios legislativos respecto de la inmolación de las víctimas: a) el representado por Exo 20:24-26 : “Me alzarás un altar de tierra, sobre el cual me ofrecerás tus holocaustos, tus hostias pacíficas, tus ovejas y tus bueyes. En todos los lugares donde yo haga memorable mi nombre, vendré a ti y te bendeciré”; es decir, que aún no se señala un lugar determinado para los sacrificios religiosos; b) en Lev 17:1-9 se exige que toda inmolación – aun la que no es acto de culto – debe hacerse ante el santuario del desierto; c) en Deu 12:2-28 se señala un lugar único de culto, pero se permite matar las víctimas no destinadas a actos de culto en cualquier lugar en que habite su propietario. En la primera legislación se destacaba que el lugar de culto debía ser santificado por la presencia de Yahvé con una manifestación suya memorable; en la segunda se pretende centralizar todos los sacrificios – aun los profanos – en torno al tabernáculo de la reunión, para evitar posibles actos supersticiosos en honor de los sátiros del desierto (v.7); en la tercera se llega a una situación de compromiso: los sacrificios de carácter religioso, en un único lugar, elegido por Dios, y los sacrificios profanos, en diversos lugares, conforme a las necesidades particulares. Tenemos, pues, un progreso legislativo, en cuanto que la ley se va adaptando a las necesidades de cada tiempo, sin perder de vista la finalidad religiosa primitiva.

Prohibición de Comer Sangre de Animal Mortecino y Ahogado (10-16).
10Todo hombre de la casa de Israel o de los extranjeros que habitan en medio de ellos que coma sangre de un animal cualquiera, yo me volveré contra el que la coma y le borraré de en medio de mi pueblo, 11porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os he mandado ponerla sobre el altar para expiación de vuestras personas, y la sangre expía por ser vida. 12Por eso he mandado a los hijos de Israel: Nadie de entre vosotros ni de los extranjeros que habiten en medio de vosotros comerá sangre. 13Todo hombre de entre los hijos de Israel, o de los extranjeros que habitan en medio de ellos, que cazare un animal o un ave puros, verterá la sangre o la cubrirá de tierra; 14porque la vida de toda carne está en la sangre; en la sangre está la vida. Por eso he mandado yo a los hijos de Israel: no comeréis la sangre de carne alguna, porque la vida de toda carne está en la sangre; quien la comiere será borrado. 15Todo indígena o extranjero que comiere carne mortecina o desgarrada lavará sus vestidos, se bañará en agua y será impuro hasta la tarde; después será puro. 16Si no lava sus vestidos y su cuerpo, contraerá reato.”

Desde Gen 9:4 se viene inculcando este precepto de no comer sangre. Saúl lo califica de prevaricación contra Yahvé5. Aquí se insiste en lo mismo, y se declara la razón: es que la sangre está destinada a servir de expiación por los pecados. En la sangre está la vida, y cuando en el sacrificio se recoge la sangre y se derrama en torno del altar, es la vida la que se derrama y ofrece, y esa vida del animal sacrificado sirve de expiación por la vida del oferente. Es éste un principio fundamental de la religión mosaica. Se prohibe tomar la sangre porque la vida está en la sangre, y ésta pertenece sólo a Dios. Por tanto, si al hombre se le permite comer carne, es a condición de que respete la sangre – asiento de la vida -, bien derramándola en homenaje del Creador, o dejándola derramarse en tierra. Así, la sangre tiene un carácter sagrado relacionado con el origen de la vida6. Aparte de esta idea religiosa, puede haber en la prohibición una repulsa implícita de ciertas prácticas supersticiosas. De hecho sabemos que entre los pueblos primitivos se chupa la sangre de la víctima con el deseo de absorber su fuerza 7 y aun de derramarla en sus actos de culto. Esto parece insinuar la ordenación de Lev 19:26 : “No comáis nada con la sangre ni practiquéis la adivinación y la magia.”8 En el v.11 se dice, según el TM, que “la vida de la carne es (o está en) la sangre.” Los LXX y la Vg le dan un sentido de sustitución: “sanguis pro animae piaculo sit.” El Targum de Onkelos: “la sangre expía por el alma.” Tenemos, pues, clara la idea de sustitución en el derramamiento de la sangre en el altar. La vida del oferente es sustituida por la de la víctima.
Del precepto de no tomar la sangre se pasó, naturalmente, al de no comer la carne no sangrada. En las regiones desérticas de Canaán no escaseaban las fieras. El texto bíblico hace muchas veces mención de ellas. Con frecuencia se veían los pastores y sus rebaños sorprendidos por la acometida de las fieras, y cuando lograban alejarlas, era dejando en el campo los cadáveres de algunas reses muertas. ¿Qué hacer con éstas? Se las puede comer, si bien se incurre en impurezas legales, que han de desaparecer con un baño ritual de la persona y de sus vestidos (v.15). En caso de caza, debe verter la sangre y cubrirla con tierra (v.13), pues es algo sagrado, que no ha de quedar a la intemperie. Quizá se prescribe también esto para evitar prácticas supersticiosas, pues sabemos que los antiguos dan un carácter sagrado a la sangre vertida. Hornero nos habla de las almas de los muertos que se apiñaban en torno a la sangre9.
En el concilio de Jerusalén, una de las cuestiones conflictivas fue la relativa a la posibilidad de comer animales que no han sido sangrados. La decisión condescendiendo con la mentalidad judía fue negativa10.

1 Exo 20:24. – 2 Dt 12:ss. – 3 2Cr 11:15; – 4 EB 5832Cr 13:21; 2Cr 34:14. – 5 Cf. 1Sa 14:335. – 6 Cf. DBS III 69. – 7 M. J. Lagrange, o.c., p.259. – 8 Tertuliano se hace eco de estas creencias supersticiosas, según las cuales la sangre era el alimento de los demonios (Apolog. 22-23 – PL Ι·407); Atenágoras, Legat. pro christ. 26-27: PG 6,952-953; Cont. Cels. VIII 30: PG 11,1559. – 9 Odisea XI 36-37. 10 Hch 15:133.

Fuente: Biblia Comentada

El Señor advierte en contra de sacrificar en cualquier otro lugar que no sea ante la puerta del tabernáculo de reunión (cp. vv. Lev 17:5-7).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

En esta sección se dan directrices detalladas para la santidad práctica.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Se detallan cuestiones de santidad pertenecientes a la persona individual.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Lev 18:1-30 al Lev 26:1-46

Esta amplia sección, conocida como Código de Santidad o Ley de Santidad a causa de la repetición sistemática del estribillo: sean santos porque yo soy santo, reúne materiales diversos que abarcan la vida entera del pueblo israelita. La sección es el resultado de un progresivo proceso de incorporación de disposiciones de distintas épocas a un primitivo código de leyes. En conjunto, puede decirse que es la ley del santuario de Jerusalén.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Es probable que este capítulo formara ya una unidad cuando fue incorporado al Código de Santidad y funciona como prólogo del mismo.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

17.1ss A veces, a los capítulos 17 al 26 se les llama «el código de santidad» porque se centra en lo que significa vivir una vida santa. El versículo central Est 19:2 : «Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios».17.3-9 ¿Por qué se les prohibía a los israelitas sacrificar fuera del área del tabernáculo? Dios había establecido horas y lugares específicos para los sacrificios, y cada ocasión estaba impregnada de simbolismo. Si el pueblo sacrificaba por su cuenta, podría muy fácilmente añadir o quitar cosas de las leyes de Dios para que el sacrificio concordara con su propio estilo de vida. Muchas religiones paganas permitían que cada sacerdote en particular estableciera sus propias reglas; la orden de Dios ayudaba a los israelitas a resistir la tentación de seguir el patrón pagano. Cuando los israelitas cayeron en la idolatría, fue porque «cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jdg 17:6).17.7 En la antigüedad, particularmente en Egipto, de donde los israelitas acababan de escapar, los ídolos de machos cabríos (llamados también demonios) eran objeto de adoración y sacrificio. Dios no quería que el pueblo hiciera este tipo de sacrificio ni en el desierto ni en la tierra prometida hacia donde se dirigía.17.11-14 ¿Cómo actúa la sangre en la expiación por el pecado? Cuando se ofrecía el sacrificio con la actitud correcta, este y la sangre que derramaba hacían posible el perdón del pecado. Por una parte, la sangre representaba la vida del pecador, infectada por su pecado y encaminada a la muerte. Por otro lado, la sangre representaba la vida inocente del animal que era sacrificado en lugar del culpable que hacía la ofrenda. La muerte del animal (de la que era prueba la sangre) satisfacía la pena de muerte. Entonces Dios concedía el perdón al pecador. Es Dios el que perdona, basado en la fe de la persona que ofrece el sacrificio.17.14 ¿Por qué estaba prohibido comer o beber la sangre? La prohibición de comer sangre nos lleva hasta Noé (Gen 9:4). Dios prohibió beber o comer sangre por varias razones: (1) Para desalentar las prácticas paganas. Israel tenía que ser separado y distinto de las naciones paganas que lo rodeaban. Comer sangre era una práctica común entre los paganos. A menudo se hacía con la esperanza de obtener las características del animal muerto (fuerza, velocidad, etc.). Para tener fuerzas, el pueblo de Dios debía confiar en El, no en el consumo de sangre. (2) Preservar el simbolismo del sacrificio. La sangre simbolizaba la vida del animal que era sacrificado en lugar del pecador. Beberla cambiaría el simbolismo del castigo sacrificial y destruiría la evidencia del sacrificio. (3) Proteger al pueblo de infecciones, ya que muchas enfermedades mortales se transmiten a través de la sangre. Los judíos tomaban seriamente esta prohibición, por eso fue que se sintieron tan incómodos cuando Jesús les habló de beber su sangre (véase Joh 6:53-56). Jesús, sin embargo, como Dios mismo y como el último sacrificio requerido jamás por los pecados, les estaba pidiendo a los creyentes que se identificaran con El completamente. Dios quiere que tomemos su vida dentro de nosotros y quiere también participar en nuestas vidas. SISTEMA DE SACRIFICIOS EN EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTOSSistema antiguo de sacrificios vs. Sistema nuevo de sacrificiosEra temporal (Hebreos 8.13) Es permanente (Heb 7:21)Aarón primer sumo sacerdote (Levítico 16.32) Jesús el único Sumo Sacerdote (Heb 4:14)De la tribu de Leví (Hebreos 7.5) De la tribu de Judá (Heb 7:14)Ministraba en la tierra (Hebreos 8.4) Ministra en el cielo (Heb 8:1-2)Usaba sangre de animales (Levítico 16.15) Usa la sangre de Cristo (Heb 10:5)Requería muchos sacrificios (Levítico 22.19) Requiere solo un sacrificio (Heb 9:28)Necesitaba animales perfectos (Levítico 22.19) Necesita una vida perfecta (Heb 5:9)Requería un acercamiento cuidadoso al tabernáculo (Levítico 16.2) Alienta el acercamiento confiado al trono (Heb 4:16)Esperaba un sistema nuevo (Hebreos 10.1) Deja de lado el sistema antiguo (Heb 10:9)

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

Este capítulo comienza con la sección que trata de la ley sobre cómo observar la santidad en la congregación de Israel (17:1– 26:46).

Fuente: La Biblia de las Américas

Cualquier animal sacrificado para comer tenía que ser traído al tabernáculo, donde la sangre y la grosura se convertían en ofrenda de paz (vv. Lev 17:5-6); luego la carne podía comerse. No se imponía ninguna carga sobre el pueblo porque la carne no formaba parte de la dieta diaria excepto durante los días de fiesta. Este mandamiento tenía como fin guardarles de ofrecer la sangre de animales (matados para comer) a los demonios (i.e., demonios en forma de cabras), ídolos populares entre los paganos de entonces.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[.] Con este capítulo empieza la llamada Ley de santidad, o sea, ley de un pueblo consagrado a Dios. La ley sobre la sangre es una manera de educar, de inculcar el sentido del carácter sagrado de la vida. Está resumida en 17,11. Como la mayoría de los pueblos primitivos, los hebreos creían que la vida está en la sangre. Por eso la sangre es sagrada, aun la del animal, y solamente puede ser ofrecida a Dios (ver Gén 9,5). Si no se sacrifica en el altar, debe ser derramada en el suelo, pero no se puede comer. Aun en tiempos de Cristo, los judíos sentían tal repulsión por la sangre que, durante algunos años, se ordenó a los cristianos provenientes de otras naciones que respetaran esta ley para no escandalizar a sus hermanos judíos (He_15). El mismo versículo 11 nos explica por qué Cristo escogió una muerte en que derramó su sangre. Cada vez que leemos , tenemos que entender .

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[3] También de los extranjeros establecidos entre vosotros.[3] Para ofrecer en sacrificio.[7] Ez 16, 20.

Fuente: Notas Torres Amat