Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta, a los cuales envió delante de sí de dos en dos, a toda ciudad y lugar a donde él había de ir.
10:1 Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. — Solamente Lucas registra este ministerio. A pesar de las multitudes que seguían a Jesús por una diversidad de motivos y los muchos que se le oponían, es alentador saber que, aparte de los doce apóstoles, Jesús había ganado a otros como estos setenta que eran fieles y capaces de predicar la palabra. Sin duda había otros como éstos. Véase lo que Pedro dice en Hch 1:21-22. Trabajar “de dos en dos” provee compañerismo, ánimo, valentía, protección y credibilidad para los obreros (JBC). Véase Ecl 4:9. Trabajaban juntos Pedro y Juan, Pablo y Bernabé, Pablo y Silas, Bernabé y Marcos.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
designó el Señor a otros setenta. Mat 10:1; Mar 6:7; Núm 11:16, Núm 11:24-26.
envió de dos en dos. Hch 13:2-4; Apo 11:3-10.
a donde él había de venir. Luc 1:17, Luc 1:76; Luc 3:4-6; Luc 9:52.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús envía a los setenta discípulos a obrar milagros, y a predicar, Luc 10:1-12;
pronuncia una maldición sobre ciertas ciudades, Luc 10:13-16.
Los setenta regresan con gozo; él les muestra en qué regocijarse, y agradece a su Padre por su gracia, Luc 10:17-22;
se alegra del presente ministerio en su pueblo, Luc 10:23, Luc 10:24;
enseña al intérprete de la ley como obtener vida eterna, y a hacer por el prójimo lo que este necesite, Luc 10:25-37;
reprende a Marta, y felicita a María, su hermana, Luc 10:38-42.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La narración de Jesús en su llamado a los setenta discípulos es única en el Evangelio de Lucas. Las instrucciones que Jesús le dio a estos discípulos son similares a las que les dio a los doce apóstoles en (Luc 9:1-6).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
A QUIENES ENVIÓ DE DOS EN DOS. Este principio de enviar a los obreros de dos en dos es muy importante en la obra del Señor, pues da a cada uno fe y sabiduría dobles, además del ánimo de un acompañante. Otros pasajes que tratan del principio de dos en dos son: Ecl 4:9-12; Mat 18:16; Mar 6:7; Mar 14:13; Luc 7:19; Jua 1:35-41; Jua 8:17; Hch 9:38; Hch 10:7; Hch 15:36-41; Hch 19:22; 2Co 13:1; 1Ti 5:19; Heb 10:28; Apo 11:3-6; Apo 11:10-12.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 10.
Misión de los setenta y dos discípulos, 10:1-20 (Mat 9:37; Mat 10:5-16; Mar 6:8-11).
Cf. comentario a Mat 9:37; Mat 10:5-16.
1 Después de esto, designó Jesús a otros setenta y dos y los envió, de dos en dos, delante de sí, a toda ciudad y lugar adonde El había de venir, 2 y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al amo de la mies mande obreros a su mies. 3 Id, yo os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y a nadie saludéis por el camino. 5 En cualquier casa en que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa. 6 Si hubiere en ella un hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; si no, se volverá a vosotros. 7 Permaneced en esa casa y comed y bebed lo que os sirvieren, porque el obrero es digno de su salario. No vayáis de casa en casa. 8 En cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os fuere servido, 9 y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros. 10 En cualquier ciudad en que entréis y no os recibieren, salid a las plazas y decid: 11 Hasta el polvo que de vuestra ciudad se nos pegó a los pies, os lo sacudimos, pero sabed que el Reino de Dios está cerca. 12 Yo os digo que aquel día Sodoma será tratada con menos rigor que aquella ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corazeín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los milagros que en vosotras se han hecho, tiempo ha que en saco y sentados en ceniza hubieran hecho penitencia. 14Pero Tiro y Sidón serán tratadas con más blandura que vosotras en el Juicio. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el Cielo? Hasta el Infierno serás abatida. 16 El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió. 17 Volvieron los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre. 18 El les dijo: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y sobre toda potencia enemiga, y nada os dañará. 20 Mas no os alegréis dé que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.
Esta misión de los setenta y dos discípulos es distinta de la misión confiada a los Doce. El número de setenta y dos es discutido, pues en gran número de códices se lee setenta 1. El número setenta y dos es preferible, ya que se explica mejor el haber reducido el número de setenta y dos a setenta, evocador de los setenta ancianos elegidos por Moisés (Num 11:16ss) para que lo ayudasen en el gobierno del pueblo, que no viceversa. Pero surge un clásico problema al ver que la redacción de los consejos de Cristo a sus discípulos son los mismos que se usan en el relato de Mt (Num 10:5-16) para la misión galilaica de los Doce, lo mismo, aunque más sintetizado, que esta misma misión de los apóstoles en Mc (Num 6:7-11). Además, algunas de estas sentencias aparecen también dispersas en otros lugares de Mt (Num 9:37ss; Num 11:21-23; Num 10:40). Para algunos son dos episodios históricos distintos; pero, como las advertencias habían de ser semejantes, se dan bajo una fórmula ya hecha. Otros, para salvar la identidad sustancial de conceptos, piensan que la misión de los apóstoles y la de los discípulos no fue más que una, pero que se presenta desdoblada por el evangelista y por la catequesis al aplicar estas sentencias a otros grupos más amplios de “misioneros.” Se pretendería con ello dar un especial relieve a la misión de los apóstoles. Pero, en este caso, también aparece con especial relieve la misión de los discípulos. Suponiendo que ambas misiones sean distintas, se explica bien la redacción literaria, sustancialmente igual, ya que las advertencias habían de ser, o suponerse, muy semejantes. En cambio, hay un hecho a favor de la distinción de ambas: el que Lc, que narra las dos, no ha de pretender repetirse (cf. Luc 9:1-6).
Cristo designó a “otros setenta y dos (discípulos) y los envió de dos en dos delante de sí” adonde El había de ir, a preparar el ambiente para la predicación del Reino.
El comentario a estas instrucciones se da en Mt (cf. Comentario a Mat 9:37; Mat 10:5-16). Pero Lc añade algo que Mt trae en otro contexto (Mat 11:20-24).
Los discípulos van en plan de misión. Y esto evocaba su personal misión en Corazeín, Betsaida y Cafarnaúm. A pesar de su evangelización y de sus milagros, estas ciudades no respondieron como debían a su ingreso en el Reino. No se puede jugar con la hora de Dios, como lo evoca su visita en esta misión de los discípulos. Y les anuncia la gravedad de su culpa y el castigo. Para ello las compara con las ciudades infieles clásicas, Tiro y Sidón. Adelanta la comparación de Sodoma, que también la trae en este cuadro Mt, posiblemente para dejar un cuadro de ritmo binario, o por efecto de encontrarlo así en su “fuente” o de oportunidad de clausura literaria a las advertencias del discurso, ya que el cuadro siguiente se ve que tiene una independencia literaria en las “fuentes,” como elemento comparativo de las ciudades que no quieran recibir el reino de Dios. Si con toda su maldad hubiesen recibido su presencia, su doctrina y sus milagros, se hubiesen vestido de “saco y ceniza,” atuendo oriental de duelo, y hecho penitencia. Por eso serán tratadas con menos rigor en el juicio. éste, término ya técnico ambiental, es el juicio postrero. El resto de los detalles se expone en el Comentario a Mat 11:20-24.
En el v.7 hace ver que a la hora de esta redacción, la discriminación de los alimentos no cuenta (1Co 10:27; Hec 10:25).
Lc relata a continuación la vuelta de los discípulos. Debieron de retornar en binas por turno. Pero presenta la síntesis de su “misión.” Volvieron “llenos de alegría.” La razón que se destaca, a pesar de habérseles dado poder sobre la curación de enfermedades (v.9), es el poder ejercido con éxito sobre los demonios, que se les sometían en el nombre de Cristo. Era no sólo lo más espectacular, sino lo que más los acreditaba como discípulos del Mesías, por ser signo de la llegada del Reino. Por eso, el imperio satánico va a llegar a su fin. Y Cristo se lo confirma. Satanás, del arameo Sataná’, significa enemigo. Y es el adversario por excelencia de la instauración del reino de Dios. Por eso les dice, comentando su obra exorcista: “Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo” 2. Durante su misión exorcista, Cristo, por su ciencia sobrenatural, estaba viendo la derrota del imperio satánico, lo que expresa con esta imagen. La comparación “como un rayo” indica acaso la evidencia y rapidez con que está disminuyendo el poder hostil de Satán contra la próxima y definitiva instauración del reino mesiánico (Jua 12:31). La caída de Satán es “del cielo” cósmico, como lugar donde, según creencias de entonces, se localizaba también la morada de los poderes demoníacos (Efe 2:2; Efe 6:12).
Estos poderes que Cristo les dio para que pudiesen realizar su misión están expresados por la metáfora de diversos animales venenosos (Sal 90:13), lo mismo que contra “toda potencia enemiga,” por la que se significan los poderes demoníacos (cf. Mar 16:17-18).
Pero que no se “alegren” sólo de que los demonios se les sometan en su nombre. Es ello algo carismático, transitorio, y en su gozo justo podría haber mezcla de elemento humano, como en otra ocasión sucedió a los apóstoles (Mat 17:19-21, par.). Que se alegren de que sus nombres, semitismo por ellos mismos, estén “escritos en el libro de la vida.” El término es usado en el A.T., y es usual en esta época 3. Porque ello no es otra cosa que ser privilegiados miembros del Reino, en este contexto, en su fase definitiva celeste.
Se ha intentado interpretar este pasaje como una “ironía” de Cristo. Este vería en los discípulos que estaban expuestos a creer que los exorcismos eran casi algo suyo, y Cristo les respondería así: como si ya viese la victoria antisatánica debida al poder de ellos. No parece haber base seria en el texto para esto 3.
Revelación del Hijo,Mat 10:21-24 (Mat 11:25-30). Cf. comentario a Mat 11:25-30.
21 En aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito. 22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo. 23 Vuelto a los discípulos, aparte les dijo: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis, 24 porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Mt pone este pasaje en una forma independiente. Lc lo vincula al gozo de Cristo, a la vuelta de la misión de los setenta y dos discípulos. Aunque en la perspectiva literaria de Lc también quiera incluir a los apóstoles (v.23). Acaso se quiera dar también una proyección eclesial (1Co 1:26ss).
Y “volviéndose” a los “discípulos,” que aquí deben de ser los apóstoles, y cuya primera expresión, “volviéndose,” hace pensar en su inserción aquí en un contexto lógico, ya que Mt lo trae en otro pasaje (1Co 13:16-17), los llama dichosos, porque – la obra del Padre a la que acaba de aludir – les permitió “ver” y “oír” lo que fue la aspiración de todo judío: los días del Mesías, y que aquí lo sintetiza en “reyes” – v.gr., David, de cuya dinastía procedería – y “profetas,” que lo vaticinaron. Mt pone la variante de “profetas y justos.” Era el ansia de todo sincero israelita. El análisis de este importante pasaje se hace en el Comentario a Mat 11:25-30 4.
“Los versículos podrían ser un himno de la Iglesia primitiva, tan conocido como para que fuera citado al pie de la letra, tanto por Mt como por Lc (C. Stuhlmueller, év. St. Lúe [1972] p.368).
La parábola del samaritano,Mat 10:25-37 (Mat 22:34-40; Mar 12:28-34). Cf. comentario a Mat 22:34-40.
25 Levantóse un doctor de la Ley para tentarlo y le dijo: Maestro, ¿qué haré para alcanzar la vida eterna? 26 El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? 27 Le contestó diciendo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo.28 Y le dijo: Bien has respondido. Haz esto y vivirás. 29 El, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Tomando Jesús la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en poder de ladrones, que lo desnudaron, lo cargaron de azotes y se fueron, dejándole medio muerto. 31 Por casualidad, bajó un sacerdote por el mismo camino, y, viéndolo, pasó de largo. 32 Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, lo vio también y pasó adelante. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, llegó a él, y, viéndolo, se movió a compasión, 34 acercóse, le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino; lo hizo montar sobre su propia cabalgadura, lo condujo al mesón y cuidó de él. 35 A la mañana, sacando dos denarios, se los dio al mesonero y le dijo: Cuida de él, y lo que gastes, a la vuelta te lo pagaré. 36 ¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo de aquel que cayó en poder de ladrones? 37 EL contestó: El que hizo con él misericordia. Contestóle Jesús: Vete y haz tú lo mismo.
Este pasaje tiene en Lc dos partes. Primero es la pregunta que le hace un doctor de la Ley, pero tentándole. Mt hace ver que fue como una revancha de los fariseos porque, y en esto ellos lo aplaudían, había hecho callar a los saduceos a propósito de la resurrección. Este primer tema lo traen Mt-Mc. Con esto prosigue el tema de la condición de “discípulo.”
La ausencia de la parábola que aquí trae Lc en Mt-Mc hace suponer que su unión con lo anterior, por el tema del amor al “prójimo,” es obra de Lc o su “fuente,” con lo que quiere interpretar el concepto universalista de la caridad y del “prójimo.”
La pregunta que le hace no es, como en Mt-Mc, cuál sea el mayor mandato de la Ley, sino qué hará para alcanzar la vida eterna. Pero, como doctor, tenía que saberlo. Y Cristo, conforme al procedimiento rabínico, le responde con otra pregunta. Si él era doctor, debía saberlo. Y, efectivamente, le responde con los dos mandamientos: el amor a Dios y al prójimo. Mc es el que pone una transcripción más directa deja Ley (Deu 6:4-9; Deu 11:13; Lev 19:18). En Lc la respuesta es una combinación de Deuteronomio (Lev 6:4) y Levítico (Lev 19:18), como en “Test, de Isacar.”jEn Mc la respuesta del doctor recibe el elogio de Cristo. Pero, de suyo, era tan elemental, que el doctor quiso justificarse, preguntándole lo que era tema de discusión en las escuelas: quién era su prójimo. Y Cristo le responde con la parábola del buen samaritano, propia de Lc.
Un hombre “bajaba” de Jerusalén a Jericó: unos mil metros de descenso. El hecho de poner un “hombre,” y no un judío, es elemento necesario para valorar el prójimo, ya que para el judío sólo era prójimo otro judío. El camino, sobre todo cerca de Jericó, es abrupto y lleno de recovecos, muy propicio al asalto. San Jerónimo dice que una parte del camino, llamado “ascensus Adommim” (Jos 18:18), puede llamarse “subida de los rojos,” por la sangre de los frecuentes homicidios que allí había 5. Así le pasó a este hombre. Lc robaron todo. Los detalles de su desvalijamiento no tienen valor alegórico espiritual; son elementos descriptivos. Y lo dejaron medio muerto.
Pero, cercano a él, y “viéndolo” así, pasaron junto a él un “sacerdote” y un “levita.” El símbolo de la religiosidad oficial de Israel. Jericó era ciudad sacerdotal, y acaso volvían de cumplir su turno semanal en el templo. En el Deuteronomio se decía que, si el asno de tu “hermano” (judío) cae, lo ayudarás a levantarse (Deu 22:4; Exo 23:5). Y ellos sabían bien la Ley.
Pasó luego por allí un “samaritano.” Estos eran abominables para los judíos: como racialmente espúreos, y cismáticos. Su odio religioso aparece reflejado en la Escritura (Jua 4:9; Eco 50:25-26). Sin embargo, lleno de compasión, se acercó a él, le vendó las heridas, derramando en ellas “aceite y vino,” uso oriental ordinario en la antigüedad 6, y hasta entre ciertos beduinos de nuestros días 7; lo cargó en su cabalgadura, lo llevó a un mesón, y tuvo con él todos los cuidados. Hasta adelantó para los primeros cuidados “dos denarios,” el doble de un jornal diario, prometiendo pagar el resto de los gastos a su vuelta, pues aún sigue interesándose por él.
Pero no es debida la falta de asistencia a no contraer impureza “legal” por el contacto con un muerto, pues éste no lo estaba. Además, el sacerdote “bajaba” (v.31) por el “mismo camino,” es decir, venía de Jerusalén, lo mismo que el levita (v.32). La motivación es poner esta ausencia de caridad al “prójimo” en la representación de los intérpretes de la Ley y lo más sagrado de la nación. La “regla de tres” en las narraciones populares (Mat 25:14-30 par.; Luc 14:18-20; Luc 20:10-12) omite lo que se esperaría – un judío laico – y presenta al samaritano.
La pregunta de Cristo está hecha con especial intención. Lc preguntaron que quién era el “prójimo” para él. Y Cristo le pregunta que quién obró “como prójimo.” Y así, con la práctica hizo ver que cada ser humano es “prójimo” para todos los humanos. Por lo que ha de estar “próximo” a él en todas sus necesidades. Es la paradoja oriental sirviendo de máxima pedagogía .”
Marta y María,Luc 10:38-42.
38 Yendo de camino, entró en una aldea, y una mujer, Marta de nombre, lo recibió en su casa. 39 Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta andaba afanada en los muchos cuidados del servicio, y, acercándose, dijo: Señor, ¿no te da enfado que mi hermana me deje a mí sola en el servicio? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondió el Señor y le dijo: Marta, Marta, tú te inquietas por muchas cosas; pero pocas son necesarias, o más bien, una sola. 42 María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada.
Pasaje propio de Lc. La escena debe de tener lugar ya en esta ida de Cristo a Jerusalén. Va con los apóstoles 9. El tono del relato, la coincidencia de nombres y la familiaridad que estas mujeres tienen con Cristo, hace ver que son las hermanas de Lázaro y que se hospedó en Betania. Lc dice que lo recibe Marta en su casa. Esto indicaría, en la perspectiva literaria, según las costumbres orientales, que, ausente Lázaro, Marta es la mayor y ama de casa, o un arreglo literario para presentar la escena.
El contraste de la escena está entre María, que está “sentada a los pies del Señor,” que es la actitud de los discípulos ante el Maestro, para escuchar “su palabra” (λόγος ), el Evangelio, término técnico de la primitiva Iglesia.
Marta, en cambio, como superior en la casa, quiere atender con todo el esmero oriental al Señor y a sus acompañantes. De ahí todo el trajín doméstico. Siendo grande el moverse y el esmero, con la familiaridad que supone la pregunta, se queja al Señor de que María no la ayude en la preparación acaso de la comida [(μόνην με κατέλειπεν διαχονεΤν ), y le pide que la fuerce a ayudarla.
La respuesta de Cristo tiene con ella el mismo tono de familiaridad al repetir su nombre dos veces. Pero le da la gran lección: se “afana por muchas cosas.” Pero “pocas, o más bien una sola es necesaria.” Tres lecturas hay de este pasaje, pero sólo dos son críticamente admisibles, y en nada cambian el sentido 10. Y María escogió la mejor parte, que no le será arrebatada.
La enseñanza que de aquí se desprende es, no que no se pueda atender a los menesteres del hogar, que también Dios los puso, sino que, con el pretexto de estas palabras de Marta, da Cristo una enseñanza, con contrastes hiperbólicos acusados: es más importante atender a la lección y vida del Reino que no el derramarse en excesivos menesteres, que pueden apartar de él.
Es la doctrina que Lc recoge en otros pasajes (Luc 4:4; Luc 8:21; Luc 11:27-28).
Es lo mismo que dijo con otras expresiones: “Buscad primero el Reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura” (Mat 6:33).
Pero no es directamente la enseñanza de la vida contemplativa sobre la activa, sino la necesidad de que los trabajos secundarios o importantes no impidan el atender a la doctrina del Reino, al Evangelio, que es la “palabra” que el Señor dirigía a María de Betania 11.
1 Nestlé, N.T. Graece Et Latine, Ap. Crít. A Luc 10:1; Cf. S. Jellicoe, En Nts (1959-1960) P.319-321. 2 Joüon, L’évangile. (1930) P.363. 3 Strack-B., Kammentar. Ii P.!69ss; G. G. Gamba, La Pórtala Universalista Dell’invio Dei Settanta (Due) Discepoli, Lúe 10:1ss (1963). 3 Citado Por ]. Jeremías En Die Gleichnisse Jesu (1970) P.151 Nota 33. 4 Benoit, L’évangile S. St. Matth., En La Sainte Bible De Jerusalem (1950) P.80 Nota E; Mertens, L’hymne De Jubilation Chez Les Syn&Ptiques: Mat 11:25-30; Luc 10:21-22 (1957); Cerfaux, L’évangile De Jean Et Le “Logion Johannique” Des Synoptiques, En L’évangile De Jean. Eludes Et Problemas (1938) P.147-160; Les Sources Scripturaires De Mat 11:26-27; Luc 10:21-22 : Eph. Theol. Lov. (1955) P.331-342; Charlier, L’actwn De Gráces De Jesús (Luc 10:17-24): Bibl. Et V. Chrét. (1957) 87-89. 5 Mal 24:726. 6 Strack-E.,Kommentar. I P.428-429; Columela, Vii 5:18; Plinio.Mzf. Hist. 7 F. Truyols, Vida De Jesucristo (1954) P.414-415; Julien, L’égypte (1895) P.276. 8 Vosté,Parabolae. (1933) Ii P.616-635; Llemd, Parábola Boni Samaritani: Verb. Dom. (1931) 262-264; Beauvery, La Route Romaine Dejerusalem Ajericho: Rev. Bibl. (1957) 72-101; J. Daniélou, Lc Bou Samaritain: Mél. Robert (1957) 457-465; H. Gloowitzer, Das Gleichnis Vom Barmherzigen Samariter: Bibl. Stud. 34 (1962). 9 Nestlé, Ν . Τ . Graece Et Latine, Ap. Crít. A Luc 10:38. 10 Nestlé, O.C., Ap. Crít. A Luc 10:4ib. 11 Rizo, Marta Y María.: Est. Bíbl. (1960) 851-857; Zerwick, En Verb. Dom. (1949) 294-298; P.Sacchi, Lc Varianti Di Lúe 10:42: Parola Del Passato (1956) 200-203; E. Laland, Die Martha-Maña-Peñkopt Lukas 10:38-42: Stud. Theol. (Lund 1959) 70-85; F. Puzo, Marta Y María. Nota Exegética A Luc 10:38-42.: Est. Ecle. (1960) 851-857.
Fuente: Biblia Comentada
otros setenta. La comisión de los setenta solo aparece registrada en Lucas. Moisés también nombró a setenta ancianos como sus representantes (Núm 11:16; Núm 11:24-26). Los doce discípulos habían sido enviados a Galilea (Luc 9:1-6), mientras que los setenta fueron enviados a todas las ciudades y lugares a donde Él se disponía a ir, como fue el caso de Judea y tal vez Perea (vea la nota sobre Mat 19:1). de dos en dos. Así como los doce habían sido enviados (Mar 6:7; cp. Ecl 4:9; Ecl 4:11; Hch 13:2; Hch 15:27; Hch 15:39-40; Hch 19:22; Apo 11:3).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:1 Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. – Solamente Lucas registra este ministerio. A pesar de las multitudes que seguían a Jesús por una diversidad de motivos y los muchos que se le oponían, es alentador saber que, aparte de los doce apóstoles, Jesús había ganado a otros como estos setenta que eran fieles y capaces de predicar la palabra. Sin duda había otros como éstos. Véase lo que Pedro dice en Hch 1:21-22.
Trabajar “de dos en dos” provee compañerismo, ánimo, valentía, protección y credibilidad para los obreros (JBC). Véase Ecl 4:9. Trabajaban juntos Pedro y Juan, Pablo y Bernabé, Pablo y Silas, Bernabé y Marcos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
OBREROS PARA LA COSECHA
Lucas 10:1-16
Después de lo que queda dicho, Jesús nombró a otros setenta, a los que mandó por delante de dos en dos a todos los pueblos y caseríos que Él se proponía visitar; y les decía:
-La cosecha promete ser grande, pero todavía hay muy pocos obreros. Pedidle al Señor de la cosecha que mande más obreros a su campo: ¡Hala, en marcha! Yo os envío como a corderos a una manada de lobos. No llevéis bolsa, ni mochila, ‘ni sandalias; y no os paréis en el camino a saludar a nadie. Cuando entréis en una casa, decid: «¡A la paz de Dios!»; y si vive allí algún hijo de paz recibirá vuestro saludo; y si no, la bendición que habéis echado se volverá a vosotros. Parad en la misma casa todo el tiempo que estéis en ese lugar, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el obrero se merece la paga; no vayáis de casa en casa. Y cuando lleguéis a un pueblo y os reciban bien, comed lo que os pongan por delante; curad a los enfermos que haya, y decidles: «¡El Reino de Dios se ha acercado a vosotros!» Pero cuando lleguéis a un pueblo en el que no os quieran recibir, marchaos de allí diciéndoles por las calles: «Hasta el polvo de vuestro pueblo que se nos haya pegado a los pies lo sacudimos para que os deis cuenta de lo que habéis hecho. ¡Pero tened presente que el Reino de Dios se os ha acercado!» Os aseguro que el Día del Juicio será más leve el castigo que se le imponga a Sodoma que el de ese pueblo. ¡Pobre de ti, Corazín! ¡Pobre de ti, Betsaida! Si los milagros que se han hecho en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace mucho que se habrían sentado en saco y en ceniza para mostrar su arrepentimiento; y en cuanto a ti, Cafarnaún, ¿te has creído que te vas a elevar hasta el Cielo? ¡Hasta el infierno vas a hundirte! En cuanto a vosotros, mensajeros míos, el que os escucha a vosotros es como si me escuchara a Mí; y el que os rechaza a vosotros, como si me rechazara a Mí; y el que me rechaza a Mí es como si rechazara a Dios, que es Quien me ha enviado.
Este pasaje se refiere a una misión más amplia que la primera de los Doce.
El número setenta era simbólico para los judíos.
(a) Era el número de los ancianos que se eligieron para ayudar a Moisés con la tarea de gobernar y dirigir al pueblo en el desierto (Nm_11:16-17; Nm_11:24-25 ).
(b) Era el número de los miembros del Sanedrín, el consejo supremo de los judíos. Los Setenta fueron elegidos para ayudar a Jesús.
(c) También se creía que habían sido setenta los traductores del Antiguo Testamento al griego, por lo que se llama esa versión Septuaginta, y se indica corrientemente como LXX.
(d) Se decía que ese era el número de las naciones del mundo. Lucas tenía una visión universalista, y puede ser que estuviera pensando en el día cuando todas las naciones conocerán y amarán a su Señor.
Hay aquí un detalle interesante. Uno de los pueblos que Jesús cita aquí es Corazín. Se supone que Jesús hizo allí muchos milagros; pero este lugar no se menciona en los evangelios nada más que aquí, así que no sabemos nada de lo que Jesús hizo o dijo allí. Aquí tenemos un ejemplo de lo mucho que ignoramos de la vida de Jesús. Los evangelios no son biografías, sino meros bocetos de la vida de Jesús (cp. Jn 21:25 ).
Este pasaje nos dice algunas cosas de suprema importancia sobre el transmisor y el receptor del Evangelio.
(i) El predicador tiene que estar descargado de cosas materiales; tiene que viajar ligero. Es fácil liarse con las cosas de la vida. Una vez el doctor Johnson, después de ver las dependencias de un gran castillo, observó gravemente: «Estas son las cosas que le hacen a uno difícil morir.» La Tierra no debe nunca borrar el Cielo.
(ii) El predicador se tiene que concentrar en su tarea; no tiene que saludar a nadie en el camino. Esto nos recuerda las instrucciones que le dio Elías a Giezi en 2R 4:29 . Ya sabemos lo ceremoniosos y prolijos que son los orientales en sus saludos. No se nos manda que seamos maleducados; lo que quiere decir esto es que el hombre de Dios no debe dejarse distraer ni retrasar por cuestiones menores cuando las mayores le requieren.
(iii) El predicador no debe tener espíritu mercenario; debe comer lo que le pongan por delante, y no debe andarse mudando de casa en casa en busca de mayores y mejores comodidades. No pasó mucho tiempo antes de que surgieran aprovechados en la Iglesia Primitiva. Hay un tratado llamado La Enseñanza de los Doce Apóstoles, que se escribió hacia el año 100 d C., y que es el primer libro de orden eclesiástico. Había entonces profetas que iban visitando las iglesias de pueblo en pueblo. Se advierte qué, si un profeta quiere quedarse en el mismo lugar más de tres días sin trabajar, es un falso profeta; y si habla en el Espíritu para pedir dinero o comida, es un falso profeta. El obrero merece su paga, pero el siervo del Señor crucificado no puede buscar lujos.
(iv) El haber escuchado la Palabra de Dios conlleva una gran responsabilidad. Seremos juzgados según lo que hayamos tenido oportunidad de saber. A un niño se le consienten cosas que se condenarían en un adulto; a un salvaje se le perdonan cosas que se castigarían en un civilizado. La responsabilidad es la otra cara del privilegio.
(v) Es un error terrible el rechazar la invitación de Dios. En cierto sentido, todas las promesas de Dios que hayamos escuchado pueden convertirse en nuestra condenación. Si las recibimos, son nuestra mayor gloria; pero cada una de las que hemos rechazado será algún día un testigo en contra nuestra.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 10
2. MISIÓN DE LOS SETENTA (10,1-24).
a) Designación y misión (Lc/10/01-16)
1 Después de esto, designó el Señor a otros setenta y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y lugares adonde él tenía que ir. 2 Y les decía. Mucha es la mies, pero pocos los obreros; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
La misión de los doce va dirigida a Israel. Jesús designó además públicamente a otros setenta (*), que fueron enviados también. Para la antigua Iglesia tenía la mayor importancia saber que además de los doce había otro grupo que tenía encargo misionero. Además de los doce tienen también otros el nombre de apóstoles y llevan a cabo la misión de Jesús. La elección del número setenta hace referencia a los setenta pueblos de que se compone la humanidad según la tabla etnográfica de la Biblia (Gén 10). Jesús y su mensaje llaman a la humanidad. Los doctores de la ley estaban convencidos de que la ley se había ofrecido primeramente a todos los pueblos, pero sólo Israel la había aceptado. El tiempo final realiza y lleva a término el plan primigenio de Dios. El Señor designó e invistió a los mensajeros, con lo cual les dio encargo oficial y dio a su misión carácter jurídico. Son enviados de dos en dos, pues tienen que actuar como testigos.
Si dos testigos están de acuerdo sobre una cosa, entonces su testimonio tiene plena fuerza y validez jurídica (Deu 19:15; Mat 18:16). Los discípulos van delante del Señor; son sus pregoneros y tienen que preparar su llegada. Van por delante de él a todas las ciudades y lugares. Se traspasan los límites de Galilea, pero la acción está todavía restringida a Palestina. Sin embargo, estos límites se borrarán cuando el Señor haya subido al cielo. La mies es mucha. Los hombres son comparados con una mies que ha de recogerse en el reino de Dios. El campo de misión que tiene delante Jesús en Palestina, es el comienzo de un campo de recolección mucho más vasto, que se extiende al mundo entero. Jesús conoce a los muchos que tienen buena voluntad. Para el grande y apremiante trabajo hay sólo pocos obreros. Los llamamientos de discípulos han mostrado que hasta en hombres llenos de fervor y de buena voluntad se echa de menos la entrega total.
Dios es el dueño de la mies. Dispone de todo lo relativo a la mies. La acogida en el reino de Dios es obra y gracia suya. él da también las vocaciones de los discípulos. Por eso invita Jesús a orar para que despierte Dios en el hombre el espíritu de los discípulos que con entrega total e indivisa ayuden a introducir a los hombres en el reino de Dios. La oración por los obreros de la mies mantiene constantemente despierta en los apóstoles y discípulos la conciencia de haber sido llamados y enviados por la gracia de Dios. «Por la gracia de Dios soy lo que soy» (1Co 15:10). «Lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento, Dios… Porque somos colaboradores con Dios; y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia que Dios me ha dado… puse yo los cimientos» ( 1Co 3:7-10).
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* La tradición textual vacila entre 70 y 72; en todo caso es exacta la referencia a la tabla etnográfica (de que se habla a continuación), pues también en Gén 10 existe la misma inseguridad: el texto hebreo dice 70 pueblos, los Setenta leen 72.
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3 Id. Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; ni saludéis a nadie por el camino.
Id. Con esto se expresa la misión. Es misión, encargo de partir, caminar y obrar. El aprovisionamiento es sorprendente. Sencillamente: Id. Lo primero y principal de este aprovisionamiento es el hecho de ser enviados por Jesús mismo, lo cual implica que el poder de Dios también los acompañará y armará.
Se retira a los discípulos todo aprovisionamiento y toda defensa humana. Son enviados indefensos, como corderos en medio de lobos. Israel se conoce como «oveja entre setenta lobos», pero confía también en que su gran pastor lo salva y lo custodia. Los setenta enviados por Jesús son el núcleo del nuevo Israel. A los sufridos e inermes se promete el reino de Dios (Mat 5:3 ss). Jesús envía a los discípulos como pobres. Cuando no se tiene bolsa, alforja ni sandalias, es uno totalmente pobre. La pobreza es condición para entrar en el reino de Dios (Mat 6:20) y distintivo de los que lo anuncian. Los discípulos deben tener constantemente ante los ojos su misión y no dejarse distraer por nada. No saludéis a nadie por el camino. La entrega total a la misión no consiente las complicadas y largas fórmulas de cortesía de Oriente. En Lucas todos los mensajeros tienen prisa: María, los pastores, Felipe (Hec 8:30).
Jesús mismo y los tres llamamientos de discípulos al comienzo del relato del viaje han mostrado ya lo que caracteriza a los discípulos: desvalimiento y mansedumbre frente a la hostilidad, falta de hogar y pobreza, entrega total a la misión de anunciar el reino de Dios. Las figuras primigenias de este anuncio son Jesús, los doce, los setenta discípulos.
5 Y en cualquier casa en que entréis, decid primero: Paz a esta casa, 6 y si allí hay alguien que merece la paz, se posará sobre él vuestra paz; pero de lo contrario, retornará a vosotros. 7 Permaneced, pues, en aquella casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan; porque el obrero merece su salario. Y no os mudéis de una casa a otra.
El método de misionar es natural y sencillo. Los misioneros van de casa en casa. La misión cristiana se extiende de la casa a la ciudad. Paz a esta casa: esto es saludo y don. El anuncio y la proclamación comienza con deferencia y cortesía. Un consejo rabínico reza: «Adelántate en saludar a todos.» La paz que aporta el misionero de la salvación no da sólo salud y bienestar, que es lo que se sobrentiende en el saludo cotidiano «paz», sino el don de la salvación de los últimos tiempos. Los enviados cumplen la misión de Jesús, de la que se dice: «Tal es el mensaje que ha enviado (Dios) a los hijos de Israel anunciando el Evangelio de paz por medio de Jesucristo» (Hec 10:36).
Las palabras de saludo producen lo que expresan, si topan con alguien que ha sido elegido por Dios para la salvación, alguien que «merece la paz». El nacimiento de Jesús trae la paz a los hombres, objeto del amor de Dios. La paz se posa sobre aquel que la recibe, como el espíritu sobre los setenta ancianos, a los que lo había comunicado Moisés: Descendió Yahveh en la nube y habló a Moisés: tomando del espíritu que residía en él, lo puso sobre los setenta ancianos, y cuando sobre ellos se posó el espíritu, pusiéronse a profetizar y no cesaban» (Num 11:26). «Los hijos de los profetas, habiéndole visto (a Eliseo), dijeron: El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo» (2Re 2:15). La paz y el espíritu son los dos grandes dones saludables de los últimos tiempos. Aun cuando no se encuentre nadie que se abra a la salvación y se muestre digno de ella, no por eso carece de eficacia la palabra de saludo; la paz retorna a los mensajeros. «Por mí lo juro: sale la verdad de mi boca y es irrevocable mi palabra» (Isa 45:23). El saludo de paz no es una fórmula vana. Al don que aportan los predicadores corresponden los hijos de la paz con hospitalidad. La primera casa en que sean acogidos los discípulos, debe ser para éstos como su propia casa. Permaneced, pues, en aquella casa. No os mudéis de una casa a otra. El gran objetivo de los misioneros es el mensaje del reino de Dios. Lo decisivo no debe ser el bienestar personal, el buen trato y los cuidados de la hospitalidad. El que cambia de alojamiento muestra que el valor supremo no es para él la palabra de Dios, sino su propia persona. Perjudica y se perjudica. Desacredita a su huésped y se desacredita él mismo. No debe violarse la ley sagrada de la hospitalidad.
Los discípulos deben comer y beber de lo que se les ofrezca. No deben preocuparse pensando que molestan indebidamente a quien les da hospitalidad. El quehacer de los enviados no debe verse entorpecido por preocupaciones de la tierra. Lo que reciben es justa compensación por lo que ellos aportan: su don es mayor. «El obrero merece su salario» (1Ti 5:18). «Si nosotros hemos sembrado para vosotros lo espiritual, ¿qué de extraño tiene que recojamos nosotros vuestros bienes materiales?» (1Co 9:11). Pero los discípulos deben también contentarse con lo que se les dé.
8 En cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os presenten, 9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: Está cerca de vosotros el reino de Dios. 10 Pero, en cualquier ciudad donde entréis y no quieran recibiros, salid a la plaza y decid: 11 Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos pegó a los pies, lo sacudimos sobre vosotros. Sin embargo, sabedlo bien: ¡el reino de Dios está cerca! 12 Os aseguro que habrá menos rigor para Sodoma en aquel día que para esa ciudad.
La actividad de los discípulos es misión en las casas y en las ciudades. Una ciudad que los acoge muestra buena disposición. Los discípulos deben realizar aquello para que han sido enviados. Comed lo que os presenten. Los discípulos no deben preocuparse de si los alimentos son cultualmente puros o impuros. Así parece haber entendido Lucas estas palabras, aunque difícilmente sería esta la intención de Jesús. Para la misión entre los gentiles era de gran importancia esta libertad de conciencia (Cf.1Co 10:27; Act 15). La curación de los enfermos que se encargaba a los discípulos debe preparar para la hora de la historia de la salvación que ellos anuncian, debe demostrar en la práctica su poderoso alborear. Deben proclamar con la palabra eso a que preparan las obras: Está cerca el reino de Dios. El acercarse Jesús es acercarse el reino de Dios. Por eso dice Jesús: «Si yo arrojo los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros» (1Co 11:20). «El reino de Dios está en medio de vosotros» (1Co 17:21). Jesús mismo es el reino de Dios.
¿Y si una ciudad no acoge a los discípulos? Entonces han de expresar públicamente (por las calles) y solemnemente su separación y su anatema. Los judíos sacuden el polvo de sus pies cuando vienen de tierra de gentiles y ponen los pies en la tierra santa de Palestina. Con esto se quiere significar que no existe vínculo alguno entre Israel y los gentiles. Una ciudad que no acoge a los enviados de Cristo rompe los vínculos que la unen con el pueblo de Dios, desconoce la gran hora que ha sonado: Habéis de saber que el reino de Dios está cerca y que con él se acerca el juicio. Los mensajeros no anuncian que el reino de Dios está presente, sino que se acerca. Todavía es posible dar marcha atrás, pero ésta es ya la última posibilidad.
El que rechaza el anuncio del reino de Dios y así se cierra a Jesús, se atrae la sentencia de condenación. El desenlace de este juicio es más terrible que la condenación que se pronunció contra Sodoma. El juicio sobre esta ciudad nefanda ha venido a ser proverbial. La culpa de quien rechaza a Jesús y los bienes del reino de Dios es mayor que la culpa de Sodoma. La proclamación de los mensajeros de Jesús ofrece la gracia más grande y sitúa ante una decisión de conciencia cuya última consecuencia es la salvación o la sentencia condenatoria.
13 ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque, si en Tiro y Sidón se hubieran realizado los mismos milagros que en vosotras, ya hace tiempo que, sentados, cubiertos de saco y ceniza, se habrían convertido. 14 Por eso, en el juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿es que te vas a encumbrar hasta el cielo? ¡Hasta el infierno serás precipitada!
Las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm formaban al norte del lago de Genesaret un triángulo, en el que se había desarrollado con la mayor intensidad la actividad de Jesús. De ella se destacan los milagros en que se manifestó la virtud divina de Jesús. El centro de gravedad de la acción de Jesús estaba en Cafarnaúm. En esta ciudad se reproduce lo que se dijo acerca del rey de Babilonia: «Tú, que decías en tu corazón: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las estrellas de Dios, elevaré mi trono; me instalaré en el monte santo, en las profundidades del aquilón. Subiré sobre la cumbre de las nubes y seré igual al Altísimo. Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo» (Isa 14:15). Jesús elevó a Cafarnaúm al rango de «su ciudad» (Mat 9:1). A ella, como a las otras dos ciudades, ofreció Jesús salvación, poder y gloria. Las exaltó y quería darles participación en el reino de Dios. Los milagros que se realizaron en ellas estaban destinados a hacer reflexionar, a hacer reconocer la voluntad de Dios, a situarla en el centro de su vida, a abrir sus corazones y predisponerlos para la conversión. Pero las tres ciudades dejaron de cumplir lo que exigía la oferta de gracia por Dios. Jesús las amenaza con el juicio. Cuanto más grande era la gracia que se les había demostrado, tanto más se les ha de pedir en el juicio final.
Tiro y Sidón, las dos ciudades paganas, que eran consideradas como completamente orientadas hacia lo de la tierra (Léase Isa 23:1-11; Ez 26-28,), no recibieron esta gracia de las ciudades galileas. Jesús sabe que sus habitantes habrían hecho penitencia, cubiertos de saco y de ceniza, si Dios las hubiera visitado con su oferta de gracia. En señal de luto y de penitencia llevaban las gentes una túnica de crin y se sentaban sobre la ceniza o la esparcían sobre la cabeza. Precisamente porque sabe Dios que otros habrían usado de la gracia muy de otra manera, por eso juzgará con una medida inexorablemente justa, a unos con suavidad, a otros con severidad.
Conforme a este castigo que se anuncia a las ciudades galileas puede calcular cada ciudad lo que le sucederá si repudia a los enviados de Jesús. Estas palabras las pronunció Jesús al abandonar Galilea, donde había trabajado en vano. Lo que había de ser salvación se convierte en sentencia de condenación, porque no se prestó atención al llamamiento a la conversión. La amenaza de castigo formulada por Jesús y sus enviados es un último llamamiento de Dios dirigido al duro corazón humano.
16 Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia; pero quien me desprecia a mí, desprecia a aquel que me envió.
El enviado es como el que lo envía. En los enviados viene Jesús, y en Jesús viene Dios. La palabra que pronuncian los enviados, la pronuncia Jesús, y la palabra de Jesús la pronuncia Dios. Aceptación o repudio de la palabra de los enviados es aceptación o repudio de la palabra de Jesús, aceptación o repudio de la palabra de Dios. «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me envió» (Mat 10:40). «El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió (Jua 5:23).
Entre los enviados, Jesús y Dios existe una cadena cuyos eslabones no se pueden separar. Jesús es el mediador. Para su mediación con el pueblo se sirve de los enviados. El hombre es conducido a la salvación por medio de hombres. Cristo se reveló a Saulo, que, sin embargo, recibió este encargo: «Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que has de hacer» ( Hec 9:6). También él es enviado al mediador humano, aunque no se menciona a este por su nombre, pues lo que importa no es el mensajero, sino la palabra anunciada. Los mensajeros son «servidores de la palabra» (Hec 1:2). Entre oír y desoír, o despreciar, no se da término medio. Nadie puede permanecer indeciso frente a la palabra de Dios. El que no está en favor de Jesús, está contra él. El que no oye la palabra, no la acepta y no la obedece, la desprecia.
b) Regreso (Lc/10/17-20)
17 Volvieron, pues, los setenta llenos de alegría diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre! 18 él les dijo: Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo.
De todo lo que experimentaron los setenta en su viaje de misión, sólo destacan una cosa: el poder sobre los poderes demoníacos. Hasta los demonios nos obedecen. No sólo las enfermedades se les sometían, no sólo los hombres obedecían la palabra de Dios; el colmo era la sumisión de las fuerzas satánicas. Volvieron llenos de alegría, porque habían experimentado el reino de Dios, que se había iniciado con Jesús. Los discípulos interpelan a Jesús con el nombre de Señor; al pronunciar su nombre habían recibido señorío sobre los demonios. Gracias al Señor alcanza el poder de los enviados hasta el mismo reino de los poderes y potestades que ejercen invisiblemente su influjo pernicioso sobre este mundo. El poder de Jesús y de sus discípulos domina no sólo sobre lo terreno, sino también sobre la esfera que influye en la determinación del curso de lo terreno.
En las expulsiones de demonios practicadas por los discípulos se hace visible el triunfo del reino de Dios sobre los poderes satánicos. Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo. En las expulsiones de demonios veía constantemente Jesús que había quebrantado el poder de Satán. ¿Cuándo sucedió esto? De esto no dice nada la palabra. Pero sí da a entender que es imponente el triunfo sobre Satán. La exposición recuerda las palabras de Isaías sobre la imponente caída de Nabucodonosor, rey de Babilonia. «Tú… dominador de las naciones… al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo» (Isa 14:12.15). Esta victoria sobre Satán es fruto de la muerte de cruz de Cristo y de su glorificación: «Este es el momento de la condenación de este mundo; ahora el jefe de este mundo será arrojado fuera» (Jua 12:31). Es posible que Lucas pensara en las tentaciones en que fue derrotado el demonio. Con esta victoria de Jesús quedó sacudido para siempre el poder de Satán, aunque todavía no definitivamente. Definitivamente quedará despojado de su poder en el tiempo final, pero ya ha comenzado lo que era la gran esperanza del tiempo final: «Entonces aparecerá su reino en toda su creación, y entonces se acabará con Satán y se quitará la tristeza».
19 Mirad que os he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones, y contra toda la fuerza del enemigo, sin que nada pueda haceros daño. 20 Sin embargo, no os alegréis de eso: de que los espíritus se os sometan; sino alegraos más bien de que vuestros nombres están ya inscritos en los cielos.
También los doce toman parte en el triunfo de Jesús sobre Satán; lo que se aplica a los doce quiere extenderlo Lucas también a los setenta, a todos los que colaboran en la obra de Jesús. Tienen poder sobre serpientes y escorpiones. Precisamente estos animales taimados, que constituyen una amenaza para la vida, se consideran en la Biblia y en el lenguaje influido por la Biblia, como instrumentos de Satán. El Salvador que se espera salvará de serpientes y de escorpiones, y de malos espíritus. El Mesías, protegido por el ángel de Dios, camina sobre víboras y áspides y huella al león y al dragón (Sal 91:13). Cuando envió Jesús a los doce les dio también participación en este poder; de esta investidura les queda como resultado permanente el no estar ya a merced del poder de Satán, sino bajo la soberanía de Dios.
Lo que se dice sobre el poder de caminar sobre serpientes y escorpiones se amplía con la explicación que sigue: Los doce tienen poder contra toda fuerza del enemigo. Satán utiliza su fuerza para dañar a los hombres; su hostilidad no puede ya dañar, una vez que asoma el reino de Dios. Hay aquí un poder más grande y más fuerte. ¿Qué puede, pues, ya dañar? El canto triunfal de san Pablo tiene aquí su explicación: «Sin embargo, en todas estas cosas vencemos plenamente por medio de aquel que nos amó. Pues estoy firmemente convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo futuro, ni potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra cosa podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom 8:37-39). La inauguración del reino de Dios es un motivo de gozo todavía más profundo que el poder sobre los malos espíritus y el quebrantamiento del señorío de Satán. Para los discípulos, la suprema razón de alegrarse es su elección y predestinación a la vida eterna. Las ciudades de la antigüedad tienen listas de ciudadanos. El que está inscrito en la lista goza de todas las ventajas que ofrece la ciudad. También en el cielo, donde se representa la morada de Dios, se imaginan tales listas de ciudadanos, en las que están inscritos los elegidos de Dios; seguramente se identifican con lo que se llama el libro de la vida (*). El motivo de alegría que está por encima de todo es el hecho de poder participar en el reino de Dios, de alcanzar la vida eterna y de estar en comunión con Dios.
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* Sal 69:29 : «Sean borrados del libro de la vida, no sean inscritos entre los justos»; cf. Ex 32.52s; Isa 4:3; Isa 56:5; Dan 12:1; Rev 3:5; 13.8, etc.
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c) Júbilo de Jesús (Lc/10/21-24)
21 En aquel momento, Jesús se estremeció de gozo en el Espíritu Santo y exclamó: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra; porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así lo has querido tú.
Con el retorno de los discípulos y con el relato del mismo están asociadas una acción de gracias (2Re 10:21), unas palabras de revelación (2Re 10:22), y una fórmula de felicitación (2Re 10:23). En el mismo momento en que regresaron los discípulos se estremeció de gozo Jesús. Estaba penetrado del júbilo del tiempo final y del tiempo de salvación que se anunciaba en la victoria sobre Satán y en la comunicación de la vida eterna. Jesús, portador de la salvación, fue ungido por el Espíritu, por lo cual salta de gozo y ora en el Espíritu Santo. Su oración es debida al influjo del Espíritu Santo; así oran Zacarías (2Re 1:67), Isabel (2Re 1:41) y María (2Re 1:47). La vida de Jesús está sostenida por el Espíritu. «Todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Rom 8:14). En calidad de Hijo de Dios pronuncia Jesús su acción de gracias, su revelación y su fórmula de felicitación.
La oración de acción de gracias comienza con una interpelación y termina con un encarecimiento. En el medio se halla el motivo de la acción de gracias. La interpelación contiene alabanza de Dios y acción de gracias. Jesús alaba a Dios y con ello le da gracias. Reconoce interiormente la disposición divina y, alabando a Dios, expresa la unidad que reina entre su voluntad y la divina.
Yo te bendigo: te doy un sí con todo mi corazón. La acción de gracias y la alabanza de Dios se realiza de la mejor manera en la entrega a la voluntad de Dios. Todas las oraciones de Jesús que nos han sido transmitidas por la Escritura comienzan con la invocación: Padre. Esta palabra responde al arameo abba (Mar 14:36), palabra balbuceada por los niños pequeños cuando se dirigían a su padre. Jesús habla en singular intimidad con Dios, su Padre, pues regularmente nadie osaba decir abba a Dios, aunque también se le llama Padre (ab). A la invocación llena de confianza se añade el calificativo majestuoso de Señor del cielo y de la tierra. Dios creó el universo entero, y así dispone del universo entero. La confianza y la reverencia son los pilares de la oración.
Dios ha ocultado y ha revelado. El motivo principal de la alabanza no es el haber ocultado, sino el haber revelado. Pero Dios oculta también por el hecho de no revelar a todos ¿Qué es lo que ha revelado y ocultado? Los misterios del reino de Dios (Mar 8:10), la inauguración del reino de Dios en Jesús, la victoria sobre Satán, la elección para el reino de Dios… Dios ha ocultado esto a los sabios y entendidos y lo ha revelado a los menores sujetos a tutela, a los ignorantes, a los que no son nadie. En tiempos de Jesús eran los sabios y los entendidos los doctores de la ley, que se designaban como sabios y prudentes; los menores, sujetos a tutela, eran los que formaban parte del «pueblo maldito», de la hez de la tierra, que no tenían el menor conocimiento de la ley, eran ignorantes y, por tanto, ni siquiera se recataban del pecado. Así, un doctor de la ley del tiempo de Jesús decía: «Un ignorante no teme el pecado, y un am ha arez (uno que no conocía la ley a la manera de los doctores de la ley) no es piadoso.» La primitiva Iglesia hubo de experimentar que persistía esta elección de Dios en cuanto a revelar y a ocultar. En Corinto no pertenecían a la Iglesia muchos ricos, sabios y de alta alcurnia, sino los pobres, los necios, los plebeyos, los que no eran nada en este mundo (1Co 1:26 ss).
Jesús alaba y bendice a Dios por el plan salvífico según el cual da la revelación del reino precisamente a los pobres. Por el hecho de que estos aceptan el mensaje de Jesús, se cumple lo que se le había prefijado como programa de su vida: «Anunciar la buena nueva a los pobres» (1Co 4:18).
La oración de acción de gracias vuelve al comienzo con encarecimiento. Sí, Padre: con esto se resume gozosamente lo que se había expresado hasta aquí. Jesús no revoca nada, sino que ratifica el designio de Dios con su voluntad, alabanza y acción de gracias. Así lo has querido tu.
El designio de Dios, que está fundado en su voluntad, en su beneplácito, decide el querer de Jesús. Toda verdadera oración termina con un sí a la voluntad de Dios, en la victoria de la voluntad de Dios sobre la voluntad del orante, en la entrega al beneplácito de Dios. Cuando Jesús da un sí al designio salvífico de Dios, que no elige a los sabios y entendidos, a los fuertes y poderosos, sino a los ignorantes, débiles y pequeños, da también un sí a la cruz. Su mira está puesta en Jerusalén, donde le aguarda su «elevación». No busca nada, sino el beneplácito de Dios.
22 Todo me lo ha confiado mi Padre. Y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelárselo.
La oración empalma con las palabras de revelación. Jesús habla de su relación con Dios. Todo le ha sido confiado por el Padre. Le ha sido confiado lo que él anuncia. Lo que Dios ha confiado a Jesús, no es sólo la palabra, puesto que con la palabra está asociada la acción y el poder. Como Hijo del hombre que es, todo le ha sido confiado por Dios: todo poder, todos los reinos de este mundo, todos los hombres. «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mat 28:18). Lo que Satán había ofrecido a Jesús en la tentación, se lo confía el Padre, porque dice sí a su voluntad. El Padre ama al Hijo, y todo lo ha puesto en sus manos (Jua 3:35). La relación de Jesús con el Padre es la relación de Hijo a Padre. Como el Hijo lo ha recibido todo del Padre, de la misma manera Jesús lo ha recibido de Dios.
Jesús y el Padre están en la más estrecha comunión. Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo. Cuando nosotros conocemos a alguien, pensamos en él, recibimos su influencia, y él recibe la nuestra: recibimos de él y le damos, estamos en comunión con él, comunión que marca la existencia por ambos lados. Que el Padre conozca al Hijo y el Hijo al Padre se debe a que el Padre y el Hijo viven en la más íntima comunión. Jesús y Dios se conocen recíprocamente: el Padre conoce quién es el Hijo, y el Hijo, quién es el Padre. La vida consciente del Hijo está marcada por la comunión con el Padre, como la vida del Padre lo está por la comunión con el Hijo. Dado que nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre, y nadie conoce quién es el Padre, sino el Hijo, la comunión entre Padre e Hijo es única y exclusiva. Es una comunión singular, en la que nadie puede tener participación fuera del Padre y del Hijo. Lo que se dice acerca de esta comunión recíproca entre Jesús y Dios, se expresa por la relación de Hijo a Padre. También esta se da entre Jesús y Dios de una forma que no se repite entre otro hombre y Dios. Lo que expresa esta «perla» de todas las aserciones de Cristo sobre la relación de Jesús con Dios, se halla con frecuencia formulado en el Evangelio de san Juan: «Yo soy el buen pastor: yo conozco las mías, y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce a mi, y yo conozco al Padre» (Jua 10:14 s). El Padre conoce al Hijo, y el Hijo conoce al Padre, porque todo lo que Cristo llama suyo es también del Padre, y lo que es del Padre, es también suyo: «Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y así soy yo glorificado» (Jua 17:10). Jesús y el Padre son «uno» (Jua 10:30).
También conoce quién es el Padre aquel a quien el Hijo quiere revelárselo. Jesús tiene también poder para dar participación en su propio conocimiento del Padre. El Hijo puede revelar este conocimiento a quien quiere revelárselo. Por sí mismo no puede el hombre tener este conocimiento. Cuando Jesús revela a una persona que Dios es el Padre de Jesús, y lo hace en forma singularísima y en la más íntima comunión, entonces le da también participación en la comunión en que él mismo vive con el Padre, le da participación en la vida eterna. «Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti y al que tú enviaste» (Jua 17:3). El poder que se ha dado a Jesús lo utiliza él para otorgar el conocimiento del Padre y con ello dar vida eterna (Jua 17:2). La oración de Jesús es una eflorescencia del conocimiento mutuo del Padre y del Hijo, diálogo que procede de este conocimiento, júbilo del alma por esta mutua comunión de conocimiento. Aquel a quien Jesús revela quién es el Padre, llega a una oración semejante, que es un clamar «abba» (Rom 8:15; Gal 4:6), que es una exuberancia del conocimiento de fe y proviene del fondo de la comunidad de don con el Padre y el Hijo. El fondo más íntimo del que brota el diálogo del alma con Dios es la unión con él según el arquetipo de la unión de Jesús con Dios, del Hijo con el Padre.
23 Y vuelto hacia sus discípulos, les dijo a solas: Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo. 24 Porque yo os digo: muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros estáis oyendo, y no lo oyeron.
Sólo a los discípulos reveló el Hijo quién es el Padre. Los inició en su singularísima relación con el Padre. La entera historia salvífica aguardaba la satisfacción de este anhelo. Los profetas miraban y escudriñaban sólo desde muy lejos qué nos es aportado por la salvación y quién es el que nos la trae. La soberanía de los reyes era caduca y perecedera, imperfecta y limitada; ellos miraban al rey cuya soberanía no tiene límites. Los profetas eran portadores de la palabra divina, los reyes eran administradores del poder divino. Jesús reúne en sí a ambas prerrogativas, la palabra y la autoridad, la palabra llena de autoridad. Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo. Los discípulos deben ser y permanecer conscientes de la gracia de que Dios les haya revelado el conocimiento del Mesías y el comienzo del tiempo de salvación. En estas palabras resuena también el júbilo de la Iglesia primitiva, que transmitió estas palabras, porque ella misma estaba penetrada del gozo del don de la fe. A los pequeños y a los ignorantes se reveló lo que se negó a los sabios y a los entendidos. Los discípulos son dichosos porque son pequeños y pobres. Oir lo que vosotros estáis oyendo. Sólo ver no basta. Al ver debe añadirse el oír. Sólo se puede ver debidamente a Jesús cuando se oye lo que dice sobre él la revelación. Ver los acontecimientos históricos y oír lo que la revelación de Dios dice sobre ellos: esto es lo que da al cristiano el verdadero conocimiento quo proporciona gozo.
3. OBRAS Y PALABRAS (Gal 10:25-42).
Jesús va por el país dispensando beneficios y anunciando la palabra de Dios. Los discípulos sólo están pertrechados con el amor al prójimo, que se extiende al mundo entero (Gal 10:25-37), y en la palabra, que se recibe escuchando a Jesús.
a) Amor al prójimo (Lc/10/25-37)
25 Entonces se levantó un doctor de la ley que, para tentarlo, le pregunta: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? 26 él le contestó: ¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Cómo lees tú? 27 Y él le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Jesús le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás.
Jesús ha hablado de la victoria sobre Satán, los discípulos mismos han experimentado el reino de Dios, sus nombres están inscritos en las listas de ciudadanos del cielo, son llamados dichosos porque están viviendo el tiempo de la salvación: nada más normal que preguntar qué hay que hacer para entrar en la vida eterna. Asunto serio, cuestión candente, que el rico planteó a Jesús (/Mc/10/17) y que dirigían a los doctores de la ley sus discípulos. «Rabí, enséñanos los caminos de la vida, para que por ellos alcancemos la vida del mundo futuro».
El doctor de la ley preguntó a Jesús para tentarlo. Lo interpela como maestro y doctor, y quiere probarlo y ver qué puede responder a su pregunta candente. Hace la pregunta como la hacían los judíos y pregunta por las obras. Las obras exigidas por la ley, salvan; lo que se tiene en cuenta son las obras, no la actitud interior. ¿Qué obras y qué preceptos son los que importan? Los doctores de la ley hablaban de seiscientos trece preceptos (doscientos cuarenta y ocho mandamientos y trescientas sesenta y cinco prohibiciones).
La respuesta a la pregunta del doctor de la ley indica la ley misma, la ley escrita de la Sagrada Escritura. Jesús halla la respuesta en la ley, en la que se da a conocer la voluntad de Dios. La ley muestra el camino para la vida eterna. Los doctores de la ley habían tratado de compendiar los mandamientos y prohibiciones tan numerosos, reduciéndolos a unas cuantas leyes. Un medio de lograrlo era la «regla áurea»: Lo que a ti no te agrada, no lo hagas a tu prójimo; esto es toda la ley, todo lo demás es explicación (rabí Hilel, hacia el año 20 a.C.). Otro doctor de la ley indicaba el precepto del amor al prójimo (Lev 19:18). El doctor de la ley que interrogó a Jesús resumía toda la ley en los mandamientos del amor de Dios (Deu 6:5) y del amor del prójimo (Lev 19:18), al igual que Jesús (Mar 12:28). Esta manera de compendiar la ley no debía de ser conocida para el judaísmo del tiempo de Jesús (*). Jesús da la razón al doctor de la ley por hallar compendiada la ley en estos dos mandamientos. Las verdades de la revelación necesitan ser compendiadas y presentadas sistemáticamente a fin de que sirvan para la vida religiosa.
El precepto del amor a Dios (/Dt/06/05) con entrega de todas las potencias del alma a Dios, con una existencia dedicada a él sin reserva, era formulado diariamente mañana y tarde por los judíos del tiempo de Jesús en su profesión de monoteísmo. Este precepto liga al hombre con Dios hasta en lo más profundo de su ser. Con este precepto está asociado el precepto del amor al prójimo (Lev 19:18). E1 amor a uno mismo se presenta como medida del amor al prójimo.
Con esto se dice mucho. La actitud fundamental del hombre debe ser el amor. El hombre que cumple la voluntad de Dios y corresponde a su imagen, no es el que piensa únicamente en sí sino el que existe para Dios y para el prójimo. Dios es el centro del hombre, pues lo ama con toda su alma y con todas sus fuerzas. El amor a sí y el amor al prójimo está absorbido por esta entrega total a Dios. En el amor del prójimo se ha de expresar el amor a sí mismo y la entrega a Dios.
Todas las leyes dadas por Dios arrancan de este precepto del amor y desembocan en él como en su meta. El amor es el precepto más importante, el que todo lo abarca y todo lo anima. El amor es el sentido de la ley. Si se expone la ley de tal manera que se viole el amor o no se le permita desarrollarse, se comete un error. Toda ley, incluso las establecidas en la Iglesia, debe servir al amor. Para llegar a la vida no basta el conocimiento del mandamiento más importante y decisivo. Se requieren también las obras. Haz esto y vivirás.
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* En el Testamento de los doce patriarcas (escrito judío no exento de añadiduras cristianas), Testamento de Isacar 5,2, se dice: «Amad sólo al Señor y a vuestro prójimo».
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23 Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Los fariseos cuidaban mucho de su prestigio. Se justificaban. «El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios! Gracias te doy, porque no soy como los demás hombres…» (18,11). Jesús les echa en cara que se justifican delante de los hombres (16,15). ¿Merecía reproche el doctor de la ley cuando preguntaba, aunque sabía lo que hay que hacer para alcanzar la vida eterna? ¿No había todavía bastantes preguntas que reclamaban solución, aunque eran claros los mandamientos más importantes? El doctor de la ley hace una pregunta que no había hallado todavía una solución clara y decisiva. ¿Quién es mi prójimo? ¿Dónde están los límites del precepto del amor? La ley extiende el amor a los compatriotas y a los extranjeros que viven en Israel (Lev 19:34). En el judaísmo tardío se restringió el amor de los extranjeros a los verdaderos prosélitos (gentiles que habían aceptado la fe en un solo Dios, se circuncidaban y observaban la ley). Los fariseos excluían también del amor al pueblo ignorante de la ley. Se negaba el amor a los contrarios al partido. La ley de Dios deja por tanto cuestiones pendientes. Sólo el espíritu de Dios puede resolverlas en la debida forma.
30 Jesús continuó diciendo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, que, además de haberlo despojado de todo y molido a golpes, se fueron, dejándolo medio muerto».
Jesús cuenta un relato. El Evangelio de Lucas narra cuatro más de este estilo. Las parábolas comparan el obrar divino con el humano. La acción de Dios se hace comprensible a partir de lo que hace el hombre. En cambio, en estos relatos se presenta el hombre a los hombres para que examinen su comportamiento tomando como norma al hombre mostrado por Jesús.
Jericó (350 m bajo el nivel del mar) está mil metros más bajo que Jerusalén (740 metros sobre el nivel del mar). El camino solitario y rocoso (unos 27 kilómetros) va por una región en que abundan los barrancos. Asaltos de ladrones se refieren desde la antigüedad hasta la edad moderna. Un hombre bajaba a Jericó. No se menciona su nacionalidad ni su religión. Era un hombre. Esto basta para el amor. Es posible que los ladrones fueran guerrilleros celotas fanáticos que se ocultaban en las grutas y escondrijos de aquella región y vivían de la rapiña, pero que no quitaban a sus compatriotas más que lo que necesitaban para vivir y, sobre todo, no atentaban contra la vida si ellos mismos no se veían atacados. Aquí aparece la víctima de los ladrones en un estado lastimoso: despojado de todo, molido a golpes, medio muerto. El hombre debió sin duda defenderse cuando se vio asaltado por los ladrones.
31 Casualmente, bajaba un sacerdote por aquel camino, y, al verlo, cruzó al otro lado y pasó de largo. 32 Igualmente, un levita que iba por el mismo sitio, al verlo, cruzó al otro lado y pasó de largo. 33 Pero un samaritano que iba de camino, llegó hasta él, y, al verlo, se compadeció; 34 se acercó a él, le vendó las heridas, ungiéndolas con aceite y vino, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a la posada y se ocupó de cuidarlo. 35 Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al posadero, diciéndole: Ten cuidado de él; y lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando vuelva.
Jericó era una ciudad sacerdotal. Sacerdotes y levitas (servidores del templo, cantores) habían desempeñado su ministerio en el templo y volvían a casa. Con gran efecto se repite: Al verlo cruzó al otro lado y pasó de largo. Por qué pasaron de largo sacerdotes y levitas no se dice en la narración. Quizá porque les pareció que el hombre tan malherido estaba muerto y no quisieron tocarlo, pues el contacto con un cadáver causaba impureza legal (Lev 21:1). ¿Quizá porque temían caer también en manos de los ladrones? ¿O porque no querían detenerse? En todo caso les movía más su propio interés que la compasión por el miserable, si es que la sentían. En su calidad de sacerdotes y levitas servían a Dios. eran personas que encarnaban el precepto del amor a Dios. Pero ¿el amor al prójimo? Se establecía separación entre culto y misericordia
Los samaritanos son enemigos del pueblo judío. No hay contacto entre unos y otros. Se odia por las dos partes. Una vez más vuelve a decirse: Al verlo. Pero inmediatamente viene la mutación: Se compadeció. Esta compasión no es estéril. El samaritano obra como se debe obrar en esta situación. Cuidadosamente se describen los seis actos de amor que se practican con la mayor sencillez y naturalidad, no sólo en el momento presente, sino hasta la curación del herido. Los dos denarios dados al posadero era lo que se pagaba a los jornaleros por dos días de trabajo. No es mucho. En efecto, en Italia, hacia el año 140 a.C. se pagaba 1,32 denarios al día por la pensión completa. Lo que hace el samaritano no es precisamente un acto heroico, pero sí todo lo que era necesario para salvar al desgraciado.
36 ¿Cuál de estos tres te parece que vino a ser prójimo del que había caído en manos de los ladrones? 37 El doctor de la ley respondió: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Pues anda, y haz tú lo mismo.
La pregunta de Jesús suena como algo inesperado. El doctor de la ley había preguntado: ¿Quién es mi prójimo? Jesús le pregunta: ¿Cuál de estos tres te parece que vino a ser prójimo del que había caído en manos de los ladrones? En la pregunta del doctor de la ley ocupa el centro el que pregunta, en la pregunta de Jesús, el necesitado de socorro. Según el precepto de la ley, tal como lo interpreta Jesús, es prójimo todo el que tiene necesidad de ayuda. Nada tienen que ver aquí la nación, la religión, el partido. Todo hombre es prójimo. Donde la necesidad llama a la misericordia, también llama a la acción el precepto del amor del prójimo.
Jesús no dio una respuesta abstracta, teorética. No dijo: El prójimo es cualquier persona que se halla en estrechez y necesita ayuda. Da más bien una indicación práctica. La pregunta de Jesús se refiere a la acción, y la acción se rige conforme a las circunstancias. Al responder el doctor de la ley no pudo menos de confesar: El que practicó la misericordia con él. Jesús invita a obrar: Haz tú lo mismo. El amor al prójimo es amor de obrar. «Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino de obra y de verdad» (/1Jn/03/018). «Si un hermano o hermana se encuentran desnudos y carecen del alimento diario, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué servirá esto?» (/St/02/15 ss).
Los dos ministros del culto divino solemne sirvieron ciertamente a Dios, pero no al prójimo que se hallaba en la necesidad. El samaritano los aventaja en el cumplimiento de la ley… Jesús echa mano de la doctrina profética: «Misericordia quiero, y no sacrificio» (Ose 6:6). La mejor preparación para el cumplimiento del precepto del amor al prójimo es un corazón accesible a la miseria, el sentir miserIcordia o, como lo expresa la sencilla psicología de la Biblia: el «conmoverse las entrañas» a la vista de la miseria humana. Cuando un hombre se siente mal al ver la miseria, está preparado para el amor. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mat 5:7). El mayor impedimento es el corazón endurecido. La misericordia debe convertirse en amor de obras, tal como lo exige el momento. El precepto del amor no puede desmenuzarse en artículos. Lo que la realidad muestra, exige y hace posible, eso debe hacerse. Así obró el samaritano en su situación. Así se pone en práctica la entrega a la voluntad de Dios. En efecto, el que ama prácticamente y sabe responder a todo llamamiento de la miseria humana, ése es obediente a Dios.
b) Escuchar la palabra (/Lc/10/38-42)
38 Siguiendo ellos su camino, entró Jesús en cierta aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
El comienzo de esta narración tiene semejanza con la primera del relato del viaje. Se pone de relieve el caminar de Jesús. Aquí halla Jesús lo que no había hallado en la aldea de Samaría: alojamiento. No se nos dice dónde se hallaba esta aldea ni cómo se llamaba. Según la tradición de san Juan se trataba de Betania (Jua 11:1), que estaba situada cerca de Jerusalén. Esto no podía decirlo Lucas, aunque lo supiera. En efecto, Jerusalén es la meta de la expedición, que sólo se podía alcanzar cuando hubiera llegado la hora de su muerte y de su ascensión al cielo.
Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Jesús se hospedó en la casa a fin de que fuera oída su palabra. Como Marta, también otras mujeres acogieron y alojaron a los mensajeros del Evangelio: «Escuchaba una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, y a la cual el Señor abrió el corazón para atender a lo que Pablo decía. Una vez que se hubo bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: Si me habéis juzgado fiel al Señor, entrad y quedaos en mi casa. Y nos forzó a ello» (Hec 16:14 s).
39 Tenía ella una hermana llamada María, la cual sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta, entre tanto, andaba muy atareada con los muchos quehaceres del servicio; por fin, se presentó y dijo: Señor, ¿es que no te importa que mi hermana me deje sola para servir? Dile, pues, que venga a ayudarme.
María, hermana de Marta, se sentó a los pies de Jesús. Estaba sentada, como Pablo a los pies de Gamaliel, su maestro (Hec 22:3). Jesús es maestro, María su discípula. Los doctores judíos de la ley no explican la ley a las mujeres. El Maestro, en cambio, que es también Señor, anuncia su doctrina también a la mujer (Hec 8:2). Lucas presenta el hecho con palabras que procedían de la comunidad primitiva: Jesús es el Señor, María escucha la palabra. La Iglesia es la comunidad de los que no cesan de oír la palabra del Señor (Hec 8:21). Jesús se ve honrado en su visita de dos maneras. María está sentada, sin hacer nada, a los pies del Señor y escucha sin pestañear su palabra. María andaba muy atareada, preocupada por el servicio de la mesa. Jesús es honrado con las obras de un amor que presta servicios y con el hecho de escuchar su palabra, como lo dijeron los padres de la Iglesia: con la vida activa y con la vida contemplativa. Marta sirve a Jesús atareada con muchos quehaceres, María sirve sin atarearse con muchos quehaceres, como dice san Pablo cuando recomienda la virginidad: «Y esto lo digo mirando a vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para una digna y solícita dedicación al Señor» (1Co 7:35).
Marta no comprende que María esté escuchando sin hacer nada, pues hay que preparar la mesa para los huéspedes. EL servicio de la mesa le importa más que el servicio de la palabra, que consiste ante todo y sobre todo en escuchar. No comprende que Jesús quiere ser primeramente el que da, no el que recibe; no comprende que ha sido enviado para anunciar la salvación y que la mejor manera de servirle consiste en o+r y cumplir su palabra de salvación. Habla a Jesús con un ligero acento de reproche y quiere que María deje de escuchar la palabra para dedicarse al servicio de la mesa. Da demasiada importancia a su servicio y rebaja el hecho de escuchar la palabra de Jesús, antepone las obras al hecho de oír la palabra.
41 Pero el Señor le contestó: Marta, Marta, por muchas cosas te afanas y te agitas; sin embargo, una sola cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, que no se le ha de quitar.
La repetición del nombre: Marta, Marta, proviene de simpatía, de solicitud y de amor. Jesús no deja de apreciar lo que hace, pero en las palabras con que designa su actividad muestra también cómo la enjuicia. Su acción es solicitud inquieta e inquietud solícita, dejando de lado lo principal. «Buscad su reino (el de Dios), y estas cosas se os darán por añadidura» (1Co 12:31). La palabra de Dios no puede llevar fruto si el que oye es retenido por una inquieta solicitud (1Co 8:14).
Una sola cosa es necesaria (*); María ha escogido la buena parte. Jesús presenta la audición de la palabra como lo único necesario. No dice que Marta habría debido preparar un solo plato (o pocos) a fin de poder oir la palabra de Dios; más bien no habría debido preparar nada, pues sólo una cosa es necesaria: oír la palabra que anuncia Jesús. El primer puesto corresponde a lo divino. «Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas…» También la lucha de Jesús contra el amor a la riqueza proviene de su preocupación, de su temor de que Dios no sea el único pensamiento que domine la vida del hombre. Para mostrar a los hombres que sólo una cosa es necesaria envió a sus mensajeros sin bolsa, sin alforja y sin calzado. él mismo sólo tiene un manjar: hacer la voluntad del que le envió (cf. Jua 4:31-34).
Oír la palabra es la buena parte. La palabra toma y da la salvación, la vida eterna. La buena parte, como tal, no se ha de quitar. La salvación dura siempre. En las palabras de Jesús a María laten sin duda las palabras del salmo: «La porción de mi herencia y de mi copa eres tú, Yahveh; tú eres el que cuida de mis suertes. En delicias me cayeron las medidas y mi herencia me place» (Sal 15:5 s). Jesús llama bienaventurados a los que oyen la palabra de Dios y la guardan (Sal 11:28).
Aunque no se puede negar que son también grandes el servicio de la mesa y todas las obras de caridad, puesto que, según la palabra de Cristo, son servicios prestados a él mismo (Mat 25:40), sin embargo, no por eso hay que rebajar y descuidar el hecho de escuchar la palabra. Conforme a esta palabra dejaron los apóstoles de servir a los pobres a la mesa a fin de quedar libres para la proclamación de la palabra y confiaron a los diáconos el servicio de los pobres (Hec 6:1 s). El relato de la acción del buen samaritano tiene su necesario complemento en el relato de la visita a Marta y a María.
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* La tradición ha corregido mucho del versículo 42: 1) (Sólo) poco es necesario = no te preocupes por preparar muchos platos; 2) poco o sólo una cosa es necesaria = con poco nos basta; tú te fatigas demasiado; 3) el pasaje se suprime por completo; 4) la traducción que presentamos en el texto parece responder al texto original; cf. Mat 6:33.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— setenta y dos: Numerosos mss., entre ellos varios de reconocido valor, dicen setenta. Sea cual sea la lectura correcta, Lc podría simbolizar en este pasaje la misión a los pueblos paganos que, según la interpretación que el judaísmo hacía de Gén 10:1-32, serían, bien setenta según el texto hebreo, bien setenta y dos según la versión griega de los LXX.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Luc 9:1 y par; Jua 4:35.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Misión de los setenta y dos (cf. Mat. 9:37, 38; 10:7-16; 11:21-23). Lucas es el único que registra que, además de los doce, Jesús mandó a otro grupo de discípulos a hacer obra misionera. Aquí y en el v. 17 en los distintos mss. varía la cantidad entre setenta y setenta y dos (ver nota de la RVA); en ambos casos es simbólica y nos recuerda el número de naciones de Gén. 10 o el de ancianos que ayudaron a Moisés en Exo. 24:1. Probablemente simboliza las naciones gentiles a las que más tarde sería llevado el mensaje de Jesús por los discípulos, aunque en ese tiempo el ministerio estaría confinado a los judíos.
Las instrucciones a este grupo eran muy similares a las que fueron dirigidas a los doce en 9:1-6. Debían ir con sencillez en medio de una horda de lobos rapaces que tratarían de frustrar su misión. Debían viajar con poca carga, como los doce, y no perder tiempo en salutaciones al estilo oriental. Debían aceptar la hospitalidad que se les diera como una buena recompensa por su trabajo, pero no debían buscar mejores condiciones cambiando de una casa a otra. Más tarde, la iglesia primitiva asumió su responsabilidad proveyendo para que sus maestros y evangelistas no tuvieran que depender de los que eran evangelizados (3 Jn. 7, 8). Pablo trató de no poner cargas de cualquier tipo a sus iglesias, aunque tenía pleno derecho para ello y el v. 7 es citado en relación con los derechos de los ancianos (ver 1 Cor. 9:14; 1 Tim. 5:18).
Su mensaje sería que el reino de Dios había llegado; las señales de su presencia eran las obras poderosas que ellos harían. Cuando se proclama el evangelio las bendiciones del reinado de Dios están al alcance de todos los que las aceptan (cf. Mar. 1:15). Si el mensaje no era recibido, debía darse una advertencia sobre el juicio de Dios. Los mensajeros debían señalar que no tenían más responsabilidad después de haber presentado el mensaje.
De paso Jesús comentó sobre el destino que esperaba en el día del juicio a las ciudades que habían rechazado su mensaje. Los judíos consideraban que las ciudades paganas de la antigüedad eran absolutamente impías. Decir que tendrían una respuesta más cálida al evangelio que esas poblaciones judías era una forma de declarar la ceguedad de los judíos al evangelio; su orgullo sufriría un rápido derrumbe. Finalmente, Jesús enfatizó que los discípulos debían ser sus representantes personales y, en consecuencia, representantes de Dios (cf. 9:48; Juan 15:23).
Notas. 6 Un hijo de paz es una persona que ama la paz, alguien digno del don mesiánico de la paz. Se considera que el saludo paz tiene efecto sobre el que lo recibe. 13 Corazín era un pueblo al norte de Capernaúm.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
10.1, 2 Más de doce personas seguían a Jesús. Ahora designa un grupo de setenta [setenta y dos en otros manuscritos] para preparar algunas ciudades que El visitaría más tarde. Estos discípulos no poseían calificaciones únicas. No eran los más educados, ni los más capaces, ni los de más alto nivel social que otros seguidores de Jesús. Lo que los capacitó para su misión fue su conocimiento del poder de Jesús y su visión para llegar a toda la gente. Es importante que usted dedique sus talentos al Reino de Dios, pero más importante aún es tener una experiencia personal de su poder y una visión clara de lo que El quiere que hagamos.10.2 Jesús envió treinta y cinco parejas para alcanzar las multitudes. No intentarían cumplir su tarea sin ayuda. En cambio, pedirían a Dios que enviara más obreros. Al llevar a cabo la obra de evangelización, sin duda querrá empezar de inmediato alcanzar a las personas inconversas. Esta historia sugiere un acercamiento diferente: empiece por movilizar personas para orar. Y antes de orar por los inconversos, ore que otras personas interesadas se le unan para alcanzarlos.10.2 En el servicio cristiano, no hay desempleo. Dios tiene trabajo más que suficiente para cada uno. No se siente atrás para mirar lo que otros hacen, busque la manera de tomar parte en la cosecha.10.3 Jesús dice que enviaba a sus discípulos «como corderos en medio de lobos». Debían tener mucho cuidado, sin duda enfrentarían oposición. A nosotros también nos han enviado al mundo como corderos en medio de lobos. Esté alerta y recuerde que no enfrentaremos al enemigo con agresión, sino con amor y amabilidad. Una misión peligrosa demanda entrega sincera.10.7 La orientación de Jesús de quedarse en una sola casa evitaba ciertos problemas. Cambiarla podría ofender a las familias que los recibieron antes. Las familias empezarían a competir para contar con la presencia de los discípulos y algunos podrían pensar que no eran lo bastante buenos para oír su mensaje. Si los discípulos despreciaban en apariencia la hospitalidad ofrecida, a lo mejor los habitantes no aceptarían a Jesús cuando llegara después. Además, al estar en un solo lugar, los discípulos no tenían que preocuparse por conseguir un lugar cómodo. Podrían alojarse y realizar la tarea encomendada.10.7 Jesús les dijo que aceptaran la hospitalidad cortésmente porque su tarea los calificaba para ello. A los ministros del evangelio se les debe sostener y nuestra responsabilidad es que tengan todo lo necesario. Hay varias formas de apoyar los esfuerzos de quienes sirven a Dios en la iglesia. Primera, vele para que tengan un salario adecuado. Segunda, vele para que tengan apoyo emocional y planee un tiempo para expresar su aprecio por algo que hayan hecho. Tercera, anímelos con sorpresas ocasionales que los estimule a seguir adelante. Nuestros ministros merecen saber que lo hacemos con gusto y con generosidad.10.8, 9 Jesús dio dos normas a los discípulos para el viaje. Debían comer lo que les pusieran delante, o sea, aceptarían la hospitalidad sin críticas, y sanarían los enfermos. Gracias a ello, la gente estaría dispuesta a oír el evangelio.10.12 Sodoma era una ciudad perversa que Dios destruyó por su pecaminosidad extrema (Génesis 19). El nombre de la ciudad se usa a menudo como símbolo de perversidad e inmoralidad. Sodoma sufrirá en el día del juicio, pero las ciudades que vieron y rechazaron al Mesías sufrirán mucho más. JACOBOJesús separó a tres de sus discípulos para una preparación especial. Jacobo, su hermano Juan y Pedro formaron este círculo íntimo. A la larga, cada uno jugó un papel clave en la iglesia primitiva. Pablo llegó a ser un gran predicador, Juan se convirtió en un importante escritor y Jacobo fue el primero de los doce discípulos en morir por su fe.La forma en que los nombres de Jacobo y Juan se mencionan juntos indica que Jacobo fue el hermano mayor. Zebedeo, su padre, era propietario de un negocio de pesca donde trabajaron con Pedro y Andrés. Cuando Pedro, Andrés y Juan dejaron Galilea para ver a Juan el Bautista, Jacobo se quedó con las barcas y las redes. Más tarde, cuando Jesús los llamó, fue el más deseoso de seguirle.Jacobo disfrutó con pertenecer al círculo íntimo de los discípulos, pero no entendió bien el propósito de Jesús. El y su hermano incluso intentaron asegurarse un buen puesto en el reino de Jesús, y le rogaron que les prometiera un lugar especial. Como los demás discípulos, Jacobo poseía una visión limitada de lo que Jesús hacía en la tierra, y vislumbraba solo un reinado terrenal que derrocaría a Roma y restauraría la gloria pasada de Israel. Pero por sobre todo, Jacobo quiso estar con Jesús. Encontró al líder que tenía que encontrar, pero estaba equivocado en cuanto a cuándo tomaría el poder. Fue necesaria la muerte y resurrección de Jesús para corregir la visión de Jacobo.Jacobo fue el primero de muchos en morir por el Evangelio. Estuvo dispuesto a morir porque sabía que Jesús conquistó la muerte, y que esta era solo la puerta de entrada a la vida eterna. Nuestras expectativas acerca de la vida serán limitadas si no podemos ver más allá de esta vida. Jesús prometió vida eterna a los que desean seguirle. Si creemos esta promesa, El nos dará ánimo para permanecer firmes aun en tiempos difíciles.Puntos fuertes y logros :– Uno de los doce discípulos– Con Pedro y Juan, integra un círculo íntimo– Primero de los doce discípulos que murió por la feDebilidades y errores :– Se mencionan dos explosiones de Jacobo que indican problemas de temperamento (Luk 9:54) y egoísmo (Mar 10:37). En ambos casos, él y su hermano, Juan, hablaron como uno.Lección de su vida :– Para los discípulos de Jesús perder la vida no era un precio muy alto a pagarDatos generales :– Dónde: Galilea– Ocupaciones: Pescador, discípulo– Familiares: Padre: Zebedeo. Madre: Salomé. Hermano: Juan– Contemporáneos: Jesús, Pilato, Herodes AgripaVersículos clave :»Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda» (Mar 10:35-37).La historia de Jacobo se narra en los Evangelios. También se menciona en Act 1:13 y 12.2.10.13 Corazín fue una ciudad cerca del mar de Galilea, tal vez a tres kilómetros al norte de Capernaum. Tiro y Sidón fueron ciudades que Dios destruyó en castigo a su maldad (véase Ezequiel 26-28).10.15 Capernaum era la base de Jesús para su ministerio galileo. La ciudad era un cruce de caminos importantes que usaban los viajeros y el ejército romano, y un mensaje que se daba en Capernaum se extendería a lugares mucho más distantes. Sin embargo, mucha gente de allí no entendió los milagros de Jesús ni dio crédito a sus enseñanzas. La ciudad se incluía entre las que se juzgarían por rechazar a Jesús.10.17-20 Los discípulos vieron grandes resultados al ministrar en el nombre y con la autoridad de Jesús. Estaban muy contentos con las victorias obtenidas al testificar y Jesús se gozó con ellos. Sin embargo, los hizo reflexionar al recordarles que había una victoria mucho más importante: que sus nombres estén escritos en el cielo. Este honor era mucho más importante que cualquier otro logro. A medida que vemos las maravillas de Dios que obran en nosotros y por medio de nosotros, no debemos perder de vista que hay una maravilla mayor, nuestra ciudadanía celestial.10.18, 19 Quizás Jesús miró hacia adelante, a su victoria sobre Satanás en la cruz. Joh 12:31-32 indica que la muerte de Cristo juzgaría y derrotaría a Satanás. Por otro lado, Jesús quizás alertó a sus discípulos en contra del orgullo. A lo mejor se refería a Isa 14:12-17, donde comienza diciendo: «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!» Muchos intérpretes identifican este versículo con Satanás y explican que su orgullo lo condujo a todo lo malo que vemos en la tierra hoy. A sus discípulos, que les impactó el poder sobre los espíritus malignos («serpientes y escorpiones»), Jesús les dio esta clase de advertencia: «Lo vuestro es el tipo de orgullo que hizo caer a Satanás. ¡Cuídense!»10.21 Jesús agradeció a Dios que la verdad espiritual fuera para todos, no solo para un grupo selecto. Al parecer muchos premios de la vida van hacia los inteligentes, los ricos, los bien parecidos o los poderosos, pero el Reino de Dios está al alcance de todos, sin distinción, sin importar la posición ni la habilidad. No llegamos a Jesús mediante la fuerza ni la inteligencia, sino por confiar como un niño. Jesús no está en contra de los que buscan erudición; se opone al orgullo espiritual (ser sabio a sus propios ojos). Unámonos a Jesús en agradecimiento a Dios de que todos tenemos igual acceso a El. Confíe en la gracia de Dios para su ciudadanía en el Reino y no en las aptitudes personales.10.22 La misión de Cristo fue revelar a Dios el Padre a la gente. Su Palabra trajo a la tierra ideas complicadas. Explicó el amor de Dios mediante parábolas, enseñanzas y, sobre todo, con su vida. Al examinar las acciones, principios y actitudes de Jesús, comprendemos a Dios con más claridad.10.23, 24 Los discípulos tenían una oportunidad maravillosa: ser testigos presenciales de Cristo, el Hijo de Dios. No obstante, durante varios meses no lo apreciaron como era debido, ni en verdad lo escucharon ni le obedecieron. También nosotros tenemos un lugar privilegiado con dos mil años de historia de la Iglesia, acceso a la Biblia en cientos de idiomas y versiones, muchos pastores y predicadores excelentes. Sin embargo, con cuánta frecuencia no les damos importancia, olvidando esas grandes bendiciones recibidas. Recuerde, con el privilegio viene la responsabilidad. Debido a que tenemos la ventaja de conocer mucho acerca de Cristo, debemos tener más cuidado al seguirle.10.24 Los hombres de Dios del Antiguo Testamento, como el rey David y el profeta Isaías, dijeron muchas profecías inspiradas por Dios que Jesús cumplió. Se preguntaban, como Pedro escribiera más tarde, el posible significado de estas profecías y cuándo se cumplirían (1Pe 1:10-13). En palabras de Jesús, «desearon ver lo que vosotros veis»: la llegada del Reino de Dios.10.27 Este experto en la Ley de Moisés se refería a Deu 6:5 y Lev 19:18. Entendía muy bien que la Ley demandaba total devoción a Dios y amor al prójimo. Jesús habló más acerca de estas leyes en otras ocasiones (véanse Mat 19:16-22 y Mar 10:17-22).10.27-37 Los expertos en la Ley trataron al herido como un tema de discusión; los ladrones, como un objeto de explotación; los sacerdotes, como un problema a evitar; y el levita como un objeto de curiosidad. Solo el samaritano lo trató como una persona a la que se debía amar.10.27-37 De la parábola aprendemos tres principios acerca de lo que significa el amor al prójimo: (1) la carencia de amor es a menudo fácil de justificar a pesar de que nunca es buena; (2) nuestro prójimo es cualquiera que esté en necesidad, sin importar raza, credo ni procedencia social; y (3) amor significa hacer algo para suplir la necesidad de alguien. No importa dónde viva, hay gente necesitada a su alrededor. No hay razón justificada para negarse a brindar ayuda.10.33 Existía un odio profundo entre judíos y samaritanos. Los judíos se veían como descendientes puros de Abraham, mientras que los samaritanos eran una raza mezclada cuyo origen se debió al casamiento de judíos del norte con gente de otros pueblos después del exilio de Israel. Para este experto en leyes judías, la persona que parecía actuar como se debía era el samaritano. En realidad, no podía ni siquiera pronunciar la palabra samaritano cuando contestaba la pregunta de Jesús. Su actitud de experto traicionó su falta de amor, lo que antes manifestó que la Ley mandaba.10.38-42 Marta y María amaban a Jesús. En esta ocasión ambas le servían. Pero Marta pensó que el estilo de servicio de María era inferior al de ella. No dedujo que en su deseo de servir descuidaba a su visita. ¿Está tan ocupado haciendo cosas para Jesús al grado que no tiene tiempo para estar con El? No permita que su servicio llegue a ser un autoservicio.10.41, 42 Jesús no condenó a Marta por preocuparse de los quehaceres de la casa. Solo le pidió fijar prioridades. Es posible que el servicio a Cristo degenere en un simple ajetreo que deja de ser una entrega total a Dios.UNA COLECCION DE ACTITUDESPara el experto en la Ley, el hombre herido era un asunto para discutir.Para los ladrones, el herido era alguien que podían despojar.Para los religiosos, el herido era un problema que debía evitarse.Para el mesonero, el herido era un cliente a quien servir por un precio.Para el samaritano, el herido era un ser humano valioso al que había que cuidar y amar.Para Jesús, todos ellos y nosotros somos tan importantes, que dio su vida por nosotros.Las necesidades de otros motivan una serie de actitudes en nosotros. Jesús usó la historia del bueno pero despreciado samaritano para aclarar qué actitudes aceptaba. Si somos sinceros, a menudo nos hallaremos en el lugar del intérprete de la Ley, necesitando aprender de nuevo quién es nuestro prójimo. Note estas diferentes actitudes hacia el hombre herido.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) “Setenta”, אACWSyp; P75BDVgSyc,sArm: “setenta y dos”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 647 Éxo 24:1; Núm 11:16
b 648 Mar 6:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
setenta. El uso de setenta aquí es conforme al uso del A.T., implicando un grupo grande o importante (Ex 1:5; 24:1; Nm 11:16; Da 9:24).
de dos en dos. El enviarlos en pares no sólo les ofrecía protección y compañerismo, sino que se conformaba a la demanda del A.T. de dos testigos en ca sos judiciales (Dt 17:6; 19:15).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Algunos mss. dicen: setenta y dos. (Así también en el v.17.) El Salvador designó setenta discípulos para que tuvieran parte en Su ministerio, así como Moisés designó setenta ancianos para que tuvieran parte en su carga como Dios le mandó ( Núm_11:16-17 ; Éxo_24:1 , Éxo_24:9).
1 (2) Como testigos ( Deu_17:6 ; Deu_19:15 ; Mat_18:16).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
setenta. Sólo Lucas refiere esta comisión. El hecho de que 70 personas pudiesen ser enviadas muestra que Jesús debía de tener gran cantidad de seguidores.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
122 (c) LA ENSEÑANZA DE JESÚS SOBRE LA MISIÓN (10,1-24). Esta sección es la más extensa meditación lucana sobre la misión. Tiene sus paralelos en Q (Mt 9,37-38; 10,7-16; 11,21-23) y en Lc 9,1-6; 22,35-38; 24,44-49. Lucas no presta atención a la misión de los discípulos en cuanto tal, sino que centra más bien sus reflexiones en la naturaleza de la misión y en las causas de sus alegrías y tristezas. 1. setenta (y dos): La aplicación de los principios de la crítica textual no aclara de forma incuestionable si el texto original decía 70 ó 72; los antiguos manuscritos apoyan ambas lecturas. Parece que el texto veterotestamentario que se encuentra tras este número es Gn 10,2-31, la tabla de los pueblos de la tierra; el TM lee 70, mientras que los LXX leen 72. En todo caso, Lucas enraíza la misión universal de su Iglesia en el ministerio de Jesús, de dos en dos: Tres son las razones para esta distribución por parejas: la ayuda mutua; garantizar la verdad de su testimonio (cf. Dt 19,15); ser una expresión viviente del evangelio de la paz (cf. vv. 5-6). Posiblemente, la pareja misionera más famosa del NT sea la formada por Pablo y Bernabé (cf. Hch 13). 3. corderos en medio de lobos: Esta poderosa imagen tiene dos dimensiones: indefensión de los misioneros cristianos ante personas hostiles; la misión cristiana inaugura una nueva era de paz y reconciliación en la que el cordero se tumbará con el lobo (cf. Is 11, 6; 65,25). 4. no saludéis a nadie: Esta acción simbólica socialmente chocante, semejante a la de los profetas (Ez 4-5), parece entrar en contradicción con lo que implica la auténtica paz. Cf. Klassen, Love of Enemies (→ 91 supra) 92-93. 6. hijo de paz: Esta singular expresión forma parte del énfasis lucano sobre el mensaje cristiano de la reconciliación se aplica a quien está dedicado a la consecución de la paz. 9. El reino de Dios se manifiesta en la misión cristiana mediante la predicación y la curación de los enfermos.
123 10-16. Hasta este momento, Lucas ha acentuado la índole esencialmente positiva de la misión cristiana. Ahora introduce su aspecto negativo: así como Jesús se encontró con la hostilidad y el rechazo, de igual modo le ocurrirá a sus misioneros. Pero, como mostrará la historia de Pablo en Hechos, la palabra de Dios triunfará aunque sus predicares no sean imprescindibles. 13-15. En su actual contexto lucano, estos versículos funcionan como una advertencia dirigida a las comunidades lucanas para que respondieran favorablemente a la palabra de Dios y no imitaran las respuestas dadas a la misión de Jesús por algunas ciudades de Galilea. 16. quien a vosotros os escucha, a mí me escucha: El sentido de la misión cristiana encuentra en esta frase su expresión lapidaria: escuchar la palabra anunciada por los discípulos es escuchar la palabra de Jesús; y escuchar la palabra de Jesús es escuchar la palabra de Dios. Cf. v. 22, sobre este mismo profundo fundamento de la misión cristiana.
124 17-20. La atención se centra en los efectos de la misión realizada en el nombre de Jesús. 17. demonios: Evoca el poder de Jesús sobre los demonios en Galilea (8,26-39) y el poder que confirió a los Doce (9,1-2). Los 70 (o 72) discípulos comparten la misma autoridad. 18. Los poderes del mal son atacados y vencidos en el ministerio de Jesús y de su Iglesia. 19. «La serpiente y el escorpión eran bien conocidos en Palestina por su mortífero veneno; pero es que, además, en el AT eran considerados símbolos de todo género de males» (FEL, III, 241). En el libro de Hechos, cuenta frecuentemente Lucas cómo el Señor Jesús salva a sus misioneros de las fuerzas destructivas (p.ej., 28,1-6). 20. Lucas mitiga el entusiasmo provocado por el éxito de la misión insistiendo en un don más duradero: el tener el propio nombre inscrito en la lista de los ciudadanos del cielo.
125 21-24. Lucas concluye sus reflexiones sobre la misión desde el ámbito de la sabiduría, a diferencia del ámbito de la representación que hallamos en el v. 16. El enfoque es posterior a la resurrección, pues los discípulos, en contraste con 9,45 y 18,34, poseen el don del conocimiento y de la visión profunda mediante el que pueden entender a Jesús como la revelación del Padre. 21. estas cosas: En el contexto lucano se refiere a la naturaleza del reino de Dios, a la comunión de los discípulos en la misión de Jesús y a las relaciones de Jesús con Dios. Aunque con unos términos diferentes, la idea es la misma que encontramos en 8,10. sabios… pequeños: La sabiduría familiar pone en contraste a los que no tienen necesidad de Dios con los pequeños, que son los discípulos que se acercan a Dios con una mente y un corazón abiertos. 22. La misión cristiana tiene su fundamento más profundo en la relación del Hijo con su Padre y en el don, totalmente gratuito, del Hijo de revelar a sus discípulos la identidad del Padre, todo: «Una vez más, el sentido de panta (10,22) en su marco original se nos escapa. En el contexto lucano (y mateano) se refiere al conocimiento que el Hijo tiene del Padre y al conocimiento que solamente él puede transmitir a sus seguidores, a los “pequeños”» (J. A. Fitzmyer, «Abba and Jesús’ Relation to God», Á cause de l’évangile [Fest. J. Dupont, ed. R. Gantoy, LD 123, París 1985] 36). 23-24. En la nueva era del cumplimiento, inaugurada por Jesús, los discípulos presencian con visión profunda su actividad misionera y participan de su poder para hacer el bien. Lo que estos «pequeños» experimentan no les fue concedido a los dirigentes religiosos y políticos del pasado.
126 (d) LA MISIÓN CRISTIANA Y LA OBSERVANCIA DE LA LEY (10,25-37). Este pasaje tiene dos caras. Por una, da una lección magistral sobre la misericordia hacia los necesitados; por otra, anuncia que los no judíos pueden también observar la ley y entrar, por tanto, en la vida eterna. Este relato de controversia consta de los siguientes elementos: 10,25, pregunta de un maestro de la ley; 10,26, contrapregunta de Jesús; 10,27, respuesta del maestro de la ley; 10,28, mandato de Jesús; 10,29, nueva pregunta del maestro de la ley; 10,30-36, contrapregunta de Jesús, que contiene la parábola del buen samaritano; 10,37a, respuesta del maestro de la ley; 10,37b, mandato de Jesús. 25. para probarlo: Parece que el jurista ha oído lo que Jesús acaba de decir sobre la misión cristiana en 10,1-24. La prueba tiene que ver con la función de la ley de Dios en la salvación proclamada por los misioneros. Lucas da dos respuestas: la ley sigue siendo válida; los no judíos que observen la ley heredarán la vida eterna. Posteriormente, en 18,18-30, Lucas ofrecerá una respuesta más específicamente cristiana a la misma pregunta sobre la herencia de la vida eterna. Sobre esta doble visión lucana de la ley, cf. Wilson, Luke and the Law (→ 58 supra). 27. La respuesta del jurista procede de Dt 6,5 y Lv 19,18. 28. Jesús confirma la validez de la ley para la salvación y subraya la importancia de cumplir (cf., también, vv. 25.36) los dos mandamientos. 29. prójimo: La pregunta del jurista procede de los debates sobre quién pertenece al pueblo de Dios, y, por tanto, hay que amarlo como un prójimo. 30-35. La contrapregunta de Jesús en el v. 36 se introduce extensamente por esta famosa historia ejemplar, cuyo objetivo es detener la atención del lector para obligarlo a imitar el comportamiento de un paria, de un samaritano. un sacerdote… un levita: Estos dos destacados representantes de la observancia de la ley no ayudan al hombre que había sido totalmente despojado y se encontraba aparentemente muerto, por temor a contaminarse. 36. ¿quién… fue prójimo…?: La pregunta de Jesús da la vuelta a la del jurista: No preguntes quién pertenece al pueblo de Dios para que merezca mi amor como prójimo suyo, sino pregunta, más bien, cuál es el comportamiento que incumbe a un miembro del pueblo elegido por Dios. 37. el que practicó misericordia: El jurista no se atreve a decir «samaritano». Porque practicó la ley, el marginado samaritano muestra que es realmente un prójimo, un miembro del pueblo de Dios, heredero de la vida eterna. Cf. G. Sellin, ZNW 65 (1974) 166-89; 66 (1975) 19-60.
127 (e) EL DISCIPULADO ES PARA HOMBRES Y PARA MUJERES (10,38-42). Se destaca el universalismo lucano en la presentación de Jesús actuando tres veces contra las normas culturales judías: Jesús está solo con mujeres que no pertenecen a su familia; una mujer le sirve; Jesús enseña a una mujer en su propia casa. Cf. B. Witherington, Women in the Ministry of Jesús (SNTSMS 51, Cambridge 1984) 100-3. 38. en su casa: Algunos manuscritos han omitido esta frase para armonizar este pasaje con 19,6; cf. Hch 17,7, donde Lucas usa hypodechesthai, «recibir», sin especificación de complemento de lugar. El énfasis que recibe «casa» en este exclusivo episodio lucano concuerda con la redacción lucana de Q y Marcos, en la que añadió 28 referencias a «casa/hogar» (p.ej., 8,27; 14,23). Esta perspectiva responde a su visión del cristianismo como familia; las mujeres hospedan a la Iglesia en sus casas. Cf. J. Koenig, New Testament Hospitality (OBT 17, Filadelfia 1985) 103-07. 39. a los pies del Señor. Sobre esta postura del discípulo, cf. 8,35; Hch 22,3. 40. sirviendo: En tiempos del evangelio de Lucas, diakonein se refería al ministerio cristiano (cf. 1 Cor 4,1; Rom 16,1). Como ocurre frecuentemente en sus relatos sobre la comensalidad de Jesús (5,29-39; 7,36-50; 11,37-54; 14,1-24; 19,1-10; 24,13-35), el invitado, Jesús, se convierte en la figura dominante, en anfitrión, y responde a las preguntas sobre la vida comunitaria. 42. una cosa: El sentido no es que es mejor una cazuela que siete platos. Una sola cosa debe preocupar a todos cuantos sigan a Jesús: escuchar su palabra (v. 39; cf. 8,4-21); ésta es la parte mejor.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
Estos versículos refieren a un hecho que no se registra en los otros Evangelios. Este hecho es el nombramiento de los setenta discípulos que además de los doce apóstoles habían de ir delante Jesús. No sabemos los nombres de ninguno de estos discípulos. Nada se nos dice sobre su historia después que fueron enviados. Pero las instrucciones que se les dieron son sumamente interesantes, y merecen ser estudiadas detenidamente por todos los ministros y maestros del Evangelio.
El primer punto á que nuestro Señor llamó la atención de los setenta fue la importancia de la oración é intercesión. Esta es la idea cardinal con que nuestro Señor empieza su discurso. Antes de explicar á sus mensajeros el objeto y naturaleza de su misión, les ordena orar: «Bogad al Señor de la mies que envié obreros á su mies..
La oración es una de los mejores y más eficaces medios para promover el adelanto de la causa de Cristo. Y es un medio al alcance de todos los que tienen el «espíritu de adopción.» No todos los fieles tienen dinero que dar para las misiones. Muy pocos tienen grandes dotes intelectuales, ó ejercen mucho influjo entro los hombres. Más todos los fieles pueden y deben orar por el buen éxito del Cristianismo. Muchas y sorprendentes son las bendiciones que se han obtenido por medio de la oración, y que la Biblia refiere para nuestra edificación. «La oración eficaz del justo vale mucho.» Jam 5:16.
El ministro del Evangelio para ser verdadero sucesor de los apóstoles, debe, consagrarse á la oración, tanto como á la predicación de la palabra. Actos 6:4.
Debe hacer uso no solamente de «la espada del Espíritu,» sino de la oración constante, «con todo ruego y súplica.» Efes. 7: Neh 17:18. Este es el medio de que pueden servirse para ser benditos en sus sagradas tareas. Este, sobretodo, es el medio de conseguir quienes cooperen en la causa de Cristo. Los colegios pueden educar á muchos; los obispos pueden ordenarlos; y sus bienhechores pueden darles la subsistencia. Pero solo Dios puede proveer obreros que quieran trabajar en bien de las almas. Oremos diariamente por más obreros de esta clase.
El segundo punto al cual nuestro Señor llama la atención de los setenta discípulos es la naturaleza peligrosa de la obra que iban á emprender. El no les oculta los peligros ni las tribulaciones que les esperaban. No los envía con engañosas promesas, ni les predice cosas halagüeñas, ni les anuncia un éxito brillante.
Les dice claramente lo que debían esperar. «He aquí,» dice, «Yo os envió como á corderos en medio de lobos..
Estas palabras, sin duda, se referían especialmente al transcurso de la vida de aquellos á quienes se dirigieron. Vérnoslas cumplidas en las muchas persecuciones descritas en los Actos de los Apóstoles. Pero no se nos oculta que esas palabras describen un estado de cosas que puede verse en nuestros días. Mientras exista la iglesia, los fieles deben esperar encontrarse como «corderos en medio de lobos;» tienen que resolverse á ser aborrecidos, y perseguidos, y maltratados por los que no tienen verdadera religión. Ni deben solicitar favor alguno de las gentes no convertidas, porque no lo obtendrán, Lutero solía decir con mucha fuerza y no poca razón que «Caín mataría á Abel, si pudiera, hasta el fin del mundo.» «No os maravilléis, hermanos míos,» dice Juan, «si el mundo os aborrece.» «Todos los que quieren vivir píamente en Cristo padecerán persecución.» 1Jo 3:13; 2Ti 3:12.
El tercer punto que nuestro Señor recomienda á los setenta discípulos es, la consagración completa a la obra que iban a emprender. Habían de abstenerse hasta de la apariencia de la codicia, ó del amor al dinero, ó el lujo: » No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos.» Y habían de conducirse como hombres que no tenían tiempo que perder en vanos cumplimientos, ó en las cortesías de estilo: «Á nadie saludéis en el camino..
Estas palabras tan notables deben interpretarse indudablemente con alguna limitación. Llegó el tiempo en que nuestro Señor mismo tuvo que decir á sus discípulos: «Mas ahora el que tiene bolsa tómela y también su alforja.» Luk 22:36. El apóstol Pablo no ocultaba que tenia la costumbre de saludar. El apóstol Pedro nos manda expresamente «ser corteses.» 1Pe 3:8. Mas sin embargo, después de hacer todas las limitaciones, hay una importante lección en estas palabras de nuestro Señor, que no debe pasarse por alto. Los ministros y maestros del Evangelio deben guardarse de dejar que el mundo absorba todo su tiempo y toda su atención, y que les impida el progreso de su obra espiritual; el deseo del dinero, y la atención excesiva á lo que se llama «la etiqueta,» son lazos tendidos en el camino de los obreros de Cristo y en los que pueden caer si no están alerta.
Consideremos estas cosas. Tienen interés especial para los ministros, pero conciernen más ó menos á todos los cristianos. Esforcémonos en hacer ver á los hombres del mundo, que no podemos perder tiempo en vivir á su modo. Hagámosles ver que juzgamos la vida demasiado valiosa para malgastarla en continuos festines, en visitas, y en cosas semejantes, como si no hubiese muerte, ó juicio, ó vida futura. Por de contado que hemos de ser corteses. Más no hagamos de la etiqueta un ídolo delante del cual todo deba prosternarse. Digamos abiertamente que nos estamos dirigiendo á un país situado más allá del sepulcro y que no tenemos tiempo para todas esas comidas, y bebidas, y todo ese trajín de trajes, y de civilidad, y de cumplimientos, en que tantos intentan en vano encontrar la felicidad. Digamos como Nehemías: «Yo hago una grande obra y no puedo venir.» Neh 6:3.
La cuarta recomendación que hizo nuestro Señor á los setenta es en cuanto al ánimo contento y apacible que debían manifestar. En donde quiera que se detuviesen cuando estuvieran viajando, habían de evitar el parecer volubles, veleidosos, ó difíciles de agradar en cuanto al alimento y posada. Habían de «comer y beber» de lo que les dieran. No habían de «ir de casa en casa..
Instrucciones como estas van, sin duda, dirigidas primaria y especialmente á los ministros del Evangelio. Ellos son los que, sobre todos los demás hombres, deben tener cuidado en su manera de vivir de evitar el ánimo mundano. La sencillez en el alimento y en el manejo doméstico, y la conformidad con cualquier cosa, siempre que pueda conservarse ilesa la salud, deben ser los distintivos del «hombre de Dios.» Una vez que el predicador haya adquirido la reputación de gustar extraordinariamente de comer y beber, y de las comodidades mundanas, pierde en gran parte su influjo clerical. El sermón acerca de las «cosas invisibles » producirá poco efecto cuando la vida del que lo pronuncia recomienda las «cosas visibles..
Pero no debemos circunscribir estos preceptos de nuestro Señor a los ministros solamente. Ellos deben apelar á las conciencias de codos los fieles, y á todos los llamados por el Espíritu Santo, y que se hacen siervos de Dios. Deben recordarnos la necesidad de la sencillez, y del despego á la vanidad mundana en nuestra conducta diaria. Preciso es que nos guardemos de ocuparnos mucho acerca de nuestro alimento, y de nuestros muebles, y de nuestras casas, y da todas las cosas que contribuyen al bienestar del cuerpo. Preciso es que nos esforcemos en vivir como hombres que piensan preferentemente en el alma inmortal. Al pasar por el mundo debemos hacerlo como peregrinos que todavía no han llegado á su patria y no se cuidan de que clase de hospedaje se les dé por el camino. ¡Felices los que se consideran como peregrinos y extranjeros en esta vida, y cuyos mejores bienes son los venideros!
Fuente: Los Evangelios Explicados
setenta y dos… → §064; §250; dos en dos… → §170 (Número 2).
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R884 El verbo imperfecto ἤμελλεν tiene un sentido progresivo, pero sin una mirada restrospectiva: estaba a punto de (comp. Luc 9:31).
M67 Ἀνά tiene aquí un sentido distributivo: los envió en pares (es decir, en número de, hasta, dos).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Algunos mss. antiguos dicen: setenta y dos
Fuente: La Biblia de las Américas
g §064.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Escoge el Señor otros setenta y dos discípulos, y los envía a predicar su venida, dándoles las instrucciones de que debían observar en su predicación. Amenaza a las ciudades obstinadas, en las cuales se habían hecho muchos milagros. Da gracias al Padre, porque esconde y niega su luz a los soberbios, y la comunica a los humildes. Enseña a un doctor de la ley por medio de una parábola, quién es el prójimo. Declara a Marta, que andaba afanada en servirle, que María su hermana había escogido la mejor parte.
1 a. El Griego: hebdomékonta, setenta: Usando del número redondo, como acostumbran los hebreos. Así se han llamado después los setenta discípulos del Señor, aunque la Vulgata y la mayor parte de los Padres e intérpretes convienen en que fueron setenta y dos los escogidos. Estos eran de un grado y autoridad inferior a la que tenían los Apóstoles. Por esto toda la antigüedad ha reconocido a los obispos por sucesores de los Apóstoles, y a los sacerdotes por sucesores de los discípulos.
b. Porque un hermano asistido de otro hermano es como una ciudad muy fortificada (Pr 18,19). Y también para que se ayudasen y consolasen mutuamente en las fatigas y sucesos de su ministerio.
4 c. Esto es; no os embaracéis ni aun en saludar a nadie. Era costumbre entre los pueblos orientales saludarse con muchas ceremonias, y con muchas preguntas y respuestas. Y el Señor les encarga, que cuando van a un negocio de la mayor importancia, como es el anunciar a los pueblos el reino de Dios, no pierdan el tiempo en semejantes inútiles ceremonias (Mt 10,10).
5 d. Mt 10,10. Éste era el modo de saludarse, con el que se deseaban toda prosperidad, felicidad, y bendición.
6 e. Que sea digno de vuestra paz, como se expone en Mt 10,13. Que esté en disposición de aceptar la doctrina del Evangelio, en que se anuncia la paz y reconciliación de Dios con los hombres.
8 f. Esto es; aunque os he dicho que el obrero que trabaja, debe ser alimentado; y por consiguiente, que se os debe dar lo necesario para que podáis vivir; esto no obstante no debéis ser molestos en las casas, y os habéis de contentar con lo que os pusieren delante, con tal que sea lo suficiente para poder vivir. De este modo recibís lo que os es debido, y al mismo tiempo mostráis vuestro desinterés, y que lo que buscáis, no son los bienes perecederos de la tierra, sino el aprovechamiento espiritual de los prójimos, y la salvación de sus almas. Quiso al mismo tiempo darles a entender el Señor, que estaban libres del yugo de la ley, por lo que tocaba a la diferencia de los manjares puros e impuros, en que los doctores de ella eran impertinentes y supersticiosísimos.
11 g. El Mesías, dador del reino de Dios.
12 h. MS. Mas perdonadera será Sodoma.
13 i. MS. Pieza ha.
17 j. Parece que este gozo que mostraban los discípulos iba acompañado de alguna imperfección y afecto humano; porque no tanto daban muestras de su contento por la fe y aprovechamiento que habían visto en los pueblos, como por ver que se les sujetaban los demonios; subjiciuntur nobis.
18 k. Como si les dijera: Tened presente la caída de Satanás, y guardaos bien de la vanagloria y soberbia, que en un punto lo derribaron del cielo, y de la mayor felicidad a la mayor miseria. San Ambrosio. Otros intérpretes justifican a los discípulos, y quieren que toda la gloria de lanzar los demonios, la atribuyesen a la virtud del nombre de Jesucristo; y en este sentido explican este verso de este modo: No creáis que me decís una cosa nueva; porque desde el momento mismo de mi Encarnación veía yo que iba a caer y ser destruido todo el poder de Satanás, y a establecerse el reino de Dios por la predicación de mi Evangelio.
19 l. MS. É no uos nuzrá. De esta potestad tenemos un buen ejemplo en Hch 28,5. Pero les da a entender al mismo tiempo, que todo el poder junto del infierno, figurado por las serpientes y escorpiones, no puede dañar ni ofender a los que Dios tiene bajo su divina protección.
20 m. En el libro de la vida, como dice San Juan (Ap 21,27). Mas por cuanto a ninguno ha revelado Dios su predestinación, según la ley general de su providencia sobrenatural, de la que no consta expresa y auténticamente que haya dispensado en particular a nadie, debe entenderse, que aquí el Señor habla del estado de gracia en que entonces se hallaban los discípulos. Y más, que siendo del número de los setenta con quienes hablaba el Señor, los siete diáconos de quienes se habla en los Hechos Apostólicos (6,3), de los cuales prevaricó y se perdió uno que fue Nicolás, autor del error de los Nicolaítas, II, 6, no puede entenderse lo que les dice el Señor de la predestinación consumada, y perseverancia final. Si de los doce Apóstoles se perdió uno, no es de extrañar que de los setenta y dos discípulos haya perecido uno o más. Son incomprensibles, y por tanto adorables los jucios de Dios.
21 n. En el texto Griego dice solamente tó pnéumati, spiritu, y no tiene la proposición én, en; y en este sentido significa, que se regocijó en su espíritu, o en su interior. Pero la Vulgata tiene más energía.
o. Mt 11,15. Atribuye a la elección de Dios el que los sabios de este mundo no vean ni entiendan las verdades del Evangelio; y el que las comprendan las personas más humildes y abatidas.
22 p. Demuestra, que el Padre le comunica su misma naturaleza, y por tanto, que él es el único medio para conseguir la salud, y como el canal por donde se nos comunica la gracia de Dios.
q. Y por esto no se ha de juzgar de mí según el juicio de los hombres, sino conforme aquella voz de mi Padre: Éste es mi Hijo, etc.; oídle.
r. El cual es su imagen, en el cual Dios nos es representado como si visiblemente le viésemos.
28 s. La Religión nunca fue una ciencia de sola especulación: sus verdades nos encaminan principalmente a la práctica de ella. Debemos conocer un Dios para servirle y adorarle; y debemos conocer un solo Dios, para no servir a otro, ni irnos tras de aquello que nos pueda apartar de su servicio y amor.
29 t. O queriendo justificarse con Jesús, dando a entender, que no le había preguntado con fin torcido, o queriendo dar muestras de ser justo.
u. Los judíos no miraban como a prójimos, sino a sus parientes y amigos, y cuando más a los de su nación y religión.
30 v. La versión antigua lee suspiciens, mirando; mas el texto Griego lee como la Vulgata suscipiens. Muchos intérpretes hay que toman este suceso como verdadero, y no como una simple parábola o semejanza.
31 w. El Griego: katá sunkurían, por suerte; esto es, casualmente.
32 x. El Griego: elthón, kái idón, llegando, y viéndole.
33 y. Esto es; un extranjero, que hizo sin temor con un judío los oficios que los sacerdotes y levitas negaron a un hombre de su misma religión. Bien sabido es el irreconciliable odio que tenían los judíos a los samaritanos, con quienes comunicaban aun menos que con los mismos infieles. Y en esta parábola les quiso dar a entender, que el extraño, y aun el enemigo debe ser tenido por prójimo. El samaritano no ve en su enemigo herido y a punto de expirar, sino un hombre que lleva sobre sí, como él, la imagen de Dios, y un desgraciado que tiene necesidad de su socorro; y dejándose de vanas quejas, inútiles lágrimas y estériles deseos, pone de luego a luego todos los medios para aliviarle. La caridad debe ser compasiva sin acepción de personas, y activa, reduciéndose toda a obras.
34 z. El Griego: pandojéion: diversorium, mesón.
a. MS. É pensó dél.
35 b. MS. Piensa dél.
36 c. Haber hecho oficios de prójimo con aquél, etc.
37 d. Ama a todos los hombres, sean los que fueren, y está dispuesto a asistirlos y socorrerlos en todas sus necesidades.
38 e. En Betania, en donde poco antes había resucitado a Lázaro (Mt 26,6; Mc 14,3; Jn 12,3).
40 f. El Griego: periespáto, andaba muy distraída.
41 g. MS. Afazendada eres; é estás torbada en muchas faziendas.
42 h. Ocuparse en el principal negocio de la salvación, y escuchar y meditar la palabra de Dios: ocuparse en el conocimiento del sumo Bien, y de los medios para llegar a él.
i. El Griego: tén agathén, la buena, que equivale al superlativo la mejor. Marta servía al Señor en su carne mortal. María estaba toda embelesada escuchándole, y contemplando las grandezas de su divinidad. María distraída en muchos cuidados; María atenta a uno solo, el más importante, y por consiguiente el mejor. A María no le será quitado el empleo que escogió; esto es, estar unida y asida de su Señor por medio de una perfecta caridad y altísima contemplación. A Marta le será quitado el suyo, para darle otro mejor. San Agustín.
Estas dos Santas han sido después miradas como representando en sus personas dos suertes de vidas diferentes. Marta es imagen de la una, que se llama activa. La otra, llamada contemplativa, es figurada en el reposo de María. Estas dos vidas se unen frecuentemente en una misma persona. Y así, si el que se ocupa en ejercicios exteriores de caridad, no procura recogerse de tiempo en tiempo, como a los pies de Jesucristo, para oír interiormente la voz de su verdad, que le instruya, ilumine y alimente, corre riesgo de perder por último todo el mérito de los ejercicios de la vida activa. Del mismo modo, si bajo el pretexto de ser más perfecto el ejercicio de la contemplación se despreciare el cuidado de los pobres y el asistir al prójimo en sus necesidades, cuando se puede, y hay obligación de hacerlo, sería una ilusión manifiesta, y un estado de vida muy peligroso. Porque en el día del juicio serán destinados a las llamas del infierno los que no hubieren ejercitado las obras de misericordia con su prójimo (Mt 25,42-43).
Fuente: Notas Bíblicas
[2] Quizas un Sanedrín para aquellos en el exilio.
[3] Los corderos son Israel. Los lobos son los paganos.
[4] Quedarse entre el pueblo de Israel visible por ahora, antes de ir a las naciones.
[5] Arameo krubat, un ofrecimiento cercano a un acontecimiento, o cosa.
[6] Anteriormente costa fenicia donde muchos Efrayimitas emigraron. Yahshua compara el estado de arrepentimiento de Efrayím con el continuo orgullo de Judah.
[7] El Libro de la Vida de El Cordero.
[8] Una referencia clara a los profetas de Israel y su antiguo anhelo de que toda Israel sea redimida. También para los exiliados y cautivos de las dos casas para ser traídos al fin en la completa restauración del Tabernáculo de David.
[18] Jesucristo alude en estas palabras a la rápida propagación del evangelio o buena nueva del reino de Dios.[42] Marta, que sirve al Señor entre muchas ocupaciones temporales, es una imagen de la vida activa y María, de la contemplativa.
* Algunos textos antiguos dicen “setenta y dos.”
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento