Comentario de Lucas 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Puesto que muchos han intentado poner en orden un relato acerca de las cosas que han sido ciertísimas entre nosotros,

1:1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, — Lucas empieza su relato explicando a Teófilo (y subsecuentemente a nosotros) la razón por la cual escribió este libro. Se puede agregar que él escribió el libro de Hechos de los Apóstoles con motivo semejante con respecto a la continuación de la obra de Cristo (Hch 1:1).

— La palabra “muchos” no se refiere al apóstol Juan porque él todavía no había escrito su relato. Tampoco se refiere a Mateo y Marcos (no diría “muchos” si hubiera hablado de ellos dos). Varias personas habían aprendido mucho acerca de Jesucristo. Habían oído a los que hablaban de El; por ejemplo, a los apóstoles, a los setenta, a otros hermanos inspirados y no inspirados. Tenían conocimiento de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, de sus buenas obras, de sus milagros (señales) y de sus enseñanzas. No sabemos ni cuántos ni quiénes hubieran escrito tales relatos, pero era razonable esperar que “muchos” lo harían.

— han tratado de poner en orden la historia — El elaborar un registro correcto y completo acerca de Jesucristo (desde su nacimiento hasta su ascensión) hubiera sido gran tarea aun en el primer siglo. El éxito de tal esfuerzo no hubiera sido fácil de realizar. Los hombres no inspirados pudieran haber cometido muchos errores, o sus relatos bien pudieran haber sido deficientes. Lucas emplea el mismo verbo en Hch 19:13 cuando dice, “trataron de invocar el nombre del Señor Jesús” y ellos fallaron en su intento. La idea básica del verbo es simplemente la de intentar, procurar o tratar de hacer algo, y no indica necesariamente la falta de éxito. Sin embargo, sin la dirección del Espíritu Santo, tales esfuerzos seguramente habrían tenido imperfecciones.

El evangelio según Lucas sí es libro inspirado. Es “Escritura”, según Pablo (1Ti 5:17 cita Luc 10:7 y le llama “Escritura”).

— historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas — es decir, “sobre las cuales hay plena convicción”; “se han efectuado” (VHA). La versión New American Standard (la que corresponde más o menos a la Biblia de las Américas), “things accomplished among us” (“cosas cumplidas o realizadas entre nosotros”).

Es probable que la traducción más correcta sea “cumplidas” o “realizadas” en lugar de “ciertísimas”, aunque seguramente son cosas ciertísimas y la palabra se puede traducir de las dos maneras. La palabra empleada por Lucas significa “convicción” cuando usada de personas (Rom 4:21; Rom 14:5, Heb 6:11; Heb 10:21) y “cumplido” cuando usada de cosas (2Ti 4:5; 2Ti 4:17), y en este texto Lucas habla de cosas. Podemos afirmar que son “ciertísimas” porque son “cumplidas”.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

las cosas que entre nosotros. Jua 20:31; Hch 1:1-3; 1Ti 3:16; 2Pe 1:16-19.

han sido ciertísimas. [Peplerophoremenon (Πεπληροφορημενον),] el participio pasivo de [plerophoreo (πληροφορεω) G4135,] de [pleres (������) G4134 phora (Φορα),] medida completa; y es aplicado a una nave completamente cargada, a un árbol lleno de frutos. De aquí que implique plenitud de evidencia por la cual un hecho es respaldado, y también aquella confianza, o sentimiento de aprobación, por el cual los hechos así respaldados son creídos.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

RESUMEN DE LUCAS

A Lucas, a quien este Evangelio se le ha atribuido uniformemente desde las primeras edades de la iglesia cristiana, generalmente se le permite haber sido «el médico amado» mencionado por Pablo (Col 4:14); y como era el compañero de ese apóstol, en todos sus trabajos y sufrimientos, durante muchos años (Hch 16:12, Hch 20:1-6, Hch 27:1, Hch 27:2, Hch 28:13-16; 2Ti 4:11; Flm 1:24), y escribió «los Hechos de los Apóstoles», que concluyen con un breve relato del encarcelamiento de Pablo en Roma, podemos estar seguros de que tenía la sanción del apóstol a lo que Él hizo; y probablemente este Evangelio fue escrito algún tiempo antes de ese evento, alrededor del año 63 o 64, como generalmente se supone. Aparecería, de Col 4:10, Col 4:11, y su íntimo conocimiento del idioma griego, así como de su nombre griego Λουκας [G3065], haber sido de extracción gentil; y de acuerdo con Eusebio y otros, él era originario de Antioquía. Pero, a partir de los Hebraísmos que aparecen en sus escritos, y especialmente de su conocimiento exacto de los ritos, las ceremonias y las costumbres judías, es muy probable que haya sido un prosélito judío y luego convertido al cristianismo. Aunque puede que no haya sido, como algunos han afirmado, uno de los setenta discípulos y un testigo ocular de los milagros de nuestro Salvador, sin embargo, su relación con los apóstoles, y aquellos que fueron testigos oculares de las obras y testigos de oído de las palabras de Cristo, lo convierte en un testigo no excepcional, si se lo considera simplemente como un historiador; y la recepción temprana y unánime de su Evangelio como divinamente inspirada es suficiente para satisfacer a toda persona razonable.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El prefacio de Lucas a todo su evangelio, Luc 1:1-4.

La concepción de Juan el Bautista, Luc 1:5-25;

y de Jesús, Luc 1:26-38.

La profecía de Elisabet y de María, acerca de Cristo, Luc 1:39-56.

El nacimiento y la circuncisión de Juan, Luc 1:57-66.

La profecía de Zacarías, sobre Cristo, Luc 1:67-75,

y sobre Juan, Luc 1:76-80.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

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AVECES NECESITAMOS DAR UN PASO ATRÁS PARA TENER UNA MEJOR perspectiva. Una cosa es que tres de los doce discípulos de Jesús escriban sobre la vida de Cristo; otra completamente diferente que alguien que no le conoció escriba sobre Él. Lucas nunca lo vio, pero decidió seguirle. Hombre obviamente educado, que según Col 4:14 era médico, aprendió todo lo que pudo acerca de Jesús y nos transmite el producto de sus indagatorias. Su Evangelio nos proporciona «un paso atrás», una perspectiva única del nacimiento, ministerio, muerte y resurrección de Jesús

El Evangelio de Lucas es único en varias formas. Es el único Evangelio que tiene una segunda parte, Hechos. Lucas y Hechos incluyen un relato de la ascensión, acontecimiento que sólo Lucas describe detalladamente. Segundo, Lucas es el más largo de los cuatro Evangelios. Tercero, Lucas narra una amplia variedad de milagros, enseñanzas y parábolas, con lo que pasa a ser la descripción más completa del ministerio de Jesús. Gran parte del material cubierto en los capítulos Luc 9:1-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-48 aparece solamente en Lucas; en total, un tercio del Evangelio de Lucas es único. Cuarto, Lucas es el único Evangelio dirigido a una persona. Lucas lo escribe para Teófilo, que probablemente era un creyente gentil.

Para Lucas, Jesús es el Mesías prometido (Luc 1:31-35), el Hijo de Dios (Luc 9:35), el Siervo por medio de quien Dios obra (Luc 4:16-18), y el Señor llamado a sentarse a la diestra de Dios para ejercer su autoridad y dar el Espíritu a los que creen (cf. Luc 22:69 con Hch 2:30-36). Aunque hay aspectos del plan de Dios que se cumplen en la primera venida de Jesús, otras partes están por cumplirse cuando Jesús venga otra vez (Luc 21:5-36; Hch 3:14-26).

Lucas escribió su Evangelio para asegurar a Teófilo que Dios aún obra en la comunidad cristiana fundada por Jesús. Lucas presenta la gracia de Dios según se revela en el ministerio de Jesús en la tierra. Destaca que esta gracia está al alcance de los gentiles, aun cuando las promesas relacionadas con el ministerio de Jesús se remontan a la historia de Israel (Luc 1:1-4). Por esta razón, Lucas enfoca la relación de Jesús con la nación y con los líderes de Israel. El rechazo de Israel no significa el fracaso del plan de Dios. Por el contrario, aunque no lo sabían, el rechazo era parte del plan de Dios desde el principio (Hch 2:22-39). En efecto, la persecución de la comunidad cristiana iba a ser el medio por el cual la iglesia difundiría las Buenas Nuevas por el mundo. Jesús mismo había anunciado que esto ocurriría (Luc 24:45-48).

Los primeros dos capítulos de Lucas enfatizan el AT. y la promesa de un Mesías, mientras Luc 3:1-38; Luc 4:1-13 demuestra que Jesús es el Mesías que puede resistir al malo. Luego Luc 4:14-44; Luc 5:1-39; Luc 6:1-49; Luc 7:1-50; Luc 8:1-56; Luc 9:1-50 presenta el poder y las enseñanzas de Jesús. En estos capítulos Lucas registra las afirmaciones de Jesús sobre su autoridad y los numerosos milagros que las avalan. Aun con estos milagros como evidencia, el pueblo rechazó a Jesús mientras crecía con firmeza la fe de los discípulos. La creciente grieta entre Jesús y los líderes judíos se ve en Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-44. Esta brecha se enfatiza en los capítulos Luc 9:9-13, pero en los capítulos Luc 9:14-19 la atención se dirige a las instrucciones que Jesús da a los discípulos. La última sección (Luc 19:45-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-38; Luc 22:1-71; Luc 23:1-56; Luc 24:1-53) presenta las controversias finales, el juicio, la muerte de Jesús, su Resurrección y Ascensión. El libro termina con la orden de Jesús a sus discípulos de esperar la venida del Espíritu. A estas alturas, ellos tenían que haber comprendido que todo lo ocurrido en la vida de Jesús había sido prometido en la Ley, los Profetas y los Salmos (Luc 24:43-49). Jesús es el Mesías prometido. El perdón de los pecados se puede obtener solamente por medio de Él. Los discípulos eran testigos de este hecho. Su misión era dar a conocer las buenas nuevas a todas las naciones, no sólo a los judíos. Jesús les encargó esta tarea, pero también les proveyó el poder para llevarla a cabo (Luc 24:47). De esta forma queda claro que el Evangelio de Lucas se centra en el plan de Dios para proveer salvación al mundo. El libro termina anticipando la difusión del Evangelio que se registra en su segunda parte, el libro de los Hechos.

Ni Lucas ni Hechos llevan una firma, de modo que tenemos que deducir la identidad del autor. El autor escribe que no fue testigo ocular de los acontecimientos que rodearon a Jesús, pero que recogió de otros la información. Por otra parte, el autor estaba presente junto a Pablo en algunos de los acontecimientos descritos en Hechos que pertenecen a partes denominadas «secciones de nosotros» en Hechos (Hch 16:10-17; Hch 20:5-15; Hch 21:1-18; Hch 27:1-44; Hch 28:1-16). En consecuencia, el autor debe de haber sido un convertido relativamente reciente que conoció a Pablo y viajó con él.

Escritos cristianos antiguos, desde las obras de Justino Mártir hasta Tertuliano, identifican al autor como Lucas, identificación que estaba firmemente asentada en el siglo tercero d.C. Según las normas de su tiempo era un hombre educado. Estaba capacitado para escribir en un griego de estilo elevado, y Col 4:10-14 parece indicar que Lucas no era «de la circuncisión», esto es, no era judío. Si es así, Lucas sería el único autor gentil de un libro del NT. La tradición dice que, después de acompañar a Pablo por un tiempo en algunos de sus viajes misioneros, Lucas se estableció en Filipos, dedicando su vida al ministerio en la iglesia filipense.

Ni Lucas ni Hechos indican cuándo fueron escritos, de modo que esto también hay que deducirlo. El último hecho registrado en el libro de los Hechos es el primer encarcelamiento romano de Pablo; en consecuencia, lo más temprano que se pudo haber escrito es 62 d.C. La mayoría de los estudiosos eligen entre dos períodos para el Evangelio, desde principios hasta bien avanzada la sexta década o desde mediados de la década del setenta hasta fines de la década de los ochenta. Dos factores determinan la decisión: la fecha de los otros Evangelios y la descripción de la caída de Jerusalén en Lucas.

Casi todos consideran al libro de Lucas como el segundo o tercer Evangelio en ser escrito, aunque se debate si Mateo o Marcos fue primero. El primer Evangelio (sea Mateo o Marcos), se fecha generalmente en la década del sesenta. Los que ponen Mateo y Marcos en los sesenta suelen fechar Lucas después del año 70 d.C. a fin de permitir la circulación de Mateo y Marcos. Otra razón dada para fechar Lucas después del 70 d.C. es la afirmación en el sentido que Lucas presenta las predicciones de la caída de Jerusalén (Luc 19:41-44; Luc 21:20-24) de tal modo que indicaría que la ciudad ya había caído.

Ninguno de estos argumentos es decisivo. Dado que los principales personajes de la iglesia primitiva tuvieron contacto entre sí, no hay razón para suponer que se necesitó una década para que otro Evangelio importante empezara a circular. La predicción de la caída de Jerusalén en Lucas es la única que enfoca la caída de la ciudad y no solamente del Templo. De modo que lo que Jesús describe es un juicio que viene como resultado de la infidelidad al pacto, semejante a la destrucción de Jerusalén el año 586 a.C. El hecho que Lucas incluye la predicción de Jesús de una segunda caída de la ciudad no significa que la ciudad ya había sido destruida cuando se escribió el libro. Dado que la continuación del Evangelio de Lucas no registra la muerte de Pedro ni la de Pablo, y ni siquiera la caída de Jerusalén (dada la clara predicción de Jesús al respecto), es muy probable que Lucas fuera escrito en los primeros cinco años de la década del 60. También es posible en la segunda mitad de la década.

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Bosquejo

I. Presentación de Juan el Bautista y de Jesús Luc 1:1-80; Luc 2:1-52

A. Prefacio Luc 1:1-4

B. Nacimiento y niñez de Juan el Bautista y de Jesús Luc 1:5-80; Luc 2:1-40

C. Sabiduría de Jesús en su niñez Luc 2:41-52

II. Preparación para el ministerio Luc 3:1-38; Luc 4:1-13

A. Juan el Bautista, el precursor Luc 3:1-20

B. Jesús el que viene Luc 3:21-38; Luc 4:1-13

III. Ministerio en Galilea: la revelación de Jesús Luc 4:14-44; Luc 5:1-39; Luc 6:1-49; Luc 7:1-50; Luc 8:1-56; Luc 9:1-50

A. Vistazo al ministerio de Jesús Luc 4:14-44

B. Reclutamiento de discípulos Luc 5:1-39; Luc 6:1-16

C. El sermón en el llano Luc 6:17-49

D. Primeros movimientos hacia la fe y preguntas sobre Jesús Luc 7:1-50; Luc 8:1-3

E. El llamado a la fe Luc 8:4-56; Luc 9:1-17

F. Confesión de Pedro e instrucciones acerca del discipulado Luc 9:18-50

IV. El viaje a Jerusalén: rechazo de los judíos y el nuevo camino Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-44

A. Rechazo en Samaria y la misión de los setenta Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-24

B. Discipulado: acerca del prójimo, Jesús y Dios Luc 10:25-42; Luc 11:1-13

C. Controversias con los fariseos, correcciones y llamados a confiar Luc 11:14-54

D. Discipulado: confiar en Dios Luc 12:1-48

E. Reconocimiento del tiempo: lecciones sobre el arrepentimiento y el Reino Luc 12:49-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-24

F. El discipulado ante el rechazo: compromiso Luc 14:25-35

G. Dios busca a los pecadores Luc 15:1-32

H. Generosidad con el dinero y las posesiones Luc 16:1-31

I. Lecciones sobre las falsas enseñanzas, el perdón, la fe y el servicio Luc 17:1-10

J. Fe en el Rey y en la consumación del Reino Luc 17:1-37; Luc 18:1-8

K. Humildad y confiar todo al Padre Luc 18:9-30

L. Jesús se acerca a Jerusalén Luc 18:31-43; Luc 19:1-44

V. Jerusalén: el Inocente muerto y resucitado Luc 19:45-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-38; Luc 22:1-71; Luc 23:1-56; Luc 24:1-53

A. Controversia en Jerusalén Luc 19:45-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-4

B. Jesús predice la destrucción de Jerusalén Luc 21:5-38

C. La Última Cena y el último discurso Luc 22:1-38

D. Jesús entregado, juzgado y muerto Luc 22:39-71; Luc 23:1-56

E. Resurrección y ascensión Luc 24:1-53

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

muchos han tratado: Lucas deja en claro que no es el primero en escribir la historia del ministerio de Jesús. El tema del plan de Dios se presenta con una nota respecto a que el objeto de tales narrativas eran las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas. Las fuentes para estos relatos eran personas que lo vieron con sus ojos y que enseñaron su testimonio a la iglesia. Enseñaron se refiere a la trasmisión de un relato autoritativo. Estos versículos sugieren que Lucas no fue un testigo ocular de los hechos del ministerio de Jesús, pero que tuvo acceso a las declaraciones de los que lo vieron.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Introducción a Lucas

Bosquejo

I. Prefacio del Evangelio según San Lucas (Luc 1:1-4)

II. La venida del Salvador (Luc 1:5-80; Luc 2:1-52)

A. Anuncio del nacimiento de Juan (Luc 1:5-25)

B. Anuncio del nacimiento de Jesús (Luc 1:26-56)

C. Nacimiento de Juan el Bautista (Luc 1:57-80)

D. Nacimiento de Jesús (Luc 2:1-20)

E. El niño Jesús en el templo (Luc 2:21-39)

F. Jesús visita el templo a los doce años (Luc 2:40-52)

III. Preparación paira el ministerio del Salvador (Luc 3:1-38; Luc 4:1-13)

A. La predicación de Juan el Bautista (Luc 3:1-20)

B. El bautismo de Jesús (Luc 3:21-22)

C. La genealogía de Jesús (Luc 3:23-38)

D. La tentación de Jesús (Luc 4:1-13)

IV. Ministerio en Galilea (Luc 4:14-44; Luc 5:1-39; Luc 6:1-49; Luc 7:1-50; Luc 8:1-56; Luc 9:1-50)

A. Ministerio y rechazo de Jesús en Nazaret (Luc 4:14-30)

B. Capernaúm: la manifestación de la autoridad divina de Jesús (Luc 4:31-44)

C. La pesca milagrosa (Luc 5:1-11)

D. La sanidad del leproso (Luc 5:12-16)

E. Desafío a la autoridad de Jesús (Luc 5:17-26)

F. El Salvador de los pecadores (Luc 5:27-32)

G. Inauguración del nuevo orden (Luc 5:33-39; Luc 6:1-49)

H. Demostración del poder divino (Luc 7:1-50; Luc 8:1-56)

I. Jesús da poder a sus discípulos (Luc 9:1-6)

J. Herodes y Juan el Bautista (Luc 9:7-9)

K. La alimentación de los cinco mil (Luc 9:10-17)

L. La confesión de Pedro y la respuesta de Jesús (Luc 9:18-27)

M. La revelación de la gloria del Salvador (Luc 9:28-50)

V. Ministerio durante el viaje final a Jerusalén (Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-28)

A. La misión redentora del Salvador (Luc 9:51-62; Luc 10:1-37)

B. Enseñanza especial de Jesús sobre el servicio y la oración (Luc 10:38-42; Luc 11:1-13)

G. Advertencias de Jesús a enemigos y a seguidores (Luc 11:14-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35)

D. Parábolas sobre lo perdido y lo hallado (Luc 15:1-32)

E. Mandamientos de Cristo a sus seguidores (Luc 16:1-31; Luc 17:1-10)

F. La ingratitud de los nueve leprosos sanados (Luc 17:11-19)

G. Predicción del retorno repentino de Cristo (Luc 17:20-37; Luc 18:1-14)

H. El Salvador, los niños y el joven rico (Luc 18:15-30)

I. Hacia el fin del viaje (Luc 18:31-43; Luc 19:1-28)

VI. La Semana de la Pasión (Luc 19:29-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-38; Luc 22:1-71; Luc 23:1-56)

A. Jesús entra en Jerusalén (Luc 19:29-48)

B. Jesús enseña cada día en el templo (Luc 20:1-47; Luc 21:1-4)

C. Jesús predice la destrucción del templo y su retorno (Luc 21:5-38)

D. Los preparativos finales y la última cena (Luc 22:1-38)

E. Getsemaní y la traición (Luc 22:39-53)

F. El juicio judío (Luc 22:54-71)

G. El juicio romano (Luc 23:1-25)

H. La crucifixión (Luc 23:26-49)

I. La sepultura (Luc 23:50-56)

VII. De la resurrección a la ascensión (Luc 24:1-53)

A. La mañana de la resurrección (Luc 24:1-12)

B. Las apariciones del Señor resucitado (Luc 24:13-43)

C. Las instrucciones de despedida (Luc 24:44-53)

Autor : Lucas

Tema : Jesús, el Salvador divino y humano Fecha: 60-63 d.C.

Trasfondo

El Evangelio según San Lucas es el primero de dos libros dirigidos a Teófilo (Luc 1:3; Hch 1:1). Aunque el autor no se menciona en ninguno de los dos, el testimonio unánime de la iglesia primitiva y la corroboración de la evidencia interna de los dos libros señalan a Lucas como el autor.

Parece que Lucas fue el único autor no judío de un libro de la Biblia. El Espíritu Santo lo impulsó a escribirle a Teófilo (cuyo nombre significa «el que ama a Dios») para satisfacer una necesidad de la iglesia de los gentiles de una relación completa de los comienzos del cristianismo. Esto se hizo en dos partes:

(1) el nacimiento, la vida y el ministerio, la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesús (el Evangelio según San Lucas), y

(2) el derramamiento del Espíritu Santo en Jerusalén y el desarrollo posterior de la iglesia primitiva (el libro de Hechos). Estos dos libros comprenden más de una cuarta parte del NT.

En sus cartas Pablo dice que Lucas era «el médico amado» (Col 4:14) y fiel colaborador de Pablo (2Ti 4:11; Flm 1:24; cf. los pasajes en que el autor se refiere a los protagonistas como «nosotros» en Hechos; véase introducción a Hechos). Por los escritos de Lucas se sabe que era una persona instruida, un escritor experto, un historiador esmerado y un teólogo inspirado. Cuando escribió su evangelio, parece que la iglesia de los gentiles carecía de un evangelio completo y bien conocido acerca de Jesús. Originalmente, Mateo escribió su evangelio para los judíos, mientras que Marcos escribió un evangelio conciso para la iglesia de Roma. El mundo gentil de habla griega tenía relatos orales sobre Jesús por testigos oculares, y breves compendios escritos, pero no tenía un evangelio completo y ordenado (véase Luc 1:1-4). Así que Lucas se dedicó a investigar todo con esmero «desde su origen» (Luc 1:3), probablemente realizando investigaciones en Palestina mientras Pablo estaba en la cárcel de Cesárea (Hch 21:17; Hch 23:23-35; Hch 24:1-27; Hch 25:1-27; Hch 26:1-32), y completó el evangelio hacia el final de ese período o poco después de llegar a Roma con Pablo (Hch 28:16).

Propósito

Lucas escribió su evangelio a los gentiles para proporcionarles un relato completo y preciso «acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba» (Hch 1:1 b, Hch 1:2 a). Escribiendo inspirado por el Espíritu Santo, Lucas quería que Teófilo y otros simpatizantes y creyentes gentiles supieran con certeza la verdad exacta de lo que se les había enseñado mediante la palabra hablada (Luc 1:3-4). Es evidente en su evangelio que Lucas escribió para los gentiles; por ejemplo, extiende la genealogía de Jesús hasta Adán (Luc 3:23-38) y no sólo hasta Abraham, como hace Mateo (cf. Mat 1:1-17). Lucas presenta a Jesús con claridad como el Salvador divino y humano que es la provisión de salvación de Dios para todos los descendientes de Adán.

Visión panorámica

El Evangelio según San Lucas comienza con la narración más completa de la infancia de Jesús (Luc 1:5-80; Luc 2:1-40) y la única vislumbre en los evangelios de la niñez de Jesús (Luc 2:41-52). Después de describir el ministerio de Juan el Bautista y dar la genealogía de Jesús, Lucas divide el ministerio de Jesús en tres secciones principales:

(1) su ministerio en Galilea y sus alrededores (Luc 4:14-44; Luc 5:1-39; Luc 6:1-49; Luc 7:1-50; Luc 8:1-56; Luc 9:1-50),

(2) su ministerio durante el viaje final a Jerusalén (Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-27) y

(3) la última semana en Jerusalén (Luc 19:28-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-38; Luc 22:1-71; Luc 23:1-56; Luc 24:1-43).

Aunque en el relato de Lucas son prominentes los milagros de Jesús durante su ministerio en Galilea, el enfoque principal de este evangelio está en las enseñanzas y las parábolas de Jesús durante su extenso ministerio camino de Jerusalén (Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-27). Esa sección abarca el texto más extenso que aparece en Lucas de manera exclusiva, e incluye muchas historias y parábolas muy apreciadas. El versículo decisivo (Luc 9:51) y el versículo clave (Luc 19:10) del evangelio ocurren al principio y hacia el final de esa sección exclusiva de Lucas.

Características especiales

Son ocho las características principales del Evangelio según San Lucas:

(1) Es el evangelio de más fácil comprensión y registra los sucesos de la vida de Jesús desde antes de su nacimiento hasta su ascensión, y es el libro más extenso del NT.

(2) Es el evangelio más literario, que muestra un estilo excepcional, con un vocabulario rico y un excelente dominio del idioma griego.

(3) Enfatiza la universalidad del evangelio, destacando que Jesús vino a ofrecer la salvación a judíos y a gentiles.

(4) Pone énfasis en el interés de Jesús por los desamparados, que incluyen las mujeres, los niños, los pobres y los despreciados por la sociedad.

(5) Enfatiza la vida de oración de Jesús y su enseñanza al respecto.

(6) El título prominente que se le da a Jesús en este evangelio es «Hijo del Hombre».

(7) Una reacción de gozo caracteriza a los que aceptan a Cristo y su mensaje.

(8) Se le da importancia al Espíritu Santo en la vida de Jesús y de sus seguidores (e.g., Luc 1:15; Luc 1:41; Luc 1:67; Luc 2:25-27; Luc 4:1; Luc 4:14; Luc 4:18; Luc 10:21; Luc 12:12; Luc 24:49).

Diagramas

SEMANA SANTA

1. LLEGADA A BETANIA VIERNES Jua 12:1
Jesús llegó a Betania seis días antes de la pascua para pasar algún tiempo con sus amigos, María, Marta y Lázaro. Allí María ungió los pies de Jesús con un costoso perfume como un acto de humildad. Esa tierna expresión indica la devoción de María por Él y su disposición a servirle.
2. DÍA DE REPOSO SÁBADO No se menciona en los evangelios
Como era el día de reposo, el Señor pasó todo el tiempo con sus amigos tal y como era la costumbre.
3.

LA ENTRADA TRIUNFAL

DOMINGO Mat 21:1-11; Mar 11:1-11; Luc 19:28-44; Jua 12:12-19
El primer día de la semana Jesús entró en Jerusalén montado en un asno, cumpliendo así una antigua profecía (Zac 9:9). La multitud le dio la bienvenida con exclamaciones de «¡Hosanna!» y las palabras de Sal 118:25-26, atribuyéndole así un título mesiánico como el enviado del Señor, el venidero Rey de Israel.
4.

PURIFICACIÓN DEL TEMPLO

LUNES Mat 21:10-17; Mar 11:15-18; Luc 19:45-48
Este día Él volvió al templo y encontró el atrio de los gentiles lleno de mercaderes y cambistas sacando buenas utilidades del cambio de monedas judías por «monedas paganas». Jesús los echó del templo y volcó las mesas.
5.

DÍA DE PARÁBOLAS

MARTES Mat 21:23-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-51; Mar 11:27-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Luc 20:1-47; Luc 21:1-36
En Jerusalén Jesús evadió las trampas tendidas por los sacerdotes. En el monte de los Olivos, y al contemplar a Jerusalén, enseñó en parábolas y les advirtió a sus oyentes contra los fariseos. Predijo la destrucción del gran templo de Herodes y les habló a sus discípulos sobre los acontecimientos futuros, incluso su próxima venida.
6.

DÍA DE REPOSO

MIÉRCOLES No se menciona en los evangelios
Las Escrituras no mencionan este día, día respecto al cual los evangelios no pero el conteo de los días (Mar 14:1; Jua 12:1) parece indicar que hubo otro registran nada.
7.

LA ÚLTIMA CENA

JUEVES Mat 26:17-30; Mar 14:12-26; Luc 22:7-23; Jua 13:1-30
En un aposento alto Jesús se preparó a sí mismo y preparó a los discípulos para su muerte. Él le dio a la cena pascual un nuevo significado. El pedazo de pan y la copa de vino representaron su cuerpo que iba a ser sacrificado y su sangre que iba a ser derramada muy pronto. Y así instituyó la «Cena del Señor». Después de cantar un himno, salieron él y sus discípulos al huerto de Getsemaní, donde Jesús oró en agonía, sabiendo lo que estaba por sucederle.
8.

CRUCIFIXIÓN

VIERNES Mat 27:1-66; Mar 15:1-47;

Luc 22:66-71; Luc 23:1-56; Jua 18:28-40; Jua 19:1-37

Después de la traición, el arresto, la deserción, los falsos juicios, la negación, la condenación, los latigazos y las burlas, a Jesús le exigieron que cargara la cruz hasta «el lugar de la Calavera», donde lo crucificaron con otros dos presos.
9.

EN LA TUMBA

SÁBADO Mat 27:57-61; Mar 15:42-47; Luc 23:50-56; Jua 19:38-42
El cuerpo de Jesús fue colocado en el sepulcro antes de las seis de la tarde del viernes, cuando comenzaba el día de reposo y cesaba todo trabajo, y allí permaneció todo el día de reposo.
10.

RESURRECCIÓN

DOMINGO Mat 28:1-13; Mar 16:1-20; Luc 24:1-49; Jua 20:1-31
Temprano por la mañana, las mujeres fueron al sepulcro y encontraron que alguien había quitado la piedra que cerraba la entrada. Un ángel les dijo que Jesús estaba vivo y les dio un mensaje. Jesús se les apareció a María Magdalena en el huerto, a Pedro, a dos discípulos en el camino a Emaús, y más tarde el mismo día a todos los discípulos excepto Tomás. De ese modo se estableció como un hecho histórico su resurrección.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 1.
E stos dos primeros capítulos de Lc, excepto el “prólogo,” proceden de fuentes semitas. La traducción original griega lo patentiza. En ellos, el Evangelista quiere hacer ver, por una esquematización en “dísticos,” la grandeza y misión de Cristo y el Bautista, para resaltar la grandeza del primero. Pero también, en otro plano, se ve la diferencia y grandeza de sus padres; especialmente la figura de María está muy destacada.
En ellos utiliza con verdadera abundancia el procedimiento de “alusión,” remitiendo a pasajes del Antiguo Testamento, en cuyo pleno conocimiento logra el autor todo el propósito de su intento. Para no interrumpir la lectura expositiva se estudian en un “excursus” al final del capítulo 2 sus diversos problemas.

Prólogo, 1:1-4.
1 Puesto que ya muchos han intentado escribir la historia de lo que ha sucedido entre nosotros, 2 según que nos ha sido transmitido por los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, 3 me ha parecido a mí también, después de informarme exactamente de todo desde los orígenes, escribirte ordenadamente, óptimo Teófilo, 4 para que conozcas la firmeza de la doctrina que has recibido.

Lc se presenta como un historiador escrupuloso. Reconoce que muchos (πολλοί ) intentaron escribir la vida de Cristo. Esta palabra “muchos” debe de tener el valor de “algunos” (Dibelius), pues no se comprende fácilmente que un gran número hubiese intentado, ya entonces, escribir la vida del Señor, y la floración apócrifa es posterior, aparte de que estaría contra lo que dice luego: que esas historias escritas tuvieron por fuente los que “fueron testigos directos y ministros de la palabra.” Fueron los apóstoles y los primeros discípulos (Hec 1:21). Como ministros de “la palabra” (λόγου ), término técnico de la Iglesia primitiva para expresar el Evangelio “(cf: 8:Hec 13:15; Hec 4:4; Hec 6:4; Hec 8:4; Hec 11:19), narraron enseñanzas y obras de Cristo. El término significa todo esto. Estos testigos lo fueron “desde el principio” (νωθεν ), desde “atrás,” o desde el “principio.” Se refiere manifiestamente a los testigos de la vida pública de Cristo (Hec 1:21-22) y de los orígenes mismos de la infancia del Señor. Lo que nos ha sido “transmitido” (παρέδοσαν ) por estos ministros, tanto por el contexto como por la filología, se refiere preferentemente a la transmisión oral.
Lc quiere también referir lo que ha sucedido “entre nosotros” conforme a la tradición de esos testigos. Aunque los hechos sucedieron en el pueblo judío, pero afectan a todos; aparte que la expresión es usada con esta extensión por otros autores 1.
Lc protesta su lealtad de historiador escrupuloso, garantizando la “muy cuidadosa” investigación de las fuentes escritas, y de esas otras orales. Y pretende escribir esto “ordenadamente” (καθεζης ). Posiblemente habría narraciones sueltas, sea escritas – v.gr., la infancia de Cristo – , sea, en la predicación, ciertos esquemas muy concretos, como se ve en los Hechos de los Apóstoles. Lc quiere poner “ordenadamente” toda la vida de Cristo. Incluyendo el período de su infancia. Aunque es historiador, no siempre utiliza el orden cronológico; mezcla el histórico y el lógico. Pero da una vida de Cristo más o menos “ordenada,” en función de su intento y conforme el concepto ambiental de la historia.
Dedica el libro a un tal Teófilo, que debía de ser persona de relieve, dado el título que le prefija (χράτιστε ), óptimo, noble, clarísimo, y que es el título que se da a los procuradores de Judea en los Hechos. Debe de ser una persona histórica. La razón es que era costumbre dedicar los libros a personas ilustres, buscando su valimiento. Así dedica el médico Dioscórides su libro de medicina al “óptimo Areo.” Y Dioscórides, por tiempo y geografía, es muy próximo a Lc. Aunque muchísimo más sobrio que los prólogos de los historiadores griegos, v.gr., Dioscórides, Diodoro de Sicilia, Lc busca aquí darle una mayor ilustración de la verdad cristiana, cuya fe ya posee. Si no le da el título de “hermano,” acaso se deba “a la forma prescrita por el uso, en un escrito dirigido a la publicidad” (Hauck). Si falta este título en Actos (Hec 1:1) puede ser debido a que es la segunda parte de su evangelio. En las Recogniliones clementinae 2 se cita un tal Teófilo, persona noble de Antioquía, patria de Lc, que transformó su gran palacio en Iglesia, y luego fue obispo de allí3.

La anunciación del Precursor,Hec 7:5-25.
5 Hubo en los días de Heredes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, cuya mujer, de la descendencia de Aarón, se llamaba Isabel. 6 Ambos eran justos en la presencia de Dios, e irreprensibles, caminaban en los preceptos y observancias del Señor. 7 No tenían hijos, pues Isabel era estéril y los dos ya avanzados en edad. 8 Sucedió, pues, que, ejerciendo él sus funciones sacerdotales delante de Dios según el orden de su turno, 9 conforme al uso del servicio divino, le tocó entrar en el santuario del Señor para ofrecer el incienso, 10 y toda la muchedumbre del pueblo estaba orando fuera durante la hora de la oblación del incienso. 11 Apareciósele un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Al verle se turbó Zacarías, y el temor se apoderó de él. 13 Dijóle el ángel: “No temas, Zacarías, porque tu plegaria ha sido escuchada, e Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, al que pondrás por nombre Juan. 14 Será para ti gozo y regocijo, y todos se alegrarán en su nacimiento, 15 porque será grande en la presencia del Señor. No beberá vino ni licores, y desde el seno de su madre será lleno del Espíritu Santo; 16 y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor su Dios, 17 y caminará delante del mismo en el espíritu y el poder de Elias para reducir el corazón de los padres a los hijos, y los rebeldes a los sentimientos de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto,” 18 Dijo Zacarías al ángel: “¿Y qué señal tendré de esto? Porque yo soy ya viejo, y mi mujer avanzada en edad.” 19 El ángel le contestó, diciendo: “Yo soy Gabriel, que asisto ante Dios, y he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena nueva. 20 He aquí que tú estarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no has creído en mis palabras, que se cumplirán en su tiempo.” 21 El pueblo esperaba a Zacarías y se maravillaba de que se retardase en el templo. 22 Cuando salió no podía hablar, por donde conocieron que había tenido alguna visión en el Templo. El les hacia señas, pues se había quedado mudo. 23 Cumplidos los días de su servicio, volvióse a casa. 24 Y después de algunos días concibió Isabel, su mujer, que se ocultó durante cinco meses, diciendo: 25 He aquí lo que ha hecho conmigo el Señor, acordando quitar mi oprobio entre los hombres.

La escena la sitúa Lc en “los días de Herodes, rey de Judea.” Es Herodes el Grande, que reinó sobre toda Palestina del 37 a. C. al 4 d.C.
En esta época vivía el sacerdote Zacarías (Yahve se acordó), del “turno” sacerdotal de Abías. Este era el octavo de las veinticuatro clases sacerdotales que volvieron a estar vigentes en esta época. Estaba casado con una mujer llamada Isabel (Dios juró, o fue fiel a sus promesas), que pertenecía a la descendencia sacerdotal de Aarón. Esto es destacado honoríficamente por Lc, ya que los sacerdotes no estaban obligados a casarse con mujeres de tribu sacerdotal. Pero iban a ser los padres del Precursor.
Ambos eran “justos” auténticos, pues lo eran “en la presencia de Dios” y cumplían irreprensiblemente los “preceptos” (έντολατς ) y las “observancias” (διχοκώμασίν ). La frase aparece con valor pleonástico (Deu 4:40; 6:1ss. 17.25; Deu 7:11; Deu 10:13; 2Re 17:13, etc.); pero lo primero indica los mandamientos o preceptos, y lo segundo acusa la idea de costumbre establecida.
A pesar de todo, no tenían hijos; ambos eran viejos e Isabel estéril. Como Sara (Gen 16:1ss), Rebeca (Gen 25:21), Raquel (Gen 30:22), la madre de Sansón (Jue 13:2) y la madre de Samuel (1 Sam 1-2). Y como Abrahán y Sara eran mayores y sin esperanza de familia. Y la esterilidad se consideraba oprobio en Israel y castigo (v.25). Sin embargo, eran fieles a Dios. El evangelio de Lc va a comenzar y terminar en el templo (Luc 24:53).
Los sacerdotes de las veinticuatro castas se sucedían regularmente en el servicio del templo. Todas las mañanas se “sorteaban” las diversas funciones que correspondían a cada grupo que estaba de turno. Sobre las nueve de la mañana y sobre las tres de la tarde se ofrecía el “sacrificio perpetuo” preceptuado en la Ley (Exo 29:38; Num 28:3; Num 4:8) 4. Se inmolaba un cordero; pero, antes de ponerlo en el altar de los holocaustos, cinco sacerdotes se acercaban al Sancta desde al atrio de los sacerdotes y, penetrando en el Sancta, renovaban las brasas. Uno de los sacerdotes llevaba un incensario de oro, y otro un vaso de oro con brasas encendidas, tomadas del altar de los holocaustos. Después de adorar la divina Presencia, se retiraban, excepto el que estaba en el centro. Este era Zacarías. Al darse desde fuera la señal para ofrecer el incienso, lo esparcía sobre el altar de los perfumes. En este momento, el pueblo oraba fuera, uniéndose así el humo del incienso con la plegaria del pueblo, que aquél significaba. Por eso se exigía que el rito fuese rápido 5. Luego debía salir y, unido con los oficiantes, se adelantaba hasta el atrio de Israel, donde daba la bendición que se lee en el libro de los Números (Num 6:24-26) 6.
Cuando Zacarías se queda solo en el Sancta es el momento de la aparición del ángel. Se le aparece a la “derecha” del altar, signo de dignidad (Deu 33:2; Sal 110:1 etc.), por lo que venía a quedar entre éste y el candelabro de oro. La reacción natural fue la de turbación: tuvo “temor.” En Israel se pensaba que la visión del ángel de Dios, como su representante, podía causar la muerte. Acaso pasó todo esto por él. Pero el ángel le tranquilizó; pues, como dirá luego, es portador de la “buena nueva” (εύαγγελισασθοκ ). Comienza el prologo del evangelio.
Su oración fue oída. Por lo que tendrá un hijo, que se llamará Juan. ¿Qué oración fue ésta? No es fácil pensar que en la senectud y esterilidad pida el milagro. Se pensó si, a la hora de la oblación del incienso, el pueblo rogaba por la pronta venida del Mesías, ya que ésta se podía adelantar, según se creía, por la oración 7, y Zacarías sería como el representante oficial de la misma a la hora del sacrificio. Pero no consta que el pueblo orase oficialmente por esta intención, aunque no faltaban almas que querían y esperaban la “Consolación de Israel,” el Mesías. Debieron de ser los planes de Dios, que oyó entonces la oración que seguramente había hecho tantas veces a lo largo de su vida de esperanza paterna.
Y el ángel describe la misión de este niño. Se llamará Juan, que corresponde al hebreo Yehohanan en su forma abreviada de Yohanan es decir, Yahvé hizo gracia o favor.
Su nacimiento será motivo de júbilo para muchos, pero no por lo que significa de gozo familiar o por haber sido quitado el oprobio de la esterilidad, sino por lo que este nacimiento tendrá de repercusión religioso-mesiánica. Es lo que dirá en el Benedictus. Precisamente el motivo de este gozo es porque “será grande en la presencia del Señor.” No es el valor familiar, sino el religioso. De él dijo un día Cristo: “No hay entre los nacidos de mujer ningún profeta más grande que Juan” (Luc 7:28).
Y destaca su santidad de vida: “no beberá vino ni bebida fermentada” (σιχερα ). Con esta palabra griega, del hebreo shekar, se significa toda bebida embriagante que no proceda de la vid (Num 6:3-4; 1Sa 1:15) 8. Y con esta frase se indica el estado de consagración a Dios: como los sacerdotes, que durante su ministerio no podían beber vino, o como el estado de consagración a Dios de los “nazireos.” Aunque no se cita no cortar el cabello, elemento también característico, es que a veces no se citaba (Jue 13:14). Es la pintura de su consagración a Dios, hecha con elementos del A.T.
Pero su mayor santidad de vida se acusa en que “ya desde el seno de su madre será lleno del Espíritu Santo.” Con un vocabulario del A.T., el Espíritu Santo aquí parece ser la acción de Dios ”ad extra.” Así se comunicaba a varios personajes del A.T. Aquí la partícula que usa, “aun (έτι ) desde el seno,” indica que se realiza ya en él (Jue 13:4-5). Muchos pensaron en su santificación antes de nacer. De ahí el celebrar la liturgia, por este motivo, la fiesta de su “natividad.” 9 En absoluto, acaso pudiera referirse a su consagración para su misión de Precursor, como se dice de Jeremías (Jer 1:5).
Su acción apostólica va a consistir en que “convertirá” a muchos de los hijos de Israel al Señor, su Dios. La apostasía o frialdad de Israel sólo puede repararse “convirtiéndose,” volviéndose a la ley de Yahvé. Es lo que tantas veces proclamaron los profetas. Si no es el pueblo como nación, sí lo son masas del pueblo, como dicen los sinópticos. Así “preparará” la venida del Mesías, que, según los profetas, a su venida debía encontrar un pueblo – masas en él – preparado para recibirle.
Pero, además, será el Precursor del Mesías. Este versículo es de gran valor dogmático. Es una cita de Malaquías (Jer 3:1; Jer 23:24); que se le aplica al Bautista. El cual:
“A muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor, su Dios, y caminará delante del mismo (αυτού = el Señor, su Dios) en el espíritu y poder de Elias” (Mal).
Según la interpretación rabínica, antes del Mesías vendría el profeta Elias a preparar su venida, ungirle y presentarle al pueblo 10. Pero el ángel dice que el Bautista, el Elias espiritual, como el mismo Cristo enseña en otros pasajes, preparará al pueblo, convirtiéndolo al “Señor, su Dios,” y así “caminará delante del mismo” (αυτοί ). Υ como el Bautista camina en su preparación “delante de Cristo, y éste es “el mismo” que acaba de decirse, “el Señor, su Dios,” en la perspectiva de Lc, Cristo es Dios.
El Bautista apareció en el “espíritu y poder de Elias,” el gran defensor del yahvismo. Elias tuvo el celo – “espíritu” – contra el culto de Baal, y el “poder” en su lucha contra las idolatrías de Jezabel (1 Re c.18 y 19). El Bautista aparece con este “espíritu,” el celo por el cumplimiento de su misión de Precursor del Mesías, y su “poder” en la lucha contra el adulterio de Antipas. Pues el Bautista no hizo milagros (Jua 10:41).
La frase “para reducir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a los sentimientos de los justos,” para preparar así al Mesías, en su venida, un pueblo “bien dispuesto” (Mal 3:24), significa, teniendo en cuenta la frase correlativa de Malaquías, aquí modificada por matizarla al decir: “y los rebeldes a los sentimientos de los justos,” que la misión del Bautista consiste en lograr ese “retorno,” esa “conversión” del Israel “rebelde,” al que se dirige, para que “el corazón de los hijos se vuelva al de los padres,” es decir, a los rectos sentimientos de los mayores patriarcas, profetas, justos, y así los sentimientos de éstos vendrán a estar en su descendencia en este momento histórico de la instauración mesiánica. Con lo que el Mesías encontrará en su venida, conforme a los profetas, “un pueblo bien dispuesto” a recibirle.
Ante este anuncio, Zacarías pide una señal al ángel. No duda del poder de Dios, pues es sacerdote y conoce estas maternidades milagrosas (Gen 17:17; Gen 18:10; Gen 11:12; 1Sa 1:5-6), pero insiste en la vejez de ambos. Acaso teme una ilusión en la visión. En otras ocasiones, los personajes pidieron, en casos semejantes, un signo, y no hubo castigo (Gen 15:8; Jue 6:37; 2Re 20:8), y en otras se ofrece el signo sin ser pedido (Exo 3:12; Exo 7:11), y poco después María lo pedirá, recibiéndolo del ángel. Pero algo hubo en él que trae el castigo.
Este se presenta: es Gabriel, “que asisto ante Dios.” El significado preciso del nombre ha sido discutido. Se le suele traducir por “fortaleza de Dios.” En los papiros de Elefantina significa sólo “hombre.” Es el equivalente bíblico de “hombre de Dios” (Jue 13:Jue 6:8), su mensajero. El que “asisto ante Dios” está tomado de las cortes orientales; es uno de los validos de Dios (Tob 12:15). Gabriel había sido enviado a Zacarías para darle esta “buena nueva” (εύαγγελι ‘σασθοκ ; Isa 40:9; Isa 52:7), por la relación que tendrá el Bautista en esta obra. Son los albores del Evangelio. Pero por su incredulidad a sus palabras, quedará “mudo.” Así, el “signo” pedido se obtiene por otro concepto.
Como el rito del ofrecimiento del incienso tenía que ser muy breve, “para no inquietar a Israel,” que oraba fuera, temeroso de que estas cercanías con la divinidad pudieran traer algún castigo 11, al ver su tardanza el pueblo, ya que, al salir de allí, tenía que ir al atrio de Israel y dar con los otros cuatro acompañantes la bendición al pueblo, se extrañó. Y al salir y ver que no podía hablar, y acaso por su aspecto y señas que hacía, comprendieron los presentes que había tenido una visión.
Terminada la semana de servicio, en la que los sacerdotes tenían que guardar castidad y vivir en el recinto del templo (Lev 15:16), volvió a su casa. Una tradición, no muy segura, señala su residencia en la actual ‘Ain Karim, a unos siete kilómetros de Jerusalén. Y cuando Isabel se vio fecundada, se “ocultaba” durante cinco meses. Es un rasgo de exquisitez. No era el pudor de una concepción tardía, cuando era “quitarle el oprobio”; era la gratitud a Dios.

La anunciación de Jesús,Lev 1:26-38.
26 En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte dé Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. 27 A una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Entrando le dijo: Alégrate, llena de gracia; el Señor es contigo. 29 Ella se turbó al oír estas palabras, y discurría qué podría significar aquella salutación. 30 El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, 31 y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 3: EL será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, 33 y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin. 34 Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? 35 EL ángel le contestó y dijo: EL Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios. 36 E Isabel, tu pariente, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Dijo María: He aquí a la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel.

La anunciación a María tiene lugar en el “sexto mes” con referencia a la concepción de Isabel (v.24). Para ello es enviado de parte de Dios el ángel Gabriel, “hombre de Dios.” Cuál fuese su valimiento ante Dios, ya lo dijo al presentarse a Zacarías (v.19; Tob 12:15) 12. La escena va a tener lugar en la región cié Galilea y en el villorrio de Nazaret. La Galilea de entonces era una región mixtificada de razas dedicadas al comercio. La frase de Isaías “Galilea de los gentiles” (Isa 8:23) tenía valor en este tiempo. Los judíos de la provincia de Judea los despreciaban como a judíos no puros, por su mistificación de razas y de costumbres, y en esta región casi “universalizada” se realizo la encarnación redentora de Cristo. La Nazaret actual (en-Nasirá) no da idea de lo que fue en los tiempos de Cristo. Su nombre probablemente significa “retoño” o “vigía.” No es citada nunca en los documentos extrabíblicos hasta el siglo VIII d.C. 13.
María era “virgen” (παρθένος ). La palabra significa una joven virga, como se ve en la parábola de las vírgenes necias. Mas el contexto hace ver que se trata de una virginidad en sentido estricto. Pero estaba “desposada” (έανηστευμενην ) con José. El verbo usado lo mismo puede significar desposorio que matrimonio (Luc 2:5). Algunos autores sostienen que aquí se trata ya del matrimonio, pero lo ordinario es entenderlo como desposorio 14. La edad para contraer matrimonio o casarse en Israel se realiza para las jóvenes entre los doce y los trece años, y para los jóvenes entre los dieciocho y los veinticuatro, y el matrimonio al año de la edad para casarse . El desposorio tenía características especiales: si la desposada en el intervalo de su desposorio era infiel, se la consideraba adúltera; si el prometido moría, se la consideraba viuda, con los derechos del “levirato”; el prometido no podía anular los esponsales sino con el “derecho del rechazo y del repudio “; y el hijo concebido después de los esponsales era considerado legítimo 15.
El nombre de José significa “añadir” (yasaf). Se lee en el Génesis: “Le llamó José, pues dijo: Añádame Yahvé otro hijo” (Gen 30:24). Posiblemente esté abreviado y en su forma plena fuese “Josef-Eí” o “Josef-Yah,” añádame Dios o Yahvé.
Para la interpretación del nombre de María se han propuesto más de sesenta etimologías. Científicamente en hebreo solamente se podrían admitir las procedentes de la raíz marah, ser rebelde; mará, ser bella, o miryam, como el nombre de la hermana de Moisés (Exo 15:20), que se la llama profetisa, de la raíz ra’ah, ver, ser vidente I6. Pero el Evangelio da la transcripción aramea de! nombre Maryam. Su etimología responde a la raíz maryman, señora. Maryam es abreviatura de Mariame o Mariamme, nombre muy usual en la época desde los días de los asmoneos. El Talmud da como equivalente del nombre de Maryam, hija del que fue sumo sacerdote, Boethos, los nombres de Martha (maestra, señora) y Sara (señora). Es la etimología que sin duda le corresponde: Señora 17. Otras etimologías propuestas más recientemente son: Zorell la quiere derivar del egipcio merit-Yam amada de Yahweh. Pero él mismo la rechazó posteriormente. E. Vogt la ha querido poner en función del verbo rum, exaltar. Así María sería igual a la Exaltada. Respondería al hebreo marón – alto, exaltado.
El evangelista destaca quejóse era ”de la casa de David.” Esto es porque legal mente los derechos dinásticos venían al hijo por el padre. Pero que María era de la casa de David es una enseñanza de la tradición cristiana 18.
La aparición del ángel es en su casa. Por los datos arqueológicos del viejo Nazaret, debía de ser una especie de cueva o excavación, de una habitación sola, y teniendo delante un relleno de piedras, que la cerraban, como fachada 19.
El saludo que le dirige es: “Alégrate, agraciadísima; el Señor está contigo,” El “bendita entre las mujeres” es interpolación proveniente del saludo de Isabel 20.
La palabra hebrea de saludo era Shalom lak: “la paz contigo.” Pero podría ser la palabra griega una traducción idiomática. Sin embargo, por la estilística de los profetas, donde hay el clisé: “No temas., alégrate,” y porque en Lc se traduce en otros pasajes la “paz” como saludo por ειρήνη , parece que aquí χαίρε tiene el sentido de alegría 21. Es la alusión a la alegría mesiánica que comienza.
El gratia plena está redactado en griego por la palabra χεχα -ριτομένη . Es palabra tan rara, que este verbo (χαριτόω ) sólo sale doce veces en toda la literatura griega desde el siglo u a. C. hasta el siglo V después de Cristo 22. Aparece con seis sentidos diferentes. La elección de esta palabra tan rara indica ya una intención muy especial en el autor: se diría algo inusitado. Por el solo análisis exegético no cabría deducir una plenitud absoluta de gracia, ya que los verbos en -óo son “factitivos”; pero no se probó satisfactoriamente que sean también de “plenitud.” Lc dice del Bautista y de San Esteban que estaban “llenos del Espíritu Santo” (1.15; Hec 7:55). Por eso, el uso aquí de esta palabra inusitada hace ver que se trata de indicar una plenitud de “agraciamento” por parte de Dios para ser su madre.
Para esta obra, “el Señor está contigo.” Esta expresión no se dice de personas en circunstancias normales, aunque puede haber casos (Rut 2:4), sino que se dice del pueblo de Dios o de alguna persona a la que Dios ha impuesto un oficio arduo de realizar. La preposición meta (μετά ) importa la presencia eficaz de Dios, que dirige esta persona a la finalidad propuesta 24.
Ante este saludo del ángel, inesperado, y sin decirle la finalidad estricta, María, en su humildad, se turbó, y pensaba a qué se podrían referir estas palabras. Pero el ángel la tranquiliza y le transmite el mensaje. En él se le dice que va a ser ella la madre del Mesías, por una singular elección de Dios. Y todo el discurso está trazado con alusiones a profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Con ello se quiere conectar el cumplimiento de ellas con este niño cuyo nacimiento – encarnación – se anuncia.
La primera parte: “concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús,” es referencia literaria a la profecía de la concepción virginal del Mesías, de Isaías (Rut 7:14). Si no pone aquí “la virgen,” es porque no lo pide la situación del diálogo, pero ya la presentó antes como la “virgen.” Como en Isaías, ella le pondrá el nombre propio, ya que en Isaías el nombre de Emmanuel es el nombre profético. Es profecía que estaba para probar esta finalidad en el ambiente neotestamentario (Mat 1:18-25).
“Le dará el Señor Dios el trono de David, su padre.” Desde la profecía de Natán (2Sa 7:12-14) se sabía que el Mesías procedería de la casa de David. Tanto que “Hijo de David,” como se ve en los evangelios, es el título más usual del Mesías. Pero por la expresión que aquí se lee, “su padre,” se ve. la dependencia literal del vaticinio de Natán.
“Reinará en la casa de Jacob.” Es el universalismo mesiánico reuniendo las doce tribus. Era obra del Mesías volver otra vez el judaísmo a la unidad primitiva e ideal (Isa 49:6; Eco 48:10). Era un tema que preocupaba hondamente al rabinismo 25.
“Su reino no tendrá fin.” En forma positivo-negativa se anuncia la eternidad de este reinado. La duración del reinado del Mesías era tema que preocupaba a los apócrifos, a los targumin y al Talmud. Era un tema muy frecuente en los profetas (Isa 9:6; Jer 30:9, etc.). El libro apócrifo Apocalipsis de Baruk (Jer 7:31) es el único que lo proclama eterno, pero es más en apariencia que en realidad. Mas aquí, con su forma “no tendrá fin,” se acusa bien esta eternidad del mismo. Al tiempo que acusa un mesianismo trascendente, ya que las cosas temporales están limitadas y tienen fin 26.
María, como cualquier israelita, comprendió al punto que se le anunciaba la maternidad del Mesías. Pero esto le hace presentar una “objeción,” que podría interpretarse como una simple exclamación de sorpresa (Lagrange). Hay para ello una dificultad: “no conoce varón,” hebraísmo por las relaciones conyugales. La forma “no conozco varón” y la forma futura “¿cómo será esto?” no se explican en una casada o “desposada,” si no se ve en ella el propósito de virginidad. Pensar que ella entiende que estas relaciones, estando “desposada,” han de celebrarse antes de cumplirse el año de desposorio (Hahn, Gunkel, Haug, Gaechter), es una posición gratuita, basada en que María, como hija de su tiempo, no podía soñar en la virginidad: el matrimonio era ansia en Israel por razón del Mesías. Pero la pregunta de la Virgen al ángel es que “no conozco (ου γ (νώσχιο ) varón,” y tiene valor de un propósito indefinido. Es, sin duda, la traducción de un presente-futuro semita. ¿Por qué habría que entendérselo de un “futuro inminente”? Si estaba “desposada” y no pretende “conocer varón,” de no suponerse gratuitamente que esta negativa se refiere a una relación “inminente,” en plenos “desposorios,” es que el propósito de virginidad en ella es claro. Ni se puede tampoco negar la evolución que había habido en Israel sobre la excelencia de la virginidad. Basta citar los casos del celibato de Jeremías y del Bautista y el impacto que tuvieron que causar en Israel las comunidades de 4.000 esenios y las comunidades célibes de Quníran. Y, sobre todo, no se puede pensar en que la Virgen era una “hija de su tiempo” en lo sobrenatural, porque en este orden fue siempre “la excepcional.” Además, en el ambiente judío la castidad era exigencia para el contacto cultual en el templo, para las relaciones con Yahvé. La virginidad de María es exigencia también máximamente ambiental, en orden a la maternidad divina 26.
Pero el ángel calma su inquietud, al anunciarle que su fecundidad será sobrenatural por obra del Espíritu Santo, es decir, en este vocabulario del Antiguo Testamento, es la obra de Dios ad extra. La acción del Espíritu “vendrá sobre ti” para fecundarte. Pero el texto añade luego una frase de una gran portada teológica:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti;
y el Poder (δύναμις ) del Altísimo
te cubrirá con su sombra” (επισκιάσει ).

¿Qué significa aquí la expresión “cubrir con su sombra”? (επισκιάσει ). Los diversos significados con que aparece usada – oscurecer, cubrir de tinieblas, cubrir, velar, proteger, defender – no convienen a este propósito, pues aquí no se trata de “proteger” ni de “velar” o “cubrir,” sino fecundar. Sólo cabría pensar que el autor le daba un significado nuevo. Pero éste, si no se lo explica, ¿cómo saberlo? Máxime en un vocabulario que tiene sus “alusiones” constantes al A.T. y con cuyas citas o alusiones están elaborados estos dos primeros capítulos de Lc.
En efecto, en el A.T. se lee que en el tabernáculo se hacía sensible la presencia de Dios en forma de nube. Era la teofanía de lashekina, y cuando los Setenta traducen esta “nube,” símbolo de la presencia de Dios en el tabernáculo, lo traducen por este verbo επισκιάζω (Exo 40:34; Num 9:18-22). Así se lee:

“La nube cubría (έπεσχιάζεν ) el tabernáculo,
y la gloria de Yahvé llenaba la morada” (Exo 40:34).

Y Lc mismo dice, en el pasaje de la transfiguración, que “mientras estaban hablando (los apóstoles) apareció una nube, y los cubría con su sombra (επεσκιάζεν ), y quedaron atemorizados al entrar en la nube” (Luc 9:34), porque era símbolo de la presencia de Dios. Además hay que notar que la “virtud (Poder) del Altísimo” significa Dios. En Lc, en el proceso por el sanedrín, dice que Cristo se sentará a la derecha “del Poder de Dios” (δυνάμεος του θεού ; Luc 22:69). “Poder de Dios” es sinónimo de Dios.
Por tanto, esta frase del ángel significa que el Espíritu Santo – la acción divina – fecundará sobrenaturalmente a María; que por esa fecundación la “virtud del Altísimo” – Dios – “bajará” a ella, “estará” en ella, corno en el tabernáculo. Pero al presentar así a María como templo, es decirle que el que en ella va a morar es Dios; que su Hijo, por el que ella va a ser tabernáculo y templo, es el Hijo de Dios 27.
“Por eso (διό χαι ), lo nacido santo será llamado Hijo de Dios.” La construcción de esta frase da lugar a varias lecturas. Fundamentalmente no cambian. De suyo, bíblicamente, por el hecho de ser uno creado por Dios, puede ser llamado hijo suyo. Así Adán en su creación (Luc 3:38). Pero aquí es el contexto el que hace ver bien por qué por esa “concepción” será reconocido públicamente por lo que es: como el Hijo de Dios; porque Dios tomó carne en María. Divinidad de Cristo que aquí se confirma por el hecho de que Lc ya en él v. 17 presentó a Cristo como Dios. La lectura “Santo” e “Hijo de Dios son lecciones, críticamente, seguras. ¿Acaso Lc añadió – completándolo o explicitándolo – el “Hijo de Dios.” Porque también se dice que Dios creó a Adán y no se dice por ello que Adán sea santo. Aquí está, sin duda, por la “encarnación.” Pero también “Santo” es título mesiánico (cf. Hec 3:14) aunque aparece con artículo (cf. Mar 1:24; Jua 6:69).
El ángel da a María una señal de la verdad de todo el anuncio. Isabel, su “parienta”, la anciana estéril, también concibió milagrosamente, porque para Dios nada hay imposible, y ya está en el mes sexto de su esperanza ¿Por qué Lc dice que Isabel era “parienta” (σοΎενίς ) de la Virgen, y no “hermana,” como es el término usual hebreo para expresar estas relaciones familiares? El texto original de estos capítulos 1-2 de Lc son hebraico-aramaicos. En el substractum debió de estar la palabra ordinaria. Pero el “traductor” griego debió de traducirla por “parienta” para no inducir a equivocación a sus lectores griegos, al no darle éstos una mayor amplitud de cognación familiar. Lo que no es lo mismo en Mt al hablar de los “hermanos” de Jesús = primos, por ir destinado a un público judío, que valoraba esta expresión en sus justos límites.
Siendo ésta de la familia de Aarón, es decir, de estirpe sacerdotal, se han preguntado varios autores si María, por este parentesco, pertenecería también a familia sacerdotal. Así correría por el Mesías sangre real y sacerdotal. Bella hipótesis, ambientada desde la época de los macabeos y asmoneos. Así lo recoge uno de los apócrifos 28.
Ante la voluntad de Dios, María no tenía más que una respuesta: aceptarla. Y proclamándose “esclava del Señor,” frase usual en el ambiente oriental para hablar con un superior, acepta sus designios, que es una muestra de confianza (fe) en la Palabra de Dios y de sus efectos: humildad y obediencia. En la antigüedad, en época de esclavos, es donde hay que valorar esta expresión. El esclavo no tenía voluntad propia ni querer fuera del de su amo. Así María, ante Dios, no tenía otro querer que el suyo 28.

La visitación de Maria a Isabel: el “Magníficat,” 1:39-56.
39 En aquellos días se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judá, 40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Así que Isabel oyó el saludo de María, exultó el niño en su seno, e Isabel se llenó del Espíritu Santo, 42 y clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, exultó de gozo el niño en mi seno. 45 Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se le dijo de parte del Señor: 46 Dijo María:

Mi alma magnifica al Señor 47 y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador,
48 porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49 porque ha hecho en mí maravillas el Todopoderoso, cuyo nombre es santo. 50 Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. 51 Desplegó el poder de su brazo, y dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón. 52 Derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes. 53 A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió vacíos. 54 Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia. 55 Según lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre. 56 María permaneció con ella como unos tres meses, y se volvió a su casa.

Muy próximo a los días de la encarnación, como se ve por el “sexto mes” de Isabel y los tres que allí permanecerá María, ésta “se levantó” (άναστδσα ), hebraísmo con el que se indica el comienzo de una escena, y se puso en camino “con presteza.” No eran motivos de curiosidad. Más lo serían de caridad por atender a su anciana pariente. Pero, sobre todo, debió de ser la comunicación del gozo de felicitarla. No obstante esta solicitud y “presteza,” le hicieron esperar la oportunidad de unirse a alguna caravana de las que iban con frecuencia a la Ciudad Santa, sea con motivo de fiestas de “peregrinación” o por motivos comerciales. Se ve la ausencia de San José; si no, no hubiera sido necesario el informe que le dará el ángel sobre la concepción milagrosa de su ”prometida” (Mat 1:18-21).
Isabel vivía en la región montañosa de Judea, en un pueblo que no se cita. Una tradición que llega hasta el siglo VI lo localiza en el actual Kain Karim, a siete kilómetros al oeste de Jerusalén, aunque no es muy segura. Otros han propuesto otras localidades 29. Para ir entonces de Galilea a Jerusalén se empleaban tres o cuatro días 30.
Llegada María a casa de Isabel, la saludó primero. El parentesco debía de ser próximo o de relaciones muy cordiales. El saludo hubo de ser al modo oriental, con reiteradas muestras de afecto 31. Acaso María, con un gesto de delicadeza, se daría por enterada del hecho de su gozosa maternidad. Es en esta atmósfera de exquisitez espiritual donde se desarrollaban estas escenas.
Al oír Isabel el saludo de María, el Evangelista relata que suceden dos hechos: el Bautista “saltó en su seno” de gozo, y ella “fue llena del Espíritu Santo,” y bendijo a María y al Niño que guardaba en su seno.
La bendición de María la hace con “fuerte voz.” Es frecuente en Lc para expresar emociones vivas (Mat 4:33; Mat 8:28, etc.). Y la proclama “bendita entre las mujeres,” que es el modo oriental de suplir la carencia de superlativos (Jue 5:24-27; Jud 1:13 :18). Pero Isabel, por revelación del Espíritu Santo, sabe que se halla ante la madre de “mi Señor.” Es la proclamación de hallarse ante el Mesías. Pero después de la escena de la anunciación es el Κύριος divino del cristianismo primitivo.
¿Qué significa que el Bautista “saltó de gozo” en el seno de Isabel “cuando sonó la voz de tu salutación en mis oídos”? Esto último no es más que un conocido semitismo por oír. Isabel atribuyó a la voz de María que el niño “saltó” en su seno. Estos movimientos fetales son muy conocidos, máxime ante emociones muy fuertes en la madre. Ya en el Génesis se hablaba de Esaú y Jacob, que “chocábanse en el seno” de su madre (Gen 25:22), con lo que se quería interpretar, etiológicamente, el futuro de ambos. Pero el “gozo” por el que, según Isabel, saltó el niño, ¿qué valor tiene? En el texto es una atribución que hace Isabel. Podría ser todo ello un género literario, con el que se quisiera indicar el privilegio de hallarse el Precursor ante el Mesías. Así se dice en los Salmos que “los montes saltaron. como corderos,” y el contexto pide de gozo (Sal 114:4). Algunos teólogos han pensado que en este momento fue la santificación del Bautista, y se plantearon problemas sutiles y gratuitos relativos a su libertad y conocimiento por razón del gozo 32.
Y nuevamente beatifica Isabel a María: “dichosa la que creyó, porque (ότι ) se cumplirá lo que se le ha dicho de parte de Dios.” La frase puede tener un doble sentido. La partícula griega ότι puede tener sentido causal, “porque,” o recitativo, “que.” Según se adopte una u otra significación, el sentido cambia. Los latinos y coptos la han traducido con sentido causal. En este caso se beatifica a María por los misterios que se realizarán en ella. Los autores griegos y sirios han valorado esta partícula en analogía con otros casos semejantes (Mar 11:23; Jua 6:69; Hec 27:25, etc.) y le han dado valor recitativo-copulativo. Se elogia a María, “que creyó,” por lo que se realizarán en ella los misterios anunciados de parte de Dios. Con ello se exalta la fe de María.

El “Magníficat” (v.46-56).
El Magníficat responde a una explosión de júbilo en Dios, incubada desde que se había realizado en ella el misterio de la encarnación. “El himno de María no es ni una respuesta a Isabel ni propiamente una plegaria a Dios; es una elevación y un éxtasis” 33, y una profecía. Tal es el sentido de su inserción aquí. El que algún códice lo atribuye a Isabel es críticamente nulo 34. Literariamente considerado, aparece como una composición métrica. El ritmo interno del verso acusado por el “paralelismo” hebreo es totalmente perceptible. Los autores discuten el número de estrofas de que consta. La redacción literaria está hecha en su mayor parte con elementos literarios del A.T. De 102 vocablos, en 60 se ven vestigios del A.T. (Nestlé).
Se ven en él tres partes bien marcadas: 1) alabanza de María a Dios por la elección que hizo de ella (v.46b-50); 2) reconocimiento de la providencia de Dios en el mundo (v.51-53); 3) con esta obra se cumplen las promesas hechas a los padres (v.54-55).
1. Alabanza Que María Hace A Dios Por La Elección Que Hizo De Ella (v.46b-50). – María comienza “engrandeciendo” (μεγαλώνει ) a Dios. El “paralelismo” del verbo siguiente, que ella se “exultó” (ήγαλλί ‘ασεν ), da el mismo sentido de alabanza. Por razón de este mismo “paralelismo” sinónimo hebreo vienen a tener el mismo sentido los dos sujetos “alma” (ψυχή ) y “espíritu” (πνεύμα ). El primero significa, de suyo, el principio de la parte sensible, el hombre sensitivo, y el segundo el principio de la vida espiritual. Ambos vienen aquí a ser sinónimos, usados sólo por razón de variación literaria. Es, pues, María la que “alaba” y se “exulta” profundamente en Dios, lo que es, agradecida, bendecirle, celebrarle (1Sa 2:1).
En una primera lectura extraña el que los dos verbos estén en tiempos distintos: “engrandece” y se “exultó.” Parecería como si esta exultación puesta en aoristo respondiese a un momento histórico pasado, en concreto al momento de la encarnación. Pero este segundo no es más que la traducción servil de un futuro “conversivo” (wayyitol) hebreo, que ordinariamente tiene valor de pretérito, y que después de un presente, como aquí, puede tener sentido también de presente 35. Por eso su traducción ha de ser: se “exulta.”
Este gozo de María es en Dios “mi Salvador.” Dios Salvador es fórmula bíblica, pero no significa sólo el liberar de algún mal, sino que significa también la concesión de bienes y bendiciones (Sal 132:16; 2Cr 6:41).
Nunca como aquí cobra esta expresión el sentido mesiánico más profundo. Ese Dios Salvador es el Dios que ella lleva en su vientre, y que se llamará Jesús, Yehoshúa, es decir, Yahvé salva. Y ella se goza y alaba a Dios, su Salvador.
María atribuye esta obra a la pura bondad de Dios, que miró la “humanidad” (ταπεινωσιν ) de su “esclava.” Fue pura elección de Dios, que se fijó en una mujer de condición social desapercibida. No es la virtud de la humildad a la que alude, que incluso filológicamente se suele expresar con otra palabra (ταπεινακρροσυνη ) 36, sino a una joven socialmente desconocida, residente en un villorrio desconocido, y, aunque de la casa de David, venida a menos. No escogió para madre del Mesías, triunfador y socialmente victorioso y esplendoroso que se esperaba, a una reina, sino a una “esclava” desconocida.
Pero por esa mirada de elección de Dios, “desde ahora” (από του νυν ), es decir, en adelante, después de estos momentos, principalmente por su uso en Lc, sobre todo a partir de la vida pública de Cristo, la van a llamar “bienaventurada todas las generaciones.” En Israel la madre se llama dichosa con el nacimiento de un niño (Gen 30:13). Lc mismo dirá que, con el nacimiento del Bautista, “sus vecinos y parientes se congratulaban con Isabel” (Luc 1:58). Pero aquí no es el motivo de regocijo familiar. Es la universalidad de las “generaciones.” Es la eterna bendición a la Madre del Mesías. Esta afirmación parecería entonces una hipérbole oriental si no hubiese sido una profecía cumplida ya por veinte siglos. Y todo es debido a eso: a que hizo en ella “maravillas” (μεγάλα ), cosas grandes – la maternidad mesiánica y divina en ella – , el único que puede hacerlas, Dios. Pero no pone el nombre divino, acaso más que por evitar las prohibiciones rabínicas de pronunciar el nombre inefable, por variación literaria.
Lo hizo el “Poderoso” (ó δυνατός ). Esta obra sólo podía ser obra de la omnipotencia de Dios. Y “cuyo nombre es Santo.” En los semitas, el nombre está por la persona. Es, pues, obra también de la santidad de Dios. Para el semita, la santidad nace genéticamente de la incontaminación. Dios es santo porque está incontaminado de la tierra, porque está separado por ella (άγιος :), en el cielo; por lo que es trascendente y tiene poderes trascendentes. De ahí el temor reverencial de la criatura ante él. “Su nombre es santo y terrible” (Sal 111:9). Por eso, este concepto se entronca con el concepto de poderoso. Pero esta “santidad” no excluye, sino que incluye aquí también la perfección moral, que está postulada en el Magníficat por la justicia de su providencia (v.51-53) y por la misericordia que tiene para todos (v.50-55).
El pensamiento progresa, haciendo ver que todo este poder es ejercido por efecto de su misericordia. Esta es una de las “constantes” de Dios en el Antiguo Testamento. Ya al descubrir su nombre a Moisés se revela como el Misericordioso (Exo 34:6). Y ninguna obra era de mayor misericordia que la obra de la redención. Pero se añade que esta obra de misericordia de Dios, que se extiende de generación en generación, es precisamente “sobre los que le temen.” Era el temor reverencial a Dios. Así, en el A.T., cuando el pueblo pecaba, Dios lo castigaba; pero, vuelto a él, Dios lo perdonaba. No deja de extrañar aquí esta frase de tipo “sapiencial,” cuando la obra mesiánica de la encarnación abarca a todos y es’ independiente del mérito o temor de cada uno. Esto puede ser debido a que, con una frase “sapiencial,” se quiere expresar su actitud personal de veneración y temor a Dios, es decir, por lo que en ella hizo esta “misericordia,” hasta el punto de vincularla, como Madre del Mesías, a la obra de la salvación.
2. Reconocimiento de La Providencia de Dios en El Gobierno del Mundo (v.51-53). El segundo grupo de ideas con unidad propia lo constituyen los versículos 51-53. Literariamente aparecen expresados en forma “paralelística,” sintética y antitética. Su redacción plantea un problema previo de interpretación. Los verbos aparecen formulados en aoristo: “desplegó,” “dispersó,” etc. ¿Qué se indica con todos estos tiempos pasados?

Se han propuesto cuatro soluciones.
1) Valor histórico: se referiría a la providencia de Dios en la historia de Israel (Faraón, Antíoco, Saúl., José, Moisés, Daniel, etcétera); son alusiones demasiado concretas. 2) Valor profético: el aoristo puede equivaler a un pasado profético = futuro. Se aludirá a la futura transformación que se experimentará, en los hombres, en los días mesiánicos. Pero no es compatible con los aor. anteriores y posteriores (v.48-49 y v.54) en que se halla encuadrado. 3) Sentido gnómico: sería forma “sapiencial,” atemporal, de exponer la providencia de Dios. El aor. con sentido gnómico no es seguro que exista en la koiné 37. 4) Valor de presente: estos aor. estarían condicionados por los aor. de los v.48 y 49. Cantaría la providencia ordinaria de Dios, encuadrándose en ella, y quedaría la siguiente redacción literaria condicionada por los aor. anteriores.
Y celebra esta providencia divina con tres imágenes. La primera hace ver cómo Dios utiliza su poder, antropomórficamente su brazo, para dispersar a los que “se engríen con los pensamientos de su corazón.” Es un modo de hablar conforme a la psicología judía, para quienes el corazón era considerado no sólo como sede de las emociones, sino también de los pensamientos. Estos enemigos que así se ensoberbecen no son ni los enemigos de Israel, pueblo de Dios, ni los paganos. Son personalmente los “sabios” que se guían por la sabiduría de este mundo. Son aquellos a quienes les falta aquella sabiduría que viene de Dios, cantada en los Sapienciales (Pro 2:1-9, etc.). A éstos no se los considera como un cuerpo de ejército, sino idealmente reunidos, coincidiendo en la necedad y orgullo de su vida.
Frente a esta sabiduría, Dios realiza sus obras con la suya, totalmente opuesta. “Voy a hacer (dice Yahvé) nuevamente con este pueblo extraordinarios prodigios, ante los que fallará la ciencia de los sabios, y será confundida la prudencia de los prudentes” (Isa 29:14; Isa 55:8-9; Sal 5:7-8).
Tal es el caso de María: a una virgen, la hace madre milagrosamente; y a una “esclava,” madre del Mesías.
La segunda imagen celebra cómo Dios quita a los “poderosos” de sus tronos y “ensalza” a los que no son socialmente poderosos. Es la teología de la providencia divina, que la Escritura en tantos casos enseña (Job 5:11; Job 12:19, Sal 147:6; Eco 10:17; 1Sa 2:4 y 7-8). Por “poderosos” usa la palabra δυνάστας , que lo mismo puede significar un gobernador o régulo de un territorio que un rey.
No sería improbable que se sugiriese lo que flotaba en el ambiente: que el Mesías “destronaría a los reyes de sus tronos” 38; y en los Salmos de Salomón se dice que muchos usurpadores habían invadido el trono de David, y Dios debía deponerlos para reemplazarlos por el Mesías 39. Herodes era entonces el gran usurpador. El trono de David estaba ocupado por un tirano e idumeo. El Mesías lo destronaría, no tanto en el aspecto político cuanto “heredando el trono (verdadero) de David, su padre.”
El tercer cuadro parece tomado de una corte oriental. En ella los “ricos” son admitidos a la presencia del monarca, al que, según costumbre, le ofrecen regalos; pero el monarca, en cambio, para no dejarse vencer en opulencia – ya que ésta es una tónica de las cortes orientales – les hace presentes mayores (1Re 10:2 y 13). Los “pobres” no son admitidos ni reciben estos dones.
Pero en la obra divina esto no cuenta. Los ricos, como tales, no cuentan con su influjo ante Dios. El los castiga y empobrece (Sal 34:11; 1Sa 2:6), mientras que los pobres son socorridos y enriquecidos (Sal 107:9). No se trata de una revolución social. El gobierno del mundo está en sus manos, y él ejerce su justicia sabia y libremente.
En este canto estos bienes no son específicamente los bienes o pobreza materiales. Se trata de los bienes mesiánicos. Se ve por el tono general del canto. A María la elige para enriquecerla “mesiánicamente.” Es lo mismo que cantará luego: los bienes prometidos a Abraham, que eran las promesas mesiánicas. Al fin, todo el Antiguo Testamento giraba en torno a estas promesas.
3. Con Esta Obra Cumple Dios las Promesas, hechas a los Padres. (v.54-55). – El tercer pensamiento fundamental lo constituyen estos dos últimos versículos. Se confiesa que esas “maravillas” que Dios obró en María son el cumplimiento de las promesas mesiánicas hechas a los padres.
Se presenta antropomórficamente a Dios, “acordándose.” Después de tantas vicisitudes pasadas en la historia de Israel, parecería como si Dios lo hubiese olvidado. Pero las va a cumplir ahora. Y las va a cumplir para la época que las señaló y cómo las anunció. No el mesianismo racial, sino el mesianismo espiritual. En realidad, ya las comenzó a cumplir, pues ya está el Mesías en su pueblo. Por eso ya “acogió” a Israel.
Este Israel es el Israel universal, el que se prometió a Abraham, ya que en él serían bendecidas todas la gentes de la tierra. María no es ajena a esto, cuando se reconoce que esta “marávilla” es la prometida a los padres – Abraham, Isaac, Jacob, David. – y cuando, por ello, la llamarán bienaventurada “todas las generaciones,” que se beneficiarán, como enseñaban los profetas, del mesianismo.
La expresión “a nuestros Padres” es un inciso, incluso sintácticamente considerado, ya que el régimen gramatical cambia: “a nuestros padres, a Abraham.” La construcción gramatical lógica sería: “según prometió. a Abraham.” Algunos lo traducen teniendo en cuenta el hebraísmo, al que posiblemente responda (Miq 7:20), de la siguiente manera: “según había prometido a nuestros padres, mirando a Abraham y su descendencia.” 40 La promesa resalta la perennidad de la misma: “para siempre.” Es el mesianismo espiritual y eterno (v.33) 41.
El evangelista termina diciendo que María permaneció con Isabel “como unos tres meses,” y se volvió a su casa. ¿Esperó el nacimiento del Bautista? Los Padres latinos generalmente se inclinan por su permanencia. En cambio, los Padres griegos, buenos conocedores del ambiente, se inclinan por la negativa 41. Porque, según los usos de Oriente, no era aquella circunstancia el lugar más conveniente para una joven virgen 42.

Nacimiento del Bautista: el “Benedictus,” 1:57-80.
57 Le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo. 58 Habiendo oído sus vecinos y parientes que el Señor le había mostrado la grandeza de su misericordia, se congratulaban con ella. 59 Al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarle con el nombre de su padre, Zacarías. 60 Pero la madre tomó la palabra y dijo: No, se llamará Juan. 61 Le decían: ¡Si no hay ninguno en tu parentela que se llame con ese nombre! 62 Entonces preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase; 63 y pidiendo unas tablillas, escribió: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. 64 Y abrió al instante su boca y habló bendiciendo a Dios. 65 Se apoderó el temor de todos los vecinos, y en toda la montaña de Judea se contaban todas estas cosas, 66 y cuantos las oían, pensativos, se decían: ¿Qué vendrá a ser este niño? Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. 67 Zacarías, su padre, se llenó del Espíritu Santo y profetizó diciendo: 68 Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, 69 y levantó en favor nuestro un poder de salvación en la casa de David, su siervo, 70 como había prometido por la boca de sus santos profetas desde antiguo, 71 salvándonos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen, 72 para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su alianza santa, 73 del juramento que juró a Abraham, nuestro padre, darnos; 74 para que, sin temor, libres del poder de los enemigos, le sirvamos 75 en santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás delante del Señor para preparar sus caminos, 77 para dar la ciencia de la salud a su pueblo, para remisión de sus pecados; 78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, en las cuales nos visitará naciendo de lo alto, 79 para iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz. 80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y moraba en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

La narración del nacimiento del Bautista es sobria. Los familiares y vecinos se “congratulaban” con Isabel por su maternidad, que revestía para ella, y para todos, aun desde el punto de vista familiar, una bendición, al quitarse a Isabel el “oprobio” de la esterilidad.
Al octavo día se hacía la circuncisión. Era el rito por el que un judío se incorporaba a Israel. Se le podía practicar por cualquier persona, hombre o mujer, y dentro de casa 42, y dispensaba del reposo sabático. Aunque primitivamente no se hacía así, en la época neotestamentaria se ponía el nombre el día de la circuncisión 43. Se solía poner el nombre del abuelo 44, y aunque era raro ponerles el nombre de sus padres, había casos en que se hacía así en el judaísmo tardío 45. Por eso, dada la avanzada edad de Zacarías, querían llamarle con su nombre. Pero Isabel interviene. Ni Isabel ni Zacarías se podían haber ocultado los prodigios de Dios en ellos. Por eso declara que se llamará Juan. Extrañó este nombre por no haber nadie en la familia que se llamase así. Ante esta pequeña disputa interviene Zacarías. Como sordo y mudo, le hacen señas para que responda. Pero pidió una “tablilla” recubierta de cera y escribe que ha de llamarse Juan. Y al punto recobró su voz.
El hecho causó su impacto, y por toda la región montañosa de Judea pensaron en los destinos providenciales de aquel niño: concebido en una vejez estéril y acompañado su nacimiento de prodigios.

El “Benedictus.”
Lc presenta a Zacarías “lleno del Espíritu Santo,” por lo que va a “profetizar.” El Espíritu Santo es aquí la acción de Dios ad extra, como se ve por el vocabulario del A.T. Otra cosa sería si Lc le vinculó ya a este clisé paleo-testamentario el sentido de persona divina. Es la acción divina la que le va a mover a “profetizar.” Esta palabra no exige de suyo el anuncio de un futuro, sino el hablar movido por la acción de Dios, o hacer exhortaciones religiosas (Hec 15:32). Aunque aquí se juntan ambas cosas.
Los autores discuten ampliamente sobre el posible número de estrofas de que conste. Tiene dos partes bien marcadas: 1) la obra de la redención está comenzada; 2) su hijo será el Precursor del Mesías.
1) La obra de la redención está comenzada. – El Dios de Israel, si visitaba a su pueblo con castigos, también tenía “visitas” de bendición. Esta fue la gran “visita.” Porque con ella ha traído a su “pueblo” la “liberación.” Esta tenía por tipo la liberación de su pueblo de Egipto; aquí es la gran λύτρωσις ο redención. ¿A qué “pueblo” se refiere? El vocabulario es del A.T., diciéndose, además, que se hizo esta obra “en favor nuestro.” Pero, al entroncarse esta “redención” con la promesa hecha a Abraham (v.73), esta “visita” redentora se extiende así a todos.
Para ello levantó el gran poder salvador (“cuerno” = fuerza) en la casa de David. Aquí el Mesías, pues con esta locución se designaba también al Mesías 46. Y en un paréntesis (v.70) evoca la promesa hecha por los profetas, ya “desde antiguo.” La frase podría abarcar, no sólo las enseñanzas proféticas posteriores al davidismo de Natán, sino, acaso, a toda la historia previa de Israel, con su promesa a Abraham, Isaac, Jacob. que se concreta en la casa de David.
Con este “poder,” el Mesías levantado en la casa de David, se cumple la promesa hecha por Yahvé a Abraham y su “alianza” (Gen 12:3).
Con esta obra mesiánica los salvará de los “enemigos” y del poder de los que aborrecen a Israel 47. Se piensa en los romanos y en la dinastía herodiana, que quitaba la libertad teocrática a Israel, lo cual era, conforme a la ley, castigo (2Sa 7:14). Por eso buscan esta “liberación” por obra del Mesías, para poder más libremente “servir” a Dios en “santidad” (disposición interior del alma) y “justicia” (cumplimiento de los preceptos legales) siempre: “todos nuestros días.”
En el cuadro pintado, con elementos tradicionales, se está enseñando la acción de “redención” espiritual del Mesías. El liberará, conforme a las promesas bíblicas, del castigo enemigo, por el poder del Mesías: siempre por él y en función de él, como por él aun a siglos de distancia – las catástrofes de Israel – tenían que ser episodios. Entonces Israel será santo y libre, y podrá servir en plenitud nacional a su Dios. Pero en esta formulación “nacionalista” se está cantando, en su fondo, la providencia espiritual de esta obra mesiánica: liberación de castigos, por liberación espiritual de pecado y enemigos, según los planes de Dios hecha por el Mesías.
2) El Precursor del Mesías. – Zacarías, dirigiendo el pensamiento a su hijo, le anuncia lo que va a ser, conforme el ángel le dijo en el templo.
“Será llamado,” hebraísmo con el que se indica lo que se es y el reconocimiento en que todos le tendrán, “profeta del Altísimo.” El Bautista tan “profeta” fue del Altísimo, nombre con que los gentiles conocían al Dios de Israel (Strack-B.), que lo presentará a Israel. Por eso, “irás delante del Señor.” Es la alusión ambiental a Malaquías. Este pasaje, puesto en función del v.16, hace ver que el evangelista presenta a Cristo como Dios.
La misión del Bautista era “preparar” la venida del Mesías, logrando un pueblo “dispuesto” a recibirle. Esto es lo que dirá en su predicación en el desierto: “convertios” (μετανοείτε ). Por eso, su misión es enseñar la “ciencia de la salud” a su pueblo, para “la remisión de sus pecados.” Es la preparación espiritual del pueblo para recibir al Mesías en su mesianismo espiritual.
Todo ello es obra de la “misericordia” de Dios. Del cielo nos visitará: “Oriens ex alto” es el Mesías en la literatura rabínica. El viene del cielo, como Lc narró antes, en la encarnación. Su misión es “iluminar” con la luz de la verdad a los que “están sentados en tinieblas y sombras de muerte” (Isa 9:2). A su luz se podrá caminar verdaderamente “por el camino de la paz.” Esta (shalóm) no es el fruto de la justicia, sino que para el judío expresa todo tipo de bienes, aquí mesiánicos.
El evangelista cierra el pasaje preparando la escena del Bautista en su acción de Precursor en el desierto o en “lugares desiertos.”
Ya niño, no sólo “crecía” físicamente, sino que se fortalecía en la vida de austeridad y penitencia en “los desiertos” (έρήμοις ), hasta el día de su manifestación a Israel. Momento que Lc precisará con una solemnidad literaria cronológica especial. Acaso no sea improbable que hubiese podido recibir de los esenios (Qumrán) algunas lecciones sobre la Ley. Por Josefo se sabe que éstos recibían niños para educarlos 48, aunque después podían salir.
Naturalmente el niño no pudo ir al desierto hasta una edad oportuna, ni se lo presenta en él morando, v. gr., de pastor, como Amos (Amo 1:1; Amo 7:12-15), sino que se lo sitúa en él como en lugar de “preparación,” para su misión. La frase “moraba en los desiertos. hasta el día de su manifestación a Israel” (Luc 1:80) ¿supone su ausencia del culto del Templo y sinagogas? Si esto fuese así no habrá que olvidar que era esto una característica también de los esenios de Qumrán. Y si el “fortalecerse en espíritu” en el desierto, ha de entenderse de una vida de tipo monacal/solitaria, ¿no parecería, en este contexto desértico y de geografía esenio-qumránica, que se ejercitase, temporalmente, en esta vida cenobítica? Y también su misma predicación con que aparece en Israel de inminencia “escatológica,” ¿no podría ser otro de los puntos de contacto de sus relaciones temporales con Qumrán? Además, que aquí y en Lc hay un “profeta precursor·. (1QSB; cf. Luc 9:19).

1 San Justino, Dial. Lxxx 4. 2 Mg 1:1453; 1:1049; 10:71. 3 Holzmeister, En Verb. Dom (1930) P.6-4; Ii Prologo Dew Evangelo Di S Lúea· Pal. Cler (1957) P.40-44.76-86.115-124.167-176.210-218; J. B. Bauer, “Polloi” Luc 1:1 : Nov. Test. (Leiden 1960) 263-266. 4 Josefo, Antiq. XIV 4:3. 5 Strack-B., Kommentar. II P.77. 6 Strack-B., Kommentar. II P.71-79; Schürer, Geschichte. II P.286-357; Edersheim, The Temple P. 157-171. 7 Bonsirven, Ii Judaismo Palestinese Al Lempo Di Gesü Cristo (1950) P. 3 23-124. 8 San Jerónimo, M 9 Buzy, S. Jean Baptiste A-T-Il Ete Sawtifie Dans Lc Sein De Sa Mere? (1913) P.680-689; Sussarelli, De Praevia Sanctifaatione Praecursoris: Stud. B. Franc. Líber Annus (1953) P. 37-110; León XIII, Ene Lucunda Semper. 10 Strack-B., Kommentar. Iv P.779ss. 11 Eab. Yoma 52.A; Strack-B., Kommentar. Ii P.77. 12 Sobre El Arcángel Gabriel En La Teología Judia, Cf. Strack-B., Kommentar. Ii P.89-98. 13 Abel, Geographie De La Palestine (1938) Ii P.395. 14 Cf. comentario A Mat 1:18-25; X. Glzzi, // Significaío Delle Parole “Ad Virginem Desponsatam” (Lúe 1:27): Diss. Instituti Mariologiae (Roma 1961). 15 Strack-B., Kommentar. Ii P.303-398; Bonsirven, Textes. índice Sistemático, Palabra “Fiancailles.” 16 Bardenhewer, Der Ñame Maña: Biblische Studien (1895). 17 J. B. Bauer, Mar. (1957) P.231-234; R. Laurentin, Β (1957) P.1-23; Cf. Leal, Y El Nombre De La Virgen, María: Lumen (1953) 24-37. 18 Rom 1:3; 2Ti 2:8; San Ignacio A., Ad Efe 18:2; Ad. 1:1; Ad Trall. 9:1; San Ireneo, Mg 7:921; San Justino, Mg 6:567; Tert., Mg 2:378; 2:834. 19 Lagrange, L’évonguedej.-Ch. (1930) P.16. 20 Nestlé, ν. Τ. Graece Et Latine, Ap. Crit. A Luc 1:28. 21 M. De T., Valoración Exegético-Teológica Del “Ave, Gratia Plena”: La Ciencia Tomista (1956) 4-8; F. Baurassa, “Kediantomene,” Lúe 1:28: Scienc. Ecclésiastiques (Montreal 1957) 313-316; E. Marchisano, L’interpretazione Di “Kejañtoméne” Fino Alia Meta Del Sec.Xiii (Diss. Gregoriana 1957s); I. Rodríguez, Consideración Filológica El Mensaje De La Anunciación (Luc 150:26ss): Helmántica (1957) 223-256; P. Della M. De Dio, “Gratia Plena” (De”Jarís” Virginis”Kejaritoméne” Et Opere R. Laurentin): Eph. Carm. (1960) 75-126; M. Zérwick, .”. Quoniam Virum Non Cognosco”: Verb. Dom (1959) 212-223 (Crítica De Opiniones Recientes). 22 ábside (1954) P.405-406. 23 Fulgens Corona, Cf. Doctrina Pontificia (Bac, Madrid 1954) N.850 P.707; M. De T., Valoración Exege’tico-Teológica Del “Ave, Gratia Plena”: La Ciencia Tomista (1956) 9-27. 24 Holzmeister, Dominas Tecum, Luc 1:28 : Verb. Dom (1943) 232-237.257-262.360-361. 25 Bonsirven, Lc Judaisme Palestinien Au Temps Dej.-Ch. (1934) I P. 134-136. 26 Lagrange, Lc Messianisme. (1909) P.198; M. De Tuya, En El Relato De La Anunciación, ¿Está Expresada La Divinidad Del Mesías?: La Ciencia Tomista (1955) 384-387.400-403. 26 M. Vlllanueva, Nueva Controversia En Torno Al Voto (Lc Virginidad De N.A S.A: Est. Bíbl. (1957) 307-328; P. Della M. Di Dio, “Quomodo Fiel Istud,.”: Eph. Cann. (1957) 277-314; S. Del Páramo, La Anunciación (Lc La Virgen. Reparos Exegélicos Y Doctrinales A Una Reciente Interpretación (De P. J. Audet, R. B. 1956): Est. Bíbl. (1957) 161-181; R. H. Küller, The Virgin Birttr. Histórica! Kact Or Kerygmalic Truth?: Bibl. Research (1957) 1-8; J. Gewies./To Manenjrage, Luc 1:34 : Theol. Üigest (1963) 39-42; J. Cantinat, L’annonciation, Lc 1:Luc 26:38 : Masses Ouvriéres (1963) 13-20; W. Harrington, The Annunciation (Luc 1:26-38): Doctr. Lite (1963) 306-315. 27 M. De Tuya, En El Relato De La Anunciación, ¿Está Expresada La Divinidad Del Mesías?: La Ciencia Tomista (1955) 405-414.417-418; Lyonnet, // Racconto Dell’ Anun-Ciazione: Scuola Catt. (1954) 441; H. Sahlin, Der Messias Und Das Gottesvolk (1945) P. 127-128; A. G. Hebert, La Vierge Mane, Filie De Sion: La Vie Spirituelle (1951) 131-132; Coppens, La Vierge Mane Dans L’ancien Testament: Eph. Theol Lov. (1955) 15-16; Max Thurian, Mane Mere Du Seigneur, Figure De L’église (1962) P.68-70; M. Peinador, La Divinidad Divina De María En El Mensaje Del ángel: Est. Mar. (1949) P.29-63; Gaechter, María In Enderleben: Neutestamentliche Marienstudien C1955); Laurentin, Structure Et Theologie De Lúe I-Ii (1957); J. Galot, Mane Dans L’évangile (1958); L. Bauyer, La Shefánah: Dieu Avec Nous: Bible Et Vie Chrét. (1957) P.7-22; J. R. Scheifler, Así Nacieron Los Evangelios (1964) P.351-353; L. Legrand, L’arriere-Plan Neotestamentaire De Lúe 1:35: Rev. Bibl. (1963) 161-192, Piensa Que La Nube Tenia Carácter Escatológico Más Que Teofánico; M. De Tuya, .”.Te Cubrirá Con Su Sombra.” En I-M. (1975)28 Testamento De Los Patriarcas; Simeón Vii 2-Cf. San Agustín, Mal 34:1076; S. Bartina María En La B. Y El Signo De La Visitación: Est. Ecl. (1970) 99-102. 28 Didier De Cré, Lc Fiat De V Annonciation (Mal 1:38): Est. Franc. (1962) 129-162. 29 Perrella, / Luoghi Santi (1936) P.45-49; Cangiolo, // Santuario E U Convento Di S. Giovanni In ‘Ain Karem Qerusalén 1947). 30 Josefo, Vita 54. 31 William, La Vida De Jesús En., Vers. Del Al. (1940) P.33-34. 32 Buzy, S.Jean Baptiste (1922) P. 84-96; Susarelli, De Praevia Sanctificatione, Praecursoris: Stud. B. Franc. Lib. Annuus (1952-1953) 37-110. 33 Prat,Jesus-Christ (1947) I P.66. 34 Nestlé, Iv. T. Graece Et Latine, Ap. Crít. A Luc 1:46. 35 Joüon, évangüe. (1930) P.289. 36 Zorell, Lexicón. Col. 1300-1302. 36 Graechter, Mana En El Evang., Vers. Del Al. 1959) P.238. 37 Blass-Debrünner, Grammatik des neotest. griechisch. (1931) § 333. 38 Libro de Henoc, Parábolas, XLVI 5. 39 Sal. de Salom. XVII 8. 40 Joüon, Uévangile. (1930) h.l. 41 Lagrange, évang. s. st. Lúe (1927) p.51. 42 R. Sciammannini, // cántico della Visitazione: CiVit (1958) 265-273; Μ . Βα lagué , El Magníficat: Cult. Bíbl. (1957) 158-164; J. T. Forestell, OT Background of the Magníficat; Marian Studies (N. Y 1961) 205-244; S. Garofalo, The Magníficat (Dayton, Ohío 1963); K. Sullivan, His Lowly Maid (Luc 1:46-55; Worship 1962) 374-379. 42 Strack-B., Kommentar. II p.107. 43 Bonsirven, Textes. n. 1342.2213.694. 44 Libro de los Jubileos ll,14ss. 45 Josefo, Antiq. XIV 1:3; BI V 12:2; Antiq. XX,9:1; cf. Tob 1:1.9. ). 46 Strack-B., Kommentar. II p.HOss. 47 Bonsirven, Salutem ex irúmicis nostris: Verb. Dom. (1921)114ss; J. Gnilka, DerHymnus des Zachanas.: Biblische Zeitschr. (Paderborn 1962) 275-238. 48 Geyser, The youth of John Baptiste: Nov. Test. (1956) p.70-75.

Fuente: Biblia Comentada

El Evangelio según Lucas

Título

Como con los otros tres Evangelios, el título se deriva del nombre del autor. De acuerdo con la tradición, Lucas era un gentil. El apóstol Pablo parece confirmar esto, distinguiendo a Lucas de los que eran «de la circuncisión» (Col 4:11; Col 4:14). Esto haría que Lucas fuera el único gentil que escribiera algún libro de las Escrituras. Él es responsable de escribir una porción significativa del NT, habiendo escrito tanto este Evangelio como el libro de Hechos. (Vea Autor y fecha).

Se conoce muy poco acerca de Lucas. Él casi nunca incluyó detalles personales acerca de sí mismo, y nada definitivo se conoce acerca de su vida. Tanto Eusebio como Jerónimo lo identificaron como un oriundo de Antioquía (lo cual podría explicar la razón por la que tanto del libro de los Hechos se centra en Antioquía, cp. Hch 11:19-27; Hch 13:1-3; Hch 14:26; Hch 15:22-23; Hch 15:30-35; Hch 18:22-23). Lucas fue un compañero frecuente del apóstol Pablo, por lo menos desde el momento de la visión macedónica de Pablo (Hch 16:9-10) hasta el momento del martirio de Pablo (2Ti 4:11).

El apóstol Pablo se refirió a Lucas como a un médico (Col 4:14). El interés de Lucas en fenómenos médicos es evidente por el gran énfasis que le dio al ministerio de sanidad de Jesús (p. ej. Luc 4:38-40; Luc 5:15-25; Luc 6:17-19; Luc 7:11-15; Luc 8:43-47; Luc 8:49-56; Luc 9:2; Luc 9:6; Luc 9:11; Luc 13:11-13; Luc 14:2-4; Luc 17:12-14; Luc 22:50-51). En la época de Lucas, los médicos no tenían un vocabulario específico de terminología técnica; por esta razón cuando Lucas considera las sanidades y otros asuntos médicos, su lenguaje no es muy diferente del de los otros escritores de los Evangelios.

Autor y fecha

El Evangelio de Lucas y el libro de Hechos claramente fueron escritos por el mismo individuo (cp. Luc 1:1-4; Hch 1:1). Aunque él nunca se identificó a sí mismo por nombre, es claro a partir de su uso de los verbos en primera persona plural («nosotros») en muchas de las secciones de Hechos que él fue un compañero cercano del apóstol Pablo (Hch 16:10-17; Hch 20:5-15; Hch 21:1-18; Hch 27:1-44; Hch 28:1-16). Lucas es la única persona entre los colegas que Pablo menciona en sus propias epístolas (Col 4:14; 2Ti 4:11; Flm 1:24), quien encaja con el perfil del autor de estos libros. Esto está de acuerdo de manera perfecta con la tradición más antigua de la iglesia la cual de manera unánime atribuyó este Evangelio a Lucas.

Lucas y Hechos parecen haber sido escritos alrededor del mismo tiempo. Lucas primero, después Hechos. Combinados, constituyen una obra de dos tomos dirigida a «Teófilo» (Luc 1:3; Hch 1:1; vea Contexto histórico) dando una historia general del establecimiento del cristianismo, desde el nacimiento de Cristo hasta el encarcelamiento de Pablo bajo arresto en una casa en Roma (Hch 28:30-31).

El libro de Hechos termina con Pablo aún en Roma, lo cual lleva a la conclusión de que Lucas escribió estos libros desde Roma durante el encarcelamiento de Pablo allí (alrededor del 60-62 d.C.). Lucas registra la profecía de Jesús de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. (Luc 19:42-44; Luc 21:20-24) pero no hace mención del cumplimiento de esta profecía, sea aquí o en Hechos. Lucas se enfocó en registrar tales cumplimientos proféticos (cp. Hch 11:28), por esta razón es extremadamente improbable que él escribiera estos libros después de la invasión romana de Jerusalén. Hechos tampoco incluye mención alguna de la gran persecución que comenzó bajo Nerón en el 64 d.C. Además, muchos eruditos establecen la fecha del martirio de Jacobo en el 62 d.C. y si eso fue antes de que Lucas terminara su historia, él ciertamente lo habría mencionado. Entonces, la fecha más probable para este Evangelio es el 60 o 61 d.C.

Contexto histórico

Lucas dedicó sus obras al «excelentísimo Teófilo» (lit. «amante de Dios», Luc 1:3; cp. Hch 1:1). Esta designación, la cual puede ser un apodo o un pseudónimo, es acompañada por una expresión formal («excelentísimo»). Posiblemente quiere decir que «Teófilo» fue un dignatario romano bien conocido, quizás uno de aquellos que se había vuelto a Cristo en la «casa de César» (Flp 4:22).

No obstante, es casi seguro que Lucas tenía en mente a una audiencia mucho más grande para su obra que este hombre. Las dedicaciones al principio de Lucas y Hechos son como la dedicación formal en un libro moderno. No son como la expresión o manera de expresarse de una epístola.

Lucas expresó de manera clara que su conocimiento de los acontecimientos registrados en su Evangelio vinieron de los informes de aquellos que fueron testigos oculares (Luc 1:1-2), implicando fuertemente que él mismo no fue un testigo ocular. Es claro a partir de su prólogo que su intención era dar un relato ordenado de los acontecimientos de la vida de Jesús, pero esto no quiere decir que siempre siguió un orden estrictamente cronológico en toda situación (p. ej., vea la nota sobre Luc 3:20).

Al reconocer que él había recolectado su relato de varias fuentes a las que tuvo acceso (vea la nota sobre Luc 1:1), Lucas no estaba diciendo que no había sido inspirado para su obra. El proceso de inspiración nunca hace a un lado o elimina las personalidades, vocabularios y estilos de los autores humanos de las Escrituras. Los rasgos característicos de los autores humanos siempre están marcados de forma indeleble, en todos los libros de las Escrituras. La investigación de Lucas no es excepción a esta regla. La investigación misma fue dirigida por la divina providencia. Y en su escritura, Lucas fue movido por el Espíritu de Dios (2Pe 1:21). Por lo tanto, su relato es infaliblemente verdadero (vea la nota sobre el Luc 1:3).

Temas históricos y teológicos

El estilo de Lucas es el de un autor académicamente preparado y culto (vea la nota sobre el Luc 1:1-4). Él escribió como un historiador meticuloso, con frecuencia dando detalles que ayudaron a identificar el contexto histórico de los acontecimientos que él describió (Luc 1:5; Luc 2:1-2; Luc 3:1-2; Luc 13:1-4).

Su relato de la natividad es el más completo en todos los registros de los Evangelios y como el resto de la obra de Lucas, más pulido en su estilo literario. Él incluyó en la narrativa del nacimiento una serie de salmos de alabanza Luc 1:46-55; Luc 1:68-79; Luc 2:14; Luc 2:29-32; Luc 2:34-35). Solo él reportó las circunstancias no comunes que rodearon el nacimiento de Juan el Bautista, el anuncio a María, el pesebre, los pastores, Simeón y Ana (Luc 2:25-38).

Un tema que se percibe por todo el Evangelio de Lucas es la compasión de Jesús por los gentiles, samaritanos, mujeres, niños, recaudadores de impuestos, pecadores y otros que con frecuencia eran considerados como desechados por la sociedad de Israel. Cada vez que menciona a un recaudador de impuestos (Luc 3:12; Luc 5:27; Luc 7:29; Luc 15:1; Luc 18:10-13; Luc 19:2) es en un sentido positivo. Sin embargo, Lucas no ignoró la salvación de aquellos que eran ricos y respetables, p. ej. Luc 23:50-53. Desde el principio del ministerio público de Jesús (Luc 4:18) hasta las palabras finales del Señor en la cruz (Luc 23:40-43), Lucas enfatizó este tema del ministerio de Cristo a los rechazados de la sociedad. Una y otra vez él mostró como el gran Médico ministró a los que estaban más conscientes de su necesidad (cp. Luc 5:31-32; Luc 15:4-7; Luc 15:31-32; Luc 19:10).

El gran reconocimiento que Lucas le da a las mujeres es particularmente significativo. Desde el relato de la natividad, donde a María, Elizabet y Ana se les da preeminencia (caps. Luc 1:1-80; Luc 2:1-52), a los acontecimientos de la mañana de resurrección, donde las mujeres una vez más son los personajes principales (Luc 24:1; Luc 24:10), Lucas enfatizó el papel central de las mujeres en la vida y ministerio de nuestro Señor (p. ej. Luc 7:12-15; Luc 7:37-50; Luc 8:2-3; Luc 8:43-48; Luc 10:38-42; Luc 13:11-13; Luc 21:2-4; Luc 23:27-29; Luc 23:49; Luc 23:55-56).

Otros varios temas que se repiten forman hilos a lo largo del Evangelio de Lucas. Ejemplos de estos son el temor humano en la presencia de Dios (vea la nota sobre el Luc 1:12); perdón (Luc 3:3; Luc 5:20-25; Luc 6:37; Luc 7:41-50; Luc 11:4; Luc 12:10; Luc 17:3-4; Luc 23:34; Luc 24:47); gozo (vea la nota sobre el Luc 1:14); asombro ante los misterios de verdad divina (vea la nota sobre el Luc 2:18); el papel del Espíritu Santo (Luc 1:15; Luc 1:35; Luc 1:41; Luc 1:67; Luc 2:25-27; Luc 3:16; Luc 3:22; Luc 4:1; Luc 4:14; Luc 4:18; Luc 10:21; Luc 11:13; Luc 12:10; Luc 12:12); el templo en Jerusalén (Luc 1:9-22; Luc 2:27-38; Luc 2:46-49; Luc 4:9-13; Luc 18:10-14; Luc 19:45-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-6; Luc 21:37-38; Luc 24:53); y las oraciones de Jesús (vea la nota sobre el Luc 6:12).

Comenzando con el Luc 9:51, Lucas usó diez capítulos de su narración para dar un diario del viaje final de Jesús a Jerusalén. Gran parte del material en esta sección solo lo encontramos en Lucas. Este es el corazón del Evangelio de Lucas, y muestra un tema que Lucas enfatizó a lo largo de su narración: La progresión inevitable de Jesús hacia la cruz. Este fue el propósito mismo para el cual Cristo había venido a la Tierra (cp. Luc 9:22-23; Luc 17:25; Luc 18:31-33; Luc 24:25-26; Luc 24:46) y Él no iba a ser detenido. La salvación de los pecadores fue su entera misión (Luc 19:10).

Retos de interpretación

Al igual que Marcos, y en contraste a Mateo, Lucas parece enfocarse en una audiencia gentil (para una consideración del problema sinóptico, vea Introducción a Marcos: Retos de interpretación). Él identificó lugares que habrían sido conocidos para todos los judíos (p. ej. Luc 4:31; Luc 23:51; Luc 24:13), dando a entender que su audiencia iba más allá de aquellos que ya tenían conocimiento de la geografía de Palestina. Él normalmente prefirió usar terminología griega en lugar de hebraísmos (p. ej. «Calvario» en lugar de «Gólgota» en el Luc 23:33). Los otros Evangelios usan términos semíticos ocasionales tales como «Abba» (Mar 14:36), «rabí» (Mat 23:7-8; Jua 1:38; Jua 1:49) y «hosanna» (Mat 21:9; Mar 11:9-10; Jua 12:13), pero Lucas los omitió o usó equivalentes griegos.

Lucas citó el AT menos que Mateo y cuando cita pasajes del AT, casi siempre emplea la LXX, una traducción griega de las Escrituras hebreas. Además, la mayoría de las citas del Lucas del AT son referencias en lugar de ser citas directas, y muchas de ellas aparecen en las palabras de Jesús en lugar de la narración de Lucas (Luc 2:23-24; Luc 3:4-6; Luc 4:4; Luc 4:8; Luc 4:10-12; Luc 4:18-19; Luc 7:27; Luc 7:10; Luc 7:27; Luc 18:20; Luc 19:46; Luc 20:17-18; Luc 20:37; Luc 20:42-43; Luc 22:37).

Lucas, más que cualquier otro escritor de los Evangelios, subrayó el espectro universal de la invitación del evangelio. Él retrató a Jesús como el Hijo del Hombre, rechazado por Israel y después ofrecido al mundo. Como se indicó arriba (vea Temas históricos y teológicos), Lucas repetidamente relató narraciones de gentiles, samaritanos y otros rechazados que encontraron gracia ante los ojos de Jesús. Este énfasis es precisamente lo que esperaríamos de un compañero cercano del «apóstol a los gentiles» (Rom 11:13).

Sin embargo, algunos críticos han dicho ver un gran vacío entre la teología de Lucas y la de Pablo. Es verdad que el Evangelio de Lucas está prácticamente carente de terminología que es claramente paulina. Lucas escribió con su propio estilo. Sin embargo, la teología que se encuentra implícita en lo que escribe está en perfecta armonía con la del apóstol. La médula de la doctrina de Pablo era la justificación por la fe (vea la nota sobre Rom 3:24). Lucas también enfatizó e ilustró la justificación por la fe en muchos de los incidentes y parábolas que él relató, principalmente el relato del fariseo y el publicano (Luc 18:9-14); la conocida historia del hijo pródigo (Luc 15:11-32); el incidente en casa de Simón (Luc 7:36-50); y la salvación de Zaqueo (Luc 19:1-10).

Bosquejo

I) El preludio al ministerio de Cristo (Luc 1:1-80; Luc 2:1-52; Luc 3:1-38; Luc 4:1-13)

A) Preámbulo (Luc 1:1-4)

B) El nacimiento de Jesús (Luc 1:5-80; Luc 2:1-38)

1. El anuncio a Zacarías (Luc 1:5-25)

2. El anuncio a María Luc 1:26-38)

3. La visitación Luc 1:39-45)

4. El Magnificat (Luc 1:46-56)

5. El nacimiento del precursor (Luc 1:57-80)

6. La natividad (Luc 2:1-38)

C) La niñez de Jesús (Luc 2:39-52)

1. En Nazaret (Luc 2:39-40)

2. En el templo (Luc 2:41-50)

3. Con su familia Luc 2:51-52)

D) El bautismo de Jesús (Luc 3:1-38; Luc 4:1-13)

1. La predicación de Juan el Bautista (Luc 3:1-20)

2. El testimonio del cielo Luc 3:21-22)

3. La genealogía del Hijo del Hombre (Luc 3:23-38)

4. La tentación del Hijo de Dios (Luc 4:1-13)

II) II. El ministerio en Galilea (Luc 4:14-44; Luc 5:1-39; Luc 6:1-49; Luc 7:1-50; Luc 8:1-56; Luc 9:1-50)

A) El comienzo de su ministerio (Luc 4:14-44)

1. Nazaret Luc 4:14-30)

2. Capernaum (Luc 4:31-42)

a. Un demonio echado fuera (Luc 4:31-37)

b. Multitudes sanadas (Luc 4:38-42)

3. Las ciudades de Galilea (Luc 4:43-44)

B) El llamamiento de sus discípulos (Luc 5:1-39; Luc 6:1-16)

1. Cuatro pescadores (Luc 5:1-26)

a. A pescar hombres (Luc 5:1-11)

b. A sanar enfermedades Luc 5:12-16)

c. A perdonar pecados (Luc 5:17-26)

2. Leví (Luc 5:27-39; Luc 6:1-11)

a. El evangelio: No para los justos, sino para pecadores (Luc 5:27-32)

b. Los odres: No viejos, sino nuevos (Luc 5:33-39)

c. El día de reposo: No para esclavitud, sino para hacer el bien (Luc 6:1-11)

3. Los doce (Luc 6:12-16)

C) La continuación de su obra (Luc 6:17-49; Luc 7:1-50; Luc 8:1-56; Luc 9:1-50)

1. Al predicar en el lugar llano (Luc 6:17-49)

a. Bienaventuranzas (Luc 6:17-23)

b. Ayes (Luc 6:24-26)

c. Mandamientos (Luc 6:27-49)

2. Al ministrar en las ciudades (Luc 7:1-50; Luc 8:1-25)

a. Él sana al siervo de un centurión (Luc 7:1-10)

b. Él resucita al hijo de una viuda (Luc 7:11-17)

c. Él alienta a los discípulos de Juan el Bautista (Luc 7:18-35)

d. Él perdona a una mujer pecadora (Luc 7:36-50)

e. Él congrega a discípulos amorosos (Luc 8:1-3)

f. Él enseña a las multitudes con parábolas (Luc 8:4-21)

g. Él calma los vientos y las olas (Luc 8:22-25)

3. Al viajar por Galilea (Luc 8:26-56; Luc 9:1-50)

a. Él libera a un endemoniado Luc 8:26-39)

b. Él sana a una mujer (Luc 8:40-48)

c. Él resucita a una niña (Luc 8:49-56)

d. Él envía a los doce (Luc 9:1-6)

e. Él confunde a Herodes (Luc 9:7-9)

f. Él alimenta a la multitud (Luc 9:10-17)

g. Él predice su crucifixión (Luc 9:18-26)

h. Él revela su gloria (Luc 9:27-36)

i. Él echa fuera un espíritu inmundo (Luc 9:37-42)

j. Él instruye a sus discípulos Luc 9:43-50)

III) III. El viaje a Jerusalén (Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-27)

A) Samaria (Luc 9:51-62; Luc 10:1-37)

1. Una villa lo rechaza (Luc 9:51-56)

2. Él rechaza a los tibios Luc 9:57-62)

3. Él envía a los setenta (Luc 10:1-24)

4. Él presenta la parábola del buen samaritano (Luc 10:25-37)

B) Betania y Judea (Luc 10:38-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35)

1. María y Marta (Luc 10:38-42)

2. La oración del Señor (Luc 11:1-4)

3. La importancia de la importunidad (Luc 11:5-13)

4. La imposibilidad de la neutralidad (Luc 11:14-36)

5. Ayes sobre los fariseos e intérpretes de la ley Luc 11:37-54)

6. Lecciones a lo largo del camino (Luc 12:1-59)

a. En contra de la hipocresía (Luc 12:1-12)

b. En contra del materialismo mundano (Luc 12:13-21)

c. En contra de la preocupación (Luc 12:22-34)

d. En contra de la infidelidad (Luc 12:35-48)

e. En contra del amor a la comodidad (Luc 12:49-53)

f. En contra de la falta de preparación (Luc 12:54-56)

g. En contra de la división (Luc 12:57-59)

7. Preguntas respondidas (Luc 13:1-30)

a. Acerca de la justicia de Dios (Luc 13:1-9)

b. Acerca del día de reposo (Luc 13:10-17)

c. Acerca del reino (Luc 13:18-21)

d. Acerca de los pocos que serán salvos (Luc 13:22-30)

8. El lamento de Cristo (Luc 13:31-35)

C) Perea (Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-27)

1. Invitado de un fariseo (Luc 14:1-24)

a. Él los prueba acerca del día de reposo (Luc 14:1-6)

b. Él les enseña acerca de la humildad (Luc 14:7-14)

c. Él les habla acerca del banquete celestial (Luc 14:15-24)

2. Maestro de multitudes (Luc 14:25-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-34)

a. El costo del discipulado (Luc 14:25-35)

b. La parábola de la oveja perdida (Luc 15:1-7)

c. La parábola de la moneda perdida (Luc 15:8-10)

d. La parábola del hijo pródigo (Luc 15:11-32)

e. La parábola del mayordomo injusto (Luc 16:1-18)

f. El hombre rico y Lázaro (Luc 16:19-31)

g. Una lección acerca del perdón (Luc 17:1-4)

h. Una lección acerca de la fidelidad (Luc 17:5-10)

i. Una lección acerca de la gratitud (Luc 17:11-19)

j. Una lección acerca de la preparación (Luc 17:20-37)

k. La parábola de la viuda persistente (Luc 18:1-8)

l. La parábola del fariseo y el publicano (Luc 18:9-14)

m. Una lección acerca de ser semejante a un niño (Luc 18:15-17)

n. Una lección acerca del compromiso (Luc 18:18-30)

o. Una lección acerca del plan de redención (Luc 18:31-34)

3. Amigo de pecadores (Luc 18:35-43; Luc 19:1-10)

a. Él abre los ojos del ciego (Luc 18:35-43)

b. Él busca y salva a los perdidos (Luc 19:1-10)

4. Juez de toda la tierra Luc 19:11-27)

a. El fin de un largo viaje (Luc 19:11)

b. La parábola de las minas (Luc 19:12-27)

IV) IV. La Semana de la Pasión (Luc 19:28-48; Luc 20:1-47; Luc 21:1-38; Luc 22:1-71; Luc 23:1-56)

A) Domingo (Luc 19:28-44)

1. La entrada triunfal Luc 19:28-40)

2. Cristo llora por la ciudad (Luc 19:41-44)

B) Lunes (Luc 19:45-48)

1. Él limpia el templo (Luc 19:45-46)

2. Él enseña a las multitudes en la Pascua (Luc 19:47-48)

C) Martes (Luc 20:1-47; Luc 21:1-38)

1. Él contiende con los gobernantes judíos (Luc 20:1-8)

2. Él enseña a las multitudes en la Pascua (Luc 20:9-47; Luc 21:1-38)

a. La parábola de los labradores malvados (Luc 20:9-19)

b. Una respuesta a los fariseos acerca de pagar impuestos (Luc 20:20-26)

c. Una respuesta a los saduceos acerca de la resurrección (Luc 20:27-40)

d. Una pregunta para los escribas acerca de la profecía mesiánica (Luc 20:41-47)

e. La lección de las blancas de la viuda (Luc 21:1-4)

f. Una profecía acerca de la destrucción de Jerusalén (Luc 21:5-24)

g. Algunas señales de los tiempos (Luc 21:25-38)

D) Miércoles Luc 22:1-6)

1. La conspiración en contra de Jesús (Luc 22:1-2)

2. Judas se une a la conspiración (Luc 22:3-6)

E) Jueves (Luc 22:7-53)

1. Preparación para la Pascua (Luc 22:7-13)

2. La Cena del Señor (Luc 22:14-38)

a. El nuevo pacto instituido (Luc 22:14-22)

b. Disputas entre los discípulos (Luc 22:23-30)

c. La negación de Pedro predicha (Luc 22:31-34)

d. La provisión de Dios prometida (Luc 22:35-38)

3. La agonía en el huerto (Luc 22:39-46)

4. El arresto de Jesús (Luc 22:47-53)

F) Viernes (Luc 22:54-71; Luc 23:1-55)

1. La negación de Pedro (Luc 22:54-62)

2. Jesús es objeto de burla y es golpeado (Luc 22:63-65)

3. El juicio ante el sanedrín (Luc 22:66-71)

4. El juicio ante Pilato (Luc 23:1-25)

a. La acusación (Luc 23:1-5)

b. La audiencia frente a Herodes (Luc 23:6-12)

c. El veredicto de Pilato (Luc 23:13-15)

5. La crucifixión (Luc 23:26-49)

6. La sepultura (Luc 23:50-55)

G) El día de reposo (Luc 23:56)

H) V. La consumación del ministerio de Cristo (Luc 24:1-53)

1. La resurrección (Luc 24:1-12)

2. El camino a Emaús (Luc 24:13-45)

3. La ascensión (Luc 24:46-53)

ANEXOS

Mujeres del Nuevo Testamento
María, la madre virgen de Jesús, tiene un lugar de honor entre las mujeres del Nuevo Testamento. Ella es un verdadero ejemplo de fe, humildad y servicio (Luc 1:26-56). Otras mujeres notables del Nuevo Testamento incluyen a las siguientes:

Nombre Descripción Referencia bíblica
Ana Reconoció a Jesús como el Mesías esperado por mucho tiempo Luc 2:36-38
Berenice Hermana de Agripa ante quien Pablo llevó a cabo su defensa Hch 25:13
Candace Una reina de Etiopía Hch 8:27
Claudia Cristiana en Roma 2Ti 4:21
Cloé Una mujer que sabía acerca de las divisiones en la iglesia de Corinto 1Co 1:11
Dámaris Mujer de Atenas convertida durante el ministerio de Pablo Hch 17:34
Dorcas (Tabita) Cristiana en Jope quien fue resucitada de los muertos por Pedro Hch 9:36-41
Drusila Esposa de Félix, gobernador de Judea Hch 24:24
Elisabet Madre de Juan el Bautista Luc 1:5; Luc 1:13
Eunice Madre de Timoteo 2Ti 1:5
Febe Una sierva, quizás una diaconisa, en la iglesia de Cencrea Rom 16:1-2
Herodías Reina que demandó la ejecución de Juan el Bautista Mat 14:3-10
Juana Proveyó para las necesidades materiales de Jesús Luc 8:3
Lidia Convertida bajo el ministerio de Pablo en Filipos Hch 16:14
Loida Abuela de Timoteo 2Ti 1:5
María Magdalena Mujer de quien Jesús echó fuera demonios Mat 27:56-61; Mar 16:9
Marta y María Hermanas de Lázaro; amigas de Jesús Luc 10:38-42
Priscila Mujer de Aquila; trabajó con Pablo en Corinto y Éfeso Hch 18:2; Hch 18:18-19
Safira Retuvo bienes de la comunidad cristiana primitiva Hch 5:1
Salomé Madre de los discípulos de Jesús, Jacobo y Juan Mat 20:20-24
Susana Proveyó para las necesidades materiales de Jesús Luc 8:3

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

muchos. Aunque Lucas escribió la revelación divina directa inspirado por el Espíritu Santo, él reconoció las obras de otros (vea la nota sobre el v.Luc 1:2) que habían puesto por escrito ciertos acontecimientos de la vida de Cristo. Todas esas fuentes se habían perdido mucho tiempo atrás, a excepción de los Evangelios inspirados. Puesto que lo más probable es que Mateo y Marcos hayan sido escritos antes que Lucas, se ha sugerido que uno de ellos o ambos se cuenten entre las fuentes usadas por Lucas en su investigación rigurosa. También se sabe que conocía en persona a muchos testigos oculares de ciertos sucesos en la vida de Cristo. Además, es posible que algunas de sus fuentes fueran testimonios e informes orales. Casi el sesenta por ciento del material contenido en Marcos aparece en Lucas, y es evidente que Lucas sigue de cerca el orden de acontecimientos propio de Marcos (vea la Introducción a Marcos: Retos de interpretación, el problema sinóptico). poner en orden. Lucas se propuso narrar con autoridad el ministerio de Cristo en orden lógico y fáctico, aunque no siempre en orden cronológico estricto (v. Luc 1:3). las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas. Esto es, las promesas mesiánicas del AT que se cumplieron en Cristo. entre nosotros. Esto es: en nuestra generación. Esta frase no significa que Lucas haya sido testigo presencial de la vida de Cristo (vea la nota sobre el v.Luc 1:2).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Estos cuatro versículos constituyen una sola frase, escrita en el estilo de un clásico de la literatura griega. Era común que las obras griegas de historia comenzaran con un prólogo así. No obstante, tras esta introducción formal Lucas pasó a un estilo narrativo más sencillo, tal vez para seguir el patrón familiar de la Septuaginta.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, — Lucas empieza su relato explicando a Teófilo (y subsecuentemente a nosotros) la razón por la cual escribió este libro. Se puede agregar que él escribió el libro de Hechos de los Apóstoles con motivo semejante con respecto a la continuación de la obra de Cristo (Hch 1:1).
— La palabra “muchos” no se refiere al apóstol Juan porque él todavía no había escrito su relato. Tampoco se refiere a Mateo y Marcos (no diría “muchos” si hubiera hablado de ellos dos). Varias personas habían aprendido mucho acerca de Jesucristo. Habían oído a los que hablaban de El; por ejemplo, a los apóstoles, a los setenta, a otros hermanos inspirados y no inspirados. Tenían conocimiento de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, de sus buenas obras, de sus milagros (señales) y de sus enseñanzas. No sabemos ni cuántos ni quiénes hubieran escrito tales relatos, pero era razonable esperar que “muchos” lo harían.
— han tratado de poner en orden la historia – El elaborar un registro correcto y completo acerca de Jesucristo (desde su nacimiento hasta su ascensión) hubiera sido gran tarea aun en el primer siglo. El éxito de tal esfuerzo no hubiera sido fácil de realizar. Los hombres no inspirados pudieran haber cometido muchos errores, o sus relatos bien pudieran haber sido deficientes. Lucas emplea el mismo verbo en Hch 19:13 cuando dice, “trataron de invocar el nombre del Señor Jesús” y ellos fallaron en su intento. La idea básica del verbo es simplemente la de intentar, procurar o tratar de hacer algo, y no indica necesariamente la falta de éxito. Sin embargo, sin la dirección del Espíritu Santo, tales esfuerzos seguramente habrían tenido imperfecciones.
El evangelio según Lucas sí es libro inspirado. Es “Escritura”, según Pablo (1Ti 5:17 cita Luc 10:7 y le llama “Escritura”).
— historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas – es decir, “sobre las cuales hay plena convicción”; “se han efectuado” (VHA). La versión New American Standard (la que corresponde más o menos a la Biblia de las Américas), “things accomplished among us” (“cosas cumplidas o realizadas entre nosotros”).
Es probable que la traducción más correcta sea “cumplidas” o “realizadas” en lugar de “ciertísimas”, aunque seguramente son cosas ciertísimas y la palabra se puede traducir de las dos maneras. La palabra empleada por Lucas significa “convicción” cuando usada de personas (Rom 4:21; Rom 14:5, Heb 6:11; Heb 10:21) y “cumplido” cuando usada de cosas (2Ti 4:5; 2Ti 4:17), y en este texto Lucas habla de cosas. Podemos afirmar que son “ciertísimas” porque son “cumplidas”.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA INTRODUCCIÓN
DE UN HISTORIADOR

Lucas 1:1-4

Excelentísimo Teófilo:

Aunque han sido muchos los que han acometido la empresa de escribir ordenadamente la historia de los acontecimientos en los que se basa nuestra fe, tal como nos los transmitieron los que fueron testigos presenciales desde el principio y luego se consagraron al ministerio de la proclamación del Evangelio, yo también me he hecho el propósito de investigar cuidadosamente todas las fuentes, y escribir a vuestra excelencia un informe completo y ordenado, para que conozcáis con certeza los Hechos de los que ya tenéis noticia.

La introducción de Lucas es la única entre los cuatro evangelios en la que el autor sale a escena y usa el pronombre personal «yo». Hay que subrayar tres cosas en este pasaje:
(i) Es el mejor griego de todo el Nuevo Testamento. Lucas usa aquí la misma forma de introducción que habían usado todos los grandes historiadores griegos. Herodoto empieza: «Estas son las investigaciones de Herodoto de Halicarnaso.» Un historiador muy posterior, Dionisio de Halicarnaso, nos dice al principio de su Historia: «Antes de empezar a escribir, yo recogí información, en parte, de labios de los hombres más instruidos con los que me pude poner en contacto; y en parte, de las historias que escribieron los Romanos de los que aquellos hablaban con elogio.» Así empieza Lucas su libro, en el griego más sonoro, siguiendo los mejores modelos que podía encontrar.
Es como si Lucas se dijera: » Voy a escribir la historia más importante del mundo, y sólo lo mejor es digno de ella.» Algunos de los manuscritos antiguos son verdaderas obras de arte, escritos con tinta de plata en vitela púrpura; a menudo el copista, cuando llegaba al nombre de Dios o de Jesús, lo escribía en oro. El Dr. Boreham nos cuenta de un viejo obrero, que todos los viernes por la noche apartaba las monedas más nuevas y relucientes de la bolsita de su paga para la colecta del domingo en la iglesia. El historiador, el escriba y el obrero tenían la misma convicción: sólo lo mejor es suficientemente bueno para Jesús. Siempre dedicaban lo mejor que tenían al más elevado fin.
(ii) Es sumamente significativo que a Lucas no le satisfacían las vidas de Cristo de los demás: tenía que tener la suya. La verdadera religión no es nunca de segunda mano, sino un descubrimiento personal. El profesor Arthur Gossip solía decir que los cuatro evangelios son importantes, pero más importante todavía es, para cada creyente, el quinto: el de la experiencia personal. Lucas siguió buscando, porque quena encontrar más plenamente a Jesús por sí mismo.
(iii) No hay pasaje de la Biblia que arroje más luz que éste sobre la doctrina de la inspiración de las Sagradas Escrituras. Ningún creyente negaría que el evangelio de Lucas es un documento inspirado; y sin embargo su autor empieza diciéndonos que es el producto de la más cuidadosa investigación histórica. La inspiración no le llueve del Cielo al que se sienta con los brazos cruzados y la mente en barbecho, y se limita a esperar; sino al que piensa, y busca, e investiga. La verdadera inspiración viene cuando el revelador Espíritu de Dios le sale al encuentro a la buscadora mente del hombre. Dios da su Palabra, pero se la da al que la busca. «Buscad, y hallaréis» (Mt 7:7 ).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 01

INTRODUCCIÓN

1. San Lucas dejó a la humanidad dos libros: el Evangelio y los Hechos de los apóstoles. En la introducción del segundo se dice: «Escribí mi primer relato, oh Teófilo, acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó hasta el día en que fue arrebatado a lo alto, después de dar instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que se había elegido» (Hec 1:1s). Designa el Evangelio y los Hechos con el término logos. Lo que liga a ambos libros es la palabra de Dios. Es también lo que enlaza las dos épocas de que tratan los dos escritos: el tiempo de Jesús y el tiempo subsiguiente de la Iglesia. La obra histórica de Lucas quiere presentar la palabra de Dios que fue proferida por medio de Jesús y que sigue actuando en la predicación misionera cristiana. Esta idea está formulada en cierto modo en las siguientes palabras de los Hechos: «Nosotros, pues, os anunciamos que la promesa hecha a los padres, Dios la ha cumplido en favor de los hijos, que somos nosotros, suscitando a Jesús…» (Hec_1 3:32s).

El Evangelio es punto de partida y base para el acontecer que se desarrolla en los Hechos de los apóstoles. En efecto, la palabra que envió Dios es la acción salvadora de Jesucristo en Judea (Hec 10:36s). La historia de Jesucristo es, por tanto, la palabra de Dios. El hecho de Cristo es una palabra que habla en la predicación apostólica. Lucas presentó en los Hechos de los apóstoles el acontecimiento de Cristo como cumplimiento de la palabra profética que había sido dirigida a los padres, y como punto de partida de la predicación misionera. En Jesucristo está ya delineado todo lo que los Hechos refieren sobre la palabra de Dios. El evangelista diseñó una imagen de Cristo que presenta a Jesús como la palabra de Dios. La clave para la inteligencia del Evangelio nos la ofrecen los Hechos de los apóstoles.

Se describe a Jesús como profeta «poderoso en obras y en palabras». Es más que profeta; es el profeta de los últimos tiempos, el Santo de Dios, el Hijo de Dios. Su palabra es, por tanto, revelación final, palabra decisiva, definitiva. La fuerza de lo alto, el Espíritu Santo, es el que sugiere en los últimos tiempos el lenguaje de salvación que abre las bocas y los corazones de todos (Hec 1:8; Hec 2:4). Con este Espíritu fue ungido Cristo desde el principio, este Espíritu recibieron los apóstoles de Cristo elevado a la diestra del Padre. Gracias a él actúan los testigos con gran fuerza y refuerzan la palabra mediante signos y prodigios que el Señor hace que se produzcan por su mano (Hec 4:33s; Hec 14:8s), así como anteriormente Jesús, ungido por el Espíritu, había tenido poder sobre las enfermedades, los demonios, la muerte y el pecado.

La palabra del Señor se propaga por toda la región (Hec 13:49). Crece (Hec 6:7), «crece y se multiplica» (Hec 19:20) y se muestra poderosa. Los Hechos de los apóstoles no quieren exponer otra cosa que el cumplimiento de la promesa del Resucitado: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que sobre vosotros vendrá; y seréis testigos míos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hec 1:8). El evangelio presenta ya el comienzo de esta expansión, de esta propagación de la palabra de Dios hasta los confines de la tierra. La palabra de Dios vino del cielo a una ciudad de Galilea, a Nazaret, allí comenzó a actuar después del bautismo y llenó toda la región de Palestina. San Lucas no se cansa de repetir cómo la palabra de Dios tiende a propagarse por todas partes. La voz de Jesús pasó de Palestina a las regiones limítrofes de los gentiles; las muchedumbres acuden a Jesús de todas partes.

Lucas presentó a Jesús como caminante. Es un caminante en la historia de la infancia, en su actividad en Galilea, en su gran «viaje», incluso como resucitado (Hec 24:13 ss). Jesús camina de Galilea a Jerusalén, donde es elevado al cielo, para enviar la virtud del Espíritu Santo, que arma a los apóstoles como a testigos itinerantes.

La palabra anunciada por Dios por medio de Jesucristo, es la palabra de los apóstoles. Los servidores de Dios hablan palabra de Dios ( Hec 4:29). Atestiguan lo que han visto y oído (Hec 1:2.22). El Evangelio habla de estos testigos, refiere cómo fueron ganados y elegidos en Galilea y cómo acompañaron a Jesús hasta que fue elevado al cielo. Las secciones en que se habla de la actividad en Galilea se cierran cada vez con otros tantos llamamientos de discípulos (Hec 5:1 ss; Hec 5:27 ss) y con actividades de los mismos (Hec 8:1 ss; Hec 9:1 ss; Hec 9:49 ss). Todos los que han recibido la palabra de Dios se convierten a su vez en apóstoles y heraldos de la palabra. Así, al extenderse la palabra de Dios se multiplica también el número de los discípulos.

Según los Hechos de los apóstoles, la palabra de Dios es palabra de salvación (Hec 13:26) y de vida (Hec 14:3; Hec 20:32). Así es también palabra de «conversión a Dios y de fe en nuestro Señor Jesucristo» ( Hec 20:21) y de perdón de los pecados ( Hec 3:19; Hec 13:38; Hec 26:18). La palabra es llamamiento de Dios, bajo la forma del hecho de Jesús; a este llamamiento se debe responder con fe y conversión. Este llamamiento debe oírlo, percibirlo, creerlo (Hec 4:4) cada uno en particular. Si lo hace, experimentará salvación, consolación, paz. La prehistoria y la cimentación de esta acción de la palabra en la predicación misionera de los Hechos de los apóstoles la ofrece el Evangelio, que nos habla del poder y fuerza salvífica de la palabra de Jesús.

2. Los cristianos de la primera generación estaban convencidos de que a la resurrección de Jesús no tardaría en seguir su segunda venida y la resurrección general de los muertos (Rom 13:11; 1Te 4:15).

Esta esperanza de la próxima venida de Cristo no se realizó. Cuando escribía Lucas su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles había ya hecho estragos la persecución de los cristianos por Nerón, los romanos habían tomado Jerusalén, el templo había sido destruido por las llamas, pero la segunda venida de Cristo no había tenido lugar. Los Hechos de los apóstoles dan que pensar: «No os corresponde a vosotros saber los tiempos o momentos que el Padre ha fijado por su propia autoridad» (Hec 1:7). Entre la ascensión de Jesús y su segunda venida se ha de intercalar un período de tiempo más largo de lo que se había creído en un principio, un período que ha de tener sentido en el transcurso de la historia de la salvación. Los cristianos no pueden sencillamente cruzarse de brazos y estarse mirando al cielo: «Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí parados mirando al cielo? Este mismo Jesús que os ha sido arrebatado al cielo volverá de la misma manera que le habéis visto irse al cielo» (Hec 1:11). Hay que cumplir un gran encargo de Jesús: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que sobre vosotros vendrá, y seréis testigos míos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hec 1:8). La historia de la salvación desde el principio del mundo hasta la segunda venida de Cristo transcurre, según esta concepción de Lucas, en tres épocas. La primera es el tiempo de la promesa, en el que Dios preparó a su pueblo, mediante la ley y los profetas, para la salvación venidera (Hec 16:16). Esta época terminó con Juan el Bautista. La segunda época es el tiempo de la realización, la del cumplimiento, el «año de gracia del Señor» (Hec 4:19), el tiempo de Cristo, que se extiende desde el comienzo de su vida en la tierra hasta el momento de su ascensión al cielo. Puede llamarse también la mitad o punto medio de los tiempos. En este período de tiempo se realizó, por lo menos incipientemente, en un pequeño espacio y por breve tiempo, el comprendido entre los emperadores romanos Augusto y Tiberio, lo que se había predicho en el tiempo de la promesa. Se cumplió con creces lo que Dios había realizado por medio de los profetas. Los demonios son vencidos, la enfermedad y la muerte superadas, se anuncia a los pobres la buena nueva, se perdonan los pecados, está presente el amor de Dios. A este punto medio de los tiempos sigue un tiempo para el que Jesús envió fuerzas e incluso el Espíritu Santo. En este tiempo se extiende la palabra de Dios hasta los confines de la tierra. Es el tiempo de la Iglesia, que fue fundada ya en el segundo período, en la mitad de los tiempos, y que ahora se va desarrollando.

Las tres épocas se hallan en relación mutua. La mitad de los tiempos es realización del tiempo de la espera; por eso se prepara y se interpreta mediante la Sagrada Escritura (Hec 24:44-47). Lucas cita raras veces la Sagrada Escritura, pero en los pasajes del Evangelio que son exclusivos de él es con frecuencia su exposición un tejido en el que están entrelazados numerosos hilos del Antiguo Testamento. Los acontecimientos del tiempo de Jesús se explican a la luz del Antiguo Testamento. De la palabra de Dios reciben el sentido que Dios mismo les había prefijado, se hace visible el plan de Dios que él realiza con la historia de la salvación. Mientras que el tiempo de la espera mira hacia adelante a la mitad de los tiempos, el tiempo de la Iglesia mira a la misma con una mirada retrospectiva. En este tiempo medio está contenido todo aquello de que vive el tiempo de la Iglesia. El Espíritu Santo, que es la fuerza de la Iglesia. era también la fuerza de Jesús, que con él fue ungido, por él oró, enseñó, obró; movido por él, caminó a través del país. La vida de Jesús es para la Iglesia el arquetipo de la vida. Sus sufrimientos son también los de los discípulos, sus experiencias son también las experiencias de la Iglesia. El Evangelio da la clave de la doctrina y de la vida de la Iglesia. Lucas escribe su Evangelio para que Teófilo pueda procurarse certeza histórica acerca de aquello sobre lo que ha sido instruido (1,4). Lo que Jesús vivió y enseñó, hay que realizarlo día tras día (9, 23).

3. Dios es el que actúa a través de todas las épocas de la historia. Lucas quiere narrar las grandes gestas de Dios en la historia, siendo así historiador y narrador. Jesús tiene que llevar a cabo el plan salvador de Dios. Lucas insiste más que los otros evangelistas en esta necesidad. El Resucitado habla así a los discípulos: «¡Oh, torpes y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera esas cosas para entrar en su gloria?» (24,25s). Jesús obra con la autoridad de Dios. Su obra es manifestación de Dios. Esto fluye del coloquio del Hijo con el Padre, que se lo ha dado todo: poder y doctrina. De esta unión con Dios recibe Jesús sabiduría, decisión en la elección de los discípulos, la gloria de la filiación divina en el bautismo, en la transfiguración y en la resurrección.

Dios quiere mostrarse como el que actúa a través de todas las épocas de la historia de la salvación. ésta no viene de los hombres, sino de Dios. «En la tierra paz entre los hombres, objeto del amor de Dios» (2,14). Lo que el hombre aporta, y debe aportar, es su pobreza. El programa de la acción salvífica de Jesús está contenido en el pasaje de la Escritura que se leyó en la sinagoga y del que dijo Jesús que se había cumplido cn aquella hora: «El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para anunciar el Evangelio a los pobres; me envió a proclamar libertad a los cautivos y recuperación de la vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar un año de gracia del Señor» (Isa 61:1s; Isa 58:6). De aquí viene el que el evangelio de Lucas sea el evangelio de los pobres que viven en pobreza social, de los pecadores, de los adeudados, de las mujeres que están humilladas y no gozan de plena consideración social, de los que lloran. Jesús mismo forma parte de los pobres. Viene de Nazaret, nace en un establo, no tiene dónde reclinar la cabeza… El magnificat de la humilde esclava (1.46-55) es indicación del tiempo de la salud que comienza con Jesús. Dios sale por los humildes, los desvalidos y los pobres. El que está pagado de su propio poder cierra su corazón para con Dios, y Dios se cierra al que se le cierra. A través de todas las épocas de la historia de la salvación exige Dios que sean pequeños los que quieren recibir su salud.

El hombre se hace pequeño con la conversión. El tiempo de salvación es tiempo de misericordia con todos. Ahora bien, el presupuesto para recibir la salvación es la conversión: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan» (5.32) «Para que se conviertan» es un añadido de Lucas. El hombre se hace cargo de su situación mediante la palabra de Dios; ésta le informa sobre el juicio venidero y le descubre que es pecador. La preparación para la venida de Jesús, es conversión, arrepentimiento y paciencia.

Si Dios es el que obra en el tiempo de la salud, entonces le corresponde la alabanza. Los relatos de los prodigios realizados por Jesús acaban repetidas veces con la alabanza de Dios. Las alabanzas más extensas de Dios por sus obras salvíficas son el benedictus y el magnificat. Pero también el pueblo que se entera del nacimiento de Jesús (2,20), al igual que Isabel (1,41 ss), alaba a Dios. A las obras de Jesús se responde con alabanzas de Dios (4,15; 13,13; 18,43). Después de la resurrección del hijo de la viuda de Naím, estalla el pueblo en un canto de alabanza que reza así: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo» (7,16; cf. 1,68). Jesús juzga conveniente que los sanados alaben a Dios (17,15.18). Las obras salvíficas de Dios por medio de Jesús apuntan al reconocimiento de Jesús y en definitiva a la alabanza de Dios. «Cuando el centurión vio lo sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: «Realmente, este hombre era un justo»» (23,47). También los Hechos de los apóstoles ponen de relieve la asociación entre obra salvadora de Dios por Cristo, conversión y alabanza: «Si, pues, Dios les otorgó el mismo don que a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder impedírselo a Dios? Al oír esto, se tranquilizaron y glorificaron a Dios, diciendo: Según esto, Dios ha dado también a los gentiles la conversión que conduce a la vida» (Hec 11:17s). En el templo comienza el Evangelio de Lucas, y en el templo termina. La liturgia de la oblación del incienso es la introducción del gran hecho salvador, el culto sinagogal en Nazaret inaugura la actividad pública de Jesús, las asambleas de la Iglesia naciente se efectúan en el templo de Jerusalén. «Y estaban continuamente en el templo, bendiciendo a Dios» (Hec 24:53).

PROPÓSITO DEL EVANGELISTA Lc/01/01-04

San Lucas comienza con un prólogo que se adapta al uso literario de los escritores de su épocas (*). En un período amplio y cuidadosamente elaborado se habla de lo que ha dado pie para escribir la obra, de su contenido, fuentes, método y fin. Con ello se trata de hallar acceso al mundo del helenismo.

1 En vista de que muchos emprendieron el trabajo de componer un relato de los sucesos que se han cumplido entre nosotros, 2 según nos los transmitieron los que fueron testigos oculares y luego servidores de la palabra, 3 también yo, después de haber investigado con exactitud todos esos sucesos desde su origen, me he determinado a escribírtelos ordenadamente, ilustre Teófilo, 4 a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.

El Evangelio de Lucas tiene precedentes y modelos. Ha utilizado el Evangelio de Marcos y tiene afinidad con el evangelio de san Mateo. Muchos emprendieron el trabajo… es sin duda una fórmula exigida por la estructura literaria del prólogo. Quien escribe un Evangelio emprende una gran obra. Lucas sólo se permite afrontar esta empresa porque otros lo han hecho también ya antes que él.

El autor va a escribir sobre sucesos que Dios había preanunciado y que ahora se están cumpliendo entre los cristianos a quienes escribe Lucas. «Dios ha enviado el mensaje a los hijos de Israel y ha anunciado el Evangelio de paz por medio de Jesucristo» (Hec 10:36). Este mensaje, esta palabra que anuncia y aporta salvación, tuvo comienzo con Jesucristo (Heb 2:3), que es el punto medio de la historia y la obra salvífica de Dios. Comenzando por Galilea, se extendió la palabra a toda Judea, es decir, Palestina; después de la ascensión de Jesús al cielo, la anunciaron en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra (Hec 1:8), los apóstoles, con la virtud del Espíritu Santo. Desde entonces no se ha detenido esa palabra, no ha cesado de extenderse anunciando y aportando la salvación que Dios había prometido.

La fuente de la narración de Lucas y de sus predecesores es la tradición de la Iglesia que se remonta a testigos oculares. éstos presenciaron y vivieron los grandes sucesos de la historia de la salvación. Sólo podía ser heraldo del mensaje de Cristo después de su ascensión al cielo quien hubiera sido testigo «todo el tiempo en que anduvo el Señor Jesús entre nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue arrebatado» (Hec 1:21s). Estos testigos de «todas las cosas que hizo Jesús en la región de los judíos y en Jerusalén» ( Hec 10:39) fueron también servidores de la palabra. Dios los autorizó y los equipó para que se pusieran al servicio de la grandeza divina do la palabra. Bajo la palabra proclamada por los testigos y servidores de la palabra se halla la palabra de Jesús, en la que Dios nos habla a nosotros.

San Mateo comienza su Evangelio con estas palabras: «Genealogía de Jesucristo», y Marcos: «Principio del evangelio de Jesucristo». Los autores se mantienen ocultos tras su obra. San Lucas se declara sin reparos: Me he determinado. Su obra deberá figurar en la bibliografía, ha de ocupar un puesto en el mundo de los libros. Además, su autor dio a la tradición un sello más personal que sus predecesores, aun conservando la forma original de la predicación de Jesús. Escribe como helenista culto, como médico y discípulo de Pablo ( Col 4:14). Los evangelistas quieren, con el fervor de su fe, encender también en otros un fervor semejante, pero siempre manteniéndose fieles a lo transmitido por tradición.

Lucas, como investigador de la historia, quiere emprender su obra con exactitud. Sigue los acontecimientos remontándose hasta el principio e investiga todo lo que está garantizado por los testigos oculares. Finalmente trata de narrar seguidamente y por orden todo lo que ha recogido. Ha puesto en todo el mayor empeño. Entre los Evangelios es el de Lucas el que más se acerca por la forma a una exposición histórica de la vida de Jesús. Lucas es el «historiador de Dios». Pero tampoco él quiere limitarse a escribir una historia o una biografía de Jesús, sino que tiene la intención de anunciar una buena nueva que aproveche para la salvación.

La obra está dedicada al ilustre Teófilo. ¿Quién era este Teófilo, este «amado de Dios»? ¿Se llamaba así? ¿Le dio Lucas este nombre porque era realmente «amigo de Dios»? ¿Qué personalidad se oculta bajo este nombre? En todo caso debía de ser un hombre de influencia, un alto funcionario; de lo contrario no se le daría el calificativo de «ilustre» (cf. Hec 23:26). Era un hombre acomodado y de prestigio. Se le dedica el Evangelio para ponerlo bajo su protección, a fin de que alguien corra con los gastos de copiarlo y propagarlo. Como la palabra hecha hombre se hizo dependiente de hombres, así también la palabra de Dios en el libro debe contar con servicios humanos.

La predicación de la fe por la Iglesia había despertado en Teófilo la fe. Lucas quiere, con su Evangelio, dar a esta fe certeza y seguridad histórica. Nuestra fe no se apoya en mitos y en leyendas inventadas, sino en hechos históricos. Lo que se cree y se vive en la Iglesia tiene su ultimo fundamento en Jesucristo, que actuó en este mundo en una hora histórica.

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* Cf. el prólogo del médico Dioscórides (en tiempo de Nerón) a su libro de medicina: «Dado que no sólo muchos antiguos sino también modernos han escrito sobre la preparación y la virtud de los medicamentos…. querido Ario, yo también voy a intentar ..»

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Parte primera

EL COMIENZO DE LA SALVACIÓN 1,5-4,13

El tiempo en que fue preanunciada la salvación llega a su término con Juan Bautista; el tiempo en quo se realiza lo anunciado y prometido comienza con Jesús. Juan es «el mayor entre los nacidos de mujer; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él» (7,28). Jesús está por encima del Bautista.

Tres veces se comienza con Juan y tres veces se continúa con Jesús. Cada comienzo de Juan sirve a Jesús: la anunciación (1,5-56), el nacimiento y la infancia (1,572,52), la actividad pública (3,1-4,13). Los relatos transcurren de manera análoga, pero los informes acerca de Jesús superan a los relatos sobre Juan incluso en su aspecto externo, por lo que se refiere a su extensión. Jesús tiene que crecer, Juan tiene que disminuir (Jua 3:30).

Jesús fue preparado por el Bautista; el Bautista es heredero de grandes personalidades de la historia de Israel, de Sansón, de Samuel, de Elías. Palabras del Antiguo Testamento con que se diseñan estas personalidades sirven también para presentar a Juan y a Jesús. La historia de la salvación no destruye lo que ella misma ha creado, sino que echa mano de ello y lo lleva a la perfección. La luz brilla cada vez con mayor claridad hasta que despunta el día. Dios obra cada vez con mayor poder: «Haré nuevamente con este pueblo extraordinarios prodigios, ante los que fallará la ciencia de los sabios y será confundida la prudencia de los prudentes» (Isa 29:14). Cristo es la realización de la historia de la salud.

I. LA PROMESA (Isa 1:05-56).

El mismo mensajero de Dios, Gabriel, anuncia el nacimiento de Juan (1,5-25) y el de Jesús (1,26-38); ambos se encuentran al encontrarse las madres (1,39-56).

1. ANUNCIACIÓN DEL BAUTISTA (Lc/01/05-25).

a) De un suelo santo (1,5-7).

5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías. Su mujer era de la descendencia de Aarón y se llamaba Isabel. 6 Ambos eran auténticamente religiosos ante Dios, llevando una conducta intachable en conformidad con todos los mandamientos y órdenes del Señor. 7 Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; además, eran ambos de avanzada edad.

Las obras salvíficas de Dios se llevan a cabo en la historia de los hombres. También el libro de Judit comienza en forma análoga a la historia de la infancia de Jesús: «En los días de Arfaxad» (Jdt 1:1). La historia sagrada requiere un estilo bíblico. Los días de Herodes caen en el tiempo que va del 40 al 4 a.C. Mientras que el nacimiento de Juan se asocia al tiempo de Herodes, rey de Judea (Palestina), el nacimiento de Jesús tiene lugar en el tiempo del emperador Augusto, que reinaba sobre «el mundo entero» (Jdt 2:1). Juan está todavía encerrado en la estrechez de Judea, Jesús trae la salvación al mundo entero. La anunciación de Juan está envuelta en claridades de santidad. El Bautista se halla en el umbral del tiempo de la salvación y es el presagio de la santificación venidera. Cuando Dios establezca su reinado en Cristo, santificará su nombre (Jdt 11:2; Eze 20:41). La manifestación de la gloria de Dios es también la manifestaci6n de su santidad.

Los padres de Juan cuentan entre los santos del país. El padre es sacerdote del turno de Abías, y la madre tiene por antepasado al sumo sacerdote Aarón. El matrimonio de ambos respondía a los imperativos sagrados de la ley sacerdotal: el sacerdote tomaba por esposa a la hija de un sacerdote. En Israel se propaga el sacerdocio por generaci6n. Juan es sacerdote, está consagrado al servicio de Dios, es santo. Sin embargo, realizará este servicio de Dios muy diferentemente que su padre…

Zacarías («Dios se acordó») e Isabel («Dios juró») son santos, porque son justos delante de Dios. Observan todos los preceptos de la ley de Dios. La descendencia y vocación sagrada se vive en la obediencia a la voluntad de Dios. La santidad es obediencia a Dios.

Grandes figuras de la historia sagrada habían sido hijos de madres estériles, don y presente de Dios, fruto de la intervención divina en la naturaleza fallida: Isaac (Gen 17:16), el juez Sansón (Jue 13:2), Samuel (lSam 1-2). También Juan había de ser una de estas figuras. La exposición de la anunciación de Juan está inspirada en la historia de la anunciación de estos grandes hombres. Juan fue un hijo otorgado por la gracia de Dios, consagrado a Dios y santificado de manera nueva.

b) Anunciado en una hora sagrada (Jue 1:8-12).

8 Sucedió, pues, que mIentras él estaba de servicio delante de Dios, según el orden de su turno, 9 le tocó en suerte, conforme a la costumbre litúrgica, entrar en el santuario del Señor para ofrecer el incienso, 10 y mientras ofrecía el incienso, todo el concurso del pueblo estaba orando fuera. 10 Entonces se le apareció un ángel del Señor, puesto en pie, a la derecha del altar del incienso. 12 Zacarías, al verlo, se turbó, y lo invadió el miedo.

La historia del precursor de Jesús comienza en el santuario del templo. Sólo los sacerdotes pueden entrar en él, el pueblo ora fuera. El mismo sacerdote puede entrar únicamente cuando le toca en suerte desempeñar el ministerio sagrado cerca de Dios. Dios está cerca de su pueblo en el templo. Sin embargo, sólo está permitido acercarse a Dios al que es llamado por él: por elección y suerte. El Dios santo es el Dios lejano, inaccesible.

La anunciación de Juan tiene lugar mientras se está orando solemnemente. El sacrificio del incienso simboliza la oración que se eleva a Dios. «Séate mi oración como el incienso, y el alzar a ti mis manos, como oblación vespertina» (Sal 141:2). El sacerdote remueve las brasas ardientes del incensario de oro y se postra en adoración. Fuera está orando el pueblo: «Venga el Dios de la misericordia al santuario y acepte con complacencia la oblación de su pueblo». Grandes momentos de la historia de la salvación, también en la vida de Jesús, tienen lugar durante la oración: la manifestación en el bautismo, la transfiguración, la elección de los apóstoles, la aceptación de la pasión en el huerto de los Olivos, la muerte.

Aparece un ángel del Señor. El comienzo de la buena nueva viene del cielo. El ángel se deja ver a la derecha del altar del incienso. El lado derecho presagia salvación (Mat 25:33s). Todo lo que allí sucede fuerza a un silencio sagrado, induce a reflexionar, es antiquísimo lenguaje religioso que indica ya el sentido de lo que se va a realizar. La aparición produce en Zacarías turbación y miedo. Es el sentimiento numinoso ante lo divino. Dios es el Otro, el Inaccesible. «¡Ay de mí, perdido soy!, pues he visto a Dios» (Isa 6:5). El mensajero de Dios está envuelto en el resplandor de la tremenda gloria y santidad de Dios. La anunciación de Juan tiene lugar en el recinto inaccesible del templo, en el orden riguroso del culto divino, atmósfera en que se respira el tremendo poder del Santo, en el mundo del espíritu del Antiguo Testamento.

c) Un niño santo (Isa 1:17).

13 Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías; que tu oración ha sido escuchada tu esposa lsabel te dará un hijo, al que llamarás Juan. 14 Para ti será motivo de gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento.

Cuando una figura o aparición celestial -Dios mismo, un ángel, Cristo- interpela a un hombre, inicia su alocución con las palabras de aliento: ¡No temas! Dios quiere animar a los hombres, no deprimirlos.

En este momento se ven cumplidas las oraciones de Zacarías: su ruego de tener descendencia y su ruego de que se vieran cumplidas las promesas mesiánicas. El tiempo final es el cumplimiento y la consumación de todas las esperanzas y anhelos de la humanidad. Las plegarias de los hombres tienen su última realización en el tiempo final. Dios fija el nombre del niño: con él da su misión y su poder. El nombre que ha de llevar el niño significa: Dios es misericordioso. El tiempo de la visita de Dios por gracia es inminente, y Juan ha de proclamar la proximidad del tiempo de la salvación.

Su nacimiento desencadenará una alegría escatológica y un júbilo de salvación. No sólo los padres se alegrarán, sino también muchos, la gran multitud de las comunidades creyentes. Juan tiene una misión en la historia de la salud. Cierra el tiempo de las promesas y anuncia el nuevo tiempo de la salvación, que aporta júbilo y gozo. La comunidad cristiana primitiva de Jerusalén celebra el culto divino «con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios» (Hec 2:46).

15 Porque será grande a los ojos del Señor, jamás beberá vino ni bebida embriagante y estará lleno de Espíritu Santo desde el seno de su madre.

Será grande a los ojos del Señor. Su posición en la historia de la salvación lo hace descollar por encima de todas las grandes figuras de la historia sagrada. Estas personalidades vivían en la espera del reino de Dios y de la salvación, Juan la toca ya como con las manos y proclama su alborada (cf. Luc 7:28).

En su vida no se quedará Juan atrás con respecto a los grandes del pasado. Los consagrados a Dios no beben bebidas embriagantes: así Sansón (Jue 13:2-5.7), así el profeta Samuel (cf. lSam 1,15s). De los sacerdotes consagrados a Dios se dice: «No beberás vino ni bebida alguna inebriante tú ni tus hijos, cuando hayáis de entrar en el tabernáculo de la reunión, no sea que muráis. Es ley perpetua entre sus descendientes» (Lev 10:9). La vida de Juan está consagrada a Dios, a Dios que viene a su pueblo.

Como Juan estará lleno de Espíritu Santo, será profeta que anuncie la palabra y la voluntad de Dios. Otros se vieron equipados como profetas ya en edad madura, cuando fueron llamados; Juan, en cambio, es profeta ya desde el primer momento de su vida, «desde el seno de su madre». El tiempo de la salvación se anuncia también mediante la plenitud del Espíritu Santo. Desde Sansón, pasando por Samuel y hasta Juan se va avanzando en espiritualización y en profundidad. Sansón no se corta el cabello, Samuel no bebe bebidas inebriantes. Juan guarda sólo lo segundo, pero su vida entera está llena de Espíritu Santo.

16 Hará que muchos hijos de Israel vuelvan al Señor, su Dios; 17 e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer que el corazón de los padres vuelva hacia los hijos, y que los rebeldes vuelvan a la sensatez de los buenos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Dios manifiesta su gracia en Juan. Lo envía como predicador de la conversión del tiempo final. Juan hará que se conviertan, que vuelvan al Señor muchos hijos de Israel, pueblo elegido de Dios, que se habían alejado de su Señor y Dios. El retorno a Dios apartará del pecado, cambiará los sentimientos interiores, ordenará la vida según la voluntad de Dios. Juan será precursor, heraldo del Señor que va a venir. El Antiguo Testamento aguarda la venida de Dios. Ahora se cumple lo que había predicho el profeta Malaquías: «Ved que yo mandaré el profeta Elías antes de que venga el día de Yahveh, grande y terrible» (Mal 3:23). El niño que ha de nacer no es Elías que vuelve a aparecer (cf. Jua 1:21), sino que desempeñará su misión con el espíritu y la eficacia de Elías.

El hijo de Zacarías preparará el camino para la renovación de la alianza. Realizará lo que predijo Malaquías para el fin de los tiempos: «Pues he aquí que voy a enviar mi mensajero, que preparará el camino delante de mí… El convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, no venga yo a dar toda la tierra al anatema» (Mal 3:1.24). Con él serán los hombres reunidos en un pueblo, y este pueblo uno será unido con Dios. Dios manifiesta su gracia en Juan, puesto que mediante él hará que su venida sea tiempo de salvación y no juicio riguroso. Por eso envía a Juan, para que prepare al Señor un pueblo bien dispuesto. La transformación de los israelitas alejados de Dios en auténticos miembros del pueblo, y la de los injustos en justos, es preparación de un pueblo bien dispuesto para el Señor.

d) Fidelidad a la promesa (Mal 1:18-23).

18 Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo ya soy viejo, y mi mujer, de avanzada edad. 19 El ángel le contestó: Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablar contigo y anunciarte esta buena noticia.

Zacarías exige un signo, al igual que los hombres de los antiguos tiempos de Israel. Así Abraham, después de la promesa de que recibirá Canaán como herencia, pregunta: «Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré que he de poseerla?» (Gen 15:7s). Gedeón quiere un signo de que Dios mantendrá su palabra (Jue 6:36 ss), y así también el rey Ezequías cuando le promete Dios que prolongará su vida (2Re 20:8). Los judíos piden señales (1Co 1:22). El hombre teme ser engañado. Dios concede signos, pero quiere que el hombre aguarde el signo que él le dé, y que esté dispuesto a creer aun sin signos. «Bienaventurados los que no vieron y creyeron» (Jua 20:29).

De la veracidad de la promesa es garante el mensajero de la anunciación. Se llama Gabriel, «Dios es poderoso». Puede cumplir lo que promete su palabra. El mensaje proviene de la más intima proximidad de Dios. Gabriel es uno de los siete ángeles que están junto al trono, en presencia de Dios (Tob 12:15; Rev 8:2). Este ángel fue el que en la hora del sacrificio vespertino (Dan 9:21) formuló a Daniel la revelación de las setenta semanas de años, después de que él le había rogado insistentemente (Dan 9:4-19): «Setenta semanas están prefijadas sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa para acabar las transgresiones y dar fin al pecado, para expiar la iniquidad y traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y ungir una santidad santísima» (Dan 9:24). Ahora va a realizarse todo esto. Juan va a introducir el tiempo de la salvación. El poder del pecado se quiebra, se restablece la voluntad de Dios, se cumplen las promesas, se unge un nuevo lugar santísimo, que es Cristo mismo.

20 Pero mira: te vas a quedar mudo y sin poder hablar hasta el día en que se realicen estas cosas, por no haber creído en mis palabras, las cuales se han de cumplir a su tiempo.

En la repentina pérdida de la palabra y del oído (Dan 1:62s) se hace tangible la intervención divina. Con la falta de fe y la exigencia de un signo, que provoca a Dios, el anuncio de la salvación se convierte en castigo. Con tal exigencia de signos tropieza la oferta salvífica de Dios a su pueblo por medio de Jesús y se convierte en juicio ( Dan 11:29s). Todas las personas que en la historia de la infancia aceptaron con fe el mensaje de salvación, saltan de gozo y se convierten en mensajeros del gozo de este mensaje. La duda con que se exigen signos mata la alegría y cierra la boca del júbilo y del apostolado.

El signo de castigo se da por terminado cuando se realiza la promesa. La duda de Zacarías y la exigencia de signos por los judíos faltos de fe no pueden impedir la venida de la salvación. Cuando nace Juan se extingue la culpa de Zacarías. Cuando vuelva a venir Cristo al final de los tiempos, también Israel, en su calidad de pueblo de Dios, logrará la salvación y hablará alabando a Dios, después de haber callado como mudo a lo largo del tiempo de la Iglesia (Rom 11:25s).

21 Entre tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que se entretuviera tanto dentro del santuario. 22 Cuando, por fin, salió, no podía hablarles, y entonces comprendieron que había tenido en el santuario alguna visión; él intentaba explicarse por señas, pues seguía mudo.

El Señor había ordenado a Moisés: «Habla a Aarón y a sus hijos, diciendo: De este modo habréis de bendecir a los hijos de Israel; diréis: Que Yahveh te bendiga y te guarde. Que haga resplandecer su faz sobre ti y te otorgue su gracia. Que vuelva a ti su rostro y te dé la paz» (Num 6:23-26). La bendición es respuesta de Dios a la oración. El pueblo había orado y aguarda la bendición. Ya no se le bendice. Se alumbra una nueva fuente de bendición: la salud mesiánica lleva en sí toda bendición (Efe 1:3s). Dios mismo bendice a su pueblo otorgándole el tiempo de salud.

Los sacerdotes tenían la costumbre de no prolongar las acciones sagradas a fin de que el pueblo no se inquietase. La proximidad de Dios se les antojaba peligrosa a los hombres del Antiguo Testamento. De la mudez del sacerdote se concluye que ha habido alguna aparición de Dios. La manifestación de Dios es salvación y ruina. Para los que dudan es ruina, para los que creen es salvación. Ahora bien, la manifestación neotestamentaria comienza con Juan: «Dios es misericordioso.» El pueblo nota en Zacarías que Dios le ha hablado. No puede captar el sentido de la revelación, pues Zacarías no podía hablar. Los acontecimientos salvíficos tienen necesidad de una palabra que los esclarezca y los interprete. Dios otorga la salvación y la palabra interpretativa: mediante el nacimiento de Jesús, mediante su muerte, mediante sus sacramentos…

23 Y cuando terminaron los días de su servicio litúrgico, se retiró a su casa.

No todos los sacerdotes tenían su domicilio en Jerusalén; muchos vivían en las ciudades de Palestina. Había pasado ya la semana del servicio litúrgico. Zacarías se marchó de la ciudad santa. Llevaba consigo un gran secreto, la realización de su anhelo, el signo de que no se había engañado y de que Dios mantendría su palabra. Aunque castigado por Dios, volvió a casa con confianza: Dios es misericordioso.

La anunciación tuvo lugar durante la liturgia del templo. Dios dio respuesta a las súplicas de aquel templo, de sus sacerdotes y de su pueblo. Todavía un poco de tiempo, y el templo experimentará su máximo esplendor. Dios mismo vendrá y lo llenará con su gloria. ¿Anunciarán al pueblo este gozo los sacerdotes del templo? ¿O se quedarán mudos porque no creen?

e) Cumplimiento (Efe 1:24-25).

24 Después de aquellos días, su esposa Isabel concibió, y se mantenía oculta durante cinco meses, diciéndose: 25 Así lo ha hecho el Señor conmigo, cuando le ha parecido bien acabar con mi descrédito ante la gente.

Isabel forma parte de aquella serie de mujeres que eran estériles, pero que por disposición divina concibieron de manera natural: Sara, que fue madre de Isaac (Gen 17:17), Manué, madre de Sansón (Jue 13:2), Ana, madre de Samuel (lSam 1,2.5). Dios les abrió el seno materno (Gen 29:31), que antes había estado cerrado (lSam 1,5). María concibe sin concurso de varón por la virtud del Espíritu Santo. Isabel pertenece todavía al Antiguo Testamento; con María se inaugura la «nueva creación» de Dios, en la que el hombre no puede hacer otra cosa que aguardar y recibir confiadamente la salvación. Dios ordena y combina los hechos de la historia sin privar de libertad al hombre. Isabel se mantuvo oculta durante cinco meses. Nadie tenía noticia de su estado. En el sexto mes fue María remitida a Isabel por el mensajero de Dios: «Ya está en el sexto mes la que llamaban estéril» (1,36). Isabel era para María un signo otorgado por Dios.

¿Por qué se mantuvo oculta Isabel? La madre del consagrado a Dios vive como consagrada a Dios. Para la madre de Sansón era esto voluntad de Dios: «Ha venido a mí un hombre de Dios. Tenía el aspecto de un ángel de Dios muy temible… él me dijo: Vas a concebir y a parir un hijo. No bebas, pues, vino ni otro licor inebriante y no comas nada inmundo, porque el niño será nazireo de Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte» (Jue 13:6s). Semejante vida exige retiro. En una hora grande recurre Isabel a un recuerdo bíblico para conocer la voluntad de Dios.

Los días de esperanza y expectación los llena Isabel con oración. Da gracias a Dios: Así lo ha hecho el Señor conmigo. Una y otra vez recuerda la acción de Dios: Ha puesto los ojos en mí. Recuerda su humillación: Me ha quitado el oprobio de la esterilidad. Ella misma ha experimentado la historia de su pueblo: «Acuérdate de todo el camino que Yahveh, tu Dios, te ha impuesto estos cuarenta años por el desierto, para castigarte y probarte, para conocer los sentimientos de tu corazón… Ahora, Yahveh, tu Dios, va a introducirte en una buena tierra, tierra de torrentes, de fuentes, de aguas profundas, que brotan en los valles y en los montes» (Deu 8:2-7).

2. ANUNCIACIÓN DE JESÚS (Lc/01/26-38).

El relato de la anunciación de Jesús es una obra maestra en la forma, un «Evangelio áureo» en el contenido. Tres veces habla el ángel, y tres veces responde María. Tres veces se dice lo que Dios pretende hacer con María, y tres veces se expresa su actitud ante la oferta de Dios. El ángel entra donde está María (1,26-29). Anuncia el nacimiento del Mesías (1,30-34) y revela la concepción virginal (1,35-38).

a) Llena de gracia (1,26-29).

26 En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen, desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. El nombre de la virgen era María.

La anunciación de Jesús llama la atención hacia la anunciación de Juan. En el sexto mes… Juan sirve a Jesús. La concepción de la estéril remite a la concepción virginal de María. Aunque Jesús vendrá más tarde, es, sin embargo, anterior a él (Jua 1:27).

El mensajero de la anunciación es una vez más Gabriel. Viene de la presencia de Dios. Se inicia un movimiento del cielo a la Tierra. Gabriel fue enviado por Dios. No se limita a aparecer, como en la anunciación de Juan, sino que viene. Lo que ahora comienza es un venir de Dios a los hombres en la encarnación.

En la anunciación de Juan termina la misión del ángel en el templo de Dios, en el espacio sagrado, reservado, inaccesible. En la anunciación de Jesús termina la misión del ángel en una ciudad de Galilea, en la «Galilea de los gentiles» (Mat 4:15), en la parte de tierra santa que pasaba por ser no santa, a la que parecía haber descuidado Dios, de la que «no había salido ningún profeta» (Jua 7:52). En un principio no se menciona el nombre de la ciudad, como si no quisiera venir a los labios. Finalmente sale a relucir el nombre: Nazaret. La ciudad no tiene relieve alguno en la historia. La Sagrada Escritura del Antiguo Testamento no mencionó nunca este nombre, la historiografía de los judíos (Flavio Josefo) no tiene nada que referir sobre esta ciudad. Un contemporáneo de Jesús dice: «¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?» (Jua 1:46). Dios elige lo insignificante, lo bajo, lo despreciado por los hombres. La ley de la encarnación reza así: «Jesús… se despojó a sí mismo» (Flp 2:7). La historia de Juan comienza con el sacerdote Zacarías y su esposa Isabel, que era de la estirpe de Aarón; la historia de Jesús comienza con una muchacha, quizá de unos 12 ó 13 años. Estaba desposada, como convenía a una joven de aquella edad. El prometido de María se llamaba José. Todavía no la había llevado a su casa y todavía no había comenzado la vida conyugal. La desposada era virgen. José era de la casa de David. Dios lo dispuso todo de modo que el hijo de María fuera hijo de la virgen, hijo legal de José, descendiente de la estirpe regia de David. Dios lo dispone todo en su sabiduría.

El nombre de la virgen era María. Así se llamaba también la hermana de Aarón (Exo 15:20). No sabemos lo que significa este nombre: ¿Señora? ¿Amada por Yahveh?… Pero el nombre adquiere consagración y brillo tan luego resuena por primera vez en la historia de la salud. La misión del ángel que está en la presencia de Dios termina en María.

28 Y entrando el ángel a donde ella estaba, la saludó: ¡Alégrate, llena de gracia! El señor está contigo, bendita tú eres entre las mujeres (*).

……………

* Las palabras «bendita tu entre las mujeres» no son seguras según la crítica textual; pueden haberse introducido aquí a partir de 1,42. Razones estilísticas abogan por la autenticidad; ambas fórmulas de saludo resultan paralelas.

……………

Para la anunciación de Juan aparece el ángel y está sencillamente ahí, en la anunciación de Jesús entra el ángel donde está María y la saluda. El nacimiento de Juan se anuncia en el santuario del templo, el nacimiento de Jesús en la casa de la Virgen. En el Antiguo Testamento mora Dios en el templo, en el Nuevo Testamento establece su morada entre los hombres. «La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros» (Jua 1:14).

El ángel saluda a María; a Zacarías no lo saludó. Saluda a esta muchacha de Nazaret, aunque en Israel un hombre no saluda a una mujer. El saludo se expresa con dos fórmulas. Cada una consta de saludo y de interpelación. La primera es: «¡Alégrate, llena de gracia!» Los que hablan griego saludan así: ¡Alégrate! Los que hablan arameo saludan como saludó Jesús a sus discípulos después de la resurrección: «¡Paz con vosotros!» (Jua 20:19.26). ¿Cuál es la idea de Lucas cuando pone en boca del ángel este saludo: «Alégrate»?

En Lucas, la historia de la infancia (1-2) está llena de palabras y de reminiscencias de la Biblia veterotestamentaria: es una pintura con colores tomados del Antiguo Testamento. También Mateo emplea para su historia de la infancia pruebas del Antiguo Testamento. Introduce los textos con fórmulas solemnes, mientras que Lucas narra con textos tomados del Antiguo Testamento. No indica sus fuentes, sino que nos deja a nosotros la satisfacción de descubrirlas y nos invita a reconocer a la luz de la palabra de Dios los hechos que él ha podido saber por la tradición.

Con esta exclamación: ¡Alégrate!, saluda el profeta Sofonías a la ciudad de Jerusalén cuando contempla el futuro mesiánico. «¡Canta, hija de Sión! ¡Da voces jubilosas, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo el corazón, hija de Jerusalén!» (Sof 3:14). Análogamente Joel: «No temas, tierra, alégrate y gózate, porque son muy grandes las cosas que hace Yahveh» (J12,21; cf. Zac 9:9). «¡Alégrate!» era una fórmula fija, litúrgica y profética, que se utilizaba a veces cuando el oráculo profético tenia un desenlace favorable. Ahora saluda el ángel a María con esta fórmula mesiánica.

El ángel la llama llena de gracia. Los padres de Juan son irreprochables, porque observan la ley de Dios; María goza de la complacencia de Dios porque está colmada de su gracia. Dios le ha otorgado su favor, su benevolencia, su gracia. Ella «ha hallado gracia ante Dios». En la interpelación profética, con cuyas primeras palabras ha saludado el ángel a María, se desarrolla este favor divino: «El Señor ha descartado a tus adversarios y ha rechazado a tus enemigos; el Señor está en medio de ti. No verás más el infortunio… No temas… El Señor, tu Dios, está en medio de ti como poderoso salvador. Se goza en ti con transportes de alegría, te ama con delirio…» (Sof 3:15-17).

María es la ciudad en medio de la cual (en cuyo seno) habita Dios, el rey, el poderoso salvador. Ella es el resto de Israel, al que Dios cumple sus promesas, es el germen del nuevo pueblo de Dios, que tiene Dios en medio de ella (cf. Mat 18:20; Mat 28:20). El segundo versículo de la salutación comienza con las palabras: El Señor está contigo. Grandes figuras de la historia sagrada habían oído estas mismas palabras, que habían de sostenerlos y animarlos: Moisés, cuando en el desierto fue llamado por Dios para ser guía y salvador de su pueblo. El ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego, que ardía de una zarza (Exo 3:2). Cuando se creía incapaz de responder a su vocación, le dijo Dios: «Yo estaré contigo, y ésta será la señal de que estoy contigo…» (Exo 3:12). Algo parecido sucedió al juez Gedeón: «Apareciósele el ángel de Yahveh y le dijo: Yahveh está contigo, valiente héroe… Gedeón le dijo: Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú quien me habla» (Jue 6:12.15-17). Con este saludo se sitúa María entre las grandes figuras de salvadores de la historia sagrada. Dios le ha otorgado su gracia especial y su protección.

Al saludo sigue de nuevo la alocución: Bendita tú entre las mujeres. También estas palabras son venerandas y están santificadas por una antigua tradición bíblica. La heroína Jael, que aniquiló al enemigo de su pueblo, es elogiada con estas mismas palabras: «Bendita Jael entre las mujeres» (Jue 5:24). A Judit, que terminó con el opresor de su ciudad natal, dice el príncipe del pueblo Ozías: «Bendita tú, hija, sobre todas las mujeres de la tierra por el Señor, el Dios Altísimo… Hoy ha glorificado tu nombre, de modo que tus alabanzas estarán siempre en la boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios» ( Jdt 13:18s). María cuenta entre las grandes heroínas de su pueblo; ella ha traído al Salvador que nos librará de todos los enemigos (cf. Luc 1:71).

29 Al oír estas palabras, ella se turbó, preguntándose qué querría significar este saludo.

El saludo había terminado. María se turbó por la palabra del ángel. Zacarías se turbó por la aparición del ángel, María se turba por su palabra. La humilde muchacha se turba por la grandeza del saludo.

Se preguntaba qué podía significar aquel insólito saludo. Dado que oraba y vivía entre los pensamientos de la Sagrada Escritura, tenía que surgir en ella un barrunto de la grandeza que se le anunciaba con aquellas palabras.

b) Promesa llena de gracia (1,30-34).

30 Entonces el ángel le dijo: No temas, María; porque has hallado gracia ante Dios. 31 Mira: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.

Moisés (Exo 3:11s) y Gedeón (Jue 6:15s) y Sión (Sof 3:16s) e Israel tenían necesidad de ser alentados así: Dios quiere salvar. «No temas, pues yo estoy contigo» (Isa 43:5). Todos ellos temían el encargo de Dios, porque se daban cuenta de su flaqueza. No de otra manera María. La gracia de Dios la asistirá. Por medio de María toma Dios la iniciativa de llevar a término la historia de la salud. Has hallado gracia ante Dios. Dios es quien hace lo grande precisamente en los pequeños. «Cuando me siento débil, entonces soy fuerte» (2Co 12:10).

El poder de la gracia hará cosas asombrosas: Mira. El ángel anuncia para qué ha elegido Dios a María. Las palabras de la anunciación evocan la profecía con que el profeta Isaías anunció al Emmanuel («Dios con nosotros»): «Mira: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel» (Isa 7:14; cf. Mat 1:23).

Las palabras de la anunciación que se referían a Juan, fueron dirigidas a Zacarías y hacían referencia a la mujer. En la anunciación de Jesús se dirige el ángel solamente a María: ésta concebirá, dará a luz e impondrá el nombre. No se menciona ningún hombre, ni ningún padre. Se prepara el misterio de la concepción virginal.

Tú concebirás en el seno. ¿Por qué decir esto? Tampoco la Sagrada Escritura habla así. Sin embargo, el profeta Sofonías había dicho dos veces: El Señor en medio de ti. Esto se realizará de una manera nunca oída. Dios morará en el interior, en el seno de la virgen. Estará con ella (Emmanuel). María será el nuevo templo, la nueva ciudad santa, el pueblo de Dios, en medio del cual mora él.

El niño ha de llamarse Jesús. Dios fija este nombre, María lo impondrá. No se da explicación del nombre, como tampoco se explicó el nombre de Juan. Todo lo que se dice de ellos explica sus nombres. Dios quiere ser salvador por medio de Jesús: «El Señor, tu Dios, está en medio de ti como poderoso salvador» (Sof 3:17).

32 Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará por los siglos en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.

Juan será agrande a los ojos del Señor». Jesús es grande sin restricción y sin medida. Será llamado y será Hijo del Altísimo. El nombre reproduce el ser. El Altísimo es Dios. El poder del Altísimo envolverá a María en su sombra, por esto, su hijo se llamará Hijo de Dios.

En el niño que se anuncia se cumple la profecía que el profeta Natán hizo al rey David de parte de Dios, y que como estrella luminosa acompañó a Israel en su historia: «Cuando se cumplan tus días y te duermas con tus padres, suscitaré a tu linaje, después de ti, el que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. él edificará casa a mi nombre, y yo estableceré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo… Permanente será tu casa y tu reino para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad» (2Sa 7:12-16). Jesús será soberano de la casa de David y a la vez Hijo de Dios. Su reinado permanecerá para siempre.

Reinará por los siglos en la casa de Jacob. En él se cumplirá lo que se dijo del siervo de Yahveh: «Poco es para mí que seas tú mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y reconducir a los supervivientes de Israel. Yo haré de ti luz de las naciones para llevar mi salvación hasta los confines de la tierra» (Isa 49:6). Jesús reunirá al pueblo de Dios, e incluso los gentiles; se le incorporarán. Fundará un reino que abarque el mundo, los pueblos y los tiempos.

34 Pero María preguntó al ángel: ¿Cómo va a ser esto, puesto que yo no conozco varón?

La respuesta al mensaje de Dios es una pregunta. Zacarías pregunta (Isa 1:18), y también María. Zacarías pregunta por un signo que le convenza de la verdad del mensaje; María cree en el mensaje sin preguntar por un signo. Zacarías creerá cuando vea resuelta su pregunta; María cree y sólo después busca solución a la pregunta que se le ofrece. La pregunta de María hace caer en la cuenta de la imposibilidad humana de conciliar maternidad y virginidad. María ha de ser madre, como lo ha comprendido por el mensaje del ángel: Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo. Pero al mismo tiempo es virgen: No conozco varón, no tengo relaciones conyugales. La pregunta de María sirve a la vez también de introducción a la explicación divina que ha de hallar este misterio (Isa 1:35). No vamos a detenernos precisamente a investigar a qué situación externa e interna, a qué estado de ánimo se debió el que María hiciera esta pregunta. Se ha investigado el Evangelio en este sentido (*). ¿Y qué se ha logrado? En lugar de una solución clara e indubitable, nuevos enigmas. La pregunta no debe constituirse en punto de partida de un análisis psicológico de la virgen desposada, bajo la impresión del anuncio de su maternidad. También Lucas consignó la pregunta y no le dio ninguna explicación. La pregunta le parecía importante; en efecto, llama la atención. Nosotros mismos nos hacemos también esta pregunta: ¿Cómo se puede conciliar virginidad y maternidad?

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* En Occidente se ha sostenido con frecuencia desde san Agustín hasta nuestros días la opinión de que María había hecho un propósito (voto) de mantenerse perpetuamente virgen, pero que se había desposado a fin de tener un protector de su virginidad; que por ello dijo al ángel: «¿Cómo va a ser esto, puesto que yo no conozco varón?» Contra esto se objeta: Tal voto (propósito) de virginidad no era conocido en el AT ni se consideraba como un ideal; si había esenios que vivían en celibato, no lo hacían por un respeto a la virginidad o al celibato basado en motivos religiosos, sino porque se tenía poca estima de la mujer y del matrimonio y se veía en éste un impedimento para el estudio y cumplimiento de la ley. Que los desposorios con José tengan el significado alegado, es cosa que no se desprende del texto. Por estos reparos afirman hoy no pocos: María, con su pregunta, expresó su sorpresa y extrañeza: ¿Cómo era posible que fuera madre entonces, ya que todavía no la había llevado su esposo a su casa? En efecto, estaban prohibidas las relaciones conyugales entre quienes sólo estaban unidos por esponsales. También esta hipótesis se basa en presupuestos nada seguros. El ángel no dijo: La concepción va a tener lugar inmediatamente; María dijo sencillamente: «puesto que yo no conozco varón», pero no dijo: «puesto que yo no conozco todavía varón» También se ha intentado esta otra solución: María cuenta entre las personas piadosas del país y, como Zacarías e Isabel, como Simeón y Ana, esperaría el cumplimiento de las promesas mesiánicas. Como virgen que era, pensaría en la que había de ser la madre del Mesías. Así habría meditado también Isa 7:14, profecía que habla de la madre virgen del Mesías. En esa situación oye el mensaje del ángel y da como respuesta: «¿Cómo va a ser esto, pues entonces (en ese caso, en el caso del cumplimiento de la profecía) no conozco (no puedo conocer) varón?» También esta hipótesis se basa en presupuestos que no están fundados en el texto. y en pretendidas explicaciones filológicas que tampoco autoriza el contexto.

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c) Concepción por gracia (Isa 1:35-38).

35 Y el ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te envolverá en su sombra; por eso, el que nacerá será santo, será llamado Hijo de Dios.

La acción de Dios es increíblemente nueva. Hasta aquí se trataba de personas ancianas y estériles, a las que se otorgó de manera maravillosa lo que la naturaleza sola no había sido capaz de lograr. Ahora se trata de una virgen que ha de ser madre sin ninguna cooperación humana. Jesús ha de recibir la vida «no de sangre (de varón y de mujer) ni de voluntad humana (de los instintos), ni de voluntad de varón, sino de Dios» (Jua 1:13) (*), de la virgen. En esta concepción y en esta acción de Dios se supera todo lo que hasta ahora había sucedido a los grandes de la historia sagrada: a Isaac, Sansón, Samuel, Juan Bautista. ¿Quién es Jesús?

El Espíritu Santo vendrá sobre ti. Fuerza divina, no fuerza humana, será la que active el seno materno de María. El Espíritu Santo es una fuerza que vivifica y ordena. «La tierra estaba confusa y vacía…, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas» (Gen 1:2). «Si mandas tu hálito (tu espíritu) son creados (los vivientes)» (Sal 104:30). El milagro de la concepción virginal y sin padre, de Cristo, es la suprema revelación de la libertad creadora de Dios. Un nuevo patriarca surge por la libre acción creadora de Dios, pero con la cooperación de la vieja humanidad, por María. Jesús es Hijo de Dios como ningún otro (Sal 3:38).

El poder del Altísimo te envolverá en su sombra. La nube que oculta al sol, envuelve en sombras y es a la vez signo de fertilidad, porque encierra en sí la lluvia. Del tabernáculo en que se manifestaba Dios en el Antiguo Testamento se dice: «La nube cubrió el tabernáculo, y la gloria de Yahveh llenó la morada» (Exo 40:34). Cuando fue consagrado el templo en tiempos de Salomón, una nube lo envolvió: «Los sacerdotes no podían oficiar por causa de la nube, pues la gloria de Dios llenaba la casa» (1Re 8:11). La gloria de Dios es luz radiante y virtud activa. Dios no está inactivo en el templo, sino que mora en él desplegando su acción. La gloria de Dios, que es fuerza, llena a María y causa en ella la vida de Jesús. En Jesús se manifiesta la gloria de Dios mediante la encarnación que se produce de María. María es el nuevo templo, en el que Dios se manifiesta a su pueblo en Jesús, María es el tabernáculo de la manifestación en el que habita el Mesías, el signo de la presencia de Dios entre los hombres.

La concepción virginal por el espíritu y la virtud del Altísimo indica que Jesús, el que nacerá será santo, Hijo de Dios. A Jesús se le llama santo (Hec 2:27), es el Santo de Dios (Hec 4:34). Jesús, en cuanto concebido y dado a luz gracias al Espíritu, es desde el principio, desde su misma concepción, poseedor del Espíritu. Juan poseyó el Espíritu desde el seno materno, los profetas y los «espirituales» son penetrados del Espíritu durante algún tiempo. Jesús supera a todos los portadores de Espíritu. Por el hecho de poseer el Espíritu desde el principio, puede también comunicar el Espíritu (Hec 24:49; Hec 2:33).

Jesús es llamado Hijo de Dios, y lo es. Por haber nacido gracias a la virtud del Altísimo, por eso es Hijo del Altísimo (Hec 1:32; Hec 8:28), Hijo de Dios. No es hijo de Dios como Adán es también hijo de Dios (Hec 3:38) mediante creación por Dios, sino por generación, no como los que aman, que reciben como gran recompensa ser hijos del Altísimo (Hec 6:35), sino desde el principio, desde la concepción.

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* Según una antigua lectura reza así /Jn/01/13: «A todos los que lo recibieron, a todos los que creen en el nombre de aquel que no de sangre… sino de Dios nacieron, les dio potestad de llegar a ser hijos de Dios.» A pesar de los buenos testigos, esta lectura no parece ser genuina; en efecto, siendo la más fácil, no se explica cómo, a pesar de su alto valor apologético, no se ha impuesto frente a la otra lectura. Aun cuando el Evangelio de san Juan no se puede aducir como testimonio explícito del nacimiento virginal de Jesús, sin embargo, la complicada formulación de Jua 1:13 muestra que la filiación divina de los fieles por gracia tiene su modelo en el nacimiento virginal de Jesús.

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36 Y ahí está tu parienta Isabel: también ella, en su vejez, ha concebido un hijo; ya está en el sexto mes la que llamaban estéril, 37 porque no hay nada imposible para Dios.

María, contrariamente a Zacarías, no pidió ningún signo que acreditara su mensaje, todavía más difícil de creer, sino que creyó sin signo alguno; pero Dios le otorgó un signo. Dios no exige una fe ciega. Apoya con un signo la buena voluntad de creer.

Dios da un signo que se acomoda a María. En aquel momento nada podía afectarle tanto, para nada tenía tanta comprensión como para la maternidad. También ha concebido Isabel, que era tenida por estéril. éste es el sexto mes. Los signos de la maternidad son manifiestos, son signos de la maravillosa intervención divina.

No hay nada imposible para Dios (literalmente: «La palabra de Dios nunca carece de fuerza»). Lo que dice el ángel a María, lo dijo ya Dios a Abraham: «¿Por qué se ha reído Sara, diciéndose: De veras voy a parir, siendo tan vieja? ¿Hay algo imposible para Yahveh?» (Gen 18:13s). La palabra de Dios está cargada de fuerza, es eficaz. La fe de María se ve apoyada por el hecho salvífico efectuado en Isabel, por el testimonio de la Escritura acerca de Abraham. La entera historia de la salvación y la vida de la Iglesia es signo.

Desde Abraham e Isaac, pasando por Isabel y Juan, se extiende un arco que llega a María y Jesús. La fuerza que sostiene la historia de la salud y la acción salvadora de Dios, que comenzó en Abraham, alcanzó en Juan su cumbre veterotestamentaria y halló su consumación en Jesús, es siempre la palabra de Dios, que nunca carece de fuerza. Abraham recibe de Sara un hijo porque ha hallado gracia a los ojos de Dios (Gen 18:3). María recibe su hijo porque ha hallado gracia (Gen 1:30). María se reconoce hija de Abraham en la fe y en la gracia; en su hijo se cumplen todas las promesas, que se habían hecho a Abraham y a su descendencia (Gal 3:16).

María está emparentada con Isabel. Así también María debe descender de la tribu de Leví y estar emparentada con el sumo sacerdote Aarón. Jesús pertenece a la tribu de Leví por su descendencia de María, y por su posición jurídica es tenido por hijo de José y, por consiguiente, por descendiente de David (y de Judá). En los tiempos de Jesús estaba viva la esperanza de que vendrían dos Mesías: uno de la tribu de Leví, que sería sacerdote, y otro de la tribu de Judá, que sería rey (*). Sin embargo, el plan de Dios era que Jesús reuniera en su persona la dignidad sacerdotal y la regia. ¿Hasta qué punto pensaba Lucas en esto? En todo caso su imagen de Cristo tiene más rasgos sacerdotales que regios, su Cristo es salvador de los pobres, de los pecadores, de los afligidos…

38a Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

El mensaje de Dios ha sido transmitido, la reflexión de María ha cesado, el signo se ha ofrecido; ahora se aguarda la respuesta. Dios suscita anhelos, atrae, solicita, elimina resistencias, persuade, pero no fuerza nunca. María ha de dar su consentimiento con libre decisión.

Por el mensaje comprendió María la voluntad de Dios. Esta voluntad la cumple como esclava del Señor. La voluntad de Dios lo es para ella todo. La historia de la salvación comienza con el acto de obediencia de Abraham. El Señor le dijo: «Salta de tu tierra… para la tierra que yo te indicaré. Yo te haré un gran pueblo… Fuese Abraham conforme le había dicho Yahveh» (Gen 12:1-4). Según una tradición judía, dijo Dios a Abraham: «¡Abraham!». Y Abraham dijo: «Aquí está tu siervo». Desde el principio hasta el fin, los preceptos de Dios exigen obediencia. Cristo entró en el mundo con un acto de obediencia (Heb 10:5-7), y con un acto de obediencia salió de él (Flp 2:8). El hombre sólo puede lograr la salvación si obedece: «No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mat 7:21).

En la frase de María no hay ningún «yo». Dios lo es todo para María. El término y la consumación del tiempo de la salud bajo la soberanía de su Hijo tendrá lugar cuando Cristo, al que el padre lo ha sometido todo, lo someta todo a aquel que todo se lo ha sometido, de modo que «Dios lo sea todo en todos» (1Co 15:28).

……………

* La asociación de realeza y sacerdocio en una persona pertenece a los tiempos más antiguos. Se esperó también para el futuro. Según Exo 19:6, es Israel un «reino de sacerdotes y un pueblo santo». El profeta Zacarías recibe el encargo de coronar al sumo sacerdote Josué (Zac 6:5-14). La coronación del sumo sacerdote significa que se le confía el poder civil. En la época de los Macabeos se realiza esta asociación: «Los judíos y sacerdotes resolvieron instituir a Simón por príncipe y sumo sacerdote para siempre, mientras no aparezca un profeta digno de fe» (1Ma 14:41). Por influjo macabeo se halla esta asociación, ante todo, en el Testamento de los doce Patriarcas. En el judaísmo tardío distinguieron además los textos de Qumrán y el documento de Damasco, entre un Mesías sacerdotal y un Mesías regio, un Mesías de la tribu de Leví y otro de la tribu de Judá, estando el Mesías regio subordinado al Mesías sacerdotal.

……………

38b Y el ángel se retiró de su presencia.

Las palabras se retiró enlazan los dos cuadros de las anunciaciones; en efecto, también de Zacarías se dice que se retiró a su casa (1Ma 1:23). Ambos cuadros tienen una estructura común, ambos invitan a la comparación por su semejanza y sus diferencias. En el comentario se ha procurado penetrar en ellas. De estas consideraciones resuena siempre una cosa: Jesús es el mayor.

Una vez que María expresó su obediencia, quedó terminada la misión del ángel. No se dice cómo se verificó la concepción. Ante lo más grande se recomienda el silencio. Lo que no expresó Lucas, lo formuló Juan en estas palabras: «Y la Palabra se hizo carne» (Jua 1:14).

3. ENCUENTRO (Lc/01/39-56).

El encuentro entre María e Isabel enlaza las dos narraciones de la anunciación de Juan y de Jesús, pero también las dos narraciones del nacimiento y de la infancia. Gracias al encuentro con Isabel adquiere María una inteligencia más profunda del mensaje que le ha dirigido Dios (Jua 1:39-45) y canta un cántico de alabanza a la acción salvífica de Dios (Jua 1:46-55). Con unas breves palabras sobre la permanencia de María junto a Isabel y sobre su regreso (Jua 1:56) se cierra este relato que respira admirable intimidad y calor religioso.

a) Las madres agraciadas (Jua 1:39-45).

39 Por aquellos días, María se puso en camino y se fue con presteza a una ciudad de la región montañosa de Judá. 40 Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

La marcha tuvo lugar por aquellos días, poco después de la anunciación. El camino lleva a Nazaret a una ciudad de Judá, situada en la región montañosa limitada por el Negeb, el desierto de Judá y la Sefalá. Según una vieja tradición, estaba situada la ciudad en el emplazamiento de la actual En-Karim, a unos seis kilómetros y medio al oeste de Jerusalén. El camino que tuvo que recorrer María desde Nazaret exigía tres o cuatro días de marcha.

María se fue a la región montañosa con presteza. El viaje era incómodo, y sin embargo fue María con presteza. Aquí se inicia la gran marcha que llena la obra histórica de Lucas, el evangelio y los Hechos de los Apóstoles. La Palabra de Dios efectúa una marcha del cielo a la tierra, de Nazaret a Jerusalén, de Jerusalén a Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra, sin tener en cuenta las dificultades, siempre con presteza.

Al término de la marcha entra María en casa de Zacarías y saluda a Isabel. También esto se hace con presteza. Sólo saluda a Isabel, a quien Dios la ha remitido. En el camino no saluda a nadie. Procede como los mensajeros que enviará Jesús y que recibirán el encargo: «No saludéis a nadie por el camino» (10,4). La historia de la infancia contiene las líneas fundamentales de la acción de Jesús; la acción de Jesús es modelo para la vida de la Iglesia.

14 Y apenas oyó ésta el saludo de María, el niño saltó de gozo en el seno de Isabel, la cual quedó llena de Espíritu Santo.

En el saludo de María, que lleva al Mesías en su seno, la salud mesiánica alcanza a Isabel y, a través de su madre, a Juan. El niño salta de gozo en el seno materno. El movimiento natural del niño se convierte en signo del gozo que suscita el encuentro con el portador de la salud. Este signo tenía un significado más profundo que el movimiento de los gemelos Esaú y Jacob en el seno de Rebeca. «Chocaban entre sí en el seno materno los gemelos, lo que le hizo exclamar: Si esto es así, ¿para qué vivir? Y fue a consultar a Yahveh, que le respondió: Dos pueblos llevas en tu seno. Dos pueblos que al salir de tus entrañas se separarán. Una nación prevalecerá sobre la otra. Y el mayor servirá al menor» (Gen 25:22s). Dios dirige la historia de los hombres aun antes de que nazcan. El profeta Jeremías consigna la palabra de Dios: «Antes que te formara en las entrañas maternas te conocía; antes que tú salieses del seno materno te consagré y te designé para profeta de pueblos» (Jer 1:5).

Isabel quedó llena de Espíritu Santo. Cuando María entra en la casa y se oyen sus palabras de saludo, se inicia la bendición del tiempo de salud. Dios dirá a sus mensajeros: «Y en cualquier casa en que entréis, decid primero: Paz a esta casa. Y si allí hay alguien que merece la paz, se posará sobre él vuestra paz» (Jer 10:5s). En la casa de Zacarías se efectúa en el estrecho ámbito de la historia de la infancia lo que se efectuará en Jerusalén después de la resurrección del Señor: «Y sucederá en los últimos días que derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas» (Act 2,l7: Joe 3:1-5). La historia de la infancia de la Iglesia es la renovación de la historia de la infancia de Jesús.

42 Y exclamó a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿Y de dónde a mí esto: que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque mira: apenas llegó a mis oídos tu saludo, el niño saltó de gozo en mi seno. 45 ¡Bienaventurada tú, que has creído; porque se cumplirán las palabras que se te han anunciado de parte del Señor!

Isabel, llena del Espíritu Santo, habla en una moción extática, bajo el influjo de Dios, en forma litúrgica solemne, como cantaban los levitas delante del arca de la alianza (1Cr 16:4). Es pregonera de la salud, servidora del Señor que se presenta en su casa. El Espíritu Santo le da a conocer el misterio de María.

La profetisa recoge la alabanza del ángel y la confirma: Bendita tú entre las mujeres. Añade la razón de esta bendición: Y bendito el fruto de tu vientre. Se le predica bendición porque antes ha sido bendecida por Dios con la abundancia de todas las bendiciones que están compendiadas en Cristo (Efe 1:3).

M/ARCA-ALIANZA:¿De dónde a mí esto? Análogamente habló David cuando había de llevar el arca de la alianza a Jerusalén: «Habiéndose puesto en marcha, David y todo el ejército que lo acompañaba partieron en dirección a Baalá de Judá, para subir el arca de Dios, sobre la cual se invoca el nombre de Yahveh Sebaot, sentado entre los querubines. Pusieron sobre un carro nuevo el arca de Dios y la sacaron de casa de Abinadab, que está sobre la colina… David y toda la casa de Israel iban danzando delante de Yahveh con todas sus fuerzas con arpas, salterios, adufes, flautas y címbalos… Atemorizóse entonces David de Yahveh y dijo: ¿Cómo voy a llevar a mi casa el arca de Yahveh? Y desistió ya de llevar a su casa el arca de Yahveh a la ciudad de David, y la hizo llevar a casa de Obededón de Gat, y Yahveh le bendijo a él y a toda su casa. Dijéronle a David: Yahveh ha bendecido a la casa de Obededón y a cuanto tiene con él por causa del arca de Dios» (2Sa 6:2-11). Parece que este texto influyó en la exposición de Lucas. María fue considerada como el arca de la alianza del Nuevo Testamento. Lleva al Santo en su seno, la revelación de Dios, la fuente de toda bendición, la causa del gozo de la salvación, el centro del nuevo culto.

El saludo de María tiene por respuesta los jubilosos saltos del niño. Erumpe el júbilo del tiempo mesiánico de salvación, que el profeta había descrito con estas palabras: «Saldréis y saltaréis como terneros que salen del establo (a los que se han soltado las cadenas)» (Mal 3:20). El tiempo de salvación es tiempo de alegría.

El cántico de alabanza que entona Isabel termina con palabras de felicitación para María. Bienaventurada tú, que has creído. María es madre de Jesucristo, porque ha dado el sí en santa obediencia. Cuando aquella mujer del pueblo bendijo a Jesús diciendo: «Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que te criaron», dijo él: «Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan» (Mal 11:27s). Con un acto de fe comienza la historia de la salvación de Israel: Abraham se marcha con su mujer a una tierra desconocida, únicamente porque Dios lo ha llamado y le ha prometido bendecirle con gran descendencia (Gen 12:1-5); con un acto de fe comienza la historia de la salvación del mundo: María creyó las palabras de Dios: que ella sería la virgen madre del Mesías.

b) Cántico de María (Gen 1:46-55). MAGNIFICAT

Por el mensaje del Ángel, por las palabras de Isabel llena de Espíritu Santo y por la Sagrada Escritura, en la que hablaron uno y otro, reconoce María que el Señor ha hecho en ella grandes cosas. Su responsorio (cántico de respuesta a la Sagrada Escritura) es un himno a la acción salvífica de Dios con su pueblo, que ha alcanzado ahora su consumación. Con cánticos semejantes canta también la Iglesia naciente las grandes gestas de Dios: «Diariamente perseveraban unánimes en el templo, partían el pan por las casas y tomaban Juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Hec 2:46s). Pablo amonesta a los Efesios: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay desenfreno, sino dejaos llenar de Espíritu, recitando entre vosotros salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando de todo vuestro corazón al Señor» (Efe 5:18s).

El Evangelio hímnico de María comienza con un cántico de alabanza de Dios (Efe 1:46-48), canta al Dios poderoso, santo y misericordioso (Efe 1:49s), las leyes fundamentales de su acción salvadora (Efe 1:51-53), y termina con unos versos que ensalzan la fidelidad de Dios a las promesas (Efe 1:54s). Lo que María experimentó fue, es y será el obrar salvífico de Dios. La historia de la salvación es luz de la vida.

46 Dijo entonces María: Canta mi alma la grandeza del Señor, 47 y mi espíritu salta de gozo en Dios, mi salvador; 48 porque puso sus ojos en la humilde condición de su esclava. Y así ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.

El Señor, mediante la acción salvadora realizada en María ha venido a ser Dios su salvador. Resuena el nombre de Jesús (Mat 1:21). Por Jesús ha venido Dios a ser el salvador. La alabanza de Dios y el gozo mesiánico escatológico penetran las profundidades de María, su alma y su espíritu. Las gestas salvíficas de Dios suscitan en ella una jubilosa liturgia de alabanza.

María se cuenta entre los de humilde condición, los pequeños y los pobres, a quienes profetas y salmos prometen con frecuencia la salvación. «Que no ha de ser dado el pobre a perpetuo olvido, no ha de ser por siempre fallida la esperanza del mísero» (Sal 9:19). «Porque así dice el Altísimo, cuya morada es eterna, cuyo nombre es santo: Yo habito en la altura y en la santidad, pero también con el contrito y humillado, para hacer revivir los espíritus humildes y reanimar los corazones contritos» (Isa 57:15). Jesús recoge estas promesas en sus bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mat 5:3). «Tú eres el Dios de los humildes, el amparo de los pequeños, el defensor de los débiles, el refugio de los desamparados, y el salvador de los que no tienen esperanza» (Jdt 9:11).

La felicitación de María, que ha comenzado Isabel, no tendrá ya fin. Todas las generaciones se unirán al coro de alabanzas de María. Como no tendrá fin el reinado del Rey que es su Hijo, así también la Madre del Rey será alabada por siempre y en todas partes.

49 Porque grandes cosas hizo en mi favor el Poderoso. Santo es su nombre, 50 y su misericordia se extiende de generación en generación para aquellos que le temen.

Poder, santidad y misericordia son los rasgos más luminosos de la imagen de Dios en el Antiguo Testamento. En Dios hay una fuerza viva, que pugna por exteriorizarse, que quiere hacer propiedad suya todo lo que hay en el mundo, demostrándose así Dios como el Santo (Eze 20:41). Como Dios es el Dios santo, es también el Dios misericordioso. Es el salvador y redentor del resto santo, porque no es hombre, sino Dios. Las obras de poder de Dios son amor misericordioso.

51 Desplegó el poderío de su brazo, dispersó a los engreídos en los proyectos de su corazón; 52 a los potentados derribó del trono, y elevó a los humildes; 53 a los hambrientos los colmó de bienes, y despidió a los ricos con las manos vacías.

María expresa lo que tiene experimentado su pueblo. «Afligiéronse los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudísimas cargas, y clamamos a Yahveh, Dios de nuestros padres, que nos oyó y miró nuestra humillación, nuestro trabajo y nuestra angustia, y nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo tendido, en medio de gran pavor, prodigios y portentos, y nos introdujo en este lugar, dándonos una tierra que mana leche y miel» (Deu 26:6-9). La historia de la salvación conduce a María, el centro de la Iglesia (cf. Hec 1:14). Los que se creían grandes y ricos, fueron derribados: el faraón cuando la salida de Egipto, los enemigos de Israel en la época de los jueces, los poderosos soberanos de Babilonia…

Dios interviene en favor de los humildes, de los débiles y de los pobres. En cambio, debe temblar quien quiera ser de los grandes y poderosos intelectual, política y socialmente. El que está pagado de su propio poder cierra su corazón a Dios, y Dios se cierra a los que se le cierran. El pobre. en cambio. abre su corazón a Dios, su único refugio y seguridad. y Dios se vuelve hacia él.

Las condiciones para entrar en el reino de los cielos son las bienaventuranzas de los pobres, de los que lloran y de los que tienen hambre. María cumple lo que se requiere para poder entrar en el reino de los cielos.

Jesús mismo vivirá también de esta ley de la historia salvadora proclamada por María después de haberlo concebido. Porque se humilló será ensalzado (Flp 2:5-11).

54 Tomó bajo su amparo a su siervo Israel, acordándose de su misericordia, 55 como había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su linaje para siempre.

La gran hora de María es también la gran hora de su pueblo. Al comienzo de su cántico habló María de la salud que Dios le había preparado, al final habla de la salud que alborea para su pueblo. Lo que sucedió en María se realiza en la Iglesia de Dios. En María está representado el pueblo de Dios.

El siervo de Dios es el pueblo de Israel. «Pero tú Israel, eres mi siervo; yo te elegí, Jacob, progenie de Abraham, mi amigo. Yo te traeré de los confines de la tierra y te llamaré de las regiones lejanas, diciéndote: Tú eres mi siervo, yo te elegí y no te rechazaré» (Isa 41:8s). Ahora va a tener cumplimiento la misericordia de Dios y la fidelidad a las promesas. María se reconoce una con el pueblo de Dios. La historia de su elección termina en la historia de su pueblo, y la historia de su pueblo llega a la perfección en su propia historia. La promesa de la salud se hizo a Abraham y a su descendencia (Gen 12:2). Abraham recibió la promesa, María toma posesión de la realización, el pueblo de Dios recibirá los frutos. María, con el fruto de su seno, es el corazón de la historia de la salud.

El cántico de alabanza de la madre virgen recoge el cántico de alabanza de la estéril, a la que Dios ha otorgado descendencia. Ana, madre de Samuel, cantó: «Mi alma salta de júbilo en Yahveh; Yahveh ha levantado mi frente y ha abierto mi boca contra mis enemigos, porque esperé de él la salvación. No hay santo como Yahveh, no hay fuerte como nuestro Dios… Rompióse el arco de los poderosos, ciñéronse los débiles de fortaleza, los hartos pusiéronse a servir por la comida, y se holgaron los hambrientos… Levanta del polvo al pobre, de la basura saca al indigente, para hacer que se siente entre los príncipes, darle parte en su trono de gloria… él atiende a los pasos de los piadosos, y los malvados perecerán en las tinieblas. No vence el hombre por su fuerza» (lSam 2,1-lO). El cántico de María no es imitación del cántico de Ana, pero ambos cantos están alimentados por la acción de Dios en la historia salvífica.

La formación del niño se ha mirado siempre como obra de Dios. Cuando Eva dio a luz a Caín, dijo: «He alcanzado de Yahveh un varón» (Gen 4:1). Todavía más fue alabada como obra de Dios la maternidad de las estériles. La maternidad de María aventaja a todas las demás. Es la madre virginal del Mesías, en el que son benditos todos los pueblos de la tierra. En su maternidad se ve coronada toda maternidad, y toda maternidad lleva en sí algo de esta maternidad.

Las agradecidas meditaciones de María se expresan en el lenguaje de los cánticos del Antiguo Testamento. Los cantos de su pueblo son su canto, y su canto viene a ser el canto del pueblo de Dios. La Iglesia incluye el cántico de la Virgen en la oración de vísperas, cuando mira, meditando, al día transcurrido.

c) Permanencia y regreso (Gen 1:56).

56 María se quedó con ella unos tres meses, y luego regresó a su casa.

Isabel se mantuvo oculta después de la concepción. En el sexto mes llegó María, entonces era ya patente que había concebido. María permaneció allí unos tres meses. Probablemente se había marchado ya cuando nació Juan. Este pertenece todavía a los tiempos viejos, Jesús pertenece a los nuevos. El nacimiento de Juan, que cae todavía en el tiempo de las promesas, debe estar rodeado de todos los signos de este tiempo.

María permaneció con Isabel unos tres meses. Estuvo en su casa poco más o menos el mismo tiempo que había estado el arca de la alianza en Guirgat Járim. Sólo poco más o menos. El historiógrafo no quiere forzar los hechos a fin de que las aserciones religiosas puedan presentarse como realización o cumplimiento. Las aserciones sobre María no son invenciones, sino que están basadas en la historia, a la cual da sentido la palabra de Dios.

El regreso a su casa muestra que José todavía no la había tomado consigo. Ahora volvía a caer sobre ella el velo que ocultaba su misterio. Los rayos de la gloria sólo habían brillado por breve tiempo. Así va Jesús a través de su infancia y de su acción, así la Iglesia…

II. NACIMIENTO E INFANClA (,52).

1. JUAN EL BAUTlSTA (1.57-80).

a) Nacimiento e imposición del nombre (Lc/01/57-66)

57 A Isabel le llegó el tiempo del alumbramiento, y dio a luz un hijo. 58 Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de la gran misericordia con que la había favorecido el Señor, se alegraban con ella.

El nacimiento de Juan está envuelto en alegría. Isabel se alegra, y con ella los vecinos y parientes. Es la alegría de haber nacido un niño, y de una madre que era tenida por estéril y era además de edad avanzada. Esta alegría ignora todavía la hora de la historia de la salvación que ha sonado con este nacimiento.

La alegría del corazón se desborda en un cántico de alabanza: El Señor la ha favorecido con gran misericordia. El reconocimiento agradecido de los grandes hechos misericordiosos de Dios proporciona alegría, no sólo al que ha sido objeto de la misericordia de Dios, sino también a los que lo reconocen y ensalzan. «Y si, además, soy derramado en libación sobre la ofrenda y el ministerio litúrgico de vuestra fe, me alegro y me congratulo con todos vosotros. De igual modo, alegraos también vosotros y congratulaos conmigo» (Flp 2:17s).

59 A los ocho días fueron a circuncidar al niño y querían ponerle el nombre de su padre: Zacarías.

La circuncisión se llevaba a cabo al octavo día del nacimiento. Así lo exigía la ley: «Esto es lo que has de observar tú y tu descendencia después de ti: circuncidad todo varón. Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y ésa será la señal del pacto entre mí y vosotros. A los ocho días de nacido, todo varón será circuncidado» (Gen 17:10 ss; cf. Lev 12:3).

A la circuncisión va ligada la imposición del nombre (Lev 2:21). El derecho de fijar el nombre del niño y de imponérselo corresponde al padre y a la madre, pero también los huéspedes podían tomar parte en la elección del nombre (Rut 4:17). Como el joven Tobías se había llamado como su padre (Tob 1:1.9), así querían que el niño se llamase Zacarías, como su padre. En la vida religiosa influye mucho la tradición y el uso. Pero la cuestión decisiva es ésta: ¿Cuál es la voluntad de Dios? No siempre elige Dios lo tradicional, la vieja usanza, el camino trillado…

60 Pero su madre intervino diciendo: De ninguna manera; sino que se ha de llamar Juan. 61 y le replicaron: ¡Pero si nadie hay en tu familia que lleve ese nombre! 62 Preguntaron, pues, por señas a su padre cómo quería que se le llamara.

Isabel elige el nombre de Juan porque con espíritu profético conoce la voluntad de Dios (1,41). Los parientes lo juzgan todo según las usanzas. Ahora alborea un tiempo nuevo. Isabel ha percibido el aura de lo nuevo. Juzga en forma nueva, y esto se hace extraño a los que están completamente enraizados en lo antiguo. El espíritu va por nuevos caminos, que no siempre son fáciles de comprender. En la naciente Iglesia vendrá también sobre los gentiles: «Se maravillaron los creyentes de origen judío que habían venido con Pedro de que también sobre los gentiles se hubiera derramado el don del Espíritu Santo» (Hec 10:45). El Espíritu no guía siempre conforme a los planes de los hombres, sino también contra ellos.

63 él pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Y se quedaron todos admirados. 64 Y en aquel momento se le abrieron los labios, se le desató la lengua y comenzó a hablar, bendiciendo a Dios.

Entonces se escribía en tablillas recubiertas de cera. Isabel y Zacarías están de acuerdo en la elección del nombre. Al pueblo le extraña la decisión y se admira. La voluntad y la palabra de Dios sitúa a los que ha elegido ante la necesidad de salirse de lo acostumbrado: a Abraham, a Moisés, a los profetas. ¿Qué experimentará Cristo cuando sea anunciada su buena nueva? «Nadie que haya probado el vino viejo quiere el nuevo; porque dice: El viejo es mejor» (Hec 5:39).

La imposición del nombre revela el misterio de la misión del niño que acaba de nacer; en efecto, el nombre del niño significa: Dios es misericordioso. El tiempo del castigo ha terminado para Zacarías; ya no tiene necesidad de signo. Las graves palabras que pronuncian los labios abiertos y la lengua suelta, son alabanza de Dios. En el nacimiento del Precursor se anuncia -todavía en un círculo reducido- el tiempo de salvación, tiempo para proclamar los grandes hechos de Dios.

65 Y un temor se apoderó de todos sus vecinos, y todas estas cosas se comentaban por toda la región montañosa de Judea; 66 y cuantos las oían, las grababan en su corazón preguntándose: ¿Pues qué llegará a ser este niño? Porque, efectivamente, la mano del Señor estaba con él.

Del pequeño círculo de los vecinos y parientes de la casa sacerdotal sale y se extiende por toda la montaña de Judea la noticia de los acontecimientos extraordinarios. La noticia y el mensaje de salvación pugna por extenderse a espacios cada vez más amplios. Tiene el destino y la fuerza de conquistar el mundo. El que es alcanzado por ella se convierte también en su heraldo (Hec 8:17).

No basta, sin embargo, con haber experimentado y oído los hechos portadores de la salud. Deben además grabarse en el corazón. El que los percibe tiene que enfrentarse con ellos en su interior. En el niño Juan se revela el poder, la guía y la dirección de Dios. Quien tome esto en serio y lo considere en su interior se asombrará y se preguntará: ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué acompaña a este niño la poderosa mano de Dios? ¿Quién da solución a estas preguntas? En la historia de la infancia hay hombres llenos de Espíritu que interpretan los acontecimientos por los pensamientos y palabras de la Escritura.

b) Cántico de Zacarías ZACARIAS/CANTICO (Lc/01/67-79).

BENEDICTUS: Zacarías interpreta con su cántico la hora de historia de la salvación que ha sonado con Juan. El cántico brota del repertorio propio de aquel tiempo. El espíritu de Dios ilumina a Zacarías sobre la misión de su hijo y sobre el futuro que con él se anuncia. Alaba a Dios con palabras antiguas, dotadas de nuevo contenido. La primera parte del cántico es un salmo escatológico que ensalza los grandes hechos de Dios en la historia de la salvación (Hec 1:68-75). La segunda parte es un cántico natalicio que formula parabienes por el día del nacimiento y anuncia la misión del niño (Hec 1:76-79).

67 Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y habló como profeta diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha venido a ver a su pueblo y a traerle el rescate, 69 y nos ha suscitado un cuerno de salvación en la casa de David, su siervo, 70 como lo había prometido por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos:…

Cuatro de los cinco libros de los Salmos se cierran con estas palabras: «Bendito el Señor, Dios de Israel}» (Sal 40:14; Sal 71:18; cf. 88,53; 106,48). Todos los salmos proclaman las obras de Dios en la creación y en la historia de la salud. La respuesta humana a las obras divinas no puede ser sino la alabanza de Dios. Lo que se anuncia con el nacimiento de Juan, es remate y coronamiento de todos los grandes hechos de Dios, que como Dios de Israel actúa en la historia, se ha escogido a Israel entre todos los pueblos como pueblo de su propiedad, lo ha guiado en forma especial y lo ha destinado a ser una bendición para todos los pueblos.

El profeta habla del futuro, como si ya estuviese presente. Dios quiere intervenir en la historia de su pueblo aportando la salvación por medio del Mesías venidero, quiere enviar un poderoso salvador (cuerno de salvación) y preparar la obra redentora. Con el nacimiento de Juan se ha acercado el tiempo de la salud, su venida ha adquirido tal certeza. que se considera ya presente. Van a cumplirse las promesas proféticas del tiempo pasado, que anuncian el rey soberano y Mesías de la estirpe de David. «Juró Yahveh a David esta verdad y no se apartará de ella: Del fruto de tus entrañas pondré sobre tu trono…

Ciertamente eligió Yahveh a Sión, la adoptó por morada suya: ésta será para siempre mi mansión; aquí habitaré, porque la he elegido… Aquí haré crecer el poder de David y prepararé la lámpara a mi ungido» (Sal 132:11 ss). Visitación, redención, salud, soberano de la casa de David: todo da a entender que se cumplen los grandes anhelos y esperanzas. Juan es el precursor del portador de la salvación.

71 Salvarnos de nuestros enemigos, y de manos de todos aquellos que nos odian; 72 tener misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santa Alianza,…

El Mesías salva a Israel de la opresión de sus enemigos y de todos los que lo odian. La salvación que realizó Dios en su pueblo cuando lo liberó de la esclavitud de Egipto, se cumple ahora de manera mucho más grandiosa. «Gritó (Dios) al mar rojo, y éste se secó, y los hizo pasar entre las olas como por tierra seca. Los salvó de las manos de los que los aborrecían y los sustrajo al poder del enemigo» (Sal 106:9s).

Cuando alborea el tiempo mesiánico, también los padres de Israel, los antepasados del pueblo israelita, experimentan la misericordia; porque todavía viven y se interesan por las suertes de su pueblo. «Vuestro padre Abraham se llenó de gozo con la idea de ver mi día; lo vio, y se llenó de júbilo» (Jua 8:56). Ahora se realiza la alianza que concluyó Dios con Abraham. «He aquí mi pacto contigo: Serás padre de una muchedumbre de pueblos… Te daré pueblos, y saldrán de ti reyes… Mi pacto lo estableceré con Isaac… Y se gloriarán en tu descendencia todos los pueblos de la tierra» (Gen 17:4.6.21; Gen 22:18). El Mesías es la realización de todas las promesas e instituciones, de todas las esperanzas y ansias de la antigua alianza. él es aquel a quien miran los que ya murieron y viven en el otro mundo, los que todavía viven y los que han de venir. él es el centro de la humanidad.

73 …de aquel juramento que juró a nuestro padre Abraham, de concedernos 74 que, liberados de manos de enemigos, pudiéramos servirle sin temor, 75 en piedad y rectitud, en su presencia, por todos nuestros días.

Dios habla a Abraham: «Por mí mismo juro… que por no haberme negado tu hijo, tu unigénito, te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de las orillas del mar, y se adueñará tu descendencia de las puertas de sus enemigos» (Gen 22:16s). Todo lo que obliga moralmente a los hombres a cumplir sus promesas, todo esto se dice de Dios: hizo promesas, contrajo un pacto de alianza, incluso pronunció un juramento. Con el envío de Cristo cumple Dios aquello a que se había obligado. Los suspiros y clamores de los hombres no resuenan en el vacío. Dios los oye y los satisface en Cristo, que no es solamente el centro de todas las esperanzas humanas, sino también el centro de todos los designios divinos relativos a los hombres. Cuando Israel es sustraído al poder de sus enemigos, queda libre para dedicarse al servicio de Dios. Puede servir a Dios en su presencia y con ello cumplir su misión sacerdotal que tiene que desempeñar entre los pueblos; porque Dios les dijo: «Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa» (Exo 19:6). El Mesías procura al pueblo de Dios espacio y libertad para celebrar el culto divino. Pero este espacio libre lo rellena también con la adoración de Dios del final de los tiempos (cf. Jua 4:2-26). «Ante todo, recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres: por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos, para que podamos llevar una vida tranquila y pacífica con toda religiosidad y dignidad» (1Ti 2:1s).

El servicio y culto divino consiste en santidad y justicia. El alma de la acción litúrgica es la entrega a la voluntad de Dios, una conducta santa. «Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y cumple tus votos al Altísimo. E invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú cantarás mi gloria» (Sal 50:14s).

76 Y tú, niño, has de ser profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a prepararle sus caminos, 77 para dar a su pueblo conocimiento de la salvación, mediante el perdón de sus pecados, 78a por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios,…

Juan es profeta de Dios y el que prepara el camino al Señor. He aquí que voy a enviar mi mensajero (Mal 3:1)… Una voz grita: «Abrid una calzada en el desierto» (Isa 40:3)… Jesús sobrepuja a Juan, como el Hijo del Altísimo sobrepuja al profeta del Altísimo, y el Señor al que le prepara el camino. El que viene es Dios mismo. El judaísmo tardío ve el futuro reino de Dios en estrecha relación con el reino futuro del Mesías. En Jesús viene Dios…

La preparación del camino se efectúa mediante el don del conocimiento de la salvación. El pueblo de Dios conoce la salvación porque la experimenta prácticamente. Dios se la da a conocer al otorgársela (Sal 98:2). Ahora bien, la salvación consiste en el perdón de los pecados. Aquel a quien se le perdonan los pecados se ve liberado y rescatado de un poder que ata más que las manos de los enemigos y de los que odian (Sal 1:17). El tiempo de salvación para el que Juan prepara es el tiempo de la misericordia de nuestro Dios. La acción reveladora de Dios en los últimos tiempos es exuberancia de su corazón misericordioso. Para el final de los tiempos se aguarda que Dios envíe su misericordia a la tierra. Ahora se cumple esto. «El Señor es compasivo y de mucha misericordia» (Stg 5:11).

78b…por las cuales vendrá a vernos la aurora de lo alto, 79 para iluminar a los que yacen en tinieblas y sombra de muerte, para enderezar nuestros pasos por la senda de la paz.

Por la misericordia de Dios viene la «aurora de lo alto», el Mesías. «Yo, Yahveh… te he puesto para luz de las gentes, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del fondo del calabozo a los que moran en tinieblas» (Isa 42:6s). El Mesías, el sol de la salud, trae a los hombres salvación, trae redención a los oprimidos por el pecado y por la muerte. «El pueblo que andaba en tinieblas, vio una luz grande; sobre los que habitaban en la tierra de sombras de muerte resplandeció una brillante luz» (Isa 9:1).

La Iglesia reza el cántico de Zacarías cada mañana cuando al salir el sol se disipan la noche y las tinieblas. Lo reza también junto al sepulcro. En efecto, sobre toda la noche de la muerte brilla la aurora de lo alto, Cristo, que con su resurrección venció el señorío del pecado y de la muerte, y trae la restauración de todo en un nuevo universo (Rev 21:3s).

c) Infancia de Juan (Lc/01/80).

80 El niño crecía y se robustecía en espíritu, y moraba en los desiertos hasta el momento de manifestarse a Israel.

De Sansón se dice: «La mujer dio a luz un hijo y le puso el nombre de Sansón. Creció el niño, y Yahveh le bendijo, y comenzó a mostrarse en él el espíritu de Yahveh» (Jue_1 3:24s). Con estas palabras de la Biblia se diseña la imagen del joven Juan. No se habla expresamente de la bendición del Señor. El crecimiento corporal y mental están bajo la bendición del Señor en Sansón y en Juan, que son hombres de Dios. Van madurando con vistas a su misión.

En el desierto se prepara Juan para recibir la investidura de su cargo. Lejos de los hombres, en la proximidad de Dios se va armando para su quehacer futuro. Del desierto era esperado el Mesías (Cf.Mt 24,26; Hec 21:38). Israel tomó posesión de la tierra prometida después de su permanencia en el desierto. Juan se fue al desierto de Judá. Qué hizo allí y a quién se unió, son cosa que ignoramos. Cuando se descubrieron las grutas de Qumrán y se hizo luz sobre la vida de sus moradores gracias a los escritos que se hallaron, pareció que también se iba a esclarecer el enigma de la estancia de Juan en el desierto. Sin embargo, no consta que Juan tuviera relaciones con la secta de Qumrán. Con ellos le une la ardiente espera del Mesías. Pero se hace difícil creer que el sacerdote Zacarías enviara a su hijo entre gentes que, como protesta contra el sacerdocio del templo, se habían retirado a la soledad, para prepararse, sin templo y sin culto, para la venida del Mesías. La entera vida de Juan está determinada por su ministerio. Desde el seno de su madre es elegido, vive en el desierto, seguramente bajo el impulso divino: Dios mismo le introduce en su ministerio. Todo esto tiene lugar delante de Israel; el Mesías y su pueblo llenan su vida. Dios lo había elegido para estos dos.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Para ver información sobre los evangelios vea la INTRODUCCIÓN A MATEO.

Para ver información detallada sobre los evangelios sinópticos ver en el módulo de libro el título Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

Para ver información sobre los evangelios vea la INTRODUCCIÓN A MATEO.

Para ver información detallada sobre los evangelios sinópticos ver en el módulo de libro el título Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Primera parte de una historia en dos volúmenes

El tercer evangelio o evangelio de Lucas (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Lc) constituye, en realidad, la primera parte de una obra más extensa que tiene su continuación natural en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Que el autor de ambos escritos sea el mismo, apenas nadie lo pone actualmente en duda. Ambos comienzan con un prólogo-dedicatoria muy semejante que, además, es único en los libros del NT (Luc 1:1-4; Hch 1:1-2); ambos hacen gala de un vocabulario y unos recursos estilísticos muy parecidos y muy peculiares dentro del resto de la literatura neotestamentaria; ambos presentan una línea de pensamiento notablemente homogénea. Lo que ya no es tan seguro, es si desde el principio formaron una única obra o bien existió un intervalo más o menos amplio de tiempo entre la composición de las dos partes de la obra. Si se escribió como un todo, alguien la habría separado más tarde en dos libros por razones prácticas, tal vez para colocar los cuatro evangelios seguidos. Sea lo que haya sido el proceso, no deja de ser significativa la evidente simetría de composición entre la primera y la segunda parte de la obra: mientras el evangelio refiere el camino de Jesús hacia Jerusalén, donde tiene lugar la Pascua del Señor como centro del tiempo, el libro de los Hechos recorre el camino inverso, a saber, de Jerusalén hasta los confines de la tierra.

En este sentido, el proyecto de Lc es tan genial como el de Mc al componer por primera vez un evangelio. Por eso, para una lectura y una inteligencia correcta del tercer evangelio, es preciso tener en cuenta la obra completa como marco de referencia. Ahora, sin embargo, nos centramos en la primera parte de la obra, en el evangelio, que tiene en común con los otros evangelios el ser ante todo un testimonio de fe en Jesús de Nazaret, el ser un mensaje de salvación sin menoscabo de una sólida base histórica que el evangelista reclama para su obra desde el comienzo mismo del relato (Luc 1:1-4).

El objetivo, pues, de Lc es a la vez didáctico e histórico. Se trata de proporcionar al lector un fundamento firme de la fe ya poseída y de hacerlo con los métodos y las formas que se usaban en la cultura helenística del tiempo. Un mundo y una cultura representados, sin duda, en Teófilo, el desconocido personaje de ambas dedicatorias (Luc 1:3 y Hch 1:1).

2. Marco histórico de Lucas. El autor y su comunidad

Desde los orígenes mismos del cristianismo, de forma unánime y sin interrupción, el tercer evangelio ha sido atribuido a Lucas, un cristiano de origen no judío al que el NT menciona en tres ocasiones (Flm 1:24, Col 4:14; 2Ti 4:11). Una primera tradición habla de él como médico; otra, más tardía y menos fundamentada, como pintor. En todo caso se trata de un magnífico conocedor de la lengua griega, muy familiarizado también con la Biblia griega de los LXX, y con una gran sensibilidad — como corresponde a un buen historiador — para conectar los acontecimientos de la historia profana con los de la historia religiosa que quiere contar (Luc 1:5; Luc 2:1-3; Luc 3:1-2). Esta singular personalidad no podrá menos de dejar huellas profundas en la redacción final de su obra.

Pero tan importante o más que el autor del evangelio, puede ser la comunidad cristiana que está detrás de él. Porque los evangelios en general, y el de Lc en particular, son el resultado de un diálogo entre la comunidad creyente, por una parte, con sus problemas, sus inquietudes, sus preguntas, sus esperanzas, sus deficiencias, sus logros, sus desánimos y sus entusiasmos, y por otra, el redactor — también creyente — que comparte todas esas experiencias y quiere iluminarlas desde los recuerdos de la vida de Jesús. A falta de otras fuentes de información, será sobre todo una lectura inteligente y atenta del propio evangelio la que proporcione pistas suficientes para identificar las peculiaridades de la comunidad o comunidades desde las que Lc escribe — y para las que escribe — su evangelio. Peculiaridades que podríamos concretar en las siguientes:

— Se trata de comunidades de origen fundamentalmente pagano, situadas tal vez en la órbita paulina, pero en las que la polémica judeocristiana ya no es un problema importante, y en las que predomina un ambiente conciliador. La relación Lucas-Pablo, muy subrayada en tiempos pasados, tal vez no sea tan estrecha como pudiera parecer a primera vista.

— Comunidades abiertas a la cultura grecorromana, deseosas de un sincero diálogo con el mundo pagano y en busca, por tanto, de un puesto dentro del Imperio.

— Comunidades, sin embargo, que se consideran al mismo tiempo legítimas herederas de las promesas hechas a Israel.

— Comunidades, en fin, que deben afrontar los problemas típicos de la segunda generación cristiana (cansancio, permanente seducción del paganismo, debilitamiento de la fe, tentación de dar marcha atrás, falta de responsabilidad en los guías de la comunidad) y en las que el clima de fraternidad y el impulso misionero del primer momento han entrado, al menos parcialmente, en crisis. Comunidades, por tanto, necesitadas de conversión y de perdón.

Para comunidades marcadas por estas características, envueltas en estos problemas y preocupadas por estas necesidades, escribe Lucas su evangelio en el último cuarto del siglo I. Lo más probable es que la redacción haya tenido lugar en la década de los ochenta, aunque no faltan quienes siguen proponiendo una fecha anterior. Sobre el lugar concreto de composición no existen indicaciones precisas, aunque prácticamente todos coinciden en situarlo fuera de Palestina.

3. Proceso de composición y características literarias

En el pórtico mismo del relato, Lucas manifiesta su intención de escribir una historia ordenada y bien documentada (Luc 1:3). El evangelista, pues, se presenta a sí mismo como un narrador que se ha preocupado de recoger abundantes materiales sobre un tema concreto y que luego los utiliza cuidadosamente para componer un relato coherente de los acontecimientos que quiere referir. El tema es el mensaje salvador de Jesús de Nazaret. Las fuentes de información son de tres clases. En primer lugar, Lucas utiliza el evangelio de Mc como base, en más de una tercera parte de lo que él mismo escribe. En segundo lugar, se sirve de una fuente (probablemente escrita) que contenía sólo palabras de Jesús y que fue también conocida y utilizada por Mt; es la llamada “fuente de dichos” (o Documento Q), y ocupa algo más de una cuarta parte del tercer evangelio. Finalmente, la tercera parte restante procede de informes y noticias que Lc recabó por su cuenta; entre este último material hay que destacar el evangelio de la infancia (Luc 1:1-80Luc 2:1-52), algunas de las más bellas e importantes parábolas (Luc 10:30-37; Luc 15:8-32; Luc 16:1-8; Luc 16:19-31; Luc 18:1-14) y varios episodios en el relato de la pasión-resurrección (Luc 22:35-38; Luc 23:6-12; Luc 23:27-31; Luc 23:39-43; Luc 24:13-35).

A todo este material, Lc le imprime su fuerte personalidad de escritor formado en la cultura helenística. El resultado es una redacción con estas peculiaridades:

a) Aunque construye su relato sobre el esquema de Mc y en general sigue fielmente el orden y la disposición de la fuente original, hay algunas excepciones significativas. Sobre todo llama poderosamente la atención la importancia que Lc concede al “camino de Jesús desde Galilea a Jerusalén” que ocupa diez capítulos en el tercer evangelio (Luc 9:51Luc 19:28) y sólo dos en Mt y uno en Mc (Mat 19:1Mat 20:3; Mar 10:1-52). Parece claro que más allá de consideraciones geográficas, Lc quiere destacar la dimensión teológico-didáctica de este camino-viaje hacia Jerusalén.

b) Lc incorpora a su evangelio la mayor parte del material de Mc; pero no duda en prescindir de lo que considera poco asequible a sus lectores, poco favorable a Jesús, o bien entiende que es superfluo al tratarse de algo que figura ya en otro contexto. Al contrario, tampoco se priva de añadir aquello que considera conveniente para la precisión y la claridad.

c) Su particular talante de historiador lleva a Lc a situar la historia de Jesús en el marco de la historia profana y religiosa de su época (Luc 2:1-2; Luc 3:1-38; Luc 1:1-80; Luc 2:1-52) y a dividir el tiempo de esta historia en períodos netamente delimitados con la consiguiente concentración temática en torno a un personaje (María, Juan, Jesús) o un acontecimiento (anuncio en Galilea, viaje hacia Jerusalén, culminación de la historia sin salir de Jerusalén).

d) Geográficamente, Lc centra todo el relato en Jerusalén: el evangelio comienza y termina en el Templo de Jerusalén (Luc 1:8-10; Luc 24:52-53); durante el viaje de Galilea a Judea el único lugar geográfico que se menciona es Jerusalén; las apariciones de Pascua tienen lugar únicamente en Jerusalén; la última tentación de Jesús en Luc 4:1-13 tiene lugar, a diferencia de Mat 4:1-11, en el marco del Templo de Jerusalén. Todo esto indica que Jerusalén es para Lc el centro geográfico y sobre todo teológico de la historia de la salvación.

e) En cuanto a la lengua y al estilo, ya desde los primeros siglos se ha considerado al griego de Lc como uno de los más cuidados y elegantes del NT. Conoce los recursos estilísticos tanto semitas como helenísticos, domina las técnicas que ayudan a una presentación viva y agradable de los materiales, hace gala de un vocabulario rico y abundante. Pero en Lc, la lengua está al servicio de la fe; por eso, aunque sabía y podía escribir con notable perfección, como lo pone de manifiesto en el prólogo (Luc 1:1-4), por lo general renuncia a escribir la historia evangélica en un griego estilísticamente perfecto. Dos principales razones debieron impulsarle a ello: fidelidad a las fuentes y también coherencia con el mensaje que no estaba destinado sólo a sabios y eruditos, sino también a gente sencilla y poco cultivada.

Resumiendo, esta singular manera de componer propia de Lc, pretende ofrecer — sin apartarse del género literario “evangelio” inaugurado por Mc — una visión propia del hecho cristiano, destinada tanto a confirmar la fe de los creyentes como a facilitar la conversión de los paganos.

4. Contenido teológico

El hilo teológico conductor de la obra de Lucas en conjunto, y del evangelio en particular, es sin duda el tema de la salvación. Un tema que, en el momento de escribirse el evangelio, es también clave en el mundo helenístico. En una sociedad necesitada de salvación, sedienta de salvación y dispuesta a aceptar cualquier sucedáneo de ella, Lc proclama que Dios ha hecho presente su plan salvador en Jesús de Nazaret, centro y Señor de la historia. Cualquier otra oferta que pueda llegar desde las estructuras del Imperio es pura ilusión.

En Jesús, efectivamente, se cumplen y alcanzan su punto culminante las promesas y las acciones salvíficas de Dios presentes en el AT (Luc 1:68-71; Luc 1:77). En su nacimiento, es anunciado como Mesías, como Señor, pero sobre todo como Salvador (Luc 2:11). Su actividad misionera por los caminos de Palestina se centrará en liberar y salvar, tanto física como espiritualmente, a cuantos lo necesiten y estén dispuestos a acoger con fe esta salvación (Luc 7:50; Luc 8:36; Luc 8:48; Luc 17:19; Luc 18:42; Luc 19:9-10), que tiene en última instancia una dimensión escatológica (Luc 9:24; Luc 13:23; Luc 18:26).

La realización de este plan salvador de Dios a través de Jesucristo es descrita por Lc como un camino por recorrer. Juan el Bautista es anunciado como el que viene a preparar los caminos del Señor (Luc 1:76) y más adelante se presenta a sí mismo como el que allana esos caminos (Luc 3:4-5). María, la madre de Jesús, se pone en camino a toda prisa (Luc 1:39). Jesús enseña el camino de Dios (Luc 20:21) y lo recorre personalmente hasta sus últimas consecuencias (Luc 18:31-32). El significativo papel que desempeña en el evangelio de Lc su parte central, es decir el viaje desde Galilea a Jerusalén (Luc 9:51Luc 19:28), y las repetidas menciones o alusiones que allí se hacen al camino (Luc 9:51; Luc 9:53; Luc 9:57; Luc 10:38; Luc 13:22; Luc 17:11; Luc 19:28), constituye todo un símbolo de la importancia que la perspectiva del camino como realidad teológico-didáctica tiene en el tercer evangelio.

Un camino, por lo demás, que ha de ser recorrido por la Iglesia, comunidad de salvación, bajo la acción imparable del Espíritu Santo, singularmente presente en la obra de Lucas, tanto en el evangelio (Luc 1:15; Luc 1:35; Luc 1:41; Luc 1:67; Luc 2:25-27; Luc 3:22; Luc 4:1; Luc 4:14-18; Luc 10:21; Luc 11:13; Luc 12:10) como en el libro de los Hechos donde es abundante la presencia del Espíritu. Un camino de salvación sobre todo para los más necesitados e indefensos: niños, mujeres, extranjeros, enfermos, pecadores, cualquier ser humano que se sienta desheredado de la fortuna y del amor. El manifiesto interés de Lc por esta clase de personas revela que su evangelio es verdaderamente el evangelio de la ternura y la misericordia entrañable de Dios Padre que se ha hecho visible y operante en Jesucristo (Luc 7:11-17; Luc 7:36-50; Luc 15:1-32; Luc 19:1-10).

A todo esto deberíamos unir: la llamada urgente y general a la conversión, la insistencia en el desprendimiento y la renuncia como condición indispensable para seguir a Jesús en el camino del Reino, la permanente invitación a orar siempre sin desfallecer y la experiencia de una alegría incontenible ante la presencia de las realidades salvíficas. Con ello tendremos el perfil aproximado de un evangelio cuya lectura no puede menos de impactar también a cualquier lector contemporáneo, tanto por su exquisita sensibilidad literaria, como por su contenido excepcional.

5. Estructura del tercer evangelio

De lo dicho hasta aquí sabemos que cuando Lucas redacta su evangelio existían ya otros relatos similares, sobre todo el de Mc, al que Lucas sigue de cerca. Pero las dotes y las peculiaridades que ya conocemos del tercer evangelista, y su propósito de proceder ordenadamente en la exposición de los hechos (Luc 1:3), han contribuido a producir una obra muy bien ensamblada en la que las diversas etapas del ministerio de Jesús revisten una especial claridad y concrección. Conviene recordar, al respecto, la tendencia de Lucas a dividir la historia en períodos (tiempo de Israel, tiempo de Cristo, tiempo de la Iglesia), la singular importancia y extensión que concede al viaje-camino desde Galilea a Jerusalén, y la insistencia en considerar a Jerusalén como centro geográfico-teológico de toda la historia de la salvación.

Con estas premisas, podemos señalar para el evangelio de Lc el siguiente itinerario de lectura:

— Introducción (Luc 1:1-4)

I. — RELATOS DE LA INFANCIA (Luc 1:5Luc 2:52)

– Anuncio del nacimiento de Juan y Jesús (Luc 1:5-56)

– Nacimiento de Juan y Jesús (Luc 1:57Luc 2:21)

– Episodios de la infancia de Jesús (Luc 2:22-52)

II. — COMIENZO DEL MINISTERIO DE JUAN Y DE JESÚS (Luc 3:1Luc 4:13)

– La misión de Juan el Bautista (Luc 3:1-20)

– Primera actividad de Jesús (Luc 3:21Luc 4:13)

III. — ANUNCIO DEL REINO EN GALILEA (Luc 4:14Luc 9:50)

– Manifestación y rechazo (Luc 4:14Luc 6:11)

– Enseñanzas y milagros (Luc 6:12Luc 8:56)

– Revelación a los discípulos (Luc 9:1-50)

IV. — CAMINO HACIA JERUSALÉN (Luc 9:51Luc 19:28)

– Instrucción y envío de los discípulos (Luc 9:51Luc 13:21)

– Destino sufriente de Jesús y de los discípulos (Luc 13:22Luc 17:10)

– Respuesta a las preocupaciones de la comunidad (Luc 17:11Luc 18:30)

– El final del camino (Luc 18:31Luc 19:28)

V. — JESÚS SE MANIFIESTA EN JERUSALÉN (Luc 19:29Luc 21:38)

– Entrada en Jerusalén y enseñanza en el Templo (Luc 19:29-48)

– Controversias con los dirigentes israelitas (Luc 20:1-47)

– Discurso escatológico (Luc 21:1-38)

VI. — LA PASCUA DE JESÚS (Luc 22:1Luc 24:49)

– Pasión y muerte de Jesús (Luc 22:1Luc 23:56)

– Resurrección y apariciones (Luc 24:1-49)

— Conclusión (Luc 24:50-53)

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Prefacio

A diferencia de Mat., Mar. y Juan, Lucas comenzó su Evangelio con un breve prefacio escrito en excelente gr., tal como podría encontrarse en las obras de los historiadores y otros autores doctos de su tiempo. Se estaba dirigiendo al mundo en general y colocando al cristianismo en la escena de la historia mundial y por eso adoptaba el estilo literario contemporáneo.

Las cosas que han sido ciertísimas entre nosotros incluyen todo lo que está relatado en Luc.-Hech. Una parte de la razón por la cual Lucas sentía la necesidad de un nuevo tratamiento de la base del cristianismo fue su convicción de que la historia de Jesús debía tener el suplemento de un relato de lo que ocurrió luego.

Lucas defiende su obra de evangelista, mencionando que otros ya habían escrito Evangelios, y señalando luego sus propios derechos para hacerlo: su cuidadosa investigación que le permitía escribir una narración lúcida y de gran amplitud cronológica. Como sus predecesores, dependía de los apóstoles y sus asociados para su información, pues los consideraba valiosos testigos oculares de lo que había ocurrido.

Su propósito era dar un relato histórico que mostrara a Teófilo que lo que ya sabía sobre el cristianismo estaba basado en terreno firme. Fuera de esto Teófilo es un desconocido; excelentísimo simplemente puede ser una fórmula de cortesía o puede reflejar el hecho de que tenía una posición oficial. En las cuales has sido instruido puede indicar que había recibido instrucción como nuevo creyente más allá de haber simplemente escuchado sobre el cristianismo en forma casual.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1.1, 2 Lucas nos narra la historia de Jesús desde una perspectiva única como gentil, médico y el primer historiador de la iglesia primitiva. Lucas no fue un testigo ocular del ministerio de Jesús, sin embargo, le interesa que los hechos se preserven con exactitud y que los fundamentos de la fe cristiana se trasmitan intactos a la siguiente generación. En el Evangelio de Lucas hay varias de las parábolas de Jesús. Además, más que en ningún otro Evangelio, da ejemplos específicos de la preocupación de Jesús por la mujer.1.1-4 Muchos tenían tal vivo interés por Jesús que relataron por escrito sus experiencias personales con El. Lucas quizás usó esos relatos y todos los demás medios disponibles como material para una precisa y completa narración de la vida, enseñanzas y ministerio de Jesús. Debido a que la verdad era tan importante para Lucas, confió plenamente en los relatos de testigos presenciales. El cristianismo no dice: «Cierra tus ojos y cree», más bien dice: «Descúbrelo». La Biblia le anima a investigar todos sus mensajes (Joh 1:46; Joh 21:24; Act 17:11-12), porque sus conclusiones acerca de Jesús son asunto de vida o muerte.1.3 Una traducción del nombre Teófilo es «amado de Dios». El libro de Hechos, escrito también por Lucas, comienza de la misma manera. Este prefacio quizás sea una dedicatoria general a los lectores cristianos. Teófilo, el patrón de Lucas, fue el que ayudó a financiar la elaboración del libro. Más aún, fue un romano conocido de Lucas muy interesado en la nueva religión cristiana.1.3, 4 Como doctor en medicina, Lucas sabía la importancia de ser minucioso. Usó sus habilidades en la observación y análisis para investigar las historias relacionadas con Jesús. ¿Cuál es su diagnóstico? ¡El evangelio de Jesucristo es verdad! Usted puede leer los relatos acerca de Jesús con la confianza de que se han escrito con una mente clara y una investigación completa. Debido a que el evangelio está fundado sobre una verdad histórica, nuestro crecimiento espiritual debe incluir diligencia, disciplina, completa investigación de la Palabra de Dios y además de comprender cómo Dios ha actuado a través de la historia. Si esta clase de estudio no forma parte de su vida, busque a un pastor, profesor o libro que le ayude a empezar y le guíe en esta importante parte de su crecimiento cristiano.1.5 Este fue Herodes el Grande, a quien el senado romano ratificó como rey de los judíos. Como era medio judío y deseoso de complacer a sus superiores romanos, expandió y embelleció el templo de Jerusalén, pero puso un águila sobre la entrada. Cuando ayudó a los judíos, lo hizo con propósitos políticos y no porque le interesara su Dios. Herodes el Grande ordenó más tarde una matanza de niños con el intento fútil de dar muerte al niño Jesús, al que se le llamó el nuevo «rey de los judíos» (Mat 2:16-18).1.5 Un sacerdote judío era un ministro que laboraba en el templo y administraba su mantenimiento; enseñaba a las personas la Palabra de Dios y dirigía los servicios de adoración. En ese tiempo hubo cerca de veinte mil sacerdotes a través del país, más que suficiente para ministrar en el templo. A los sacerdotes los dividieron en veinticuatro grupos de aproximadamente mil cada uno, de acuerdo a las instrucciones del rey David (1Ch 24:3-19).Zacarías era de la clase de Abías que oficiaba en esa semana en particular. Cada mañana un sacerdote entraba al templo para quemar el incienso. Se sorteaban para decidir quién entraría al Lugar Santo y un día la suerte recayó en Zacarías. Pero no fue por suerte que Zacarías estuviera ocupado y que le escogieran para entrar en el Lugar Santo ese día, oportunidad que se daba una sola vez en la vida. Dios guiaba los acontecimientos de la historia al preparar el camino para la venida de Jesús a la tierra.1.6 A Zacarías y Elisabet no los motivaron solo los impulsos de seguir las leyes de Dios, sino que respaldaron su posición con obediencia profunda. Obedecer en espíritu significa entender las intenciones de Dios, acatar, antes que distorsionar, sus propósitos al seguir la letra de la Ley solamente. No como los líderes religiosos a los que Jesús denominó hipócritas. Zacarías y Elisabet no se detuvieron en la letra de la Ley. Su obediencia fue de corazón y por eso los llamaron «justos delante de Dios».1.9 El incienso se quemaba en el templo dos veces al día. Cuando el pueblo veía el humo del incienso quemado, oraba. El humo que ascendía a los cielos simbolizaba las oraciones que subían al trono de Dios.1.11, 12 Los ángeles son seres espirituales que viven en la presencia de Dios y cumplen sus deseos. Solo dos se mencionan por nombre en la Escritura: Miguel y Gabriel, pero hubo muchos que actuaron como mensajeros de Dios.Aquí, Gabriel (1.19) le da un mensaje especial a Zacarías. Este no fue un sueño ni una visión. El ángel apareció en forma visible y habló al sacerdote con palabras audibles. ZACARIASA Zacarías se le dijo antes que a cualquier otra persona que Dios estaba haciendo los preparativos de su visita a la tierra. Zacarías y su esposa, Elisabet, eran conocidos por su santidad personal. Eran la pareja ideal para una tarea especial para Dios. Tenían la tristeza de no tener hijos. Los judíos veían esto como una prueba de que no contaban con la bendición de Dios. Zacarías y su esposa eran de edad avanzada y ya estaban resignados a no tener hijos.Este viaje al templo de Jerusalén tenía reservado para Zacarías una bendición inesperada. Lo escogieron para ser el sacerdote que entraría en el Lugar Santo a fin de ofrecer incienso a Dios por el pueblo. De pronto, para su gran sorpresa y temor, se vio cara a cara con un ángel. ¡El mensaje del ángel era demasiado bueno para ser cierto! Sin embargo, Zacarías no reaccionó tanto por las nuevas del Salvador venidero como por las dudas acerca de su capacidad para ser padre del niño que el ángel le prometía. Su edad parecía tener más consecuencias que la promesa de Dios. Como resultado, Dios le privó a Zacarías del habla hasta el cumplimiento de la promesa.La oración profética de Lucas 1 es la última imagen que tenemos de él. Como en el caso de muchos siervos fieles de Dios, pasó en silencio por la escena de la cual formó parte una vez cumplido su cometido. Es nuestro héroe en los momentos en que dudamos de Dios y a la vez queremos obedecerlo. La historia de Zacarías nos ofrece la esperanza de que Dios puede hacer grandes cosas a través de uno cuando estamos dispuestos a someternos.Puntos fuertes y logros :– Era un hombre justo– Fue un sacerdote de Dios– Una de las pocas personas que un ángel visitó directamente– Padre de Juan el BautistaDebilidades y errores :– De momento dudó de la promesa del ángel de que tendría un hijo, debido a su edad avanzada.Lecciones de su vida :– Los impedimentos físicos no limitan a Dios– A veces Dios cumple su voluntad en formas inesperadasDatos generales :– Ocupación: Sacerdote– Familiares: Esposa: Elisabet. Hijo: Juan el BautistaVersículos clave :»Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada» (Luk 1:6-7).La historia de Zacarías se narra en Lucas 1.1.13 Zacarías, mientras ofrecía el incienso en el altar, también oraba quizás por un hijo o por la venida del Mesías. De cualquier modo, Dios respondió su oración. Pronto tendría un hijo que prepararía el camino al Mesías. Dios responde las oraciones a su manera y en su tiempo. Obró en una situación «imposible», la esposa de Zacarías era estéril, a fin de cumplir con todas las profecías relacionadas con el Mesías. Si queremos que nuestras oraciones reciban respuesta, debemos ser receptivos a lo que Dios puede hacer en situaciones imposibles. Y debemos esperar que obre a su manera y en su tiempo.1.13 Juan significa «el Señor es bondadoso» y Jesús significa «el Señor salva». Ambos nombres los puso Dios, no los escogieron los familiares. A través de los Evangelios vemos que Dios obra con bondad y salva a su pueblo. No rechaza a nadie que se le acerque con sinceridad.1.15 Dios seleccionó a Juan para un servicio especial. Tal vez se le prohibió beber, como parte del voto de nazareo, un voto antiguo de consagración a Dios (véase Num 6:1-8). Sansón (Jueces 13) estuvo bajo este voto y Samuel también (1Sa 1:11).1.15 Esta es la primera mención de Lucas sobre el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad. Lucas se refiere al Espíritu Santo más que los otros escritores de los Evangelios. Debido a que también escribió el libro de Hechos, sabemos que le informaron minuciosamente acerca de la obra del Espíritu Santo. Lucas reconoció y enfatizó la obra del Espíritu Santo en relación a la fundación de la cristiandad y su dirección en la iglesia primitiva. La presencia del Espíritu Santo es el regalo de Dios para toda la Iglesia en Pentecostés. Con anterioridad, el Espíritu Santo se otorgaba solo en tareas especiales. Nosotros necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para un trabajo eficaz.1.17 El papel de Juan era ser casi semejante al profeta del Antiguo Testamento: motivar a las personas a alejarse del pecado y volver a Dios. A menudo se le compara con el gran profeta Elías, conocido por oponerse a las leyes corruptas (Mal 4:5; Mat 11:14; Mat 17:10-13). Si desea más información acerca de Elías, véase su perfil en 1 Reyes 18.1.17 En la preparación del pueblo para la venida del Mesías, Juan pudo hacer «trasplantes de corazón». Cambió corazones endurecidos de los adultos por corazones blandos como los de los niños: dóciles, confiados y abiertos al cambio. (Véanse Eze 11:19-20 y 36.25-29 para ampliar la idea de «trasplantes de corazón».) ¿Es usted receptivo a Dios como debiera? ¿O necesita un cambio de corazón?1.18 Cuando se le dijo que iba a tener un hijo, Zacarías dudó de la palabra del ángel. Desde su perspectiva humana, sus dudas eran comprensibles, pero con Dios todo es posible. A pesar de que Zacarías y Elisabet ya no tenían edad para procrear, Dios les dio un hijo. Es muy fácil dudar o no entender lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Aun el pueblo de Dios, a veces, comete el error de confiar en su razonamiento o experiencia antes que en Dios. Cuando nos sintamos tentados a pensar que alguna de las promesas de Dios es imposible, debiéramos recordar su trabajo meticuloso a través de la historia. A El no lo atan nuestras perspectivas estrechas ni las limitaciones humanas. Confíe plenamente en El.1.20 Zacarías dedujo que era increíble que él y su esposa, a tal edad, pudieran tener hijos. Pero lo que Dios promete, lo da. ¡Y El entrega a tiempo! Usted puede estar seguro de que Dios cumplirá su promesa. Quizás no sea al día siguiente, pero lo será en el tiempo apropiado. Si está esperando que Dios le conteste alguna petición o supla alguna necesidad, sea paciente. No importa cuán imposibles parezcan las promesas de Dios, las cosas que El dijo en su Palabra serán una realidad a su tiempo.1.21 Como era costumbre, la gente esperaba afuera a que Zacarías saliera y le bendijera según la bendición de Num 6:22-27.1.25 Zacarías y Elisabet eran personas fieles y aun así sufrían. En ese entonces, algunos judíos no creían en la resurrección corporal, de modo que su esperanza de inmortalidad estaba en sus hijos. Además, hijos bajo el cuidado de padres en edad avanzada, agregaban bienestar y posición social a la familia. Los hijos se consideraban una bendición, no tenerlos era una maldición. Zacarías y Elisabet no habían tenido hijos por muchos años y ahora estaban demasiado viejos para esperar algún cambio en su situación. Se sentían humillados y sin esperanza. Pero Dios esperaba el tiempo apropiado para bendecirlos y alejar su desgracia.1.26 Gabriel no solo le apareció a Zacarías y a María, sino también al profeta Daniel más de quinientos años antes (Dan 8:15-17; Dan 9:21). Cada vez que aparecía, traía mensajes importantes de Dios.1.26 Nazaret, pueblo de José y María, estaba lejos de Jerusalén, centro de vida y adoración judías. Localizada en la ruta más transitada, visitada a menudo por mercaderes gentiles y soldados romanos. De ahí que su reputación estaba empañada entre los judíos (Joh 1:46). Jesús nació en Belén, pero creció en Nazaret. ¡Quién iba a pensar que la gente de Nazaret lo rechazaría como el Mesías! (Joh 4:22-30).1.27, 28 María era joven, pobre y mujer, características que para la gente de su tiempo la convertía en incapaz de que Dios la usara en tareas importantes. Pero Dios escogió a María para uno de los actos más grandes de obediencia que jamás haya demandado de alguien. Quizás usted considere que su capacidad, experiencia o educación lo hacen un mal candidato para el servicio de Dios. No limite la elección de Dios. Puede usarlo si confía en El.1.30, 31 La bendición de Dios no trae consigo éxito, fama ni favor automáticos. Su bendición sobre María, el honor de ser la madre del Mesías, le produciría mucho dolor: sus parientes se burlarían de ella; su prometido estaría a punto de dejarla; rechazarían y matarían a su hijo. Pero a través de su Hijo vendría la única esperanza del mundo y por eso a María la alabarían todas las generaciones porque halló «gracia delante de Dios». Su sumisión condujo a nuestra salvación. Si su bendición le acarrea tristezas, piense en María y espere con paciencia que Dios acabe el plan en el que trabaja.1.31-33 Jesús, una forma griega de la palabra hebrea Josué, era un nombre común que significa «el Señor salva». Así como Josué guió a Israel hacia la tierra prometida (véase Jos 1:2), también Jesús guía a su pueblo hacia la vida eterna. El simbolismo de su nombre no se perdió en el pueblo de su tiempo, que tomó los nombres con seriedad y vio en ellos una fuente de poder. En el nombre de Jesús se sanó, se echaron fuera demonios y se perdonaron pecados.1.32, 33 Siglos antes, Dios prometió a David que su reino sería para siempre (2Sa 7:16). Esta promesa se cumplió en la venida de Jesús, un descendiente directo de David, cuyo reinado continuará por la eternidad.1.34 El nacimiento de Jesús de una virgen es un milagro que a muchos les resulta difícil aceptar. Estos tres hechos pueden ayudar nuestra fe: (1) Lucas era médico y sabía muy bien cómo se forman los bebés. Sería muy difícil creer en un nacimiento virginal como lo es para nosotros, pero sin embargo lo escribe como un hecho. (2) Lucas era un afanoso investigador que basó su Evangelio en informes de testigos presenciales. La tradición dice que habló con María relacionados con los hechos de los dos primeros capítulos. Esta es su historia, no una ficción. (3) Cristianos y judíos, que adoran a Dios como Creador del universo, debieran creer que El tiene poder para crear un niño en el vientre materno.1.35 Jesús nació sin el pecado que entró en el mundo mediante Adán. Nació santo, justo; como Adán, fue creado sin pecado. En contraste con Adán, que desobedeció a Dios, Jesús obedeció y está en condiciones de ser nuestro sustituto para librarnos de las consecuencias del pecado y lograr que seamos aceptos de Dios (Rom 5:14-19).1.38 Una joven soltera encinta se arriesgaba al desastre. A menos que el padre de la criatura aceptara casarse con ella, había la posibilidad de que quedara sola para toda la vida. Si su padre la rechazaba, podría verse forzada a mendigar o prostituirse a fin de sobrevivir. Y María, con su historia de estar encinta por obra del Espíritu Santo, se arriesgaba también a que la consideraran demente. Con todo y a pesar de los posibles riesgos, María dice: «Hágase conmigo conforme a tu palabra». Cuando María lo afirmó, no se imaginaba la tremenda bendición que recibiría. Solo sabía que Dios le pedía que le sirviera y estaba deseosa de hacerlo. No espere ver qué bendición tendrá antes de ofrecerle su vida a Dios. Ofrézcase de buena gana, aun cuando los resultados de hacerlo parezcan desastrosos.1.38 A través de las Escrituras vemos que el anuncio del nacimiento de una criatura provocaba diferentes reacciones. Sara, la esposa de Abraham, se rió (Gen 18:9-15). Zacarías dudó (Luk 1:18). Por contraste, María se sometió. Creyó las palabras del ángel y estuvo de acuerdo en tener al bebé, aunque fuera en circunstancias humanamente imposibles. Dios está dispuesto a hacer lo imposible. Nuestra respuesta a sus demandas no debiera motivar risa, temor ni duda, sino aceptación de buena voluntad.1.41-43 Al parecer, el Espíritu Santo dijo a Elisabet que el hijo de María sería el Mesías, lo suponemos porque Elisabet al saludar a su joven parienta la llama «la madre de mi Señor». Al apresurarse para visitar a su parienta, María debió estar preguntándose si los acontecimientos de los días recientes serían reales. El saludo de Elisabet debió haber solidificado su fe. El embarazo de María pudo haber parecido imposible, pero su parienta sabia y anciana creyó y se regocijó.1.42, 43 A pesar de que ella misma gestaba el tan esperado bebé, Elisabet pudo haber envidiado a María, cuyo hijo sería mucho más importante que el de ella; pero al contrario, estaba llena de alegría porque la madre de su Señor pudiera visitarla. ¿Ha envidiado a alguien que Dios, al parecer, distinguió para una bendición especial? Un remedio para el celo es regocijarse con esa persona, razonar que Dios usa a su gente y busca a aquel que encaje mejor en su propósito.1.46-55 Este cántico a menudo se le llama el Magnificat, la primera palabra en la traducción del latín de este pasaje. Se usa mucho como base para música coral e himnos. Como Ana, la madre de Samuel (1Sa 2:1-10), María glorificó a Dios en un cántico por lo que El iba a hacer en favor del mundo a través de ella. Nótelo en ambos cánticos, Dios se describe como un defensor de los pobres, oprimidos y despreciados.1.48 ¿Mostraba orgullo María cuando dijo: «Me dirán bienaventurada todas las generaciones»? No, ella reconocía y aceptaba el don que Dios le dio. Si María hubiera negado su posición increíble, manifestaría tener en poco la bendición de Dios. El orgullo es negarse a aceptar los dones de Dios, la humildad es aceptarlos y usarlos para alabarlo y servirlo. No niegue sus dones. Dé gracias a Dios por ellos y úselos para glorificarlo.1.54, 55 Dios guardó la promesa que le hizo a Abraham de ser misericordioso con su pueblo por siempre (Gen 22:16-18). El nacimiento de Cristo cumplió la promesa y María así lo entendió. No se sorprendió cuando su especial Hijo, al final anunció que era el Mesías. Conocía su misión aun antes de que El naciera. Algunas de las promesas de Dios dadas a Israel se hallan en 2Sa 22:50-51; Psa 89:2-4; Psa 103:17-18; Mic 7:18-20.1.56 Debido a la dificultad de los viajes, las visitas prolongadas eran las normales. María debió haber sido de gran ayuda para Elisabet que experimentó las dificultades de un primer embarazo a su edad avanzada.1.59 La ceremonia de circuncisión era un acontecimiento importante en la familia de un niño judío. Dios lo instituyó cuando comenzó a formar su nación santa (Gen 17:4-14) y lo reafirmó mediante Moisés (Lev 12:1-3). Todavía se practica hoy en los hogares judíos. Es un día de alegría cuando amigos y miembros de la familia celebran el advenimiento de un bebé que llega a ser parte del pacto de Dios con Israel.1.59 La línea familiar y los nombres eran importantes para los judíos. La gente supuso con naturalidad que la criatura quizás no recibiría el nombre de Zacarías, pero al menos uno de la familia. Por eso se sorprendieron de que Elisabet y Zacarías desearan ponerle el nombre de Juan, como el ángel les dijo (véase 1.13).1.62 Los familiares de Zacarías le hablaron mediante gestos porque al parecer estaba totalmente sordo, así como mudo, y no oyó lo que su esposa le dijo.1.67-79 Zacarías alabó a Dios con sus primeras palabras después de meses de silencio. En un cántico a menudo llamado el Benedictus según las primeras palabras en la traducción latina del pasaje, Zacarías profetizó la venida de un Salvador que redimiría a su pueblo y predijo que su hijo Juan prepararía el camino del Mesías. Todas las profecías del Antiguo Testamento se concretaban. ¡Con razón Zacarías alabó a Dios! El Mesías vendría a su tiempo y escogieron a Juan para preparar el camino.1.71 Los judíos esperaban con ansiedad al Mesías, pero pensaban que vendría para salvarlos del poder del Imperio Romano. Aguardaban a un Salvador militar y no a un Mesías de paz que venciera el pecado.1.72, 73 La promesa de Dios a Abraham fue bendecir a todas las naciones a través de él (véase Gen 12:3). Esto se cumpliría mediante el Mesías, descendiente de Abraham.1.76 Zacarías evocó cientos de años de la obra soberana de Dios en la historia, comenzando con Abraham y continuando por la eternidad. Luego, en un contraste tierno, personaliza la historia. Se escogió a su hijo para cumplir un rol especial en el drama de las edades. A pesar de poseer poderes ilimitados, Dios decidió obrar mediante humanos frágiles que empiezan como bebés. No minimice lo que Dios puede hacer a través de quienes confían en El.1.80 ¿Por qué Juan vivió en el desierto? Los profetas buscaban la soledad del desierto para mejorar su crecimiento espiritual y enfocar su mensaje en Dios. Al estar en el desierto, Juan mostró su separación de los poderes económicos y políticos de modo que pudo dirigir su mensaje en su contra. También muestra su separación de los líderes religiosos hipócritas de su día. Su mensaje era diferente al de ellos y su vida loINUSITADOS METODOS DE DIOSUna de las mejores maneras de comprender a Dios y su buena voluntad para comunicarse con las personas es notar las diversas formas que usa, algunas inesperadas, para dar su mensaje. Lo siguiente es un ejemplo de sus métodos y de la gente con la que se relacionó.Jacob, Zacarías, María, pastores: Método: Angeles Gen 32:22-32; Luk 1:13, Luk 1:30; Luk 2:10Jacob, José, un panadero, un copero, Faraón, Isaías, los magos: Método: Sueños Gen 28:10-22; Gen 7:5-10; Gen 40:5; Gen 41:7-8; Isa 1:1; Mat 1:20; Mat 2:12-13Belsasar: Método: Escritura en la pared Dan 5:5-9Balaam: Método: Asna que habla Num 22:21-35Pueblo de Israel: Método: Columna de nube y fuego Exo 13:21-22Jonás: Método: Tragado por un pez Jonás 2Abraham, Moisés, Jesús en su bautismo, Pablo: Método: Verbalmente Gen 12:1-4; Exo 7:8; Mat 3:13-17; Act 18:9Moisés: Método: Fuego Exodo 3.2Nosotros: Método: Hijo de Dios Heb 1:1, 2

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Título “Lucas.” Gr.: Lou·kán; lat.: Lú·cam.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 Jua 20:31

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

muchos han tratado. Hubo considerable interés en la iglesia primitiva acerca de Jesús y de su vida, pero pocas obras, aparte de los evangelios, han sobrevivido.

las cosas que entre nosotros son muy ciertas. Lucas se refiere no solamente al cumplimiento de las profecías del A.T. acerca de Jesús, sino también a toda la vida de Jesús y su ministerio como el cumplimiento de todo el plan redentor de Dios.

Fuente: La Biblia de las Américas

Este prólogo estį escrito en el estilo clįsico de los historiadores grecorromanos. En él, Lucas asegura que su obra es consistente en cuanto a su totalidad, precisión y organización. Todo esto provee una importante evidencia de la veracidad histórica del evangelio de Lucas.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) O, Como es bien sabido.

1 (2) Esto indica que hubo más de cuatro personas que escribieron una crónica de la vida terrenal del Salvador.

1 (3) O, poner en orden.

1 (4) Los acontecimientos del nacimiento, ministerio y martirio de Juan el Bautista, y del nacimiento, vida. ministerio, enseñanza, muerte, resurrección y ascensión de Jesús, que ocurrieron para la realización del plan redentor de Dios, cuyo fin es salvar por gracia a los pecadores.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO SEGÚN LUCAS

AUTOR: Lucas

FECHA: 60

Paternidad literaria Lucas, el «médico amado» (Col 4:14), amigo íntimo y compañero de Pablo, fue probablemente el único autor del Nuevo Testamento procedente de la gentilidad. Nada sabemos de su vida anterior ni de su conversión, excepto que no fue testigo ocular de la vida de Jesucristo (Luc 1:2). Aunque médico de profesión, fue primordialmente un evangelista, escribiendo este evangelio y el libro de Hechos, y acompañando a Pablo en su obra misionera (véase INTRODUCCIÓN a Hechos). Estuvo con Pablo en el tiempo del martirio del apóstol (2Ti 4:11), pero de su vida posterior nada conocemos con certeza.

Metodología En su prólogo, Lucas afirma que su trabajo fue estimulado por el trabajo de otros (Luc 1:1), que consultó a testigos de vista (Luc 1:2), y que él cribó y organizó la información (Luc 1:3) bajo la dirección del Espíritu Santo, para instruir a Teófilo acerca de la fiabilidad histórica de la fe (Luc 1:4). Estamos ante un escrito cuidadosamente investigado y documentado.

Enfoque distintivo de Lucas Aunque específicamente dedicado a Teófilo, este Evangelio está destinado a todos los gentiles.

(1) El autor muestra un interés poco común en materias de medicina (Luc 4:38; Luc 7:15; Luc 8:55; Luc 14:2; Luc 18:15; Luc 22:50).

(2) Se presta mucha atención al relato de los sucesos que rodearon el nacimiento de Cristo. Lucas es el único que refiere la anunciación a Zacarías y a María, los cánticos de María y de Elisabet, el nacimiento y la infancia de Juan el Bautista, el nacimiento de Jesús, la visita de los pastores, la circuncisión de Jesús, la presentación en el templo, detalles de la niñez de Cristo, y los pensamientos íntimos de María.

(3) Lucas muestra un interés poco común en individuos, como se ve en sus relatos acerca de Zaqueo (Luc 19:1-10) y del ladrón arrepentido (Luc 23:39-43) y en las parábolas del hijo pródigo (Luc 15:11-32) y del fariseo y el publicano (Luc 18:9-14). Es Lucas quien nos da la historia del buen samaritano (Luc 10:29-37) y del único ex-leproso agradecido (Luc 17:11-19).

(4) Hay en este Evangelio un énfasis especial en la oración (Luc 3:21; Luc 5:16; Luc 6:12; Luc 9:18; Luc 9:28-29; Luc 10:21; Luc 11:1; Luc 22:39-46; Luc 23:34; Luc 23:46).

(5) Otro detalle específico de este Evangelio es el lugar prominente que se da a las mujeres (caps. Luc 1:1-80; Luc 2:1-52; Luc 7:11-17; Luc 7:36-50; Luc 8:1-3; Luc 10:38-42; Luc 21:1-4; Luc 23:27-31; Luc 23:49).

(6) El escritor muestra también interés en la pobreza y en la riqueza (Luc 1:52-53; Luc 4:16-22; Luc 6:20; Luc 6:24-25; Luc 12:13-21; Luc 14:12-13; Luc 16:19-31).

(7) El libro nos ha preservado cuatro bellos himnos: el Magníficat de María (Luc 1:46-55), el Benedictus de Zacarías (Luc 1:67-79), el Gloria in Excelsis de los ángeles (Luc 2:14), y el Nunc Dimittis de Simeón (Luc 2:29-32). Este es un Evangelio del compasivo Hijo del Hombre, que ofrece la salvación al mundo entero (Luc 19:10).

Fecha Puesto que el final de Hechos nos muestra a Pablo en Roma, y el Evangelio de Lucas fue escrito antes que Hechos (Hch 1:1), este libro fue escrito probablemente hacia el 60 d.C., posiblemente en Cesarea durante los dos años de prisión de Pablo allí (Hch 24:27).

Contenido El tema del Evangelio de Lucas es Cristo, el Hijo del Hombre, y narra muchos de los acontecimientos que demostraban la humanidad de Cristo (véase Enfoque distintivo, para ver una lista de los pasajes favoritos).

BOSQUEJO DEL EVANGELIO DE LUCAS

I) Prefacio: Método y propósito del Escrito, Luc 1:1-4

II) La identificación del Hijo del Hombre con los hombres, Luc 1:5Luc 4:13

A) El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista, Luc 1:5-25

B) El anuncio del nacimiento del Hijo del Hombre, Luc 1:26-56

C) El advenimiento de Juan el Bautista, Luc 1:57-80

D) El advenimiento del Hijo del Hombre, Luc 2:1-20

E) La adoración del Niño, Luc 2:21-38

F) El crecimiento del Niño, Luc 2:39-52

G) El bautismo del Hijo del Hombre, Luc 3:1-22

H) La genealogía del Hijo del Hombre, Luc 3:23-38

I) La tentación del Hijo del Hombre, Luc 4:1-13

III) El ministerio del Hijo del Hombre a los hombres, Luc 4:14Luc 9:50

A) El anuncio de Su ministerio, Luc 4:14-30

B) La autoridad de Su ministerio, Luc 4:31Luc 6:11

1. Sobre los demonios, Luc 4:31-37

2. Sobre la enfermedad, Luc 4:38-44

3. Sobre los discípulos, Luc 5:1-11

4. Sobre la contaminación ceremonial (sana a un leproso), Luc 5:12-16

5. Sobre los defectos físicos (sana a un paralítico), Luc 5:17-26

6. Sobre los marginados (el llamamiento de Mateo y las parábolas), Luc 5:27-39

7. Sobre los días, Luc 6:1-5

8. Sobre la deformidad, Luc 6:6-11

C) Los asociados a Su ministerio, Luc 6:12-49

1. El llamamiento de los discípulos, Luc 6:12-16

2. Las características de los discípulos (el gran sermón), Luc 6:17-49

D) Las actividades de Su ministerio, Luc 7:1Luc 9:50

1. Ministerio en la enfermedad, Luc 7:1-10

2. Ministerio en la muerte, Luc 7:11-17

3. Ministerio en la duda, Luc 7:18-35

4. Ministerio a los pecadores, Luc 7:36-50

5. Ministerio financiado, Luc 8:1-3

6. Ministerio ilustrado mediante parábolas, Luc 8:4-21

7. Ministerio en las tormentas, Luc 8:22-25

8. Ministerio sobre los demonios, Luc 8:26-39

9. Ministerio en la muerte y en la desesperación, Luc 8:40-56

10. Ministerio mediante los discípulos, Luc 9:1-9

11. Ministerio en las necesidades físicas, Luc 9:10-17

12. Ministerio de predicción, Luc 9:18-50

IV) La repudiación del Hijo del Hombre por parte de los hombres, Luc 9:51Luc 19:27

A) Es rechazado por los samaritanos, Luc 9:51-56

B) Es rechazado por los hombres mundanos, Luc 9:57-62

C) Comisiona a los Setenta, Luc 10:1-24

D) Es rechazado por un intérprete de la Ley (parábola del Buen Samaritano), Luc 10:25-37

E) Es recibido en Betania, Luc 10:38-42

F) Instruye sobre la oración, Luc 11:1-13

G) Es rechazado por la nación, Luc 11:14-36

H) Es rechazado por los fariseos y los escribas, Luc 11:37-54

I) Instruye a la luz del rechazo, Luc 12:1Luc 19:27

1. Acerca de la hipocresía, Luc 12:1-12

2. Acerca de la codicia, Luc 12:13-34

3. Acerca de la fidelidad, Luc 12:35-48

4. Acerca de la división y de las señales, Luc 12:49-59

5. Acerca del arrepentimiento, Luc 13:1-9

6. Acerca de la hipocresía, Luc 13:10-17

7. Acerca del reino, Luc 13:18-35

8. Acerca de personas inflexibles, Luc 14:1-6

9. Acerca de personas envanecidas, Luc 14:7-11

10. Acerca de personas invitadas, Luc 14:12-14

11. Acerca de personas indiferentes, Luc 14:15-24

12. Acerca de personas indulgentes, Luc 14:25-35

13. Acerca del amor de Dios hacia los pecadores, Luc 15:1-32

14. Acerca de las riquezas, Luc 16:1-31

15. Acerca del perdón, Luc 17:1-6

16. Acerca del servicio, Luc 17:7-10

17. Acerca de la gratitud, Luc 17:11-19

18. Acerca del reino, Luc 17:20-37

19. Acerca de la oración, Luc 18:1-14a

20. Acerca de la entrada al reino, Luc 18:15-30

21. Acerca de Su muerte, Luc 18:31-34

22. Acerca de la salvación, Luc 18:35Luc 19:10

23. Acerca de la fidelidad, Luc 19:11-27

V) La condenación del Hijo del Hombre por parte de los hombres, Luc 19:28Luc 23:56

A) Domingo, Luc 19:28-44

B) Lunes, Luc 19:45-48

C) Martes, Luc 20:1Luc 21:38

1. Su autoridad es puesta en tela de juicio, Luc 20:1-8

2. Su autoridad es revelada, Luc 20:9-18

3. Su autoridad es resistida, Luc 20:19-40

4. Su autoridad es reiterada, Luc 20:41Luc 21:4

5. El discurso apocalíptico, Luc 21:5-38

D) Miércoles, Luc 22:1-6

E) Jueves, Luc 22:7-53

1. La Cena del Señor, Luc 22:7-38

2. El huerto de Getsemaní, Luc 22:39-46

3. El arresto, Luc 22:47-53

F) Viernes, Luc 22:54Luc 23:55

1. Negación de Pedro, Luc 22:54-62

2. Cristo es mofado y golpeado, Luc 22:63-65

3. Cristo ante el sanedrín, Luc 22:66-71

4. Cristo ante Pilato, Luc 23:1-5

5. Cristo ante Herodes, Luc 23:6-12

6. Cristo de nuevo ante Pilato, Luc 23:13-25

7. La crucifixión, Luc 23:26-49

8. La sepultura, Luc 23:50-55

G) Sábado, Luc 23:56

VI) La vindicación del Hijo del Hombre ante los hombres, Luc 24:1-53

A) El vencedor de la muerte, Luc 24:1-12

B) El cumplidor de las proferías (los discípulos de Emaús), Luc 24:13-35

C) El modelo de la vida de resurrección, Luc 24:36-43

D) La cabeza de la iglesia, Luc 24:44-48

E) El dador del Espíritu Santo, Luc 24:49

F) El Señor ascendido, Luc 24:50-53

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

11 (I) Prólogo (1,1-4). Lucas es el único evangelista que introduce su obra con una frase periódica en griego bellamente elaborada. Los vv. 1-2 suministran la proposición «puesto que» de la frase; el v. 3 es la oración principal; el v. 4 es una proposición final. Una comparación con Josefo, Apion. 1.1 §1-3; 2.1; §3; y Ep. Arist. 1, indica que la mayor parte del vocabulario de Lucas es convencional. El significado de las palabras debe obtenerse principalmente a partir del vocabulario paralelo de la doble obra lucana Lc-Hch y de su teología. Así, por ejemplo, el término diegésis, «narración», no deben interpretarse solamente a partir de prólogos similares al de Lucas, pareciendo que él no hubiera escrito el kerigma, sino un fundamento histórico del evangelio. 1. puesto que: Este término literario, epeidéper, aparece solamente en esta ocasión en la Biblia griega, narración: diegésis, en textos paralelos (p.ej., Ep. Arist. 1) significa una narración ordenada y no un mero ensartar anécdotas o notas. Dentro del conjunto Lc-Hch encontramos el vb. diegeislhai, con un significado denso, en Lc 8,39 y Hch 12,17, como equivalente a «proclamar». Diegésis podría traducirse por «narración kerigmática». Aunque Lucas, a diferencia de Marcos, no llame a su obra «evangelio», su intención es la misma: suscitar la fe. acontecimientos cumplidos entre nosotros: En esta proposición queda patente que la finalidad de Lucas no es escribir una mera historia. Esta proposición anticipa un motivo dominante en la obra lucana (cf. 4,16-21; 22,37; 24,25.27.44-47). Lucas narra acontecimientos que se interpretan como cumplimiento de Dios para la salvación del hombre. 2. llegaron a ser ministros de la Palabra: Se refiere a un grupo determinado. Como deja claro el tema lucano del testimonio ocular, esp. en el cap. 24, éste no es suficiente para ser testigo. La incorporación a la fe en las promesas de Dios y su cumplimiento en Jesús resucitado convierten al testigo en aquel que proclama la Palabra. 3. narración ordenada: kathexés puede referirse a una secuencia cronológica, espacial o lógica. El paralelo de Hch 11,4 indica que el significado en este contexto es el de «secuencia lógica». El orden del relato está determinado por el modelo «lógico» lucano de la promesa-cumplimiento de la acción de Dios. Así, p.ej., Lc 4,16-30 se encuentra fuera del orden cronológico, pero está en orden lógico puesto que ayuda al desarrollo del programa lucano de hacer ver cómo las promesas de salvación de Dios se cumplen en el ministerio de Jesús a favor del pobre y del desgraciado. Teófilo: Tal vez el mecenas de Lucas; pero también representa a una amplia audiencia que necesita fortalecer su fe. 4. solidez:, asphaleia puede interpretarse mejor en la perspectiva de Hch 2,36. La finalidad de Lucas no es presentar la auténtica enseñanza en contra de los herejes, ni tampoco una crónica neutral de los acontecimientos pasados. Más bien, como Pedro en Hch 2, asegura a sus lectores que los acontecimientos que proclama están de acuerdo con el plan salvífico de Dios y los invita a responder con fe a su relato kerigmático. Este relato, sin embargo, no libra a los lectores del riesgo de decidirse a favor o en contra de la afirmación de que las promesas de Dios se han cumplido entre nosotros para nuestra salvación. Cf. R. J. Dillon, CBQ 43 (1981) 205-27. Contrastar con Conzelmann (TL 23-24).

12 (II) La aurora del cumplimiento divi­no de la promesa (1,5-2,52). Aunque es habitual denominar el conjunto 1,5-2,52 como «relato de la infancia», este título no es adecuado, pues sólo 2,1-40 trata de la infancia de Jesús, y la idea clave de 1,5-2,52 no se encuentra en la narración, sino en los discursos de Gabriel, María, Zacarías, el ángel que se aparece a los pastores, Simeón y Jesús a sus doce años. 1,5-2,52 debe considerarse mejor como una obertura de todo el evangelio. En ella resuenan los principales temas teológicos de Lucas, esp., el de la fidelidad de Dios a la promesa. Los 20 temas lucanos, investigados por J. Navone (Themes of St Luke [Roma 1970]), se encuentran ya enunciados en 1,5-2,52: banquete, conversión, fe, paternidad, gracia, Jerusalén, alegría, reinado, misericordia, deber, pobreza, oración, profeta, salvación, espíritu, tentación, actualidad, universalismo, camino, testimonio. Esta obertura es evangelio, pues trata de suscitar en sus lectores una confesión de fe más intensa en Dios como alguien fiel y digno de toda confianza, y en Jesús como Cristo, Salvador e Hijo de Dios (cf. H. Schürmann, Lukasevangelium 24). Lo que dijo R. Tannehill (JBL 93 [1974] 265) a propósito del Magníficat de María (1,46-55) puede aplicarse perfectamente a 1,5-2,52: estos discursos detienen la acción y generan en el lector una consciencia más profunda de cuanto está aconteciendo. Como muestra el esquema de BBM (248-49), ha habido muchos intentos de organizar la estructura artística de 1,5-2,52. La organización que aquí ofrecemos da prioridad al contenido (cf. Ellis, Luke 67).

13 Sobre la cuestión de la fiabilidad histórica de los materiales de 1,5-2,52, debemos seguir el sabio consejo de I. H. Marshall (Gospel 51): «A pesar de Lewis Carroll, es imposible la sonrisa del gato de Cheshire sin el gato de Cheshire como su portador». Lucas utilizó tradiciones en la creación de su obertura, pero las interpretó maravillosamente y con una fe profunda en la fidelidad de Dios a la promesa, mediante los discursos de Gabriel, María, Zacarias, el ángel y Simeón. Al interpretarlas de este modo, escribe de forma similar a como lo hace en los discursos de Hechos (→ Hechos, 44:7). Estas tradiciones deben, en general, proceder de aquellos doce elementos que Lucas y Mateo, a pesar de sus grandes discrepancias (p.ej., Lucas no narra la visita de los magos), tienen en común:

(1) El nacimiento de Jesús se relaciona con el reinado de Herodes el Grande (Lc 1,5; Mt 2,1).
(2) María, la futura madre de Jesús, es una virgen desposada con José, pero aún no están viviendo juntos (Lc 1,27.34; 2,5; Mt 1,18).
(3) José desciende de la casa de David (Lc 1,27; 2,4; Mt 1,16.20).
(4) Un ángel anuncia el próximo nacimiento de Jesús (Lc 1,28-30; Mt 1,20-21).
(5) Jesús es proclamado como hijo de David (Lc 1,32; Mt 1,1).
(6) La concepción de Jesús acontecerá mediante el Espíritu Santo (Lc 1,35; Mt 1,18.20).
(7) José no participa en la concepción de Jesús (Lc 1,34; Mt 1,18-25).
(8) El nombre «Jesús» es dado por el cielo antes del nacimiento de Jesús (Lc 1,31; Mt 1,21).
(9) El ángel dice que Jesús es el «Salvador» (Lc 2,11; Mt 1,21).
(10) Jesús nace una vez que María y José están viviendo juntos (Lc 2,4-7; Mt 1,24-25).
(11) Jesús nace en Belén (Lc 2,4-7; Mt 1,24-25).
(12) Jesús se establece, con María y José, en Nazaret de Galilea (Lc 2,39.51; Mt 2,22-23).

Cf. FEL, II, 46-47; TAG 41-78, esp. 53-54. En el comentario trataremos adecuadamente las modificaciones que Lucas realizó de estas y otras tradiciones.
14 En medio de las acaloradas discusiones sobre la historicidad de algunos detalles particulares de 1,5-2,52 (cf. R. Laurentin, The Truth of Christmas Beyond the Myths [Petersham 1985]), nunca debemos perder de vista el hecho de que Lucas está escribiendo con la finalidad de que Teófilo y sus condiscípulos cristianos profundicen en la fe (cf. 1,1-4). Lucas invita a Teófilo y a sus amigos a ver mediante la fe que en Jesús se han cumplido todas las promesas de Dios. Lucas les invita a confesar su fe en Jesús como Salvador, Cristo y Señor, no sólo a partir de sus meditaciones sobre la resurrección y el bautismo de Jesús, sino también reflexionando sobre el inicio de su vida en Dios. Trata de provocarles una fe más profunda en un Dios cuya gracia es soberana y generosamente inconmensurable, un Dios que da la vuelta a las expectativas humanas y crea nuevas posibilidades en situaciones imposibles. Con sus meditaciones de 1,5-2,52, Lucas pretende que sus lectores se empapen de aquellas enérgicas corrientes de alegría, confianza, fe, esperanza, resistencia, expectación y exultación, de quienes respondieron en su vida a las acciones del Dios fiel. Cf. P. S. Minear, «Luke’s Use of the Birth Stories», StLA 11-30. Entre quienes respondieron a las acciones de Dios, Lucas se centra en María, la esclava, la humillada, la creyente modelo. Cf. MNT 105-77.

15 (A) Gabriel anuncia el nacimiento de Juan a Zacarías en el templo (1,5-25). Con relación a la historicidad de este relato, Marshall (Gospel 50) está en lo cierto cuando dice: «No es improbable que Zacarías e Isabel tuviesen un niño en edad tardía, y que este hecho fuese visto a la luz de acontecimientos similares del AT». A esto debemos añadir la observación de que los vv. 13-17 proceden, probablemente, de la reelaboración lucana de las tradiciones sobre Juan Bautista que encontramos en 3,1 -20 y 7,18-35, y no de una fuente independiente sobre el Bautista (BBM 272-79). Lucas ha reescrito la información sobre el nacimiento de Juan, transmitida por la tradición, según el modelo de las anunciaciones de nacimiento del AT. Según R. E. Brown (BBM 156.272), este modelo no tiene cinco partes, si­no tres: anuncio del nacimiento (vv. 11-13d), comunicación del nombre del niño (v. 13e) y especificación del destino del niño (vv. 14-17). Cf. E. VV. Conrad, CBQ 47 (1985) 656-63. Este modelo AND se encuentra en Gn 16,11-12 (Ismael); Gn 17,19 (Isaac); 1 Re 13,2 (Josías); Is 7,14-17 (Emmanuel); 1 Cr 22,9-10 (Salomón). Notemos que los tres últimos textos se refieren al nacimiento de un rey davídico. En esta perspectiva, también debemos percatarnos de que el modelo AND aparece en Lc 1,28-33 referido al nacimiento de un rey davídico, a Jesús. Lucas también ha interpretado la tradición del nacimiento de Juan presentando a Zacarías e Isabel (también a María) con el colorido de los matrimonios sin hijos del AT, esp. Abrahán y Sara (Gn 16 y 18), y Elcaná y Ana (1Sm 1-2), cuyos hijos, Isaac y Samuel, desempeñaron una función clave en la historia de la salvación como patriarca y profeta respectivamente. Dios hace de nuevo, como cumplimiento de la promesa, lo que ya había hecho en el pasado: lo imposible, hacer concebir un niño a un matrimonio anciano estéril. Las últimas citas del AT que Lucas utilizó para interpretar la tradición del nacimiento de Juan (y los acontecimientos de la vida de Jesús) están tomadas de Dn 9,20-24; 10,7-17; y Mal 2,6; 3,1.23-24: con los acontecimientos de 1,5-2,52 ha comenzado la era mesiánica de la justicia, la llegada del día del Señor para el perdón y la entrada de Jesús como Señor en el templo del Señor. J. A. Fitzmyer (FEL, II, 61-62) presenta ejemplos de estas alusiones clave al AT, que con frecuencia son bastante sutiles: Lc 1,12-13 = Dn 10,7.12; Lc 1,16 = Mal 2,6; Lc 1,17 = Mal 3,1.23-24 (cf. Eclo 48,1.3.10); Lc 1,19 = Dn 9.20-21; Lc 1,26-29 = Dn 9,21-24; Lc 1,64-65 = Dn 10,16-17; Lc 1,76 = Mal 3,1.23; Lc 2,11.22.42 = Mal 3,1.

16 5. Herodes’. La indicación temporal es imprecisa, pues Herodes el Grande gobernó durante el período 37-4 a.C. Zacarías: El nombre significa «Yahvé ha recordado». Isabel: Su nombre puede significar «Mi Dios es el único por quien juro» o bien «Mi Dios es plenitud». Lucas podría tener la intención de que algunos miembros de su audiencia entendiesen el significado de estos nombres, como también el significado de Juan, Gabriel, José, María, Jesús, Simeón y Ana, y alabasen a Dios por haber actuado a favor de su pueblo. Pero lo más importante es que Lucas utiliza a estas personas, junto con los pastores de 2,8-20, como representantes del Israel expectante que reacciona con entusiasmo a la revelación de Dios. 6. justos: Este matrimonio sacerdotal vive en conformidad con la voluntad de Dios, es decir, conforme a lo prescrito en la ley. Describiendo a los padres de Juan de este modo, Lucas inicia un tema que recorrerá todo el evangelio y que culmina con la confesión que hace el centurión de Jesús como hombre «justo» (23,47) y con la obra de misericordia de José de Arimatea, hombre justo que aguardaba el reino de Dios (23,50-51). En el evangelio de Lucas, muchos dirigentes religiosos de Israel, en contraste con el justo sacerdote Zacarías, no aparecen como justos. Cf. Karris, Luke 23-46. «Asociando su origen sacerdotal a una observancia irreprochable de la ley, Zacarías e Isabel eran para Lucas los representantes de lo mejor de la religión de Israel; y en cuanto resto que acoge la «buena noticia” (1,19), personifican la continuidad de la historia de la salvación» (BBM 268). 7. no tenían hijos: Como confirmará el v. 25, no tener hijos en el judaísmo era un infortunio, incluso una desgracia, para un matrimonio. Emergen ecos de mujeres estériles del AT, esp. de Sara, que posteriormente darán a luz hijos famosos: Sara (Gn 16,1) , Rebeca (Gn 25,21), Raquel (Gn 30,1), la madre de Sansón (Jue 13,2) y Ana (1 Sm 1-2).

17 8-10. Con la descripción de la ofrenda del incienso durante el sacrificio vespertino en el santuario del templo, Lucas introduce el tema del templo que desarrollará en 1,21-23 y 2.21-42. «La “buena noticia” de la inauguración del plan definitivo de salvación de Dios tenía que anunciarse en primer lugar en el santuario, que manifestaba la presencia divina en medio de Israel» (BBM 270). 11. Se oculta el nombre del ángel hasta el v. 19. En Dn 9,21, el ángel se aparece también a la hora del sacrificio vespertino. 13. Juan: Aunque Lucas no presenta el significado del nombre -«Yahvé ha mostrado su favor»-, la importancia del nombre del niño reaparece en 1,57-67. 14. El tema de la alegría por el cumplimiento divino de la promesa encuentra aquí su expresión. 15. La abstención de alcohol parece aludir a Nm 6,3 y a las figuras de Samuel y Sansón, que, desde su nacimiento, fueron consagrados al Señor como nazireos. 16-17. El advenimiento de Juan cumplirá la profecía de Mal 3,23-24.

18 18-20. En aquellos análisis de las anunciaciones bíblicas que defienden un modelo en cinco partes, el v. 18 sería la cuarta (objeción) y los vv. 19-20 la quinta (el signo). Pero parece más probable que los vv. 18-20 sean una elaboración lucana de un modelo formado por tres partes AND. Utilizando preguntas como las de Gn 15,8 y 17,7, con el objeto de dar viveza a su relato, Lucas añadió los vv. 18-20 para (1) introducir el nombre de Gabriel («Dios es mi guerrero»), que procede de Dn 9,21-24 y 10,15; (2) preparar la conclusión en 1,57-80 de la anunciación del nacimiento de Juan; (3) preparar la pregunta paralela de María en 1,34; y (4) preparar el final de 24,50-53. Así, el enmudecimiento de Zacarías por Gabriel no es un castigo por una objeción provocada por la increencia, sino el equivalente lucano del enmudecimiento de Daniel por Gabriel en Dn 10,15. Lc 1,57-80 no es realmente el signo confirmatorio señalado en 1,20, sino que se trata de un ejemplo de lo que podríamos denominar la redundancia lucana: lo que es importante debe repetirse. Es importante que el niño sea llamado una vez más «Yahvé ha mostrado su favor», y que los seres humanos reconozcan a su Dios como aquel que es fiel incluso ante la impotencia humana. La pregunta de Zacarías (1,18), como la de María en 1,34, es fruto del modo artístico y teológico mediante el que Lucas hace avanzar el drama hacia el siguiente acto, por lo que no debe interpretarse como una «objeción». El siguiente acto presenta el tema lucano del templo, y ésta es, tal vez, la razón más importante para no considerar los vv. 18-20 como las partes cuarta y quinta de un modelo estereotipado. Al presentar a Zacarías como mudo, Lucas afirma, efectivamente, que es incapaz de concluir la liturgia que había iniciado, dado que no puede bendecir al pueblo (1,21-23). Mediante este elemento de teología narrativa, Lucas establece el primer polo de una inclusio, cuyo segundo se encuentra en 24,50-53. En 24,50-53, Jesús, que ha tomado posesión del templo de Dios y es el mismo templo de Dios (19,28-44), que es la piedra angular del templo del Israel reconstituido (20,9-19) y la presencia de Dios en medio del pueblo (23,44-45), bendice finalmente a sus discípulos tras haber concluido la liturgia de su vida. La permanencia de sus discípulos en el templo es el símbolo lucano de la continuidad entre la promesa del AT y su cumplimiento en Jesús. 24-25. Lucas menciona el retiro de Isabel para preparar 1,36 y conectar, de este modo, más estrechamente la anunciación del nacimiento de Juan con la de Jesús.

19 (B) Anunciación de Gabriel del nacimiento de Jesús a María en el recóndito Nazaret (1,26-38). Las tradiciones tras estos versículos corresponden a los números 2 y 8 del número 13 supra. Brevemente, la base histórica sobre la que Lucas construye este episodio es el hecho de que María estaba en cinta antes de haber tenido relaciones sexuales con José. Este dato básico fue desarrollado de varios modos: (1) El credo anterior al año 50 que encontramos en Rom 1,3-4 atestigua la existencia de una reflexión cristiana sobre Jesús como descendiente de David y constituido Hijo de Dios por la acción del Espíritu Santo en su resurrección. La reflexión cristológica tras 1,31-35 está más desarrollada que la de Rom 1,3-4, al proclamar que el Jesús davídico es el Hijo de Dios mediante la acción del Espíritu Santo en el momento de su concepción. Así pues, la concepción de María es una concepción virginal realizada por el poder del Espíritu Santo. Cf. BBM 517-33; J. A. Fitzmyer, A Christological Catechism (Nueva York 1982) 67-71 (trad. esp.: Catecismo cristológico [Salamanca 1998]). (2) Mediante el uso del mismo modelo o patrón AND en 1,5-25 y 1,26-38, Lucas compara y contrasta las figuras de Juan y Jesús, esp. en lo que respecta a la parte D: mientras que Juan llegará a ser grande ante el Señor (1,15), Jesús es el Hijo del Altísimo, ocupará el trono de David y su reino no tendrá fin (1,33). El nacimiento de Juan fue, efectivamente, extraordinario por haber nacido de unos padres ancianos; pero el de Jesús es aún más extraordinario, pues nace de una virgen. (3) La figura de Gabriel vincula las anunciaciones e invita a la reflexión sobre el significado del nacimiento de Jesús como cumplimiento de Dn 9,24-27: las 70 semanas (490) de años están llegando a su cumplimiento (tras los 180 días del embarazo de Isabel, comienzan los 270 días del embarazo de María, a lo que sigue, posteriormente, tras 40 días, la entrada de Jesús en el templo); el reino justo está comenzando. Finalmente, se resalta la fe de María. En esta perspectiva, Lucas recurre a la tradición de 8,19-21 para pintar el cuadro de María como modelo de creyente. En todo el conjunto 1,26-38, Lucas juega intensamente con su tema de «la sola gracia». Cf. VV. Kaliber, «Eine lukanische Fassung des sola gratia. Beobachtungen zu Lk 1,5-56», Rechtf 211-18.

20 26. Nazaret: El nombre de este recóndito pueblo (cf. Jn 1,45) de unos 150 habitantes, contribuye al tema lucano de la gracia sobera­na de Dios que actúa en la historia humana. 27. José’. El nombre significa «Que Yahvé acreciente». María: El nombre significa «Excelencia». 28. llena de gracia: De los tres saludos que recibe María, el más relevante es kecharitómené. Éste incita a María a preguntar (v. 29) por qué es agraciada o favorecida por Dios. Gabriel dará su respuesta en los vv. 30-33. 31. Jesús: El nombre significa «Dios salva». 32-33. El resto del evangelio de Lucas explicará deta­lladamente cómo es rey Jesús. Véase, esp., cómo Jesús personifica el reino de Dios, que ha venido para los marginados, y cómo se le lla­ma frecuentemente rey (p.ej., 23,3.37.38) en el relato de la pasión, cuando su poder está en su punto más bajo. 34. cómo: La pregunta de María es paralela a la de Zacarías (1,18). Es un recurso por el que Lucas mueve su drama a la siguiente fase. 35. La concepción de María es un puro don de Dios mediante el poder del Espíritu Santo. 36. tu pariente: Lucas relaciona ambas anunciaciones y ofrece un nexo proléptico de los acontecimientos de 1,39-56. Con la referencia (cf. 1,25) al mes del embarazo, Lucas invita a reflexionar sobre el cumplimiento de la promesa de Dn 9,24. 37. Resuena aquí una alusión al anuncio del nacimiento de Isaac (Gn 18,14), y de nuevo se repite el tema lucano de que Dios es capaz de crear algo de la nada. 38. María de Nazaret es la creyente y la esclava modelo que responde con todo el corazón al plan de Dios, y es también la precursora de la galería de gentes de mala fama, es decir, de mujeres, pecadores y gente sencilla, de los que nadie esperaría que respondiesen favorablemente a la revelación de Dios.

21 (C) Discursos de Isabel y María sobre el significado de Jesús en el plan salvífico de Dios (1,39-56). El significado de la inauguración del estadio final de la historia de la salvación mediante Jesús tiene tanta riqueza teológica que Lucas lo explica dos veces más, en 1,39-45 y 1,46-56. 39. se fue con prontitud: No entenderíamos el mensaje que Lucas quería transmitimos en los vv. 39-56 si acentuáramos la preocupación social y la caridad de María en la visita a su anciana y embarazada pariente Isabel. Si Lucas hubiera tenido la intención de presentar a María como modelo de caridad no habría escrito el v. 56, en donde abandona a Isabel precisamente en el momento en el que más la necesitaba. También va en contra de lo verosímil imaginar a una virgen judía de catorce años haciendo un viaje de cuatro días ella sola. Más bien, la intención de Lucas en la escena de la «visitación» es de naturaleza literaria y teológica. Une a las dos futuras madres (1,25 y 1,36) para que ambas puedan alabar a Dios, que está presente en sus vidas, y para presentar al hijo de Isabel como el «precursor» del hijo de María. Lucas elimina de la escena a María antes del nacimiento de Juan, para que cada relato de nacimiento contase exclusivamente con los principales personajes de cada uno: Zacarías, Isabel y Juan; José, María y Jesús. 41. saltó: El «salto» de Esaú y Jacob en el vientre de Rebeca (Gn 25,22 LXX) presenta un paralelo con el «salto» de Juan: tal acción presagia relaciones futuras. El contexto, esp. el v. 44, deja claro que, al saltar, Juan reconoce a su Señor, a Jesús. Por el don del Espíritu Santo, Isabel recibe la autorización para interpretar el salto de Juan. 42. Con palabras que evocan la liberación del pueblo, emitidas por Jael (Jue 5,24) y Judit (jdt 13,18), Isabel alaba a María, cuya contribución a la liberación es el nacimiento del que trae la paz (2,14). 43. mi Señor: Juan ha saltado en el vientre de Isabel porque María lleva en su seno a su Señor. 44. alegría: La alegría de Juan es la respuesta apropiada al cumplimiento de la promesa de Dios en Jesús. 45. bendita: María, como creyente modelo (cf. 1,38), es alabada por su confianza en la fidelidad de Dios.

22 El Magníficat de María (1,46-55), que suscita la reflexión sobre la naturaleza de la acción de Dios en la concepción de Jesús, puede dividirse, fácilmente, en dos partes: 1,46-50 y 1,51-55. La primera se centra en María, y la segunda universaliza la experiencia de María proyectándola a la relación de Dios con toda la humanidad. Cf. R. C. Tannehill, JBL 93 (1974) 263-75. Estos versículos tienen muchos paralelos en el AT, esp., con el Cántico de Ana en 1 Sm 2,1-11 (cf. BBM 358-60). Proceden de una fuente gr. prelucana. Lucas ha modificado la teología crítica de este cántico revolucionario añadiendo el v. 48 y situándolo en el desarrollo de su evangelio, que amonesta a los ricos para que compartan sus bienes y ordena la paz y el amor a los enemigos.

23 46. María dijo: Aunque el contenido del cántico es más afín a la situación de Isabel que a la de María, no es razón suficiente para ne­gar la evidencia de todos los mss. gr. en los que María es quien habla, en contraposición a las tres copias de la Vetus Latina en las que el sujeto es Isabel. María glorifica a Dios por lo que está haciendo a favor de los hombres y mujeres mediante su hijo. 47. glorifica: El tema del regocijo por el cumplimiento divino de la promesa sigue borboteando. 48. Plausiblemente, Lucas insertó este versículo en un cántico tradicional con el objetivo de unirlo más estrechamente a su nuevo contexto. Véase cómo doulé, «esclava, criada», evoca 1,38, y cómo «dichosa» evoca 1,45. La humilde esclava María será aclamada por todos en la nueva era de la salvación, que Dios inicia mediante su hijo. 49. poderoso: La humildad de María se con­trasta con el poder de Dios, para quien nada es imposible (cf. 1,37). 50. Este versículo concluye la primera parte y conduce a la segunda: lo que Dios ha hecho en María se universaliza en lo que hace a favor de «aquellos que temen a Dios». 51-53. En esta unidad abundan las dificultades. Lucas usa seis vb. en aor. (pasado): desplegó su poder y dispersó (v. 51); derribó y ensalzó (v. 52); colmó y despidió (v. 53). Puesto que no resulta fácil comprobar cómo Dios ha realizado (pasado) todo esto en la concepción de Jesús, los especialistas explican diversamente estos seis vb. en pasado. Es preferible el punto de vista según el cual estos seis vb. describen a Dios como aquel que realiza exclusivamente las acciones (aor. gnómico) que ya está comenzando a desarrollar en la concepción de Jesús (aor. incoativo). Cf. J. Du­pont, NRT 102 (1980) 331-35. Otro problema es la cuestión del referente histórico del rico (arrogante/poderoso) y del humilde (hambriento). R. E. Brown (BBM 350-65) sostiene que los humildes son los judecristianos, los anawim. D. P. Seccombe (Possessions and the Poor in Luke-Acts fSNTU B/6, Linz 1982] 70-83) defiende que los humildes son Israel y que los ricos son sus opresores gentiles. Para J. A. Fitzmyer (FEL, II, 141-42.154-55), los pobres son los materialmente pobres en Israel, más los infortunados, los humillados, los enfermos y oprimidos; los ricos son los materialmente ricos, los orgullosos, los arrogantes, y todos aquellos que no tienen necesidad de Dios. J. M. Ford (My Enemy 19-23) subraya el carácter militar, de guerra santa, de los vv. 51-53. F. VV. Hora (Glaube und Handeln in der Theologie des Lukas [GTA 26, Gotinga 1983] 137-44) sostiene que los vv. 51-53 contienen puntos de vista ebionitas, es decir, a los ricos se les rechaza por el hecho de ser ricos, y a los pobres se les ensalza por el hecho de ser pobres. El ser pobre es una condición para recibir la gracia de Dios. Dada su insistencia en la gratuidad absoluta de la salvación de Dios en 2,1-20, Lucas modifica este punto de vista, que está también presente en 6,20-26 y 16,19-26. Hay mucho que alabar en la opinión de Horn. Al mantener la tradición ebionita, Lucas está de acuerdo en que Dios, cuyo brazo poderoso (v. 51) ha generado un nuevo éxodo, muestra su preferencia por el oprimido, una preferencia que se manifestará en Jesús Hijo y en la misión de sus discípulos. La situación del oprimido (en la persona de María; cf. la modificación lucana en 1,48) será transformada. Pero, como cuenta Lucas en el contexto inmediato, también los oprimidos tienen que responder a la buena nueva de Dios (p.ej., los pastores en 2,6-20). En el desarrollo posterior del evangelio se harán nuevas modificaciones a 1,51-53, esp. mediante los temas lucanos de que los ricos deben compartir sus bienes, la construcción de la paz y el perdón de los enemigos. Cf. Ford, My Enemy 36; Karris, RR 42 (1983) 903-08. Para Lucas, pertenecer a los «pobres de Dios» no tiene nada que ver con la posición social ni con la herencia étnica. 54-55. De nuevo encontramos el tema de la fidelidad de Dios a las promesas. Abrahán: Esta es la primera vez que aparece en el evangelio este frecuente tema lucano. Cf. 1,72-73:3,7-11,34; 13,16; 13,28-29; 19,9; 20,37; Hch 3,13.25; 7,17.32; 13,26; 26,6; 28,20. Aunque es cierto que Dios realiza la nueva historia de la salvación en continuidad con las promesas hechas a Abrahán, el ser miembros del Israel reconstituido es un don suyo que debe provocar la respuesta de conducta apropiada y no depende exclusivamente de la propia herencia étnica como hijos de Abrahán. 56. María regresó: Modo literario lucano de sacar a María de la escena, para que solamente queden en la próxima los persona­jes apropiados para el nacimiento y nombramiento de Juan.

24 (A’) Discurso de Zacarías sobre el significado de Juan en el plan salvífico de Dios (1,57-80). Esta sección tiene dos partes. Después de haber suministrado suficientes detalles narrativos para hacer avanzar el drama (1,57-66), Lucas detiene la acción y la interpreta mediante el cántico de 1,67-80. Ambas partes nos recuerdan la teología lucana de que Dios ha actuado en la historia cumpliendo las antiguas promesas.
25 58. se alegraron con ella: Ha ocurrido lo que el ángel Gabriel anunció en 1,14. De nuevo, la alegría es la respuesta a la acción misericordiosa de Dios ante la imposibilidad humana. 59. circuncidar: El acontecimiento de la circuncisión y de la imposición del nombre es paralelo al de Jesús en 2,21. A través de la circuncisión, Juan y Jesús se incorporan a Israel. Puesto que, para Lucas, el cristianismo es un desarrollo lógico del judaismo, «aquellos que lo inauguran y lo fundan deben mostrar que son de profunda raigambre judía» (FGL, II, 166-67). 60. Juan: Lo que deja atónitos a todos es que Isabel y, después, Zacarías, que está sordo y no puede oír lo que dice Isabel, estuvieran de acuerdo en que el niño debía llamarse Juan: Yahvé ha mostrado favor. 64. ben­decir: Las primeras palabras pronunciadas por Zacarías, recuperada ya la facultad de hablar, como cumplimiento de 1,20, son una alabanza a Dios. 65-66. La pregunta por el futuro papel de Juan será respondida inicialmente en 1, 76-79, y, después, de forma más completa, en 3,1-20 (cf. también 7,17-35).

26 El Benedictus de Zacarías (1,67-79) no constituye una pieza unitaria, pues comienza alabando a Dios por lo que ha hecho en Jesús a favor de Israel (1,68-75), y después cambia el engranaje teológico para anunciar el futuro papel de Juan Bautista (1,76-77), y, finalmente, vuelve a cambiar para proclamar el papel de Jesús (1,78-79). Son bastante numerosas las soluciones que se han propuesto a este problema. R. E. Brown (BBM 377-92) sostiene que Lucas insertó en un cántico prelucano de los anawim judeocristianos los vv. 76-77, referentes al Bautista, para relacionar, de este modo, el cántico con su nuevo contexto (de modo similar hizo con el Magníficat, uniendo este cántico prelucano a su contexto actual mediante 1,48). Sin embargo, es preferible la solución que propone Schürmann (Lukasevangelium 84-94): Lucas asumió y unió dos himnos judeocristianos: 1,68-75 y 1,76-79. Este último acentúa el papel de Juan como precursor de Jesús. 67. lleno del Espíritu Santo: La misma descripción que Lucas aplicó a Isabel, la esposa de Zacarías, en 1,41. De igual modo que Isabel habló de la grandeza de Jesús (1,41-44), así también lo hace Zacarías (1,68-75). Es propio de la labor artística y teológica de Lucas que todos los personajes de los cánticos de 1,5-2,52 hablen de Jesús. 68. Dios de Israel: Todo este cántico se encuentra dentro de la órbita del judaismo y de la relación de Dios con el pueblo elegido, visitado: Con su empleo de vb. en pasado, el himno de 1,68-75 se parece al Magníficat, y, probablemente, proceden del mismo grupo que compuso este cántico prelucano. Estos aor. deben considerarse como gnómicos e incoativos. Presentan la forma habitual de actuar de Dios (gnómico) y aquello que está inaugurando (incoativo) en Jesús. 69. David: El tema de la promesa y cumplimiento desarrolla lo que Gabriel dijo en 1,32. Al igual que en 1,51-53, la consecuencia de la llegada del Mesías davídico se presenta con imágenes militares. El heredero de David llevará a cabo la liberación de los enemigos. En el siguiente relato sobre Jesús, el Mesías davídico, será presentado como Mesías pacífico (2,1-20). En Jesús, Dios vence a los enemigos trayéndoles la paz. 70-73. De nuevo aparece la fidelidad de Dios a la promesa. Como en 1,55, se pone de relieve la fidelidad de Dios a la alianza con Abrahán. 76. Este versículo y los siguientes evocan las palabras de Gabriel en 1,16-17, y responden a la pregunta de 1,66. De nuevo, hay un eco de Mal 3,1. 77. Véase la descripción del ministerio del Bautista en 3,1-20. Este pasaje procede de las tradiciones incorporadas en 3,1-20. 78. Para un cercano paralelo de este versículo, cf. TestXIIZab 9,8, en donde aparecen sus dos palabras clave: «Después de esto, el mismo Señor alzará (anatelei) para vosotros la luz de la justicia, con curación y misericordia (eusplanchnia) en sus alas», visitará: Siguiendo los mejores mss. gr., deberíamos leer aquí un futuro y no un aor. R. E. Brown (BBM 373) defiende la validez de la tradición textual que lee el aor. (pasado), en la que encuentra un fundamento a favor de su tesis del carácter no unitario del Benedictus. Pero estos vv. 78-79 no constituyen la conclusión del himno original, en el que Lucas insertó los vv. 76-77, con sus tiempos en futuro, pues aquéllos continúan con la descripción del Bautista. Presentado en los vv. 76-77 como un profeta, en los vv. 78-79 lo presenta como el precursor de Jesús, «la aurora que viene de lo alto». 79. paz: Ésta es la primera vez que aparece un tema importante que recurre intensamente en Lucas. La paz no consiste solamente en el cese o la ausencia de hostilidades, sino que abarca todo, la armonía, el bienestar, la prosperidad y la seguridad. En Lucas, está interconectada con el amor a los enemigos. El v. 79 forma una inclusio con 24,36, donde se cuenta que la primera palabra de Jesús crucificado y resucitado fue «paz». 80. en el desierto: Lucas hace desaparecer a Juan de la escena y prepara a sus lectores para un acto posterior en su obra, en el que narrará la profecía de Juan a Israel.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

El Evangelio de San Lucas contiene muchos incidentes y enseñanzas importantes que no se encuentran en los otros tres Evangelios. Tales son, por ejemplo, la historia de Zacarías é Isabel, la de la anunciación del ángel á la Virgen María, y en breve, todo lo que contienen los dos primeros capítulos. Tales, también, como la narración de la conversión de Zaqueo, y la del ladrón arrepentido, la jornada á Emmaús, y las famosas parábolas del Fariseo y el Publicano, del Rico y Lázaro, y del Hijo Pródigo. Partes son estas de la Escritura por cuya revelación todo cristiano bien instruido siente especial agradecimiento. De ellas somos deudores al Evangelio de San Lucas.
El corto prólogo que dejamos arriba trascrito es una peculiaridad del Evangelio de San Lucas. Pero examinándolo detenidamente, hallaremos que está lleno de la más útil instrucción.
En primer lugar, San Lucas nos hace un bosquejo breve, pero importante de la naturaleza del Evangelio. El lo llama, «la historia de las cosas que entre nosotros han sido del todo certificadas.» Es una narración de hechos referentes á Jesucristo.
El Cristianismo es una religión erigida sobre el cimiento de los hechos. Jamás perdamos esto de vista. Bajo esta forma fue que se presentó en su origen á la contemplación del género humano. Los primeros predicadores no iban de lugar en lugar proclamando un sistema complicado é ingenioso de doctrinas abstrusas, ó de principios profundos. Se ocuparon exclusivamente en referir á los hombres hechos grandes y á la vez sencillos. Iban por todas partes anunciando á un mundo infiel que el Hijo de Dios había bajado á la tierra, y había vivido y muerto por nosotros, y después resucitado. El Evangelio era al principio mucho mas sencillo que lo que hoy se enseña por muchos como tal No era ni mas ni menos que la historia de Cristo.
Aspiremos pues á mayor sencillez en nuestra religión individual. Que Cristo y su Pasión formen el sol de nuestro sistema, y que el deseo más vehemente de nuestras almas sea conocerle mejor cada día y vivir alimentados de la fe en él. Tal fue el Cristianismo de San Pablo. «Para mí el vivir es Cristo.» Filip. 1 : 21.
San Lucas bosqueja, en segundo lugar, un hermoso cuadro de la verdadera posición que los apóstoles ocupaban en la primitiva iglesia. Los llama » testigos de vista y ministros de la palabra..
En esta expresión se nota una humildad que bien puede servir de ejemplo. Hay absoluta carencia de ese tono de exaltación humana, que con tanta frecuencia se ha deslizado en la iglesia. San Lucas no da á los apóstoles títulos halagüeños. No excusa en lo más mínimo á los que se refieren á ellos con veneración idólatra, en consideración á su ministerio y á su intimidad con nuestro Señor.
él los describe como «testigos de vista.» Decían á los hombres lo que habían visto con sus ojos y oído con sus oídos. 1 Juan 1.1. Los describe como «ministros de la palabra.» Eran siervos de la palabra evangélica. Hombres que reputaban como su mas alta prerrogativa llevar de una parte á otra, en calidad de mensajeros, las buenas nuevas del amor de Dios hacia un mundo pecador, y referir la historia de la cruz.
Habría sido un bien para la iglesia y para el mundo, si los ministros Cristianos nunca hubieran pretendido revestirse de dignidad y honores mas altos de los que los apóstoles exigieron para ellos mismos. Es un hecho lamentable, que hombres que han recibido las órdenes sagradas se hayan ensalzado á sí mismos y hayan elevado su ministerio á una posición para la cual las Escrituras no dan derecho. No es menos lamentable, que el pueblo con su anuencia pasiva á las exigencias injustas del clero haya coadyuvado á que continúe el mal, y contentándose con una religión practicada por medio de agentes ó delegados. Ha habido faltas de ambas partes. Recordemos esto, y pongámonos alerta.
En tercer lugar, San Lucas se refiere á si propia aptitud para la empresa de escribir el Evangelio. él dice, que «había entendido todas las cosas desde el principio con diligencia..
Inútil seria investigar de donde obtuvo San Lucas los datos que nos ha trasmitido en su Evangelio. No tenemos razón fundada para suponer que presenció los milagros de nuestro Señor, ó lo oyó enseñar. Decir que obtuvo dichos datos de la Virgen María, ó de alguno de los apóstoles, no pasa de ser una mera conjetura. Bástanos saber que San Lucas escribió inspirado por Dios. Por lo que hace á los medios ordinarios de adquirir los informes necesarios no hay duda que él no los despreció. Mas el Espíritu Santo lo guió, no menos que á todos los otros escritores de la Biblia, en la elección y disposición de la materia; de manera que lo que San Lucas escribió no ha de leerse como la » palabra del hombre,» sino como la «palabra de Dios.» 1Th 2:13.
Mantengámonos firmes en la doctrina sublime de la inspiración le todos los libros de la Biblia. No concedamos jamás que escritor alguno del Antiguo ó del Nuevo Testamento pudo cometer equivocaciones ó errores cuando escribía, » siendo inspirado por el Espíritu-Santo.» 2Pe 1:21. Que al leer la Biblia, nuestra firme convicción sea que si no podemos comprender un pasaje, ó conciliarlo con algún otro, esto consiste no en defecto del libro sino en ignorancia nuestra. Al adoptar este principio asentarnos los pies sobre una roca. Al abandonarlo, los asentamos sobre arena movediza, y llenamos nuestras mentes de dudas é incertidumbres interminables.
Finalmente, San Lucas nos dice cual fue el principal objeto que lo movió á escribir su Evangelio. Fue, para que Teófilo «conociera la verdad de las cosas en las cuales había sido enseñado,» Este texto no da apoyo á los que tienen fe en las tradiciones verbales, y en los preceptos de la iglesia. San Lucas sabía bien cuan débil oí la memoria humana, y cuan fácilmente una historia cambia su forma original ya por medio de adiciones ya por medio de alteraciones, cuando pasa de boca en boca. Por esta razón ¿qué hace? tiene cuidado de escribir.
Tampoco encuentran apoyo en estas palabras de San Lucas los que se oponen á la difusión de los conocimientos religiosos, y llaman á la ignorancia «madre de la devoción.» San Lucas no quiere que su amigo permanezca en duda respecto á materia alguna de su fe. Le dice que quiere que » conozca la verdad de las cosas de las cuales había sido enseñado..
Concluyamos el pasaje manifestándonos agradecidos de haber recibido la Biblia. Bendigamos á Dios todos los días, porque no nos ha dejado á merced de las tradiciones humanas, y porque no estamos obligados á dejarnos extraviar por los errores de nuestros guías espirituales. Tenemos un volumen escrito que «puede hacernos sabios para la salud, por medio de la fe que es en Cristo Jesús.» 2Ti 3:15.
Comencemos el Evangelio de San Lucas animados del deseo ardiente de instruirnos más de la verdad cual está en Jesús, y de todo corazón resolvamos hacer cuanto estuviere á nuestro alcance á fin de extender el conocimiento de esta verdad por todo el mundo.

Fuente: Los Evangelios Explicados

BD456(3) Ἐπειδήπερ significa: puesto que, con referencia a un hecho ya bien conocido (sólo aparece aquí en el N.T.; indudablemente es un toque literario -R695).

BD464 Los vv. 1-4 exhiben una medida moderada de los miembros de la oración y una bella relación entre la prótasis con sus tres miembros y la estructura correspondiente de la apódosis. Πολλοί corresponde a κἀμοί, ἀνατάξασθαι διήγησιν hasta γράψαι; y καθὼς … a ἵνα ἐπιγνῷς …, así que la última cláusula, aunque agregada a una idea ya expresada, completamente, se utiliza al menos por la correspondencia estilística.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, sobre las cuales hay plena convicción

Fuente: La Biblia de las Américas

Introducción. San Gabriel revela a Zacarías la concepción y nacimiento de Juan. Zacarías queda mudo por no haber creído al santo ángel. Este mismo espíritu anuncia a María la Encarnación del Verbo eterno en sus entrañas por virtud del Espíritu Santo. Visita la Virgen a santa Isabel, que profetiza, y da mil alabanzas a María. Entona esta al Señor un cántico de acción de gracias. Nace el Bautista, y cuando es circuncidado, recobra Zacarías el habla, y prorrumpe en otro cántico de acción de gracias.

1 a. El verbo latino conor, y el Griego epijeiréo, puede significar emprender una cosa con buen o mal fin, llegando, o no, a cumplir el designio que cada uno se propone. San Lucas en este lugar parece que señala a los que intentaron escribir el Evangelio sin particular inspiración del cielo, y que, fiando en solas sus fuerzas, produjeron una obra puramente humana, y por consiguiente sujeta a errores, y vacía de la unción del Espíritu divino.

2 b. Estas palabras no pertenecen a las que preceden, sino al versículo siguiente. San Lucas no fue testigo de vista, sino que escribió lo que le enseñaron los Apóstoles, y aun la misma Madre de Dios; fuera de que el texto Griego añade, ánothen, divinitus, de arriba.

c. Del Hijo de Dios, y de las cosas que obró. Ya dejamos advertido que la palabra griega lógos se usa en el mismo sentido que la hebrea Dabár, verbum, res, o el Verbo divino. Y se hallaron presentes a todo lo que Jesucristo hizo y habló.

3 d. Algunos han creído que el nombre de Teófilo, a quien San Lucas dirige su Evangelio, no es nombre propio de una persona, sino que significa todos aquellos que están llenos del amor de Dios, y que con estos habla, preparándolos para que oigan la serie de los sucesos que va a contar. Pero Teofilacto y otros creen que este fue una persona ilustre a quien dirigió también después los hechos de los Apóstoles, infiriéndose del epíteto krátiste, que sólo se daba a las personas más calificadas, como lo hizo San Pablo con Félix y con Festo (Hch 23,26; 26,25), presidentes de Judea; y significa muy poderoso, muy ilustre; y la Vulgata óptimo.

4 e. El Griego: tén asfáleian, la seguridad, firmeza, verdad. La desnuda y sencilla historia del Evangelio la más fuerte e invencible prueba de su verdad y divinidad.

5 f. Este fue nombrado el Grande, padre de otro Herodes, que fue tetrarca y hermano de Filipo, y el que hizo degollar al Bautista. Hubo otro Herodes Agripa, hijo de Aristóbulo, y nieto de este mayor, el cual hizo quitar la vida a Santiago, como se lee en los Hechos de los Apóstoles.

g. Habiéndose multiplicado excesivamente los descendientes de Aarón, no podían servir todos a un tiempo en el templo del Señor, y por esto el rey David los dividió en veinte y cuatro familias que por su turno entrasen por semanas a ejercer su ministerio. Diez y seis de estas familias, o clases sacerdotales se componían de los descendientes de Eleazar; y ocho de los de Itamar, hijos los dos de Aarón: por manera, que al fin de veinte y cuatro semanas, o de ciento sesenta y ocho días, cada clase volvía a entrar en el servicio del templo. A la de Abías, de la que era Zacarías padre del Bautista, le tocó ser la octava en el turno o suerte (1Cro 24,20). Y así, de la vez o de la suerte, o turno de Abías, quiere decir de la familia de Abías.

h. Esto es, de una familia sacerdotal. Por todos títulos debía ser ilustre aquella de quien había de proceder el Precursor del Mesías. Esto por el padre; que la madre sin duda era del linaje de David, y tribu de Judá, y por este enlace se llama prima de la Virgen María, cognata.

i. Se conserva este nombre en su propia y original pronunciación, porque así lo conserva Granada y los maestros antiguos de nuestra lengua, aunque el uso común en nuestra lengua dice Isabel.

6 j. MS. Derechureros ante Dios.

9 k. Se ofrecía el incienso todos los días, mañana y tarde en el altar de los perfumes, que estaba delante del Santuario (Éx 30,7-8).

11 l. Esta visión no fue imaginaria o fantástica, sino corporal, y así se mostró el arcángel San Gabriel a este santo sacerdote bajo de una forma exterior. Los antiguos han mirado como una gloria y privilegio singular del Bautista, que su nacimiento fuese anunciado por el mismo ángel que anunció a la santa Virgen la concepción y nacimiento del Salvador. San Agustín.

m. Á diestro del altar del acienso.

13 n. Algunos creen que esta oración se enderezaba a que Dios bendijese su matrimonio, y le diese un hijo. Mas San Agustín con otros intérpretes dice, que hallándose tan avanzado en edad, y su mujer del mismo modo, no parece verosímil que pidiese lo que naturalmente no podía tener esperanza de conseguir; y que así su oración era por el pueblo. Y como este no podía esperar su salud y redención sino del Cristo o del Mesías, por eso se anuncia a Zacarías el nacimiento de un hijo, que debía ser el precursor de este Cristo Salvador de Israel.

o. MS. Te parrá un fijo, e pornásle nombre Johán.

p. Juan significa gracioso, o el Señor tuvo misericordia.

14 q. Porque había de ser un grande santo, y precursor del Mesías que esperaban.

15 r. Siceram no significa sólo la cerveza o sidra, sino todo aquello que puede embriagar, del hebreo schachar, embriagó; y en especial el vino de la palma y dátiles, que después del de la vid era el más fuerte. Esta abstinencia era parte de la consagración de los Nazarenos (Núm 6,3).

s. San Cipriano, San Ambrosio, y otros muchos Padres han entendido, que el Bautista fue lleno del Espíritu Santo, aun antes que naciese.

17 t. Será el precursor del Mesías, y se verá en él el mismo espíritu y fortaleza que en Elías, para predicar la verdad, para atraer a la misma fe y piedad de los antiguos Patriarcas el corazón duro e incrédulo de los judíos, a fin de que no confíen en los bienes perecedores de este mundo, ni en las sombras carnales de la ley, ni en sus propias obras; sino que aspiren a las cosas del cielo, y pongan su confianza en la benignidad y misericordia del Salvador; porque esta es la prudencia y sabiduría de los justos. El texto Griego pone apeithéis, irreductibles, rebeldes, no fáciles de ser persuadidos; dando a entender con esto su dureza, y la dificultad de su conversión.

u. Esto es, un pueblo que, a semejanza de Abraham, mirase la tierra, que le había sido prometida, como una tierra extranjera, esperando aquella ciudad fabricada sobre un fundamento eterno, cuyo fundador y arquitecto es el mismo Dios. Y esta era la prudencia de aquellos justos. Preparar al Señor; esto es, disponer bien al pueblo para recibir al Señor, al Mesías.

19 v. Como los ministros del rey, que están delante de su trono, para recibir sus órdenes. Los ángeles no se distinguen por nombres; mas los han tomado, cuando han aparecido a los hombres, para declarar sus cualidades y ministerios. El de Gabriel, que quiere decir la fuerza de Dios, o según otros, el hombre Dios Vir Dei), era conocido de Zacarías, y sirvió a hacerle comprender que el que le hablaba era aquel ministro fiel del Dios de los ejércitos, que anunció a Daniel la libertad próxima de la nación de los judíos, y la venida del Cristo (Dan 22; 9,22ss), y que este mismo embajador del cielo viene muchos siglos después a anunciar el nacimiento del Precursor del Mesías.

22 w. Es muy verosímil que quedase también sordo; y se ve de que le hablaban por señas, cuando lo preguntaban qué nombre se había de poner a su hijo; y de que el griego kofós significa mudo y sordo.

23 x. Esto es, la semana, que, como dejamos dicho, le tocó servir en el templo; y en este tiempo los sacerdotes no se acercaban a sus mujeres, ni bebían vino ni cerveza.

24 y. Porque en aquella edad avanzada se avergonzaba de algún modo, y le causaba confusión verse en aquel estado.

25 z. Habiendo Dios prometido a Abraham que su descendencia se multiplicaría excesivamente, y que de ella había de proceder el Mesías, era mirada la esterilidad como una ignominia entre los hebreos, y como castigo de algún pecado oculto (Gén 20,18). Mas como Isabel se hallaba en edad tan avanzada, la fecundidad le daba como cierta vergüenza y por esto se ocultaba de la vista de los demás.

26 a. De la preñez de Isabel.

27 b. Descendientes de David. Aún no había sido conducida a su casa, según la antigua costumbre de llevar la esposa a casa del esposo, y de dejarla en su poder. Pero no por eso dejaba de ser mujer de José, y José marido de María (Mt 1,20). La fe mutua que ligaba estas dos santas personas, era suficiente y justo título para esto; pues, como enseña santo Tomás, y todos los teólogos, la esencia del matrimonio consiste en la recíproca unión de las voluntades, aunque no haya conjunción carnal.

28 c. El ángel entró en figura y traje corporal en el aposento en que retirada y sola oraba al Padre celestial.

d. Jáire, Ave, Dios te guarde. San Lucas, escribiendo en griego, usó de la forma que usan los griegos para saludarse; pero el ángel para saludar a María se serviría verosímilmente de la que usaban los hebreos: La paz sea contigo; y con la que se deseaban perfecta salud, prosperidad y contentamiento. El sentido es uno mismo.

e. Mas que todas las mujeres, o a quien Dios entre todas ha colmado más de gracias. Hebraísmo (Cant 1,8).

29 f. El Griego: he dé idousa, viéndolo ella. Esta turbación nació de ver al ángel en forma humana; porque como dice San Ambrosio: Trepidare virginum est, et ad omnes viri ingressus pavere, omnes viri affatus vereri; y también nació de oír aquella salutación tan nueva, que hería su gran modestia y profundísima humildad. Esta la hacía creerse indigna de la honra que le anunciaba el ángel, y aun temer que pudiera ser una ilusión.

31 g. Sirviéndose el ángel de las mismas palabras de Isaías (7,14): He aquí que la Virgen concebirá, y parirá hijo, dio lugar a la Virgen de reflexionar sobre esta antigua profecía, por la que se señalaba el milagroso nacimiento del Hijo, que se le prometía sin detrimento de su virginidad.

32 h. No será este como uno de esos reyes mortales, a quienes la necesidad de morir arrebata el cetro de las manos para que otros les sucedan. Su virtud, y la calidad de Hijo de Dios le aseguran una eterna posesión.

33 i. Jesucristo, según la naturaleza humana, era descendiente del rey David; mas su reino no fue temporal, como el de David, sino que reinó y reinará eternamente de una manera espiritual en todos aquellos que tuvieren la fe de Jacob; pues estos son los que verdaderamente pertenecen a su casa. D. Bernard. supra Missus est: Hom. IV, num. 2.

34 j. MS. Pues que yo no he paria de uaron. Después que María volvió de aquella primera turbación, y habiendo conocido que era un ángel el que le hablaba, no dudó de la verdad de su palabra, sino que preguntó cómo había de suceder esto, siendo virgen. Es antigua tradición, que María había consagrado a Dios su virginidad con voto.

35 k. Manera de hablar figurada, tomada de que Dios antiguamente aparecía envuelto en nube y oscuridad, para declarar la secreta y preternatural virtud del Espíritu Santo en esta obra tan maravillosa. El Hijo de Dios no debe tener otro Padre que a Dios; y tú no tienes necesidad de esposo para concebirle. Aquel mismo Espíritu que, reposando sobre las aguas, dio, por decirlo así, la fecundidad a la materia del mundo, descenderá sobre ti, y formará el sagrado cuerpo de tu Hijo, y le dará la vida.

l. El Santo por excelencia, el Santo de los santos, aquel que de toda eternidad es engendrado en el seno del Padre, tomará de tu propia sustancia el ser de hombre, que unirá hipostáticamente a la persona divina, y será verdadero Hijo de Dios, y verdadero Hijo tuyo.

38 m. Todos los Padres antiguos sienten uniformemente que se obró en María el inefable misterio de la Concepción de Jesucristo y encarnación del Verbo en el momento mismo en que pronunció estas palabras, que descubren la profunda humildad y obediencia con que se sujetó a las órdenes de Dios, y un ardentísimo deseo de que se cumpliese lo que le había sido anunciado.

39 n. Algunos creen que esta ciudad fue Hebrón, aunque no se puede asegurar cosa de cierto. Era ciudad sacerdotal, y la principal de las nueve que fueron destinadas a Judas y a Simeón, hijos de Aarón (Jos 21,9-11).

41 o. Como manifestándose sensible en aquel momento en que recibía la gracia. El común sentir de los Padres es, que Juan recibió entonces el uso de la razón, y reconoció a su Salvador; y San Bernardo no duda afirmar, que desde este momento el Espíritu Santo llenó este vaso de elección, y le preparó para que sirviese como de hacha, que debía ir alumbrando delante de Jesucristo.

p. Fue plenamente iluminada por el Espíritu Santo en el conocimiento del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.

47 q. MS. El mio salvamiento.

48 r. MS. Porque cató Dios a la humildat de la su sierva.

s. Porque el Señor me ha elegido por Madre de su Hijo, por eso me llamarán bienaventurada en todos los siglos.

49 t. El Griego a la letra: kái hágion tó ónoma autóu.

51 u. La fuerza del hombre se explica ordinariamente por su brazo. Y aquí María hace alusión al poder con que el Señor abatió el orgullo de los que con porfiada obstinación le resistieron, como Faraón, Sennaquerib, Holofernes, Antíoco y otros; y es una profecía del establecimiento del reino de Cristo, que triunfaría de todos los esfuerzos que harían contra él sus enemigos.

52 v. MS. Despuso los poderosos de la siella, e enalçó los baxos. De este modo castigó la soberbia de Saúl, y ensalzó al humilde David.

53 w. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, dijo Jesucristo, Mateo, V, 6; porque ellos serán hartos, esto es, serán llenos de bienes espirituales; y por el contrario, los que mirándose como ricos, no tienen esta hambre, creyendo que nada les falta, serán enviados vacíos y pobres, para padecer después una hambre, que no tendrá alivio en toda la eternidad. Esto mismo se confirma con la parábola del rico avariento.

54 x. Bajo de su protección. El Griego: tóu paidós, su siervo, y también hijo; porque el Señor miró y trató a los Israelitas, no tanto como a siervos, cuanto como a hijos suyos. Y en este sentido dijo el Salvador a la Cananea: Que no era bueno tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perros.

55 y. Lo prometió.

z. In saecula, o como se lee en el texto Griego, in saeculum. Se puede juntar cum semine, significando, que la familia de Abraham permanecería siempre; y también a misericordiae, y recordatus, dando a entender con esto que jamás faltaría su misericordia (véase Gén 22,16).

56 a. Otros: Quedóse pues con ella.

60 b. Isabel no había oído el nombre con que Dios quería distinguir y señalar a su hijo, ni del ángel ni de Zacarías; y así es muy verosímil, dice San Ambrosio, que el Espíritu Santo, de quien estaba ya llena, se lo revelase.

63 c. MS. Una pennola. El texto Griego: pinakídion, tablilla. Estas estaban enceradas, y escribían sobre ellas con un punzón. Eran de diferentes materias, leño, marfil, cuero, etc.

d. Porque sabían lo que había pasado antes entre el ángel y Zacarías.

64 e. Y se desató su lengua. Estos prodigios que vio el pueblo, le dieron motivo de creer, como se dice después, que el Señor tenía grandes designios sobre este niño.

66 f. Haciendo reflexivo, y considerando todas las circunstancias que habían acompañado su nacimiento.

g. Porque todos estos milagros del poder de Dios daban a entender que el Señor estaba con este niño, que lo tomaría bajo su divina protección, lo llenaría de su gracia, y se serviría de él, como de instrumento, para obrar extraordinarios milagros y maravillas.

68 h. Pues encarnándose, ha venido a vivir y conversar entre los hombres, y a ser su Salvador y Redentor.

69 i. El cornu salutis es un tropo y frase hebrea. A la letra, un Salvador poderoso. El cuerno en los toros y en los otros animales es toda su fuerza para acometer y defenderse. Y así en la Escritura es frecuente esta expresión figurada, para significar la fuerza, y también el poder de los reinos o imperios. David (Sal 131,14-18), hablando de Sión, o de Jerusalén, declara proféticamente que el Señor levantaría en ella el cuerpo del rey David, esto es, restablecería en Jerusalén, aunque de una manera espiritual, y en la persona de Jesucristo, el cetro y el reino de David.

71 j. El acusativo salutem se ha de juntar con el verbo locutus est, y el sentido es: Como tenía prometido librarnos de nuestros enemigos. También puede regirse de erexit, o sobreentenderse la preposición eis, in, y juntarse con el v. 69. Nos ha levantado un poderoso Salvador para librarnos, o que nos librase, etc. Estos enemigos son los espíritus de la malicia, los principados y las potestades, los príncipes del mundo, esto es, de las tinieblas de este siglo (Ef 6,12).

72 k. Los padres se han salvado, como dice San Pedro (Hch 15,11), del mismo modo que los hijos, por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo prometido a Jacob, a Isaac y a Abraham. Porque cuando este santo Patriarca quiso sacrificar su hijo, obedeciendo las órdenes de Dios, este Señor le juró por sí mismo, y le dijo: Que todas las naciones de la tierra serían benditas en su familia (Gén 22,16-18). Esto es, en Jesucristo, que descendería de él, según la carne. Que él daría a nosotros, esta gracia de un poderoso Salvador; y que librados de la mano, etc. Que es como lo entienden otros.

74 l. El cual si es servil, no puede estar con la confianza de hijos de Dios, que son justificados por la fe. Y este servicio es el fin de nuestra redención.

76 m. Este es un apóstrofe de Zacarías a su santo hijo, por la que significa que sería llamado por excelencia el profeta del Altísimo, el precursor del Mesías, el que exhortando al pueblo a penitencia, le mostraría el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn 1,29). Esta remisión de los pecados sería un puro efecto de la gran caridad y misericordia de Dios para con los pecadores; y esta inefable e infinita misericordia hizo que el Verbo eterno del Padre bajase de lo alto para visitarnos y conversar con nosotros, que esto significa el nombre de Emmanuel, que le fue dado por los profetas; y que el que es el resplandor de la gloria del Padre (Hb 1,3), nos alumbrase como divino Sol de justicia, disipando las tinieblas y sombras de la muerte eterna, a que nos había reducido el estado de la culpa; y dirigiendo nuestros pasos por el camino de una eterna sumisión a la divina voluntad nos condujese a la paz de la celestial y triunfante Jerusalén.

77 n. Demuestra que la salud consiste en la remisión de los pecados por la gracia, que es el principal punto del Evangelio.

78 o. Aquí oriens, como se ve en el texto Griego, anatolé, no es participio, sino nombre sustantivo, aplicado al Mesías por antonomasia Sol de Oriente. El Mesías, el Sol de justicia, que ha bajado del cielo a alumbrarnos con su luz (véase Zac 3,9; Mal 4,2).

79 p. El Bautista se retiró al desierto desde su infancia, y allí permaneció, viviendo una vida muy austera hasta la edad de treinta años, en que quiso el Señor mostrarlo al pueblo de Israel, y que comenzase a predicar la penitencia, hablando de Jesucristo, exhortando a todos a que le reconociesen por su verdadero Mesías, y por su Señor y Redentor.

80 q. Al paso que crecía en el cuerpo, el Espíritu Santo daba nuevo y mayor vigor a su alma.

r. MS. Del su demostramiento a Israel.

Fuente: Notas Bíblicas

[1] El libro de Lucas fue Escrito originalmente a Teófilo, quien sirvió como Sumo Sacerdote desde el año 37 al 42 EC Teófilo era tanto un sacerdote como un Saduceo. Parecería que este evangelio estaba pensado par ser utilizado por otros también, y estaba de igual manera dirigido a los lectores Saduceos. Teófilo era hijo de Anas y el cuñado de Caifas.

[2] Un Nazareo. –

[3] Para hacer volver los padres de Judah al los hijos de YHWH que habían de venir, o a Efrayím que está regresando, para preparar a Israel como un pueblo para Yahshua para quitar la desobediencia para con la Torah.

[1] No el trono de de los pontífices Romanos.

[2] Yahshua reina sobre la Casa de Israel para siempre. Este verso, entre otros muchos, nos enseña que El vino para renovar a Israel para siempre, y no vino a establecer una entidad separada aparte del Israel histórico y físico.

[3] María, una pecadora necesita salvación.

[4] En Israel los hijos varones se les da el nombre en la brit milah/circuncisión y no al nacer.

[5] El Inmersor y el Moshiaj vinieron para preparar a Israel para el reino, y no para buscar a los paganos y traerlos a Israel sin arrepentimiento ninguno.

[6] Las bendiciones del Moshiaj y su multiplicidad física, la cual siempre es considerada una promesa única, van de la mano.

[1] El Espíritu que hablaba a través de Zacarías consideraba a Yahshua ser la completa manifestación de YHWH Mismo.

[2] Una clara referencia de la obra de Moshiaj entre las tribus del norte, conforme se ve en Isa 9:1-3.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[15] Num 6, 3; Lev 10, 9.[17] Mal 4, 5; Mat 11, 14.[25] La esterilidad, entre los hebreos, solía mirarse como oprobio y pena de algún pecado oculto.[48] Escogiéndome por madre de su Hijo.[60] Gen 17, 7; 26, 9; 35, 11-12.[78] Mal 4, 2.

Fuente: Notas Torres Amat

* O, “logrado,” “alcanzado.”

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Arameo, Carozota du180?Luka, que se traduce el Mensaje o la Predicación de Lucas. Atribuido tradicionalmente desde el siglo II a Lucas, el médico amado compañero de Pablo. Lucas se basa para la redacción de este relato del Evangelio, en una minuciosa investigación y en el testimonio mismo de los apóstoles. La redacción se ubica alrededor del 63 d.C.

Fuente: Peshitta en Español