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Comentario de Lucas 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Aconteció que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: —Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. — En este texto y en Mat 6:9-13 Jesús nos enseña cómo orar. No era su propósito revelar una oración que debería ser memorizada y rezada (recitada) repetidas veces. (Más bien esto es lo que estaba condenando). Esta verdad es obvia cuando se considera que estos dos textos (el de Mateo y el de Lucas) ni siquiera son iguales; habría sido idéntica la oración en los dos textos si Jesús la hubiera entregado para ser rezada. La iglesia del primer siglo no rezaba el «Padre Nuestro».

Los discípulos querían orar correctamente, y Jesús les dice, «Oraréis así». Dice que debemos orar «así'» (de esta manera), y entonces nos da un ejemplo de cómo orar correctamente. Algunos de los elementos principales de la oración aceptable son: (1). Dirigirnos al Padre para alabarlo. (2). Pedir que se haga su voluntad. (3). Orar por su reino. (4). Pedir el pan de cada día (el sostén, 1Ti 6:8). (5). Pedir el perdón. (6). Pedir la dirección divina. Desde luego, hay otros textos que nos enseñan cómo orar: Jua 14:13; Jua 16:26 nos enseñan que debemos orar en el nombre de Jesús; 1Ti 2:1-2 agrega detalles importantes; también 1Ts 5:17, Stg 1:5; Stg 5:16, etc. Aparte de instrucciones y mandamientos, hay buenos ejemplos que seguir.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

estando él orando en un lugar. Luc 6:12; Luc 9:18, Luc 9:28; Luc 22:39-45; Heb 5:7.

enséñanos a orar. Sal 10:17; Sal 19:14; Rom 8:26, Rom 8:27; Stg 4:2, Stg 4:3; Jud 1:20.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús enseña a sus discípulos a orar, Luc 11:1-10;

asegurando que Dios dará toda cosa buena a quienes le pidan, Luc 11:11-13.

Echando fuera un demonio mudo, reprende a los fariseos blasfemos, Luc 11:14-26;

y muestra quienes son bienaventurados, Luc 11:27, Luc 11:28;

predica al pueblo, Luc 11:29-36;

y reprende la santidad externa de los escribas y fariseos, Luc 11:37-54.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La oración del Señor ilustra la variedad de peticiones que uno puede y debe hacerle a Dios, así como la demostración de una actitud humilde que debe acompañar a la oración. El uso del nos a lo largo de la oración muestra que la plegaria no es sólo de una persona que pide por sus intereses propios, también pide por la comunidad.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capitulo 11.

El Padrenuestro, 11:1-4 (Mat 6:9-13). Cf. comentario a Mat 6:9-13.
1 Acaeció que, hallándose El orando en cierto lugar, así que acabó, le dijo uno de los discípulos: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñaba a sus discípulos. 2 El les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino; 3 danos cada día el pan cotidiano; 4 perdónanos nuestras deudas, porque también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos pongas en tentación.

Mientras Mt incrusta el Padrenuestro en un contexto literario que no es el suyo, y adelanta cronológicamente la situación del mismo, Lc, sin precisar la topografía, da la razón del por qué Cristo enseña esta oración. Al terminar un día su oración, uno de sus discípulos le pidió que les enseñase a orar, como el Bautista hacía con sus discípulos (Luc 5:33).
La recensión de esta oración en Lc es mucho más breve que en Mt. Diversos problemas planteados a propósito de esta diferencia de recensiones se expresan en el Comentario correspondiente a Mt.
Lc omite, después de Padre, “nuestro,” posiblemente para evitar en sus lectores de la gentilidad la impresión de una oración limitada a un círculo judío, lo mismo que “estás en los cielos,” de formulación judío-rabínica. No trae el “Hágase tu voluntad.”1 Esto último por faltar en su “fuente.”
En la petición del perdón, Lc pone que se perdonen “nuestros pecados” (αμαρτίας ), mientras que Mt y Lc en la segunda vez ponen “deudor” (άρείλοντι ). Se pensó si Lc utilizaría este término para evitar a sus lectores un sentido de deuda pecuniaria. Sin embargo, son sinónimos, pues Lc sólo la modifica la primera vez, seguramente por variación literaria, y destaca que debemos perdonar a “todo” deudor.
Omite también la parte negativa del último versículo de Mt2. En Marción, seguido por San Gregorio de Nisa, en lugar de la petición “Venga tu Reino,” se lee: “Que el Espíritu Santo venga sobre nosotros y nos purifique.” Idea acorde con la teología de Lc. La recensión de Lc del “Pater.” supone una “fuente” distinta de Mt. Que la de éste sea litúrgica es muy posible. ¿También la de Le? La versión al arameo de las recensiones de Mt y Lc por K. G. Kuhn lleva a un tipo original de composición en verso.

Parábola del amigo importuno,Luc 77:5-13 (Mat 7:7-11). Cf. comentario a Mat 7:7-11.
5 Y les dijo: Si alguno de vosotros tuviere un amigo y viene a él a medianoche y le dijera: “Amigo, préstame tres panes, 6 pues un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo qué darle”; 7 y él, respondiendo de dentro, le dijese: “No me molestes, pues la puerta está ya cerrada, y mis niños están ya conmigo en la cama, no puedo levantarme para dártelos,” 8 yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. 9 Os digo, pues: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá; 10 porque quien pide recibe, y quien busca halla, y al que llama se le abre. 11 ¿Qué padre entre vosotros, si el hijo le pide un pan, le dará una piedra? ¿O, si le pide un pez, le dará, en vez del pez, una serpiente? 12 ¿O, si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Si vosotros, pues, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?

Evocada por la oración del Padrenuestro, Lc es el único que narra una parábola con un gran colorido oriental, para enseñar la perseverancia en la oración. Inesperadamente llega uno de viaje en la noche. No hay nada preparado (rasgo algún tanto irreal), por lo que va a casa de un amigo a pedir “tres panes.” Las casas pobres de Palestina sólo tenían una estancia, donde a la noche, echadas unas esteras, todos dormían. Este llamar e insistir no le trae más que complicaciones; los niños se van a despertar sobresaltados y luego no podrán dormir. Como puede, abre la puerta para resolver aquella situación enojosa. Y Cristo añade que, si no le da lo que pide por ser amigo, al menos se lo dará por importuno.
La finalidad de esta parábola, como se ve por la insistencia en llamar, es la perseverancia en la oración. Sin embargo, Lc pone a continuación, como una conclusión enfática, el “pedid y se os dará.” Y luego se describe la seguridad de la concesión por Dios de los bienes pedidos. Mt, en cambio, trae todas estas adiciones a la parábola en otro contexto, como pieza aislada (Mat 7:7-11). ¿Es que Lc, con esta inserción, pretende precisar el sentido de la parábola? Sería muy probable en este pasaje. La parábola no tiene en sí una estructura y finalidad definidas. Si Lc le yuxtapone este otro pasaje, con valoración independiente, lo une, sin duda, por razón de una afinidad lógica, por tratarse de temas de oración; primero coloca la oración, luego la perseverancia para obtener sus fines, y, por último, la seguridad de la bondad de Dios en la concesión de los bienes pedidos 3.
En Mt, Dios dará “cosas buenas a quien se las pide”; Lc lo formula de otra manera: “dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden.” La redacción de Lc explícita el sentido primitivo de Mt. Como las “cosas buenas,” en esta perspectiva religiosa, son los bienes espirituales mesiánicos, Lc las ha sintetizado en lo que es el gran don mesiánico: la efusión del Espíritu Santo, dispensador de todo bien (Jua 7:38-39) 4, y tan propio de su teología (cf. Rom 8:23; 2Co 1:22; 2Co 5:5; Efe 1:13ss). Naturalmente, el “pedir” y “recibir” tiene un valor “sapiencial.”

El Poder sobre los demonios,Efe 11:14-26 (Mat 12:43-45). Cf. comentario a Mat 12:43-45.
14 Estaba expulsando a un demonio mudo, y así que salió el demonio, habló el mudo. Las muchedumbres se admiraron, 15 pero algunos de ellos dijeron: Por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa éste los demonios; l6 otros, para tentarle, le pedían una señal del cielo. 17 Pero El, conociendo su pensamiento, les dijo: Todo reino dividido contra si mismo será devastado, y caerá casa sobre casa. 18 Si, pues, Satanás se halla dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Puesto que decís que por poder de Beelzebul expulso yo los demonios. 19 Si yo expulso a los demonios por Beelzebul, vuestros hijos, ¿por quién los expulsarán? Por esto ellos mismos eran vuestros jueces. 20 Pero, si expulso a los demonios por el dedo de Dios, sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros. 21 Cuando un fuerte bien armado guarda su palacio, seguros están sus bienes; 22 pero si llega uno más fuerte que él, le vencerá, le quitará las armas en que confiaba y repartirá sus despojos. 23 El que no está conmigo, está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama. 24 Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, recorre los lugares áridos buscando reposo, y, no hallándolo, se dice: “Volveré a la casa de donde salí”; 25 y viniendo la encuentra barrida y aderezada. 26 Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, y vienen a ser las postrimerías de aquel hombre peores que los principios.

Lc y Mt traen este pasaje. Pero, mientras Lc lo trae seguido, Mt lo trae desdoblado. En Lc se plantean ya al principio dos temas, y se los responde de seguida. En Mt el desdoblamiento responde a la separación de las dos preguntas.
Cristo expulsaba un “demonio mudo,” es decir, un enfermo al que su posesión le produce mudez. Pero también era “sordo” (Mt). Ante este hecho, realizado con autoridad propia, en Mt surge en las gentes la pregunta de si no será el Mesías. Lc sólo lo expresa con la “admiración” de las muchedumbres. Pero, ante esto, los “fariseos” (Mt), no negando los hechos evidentes, lo atribuyen a que Cristo tiene pacto con Beelzebul, príncipe de los demonios 5. La argumentación de Cristo fue definitiva. Si así fuese, Satanás destruiría su reino. Además, los exorcistas judíos condenaban esta insidia al expulsar los demonios. Pero, si es verdad que El los expulsaba en nombre de Dios, entonces que saquen la consecuencia: llegó el Reino de Dios. Pues ya está entablada la lucha entre el poder del Mesías y el poder de Satán. Por eso dice: si El los expulsa; no porque los expulsen ciertos exorcistas judíos. Y Lc añade otra consecuencia: si él es el Mesías, hay que “recoger” con él – su enseñanza – para entrar en el reino; si no, se “desparrama” fuera del mismo.
Luego pone la comparación del demonio errante que sale de un hombre y busca morada en lugares “secos,” es decir, desiertos, morada, según la creencia popular, de demonios. Al no hallar reposo, vuelve al lugar de donde partió, pero, al verlo bien preparado, sale en busca de otros siete espíritus peores que él – número de plenitud – , y así logran conquistarla y habitarla. Con lo que “las postrimerías de aquel hombre vienen a ser peores que los principios.” El sentido de esta comparación es discutido, por querer hacerlo alegoría, cuando es una simple comparación, aunque con algunos elementos alegorizantes. Mt la aplica expresamente a “esta generación mala.” Lc no, pero, aunque el contexto en que lo trae es literariamente distinto, conceptualmente es el mismo. Por eso ha de ser interpretada de la generación judía contemporánea de Cristo. Atar a Satanás es idea escatológica (Isa 24:22; Tob 8:3; Rev 20:2ss).
La expulsión de los demonios por Cristo prueba, como él dice, su mesianismo. El demonio desea no perder sus viejas conquistas, al ver los progresos que Cristo comienza a hacer en el pueblo, y toma la revancha. Por obra de los fariseos, que boicoteaban la obra de Cristo, viene a desorientar y apartar del ingreso en el reino de Cristo a gran parte de esta generación. Esto es, dentro de la imagen demoníaca comparativa, hacer que peores poderes demoníacos vuelvan a su casa, a esa “generación” de la que salieron. Y así las “postrimerías” de esa generación judía, separándose de Cristo, no ingresando en su reino y llevándole a la cruz, vinieron a ser peores que sus principios, que comenzaban con la luz de Cristo expulsando los demonios.

Elogio de la Madre de Jesús,Rev 11:27-28.
27 Mientras decía estas cosas, levantó la voz una mujer de entre la muchedumbre, y dijo: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que mamaste. 28 Pero El dijo: Más bien dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan.

Pasaje propio de Lc. En el contexto, una mujer que oye esta refutación de Cristo, la aprueba, gritando al modo oriental, para bendecir a su Madre. La gloria de las madres son los hijos (Pro 23:24-25; Gen 30:13; Luc 1:58). Y la gloria de éstos redunda en las madres. Tal era la grandeza que esta mujer vio en Cristo, hasta acaso sospechar, como en otras ocasiones sospecharon, si no sería el Mesías (Mat 12:23; par.), que lo bendice al bendecir a su Madre. El Magníficat empieza a cumplirse. Lc que lo trae empieza a ver su cumplimiento.
Pero Cristo toma pretexto de las palabras de esta mujer para hablar en general de la grandeza de la maternidad natural, y decir que son más bienaventurados los que “oyen” la palabra de Dios y la “guardan.” Porque, si la maternidad natural es gran dignidad, la palabra de Dios y su guarda hace ingresar en el Reino, con todo lo que esto significa.

Juicio sobre la generación presente. 11:29-32 (Mat 12:38-42). Cf. comentario a Mat 12:38-42.
29 Creciendo la muchedumbre, comenzó a decir: Esta generación es una generación mala; pide una señal, y no le será dada otra señal que la de Jonas. 30 Porque como fue Jonas señal para los ninivitas, así también lo será el Hijo del hombre para esta generación. 31 La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará, porque vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y hay aquí algo más que Salomón. 32 Los ninivitas se levantarán en el juicio contra esta generación, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonas, y hay aquí más que Jonas.

En Mt (c.12) se da como doble señal de Cristo: en el sepulcro (v.40) y de la conversión de Nínive a su predicación (v.41). En Mc no se da ningún signo (Mar 8:12); en Lc se da sólo como signo de penitencia a su predicación. Lc, a diferencia de Mt, que también trae este pasaje, ya puso al comienzo de la narración dos temas a los que va a responder con un intervalo literario. El primero fue que Cristo expulsaba a los demonios en nombre de Beelzebul, príncipe de los demonios. Pero “otros,” que Mt precisa como “escribas y fariseos,” le pedían, “para tentarle,” una “señal del cielo.” Admitida por ellos probablemente también esta solución diabólica, piden algo espectacular, al estilo del fuego que hizo bajar del cielo Elias (1Re 18:38ss), pensando en el fracaso de un prodigio de este tipo. Pero Cristo niega el signo a esta “generación mala.” Lc omite “adúltera” acaso por no entenderla sus lectores. Esta expresión está cargada de reminiscencias bíblicas. La generación en que aparecería el Mesías, al estilo de la del “desierto,” sería mala. Y, en lugar del signo, les anuncia un “signo” castigo.
A la predicación de Jonas, Nínive se convirtió. Y ante la sabiduría de Salomón, vino a oírle la reina del Mediodía, la reina de Saba (1Re 10:1). Ellos condenarán “en el juicio” (εν ττ χρίσει )” probablemente aludiendo, con este término casi técnico, al juicio» postrero, a esta generación, porque aquí, es decir, en él, hay cosa mayor que la sabiduría de Salomón y el profetismo de Jonas. Es parte del climax con que Cristo va descubriendo quién es: mayor que reyes y profetas.
Esta divergencia de enfoque de los evangelistas sobre el “signo” de Jonas puede responder a tradiciones distintas o a interpretaciones distintas de los evangelistas 5, acaso por aludirse primitivamente sólo al “signo” sin matizar.

Cristo, luz del alma,1Re 11:33-36 (Mat 6:22-23). Cf. comentario a Mat 6:22-23.
33 Nadie enciende la lámpara y la pone en un rincón ni bajo el celemín, sino sobre un candelabro, para que los que entren tengan luz. 34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado; pero, si fuese malo, también tu cuerpo estará en tinieblas. 35 Cuida, pues, que tu luz no tenga parte de tinieblas, 36 porque, si todo tu cuerpo es luminoso, sin parte alguna tenebrosa, todo él resplandecerá como cuando la lámpara te alumbra con vivo resplandor.

Este pasaje está aludiendo a Cristo. Da la razón de la mala acogida que tiene en el mundo farisaico. Es una mezcla de comparaciones y alegorías. El v.33 aparece utilizado más veces y en otros contextos (Luc 8:16; Mat 5:15), lo mismo que el v.34 (Mat 6:22-23).
La luz que se expone para que luzca es Cristo (Jua 8:12). La luz para el cuerpo es el ojo. Si éste no está enfermo (απλούς = simple), el cuerpo del hombre goza del beneficio de la luz; si está enfermo, ciego, está en oscuridad.
En el orden moral ha de cuidarse la rectitud para que la luz de Cristo ilumine la vida moral. Si así se hace, todo el hombre moral gozará del beneficio de la luz de Cristo, “como cuando la lámpara te ilumina con vivo resplandor.” Pues el “ojo es lámpara de tu cuerpo” es sinónimo de corazón como conducta del hombre 6.
Esta “ceguera” farisaica (Jua 9:40-41), culpable, es la que les impide ver esta luz de Cristo-Mesías. “Cuida, pues, que tu luz no tenga parte de tinieblas.” Si la enunciación parece de tipo “moralizante,” su inserción a continuación del tema farisaico parece exigir también la concreción a este caso.
La repetición de las dos primeras sentencias en otros pasajes, lo mismo que la ausencia de la tercera (v.35-36) en Mt, y la falta de íntima unión entre el v.34 y el 35, sugiere que se trata de sentencias de Cristo, acopladas oportunamente aquí por el evangelista y posiblemente algo retocadas para su adaptación 7. El v.36 es propio de Lc.

Reprensión de fariseos y escribas,Jua 11:37-54 (Mat 23:1-36). Cf. comentario a Mat 23:1-36
37 Mientras hablaba, le invitó un fariseo a comer con él; y fue y se puso a la mesa. 38 El fariseo se maravilló de ver que no se había lavado antes de comer. 39 El Señor le dijo: Mira, vosotros los fariseos limpiáis la copa y el plato por defuera, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad. 40 ¡Insensatos! ¿Acaso el que ha hecho lo de fuera no ha hecho también lo de dentro? 41 Sin embargo, dad en limosna hasta lo mismo que está dentro, y todo será puro para vosotros. 42 ¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta y de la ruda, y de todas las legumbres, y descuidáis la justicia y el amor de Dios! Hay que hacer esto sin omitir aquello. 43 ¡Ay de vosotros, fariseos, que amáis los primeros puestos en las sinagogas y los saludos en las plazas! 44 ¡Ay de vosotros, que sois como sepulturas, que no se ven, y que los hombres pisan sin saberlo! 45 Tomando la palabra un doctor de la Ley, le dijo: Maestro, hablando así nos ultrajas también a nosotros. 46 Pero El le dijo: ¡Ay también de vosotros, doctores de la Ley, que echáis pesadas cargas sobre los hombres, y vosotros ni con uno de vuestros dedos las tocáis! 47 ¡Ay de vosotros, que edificáis monumentos a los profetas, a quienes vuestros padres dieron muerte! 48 ¡Vosotros mismos atestiguáis que consentís en la obra de vuestros padres; ellos los mataron, pero vosotros edificáis! 49 Por esto dice la Sabiduría de Dios: Yo les envío profetas y apóstoles, y ellos les matan y persiguen, 50 para que sea pedida cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde el principio del mundo, 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, asesinado entre el altar y el santuario; sí, os digo que le será pedida cuenta a esta generación. 52 ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia, y ni entráis vosotros ni dejáis entrar! 53 Cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle terriblemente y a proponerle muchas cuestiones, 54 armándole trampas para tomarle por alguna palabra de su boca.

Este relato debe de estar compuesto por Lc, o por su “fuente,” de una manera convencional. La parte del banquete es propia de Lc, pero la diatriba contra los “fariseos” (v.39) primero, y luego contra los “doctores” (v.45), está también en Mt, pero en otro contexto completamente distinto. Es Cristo quien, ante las muchedumbres, pone al descubierto a escribas y fariseos; pero todo bajo esta doble agrupación, y luego, en la censura que les hace, Lc y Mt convienen en sólo cinco censuras; el resto son distintas: en Mt dos más y cuatro más en Lc. Esto hace ver que se quiere presentar un cuadro de censuras, recogiendo de la tradición un grupo de elementos que permitan demostrar el propósito del autor. En Lc mismo, el ponerse este cuadro de censuras en un banquete manifiesta que no es el lugar oportuno, y que, acaso con el pretexto de la censura interna del fariseo que lo invita, al ver que Cristo no se había lavado las manos, como era de ritual para ellos, agrupa este cuadro sobre la hipocresía farisaica, dándole una proyección mayor. Es un contexto lógico.
El uso rabínico de lavarse las manos, platos, hasta purificar los asientos para no contraer alguna impureza “legal,” no era precepto de la Ley, sino que procedía de la tradición de los antiguos rabinos. Este hecho de Cristo en este banquete, al que le había invitado un fariseo, probablemente con curiosidad o pretexto de espionaje, da lugar, literariamente al menos, a estas censuras de Cristo, pronunciadas varias de ellas en momentos distintos y sistematizadas ahora a este propósito. Lc denomina a Cristo en este pasaje el Κύριος , el Señor, probablemente con el sentido de profesión de su divinidad que tenía la palabra en la primitiva Iglesia.
Los fariseos limpiaban “la copa y el plato” por fuera, pero por dentro están llenos de rapiña y maldad. Esto era hipocresía. Más puros hay que estar por dentro. Y Lc inserta aquí un logion famoso. Los fariseos han de “purificar” el alma con buenas obras. Y tomándose el tema en cuestión, les indica una de las obras más excelentes consideradas por los judíos: la limosna. Por eso, en lugar de toda externa purificación de la “copa y el plato,” que den en limosna lo que hay “dentro” (τα ενόντα ) de ellos, es decir, que cíen al necesitado el alimento como limosna. Y así obtendrán pureza de rectitud. La Vulgata traduce: que lo que “sobre” (quod superest) lo den de limosna.
Mt dice en lugar paralelo (Mat 23:26) jugando con una evocación alegórica, que limpien también la copa por “dentro.” Lc pone que lo que está “dentro” que lo den de limosna. Es más lógico el pensamiento de Mt. Acaso sea por efecto de la “fuente” que hubiesen usado Mt y Lc. Pudo haber sido una confusión en la versión de dos palabras arameas afines: daki = limpia, y zakí = dad de limosna.
A la hipocresía farisaica se la describe en otros casos: la Ley exigía pagar los “diezmos” al sacerdocio, de lo que vivía (Num 18:21; Deu 14:22); lo que se interpretó incluso de cosas menores, como la “menta,” la “ruda” y “todas las legumbres”; pero ellos no practicaban la “justicia,” que era el amor a Dios.
Pretenden ser perfectos y ansian la ostentación de “los primeros puestos en las sinagogas,” que estaban delante de la tribuna del lector y mirando al pueblo, y los “saludos” de las gentes en la plaza, como a los maestros y perfectos por excelencia.
Les censura que son “como sepulturas que no se ven.” Mt los compara a “sepulcros blanqueados,” que son “hermosos por fuera,” pero por dentro tienen la podredumbre de la muerte. Pues se blanqueaban los sepulcros ante las fiestas de “peregrinación,” para que los peregrinos no los rozasen y contrajesen alguna impureza legal (Num 19:16). Pero aquí se presenta de otra manera. Son sepulcros que no se ven, como enterrados en un campo, y los hombres, sin saberlo, los pisan y contraen la impureza “legal,” que aquí es el veneno de su doctrina de boicot a Cristo.
Al llegar aquí, Lc introduce hablando a un doctor de la Ley, censurándole. No parece el banquete lugar apto para estas censuras; por eso podría ser la inserción aquí de otro elemento tomado de la tradición, de otro momento, o una “introducción” literaria.
Los doctores de la Ley interpretaban ésta con un rigorismo preventivo insoportable. Tales son los comentarios de los rabinos en el Talmud. Pero ellos no los cumplían.
Por aparecer religiosos, levantaban monumentos a los profetas a quienes sus antepasados mataron. Pero les saca una conclusión de lógica oriental: consienten en su muerte; aquéllos los mataron, y éstos los entierran. Es que en el fondo de esta afirmación, como se ve en el v.49, está prevista la muerte de Cristo y la persecución y muerte de los apóstoles y de los otros “profetas” del N.T. (1Co 12:29; Hec 15:32, etc.). Pero, como toda la historia de Israel estaba orientada al Mesías, a la muerte de éste experimentará Israel el castigo por toda la sangre derramada por esta causa: “le será pedida a esta generación.” 8 En Mat 23:32-39 está expuesto este tema con más desarrollo y matiz.
La “Sabiduría de Dios” no parece afectar directamente a Cristo. Al menos no es un término usual ni comprensible para los lectores. Puede ser una frase construida al modo de los oráculos de los profetas y hablar de los designios de Dios, ya que es la vieja Sabiduría de los sapienciales (cf. Luc 7:35). Es la providencia de Dios la que envió profetas y ahora apóstoles: correrán la misma suerte (Jer 7:25ss).
Por último, los censura porque se “apoderaron de la llave de la ciencia” religiosa. Sólo ellos dictaminaban lo que debía ser. Hasta tal punto, que daban más valor a los dichos y cuerpo de doctrina de sus doctores que a los mismos Libros Sagrados. Y así, ante el Cristo Mesías, por el boicot que le hacían, ni “entraban ellos” en el Reino “ni dejaban entrar” al pueblo. Tal era el ascendiente que tenían sobre el mismo.
Lc termina diciendo la reacción brutal de “escribas y fariseos” contra El, proponiéndole “trampas” para comprometerle con alguna de sus respuestas.
El complemento a este cuadro está en el Comentario a Mat 23:1-38.

1 Strack-B., Kommentar. I P.408-410; Bonsirven, Textes. 181 2 Dada La Importancia De Este Tema, Su Estudio Analítico Se Hace En Mat 6:9-13. 3 Vosté, Parabolae. (1933) Ii P.563-567; Frank, En Verb. Dom. (1922) 144-149. 4 Para Los Versículos Finales De Lc 11-13, Cf. comentara A Mat 7:7-11; M. Zerwick, Perseveranter Orare (Luc 11:5-13): Verb. Dom. (1950) 243-247. 5 Sama1n, L’accusation De Magie Contre Le Christ: Eph. Theol. Lov. (1938) 449-490. 5 A. Vótgle, Der Spruch Von Jonaszeichen, En Synoptische Studien (1953) 230-277; J. Howton, The Sign Of Joña, En Scottisch Journ. Of Theology (1926) P.288-304; M. Goguel, La Fot A La Résurrection De Jesús Dans Le Christianisme Primitif (1933) P.Lgoss; O! Cullmann, Dieu Vivant N.16 P.25ss. 6 Conny Eddund, En Rev. Bibl. (1943) P.603-605. 7 Benoit, L’oeil Lampe Du Corp: Rev. Bibl. (1947) P.362-364. 8 Sobre Zacarías, cf. 2Cr 24:19-22; J. Jeremías, Heiligengraber injesu Umwelt ( Mat 23:29; Lúe 11:47). (1958).

Fuente: Biblia Comentada

Señor, enséñanos a orar. Con cierta frecuencia los rabinos escribían oraciones para que sus discípulos las recitaran. Tras haber visto orar a Jesús muchas veces, ellos sabían que amaba la oración y que para Él no era un simple ejercicio de recitación elocuente (vea la nota sobre Mat 6:7).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. – En este texto y en Mat 6:9-13 Jesús nos enseña cómo orar. No era su propósito revelar una oración que debería ser memorizada y rezada (recitada) repetidas veces. (Más bien esto es lo que estaba condenando). Esta verdad es obvia cuando se considera que estos dos textos (el de Mateo y el de Lucas) ni siquiera son iguales; habría sido idéntica la oración en los dos textos si Jesús la hubiera entregado para ser rezada. La iglesia del primer siglo no rezaba el «Padre Nuestro».
Los discípulos querían orar correctamente, y Jesús les dice, «Oraréis así». Dice que debemos orar «así'» (de esta manera), y entonces nos da un ejemplo de cómo orar correctamente. Algunos de los elementos principales de la oración aceptable son: (1). Dirigirnos al Padre para alabarlo. (2). Pedir que se haga su voluntad. (3). Orar por su reino. (4). Pedir el pan de cada día (el sostén, 1Ti 6:8). (5). Pedir el perdón. (6). Pedir la dirección divina. Desde luego, hay otros textos que nos enseñan cómo orar: Jua 14:13; Jua 16:26 nos enseñan que debemos orar en el nombre de Jesús; 1Ti 2:1-2 agrega detalles importantes; también 1Ts 5:17, Stg 1:5; Stg 5:16, etc. Aparte de instrucciones y mandamientos, hay buenos ejemplos que seguir.

Fuente: Notas Reeves-Partain

ENSÉÑANOS A ORAR

Lucas 11:1-4

Sucedió una vez en cierto lugar que Jesús estuvo orando algún tiempo y, cuando acabó, le dijo uno de sus discípulos:
-Señor, enséñanos a orar, como hizo Juan con sus discípulos.

Jesús les dijo:

-Cuando os pongáis a orar, decid:

«¡Oh Padre!, que tu nombre sea tratado con reverencia. – Venga tu Reino. – Danos cada día el alimento que necesitamos. – Y perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a todos los que nos fallan. – Y no nos dejes a merced de duras pruebas.»

Era costumbre que los rabinos enseñaran a sus discípulos una oración sencilla para uso frecuente. Juan el Bautista lo había hecho con sus discípulos, y ahora le pedían a Jesús los suyos que Él también les enseñara una oración.
Aquí tenemos la versión de la Oración Dominical que nos da Lucas. Es más corta que la de Mateo, pero nos enseña todo lo que necesitamos saber acerca de cómo y qué pedir en oración.
(i) Empieza llamando a Dios Padre. Es la manera característicamente cristiana de dirigirnos a Dios (cp. Gal 4:6 ; Rm 8:15 ; 1Pe 1:17 ). La primera palabra ya nos dice que al orar no nos estamos dirigiendo a alguien que no está dispuesto a ayudarnos, sino a un Padre que se complace en suplir las necesidades de sus hijos.

(ii) En hebreo el nombre quiere decir mucho más que el nombre propio de una persona. Quiere decir la totalidad del carácter de la persona que se nos ha revelado y que conocemos. El Sal 9:10 dice: «Los que conocen tu Nombre ponen en Ti su confianza.» Eso quiere decir mucho más que saber que el nombre de Dios es Jehová. Quiere decir que, los que conocen todo el carácter y la mente y el corazón de Dios, ponen en Él su confianza con alegría.

(iii) Debemos fijarnos especialmente en el orden de la Oración Dominical. Antes de pedir nada para nosotros mismos, Dios y su gloria y el respeto que le es debido ocupan el primer lugar. Sólo cuando damos a Dios el lugar que le corresponde se colocan todas las cosas en su debido lugar.

(iv) La oración incluye toda la vida.

(a) Incluye la necesidad presente. Nos dice que pidamos nuestro pan cotidiano; es decir, el alimento para el día que oramos. Esto nos recuerda la antigua historia del maná en el desierto (Ex 16:11-21 ): sólo se podía recoger lo necesario para la necesidad del día. No nos tenemos que preocupar del futuro desconocido, sino de «vivir al día».

(b) Incluye los pecados pasados. Cuando oramos, no podemos olvidarnos de pedirle perdón a Dios, porque todos somos pecadores ante la santidad de Dios.

(c) Incluye las pruebas futuras. Tentación quiere decir situación de prueba, e incluye mucho más que la seducción al pecado: todas las situaciones que constituyen un desafío y una prueba a la integridad y fidelidad de una persona. No podemos librarnos de ellas, pero las podemos arrostrar en comunión con Dios.

Alguien ha dicho que la Oración Dominical se puede usar de dos maneras diferentes en nuestra vida devocional: si la usamos al principio, despierta toda clase de deseos santos que nos conducen por los auténticos senderos de la oración; y si la usamos al final, resume y completa todas las peticiones que traemos a la presencia de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 11

4. LA NUEVA ORACIÓN (11, 1-13).

Hasta 13,22 no se vuelve ya a hablar del viaje. En el relato del viaje están intercaladas enseñanzas de Jesús. Jesús trae el nuevo mensaje del Padre y del Espíritu Santo, y con ello una nueva oración (11,1-13); se anuncia a sí mismo como nuevo portador de salud, que es ciertamente otro y enseña de manera distinta de lo que habían imaginado los dirigentes en Israel (11, 14-54); el seguimiento de este Mesías cobra nueva y propia forma, de la que se habla en un conjunto de palabras y sentencias de Jesús (12,1-53). El nuevo tiempo que aporta Jesús exige a todos la conversión (12,54-13,21).

a) La oración de los discípulos (Lc/11/01-04)

1 Un día estaba él orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

Por lo regular ora Jesús en la soledad (Mar 1:35; Luc 5:16; Mat 14:23; Mar 16:46.), en un monte (Mar 6:12; Mar 9:28.29), separado de sus discípulos (Mar 9:18). No se nos dice cuándo y dónde oró Jesús en el caso presente; la mirada no debe distraerse de lo esencial: la doctrina sobre la oración.

Juan Bautista había enseñado a orar a sus discípulos. La oración había de corresponder a la novedad de su predicación, había de ser un distintivo que uniera a sus discípulos entre sí y los separara de los demás. También los discípulos de Jesús quieren poseer una oración que fluya de la proclamación del reino de Dios y esté marcada por el hecho salvífico, cuyos testigos han venido a ser ellos. La palabra de Jesús abría nuevas perspectivas, creaba nuevas esperanzas, anunciaba una nueva ley. ¿No deberá también transformar la oración? La oración es la expresión de la fe y de la esperanza, de la vida religiosa.

2 él les dijo: Cuando vayáis a orar, decid: Padre, santificado sea tu nombre; venga tu reino.

La oración (*) comienza con la invocación: Padre, abba. Así habló Jesús en la oración a Dios (Mar 14:36), así podían también hablar a Dios sus discípulos (Gal 4:6; Rom 8:15). Jesús introduce a sus discípulos en su relación con Dios. La invocación abba, padre querido, empalma quizá con oraciones de los niños judíos. Un judío no osaba nunca decir la palabra abba hablando con Dios; caso que llamara a Dios Padre se servía de la palabra ab o abi (padre mío), que no pertenecía al arameo corriente, sino que estaba tomada del lenguaje solemne de la oración en la liturgia. La palabra abba ilustra la singularísima relación de Jesús con Dios. El tiempo de la salvación aporta también esto: «Yo me preguntaba: ¿Cómo voy a contarte entre mis hijos y a darte una tierra escogida, una magnífica heredad, preciosa entre las preciosas de todas las gentes? Pensaba yo que me llamarías «Padre mío» y no volverías a apartarte de mí» (Jer 3:19). «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mat 5:9).

Santificado sea tu nombre. Estas palabras no son deseo, sino ruego. Se invoca a Dios rogándole que santifique su nombre. Mediante la fórmula impersonal se atrae la atención más al obrar de Dios que a la persona del orante. El ruego es expresión de un anhelo ilimitado de la santificación definitiva del nombre divino. El nombre es Dios, en cuanto él mismo se revela, Dios en su obrar salvífico, Dios para nosotros. Dios se santifica cuando mediante la revelación de su poder se manifiesta como el completamente otro. «Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes, profanado por vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yahveh, dice el Señor, Yahveh, cuando yo me santificare a sus ojos por causa de vosotros» (Eze 36:23). Dios se santifica cuando mediante la revelación de su misericordia se manifiesta como Padre, cuando se revela a los pequeños y los convierte en niños pequeños, cuando alborea el reino de Dios.

Venga tu reino. La petición de que sea santificado el nombre es preparación para esta otra petición. La petición de que venga el reino es la verdadera petición del padrenuestro, así como la doctrina del reino de Dios ocupa el centro de la predicación de Jesús. El reino de Dios es el señorío de Dios. Cuando Dios se posesione de su reino, cuando imponga su señorío, quedará vencido Satán y habrá comenzado el tiempo de salvación. Esta revelación ha aparecido ya en Jesús. El «año de gracia del Señor» ha llegado ya (Eze 4:19). Los discípulos son llamados dichosos porque están viendo lo que con tanta ansia habían aguardado los profetas y los reyes (Eze 10:23 s). Sin embargo, Jesús enseña a orar y a pedir que venga el reino, el señorío de Dios. Lo que ha traído Jesús es tiempo de salvación pero a su vez no es sino comienzo de lo que ha de venir. Lo que es el reino se puede ver por lo que Jesús trajo con su vida; la vida de Jesús es, en efecto, la manifestación de la salud en un determinado lugar en el transcurso de la historia de la salvación. La magnificencia de lo que ya se ha descubierto hace que sea tanto más ardiente el ruego de que venga el reino de Dios. El reino vendrá cuando venga Jesús mismo. El ruego de que venga el reino se identifica con el ruego de que venga Jesús. «Ven, Señor nuestro», Marana tha (1Co 16:22).

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* La oración que enseña Jesús a sus discípulos se nos ha transmitido en dos formas, en la forma de Mat 6:9-13, y en la de Luc 11:2-4. Cada uno de los evangelistas la reproduce según la fórmula que en su tiempo se usaba en una u otra de las comunidades cristianas que ellos conocían. Ambas formas son copia fiel, aunque no literal, de la oración de Jesús. La forma de Mt es más solemne, formalmente más acompasada, más litúrgica; la de Lc es más breve y personal. Es de suponer que ésta se aproxima más a la forma originaria, pues se propendería más bien a alargar que a acortar el texto venerando.

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3 Danos cada día nuestro pan cotidiano; 4 y perdónanos nuestros pecados, pues también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos lleves a la tentación.

Los discípulos viven en el período intermedio entre el tiempo de salvación, inaugurado por Jesús, y su segunda venida. En este tiempo intermedio están todavía oprimidos por la angustia de la existencia, por la culpa y por la tentación. Cuando se inicie plenamente el tiempo de salvación con la venida de Jesús, pasará toda angustia y toda aflicción. Así también estas peticiones de la segunda parte del padrenuestro son, en definitiva, peticiones de que venga el reino de Dios.

Danos cada día nuestro pan cotidiano. El pan significa todo lo necesario para la vida en la tierra. Pedimos el pan, porque es un don de Dios. «En gracia, amor y misericordia da él (Dios) pan a toda carne, porque su gracia permanece eternamente… él da de comer y provee a todos, y otorga bienes a todos, y prepara manjares para todas sus criaturas. Seas alabado, Señor, que nos alimentas» (oración judía para antes de las comidas). El discípulo pide nuestro pan, el pan que tanto necesita el hombre, él y la comunidad; no ora en la estrechez del yo, sino en la amplitud de los hijos del Padre. El pan cotidiano es el pan necesario para cada día. El discípulo sólo pide lo necesario. «No me des pobreza ni riqueza, dame aquello de que he menester» (Pro 30:8). Cada día: El discípulo ha de confesar cada día ante el Padre su necesidad y pedirle cada día su pan cotidiano. Debe orar incesantemente (Pro 18:1).

Perdónanos nuestros pecados. El discípulo sabe que es pecador. Aun cuando lo haya hecho todo, no es todavía más que un siervo inútil (Pro 17:10). Tiene que confesar: Tenga Dios misericordia de mí (Pro 18:13). E1 pecado es en la Biblia desobediencia contra Dios: «Contra ti solo he pecado» (Sal 51:6). Por eso también sólo por Dios puede ser perdonado. Dado que el tiempo de salvación proclamado por Jesús, es tiempo de perdón y de misericordia, por eso podemos pronunciar con confianza esta petición. Precisamente en el Evangelio de Lucas, el gozo de Dios en perdonar es rasgo incomparable y sumamente característico de la proclamación del reino de Dios por Jesús.

Jesús proclamó: Perdonad y seréis perdonados (Sal 6:37). Quien perdona a su hermano puede esperar que también Dios le perdone a él. La voluntad de perdonar al hermano es condición de la misericordia de Dios en el juicio. Los discípulos son tales si están penetrados de la misericordia del Padre. «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Sal 6:36). Por eso, cuando el discípulo pide perdón de sus pecados, añade: pues también nosotros perdonamos a todo el que nos debe. El que peca contra otro se carga con una deuda que tiene que saldar. Tiene que reparar, restituir. Esto lo hace perdonando a los que se han hecho culpables contra él.

No nos lleves a la tentación. En la explicación de la parábola del sembrador habla Lucas de algunos quo durante algún tiempo creen, pero luego decaen en el tiempo de la tentación, cuando irrumpen tribulaciones y persecuciones por la palabra de Dios (Sal 8:13). La tentación es amenaza para la fe, peligro de apostasía. La petición brota del conocimiento de la propia debilidad y de la prepotencia del mal. Las tres peticiones de liberación de la miseria humana son también confesión de esta miseria. El hombre que confiesa su miseria ante Dios, tiene la promesa de que le alcanzará el reino de Dios. Bienaventurados los pobres, los hambrientos, los que lloran… El padrenuestro es la oración de aquellos en quienes ha alboreado y alborea el reino de Dios.

La entera existencia humana se presenta a Dios como una existencia angustiosa. El presente: danos cada día; el pasado: perdónanos; el futuro: no nos lleves a la tentación. El reino de Dios produce una gran mutación, y ésta tiene su garantía en Dios, que se santifica y muestra su poder, que, como abba, es Dios para nosotros.

b) El amigo importuno (/Lc/11/05-08).

5 Y les añadió: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo y acude a él a medianoche para decirle: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo qué ofrecerle; 7 y que el otro desde dentro le responde: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos en la cama; no puedo levantarme para dártelos. 8 Os digo que, aunque no se levante a dárselos por ser amigo suyo, se levantará al menos por su importunidad y le dará cuantos necesita.

En Palestina se viaja con frecuencia de noche, porque durante la noche hace fresco. Cada día, antes de la salida del sol, la mujer cuece el pan (en forma de delgadas tortas) para el consumo del día; por eso no hay allí panaderías. Tres panes son la comida para una persona. En las pequeñas aldeas se sabe quién tiene pan de repuesto. Atender al huésped es un deber sagrado. El hombre al que se pide el favor se disgusta. Se le llama «amigo», pero él no responde en los mismos términos. La casa sólo tiene una habitación. La puerta está atrancada con una gran viga. De lecho sirve una estera que se extiende por la noche. Los niños duermen con los padres. Abrir por la noche es muy fatigoso y ruidoso: todos tienen que levantarse. No sin razón se habla varias veces de levantarse. El decir «no puedo» significa: no tengo gana.

Al fin no tendrá más remedio que levantarse y dar lo que le pide el amigo. Jesús da la razón de ello: Si ya no por la amistad, al menos por la molestia y la importunidad. No por amor al vecino, sino por amor al descanso nocturno. Así somos los hombres. Y Dios ¿cómo es? Si el discípulo reflexiona sobre su propio comportamiento, se le ocurrirá cómo se comportará Dios con él. Como el amigo, después de todo, acaba por atender al amigo que le pide con insistencia e importunidad, así Dios también escucha al que le pide sin cejar, importunamente. Un doctor de la ley dice: «El importuno vence al Maligno, ¡cuánto más al Dios todo bondad!». Se ha prometido que será escuchada la oración perseverante y confiada, que no cede aunque no sea escuchada inmediatamente. Dios es bondadoso: no hay hombre que se le pueda comparar. Da no sólo lo que se le pide, sino todo lo que uno necesite. De esta manera procedió también Jesús con la mujer cananea (Mat 15:21 ss) y con el ciego de Jericó (Mat 18:33 ss).

c) Certeza de ser escuchados (Lc/11/09-13)

9 Pues bien, yo os digo: Pedid y os darán; buscad y encontraréis; llamad y os abrirán. 10 Porque todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, le abren.

Jesús asegura que Dios escucha la oración. Al pedir responde el recibir, al buscar el encontrar, al llamar el abrir. Dios no se muestra sordo al hombre, no se le esconde. Dios ama a los hombres.

El que ora pide, busca y llama. El hombre recurre a Dios como pobre, como extraviado, como sin hogar. El que se sabe y se siente pobre, extraviado, sin hogar, halla el camino de la oración y de Dios. El bien que, según la predicación de Jesús, puede saciar todas las ansias del hombre, que ocupa el centro de todas las promesas, es el reino de Dios. La primera condición para entrar en el reino de Dios es la confesión de la propia pobreza. En la oración se abre el reino de Dios.

En este pasaje no se dice qué es lo que se pide, qué es lo que se busca, por qué y dónde se llama. Lo importante es la actitud de pedir, de buscar, de llamar. Todo el que adopta esta actitud halla lo que pide, lo que busca y lo que desea cuando llama. La oración pone al hombre en la actitud de conversión, lo hace consciente de la propia insuficiencia, le hace poner su esperanza en Dios. La oración convierte al hombre en un hombre que, por razón de su consciente pequeñez, espera ser agraciado con lo mayor.

11 Pues ¿hay entre vosotros algún padre, que, si su hijo le pide un pescado, en lugar de un pescado le dé una serpiente? 12 O, si pide un huevo, ¿le dará un escorpión? 13 Y si vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿con cuánta más razón el Padre que está en el cielo dará Espíritu Santo a los que le piden?

Es inconcebible que un padre no responda con cosas buenas a los ruegos de su hijo. Tanto más habrá que decir esto de Dios. Los hombres son malos, Dios es bueno. Si un padre de la tierra es bueno con su hijo que le pide, ¡cuánto más habrá de serlo Dios! Al fin y al cabo, el padre no se burla de su hijo necesitado, no le hace un mal juego, no comete con él un atentado criminal. Dar una piedra en lugar de pan es una burla, dar una serpiente en lugar de un pescado es un mal juego, dar un escorpión en lugar de un huevo es un atentado criminal. Un padre no abusa del desvalimiento de su hijo pequeño, que no sabe distinguir todavía (a la vista) entre una piedra y un pan, entre un pescado parecido a una serpiente (por ejemplo, una anguila) y una serpiente, entre un escorpión apelotonado y un huevo. Precisamente porque el niño es pequeño e indefenso, le prodiga el padre todo cuidado y cariño.

El buen don que da el Padre al que le pide, es el Espíritu Santo. Este don lo envía el Padre desde el cielo. El Espíritu Santo es el presente celestial. Por el actúa Jesús. Convierte a los discípulos en lo que deben ser. Toma su pensar y su obrar bajo su dirección. Por él cumplen ellos la voluntad de Dios. Según Mateo, da Dios cosas buenas (/Mt/07/11), los bienes de salvación; según Lucas el Espíritu Santo. El don que se da a los discípulos que viven en el período intermedio entre el tiempo de salvación de Jesús y su venida al fin de los tiempos, es el Espíritu Santo. éste es el don salvífico en el tiempo de la Iglesia. Para poder alcanzarlo se necesita la oración.

Hay estrecha conexión entre oración, Padre (abba) y Espíritu Santo. Lo nuevo que enseña Jesús sobre la oración está relacionado con su proclamación del reino de Dios. Es Padre de todos los hombres, lo es para todo el que ora. Pero esto nuevo está relacionado también con el carácter del tiempo de salvación; éste es un tiempo que lleva la impronta del Espíritu Santo. El portador de la salvación está ungido con el Espíritu Santo, su potente obra es causada por el Espíritu; su don, que contiene todos los demás dones, es el Espíritu Santo. La oración está sostenida por el Espíritu Santo, y como oración así influida por el Espíritu, está marcada por la confianza en el Padre. «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Porque no sabemos cómo pedir para orar como es debido; sin embargo, el Espíritu mismo intercede con gemidos intraducibles en palabras» (Rom 8:26).

5. EL MESÍAS Y SUS ADVERSARIOS (Rom 11:14-54)

a) El más fuerte (Lc/11/14-28)

14 Estaba él expulsando a un demonio que era mudo; y apenas salió el demonio, comenzó a hablar el mudo, de suerte que las gentes se admiraron. 15 Pero de entre ellas algunos dijeron: Es por arte de Beelzebul, príncipe de los demonios, por quien éste arroja los demonios. 16 Había también otros que, paRa tentarlo, reclamaban de él una señal venida del cielo.

Nos hallamos ante el hecho escueto de la curación de un poseso. El demonio ha salido del poseso, y éste, que era mudo, comienza a hablar. Jesús ha expulsado al demonio. A éste se le llama mudo porque se creía que la enfermedad del poseso respondía a la naturaleza del demonio que la había causado. La curación por Jesús despierta la admiración de las gentes. ¿Cómo es esto posible?, se preguntan. ¿Quién es Jesús, que tiene poder para arrojar a los demonios?

La curación es un hecho incontrovertible. ¿Cómo se ha de explicar? La admiración y extrañeza del pueblo abre un camino para la fe: Jesús obra con el poder de Dios, es el Mesías. En Lucas no se formula esto, pero antes de que asomen tales aserciones surge ya la crítica. Jesús no obra por el poder de Dios, sino por el poder del príncipe de los demonios, al que se daba el nombre de Beelzebul. Precisaba alejar al pueblo de Jesús. Contra la fe en el Mesías, que se está fraguando, se formula esta objeción: Jesús no produce la señal esperada, que lo habría de acreditar como Mesías, la señal del cielo, como detener el sol o la luna, o una señal de los astros. Las expulsiones de demonios y las curaciones milagrosas no se valoraban como tales señales. A Jesús se le mide con patrones humanos preconcebidos, se prescribe a Dios lo que tiene que hacer, cómo ha de convencer a los hombres.

17 Pero él penetró sus pensamientos y les dijo: Todo reino dividido en bandos queda devastado, y una casa se derrumba sobre otra. 18 Si, pues, Satán está dividido contra sí mismo, ¿cómo subsistirá su reino? Porque estáis diciendo que yo arrojo los demonios por arte de Beelzebul. 19 Pero si yo arrojo los demonios por arte de Beelzebul, ¿por arte de quién los arrojan vuestros hijos? Por eso ellos mismos serán vuestros jueces.

Jesús posee el don de escudriñar los corazones, y así conoce los pensamientos de sus críticos. Como se ve, Lucas no pone el menor empeño en conciliar las diferentes tradiciones que él combina en el texto: los críticos expresan sus opiniones; Jesús conoce sus pensamientos. Lucas utiliza los fragmentos de tradición para formular enseñanzas importantes, no para presentarnos cuadros bien ajustados.

Se refutan las críticas formuladas contra las expulsiones de demonios, que constituyen el punto central de todos los relatos de curaciones. Como los demás milagros de Jesús, no son magia, no son artilugios practicados con la ayuda del demonio. La primera razón de esta verdad la toma Jesús de una reflexión sobria y serena. Los demonios constituyen un reino, la contrapartida del reino de Dios. No es de creer que el príncipe de los demonios combata contra su propio reino… Esto sería una guerra civil, y las guerras civiles aniquilan los reinos, acaban con las gentes y destruyen las ciudades.

Jesús toma otra razón de la práctica del exorcismo judaico. Vuestros hijos, hombres del pueblo, expulsan demonios. Esto lo intentaban con oraciones, palabras y fórmulas de conjuro que se hacían remontar a Salomón. Hay, pues, otros medios de expulsar los demonios sin recurrir a la ayuda de Beelzebul. Jesús defiende su propia revelación con consideraciones tomadas de la experiencia humana y religiosa.

También nosotros tenemos el deber de recurrir a todas las consideraciones que nos suministra la experiencia humana, la ciencia y la vida religiosa, para tratar de refutar las críticas contra los hechos de la revelación. La revelación no está en contradicción con la razón ni con las leyes de la vida humana y del mundo.

20 Pero si yo expulso los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Jesús expulsa los demonios con la virtud de Dios. El dedo-de-Dios es símbolo de la fuerza de Dios. Cuando Moisés provocó las plagas de Egipto, decían los adivinos do los egipcios: «El dedo de Dios está aquí» (/Ex/08/15). A Dios le basta con mover su dedo para que surjan obras imponentes. El cielo es obra de los dedos de Dios (Sal 8:4). El triunfo sobre el señorío de Satán con el poder de Dios que actúa en Jesús, muestra que ha llegado ya el reino de Dios. Este está ya presente, aunque todavía no se ha desarrollado plenamente. Se ha inaugurado ya el tiempo de la salvación, el reino de Dios ha reportado ya la victoria sobre el reino de Satán. De ello son señal las expulsiones de demonios.

21 Mientras un hombre fuerte y bien armado está guardando su palacio, sus bienes están seguros. 22 Pero cuando venga contra él otro más fuerte y lo venza, le quitará las armas en que confiaba y repartirá el botín. 23 Quien no está conmigo, está contra mí; y quien conmigo no recoge, desparrama.

La acción del Mesías se concibe como una guerra. La lucha se entabla entre Satán y el Mesías. Se toma de los hechos bélicos una imagen. Hay un palacio, una fortaleza guardada por un hombre fuerte. Este está armado de pies a cabeza, con coraza, yelmo, escudo y lanza. Todo está en seguridad. Viene uno más fuerte y ataca. El fuerte queda vencido. Se le quitan las armas. Todo lo que se encuentra, se toma como botín y se reparte. La segura posesión ha terminado. La idea fundamental de la parábola está en el contraste entre los bienes, que están seguros y el botín que se reparte. Esto tiene también lugar en las expulsiones de demonios. Satán dominaba en paz; ejercía su señorío sobre los hombres y nadie podía suplantarlo. Ahora ha cambiado todo. Las expulsiones de demonios muestran que Satán tiene que entregar su botín, los hombres a quienes dominaba. Está por tanto vencido. Jesús podía decir en tono triunfal: «Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo» (Sal 10:18). Según Lucas, esta victoria tuvo ya lugar en la lucha entablada en la tentación del desierto (Sal 4:13). Las palabras repartirá el botín traen a la memoria el oráculo de Isaías: «Mi siervo libra a muchos de la culpa y carga con nuestras iniquidades. Por eso yo le daré por parte suya muchedumbres, y recibirá muchedumbres por botín; por haberse entregado a la muerte y haber sido contado entre los pecadores» (Isa 53:11 s). De todos modos, si se hubiese aludido expresamente a este pasaje, no se habría omitido la muerte que arrebata aún mejor botín a Satán. El reino de Dios se inició cuando Jesús comenzó su actividad, se profundizó cuando murió en la cruz y resucitó, se establecerá plenamente cuando Jesús venga en su gloria. Pero en la medida en que se va estableciendo el reino de Dios, se va derrumbando el poderío de Satán.

El combate mesiánico fuerza a cada cual a optar por Cristo o contra Cristo. No tolera neutralidad. La necesidad de tomar partido se expresa en un proverbio que procede de la guerra civil romana (*). El que no toma partido por Jesús, es contrario suyo. A esto se añaden unas palabras tomadas de la vida pastoril. El pastor que no recoge las ovejas, las desparrama. «Y así andaban desparramadas mis ovejas por falta de pastor, siendo presa de todas las fieras del campo» (Eze 34:5 s).

……………

* Cf. el comentario a 9,50.

……………

24 Cuando el espíritu impuro sale del hombre, vaga por los desiertos buscando reposo, y, al no encontrarlo, dice: Me volveré a la casa de donde salí. 25 Y al llegar a ella, la encuentra barrida y arreglada. 26 Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él, entran en la casa y se instalan allí, y resulta que la situación final de aquel hambre es peor que la de antes.

El demonio expulsado se comporta como un hombre que ha sido echado de su casa. Jesús no ofrece una psicología de Satán, ni tampoco una exposición de las ideas del pueblo sobre las maquinaciones de los demonios, si se exceptúa la convicción de que el desierto es el lugar donde habitan los demonios. El relato tiene carácter de parábola. El que ha escapado al señorío de Satán, no por ello debe creerse inexpugnable y completamente seguro.

El estado final de una persona que se ha convertido puede, si no persevera como tal, ser peor que el estado anterior a la conversión. La antigua Iglesia tomó muy en serio esta verdad. La carta a los Hebreos pone en guardia contra la apostasía en términos que podrían ser mal interpretados, pero que el autor se permite usarlos para mostrar la tremenda gravedad del caso: «Realmente, a los que ya una vez fueron iluminados, gustaron el don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, gustaron la buena palabra de Dios y los portentos del siglo futuro, pero vinieron después a extraviarse, es imposible renovarlos otra vez llevándolos al arrepentimiento» (/Hb/06/04-06).

27 Mientras él estaba diciendo estas cosas, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y dijo: Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que te criaron. 28 Pero él contestó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.

¿Qué es lo que salva de la recaída? ¿Qué es lo que preserva del nuevo señorío de Satán? Bienaventurado el seno que te llevó. La alabanza de la madre se dirige al Hijo. La felicidad y el honor de una mujer está en los hijos que ha engendrado y criado. La mujer del pueblo -no llevada de la crítica, como algunas otras- está sumamente impresionada por la grandeza de Jesús. Jesús vence el poderío de Satán y trae la salvación. La gloria del hijo se extiende también a su madre.

Sí, bienaventurada. A la madre de Jesús hay que llamarla bienaventurada. Pero esta alabanza pronunciada por la mujer podría también interpretarse falsamente. La sola maternidad corporal no es la razón de la bienaventuranza. Más bien hay que llamar bienaventurado al que escucha la palabra de Dios y la guarda. Oír, guardar y seguir la palabra de Jesús, la palabra anunciada por él, eso es lo que preserva de recaer bajo el dominio del demonio.

María escuchó, creyó y guardó la palabra de Dios. Hay que felicitarla porque es madre de Jesús, vencedor de los demonios y portador de salvación, pero todavía más porque escuchó la palabra de Dios y la guardó.

b) La señal (Lc/11/29-36).

Jesús rechaza las exigencias de signos, de señales (11, 29-30), llama a la conversión (11,31-32), expone la necesidad de ser iluminados por la fe (11,33-36). Jesús no se da a conocer por señales del cielo; él mismo es el signo o la señal que presupone iluminación interna para ser reconocida.

29 Crecía la muchedumbre cada vez más, y él se puso a decir: Esta generación es una generación perversa; pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. 30 Porque así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, así también lo será el Hijo del hombre para esta generación.

Jesús se pronuncia acerca de la exigencia de señales. Ha crecido todavía la muchedumbre que se apiña en torno a Jesús. La razón más profunda de la exigencia de señales, el no contentarse con lo que Cristo ha hecho con poder y para asombro del pueblo, es la desobediencia a la palabra de Dios, que anuncia Jesús. Lo primero que hay que hacer es convertirse, reformarse interiormente. Sólo el que escucha y acepta de buena gana la palabra de Jesús, está capacitado y pronto para captar las señales que hace Dios por Jesús como señales de que se ha inaugurado ya el reino de Dios. Cuando Jesús explicó las curaciones ante los discípulos de Juan como signos del tiempo de salvación, dijo, amonestando a los oyentes: «Bienaventurado aquel que en mí no encuentre ocasión de tropiezo» (7,22s). Jesús no realiza en Nazaret las señales que se le exigen, porque sus compatriotas no creen (4,23 ss). Jesús se ve en la necesidad de decir a la multitud que pide signos: Esta generación es una generación perversa, porque no quiere creer.

A esta generación incrédula dará Jesús una señal: la señal de Jonás. Jonás fue tragado por el pez, que al tercer día lo devolvió de nuevo. Como quien ha sido devuelto a la vida es presentado por Dios a los ninivitas como señal para que se conviertan. Como lo fue Jonás para los ninivitas, también Jesús será señal para esta generación perversa e incrédula. Jesús resucitará y retornará como Hijo del hombre para celebrar juicio. Cuando aparezca en poder y gloria, nadie podrá dejar de reconocer que Dios le ha dado todo poder. En realidad, esto no será ya entonces señal o signo que conduzca a la fe y a la salvación, sino signo que condenará la incredulidad. Con esta señal previno Jesús a sus adversarios en el juicio ante el sanedrín: «Pues sí, lo soy (el Mesías, el Hijo del Bendito); y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo entre las nubes del cielo» (Mar 14:62). El Hijo del hombre es la señal que aparecerá en el cielo, a cuya aparición se golpearán el pecho todas las tribus de la tierra (Mat 24:30).

31 La reina del sur comparecerá en el juicio con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. 32 Los habitantes de Nínive comparecerán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron ante la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.

Los contemporáneos de Jesús están endurecidos contra la sabiduría y la llamada de Dios a la conversión. Por eso sólo se les da la señal que los ha de condenar en el juicio final. Jesús mismo, que obra con el poder de Dios, sería señal suficiente que podría conducirlos a la fe; pero no quieren creer en él. Los gentiles, la reina del Sur, los hombres de Nínive, acusarán a los contemporáneos y compatriotas de Jesús cuando comparezcan con ellos en el juicio final. La reina de Saba buscó y acogió con avidez la sabiduría de Salomón (lRe 10,1), los ninivitas tomaron en serio la predicación de penitencia de Jonás (Jon 3:5). Israel se hizo culpable ante Dios de haber rechazado a Jesús y de haber exigido señales. Las obras salvíficas que Dios realiza exigen buena voluntad, fe, aceptación. Repudiarlas es culpa. Lo que el pueblo necesita es la conversión, la imitación de la reina del sur y de los ninivitas, que aceptaron de buena voluntad la sabiduría y la predicación de penitencia.

Las palabras de Jesús son también revelación de sí mismo. Jesús es más que el sabio Salomón, más que Jonás, profeta y predicador de penitencia. Es maestro de sabiduría y profeta que sobrepuja a los más grandes maestros de sabiduría y profetas; es el maestro de sabiduría y profeta de los tiempos finales. La sabiduría de la vida que él anuncia es la última sabiduría de Dios; la voluntad de Dios que proclama, es voluntad de Dios que decide, de cuya aceptación dependen la salvación y la ruina final.

33 Nadie enciende una lámpara y la pone en un lugar escondido o debajo del almud, sino sobre el candelero, para que los que entren vean la luz.

Jesús es la señal que ha dado Dios al mundo. él es la luz del mundo (Jua 8:12), no escondida por Dios, sino puesta por él a la vista de todos y presentada de tal forma que ilumine a los hombres. La palabra y la obra de Jesús fueron proclamadas en toda la tierra de los judíos, con sabiduría y poder fueron el asombro de todos. Mediante la misión de Jesús y la manera de presentarlo hizo Dios todo lo necesario para que pudiera reconocerse el resplandor de su luz, su divina misión de maestro de sabiduría y de profeta de los últimos tiempos. La revelación de Jesús está adaptada al hombre de tal manera que éste pueda alcanzar el conocimiento de la sabiduría de Dios y venir con ella a convertirse.

34 La lámpara del cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está iluminado; pero cuando está enfermo, también tu cuerpo queda en tinieblas. 35 Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti sea tinieblas.

¿A que se debe que los contemporáneos de Jesús no reconozcan la luz que él es, no crean en él, no acepten y sigan su palabra? Esto no se debe a deficiencias de la luz, sino a que los contemporáneos son malos. La culpa está en el hombre, no en Dios o en Jesús.

El cuerpo del hombre se concibe aquí como una casa. Los ojos son las ventanas, que dejan que penetre la luz en la casa, de modo que el cuerpo entero quede iluminado. Cuando el ojo está enfermo, cuando no ve distintamente o ve doble, todo resulta oscuro. Del modo de ser del hombre depende el que la luz se reconozca o no como tal. Jesús sólo es reconocido como el maestro de sabiduría y predicador de conversión en los últimos tiempos, si el interior del hombre es sencillo, si su corazón y todo su ser está entregado sencillamente a Dios; entonces puede aceptar la luz que Dios ha encendido en Jesús. En cambio, el que se constituye a sí mismo en centro, el que no da razón a Dios, sino que se hace él mismo medida y criterio de todo, no tiene órgano para percibir la voluntad de Dios que se revela en Jesús.

Mira, no sea que la luz que hay en ti sea tinieblas. El hombre ha sido creado para la verdad de Dios. Tiene en sí luz, tiene fuerza para reconocer la revelación de Dios como tal. «La luz de Yahveh es el espíritu del hombre» (Pro 20:27). Se requiere la solicitud del hombre, para que esta luz no se convierta en tinieblas. El hombre recibe luz porque Jesús apareció como portador de luz, pero él debe ser receptivo para la luz.

En las bienaventuranzas mostró Jesús cómo se ha de conservar la receptividad. «Bienaventurados vosotros, los pobres…», «¡Ay de vosotros, los ricos…!»

36 Por consiguiente, si tu cuerpo entero es luminoso, sin que tenga parte alguna obscura, todo él resplandecerá, igual que cuando la lámpara te ilumina con su resplandor.

El que en su interior no pone ningún impedimento a la luz que envía Dios por Jesús, aquel cuyo cuerpo es todo luz, ése es iluminado por Jesús como por un relámpago, ése es penetrado de luz por la abundancia de su revelación.

Jesús es luz, luz radiante, él comunica la abundancia de la sabiduría divina, él aporta la revelación del tiempo final, que es la plenitud de todas las revelaciones de los profetas. No solamente da la revelación, sino también el conocimiento de que Dios se revela en él. «Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelarlo.» Jesús es señal que se acredita ella misma como señal, como el relámpago se da á conocer como tal por su brillo. Estas palabras de Jesús acaban llenas de promesas. Cuando la luz de Jesús se apodera del hombre, éste se ve penetrado e inundado de luz.

c) El verdadero Maestro de la ley (Lc/11/37-54).

Los fariseos y los escribas ejercían poderosísimo influjo sobre el pueblo. Se creían ser los verdaderos sucesores de los profetas y de los maestros de sabiduría. Pero no lo son ellos, sino Jesús; en efecto, presentan como voluntad de Dios lo que no lo es: así, por ejemplo, en la cuestión de la pureza (11,37-41). Sobre los fariseos (11,42-44) y los escribas (11,45-52) respectivamente formula Jesús tres conminaciones amonestadoras. La conjura de los escribas y de los fariseos contra Jesús muestra cuán faltos están de sabiduría divina y de sentido para conocer la voluntad de Dios (11,53s). Palabras análogas a las que consigna Lucas se hallan también en Mateo. Ambos utilizan una tradición común. En Mateo se presenta el discurso como sentencia judicial y condenación; en Lucas todavía no se ha consumado la ruptura definitiva, y las palabras son una exhortación apremiante a la conversión. Mateo dejó el discurso para el final de la actividad pública de Jesús, Lucas la presentó como tema de conversación junto a la mesa.

37 Apenas terminó de hablar, un fariseo lo invita a comer en su casa; entró, pues, y se puso a la mesa. 38 El fariseo se extrañó cuando vio que no se había lavado antes de la comida. 39 Pero el Señor le dijo: De manera que vosotros los fariseos purificáis por fuera la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapacidad y malicia. 40 ¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? 41 Dad más bien limosna de lo que tenéis, y todo lo vuestro quedará purificado.

Durante su camino es invitado Jesús a la mesa. La primera comida era la del mediodía, que procedía de la usanza romana. Importantes enseñanzas se refieren aquí como conversaciones habidas junto a la mesa. Los fariseos daban gran importancia a las prescripciones relativas a la pureza legal. Antes de comer había que lavarse las manos (Mar 7:2). La vajilla de comer y beber se limpiaba con un cuidado escrupuloso. Jesús no se atiene a la prescripción de lavarse las manos, de lo que se extraña el fariseo que lo había invitado. El que realmente quería pasar por religioso debía ante todo cumplir con las prescripciones de los fariseos sobre la pureza. De la crítica del comportamiento de Jesús toma él pie para hablar de la pureza delante de Dios.

¿Quién es puro delante de Dios? Los fariseos tenían por puro delante de Dios al que observa las prescripciones rituales de pureza, el que limpia el exterior del vaso y del plato. A Dios, en cambio, le importa la pureza moral, de la que los fariseos se preocupan muy poco. Vuestro interior está lleno de rapacidad y malicia. Cuando la conciencia está limpia de injusticia y de comportamiento inmoral, entonces es el hombre puro delante de Dios. Dios quiere una conciencia pura.

Por el hecho de preocuparse los fariseos por lo exterior, pero no por lo interior, descuidando así la conciencia, obran como insensatos, como gentes que no poseen la verdadera sabiduría, que no reconocen a Dios y lo descuidan. Los fariseos ponen la religiosidad en exterioridades, no en la conciencia del hombre. Dios no sólo hizo lo exterior, las cosas visibles, sino también lo interior, el corazón del hombre, la conciencia, por cuya calidad es como todo viene a ser bueno o malo (*), Por eso es un error y desconocimiento de la debida actitud para con Dios dar tanta importancia a la limpieza exterior de la vajilla, en lugar de pensar en la pureza moral del interior de la persona (**). Dios, creador de la conciencia, dispone también sobre ésta. Exige que el hombre se le entregue totalmente. La pureza del interior se obtiene con limosnas, con amor que se traduce en obras. Lo que hay en los vasos y en los platos, eso se debe dar como limosna; entonces será todo puro en vosotros. Lo que Dios quiere del hombre es un corazón puro; el corazón se purifica mediante el amor fraterno. La frase: Y todo lo vuestro quedará purificado, es precursora de la osada frase: Ama y haz lo que quieras. El amor cumple toda la ley.

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* Mat 23:25 s contrapone el interior y el exterior de las vasijas. Lc, en cambio, el exterior de las vasijas y el interior del hombre; Mt ofrece seguramente la forma originaria del texto.

** El versículo 40 es obscuro. Otros lo exponen así: Uno que ha preparado lo exterior, no ha preparado también su interior. Dio quiere que se prepare el interior, la conciencia; esto no se obtiene limpiando por fuera las vasijas, las manos…

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42 Pero ¡ay de vosotros, fariseos, que os preocupáis por el diezmo de la menta, de la ruda y de toda clase de hortalizas, y faltáis a la justicia y al amor de Dios! Esto es lo que había que practicar, y aquello no omitirlo. 43 ¡Ay de vosotros, fariseos, pues deseáis ocupar el primer asiento en las sinagogas y acaparar los saludos en las plazas! 44 ¡Ay de vosotros, que sois como sepulcros sin indicación alguna, sobre los cuales pasan los hombres sin saberlo!

En forma plástica, con un lenguaje tomado de la vida práctica, se expresan tres reproches formulados como conminaciones exhortatorias: los fariseos cumplen la ley con la mayor escrupulosidad en cosas pequeñas, pero la infringen cuando se trata de imperativos de importancia. Al exterior se muestran irreprochables, pero interiormente están muy lejos de cumplir verdaderamente la ley. Los reproches tienen un tenor muy general, y hasta es posible que hubiera fariseos que se guardaran de tales actitudes. Cuando se exige a una persona algo grande y difícil, como lo exigía sin duda la observancia de la ley mosaica, y cuando el hombre quiere influir en los otros, entonces se corre peligro de dar una sensación exterior de irreprochabilidad, aunque sin cumplir lo último de las prescripciones.

Jesús quiere que la ley se cumpla enteramente, también en lo pequeño. Es necesario practicarlo. Según Jesús, el cumplimiento de la ley exige tres cosas: lo que es más importante en la ley debe cumplirse también en la vida como lo más importante; éste es el precepto de la caridad, del amor (10,27): el derecho del hombre y el amor a Dios. Estos son los dos mandamientos y los dos imperativos a que apuntan todos los demás. Lo que mueve al cumplimiento de la ley no ha de ser la vanagloria, sino la voluntad del Padre que está en el cielo. «Tened cuidado de no hacer vuestras obras delante de la gente para que os vean; de lo contrario no tendréis recompensa ante vuestro Padre que está en los cielos» (Mat 6:1). No basta con cumplir exteriormente la ley de manera irreprochable, sino que se exige la transformación interior del corazón conforme a la voluntad de Dios. La voluntad de Dios reclama la reforma del corazón. La ley debe escribirse en el corazón, de modo que el hombre quede penetrado y transformado por la voluntad de Dios hasta lo más íntimo de su ser. Jesús aporta el nuevo cumplimiento de la ley, del que habían hablado los profetas (Jer 31:33 s; Eze 36:26 ss).

Los fariseos buscan su seguridad en observar exteriormente con toda exactitud su propia interpretación de la ley; en atender a lograr la aprobación de las personas devotas y a evitar exteriormente con la mayor escrupulosidad todo escándalo. A ellos se les aplica la amonestación que dirigió Jesús a los discípulos: «¡Ay cuando los hombres hablen bien de vosotros! Porque de la misma manera trataban los padres de ellos a los falsos profetas» (Eze 6:26).

La salvación para los fariseos es la palabra de Dios pronunciada por Jesús, el profeta de los últimos tiempos. Si reconocieran a Jesús estarían salvos. Ahora bien, ésta es su fatalidad, que se justifican ante sí mismos y ante los hombres, pero no aceptan lo que les dice Jesús. La ley no sirve de nada si no alborea en una persona el reino de Dios mediante la palabra de Jesús. Como los fariseos no reconocen a Jesús como el verdadero legislador y maestro de sabiduría, por eso no cumplen tampoco la ley. Pasan por alto precisamente lo que consideran como el contenido vital de la ley. La verdadera relación para con Dios y el entero cumplimiento de la voluntad de Dios no puede verificarse sino por Jesús.

45 Un doctor de la ley le dice entonces: Maestro, diciendo tales cosas, nos ofendes también a nosotros. 46 Pero que echáis sobre los hombres cargas casi imposibles de llevar, pero vosotros no las tocáis ni siquiera con uno de vuestros dedos! 47 ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, a quienes mataron vuestros padres! 48 Con ello, vosotros sois testigos y solidarios de las acciones de vuestros padres, porque ellos los mataron, pero vosotros les edificáis sepulcros. 49 Por eso dijo también la sabiduría de Dios: Yo les voy a enviar profetas y apóstoles, de los cuales matarán a unos y perseguirán a otros, 50 para que se pida cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo: 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, asesinado entre el altar y el santuario. Sí, os digo que se pedirá cuenta a esta generación. 52 ¡Ay de vosotros, doctores de la ley, porque os llevasteis la llave del saber. Vosotros no entrasteis, y a los que estaban para entrar se lo impedisteis (Los versículos 53 y 54 no son textualmente seguros).

Los fariseos son los discípulos sumisos y crédulos de los doctores de la ley. Lo que estos enseñan lo ponen ellos en práctica en la vida. Los reproches contra los fariseos recaen también sobre los doctores de la ley. Estos se equiparan a los profetas y exigen que se los oiga como a estos, como a Moisés, como a la ley misma. «Están sentados en la cátedra de Moisés» (Mat 23:2). El doctor de la ley llama Maestro a Jesús, pero al mismo tiempo le reprocha que ofende a los doctores de la ley, que blasfema contra Dios cuando los critica. La intangible santidad de la ley le hace increíble que Jesús le ataque.

Al igual que contra los fariseos, también contra los doctores de la ley se formulan tres conminaciones. De la ley que Dios había dado para el bien y para la salvación de los hombres, hacen ellos una carga insoportable mediante su doctrina y exposición de la ley y mediante la cerca que ponen alrededor de la misma, pero ellos mismos saben muy bien esquivar las obligaciones mediante interpretaciones sutiles. A los profetas, que por razón de la palabra de Dios fueron asesinados por sus abuelos, les erigen monumentos, con los que quieren expresar que ellos no tienen nada que ver con aquellos hechos pasados, pero al mismo tiempo quieren matar al mayor de los maestros y de los profetas, a Jesús. Se arrogan el derecho exclusivo de explicar la Escritura y la voluntad de Dios, y de esta manera llevar al conocimiento de Dios y consiguientemente a la vida eterna, pero al mismo tiempo repudian a Jesús e impiden que otros lo reconozcan y así, mediante su mensaje y su obra, alcancen el conocimiento y la vida eterna.

Las conminaciones que afectan a los doctores de la ley tienen su razón más profunda en el repudio de Jesús. él puede decir de sí mismo: «Mi yugo es llevadero, y mi carga ligera» (Mat 11:29). él es el profeta de Dios, que compendia y sobrepasa la palabra de todos los profetas. él tiene la llave del conocimiento, porque él da el conocimiento. «Nadie conoce quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelárselo» (Mat 10:22). La culpa más grave que pesa sobre ellos es que ellos mismos no reconocen a Jesús y además impiden al pueblo reconocerlo. Es grande la responsabilidad de los que ostentan la autoridad de Dios.

El segundo de los tres reproches ofrece una breve historia de las suertes de los que anunciaron la palabra de Dios. Los profetas la anunciaron y fueron asesinados. En la época de Jesús erigen los doctores de la ley monumentos a los profetas asesinados. Los sepulcros de Amós y Habacuc eran meta de peregrinación en los días de Jesús. Aparentemente son indicio de hasta qué punto por aquellos días se apreciaba la palabra de Dios y a los que la habían anunciado. ¿Pero qué sucedía en realidad? Jesús es más que profeta, y precisamente los que erigen monumentos a los profetas maquinan contra la vida de Jesús. Vosotros sois testigos de las acciones de vuestros padres, pero vosotros edificáis… Los doctores de la ley son testigos de cómo ahora se presenta un profeta de Dios, pero lo repudian y así se muestran solidarios de los asesinos de los profetas. Y sin embargo erigen monumentos… Quien no reconoce a Jesús como Mesías no puede comprender la revelación de Dios y la historia de la salvación.

¿Cómo es posible que sean repudiados los pregoneros de la palabra de Dios, que sea repudiado Jesús, el más grande de todos los profetas? La Escritura no investiga las razones psicológicas de los hombres, sino que se contenta con indicar la más profunda razón teológica: la sabia permisión de Dios. Lo predijo la sabiduría de Dios: la Sagrada Escritura. Como aconteció a los profetas del pasado, así está aconteciendo también a Jesús, y así acontecerá a los apóstoles enviados por Jesús. El hombre se rebela contra las exigencias de Dios. La historia de las revelaciones de Dios desde el principio hasta el fin da testimonio de que los hombres de Dios son entregados a la muerte. Al comienzo de la Biblia está la figura de Abel (Gén 1), que fue asesinado por su hermano, al final de la Biblia, que según el canon véterotestamentario se cierra con el libro de las Crónicas, está el asesinato de Zacarías (2Cr 24:20 s). Los manejos de los homicidas de los hombres de Dios van creciendo en impiedad y en brutalidad. Abel fue abatido en pleno campo, Zacarías entre el altar de los holocaustos y el templo, en un lugar de asilo. El punto culminante de esta historia de la resistencia contra la palabra de Dios será la muerte violenta de Jesús, que le aguarda al término de su viaje a Jerusalén.

La historia de Israel termina con la destrucción de Jerusalén. Esta catástrofe es explicada como castigo por el violento repudio de la palabra de Dios. Se pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas. La historia del mundo es la historia de la palabra de Dios entre los hombres. Todos los desmanes de los doctores de la ley tienen su raíz aquí: en que no pusieron como centro de todo la palabra de Dios, sino su propia sabiduría.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Luc 3:21; Mat 14:23; Mar 6:46.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Juan: Se trata, sin lugar a dudas, de Juan el Bautista, en torno al cual, según consta por los mismos evangelios, se había formado un grupo de discípulos (ver Mat 11:2 y par.; Mar 9:18 y par.; Jua 1:35-37).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Cómo orar (ver Mat. 6:9-13; 7:7-11). La oración cristiana tiene como punto de partida el ejemplo y mandamiento del mismo Jesús. La oración del Señor, o Padrenuestro, aparece aquí en una forma diferente y más breve que la más familiar que se encuentra en Mat. Se cree generalmente que la iglesia primitiva adaptó las palabras de Jesús de diferentes maneras para adecuarlas a las necesidades. La forma de Luc. contiene una invocación y dos juegos de pedidos.

Padre traduce el arameo abba usado por Jesús (cf. 10:21; Mar. 14:36). Aquí, por lo tanto, Jesús invita a sus seguidores a usar el mismo término íntimo que él usaba para dirigirse a Dios.

Santificado sea tu nombre es la primera de las dos peticiones relativas a Dios mismo. Que su nombre, o sea su persona, sea honrado por todo el mundo. Esas formas de alabanza son la base para la segunda petición: venga tu reino. Que el gobierno de Dios, en paz y justicia, rápidamente llegue a ser una realidad. Esta es una oración para que Dios actúe acelerando la venida del día del Señor. Sólo después de estas peticiones se mencionan las necesidades del que está pidiendo.

En primer lugar, encontramos la oración por el pan nuestro de cada día. Esta petición puede ser no sólo por la comida como tal sino por el pan de vida, el don de Dios sin el cual no podemos vivir. La expresión de cada día (gr. epiousios) es una palabra de significado incierto; se puede entender también como “para mañana” o “necesario”. El primero presenta la forma en la cual la oración pide un adelanto del sabor del reino.

En segundo lugar, hay una oración por el perdón diario, que es concedido sólo a quienes perdonan a otros.

Finalmente, el que está pidiendo reclama ser preservado de la tribulación y la prueba que podría debilitar su fe y llevarlo a la exclusión del reino de Dios.

Las parábolas que siguen alientan a la oración.

5-10 Aunque el amigo que tiene pan (cf. v. 3) en su casa de una sola habitación (donde todos duermen muy juntos) no estaba dispuesto a salir de la cama, sin embargo, a causa de la persistencia del que llama, se lo dará. La parábola actúa por contraste: si aun un amigo humano responderá a la insistencia, cuánto más responderá Dios sin persistencia, aun cuando parezca que se tarda (cf. 18:1-8).

11-13 Del mismo modo, como los padres terrenales no engañan a sus hijos con sus regalos, Dios les dará el buen regalo del Espíritu a los que se lo piden. Jesús está hablando en términos amplios de las bendiciones espirituales que el Padre da a sus hijos; no está diciendo que deben pedir, p. ej. dones carismáticos específicos con la seguridad de recibirlos. Con esta certeza, la oración confiada puede ser una realidad. Pescado y serpiente, así como huevo y escorpión se asemejan en su apariencia.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

11.1-4 Note el orden en esta oración. Primero, Jesús alaba a Dios; luego, presenta sus peticiones. Alabar primero a Dios nos ubica en el marco adecuado para pedir por nuestras necesidades. Por lo general, nuestras necesidades se parecen a una lista de compras antes que a un diálogo con Dios.11.2-13 Estos versículos enfocan tres aspectos de la oración: su contenido (11.2-4), nuestra persistencia (11.5-10) y la fidelidad de Dios (11.11-13).11.3 La provisión de Dios es diaria, no es una sola vez y para siempre. No podemos almacenarla y cortar la comunicación con Dios, ni nos arriesgaremos a sentirnos autosatisfechos.Si usted corre con pocas energías, pregúntese: ¿Cuán lejos estoy de la Fuente?11.4 Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, estableció el perdón como piedra angular en su relación con Dios. Dios ha perdonado nuestros pecados, por lo tanto, debemos ahora perdonar a quienes nos ofendieron. Seguir sin perdonar muestra que no se ha entendido que nosotros mismos, junto con todos los demás seres humanos, necesitamos ser perdonados. Piense en algunas personas que le han faltado en cierta manera. ¿Las ha perdonado de verdad? ¿Cómo actuaría Dios si lo tratara en la forma que usted lo hace con los demás?11.8 La persistencia en la oración supera nuestra insensibilidad, no la de Dios. Practicar la persistencia es más que cambiar nuestro corazón que el de El, nos permite comprender y expresar la intensidad de nuestra necesidad. La oración persistente nos ayuda a reconocer la obra de Dios.11.13 Buenos padres cometen errores y aun así tratan bien a sus hijos. ¡Cuánto mejor nuestro perfecto Padre celestial trata a sus hijos! El don más perfecto que ha dado es el Espíritu Santo (Act 2:1-4), que prometió dar a todos los creyentes después de su muerte, resurrección y ascensión (Joh 15:26).11.14-23 Un acontecimiento similar, pero aislado, se da a conocer en Mat 12:22-45 y en Mar 3:20-30. El hecho descrito por Lucas sucedió en Judea mientras que el otro ocurrió en Galilea. Según Lucas, Jesús habló a las multitudes; en Mateo y Marcos acusó a los fariseos.11.15-20 Hay dos interpretaciones comunes a estos versículos: (1) Algunos de los seguidores de los fariseos echaron fuera demonios. Si así fue, las acusaciones de los fariseos eran más desesperadas que antes. Acusar a Jesús de que Beelzebú, el príncipe de los demonios (o Satanás mismo), le dio poder porque echaba fuera demonios, era decir a su pueblo que ellos también realizaban una obra de Satanás. Jesús replicó la acusación de los líderes con duras palabras. (2) Otra posibilidad es que los seguidores de los fariseos no echaban fuera demonios; e incluso si lo intentaron, no tuvieron éxito. Jesús primero rechaza la afirmación de ellos como absurda (¿cómo podría el demonio echar fuera a sus demonios?). Luego incluye una pequeña ironía («¿vuestros hijos por quién los echan?»). Al final, declara que su labor de echar fuera demonios confirma que el Reino de Dios había llegado.Ahora Jesús y el reino de los cielos dominaban y superaban en poder a Satanás, quien controló el reino de este mundo por miles de años. El reino de Jesús empieza a tener poder, crece al resistir las tentaciones en el desierto, se establece mediante sus enseñanzas y sanidades, florece en victoria en su resurrección y en el Pentecostés, y vendrá a ser permanente y universal en su Segunda Venida. Aunque estas dos interpretaciones difieren, llegan a la misma conclusión: el Reino de Dios llegó con el advenimiento de Jesucristo.11.21, 22 Quizás Jesús hizo referencia a Isa 49:24-26. A pesar del poder de Satanás, Jesús es mucho más poderoso y lo atará y lo eliminará para siempre (véase Rev 20:2, Rev 20:10). MARTAMuchos hermanos mayores tienen la tendencia irritante de querer mandar, hábito que se desarrolla a través del crecimiento. Podemos notarlo en Marta, la hermana mayor de María y Lázaro. Acostumbraba imponer su autoridad. El hecho de que se recuerden a Marta, María y Lázaro por su hospitalidad tiene mayor significado cuando notamos que este era un requisito social en la cultura judía de ese tiempo. Se consideraba vergonzoso cerrar la puerta a alguien. Al parecer, esta familia cumplía muy bien con esto.A Marta le preocupaban los detalles. Le encantaba agradar, servir, hacer las cosas bien, pero muchas veces hacía que la gente que la rodeaba se sintiera incómoda. Tal vez, al ser la mayor, temía la afrenta si su hogar no satisfacía las expectativas. Procuraba hacer todo lo que le era posible para evitarlo. Como resultado, le era difícil descansar y disfrutar de la presencia de sus invitados. Incluso le fue difícil aceptar la falta de cooperación de su hermana María en todos los preparativos. Sus sentimientos eran tan intensos que, al final, pidió a Jesús que interviniera en el asunto. El, con amabilidad, corrigió su actitud y le mostró que si bien es cierto que sus prioridades eran buenas, no eran las mejores. Era más importante prestar atención a los visitantes que lo que tratara de hacer por ellos.Más tarde, después de la muerte de su hermano Lázaro, Marta apenas pudo contenerse. Cuando oyó que Jesús al fin venía, corrió a su encuentro y le expresó su conflicto interno de insatisfacción y esperanza. Jesús señaló que su esperanza era muy limitada. El no solo era Señor más allá de la muerte, sino sobre la muerte. ¡El era la resurrección y la vida! Momentos más tarde, Marta una vez más habló sin pensar, señalando que un cuerpo después de cuatro días de fallecido estaba en camino a la descomposición. Algunas veces su preocupación por los detalles no le permitía ver el cuadro completo. Pero Jesús actuó con suma paciencia con ella.En nuestro último cuadro de Marta la hallamos una vez más sirviendo una cena a Jesús y a sus discípulos. Nunca dejaba de servir. Pero esta vez la Biblia narra su silencio. Empezaba a aprender lo que su hermana menor ya sabía: la adoración empieza callando y escuchando.Puntos fuertes y logros :– Un ama de casa hospitalaria– Creía en Jesús con fe creciente– Tenía el deseo ferviente de hacer bien las cosasDebilidades y errores :– Esperar que todos estén de acuerdo con sus prioridades– Le preocupaban mucho los detalles– Tendía a autocondolerse cuando sus esfuerzos no se reconocían– Limitó los poderes de Jesús a esta vidaLecciones de su vida :– Permitir que los detalles nos atrapen puede motivarnos a olvidar las razones principales por las que actuamos– Hay un tiempo apropiado para escuchar a Jesús y otro para trabajar por ElDatos generales :– Dónde: Betania– Familiares: Hermana: María. Hermano: LázaroVersículo clave :»Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile pues que me ayude» (Luk 10:40).La historia de Marta se narra en Luk 10:38-42 y Joh 11:17-45.11.23 ¿Cómo se relaciona este pasaje con 9.50: «El que no es contra nosotros, por nosotros es»? En otro pasaje anterior, Jesús habló acerca de una persona que echaba fuera demonios en su nombre. Los que luchan contra el mal, El decía, están del mismo lado que uno que echa fuera demonios en el nombre de Jesús. Aquí por contraste se refería al conflicto entre Dios y el diablo. Si en esta batalla una persona no está del lado de Dios, está a favor de Satanás. No hay terreno neutral. Ya que Dios ganó la batalla, ¿por qué escoger el bando perdedor? Si usted no está activamente a favor de Cristo, está en su contra.11.24-26 Jesús ilustró una funesta tendencia humana: nuestro deseo de reformas, a menudo, no permanece. En la historia de Israel, en cuanto un buen rey derribaba ídolos, uno malo los volvía a levantar. No es suficiente con despojarse de lo malo, debemos llenarnos con poder del Espíritu Santo para lograr el propósito de Dios en nuestra vida (véanse Mat 12:43-45; Gal 5:22).11.27, 28 Jesús se dirigía a gente que valoraba grandemente la relación familiar. Sus genealogías eran garantías importantes de que eran parte del pueblo escogido de Dios. El valor de un hombre provenía de sus ancestros y el de una mujer de los hijos que engendraba. La respuesta de Jesús a la mujer significa que la obediencia a Dios es más importante que su lugar en el árbol genealógico. El trabajo paciente de constante obediencia es incluso más importante que el abolengo de un hijo respetado.11.29, 30 ¿Cuál fue la señal de Jonás? Dios le pidió a Jonás que predicara el arrepentimiento a los gentiles (no judíos). Jesús confirmó su mensaje. La salvación no es solo para judíos, sino para todos. Mat 12:40 agrega otra explicación: Jesús moriría y resucitaría al tercer día, igual que Jonás fue rescatado después de permanecer tres días en el vientre del gran pez.11.29-32 Los crueles guerreros de Nínive, capital de Asiria, se arrepintieron cuando Jonás les predicó y este no tenía interés en ellos. La idólatra reina de Sabá alabó al Dios de Israel cuando oyó hablar de la sabiduría de Salomón y este cometió muchas faltas. En cambio Jesús, el perfecto Hijo de Dios, vino en busca de gente a la cual amó profundamente, pero lo rechazaron. Este pueblo escogido de Dios llegó a ser más culpable de juicio que una nación notoriamente malvada o una poderosa reina pagana. Compárese con Luk 10:12-15 donde Jesús dice que las perversas ciudades de Sodoma, Tiro y Sidón recibirán un juicio menos severo que las ciudades de Judea y Galilea que rechazaron su mensaje.11.31, 32 Los ninivitas y la reina de Sabá se volvieron a Dios con mucho menos evidencias de las que Jesús daba a sus oyentes y muchas menos de las que poseemos hoy. Tenemos la narración de testigos presenciales de la resurrección de Jesús, el poder continuo del Espíritu Santo derramado en el Pentecostés, fácil acceso a la Biblia y conocimiento de dos mil años sobre cómo Cristo ha venido actuando mediante su Iglesia en la historia. Con todo este conocimiento disponible, nuestra respuesta a Cristo debería ser más completa y sincera.11.33-36 La luz es Cristo, el ojo representa la comprensión y el discernimiento espiritual. Los malos deseos hacen que el ojo sea menos sensible y empañan la luz de la presencia de Cristo. Si no le es fácil ver la obra de Dios, revise su visión. ¿Hay algún deseo pecaminoso que le impide ver a Cristo?11.37-39 Este lavado no era por higiene, sino como símbolo de pureza moral. Los fariseos no solo convirtieron esta práctica en un espectáculo público, sino que también ordenaron a todos seguir con esta tradición que en un principio se proyectó solo para los sacerdotes.11.41 A los fariseos les encantaban pensar que eran puros, pero su mezquindad hacia Dios y los pobres demostró que no eran tan puros como pensaban. ¿Cómo usa usted los recursos que Dios le ha confiado? ¿Es generoso con las necesidades que hay a su alrededor? La generosidad revela mucho acerca de la pureza de su corazón.11.42 Es fácil racionalizar para no ayudar a otros con la excusa de que ya hemos dado a la iglesia, sin embargo uno que sigue a Jesús debe compartir con los necesitados. Aunque el diezmo es importante para la vida de la iglesia, nuestra compasión no debe detenerse allí. Siempre que podamos, debemos ayudar.11.42-52 Jesús criticó a los fariseos y los intérpretes de la Ley porque: (1) lavaban sus manos pero no sus corazones, (2) recordaban pagar el diezmo pero olvidaban la justicia, (3) amaban las alabanzas de la gente, (4) hacían imposible las demandas de la religión, (5) no aceptaban la verdad acerca de Jesús, y (6) evitaban que otros creyeran. Se equivocaron al enfocarse en las apariencias y pasar por alto la condición interna de sus corazones. Hacemos lo mismo cuando el motivo de nuestro servicio es el deseo de que lo vean, antes que un corazón puro y amor hacia los demás. Es posible engañar a otros, pero a Dios no. No sea cristiano solo en lo externo. Ponga su vida interna bajo el control de Dios y su vida externa lo reflejará de manera espontánea.11.44 La Ley del Antiguo Testamento dice que una persona que toca un cadáver se considera inmunda (Num 19:16). Jesús acusó a los fariseos de convertir a otros hombres en inmundos por su podredumbre espiritual. Como cadáveres ocultos en la tierra, corrompían a cada persona que entraba en contacto con ellos.11.46 Estas «cargas» eran los detalles que los fariseos agregaban a la Ley de Dios. Al mandamiento: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo» (Exo 20:8), por ejemplo, le agregaron instrucciones relacionadas con la distancia que podía recorrer una persona en el día de reposo, qué clases de nudos atar y qué peso llevar. Sanar a una persona se consideraba obra ilegítima en el día de reposo, en cambio se permitía rescatar al animal atrapado (Exo 14:5). No hay que sorprenderse de que Jesús condenara las añadiduras de la Ley.11.49 A través de la historia, a los profetas de Dios se les persiguió y asesinó. Pero esta generación rechazaba a alguien que era más que un profeta, rechazaba a Dios mismo. Esta referencia no es del Antiguo Testamento. Jesús profetizaba un mensaje de Dios.11.51 La muerte de Abel se narra en Gen 4:8. Si desea más información acerca de Abel, véase Gen 4:8 y su perfil en Génesis 6. La muerte del profeta Zacarías se describe en 2Ch 24:20-22 (el último libro del canon hebreo). ¿Por qué estos pecados se adjudican en contra de esta generación en particular? Porque rechazó a Cristo en la carne, a quien toda su historia y profecía apuntaban.11.52 ¿Cómo estos intérpretes de la Ley quitaron «la llave de la ciencia»? Mediante las interpretaciones erróneas de las Escrituras y las cosas que añadían lograron que la verdad de Dios fuera difícil de comprender y practicar. Más aún, eran malos ejemplos al defender argumentos que pusieron en lugar de otros. Atrapados en una religión de su manufactura, ya no podían guiar al pueblo hacia Dios. Le cerraron a la gente la puerta del amor de Dios y tiraron lejos la llave.11.53, 54 Los escribas y los fariseos esperaban arrestar a Jesús por blasfemia, herejía y por quebrantar la Ley. Estaban furiosos por lo que Jesús decía de ellos, pero no podían arrestarlo por esto. Tenían que hallar una forma legal para prenderlo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 711 Stg 4:3

b 712 Luc 5:33

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

estando Jesús orando. La constante comunión de Cristo con el Padre por medio de la oración es uno de los temas principales de Lucas (v. coment. en 3:21). Aquí Jesús se ofrece como ejemplo por su constante dependencia de la oración; y después, a petición de sus discípulos, da su modelo de oración.

así como Juan enseñó también a sus discípulos. Los distintos grupos judíos tenían sus propias y distintivas oraciones litúrgicas. Los discípulos de Jesús, impactados por su constante ejemplo, le pidieron que les proveyera una oración que ellos pudieran usar como modelo.

Fuente: La Biblia de las Américas

enséñanos a orar. Era costumbre entre los rabinos famosos componer especiales oraciones.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

128 (f) LOS DISCÍPULOS DE JESÚS Y LA ORACIÓN (11,1-13). Cf. Mt 6,9-13; 7,7-11; Lc 18,1-8. Lucas escribe un catecismo sobre la oración para cristianos gentiles cuyo conocimiento del Dios de Jesús y de la revelación del AT requiere profundización, y que, al mismo tiempo, necesitan aliento para perseverar en oración en medio de un ambiente hostil. Cf. J. Jeremías, The Prayers of Jesús (SBT 2/6, Naperville 1967) 88-89. 1. enséñanos a orar: El signo de una comunidad religiosa era tener una forma distintiva de oración. Este antiguo modo de identificación de una comunidad religiosa está en vigor incluso actualmente, p.ej., la consagración a María de los marianistas, o el «Te adoramos» de los franciscanos. El legado de Jesús del Padrenuestro a sus discípulos no sólo les enseña cómo orar, sino, esp., cómo vivir y actuar en cuanto seguidores suyos. 2. La forma lucana del Padrenuestro presenta cinco peticiones. Padre: Este rasgo distintivo de la oración de Jesús, es decir, su personal e individual relación con Dios como padre amante, protector, providente y clemente, encuentra también su expresión en 10,21; 22,42; 23,34.46. Mediante la misericordiosa revelación de Jesús a sus «pequeños», pueden éstos afrontar los males implícitos en tres de las cinco peticiones: la desunión que hay que transformar en comunión de comensaíidad; sus propios pecados y la maldad de los otros; el permanente peligro de la apostasía. santificado sea tu nombre: Que todos los males que profanan tu creación desaparezcan, esp. los que anidan en nuestros corazones, para que se manifieste el amor misericordioso que da testimonio en tu nombre, tu reino: Desde 4,14 hasta este momento, Lucas ha ido narrando en su evangelio la naturaleza del reino de Dios, que rompe los límites que separan a ricos y pobres, sanos y enfermos, hombres y mujeres, puros e impuros, santos y pecadores. Cf. comentario a 4,14-30. Que sea tu reino el que venga, y no sus vulgares imitaciones humanas. 3. pan: El significado del, por otra parte no muy atestiguado, adj. epiousios, que modifica a «pan», es altamente controvertido. Considerado desde la perspectiva del motivo lucano del alimento, el adj. se refiere, por una parte, al alimento necesario para mantener la vida, que es don gratuito de Dios, y, por otra, este «pan» no debe interpretarse de forma individualista, sino en cuanto compartido con los demás, pecadores incluidos, en las comidas de reconciliación, esp. las eucaristías. 4. pecados: La comunidad de Jesús, compuesta de pecadores, pide con total confianza el perdón a su Padre-Dios misericordioso. Los discípulos que se cierran a perdonarse entre ellos y a quienes pecan contra ellos no poseen la específica visión del Dios de Jesús, que es misericordioso con todos (6,35-36). tentación: Para Lucas, la tentación nunca tiene resultados positivos, como, p.ej., el fortalecimiento del carácter. La tentación es siempre mala. Los discípulos oran para que su infinitamente amoroso Dios los preserve de apostatar del camino cristiano. Cf. 22,39-46.

129 5-13. Encontramos en esta perícopa varías enseñanzas sobre la necesidad de perseverar en la oración. Se supone la misericordia y disposición de Dios para responder a las necesidades de sus hijos en el camino cristiano. Si un amigo ayuda a otro amigo, si un padre mantiene a su hijo, ¡cuánto no más cuidará Dios de los discípulos del Hijo de Dios, de Jesús! 13. Espíritu Santo: Mt 7,9 lee «cosas buenas». Para la teología de Lucas, las «cosas buenas» pueden acarrear problemas al discípulo, p.ej., 12,18-19; 16,25. Como respuesta a las oraciones de los discípulos, que quieren orar, vivir y actuar como lo hizo Jesús, Dios les otorga el don del Espíritu Santo tras la resurrección. «El don del Espíritu Santo resume todo cuanto se da a la comunidad de Jesús: alegría, fuerza, valentía para dar testimonio, y, por consiguiente, para vivir» (Schweizer, Good News 192). Cf. P. Edmonds, ExpTim 91 (1980) 140-43; E. LaVerdiere, When We Pray… (Notre Dame 1983).

130 (g) LAS CONTROVERSIAS DESCUBREN EL SENTIDO DEL CAMINO DE JESÚS (11,14-36). Lucas revela su maestría creando un pasaje unitario mediante la unión de fragmentos dispares, esp. los vv. 24-26 y 33-36, en torno a la controversia sobre la procedencia del poder soberano de Jesús. El resultado de su creatividad es un modelo que tiene la siguiente estructura: A (11,15) , B (11,16), A’ (11,17-28), B’ (11,29-36); los vv. 23-28, con su doble tema de la respuesta al poder curativo de Jesús y a su palabra, forman un puente entre A’ y B’. Lucas manifiesta además su creatividad en el modo en que alterna en esta sección sus enseñanzas sobre cristología y discipulado. Lc 11,14-23 es paralelo de Mt 12,22-30 y Mc 3,22-27; Lc 11,24-26 de Mt 12,43-45; Lc 11,29-32 de Mt 12,38-42; Lc 11,33-36 de Mt 5,15; 6,22-23 (Lc 11,33 es un duplicado de 8,16). 14. estaba expulsando un demonio: El exorcismo se cuenta en un solo versículo. No se debate el hecho del exorcismo de Jesús. Lo que se pone en cuestión, más bien, es la procedencia del poder de Jesús y de aquellos que le siguen. 15. algunos: Notemos la generalización de la oposición. En la controversia de 11,37-54, los adversarios son los fariseos y los maestros de la ley. Belzebú: Probablemente significa «Señor del cielo». Lucas establece con este versículo la sección A de su modelo; la respuesta de Jesús a esta objeción aparecerá en los vv. 17-28. 16. otros: De nuevo, es importante advertir la generalización de la oposición, que, en este caso, pide una señal extraordinariamente poderosa. Lucas introduce así la parte B de su modelo; la respuesta a su petición se retrasa a los vv. 29-36. 17. Lucas acentúa la presciencia de Jesús. Cf. otros relatos de controversia en 5,22; 6,8; 7,36-50. 20. dedo de Dios: Referencia a Éx 8,15 (LXX). Lo que Dios hizo en el pasado, la liberación del pueblo de Dios de la opresión de la esclavitud, es continuado por Jesús, en cuyo ministerio se manifiesta el poder soberano de Dios. Cf. comentario a 4,14-43. 21-22. Lucas profundiza en su reflexión cristológica, y utiliza los símbolos de la riqueza (patio de un palacio, riquezas, confianza en la seguridad material) para caracterizar al hombre fuerte. Jesús, que es el fuerte (cf. 3,16), vence las fuerzas del mal. Cf. S. Légasse, NovT 5 (1962) 5-9. 23. el que no está conmigo, está contra mí: Lucas ataca con su tema del discipulado. Viviendo en un ambiente hostil, las comunidades lucanas son alentadas por el poder de Jesús sobre el mal y se les exhorta a seguir unidas a él y a su camino. 24-28. Los enigmáticos vv. 24-26 deben comprenderse en el contexto en el que el artista Lucas los ha colocado: La conquista del mal por Dios mediante Jesús no elimina la necesidad que tienen los discípulos de responder a la proclamación que Jesús hace de la palabra de Dios. Mantenerse en la escucha de la palabra de Dios es la ayuda que los discípulos necesitan para evitar caer de nuevo en las garras de lo demoniaco (cf. Grundmann, Lukas 240). Lucas contrasta las respuestas de los discípulos con las de los adversarios de los vv. 15-16. Los vv. 23-28 constituyen una transición hacia la parte final del modelo lucano (vv. 29-36, B’).

131 29. Lucas regresa al motivo de la petición de un signo, introducido ya en el v. 16. el signo de Jonás: Mt 12,38-42 no debe influir en la lectura de este pasaje, pues a Lucas no le interesa el motivo de la estancia de tres días de Jonás en el vientre de la ballena. Los vv. 30.32 dejarán claro que lo que le interesa es el signo de la proclamación de la palabra de Dios por Jonás, que está en sintonía con su insistencia en mantenerse a la escucha de la palabra de Dios proclamada por Jesús. 31. la reina del sur: cf. 1 Re 10. De nuevo, Lucas reflexiona sobre el significado de Jesús: su sabiduría es superior a la del legendario rey sabio de Israel, Salomón. 32. la predicación de Jonás: El poder de la palabra de Dios, proclamada por Jonás, se manifestó en la masiva conversión de los ninivitas. Ante Jesús, portavoz de Dios, nos encontramos con un poder superior. Lucas presenta como modelo de imitación para sus lectores gentiles y para todos los discípulos la generosa respuesta dada a la palabra de Dios por un pueblo no elegido. 33-36. Lucas ha soldado creativamente estos dichos sapienciales con su contexto para presentar cómo habría que responder a la palabra de Dios proclamada por Jesús. 33. para que los que entren vean el resplandor: Los discípulos, que anuncian a Jesús como luz, deben procurar que la luz brille para todo hombre y mujer que buscan el modo de salir de la oscuridad. 34. honesto… malvado: Los términos gr. haplous y poneros deben entenderse en sentido moral, al igual que la oposición entre «luz y tiniebla». Una respuesta honesta y generosa a la palabra de Dios conduce a toda persona a la bondad moral. 36. La predicación de Jesús y de la Iglesia hallarán una acogida favorable en aquellos corazones que buscan con sinceridad los caminos de Dios. Cf. Jn 3,19-21.

132 (h) LA LIMOSNA HACE PURO ANTE DIOS (11,37-54). En su viaje por el camino de Jesús, las comunidades cristianas encontrarán controversias internas y externas. Sobre el significado de «fariseos», → 76-77 supra. Sobre el género literario del simposio, →99 supra. Observemos la estructura: progresiva revelación de los invitados (primero los doctores de la ley en 11,45; escribas y fariseos en 11,54) y el incidente (el asombro, no expresado directamente, del anfitrión porque Jesús no se había lavado las manos antes de comer en 11,38 presenta la ocasión para que Jesús intervenga). El marco narrativo (11,30-32) en el que Lucas ha colocado este simposio explica su única anomalía, es decir, la descortesía de Jesús hacia su anfitrión que ensombrece su sabiduría. «Hay un invitado excepcional que, al menos desde la perspectiva del narrador, supera a sus adversarios y que es más sabio que Salomón» (E. Steele, JBL 103 [1984] 389). Esta perícopa encuentra un extenso paralelo en Mt 23. 39-41. En estos versículos encontramos un sutil juego sobre los significados del binomio interior/exterior: interior y exterior de las vasijas, y también de los seres humanos creados por Dios. 41. del interior: Puede tener tres significados: «dad lo que tenéis (alimento y bebida) como limosna»; «en cuanto que afecta al interior, dad limosna»; «dad limosna con todo el corazón» (cf. Marshall, Gospel 495). limosna: Excepto Mt 6,2-4, únicamente Lc-Hch menciona la limosna en el NT. Cf. también 12,33; 18,22; Hch 9,36-43; 10,2.4.31; 24,17. «Para Lucas, la limosna constituye una parte esencial de la ética cristiana. De nuevo volvemos a encontramos con el desafío que Lucas lanza a los que tienen para que compartan con los que no tienen» (Pilgrim, Good News to the Poor [→72 supra] 136; cf. también L. T. Johnson, Sharing Possessions [OBT, Filadelfia 1981]). Lucas impone a sus cristianos gentiles la práctica judía de la limosna, que en su cultura era casi totalmente desconocida, todas las cosas son puras: Para los legalistas de las comunidades lucanas, esta afirmación era revolucionaria: lo que purifica no es la práctica ritual establecida, sino la ruptura de límites para ayudar al necesitado. En 6,1-11 y 8,26-56, hallamos ejemplos del modo como Lucas ha tratado previamente el asunto de la pureza. 42. Es el primero de los tres «ayes» que Lucas dirige contra los fariseos, sin omitir aquello: Hay que darse cuenta de que Lucas no rechaza las prácticas consideradas obligatorias por los legalistas de su comunidad. «Al parecer, Lucas no tenía nada que objetar al estilo de vida fariseo en cuanto tal, incluyendo la obligación debida a todo el sistema legal; lo que les reprocha es únicamente el olvido de los mandamientos fundamentales, cuyo carácter central ellos mismos habían reconocido (Lc 10,25s)» (Wilson, Luke and the Law [→58 supra] 19). 45. doctores de la ley: Se presentan a los otros invitados, que, dentro del grupo de los fariseos, eran expertos en materias legales. También ellos recibirán tres «ayes». 48. vosotros construís sus mausoleos: El significado de este versículo no es totalmente claro, porque normalmente se construye un mausoleo con la laudatoria intención de honrar a una persona. Puesto que el contexto indica que los doctores de la ley son acusados de no haber escuchado a los portavoces de Dios, ni en el pasado ni tampoco en el presente, el v. 48 puede ser irónico: solamente honráis a los profetas muertos, no a los que viven; al erigir un mausoleo sobre ellos, os aseguráis de que están totalmente muertos y de que ya no os molestarán más. Vuestra construcción os honra, pero no estáis, con ello, más abiertos a escuchar a los portavoces de Dios que lo estuvieron vuestros antepasados. 49. profetas y apóstoles: Lucas se refiere a los portavoces cristianos de sus comunidades. 51. Abel… Zacarías: Parece existir un contraste implícito entre el primer libro de la Biblia (Gn 4,8-10) y uno de los últimos (2 Cr 24,20-22): En vuestra respuesta a la palabra de Dios proclamada por Jesús, recapituláis cuanto ha acontecido a lo largo de la relación de Dios con su pueblo. 52. la llave de la ciencia: En medio del fragor de la polémica, suena una nota positiva: los doctores de la ley de las comunidades lucanas poseen la llave de la ciencia. Cf. también v. 42. Sin embargo, su comportamiento les impide ponerla al servicio de ellos mismos y de los demás. 53-54. Se acrecienta la hostilidad de los dirigentes religiosos contra Jesús. Cf. también 6,11; 19,47; 20,19-20; 22,2.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

Estos versículos contienen la oración llamada generalmente «Oración dominical.» Hay quizá pocos pasajes en la Escritura que sean mejor conocidos que este. Aun el romanista más ignorante puede decirnos que hay una oración que se llama el «Pater Noster;» y cualquier niño de Inglaterra, por pocos alcances que tenga, sabe qué es el Padre Nuestro.
Podemos percibir la importancia de dicha oración por el simple hecho de que nuestro Señor Jesucristo la pronunció dos veces y con alteraciones muy leves. El que nunca pronunció una sola palabra sin tener buenas razones para ello, consideró conveniente enseñar esta oración en dos ocasiones distintas. Dos veces escribió Dios los diez mandamientos en tablas de piedra (Deu 9:10; Deu 9:10 4) j y dos veces pronunció Jesús la Oración dominical.
Las circunstancias en que repitió el Señor por segunda vez el Padre Nuestro, fueron muy interesantes. Uno de los discípulos le dijo: «Enséñanos á orar.» La oración pronunciada en concesión de esa súplica es la que tenemos á la vista.
No sabemos cual fue el discípulo á quien se refiere el pasaje; pero lo que hizo estará impreso en la memoria de los creyentes, de generación en generación, hasta el fin del mundo. Felices los que experimenten emociones semejantes á las suyas, y exclamen á menudo: » Señor, enséñanos á orar..
La sustancia de la Oración dominical es una mina de tesoros espirituales. Explanarla completamente, en una obra como la presente, es imposible. De una oración sobre la cual se han escrito libros enteros no puede tratarse adecuadamente en unas pocas páginas. Por ahora bástenos notar sus divisiones cardinales, así como también las ideas principales que nos sugiera para la meditación privada.
La primera parte de la Oración dominical se refiere al Dios á quien adoramos, En ella se nos enseña á acercarnos á El como á nuestro Padre que está en el cielo: Padre, sin duda, en el sentido de «Creador,» pero también en el de «Padre» reconciliado, mediante la intercesión de Jesucristo; Padre cuya morada está en los cielos y á quien ningún templo sobre la tierra puede encerrar dentro de sus paredes. Hacemos, pues, mención de tres cosas importantes: el nombre, el reino y la voluntad de nuestro Padre.
Se nos enseña también á pedir que el nombre del Señor sea santificado: «Santificado sea tu nombre.» Al hacer uso de estas palabras no queremos decir que el nombre del Señor sea susceptible de diversos grados de santidad, ó que nuestras oraciones puedan hacerlo más santo de lo que es. Lo que hacemos es expresar sinceramente nuestros deseos de que la naturaleza, las perfecciones y atributos de Dios sean mejor conocidos, venerados y glorificados por todas sus criaturas racionales. En efecto, esta es la misma petición que nuestro Señor Jesucristo dirigió en otra ocasión: «Padre, glorifica tu nombre.» Joh 12:28.
En seguida se nos enseña á orar que venga el reino de Dios: » Venga tu reino.» Al pronunciar estas palabras expresamos nuestro deseo de que el poder que Satanás ha usurpado sea pronto aniquilado; de que toda la humanidad reconozca á Dios como á su rey legítimo; y de que todos los reinos de este mundo vengan á estar de hecho, como ya lo están en virtud de la promesa, bajo el poder de Dios y de su Cristo, formando un solo reino. La organización de este reino ha sido prometida desde la caída de Adán. Toda la creación la aguarda con gemidos. La última oración de la Biblia se refiere á ella. Casi puede decirse que el canon de la Escritura termina con las palabras: «Ven, Señor Jesús.» Rev 11:15; Gen 8:15; Rom 7:22; Rev 22:20.
Se nos enseña en tercer lugar á pedir que se haga la voluntad divina: «Sea hecha tu voluntad como en el cielo así también en la tierra.» Al decir estas palabras expresamos el deseo vehemente de que el número de los convertidos y de los que obedezcan á Dios se aumente rápidamente; de que sus enemigos, que aborrecen sus leyes, sean disminuidos y abatidos; y de que llegue pronto el tiempo en que todos los hombres rindan obediencia voluntaria á Dios, sobre la tierra, como los ángeles lo hacen en el cielo.
Tal es la primera parte de la oración del Señor. Su maravillosa riqueza y su profundidad no pueden exagerarse.
Bienaventurados, en verdad, son los cristianos que han llegado á conocer que el nombre del Señor merece más honor que el de cualquiera potentado de la tierra; que el reino de Dios es el único reino que permanecerá para siempre; y que su ley es la única norma á quo deben ajustarse todas las demás leyes. Una nación será tanto más feliz cuanto mejor comprendidas y más firmemente creídas sean estas verdades en ella. El día en que todos las reconozcan se «verá un cielo en la tierra.» La segunda parte de la oración dominical se refiere a nuestras necesidades diarias. En ella se nos enseña á hacer mención de dos cosas que necesitamos todos los días: la una espiritual la otra temporal; la una es pan, la otra es el perdón de los pecados.
Se nos enseña á pedir pan así: » El pan nuestro de cada día dánoslo hoy.»En la palabra «pan» se incluye, sin duda, todo lo que el cuerpo necesita ; y en todas las palabras citadas reconocemos que dependemos de Dios para obtener sustento, vida y todo lo necesario ; y le pedimos que nos acoja bajo su protección y nos suministre todo lo que hemos menester en este mundo. Es, en forma distinta, aquella oración de Salomón: » Mantenme del pan que he menester.» Pro 30:8.
Se nos enseña en seguida á pedir perdón: «Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos á todos los que nos deben.» Con estas palabras confesamos que somos criaturas caídas, culpables y depravadas; y que pecamos mucho cada día. No nos disculpamos, ni alegamos nada en nuestro favor: lo que hacemos simplemente es implorar la libre y plena misericordia de nuestro Padre en Cristo Jesús, y agregar la única protesta que contiene la Oración dominical.
Protestamos que perdonamos á todos los que nos deben.
Esa combinación de sencillez y de riqueza de la segunda parte de la Oración dominical, no podrá jamás ser ensalzada de una manera adecuada. ¡En cuan corto tiempo se pueden pronunciar las palabras, y, sin embargo, cuánto expresan! Pan diario y misericordia diaria son las cosas principales que necesitan los mortales. Aquel que las posea es rico. El que no se avergüence de orar por ellas todos los días, es sabio. El hijo de Dios está, sin duda, plenamente justificado ante Dios, y todas las cosas redundan en su provecho. Pero esa es la vitalidad de la verdadera fe, acudir cada día para que se provea á todas nuestras necesidades. Cierto es que se nos han hecho promesas, mas nuestro Padre quiere que sus hijos se las recordemos. Aunque lavados, necesitamos lavarnos los pies cada día. Joh 12:10.
La tercera parte de la Oración dominical se refiere á nuestros peligros diarios. En ella se nos enseña á que hagamos mención da las cosas que debemos temer todos los días y á las cuales estaremos siempre expuestos en este mundo: la una es la » tentación,» la otra es el «mal..
Contra la tentación debemos orar así: «No nos metas en tentación.»Con esto no queremos decir que Dios sea autor del mal que tiente al hombre á pecar. Lo que hacemos es suplicar á Aquel que dirige todas las cosas en el cielo y en la tierra y cuya voluntad nada puede acontecer, que de tal manera gobierne nuestras vidas, que no seamos tentados más fuertemente de lo que podamos resistir. Confesamos también cuan débiles somos y cuan prontos estamos á caer en el pecado; suplicamos á nuestro Padre que no nos someta á pruebas ó que nos señale el curso que debamos seguir para salir victoriosos; pedimos, en fin, que se nos guarde de la senda del mal y de acarrear deshonra á nuestra religión y perdición á nuestras almas.
Contra el mal, finalmente, oramos con esas palabras: «Líbranos de mal.» Con la palabra «mal» denotamos todo lo que pueda dañarnos (ya sea en el cuerpo, ya en el alma), y especialmente los ataques del autor del mal, el diablo. Confesamos que, desde la caída, «todo el mundo está puesto en el maligno,» 1Jo 5:19; que el mal está en nosotros, cerca de nosotros, al rededor de nosotros, en todas partes; y que no tenemos poder para librarnos de él. Acudimos al » Fuerte por fuerza;» nos ponemos bajo su protección; y, en una palabra, pedimos lo que nuestro Señor Jesucristo pidió por nosotros cuando dijo: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del malo.» Joh 18:15.
Tal es la última parte de la Oración dominical. En importancia no es nada inferior á las otras dos partes de que ya hemos tratado. Coloca al hombre exactamente en la posición que debe ocupar; y pone en sus labios palabras de humildad. El peor estado en que podemos encontrarnos es aquel en que no vemos ni sentimos nuestro peligro espiritual.
Ahora bien, que la Oración dominical nos sirva para descubrir en qué estado nos encontramos con respecto al Creador.
Las palabras que contiene se han desprendido de nuestros labios quizá millares de veces. Pero ¿hemos sentido lo que hemos dicho? ¿Deseamos verdaderamente que sus peticiones sean concedidas? ¿Es Dios realmente nuestro Padre? ¿Hemos «nacido otra vez» y hechos sus hijos por medio de la fe en Jesucristo? ¿Honramos su nombre y obedecemos su voluntad? ¿Deseamos sinceramente que venga el reino de Dios? ¿Sentimos diariamente la necesidad de obtener bendiciones temporales y el perdón del pecado? ¿Tomemos caer en tentación? ¿Tememos el mal sobre todas las cosas? Estas son preguntas serias y merecen seria consideración.
Procuremos que la Oración dominical nos sirva siempre de modelo al dirigirnos á Dios. Que ella nos sugiera lo que hemos do demandar y contra qué cosas pedir amparo; que nos enseñe el lugar y la importancia que hemos de asignar á cada tema en nuestras oraciones. Cuanto más analicemos la Oración dominical y cuánto más meditemos en ella, tanto más instructiva nos parecerá.

Fuente: Los Evangelios Explicados

Lit., El

Fuente: La Biblia de las Américas

Enseña a sus discípulos la manera de orar, exhortándolos a la frecuente oración. Cura a un endemoniado mudo, y rebate las calumnias de los fariseos. Una mujer bendice al Señor. Propone el ejemplo de Jonás, de al reina del Austro, y de los Ninivitas. Reprende a un fariseo que murmuraba porque el Señor comía sin lavarse las manos. Echa en cara a los escribas y fariseos sus hipocresías y crueldades.

1 a. Dándoles algún particular formulario para hacerlo.

2 b. En el texto Griego se lee aquí esta divina oración con las mismas palabras con que la trae San Mateo (6,9).

c. MS. Santiguado sea; etc., auenga el to regno.

5 d. Por esta semejanza nos enseña el Señor a perseverar en la oración, y a no desistir de ella, aunque no recibamos luego lo que pedimos. Porque, como dice Tertuliano, esta violencia que se hace a Dios, le es muy agradable.

7 e. Otros trasladan: Y mis muchachos, o mis niños están conmigo en la cama; y tiene el mismo sentido.

f. Esto es; me es gravoso y molesto.

8 g. El adagio: Improbitas musoe declara el sentido de la voz improbitas.

11 h. El Griego: tína dé humón tón patéra aitései ho huiós árton, mé líthon epidósei autó?, y ¿quién es aquel padre entre vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

13 i. El Griego: pnéuma hágion, Espíritu Santo: Esto es; os aumentará los dones el Espíritu Santo; porque los Apóstoles habían ya recibido las primicias de este divino Espíritu, sin el cual no pueden ser agradables a Dios nuestros ruegos.

15 j. Véase la nota a Mt 10,25.

17 k. MS. Derraygado será.

20 l. Por el poder y virtud de Dios.

m. MS. De tod en todo.

21 n. En seguridad. Atrio es el patio que en las casas grandes media entre la escalera y la puerta, y allí estaba el portero armado, a quien los romanos llamaban atriense, y a quien se confiaba la guarda de toda la casa.

22 o. Y es lo que hace el Hijo de Dios, que destruye al demonio, le lanza del mundo, y le quita cuanto posee; y en esto mismo debéis reconocer que yo vengo autorizado con todo el poder de Dios, que sólo puede desalojar y vencer al espíritu maligno.

24 p. MS. Demandando folgura.

28 q. Lo que dice aquí el Hijo de Dios, nada perjudica a la grandeza, a la dignidad, y a la gloria de la santa Virgen. Porque habiéndola destinado para ser su Madre, la llenó de su gracia, como el ángel se lo dijo, cuando le anunció el misterio de la Encarnación. Pero, como observa San Agustín, María fue más feliz recibiendo la fe de Jesucristo en su corazón, que concibiendo en su seno virginal la carne de Jesucristo.

31 r. Es probable que reinase en la Arabia Feliz, que está entre el mar Rojo y el golfo Pérsico. Esta caía a la parte meridional respecto de la tierra de Israel. Lo que dice aquí el Señor, pertenece más bien al hecho que a la persona.

34 s. MS. Será luzio.

35 t. Que el principio y la regla de tu conducta no sea una falsa sabiduría y una falsa luz.

36 u. El Griego: hos hótan ho lújnos té astrapé fotíze se, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.

39 v. MS. Lleno es de rabina.

40 w. Dios que es el Criador de todo, ¿no será más celoso de la pureza del corazón que de la limpieza exterior? No son las impurezas exteriores las que contaminan al hombre sino las que nacen de un corazón corrompido, y de una voluntad toda torcida.

41 x. El Griego: tá enónta, que es lo mismo que hupárjonta, lo que tenéis. Unos interpretan: Haced limosna de lo que os sobra. Y otros: Quod superest: lo que os queda que hacer, o el único medio que os queda para purificar vuestras almas, es trabajar en apagar en vosotros ese deseo insaciable de riquezas con la liberalidad de vuestras limosnas, oponiendo al mal hábito de tomar los bienes ajenos el bueno de dar los vuestros a los pobres.

y. Todas las cosas son limpias para los que usan como deben de los bienes que han recibido de Dios, y que no defraudan a los pobres.

42 z. MS. La mienta.

44 a. Porque con el tiempo se cubrían de tierra y de yerba; y los que pasaban por encima no conocían que fuesen sepulcros. Así sois vosotros, que estando llenos de vicios, los ocultáis con un exterior de santidad.

b. MS. Que estades en las fuessas, que no parecen.

47 c. Jesucristo no dice que el cuidado que tenían de fabricar y adornar los sepulcros de los profetas, fuese por sí mismo una prueba de la injusticia y crueldad de los que los habían hecho morir; sino que el delito de que iban a hacerse culpables por la muerte de aquel que había enviado e inspirado a los profetas, descubriría la hipocresía y malignidad de su corazón, y haría ver al mundo, que adornando los sepulcros de los santos, eran efectivamente cómplices de los que habían derramado su sangre; como los ladrones, que entierran a los que sus compañeros han asesinado. Véase la nota a Mt 23,30-31.

52 d. La interpretación de lo que enseñan las Escrituras acerca de mi Encarnación y humanidad. La envidia y orgullo de que estáis revestidos, os hacen indignos de penetrar este misterio; y al mismo tiempo os empleáis en disuadir a otros, apartándolos de abrazar el Evangelio.

e. A los que querían entrar y creer.

53 f. MS. Ferament a enfestarse.

g. El Griego: apostomatízein, cansarle, fatigarle, taparle la boca. Llenos de furor contra el Señor, y sin guardar moderación ni medida, empezaron todos a hablar a un tiempo, y a hacerle tumultuosamente mil preguntas, para ver si en alguna de ellas le podían sorprender; o como dice el texto Griego: theréusai, cazar alguna cosa, para tener pretexto de acusarle.

Fuente: Notas Bíblicas

[1] El kadesh. Una oración para que venga el reino restaurado a toda Israel, conforme es liberada la Jerusalén terrenal tal como es la Jerusalén celestial la de arriba.

[2] Ver nota en Mar 3:25. También toma nota de las palabras textuales “casa contra casa.” Referencia a las dos casas.

[2] La gente una de dos o reunificará a Israel, o la esparcirá de nuevo. Ambas casas deben de trabajar juntas en Su programa, y no en su propio reino.

[3] Ya sea que la gente reuna a Israel, o la desparrame de nuevo. Ambas casas deben trabaja juntas en Su pauta, no su propio reino.

[1] La gente roñosa no tienen la necesaria receptividad para las cosas del reino. La avaricia de bienes materiales es un buen indicador del estado de la mente, la cual no está completamente abierta a las cosas del reino.

[2] YHWH espera que Sus hijos sean generosos con los demás, especialmente en extender la misericordia y la compasión, la cual es el corazón de la Torah.

[3] Un hombre que ha sido llamado a la restauración de Israel no puede preocuparse por las reacciones, o por como la gente le trata.

[4] Los hombres en las Escrituras son casi siempre una referencia velada a Israel, los hombres de Sus Pastos. Estos líderes estaban impidiendo la restauración del reino, a causa de rechazar el ofrecimiento del reino así también como a su Rey.

[5] La clave es el Nombre de Salvación Yahshua, o YHWH salva. Sin el Nombre de YHWH la puerta no se abre (Hec 4:12).

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[14] Hacía mudo al poseso.[18] Mat 12, 26.[30] Jon 2, 1.[31] 1 Re 10, 1; 2 Cro 9, 1.[51] Gen 4 , 8; 2 Cro 24, 22.

Fuente: Notas Torres Amat