y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.”
11:4 Y perdónanos nuestros pecados, — Mat 6:12, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo dice “deudas” pero Lucas dice “pecados”. Mat 18:23-35 habla de deudas pero en la aplicación tiene que ver con nuestros pecados. Los pecados son deudas morales y espirituales que serán castigadas a menos que sean perdonadas. Lamentablemente muchos están interesados en tener el pan de cada día, pero no les interesa el perdón de sus pecados. El pan de cada día nos engorda para la matanza (Stg 5:5) si no obtenemos el perdón de pecados. Nuestros pecados nos han dejado en bancarrota espiritual, arruinados y sin esperanza de sacarnos de la ruina. Nuestra condición espiritual se ilustra en la parábola de Mat 18:23-35 por aquel que fue perdonado una deuda de 10,000 talentos. Para ilustrar esta cantidad: los impuestos anuales pagados por Judea, Galilea, Idumea, Samaria y Perea sumaban como 800 talentos. Un esclavo, joven y fuerte, valía un talento. Dice 2Cr 25:6 que Amasías «tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes». Todo el oro en el arca del pacto valía menos de 30 talentos (Éxo 38:24). El punto es que era una cantidad que jamás podía pagar. Así es la deuda que el hombre debe a Dios. Es una «cantidad» que simplemente no podía y no puede pagar. Su única esperanza es que Dios le perdone la deuda.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
perdónanos nuestros pecados. 1Re 8:34, 1Re 8:36; Sal 25:11, Sal 25:18; Sal 32:1-5; Sal 51:1-3; Sal 130:3, Sal 130:4; Isa 43:25, Isa 43:26; Dan 9:19; Ose 14:2; Mat 6:12; 1Jn 1:8-10.
porque también nosotros perdonamos. Mat 6:14, Mat 6:15; Mat 11:25, Mat 11:26; Mat 18:35; Efe 4:31, Efe 4:32; Col 3:13; Stg 2:13.
no nos metas en tentación. Luc 8:13; Luc 22:46; Mat 6:13; Mat 26:41; 1Co 10:13; 2Co 12:7, 2Co 12:8; Apo 2:10; Apo 3:10.
mas líbranos de mal. Gén 48:16; Sal 121:7; Jua 17:15; 2Ts 3:3; 2Ti 4:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
perdónanos nuestros pecados: Esta petición reconoce que el pecado es una deuda que tenemos con Dios y que tiene que ser reconocida sobre la base de su misericordia.
también nosotros perdonamos: Quienes piden deben reconocer que si se busca la misericordia de Dios, se debe mostrar misericordia al prójimo. Debemos adoptar la misma conducta que queremos que sigan los demás.
no nos metas en tentación: Suele entenderse mal esta observación, como si sugiriera que Dios nos conduce a pecar. Pero el punto es que si uno va a evitar el pecado, debe seguir a Dios hacia donde Él nos dirija. En resumen, se le pide a Dios que brinde la protección espiritual necesaria para evitar caer en el pecado.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
pecados. Vea la nota sobre Mat 6:12.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
11:4 Y perdónanos nuestros pecados, – Mat 6:12, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo dice “deudas” pero Lucas dice “pecados”. Mat 18:23-35 habla de deudas pero en la aplicación tiene que ver con nuestros pecados. Los pecados son deudas morales y espirituales que serán castigadas a menos que sean perdonadas. Lamentablemente muchos están interesados en tener el pan de cada día, pero no les interesa el perdón de sus pecados. El pan de cada día nos engorda para la matanza (Stg 5:5) si no obtenemos el perdón de pecados. Nuestros pecados nos han dejado en bancarrota espiritual, arruinados y sin esperanza de sacarnos de la ruina.
Nuestra condición espiritual se ilustra en la parábola de Mat 18:23-35 por aquel que fue perdonado una deuda de 10,000 talentos. Para ilustrar esta cantidad: los impuestos anuales pagados por Judea, Galilea, Idumea, Samaria y Perea sumaban como 800 talentos. Un esclavo, joven y fuerte, valía un talento. Dice 2Cr 25:6 que Amasías «tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes». Todo el oro en el arca del pacto valía menos de 30 talentos (Éxo 38:24). El punto es que era una cantidad que jamás podía pagar. Así es la deuda que el hombre debe a Dios. Es una «cantidad» que simplemente no podía y no puede pagar. Su única esperanza es que Dios le perdone la deuda.
Toda persona se ha vendido a la esclavitud del pecado. Bajo la ley de Moisés, se podía vender a un hombre adeudado para pagar sus deudas (Éxo 22:3; Lev 25:39; 2Re 4:1). Los pecadores son esclavos (Jua 8:34). Se han vendido a sí mismos al cruel maestro llamado «pecado». Judas se vendió a sí mismo por treinta piezas de plata por traicionar a Jesús (quería vender a Jesús, pero se vendió a sí mismo a Satanás). No hemos pecado solamente una que otra vez. Los pecados «se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza» (Sal 40:12). ¿Cuántas veces pecamos durante un año? ¿Cuántos años hemos vivido? ¿Qué tan grande es nuestra deuda? ¡10,000 talentos! Una cantidad que no podemos pagar. ¡Píenselo! Dios quiere cancelar esta deuda, y luego espera que cancelemos las deudas de los que nos han ofendido.
¿Qué significa la palabra, «perdonar»? » APHIEMI, primariamente, enviar afuera, despedir… denota remitir o perdonar (a) deudas, Mat 6:12; Mat 18:27; Mat 18:32, quedando éstas totalmente canceladas; (b) pecados, p. e., Mat 9:2; Mat 9:5-6; Mat 12:31-32; etc…. significa en primer lugar la remisión del castigo debido a una conducta pecaminosa…» (WEV). Por eso, cuando perdonamos a otro, despedimos, remitimos (enviamos afuera) el pecado, cancelamos la deuda, para siempre.
El hijo pródigo salió de su casa diciendo «dame» (cosas materiales), pero «cuando todo lo hubo malgastado» y fue reducido a la vergüenza, volvió al padre diciendo «perdóname».
— Y perdónanos porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. – Aquí Lucas también usa la palabra “deben”. ¡Qué peligroso es hacer esta petición si no hemos perdonado de corazón a otros sus ofensas contra nosotros! No dice «Perdónanos como pensamos perdonar a otros», sino «como también perdonamos» a otros. Se presupone que al decir, «perdónanos», ya hemos perdonado a otros. Dice La Biblia de las Américas, «como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores».
Con este espíritu perdonador cumplimos con uno de los requisitos nombrados por Dios para recibir su perdón. Si pedimos perdón con algo de rencor en el corazón o con espíritu vengativo, estamos pidiendo que Dios no nos perdone. Mejor que ni oremos.
Cuando alguno se arrepiente y pide perdón: Mat 18:15, «si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano». Las palabras «si te oyere» indica que él reconoce su pecado y se arrepiente. No es posible perdonar a la persona que se niega a reconocer su pecado y a arrepentirse. Luc 17:3, «Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale». Por lo tanto, debemos estar dispuestos a perdonar, pero no es posible perdonar a la persona que no quiere ser perdonada. Luc 23:34, Jesús dijo, «Padre, perdónalos», pero primero ellos tenían que arrepentirse. Mat 18:26, el primer siervo pidió perdón; también el segundo. Muchas suponen que confiesan pecados con decir, «si tiene algo contra mí» o «si le he ofendido», pero eso no es confesión de nada. Si yo sé que he pecado, debo reconocerlo. Si alguien me convence que he pecado, debo admitirlo. Pero no vale nada decir, «si eso o si aquello».
¿ Cuántas veces debo perdonar? Estúdiese bien Mat 18:23-35. Esta parábola no deja en duda lo serio de esta cuestión. ¿Cuántas veces debemos perdonar a otros? Es precisamente la pregunta hecha por Pedro (Mat 18:21) que ocasionó la parábola. «¿Hasta siete?» «Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete». ¿Por qué perdonar tantas veces? para que Dios perdone a nosotros muchas veces. ¿Queremos poner límite a la misericordia de Dios para con nosotros? Si no, entonces que no pongamos límite a nuestra misericordia hacia otros, «porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (Luc 6:37). Enfáticamente Jesús dice, «perdonad, y seréis perdonados» (Luc 6:37). Mat 6:14-15, Jesús repite este punto, expresándolo en su forma positiva («si perdonáis… os perdonará») y en su forma negativa («mas si no perdonáis… tampoco vuestro Padre os perdonará»).
¿Quiere decir que el perdonar a otros es la única condición para que Dios nos perdone? Desde luego que no, pero tal vez sea la condición más crítica por ser la mas descuidada. ¿Cuántos miembros de la iglesia han cerrado la puerta del cielo contra sí mismos por no perdonar a otros sus ofensas?
Dicen algunos: «le perdono pero jamás me olvidaré». Esto no es perdonar. La persona que guarda rencor y sigue resentida simplemente no perdona. Heb 8:13 «Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades». El hijo pródigo no fue restaurado «a medias». Luc 15:22, «Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies» como prueba de su restauración como hijo. No fue recibido como siervo. No se aceptó provisionalmente. No se sometió a seis meses de disciplina. ¡Se recibió porque se arrepintió y volvió! El no perdonar es como rehusar curar el cáncer o la gangrena, porque la amargura es veneno que perjudica el cuerpo, los nervios, la mente, y sobre todo el alma. Muchas personas urgentemente necesitan la sencilla terapia de limpiar su corazón de resentimientos, odio y malicia. El individuo que no quiere perdonar destruye el puente sobre el cual él mismo tiene que pasar.
Seamos como Dios en su misericordia y clemencia. Éxo 34:6-7; Sal 130:7; Isa 1:18; Luc 6:35-36; Efe 4:32; Col 3:12-13.
Es indispensable que tengamos la disposición que Dios tiene para perdonar. Esta disposición se describe en Gál 5:22-23 como el fruto del Espíritu. Los que no quieren perdonar no llevan el fruto del Espíritu, porque todavía son carnales (Gál 5:19-21). No tienen la mente de Cristo (Flp 2:5). No han desarrollado el carácter espiritual. Cristo no está formado en ellos (Gál 4:19). No han sido transformados en la semejanza de El (Rom 8:29; 2Co 3:18).
Hay personas que no obedecen al evangelio porque no quieren perdonar a los que les han ofendido. Hay personas en las penitenciarías porque no querían perdonar, sino más bien querían vengarse.
Abraham Lincoln, destacado y recordado presidente de los Estados Unidos tuvo un oponente llamado Edward Stanton. El Sr. Stanton dijo que Lincoln era un «payaso» y el «gorila original», pero a pesar de tales insultos Lincoln le escogió a Stanton para servir en su gabinete como Secretario de Guerra. Cuando Lincoln fue asesinado, Stanton dijo, «Aquí yace el líder más grande que este país ha conocido».
— Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. — Si queremos que Dios nos perdone, debemos querer también abstenernos del pecado, y hacer todo lo posible por no caer en tentación. Debemos cooperar con la oración. Estamos observando que en toda petición que hagamos a Dios, tenemos que poner nuestra parte. Mat 26:41, «Velad y orad, para que no entréis en tentación».
¿Qué significa la palabra «tentación»? Es importante recordar que la palabra PEIRASMOS significa no significa solamente tentación sino también prueba. Las pruebas son buenas y necesarias (Stg 1:2-3; Rom 5:3-5; 2Co 12:8-10). Así es que hay pruebas buenas, como también hay tentaciones malas de Satanás.
Dios no nos tienta, Stg 1:13. Tentar quiere decir inducir a pecar. Satanás es el tentador. Nos tienta, nos seduce a pecar a través de los malos pensamientos y malos deseos en nuestro corazón (Stg 1:14). Nadie tiene que pecar. No nacimos con «pecado original», ni «depravados». Adán, y solamente Adán, fue culpado por su pecado. El hombre peca y es culpable por sus pecados (no puede culpar a Dios). Dios no es «socio» de nadie en el pecado. (Adán dijo, «Esta mujer que tú me diste», y desde entonces muchos pecadores quieren culpar a Dios o a otros por sus pecados), pero dice Eze 18:4; Eze 18:20 que «el alma que pecare, esa morirá».
Sin embargo, Dios permite que el hombre se someta a pruebas. Muchos textos lo enseñan: Gén 22:1, » probó Dios a Abraham». Luc 22:28; Hch 20:19; 1Pe 1:6-7; Stg 1:2; Stg 1:12. En el ver. 12 La Biblia de las Américas no dice «tentación», sino «prueba»; así se ve que la misma palabra se traduce «tentación» y también «prueba». El contexto indica cuál debe ser.
Dios permitió que Satanás probara a Job… y a Pedro (Luc 22:31, «Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo»)… y a Pablo (2Co 12:7, «me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás»). Así es que aunque Dios no nos tienta (no nos seduce a pecar), El sí permite que nosotros seamos probados para nuestro propio bien, porque cuando hayamos resistido la prueba, recibiremos la corona de vida (Stg 1:12).
¿En qué sentido, pues, nos mete Dios en tentación? Dios nos dirige cada día. Somos guiados y cuidados por la providencia de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Nuestro «destino» no está en las estrellas (el «horóscopo»). No somos víctimas de buena suerte o mala suerte. Son necesarias las pruebas. Los textos citados arriba (y otros muchos) indican claramente que son muy necesarias las pruebas para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Son disciplina para nosotros (Heb 12:5-11). Es por esto que debemos regocijarnos cuando caemos en diversas pruebas (Stg 1:2; Rom 5:3, etcétera). «Pero si estáis sin disciplina (pruebas)… entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos» (Heb 12:8, LBLA).
Hay salida de cada tentación. 1Co 10:13. Por ejemplo, la salida de la tentación de fornicación es el matrimonio. 1Co 7:2, «pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido».
Velad y orad. Mat 26:41, «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil». Mat 6:13 debe estudiarse junto con Mat 26:41, para ver que al pedir la ayuda de Dios, tenemos que poner nuestra parte. El hombre puede entrar en tentación. Muchas veces nosotros mismos nos sometemos a varias tentaciones. Recuérdese Stg 1:14, que somos tentados cuando somos atraídos y seducidos por nuestros propios deseos malos (pasiones). 1Co 7:5, «No os neguéis (sexualmente) el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia».
La petición, «no nos metas en tentación» significa, pues, de que Dios no nos meta en circunstancias demasiado difíciles para nosotros, y que siempre nos provea la salida de la tentación (1Co 10:13), y la fuerza necesaria para soportar toda prueba. Entendemos que las pruebas son necesarias, pero al mismo tiempo no queremos ser probados más allá de nuestra capacidad. Significa que pedimos a Dios que en su dirección divina no nos deje tropezar o caer; que en su dirección no nos deje formar alianzas pecaminosas (2Co 6:14-16); que nos ayude a huir de la idolatría (1Co 6:14), de la fornicación (1Co 6:18) de los deseos juveniles (2Ti 2:22), y de toda la corrupción que hay en el mundo (2Pe 1:4). Esta petición es semejante a la petición por buena salud. «Señor, ayúdame y protégeme de accidentes y de enfermedades, para que pueda ser bueno y sano». Entonces después de orar así, hagamos todo lo posible por evitar accidentes y enfermedades. ¡Tenemos que cooperar con las oraciones!
— mas líbranos del mal. — Cristo tiene poder sobre Satanás y nos puede librar. Cristo echó fuera demonios para demostrar su poder sobre Satanás. Mat 12:28, «si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios». Luc 10:18, «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo». Heb 2:14-15 nos libra de aquél que tenía el imperio de la muerte. Col 1:13, «nos ha librado de la potestad de las tinieblas». El Señor libró a Pablo varias veces, 2Ti 3:11; 2Ti 4:18.
Pero otra vez, recordemos que debemos cooperar con la oración. No conviene deliberadamente meternos en tentaciones, y luego esperar que Dios nos libre. Muchas tentaciones nos rodean todos los días: en el trabajo, en actividades sociales, en la escuela, y aun entre familiares. Hay persecuciones. Somos engañados por las riquezas. Siempre hay peligro de estar afanosos. Por lo tanto, el cristiano tiene que estar alerta a cada momento. «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (Mat 26:41).
Debemos de todo corazón confiar en Dios. Si somos sinceros, y pedimos con fe, El nos librará de todo mal.
Fuente: Notas Reeves-Partain
— a quienes nos hacen mal: Lit. a todo el que nos debe. Ver nota a Mat 6:12. Por lo demás, nótese que en la primera parte de la petición, Lc emplea expresamente, a diferencia de Mt, el término pecado.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Mat 18:21-35; Mat 26:28; Mar 11:25-26; Efe 4:32; Col 3:13.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
g 717 Sal 79:9; Dan 9:19; Mat 9:6
h 718 Mat 6:14; Mar 11:25; Efe 4:32; Col 3:13
i 719 Mat 6:13; Luc 22:46; 1Co 10:13; Stg 1:13; Rev 3:10
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
perdónanos. Véase coment. en Mt 6:12.
no nos metas en tentación. Véase coment. en Mt 6:13.
Fuente: La Biblia de las Américas
4 super (1) Algunos mss. añaden: mas líbranos del maligno (o, del mal).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
prueba… M↓ añaden mas líbranos del mal → §047.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R744 Aquí παντί con el participio tiene la idea de cualquiera, sin importar quién.
R880 El verbo en presente ἀφίομεν probablemente se entienda mejor como un presente reiterativo: nosotros perdonamos (cuando se presenta la ocasión).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
M i añaden mas líbranos del mal. Sobre tentación y prueba g Mat 6:13 nota.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Biblia Peshitta 2006 Notas:
[15] 11.4 Ver nota a Mat 6:13.
Fuente: Peshitta en Español