No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
12:32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. — El v. 31 dice, “buscad el reino” y el v. 32 dice, “le ha placido daros el reino”. Los fariseos respiraban amenazas contra Cristo, pero El asegura a sus apóstoles que el reino sería una realidad. En realidad Satanás y sus enemigos estaban llevando a cabo el plan de Dios al crucificar a Cristo, porque su muerte fue el precio de nuestro rescate. El reino se estableció el día de Pentecostés (Hch 2:30).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
manada pequeña. Cnt 1:7, Cnt 1:8; Isa 40:11; Isa 41:14; Isa 53:6; Mat 7:15; Mat 18:12-14; Mat 20:16; Jua 10:26-30.
al Padre ha placido daros el reino. Luc 10:21; Jer 3:19; Mat 11:25-27; Mat 25:34; Jua 18:36; Rom 6:23; Rom 8:28-32; Efe 1:5-9; Flp 2:13; 2Ts 1:5, 2Ts 1:11; Heb 12:28; Stg 2:5; 1Pe 1:3-5; 2Pe 1:11; Apo 1:6; Apo 22:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
le ha placido. Vea la nota sobre Luc 2:14. Cristo hizo hincapié en que el cuidado tierno del Padre sobre su pequeño rebaño era un antídoto seguro contra la ansiedad (vv. Luc 12:22-30).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. – El v. 31 dice, “buscad el reino” y el v. 32 dice, “le ha placido daros el reino”. Los fariseos respiraban amenazas contra Cristo, pero El asegura a sus apóstoles que el reino sería una realidad. En realidad Satanás y sus enemigos estaban llevando a cabo el plan de Dios al crucificar a Cristo, porque su muerte fue el precio de nuestro rescate. El reino se estableció el día de Pentecostés (Hch 2:30).
Fuente: Notas Reeves-Partain
Luc 15:4-6; Isa 40:11; Eze 34:1-31; Mat 9:36; Mat 26:31; Jua 10:1-16; Jua 10:26-29; Jua 21:15-17.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
ñ 823 Isa 41:14
o 824 Jua 10:16
p 825 Dan 7:27; Luc 22:29; Heb 12:28; Stg 2:5; Rev 1:6
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
rebaño pequeño. Aunque los discípulos pudieran sentirse como ovejas en medio de lobos (10:3), no necesitan atemorizarse, pues son el objetivo especial del favor de Dios. Sobre ellos Dios ha decidido derramar las bendiciones del reino.
Fuente: La Biblia de las Américas
32 super (1) Véase la nota 43 super (2) del cap.4.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Notemos que palabras tan consoladoras para todo verdadero creyente contiene este pasaje. Nuestro Señor Jesucristo conocía bien los corazones de sus discípulos. El sabía cuna propensos eran a atemorizarse por todo por lo limitado de su número comparado con la muchedumbre de sus enemigos; por los obstáculos que les presentaban a su paso; por su falta de fuerza y de habilidad. Jesús calmó todos esos temores con estas sencillas pero importantes palabras «No temáis, oh manada pequeña, porque al Padre ha placido daros el reino.
Los creyentes han sido siempre «manada pequeña» El nombre de los que han profesado ser siervos de Dios ha sido algunas veces muy grande; y hoy día hay muchos que han recibido las aguas del bautismo; pero el nombre de los verdaderos cristianos es muy pequeño. Y no debemos sorprendernos de esto. Así tendrá que ser hasta que venga el reino del Señor. «Porque la puerta es estrecha, y angosto el camino que lleva a la vida; y pocos son los que lo hallan». Mt.
7.14 Los creyentes tienen ante sí la perspectiva de un reino glorioso. Acá en la tierra se les hace escarnio, se les befa, se les persigue, y a semejanza de su Maestro, se ven despreciados y desechados por los hombres. Pero «lo que en este mundo se padece no es digno de compararse con la Gloria venidera, que en vosotros ha de ser manifestada» «Cuando se manifestare Cristo, que es nuestra vida. entonces vosotros también seréis manifestados con él en Gloria» Rom.
8.18; Col. 3.4 El Padre Eterno ama con ternura a todos los creyentes, y quieren que ellos entren en su reino. Regocíjense de qu4e sean coherederos de su Hijo amado «en quien está bien complacido» Considéralos como hijos suyos redimidos por Jesucristo. No ve mancha ninguna en ellos. Aún ahora, cuando los contempla desde el cielo y ve todas sus flaquezas, está bien complacido; y después, cuando se presenten ante su trono, los recibirá con gran júbilo.
¿Somos miembros del pequeño rebaño de Cristo? Si así fuere, no tenemos por qué temer. Grandes e importantes promesas nos han sido hechas. 2 Pe. 1.4. El Padre y Jesús están con nosotros, y ellos son más poderosos que los que están contra nosotros. El mundo, el demonio y la carne son enemigos poderosos; pero si Cristo nos protege, no tenemos motivo para atemorizarnos.
Notemos además la admirable exhortación que Cristo nos hace a fin de que busquemos tesores en el cielo. «Vended lo que poseéis» dice él, «y dad limosna.
Haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falte.» Más esto no es todo: El establece un principio poderoso que apela a lo más íntimo de nuestro ser: «Donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón..
Estas palabras han sido usadas, sin duda, en estilo algo figurativo. Sin embargo, su significado es claro e inequívoco. Tenemos que vender todo, es decir, abandonarlo todo, privarnos de todo lo que sirva de obstáculo a la salvación de nuestras almas. Tenemos que dar, es decir, ser caritativos y bondadosos con todos, y estar más dispuestos a gastar lo que tengamos para aliviar a otros que para satisfacer nuestros placeres. Tenemos que hacernos tesoros en el cielo, es decir, debemos obrar de tal manera que nuestros nombres puedan ser inscritos en el libro de la vida; tenemos que buscar la vida eterna; tenemos que hacer obras que puedan sufrir el examen que tendrá lugar el día del juicio final. He aquí en que consiste la verdadera sabiduría, la verdadera prudencia. El que lo olvida todo por amor de Cristo, promueve verdaderamente su propio bienestar. Por algunos años tendrá que llevar la cruz, pero en la vida venidera obtendrá la salud eterna. La prenda que obtiene es l más rica que el entendimiento del hombre puede imaginar. Lleva consigo su caudal más allá de la tumba. En la vida presente es rico en gracia, y en la futura lo será en Gloria. Y lo que es más, jamás será despojado de nada de lo que ha obtenido por la fé en Jesucristo.
Es «la buena parte que no le será arrebatada».
¿Deseamos saber si somos verdaderos cristianos? Averigüemos si tenemos tesoros en los cielos o si todo lo que poseemos de bueno se encuentra acá en la tierra. ¿Queremos saber en que consiste nuestro tesoro? Preguntémonos que es lo que más amamos. Esta es la piedra de toque de nuestras creencias, de nuestro modo de ser religioso. Poco importa lo que digamos; por importa lo que protestemos creer; poco importa que sermones son lo que nos gustan ni a que iglesia concurrimos ¿qué amamos? ¿En qué concentramos nuestros afectos? He aquí la pregunta importante. «Donde está nuestro tesoro allí también estará nuestro corazón.
Observemos por último que relación tan instructiva contienen estos versículos de la manera como ha de conducirse el cristiano. Nuestro Señor nos dice que debemos ser «como hombres que esperan a su Señor» Debemos vivir como siervos que esperan el regreso de su amo, cumpliendo los deberes que nos toquen en suerte, y evitando todo lo que no quisiéramos que Cristo nos viera hacer si se apareciera entre nosotros.
La regla de conducta que nuestro Señor nos dio con estas palabras es de un carácter muy elevado tan elevado, en verdad, que muchos cristianos se arredran ante ella y se sienten desalentados. Y, sin embargo, nada de lo que prescribe debiera atemorizar al creyente. El deber de estar listo para la venida de Cristo no requiere nada que sea imposible o difícil de hacer. No implica que hemos de ser tan perfectos como los ángeles; ni tampoco que uno haya de abandonar a su familia y vivir en la soledad. Todo lo que se requiere es una vida de fe, arrepentimiento y pureza. El que tiene fe en Jesucristo estará siempre listo, y según la expresión bíblica, tendrá sus «lomos ceñidos» y su «luz estará encendida». Acaso, como Daniel, tenga a su cuidado todo un reino, o como algunos en los tiempos de S. Pablo, sea siervo en la casa de un Nerón. Nada de esto es del caso. Si tiene las miradas fijas en Jesús, es siervo que puede abrirle luego.
No es a la verdad exigir mucho del cristiano cuando se le exhorta a que sea siervo de esta clase. Y no fue sin objeto alguno que nuestro Señor dijo: «A la hora que no pensáis vendrá el Hijo del hombre.
¿Vivimos nosotros como si estuviéramos listos para la segunda venida del Hijo del hombre? Bueno sería que nos hiciéramos esta pregunta con más frecuencia. Así nos libraríamos tal vez de muchos deslices, de muchas reincidencias. El verdadero cristiano no solo debe creer en Cristo y amarlo, sino que debe anhelar su venida. De mucha enmienda necesita el que no puede decir de todo corazón: «¡Ven Señor!.
Fuente: Los Evangelios Explicados
manada pequeña… Lit. rebañito o manada; reino… → Mat 6:19-21.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R465 El vocativo τὸ μικρὸν ποίμνιον significa: ustedes manada pequeña (el hecho de que se agregue τὸ μικρόν indica que no hay conciencia de fuerza diminutiva en ποίμνιον, que simplemente significa: manada -H346). [Editor. Por otro lado, Lucas puede estar destacando la pequeñez de la manada.]
T72 El verbo aoristo significa: fue su feliz inspiración darles.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., se ha complacido
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. rebau241?ito o manada.
12.32 g Mat 6:19-21.