Biblia

Comentario de Lucas 12:49 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 12:49 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

He venido a echar fuego en la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviese encendido!

12:49 Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? — ¿Cómo echó fuego en la tierra? Con su vida, enseñanza y obras. Ya se pudo ver el efecto (el resultado) de su ministerio. Encendió un fuego que le llevaría a la cruz. En este dicho ya se ve la sombra de los sufrimientos de Jesús en Getsemaní y en el Calvario.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Fuego vine a echar en la tierra. Luc 12:51, Luc 12:52; Isa 11:4; Joe 2:30, Joe 2:31; Mal 3:2, Mal 3:3; Mal 4:1; Mat 3:10-12

¡cómo quisiera que ya estuviera encendido! Luc 11:53, Luc 11:54; Luc 13:31-33; Luc 19:39, Luc 19:40; Jua 9:4; Jua 11:8-10; Jua 12:17-19.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Fuego vine a echar: El fuego es asociado al juicio de Dios (Jer 5:14; Jer 23:29). La venida de Jesús trae el juicio sobre aquellos que rechazan aceptarlo y separa a los creyentes de los infieles. Pese a que Jesús estaba preparado para aplicar el juicio a la humanidad, primero debían ocurrir otras cosas (v. Luc 12:50).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Fuego. Esto es, juicio. Vea la nota sobre Mat 3:11. Sobre la relación entre fuego y juicio, vea Isa 66:15; Joe 2:30; Amó 1:7; Amó 1:10-14; Amó 2:2; Amó 2:5; Mal 3:2; Mal 3:5; 1Co 3:13; 2Ts 1:7-8.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

12:49 Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? — ¿Cómo echó fuego en la tierra? Con su vida, enseñanza y obras. Ya se pudo ver el efecto (el resultado) de su ministerio. Encendió un fuego que le llevaría a la cruz. En este dicho ya se ve la sombra de los sufrimientos de Jesús en Getsemaní y en el Calvario.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA VENIDA DE LA ESPADA

Lucas 12:49-53

-Yo he venido para pegarle fuego al mundo. ¡Qué más quisiera que ya estuviera ardiendo! -siguió diciendo Jesús-. Tengo que sumergirme en la marea del sufrimiento, ¡y cómo me angustio hasta pasarlo todo hasta el fin! ¿Es que creéis que he venido para que el mundo descanse en paz? ¡De eso nada! He venido para producir inquietud. Desde ahora en adelante, si en una familia son cinco, van a estar divididos tres contra dos y dos contra tres. Se van a enfrentar el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

A los que estaban empezando a ver en Jesús al Mesías, el Ungido de Dios, estas palabras tienen que haberles producido una terrible conmoción. Esperaban un Mesías que fuera un rey conquistador, y una era mesiánica que fuera la edad de oro.
(i) En el pensamiento judío el fuego suele ser un símbolo del juicio. Así es que Jesús veía la venida de su Reino como un tiempo de juicio. Los judíos estaban convencidos de que Dios juzgaría a los demás pueblos con una medida, y a ellos con otra; que, por el mero hecho de ser judíos, ya tenían garantizada la absolución. Pero, por mucho que nos esforcemos en ignorar el elemento de juicio del mensaje de Jesús, ahí sigue firmemente establecido.
(ii) La versión Reina-Valera y otras muchas traducen el versículo 50: » De un bautismo tengo que ser bautizado.» El verbo griego baptizein quiere decir sumergir, y en la voz pasiva ser sumergido. A menudo se usa metafóricamente. Por ejemplo: se usa de un barco que se hunde bajo las olas; se puede usar refiriéndose a un hombre que » se sumerge» en la bebida y está borracho; o acerca de un estudiante que «se sumerge» en el estudio, o que » naufraga» en un examen. Pero principalmente se usa acerca de una persona sumergida en alguna experiencia tenebrosa y terrible; como dice el salmista: » Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí» (Sal 42:7 ).

En este sentido habla aquí Jesús. «Tengo que pasar una experiencia terrible, y la vida está llena de tensión hasta que la pase y salga triunfante de ella.» La cruz siempre estaba presente en su pensamiento. ¡Qué diferente de la idea judía del Mesías! Jesús no vino al mando de ejércitos vengadores con banderas desplegadas, sino para dar su vida en rescate por muchos (Mt 20:28 , y Mr 10:45 ).

1 Jerusalén, ¡despierta ya, – oye de hosannas el clamor!
Tu redención cercana está: – ¡las puertas abre al Salvador!

2 Manso y humilde viene a ti, – sin mundanal ostentación,
Vástago regio de Isaí – que hereda el trono de Sión.

3 Grata recibe al Adalid – que pueblos viene a conquistar.
Nunca tal gloria el rey David – logró en sus tiempos alcanzar.

4 Inmenso, eterno es su poder; – grande sin límites su amor.
Solo y muriendo ha de vencer, – sin otras armas que el dolor.

JUAN BAUTISTA CABRERA

(iii) Su venida era inevitable que trajera división; y así sucedió. Esa fue una de las razones por las que los Romanos odiaron el cristianismo: dividía las familias. Una y otra vez una persona tenía que decidir si amaba más a su familia que a Cristo. La esencia del Evangelio está en que la lealtad a Cristo tiene prioridad sobre todas las demás de la Tierra. Todos tenemos que estar dispuestos a darlo todo por perdido por el excelente conocimiento de Jesucristo (Fil 3:8 ).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— fuego: Parece evidente el alcance simbólico de esta palabra que puede revestir distintos significados según el contexto (ver segunda nota a Mat 3:11). En el presente pasaje, unos la refieren a la acción del Espíritu Santo; otros, al juicio divino que separará a los buenos de los malos; y otros, a la pasión de Cristo como suprema manifestación del amor de Dios por sus criaturas.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Luc 3:16; Mat 3:11; Hch 2:3.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La crisis de Israel (cf. Mat. 10:34-36; 16:2, 3; 5:25, 26). Sin embargo, aquí y ahora es el tiempo crucial cuando uno debe decidir si, o no, confesará a Cristo como Señor. Su venida trae división al mundo. Tendrá el efecto de incendiar al mundo y él espera que el fuego se encienda y se convierta en gran llama. Esto llevará al sufrimiento del mismo Jesús y él ansiaba que aquello ocurriera pronto. No vino para traer paz y comodidad; su obra necesariamente provocaría oposición al progreso del evangelio, aun en el seno de familias.

En esta situación, es trágico que la gente no llegue a darse cuenta de la seriedad de las cosas. Pueden pronosticar el cambio del clima de acuerdo con la dirección del viento, pero no pueden leer las señales de los tiempos y actuar de acuerdo con ellos. No llegan a darse cuenta de que son como una persona que es llevada a la corte por un acusador. Una persona sabia tratará de llegar a un acuerdo mucho antes de llegar al tribunal y ser mandado a cumplir una condena en prisión. Ahora es el tiempo de responder a Jesús; pronto será tarde.

Notas. 49 El fuego representa el esparcimiento del evangelio o el poder de Dios, y Jesús anhela que se desparrame más rápidamente. 50 El ser echado en el agua es una metáfora sobre la angustia y el sufrimiento (cf. Sal. 69:1-3). Por lo tanto, aquí el bautismo (lit. ser sumergido en agua y cubierto por ella) es un cuadro de los sufrimientos de Jesús (cf. Mar. 10:38, 39). Sobre la idea de la angustia ver 2 Cor. 5:14; Fil. 1:23. 56 Aquí hipócritas tiene el sentido heb. de “impíos” más que el “representar un papel”. 59 No debemos forzar la parábola para enseñar la doctrina del purgatorio.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

s 855 Mat 10:34

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

fuego. El contexto parece indicar que este fuego se refiere a conflicto y división (vers. 51– 53).

quisiera que ya estuviera encendido. Jesús anhela el cumplimiento de su destino (vers. 50), que incluye su muerte (vers. 50; cp. He 12:3).

Fuente: La Biblia de las Américas

49 super (1) El impulso de la vida espiritual, que procede de la vida divina liberada por el Señor (véase la nota 50 super (2)), y que causa las divisiones mencionadas en los vs. 51-53.

49 super (2) O, ¡qué más quiero si ya se ha encendido!

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Fuego. i.e., juicio.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

El pasaje que precede es notablemente importante y significativo. Contiene verdades que todo cristiano haría bien en notar y procurar entender: y explica asunto relacionados con la iglesia y con el mundo que a primera vista son difíciles de comprender.
Notemos en primer lugar, en estos versículos, cuan determinado estaba Cristo llevar a cabo la obra que había venido a emprender. El dijo. «De bautismo me es necesario ser bautizado» es decir, de bautismo de sufrimientos, de heridas, de agonía, de sangre y de muerte. ¡Y sin embargo, nada de esto lo desalentaba! Y añadió: de los males que le esperaban no lo desanimó ni por un momento. De toda voluntad se había sometido a sufrirlo todo por obtener la redención de los suyos. El celo por su santa causa comunicaba fuego y entusiasmo a su alma. Promover la Gloria de su Padre, abrir la puerta de la vida a un mundo sin esperanza, proveer una fuente donde se hubiese de lavar todo pecado, eran constantemente las ideas que más le ocupaban la mente. El no se sintió tranquilo hasta no acabar esta grande obra.
Tengamos siempre presente que Cristo se sometió a todos sus sufrimientos, espontánea, deliberada y voluntariamente. No se sometió a ellos mansamente porque no pudo evitarlos. Si tuvo una vida humilde por espacio de treinta y tres años, fue solamente porque así le plugó. Si sufrió una muerte de martirio, fue por su voluntad. Tanto en vida como en muerte estuvo llevando a cabo el eterno decreto según el cual Dios había de ser glorificado, y los pecadores habían de obtener la salvación. Y lo cumplió de todo corazón, aunque los padecimientos del cuerpo fueron terribles. El cifraba su gozo en hacer la voluntad del Padre; pero se angustiaba hasta que fuera cumplida.
No tenemos por que dudar de que Cristo tenga ahora la misma voluntad en el cielo como cuando estaba en la tierra. Ahora piensa tanto en la salvación de los pecadores como cuando murió por ellos. Jesús es inmutable. Es el mismo ayer, hoy para siempre. Tiene una voluntad, un deseo infinito de recibir, perdonar y justificar las almas y de librarlas del infierno. Procuremos poseernos bien de la grandeza de esa voluntad; creamos en ella sin vacilar y acojámonos a Cristo sin temor. Es un hecho cierto (ojalá que los hombres lo creyesen) que Cristo tiene más voluntad de salvarnos que nosotros de ser salvos. Que el celo de nuestro Señor y Maestro sirva de ejemplo a todo su pueblo, que el recuerdo de la buena voluntad con que murió por nosotros, esté siempre en nuestra memoria y nos haga vivir para él y no para nosotros. Tal pensamiento, a la verdad, debiera despertar nuestro frió corazón y sacándonos de la indiferencia, debiera excitar en nosotros el deseo de aprovechar el tiempo y hacer algo para Gloria suya. Un Salvador lleno de celo debiera tener discípulos animados del mismo espíritu.
Aprendamos, además, en este pasaje, cuán vano es esperar que la predicación del Evangelio produzca paz y armonía universales. Los discípulos como la mayor parte de los judíos, estaban esperando probablemente que el reinado del Mesías empezase inmediatamente. Ellos creían que ya se había acercado la hora en que el lobo había de morar con el cordero, y en que los hombres ho harían mal ni dañaría. Isa. 10.9. Nuestro Señor sabía que pensamientos los preocupaban y puso fin a sus mal fundadas esperanzas por medio de estas notabilísimas palabras: «¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No, os digo, más disensión..
A primera vista estas palabras parecen muy extrañas. No es fácil hacerlas armonizar como el cántico de los ángeles, según el cual «paz en la tierra» sería uno de los resultados del Evangelio de Cristo. Lucas 2.14. Sin embargo, por extrañas. Que parezcan, dichas palabras han sido comprobadas con hechos. La paz os, sin duda, una consecuencia natural de la proclamación del Evangelio, en donde quiera que este es recibido. Pero en donde quiera que haya personas que, sin embargo de oír el Evangelio, se muestren endurecidas, impenitentes y resueltas a continuar en el pecado, el mismo mensaje de paz parece producir disensiones. Los que tienen un ánimo carnal aborrecen a los que tienen un ánimo espiritual. Los que tienen el propósito de servir al mundo abrigan siempre odio para con los que se dedican al servicio de Cristo. Por mucho que lamentemos este estado de cosas no podemos remediarlo. La gracia divina y la naturaleza corrompida del hombre no so más susceptibles de amalgamarse que el agua y el aceite. Mientras que los hombres disientan en los principios fundamentales de la religión, no podrá existir verdadera concordia entre ellos. En tanto que unos se conviertan y otros permanezcan impenitentes, no podrá haber verdadera paz.
Guardémonos de abrigar en religión esperanzas que no puedan fundarse en las enseñanzas de la Biblia. Si esperamos que el pueblo esté unánime, antes de que se convierta, nuestras esperanzas serán a menudo burladas. Millares de personas de buenas intenciones demandan a gritos que haya más unidad entre los cristianos. Para obtener este fin no ahorran esfuerzos ni sacrificios, y hasta están prontos a dejar a un lado las doctrinas más ortodoxas, si de ese modo puede conseguir paz. Los que de tal manera obran harían bien en recordar que no hay cosa por la cual no estemos expuestos a pagar un precio exorbitante, y que la paz es inútil si la compramos a costa de la verdad. Seguro es que han olvidado las palabras de Jesucristo: «No he venido a traer paz sino disensión..
No nos dejemos engañar con los argumentos de los que tachan el Evangelio de haber sido causa de muchas luchas y contiendas. Tales hombres dan bien a conocer que no saben lo que dicen. La falta no consiste en el Evangelio, sino en la depravación del corazón humano; no en el remedio que Dios ha provisto, sino en la naturaleza viciada de los hijos de Adán, que, a semejanza de un niño voluntarioso, rehúsan tomar el medicamento que se les ha ofrecido para que recuperen la salud. Es preciso repetirlo, tanto que unos se arrepientan y crean y otros no, tendrá que haber disensiones. Maravillarse de esto es insensatez. La existencia misma de estas disensiones es prueba de la presencia de Cristo y de la verdad del cristianismo.
Demos gracias a Dios porque llegará un día en que cesarán todas las discordias y la humanidad estará unánime. Ese será el día en que Jesús, Príncipe de la Paz, venga otra vez en persona y ponga a todos sus enemigos bajo sus plantas. Cuando Satanás se encadenado, y los malos sean separados de los justos y arrojados al lugar de perdición, entonces, y solo entonces, habrá perfecta paz. Esperemos, velemos y oremos por que llegue ese día. Las sombras de la noche están a desaparecer; ya columbramos los rayos del nuevo día; nuestras disensiones están al terminarse; la paz que recibamos continuará por toda la eternidad.

Fuente: Los Evangelios Explicados

M137 Se ha propuesto que se tome εἰ ἤδη ἀνήφθη como expresión de un deseo: ¡Oh que ya estuviera encendido! Pero tanto la construcción como el significado de este famoso enigma están lejos de ser establecidos (τί θέλω que significa: cómo deseo equivale a: ¡Yo me alegraría si ya estuviera encendido! -BD360[4]; τί significa: cómo, se usa como un adverbio -R739; comp. H472).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, Vine

Lit., ¿qué quiero si ya está

Fuente: La Biblia de las Américas