Comentario de Lucas 13:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Jesús enseñaba en una de las sinagogas en el sábado.
13:10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; — En seguida hace un milagro para confirmar que El era el Hijo de Dios (Dios el Hijo) y que, por tanto, su enseñanza era divina.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Luc 4:15, Luc 4:16, Luc 4:44.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
libre de tu enfermedad: Esta es una declaración de que ella está libre del poder de Satanás (v. Luc 13:16).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
una sinagoga. Vea la nota sobre Mar 1:21. el día de reposo. Las tradiciones de los fariseos sobre el día de reposo fueron el asunto que provocó la mayor cantidad de controversia en el ministerio de Jesús. Cp. Luc 6:5-11; Luc 14:1-5; Mat 12:2-10; Mar 2:23-28; Mar 3:1-4.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
13:10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; — En seguida hace un milagro para confirmar que El era el Hijo de Dios (Dios el Hijo) y que, por tanto, su enseñanza era divina.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA MISERICORDIA ES MÁS QUE LA LEY
Lucas 13:10-17
Un sábado estaba Jesús enseñando en una sinagoga, y estaba allí una mujer que llevaba dieciocho años bajo la influencia de un espíritu de enfermedad que la tenía tan encorvada que le era imposible ponerse derecha. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
-Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.
Y puso sus manos sobre ella, y ella se puso derecha en seguida y empezó a dar gloria a Dios.
Pero el presidente de la sinagoga se puso furioso porque Jesús había obrado una curación el día de reposo, y empezó a decirle a la gente:
-Hay seis días de la semana en los que hay que trabajar, y en cualquiera de ellos podéis venir a que se os cure, ¡pero no el sábado!
-¡Farsante! -le cortó Jesús-. ¿Es que todos vosotros no desatáis del pesebre a vuestras vacas o borricos para llevarlos a beber los sábados? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no se la podía soltar de su atadura hoy porque es sábado ?
Cuando Jesús decía estas cosas, todos sus adversarios se quedaban chafados; pero la gente corriente se lo pasaba muy bien con todas las cosas gloriosas que hacía Jesús.
Esta es la última vez que se nos dice que Jesús estuvo en una sinagoga. Está claro que a estas alturas las autoridades ya le tenían marcado para pillarle en alguna palabra o acción por la que pudieran condenarle. Jesús sanó a una mujer que no había podido ponerse derecha en dieciocho años; y entonces intervino el presidente de la sinagoga. No tuvo valor para decírselo, á Jesús en la cara, sino dirigió sus protestas al público, aunque iban contra Jesús. Jesús había obrado una curación en sábado; técnicamente, eso era hacer un trabajo, así es que había quebrantado el sábado. Pero Él contestó a sus oponentes con los argumentos de estos. Los rabinos denunciaban la crueldad con los animales, y aun en sábado era perfectamente legal soltar a los animales de los establos para llevarlos a beber. Y Jesús les preguntó: » Si se puede desatar a un animal para llevarlo a beber el sábado, Dios ve bien el que se desate a esta pobre mujer de su enfermedad en sábado.»
(i) El presidente de la sinagoga y sus semejantes eran personas que amaban más el sistema que a la gente. Les parecía más importante que se cumplieran sus leyecillas que que se curara a una mujer.
Uno de los grandes problemas de la civilización y del desarrollo es la relación del individuo con el sistema. En tiempo de guerra el individuo no cuenta. Deja de ser una persona para convertirse en un número de un conjunto por edad, trabajo que puede hacer, etc. Se mete en el mismo saco a un grupo de hombres, no como individuos, sino como munición viva; se los designa con una terrible palabra: » prescindibles» . Una persona se convierte en un mero artículo en una estadística.
En el Evangelio, el individuo está por encima del sistema. Se puede decir que sin el Evangelio no puede haber democracia, porque el Evangelio es lo único que garantiza y defiende el valor de la persona individual. Si se llegan a desterrar de la vida política y económica los principios cristianos, no quedará nada que pueda mantener a raya el estado totalitario en el que el individuo se pierde en el sistema y existe, no por sí, sino por y para el sistema.
Lo sorprendente es que el culto del sistema también suele invadir la iglesia. Hay muchos eclesiásticos -sería un error llamarlos cristianos- que están más interesados en métodos de gobierno eclesiástico que en el culto a Dios y el servicio a los hombres. Trágicamente es verdad que la mayor parte de los problemas y conflictos de las iglesias se producen por cuestiones legalistas de procedimiento.
En el mundo y en la iglesia corremos siempre peligro de amar el sistema más que a las personas.
(ii) La intervención de Jesús en este asunto deja suficientemente claro que no es la voluntad de Dios que ningún ser humano sufra ni un momento más de lo que sea absolutamente necesario. La ley judía establecía que era legal el ayudar a alguien el sábado si estaba en peligro de muerte. Si Jesús hubiera pospuesto la curación de aquella mujer hasta el día siguiente, nadie se lo habría criticado; pero para Él no se debe permitir que el sufrimiento continúe hasta mañana si se puede remediar hoy. Una y otra vez se pospone en la vida un buen proyecto hasta que se cumplan ciertos requisitos técnicos o legales. » El que da pronto da dos veces», decía un proverbio latino. No hay razón suficiente para dejar para mañana la ayuda que se puede prestar hoy.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Luc 6:6-11 y par.; Luc 14:1-6.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La mujer encorvada. En la sección anterior el ministerio de Jesús aparece como un período de crisis; ahora el acento recae de nuevo en la venida de la salvación. Una mujer que sufría de una deformación de la columna fue liberada de su mal un sábado por Jesús en la sinagoga. El principal argumentó que, dado que la vida no estaba en juego, la curación pudo haber sido realizada un día de la semana. Jesús respondió que, si se soltaba el ganado el sábado para llevarlo a beber (como todos los judíos admitían), cuánto más una mujer podía ser librada de su enfermedad. Nótese que dice que la incapacidad había sido causada por un espíritu (11) y que su estado era una atadura de Satanás (16). El sufrimiento humano se debe al mismo desorden cósmico que el pecado. La nota final describe cómo el pueblo se gozó por la salvación revelada en Jesús, mientras que sus oponentes no tenían nada que decir.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
Estos versículos nos presentan un caso notable en que los medios de gracia fueron usados con solicitud. En ellos se nos refiere lo que aconteció a una «mujer que tenía espíritu de enfermedad diez y ocho años había, y andaba agobiada, así que en ninguna manera podía enhestarse.» No sabemos quien fuera dicha mujer. Como nuestro Señor dijo que era hija de Abrahán, nos inclinamos a creer que fue una verdadera creyente; pero su historia y su nombre nos son desconocidos. Lo único que sabemos es que cuando Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas en sábado, ella se hallaba presente. Las enfermedades no le servían de pretexto para ausentarse de la casa de Dios. A despecho de sus sufrimientos, concurría al lugar donde la palabra y el día del Señor eran venerados, y donde el pueblo de Dios acostumbraba reunirse. ¡Y a la verdad que por esta acción fue bendecida! Sus afanes fueron abundantemente recompensados. Vino a la sinagoga oprimida de tristeza, y regresó a su hogar llena de júbilo.
El comportamiento de esta pobre judía puede con razón hacer ruborizar de vergüenza a muchos cristianos que se encuentran en el pleno goce de su salud.
Cuántos hombres llenos de vigor dejan que causas insignificantes les impidan de concurrir a la casa de Dios. Cuantos hay que pasan el domingo en la ociosidad, o tomando parte en diversiones, o haciendo negocios y miran con desprecio a los que santifican ese día. Cuantos hay que piensan que han hecho mucho cuando concurren a la iglesia una vez cada domingo, y creen que concurrir dos veces es un exceso de celo que raya en fanatismo.
¡Cuántos hay que se alegran cuando terminan los servicios divinos porque producen ellos aburrimiento! Cuán pocos son lo que piensan del mismo modo que David cuando dijo: «Yo me alegraré con los que me decía: A la casa de Jehová iremos.» ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Ahora bien, ¿cómo se explica esto? ¿Por qué es que hay tan pocos que se parezcan a la mujer de quien venimos hablando? La respuesta es corta: es que hay pocos que tengan un corazón dispuesto a servir a Dios. «El ánimo carnal es enemistad contra Dios.» Tan luego como un hombre se convierte, desaparece todo obstáculo para tomar parte en el culto público; y el que ha sido renovado por el Espíritu Santo no tiene inconveniente alguno en santificar el sábado.
Querer es poder.
No olvidemos que el grado de veneración en que tengamos el domingo es un signo que indica el estado en que se encuentran nuestras almas. El que no sienta gusto en dedicar a Dios un día de cada semana, no es digno de entrar en el cielo.
El cielo no es otra cosa que un domingo eterno. Si en este mundo no podemos sentir placer en pasar unas pocas horas adornado a Dios, es bien claro que no podremos sentir placer en pasar del mismo modo toda una eternidad. ¡Felices los que imiten a la mujer que sanó a Jesús! En vida obtendrán las bendiciones del cielo, y cuando mueran la Gloria eterna.
En estos versículos se nos revela también el poder infinito de Cristo. Cuando vio a la enferma la llamí, y le dijo: «Mujer libre eres de tu enfermedad,» y le puso encima las manos, y ella quedó sana. Al punto una enfermedad que había durado dieciocho años desapareció ante el Señor de la vida. «Y luego se enderezó y glorificaba a Dios..
No debemos dudar que por medio de este gran milagro se quiso dar consuelo y esperanza a todos los afligidos por la enfermedad del pecado. Para Cristo nada hay imposible. El puede hacer enderezar a hombres que por «dieciocho años» hayan estado encorvados bajo el peso de sus apetitos, del pecado y del mundo. El puede hacer que miren al cielo y contemplen el reino de Dios pecadores que por largo tiempo han tenido los ojos fijos en las cosas terrestres.
Nada es demasiado difícil para el Señor. El puede crear, transformar, renovar, demoler, edificar y estimular con un poder irresistible. Aquel que hizo el mundo de la nada vive todavía y permanece inmutable. Acojamos esta verdad y no la olvidemos jamás. Ni perdamos la esperanza de obtener nuestra salvación. Tal vez nuestros pecados sean innumerables. Acaso hayamos pasado un largo período de nuestra vida en pasatiempos frívolos o aún entregados al libertinaje; más ¿queremos acudir a Cristo para encomendarle nuestras almas? Si así fuere, hay esperanza. El puede sanarnos radicalmente y decirnos: «Libres sois de vuestra enfermedad.» No perdamos la esperanza de la salvación de hombre alguno, en tanto que viva; antes bien, encomendémoslo a Dios noche y día. Tal vez tengamos parientes por quienes, a causa de su maldad, abriguemos pocas esperanzas. Pero no debemos desesperanzarnos. No hay paciente que Cristo no pueda curar. Cualquiera que sienta en el cuerpo el contacto de su mano «se endereza y glorifica a Dios.» Perseveremos en la oración y no desmayemos. Las siguientes palabras de Job son dignas de encomio: «Yo conozco que todo lo puedes.» Jesús puede salvar perpetuamente.
Vemos, por último, en estos versículos como Jesús reitera y defiende la recta observancia del sábado. El príncipe de la sinagoga en la cual fue curada la enferma, acusó a ésta de haber quebrantado el sábado; y dio así lugar a que nuestro Señor le dirigiese una reprensión severa pero justa: «Hipócrita, ¿cada uno de vos no desata en sábado su buey o su asno del pesebre, y le lleva a beber?» Si era permitido atender a las necesidades de los brutos en sábado, cuanto más no debía serlo atender a los de los seres racionales. Si tratando bien a los bueyes y asnos no se violaba la santidad del sábado, mucho menos se violaría con un acto de caridad hacia una hija de Abrahán.
Nuestro Señor sienta este mismo principio en otras partes del Evangelio. El nos enseña que con el mandamiento de abstenerse de hacer algo obra alguna en el día de sábado no se quiso excluir en manera alguna las obras de misericordia. El sábado fue creado para provecho del hombre, no para su daño; para promover su más alta dicha y no para privarlo de cosa alguna que real y verdaderamente redundase en bien suyo. No exige nada que no se encuentre dentro de los límites de la justicia y de la prudencia.
Pidamos a Dios que nos ayude a comprender que deberes surgen del precepto respecto del sábado. De todos los mandamientos que Dios ha dado no hay uno que sea tan esencial como éste para la felicidad del hombre; y, por otra parte, no hay tampoco uno que sea tan mal comprendido que se viole y menosprecie tanto. Establezcamos, como guía, dos reglas para la observancia del sábado: primera, no hacer obra alguna que no sea absolutamente necesaria, segunda, santificar el día y dedicarlo a Dios. No nos desviemos jamás de estas reglas. La experiencia ha demostrado que hay una relación o correspondencia muy íntimas entre la observancia del sábado y la piedad cristiana.