Biblia

Comentario de Lucas 13:23 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 13:23 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces alguien le dijo: —Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:

13:23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? — El que le hizo esta pregunta tal vez pensaba, “¿Serán salvos todos los judíos y solamente los judíos?”

— Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; — No dice “entrar por la puerta automática”, sino por “la puerta angosta”. En lugar de preocuparse por cuántos serán salvos, nos conviene estar seguros que seremos salvos nosotros mismos. Luc 9:23-26 explica porque la puerta es angosta, como también Stg 1:22.

El Señor nos ofrece una puerta angosta y hay tiempo limitado para entrar por ella para ser salvos. Al pasar por ella uno “cierra la puerta” a la vida pasada y entra en una vida bendecida y dichosa con la esperanza de heredar la vida eterna.

Esta palabra indica dificultad. Enseña que es difícil ser discípulo de Cristo. Es imposible dar otro sentido a este término. Su significado es obvio. No es fácil obedecer tales textos como Mat 5:22-24; Mat 5:28; Mat 5:33-37; Mat 5:38-48. Pregunte al joven rico si el camino es angosto o ancho. ¿Quién puede leer Mat 10:34-37 y concluir que es fácil ser discípulo de Cristo? Pregunte a los apóstoles si era fácil «dejar todo» y seguir a Jesús.

Por eso, la puerta angosta excluye a muchos. No admite a los desobedientes. No admite a los que meramente “profesan” obedecerle (6:46; Mat 7:21). No admite a los que no nacen otra vez (Jua 3:5). La enseñanza de Jesús, comenzando con el Sermón del Monte, se compara con una puerta estrecha y un camino angosto. Isaías (35:8) profetizó diciendo, «Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad». Lucas se refiere a este camino en Hch 9:2; Hch 18:26; Hch 19:9; Hch 19:23; Hch 22:4; Hch 24:14; Hch 24:22.

«Esforzaos a entrar». » AGONIZOMAI, luchar (castellano, agonizar)». Se traduce «luchar» en 1Co 9:25, «todo aquel que lucha, de todo se abstiene»; «luchar como en una competición, forzando todos y cada uno de los nervios para alcanzar el objetivo, Luc 13:24; dar el todo en el esfuerzo, involucrando penalidades, Col 1:29«. Se traduce «pelear» en 1Ti 6:12, «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna». También en 2Ti 4:7, «he peleado la buena batalla». Vemos, pues, que el Nuevo Testamento emplea términos relacionados con las carreras y aun con la guerra para enfatizar lo serio y lo intenso del conflicto contra Satanás y, por lo tanto, lo difícil de ser incluido entre los pocos que se salvan. ¿Cuántas personas quieren esforzarse tanto, como para correr una carrera, o aun para pelear como soldados en una guerra? 1Co 9:27, «golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre». Pablo emplea términos del boxeo para indicar lo intenso de la lucha para ser salvos. Es lucha entre la carne y el Espíritu (Rom 8:6-7; Gál 5:17). 1Pe 4:18, «Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?» La Biblia dice claramente que con dificultad el justo se salva. No dice que es «fácil» ser cristiano. Es camino angosto. Requiere el emplear todas las fuerzas.

Una pregunta interesante: Si la Biblia enseña que una vez salvos no podemos caer de la gracia, ¿por qué esforzarnos?

¿Por qué, pues, dice Cristo (Mat 11:30) que «mi yugo es fácil, y ligera mi carga»? Y ¿por qué dice Juan que «sus mandamientos no son gravosos»? (1Jn 5:3). En primer lugar, obsérvese que Cristo habla de su yugo, como también de su carga. Su «yugo» se refiere a su autoridad; debemos someternos completamente a ella. Su «carga» son sus mandamientos, los cuales no son gravosos, pero El requiere una justicia mayor que la de los escribas y fariseos (Mat 5:20; Mat 23:4). El requiere servicio que procede del corazón puro, y no solamente los actos externos. Pero su servicio es agradable. El es Maestro exigente, pero también bondadoso. No es abusivo. No maltrata a sus seguidores. El maestro abusivo es el pecado.

La puerta es estrecha y el camino angosto porque tenemos que cambiar. Mat 16:24; Luc 9:23, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz (cada día), y sígame». Es muy difícil someter nuestra voluntad a la voluntad de otro, aun a la voluntad de Dios. Todo el mundo quiere hacer su propia voluntad. Quiere hacer lo que él mismo quiere hacer. El trabajo principal de criar hijos es el de sujetar la voluntad de ellos a la voluntad de sus padres (Efe 6:1-4). Otro problema grande en el hogar es que la mujer no quiere sujetar su voluntad a la voluntad del marido (Efe 5:22-24). El significado básico de la palabra «manso» es la sujeción a la voluntad y al control de Dios.

Requiere el arrepentimiento, que significa cambiar. El mandamiento básico predicado por Juan el Bautista (Mat 3:2) y por Jesús (Mat 4:17) era el arrepentimiento. Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino (Mat 4:23), El insistía en que los judíos tenían que cambiar, y les era muy difícil cambiar. Jesús dijo, «si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» (13:3, 5). Dijo a Nicodemo (Jua 3:3; Jua 3:5) que tenía que nacer otra vez. Es decir, tenía que comenzar su vida otra vez como si fuera un infante, apenas comenzando a vivir.

Cuando Jesús murió y resucitó, entregó el mandamiento a los apóstoles de que «se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados» (Luc 24:47). El libro de Hechos dice que lo hicieron. Obsérvese cómo se predicó el arrepentimiento según Hechos de los Apóstoles : Hch 2:38; Hch 8:22; Hch 17:30. Tanto judíos como gentiles tenían que cambiar. Tenían que dejar el judaísmo, el paganismo, la filosofía humana, la superstición, y toda forma de sabiduría humana. Para el judío el evangelio era tropezadero, y para el griego era locura porque chocaba con sus ideas humanas.

Obsérvese cómo las cartas del Nuevo Testamento enseñan el arrepentimiento: Rom 2:4; 2Co 7:10; 2Pe 3:9; Apo 2:5.

¿Cambiar de qué manera? De carácter. Léase Mat 5:1-10, las bienaventuranzas. Con estas palabras Jesús comenzó el Sermón del Monte. Con estas palabras El explicó a los judíos y explica a nosotros cómo tenemos que cambiar. Hay que haber cambio de corazón (Mat 5:8; Mat 5:22; Mat 5:28; Mat 5:44; Mat 12:34; Mat 15:19). Tenemos que cambiar, dejando todas las características carnales de la vida pasada para desarrollar un carácter espiritual. Con las bienaventuranzas Jesús introduce el tema que es dominante en todo el Nuevo Testamento de que los verdaderos discípulos de Jesús son aquellos que van transformándose a la imagen de Jesús (Rom 8:29; Rom 12:1-2; 2Co 3:18; Gál 4:19; Efe 4:23-24; Col 3:10; 2Pe 1:4, etc.). Este proceso es difícil. Es necesario meditar a diario en las cualidades o características divinas, y esforzarnos para que lleguen a ser las características de nuestras vidas. ¿Cómo es el reino? ¿Cómo son los ciudadanos del reino de Dios? En Mat 5:1-10 Jesús describe las características de los que pueden entrar en el reino de los cielos: los pobres en espíritu (los que reconocen sus faltas), los que lloran (por sus pecados), los mansos (los que están sujetos al control de Dios), los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores (los que hacen paz con Dios y con los hombres por medio del evangelio de paz), y los que sufren por causa de Cristo. ¿Cuántos quieren poseer estas cualidades? Pocos. ¿Por qué? Porque tienen que humillarse y someterse a la voluntad del Señor para desarrollar este carácter (el de Cristo), y la mayoría no lo quiere hacer.

De religión. La ley de Moisés que era «ayo» (tutor, guardián) para llevar a los judíos a Jesús fue cumplida cuando Jesús murió en la cruz (Col 2:14). Comenzando el día de Pentecostés (Hch 2:1-47) los judíos deberían dejar la religión antigua (la de la ley de Moisés) y aceptar el evangelio.

Hubo cambio de culto. Hubo cambio de ley (Heb 7:12). Ya no se enseña el diezmo, y no se usan instrumentos mecánicos de música en el culto.

Vemos en Mat 5:32; Mat 19:9 que la enseñanza de Jesús es distinta de la ley de Moisés sobre el matrimonio y el divorcio y segundas nupcias. Actualmente hay muchas parejas que están mal en su matrimonio según lo que dice Jesús en estos textos: «cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera». Es muy difícil disolver tal unión, pero si alguna pareja está cometiendo adulterio por no tener el derecho de unirse en matrimonio, ¡desde luego tiene que dejar de cometer adulterio! Algunos lo hacen, pero la mayoría no quiere cambiar.

Además, los judíos habían inventado muchas tradiciones para aumentar su piedad, pero la religión de ellos era humana y vana y tenían que dejarla. Pero la mayoría no quería hacerlo. Su religión era externa, y no del corazón (Mat 23:23-28). Jesús les dijo que tenían que cambiar. Tenían que limpiar el corazón y acabar no solamente con el adulterio, el homicidio y el hurto, sino también con los malos pensamientos, la avaricia, la maldad, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia y la insensatez (Mar 7:21-23).

Sin embargo, la mayoría de los judíos no quería cambiar su religión ni su vida personal. Era un pueblo muy orgulloso y estaban satisfechos con su religión y con su forma de vida. Muchos se justificaban a sí mismos (Luc 16:15; Luc 18:11-12). Por eso, no querían cambiar; creían que eran muy religiosos, porque en algunas cosas iban aun más allá de lo que ley de Moisés requería. Habían inventado muchas tradiciones (reglamentos humanos) para aumentar su religiosidad (Mat 15:1-9), pero Jesús les dijo que tal religión era vana.

Otros cambios . Debe haber cambio de actitud, de disposición, de costumbres, y de amistades. Muchas veces se requiere cambio de empleo (o de negocio). Es necesario dejar algunos aspectos de la cultura porque están en conflicto con la enseñanza de Jesús.

Todo aquello que no está de acuerdo con la voluntad de Cristo debe ser «amputado» (Mat 5:29-30; Mat 18:8-9). Es necesario dejarlo para que no nos destruya.

El pensamiento principal de este texto es que es difícil arrepentirse o cambiar. Esta verdad se ve en toda la Biblia, de pasta a pasta. La obra principal de los profetas no era simplemente la de predecir el futuro, sino la de predicar el arrepentimiento y rogar al pueblo a que se volviera a Dios.

Otros aspectos de lo angosto del camino:

La puerta es angosta porque la verdad es angosta. Muchos piensan que cualquier cosa que la gente crea o practique es verdad para ellos, pero la verdad no es subjetiva sino objetiva. Jud 1:3 habla de “la fe” que fue entregada a nosotros. Es la fe que tiene que ser obedecida, Hch 6:7.

La puerta es angosta porque requiere el bautismo. Mat 28:19; Mar 16:16. Muchos rechazan este mandamiento. Compárese Luc 7:30. Los «evangélicos» dicen que no es necesario para la salvación. No es un mandamiento popular. Está en conflicto con la voluntad humana y, por eso, se considera muy angosta la predicación que lo requiere.

La puerta es angosta porque hay solamente un cuerpo (una iglesia). Dice Jesús (Mat 16:18), «edificaré mi iglesia»; dice Pablo (Efe 1:22-23) que la iglesia es el cuerpo de Cristo: «la iglesia, la cual es su cuerpo», y dice también que hay un solo cuerpo (Efe 4:4, «un cuerpo»). Por eso, el camino es angosto, porque no caben en el camino de Cristo las iglesias humanas.

Se requiere la santidad. 2Co 7:1, «perfeccionando la santidad en el temor de Dios». 1Ts 4:3, «pues la voluntad de Dios es vuestra santificación». Heb 12:14, «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor». Es otra razón por la cual se dice que el camino es angosto, porque no todo el mundo quiere apartarse del pecado (santificarse).

Se requiere la sujeción al gobierno, Rom 13:1-8; 1Pe 2:13-17. Esta es otra restricción que no es popular.

— porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el padre de familia (el amo o dueño de la casa; aquí se refiere a Cristo, v. 26) se haya levantado y cerrado la puerta, — Cuando se hacía fiesta, los convidados tenían que llegar a la hora indicada. Los que llegaban tarde, encontraban la puerta cerrada y no se admitían. Esto se enfatiza en Mat 25:10. Los preparados son los que aprovechan la invitación y llegan a tiempo. Los que preparaban fiesta y enviaban invitaciones no decían “vengan a la hora que les sean convenientes”. No decían “Aunque lleguen tarde, no hay problema, siempre serán abiertas las puertas”. Los que llegaban tarde despreciaban la fiesta y al que les invitaba.

Cuando Cristo venga (1Ts 5:1-3), la puerta será cerrada. Cuando uno muera (Heb 9:27), la puerta será cerrada. Para los salvos la puerta cerrada significará seguridad eterna.

— y estando fuera empecéis a llamar (tocar la puerta con mucha persistencia y ansiedad) a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. — De esto habla Jesús en Mat 10:32-33. Al confesar a los suyos dirá, “Estos son míos”. A los que no le confesaron dirá “No os conozco; ni sé de dónde sois. Apartaos de mí, no tengo nada para vosotros”.

Compárese Mat 7:23; Mat 25:11-12; 2Ti 2:19; conocer significa «aprobar». Los no preparados cierran la puerta en sus propias caras cuando deciden que no vale la pena servir al Señor o no quieren llegar a tiempo. Se acercan al Señor tal vez, pero lo hacen “a medias”, con desidia e indiferencia.

De la misma manera los que llegan tarde al culto de Dios lo desprecian. Creen que no vale la pena esforzarse para llegar a tiempo. Para los tales otras cosas son más importantes.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

¿son pocos los que se salvan? Mat 7:14; Mat 19:25; Mat 20:16; Mat 22:14.

Y él les dijo. Luc 12:13-15; Luc 21:7, Luc 21:8; Mat 24:3-5; Mar 13:4, Mar 13:5; Jua 21:21, Jua 21:22; Hch 1:7, Hch 1:8.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

¿son pocos los que se salvan? Esta pregunta pudo haber sido motivada por una serie de factores. Las grandes multitudes que antes habían seguido a Cristo se habían reducido a un puñado de seguidores fieles (cp. Jua 6:66). Aunque todavía se acercaban las muchedumbres para oírlo (Luc 14:25), el número de seguidores comprometidos era cada vez menor. Además, los mensajes de Cristo parecían estar diseñados para desalentar a los tibios de corazón (vea la nota sobre Luc 14:33), y Él mismo había declarado que el camino era tan angosto que pocos podrían hallarlo (Mat 7:14). Esto contradecía la creencia judía de que todos los judíos, a excepción de los publicanos y otros pecadores notorios, se salvarían. La respuesta de Cristo subrayó de una vez por todas la dificultad de entrar por la puerta angosta. Después de la resurrección, solo ciento veinte discípulos se congregaron en el Aposento Alto en Jerusalén (Hch 1:15), y apenas unos quinientos en Galilea (1Co 15:6; vea las notas sobre Luc 24:34; Mat 28:16).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

13:23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? – El que le hizo esta pregunta tal vez pensaba, “¿Serán salvos todos los judíos y solamente los judíos?”
— Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; — No dice “entrar por la puerta automática”, sino por “la puerta angosta”. En lugar de preocuparse por cuántos serán salvos, nos conviene estar seguros que seremos salvos nosotros mismos. Luc 9:23-26 explica porque la puerta es angosta, como también Stg 1:22.
El Señor nos ofrece una puerta angosta y hay tiempo limitado para entrar por ella para ser salvos. Al pasar por ella uno “cierra la puerta” a la vida pasada y entra en una vida bendecida y dichosa con la esperanza de heredar la vida eterna.
Esta palabra indica dificultad. Enseña que es difícil ser discípulo de Cristo. Es imposible dar otro sentido a este término. Su significado es obvio. No es fácil obedecer tales textos como Mat 5:22-24; Mat 5:28; Mat 5:33-37; Mat 5:38-48. Pregunte al joven rico si el camino es angosto o ancho. ¿Quién puede leer Mat 10:34-37 y concluir que es fácil ser discípulo de Cristo? Pregunte a los apóstoles si era fácil «dejar todo» y seguir a Jesús.
Por eso, la puerta angosta excluye a muchos. No admite a los desobedientes. No admite a los que meramente “profesan” obedecerle (6:46; Mat 7:21). No admite a los que no nacen otra vez (Jua 3:5). La enseñanza de Jesús, comenzando con el Sermón del Monte, se compara con una puerta estrecha y un camino angosto. Isaías (35:8) profetizó diciendo, «Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad». Lucas se refiere a este camino en Hch 9:2; Hch 18:26; Hch 19:9; Hch 19:23; Hch 22:4; Hch 24:14; Hch 24:22.
«Esforzaos a entrar». » AGONIZOMAI, luchar (castellano, agonizar)». Se traduce «luchar» en 1Co 9:25, «todo aquel que lucha, de todo se abstiene»; «luchar como en una competición, forzando todos y cada uno de los nervios para alcanzar el objetivo, Luc 13:24; dar el todo en el esfuerzo, involucrando penalidades, Col 1:29». Se traduce «pelear» en 1Ti 6:12, «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna». También en 2Ti 4:7, «he peleado la buena batalla». Vemos, pues, que el Nuevo Testamento emplea términos relacionados con las carreras y aun con la guerra para enfatizar lo serio y lo intenso del conflicto contra Satanás y, por lo tanto, lo difícil de ser incluido entre los pocos que se salvan. ¿Cuántas personas quieren esforzarse tanto, como para correr una carrera, o aun para pelear como soldados en una guerra? 1Co 9:27, «golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre». Pablo emplea términos del boxeo para indicar lo intenso de la lucha para ser salvos. Es lucha entre la carne y el Espíritu (Rom 8:6-7; Gál 5:17). 1Pe 4:18, «Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?» La Biblia dice claramente que con dificultad el justo se salva. No dice que es «fácil» ser cristiano. Es camino angosto. Requiere el emplear todas las fuerzas.
Una pregunta interesante: Si la Biblia enseña que una vez salvos no podemos caer de la gracia, ¿por qué esforzarnos?
¿Por qué, pues, dice Cristo (Mat 11:30) que «mi yugo es fácil, y ligera mi carga»? Y ¿por qué dice Juan que «sus mandamientos no son gravosos»? (1Jn 5:3). En primer lugar, obsérvese que Cristo habla de su yugo, como también de su carga. Su «yugo» se refiere a su autoridad; debemos someternos completamente a ella. Su «carga» son sus mandamientos, los cuales no son gravosos, pero El requiere una justicia mayor que la de los escribas y fariseos (Mat 5:20; Mat 23:4). El requiere servicio que procede del corazón puro, y no solamente los actos externos. Pero su servicio es agradable. El es Maestro exigente, pero también bondadoso. No es abusivo. No maltrata a sus seguidores. El maestro abusivo es el pecado.
La puerta es estrecha y el camino angosto porque tenemos que cambiar. Mat 16:24; Luc 9:23, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz (cada día), y sígame». Es muy difícil someter nuestra voluntad a la voluntad de otro, aun a la voluntad de Dios. Todo el mundo quiere hacer su propia voluntad. Quiere hacer lo que él mismo quiere hacer. El trabajo principal de criar hijos es el de sujetar la voluntad de ellos a la voluntad de sus padres (Efe 6:1-4). Otro problema grande en el hogar es que la mujer no quiere sujetar su voluntad a la voluntad del marido (Efe 5:22-24). El significado básico de la palabra «manso» es la sujeción a la voluntad y al control de Dios.
Requiere el arrepentimiento, que significa cambiar. El mandamiento básico predicado por Juan el Bautista (Mat 3:2) y por Jesús (Mat 4:17) era el arrepentimiento. Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino (Mat 4:23), El insistía en que los judíos tenían que cambiar, y les era muy difícil cambiar. Jesús dijo, «si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» (13:3, 5). Dijo a Nicodemo (Jua 3:3; Jua 3:5) que tenía que nacer otra vez. Es decir, tenía que comenzar su vida otra vez como si fuera un infante, apenas comenzando a vivir.
Cuando Jesús murió y resucitó, entregó el mandamiento a los apóstoles de que «se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados» (Luc 24:47). El libro de Hechos dice que lo hicieron. Obsérvese cómo se predicó el arrepentimiento según Hechos de los Apóstoles : Hch 2:38; Hch 8:22; Hch 17:30. Tanto judíos como gentiles tenían que cambiar. Tenían que dejar el judaísmo, el paganismo, la filosofía humana, la superstición, y toda forma de sabiduría humana. Para el judío el evangelio era tropezadero, y para el griego era locura porque chocaba con sus ideas humanas.
Obsérvese cómo las cartas del Nuevo Testamento enseñan el arrepentimiento: Rom 2:4; 2Co 7:10; 2Pe 3:9; Apo 2:5.
¿Cambiar de qué manera? De carácter. Léase Mat 5:1-10, las bienaventuranzas. Con estas palabras Jesús comenzó el Sermón del Monte. Con estas palabras El explicó a los judíos y explica a nosotros cómo tenemos que cambiar. Hay que haber cambio de corazón (Mat 5:8; Mat 5:22; Mat 5:28; Mat 5:44; Mat 12:34; Mat 15:19). Tenemos que cambiar, dejando todas las características carnales de la vida pasada para desarrollar un carácter espiritual. Con las bienaventuranzas Jesús introduce el tema que es dominante en todo el Nuevo Testamento de que los verdaderos discípulos de Jesús son aquellos que van transformándose a la imagen de Jesús (Rom 8:29; Rom 12:1-2; 2Co 3:18; Gál 4:19; Efe 4:23-24; Col 3:10; 2Pe 1:4, etc.). Este proceso es difícil. Es necesario meditar a diario en las cualidades o características divinas, y esforzarnos para que lleguen a ser las características de nuestras vidas. ¿Cómo es el reino? ¿Cómo son los ciudadanos del reino de Dios? En Mat 5:1-10 Jesús describe las características de los que pueden entrar en el reino de los cielos: los pobres en espíritu (los que reconocen sus faltas), los que lloran (por sus pecados), los mansos (los que están sujetos al control de Dios), los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores (los que hacen paz con Dios y con los hombres por medio del evangelio de paz), y los que sufren por causa de Cristo. ¿Cuántos quieren poseer estas cualidades? Pocos. ¿Por qué? Porque tienen que humillarse y someterse a la voluntad del Señor para desarrollar este carácter (el de Cristo), y la mayoría no lo quiere hacer.
De religión. La ley de Moisés que era «ayo» (tutor, guardián) para llevar a los judíos a Jesús fue cumplida cuando Jesús murió en la cruz (Col 2:14). Comenzando el día de Pentecostés (Hch 2:1-47) los judíos deberían dejar la religión antigua (la de la ley de Moisés) y aceptar el evangelio.
Hubo cambio de culto. Hubo cambio de ley (Heb 7:12). Ya no se enseña el diezmo, y no se usan instrumentos mecánicos de música en el culto.
Vemos en Mat 5:32; Mat 19:9 que la enseñanza de Jesús es distinta de la ley de Moisés sobre el matrimonio y el divorcio y segundas nupcias. Actualmente hay muchas parejas que están mal en su matrimonio según lo que dice Jesús en estos textos: «cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera». Es muy difícil disolver tal unión, pero si alguna pareja está cometiendo adulterio por no tener el derecho de unirse en matrimonio, ¡desde luego tiene que dejar de cometer adulterio! Algunos lo hacen, pero la mayoría no quiere cambiar.
Además, los judíos habían inventado muchas tradiciones para aumentar su piedad, pero la religión de ellos era humana y vana y tenían que dejarla. Pero la mayoría no quería hacerlo. Su religión era externa, y no del corazón (Mat 23:23-28). Jesús les dijo que tenían que cambiar. Tenían que limpiar el corazón y acabar no solamente con el adulterio, el homicidio y el hurto, sino también con los malos pensamientos, la avaricia, la maldad, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia y la insensatez (Mar 7:21-23).
Sin embargo, la mayoría de los judíos no quería cambiar su religión ni su vida personal. Era un pueblo muy orgulloso y estaban satisfechos con su religión y con su forma de vida. Muchos se justificaban a sí mismos (Luc 16:15; Luc 18:11-12). Por eso, no querían cambiar; creían que eran muy religiosos, porque en algunas cosas iban aun más allá de lo que ley de Moisés requería. Habían inventado muchas tradiciones (reglamentos humanos) para aumentar su religiosidad (Mat 15:1-9), pero Jesús les dijo que tal religión era vana.
Otros cambios . Debe haber cambio de actitud, de disposición, de costumbres, y de amistades. Muchas veces se requiere cambio de empleo (o de negocio). Es necesario dejar algunos aspectos de la cultura porque están en conflicto con la enseñanza de Jesús.
Todo aquello que no está de acuerdo con la voluntad de Cristo debe ser «amputado» (Mat 5:29-30; Mat 18:8-9). Es necesario dejarlo para que no nos destruya.
El pensamiento principal de este texto es que es difícil arrepentirse o cambiar. Esta verdad se ve en toda la Biblia, de pasta a pasta. La obra principal de los profetas no era simplemente la de predecir el futuro, sino la de predicar el arrepentimiento y rogar al pueblo a que se volviera a Dios.
Otros aspectos de lo angosto del camino:
La puerta es angosta porque la verdad es angosta. Muchos piensan que cualquier cosa que la gente crea o practique es verdad para ellos, pero la verdad no es subjetiva sino objetiva. Jud 1:3 habla de “la fe” que fue entregada a nosotros. Es la fe que tiene que ser obedecida, Hch 6:7.
La puerta es angosta porque requiere el bautismo. Mat 28:19; Mar 16:16. Muchos rechazan este mandamiento. Compárese Luc 7:30. Los «evangélicos» dicen que no es necesario para la salvación. No es un mandamiento popular. Está en conflicto con la voluntad humana y, por eso, se considera muy angosta la predicación que lo requiere.
La puerta es angosta porque hay solamente un cuerpo (una iglesia). Dice Jesús (Mat 16:18), «edificaré mi iglesia»; dice Pablo (Efe 1:22-23) que la iglesia es el cuerpo de Cristo: «la iglesia, la cual es su cuerpo», y dice también que hay un solo cuerpo (Efe 4:4, «un cuerpo»). Por eso, el camino es angosto, porque no caben en el camino de Cristo las iglesias humanas.
Se requiere la santidad. 2Co 7:1, «perfeccionando la santidad en el temor de Dios». 1Ts 4:3, «pues la voluntad de Dios es vuestra santificación». Heb 12:14, «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor». Es otra razón por la cual se dice que el camino es angosto, porque no todo el mundo quiere apartarse del pecado (santificarse).
Se requiere la sujeción al gobierno, Rom 13:1-8; 1Pe 2:13-17. Esta es otra restricción que no es popular.
— porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el padre de familia (el amo o dueño de la casa; aquí se refiere a Cristo, v. 26) se haya levantado y cerrado la puerta, — Cuando se hacía fiesta, los convidados tenían que llegar a la hora indicada. Los que llegaban tarde, encontraban la puerta cerrada y no se admitían. Esto se enfatiza en Mat 25:10. Los preparados son los que aprovechan la invitación y llegan a tiempo. Los que preparaban fiesta y enviaban invitaciones no decían “vengan a la hora que les sean convenientes”. No decían “Aunque lleguen tarde, no hay problema, siempre serán abiertas las puertas”. Los que llegaban tarde despreciaban la fiesta y al que les invitaba.
Cuando Cristo venga (1Ts 5:1-3), la puerta será cerrada. Cuando uno muera (Heb 9:27), la puerta será cerrada. Para los salvos la puerta cerrada significará seguridad eterna.
— y estando fuera empecéis a llamar (tocar la puerta con mucha persistencia y ansiedad) a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. – De esto habla Jesús en Mat 10:32-33. Al confesar a los suyos dirá, “Estos son míos”. A los que no le confesaron dirá “No os conozco; ni sé de dónde sois. Apartaos de mí, no tengo nada para vosotros”.
Compárese Mat 7:23; Mat 25:11-12; 2Ti 2:19; conocer significa «aprobar». Los no preparados cierran la puerta en sus propias caras cuando deciden que no vale la pena servir al Señor o no quieren llegar a tiempo. Se acercan al Señor tal vez, pero lo hacen “a medias”, con desidia e indiferencia.
De la misma manera los que llegan tarde al culto de Dios lo desprecian. Creen que no vale la pena esforzarse para llegar a tiempo. Para los tales otras cosas son más importantes.

Fuente: Notas Reeves-Partain

REFERENCIAS CRUZADAS

z 891 Mat 7:14; Mat 19:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

¿son pocos los que se salvan? Esta persona había observado que a pesar de que multitudes seguían a Jesús, sólo unos pocos eran verdaderamente sus discípulos.

Fuente: La Biblia de las Américas

R916 El uso de εἰ para introducir una pregunta directa se debe a la traducción que la LXX hizo del original hebreo. Utilizó εἰ tanto como μή.

B125 En εἰ ὀλίγοι οἱ σῳζόμενοι, el participio es indudablemente un presente general. La pregunta no se refiere, por un lado, al número de los que ya son salvos (perfecto de estado existente), o que han sido salvos (perfecto de acción terminada), ni tampoco, por otro lado, se refiere a los que están siendo salvos (presente progresivo de acción simultánea); sino que se refiere a: los que son (es decir, llegaron a ser) salvos.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego