Comentario de Lucas 1:47 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador,

en Dios mi Salvador. Luc 2:11; Isa 12:2, Isa 12:3; Isa 45:21, Isa 45:22; Sof 3:14-17; Zac 9:9; 1Ti 1:1; Tit 2:10, Tit 2:13; Tit 3:4-6.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios mi Salvador: En este himno se destaca la actividad de Dios como Salvador. María considera un honor tener parte en la obra del Señor. Dios Padre es el centro de este himno porque es él la fuente y el ejecutor de este plan. Los atributos de Dios no se consideran abstracciones sino se los relaciona con sus obras. La liberación del Salvador se expresa en términos bien terrenales, por lo que María tiene algo más en mente que la salvación espiritual. Los verbos de este versículo y el anterior (Engrandecese regocija) sugieren la presencia continua de la alabanza.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

DIOS MI SALVADOR. Con esas palabras María reconoce su propia necesidad de salvación. Era una pecadora que necesitaba a Cristo como «Salvador». El concepto de que María fue concebida de manera inmaculada y vivió sin pecado no se enseña en las Escrituras (cf. Rom 3:9; Rom 3:23).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

mi Salvador. María se refirió a Dios como «Salvador», lo cual indica que reconocía su propia necesidad de un Salvador, y también que conocía al Dios verdadero como su Salvador. Nada aquí o en cualquier otra parte de las Escrituras indica que María se viera a sí misma como «inmaculada» (libre de la mancha propia del pecado original). Todo lo contrario, ella empleó las expresiones comunes de una persona cuya única esperanza de salvación es la gracia divina. Nada en este pasaje presta respaldo a la noción de que María misma deba ser objeto de nuestra adoración.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Isa 61:10; Ha Luc 3:18.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

p 70 Hab 3:18

q 71 2Sa 22:3; Isa 43:3; Tit 1:3; Jud 1:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

47 super (1) Primero el espíritu de María exultó en Dios; luego su alma magnificó al Señor. La alabanza que ofreció a Dios se inició en su espíritu y se expresó a través de su alma. Su espíritu fue lleno de gozo en Dios su Salvador, y su alma lo manifestó magnificando al Señor. Ella vivía y actuaba en su espíritu, el cual dirigía a su alma. Su espíritu exultó en Dios por haber disfrutado ella a Dios como su Salvador, y su alma magnificó al Señor por haber exaltado ella al Señor, quien es Jehová, el gran Yo Soy.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro