Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas.
15:25 — Y su hijo mayor estaba en el campo; (ahora el enfoque cambia del hijo pródigo al hermano mayor quien representa no sólo a los fariseos y los escribas, sino también a todos los que se justifican a sí mismos y menosprecian a los perdidos) y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas (compárese el gozo de los v. 7, 10) ; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. — Creía que no habría cupo para los dos hermanos en la misma casa. Es obvio que al hablar del hijo mayor Jesús pinta la imagen de los fariseos y los escribas que “murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come”, (v. 2). Hay dos hijos pródigos en esta parábola, dos hijos perdidos. Aparte de otras cosas el hermano mayor estaba perdido por causa de su actitud hacia su hermano menor. Las obras de la carne no solamente incluyen la fornicación y la borrachera, sino también el odio, la envidia y la amargura (Gál 5:19-21; Efe 4:31). Si usted tuviera que escoger al hijo pródigo o al hermano mayor como compañero para algún viaje, ¿a cuál escogería? — Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase (13:34; Hch 13:44-46) . 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, — Ni siquiera le llama “Padre” como lo hizo el hijo pródigo. Su vida en la casa de su padre no era nada dichosa; era puro servicio frío, literalmente, trabajo de esclavo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y su hijo mayor. Luc 15:11, Luc 15:12.
oyó la música y las danzas. Luc 7:32; Éxo 15:20; 2Sa 6:14; Sal 30:11; Sal 126:1; Sal 149:3; Sal 150:4; Ecl 3:4; Jer 31:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
oyó la música y las danzas: La fiesta se desarrolló rápidamente, por lo que el otro hijo, que llegaba a la casa al terminar el día, se encontró con el bullicio.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
hijo mayor. Este simboliza a los fariseos y a las personas que ejercen una religiosidad hipócrita porque permanecen cerca al lugar donde vive el Padre (el templo) pero ignoran su propio pecado y carecen de amor real por el Padre (ya que no se identifican con Él en su gozo). Tampoco les interesa en lo más mínimo que los pecadores se arrepientan.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
15:25 — Y su hijo mayor estaba en el campo; (ahora el enfoque cambia del hijo pródigo al hermano mayor quien representa no sólo a los fariseos y los escribas, sino también a todos los que se justifican a sí mismos y menosprecian a los perdidos) y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas (compárese el gozo de los v. 7, 10) ; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. – Creía que no habría cupo para los dos hermanos en la misma casa. Es obvio que al hablar del hijo mayor Jesús pinta la imagen de los fariseos y los escribas que “murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come”, (v. 2). Hay dos hijos pródigos en esta parábola, dos hijos perdidos. Aparte de otras cosas el hermano mayor estaba perdido por causa de su actitud hacia su hermano menor. Las obras de la carne no solamente incluyen la fornicación y la borrachera, sino también el odio, la envidia y la amargura (Gál 5:19-21; Efe 4:31). Si usted tuviera que escoger al hijo pródigo o al hermano mayor como compañero para algún viaje, ¿a cuál escogería?
— Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase (13:34; Hch 13:44-46) . 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, – Ni siquiera le llama “Padre” como lo hizo el hijo pródigo. Su vida en la casa de su padre no era nada dichosa; era puro servicio frío, literalmente, trabajo de esclavo.
– no habiéndote desobedecido jamás, — ¡Qué contraste entre la humildad del hijo pródigo y el orgullo de su hermano mayor! Éste creía que era muy superior a su hermano menor, que era moral y su hermano inmoral. Así pensaban los fariseos y los escribas. Compárese la oración del fariseo que “oraba consigo mismo” diciendo, “no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano” (Luc 18:9; Luc 18:11-12). En cuanto al servicio religioso de estos mismos fariseos léase Mat 23:25-28. En realidad, pues, Luc 15:1-32 no describe un solo “hijo pródigo” sino dos. ¿Cuál de ellos estaba más perdido? Si los perdidos están sin valor, ¿cuánto valía el hermano mayor?
— y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos — El hermano mayor no solamente está enojado con su hermano menor, sino que también reprocha a su padre. Pero ¿este hermano mayor tenía amigos? ¿Él era capaz de regocijarse? Si el padre nunca le había dado fue porque para este hermano mayor todo era merecido; él no entendía nada de dádiva y gracia.
v
Fuente: Notas Reeves-Partain
REFERENCIAS CRUZADAS
w 970 Heb 12:23
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
25 (1) Representa a los fariseos y a los escribas (v.2), y a los judíos incrédulos que buscan la ley de justicia ( Rom_9:31-32) por sus obras, lo cual queda implícito con la expresión en el campo.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estos versículos contienen la conclusión de la parábola del hijo pródigo. No son tan bien conocidos como los que les preceden pero fueron pronunciados por los mismos labios que describieron el regreso del hijo menor á la casa de su padre. Como todo lo que salió de esos labios, son profundamente instructivos.
Este pasaje nos enseña, en primer lugar, cuan implacables y desapiadados son los sentimientos que abrigan para con los pecadores los que se creen justos.
Nuestro Señor nos enseña esto con el breve bosquejo que hace de la conducta del hermano mayor. Este se enojó al saber que se estaban regocijando por la vuelta de su hermano; se quejó de qua su padre tratase al pródigo con tanto cariño, y no lo tratara á él como merecía; y no pudo tomar parte en el común regocijo, mas se entregó á pensamientos de envidia y de malevolencia. El cuadro es triste, pero instructivo.
Bajo cierto punto de vista el hijo mayor es un tipo de los judíos de aquella época. La idea do que los gentiles (que era el hermano menor) participaran de-sus privilegios, les disgustaba muchísimo. Ellos hubieran querido excluirlos de la gracia de Dios, y tercamente rehusaron creer que iban á ser, como ellos, coherederos de Jesucristo. En todo esto se portaron como el hermano mayor.
Bajo otro punto de vista el hermano mayor representa fielmente á los escribas y fariseos de aquellos tiempos. Censuraban á nuestro Señor porque recibía á los pecadores y comía con ellos, y murmuraban porque abría la puerta de la salvación á los publícanos y á las rameras. Más contentos hubieran estado si nuestro Señor hubiese limitado á ellos y á los de su secta sus enseñanzas y sus bendiciones, y no hubiera hecho nada por los ignorantes y los pecadores.
Nuestro Señor comprendió bien el estado de su ánimo, y lo pintó con vivos colores bajo la figura del «hermano mayor..
Bajo un tercer punto de vista no menos interesante que los otros dos el hermano mayor es un tipo exacto de una clase numerosa de individuos que forma en nuestros días parte de la iglesia cristiana. En todas partes hay millares de hombres que no quieren que se proclame el Evangelio sin limitaciones ni restricciones de ninguna clase. Se quejan de que los ministros ensanchan el sendero demasiado y de que la doctrina de la gracia tiende á fomentar el libertinaje. Siempre que veamos personas de esa clase recordemos el pasaje de que venimos tratando. Sus palabras son semejantes á las del «hermano mayor..
Cuidemos de que este mal no nos inficione el corazón. En parte debe atribuirse á la ignorancia. Hombres hay que no perciben su maldad y desmerecimiento, y concluyen por imaginarse que son mucho mejores que los demás y que ninguno es digno de compararse con ellos. En parte puede atribuirse también á falta de caridad. Algunos hombres no abrigan sentimientos nobles para con sus semejantes, y por consiguiente no pueden regocijarse de que estos se salven. Pero debe atribuirse, más á que ninguna, otra cosa, á la falta de inteligencia, de parte de algunos hombres, de la naturaleza del perdón de que trata el Evangelio. El que sepa que todos obtenemos la salvación solamente por gracia; y que aun los más buenos no tienen nada de que gloriarse, pues todo nos ha sido dado de lo alto, no se expresará como el hermano mayor.
Este pasaje nos enseña, en segundo lugar, que la conversión de un alma debe ser motivo de júbilo para todos los que la presencien. Nuestro Señor pone en boca del padre del pródigo estas palabras; » Hacer banquete y holgamos era menester; porque este tu hermano muerto era, y revivió: se había perdido, y es hallado..
La lección que estas palabras encierran fue dirigida primariamente á los escribas y fariseos. Si en su corazón hubiera estos dado albergue á sentimientos verdaderamente religiosos, no hubieran murmurado contra Jesús porque recibía á los pecadores; pues habrían recordado que los publicanos y pecadores más malos eran sus hermanos, y que si diferían en algo de estos, la diferencia provenía de la gracia. Se habrían alegrado de ver esas pobres y descarriadas ovejas volviendo al redil. Más, desgraciadamente, tales sentimientos les eran completamente, ajenos. Cobijados con la confianza en sus propios merecimientos, murmuraban y censuraban en vez de dar gracias á Dios.
Bien haríamos todos en aprovechar esta lección. Nada debiera causarnos tanto júbilo como la conversión de las almas. Ese acontecimiento llena de gozo á los seres celestiales, y debe regocijar a los hombres acá en la tierra. ¿Qué importa que los que se hayan convertido sean personas degradadas? ¡Qué importa que hayan servido á Satanás por muchos años, y hayan gastado su hacienda viviendo perdidamente! Nada, nada. ¿Les ha penetrado la gracia el corazón? ¿Son penitentes sinceros? ¿Han regresado a la casa de su padre? ¿Son criaturas nuevas en Cristo Jesús? ¿Son muertos que han resucitado, y personas perdidas que han sido halladas? He aquí las únicas preguntas que tenemos derecho de hacer. Si las respuestas son satisfactorias debemos regocijarnos.
Demos gracias á Dios cuando un hombre más haya sido salvo, y exclamemos: «Este es mi hermano que muerto era y revivió: se había perdido y es hallado..
¿Qué pensamos nosotros sobre este particular? Esta es al cabo la cuestión que nos toca más de cerca. El hombre que toma gran interés en la política, ó en las recreaciones, ó en los negocios, pero no se cuida de la conversión de las almas, no es cristiano verdadero. Está «muerto» y es necesario que «reviva;» está «perdido» y es necesario que lo «hallen..
Fuente: Los Evangelios Explicados
T154 El participio ἐρχόμενος tiene un sentido temporal (comp. el v. 18): mientras venía.