Comentario de Lucas 1:57 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Se cumplió para Elisabet el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo.

1:57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia (concediendo no solamente que tuviera hijo, sino un hijo ilustre) , se regocijaron con ella. 59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; (Gén 17:12; Lev 12:3; Flp 3:5) y le llamaban con el nombre de su padre, Zechariah; 60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan (esto indica que Zacarías ya había comunicado a su esposa lo que le dijo el ángel) . 61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre (entre los judíos los nombres familiares eran muy importantes, no solamente para honrar a sus padres y antepasados, sino también para registrar con cuidado sus nombres en las tablas genealógicas) . 62 Entonces preguntaron por señas a su padre (esto indica que no solamente estaba mudo, sino también sordo) , cómo le quería llamar. 63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron (tal vez porque los dos estaban de acuerdo en cuanto a un nombre nada usual) . 64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios (v. 68-79) . 65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos (estaban conscientes de la presencia del Señor en el asunto) ; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? (Compárese Jua 1:19, “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?” Y la mano del Señor estaba con él.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Luc 1:13; Luc 2:6, Luc 2:7; Gén 21:2, Gén 21:3; Núm 23:19.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

le llamaban con el nombre de su padre: Era una antigua costumbre darle el nombre de algún miembro de la familia a un recién nacido.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

1:57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia (concediendo no solamente que tuviera hijo, sino un hijo ilustre) , se regocijaron con ella. 59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; (Gén 17:12; Lev 12:3; Flp 3:5) y le llamaban con el nombre de su padre, Zechariah; 60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan (esto indica que Zacarías ya había comunicado a su esposa lo que le dijo el ángel) . 61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre (entre los judíos los nombres familiares eran muy importantes, no solamente para honrar a sus padres y antepasados, sino también para registrar con cuidado sus nombres en las tablas genealógicas) . 62 Entonces preguntaron por señas a su padre (esto indica que no solamente estaba mudo, sino también sordo) , cómo le quería llamar. 63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron (tal vez porque los dos estaban de acuerdo en cuanto a un nombre nada usual) . 64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios (v. 68-79) . 65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos (estaban conscientes de la presencia del Señor en el asunto) ; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? (Compárese Jua 1:19, “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?” Y la mano del Señor estaba con él.

Fuente: Notas Reeves-Partain

SE LLAMARÁ JUAN

Lucas 1:57-66

Cuando se le cumplió el tiempo para dar a luz, Elisabet tuvo un niño. Cuando se enteraron los vecinos y los parientes de la maravilla que Dios había hecho con ella, todos se alegraron mucho. Al octavo día llevaron a circuncidar al niño, y se daba por sentado que se llamaría Zacarías, como su padre. Pero la madre exclamó:

-¡No! Se tiene que llamar Juan.

-No hay nadie en vuestra familia que se llame así -le advirtieron los presentes, sorprendidos.
Entonces le hicieron señas al padre para preguntarle cómo quería que se llamara su hijo. Él pidió una pizarra y escribió: » Se llamará Juan.» Todos se sorprendieron aún más.
Al momento recuperó el uso de la palabra y se puso a alabar a Dios. Los vecinos reaccionaron con un temor reverente, y se corrió la voz de lo sucedido por toda la sierra de Judasa. Los que lo oían ya no lo podían olvidar; y se decían:
-¿Qué llegará a ser este niño? Porque no cabe duda de que Dios ha puesto su mano sobre él.

En Israel, el nacimiento de un niño era una ocasión festiva. Cuando se aproximaba la fecha, se reunían cerca de la casa los amigos y los músicos locales. Y cuando se anunciaba el nacimiento, si era niño, los músicos se ponían a tocar y a cantar, y todo el mundo se congratulaba y se ponía jubiloso. Si era una niña, los músicos se alejaban tristemente y en silencio. Según un dicho: «El nacimiento de un hijo varón produce alegría universal; pero el de una niña, universal tristeza.» Así es que en la casa de Elisabet había doble motivo de gozo: por fin había tenido un niño, y era varón.
A los ocho días de nacer se circuncidaba y se ponía nombre a los niños. A las chicas se les podía poner nombre en cualquier momento durante su primer mes de vida.
En Israel, los nombres eran descriptivos. Algunas veces recordaban algún detalle de su nacimiento, como en el caso de Esaú y Jacob Ge 25:25-26 ). Otras veces describían al bebé: Labán, por ejemplo, quiere decir blanco o rubio. A veces se le ponía el nombre del padre. A menudo el nombre describía la alegría de los padres: Samuel y Saúl, por ejemplo, querían decir pedido (a Dios). Otras veces el nombre era un testimonio de la fe de los padres: Elías, por ejemplo, quiere decir Jehová es mi Dios; en tiempos de culto a Baal, los padres de Elías confesaban su fe en el Dios verdadero.

Elisabet, para sorpresa de los presentes, dijo que su hijo se tenía que llamar Juan, y Zacarías también manifestó el mismo deseo. Juan es la forma breve de Yehojanán, que quiere decir regalo de Jehová, o Jehová es misericordioso. Era el nombre que Dios había dicho que se le pusiera al niño, y que describía la gratitud de los padres por tan precioso y ya inesperado regalo de Dios.

Todos los conocidos y los que se enteraban del maravilloso suceso se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?» Y es que cada niño es un racimo de posibilidades. Había un antiguo maestro latino que siempre hacía una profunda reverencia ante la clase antes de empezar la lección. Cuando le preguntaban por qué, él contestaba: «Porque nunca se sabe lo que uno de estos chavales va a llegar a ser.» El nacimiento de un niño en una familia representa dos cosas. La primera, es el más grande privilegio que se puede conceder a un hombre y a una mujer; algo por lo que hay que dar gracias a Dios. Segunda, es una de las más altas responsabilidades de la vida, porque ese niño es un racimo de posibilidades, y depende de los padres y de los maestros el que esas posibilidades se hagan o no realidad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Nacimiento de Juan

Los vecinos de Elisabet se deben haber gozado simplemente porque ella había tenido un hijo a pesar de su previa esterilidad. El octavo día era el señalado para la ceremonia judía de la circuncisión (Lev. 12:3). No es lo usual que se asociara ese día con el acto de poner nombre al niño, ya que éstos eran puestos normalmente al nacer, pero la vinculación dio ocasión para la ceremonia pública en la cual los presentes fueron sorprendidos de que el niño no recibiera el nombre de su padre, sino que se le llamara Juan. Una sorpresa siguió a otra cuando el padre mudo confirmó la elección. (No es probable que se trate de un arreglo milagroso; lo más probable es que se hubiera comunicado previamente con Elisabet por señas o por escrito.) Entonces recuperó el habla y alabó a Dios.

El cántico profético de Zacarías, conocido como Benedictus (palabra latina que significa “alabado”, “bendito”) es similar al de María en sus sentimientos en general y en su estilo heb. Como el de ella, emplea lenguaje judío basado en el AT para expresar cómo Dios es digno de alabanza porque ha actuado de acuerdo con sus promesas de librar a su pue blo con la venida de un descendiente de David. De ese modo, Zacarías es presentado como alguien que conocía el inminente nacimiento del Mesías. Se refiere a las profecías hechas a Abraham (Gén. 22:16-18; 26:3). Debe entenderse que el Sal. 105:9-11 significa que Dios hará posible que su pueblo le sirva con una vida santa y justa.

Luego, en los vv. 76-79, el cántico cambia de forma y se convierte en un mensaje al recién nacido, quien actuará como profeta y preparará el camino del Señor (cf. Isa. 40:3; Mal. 3:1) asegurando al pueblo el perdón de los pecados (77). Señor es una expresión ambigua; puede referirse al mismo Dios (como en 1:46, 68) o a Jesús (como en 1:43). A causa de la entrañable misericordia de nuestro Dios (78) corresponde al conocimiento de salvación en el v. 77. La salvación es espiritual, aunque los vv. 71 y 74 señalan hacia la salvación final de Dios que incluirá la destrucción de los enemigos de su pueblo.

La luz de la aurora (78) es una alusión a Mal. 4:2 (cf. Núm. 24:17), pero la frase (anatole en gr.) puede ser una traducción de la palabra heb. “retoño” o “rama” (que en Zac. 3:8; 6:12 es un título del Mesías y no de Juan). No es claro si el v. 79 debe ser relacionado con el 77 (indicando lo que haría Juan ) o al v. 78 (indicando lo que haría el Mesías).

La historia del nacimiento de Juan se completa con una breve nota sobre su crianza (cf. 2:40, 52) y su período en el desierto. Se mantuvo fuera de escena hasta que el relato del nacimiento de Jesús estuviera completo. Hay algunas similitudes entre el estilo de vida y enseñanza de Juan y los de los de la secta judía en el desierto o cerca de Qumrán. Llevaban una vida ascética, se bañaban regularmente como ritual religioso y esperaban la salvación venidera de parte de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

Otro himno de alabanza llama nuestra atención en estos versículos. Hemos leído la acción de gracias de María, la madre de nuestro Señor. Leamos ahora la acción de gracias de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Hemos oído qué alabanzas salieron de los labios de la Virgen de Judá, con motivo de la primera venida de Cristo. Oigamos ahora que alabanza pronunció con el mismo motivo un sacerdote anciano.
Debemos notar en primer lugar la profunda gratitud del corazón de un judío creyente al columbrar la aparición del Mesías. La primera palabra que sale de la boca de Zacarías, tan pronto como le vuelve el habla, es de alabanza. Principia con la misma expresión con que S. Pablo principia algunas de sus epístolas: » Bendito el Señor..
En nuestros días con dificultad podemos comprender la intensidad de los sentimientos de ese hombre virtuoso. Debemos colocarnos en su lugar mentalmente, imaginarnos ver el cumplimiento de la promesa más antigua del Antiguo Testamento–la promesa de un Salvador, y que contemplamos verificarse delante de nosotros el cumplimiento de esta promesa. Debemos procurar comprender cuan oscura é imperfecta era la idea que los hombres tenían del Evangelio antes de la venida de Cristo, y cuando los símbolos y los tipos no habían aun desaparecido. De esta manera tal vez podemos formarnos alguna idea de lo que sintió Zacarías cuando exclamó: «Bendito el Señor..
Hay razón para, temer que los cristianos, por lo general, no sabemos estimar en su debido valor el inmenso privilegio de vivir bajo la luz del Evangelio. Quizá olvidamos que los estatutos del sistema Judaico eran apenas el crepúsculo del día que iba á amanecer. No cerremos los ojos ante los favores que se nos han concedido. Sigamos el ejemplo de Zacarías y seamos más agradecidos Debemos notar, en segundo lugar, en este himno de alabanza, cuanta importancia da Zacarías al cumplimiento de las promesas de Dice que Dios » visitó é hizo redención á su pueblo «–habla de ello al estilo de los profetas como cosa ya ejecutada; porque su verificación es segura. Continúa proclamando por medio de quien se ha de llevar á cabo esta redención–por medio de «un cuerno de salvación «–un Salvador poderoso de la casa de David. Y después añade, que todo está hecho » como El habló por boca de sus santos profetas–para cumplir la misericordia prometida–acordándose de su santo concierto–del juramento que juró á Abraham nuestro Padre.
Es claro que las almas de los creyentes del Antiguo Testamento, se alimentaban mucho de las promesas de Dios. Estaban obligados á «caminar» por la fe mucho más que nosotros. Nada sabían de los grandes hechos que nosotros conocemos, concernientes á la vida, muerte y resurrección de Cristo. Divisaban la redención en el porvenir como cosa esperada, no vista–y el único apoyo de su esperanza era la palabra de Dios. Su fe bien puede ruborizarnos, muy lejos de tener en menos á los creyentes del Antiguo Testamento, como algunos se inclinan á hacerlo, debemos admirarnos de que fueran lo que fueron.
Aprendamos á confiar en las promesas y á asirnos de ellas como lo hizo Zacarías. No dudemos que toda promesa de Dios hecha á su pueblo con referencia á los acontecimientos futuros, se cumplirán con tanta segundad, como toda palabra ya cumplida en los sucesos pasados. La promesa hace infalible el cumplimiento. El mundo, la carne y el demonio, jamás prevalecerán contra ninguno de los creyentes. Su absolución en el último día está asegurada con promesa. No serán condenados, antes bien se les presentará inmaculados ante el trono del Padre. Su gloria final está también asegurada con promesa. Es tan seguro que su Salvador vendrá la segunda vez á congregar á Sus santos y darles la corona de rectitud, como lo es que vino la primera. Fiémonos firmemente de estas promesas. Jamás resultarán ser falsas. Dios nunca olvida su palabra. él no es hombre para mentir. En cada promesa hay un sello que nunca vio Zacarías: el de la sangre de Cristo que nos garantiza que lo que Dios ha prometido se cumplirá.
En tercer lugar, debemos notar en este himno qué ideas tan claras tenia Zacarías respecto del reino de Cristo. él habla de «salvación de manos de los enemigos,» como si pensase en un reino temporal, y en un libertador temporal que pusiese término al dominio gentil. Más no se detiene en este punto. Afirma que el del Mesías es un reino en que su pueblo ha de «servirle sin temor, en santidad y justicia delante de él.» Este reino, aseguró él, estaba próximo. Los profetas habían predicho hacia mucho tiempo que se establecería algún día. En el nacimiento de su hijo Juan el Bautista, y el advenimiento cercano de Cristo, Zacarías veía con certeza la proximidad del reino.
Con la predicación del Evangelio se fundaron las bases de este reino del Mesías. Desde entonces el Señor Jesús ha estado incesantemente reuniendo súbditos de un mundo depravado. El complemento total del reino es un acontecimiento aún por venir. Los santos del Altísimo tendrán algún día dominio absoluto. El reino del Evangelio aún ha de extenderse por toda la tierra. Mas ya sea en su estado completo ó no, los súbditos del reino son siempre del mismo carácter: «Sirven á Dios sin temor;» sirven á Dios «con santidad y justicia..
Hagamos cuanto esté á nuestro alcance para pertenecer al número de los súbditos de este reino. Pequeño como parece ahora, un día vendrá á ser grande y glorioso. Los hombres que han servido á Dios con «santidad y justicia» verán algún día que todo les será sometido. Bajo sus plantas serán puestos todos los enemigos, y reinarán para siempre en ese cielo y en esa tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
Finalmente, debemos notar cuan claras eran las ideas que respecto de las doctrinas de la religión tenia Zacarías. Concluye su himno de alabanza dirigiéndose á su hijo recién nacido, Juan Bautista. Predice que el niño «irá delante de la faz» del Mesías, y «dando ciencia de salvación,»de una salvación que El (el Mesías) está al introducir–salvación que es toda de gracia y misericordia–y que trae consigo, «perdón de los pecados,» «luz,» y «paz..
Concluyamos el capítulo examinando lo que sabemos de estos tres bienes. ¿Sabemos algo del perdón? ¿Hemos tornado de las tinieblas á la luz? ¿Hemos gustado el gozo de la paz con Dios? Estas, en fin, son las realidades del Cristianismo. Estas son las cosas, sin las cuales la unión con la iglesia y los sacramentos no pueden salvar una sola alma. No estemos tranquilos hasta que por experiencia propia nos sean conocidas. La misericordia y la gracia las han preparado. La misericordia y la gracia las concederán á todos los que las imploren en nombre de Cristo. No estemos tranquilos hasta que el Espíritu Santo testifique á nuestro espíritu que nuestros pecados han sido perdonados–que hemos posado de las tinieblas á la luz, y que actualmente caminamos en el camino estrecho, en el camino de la paz.

Fuente: Los Evangelios Explicados

B400 Τοῦ τεκεῖν tiene un uso apositivo con referencia a χρόνος: el tiempo del alumbramiento.

BD472(2) Aquí Ἐλισάβετ se coloca adelante en la oración para expresar énfasis.

H417 Los vv. 57 y sigs., pueden citarse como ilustración del estilo semítico en la narrativa, tanto por la posición del verbo como por la vinculación de las cláusulas paralelas con καί.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego