Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
16:1 Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. — El hombre rico acusa a su mayordomo de ser disipador, y el mayordomo no dice nada. Obviamente el amo tenía razón. La palabra traducida “disipador” se traduce “desperdició” en Luc 15:13; por esta causa el hijo menor se llama “hijo pródigo”. ¿Qué habría pensado Judas Iscariote al escuchar esta parábola? (Jua 12:6). “Todo hombre que se apodera de los bienes que le son prestados, los hace servir a su egoísmo, a su orgullo, a sus placeres, olvidándose de Aquel que es el verdadero propietario, disipa lo que le ha sido confiado para un fin enteramente diferente” (B-S). El ser mayordomo de los talentos y habilidades que Dios nos da requiere servicio fiel. 1Pe 4:10-11; Rom 12:6-8; 1Co 12:14-22. Sin embargo, la mayordomía de este texto tiene que ver con los bienes materiales.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Había un hombre rico. Mat 18:23, Mat 18:24; Mat 25:14.
tenía un mayordomo. Luc 8:3; Luc 12:42; Gén 15:2; Gén 43:19; 1Cr 28:1; 1Co 4:1, 1Co 4:2; Tit 1:7; 1Pe 4:10.
como disipador de sus bienes. Luc 16:19; Luc 15:13, Luc 15:30; Luc 19:20; Pro 18:9; Ose 2:8; Stg 4:3.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La parábola del mayordomo injusto, Luc 16:1-13.
Jesús reprueba la hipocresía de los fariseos avaros, Luc 16:14-18.
La parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro, Luc 16:19-31.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Un mayordomo era un sirviente que supervisaba y administraba una propiedad. Aquí se culpa al mayordomo de incompetencia.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capitulo 16.
Parábola del administrador astuto, 16:1-9.
1 Decía a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de disiparle la hacienda. 2 Llamóle y le dijo: ¿Qué es lo que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir de mayordomo. 3 Y se dijo para sí el mayordomo: ¿Qué haré, pues mi amo me quita la mayordomía? Cavar no puedo, mendigar me da vergüenza. 4 Ya sé lo que he de hacer para que, cuando me destituya de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5 Llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6 El dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu caución, siéntate al instante y escribe cincuenta. 7 Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? El dijo: Cien coros de trigo. Díjole: Toma tu caución y escribe ochenta. 8 El amo alabó al mayordomo infiel de haber obrado sagazmente, pues los hijos de este siglo son más avisados en el trato con los suyos que los hijos de la luz. 9 Y yo os digo: Con las riquezas injustas haceos amigos, para que, cuando éstas falten, os reciban en los eternos tabernáculos.
Propia de Lc. El género de esta narración es parabólico. Algunos habían pensado en una alegoría, por razón de algunos detalles irreales, impropios de la naturaleza de una parábola. Esta suele ser una narración ficticia, pero hecha con elementos del mundo natural, verosímiles, ordinarios. Aquí extraña el fraude propuesto y el buscar amigos para el futuro. Esto dio lugar en la antigüedad a querer alegorizarla y hasta llegar a ver en su interpretación un enigma 1. Sin embargo, como método pedagógico, en la estructura de las parábolas puede haber elementos irreales, sin que exijan una interpretación alegórica, ya que se los utiliza para acusar más el relieve de la doctrina que trata de exponerse. Como aquí.
La trama es sencilla. Un administrador infiel va a ser destituido. Con ello, su fama y porvenir se hunden. La narración no resalta otros detalles intermedios, que podían suponerse; pero son elementos que no interesan a la finalidad propuesta. Este hombre, antes de ir a su dueño a rendir cuentas, se previene para el futuro, haciendo favores con fraude, ya que debe ser hombre débil que no puede ponerse a trabajar, y el mendigar le avergüenza: les rebaja en las cuentas parte de lo que debían.
El “bato,” medida judía de líquidos (bath), era equivalente a unos 38 litros; el “coro” responde al hebreo kor, y equivalía a unos 388 litros 2.
Esto representaba lo siguiente: los 100 batos era el producto aproximado de 150 olivos; y la otra de los coros, unos 40.000 litros, era la producción aproximada de unas 40 hectáreas de terreno. La ley sobre la usura prohibía exigir a los judíos interés por préstamos de cualquier clase (cf. Exo 22:25; Lev 25:36; Deu 23:19ss), pero siempre se había encontrado medio de evitar esta ley. Se decía que se daba para defender al adquisidor de ser estafado. Pero se interpretaba que si no tenía urgencia y tenía bienes se podía hacer una ganancia. Concretamente, se justificaba esto con el aceite y el trigo. Puesto que el deudor siempre tendría aceite para encender una lámpara o trigo para un pastel. “Por eso se ha escogido a este propósito en la parábola el aceite y el trigo” (W. J. Harrington). El interés por estos préstamos variaba mucho; sobre el trigo era un 25 por 100; pero sobre el aceite de oliva, que se podía mezclar con otros aceites, podía llegar al 100 por 100. Y no había contrato ni testigo (Derret, o. abajo c., p.216).
Cuando el amo se enteró de esta astucia final de su mayordomo, alabó al mayordomo infiel por haber obrado hábilmente.
Y Cristo saca explícitamente la lección: “los hijos de este siglo son más avisados en el trato con los suyos que los hijos de la luz” para sus obras religiosas. Esta es la doctrina e intento directo: la necesidad de esmerarse sumamente en lograr el mayor provecho en la vida d.el Reino. Al menos en la redacción “cristiana” de Lc.
Y la aplicación se hace a un caso concreto: el saber administrar las riquezas, los bienes materiales, de tal manera que traigan gran provecho en el Reino: probablemente alude de una manera específica a la limosna, ya que el tema es de riquezas.
La frase “con las riquezas injustas haceos amigos” no justifica el robo, sino que, aludiéndose a la parábola que acaba de exponerse, y sabiendo que había de suponerse lo que era elemental suponer, se dice que las riquezas que se tengan se las administre esmeradamente para la vida eterna. Además, “riquezas injustas” es una frase del A.T. que significa “riquezas terrenas” (Eco 5:10). La palabra usada “mamona” es versión griega del arameo mamona, que significa “riqueza.”
Literariamente se presenta con una doble modalidad: una es ahora “haceos amigos,” que aquí son los pobres socorridos, que serán los que después intervendrán ante Dios, máxime cuando al hacer esto se hace al mismo Cristo (Mat 25:40). Rabí ben David decía del pobre y el rico que ambos se necesitan: “Los ricos auxilian a los pobres en este mundo con sus riquezas; y los pobres, a los ricos en el mundo venidero.” 3 La otra finalidad, definitiva, es lograr que os “reciban en los eternos tabernáculos,” expresión que es sinónima de cielo, y que se encuentra citada en el apócrifo apocalíptico Testamento de Abraham 4.
La expresión “hijos del siglo” (v.8) encuentra formas semejantes en Qumrán para designar los buenos y los malos (1QS 1:9; 2:16; 3:13.24; 1QM 1:1.3.9).
J. Jeremías piensa que, originariamente, se pueda aludir con ella a algún hecho reciente que indignó a la población, y que Cristo lo utiliza como una parábola de “crisis” por la actitud farisea ante el reino. Siquiera – como el mayordomo ante su catástrofe – que aprendan a no desperdiciar la última oportunidad.
Apéndices parabólicos sobre las riquezas, 16:10-13.
10 El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho: y el que en lo poco es infiel, también es infiel en lo mucho. 11 Si vosotros, pues, no sois fieles en las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas? 12 Y si en lo ajeno no sois fieles, ¿quién os dará lo vuestro? 13 Ningún criado puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Estos versículos siguientes son un apéndice a la parábola, colocados aquí por Lc por razón del tema común y de la palabra “riquezas.” Se discute si, literariamente, este apéndice comienza en el v.10 o ya comienza en el v.9. Pues parece que el v.8 sea término natural y que incluye ya la finalidad de la parábola. Pero el v.9 puede ser una confirmación explícita de Cristo. Mientras que, si se lo supone comienzo absoluto de este apéndice, se justificaría mal este logion como comienzo. Literariamente, este apéndice es una serie de advertencias a los “discípulos” (v.l). Pero en la proyección real de Lc probablemente tiene una perspectiva más universalista 5. Sigue el tema lucano de los “discípulos” cristianos.
v.10 Está basado en una forma proverbial: el que no es fiel en lo poco, menos lo será en la custodia de una riqueza mayor. Y viceversa.
v.11. Si no se es fiel en las “riquezas injustas,” no se le confiarán las “verdaderas.” Las “riquezas injustas,” si aquí está sugerido por la expresión de la parábola anterior, es frase, de suyo, independiente y anterior a este momento literario (Eco 5:10) y se refiere a las riquezas terrenas. Al que no es fiel en las riquezas terrenas, ¿quién confiará a éste “las riquezas verdaderas,” que son los bienes espirituales? Esa “fidelidad” que se requiere en los bienes materiales en el discípulo de Cristo supone ya en el mismo el buen uso y desprendimiento de ellos. A esta actitud se le darán, sin duda, en abundancia los bienes espirituales que ha de fructificar.
v.12. Y “si en lo ajeno no sois fíeles, ¿quién os dará lo vuestro?” Con la expresión de falta de fidelidad “en lo ajeno” alude, en este contexto, al administrador infiel. Las riquezas que se tienen aquí abajo no son absoluta posesión del ser humano. Este es administrador de esos bienes de Dios. Debe, pues, serle fiel en ellos. Así recibirá los “propios,” que, en este contexto, por la contraposición establecida, parecen referirse a dones espirituales que Dios, a cambio de esa fidelidad requerida como actitud, conceda en abundancia al discípulo.
v.13. Los pensamientos de este versículo, que es la expresión parabólica y confirmativa de lo anterior, se encuentran completos y aislados en otro contexto de Mt (Eco 6:24). En ellos se pone la tesis y se da la razón de no poderse servir a dos señores: a Dios y a las riquezas. Naturalmente, entendido en el sentido de un apego total a ellas o en una adquisición o uso reprobable de las mismas. Está expresado con extremismo hiperbólico. Al narrador oriental le agrada la exageración; como Cristo hace en dos ocasiones 5.
Reprensión a los fariseos,Eco 16:14-18.
14 Oían estas cosas los fariseos, que son avaros, y se mofaban de El. 15 Y les dijo: Vosotros pretendéis pasar por justos ante los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es para los hombres estimable, es abominable ante Dios. 16 La Ley y los Profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia el Reino de Dios, y cada cual ha de esforzarse para entrar en él. 17 Pero es más fácil que pasen el cielo y la tierra que el faltar un solo ápice de la Ley. 18 Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera, y el que se casa con la repudiada por el marido, comete adulterio.
Los fariseos oyeron “estas cosas” y se mofaban de El, porque son “avaros.” Incluso en documentos extrabíblicos se les acusa de avaricia 6. En el A.T. se prometían premios temporales a las buenas obras. Los fariseos presumían de justos ante los seres humanos e incluso querían ostentar sus riquezas como premio de Dios. Pero, aparte de lo que pudiese haber de robo en su adquisición, si ante los hombres sencillos podían hacer pensar esto, no ante el juicio de Dios, que veía sus corazones.
Ni esa pretendida bendición del A.T. tiene ya validez. Esa obra pasó; llega hasta Juan, que presenta al Mesías; y va a regir ya la Ley más perfecta del reino. Y para ser “justos,” lo más elemental es ingresar en él; no negarse al ingreso, como ellos. Y esto exige “esfuerzos,” no el privilegio de las riquezas. (En Mat 11:12ss) esto tiene un contexto distinto.
El v.16, como se vio en Mt, es difícil. El verbo βιάζω puede ser forma pasiva: “el reino de los cielos padece violencia.” O ser voz media: “todos entran a la fuerza.” Se sugiere otra forma: las acciones “escatológicas” de Dios en Cristo han desatado, como una tempestad, que “se está abriendo paso” hasta irrumpir toda zona humana.
No obstante haber caducado en muchas cosas el A.T., todo se ha de cumplir, la permanencia sustantiva de ambas leyes no cambia (v.17; cf. Mat 5:17-19).
Probablemente evocado también aquí por esta moral, idéntica, pero que en determinadas cuestiones pudo tener dispensa, o aspectos temporales, se cita aquí, como un modelo más de esta nueva Ley, antigua a su vez, la indisolubilidad del matrimonio: lo fue ya en su institución, pero se “permitió” su disolución temporalmente; ahora, con la venida de la moral del reino, se restituye esta ley moral a su pureza primitiva (Mat 19:3-9; par.).
Varias de estas sentencias aparecen citadas aisladamente en contextos distintos (Mat 5:18-32; Mat 11:12). Es un marco artificial en el que Lc coloca estas sentencias del Señor, por la oportunidad que les presta este tema de la riqueza para hacer ver la actitud de los fariseos frente a la riqueza y la Nueva Ley. Aparte de una cierta “concatenación semita” basada en la palabra ley 6 o su concepto (v. 18).
Parábola del rico y el pobre Lázaro,Mat 16:19-31.
19 Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino y celebraba cada día espléndidos banquetes. 20 Un pobre, de nombre Lázaro, estaba echado en su portal, cubierto de úlceras, 21 y deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico; hasta los perros venían a lamerle las úlceras. 22 Sucedió, pues, que murió el pobre, y fue llevado por los ángeles al Seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 En el hades, en medio de los tormentos, levantó sus ojos y vio a Abraham desde lejos y a Lázaro en su seno. 24 Y, gritando, dijo: Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que, con la punta del dedo mojada en agua, refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. 25 Dijo Abraham: Hijo, acuérdate de que recibiste ya tus bienes en vida y Lázaro recibió males, y ahora él es aquí consolado y tú eres atormentado. 26 Además, entre nosotros y vosotros hay un gran abismo, de manera que los que quieran atravesar de aquí a vosotros, no pueden, ni tampoco pasar de ahí a nosotros. 27 Y dijo: Te ruego, padre, que siquiera le envíes a casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan también ellos a este lugar de tormento. 29 Y dijo Abraham: Tienen a Moisés y a los profetas; escúchenlos. 30 El dijo: No, padre Abraham; pero, si alguno de los muertos fuese a ellos, harían penitencia. 31 Y les dijo: Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se dejarán persuadir si un muerto resucita.
El tema de la “riqueza” lleva a Lc a insertar aquí la parábola del rico y de Lázaro el pobre. Es exclusiva de Lc.
Se trata de una versión libre de un cuento egipcio, traído a Palestina por judíos de Alejandría, donde era muy apreciado. Parece por un análisis comparativo que Cristo lo utiliza 7.
La descripción es minuciosa, con algunos elementos irreales (v.20-24), destacados por el autor para mejor lograr la finalidad del tema. El relato es una parábola de “dos vértices” (J. Jeremías). La finalidad de la misma está expresada por el contraste de dos personas: un pobre y un rico con dos suertes distintas: el rico aquí goza y después pena, y, en cambio, el pobre, aquí sufre y después tiene su felicidad; el otro “vértice” es el rechazo de la súplica del rico y urgencia de la conversión oyendo a los profetas. Así presentada la finalidad de la parábola, caben dos hipótesis: 1) ¿Se trata de expresar sólo la posibilidad de que el rico puede condenarse, puesto que las riquezas no garantizan la salvación – como podría pensarse en la mentalidad del A.T. – , suponiéndolas premio a una recta conducta, v.gr., los fariseos, mientras que los pobres, que aparecen, sin esta interpretación material de la Ley, como no bendecidos por Dios, pueden salvarse? 2) ¿O se trata del hecho de un mal uso de las riquezas, por lo que se condenan, mientras que el pobre, por ser pobre religioso (‘ani), sometido en todo a la voluntad de Dios, se salva?
En la parábola no se habla de sola posibilidad; se trata de un hecho: una condena y una salvación. Pero esto supone un uso malo de las riquezas, ya que éstas, de suyo, ni son buenas ni malas; todo depende del uso que se haga de ellas. Igualmente, la pobreza ni es buena ni es mala; depende de la actitud religiosa que se tenga ante ella. Por eso, en esta parábola no se habla sólo de la posibilidad de que en el otro mundo se cambie la suerte de ricos y pobres, valorado esto en la mentalidad del A.T., sino que esta posibilidad se ve, porque se expone como un hecho este mal uso de las riquezas y la resignación religiosa ante la pobreza. Esta parábola es el más bello comentario a las palabras del Señor: “¡Bienaventurados los pobres!” (Luc 6:20). Pero también aparece otro elemento doctrinal de gran valía: insistir en el valor del testimonio de Moisés y los profetas (v.31), sobre el valor y existencia de suertes distintas en el sheol. En el aspecto de la existencia de la otra vida, iría especialmente contra los saduceos.
v.20. El nombre de Lázaro es abreviatura de Eleazar = Dios ayuda. Tardíamente, en algunos manuscritos y versiones, se da al rico los nombres de “Nínive” o “Fincas.”
v.22. El “seno de Abraham” expresa en la literatura extrabíblica, más que el lugar donde estaban las almas de los justos, el estado de afección en que estarán con el padre de los creyentes 7. A él fue llevado por los ángeles. En la literatura rabínica se dice en diversos pasajes que al paraíso no se va si no es llevado por los ángeles 8.
v.23. El rico fue “sepultado.” La lectura: “sepultus est in inferno” de la Vulgata no es exacta. “En el infierno” levanta él los ojos y ve a Abraham. Es el sheol, en esta época infierno de los condenados, que Lc traduce para sus lectores por el término hades. En la literatura extrabíblica se habla de estos lugares como estados próximos, por lo que pueden verse; lo que aumenta más el sufrir de los condenados (4 Esd 7:85-93; cf. Henoc 9:13). Es lo que reflejan los elementos descriptivos de esta parábola.
v.26. Estas regiones son infranqueables. Hay entre ellas un “gran abismo.” No pueden ir de un lugar a otro. Es la eternidad de destinos (cf. v.23).
v.27-31. El “rico” condenado – la parábola desea extender su doctrina – pide a Abraham, que preside la mansión de los justos, judíos, que envíe a Lázaro a sus hermanos para que se corrijan y no vayan al infierno. Pero la respuesta es negativa: tienen a “Moisés y a los profetas,” que oyen en las sinagogas; con ellos saben lo que han de hacer para no venir al infierno. Un texto de Is (58:7) le decía concretamente lo que debía hacer en este caso; como, en general, los profetas. Tampoco harían caso a un muerto que les fuese a avisar. ¿No pensarían en un fantasma? ¿Qué pensaron tantos ante la resurrección de Cristo? Es que, en el fondo, no es cuestión de avisos extraordinarios, sino de la recta actitud moral para ello. Si ésta existe, basta, pues entonces ellos creen en lo que Dios dice para salvarse por “Moisés y los profetas.” 9
Se piensa que se trate originariamente de una parábola de “crisis” ante el problema inminente del reino. El acento, al menos en el “segundo punto culminante” de la parábola (v.27-31), sería {^urgencia por que los “seis hermanos” del rico tomen posición de ingreso en el reino. La aplicación “moralizante” a la hora cristiana era igualmente oportuna.
1 Vosté, Parabolae. P.718. 2 Vosté, O.C., P.724; Barrois, La Métrologie Dans La Bible: Rev. Bib. (1931) 432-433; J. Jeremías, O.C., P.220-222, Donde Se Valoran Muchos Detalles Ambientales; Cf. P. Gaechter, En Cbq (1950) P.121-131; J. D. M. Derrett, En Nts (1960-61) P.198-219. 3 Citado En Vosté, O.C., P.728. 4 Vosté, Parabalae. Ii P.718-737; Kramer, Adparabolam De Villico Iniquo: Verb. Dom. (1960) 278-291; G. Paul, The Unjust Steward And The Interpretation Of Luc 16:9, Theology (London 1958) 189-193; T. G. Jallaxd, A Note On Luc 16:1-9 : Stud. Evang. (1959) 503-505; F. Maass, Das Gleichnis Vom Ungerechten Haushalter, Luc 16:1-8 : T. Viat (1961) 173-184; R. R. Caemmerer, Investment For Eternity. A Study Of Luc 16:1-13; Contm (1963) 69-76; P. Gaechter, Die Parabel Vom Ungetreuen Verwauer (Luc 16:1-8 : Orientierung (1963) 149ss; P. Blgo, La Richesse Comme Intendance Dans Révangile. A Propos De Lúe 16:1-9: Nouv. Rev. Théol. (1965) 267-271. 5 Descamps, La Composüion Litteraire Du Lúe 16:9-13: Nov. Tesl. (1956) Ρ Hí-Vl 5 J. Jeremías, Parábolas. P.57-60. 6 Rev. Bib. (1912) P.220. 6 A. A. Balocco, Delleventuak Concatenazione Di Tre Versetti Del Vangelo Di S. Lucca (16:16-18): Riv. Larral. (1960) 126-150; J. A. Fltzmyer, En Cbq (1962) P.175-177; H. J. Cadbury, En Jbl (1962) P.339-402; K. Grobel, En Nts (1963-64) P.373-382. 7 Schnackenburg, Reino Y Remado De Dios (1967) P.124-128; Strack-B., Kom-Mentar. II P.225-227; Frey, Rev. Bib. (1932) 100-103. 7 Cf. J. Jeremías, Die Gleichnisse., P.223; Cf. P.222-227. 8 Strack-B., Kommentar. Ii P.223-225; F. Planas, En El Seno De Abraham (Lúe. 16:23): Cult. Bíbl. (1958) 148-152; Cf. Im. Dnt, 3, 825-826. 9 Vosté, Parabolae. Ii P.738-762; Maréchal, évang. S. St. Lúe (1946) P.201-203; Buzy, Les Parábales (1932) P.382ss; Papyrus Bodmer, De Lucas (P75); J. D. M. Oerkett,Freshlightonlkl6.: N.T. Studies (Cambridge 1960) 364-380;]. Canti-Nat, Le Mauvais Riche Et Lazare (Luc 16:19-31; Luc 16:1962) 19-26.
Fuente: Biblia Comentada
mayordomo. Un mayordomo era un siervo de confianza, por lo general una persona que hubiera nacido dentro del hogar y que se designaba como gerente administrativo para la distribución de tareas y suministros propios del hogar. Estaba encargado de dar alimento a todos los demás siervos, así que manejaba los recursos de su señor para el bienestar de los demás. Actuaba como un agente que representaba a su señor y tenía autoridad plena para realizar transacciones y ejecutar negocios en nombre del señor. disipador de sus bienes. Su despilfarro y prodigalidad es el hilo que conecta esta parábola con la anterior. Como el hijo menor en la parábola anterior, este mayordomo era culpable de malgastar los recursos que tenía a su disposición. A diferencia del hijo pródigo, no obstante, tuvo la astucia necesaria para asegurarse de que su disipación no lo dejara sin amigos y garantías para el futuro.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
16:1 Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. – El hombre rico acusa a su mayordomo de ser disipador, y el mayordomo no dice nada. Obviamente el amo tenía razón. La palabra traducida “disipador” se traduce “desperdició” en Luc 15:13; por esta causa el hijo menor se llama “hijo pródigo”. ¿Qué habría pensado Judas Iscariote al escuchar esta parábola? (Jua 12:6). “Todo hombre que se apodera de los bienes que le son prestados, los hace servir a su egoísmo, a su orgullo, a sus placeres, olvidándose de Aquel que es el verdadero propietario, disipa lo que le ha sido confiado para un fin enteramente diferente” (B-S).
El ser mayordomo de los talentos y habilidades que Dios nos da requiere servicio fiel. 1Pe 4:10-11; Rom 12:6-8; 1Co 12:14-22. Sin embargo, la mayordomía de este texto tiene que ver con los bienes materiales.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL EJEMPLO DE UN HOMBRE MALO
Lucas 16:1-13
Jesús les contó también a sus discípulos: «Érase una vez un hombre muy rico, al que hicieron saber que el administrador que tenía al frente de su hacienda le estaba defraudando. El hombre hizo comparecer al administrador, y le dijo tajantemente:
-¿Qué es lo que me dicen que estás haciendo conmigo? ¡Presenta todas las cuentas! ¡Quedas despedido!
-¿Que voy a hacer yo ahora que mi jefe me ha despedido? -se dijo el administrador para sus adentros-. No puedo ponerme a cavar; y sería una vergüenza tener que pedir limosna. ¡Ya sé lo que haré para encontrar otro empleo cuando se me termine este chollo!
Y dicho y hecho: se puso a llamar a los deudores de su amo uno por uno.
-¿Tú cuánto le debes a mi amo? -le preguntó al primero.
-Yo mil arrobas de aceite -contestó el deudor.
Pues, venga: toma tu recibo, siéntate ahora mismo a la mesa, y haz otro recibo en el que ponga «quinientas».
Luego llegó otro, y el administrador le dijo:
-Y tú, ¿cuánto debes?
-Cien quintales de trigo -contestó el deudor.
-Pues, venga: toma tu recibo y haz otro por «ochenta».
Cuando el amo descubrió lo que había hecho el tramposo de su administrador, tuvo que reconocer que por lo menos había tenido vista.
Y es que -siguió diciéndoles Jesús-, por lo que se refiere al trato con sus semejantes, los «mundanos» son más inteligentes que los «espirituales». Lo que quiero deciros es que uséis los bienes de este mundo para ganar amigos; para que, cuando os fallen aquéllos, éstos os acojan en las moradas eternas. El que es de confianza en lo que no tiene gran importancia, también lo es en lo que la tiene; y el que hace trampas en el juego, también las hace en los negocios. Si no habéis sido fieles en las cosas de este mundo, ¿cómo se os va a confiar lo que vale de veras? Y si no habéis sido honrados cuando se trataba de lo de los demás, ¿cómo vais a esperar que se os reconozcan vuestros derechos? No hay siervo que pueda servir a dos señores; porque siempre querrá más a uno que a otro, o respetará más a uno que a otro. Por eso no se puede servir al mismo tiempo a Dios y a los negocios de este mundo.»
No es fácil interpretar esta parábola. Nos presenta un ejemplo de la picaresca que se puede encontrar en la vida real aún más que en la literatura.
El administrador era un pícaro. No sabemos si era un esclavo o un empleado; pero el caso es que estaba a cargo de la administración de las propiedades de su amo o patrono. En Palestina había muchos terratenientes que vivían lejos de sus tierras. Es probable que el amo fuera uno de ellos, por lo que le había encargado a otro la administración de sus fincas, y este había emprendido una carrera de desfalcos.
Los deudores no eran menos pícaros. Parece que eran arrendatarios, y lo que debían era la renta que pagaban en especie, la parte proporcional que hubieran acordado de las cosechas. El administrador sabía que había perdido el empleo; y entonces se le ocurrió una gran idea: falsificar las cuentas de los deudores, de acuerdo con ellos, para que la deuda fuera menor. Esto produciría dos efectos: el primero, que los deudores contraerían con él una deuda de gratitud; y el segundo, todavía más efectivo, que los involucraba en sus fraudes y, si las cosas llegaban a lo peor, ¡podía hacerles un bonito chantaje!
Y por último, el amo parece que era otro pícaro; porque, en vez de escandalizarse cuando descubrió todo el tinglado, reconoció que el administrador había obrado con vista, y hasta se lo alabó.
Lucas nos sugiere no menos de cuatro aplicaciones diferentes:
(i) En el versículo 8, la lección es que, por lo que se refiere al trato con sus semejantes, los «mundanos» son más inteligentes que los «espirituales» o «los hijos de luz» (R-V). Lo que quiere decir que los cristianos lo serían más auténticamente si estuvieran tan interesados en vivir su fe hasta las últimas consecuencias como los mundanos lo están en conseguir dinero y lo que se obtiene con él. Nuestra vida cristiana empezará a ser real y efectiva cuando le dediquemos tanto tiempo e interés al Evangelio como algunos le dedican al placer, o al hobby, o al deporte.
(ii) En el versículo 9, la lección es que las posesiones materiales deben usarse para fraguar las amistades en las que se hallan los valores reales y permanentes de la vida. Eso se puede hacer de dos maneras:
(a) Se puede hacer para que surta efecto en la eternidad. Los rabinos decían: «Los ricos ayudan a los pobres en este mundo, y los pobres ayudan a los ricos en el mundo venidero.» Ambrosio, el gran teólogo del siglo IV, comentando la parábola del Rico Insensato que se construyó graneros más grandes para almacenar sus cosechas, dijo: «Los regazos de los pobres, las casas de las viudas, las bocas de los niños son los graneros que permanecen para siempre.» Los judíos creían que lo que se da a los pobres queda reflejado en la cuenta del dador en el mundo venidero. La verdadera riqueza de una persona consiste, no en lo que ha guardado para sí, sino en lo que ha dado a los necesitados.
(b) Se puede hacer para que surta efecto en este mundo. La riqueza se puede usar de una manera egoísta, o para hacer la vida más fácil para otros. Muchos estudiantes agradecerán siempre el haber podido hacer una carrera a alguna persona rica, a la que no conocieron, que dejó dinero para becas de estudiantes necesitados. Y muchos agradecemos a un amigo algo más acomodado el que nos ayudara a salir de una necesidad de la manera más práctica. Las posesiones no son en sí mismas un pecado, pero sí una gran responsabilidad; y la persona que las usa para ayudar a otros lleva camino de cumplir con esa responsabilidad.
(iii) En los versículos 10 y 11, la lección es que la manera en que uno realiza una tarea pequeña es la mejor demostración de si está capacitado o no para encargarse de algo mayor. Así es en las cosas de este mundo: nadie ascenderá hasta que haya dado pruebas de su honradez y capacidad de trabajo en su nivel anterior. Pero Jesús aplica este principio a la eternidad cuando dice: «En la Tierra te tienes que hacer cargo de cosas que no son realmente tuyas, porque no te las puedes llevar contigo cuando salgas de este mundo. Sólo las tienes prestadas, y no eres más que un administrador; no pueden llegar a ser tuyas permanentemente. Por otra parte, en el Cielo recibirás lo que será tuyo realmente y para siempre. Y lo que recibas en el Cielo dependerá de cómo hayas usado las cosas de la Tierra. Lo que se te dé como tuyo propio dependerá de cómo hayas usado las cosas cuando no eras más que administrador de bienes ajenos.»
(iv) En el versículo 13, la lección es que un esclavo no puede servir a dos amos distintos, porque un esclavo no tiene más que un amo. Ahora un trabajador puede tener varios trabajos y estar al servicio de varias empresas al mismo tiempo; pero eso era absolutamente imposible para un esclavo, porque todo su tiempo y todas sus energías pertenecían a un solo amo. Así sucede con el servicio de Dios: no puede ser algo a tiempo parcial o fuera de horas. Cuando aceptamos servir a Dios, todos los momentos de nuestro tiempo y todas las energías de nuestro ser le pertenecen a Él. O somos suyos por entero, o no lo somos.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 16
5. HIJOS DE ESTE MUNDO (16,1-17-10).
El pecado no impide salvarse, supuesto que se efectúe la conversión ¿Cuáles son, pues, los obstáculos para salvarse? Esta sección parece dar la respuesta a esta pregunta. Se divide en dos subsecciones de análoga estructura: 16,1-18 y 16,19-17,10. Cada subsección comienza con un relato seguido de aplicaciones. La primera subsección se cierra con palabras dirigidas a los fariseos, que exigen un cumplimiento radical de la ley (16,14-18); la segunda termina con palabras dirigidas a los apóstoles relativas a la fe (17,5-10). El primero de los dos relatos muestra cómo puede el hombre servirse de sus bienes para la salvación, la segunda muestra cómo con los mismos puede acarrearse la ruina. En cada uno de los dos aparecen tres figuras. En la primera el terrateniente, el administrador y los deudores; en la segunda el rico, el pobre y Abraham. En la primera, el administrador da, y de esta manera se prepara un porvenir; en la segunda, el rico no da, y así se acarrea la ruina.
La propiedad y el hecho de tomar esposa impidieron a los invitados acudir al gran banquete a la hora señalada. El seguimiento radical de Jesús es renuncia a la propiedad y a la familia (14,25-34). Sin embargo, no a todos se exige este seguimiento radical. De todos modos, sin renunciar a algo es imposible ser verdadero discípulo de Cristo. Esta nueva sección doctrinal puede llevar por título: Hijos de este mundo (16,8), ya que se trata de la cuestión: ¿Cómo puede el discípulo de Jesús -cuyos pensamientos deben estar en lo alto, donde reina Cristo (Col 3:1)- defenderse contra los asaltos del mundo, que quiere apararlo totalmente? «Todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y el alarde de la opulencia (la ilusión de creer que toda salvación depende solamente del hombre) no proviene del Padre, sino que procede del mundo» (1Jn 2:16). A estas tres cosas se opone el orden en la administración de los propios bienes (los dos relatos con sus aplicaciones), la nueva ordenación de la ley del matrimonio (1Jn 16:18), la humildad (1Jn 17:10). Una composición análoga se halla también en Mateo (1Jn 19:2-20). Allí tenemos el mismo problema, la misma manera de tratarlo y la misma conclusión: La salvación es don de Dios, al que el hombre no tiene derecho alguno, aun cuando haya cumplido con lo exterior; en ambos casos se emplea diferente material de tradición.
a) El administrador infiel (Lc/16/01-13)
1a Decía también a los discípulos:…
En presencia de los fariseos y de los escribas (1Jn 15:2) se habla del gozo de Dios por el retorno y conversión de los pecadores. Los publicanos y los pecadores oyen esta buena nueva. Están presentes también muchos que marchan con Jesús. Ahora se dirige Jesús a los discípulos. a los que están resueltos a aceptar su palabra y a seguirla. También éstos tienen necesidad de instrucción que les ponga en claro lo que es necesario para alcanzar la gloria que se halla al final de la marcha.
1b Había un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue denunciado ante su dueño como malversador de sus bienes. 2 Lo llamó, pues, y le dijo: ¿Qué es lo que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu gestión, porque ya no podrás seguir administrando mis bienes.
El rico es terrateniente, probablemente extranjero. Explota sus bienes por medio de un administrador nativo, que está autorizado a obrar con gran margen de autonomía, pero que tiene que rendir cuentas al dueño. A este administrador lo han denunciado -con razón o sin ella- ante su señor como malversador de sus bienes. Para el señor es esta denuncia más que razón suficiente para pedirle cuentas al administrador. Hay que entregar documentos, recibos, facturas, pues entonces no se conocía una contabilidad en regla. Al mismo tiempo se notifica su cese al administrador. La pregunta que le dirige el dueño da claramente a entender que está muy disgustado y que ha decidido despedirlo. Al administrador se le presenta una situación nada halagüeña.
3 El administrador dijo entonces para sí: ¿Qué voy u hacer, ahora que mi señor me quita la administración? Para cavar, ya no tengo fuerzas; pedir limosna, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que tengo que hacer, para que, cuando quede destituido de la administración, las gentes me reciban en sus casas.
El diálogo que entabla el administrador consigo mismo revela el apuro en que se halla. Ha perdido el buen nombre. No puede ni pensar en «una buena colocación». Para trabajos pesados le faltan ya las fuerzas, el decoro no le permite mendigar. Se pone a considerar como el que quería construir la torre y como el rey amenazado por una guerra. Decide «perdonar», y así le darán buen trato a él. ¿Qué hay que hacer para asegurarse el porvenir? La gran cuestión en la peregrinación de la vida.
Al administrador no le atormentan escrúpulos de conciencia. Todavía tiene en la mano la posibilidad de crearse amigos que le queden obligados, que le ofrezcan albergue. Todavía es administrador, que puede negociar con lo que se le había confiado. Sólo le preocupa salvar su existencia futura.
No pierde un minuto; el momento crítico impone una acción rápida. La proclamación del tiempo final pone el sello a la parábola.
5 Y llamando uno por uno a los deudores de su señor, preguntó al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? 6 éste contestó: Cien medidas de aceite. Entonces le dijo él: Pues toma tu recibo, siéntate ahí y escribe en seguida que son cincuenta. 7 Después preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto debes? éste contestó: Cien medidas de trigo. él le dice: Toma tu recibo y escribe que son ochenta.
Los deudores son mayoristas, que tienen facturas atrasadas. En la parábola sólo se presenta a dos deudores. El trigo y el aceite eran los principales productos de la tierra en Palestina. Cien medidas (bat, en el texto original) de aceite eran la cosecha de 140-160 olivos, una cantidad de unos 365 litros. Cien medidas (cor) de trigo se pueden cosechar poco más o menos en 42 hectáreas de tierra, es decir, unos 360 hectolitros. Al primero le rebaja el administrador el 50% de la deuda, al segundo el 20%. En cuanto al valor, la suma es bastante parecida, unos 500 denarios. El denario de plata era el jornal ordinario de un trabajador del campo (Mat 20:2-13). El estilo narrativo oriental tiene preferencia por los grandes números. Dado que el administrador quiere asegurarse un largo porvenir, no puede contentarse con poco, tiene que atreverse a mucho.
8 Y alabó el señor al administrador infiel, por haber obrado con tanta sensatez. Pues los hijos de este mundo son más sensatos en el trato con los suyos que los hijos de la luz.
¿Quién es el señor que alaba al administrador? ¿El terrateniente? ¿Será éste tan poco egoísta, será capaz de tanto humorismo que se permita alabar la sagacidad del administrador infiel? El señor es Jesús (7,6; 11,39). Ahora bien, ¿cómo puede Jesús alabar por su sagacidad a este estafador tan redomado y tan ladino? La narración no es una historia, sino una parábola, ¿Dónde está su quid, su moraleja?
El objeto de la alabanza no es la taimada pillería y la desvergüenza del estafador, sino la audacia y la resolución con que se saca partido del presente con vistas al futuro; no lo es el fraude en cuanto tal, sino la ponderada previsión para el futuro, mientras todavía hay tiempo. Al administrador se le llama administrador «infiel», administrador fraudulento, injusto, sin conciencia. Las parábolas tratan de despertar la atención, de forzar a plantearse problemas.
Es sensato el discípulo que cuenta con que el Señor ha de venir y ha de pedir cuentas (12,42-46), el que no vive sencillamente al día, sino que conoce el imperativo del momento, el que procede con valor y decisión a fin de poder triunfar al fin, el que perdona a fin de poderse asegurar el porvenir. La parábola es un llamamiento escatológico: sé prevenido, y en esta última hora piensa en tu futuro de1 tiempo final.
Como una acusación suenan las palabras de Jesús cuando declara: Los hijos de este mundo son más sensatos que los hijos de la luz. «Este mundo» está bajo la influencia y el dominio de Satán, príncipe (Jua 12:31) y dios de este mundo (2Co 4:4). Los hijos de este mundo sólo se dejan guiar por los principios y los intereses de los hombres distanciados de Dios. No se preocupan de Dios y de su voluntad, ni de sus promesas y amenazas para el futuro. Para ellos la vida no tiene más objeto que este mundo. Se ponen bajo el influjo de Satán y constituyen su séquito y su reino. En cambio, los hijos de la luz se dejan guiar por la luz en su modo de pensar y de obrar. «Mientras tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz» (Jua 12:36). Luz es Dios (1Jn 1:5), luz es Cristo (Jua 8:12), luz es la gloria de Dios (Mat 17:2). Los cristianos son hijos de la luz. «Todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas» (1Te 5:5). «En otro tiempo erais tinieblas; mas ahora, luz en el Señor» (Ef S,8). El administrador infiel es un hijo de este mundo. Se deja guiar por el cuidado de su existencia terrena. Con valor, con resolución y sin escrúpulos aprovecha lo que le puede proporcionar ventaja para su vida de la tierra. Los hijos de la luz tienen ojos que ven lo que es la vida, el hombre, el mundo delante de Dios. En la fe en la palabra de Dios reconocen el mundo futuro que se descubre tras el presente, el reino de Dios con todas sus promesas, la vida eterna. En cambio, los hijos de la luz, comparados con los hijos de este mundo, son irresolutos y flojos en su acción cuando se trata de cuidar de su espléndido futuro. Jesús tiene razón de quejarse. No en todos los sentidos son los hijos de este mundo más sensatos que los hijos de la luz. Son más sensatos… en el trato con los suyos, con la generación que es la suya, en la esfera de los asuntos de la tierra, en la vida económica y de los negocios, dondequiera que se trate de procurarse una vida vivible. En una cosa no son sagaces: su mirada no se extiende más allá de lo de la tierra, no reconocen el mundo futuro. Sagaz, tal como lo entiende Cristo, sólo es aquel que no se sumerge de tal modo en la existencia terrena que olvide que se acerca el reino de Dios. Es sagaz «el criado a quien su señor, al volver, lo encuentra haciendo así» (es decir, dedicado fielmente a su servicio) (1Te 12:42 ss).
9 Y yo os digo: mediante el Mamón injusto procuraos amigos, para que, cuando éste deje de existir, os reciban en las tiendas eternas.
El administrador infiel se aprovecha de los bienes que administra para hacerse amigos que se interesen por él cuando ya no pueda ser administrador. El discípulo de Cristo debe también, como el administrador, procurar, con sus bienes, ganar amigos que intervengan en su favor a la hora de la muerte, en la cual los bienes de la tierra pierden su valor (1Te 12:20). Gana amigos, con sus bienes, el que los emplea para hacer limosnas. «Vended vuestros bienes para darlos en limosna. Haceos de bolsas que no se desgastan, de un tesoro inagotable en los cielos, donde no hay ladrón que se acerque ni polilla que corroa» (1Te 12:33). Las limosnas y las obras de caridad son intercesores cerca de Dios, hacen al hombre digno de ver la faz de Dios y dan participación en el mundo futuro. Así se pensaba en el pueblo de Jesús.
La riqueza se llama Mammón («lo que es seguro y da seguridad») (*). Los hombres creen que con el dinero y los bienes pueden asegurar su existencia (1Te 12:15 s). Pero la riqueza no cumple lo que promete. Jesús la llama «Mamón injusto» también (1Te 16:11). Con frecuencia su adquisición y su empleo van acompañados de injusticia. «Entre el comprar y el vender se hinca el pecado» (Eco 27:2). Para adquirir las posesiones y para aumentarlas se perjudica al otro. El que confía en las posesiones se hace su esclavo y no puede ya servir a Dios (Mat 6:24), incurre en «injusticia», en pecado.
Dios recibe en las tiendas o tabernáculos eternos a los que practican el bien. «En casa del Padre celestial hay muchas moradas» (Jua 14:2). Cuando habla Jesús de la vida del más allá se expresa con frecuencia en el lenguaje de su ambiente, en el que también se decía: «Vi otra visión: las moradas de los justos y los lugares de reposo de los santos. Aquí vi yo con mis propios ojos sus moradas con sus ángeles justos y sus lugares de reposo con los santos, y éstos imploraban, intercedían y oraban por los hombres» (Henoc 39,4s).
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* Cf. H. HAAG – A. VAN DEN BORN – S. DE AUSEJO, Diccionario de la Biblia Herder, Barcelona, 4, 1967, col. 1151s. Nota del traductor.
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10 El que es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho, y el que es infiel en lo poco, también lo es en lo mucho. 11 Si, pues, no habéis sido fieles en el Mamón injusto, ¿quién os confiará el verdadero bien? 12 Y si no habéis sido fieles en lo ajeno, ¿quién os dará lo nuestro?
Al administrador se le exige que sea fiel (1Sa 12:42; 1Co 4:2). El administrador de la parábola no era fiel, sino injusto. Despilfarró los bienes que le había confiado su señor y los utilizó para sus propios fines con perjuicio de su dueño. El Señor no alaba la infidelidad del administrador, como si tal proceder rufianesco fuera sensato. El que tiene posesiones no es en todo caso más que administrador, puesto que el propietario de nuestros bienes es Dios. Los bienes que nos han sido encomendados deben administrarse fielmente, conforme a la voluntad de Dios.
Los bienes de la tierra no son el don supremo que Dios nos confía. Es solamente lo poco, no mucho. Mucho es lo auténtico, en lo que podemos basarnos y apoyarnos, lo venidero, la participación en el reino de Dios, la vida nueva, eterna. Los bienes de la tierra son sólo poco; no pueden asegurar verdaderamente la vida. No pueden impedir la muerte (12,22-31), ni siquiera añadir lo más insignificante a la duración de la vida y a la estatura (12,25). Sólo al que sabe administrar debidamente lo poco, se le confía lo mucho. Si no sois fieles en lo pequeño, ¿quién os dará lo grande? (cf. Mat 25:21). Dios da los futuros bienes celestiales sólo al que administra fielmente los bienes de la tierra conforme a su voluntad. El Mamón es lo ajeno; el reino de Dios, la nueva vida, es lo nuestro (*)17. Nosotros los hombres, que sólo existimos una vez, no confiamos lo nuestro, a lo que está apegado nuestro corazón, y lo que nos es caro y precioso, a un hombre que ni siquiera sabe administrar lo extraño, que no tiene profunda relación con nosotros. Si Dios nos da su reino y participación en su vida, nos da de lo suyo, en lo que él mismo, para hablar de Dios en términos humanos, está interesado. El Mamón le es ajeno, no tiene con él ninguna relación personal. Si nosotros no administramos fielmente lo ajeno, ¿cómo nos confiará Dios lo nuestro, como él lo llama? Mediante la fidelidad en la administración de los bienes terrenos se prueba al discípulo, para ver si es apto para recibir los bienes del mundo futuro.
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* Hay manuscritos en que se lee «lo mío», otros «lo vuestro»; lo mío es lo que pertenece a Jesús y lo que él da, el reino de Dios (Mat 22:28 s); lo vuestro es también el reino de Dios, la vida eterna, que verdaderamente nos pertenece a nosotros, cuando Dios nos la da; estos dones son, en efecto, inamisibles (vida «eterna»).
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13 Ningún criado puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No podéis servir a Dios y a Mamón.
El discurso sobre el reino y el capital se cierra con una palabra de amonestación. El servicio de Dios y el culto a la riqueza son dos cosas incompatibles. Dios y las riquezas reclaman al hombre entero. cada uno por su lado. Dios quiere ser amado «con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» (Mat 10:27). Como muestra la experiencia, también la riqueza absorbe al hombre entero. Dinero, propiedad, ganancia encadenan al hombre, absorben sus fuerzas, lo dominan. ¿Cómo se puede conciliar tal servicio a dos señores, cada uno de los cuales exige entrega completa? ¿Puede un esclavo servir como esclavo a dos amos? Cada uno de los dos amos puede a cada momento exigir un servicio total. Nadie es capaz de prestar tal servicio simultáneo a dos señores. Las palabras de Jesús tienen por imposible un compromiso doble: servir a Dios y servir a Mamón; exigen una decisión; servir a Dios o servir a Mamón.
¿Qué elección se ha de hacer, qué decisión se ha de tomar? Dios es una realidad que no admite concurrencia. El que se halla ante la alternativa de decidirse por Dios o por el Mamón, debe decidir entre estas dos cosas: amar a Dios u odiarlo, despreciarlo o adherirse a él. Ahora bien, ¿quién querrá postergar a Dios, despreciarlo, odiarlo? Las palabras de Jesús invitan a reflexionar, causan inquietud, quitan la «bienaventuranza» de poseer. En el poseer hay peligro de que esto quite al hombre la libertad de seguir la llamada y la palabra de Dios: «Lo que cayó en zarzas son los que oyeron; pero con las preocupaciones y las riquezas y los placeres de la vida, se van ahogando y no llegan a madurar» (Mat 8:14).
Lo que Jesús dijo sobre la administración de los bienes y de las posesiones halla eco y explicación en las palabras de la primera carta a Timoteo: «A los ricos de este mundo, recomiéndales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en cosa tan insegura como la riqueza, sino en Dios, que nos provee de todo espléndidamente para nuestra satisfacción; que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que sean generosos, dadivosos, atesorando así para sí mismos un buen capital para el futuro, hasta lograr la auténtica vida» (1Ti 6:17 ss).
b) Los fariseos aficionados al dinero (Lc/16/14-18)
14 Estaban oyendo todo esto los fariseos, que son aficionados al dinero, y se burlaban de él. 15 Pero él les dijo: Vosotros os presentáis como justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestro corazón; porque aquello que es alto entre los hombres, es abominación ante Dios.
Los fariseos pasaban por aficionados al dinero. Jesús les echa en cara que devoran las casas de las viudas (1Ti 20:47). En la secta de Qumrán se los llama «gente embustera, que tiene puesta la mira en pasarlo bien y vivir en la abundancia». Del doctor de la ley Jokcanán (* 287) se ha transmitido esta sentencia: «Los miembros dependen del corazón, el corazón depende de la bolsa.» Entre los fariseos, la pobreza es mirada como una maldición. La riqueza es premio de la religiosidad, la pobreza es castigo por el pecado. «Riquezas, honra y (larga) vida son premio de la humildad y del temor de Yahveh» (Pro 22:4). Quien impugna la riqueza de los fariseos, pone también en duda su fidelidad a la ley y su moralidad. Jesús osa hacerlo y trastorna su doctrina. él va de una parte a otra como pobre (Pro 8:1), predica la renuncia a las posesiones y declara bienaventurados a los pobres, mientras que lanza conminaciones -«¡ay de vosotros!»- contra los ricos. En favor de ellos hay una larga tradición. Se burlan de él y lo desprecian.
Los fariseos, aficionados al dinero, aseguran su vida mediante las riquezas, y su existencia delante de Dios mediante «obras de justicia»: no olvidan la ley y hacen buenas obras. Se tienen por justos y están convencidos de que también Dios aprueba este dictamen. Por sus riquezas reconocen que Dios confirma su parecer. Jesús, en cambio, desbarata este juicio y este modo de pensar, destruye su seguridad, reduce a escombros su construcción religiosa, tras la que se atrincheran. Dios mira al corazón, a las intenciones de que proceden las obras. No buscan a Dios, sino su honra, se buscan a sí mismos (Mat 16:1-18). Al que Dios hace justo, ese es justo en verdad. Ahora bien, Dios sólo hace justo al que es pequeño ante Dios. Lo que es alto entre los hombres, es abominación ante Dios, impuro y repugnante como un ídolo. «El hombre será humillado, abatidos los varones, y bajados los ojos altivos» (Isa 15:5). Por Jesús invierte Dios el juicio de los fariseos: «Gloríese el hermano humilde en su exaltación, y el rico en su humillación, porque pasará como flor de heno» (Stg 1:9 s). La primera bienaventuranza del sermón de la montaña resuena en estas palabras: «Bienaventurados los pobres» (Stg 6:20), «Bienaventurados los pobres en el espíritu» (Mat 5:3).
16 La ley y los profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia el Evangelio del reino de Dios, y cada uno entra en él a viva fuerza. 17 Pero es más fácil que pasen el cielo y la tierra, que una tilde de la ley caiga.
Los fariseos se mofan de la novedad de la predicación de Jesús. No reconocen la hora de la historia de la salvación que ha sonado con él. El primer período de esta historia, el tiempo de la ley y de los profetas, el tiempo de la promesa, terminó con Juan Bautista. Ahora se proclama el reino de Dios como buena nueva y victoria. Ha llegado el tiempo de la realización; con Jesús está presente la salvación prometida. Jesús saca a la luz la nueva época (Mat 4:16 ss).
Todos se esfuerzan por entrar en el reino de Dios y cada cual emplea todas sus fuerzas para salvarse. Aquí asoma de nuevo la imagen del combate (Mat 13:24). En el espíritu de su obra histórica ve Lucas cómo una gran muchedumbre de gentes aceptan la buena nueva y se esfuerzan por alcanzar la salvación pese a las angustias y a las persecuciones. Su evangelio muestra cómo el pueblo, los publicanos y los pecadores se lanzan por este camino que está abierto a todos, en oposición contra los dirigentes del pueblo. Los Hechos de los apóstoles estarán precisamente penetrados de la idea de que la hora de salvación ha sido comprendida y aprovechada por los gentiles, por todos y cada uno. El entusiasmo y el júbilo que resuena en este «cada uno» muestra que no hay barreras que cierren el camino de la salvación. Pero, con todo, no se debe silenciar que es necesario esforzarse por entrar, que sólo a viva fuerza se puede entrar en el reino de Dios. El radicalismo de Jesús tiene sentido porque se ha iniciado el tiempo decisivo. Nadie puede hurtar el cuerpo a la decisión por la doctrina de Jesús. Cada uno se ve en la necesidad de imponerse esfuerzos con resolución. También el fariseo, pese a que él se tiene por justo, debe obedecer al imperativo de esta sentencia.
Los fariseos se tienen por justos. Están convencidos de que conocen y observan exactamente la ley. ¿Está justificada esta idea que se forman de sí mismos? Su celo por la ley ¿no los autoriza a burlarse del radicalismo de Jesús? ¿Qué se les puede reprochar? El mundo del reino de Dios y su presencia por Jesús no abroga la ley. El cielo y la tierra, lo más permanente que conoce el hombre, pasarán antes de que cese la ley de Dios y pierda su vigor la voluntad de Dios contenida en ella. Era necesario repetir esto contra aquellos que, llenos de entusiasmo por el alborear de los tiempos nuevos, querían deshacerse de todas las ataduras.
Por el hecho de tomar Dios posesión de su reino, se cumple la voluntad de Dios contenida y expresada en la ley. Esta se realiza ahora tan radicalmente, que no se descuida el menor detalle (la tilde es el adorno más pequeño que acompaña a diferentes letras hebreas). En el reino de Dios se impone plenamente la voluntad de Dios, pero también se exigen los mayores esfuerzos para que se cumpla completamente. La mutación, el paso decisivo del tiempo de las promesas al tiempo de la realidad es también la mutación decisiva en la entrega a la voluntad de Dios. El hombre no puede conservar ni reservarse para sí la más pequeña parte de su ser: todo, hasta las profundidades de su personalidad (corazón) debe estar disponible para la voluntad de Dios.
La ley bien entendida se mantiene en vigor, es superada por Jesús y se incorpora a la gracia del reino de Dios, que actúa omnipotentemente. Por eso puede también decir Jesús: «Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mat 5:20).
18 Todo el que despide a su mujer y se casa con otra, comete adulterio, y el que se casa con la despedida por su marido, comete adulterio.
La ley veterotestamentaria no se suprime, sino que la apremia el alborear del tiempo de la salud. La voluntad de Dios contenida en ella se hace valer sin concesiones a la flaqueza humana.
El Antiguo Testamento conoce la posibilidad del divorcio: «Si un hombre toma una mujer y llega a ser su marido, y ésta luego no le agrada, porque ha notado en ella algo de torpe, le escribirá el libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano, la mandará a su casa» (Deu 24:1). Cuando existía el motivo de divorcio -algo torpe- y se había entregado el libelo de repudio, quedaban libres ambos, el hombre y la mujer, y ambos podían casarse de nuevo. Una escuela de doctores de la ley en tiempos de Jesús había interpretado tan ampliamente el motivo de divorcio, que por aquellos días todo matrimonio podía ser disuelto. En efecto, «un motivo cualquiera» era suficiente para el divorcio (cf. Mat 19:3).
Jesús, en cambio, proclama la indisolubilidad del matrimonio. Aunque se entregue el libelo de repudio, éste ha perdido su fuerza jurídica, y el matrimonio sigue existiendo. Por consiguiente, el nuevo matrimonio de los divorciados se equipara al adulterio. Ambos hombres incurren en culpa: el que toma una nueva esposa, y el que toma por esposa a la mujer divorciada. Ambos obran contra la santidad del matrimonio.
Los fariseos se tienen por justos porque observan la ley de Dios. Dios, sin embargo, exige una justicia que es mayor que la de los escribas y fariseos (Mat 5:20). Jesús les echa en cara que abandonan el precepto de Dios para conservar tradiciones de los hombres (Mar 7:8). Además, la ley del Antiguo Testamento no es la expresión acabada de la voluntad de Dios. Jesús es quien, al anunciar el reino de Dios, pone también de manifiesto la voluntad de la ley. Dado que ha sonado la hora escatológica, interviene Jesús, sin cuidarse de las condiciones y dificultades de este mundo, sin consideraciones con la flaqueza humana en relación con la voluntad de Dios, y presenta las exigencias de Dios en toda su integridad, exentas de todo compromiso.
El mensaje de Jesús va hasta la raíz de las exigencias de la ley. él eliminó las concesiones a la flaqueza humana, como en el caso del juramento (Mat 5:33-37), y con más consecuencias en el caso del divorcio ( Mat 5:31 s), y en la forma más tajante cuando se trata de no tomar represalias (Mt 5. 38-42) y del amor a los enemigos (Mat 5:43-48). De entre todos estos imperativos destaca Lucas únicamente la indisolubilidad del matrimonio. ¿Qué es lo que le mueve a ello? Los hombres que habían sido invitados al banquete no acudieron por causa de los bienes y de la mujer (Mat 14:20). Debido a la dureza de corazón de los judíos había tolerado Dios la disolución del matrimonio en el Antiguo Testamento (Mat 19:8). El apego a los bienes y el apego a la mujer son un obstáculo para la docilidad del corazón humano frente a la llamada de Dios. Esta docilidad se ha de lograr radicalmente gracias a la pobreza y a la virginidad (Mat 19:12.21). El estadio que precede al desprendimiento total de la propiedad y del matrimonio por razón del reino de Dios es la fiel administración de los bienes por medio de limosnas y la observancia de la indisolubilidad del matrimonio. Ambas cosas, el hacer el bien y el matrimonio indisoluble son distintivos de los discípulos de Jesús. Así entra el discípulo a viva fuerza en el reino de Dios. De esta manera debe cada día dar de nuevo prueba de sí mismo y optar por el llamamiento de Dios, nunca puede decir que lo ha hecho ya todo.
c) El rico epulón (Lc/16/19-31)
19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo, y todos los días celebraba espléndidos banquetes. 20 A su puerta yacía un pobre, llamado Lázaro, lleno de llagas, 21 el cual deseaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico, y hasta los perros se acercaban para lamerle las llagas. 22 Sucedió, pues, que el pobre murió, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Pero murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el abismo, estando en medio de tormentos, levantó los ojos y vio desde lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces gritó: Padre Abraham, ten compasión de mí, y envía a Lázaro para que, mojando en agua la punta del dedo, venga a refrescarme la lengua; que estoy sufriendo horrores en estas llamas. 25 Pero Abraham le contestó: Hijo, acuérdate de que ya recibiste tus bienes en tu vida, mientras Lázaro, en cambio, los males; ahora, pues, él tiene aquí el consuelo, mientras tú el tormento. 26 Y además de todo esto, entre nosotros y vosotros ha quedado establecido un inmenso vacío, de suerte que los que quieren pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni tampoco atravesar de ahí a nosotros.
Se ha alcanzado ya la primera cima de la narración. Con una imagen de gran dramatismo se representa lo que significan las conminaciones lanzadas a los ricos que están hartos y que ríen, así como las bienaventuranzas de los desheredados, de los que tienen hambre y de los que lloran (Mat 6:20 ss). Lo que aquí se relata es una amonestación a los ricos y un consuelo para los pobres. Para el rico cada día es una fiesta regocijada, un espléndido banquete. Todos los días se viste de fiEsta: la indumentaria exterior es de lana adornada de púrpura fenicia, la interior, de lino finísimo importado de Egipto a Palestina. Las comidas son de fiesta. Este rico puede permitirse aquello con que soñaba para el futuro el rico labrador: «Descansa, come, bebe, y pásalo bien» (Mat 12:19). El reverso de la medalla, la contrapartida, es el pobre. Cubierto de llagas está echado a la puerta que lleva al palacio del rico; allá es llevado todos los días. El hambre lo atormenta. En las casas acomodadas se utilizan en la comida las migajas para limpiarse las manos y luego se tiran debajo de la mesa. El pobre suspira por ellas con avidez, pero nadie se las da. Los perros medio salvajes que vagan por las calles le lamen las llagas, sin que el pobre hombre pueda impedirlo. El nombre del pobre es Lázaro, el-azar, que quiere decir: Dios ayuda. Es uno de esos pobres que llevan su miseria con paciencia y confianza en Dios, que sólo pueden soportar su existencia porque se fían de Dios; es uno de esos que en los salmos y en las palabras de los profetas son consolados con las promesas de Dios, de esos a quienes van dirigidas las bienaventuranzas del sermón de la montaña.
El rico vive como si no existiera Dios. Lo tiene todo. ¿Qué falta le hace Dios? No ve a Dios, no ve al pobre. Vive a sus anchas, nadando en el placer y en la abundancia. No está contra Dios, ni tampoco oprime al pobre. Únicamente está ciego para no ver a Dios, al pobre, «a Moisés y a los profetas». El relato hace hincapié en lo que viene después de la muerte. Ambos mueren, el rico y el pobre. Del pobre y del rico se dice la misma palabra: «murió»; esto es común a los dos. En la muerte son los dos iguales. Sigue el entierro. Todavía una última diferencia. El rico es sepultado con pompa y fasto. El entierro del pobre no se cuenta, ni se menciona, porque ni siquiera era digno de mención. Sin embargo, ha comenzado ya la gran mutación. Los ángeles se lo llevan. «Cuando un justo pasa de este mundo al otro, le salen al encuentro tres coros de ángeles puestos a su servicio.» Llevan al pobre al banquete celestial. Allí recibe un puesto honorífico a la derecha del padre de familia, Abraham (Mat 8:11). El rico va después de su muerte al mundo inferior (el hades), que aquí se entiende como lugar de castigo y de tormento. Los muertos se hallan en lugares diferentes, según que en su vida terrena cumplieran o no la voluntad de Dios. La existencia del hombre no se restringe a la vida de la tierra, sino que perdura todavía después de la muerte. La historia narrada traza las líneas que van del ahora al entonces, indicando lo que significa lo presente para el futuro. Hay todavía algo más que el bienestar de la vida de la tierra.
El rico se halla en el lugar del tormento, Lázaro sentado a la mesa del banquete celestial, en el seno de Abraham (se comía recostado), en el lugar de la felicidad y bienaventuranza. «Tras el juicio aparece el foso de los tormentos, y enfrente el lugar de refrigerio, se hace visible el horno del infierno, y enfrente la dicha del Edén (del Paraíso)», así se expresa el cuarto libro de Esdras (7,36). De un lugar al otro se pueden ver y hablar los unos con los otros. En el mundo inferior puede el rico levantar los ojos y ver a Abraham desde lejos. Según el libro mencionado, las almas de los réprobos se ven atormentadas porque observan cómo hay ángeles que en profundo silencio guardan las moradas de las otras almas (4Esd 7:85). Lo que dice Jesús en esta narración acerca de la vida de ultratumba se inspira en las ideas de su ambiente. No quiere decir que el otro mundo sea así en realidad. La historia del rico epulón no es una «guía de viaje» del más allá. Jesús utiliza las imágenes tradicionales para anunciar su doctrina de forma más gráfica y penetrante. El pobre está sentado a la mesa del banquete; el rico, lejos, está atormentado; el pobre goza del puesto de honor, el rico sufre una sed terrible, el pobre está harto, el rico ansía poder humedecer su lengua seca con un poco de agua. A los impíos les aguardan «sed y tormentos» (4Esd 8:59). El que sufrió en su vida terrena es consolado, el que gozó es atormentado. Esto suena como si en el más allá todo se redujera a un reajuste de las suertes de la tierra. Ahora bien, ¿por qué es atormentado el rico? ¿Sólo porque fue rico? ¿Por qué es dichoso el pobre? ¿Sólo porque fue pobre? La primera parte de la narración necesita ser completada. La primera cima reclama la segunda.
La suerte del rico en el más allá es desesperada. Los judíos estaban convencidos de que su padre Abraham podía con su intercesión librarlos incluso del infierno. «Los que caminan por el valle de lágrimas son los que en esa hora son juzgados en el Gehinnon (el infierno); luego viene nuestro padre Abraham, los hace subir y los acoge.» El rico avariento clama en su tormento a su padre Abraham. ¡En vano! Entre el lugar del tormento y el lugar de la bienaventuranza hay un foso infranqueable: no hay intercesión que salve, no se puede esperar cambio de morada. Está desbaratada toda esperanza.
27 El rico respondió: Ruégote siquiera, padre, que lo envíes a casa de mi padre -28 porque tengo cinco hermanos-, con el fin de prevenirlos, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento. 29 Pero Abraham le replica: Ya tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen. 30 él insistió: No, padre Abraham; si, en cambio, se presenta a ellos alguno de entre los muertos, se convertirán. 31 Pero Abraham le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, ni aunque resucite uno de entre los muertos se dejarán persuadir.
Ahora aparece claro por qué es atormentado el rico. Disfrutó de la riqueza, se sentía seguro, no tenía órgano para percibir la constancia y el consuelo que se nos da por la Escritura (Rom 15:4), era sordo a la palabra de Dios y a su llamamiento. La riqueza y la vida en la abundancia habían vuelto ciego al rico, ciego para no ver a Dios, ciego para no ver al pobre, ciego para la otra vida; lo hicieron refractario al otro mundo. A las bienaventuranzas de los que por su aflicción ponen su esperanza en Dios y por ello tienen el corazón abierto a Dios, siguen las bienaventuranzas de los que son accesibles a los hombres y a su miseria (cf. Mat 5:3-6; Mat 5:7-10). Lázaro, que en su aflicción pone su esperanza en Dios, es admitido en el banquete del reino. La riqueza encierra peligros…
En Moisés y en los profetas, en la Sagrada Escritura, Dios nos dejó consignada su palabra, que quiere amonestarnos, apercibirnos, iluminarnos y guiarnos para que no vayamos a dar en el lugar de los tormentos. «Y tenemos así más confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón» (2Pe 1:19). Esta palabra lleva a reformar los pensamientos conforme a los pensamientos de Dios, es el comienzo del retorno a Dios y a la penitencia. El contenido de la Escritura es Jesucristo, su muerte y su resurrección (2Pe 24:27.46). El que oye la palabra de Jesús y la sigue es preservado de la suerte del rico, ya que el fruto del anuncio de la muerte y de la resurrección de Jesús es la penitencia y la conversión (Hec 2:37 s).
El que no escucha la Sagrada Escritura, tampoco se deja convencer aunque venga un mensajero del otro mundo. Incluso el mayor milagro, la resurrección de un muerto, sería en vano. Lázaro de Betania fue resucitado, y con ello se consumó el endurecimiento de los judíos hostiles a Cristo (Jua 11:46 ss). Dios satisfizo el deseo del rico resucitando a Jesús de entre los muertos. En él dio a los doctores de la ley y a los fariseos la señal que exigían al igual que el rico: «Esta generación perversa y adúltera reclama una señal, pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás. Porque así como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra tres días y tres noches» (Mat 12:39 s).
El rico, que está en peligro de apoyarse en su riqueza y de fiarse de ella, tiene que cambiar de dirección y buscar la voluntad de Dios. Fruto genuino de tal cambio de dirección y de tal retorno a Dios es el amor al prójimo con obras (Mat 3:10 s): «¿Sabéis qué ayuno quiero yo?, dice el Señor, Yahveh: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces opresores, dejar ir libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo; partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano» (Isa 58:6 s). La comunidad en la que pensaba ante todo Lucas tenía necesidad de la amonestación, como la consignó Santiago en una situación semejante: «Escuchad, hermanos míos queridos: ¿No escogió Dios a los pobres según el mundo, pero ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que le aman? ¡Y vosotros habéis afrentado al pobre!… Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. Pues habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó misericordia» (Stg 2:5.6.12s).
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Luc 18:22-24; Mat 25:26.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El mayordomo injusto. Se presentó la sospecha de que el mayordomo empleado por un hombre rico para cuidar de su propiedad estaba manejando mal sus asuntos y posiblemente cayendo en concreta deshonestidad. Cuando vio que estaba en peligro de ser despedido, llamó a los deudores de su amo y les permitió poner cifras más bajas en las declaraciones de lo que ellos se habían comprometido a pagar. Eso haría que tuvieran un sentido de gratitud hacia él y quizá le ayudarían cuando se quedara sin trabajo. Había actuado con mucha astucia al perseguir sus propios intereses.
El mensaje de esta parábola es tema de discusión. Puede significar simplemente una forma de instar a prepararse con el mismo celo y prudencia que aquel mayordomo para la crisis que producía la predicación de Jesús. Por el otro lado, Jesús agregó el comentario de que los del mundo muestran más sagacidad que los que pertenecen al pueblo de Dios, lo que puede indicar que la parábola está dirigida a los discípulos (8) o a los fariseos cuya avaricia les excluía de la amistad de Dios (14; cf. 11:39-41). El punto central entonces sería que habría que aprender del mayordomo y usar la riqueza para hacer de Dios un amigo, de modo que, cuando el dinero ya no sea de ayuda, Dios los recibiera en su presencia (9). Una tercera posibilidad es la de que el mayordomo del relato de hecho no estaba actuando con deshonestidad, sino que estaba liberando a los deudores de las muy altas tasas de interés que les habían sido impuestas ilegalmente cuando les dieron los créditos. Si es así, el mensaje es que el guardar la ley y mostrar generosidad son caminos por medio de los cuales los ricos pueden hacer que Dios sea su amigo.
Ninguna de estas interpretaciones puede ser excluida. De hecho, la parábola puede tener una cantidad de enseñanzas y los vv. 8b-13 las muestran.
Notas. 6, 7 Como el aceite era más barato que el trigo las reducciones de las deudas eran más o menos las mismas. 8, 9 El señor puede ser el señor del mayordomo o el mismo Jesús y en este caso la palabra gr. kyrios significa “el Señor”. El mayordomo fue congratulado por su sagacidad y no necesariamente por su moralidad. El sentido deshonesto y mundanal tipifican a la gente y al dinero (lit. mamón) de esta presente era mala.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
16.1-8 Nuestro uso del dinero nos habla del señorío de Cristo. (1) Usemos nuestros recursos con sabiduría porque son de Dios y no de nosotros. (2) El dinero puede usarse para bien o para mal; usemos el nuestro para bien. (3) El dinero tiene mucho poder, de ahí que debemos usarlo con cuidado y seriedad. (4) Debemos usar nuestros medios materiales de manera que fomenten la fe y la obediencia (véase Luk 12:33-34).16.9 Andamos por el camino de la sabiduría cuando usamos las oportunidades financieras, no para ganar el cielo, sino para que ese cielo («moradas eternas») sea una experiencia agradable en quienes ayudamos. Si usamos nuestros recursos para ayudar a los necesitados o ayudamos a otros a encontrar a Cristo, nuestra inversión nos brindará beneficios en la eternidad. Cuando acatamos la voluntad de Dios, usamos desinteresadamente las posesiones.16.10, 11 Muchas veces nuestra integridad guarda relación con los asuntos monetarios. Dios nos pide que seamos honestos aun en pequeños detalles. Las riquezas en el cielo son mucho más valiosas que las terrenales. Pero si no somos confiables con nuestras riquezas terrenales (sin importar lo mucho o poco que tengamos), no estamos en condiciones de encargarnos de las grandes riquezas del Reino de Dios. No permita que su integridad se desmorone ante asuntos intrascendentes, solo así no fallará en decisiones cruciales.16.13 El dinero tiene el poder de ocupar el lugar de Dios en su vida. Puede convertirse en su amo. ¿Cómo descubrir si es esclavo del dinero? (1) ¿Está preocupado siempre por él? (2) ¿Da por generosidad o lo hace a fin de obtener más dinero? (3) ¿Utiliza gran parte de su tiempo preocupándose por sus posesiones? (4) ¿Le es difícil dar dinero? (5) ¿Tiene deudas?El dinero es un amo poderoso y engañador. Promete poder y control, pero a menudo no lo puede dar. Las grandes fortunas pueden lograrse y perderse de la noche a la mañana, pero no hay riqueza que compre salud, felicidad ni vida eterna. No hay nada mejor que permitir que Dios sea su amo. Sus siervos tienen paz y seguridad, ahora y siempre.16.14 Debido a que los fariseos amaban el dinero, hicieron una excepción con la enseñanza de Jesús. Quizás también tengamos pasión por nuestro dinero. ¿Nos burlamos de las advertencias de Jesús en contra de servir al dinero? ¿Tratamos de darle alguna explicación? ¿Las aplicamos a otros, los fariseos, por ejemplo? A menos que tomemos en serio las declaraciones de Jesús, quizás actuemos igual que los fariseos.16.15 Los fariseos actuaban píamente para que otros los admiraran, pero Dios sabía lo que había en sus corazones. Consideraban que la riqueza mostraban la aprobación de Dios. El Señor detestó sus posesiones porque motivaron el abandono de su verdadera espiritualidad. Tal vez la prosperidad gane el favor de la gente, pero nunca sustituirá la devoción ni el servicio a Dios.16.16, 17 Juan el Bautista era la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos (Joh 1:15-18). Con Jesús se hicieron realidad todas las esperanzas de los profetas. Enfatizó que su Reino cumplió la Ley (el Antiguo Testamento); no la abrogó (Mat 5:17). No implantó un nuevo sistema, sino consumó el antiguo. El mismo Dios que obró a través de Moisés obraba mediante Jesús.16.18 La mayoría de los líderes religiosos de la época de Jesús permitían que el hombre se divorciara de su esposa casi por cualquier motivo. Lo que Jesús enseñó en cuanto al divorcio fue más allá de lo que Moisés enseñó (Deu 24:1-4). Estrictas como cualquier escuela de pensamiento, las enseñanzas de Jesús estremecieron a sus oyentes (véase Mat 19:10) como en la actualidad lo hace a sus lectores. Jesús dice en términos inequívocos que el matrimonio es un compromiso para toda la vida. Quizás sea legal que su cónyuge le deje por otra persona, pero es adulterio a los ojos de Dios. Al pensar en el matrimonio, recuerde que la intención de Dios es que sea un compromiso permanente.16.19-31 Los fariseos consideraban la prosperidad como una prueba de rectitud. Jesús los alarmó con esta historia donde se premia a un mendigo enfermo y se castiga a un hombre rico. El rico no fue al infierno por sus riquezas, sino por egoísmo. No alimentó a Lázaro, no le permitió entrar en su casa, ni cuidó de su salud. A pesar de sus muchas bendiciones, fue un hombre duro de corazón. La cantidad de dinero que tengamos no es lo más importante, sino la forma en que lo usamos. Los ricos pueden ser generosos o avaros, lo mismo sucede con los pobres. ¿Cuál es su actitud frente a sus posesiones? ¿Las acapara con egoísmo o las usa para bendición de los demás?16.20 Este Lázaro no debe confundirse con el que Jesús resucitó en Juan 11.16.29-31 El rico pensó que sus cinco hermanos sin duda creerían a un mensajero que resucitara. Pero Jesús dijo que si no creyeron a Moisés y a los profetas, los que siempre hablaban de la importancia de cuidar de los pobres, ni siquiera una resurrección los convencería. Note la ironía en la declaración de Jesús en su camino a Jerusalén hacia la muerte, estaba totalmente seguro de que, si resucitaba, gran parte de los líderes religiosos no lo aceptarían. Estaban aferrados a su manera de pensar y ni las Escrituras ni el Hijo de Dios mismo lograrían variar su posición.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “un encargado de la casa”. Gr.: oi·ko·nó·mon; J22(heb.): soh·kjen-bá·yith.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 980 Gén 15:2; Gén 24:2
b 981 1Co 4:2
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
cierto…rico que tenía un mayordomo. El mayordomo era un siervo de confianza que administraba una hacienda o propiedad. El hombre rico era un dueño que vivía fuera de su propiedad.
derrochar. El mismo verbo griego, usado en la parábola anterior, es traducido malgastó (15:13).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Indica continuación. En el capítulo anterior el Señor dio tres parábolas con respecto a la salvación de un pecador. En este capítulo añade otra parábola; ésta tiene que ver con el servicio del creyente. Después de que el pecador se convierte en creyente, debe servir al Señor como un mayordomo prudente.
1 (2) Muestra cómo los creyentes, salvos por el amor y la gracia del Dios Triuno, son los mayordomos del Señor (12:42; 1Co_4:1-2 ; 1Pe_4:10), a quienes El ha encomendado Sus posesiones.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
148 (f) LA NECESIDAD DE COMPARTIR LOS BIENES CON LOS NECESITADOS (16,1-31). El tema unificador de este capítulo, aparentemente sin coherencia alguna, es el uso de las posesiones para beneficiar a los demás, esp. a los necesitados. Cf. Karris, «Poor and Rich», PerspLA 121-23; Horn, Glaube und Handeln (→23 supra) 68-88. El capítulo está dividido en cuatro secciones interrelacionadas: 16,l-8a; 16,8b-13; 16,14-18; 16,19-31. l-8a. La parábola del «administrador infiel» termina en el v. 8a; el propietario del que se habla en el v. 8a no es Jesús, sino el rico terrateniente de los vv. 1,3.5. El sistema legal presupuesto por la parábola está ampliamente atestiguado y está en contra de la prohibición veterotestamentaria de la usura. El administrador estaba autorizado a hacer contratos vinculantes para el propietario. Los intereses del aceite y del trigo, por ejemplo, no se ponían en un documento diferente del contrato, sino que estaban incluidos en la suma global mencionada en él. Así, una persona que recibiese solamente 450 galones de aceite de oliva, por la aplicación del 100% de intereses, tenía que tener escrito en su contrato la cantidad de 900 galones (cf. v. 6). No hay evidencia alguna de que el administrador pudiese quedarse con el interés como comisión; el trabajo del administrador consistía en hacer dinero para el propietario. Cf. J. D. M. Derrett, NTS 7 (1960-61) 198-219. 1. rico: Esta designación clarifica lo que el relato presupone; cf. también 16,19. El propietario es un terrateniente ausente, no precisamente apreciado en la sociedad palestinense ni en la grecorromana, se presentaron cargos contra el administrador con intención claramente hostil. Éste es el significado normal, negativo, del término diaballein. 2. El propietario cree en la calumnia y se dispone a despedir a su administrador. 3-4. ya sé lo que voy a hacer. En su monólogo, que hace que el lector se identifique con él, el administrador, injustamente tratado, no cae ni en la autocompasión ni en otras tácticas de indecisión. Actuará con decisión. 5. los deudores de su amo: Dos veces se dice que las cantidades son propiedad del amo. Ninguna evidencia de que el administrador esté renunciando a su comisión. El administrador va a ajustar cuentas con su amo a expensas de este mismo. Cancela el beneficio usurero de su amo. Con toda seguridad, los deudores corresponderán a tal magnificencia (cf. v. 4). 8a. administrador inicuo: No se trata de una simple repetición de lo que está implícito en los vv. 1-2, sino que se refiere a la inicua conducta presentada en los vv. 5-7. alabó: El administrador no es golpeado ni castigado con otro medio (en contraste con 12,46). sagazmente: «El adverbio phronimos se refiere a la acción práctica para conseguir un determinado objetivo. No tiene nada que ver con la virtud de la justicia en su sentido más amplio» (P. Perkins, Hearing the Parables of Jesús [Nueva York 1981] 166). ¿Cuál es el significado de 16,1-8a? Puesto que Lucas es más aficionado al uso de «historias ejemplares» que a las parábolas (cf. 10,29-37; 12,16-21; 16,19-31; 18,9-14), para centrar la atención de sus lectores y dar así una lección, se considera 16,1-8a como una historia ejemplar con dos posibles interpretaciones. La versión popular genera grandes problemas, pues sostiene que Jesús enseña a sus discípulos a imitar las injustas acciones del administrador. La versión académica sostiene que lo que debe imitarse es la sagacidad del administrador en el uso de las posesiones (aun cuando éstas no fueran suyas). Otros consideran que 16,1-8a es una auténtica parábola sobre el reino de Dios. Un punto de vista sostiene que el punto de conexión entre las acciones de la parábola y las de la audiencia de Jesús en su camino hacia Jerusalén es similar: Así como el administrador actuó con decisión ante la crisis, así también deberían actuar quienes escuchan a Jesús y aún vacilan en seguirle a él y su mensaje del reino. Otro punto de vista defiende que el punto de conexión es de diferencia: El sentido de justicia, normalmente implicado en el símbolo del reino, está en contra del comportamiento del propietario en el v. 8a. ¿Cómo puede alabar el propietario tal conducta injusta perpetrada contra él mismo, sin castigar al picaro? ¿Son anulados los modelos estándar de justicia en el reino que Jesús proclama? Por supuesto que sí; en el reino de justicia y poder de Jesús, ni siquiera los propietarios ajustan cuentas. Este significado de la parábola está en sintonía con el mandato lucano de Jesús de amar a los enemigos (6,27-35) y con sus enseñanzas en contra de la venganza y a favor del amor a los enemigos (cf. 9,51-55; 10,29-37; 17,11-19; 22,47-55; 23,34). Cf. B. B. Scott, Bib 64 (1983) 173-88.
149 8b-13. Se ofrecen varias interpretaciones de la parábola mediante el uso de palabras gancho. Se centran en el uso de las posesiones y presentan un primer ejemplo del pensamiento dualista de Lucas: mammón puede apartar a los discípulos de Dios, pero también pueden utilizarlo ahora como limosna. 8b. los hijos de este tiempo son más astutos: El administrador representa la entusiasta respuesta que la gente de este mundo muestra en sus relaciones, contrapuesta claramente a la parca respuesta de los discípulos al reino de Jesús. 9. dinero (mammón) injusto: El dinero en general («en el que ponemos nuestra confianza») pertenece a este mundo perverso. Los discípulos tienen que convertirlo en capital celestial compartiéndolo con los demás, esp. con el necesitado. Cf. 12,33-34. El mandato de Jesús de dar limosna afirma la permanente validez (cf.
16,16-17) de lo que sobre el asunto determinan la Ley y los Profetas (16,29-31). Sobre la relación entre 16,9 y 1 Tim 6,18-19, cf. S. G. Wilson, Luke and the Pastoral Epistles (Londres 1979) 50. 10. fiel: Esta aplicación de la parábola subraya la necesidad de la fidelidad diaria. 11. Si los discípulos no comparten las posesiones, no les será confiada la verdadera realidad celestial. 12. Si los discípulos comparten las posesiones, que son realmente un préstamo que reciben de otro, es decir, de Dios, se les entregará el tesoro del cielo como propiedad inalienable. Cf. Marshall, Gospel 624. 13. no podéis servir a Dios y al dinero: Los discípulos o son totalmente fieles a Dios, o sucumbirán a la esclavitud del dinero (mammón), y solamente se es fiel a Dios compartiendo el dinero con los demás, esp. con los que tienen necesidades.
150 14-18. Tras la publicación de la tesis de H. Conzelmann, según la cual 16,16 expresa la visión tripartita lucana de la historia de la salvación (cf. TL 32-33), se ha prestado más atención a la crítica de los pros y contras de su tesis que a indagar en cómo está conectado 16,14-18 con 16,1-13 y 16,19-31, que, obviamente, están interrelacionados por los temas de que tratan. Cf. Wilson, Luke and the Law (→ 58 supra) 43-51. 14-15. fariseos: Tres son las conexiones de 16,14-18 con 16,1-13 y 16,19-31. (1) Los vv. 14-15 se dirigen a los sectarios fariseos cristianos como tipos del hombre rico (cf. 16,19-31) que se burlan de Jesús por su enseñanza sobre compartir los bienes con los necesitados que no forman parte de la comunidad (16,1-13). Previamente, Lucas ya había presentado a los fariseos como ejemplos negativos (→76-77.99-100.132.142). Al describir a los fariseos como avariciosos y orgullosos (vv. 14-15), Lucas se inspira en la tradición grecorromana de la polémica contra los falsos maestros, tal y como aparece también en 1 Tim 6,10 (avaricia) y 1 Tim 6,17 (orgullo). En otros autores del NT, la avaricia está relacionada con los pecados de naturaleza sexual (cf. Ef 4,19; 5,3.5). También Lucas relaciona la avaricia con los pecados sexuales en 16,14 y 16,18; cf. también una relación similar en 8,14 y Hch 24,25-26. (2) La enseñanza de Jesús cumple y continúa la Ley y los Profetas (16,16; cf. v. 29) en lo referido a la ayuda a los necesitados (16,1-13; 16,27-31). Además, lo que Dios ha hecho al resucitar al Jesús humillado (16,31) manifiesta que esta acción es el cumplimiento de su voluntad de salvar al pobre (16.16). Cf. J. Dupont, Les Beatitudes (Ebib, París 1973) 3.62-64. (3) El evangelio no es un mensaje restringido para ricos que se consideran elegidos (16,15.19-26). Es para todos (16.16). En resumen, Lucas advierte a los acomodados de su comunidad que eviten la avaricia (y la inmoralidad), siguiendo la enseñanza de Jesús sobre la limosna, en sintonía con la voluntad de Dios. En 16,19-31 continuará Lucas esta exhortación con el ejemplo del hombre rico.
151 19-31. Relato ejemplar en dos niveles (vv. 19-26.27-31), focalizado en el hombre rico, sus hermanos y los lectores. La pregunta que formula es la siguiente: ¿Seguirán los cinco hermanos y los lectores el ejemplo del rico, o harán caso a la enseñanza de Jesús y del AT sobre la solicitud por los necesitados, como Lázaro, siendo así realmente hijos de Abrahán? Si no siguen esta enseñanza los cinco hermanos ni los lectores, no tendrán puesto alguno en el banquete mesiánico. 19-26. Existen paralelos de esta primera parte del relato ejemplar en el folclore egipcio y en la historia de Bar Ma ‘yan (cf. FEL, III, 749-50). Sin embargo, estos paralelos de la inversión en la vida futura de las condiciones tenidas en el presente no explican ni el diálogo entre el rico y Abrahán (vv. 23.24.25.27.29.30) ni el hecho de que el pobre, en la persona de Lázaro, no se recree en el castigo del rico. En contraposición, 1 Hen 92-105; ApPe 13. Cf. M. Himmelfarb, Tours of Heil (Filadelfia 1983). 19-20. rico… pobre: A pesar de los intentos de mostrar que los vv. 19-26 presentan al rico actuando perversamente (cf. Seccombe, Possessions [→ 23 supra] 176-78), el texto no ofrece indicación alguna de que fuese culpable de alguna falta moral o de que Lázaro fuese moralmente bueno. Así pues, hay razones para sostener que los vv. 19-26, por sí mismos, condenan a los ricos por ser ricos y alaban a los pobres por ser pobres (cf. 1,51-53; 6,20-26). 23. seno de Abrahán: Referencia a la posición preferente al lado de Abrahán en el banquete mesiánico (13,28-29; cf. Jn 13,22). 24. lengua: cf. Himmelfarb, Tours 68-105, sobre ejemplos de este tipo de castigo de «ojo por ojo». 27-31. Este segundo nivel del relato ejemplar prosigue el diálogo entre el torpe rico y el Padre Abrahán, mostrando claramente que la falta de solicitud del rico por Lázaro no estaba de acuerdo con el AT (16,29-31) ni con la enseñanza de Jesús (16,9). 27. Padre (Abrahán): La referencia a Abrahán recurre a un tema lucano (→ 23 supra). La mera palabra no convierte a uno en hijo de Abrahán ni, por tanto, en miembro del Israel reconstituido. «La afirmación del rico de que Abrahán es su padre no tiene efecto alguno, pues no ha producido las obras de misericordia que habrían demostrado el arrepentimiento de su estilo de vida egoísta e insensible» (G. VV. E. Nickelsburg, NTS 25 [1978-79] 338). 31. resucitar de la muerte: Se exhorta a los acomodados de la comunidad lucana a ayudar a los lázaros que hay entre ellos. Aunque 16,19-31 enseña que los pobres son salvados por la sola gratia, también ellos tendrán que responder al evangelio lucano de la acción divina que levanta al humillado en la muerte y resurrección de Jesús (16,31). Cf. FEL, III, 751-54.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
EL pasaje arriba transcrito es de difícil interpretación. Hay en él puntos que talvez no serán aclarados hasta que venga el Señor por segunda vez. Es de esperarse que un libro como la Biblia, escrito por inspiración, contenga cosas difíciles de comprender. Mas el defecto no está en el libro, sino en nuestro limitado entendimiento. Si no podemos aprender otra cosa en este pasaje, aprendamos por lo menos á ser humildes.
Tengamos cuidado, ante todo, de no deducir de los versículos citados doctrinas y preceptos que no enseñan.
Nuestro Señor no se refiere al mayordomo como á un modelo de moralidad: de otra manera no le hubiera dado el epíteto de «malo.» Jesús nunca autorizó la falta de honradez en el comercio humano. Este mayordomo engañó á su amo y quebrantó el octavo mandamiento. Su amo quedó admirado de su astucia cuando supo lo que había hecho, y lo alabó por su sagacidad y previsión. Pero esto no prueba que su conducta le agradara; y lo que es más, no hay una palabra que indique la aprobación de Cristo. En breve, el manejo del mayordomo es algo que debemos evitar, no un modelo que hayamos de imitar.
Y la advertencia, que así se nos hace, es muy necesaria. La mala fe en los negocios es, por desgracia, muy común en nuestros días. La honradez en los contratos es muy rara. En sus transacciones comerciales algunos hacen cosas que la Biblia condena. Millares de hombres hay que por «apresurarse á enriquecerse » cometen actos que no son estrictamente equitativos. Pro 28:20. La astucia y la destreza en comprar, en vender y en hacer negocios de todas clases, hacen pasar por alto cosas que no debieran permitirse. La raza á que partencia el mayordomo malo es todavía muy numerosa. No olvidemos esto: siempre que hagamos á los demás aquello que no quisiéramos que hicieran con nosotros, podemos estar seguros, a despecho de lo que el mundo diga, que estamos obrando mal á los ojos de Cristo.
Obsérvese que la lección principal que se nos inculca en esta parábola es que es prudente estar prevenidos para cualquiera contratiempo.
La manera con que el mayordomo malo se portó cuando supo que iba á perder su destino, fue indudablemente hábil y sagaz. Aunque al rebajar de las cuentas parte de lo que se le debía á su señor, procedió de mala fe, ciertamente con ese acto se hizo muchos amigos. Perverso como era, no descuidó el porvenir. Deshonrosas como eran las providencias que dio, no dejaba de atender á sus propias necesidades. No cruzó los brazos y dejó que la pobreza asomara á. las puertas de su casa; mas meditó, raciocinó, hizo sus planes y los puso en ejecución sin temor. El resultado fue que no quedó en el desamparo.
Que contraste tan sorprendente no observamos entre el proceder del mayordomo respecto de sus asuntos temporales, y el de la mayor parte de los hombres respecto de sus asuntos espirituales 1 Bajo este punto de vista únicamente es que el mayordomo nos da uu ¿ejemplo que nosotros haríamos bien en imitar.
Como él, debemos dirigir nuestras miradas hacia el porvenir. Como él, debemos prevenirnos para el día en que tengamos que dejar nuestra morada terrenal.
Como él, debemos conseguir «un edificio en los cielos,» donde fijemos nuestro hogar, cuando se deshiciere el tabernáculo terrestre de nuestro cuerpo. 2 Cor.
Pro 5:1. Como él, debemos emplear todos los medios que estén á nuestro alcance para obtener mansiones eternas.
Bajo este punto de vista la parábola es altamente instructiva. La solicitud que los hombres del mundo manifiestan por los asuntos de esta vida debiera hacer ruborizar á los cristianos por su frialdad respecto de las cosas de la eternidad. El celo y la constancia que los hombres de negocios despliegan cuando recorren mar y tierra para conseguir riquezas, es un reproche de la indiferencia é indolencia que manifiestan los creyentes respecto de los tesoros celestiales.
Las palabras de nuestro Señor son verdaderamente profundas y solemnes: » Los hijos de este siglo más prudentes son en su generación que los hijos de la luz..
Notemos por último en este pasaje ¡as palabras notables que nuestro Señor usa respecto de las cosas de poca consideración. «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto..
Nuestro Señor nos enseña con estas palabras á ser escrupulosamente fieles, y nos previene que no vayamos á suponer que una conducta, en asuntos pecuniarios, semejante á la del mayordomo, sea cosa insignificante. Es que quiere que sepamos que la manera como el hombre se porta en «lo muy poco » da á conocer su índole, y que la injusticia en «lo muy poco » es un síntoma del mal estado en que se encuentra el corazón. No quiere dar á entender, por supuesto, que la honradez en cuestiones de dinero puede justificar nuestras almas ó limpiarnos de todo pecado; pero sí quiere decir que la mala fe en las transacciones es señal de que el corazón no es «recto á los ojos de Dios..
La doctrina que nuestro Señor establece así merece muy seria consideración el día de hoy. Parece que algunos hombres han llegado á persuadirse que es posible divorciar la verdadera religión de la honradez ordinaria, y que si uno es ortodoxo en materias de doctrina, poco importa que en la práctica estafe ó engañe. Las palabras de nuestro Señor son una protesta contra esta perniciosa idea. Nosotros, por nuestra parte, debemos velar y estar alerta para no caer en semejante error. Defendamos con tesón las gloriosas doctrinas de la salvación por la gracia y la justificación por la fe; pero no vayamos á imaginar jamás que la verdadera religión autoriza el menosprecio de la segunda tabla de la ley. No olvidemos ni por un momento que la verdadera fe se conoce por sus frutos. Podemos estar seguros que el que no es honrado no posee la gracia divina.
Fuente: Los Evangelios Explicados
cierto… → Luc 20:9; malgastar… Lit. malgastando.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R703 En este versículo, sólo el contexto aclara que οὗτος se refiere a οἰκόνομον (y no a ἄνθρωπος): este mayordomo.
R966 Ὡς puede aparecer con el participio para dar la razón alegada, la cual en esencia puede ser real o sólo una suposición (en este caso, Jesús indica que la acusación fue hecha por un [διεβλήθη], y difamador el contexto implica que no era cierta [sólo alegada] -R1140).
BD193(4) Parece que αὐτῷ se usa como un dativo genuino con el verbo en voz pasiva διεβλήθη: denunciarlo como sospechoso ante él.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
cierto g 20.9.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
El Señor propone la parábola del mayordomo injusto, y exhorta a la limosna. La ley y los profetas duraron hasta el Bautista. No debe repudiarse una mujer para tomar otra. Del rico avariento, y de Lázaro el mendigo.
1 a. MS. Quel avie mal metido todo lo so.
3 b. Porque no estoy acostumbrado al trabajo corporal, ni criado en el campo, no sé otro oficio con qué poder sustentarme.
6 c. Cados, barriles, tinajas. Vasos grandes para guardar los líquidos. El hebreo batho o epha era la décima parte del coro. Cabía veinte y seis libras y ocho onzas del antiguo peso romano, y diez y ocho libras y diez onzas de las nuestras. Cada batho, medida de líquidos contiene quince azumbres nuestras. Y el coro hebreo cinco fanegas castellanas. Véase el P. Mariana, de Pond. et mens. Aunque no se convienen los modernos en este cálculo. MS. Kafices de trigo.
d. El Griego: grámma, vale; escritura de obligación, resguardo.
8 e. No alaba su infidelidad, sino su destreza y astucia. Al modo que cuando oímos alguna acción mala de un hombre, que la ejecutó con ingenio, condenamos la obra, y alabamos el talento, doliéndonos de que no lo emplee en cosas buenas.
f. Los hijos de este siglo, y los hijos de la luz son frases hebreas, por las que se significan los hombres, que sólo miran las cosas de la tierra, y los que siguen la luz y la verdad del Evangelio.
g. Son más sabios y más industriosos para procurar y adquirir estos bienes perecederos, que los hijos de la luz para los que pertenecen a la felicidad eterna que esperan; pero la prudencia de los primeros, según la carne, es la muerte de su alma; y la de los segundos, según el espíritu, es un manantial de vida y de paz (Rom 8,6).
h. Esto es; en su grado, o también en el manejo de sus negocios, o como explica San Basilio, en la vida presente.
9 i. Nosotros somos los ecónomos, o los mayordomos de Dios, y le daremos cuenta del uso que hiciéremos de sus bienes. El que los disipare, esto es, el que los empleare en otras cosas que en las que conducen y miran a su gloria, merece ser despojado de todo.
j. No injustamente adquiridas, porque estas deben ser restituidas a sus dueños, sino falsas y engañosas, o que sirven de instrumento a la injusticia por el mal uso que se hace de ellas.
k. Para que, cuando, etc. Para que aplacado Dios por los ruegos y plegarias de los pobres que socorristeis, os reciba, etc.
10 l. El que es infiel en el uso de las riquezas temporales, que son falsas y perecederas, lo será también en el de los bienes espirituales, que son los verdaderos, y que nunca han de faltar.
12 m. Las riquezas, de que sólo tenéis la administración.
n. Los bienes espirituales, que os están destinados como vuestra herencia. ¡Qué lección esta para los ricos, que miran como propias las riquezas, de que Dios ha puesto solamente en sus manos la administración y empleo! Desprecian a los pobres que ven necesitados de su socorro. Y el Hijo de Dios les enseña aquí a reformar su juicio, haciéndoles ver que los ricos son los que tienen necesidad de los pobres, y los que deben trabajar por hacérselos amigos. Dios hubiera podido impedir esta grande desigualdad, que se nota entre los hombres a causa de la división de los bienes, que dependen absolutamente de su voluntad. Mas quiso que hubiese ricos y pobres, para que los unos contribuyesen a la salud de los otros. El reino de los cielos pertenece a los pobres (Mt 5,3), o porque entrarán en él solamente los que lo son de corazón y de espíritu; o porque la asistencia y socorro que se da a los pobres, como a miembros de Jesucristo, da derecho a los ricos para entrar en él; pues estos representando a Dios la caridad que usásteis con ellos, conforme a sus promesas, y por respecto a ellos os dará el premio en la vida eterna.
14 o. ¿Cómo podían oír con gusto una doctrina tan opuesta a sus pasiones?
16 p. Como si les dijera: Os ofende mi doctrina, porque predico el desprecio de los bienes temporales, que la ley y los profetas han prometido a los que la observasen fielmente. Mas sabed que esto ha durado hasta el tiempo del Bautista; y que ya desde este tiempo, no son bienes terrenos los que se prometen, sino que se anuncia una nueva ley, el reino de Dios, que es todo espiritual, y que pide el desprecio de estos mismos bienes que tanto amáis. A este reino no se llega si no es a viva fuerza que debe hacerse el hombre a sí mismo, y a sus propias pasiones (Mt 11,12).
q. Todos, esto es, la mayor parte, y en especial vosotros conspiráis a oponeros con violencia. Otros: Todos se hacen fuerza para entrar en él. La primera exposición es más conforme al texto.
17 r. Y aunque esta ley solamente ha durado hasta el Bautista, esto no obstante tendrá su perfecto cumplimiento; porque yo mismo he venido a dárselo, sustituyendo la verdad a las figuras (Mt 5,18).
19 s. La mayor parte de los intérpretes explican el byssus por lino muy fino, que se vendía a peso de oro. Calmet y otros quieren que fuese una especie de seda.
20 t. Muchos de los Padres antiguos han mirado lo que el Salvador dice aquí del rico avariento, no como una parábola, sino como un hecho verdadero. Y Tertuliano cree que es una prueba de esto mismo el nombre del pobre, que declara aquí el Hijo de Dios llamándole Lázaro. Otros toman fundamento del mismo nombre para creer que es sola una parábola, por cuanto los jerosolimitanos usaban contraído el nombre Lazar en vez de Eleazar, que significa socorro de Dios: lo que verdaderamente conviene al mendigo destituido del socorro de los hombres.
22 u. Lugar que había destinado para el descanso de las almas de los justos, hasta que Jesucristo triunfando de la muerte, los llevó consigo a gozar de la eterna bienaventuranza. Abraham es propuesto como padre de todos los vivientes (Rom 4,11-12). Los que imitan su fe y su piedad, son sus hijos espirituales, y se dice que descansan en el seno de Abraham, a semejanza de unos hijos tiernos y muy queridos, que los llevan para que reposen en el seno o regazo de sus padres.
v. MS. Y fue sobollido.
25 w. Manera vulgar de explicarse; porque de otra suerte, Abraham no reconoce por hijos sino a los fieles y santos (Is 63,16; Jn 8,39; Gál 3,7).
26 x. Todo esto que aquí se dice, que levantó los ojos, que habló, que rogó que le refrescasen la lengua, etc., representa los naturales movimientos de aquel infeliz en sus tormentos. Y esta grande sima o abismo, que había de por medio, no tanto significa la distancia de los lugares, cuanto la inmutabilidad del estado de los santos y de los réprobos después de su muerte. Cotejen los avarientos y glotones los estados diferentes que tuvieron en vida y después de la muerte Lázaro y el rico, y no esperen que un muerto venga a predicarles, ni crean que les aprovecharía, aunque viniera, si no creen al Evangelio. Escarmienten, y teman con este ejemplo, no sea que el Señor los premie en esta vida, con lo que les ha de servir de instrumento de mayores ofensas suyas, y por consiguiente la causa de sus más terribles tormentos en el infierno.
28 y. Parece que mostraba interés por la salvación de sus hermanos; pero esto no tanto era caridad, de la que son incapaces los condenados, cuanto temor de que se aumentase su castigo con la pena eterna de aquellos a quienes había inducido al mal con su ejemplo.
30 z. Queda imperfecta la oración; y para el perfecto sentido se debe sobrentender: No basta, padre, que tengan a Moisés y los profetas; más impresión les hará lo que les cuente Lázaro, etc.
31 a. Buena prueba de esta verdad es la resurrección de Lázaro. El efecto que causó en los corazones obstinados de los judíos, fue tomar la resolución de hacerle morir, después de haberlo hecho salir Jesucristo del sepulcro. Y aunque después de la muerte del Señor, él mismo resucitó, y también otros muchos muertos, no por eso dejaron de perseguir a los Apóstoles, haciéndoles mil insultos, y quedándose tan incrédulos y ciegos como antes estaban.
Fuente: Notas Bíblicas
[1] Una reprimenda dura que muestra como los hijos mundanos de s.a.tan son más perspicaces en el asunto del dinero que los Israelitas, quienes deberían de ser los mejores mayordomos de todos, ya que están llenos d El Espíritu de sabiduría y discernimiento. Pero a causa de esa falta de perspicacia en las finanzas, la mayoría de los Israelitas equivocadamente creen que pedir dinero para el reino es mendigar, o carnal. En este error, Yahshua brilla con Su luz y enseñándonos que tenemos mucho que aprender de los hijos de la oscuridad, cuando se trata de financiar la voluntad de YHWH en la tierra.
[2] Una adenda sarcástica que aunque podamos aprender del mundo, no podemos entra en lo carnal para la vida enterna y para la morada eterna de dicha. Esta sólo puede ser dada por Yahshua.
[3] Una posición clave en el reino de Moshiaj.
[4] Poniendo avaricia antes que YHWH.
[5] Ver nota sobre Mat 11:13.
[6] Ver nota sobre Mat 19:9.
[7] Esto no es una parábola, sino un relato verdadero del más allá. En una parábola no se utiliza nombres. Aquí si son, así que debemos de ver ésto como una historia verdadera del más allá.
[8] El seno de Abraham era el habitáculo para los justos antes de de Moshiaj. Cuando Moshiaj vino, el vació el Seno de Abraham y llevó a los espíritus (no los cuerpos) de los de la fe al cielo. Hoy los espíritus de los justos de acuerdo a Hebreos 11, se reúnen con los patriarcas y las matriarcas en el cielo esperando el día de la resurrección.
[1] La Torah habla acerca de Moshiaj, y si no quieren creer el testimonio del autor Moisés, no creerán aunque Yahshua resucitase.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero