Biblia

Comentario de Lucas 18:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 18:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

También le presentaban los niños pequeños para que los tocase. Y los discípulos, al ver esto, les reprendían.

18:15 Traían a él los niños (BREPHOS, “recién nacidos”, WEV; muy pequeños, LBLA) para que los tocase; — Traían a Él los niños no para que los “bautizara”, sino para que los tocase.

Mat 19:13, “para que pusiese las manos sobre ellos, y orase”. Esto indica que respetaban a Cristo, lo tenían en alta estima como maestro.

— lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. — Estos discípulos creían que no había tiempo para los tales. Les reprendieron por interrumpir la obra de Jesús, pensando que no era importante tomar nota de los niños. Recuérdese Mat 15:23, también querían despedir a la mujer cananea. Jesús había dicho (18:3).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

traían a él los niños. 1Sa 1:24; Mat 19:13-15; Mar 10:13-16.

les reprendieron. Luc 9:49, Luc 9:50, Luc 9:54.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

les reprendieron: Los discípulos supusieron que Jesús era demasiado importante y estaba demasiado ocupado para convivir con niños. Que los padres quisieran que Jesús tocase a sus hijos era seguramente para recibir su bendición.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

18:15 Traían a él los niños (BREPHOS, “recién nacidos”, WEV; muy pequeños, LBLA) para que los tocase; — Traían a Él los niños no para que los “bautizara”, sino para que los tocase.
Mat 19:13, “para que pusiese las manos sobre ellos, y orase”. Esto indica que respetaban a Cristo, lo tenían en alta estima como maestro.
— lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. – Estos discípulos creían que no había tiempo para los tales. Les reprendieron por interrumpir la obra de Jesús, pensando que no era importante tomar nota de los niños. Recuérdese Mat 15:23, también querían despedir a la mujer cananea. Jesús había dicho (18:3).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL MAESTRO Y LOS VINOS

Lucas 18:15-17

Había personas que le querían traer a Jesús a sus niños, para que los tocara. Pero cuando los veían los discípulos, les decían que se marcharan. Cuando Jesús se dio cuenta, llamó a sus discípulos y les dijo:
Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo impidáis; porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Os aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Era corriente que las madres trajeran a sus niños en su primer cumpleaños a algún rabino distinguido para que los bendijera. Y para eso se los traían a Jesús. No tenemos que pensar que los discípulos fueran duros o crueles. Lo hacían por el respeto y el cariño que le tenían a Jesús. Recordemos que se dirigía a Jerusalén a morir en una cruz. Los discípulos podían ver en su rostro la tensión de su corazón; y no querían que le molestaran. En casa les decimos a veces a los niños: «Deja a papá en paz, que está muy cansado y preocupado esta noche.» Eso es precisamente lo que hicieron los discípulos.
Es una de las escenas más encantadoras del Evangelio el ver que Jesús tenía tiempo para los niños hasta cuando se dirigía a Jerusalén para morir en la cruz.
Cuando Jesús dijo que los que componen el Reino de Dios son los que son como los niños, ¿qué quería decir? ¿En qué cualidades estaba pensando?
(i) El niño no ha perdido el sentido de lo maravilloso. Tennyson nos cuenta que una mañana temprano entró en la habitación de su nietecito y le sorprendió «siguiendo embelesado con la mirada al rayo de sol que jugaba en los postes de la cama.» Cuando nos hacemos mayores, vivimos en un mundo gris y cansado. Los niños viven en un mundo que conserva el lustre de lo nuevo, y en el que Dios siempre está cerca.

(ii) Toda la vida del niño se apoya en la confianza. Cuando somos pequeños, nunca nos preguntamos de dónde nos va a venir la próxima comida, o de dónde va a salir la ropa. Cuando vamos al colegio estamos seguros de que nuestra casa estará en su sitio cuando volvamos, con todo listo para nuestras necesidades. Cuando vamos de viaje no nos preocupamos por los gastos, ni dudamos de que nuestros padres sepan el camino y nos lleven sin problemas. La confianza del niño en sus padres es absoluta, y así debería ser la nuestra en nuestro Padre, Dios.

(iii) El niño es obediente por naturaleza. Es cierto que a veces desobedece y se queja de lo que le mandan sus padres; pero su instinto es obedecer. Sabe muy bien que debe obedecer, y no está contento cuando no ha sido obediente. En su fuero interno reconoce que la palabra de sus padres es ley. Así debiera ser para nosotros la Palabra de Dios.

(iv) El niño tiene una capacidad admirable para perdonar. Casi todos los padres somos injustos con nuestros niños. Les exigimos un nivel de obediencia, de modales, de lenguaje y de diligencia que rara vez alcanzamos nosotros. Una y otra vez los regañamos o castigamos por hacer cosas que hacemos nosotros. Si otros nos trataran de la forma que tratamos nosotros a nuestros hijos, probablemente no se lo perdonaríamos. Pero los niños perdonan y olvidan, y ni siquiera se dan cuenta de que se los trata con injusticia. El mundo sería un lugar mucho más agradable si perdonáramos todos como lo hace un niño.

El mantener despierto el sentido de lo maravilloso, vivir con una confianza inquebrantable, obedecer con naturalidad, perdonar y olvidar… En eso consiste el espíritu del niño, que es el pasaporte para entrar en el Reino de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— los bendijese: Lit. los tocase. Por lo general, los israelitas bendecían colocando las manos sobre la cabeza del bendecido.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jesús y los niños (ver Mat. 19:13-15; Mar. 10:13-16). Sólo Lucas habla de niños pequeños. Que los tocase implica que Jesús ponía las manos sobre ellos y oraba para que Dios los bendijera. En Mar. el punto principal de la historia es que el reino de Dios pertenece a los que son como ellos y esto es enfatizado por el hecho de que Jesús los abrazaba. Lucas omite esto, no porque creyera que no era propio recordarlo, sino más probablemente porque quería concentrar la atención en la lección de que el reino de Dios sólo es para los que están preparados para recibirlo como un niño de manera humilde y con una mente receptiva (cf. 18:14).

Notas. 15 Después de una larga sección (9:51-18:14) que no tiene paralelos en Marcos, Lucas vuelve sus pasos al Evangelio más antiguo. 16 El reino es tanto para los niños como para los que son como ellos.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) O: “hijos”.

REFERENCIAS CRUZADAS

q 1079 Mat 19:13; Mar 10:13

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

traían…los niños. Véase coment. en Mt 19:13.

Fuente: La Biblia de las Américas

Observemos primeramente que, por lo común, se ignora de qué manera se ha de tratar á los niños en materias religiosas.
Se nos refiere que «traían niños á Jesús para que los tocase, lo cual viéndolo sus discípulos, les reñían.» Sin duda ellos creían que, al paso que importunaban á su Maestro, no se lograría nada bueno, pues los niños no podrían recibir beneficio alguno. Mas el Señor los amonestó con las siguientes palabras solemnes: «Dejad los niños venir á mí, y no los impidáis..
Y no es solo á los discípulos que se pueden atribuir errores de esta clase. Muy singulares son las ideas que prevalecen en el seno de las diversas sectas cristianas, en lo que respecta al cuidado de las almas de los niños.
Tanto en el pasaje de que tratamos como en otros muchos, se nos da á entender claramente que Cristo cuida de las almas de los niños tanto como de las de los adultos. Los niños se hallan en capacidad de recibir la gracia divina. Naciendo como nacen en el pecado, no pueden salvarse sin dicha gracia; pero ni la Biblia ni la experiencia enseña cosa alguna de la cual podamos inferir que no pueden recibir el Espíritu Santo, y ser justificados desde su más tierna infancia. La mente del niño no es ajena á las ideas religiosas. La prontitud con que recibe las verdades del Evangelio, es un hecho que conocen bien todos los que han tomado alguna parte en la educación religiosa de la infancia. Por último, los niños pueden salvarse tierna que sea la edad á que mueran.
Este asunto merece ser objeto de maduras reflexiones. Es difícil de suyo y ha dado margen á gran variedad de opiniones.
Pero en todo caso de duda, bueno será que acudamos al pasaje citado.
Notemos, además, la aserción terminante que nuestro Señor hace respecto de los infantes. El dice: «De tales es el reino de Dios..
Cierto es que existen diversas opiniones acerca del significado de estas palabras. Que no quieren decir que los niños nacen libres de todo pecado lo prueban abundantemente otros pasajes de la Escritura. Sirva de ejemplo el siguiente: «Lo que es nacido de la carne, carne es.» Joh 3:6. Es probable que dichas palabras entrañen varias lecciones.
1. Todos los hijos de Dios han de procurar vivir cómo los niños que se acercaron á Jesús. Los niños presentan un ejemplo digno de imitación por su fe sencilla y la confianza que tienen en los demás; por su inocencia y desinterés; por su humildad, mansedumbre y candor. Feliz el que puede allegarse á Cristo y á la Biblia á la manera de un niño.
2. Con niños deben engrosarse constantemente las filas de la iglesia de Dios. Formarán una parte considerable de los moradores del cielo. Existen buenas razones para confiar en que se salven. «Cuando el pecado abundó, superabundó la gracia.» El número de los que mueren antes de tener uso de razón, es grande sobre manera; y por lo tanto, bien podemos suponer que en el reino de los justos habrá gran número de niños.
No dudemos, pues, de que los niños formarán una fracción importante de la iglesia de Dios, una fracción que el Gran Jefe no quiere que quede en abandono. Señalémosles desde su más temprana edad el sendero de la virtud, y hagamos penetrar en su corazón la semilla de la Palabra Divina, bien seguros de que algún día germinará, crecerá y producirá opimos frutos.
Estemos persuadidos de que ellos piensan, sienten y reflexionan más de lo que á primera vista parece ; y que el Espíritu Santo obra con tanta eficacia en ellos como en la gente de edad más avanzada. Más, ante todo, intercedamos por ellos con Jesús, y pidámosle que los acoja bajo su protección y amparo.

Fuente: Los Evangelios Explicados