Biblia

Comentario de Lucas 19:28 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 19:28 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén.

19:28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; — Compárense Núm 19:2; Deu 21:3; 1Sa 6:7. Véase 1Re 1:33-35, “montad a Salomón mi hijo en mi mula”.

— desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. — Es posible que esto indique que Jesús ya había hecho este arreglo, pero también es enteramente posible que esto sea otra manifestación de su omnisciencia.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

iba delante subiendo a Jerusalén. Luc 9:51; Luc 12:50; Luc 18:31; Sal 40:6-8; Mar 10:32-34; Jua 18:11; Heb 12:2; 1Pe 4:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

iba delante subiendo a Jerusalén: Jesús se acerca a la ciudad donde deberá morir (Luc 13:13).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LA ENTRADA TRIUNFAL. Al entrar en Jerusalén sobre un burro, Jesús da testimonio público de que Él es el prometido rey y Mesías de Israel (véase Zac 9:9, nota).

(1) Esa entrada en Jerusalén fue profetizada por el profeta Zacarías.

(2) La humilde entrada de Jesús es un deliberado acto simbólico que tenía la intención de demostrar que su reino no es de este mundo y que Él no vino a gobernar al mundo con fuerza ni violencia. Su negativa a tomar acción como un conquistador militar demuestra que su reino es espiritual.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

subiendo a Jerusalén. El camino desde Jericó a Jerusalén era una cuesta bastante inclinada que se elevaba a unos 1.005 m a lo largo de unos 27 km. Esto representaba el último tramo del itinerario prolongado que comenzó en Luc 9:51 (vea la nota allí).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

19:28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; — Compárense Núm 19:2; Deu 21:3; 1Sa 6:7. Véase 1Re 1:33-35, “montad a Salomón mi hijo en mi mula”.
— desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. – Es posible que esto indique que Jesús ya había hecho este arreglo, pero también es enteramente posible que esto sea otra manifestación de su omnisciencia.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA ENTRADA DEL REY

Lucas 19:28-40

Después de decir estas cosas, Jesús se adelantó en el camino de subida a Jerusalén. Y sucedió cuando llegaron al monte que se llama de los Olivos cerca de Betfagé y de Betania, que Jesús mandó por delante a dos discípulos suyos con estas instrucciones:
-Dirigíos a la aldea de enfrente y, a la entrada, encontraréis citado un borriquillo que todavía no ha montado nadie. Lo desatáis, y os lo traéis. Y si os pregunta alguien que por qué lo estáis haciendo, le decís: «Porque
el Señor lo necesita.»

Los que mandó Jesús fueron y lo encontraron todo como les había dicho Jesús. Cuando estaban desatando el borriquillo, les preguntaron los dueños:

-¿Por qué estáis desatando el borriquillo?
-Porque el Señor lo necesita -contestaron.

Y se lo trajeron a Jesús, y pusieron sus mantos encima del borriquillo, y ayudaron a Jesús a montar. Y cuando echó a andar alfombraron con sus mantos el camino por donde había de pasar.
Cuando llegaron cerca del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos no pudieron ya contener la alegría, y se pusieron a dar voces alabando a Dios por todos los acontecimientos maravillosos que habían presenciado; y gritaban:
-¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y gloria en las Alturas!
Algunos fariseos que iban entre la gente le dijeron a Jesús:

-¡Maestro, diles a tus discípulos que se contengan!

-¡Os aseguro -les contestó Jesús—, que si ellos se callan gritarán las piedras!

De Jerusalén a Jericó no hay más que 28 kilómetros, así es que Jesús ya estaba llegando a la meta. Jerusalén, el final del viaje, estaba ahí delante. Los profetas, cuando las palabras no producían efecto, cuando la gente se resistía a recibir o a aceptar el mensaje, recurrían a algún gesto dramático para que nadie dejara de enterarse. Tenemos ejemplos de tales acciones dramáticas en 1R 11:29-31 ; Jer 11:1-11 ; Jer 27:1-11 ; Ez 4:1-3 ; S:1-4. Algo así era lo que Jesús se proponía hacer entonces: entrar en Jerusalén cabalgando de una manera que le hiciera comprender a todo el mundo que Él era el Mesías, el Rey Ungido por Dios. Tenemos que fijarnos en algunos detalles de la entrada de Jesús en Jerusalén.

Nos da la impresión de que aquella no fue una acción improvisada, sino algo cuidadosamente preparado. Jesús no dejaba las cosas para el último momento. Lo más seguro es que ya hubiera llegado a un acuerdo con los dueños del borriquillo. «Porque el Señor lo necesita» era la consigna convenida de antemano.
(ii) Fue un gesto de glorioso desafío y de valor superlativo. Ya entonces los líderes judíos le habían puesto precio a su cabeza (Jn 11:57 ). Habría sido natural que, si Jesús tenía que ir a Jerusalén, entrara de incógnito y secretamente; pero lo hizo de una manera que le colocó en el centro de atención de toda la ciudad. Es algo sobrecogedor el pensar en un hombre a cuya cabeza se había puesto precio, un proscrito, cabalgando a cara descubierta en la capital de forma que todos pudieran verle y saber que estaba allí. Es imposible exagerar el valor de Jesús.

(iii) Fue una declaración deliberada de su derecho al trono, en cumplimiento de la profecía de Zac 9:9 . Pero, hasta en este acto, Jesús subrayó el carácter del Rey que pretendía ser. El asno no era en Palestina la acémila humilde de otros países, sino un animal noble. Los reyes iban a caballo a la guerra; cuando iban en son de paz usaban el asno. Al escoger su montura, Jesús se ofrecía como rey de amor y de paz, y no como el héroe militar y conquistador que la gente esperaba.

(iv) Fue la última invitación. Jesús vino, como si dijéramos, con los brazos abiertos, como diciendo: «¿Me queréis ahora aceptar como vuestro Rey?» Antes de que el odio de los hombres le tragara totalmente, una vez más los confrontó con la invitación del amor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Luc 9:51.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jesús se acerca a Jerusalén (ver Mat. 21:1-9; Mar. 11:1-10; Juan 12:12-19)

A esta altura, los discípulos ya habían sido advertidos de lo que le ocurriría a Jesús en Jerusalén. Sin embargo, él se preparó para entrar a la ciudad de una manera poco común. Montó un borriquillo y cabalgó desde Betfagé y Betania, que eran dos aldeas hacia el este sobre el monte de los Olivos, bajando por la ladera del monte y hacia la ciudad. Tender mantos en el camino era una señal de que el que llegaba era un mandatario (cf. 2 Rey. 9:13). La gente que había venido con él desde Galilea estalló en alabanzas a Dios por las obras poderosas que ya habían visto y exaltó a Jesús como el rey que venía y que recibiría la autoridad de parte de Dios para reinar. Lucas es el único que nos cuenta algo sobre los fariseos, que quizá tenían una actitud amistosa hacia Jesús y temían las consecuencias, por lo cual le advirtieron que aquietara a sus entusiastas seguidores. Pero Jesús no estaba dispuesto a ello. En un sentido más profundo de lo que se daba cuenta la gente que estaba gritando, sus palabras eran verdad: el rey había venido. Por lo tanto, las multitudes no podían dejar de darle la bienvenida.

Notas. 31 No es claro si el Señor se refiere a Jesús mismo o al dueño del asno. En el último caso, los dueños del v. 33 serían los siervos del propietario y Jesús habría hecho un arreglo previo con el dueño para el préstamo. En el caso anterior, Jesús solía referirse a sí mismo como “el Señor”. 38 En Mar. 11:9, 10 lo que es bienvenido es el reino más bien que el rey, pero la diferencia no es importante. Las palabras de Lucas dan por sentado que la gente se daba cuenta de que el establecimiento de un reino implicaba la instalación de un rey y lo importan te es que estaban dispuestos a reconocer a Jesús, un ser humano, como tal. Las multitudes podían haber estado esperando algún tipo de insurrección de su parte, a pesar de que él había dicho lo contrario a sus seguidores. Paz en el cielo es la paráfrasis de Lucas de “Hosanna” en Mar., para bien de los lectores gentiles. Quizá eso sugiere que la paz en la tierra no era posible para Jerusalén (cf. 2:14; 19:42).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

x 1142 Mar 10:32; Luc 9:51

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

subiendo hacia Jerusalén. Jericó se encontraba a más de 250 m bajo el nivel del mar y Jerusalén a más de 800 m sobre el nivel del mar, lo que hacía del camino de Jericó a Jerusalén una subida constante.

Fuente: La Biblia de las Américas

28 super (1) En el versículo anterior el Salvador concluyó Su ministerio. Ahora ha llegado el momento en que El debe subir a Jerusalén para presentarse a la muerte que Dios ordenó para la realización de la redención eterna (véanse las notas 1 super (1) y 33 super (1) de Mr 10). Aunque sabía que los líderes judíos buscaban la oportunidad de matarlo, siguió adelante con valor.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Notemos, en primer lugar, la omnisciencia divina que en Cristo revelan estos versículos. Mandó á dos de sus discípulos que fueran á una aldea vecina, y les dijo que á la entrada encontrarían un pollino en el cual no se había sentado hombre alguno. Es decir, les expresó con tanta exactitud lo que verían y oirían como si ya todo hubiera tenido lugar.
El lector atento observará que en otros pasajes del Evangelio se nota la misma circunstancia. En uno se nos dice que él sabía cuales eran los pensamientos de sus enemigos; en otro, que conocía lo que pasaba en el interior del hombre; y en otro, que desde el principio sabía quienes eran los que no creían y quien le había de entregar. Tal conocimiento es un atributo que solo pertenece á Dios.
La omnisciencia de Cristo debiera alarmar á los pecadores é inclinarlos al arrepentimiento. «No hay tinieblas ni sombra de muerte en que se encubran los que obran maldad.» Si van á un retrete privado, allí los sigue la vista de Cristo. Si en lo oculto traman villanías y maldades, Cristo los observa. Si en secreto hablan contra las personas rectas y piadosas, Cristo los oye. Tal vez logren engañar á los hombres, mas no pueden engañar al Señor.
Al pensar en el conocimiento ilimitado de Cristo el verdadero cristiano debiera llenarse de esperanza y sentirse impulsado á hacer mayores bienes sobre la tierra. Cristo lo ve constantemente, y oye cada palabra que sale de sus labios, y lee todos los pensamientos que cruzan su mente. Que no se aflija, pues, cuando el mundo lo injurie ó calumnie. Que diga en tales casos: «Señor, tú sabes todas las cosas: tú sabes que te amo..
Notemos, por otra parte, cuan pública fue la entrada de nuestro Señor en Jerusalén. Se nos dice que entró montado en un pollino, como un rey cuando regresa á la capital de su reino ó un vencedor que vuelve en triunfo á su patria. En el pasaje se refiere, además, que al acercarse á la ciudad lo rodeó una multitud de sus discípulos que regocijándose comenzó á alabar á Dios á gran voz. Este episodio es de una naturaleza bien distinta del resto de la vida de nuestra Señor. él, por lo general, procuraba evadirse de la observación pública, se retiraba al desierto y encargaba á los que sanaba que no contasen á nadie lo acontecido. En la ocasión de que tratamos, deja á un lado la reserva y parece deseoso de que todos perciban y noten con cuidado todo lo que hace.
Á primera vista no es fácil descubrir las razones que tuviera nuestro Señor para adoptar semejante línea de conducta; pero, después de que se haya reflexionado un poco sobre el asunto, la dificultad desaparecerá. El sabía que ya se acercaba el día en que había de morir en la cruz por los pecadores. Su obra como Profeta, en lo que tenia relación a su misión terrenal, había terminado. Mas todavía le faltaba llevar á cabo la obra de ofrecerse á sí mismo como sacrificio expiatorio y como sustituto de los pecadores. Antes de que esa obra fuese cumplida quería llamar hacia sí la atención de los judíos. El Cordero de Dios iba á ser inmolado: bueno era, por tanto, que todos los Israelitas dirigiesen los ojos hacia él. No era posible que un acontecimiento de tan alta significación tuviese lugar en lo oculto.
Démosle gracias al Todopoderoso de que la muerte de nuestro Señor Jesucristo fuese un acontecimiento tan público y notorio. Si hubiera sido apedreado de repente en un motín, ó degollado secretamente en una prisión, como Juan el Bautista, no habrían faltado judíos y gentiles incrédulos que hubieran negado del todo la muerte del Hijo de Dios. Dios en su sabiduría dirigió los acontecimientos de tal manera que no hubiese lugar á tal negación. Por diversos que sean los dictámenes de los hombres acerca de los efectos expiatorios de la muerte del Redentor, sobre su muerte misma, como acontecimiento histórico, no hay duda alguna. Á vista de todos entró Jesús en Jerusalén pocos días antes de su muerte; á vista de todos anduvo por las calles de la ciudad y pronunció palabras edificantes hasta el día en que fue traicionado.
Públicamente fue conducido ante los sumos sacerdotes y ante Pilatos, y fue condenado; en público también lo llevaron al Calvario y lo clavaron en la cruz. Su muerte fue el acontecimiento más público de su historia acá en la tierra; y esa muerte fue la vida del mundo. Joh 6:51.
Terminemos este pasaje con la consoladora reflexión de que el gozo que sintieron los discípulos de Jesucristo á su entrada en Jerusalén es nada comparado con el que todos los creyentes experimentarán cuando él aparezca otra vez revestido de gloria y majestad. El primero tuvo pronto fin y se tornó en lágrimas de amargura: el segundo será sempiterno. El primer gozo fue á menudo interrumpido por la irrisión de encarnizados enemigos: el segundo no estará expuesto á tales interrupciones. Ni una palabra se dirá contra el Rey cuando se presente otra vez en el trono de su gloria. «Ante El se hincará toda rodilla y toda lengua confesará que El es el Señor..

Fuente: Los Evangelios Explicados