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Comentario de Lucas 20:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 20:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Aconteció un día que estando Jesús enseñando al pueblo en el templo y anunciando el evangelio, se le acercaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos,

20:1 Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, — un comité o grupo oficial del Sanedrín o Concilio. Ahora empiezan los cinco debates principales entre Jesús y los líderes religiosos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

aconteció un día. Luc 19:47, Luc 19:48; Mar 11:27; Jua 18:20.

los principales sacerdotes. 1Cr 24:1-31.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús establece su autoridad con una pregunta sobre el bautismo de Juan, Luc 20:1-8.

La parábola de la viña, Luc 20:9-18.

El tributo a César, Luc 20:19-26.

Jesús convence a los saduceos, que rechazaban la resurrección, Luc 20:27-40.

Cristo es el Hijo de David, Luc 20:41-44.

Advierte a sus discípulos a cuidarse de los escribas, Luc 20:45-47.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Aquí, al igual que en todo el Evangelio de Lucas, los ministerios de Juan el Bautista y Jesús quedan ligados (Luc 1:5-80Luc 3:10-18Luc 7:18-35). La pregunta de Jesús representó para los fariseos un dilema. Si reconocían que el ministerio de Juan venía del cielo, habrían reconocido el mismo origen del ministerio de Jesús, «independiente» y dirigido por el Espíritu. Pero si los fariseos negaban que Juan era enviado de Dios, se arriesgaban a enfurecer a la mayoría del pueblo, el cual creía que el ministerio de Juan tenía la dirección divina (vv. Luc 20:5Luc 20:6).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capiτ ulo 20.

Origen de los poderes de Cristo. 20:1-8 (Mat 21:23-27; Mar 11:27-33). Cf. comentario a Mat 21:23-27.
1 Aconteció uno de aquellos días que, enseñando El al pueblo en el templo y evangelizándolo, se presentaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas con los ancianos, 2 y le dirigieron la palabra, diciendo: Dinos con qué poder haces estas cosas o quién te ha dado ese poder. 3 Tomando la palabra, les dijo: También quiero yo haceros una pregunta; decidme, pues: 4 El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres? 5 Ellos comenzaron a cavilar entre sí, diciéndose: “Si decimos: Del cielo, dirá: ¿Por qué no habéis creído en él? 6 Si decimos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará, porque está persuadido de que Juan era un profeta.” 7 Así, respondieron que no sabían de dónde procedía. 8 Jesús les dijo: Pues tampoco os digo yo con qué poder hago estas cosas.

La situación que Lc da a esta escena, lo mismo que Mt-Mc, no tiene cronología. Sucede en el templo. Allí está “enseñando al pueblo y evangelizándolo.” La frase es amplia. Mc lo pone “paseando” por los atrios del templo. Es el momento en que la jerarquía religiosa, que Lc cita por las tres categorías de miembros, es decir, una representación del sanedrín, le preguntan con “qué poder haces estas cosas o quién te ha dado ese poder.” ¿A qué se refiere esta exigencia? Probablemente se refiere, no sólo a la enseñanza que en ese momento está haciendo, sino también a las aclamaciones mesiánicas que le dirigieron en el templo y las curaciones que allí hizo de diversas gentes (Mat 21:14). Todo esto era actuar en el recinto sagrado sin contar con su autorización. ¿De quién había recibido tales poderes? Lo mismo que para enseñar. La enseñanza en el templo era oficial. La daban rabís autorizados oficialmente. Si El enseñaba, y no por la autoridad conferida oficialmente de rabí, por una cadena que se suponía venía ininterrumpidamente de Moisés, su enseñanza no era oficial; y era, por lo mismo, sospechosa y no “ortodoxa.” La pregunta iba cargada de insidia. En el trasfondo de ella se ventilaban los poderes mesiánicos con que Cristo aparecía. Pero ya los milagros habían hablado.
No obstante, El les plantea, para responderles, el dilema del Bautista. Su bautismo, ¿de dónde era? Si respondían del cielo, ellos no lo recibieron. Si de los hombres, se enemistaban con la muchedumbre, a causa del prestigio del Bautista. Fue una habilidad para no responderles a lo que no querían oír, sino que preguntaban, astutamente, para comprometerle. Cf. comentario a Mat 21:23-27.

Parábola de los viñadores homicidas,Mat 20:9-19 (Mat 21:33-46; Mar 12:1-12). Cf. comentario a Mat 21:33-46.
9 Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña y la arrendó a unos viñadores y se partió de viaje para largo tiempo. 10 Al tiempo oportuno envió un siervo a los viñadores para que le diesen de los frutos de la viña; pero los viñadores le azotaron y le despidieron con las manos vacías. 11 Volvió a enviarles otro siervo, y a éste también le azotaron, le ultrajaron y le despacharon de vacío. 12 Aún les envió un tercero. Y también a éste le echaron fuera, después de haberle herido. 13 Dijo entonces el amo de la viña: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; a lo menos a éste le respetarán. 11 Pero, en viéndole los viñadores, se hablaron unos a otros, diciendo: Este es el heredero; matémosle y será nuestra la heredad. 15 Y, arrojándole fuera de la viña, le mataron. ¿Qué hará, pues, con ellos el amo de la viña? 16 Vendrá y hará perecer a esos viñadores y dará la viña a otros. Oyendo lo cual, dijeron: No lo quiera Dios. I7 El, fijando en ellos su mirada, les dijo: Pues ¿qué significa aquello que está escrito: La piedra que reprobaron los edificadores, ésa ha venido a ser cabecera de esquina? 18 Todo el que cayere contra esa piedra se quebrantará, y aquel sobre quien ella cayere quedará aplastado. 19 Los escribas y príncipes de los sacerdotes quisieron echarle mano en aquella hora, porque conocieron que a ellos iba dirigida aquella parábola; pero temieron al pueblo.

Tiene esta parábola de Lc un gran paralelo conceptual y extensivo con los relatos de Mt-Mc. Es una parábola alegorizante. El comentario se hace en Mat 21:33-46, donde se expone también el proceso de su “alegorización.”
¿El v.15, propio de Lc, puede indicar también que la muerte redentora de Cristo no queda confinada dentro de los límites del judaísmo? (Stuhlmueller, p.239).

El tributo al Cesar. 20:20-26 (Mat 22:15-22; Mar 12:13-17). Cf. comentario a Mat 22:15-22.
20 Quedándose al acecho, enviaron espías, que se presentaron como hombres justos, para cogerle en algo, de manera que pudieran entregarle a la autoridad y poder del gobernador. 21 Lc preguntaron diciendo: Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud y no tienes miramientos, sino que enseñas según la verdad los caminos de Dios. 22 ¿Nos es lícito a nosotros pagar tributo al Cesar? 23 Viendo El su falsía, les dijo: 24 Mostrad me un denario. ¿De quién es la efigie y la inscripción que tiene? Dijeron: Del Cesar. 25 Y El les respondió: Pues dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. 26 No pudiendo cogerle por nada delante del pueblo y maravillados de su respuesta, callaron.

Común a los tres sinópticos 1. En Lc-Mc, el motivo es una insidia farisaica, bien premeditada. Este pasaje está situado, como los dos siguientes, en los tres sinópticos en esta época. Prevalece una estabilidad cronológica o de estabilidad en las fuentes. El Comentario en Mat 22:15-22.

Sobre la resurrección de los muertos 20:27-40 (Mat 22:23-33; Mar 12:18-27). Cf. comentario a Mat 22:23-33.
27 Se acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron 2” diciendo: Maestro, Moisés nos ha prescrito que, si el hermano de uno viniere a morir con mujer, pero sin hijos, su hermano tome la mujer para dar descendencia a su hermano. 29 Pues había siete hermanos, y el primero tomó mujer y murió sin dejar hijos. 30 También el segundo 3l y el tercero tomaron la mujer, e igualmente los siete, y no dejaron hijos y murieron. 32 Por fin, murió también la mujer. 33 En la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 34 Díjoles Jesús: Los hijos de este siglo toman mujeres y maridos. 35 Pero los juzgados dignos de tener parte en aquel siglo y en la resurrección de los muertos, ni tomarán mujeres ni maridos, 36 porque ya no pueden morir y son semejantes a los ángeles e hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 Pues que han de resucitar los muertos, el mismo Moisés lo da a entender en el pasaje de la zarza, cuando dice: “El Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.” 38 Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para El todos viven. 39 Tomaron entonces la palabra algunos escribas y dijeron: Maestro, muy bien has dicho. 40 Porque ya no se atrevían a proponerle ninguna cuestión.

Es planteado por “saduceos,” que negaban la resurrección de los muertos. Lc arguyen con un cuento que abocaba al ridículo. Cuentos semejantes para negar la resurrección de los muertos son conocidos de la literatura rabínica.
La argumentación de Cristo es de tipo rabínico. Parecerá que, por ser Dios el Dios de “Abraham.” y los patriarcas, se probaba la inmortalidad de éstos, pero no su resurrección. En el fondo está que los dones de Dios son sin arrepentimiento (Rom 11:29). Y el estado en que se encuentran en el sheol es un estado transitorio y de excepción. A esto se añade el concepto semita de la vida humana, que no se la concibe sin cuerpo 2. Los v.35 y 36 son propios de Lc y de gran interés ante Mt-Mc. El v. 38b, propio de Lc, podría tener un valor paulino-eclesial (Flp 1:20-23; 2Co 5:1-10; Gal 2:19).

Sobre el origen del Mesías,Gal 20:41-44 (Mat 22:41-46; Mar 12:35-47). Cf. comentario a Mat 22:41-46.
41 Entonces les dijo El: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra 43 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.” 44 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?

Otro tema tratado por los tres sinópticos y situado casi en el mismo contexto literario, excepto Mt-Mc, que le intercalan el tema del mayor mandamiento.
Cristo con esta argumentación pretende elevar a los oyentes a la naturaleza trascendente del Mesías. La misma paradójica argumentación hace verlo. David llama al Mesías su Señor. Esto podía hacerlo porque, aunque era su descendiente, la dignidad mesiánica era superior a la simple realeza davídica (cf. Hec 2:32-36; 1Co 15:25; Heb 1:13; 1Pe 3:22). Tan evidente es esto, que Cristo enseña que esa dignidad mesiánica, ante la que David se inclina, es por otra razón: la trascendencia del Mesías. Es el tema de Daniel (1Pe 7:13-14) ya muy “evolucionado.” También en aquel ambiente, alguna secta judía sostenía la divinidad del Mesías, basada en una especial interpretación del pasaje de la profecía de Daniel 3 Cristo es el Κύριος . Comentario a Mat 22:41-46.

Avisos sobre los escribas,Mat 20:45-47 (Mar 12:38-40; Mat 23:6-7).
45 Oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, que gustan de ir vestidos de largas túnicas y buscan los saludos en las plazas y los primeros asientos en las sinagogas, 47 mientras devoran las casas de las viudas y hacen ostentación de largas oraciones. Estos tendrán un juicio más severo.

Lo mismo que Lc, Mc trae esta perícopa a continuación del tema sobre el origen del Mesías. Mt lo pone en el capítulo en que sistematiza la censura de Cristo contra los fariseos 4. Probablemente la inserción aquí de Lc-Mc se debe a que sirve de introducción al pasaje siguiente sobre el “óbolo de la viuda.” Entre la censura de los fariseos, en Lc a escribas, ya que pertenecían en su casi totalidad a los fariseos, por su ansia de ostentación y para ser vistos por los hombres, les pone, en contraste, entre otras cosas, que “devoran las casas de las viudas.” Estas gentes indefensas eran presa de la usura y diversos abusos por parte del fariseísmo. Esto es lo que sirve de introducción al juicio que Cristo da sobre ellos y sobre una de esas víctimas suyas: una pobre mujer viuda que ofrece a Dios todo lo que tiene.

1 Kennard, Render to God! A Study of the Tribute Passage (N. Y. 1950) 385; Cullmann, Dieu et Cesar (1956). 2 ,L’argumentscripturaire de Jesús enfaveur de la resurrection des morís: Rev. Bibl. (1959) 213-224; L. F. Rivera, -Abraham, Isaac y Jacob- y la Resurrección: Rev Bíbl. Rafael Calzada (Argentina 1958) 199-202; M. Wlles, Studies in Texts Luc 20:34ss:Luc 20:34ss: Theology (London 1957) 500ss. 3 Gagg, Jesu und die Davidsohn frage: Theolog. Zeitsch. 7 p. 18-30. 4 Cf. C. Stuhlmueller, o. c., p.395.

Fuente: Biblia Comentada

un día. Pudo ser el martes de la Semana de la pasión. La entrada triunfal tuvo lugar el domingo y la purificación del templo fue el lunes. Es más preciso asignar los acontecimientos de este capítulo al día martes. En este capítulo se presenta una serie de ataques muy calculados y coordinados en contra de Cristo por parte de los líderes judíos. principales sacerdotes … escribas … ancianos. Vea la nota sobre Luc 19:47. Cada uno de estos grupos desempeña un papel único en los diversos ataques que vienen a continuación. Cada uno tenía representación en el concilio judío conocido como sanedrín (vea la nota sobre Mat 26:59), lo cual sugiere que el concilio se había reunir para orquestar el ataque en su contra. Los ataques de ellos se llevaron a cabo a través de preguntas diseñadas para hacerle caer en varias trampas (vea las notas sobre los vv.Luc 20:2; Luc 20:22; Luc 20:33).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

20:1 Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, — un comité o grupo oficial del Sanedrín o Concilio. Ahora empiezan los cinco debates principales entre Jesús y los líderes religiosos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

¿CON QUÉ AUTORIDAD?

Lucas 20:1-8

Un día, cuando Jesús estaba enseñando al pueblo y proclamando la Buena Nueva en el templo, sucedió que llegaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos, y se dirigieron a Jesús para preguntarle:
-Dinos con qué autoridad haces todo esto, y quién te ha dado esa autoridad.
-Yo también quiero haceros una pregunta -les dijo Jesús-: A ver, decidme vosotros si el bautismo de Juan era cosa de Dios, o cosa de hombres.
Aquellos hombres se pusieron a discutir entre sí, y se decían:
-Si decimos que de Dios, nos dirá que por qué no le creímos; y si decimos que era cosa de hombres, nos apedreará todo el pueblo, porque están convencidos de que Juan era un profeta.
Así es que le contestaron a Jesús que no sabían; y entonces Jesús les dijo:
-Pues tampoco Yo os diré con qué autoridad hago todo esto.

Este capítulo describe » el día de los interrogatorios», como se le suele llaMarcos Las autoridades judías, en sus diferentes secciones, le vinieron a Jesús con toda clase de preguntas encaminadas a atraparle, pero que Él contestó con tal sabiduría que los dejó sin argumentos.
La primera pregunta se la dirigieron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. Los principales sacerdotes eran los que habían sido sumos sacerdotes y los miembros de sus familias; es decir, la aristocracia religiosa del templo. Las tres clases -principales sacerdotes, escribas y ancianos- componían las fuerzas vivas que estaban representadas en el Sanedrín, que era el tribunal supremo y el gobierno de los judíos. Podemos suponer que la pregunta la habían urdido en el Sanedrín para formular una acusación contra Jesús.
¡No nos sorprende que le preguntaran con qué autoridad hacía esas cosas! Al entrar en Jerusalén de esa manera, y luego tomar la ley en sus manos y limpiar el templo, requerían alguna explicación. Para los judíos ortodoxos de entonces, la manera en que Jesús se había tomado la autoridad era algo pasmoso. Ningún rabino decidía una cuestión o emitía un juicio sin citar sus autoridades, diciendo: «Hay una enseñanza de que…» , o «esto se confirma con lo que dijo rabí Tal y Tal…» Pero ninguno se habría atribuido la autoridad independiente con la que Jesús actuaba. Lo que querían era que Jesús dijera claramente que era el Mesías y el Hijo de Dios. Entonces le podrían acusar de blasfemia, y le podrían arrestar inmediatamente. Pero Él no les dio esa respuesta, porque no había llegado su hora.
La contestación de Jesús se describe a veces como una contra inteligente, usada simplemente para apuntarse un tanto; pero es mucho más. Les preguntó: «¿Era divina o humana la autoridad de Juan el Bautista?» La cosa era que la respuesta que dieran a la pregunta de Jesús sería también la contestación a su propia pregunta. Todos sabían cómo consideraba Juan a Jesús, y que él se presentaba como el precursor del Mesías. Si reconocían que la autoridad de Juan el Bautista era divina, entonces tenían que reconocer también que Jesús era el Mesías, porque eso es lo que Juan había dicho. Si negaban la autoridad divina de Juan, todo el pueblo se levantaría contra ellos, porque estaban convencidos de que era un profeta. En su respuesta, Jesús les devolvía la pregunta: «¿De dónde decís vosotros que Yo he recibido la autoridad?» No tenía que contestar a la pregunta de ellos si ellos contestaban a la suya.
Los emisarios del Sanedrín se negaron a enfrentarse con la verdad, y tuvieron que retirarse fracasados y desacreditados ante todo el mundo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 20

II. EL SEÑOR DE LA IGLESIA NACIENTE (20,01-26).

Jesús se revela en el templo como Señor de la Iglesia naciente. Tiene de Dios la autoridad (v. 1-8); la autoridad del consejo supremo llega a su fin (v. 9-19); la autoridad de Jesús no está en contradicción con el poder del emperador romano (v. 20-26).

1. AUTORIDAD DE JESÚS (Lc/20/01-08)

1 Uno de aquellos días, mientras él estaba enseñando al pueblo en el templo y anunciándole el Evangelio, se presentaron los sumos sacerdotes y los escribas, junto con los ancianos, 2 y le preguntaron: Dinos: ¿Con qué autoridad haces tú esas cosas? o ¿quién es el que te ha dado esa autoridad?

Jesús llena con su palabra el templo, del que ha tomado posesión. Su doctrina es anuncio de la buena nueva de la salvación, que ya se ha iniciado. «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (19.9). Con el anuncio de la buena nueva se da la salvación. Jesús aventaja a los doctores en Israel, que enseñan, pero no proclaman la salvación; supera a los profetas, que prometen la salud, pero no la traen ni la dan. ¿Quién es él, que se atreve a decir que en su predicación trae el cumplimiento de las grandes promesas de Dios? Cuando la suprema autoridad de los judíos -que está constituida por el sumo sacerdote en funciones y la aristocracia sacerdotal, los doctores de la ley y los ancianos del pueblo (la nobleza secular)- plantea a Jesús la pregunta sobre la autoridad, obra legítimamente. De la misma manera interroga a Juan Bautista (Jua 1:19 ss) e interrogará más tarde a los discípulos de Jesús (Hec 4:5 ss). Jesús se presenta como doctor y maestro; pero nunca ha frecuentado la escuela de los doctores de la ley ni ha visto confirmada su formación y su ciencia mediante la imposición de las manos. Pasa ante el pueblo por profeta, pero formula reivindicaciones más altas que las de los profetas. En el fondo del problema de la autoridad late la cuestión de su mesianidad. El consejo supremo soslaya esta cuestión hasta que llega un momento en que ya no es posible soslayarla (Hec 22:70).

3 él les respondió: Yo también os voy a hacer una pregunta; contestadme. 4 El bautismo de Juan ¿era del cielo o era de los hombres?

La disputa, tal como la practican los doctores judíos, está constituida por preguntas y contrapreguntas. Jesús no esquiva la pregunta del consejo supremo ni le discute el derecho de plantearle la cuestión de la autoridad. Con su contrapregunta no quiere hurtar el cuerpo ni forzar a sus adversarios a defenderse. Sólo quiere hacer recapacitar. Juan llamó a la conversión en el Jordán, bautizó y anunció la proximidad del reino de Dios. Con él se inauguró algo nuevo en Israel. Jesús reasumió la actividad del Bautista, aunque no bautizó (Jua 4:2), pero sí llamó a la conversión y proclamó la buena nueva del alborear de la salud. ¿Cómo enjuicia el consejo supremo la actitud de Juan, su misión y su proclamación? La respuesta a la pregunta sobre la autoridad del Bautista proyectará luz sobre la autoridad de Jesús. Al fin y al cabo, Juan preparó los caminos para Jesús.

5 Pero ellos razonaron entre sí, diciendo: Si respondemos: Del cielo, dirá ¿Por qué no creisteis en él? 6 Pero si respondemos: De los hombres, todo el pueblo nos va a apedrear, porque está convencido de que era un profeta. 7 Y respondieron que no sabían de dónde era.

Los sanedritas no buscan la verdad de Dios, sino que se buscan a sí mismos. Por eso no toman ninguna decisión. En cualquier decisión que tomaran, estarían perdidos. Si declaran divino el origen del bautismo de Juan, entonces tienen que creer, y consiguientemente perderse, entregándose a Dios; si en cambio lo declaran humano, entonces se ve amenazada su vida por el pueblo, que cree en la misión divina del Bautista y linchará a los incrédulos sanedritas como blasfemos. Ahora bien, si los sanedritas no están ya por la verdad de Dios ni la sostienen, ¿cómo pueden guiar al pueblo en nombre de Dios? Así pues, destruyen su propia autoridad.

8 Entonces Jesús les contestó: Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esas cosas.

Jesús les contesta que tampoco él les dirá con qué autoridad obra. La réplica de Jesús había sido una invitación a la conversión y a la fe en su proclamación de que ya había alboreado el tiempo de la salud, como lo había sido el bautismo de Juan. Se presenta a la memoria el camino desde el bautismo de Juan hasta aquí (Act 10.37 39). Este camino muestra que Dios está con él (Hec 10:38). Los hombres del consejo supremo se niegan a reconocer que el Bautista había sido enviado para preparar el tiempo de salvación que se inaugura con Jesús; se niegan a reconocer que Dios está con Jesús; por eso no son tampoco capaces de comprender con qué autoridad enseña Jesús, anuncia la buena nueva y se presenta en el templo con autoridad. Jesús, sin embargo, da la respuesta al rehusarla. Pero el modo como la da muestra que no es aceptada por sus adversarios. El testimonio del Bautista, enviado de Dios, sobre Jesús no pierde en la Iglesia su actualidad. En él se compendia el testimonio del Antiguo Testamento. En la autoridad de Jesús se funda la convicción que tiene la Iglesia de ser el nuevo pueblo de Dios.

2. FIN DEL PODER DEL SANEDRÍN (Lc/20/09-19)

9 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos viñadores y se fue lejos a su tierra por largo tiempo.

Se produce la separación entre el pueblo y sus dirigentes, los hombres del consejo supremo. Jesús habla al pueblo; este pueblo de buena voluntad representa al pueblo de Dios del Antiguo Testamento; en él se esboza ya también el pueblo de Dios de la nueva alianza. Jesús asume su dirección. La viña vino a ser imagen de Israel a partir del profeta Isaías (Isa 5:1 ss; Jer 12:20; cf. Mat 20:1 ss; Mat 21:28 ss). El hombre que planta la viña es Dios. El hombre arrienda la viña a unos viñadores. La tierra de la cuenca superior del Jordán, probablemente también la de la ribera septentrional y occidental del lago de Genesaret y gran parte de Galilea estaba formada por latifundios pertenecientes a hombres extraños al país. éstos vivían en el extranjero, lejos de sus posesiones. Sus arrendatarios eran labradores del país. El propietario se va de viaje por largo tiempo y deja que los viñadores campen por sus respetos, pues les entrega toda su confianza. Los arrendatarios representan a los dirigentes del pueblo. El relato de la parábola indica la historia de Dios con su pueblo; ésta es una serie de rebeliones de los dirigentes responsables de Israel contra las exigencias formuladas por Dios a su pueblo.

10 A su tiempo envió un criado a sus viñadores, para que le dieran el fruto de la viña que le correspondía; pero los viñadores lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. 11 Volvió luego a mandarles otro criado; pero también a éste lo apalearon, lo llenaron de ultrajes y lo despidieron con las manos vacías. 12 Todavía volvió a mandar un tercero; pero también a éste lo hirieron y lo arrojaron fuera.

Según la ley, la renta se cobra el quinto año (Lev 19:25). El fruto de la viña no es sólo vino, pues en ella se plantan también con frecuencia árboles frutales y a veces también cereales. Los arrendatarios se comportan cada vez con mayor injusticia y bajeza. Los dos primeros criados son despedidos, el tercero es arrojado. El primero es apaleado, el segundo se ve además lleno de ultrajes, al tercero lo hirieron. En Galilea reinaban entre los arrendatarios sentimientos revolucionarios. El partido de los zelotas y los partisanos atizaban la resistencia de los labradores contra los propietarios extranjeros, tanto más que entre los latifundistas se contaban también algunos de los aborrecidos romanos. El propietario procede con una longanimidad sin límites, inconcebible. ¿Por qué se limita a enviar continuamente criados? ¿Por qué no recurre a la fuerza? La parábola se aparta de la realidad de la vida para pintar en forma llamativa la longanimidad de Dios. Los hombres no son así; Dios, sí. Tan magnánimo, tan deseoso de salvar a los hombres. Los criados significan los profetas enviados por Dios a los dirigentes del pueblo, las suertes de los criados significan las suertes de los profetas.

13 El dueño de la viña dijo entonces: ¿Qué voy a hacer? Les voy a mandar a mi hijo muy querido; quizá lo respetarán. 14 Cuando los viñadores lo vieron, deliberaron entre sí, diciéndose unos a otros: éste es el heredero; vamos a matarlo, para que la heredad sea nuestra. 15a Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron.

Lo que se va a hacer ahora se prepara mediante una deliberación. Hay que enviar al propio hijo. Pero es el único, el hijo querido, el heredero… Se siente preocupación y temor… Sin embargo, la esperanza de que la brutalidad tenga también sus límites vence los temores. Quizá no se atrevan… En todo caso se trata de un empeño arriesgado. Esta última tentativa pondrá notablemente al descubierto la villanía de los arrendatarios. Aquí la parábola sigue apartándose de la realidad de la vida. El propietario, que sólo tiene un hijo, ¿cómo va a exponerlo al fanatismo de los arrendatarios? Aunque hubiera alguna esperanza de que respetarían a su hijo, no asumiría tal riesgo tras las tristes experiencias anteriores. Su duda -expresada por el «quizá»- hace pensar que se trata de algo inconcebible. Dios envió a aquel que es su Hijo (Lev 3:22), su Hijo único, el elegido (Lev 9:35). Lo que Dios hace por la salud de su pueblo es algo que rebasa todo obrar humano y capacidad humana de comprensión.

También los arrendatarios deliberan entre sí sobre lo que han de hacer cuando ven al hijo. Suponen que ha muerto el propietario y que el hijo viene para tomar posesión de la herencia. Si lo matan, será la viña un bien sin poseedor. Como ellos son los primeros ocupantes, podrán posesionarse de ella. Se asocian la legalidad y la bajeza, cosa que podrá sorprender, pero que también tiene lugar en la muerte de Jesús. Jesús es entregado a la muerte por los mismos que velan por el cumplimiento de la ley.

El hijo es arrojado fuera de la viña, y allí, fuera de la viña, se le da muerte. Aquí se inserta ya la interpretación en la parábola misma. A Jesús se le dio muerte fuera de la ciudad de Jerusalén (Jua 19:17; Heb 13:12 ss). Jesús sabe lo que le aguarda. Hasta ahora sólo había hablado de su muerte a los apóstoles (Heb 18:31), ahora la predice, aunque velada bajo la forma de parábola, también delante del pueblo. Los hombres del consejo supremo serán los homicidas del Mesías, porque no quieren entregar el fruto de la viña esperado por Dios, que en la historia de la salvación ha aprovisionado y guiado a su pueblo y espera de él que reconozca al Mesías que les envía, que es su Hijo. Ellos niegan a Jesús este reconocimiento porque, egoístas, quieren tener para sí la viña y no quieren someterse al señorío de Jesús (Mar 15:10).

15b ¿Qué hará, por consiguiente, con ellos el dueño de la viña? 16 Volverá, acabará con aquellos viñadores y arrendará la viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡No lo quiera Dios!

La paciencia y la longanimidad del propietario se han agotado. Jesús mismo anuncia la sentencia de castigo. Dios acabará con los titulares de la autoridad en el pueblo judío (Mat 23:30-33). El pueblo de Dios será traspasado a otros, a los nuevos pastores del pueblo de Dios renovado. El pueblo, que oye estas palabras de Jesús, está aterrorizado. Espantado rechaza la posibilidad de tal juicio de Dios. El consejo supremo gozaba de la estima del pueblo y era tratado por él con respeto. Todavía hubo de pasar largo tiempo antes de que el pueblo que seguía a Cristo abandonara las antiguas instituciones. La historia de la primitiva Iglesia da testimonio de ello (Act 1-15). La Iglesia naciente está todavía estrechamente ligada al orden social y religioso del judaísmo. Pedro, llevado delante del tribunal, interpela al consejo supremo con estas palabras: «Jefes del pueblo y ancianos» (Hec 4:9).

17 Pero él, fijando en ellos los ojos, les dijo: ¿Qué significa, pues, aquello que está escrito: La piedra que desecharon los constructores, ésa vino a ser piedra angular?

Jesús comprende el espanto del pueblo, pero la cosa es como él ha dicho. El designio de Dios se mantiene. Lo que Jesús ha dicho en la parábola se ve confirmado por la palabra de la Escritura. El Salmo 118 (117), 22, con cuyo saludo de bendición clamó el pueblo a Jesús reconociéndolo como Mesías, habla de la piedra que desecharon los constructores, pero que vino a ser la piedra angular (*) de un nuevo edificio. Los miembros del consejo supremo se consideraban a sí mismos como los constructores de Jerusalén: «El edificador de Jerusalén es el gran sanedrín.» Jesús es la piedra. El consejo supremo lo reprueba y lo desecha como piedra inservible y lo entrega a la muerte. Dios lo resucita y lo exalta. Jesús es edificador y consumador de un nuevo edificio de Dios, que es la Iglesia (Mar 14:58). Los edificadores del pueblo de Dios no son los sanedritas, sino Jesús, mediante su muerte y su resurrección (Hec 4:11).

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* La interpretación oscila entre «clave de bóveda» y «piedra angular». Sobre la primera interpretación, cf. Testamento de Salomón 22,7: «Ahora estaba Jerusalén edificada, el templo acabado. Todavía había allí una gran piedra de bóveda; yo quería, al terminar la construcción del templo, utilizarla como remate, como clave de bóveda. Entonces se reunieron todos los constructores y todos los demonios que habían colaborado, y querían elevar esta piedra al pináculo del templo, pero no pudieron moverla de su sitio.» (J. JEREMÍAS).

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18 Todo el que caiga sobre esta piedra se hará añicos, y aquel sobre quien ella caiga, quedará aplastado.

El profeta dice de Dios: «éI será piedra de escándalo y piedra de tropiezo para las dos casas de Israel, lazo y red para los habitantes de Jerusalén. Y muchos de ellos tropezarán, caerán y serán quebrantados, y se enredarán en el lazo y quedarán cogidos» (Isa 8:14 s). Daniel habla de un reino que hará añicos a todos los demás reinos, mientras que él permanecerá eternamente (Dan 2:44 s); este reino es representado por una piedra: «Eso es lo que significa la piedra que viste desprenderse del monte sin ayuda de mano, que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro» (Dan 2:45). La piedra es Cristo. Cristo es objeto de decisión y de contradicción (Dan 2:34). De él parten la ruina y la salvación. Quien corre contra él, se desmenuza en él. Cuando vuelva como juez lo «hará añicos». Jesús reivindica la soberanía sobre Israel como Mesías, como Hijo del hombre, como Hijo de Dios (cf. 22,67 ss).

19 Los escribas y los sumos sacerdotes intentaron echarle mano en aquel mismo momento, porque se habían dado cuenta de que por ellos había dicho esa parábola; pero tuvieron miedo al pueblo.

Los escribas y los altos dignatarios del sacerdocio -esta vez no se habla de la nobleza secular- ven en la parábola descubiertos sus manejos inspirados por el odio. Como se han cerrado herméticamente a la palabra de Jesús, se intensifica su odio. Sólo el miedo al pueblo les impide llegar al extremo. Una fisura atraviesa el judaísmo: el pueblo y sus dirigentes están divididos. El primer tiempo de la Iglesia se hallará bajo el mismo signo (Hec 5:24 s). ¿Cuánto tiempo podrá todavía el pueblo impedir que estalle el odio en los sanedritas? El pueblo no se hace cargo del alcance de lo que está sucediendo. Su respuesta a la parábola lo deja entrever.

3. EL PODER DEL CéSAR (Lc/20/20-26) IMPUESTO/CESAR

20 Luego ellos se pusieron a acecharlo y le enviaron espías que fingieran ser hombres virtuosos, para sorprenderlo en alguna palabra, con el fin de entregarlo al poder y autoridad del procurador.

Los escribas y los sumos sacerdotes (Hec 20:19) están resueltos a acabar con Jesús. Esto debía llevarse a cabo a espaldas del pueblo. Hay que implicar a Jesús en un conflicto con la autoridad romana, representada por el procurador Poncio Pilato (26-36). Los sanedritas se mantienen ocultos y actúan por medio de espías que simulan querer cumplir escrupulosamente la ley. Se prepara ya el proceso de Jesús y también las dificultades, en medio de las cuales habrá de dar prueba de sí la Iglesia naciente.

21 Hiciéronle, pues, esta pregunta: Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud, y no aceptas las apariencias de una persona, sino que enseñas realmente el camino de Dios. ¿Nos es lícito pagar el impuesto al César: sí o no?

Los espías simulan hipócritamente un problema de conciencia. Se dirigen a Jesús como a doctor de la ley: «Maestro.» Encarecen su confianza en él: «Hablas y enseñas con rectitud.» Reconocen su objetividad insobornable: «No aceptas las apariencias de una persona», no tienes los menores miramientos con las autoridades políticas, no te dejas impresionar por temores o favores. Alaban su temor de Dios: Enseñas realmente el camino de Dios, la conducta moral exigida por Dios. Jesús es un maestro, tal como se describe a sí mismo el maestro de sabiduría: «Todos mis dichos son conformes a la justicia; nada hay en ellos de tortuoso y perverso. Todos son rectos para la persona inteligente y razonables para el que tiene la sabiduría» (Pro 8:8 s).

En este terreno así preparado echan los espías su pregunta capciosa. El gobernador de Siria Quirinio llevó a cabo el año 6 d.C. un censo de la tributación y reorganizó los impuestos y aduanas en Palestina. Las contribuciones y las tarifas corresponden al emperador. La reacción en el país fue violenta. El partido ultranacionalista de los zelotas hizo un llamamiento, invitando a negarse a pagar los impuestos por motivos religiosos. Hay que oponer resistencia al dominio extranjero, porque Dios sólo está dispuesto a ayudar cuando los hombres hacen todo lo que está en su mano. Es posible que muchos se preguntaran incluso si el mero ceder pacientemente a la dominación extranjera no significa ya apostatar de Dios, si no reconoce la soberanía pagana sobre el pueblo de Dios quien paga los impuestos al emperador romano. Ahora bien, los que enviaban a los espías eran políticos realistas y no veían ningún motivo para hacer resistencia, y así pagaban los impuestos sin escrúpulos de conciencia.

23 Pero él, dándose cuenta de su astucia, les dijo: 24 Enseñadme un denario. ¿De quién es la figura y la inscripción que tiene? Ellos respondieran: Del César. 25 éI les dijo: Pues, por consiguiente, pagad lo del César al César. y lo de Dios a Dios.

Los manejos de los espías proceden de astucia, hipocresía (Mar 12:15) y malicia (Mat 22:18). Bajo las apariencias de una crisis de conciencia ponen a Jesús una trampa de la que creen que no podrá librarse. Precisamente en los días festivos -se acerca la pascua- se encendían las pasiones políticas. Las multitudes que han aclamado a Jesús, veían en el Mesías al libertador de la presión política (Mat 24:21). Los romanos vigilan lo que sucede. Comoquiera que responda Jesús a la pregunta que se le plantea como decisiva, su respuesta tiene que ser para él fatal. Si reconoce que es lícito pagar los impuestos, entonces está amenazado por el terror de los zelotas y se expone a verse abandonado por el pueblo; si dice que no es lícito, entonces tomará medidas contra él el gobernador. En todo caso, los que envían a los espías saldrán ganando.

A la pregunta no se da ninguna respuesta docta. Los adversarios mismos han cooperado para que se halle una solución. Jesús pide que le enseñen un denario, con lo cual se descubre ya que los escrupulosos consultantes llevan consigo denarios. La moneda de plata lleva en el anverso el busto del emperador Tiberio (14-27 d.C.), adornado con una guirnalda de laurel que indica su dignidad divina, acompañado de la siguiente inscripci6n: «Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto.» En el reverso aparece el ponfifex maximus y la imagen de la madre del emperador sentada en un trono de dioses, llevando en la derecha el cetro olímpico y en la izquierda un ramo de olivo, que la hace aparecer como encarnación terrena de la paz celestial. El espía, tan celoso de la ley lleva consigo esta moneda con todos los símbolos de la divinización del poder romano.

En el mundo antiguo grecorromano, como también en el judío, tiene vigor este principio: la zona de soberanía de un rey se extiende al área de validez de sus monedas. Quien acepta y utiliza una moneda reconoce la soberanía del que la ha mandado acuñar. Si los judíos utilizan la moneda del emperador, reconocen también su soberanía, y consiguientemente su deber de pagar impuestos. Así pues, ellos mismos han resuelto ya de antemano la cuestión que plantean a Jesús. Jesús saca la conclusión: «Pues, por consiguiente», pagad al César lo que le corresponde y a lo que tiene derecho, según como entonces se entendía el derecho. Se somete a la soberanía política del emperador. Tan pronto como pronuncia Jesús estas palabras, vuelven a quedar en segundo término. El gran tema de su predicación es la soberanía de Dios, la única preocupación de sus discípulos se formula así: «Buscad su reino» (Mat 12:31). En sus palabras y en sus obras está presente el reino de Dios. Sus adversarios preguntan con aparente preocupación por el honor de Dios y por la verdadera justicia: ¿Se puede pagar tributo al César? Pero se olvidan absolutamente de que Dios mismo está presente en aquel a quien interrogan y formula una exigencia mucho más importante y apremiante que aquella que de momento les preocupa. Pagad a Dios lo que es de Dios. Dios formula ahora en medio del mundo la reivindicación de su soberanía, que restringe también los derechos del Estado y los hace descender del primer puesto.

26 Y no pudieron sorprenderlo en palabra alguna delante del puebla, sino que, admirados por su respuesta, se callaron.

La red se había tendido en vano. Los que habían planteado la cuestión enmudecen. La respuesta es objeto de admiración. Lucas tomó esta discusión de Marcos, pero elaboró notoriamente el comienzo y el fin. Para él tenía importancia la pregunta, pues la Iglesia naciente se hallaba situada ante un dilema: confesión de la soberanía de Dios en Cristo o reconocimiento del Estado romano. Los judíos incrédulos intentan hacer sospechosos políticamente a los cristianos (Hec 17:5; Hec 18:12; Hec 24:1). Los cristianos deben estar capacitados para instruir a las autoridades romanas sobre el verdadero estado de las cosas: como Jesús, se comportan con lealtad frente al Estado; su primero y gran objetivo es religioso.

III. VERDADES FUNDAMENTALES DE LA VIDA CRISTIANA (,4) Jesús, después de haberse manifestado como Señor de la Iglesia naciente, inicia al pueblo, que le presta su adhesión, en las principales doctrinas que profesa el nuevo pueblo de Dios: en la verdad de la resurrección de los muertos (v. 27-40), en la confesión de la realeza de Jesús (v. 41-44), en la entrega a Dios (,4).

1. RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS (/Lc/20/27-40)

27 Acercáronse luego algunos de los saduceos -quienes niegan que haya resurrección-, y le preguntaron: 28 Maestro, Moisés nos dejó escrito que, si un hermano muere teniendo mujer, pero sin hijos, otro hermano suyo debe tomar esa mujer, para dar sucesión al hermano difunto.

Los saduceos eran, más que un partido, un grupo aristocrático, político-religioso; entre ellos se contaban las ricas familias patricias y la nobleza sacerdotal; nunca pudieron ganarse al pueblo sencillo. En teología representan la tendencia conservadora, que no participó en la evolución de la religión judaica iniciada en el siglo II d.C. Sólo reconocen la Escritura y rechazan la «tradición de los mayores». Se distinguen marcadamente de los fariseos y demás partidarios de una religiosidad como la de los doctores de la ley, pues niegan la resurrección (Cf. también Hec 4:1 s; Hec 23:6 ss).

Jesús comparte con los fariseos y con el pueblo la convicción de que hay una resurrección de los muertos. Por eso quieren ponerlo en ridículo algunos de los saduceos. Quieren demostrar con la Escritura que es absurda la creencia en la resurrección. La ley del levirato reza así: «Cuando dos hermanos habitan uno junto al otro y uno de los dos muere sin dejar hijos, la mujer del muerto no se casará fuera con un extraño; su cuñado irá a ella y la tomará por mujer, y el primogénito que de ella tenga llevará el nombre del hermano muerto, para que su nombre no desaparezca de Israel» (Deu 25:5 s). ¿Qué se deduce de esta ley respecto a la resurrección de los muertos?

29 Pues bien, eran siete hermanos: el primero tomó mujer y murió sin hijos. 30 Y el segundo 31 y el tercero la tomaron, y así también los siete, que no dejaron hijos y murieron. 32 Finalmente, murió también la mujer. 33 Ahora bien, esta mujer, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.

La ley no cuenta con la resurrección de Ios muertos, pues al fin y al cabo no puede dar lugar a ese caso grotesco de que hablan los saduceos. Según la ley, en la que habla Dios, no puede haber resurrección. Pero también se puede entender mal la ley y abusar de ella. Su clave es Jesús: él y su palabra.

34 Y Jesús les contestó: Las hijos de este mundo se casan ellos, y ellas son dadas en matrimonio. 35 Pero los que logren ser dignos de aquel mundo y de la resurrección de los muertos, ni ellos se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio; 36 porque no pueden ya morir, pues serán semejantes a los ángeles, y son hijos de Dios, pues son hijos de la resurrección.

La creencia de los judíos en la resurrección suponía que los resucitados continuaban la vida de la tierra, aunque provista de todo en abundancia, de todo lo que uno puede desear. Un renombrado doctor de la ley decía: «Entonces (después de la resurrección) dará a luz la mujer todos los días»; el gozo de tener un niño será colmado con creces. Contra esta idea de la resurrección se dirige la argumentación de los saduceos. Jesús no comparte con los judíos esta creencia acerca de la resurrección. Quien resucite de entre los muertos no se casará ni (la mujer) será tomada por esposa. La vida de los resucitados no continúa la vida de la tierra.

Los resucitados no pertenecen ya a este mundo terreno, sino al nuevo y venidero. En la concepción de la historia de los autores apocalípticos se habla de dos eones, mundos o eras del mundo: de este mundo y del otro. A este mundo de la injusticia, de las tribulaciones, de la caducidad y de la corrupción del pecado sigue el futuro, sin fin, un mundo nuevo, del que estará desterrada la corrupción, expulsado el desenfreno, borrada la incredulidad, mientras que la justicia será practicada y en él tendrá su asiento la verdad. También el Nuevo Testamento utiliza esta concepción de la historia. Los hijos de este mundo están sujetos al pecado y a la caducidad; en cambio, los hombres que por elección de Dios y por su gracia pertenecen al otro mundo, reciben vida eterna y la resurrección de los muertos (*).

El matrimonio pertenece al mundo presente. En el mundo venidero no será ya necesario, puesto que en él tienen los hombres la facultad de no morir ya nunca. La procreación de los hombres es la que da sentido al matrimonio (Gen 1:28). Ahora bien, cuando los hombres sean inmortales, no habrá ya necesidad del matrimonio. La argumentación de los saduceos no da en el blanco. El matrimonio se acaba con el mundo presente.

Los hombres del mundo venidero son inmortales, porque son semejantes a los ángeles. Tienen el modo de ser de los ángeles. éstos lo tienen porque son hijos de Dios. Los ángeles son designados en la Escritura como «hijos de Dios» (por ejemplo: Job 1:6; Job 2:1). Tienen participación en la gloria de Dios, en su poder y en su esplendor (Hec 12:7). Los resucitados reciben la filiación divina (1Jn 3:2; Rom 8:21), la gloria (Rom 8:18), un «cuerpo espiritual» (1Co 15:44). «Así también será la resurrección de los muertos: se siembra en corrupción, se resucita en incorrupción; se siembra en vileza, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en fortaleza; se siembra cuerpo puramente humano, se resucita cuerpo espiritual» (1Co 15:42 ss).

Los resucitados tienen el poder de no volver a morir. Lo que los piadosos entre los griegos paganos de entonces anhelaban y esperaban alcanzar mediante los cultos mistéricos o mediante el conocimiento (gnosis), era una vida bienaventurada en un estado de deificación. que no estaba amenazado por la muerte. Pero no veían lo que era deseable en la resurrección de los cuerpos; en efecto, el cuerpo era sentido como una carga, como una cárcel y un sepulcro del alma. La resurrección no es sólo inmortalidad; los muertos resucitarán en un estado de incorruptibilidad, y nosotros «seremos transformados» (1Co 15:52): no sólo vivirá el alma, sino el hombre entero en cuerpo y alma.

El que resucita ha llegado a ser digno del mundo venidero. La resurrección es un don divino de gracia, inmerecido, como lo es el reino de Dios (2Tes 1.5). Pero no sólo resucitarán los elegidos y hechos dignos por Dios, sino todos, pecadores y justos. Pablo conoce esta esperanza de que habrá una resurrección de los justos y de los injustos (Hec 24:15). Sólo para los justos redundará la resurrección en gloria (Hec 14:14). En la resurrección de éstos se piensa cuando se dice que son dignos del mundo venidero.

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* Cf. Mat 12:32; Luc 16:8; Luc 20:34 : «este inundo»; Luc 20:35 : «aquel mundo»; Mar 10:30; Luc 18:30 : «mundo venidero»; Mat 12:32 : «mundo futuro». No parece haber utilizado estos conceptos Jesús mismo.

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37 Y que los muertos resucitan, ya Moisés lo dio a entender en aquello de la zarza, cuando llama Señor al Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob; 38 él no es Dios de muertos, sino de vivos. porque para él todos viven.

También Jesús recurre, como los saduceos, a un texto de la Escritura en la discusión sobre el problema de la resurrección. En el relato de la zarza ardiente descubre Moisés a Dios como el que dice: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Exo 3:6). Dios se da a conocer a Moisés en primer lugar como al que habían venerado los patriarcas. Jesús comprende estas palabras de la Escritura en sentido más profundo. Al designarse Dios como el Dios de los patriarcas, quiere con ello decir que los patriarcas siguen venerándolo todavía como Dios. Viven, por tanto. pues de lo contrario no podrían venerarlo.

Dios es Dios de los vivos, porque para él todos viven, son hijos de la resurrección. También el que ha muerto, vive; el Dios de los vivos no se rodea de muertos. El hombre vive para Dios; su ser se cifra en estar destinado a servir y glorificar a Dios. Dado que Dios lo ha llamado así a la vida, por eso quiere también que viva. Con estas palabras no se da luz acerca de cómo vive el hombre tras la muerte y a pesar de la muerte, de cómo vive cn el período intermedio entre la muerte y la resurrección, de qué naturaleza será su inmortalidad: pervivencia, revivificación del cuerpo… Sólo se dice una cosa fundamental: para él todos viven; viven porque para él existen. Vive quien vive para Dios…

39 Entonces, algunos escribas le respondieron: Maestro, has hablado bien. 40 Por lo mismo, ya no se atrevían a preguntarle nada más.

Jesús es un Maestro que habla bien; los doctores de la ley le dan este testimonio. Los saduceos no osan ya hacer más preguntas; los doctores de la ley (fariseos) reconocen la sabiduría de su enseñanza. Jesús es un maestro ante el que se inclinan los maestros más consumados. Se presenta como el gran maestro ante el pueblo, ante la Iglesia. De él tiene la Iglesia la doctrina sobre la resurrección de los muertos. Esta doctrina distingue a cristianos y fariseos, a cristianos y saduceos, a cristianos y gentiles. La predicación cristiana anuncia el mensaje de «Jesús y la resurrección» (Hec 17:18).

2. EL MESÍAS, HIJO DE DAVID (Lc/20/41-44)

41 Pero Jesús les preguntó: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David? 42 Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, 43 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. 44 David, pues, lo llama Señor, y entonces ¿cómo puede ser hijo suyo?

Esta vez Jesús mismo pasa al ataque. El salmo 110, que se atribuye a David y se entiende del Mesías venidero, entraña un enigma. Las palabras de Dios referidas en el salmo («dijo el Señor») llama Señor de David al hijo de David (al Mesías). Es cosa que da qué pensar. El Mesías es hijo de David. Así lo predice y lo promete el Antiguo Testamento: «Brotará una vara del tronco de Jesé… Sobre él reposará el espíritu de Yahveh» (Is ll,ls). Por él ruega Israel: «Haz… que vuelva a surgir su rey, el hijo de David» (Salmos de Salomón 17,23). Como Hijo de David lo aclama el ciego de Jericó y lo confiesa por Mesías (18,38). ¿Está encerrado en este título todo lo que es el Mesías?

Las palabras enigmáticas del salmo lo llaman Señor de David. El Mesías aventaja a David. Es Señor de los señores (Rev 17:14). Dios mismo lo hace sentar a su diestra y le da participación en su dominio del mundo. Hace de sus enemigos el escabel en que se apoyan sus pies, le da la victoria y desbarata la contradicción que se le hace.

Pero utiliza esta imagen del Mesías en su predicación y, al mismo tiempo, la interpreta: «Séame permitido deciros resueltamente acerca del patriarca David que… siendo como era profeta, y sabiendo que Dios le había asegurado con juramento que un descendiente suyo se sentaría sobre su trono, previendo el futuro habló de la resurrección de Cristo… A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos de ello. Elevado a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado lo que vosotros estáis viendo y oyendo. Porque David no ascendió a los cielos, y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. Sepa, por tanto, con absoluta seguridad toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Mesías a este Jesús a quien vosotros crucificasteis» (Hec 2:29-36; cf. 4,25 ss). Al comienzo de la carta a los Romanos, Pablo confiesa, según un antiguo himno, que él es apóstol del Evangelio «que previamente había prometido Dios por medio de sus profetas, en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo -nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el espíritu santificador, a partir de su resurrección de entre los muertos-, Jesucristo nuestro Señor» (Rom 1:1-4). La Iglesia se basa en esta confesión de fe: «Jesucristo (Hijo de David) es Señor» (Flp 2:11).

3. LA VIUDA POBRE (Lc/20/45-21/04)

Palabras contra los fariseos y un breve relato acerca de una viuda pobre: ambas cosas forman marcado contraste. Se quiere mostrar en forma negativa y positiva la fundamental actitud religiosa y moral de la Iglesia naciente.

45 Dijo luego a los discípulos oyéndolo todo el pueblo: 46 Tened cuidado con los escribas, que se complacen en pasearse con amplias vestiduras, y les gusta acaparar los saludos en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 47 que devoran las casas de las viudas mientras fingen entregarse a largos rezos. éstos tendrán condenación más severa.

Los discípulos son interpelados ante el pueblo, el pueblo de Dios. Ellos han de ocupar el puesto de los doctores de la ley. Se ponen los fundamentos del nuevo pueblo de Dios. Los escribas son ambiciosos y codiciosos. Todo lo que debe basarse en espíritu religioso y en temor de Dios -indumentaria de oficio, servicio sinagogal- se utiliza para satisfacer las ansias ambiciosas de reconocimiento humano. Todo lo que debía practicarse en comunión de amor -el saludo y la mesa- sirve a la aspiración a ser los primeros. La codicia emponzoña lo que se hace como servicio y acto religioso. Los escribas, que están versados en el derecho, ofrecen su asesoramiento jurídico ante el tribunal a viudas, que sin marido están desamparadas jurídicamente (Exo 22:21); pero para ello aceptan presentes y de esta manera devoran las casas de esas pobres mujeres. El egoísmo sin freno de los doctores los extravía, induciéndolos a rechazar a Jesús, cuya existencia es la que da vida a los otros (Mar 10:45).

Los escribas serán objeto de condenación más severa que los otros hombres. Por su conocimiento de la ley conocen mejor la voluntad de Dios, y como maestros de justicia que son, son responsables de los otros. Dios los reprueba. Otros maestros ocuparán su puesto cuando se edifique el nuevo pueblo de Dios.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— les anunciaba la buena noticia: Lit. los evangelizaba. Ver notas a Mat 1:1 y Rom 1:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La autoridad de Jesús (ver Mat. 21:23-27; Mar. 11:27-33). El Sanedrín, que de hecho era el “parlamento” judío, estaba compuesto de representantes de cada uno de los tres grupos que se mencionan aquí: los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, totalizando 71 miembros bajo la presidencia del sumo sacerdote. Los principales sacerdotes eran miembros de las familias dirigentes de la casta superior del sacerdocio y retenían varios puestos, como el gobierno del templo, la dirección de los grupos de sacerdotes por día y por semana, los guardianes y los tesoreros; los ancianos eran los representantes laicos del pueblo.

Querían saber qué autoridad reclamaba Jesús para establecerse como maestro. ¿Pretendía ser un profeta con autoridad divina? Jesús repuso con una contrapregunta. Que primero ellos le dijeran si Juan el Bautista había recibido su autoridad del cielo, o sea de Dios (15:18), o de los hombres. Si el grupo hubiera contestado “del cielo”, Jesús les habría preguntado por qué no lo aceptaron (Mat. 21:32); a la vez hubieran implicado que él también tenía autoridad divina. Pero si ellos negaban la autoridad de Juan, se hubieran metido en problemas con la gente que por cierto había considerado a Juan como un profeta. Su respuesta de que no sabían era lamentablemente floja y de hecho Jesús ganó la discusión. Más bien muestra cómo los interrogadores no estaban dispuestos a admitir la autoridad divina cuando la vieron y no podían decidir lo que debían hacer en esa situación.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

20.1-8 Este grupo de líderes quiso deshacerse de Jesús, de manera que trataron de atraparlo con su pregunta. Si Jesús decía que su autoridad venía de Dios, si abiertamente establecía que era el Mesías y el Hijo de Dios, lo acusarían de blasfemia y lo llevarían a juicio. Jesús no se dejó atrapar, en cambio, volvió la pregunta en su contra. Esto puso al descubierto las intenciones que tenían y evitó que cayera en la trampa.20.9-16 Es fácil identificar a los personajes de esta parábola. Incluso los líderes religiosos lo comprendieron. El dueño de la viña es Dios, la viña es Israel, los labradores son los líderes religiosos, los enviados del dueño son los profetas y sacerdotes que Dios envió a Israel a denunciar sus pecados, el hijo es el Mesías, Jesús, y los otros son los gentiles. La parábola de Jesús respondió de forma indirecta la pregunta de los líderes religiosos acerca de su autoridad. Además, les hizo ver que El sabía que planeaban matarlo.20.17-19 Al citar el Psa 118:22, Jesús demostró a los incrédulos líderes que incluso su rechazo estaba profetizado en las Escrituras. Pasar por alto la piedra angular fue peligroso. Una persona podría tropezar o ser desmenuzada (juzgada y castigada). Los comentarios de Jesús eran velados, pero los líderes religiosos no tuvieron dificultad en interpretarlos. Quisieron arrestarlo de inmediato.20.20-26 Jesús aprovechó el intento de sus enemigos al querer atraparlo y les dio una lección poderosa: Los seguidores de Dios tienen obligaciones legítimas hacia El y los gobernantes. Pero lo más importante es mantener invariables nuestras prioridades. Cuando ambas autoridades están en conflicto, nuestra obligación hacia Dios siempre estará antes que nuestra obligación hacia las autoridades.20.21 Estos espías pretendieron ser hombres sinceros al adular a Jesús antes de plantearle su pregunta engañosa, esperando tomarlo por sorpresa. Pero Jesús sabía lo que tramaban y se mantuvo al margen de su trampa. Cuídese de la adulación. Con la ayuda de Dios, la puede detectar y mantenerse alejado de la trampa que a menudo le sigue.20.22 Sin dudas esta era una pregunta comprometedora. Los judíos estaban furiosos por tener que pagar impuestos a Roma, de esta manera sostenían a un gobierno pagano y a sus dioses. Odiaban el sistema donde se permitía que los cobradores de impuestos pidieran exorbitantes sumas y se quedaran con el excedente. Si Jesús decía que debían pagar impuestos, lo podrían llamar traidor a su nación y a su religión. En cambio, si decía que no, informarían a Roma que era un rebelde. Los inquisidores de Jesús pensaron que esta vez lo habían atrapado, pero se equivocaron.20.24 Un denario era el pago usual para un día de trabajo.20.27-38 Los saduceos, un grupo de líderes conservadores, honraban solo el Pentateuco (de Génesis a Deuteronomio) como las Escrituras. Además, no creían en la resurrección de los muertos porque no encontraban mención de esto en el Pentateuco. Los saduceos decidieron atrapar a Jesús, así que le plantearon una pregunta que siempre dejaba perplejos a los fariseos. Después de contestar lo relacionado con lo del matrimonio, Jesús respondió la pregunta central acerca de la resurrección. Basó su respuesta en los escritos de Moisés, una autoridad que respetaban, quien afirmó creer en la resurrección.20.34, 35 La declaración de Jesús no significa que la gente no reconocerá a sus familiares en el cielo. Simplemente denota que no debemos pensar del cielo como una extensión de la vida que ya conocemos. Nuestra relación en esta vida la limita el tiempo, la muerte y el pecado, pero Jesús afirma que las relaciones serán diferentes de las que usamos aquí y ahora.20.37, 38 Los saduceos vinieron a Jesús con una pregunta capciosa. Como no creían en la resurrección, querían que dijera algo refutable. Aun así, Jesús no obvió ni menospreció su pregunta. La contestó y fue más allá, al verdadero asunto. Cuando la gente le haga preguntas comprometedoras sobre religión, por ejemplo: «¿Cómo un Dios amoroso permite que la gente se muera de hambre?» «Si Dios sabe lo que voy a hacer, ¿tengo libertad para escoger?», siga el ejemplo de Jesús. Primero, conteste la pregunta haciendo uso de lo mejor de su capacidad, luego descubra el verdadero problema, por ejemplo, dolor tragedia personal o dificultad para tomar decisiones. Muchas veces la pregunta se plantea a manera de prueba, no para comprobar su capacidad en responder preguntas difíciles, sino de su disposición para oír y prestar atención.20.41-44 Los fariseos y saduceos hicieron sus preguntas. Ahora Jesús cambia las posiciones y les hace preguntas que van directo al meollo del asunto: ¿Qué pensaban acerca de la identidad del Mesías? Los fariseos sabían que el Mesías sería un descendiente de David, pero no comprendieron que las Escrituras también decían que sería más que un descendiente humano, sería Dios encarnado. Jesús se refirió al Salmo 110.1 para mostrarles que David mismo reconoció que Jesús sería Dios y hombre. Los fariseos solo esperaban un legislador humano que restaurara la grandeza de Israel como en los días de David y Salomón.El asunto clave de la vida radica en qué creemos acerca de Jesús. Si antes no se decide creer que Jesús es lo que dice ser, otros asuntos carecen de relevancia. Los fariseos y saduceos no podrían hacerlo y continuar divididos y confundidos en relación con su identidad.20.45-47 Los escribas amaban los beneficios asociados con su posición y algunas veces estafaban a los pobres a fin de lograr mayor provecho. Cada tarea tiene su recompensa, pero esta no debe llegar a ser más importante que cumplir nuestra labor con dedicación. Dios reprenderá a las personas que usan su posición de responsabilidad para engañar a otros. Cualquier recurso que se le haya confiado, úselo para ayudar a otros y no solo para su provecho.20.47 Qué extraño pensar que los líderes religiosos recibirán el mayor castigo. Pero es que tras su apariencia de santidad y respetabilidad, eran arrogantes, astutos, egoístas y poco compasivos. Jesús puso al descubierto sus corazones malvados. Mostró que a pesar de sus palabras piadosas, pasaban por alto las leyes de Dios y hacían lo que mejor les convenía. Las obras religiosas no anulan el pecado. Jesús dijo que a estos líderes les espera la sentencia más severa de Dios, porque debían vivir como ejemplos de misericordia y justicia.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1173 Mat 21:23

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

los principales sacerdotes…los escribas…los ancianos. Estos tres grupos constituían el Sanedrín, que era la corte más alta del judaísmo. Esta fue la primera de tres delegaciones que envió el Sanedrín para poner a prueba a Jesús (cp. vers. 20, 27).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Véase la nota 15 (1) de Mr 11.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Véase nota en Mar 11:30.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

167 (B) Jesús afirma su autoridad para hablar en nombre de Dios (20,1-21,4). Esta sección presenta la última de las importantes controversias entre Jesús y las autoridades religiosas en el evangelio. Las primeras controversias aparecieron en 4,14-9,50 y 9,51-19,27, principalmente con ocasión del ministerio de Jesús a favor del enfermo y necesitado. Pueden clasificarse como sigue: controversias en sábado (4,16-30; 4,31-37; 6,1-5; 6,6-11; 13,10-17); controversias en un banquete o sobre el sentido del banquete (5,27-39; 6,1-5; 7,36-50; 11,37-54; 14,1-24); controversias en la sinagoga (4,16-30; 4,31-37; 6,6-11; 13,10-17). Lo novedoso de esta controversia es que acontece dentro del templo y no está dirigida contra los fariseos. Los sumos sacerdotes, escribas, ancianos y saduceos son ahora los adversarios de Jesús. Una parte esencial de esta controversia es una profunda revelación sobre la identidad de Jesús: «En el templo tendrá lugar la presentación definitiva de la identidad de Jesús con miras a su inminente pasión» (Conzelmann, TL 117). Como correctamente observa G. Schneider (Lukas 393), Jesús, que durante sus controversias en el templo no utiliza la violencia ni es vencido en el debate, será vencido por la violencia (22,49-53).

168 (a) JESÚS ES UN PROFETA ENVIADO POR DIOS (20,1-8). 1. pueblo: El pueblo (laos) está en contraste con los dirigentes religiosos. 2. estas cosas: Aunque resulta ostensible la referencia de tauta a los acontecimientos de 19,28-46, las implicaciones son mayores. Los sumos sacerdotes y ancianos, que no han sido mencionados antes de la sección de Jerusalén en el evangelio, responden ahora a «estas cosas», es decir, a todo cuanto Jesús ha hecho desde 4,14. 5. En esta completa analepsis o «flashback» (→ 42 supra), Lucas muestra que los sumos sacerdotes no aceptaban el bautismo de Juan. Su respuesta a Jesús será similar a la que ellos, los fariseos y doctores de la ley, dieron al Bautista (7,29-30). Recordemos que, en 7,29-30, los dirigentes religiosos rechazaron al mensajero de Dios, mientras que el pueblo lo acogió favorablemente. 8. Debemos desenredar el significado cristológico de esta controversia acentuando la naturaleza de su argumentación: Si la autoridad del Bautista procede de Dios, a fortiori también la de Jesús. En el templo, Jesús, en cuanto agente enviado por Dios, enseña la voluntad de Dios y el significado del verdadero culto.

169 (b) JESÚS ES EL HIJO DE DIOS Y LA PIEDRA ANGULAR DEL ISRAEL RECONSTITUIDO (20,9-19). En esta parábola alegorizada, Lucas pone de nuevo en contraste las respuestas del pueblo (20.9.16) y de los dirigentes religiosos (20,19) a Jesús. 9. viña: Aunque Lucas ha abreviado la versión marcana (Mc 12,1), aún brilla en ella la alusión a Israel como viña de Dios (Is 5,1-5). 10-19. propietario… labradores… hijo… otros: La clave de la alegoría reside en el propietario identificado con el fiel y copiosamente misericordioso Dios que sigue enviando mensajeros a su amado. Los labradores que rechazan a los mensajeros de Dios y al Hijo son los dirigentes religiosos. El hijo, asesinado fuera de la viña, es Jesús. Los otros son los que acogen la predicación de Jesús y la de sus discípulos formando el Israel reconstituido. La mayoría entre los «otros» es la que dice «de ninguna manera» (20.16). La piedra rechazada es Jesús rechazado, que se convierte en la piedra angular de la nueva edificación de Dios, el Israel reconstituido. La imagen del templo en esta perícopa intensifica la función de Jesús enseñando en el templo: Jesús ocupa el lugar de lo que el templo simbolizaba, pues, en cuanto Hijo de Dios y piedra angular vindicada, él es la presencia de Dios entre los hombres (cf. 23,44-45).

170 (c) JESÚS ENSEÑA AUTÉNTICAMENTE EL CAMINO DE DIOS (20,20-26). De nuevo pone Lucas en contraste a los jefes religiosos (20,20) y al pueblo (20,26). El significado cristológico de este pasaje se encuentra en el irónico v. 21: Jesús enseña ciertamente el camino de Dios. 25. devolver al césar… a Dios: J. A. Fitzmyer capta muy bien cómo la enseñanza de Jesús se relaciona con la presencia de Jesús en el templo y con lo que significa el verdadero culto a Dios: «Un ser humano pertenece a Dios, cuya imagen lleva; Dios no solamente tiene un derecho de posesión sobre los seres humanos, sino también la exigencia del reconocimiento básico de su señorío» (FGL 1293). Durante siglos, la frase «dar al césar» ha sido intensamente debatida. Hay dos matices contemporáneos que añadir a este debate. Uno afirma que Lucas escribió una apología del Imperio a su Iglesia, instándole a pagar los impuestos. Cf. P. Walaskay, «And so we carne to Rome» (→ 46 supra) 36: «Según Lucas, los cristianos tienen que asumir sus obligaciones fiscales para con el gobierno». El otro enfoque trata de interpretar el v. 25 dentro del movimiento de un evangelio que manifiesta un modelo social de solicitud por el necesitado que es contrario al modelo social de la poderosa Roma. Este enfoque también subraya que las dos partes del v. 25 no están coordinadas, sino que, más bien, el césar depende de Dios. Cf. R. Cassidy, Jesús (→141 supra) 58: «Así, los únicos ámbitos en los que el césar puede exigir lealtad son aquellos en los que sus normas están de acuerdo con las normas queridas por Dios». Este punto de vista de Cassidy merece ser tenido en cuenta. Durante el proceso de Jesús ante Pilato, los dirigentes religiosos se referirán a este episodio, acusando a Jesús de pervertir al pueblo con su enseñanza (cf. 23,2.5.14).

171 (d) EL DIOS DE JESÚS ES AQUEL QUE DA Y MANTIENE LA VIDA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE (20,27-40). La controversia continúa en el templo con la intervención de los saduceos (20,28.39), que ni creen en la resurrección ni en los ángeles, y sólo aceptan la autoridad del Pentateuco (Torá). Jesús mostrará su autoridad no sólo interpretando la ley mosaica, sino también manifestando su fe y confianza en el poder de dar vida del Dios que anuncia en el templo. 28-33. Moisés nos dejó escrito: Los saduceos, basándose en la ley matrimonial del levirato de Dt 25,5, presentan a Jesús un argumento de reductio ad absurdum contra la doctrina tardía de la resurrección corporal. 34-36. La respuesta de Jesús ataca la premisa fundamental de los saduceos: La vida del tiempo venidero es una continuación de esta vida, y requiere, por tanto, la intervención humana para que no desaparezca. 37-38. Dios de Abrahán…: Jesús refuerza su argumento con otras citas de la Torá (Ex 3,2.5): Puesto que Dios es el Dios de los vivos, tiene que haber mantenido con vida, mediante la resurrección, a los difuntos Abrahán, Isaac y Jacob. Al argumento de la resurrección añade Lucas el de la inmortalidad en el v. 38b: «porque para él todos viven» (véase el cercano paralelo a esta expresión de la inmortalidad en 4 Mac 7,19). 39. A los escribas, que defienden que hay resurrección de los muertos, les encanta la respuesta de Jesús. Cf. Hch 23,6-10 para ver cómo la enseñanza de Jesús en el templo, en 20,27-40, está en continuidad con la de los fariseos.

172 (e) JESÚS MESÍAS ES HIJO Y SEÑOR DE DAVID (20,41-44). Este pasaje se construye en afirmaciones anteriores sobre la función davídica de Jesús (1,32; 18,38.40). 41. ¿el Mesías es hijo de David?: Jesús, el Mesías, que reúne en torno a sí en el templo al Israel reconstituido, desafía las creencias de los jefes religiosos con los salmos cantados en la liturgia del templo. En su interpretación de los salmos, Jesús proclama que en cuanto Mesías es a la vez hijo y Señor de David.

173 (f) CULTO A DIOS Y ESTILO DE VIDA JUSTA (20,45-21,4). A través del tema de la «viuda» (20,47; 21,2-4), se han unido dos fragmentos (20,45-47; 21,1-4). El verdadero culto a Dios, de acuerdo con la tradición profética, exige justicia y solicitud por los miembros más necesitados y débiles de la sociedad, representados por la viuda. 2. esta pobre viuda: Interpretando 21,1-4 como una queja, Jesús desacredita la enseñanza religiosa que provoca que una viuda dé cuanto tiene para mantener una institución religiosa decadente. Jesús alaba la generosidad de la viuda, que prepara al lector para percibir la generosidad de Jesús, el siervo autoanonadado (cf. 22,24-27). Cf. A. G. Wright, CBQ 44 (1982)256-65.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

Notemos, en primer lugar, la naturaleza de la exigencia que los príncipes de los sacerdotes y los escribas tuvieron con nuestro Señor. «Dinos,» le preguntaron, » con qué autoridad haces estas cosas; ó quién es el que te ha dado esta autoridad..
Es bien fácil percibir qué razones influyeron en el ánimo de esos hombres para tener semejante exigencia: ellos abrigaban odio y envidia contra el Señor; veían que su influjo crecía cada día, en tanto que el poder que ellos habían poseído estaba en decadencia; y se propusieron, por lo tanto, hacer lo posible por impedir el progreso del nuevo Maestro. Con ese fin le disputaron su autoridad. Pudieron haber examinado sus maravillosas obras, y en justicia debieron haber comparado sus doctrinas con los preceptos de la Sagrada Escritura. Pero rehusaron hacer lo uno y lo otro, y prefirieron poner en duda sus credenciales.
Todo leal cristiano que procure hacer bien á sus semejantes, está expuesto á recibir el mismo tratamiento que su Maestro.
Ni debe sorprenderse al advertir que su conducta disguste á los hipócritas y á los mundanos.
Que todos los que son perseguidos del mundo por haber hecho bien se consuelen con el pensamiento de que el cáliz de que beben es el mismo que bebió nuestro Señor. Su Maestro que está en los cielos se conduele de ellos. Que continúen sus obras con paciencia y estén persuadidos de que, si son fieles, tarde ó temprano serán vindicados. Si hubiéramos de aguardar hasta que el mundo aprobara nuestros planes y diera asenso á nuestros esfuerzos, jamás haríamos nada sobre la tierra.
Notemos, en segundo lugar, en que términos se refiere nuestro Señor á la conducta de Juan él Bautista. Se nos dice que llamó la atención de los que ponían en duda su autoridad, al testimonio que de él dio Juan. ¿ No deberían ellos tener presente que su precursor le había dado el título de Cordero de Dios, y había dicho que no era digno de desatarle la correa del zapato, y que tenia el aventador en la mano y poseía el Espíritu sin medida ? ¿No deberían recordar que ellos y toda Jerusalén habían ido á presenciar el bautismo de Juan, y habían confesado que este precursor era profeta? Y sin embargo, Juan les había dicho terminantemente que Cristo era el Mesías. Por cierto que si fueran ingenuos no vendrían á poner en duda su autoridad. Si realmente creían que Juan era un profeta enviado de Dios, estaban obligados á creer que Jesús era el Cristo.
Existen razones para dudar si los cristianos, por lo general, comprenden en toda su importancia la misión de Juan el Bautista. La brillantez de la historia de nuestro Señor ofusca la de la historia de su precursor. Sin embargo, no se debe olvidar que la predicación y hechos de Juan produjeron un efecto admirable en el ánimo de la nación Judía; que despertaron las esperanzas de Israel de un extremo á otro de Palestina; y sobre todo, que no dejaron disculpa alguna á los judíos para que rechazasen á nuestro Señor cuando viniese, puesto que no podían decir que se les había aparecido de sorpresa.
Por poco que sea el aprecio que los hombres hagan de las labores del ministro del Evangelio, hay en el cielo un Ser que todo lo ve y de todo toma cuenta. Aunque no se comprendan sus actos y aunque se les calumnie y se les llene de baldón, Jesucristo registra todo en su libro. Puede ser que en el mundo les sobrevengan chascos y tribulaciones, mas su Salvador jamás los olvida.
Notemos, por último, la falsedad de que se hicieron culpables los enemigos de nuestro Señor. En contestación á la pregunta que lea hizo respecto de si el bautismo de Juan era del cielo ó de los hombres, ellos contestaron que no sabían.
Esta fue una mentira palpable. Pudieron haber contestado, pero no quisieron. Bien sabían ellos que si decían lo que realmente creían, se condenarían á sí mismos. Si confesaban que Juan era un profeta enviado de Dios, tendrían que aparecer como inconsecuentes en no creer lo que él dijo respecto de Cristo. Es de temerse que falsedades de esta naturaleza son bastante comunes. Millares de personas hay que dicen cualquiera cosa por no confesar que se han equivocado. El número de mentiras que se dicen por hombres que quieren poner en salvo su reputación, es tal vez mayor de lo que pensamos.
Bueno será que el verdadero siervo de Cristo recuerde estas cosas, y no dé crédito á todo lo que oye, ni crea que los no convertidos hablan siempre de acuerdo con sus convicciones. Muchos de ellos abrigan mejores sentimientos de los que aparentan tener; y á menudo dicen contra la religión y contra la gente que la profesa cosas que saben no son ciertas. Que el siervo de Cristo siga con paciencia su camino. Los que ahora son sus enemigos confesarán algún día que tenía razón, aunque hoy griten á voz en cuello que no la tiene.

Fuente: Los Evangelios Explicados

enfrentaron… Expresa importunidad, descaro, y casi violencia: asaltaron.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Expresa importunidad, descaro, y casi violencia: asaltaron.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

El Señor no responde a los sacerdotes que le preguntaron con qué potestad enseñaba. Parábola de la viña. Le tientan sobre el tributo que debía pagarse a César. Responde a los saduceos acerca de la resurrección. De qué modo dicen que Cristo es hijo de David. Avisa a sus discípulos que se guarden de la envidia de los escribas.

1 a. El Griego: epéstesan, sobrevinieron.

b. Estos componían el gran Sinedrio o consejo, y cuidaban principalmente de las cosas que tocaban a la religión. Por esto le preguntan de esta suerte.

4 c. Esto es, ¿con qué autoridad bautizaba Juan? ¿si con autoridad de Dios, o de los hombres? y por el Bautismo comprende todo su ministerio, pues había dado un testimonio notorio de Jesucristo.

6 d. El Griego: pepeisménos gár estin, porque está en la persuasión.

16 e. MS. No mande Dios. Esto es; no permita el Señor que seamos como fueron los de la viña.

17 f. Mt 20,42, cabeza y clave del ángulo.

18 g. Todos los que van y tropiezan contra esta piedra angular, que es Jesucristo, con el fin de oprimirle, ellos mismos se herirán y maltratarán. Con esto les manifiesta los males que les vendrían por la muerte que maquinaban contra el Mesías que les hablaba.

20 h. Hombres de bien, de sinceridad y celosos.

21 i. MS. E non sacas persona.

26 j. MS. Del so recudimiento.

34 k. Los hombres, mientras viven y conversan en este mundo.

35 l. Porque siendo el matrimonio instituido para conservación de los hombres mortales, no tendrán necesidad de él, cuando fueren inmortales. El texto Griego a la letra, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres tendrán maridos.

36 m. Aunque todos resucitarán para ser inmortales; no todos resucitarán para ser hijos de Dios. De este privilegio gozarán solamente los que siendo del número de los que deben resucitar a la vida, entrarán en la participación de la gloria y del reino de su Padre.

39 n. Como los escribas creían la resurrección de los muertos, que el Hijo de Dios acababa de apoyar de una manera tan divina, no podían menos de aprobar su doctrina y respuesta.

44 o. Porque un hijo no es señor de su padre; y por tanto este Hijo debe ser más que hombre.

46 p. MS. De los saludamientos.

Fuente: Notas Bíblicas

[3] Isaías 5.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[17] Sal 118 (117), 22; Is 28, 16.[37] Ex 3, 6.[42] Sal 110 (109), 1.

Fuente: Notas Torres Amat