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Comentario de Lucas 20:27 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 20:27 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Se acercaron algunos de los saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaron

20:27 Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, — Hch 23:1-35, “8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu”. Desde luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb 1:14) y no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Éxo 3:6; Ecl 12:7; Zac 12:1; 1Ts 5:23; Stg 2:26, etc.).

— le preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. (Deu 25:5) 29 Hubo, pues, siete hermanos; — “dos maridos hubieran sido suficientes para demostrar el punto de vista de los saduceos. Pero siete hacen que la historia sea más interesante y podría hacer que la historia de la resurrección resultase aun más absurda” (GH).

— y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32 Finalmente murió también la mujer. 33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer? — — Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico. Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deu 25:5 de alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

los saduceos. Mat 16:1, Mat 16:6, Mat 16:12; Mat 22:23; Mar 12:18; Hch 4:1, Hch 4:2; Hch 5:17; Hch 23:6-8; 1Co 15:12; 2Ti 2:17, 2Ti 2:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los saduceos, los fariseos y los esenios eran tres importantes divisiones del judaísmo del primer siglo. Los saduceos rechazaban las tradiciones orales que obedecían tan estrictamente los fariseos. En vez de eso, basaban sus enseñanzas sólo en los cinco primeros libros del AT. los libros de Moisés. Negaban la posibilidad de la resurrección, por lo que idearon un ejemplo absurdo para sugerir que esa doctrina era imposible.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

saduceos. Vea la nota sobre Mat 3:7.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Vea las notas sobre Mat 22:23-32; Mar 12:18-27.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

20:27 Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, — Hch 23:1-35, “8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu”. Desde luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb 1:14) y no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Éxo 3:6; Ecl 12:7; Zac 12:1; 1Ts 5:23; Stg 2:26, etc.).
— le preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. (Deu 25:5) 29 Hubo, pues, siete hermanos; — “dos maridos hubieran sido suficientes para demostrar el punto de vista de los saduceos. Pero siete hacen que la historia sea más interesante y podría hacer que la historia de la resurrección resultase aun más absurda” (GH).
— y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32 Finalmente murió también la mujer. 33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer? – – Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico. Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deu 25:5 de alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA PREGUNTA DE LOS SADUCEOS

Lucas 20:27-40

Después de aquello se le acercaron a Jesús unos saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le presentaron su pregunta:
-Maestro: Moisés nos ha dejado escrito que si un hombre casado se muere sin dejar hijos, su hermano se tiene que casar con la viuda, y el hijo que tengan se considerará el descendiente del difunto. Ahora bien: en una ocasión había siete hermanos, y el mayor se casó, y murió sin dejar hijos. Entonces el segundo se casó con la viuda, pero también murió sin tener ningún hijo; y así siguió la cosa con el tercero, y luego todos los demás hasta el séptimo, que también murió sin dejar descendencia; y por último murió también la mujer. Entonces, en la resurrección, ¿con cuál de ellos estará casada, si en realidad fue la mujer de los siete? Cuando acabaron, Jesús les contestó:
-En este mundo la gente se casa y contrae matrimonio; pero los que tengan el privilegio de llegar a la eternidad y a la resurrección de los muertos, ni se casarán ni contraerán matrimonio, porque ya no serán mortales, sino como los ángeles de Dios: hijos de Dios e hijos de la resurrección. En cuanto a si hay o no resurrección de los muertos, el mismo Moisés al que habéis citado da la respuesta afirmativa en el pasaje de la zarza ardiendo, donde llama al Señor «Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob». Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; así es que los muertos están vivos para Dios.
-¡Bien dicho, Maestro! -exclamaron algunos escribas, que sí creían en la resurrección.
Y los saduceos ya no se atrevieron a hacerle más preguntas.

Cuando los emisarios del Sanedrín agotaron sus tretas, aparecieron en la escena los saduceos. Su pregunta dependía de dos cosas:
(i) La primera era la ley del levirato (Dt 25:5 ). Según esa ley, cuando un casado moría sin dejar hijos, su hermano se tenía que casar con la viuda, y el hijo que tuvieran se consideraría descendiente legal del primer marido. No es probable que esa ley se aplicara en tiempo de Jesús, pero formaba parte de las leyes mosaicas, y los saduceos la consideraban vigente.

(ii) La pregunta tenía que ver con las creencias de los saduceos. A veces se los nombra con los fariseos, pero eran diametralmente opuestos en sus creencias.

(a) Los fariseos eran una denominación exclusivamente religiosa; es decir, no tenían ambiciones políticas, y se conformaban con cualquier gobierno que les permitiera cumplir la ley tradicional. Los saduceos eran pocos, pero ricos e influyentes. Los sacerdotes y los aristócratas eran casi todos saduceos. Eran la clase que estaba en el gobierno. Eran colaboracionistas con los Romanos, porque querían conservar su riqueza y posición.

(b) Los fariseos aceptaban las Escrituras del Antiguo Testamento y la tradición de los antepasados, que incluía miles de reglas y normas que se habían transmitido oralmente, tales como las leyes referentes al sábado y a las abluciones. Los saduceos no aceptaban más que la ley escrita del Antiguo Testamento, y especialmente el Pentateuco o Torá, Ley, a la que daban más importancia que a los Profetas y demás Escritos.

(c) Los fariseos creían en la resurrección de los muertos y en ángeles y espíritus. Los saduceos no creían en ninguna de estas cosas (Hch 23:8 ).

(d) Los fariseos creían en la predestinación; es decir, que la vida humana está planificada y ordenada por Dios. Los saduceos creían en el libre albedrío.

(e) Los fariseos creían en la venida del Mesías y le esperaban; pero los saduceos no, porque habría perturbado sus vidas y planes materialistas.

Los saduceos, pues, vinieron con la pregunta de los siete hermanos que habían estado casados con la misma mujer, y que de cuál de ellos sería esposa en la resurrección, pretendiendo ridiculizar la fe en la resurrección. La respuesta de Jesús tiene un valor permanente. Dijo que el Cielo no es como la Tierra, que la vida futura será diferente de la actual, porque nosotros seremos diferentes. Nos ahorraríamos muchas discusiones inútiles y aun disgustos si dejáramos de especular acerca de la vida futura y dejáramos esas cuestiones al amor de Dios.

Jesús fue aún más lejos. Como hemos dicho, los saduceos no creían en la resurrección del cuerpo; y decían que es que no se nos enseña en las Escrituras, y menos en la Ley de Moisés. Hasta entonces ningún fariseo había podido argumentar con ellos, pero Jesús los hizo callar: les citó el pasaje de la zarza ardiendo en el que el mismo Moisés oyó que el Señor le decía: «Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob» (Ex 3:1-6 ), lo que quiere decir que Abraham, Isaac y Jacob no están muertos para siempre, porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. No nos sorprende que la respuesta de Jesús arrancara un grito de aprobación de los escribas que estaban escuchando. Jesús había contestado a los saduceos usando su misma suprema autoridad. Jesús usaba argumentos que sus interlocutores podían comprender y aceptar. Les hablaba en su propio lenguaje, y por eso la gente de su tiempo le oía de buena gana.

Jesús no satisface la curiosidad acerca de «cómo resucitarán los muertos, o con qué cuerpo» 1Co 15:35 ); pero da el fundamento firme y fiel de nuestra confesión: «Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Hch 23:8.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— saduceos: Ver nota a Mat 22:23.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El problema de la resurrección (ver Mat. 22:23-33; Mar. 12:18-27). Los saduceos eran un grupo judío, principalmente surgido del sacerdocio y de la aristocracia pudiente, que estaban perfectamente felices con la situación existente bajo el dominio romano. Tenían un tipo de religión tradicional y conservadora que se basaba en los cinco libros de Moisés, pero que era vacía y formal. A diferencia de los fariseos, aceptaban sólo el mundo material y negaban la resurrección, los ángeles y los espíritus (Hech. 23:8). Su relato tenía la intención de mostrar lo absurdo de la resurrección a la luz del “matrimonio levirato”. Este se basaba en el principio de que, si un hombre casado muriera, su hermano debía casarse con la viuda para que hubiera descendencia masculina de aquél (ver Gén. 38:8; Deut. 25:5, 6). Teóricamente, una mujer podría tener varios maridos sucesivamente, por tanto, ¿no resultaba ridícula la idea de la resurrección?

Primero, Jesús declaró que las condiciones en la resurrección no son como las de la tierra. Como no hay muerte, por lo tanto no hay necesidad de perpetuar la especie, no hay necesidad de procreación. Esto podría indicar que las relaciones terrenales como el matrimonio terminarán en el cielo. Lo más probable es que todas las relaciones humanas sean elevadas a un nivel tan alto en el cielo que la exclusividad del matrimonio no será un factor en el cielo como lo es en la tierra. La continuación de las relaciones terrenales está implícita en 1 Tes. 4:17, 19.

Segundo, Jesús dio un argumento en favor de la resurrección basado en la ley de Moisés. En la zarza ardiendo, Dios había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham” (Exo. 3:6). En una frase heb. de ese tipo no hay un verbo expresado, y Jesús estaba implicando que la forma presente del verbo “Yo soy” se debe suplir (como en la versión gr. del AT), mostrando que Dios aún dice que él es el Dios de Abraham siglos después de su muerte, lo cual implica también que Abraham está con vida y en condiciones de adorarle. El Dios de Abraham durante su vida terrenal no permitiría que la muerte interrumpiera la relación, sino que lo resucitaría.

Nota. 35 Sobre la resurrección, ver 14:12-14.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

l 1211 Mat 22:23; Mar 12:18; Hch 23:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

saduceos. Véase coment. en Mt 3:7.

no hay resurrección. Véanse coments. en Mt 22:28, 29.

Fuente: La Biblia de las Américas

27 (1) Con respecto a los vs.27-38, véanse las notas de Mat_22:23-32 .

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Por estos versículos percibimos citan antigua es la incredulidad. Se nos dice que se llegaron á nuestro Señor unos saduceos que negaban la resurrección. Aun en la iglesia judaica, la iglesia de Abrahán, de Isaac y de Jacob, la iglesia de Moisés y de Samuel, de David y de los profetas–aun en esa iglesia, decimos, había escépticos descubiertos y descarados.
Si una infidelidad como esta existía en medio del pueblo peculiar de Dios, cuál no debe de haber sido el estado del paganismo.
Jamás debemos sorprendernos cuando veamos que, en medio de la iglesia, infieles, deístas, herejes, y libres pensadores se levanten y rodeen de discípulos. Esta es solo una de las muchas pruebas de que el hombre es un ser caído y corrompido.
Desde el día en que el diablo dijo á Eva que no moriría, la incredulidad se ha estado manifestando en distintas formas.
Nada tienen de nuevo las teorías modernas de los infieles. Todas ellas son como hongos crecen espontáneamente en el terreno cálido de la naturaleza humana. No debe á la verdad asombrarnos que haya tantos que duden de las verdades de la Biblia. Debe antes asombrarnos que en un mundo perverso la secta de los saduceos sea tan pequeña.
Consolémonos con la idea de que, á la larga, la verdad ha de prevalecer. Puede suceder que sus defensores sean humildes y que sus argumentos sean muy débiles; mas hay algo intrínseco en la causa misma que le da la victoria. Las grandes evidencias del Cristianismo permanecen como las pirámides, sólidas é inmóviles Las puertas del infierno no prevalecerán contra la verdad de Cristo. Mat 16:18.
Estos versículos nos dan á entender, en segundo lugar, que las suposiciones han sido siempre armas favoritas de los escépticos. Se nos cuenta que los saduceos presentaron á nuestro Señor un caso de difícil solución: el de una mujer que se había casado sucesivamente con siete hermanos. Ellos aparentaron desear saber de cual de esos hermanos seria esposa en el día de la resurrección. La intención de la pregunta es bien clara. Era que querían dar á conocer su desprecio por la vida venidera. No es de suponerse que el caso pudiera haber ocurrido fácilmente. Parece mucho más probable que lo hubieran inventado con la expresa intención de crear dificultades para basar sus argumentos.
Si nos pusiéramos en contacto con personas de ideas escépticas tendremos que luchar con razonamientos de esta especie.
Una complicación imaginaria respecto de la vida venidera es muchas veces el baluarte del incrédulo. ¡No puede entender esto ó aquello! ¡No puede conciliarlo con este ó aquel principio! ¡Es repugnante y absurdo! ¡Es contrario al sentido común! Tales son sus palabras.
Razonamientos de esta especie no deben hacernos abandonar nuestras creencias ni por un momento. Por una parte, nada tenemos que ver con casos supuestos ó imaginarios; y por otra, nada adelantamos con cavilar sobre los problemas que se nos presenten respecto de la otra vida. Mucho de lo que acontece más allá del sepulcro nos es ininteligible. Entre tanto, es de nuestro deber esperar con paciencia. Lo que no sabemos ahora lo sabremos en la otra vida.
Estos versículos nos enseñan, en tercer lugar, algo acerca del verdadero estado de los justos en el mundo venidero.
Nuestro Señor dijo á los saduceos: » Los que fueron tenidos por dignos de aquel siglo, y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento: porque no pueden ya más morir; porque son iguales á los ángeles.
Esta descripción pone en claro dos cosas con respecto á los justos glorificados. La primera es, que su felicidad no consistirá en goces físicos, sino en goces espirituales. Ni se casan ni se dan en casamiento. El cuerpo entonces será muy distinto de lo que cu ahora, y no servirá de impedimento para el desarrollo de la parto espiritual del hombre. La segunda es, que su felicidad será eterna. «No pueden ya más morir.» No habrá más dolores, ni enfermedades, ni padecimientos de ninguna clase. La maldición será revocada. La muerte misma morirá.
El cielo es asunto sobre el cual debiéramos meditar con frecuencia. Casi nada hay en la religión que demuestre más á las claras cuan grande es la insensatez de los no convertidos y el peligro que los amenaza. ¡Un cielo donde todo fuese espiritual no seria cielo para un alma que no ha abandonado sus pecados! Y, por otra parte, pocos asuntos que brinden tanto consuelo y júbilo al cristiano. Esa santidad y esa espiritualidad que procura practicar en esta vida formarán, por decirlo así, la atmósfera de su morada eterna. Allí no lo inquietarán los cuidados de la familia, ni lo oprimirá el temor de la muerte. Que siga, pues, su peregrinación y lleve su cruz con paciencia: el cielo le recompensará todo.
Estos versículos nos enseñan, por último, que la creencia en la resurrección data desde la más remota antigüedad. Nuestro Señor demostró que Moisés había abrigado dicha creencia. «Que los muertos hayan de resucitar, Moisés aun lo enseñó junto al zarzal.» Que hay una resurrección y una vida venidera ha sido la creencia universal del pueblo de Dios desde el principio del mundo. Abel, y Enoc, y Noé, y Abrahán, y todos los patriarcas tuvieron siempre fijas las miradas en una herencia mejor de la que poseían acá abajo. «Esperaban ciudad con firmes fundamentos.» «Anhelaban la mejor patria, es á saber, la celestial.» Heb 11:10 y 16.
Adhirámonos con tenacidad á esta gran verdad. Ella nos alentará cuando estemos agobiados de trabajos, y nos consolará á la hora de la muerte. En el primer caso recordaremos que, aunque la suerte nos sea adversa, hay una vida en la cual no sobrevienen desgracias al hombre; en el segundo, que aunque los gusanos destruyan el cuerpo, en la carne veremos á Dios. Job 19:26. No permaneceremos en el sepulcro para siempre. El Señor no es Dios de los muertos sino de los vivos.

Fuente: Los Evangelios Explicados

resurrección…Hch 23:8.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R1171 Algunos manuscritos tienen ἀντιλέγοντες, (otros omiten el prefijo ἀντί), caso en el cual el negativo μή es redundante, porque el participio compuesto denota una idea negativa: quienes dicen que no hay resurrección.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Hch 23:8.

Fuente: La Biblia Textual III Edición