Biblia

Comentario de Lucas 20:41 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 20:41 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

El les dijo: —¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?

20:41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. (Sal 110:1) — Este lenguaje indica que el Hijo de David sería el Señor, con poder, honor y gloria (Hch 2:34; Efe 1:20) hasta que tuviera a sus enemigos bajo sujeción (Sal 2:9; Sal 2:12; Heb 10:13; 1Co 15:25). Todos los enemigos de Cristo que se levanten contra El serán sojuzgados.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? Mat 22:41, Mat 22:42; Mar 12:35.

Cristo. Luc 18:38, Luc 18:39; Isa 9:6, Isa 9:7; Isa 11:1, Isa 11:2; Jer 23:5, Jer 23:6; Jer 33:15, Jer 33:16, Jer 33:21; Mat 1:1; Jua 7:42; Hch 2:30; Rom 1:3, Rom 1:4; Apo 22:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús aprovecha la ocasión para debatir un tema teológico. El dilema que propone es de qué manera el Mesías (la palabra hebrea para Cristo) puede ser llamado Hijo de David, cuando David mismo le dio el título de Señor.

mi Señor: Esta es una cita del Sal 110:1; Sal 2:6-9; Hch 2:30-36. El Mesías es un descendiente de David, pero aun así David se refiere a Él con el respeto de un superior, a la inversa de lo que normalmente ocurría en la antigüedad. Jesús no niega el título de Hijo de David al Mesías, simplemente señala que el título Señor, que significa: «Amo» es más central. Hasta el mismo David se arrodillará a los pies del Mesías y confesará que Él es el Señor (Flp 2:10).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Tan pronto los líderes judíos se dieron por vencidos con sus preguntas, Cristo volcó las mesas y les hizo una pregunta. Vea las notas sobre Mat 22:42-45; Mar 12:35-37.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

20:41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. (Sal 110:1) – Este lenguaje indica que el Hijo de David sería el Señor, con poder, honor y gloria (Hch 2:34; Efe 1:20) hasta que tuviera a sus enemigos bajo sujeción (Sal 2:9; Sal 2:12; Heb 10:13; 1Co 15:25). Todos los enemigos de Cristo que se levanten contra El serán sojuzgados.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA ADVERTENCIA DE JESÚS

Lucas 20:41-44

También les dijo Jesús:

-¿Cómo es que dicen algunos que el Mesías es hijo de David? El mismo David dice en el Libro de los Salmos: » Dijo el SEÑOR a mi Señor: `Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.’» Pues, si David le llama «mi Señor», ¿cómo puede tratarse de su hijo?

Vale la pena estudiar por separado este breve pasaje, porque es difícil de entender. El título más popular del Mesías era Hijo de David. Así llamó a Jesús el ciego de Jericó Lc 18:38-39 ), y también la multitud que presenció su entrada en Jerusalén Mt 21:9 ). Sin embargo, aquí parece que Jesús pone en duda la validez de tal título. La cita está tomada del Sal 110:1 , que es el versículo del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo. Muchos Salmos se atribuían a David, y éste se suponía que hablaba del Mesías. En él David dice que oyó que Dios le decía a su Ungido, el Mesías, que se sentara a su diestra hasta que todos sus enemigos estuvieran a sus pies; y en él David llama al Mesías mi Señor. ¿Cómo puede ser a la vez hijo y Señor de David?

Jesús hace aquí lo mismo que en otras ocasiones: corregir la idea popular acerca del Mesías como el Rey conquistador que haría del pueblo de Israel el más poderoso de la Tierra e iniciaría la Edad de Oro, idea que estaba inexplicablemente unida al título de Hijo de David.
En realidad, lo que Jesús dice aquí es: «Vosotros pensáis en el Mesías como el Hijo de David, y lo es; pero es mucho más. Es Señor.» Estaba diciéndole a la gente que tenían que revisar sus ideas acerca de lo que quería decir Hijo de David. Tenían que abandonar esos sueños fantásticos de poder terrenal, y reconocer al Mesías como el Señor de los corazones y de las vidas de los hombres. Jesús les dice que tienen una idea demasiado pequeña de Dios. Siempre ha sido la tendencia humana el hacer a Dios a nuestra imagen, despojándole de su plena majestad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— hijo de David: ver nota a Mar 12:35.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La persona del Mesías (ver Mat. 22:41-46; 23:6; Mar. 12:35-40). Finalmente, Jesús tomó la iniciativa criticando los conceptos equivocados sobre el Cristo o Mesías. Los judíos es peraban la venida de un libertador terrenal que sería un rey que descendería de David (ver sobre 18:38). Pero en el Sal. 110 David dijo: “Jehovah (o sea Dios) dijo a mi Señor (o sea el Mesías).” Por lo tanto, si el Mesías era hijo de David, ¿cómo era posible que David se refiriera a su propio hijo como Señor? (dado que un padre es superior a su hijo). La implicación puede ser tanto que el Mesías no era descendiente de David, o que de alguna manera el Mesías es más que un descendiente terrenal de David, de modo que la primera opción queda anulada. La segunda opción es correcta, pero la prueba de que Jesús era superior a David no surge sino después de la resurrección. Por el momento, lo que Jesús dejó a sus oyentes era un acertijo.

Nota. 42 Aunque las dos palabras traducidas “señor” son una sola en gr., son diferentes en la versión heb. del Salmo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

b 1228 Mat 22:42; Mar 12:35

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

el Cristo es el hijo de David. Véase coment. en Mt 22:42.

Fuente: La Biblia de las Américas

41 (1) Con respecto a los vs.41-44, véanse las notas de Mat_22:41-45 .

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Observemos en este pasaje cuan notable es la atestación que él libro de los Salmos contiene acerca de la divinidad de Jesucristo. Se nos refiere que nuestro Señor, después de contestar con calma los argumentos de sus enemigos, dirigió á estos una pregunta á su turno, suplicándoles que explicaran una expresión contenida en el salmo ciento diez, según la cual David, aludiendo al Mesías, lo llama su Señor. Los escribas no acertaron á dar respuesta alguna. Era que no podían percibir la gran verdad de que el Mesías había de ser Dios á la vez que hombre, y que, si como hombre seria hijo de David, como Dios seria Señor de él. Su ignorancia de las Escrituras fue así descubierta ante el pueblo. Después de haberse gloriado de ser maestros de los demás y depositarios de las llaves del saber, resultaron ser incapaces de explicar el contenido de sus propias Escrituras. Fácilmente se puede imaginar cuánto debió mortificar á los adversarios de nuestro Señor esa derrota. Nada hay para el hombre que le hiera tanto el orgullo como que se le haga ver que ignora aquello mismo que pretende saber.
Por lo común no se tiene una idea adecuada del número y de la profundidad de las verdades contenidas en el salterio. Es un error grande suponer que este no es sino una especie de libro de registro en el cual se han descrito los sentimientos y la vida práctica de David, y se han apuntado sus alabanzas y plegarias. Las líneas fueron por lo general trazadas por la mano de David, pero la materia de esas composiciones poéticas era á menudo algo más profundo que la historia del hijo de José. El libro de los Salmos trata de Cristo, en su pasión, en su humillación, en las agonías de la muerte, en su resurrección, en su segundo advenimiento, en fin, como Rey de todo el mundo. Leamos siempre los salmos con reverencia y digámonos siempre que los leamos: «Este libro trata de un Ser superior á David..
Lo mismo puede decirse de toda la Biblia. El caudal inagotable de sabiduría que en ella se contiene es la mejor prueba de su inspiración. Cuánto más la leamos más verdades descubrimos en ella. Con otros libros sucede que nuestra admiración disminuye á medida que repetimos su lectura. Solo la Biblia parece más profunda, más abundante en preceptos instructivos cuanto más la leemos. Ni tenemos necesidad de esforzarnos en descubrir significados místicos ó alegóricos: las verdades que á cada paso se presentarán á nuestros ojos son claras y sencillas. Todo esto no puede atribuirse á otra cosa sino al hecho de que la Biblia es la palabra de Dios, y no ha sido inventada por el hombre.
Notemos, en segundo lugar, cuan odiosa es la hipocresía á los ojos de Cristo. Se nos refiere que dijo á sus discípulos en presencia de todo el pueblo : «Guardaos de los escribas que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, simulando larga oración.» Hay algo muy notable y franco en esta admonición. Fue una denuncia pública, preciso es tener presente, de hombres que ocupaban la silla de Moisés y eran los maestros del pueblo judío. Esto nos enseña de una manera inequívoca, que hay épocas en que los pecados de los que ocupan altas posiciones son de tal naturaleza que estamos en el deber de alzar la voz contra ellos.
Para Cristo no hay quizá pecado tan grave como el de la hipocresía. Ciertamente ninguno otro hizo desprender de sus labios tantas y tan enérgicas protestas durante los tres años que se presentó en público. El siempre rebosaba de misericordia y de compasión para con los pecadores; mas cuando vio que la religión de los escribas y los fariseos no era sino una especie de manto con que se cubrían, que su santidad era meramente externa, y que su corazón estaba lleno de maldad y cuando vio eso, se llenó de indignación. En un solo capítulo (Mat. 23) se encuentra repetida por ocho veces esta expresión suya: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!.
Notemos, por último, que según nos lo enseña este pasaje, habrá en el infierno diferentes grados de sufrimientos y dolores. Las palabras de nuestro Señor sobre este particular son claras y terminan-lea; pues dijo relativamente á los que viven y mueren en la hipocresía: «Estos recibirán mayor condenación..
El tema que sugieren estas palabras es triste en verdad. Que el castigo impuesto en la otra vida es real y eterno, es una de aquellas verdades de la religión revelada en que no podemos meditar sin experimentar un pavor indescriptible. Pero es bueno que estemos bien enterados de lo que enseña la Biblia acerca de la vida venidera. Ese sagrado libro nos enseña que habrá diferentes grados de gloria en el cielo; y con no menos claridad nos da á entender que habrá diferentes grados de sufrimiento en el infierno.
Más después de haber entendido todo esto ocurre preguntar: ¿quiénes serán los condenados? He aquí la cuestión que más de cerca nos concierne. Todos los que no se allegan á Cristo; todos los que no aman á Dios ni obedecen el Evangelio; todos los que rehúsen arrepentirse y continúan en su maldad; todos estos serán condenados. Dios no desea su ruina; mas si no quieren oír su voz, fuerza es que mueran en sus pecados.
Más ¿cuáles de ellos recibirán mayor castigo? No serán los paganos que jamás oyen la verdad; ni tampoco aquellos desdichados que, aunque viven en naciones cristianas, jamás tienen quien los instruya en materias religiosas. Serán los que, poseyendo abundantes conocimientos, no hacen uso de ellos; serán los que profesan grande santidad y religiosidad, pero en realidad continúan en sus pecados; en una palabra, serán los hipócritas. Espanto da el decirlo; pero es cierto.

Fuente: Los Evangelios Explicados

I.e., el Mesías

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. ser.

Fuente: La Biblia Textual III Edición