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Comentario de Lucas 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de César Augusto, para levantar un censo de todo el mundo habitado.

2:1 Aconteció en aquellos días (después de nacer Juan) , que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado (que se hiciera un censo, LBLA). — Según el profeta Daniel (2:44) el reino del Mesías sería establecido durante el tiempo del cuarto poder mundial, a saber, el imperio romano. Lucas confirma que Jesús nació en ese tiempo. Nunca se hubiera imaginado Augusto César que él estaba ayudando a cumplir las profecías de Daniel y Miqueas acerca del nacimiento del Mesías. “El nacimiento de un niño, que no estaba previsto en esta grande medida política, iba a cambiar la faz del mundo” (B-S).

Lucas escribe este registro para un gentil llamado Teófilo, y sabe que su registro sería leído por muchos gentiles. Por eso, conecta el nacimiento de Jesús con el reinado de Augusto César y el trasfondo de la historia romana (ALA). Comúnmente tales censos se hacen con fines de cobrar impuestos, y probablemente esto sea el motivo de este censo, pero Lucas no explica el propósito de este edicto. Sin embargo, el verdadero propósito del censo era para traer a José y María a Belén. El hombre propone, pero Dios dispone.

“Ningún decreto de este tipo estaba registrado por los historiadores griegos ni romanos, y durante mucho tiempo muchos eruditos supusieron que Lucas estaba equivocado. Pero los papiros e inscripciones han confirmado a Lucas en cada uno de los extremos de estos cruciales versículos 2:1-7. Véanse las obras de W. M. Ramsay (Was Christ Born at Bethlehem?; Luke the Physician; The Bearing of Recent Discovery on the Trustworthiness of the N. T.)” (ATR). Se incluye esta cita porque a través de los años varios “eruditos” han dicho que el registro de Lucas, tanto en Hechos de los Apóstoles como en este libro, estaba equivocado, pero entonces el descubrimiento de documentos confiables — y también la pala de los arqueológicos — han confirmado los escritos de Lucas. Este detalle no se menciona como si fuera necesario que algún escrito inspirado necesitara tal confirmación. Sin embargo, sí es útil para hacer callar a los detractores.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Augusto César. Luc 3:1; Hch 11:28; Hch 25:11, Hch 25:21; Flp 4:22.

todo el mundo fuese empadronado. Mat 24:14; Mar 14:9; Mar 16:15; Rom 1:8.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Augusto empadrona todo el imperio romano, Luc 2:1-5.

El nacimiento de Jesús, Luc 2:6, Luc 2:7.

Un ángel lo anuncia a los pastores, y muchos cantan alabanzas a Dios por ello, Luc 2:8-14.

Los pastores glorifican a Dios, Luc 2:15-20.

Jesús es circuncidado, Luc 2:21.

María es purificada, Luc 2:22-24.

Simeón and Ana profetizan de Cristo, Luc 2:25-38,

el cuál crece en sabiduría, Luc 2:39, Luc 2:40,

habla en el templo con los doctores de ley, Luc 2:41-50,

y es obediente a sus padres, Luc 2:51, Luc 2:52.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Augusto César … Cirenio: Augusto era el emperador de Roma (31 a.C d.C y Cirenio fue el organizador del mayor censo realizado, el cual tenía por fin facilitar la recaudación de impuestos. El único censo conocido ligado a Cirenio en registros extra-bíblicos data del año 6 d.C pero no correspondería a este por ser muy tardío. Por lo tanto, muchos creen que esta nota de Lucas es errónea; sin embargo, es posible que Cirenio haya sido gobernador dos veces, debido a que existe un desconocimiento de quien fue el gobernador entre los años 4 a.C. y 1 d.C en el período entre Varo y Gayo César. El problema es que este vacío es posterior a la muerte de Herodes, y no antes, en el tiempo del nacimiento de Jesús (Mat 2:1-23). Es posible que el censo se extendiera entre el período de Varo a Cirenio y se lo relaciona con el nombre del que lo finalizó en algún momento del período luego de la muerte de Herodes. Si fuera este el caso, Lucas habría sintetizado los datos históricos, como era común, por lo que no constituiría un error. Otra explicación posible está en el hecho de que la palabra que se traduce por primer a veces se puede traducir por «antes» (Jua 15:18), en cuyo caso todo lo que Lucas estaría diciendo es que este censo fue antes del gobierno de Cirenio lo que, desde luego, no es un error.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capitulo 2.

Nacimiento de Cristo, 2:1-7.
1 Aconteció, pues, en los días aquellos, que salió un edicto de Cesar Augusto para que se empadronase todo el mundo. 2 Fue este empadronamiento primero que el del gobernador de Siria, Girino. 3 E iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. 4 José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, 5 para empadronarse, con María, su esposa, que estaba encinta. 6 Estando allí se cumplieron los días de su parto, 7 y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón.

El nacimiento de Cristo en Belén tiene una circunstancia humana inmediata. Cesar Augusto dio un edicto para que “todo el mundo,” es decir, el ecumenismo romano, se empadronase. De Augusto se conocen varios censos parciales y tres totales. Uno de éstos fue el 746 de Roma, que corresponde a unos ocho años antes de la fecha actual del nacimiento de Cristo 1.
Este empadronamiento crea una dificultad clásica. Se dice de él que “fue el primero” (πρώτη έγένετο ), siendo gobernador de Siria Quirino. Josefo dice que Quirino fue gobernador de Siria del 6 al 12 después de Cristo, y que el 6 d. de C. hizo un censo de Judea 2. Pero el empadronamiento bajo el cual nace Cristo, se hace siendo rey Herodes el Grande. Y no consta que Quirino fuese también prefecto de Siria reinando Herodes.
Además, Tertuliano parece excluirlo, pues dice, tomando los datos de los archivos de la Iglesia romana, que este censo se hizo siendo prefecto de Siria Sentio Saturnino (9 a 6) 3.
Para solucionar esta dificultad se han propuesto varias soluciones:
1) Quirino, sobre el año 9, dio principio al empadronamiento que llevó a cabo Sentio Saturnino (9 a 6 a. C.)· Pero no consta positivamente de otra prefectura de Quirino, y habría además que adelantar acaso demasiado la fecha del nacimiento de Cristo.
2) Se sabe que se simultaneaban a veces los legados imperiales en la misma región. Así, el 73 d. C. había en áfrica un legado al frente de las tropas y otro tenía la misión de hacer el censo. Cabría suponer una simple legación de Quirino simultaneada con la de Saturnino.
3) Siendo Quirino prefecto de Siria, Aemilius Secundus, “duxmilitum,” hizo por mandato de Quirino el censo de Apamea y combatió a los itureos del monte Líbano. Los legados tenían frecuentemente adscritos como “epítropos” (procuratores) otros sujetos. Hay varios casos. Cabría que hubiese sucedido esto con uno de los prefectos de Siria que hubiese tenido adscrito a Quirino, ya que la frase (ηγεμονεύοντος ) puede tener cierta amplitud 4. De hecho, del 10 al 6 a. C. estuvo en Oriente en una campaña en Cilicia.
4) Otra interpretación que parece lógica es la de dar al numeral “primero” el sentido de “antes” (πρώτη ), como lo tiene en muchos casos. Así, el sentido de la frase es: que este empadronamiento, bajo el que nace Cristo, es anterior al que hizo el año 6 d.C. Quirino, siendo gobernador de Siria. Este censo fue sumamente famoso por las revueltas que hubo en Judea con su motivo. Y de él, por lo mismo, se hacen eco los Hechos de los Apóstoles (5:37) 5. Sería preciso diferenciar bien estos censos, y hacer ver en qué relación estaba éste, bajo el que nace Cristo, con el otro, tan famoso en Judea.
Como Roma solía respetar las costumbres locales, este empadronamiento se hace al modo judío, yendo a censarse al lugar de origen. Por eso José, que era de la casa de David, sube a Belén, unos 140 kms.5 ,.lugar originario de la familia davídica. El texto dice que por ser de “la casa y familia de David.” La frase puede ser simplemente un pleonasmo, para indicar que José era verdaderamente de esta estirpe, o acaso por proceder estos informes de fuentes literariamente distintas. Algunos entendieron “casa” como equivalente a tribu, y por “familia” el ser de la misma estirpe davídica.
Para ello “sube,” frase consagrada para ir de un lugar de Palestina a Jerusalén o cercanías de ésta, ya que topográficamente es siempre una subida. Pero va a “empadronarse con María, su esposa” (γυναικι ),.Gramaticalmente, la frase es dudosa: sea que sube para que se empadrone también María, máxime si era hija única y heredera, o simplemente que María le acompaña, pues se ve que pensaban abandonar definitivamente Nazaret (Mat 2:23) 6. Pero el primer caso también estaba en las costumbres, como se ve por el decreto censal del prefecto de Egipto, Cayo Vibio Máximo, en 104 d. C., en el que las mujeres casadas tenían que presentarse también en su lugar de origen. Y María era de la casa de David 6. Por eso, si el verbo μνηστεύω puede significar “desposar” o “casar,” es el contexto, aquí casada, el que decide. “Si María hubiera sido entonces sólo la. prometida (contra Mat 1:24), hubiera supuesto una clara violación de las buenas costumbres el hecho de emprender juntos el viaje a Belén y convivir allí (José) con ella” (Schmid).
Y estando en Belén (Bethlehem: casa de pan, por su fertilidad agrícola) sucedió el nacimiento de Cristo. Es notable la sobriedad con que lo describe el Evangelista.
“Dio a luz a su hijo primogénito” (πρωτότοχος ). El poner “primogénito,” siendo Cristo unigénito, nada dice en relación a la perpetua virginidad de María. Es término “legal,” con el que Lc prepara la escena de la presentación en el Templo. En un principio eran los “primogénitos” los que ejercían el sacerdocio. Pero, cuando este privilegio se adjudicó a la tribu de Leví, quedó la obligación de “rescatar,” simbólicamente, a los “primogénitos” (Num 3:12-13; Num 18:15-16; cf. Exo 13:2; Exo 24:19). En 1922 se descubrió en Egipto una estela sepulcral en Tell el-Yeduieh, del año 5 a. C. En ella se dice que una judía de la Diáspora, llamada Arsinoe, murió entre los dolores maternos al dar a luz a su hijo “primogénito.” 7 Como se ve, el término “primogénito” no se dice por relación a otros hijos, sino por el sentido “legal” de la expresión.
Lo “fajó” (έσπαργάνωσεν ) y le acostó en un pesebre. Este debió de ser como los que se utilizan en las grutas de Belén. Unas piedras apiladas junto a la pared, y en cuyo recipiente se echa forraje para los terneros y ganados. Allí fue acostado el Hijo de Dios. El hecho de que ella misma lo faje y atienda podría incluso ser un índice, muchos lo piensan así, del milagroso parto virginal indoloro. Este hecho de fajarlo prepara el “signo” de la escena de los pastores. Pero el motivo que se da para recostarlo allí, es que “no había sitio para ellos en el mesón” (χαταλύματι ) Este “mesón” (κατάλυμα ) corresponde al actual tipo de “khan,” un patio cuadrangular, a cielo descubierto; en el centro se deposita el bagaje, y en los cobertizos se acomodan los viajeros. Por eso es extraño que no hubiese sitio para ellos, ya que en Oriente la hospitalidad es sagrada, máxime para una mujer que acusaba los signos de próxima maternidad. Además no es creíble que todos los descendientes de David coincidiesen para empadronarse en aquellos mismos días, ya que el empadronamiento podía durar hasta más de dos años 8. Ni sería improbable que hubiese familiares que le ofreciesen allí hospedaje. Ni es creíble (Gaechter) que María fuese rechazada de todas partes por impurificar “legalmente” todo lo que tocaba después que diese a luz. Por encima de todo esto está la ley natural de convivencia social, más que sagrada en Oriente, máxime ante el caso de parientes, en el momento de su maternidad. Hecho que no contaba en los alumbramientos en el hogar. Todo esto hace ver que el motivo es otro. Se piensa en la pobreza. Esta era una realidad, y con riqueza hubiesen obtenido un hospedaje adecuado. Por eso, la frase “no había lugar para ellos” debe de tener un valor enfático. Eran razones de pureza exquisita. María no podía evitar en su parto las asistencias que otras mujeres le iban a prestar. Y esto es lo que desea evitar. Si no es que sabía que su parto iba a ser virginal, por lo que esta reserva se imponía por un doble motivo 8.
La localización del lugar del nacimiento de Cristo está arqueológicamente bien lograda. Ya habla de ella San Justino, nacido sobre el año 100 en Palestina, señalándola y llamándola “cueva” (σπήλαιον ). El emperador Adriano, para profanarlo, instaló un “bosquecillo” sacrílego. Y con ello vino a lograr la perpetuidad de su identificación 9.
Cristo debió de nacer en la “noche,” pues se ve relación entre el anuncio del ángel a los pastores y el nacimiento del Niño. En cuanto a la fecha, hay un error en el cálculo. El monje escita Dionisio el Exiguo (t 544), basándose en la “plenitud de los tiempos,” que dice San Pablo de la venida de Cristo (Gal 3:19), dividió la cronología de la Historia universal en dos épocas: antes y después del nacimiento de Cristo. Y fijó éste en el año 754 de la fundación de Roma. Pero por Josefo se sabe que Herodes murió en la Pascua del año 750 10. Y Cristo nació bajo Herodes. Es ya un error de unos cuatro años. Pero como, en la escena de los Magos, Herodes, teniendo en cuenta la fecha del nacimiento de Cristo, da orden de matar a todos los niños de dos años para abajo, y, sobre todo, no muestra señales de su grave y larga enfermedad que lo alejó de Jerusalén; habrá que suponer aún unos dos años antes o más. Por eso, la fecha del nacimiento de Cristo debe de estar entre el 747 y 749 de la fundación de Roma. Sobre unos seis años de la fecha actualmente fijada.
En Oriente se fijaba esta fecha el 20 de mayo, el 20 de abril o 17 de noviembre (Clemente R.). Pero llegó a prevalecer el 6 de enero la fiesta de las “Epifanías” (manifestaciones) del Señor: conmemoración de su nacimiento, Magos y el bautismo. Esto vino a ser bastante general en el siglo IV. Las iglesias de Occidente no conocían en un principio la fiesta de las “Epifanías,” aunque se va introduciendo posteriormente. Pero en 336, en la Depositio Martyrum filocaliana, se cita la Navidad de Cristo en 25 de diciembre (VII Callan.). ¿Por qué Roma fijó esta fecha? Aún no se sabe.
Como hipótesis muy probable, dentro de la pedagogía de la Iglesia primitiva para desarraigar los restos paganos 11, está que el 25 de diciembre se celebraba la fiesta pagana “Natalis Invicti,” del Sol que nace. Son los cultos de Mitra, que tanto influjo tuvieron en aquella época. Así se sustituiría esta festividad pagana del Sol por la de Cristo, como “luz del mundo.” En Roma, en ocasión parecida, para desarraigar las fiestas paganas robigalia, del 25 de abril, se sustituyó el cortejo que iba al puente Milvio por un cortejo cristiano que iba al Vaticano, para celebrar la misa en el sepulcro del Apóstol 12.

Los pastores,Gal 2:8-20.
8 Había en la región unos pastores que moraban en el campo y estaban velando las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz, y quedaron sobrecogidos de temor. 10 Díjoles el ángel: No temáis, os anuncio una gran alegría que es para todo el pueblo: 11 Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. 12 Esto tendréis por señal: encontraréis al Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. 13 Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, alabando a Dios, diciendo: 14 “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.” 15 Así que los ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores unos a otros: Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado. 16 Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre, 17 y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. 18 Y cuantos les oían se maravillaban de lo que decían los pastores. 19 María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón. 20 Los pastores se volvieron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según se les había dicho.

Belén se llamaba antes Efrata, la fértil, y Bethlehem, casa de pan, por sus cereales. La pequeña ciudad es un oasis en aquella región desértica.
Había allí unos pastores “acampados” (άϊραυλουντες ), que guardaban sus ganados de ladrones y animales de rapiña. El texto dice que “estaban velando las vigilias de la noche sobre sus rebaños.” Al modo militar, los judíos dividían la noche en cuatro vigilias.
Estos pastores no eran de Belén, sino trashumantes, ya que los ganados de las gentes de los pueblos los volvían a la noche a sus establos 13, mientras que los de los trashumantes suelen estar allí hasta las primeras lluvias, que pueden venir de mediados de noviembre a mediados de enero. La temperatura puede ser suave. El 26 de diciembre de 1912 había, a la sombra, 26° sobre cero 14.
Los pastores no gozaban de buena fama, pues se los tenía por “ladrones” 1S. Un fariseo temería comprarles lana o leche por temor a que proviniesen del robo. Pero, si éste era el concepto, real o ficticio, debía de haber también entre ellos almas sencillas, como las de estos pastores.
Inesperadamente, se les apareció “un ángel del Señor.” La frase griega usada (επέστη ) indicaría que el ángel quedó cercano a ellos, pero suspendido en el aire.
Al mismo tiempo, el evangelista dice que “la gloria del Señor” (δόξα Κυρίου ) los rodeó iluminándolos” (περίλάμπω ). Es una teofanía. Alude a la presencia de Dios en el tabernáculo, sensibilizada en forma de una nube (Exo 16:10-20; Num 14:10) o de fuego (Exo 24:17). Por eso aparece aquí, en la noche, luminosa (Mat 17:5). Al rodearlos de su luz, es por lo que “temieron grandemente.” Era el temor ante la presencia de Dios, que así acreditaba al ángel y su anuncio: el hallarse encarnado en Belén.
El anuncio del ángel es el Evangelio: la Buena Nueva (ευαγγελίζομαι ). Es la palabra que se usa en los Setenta para comunicar dichas, y, sobre todo, la Buena Nueva mesiánica. Les anuncia a ellos esta nueva, pero “es para todo el pueblo.” El “pueblo” que aquí se considera es directamente Israel. Es el vocabulario del A.T., y el pueblo a quien se había prometido que en él nacería el Mesías.
“Hoy os ha nacido en la ciudad de David,” Belén, donde según Miqueas (Mat 5:2), había de nacer el Mesías, un niño, que lo va a describir con los siguientes rasgos; es:
“Un Salvador” (σωτηρ ). Aunque va sin artículo, está referido a Cristo. Es el Salvador, pues, por antonomasia. Es la traducción conceptual griega de Jesús: “Yahvé salva.” Este título sólo es usado por Lc para aplicarlo a Cristo. Salvador/salvación es uno de los temas principales de Lc. Es el único de los sinópticos que emplea este título y el concepto de sotería. Utiliza el verbo “salvar” (σώζω ) treinta veces en el evangelio y Actos: más que Mt y Mc juntos 15. En el A.T. generalmente se aplica sólo a Dios, sobre todo en los Salmos y Profetas, aunque puede aplicarse en algún sentido a aquellos a quienes Dios confía una misión liberadora (Jue 3:9-15). Este nombre responde al uso de las dinastías griegas, que tomaban este nombre acompañado de la apoteosis. También se llamaban así los dioses gentiles en la época helenística, y a los héroes de la República 16. Pero ya dentro del judaísmo, en la literatura mesiánica, es título que se reserva a Dios. En los Hechos de los Apóstoles tiene también sentido divino (Jue 3:15). San Pablo también lo usa en este sentido (Efe 5:23; Flp 3:20), como se ve en los contextos. Después que Lc relata la anunciación, en la que dice que el Mesías se llamará Jesús – Salvador – y expresando en aquel pasaje su divinidad (v.35b; cf. v.17), esta expresión está evocando también la divinidad. Y para precisar bien quién sea, se lo identifica:
Es el “Cristo” (Χριστός ), es decir, el “Ungido,” el Mesías. Y este Cristo es “el Señor” (Κύριος ). Se duda si es original o una posible glosa cristiana, por ser la única vez – se dice – que salen unidos así estos nombres en el Ν . Τ . Lo cual, en el fondo, tampoco es cierto (Hec 2:36). Por eso querían algunos entenderlo por el “Cristo del Señor” (v.26). Pero críticamente la lectura primera es cierta. En la época helenística se ponía este nombre delante de los emperadores divinizados. San Pablo lo usa frecuentemente como expresión de la divinidad de Cristo. Era la palabra con que en el A.T. se traducía el nombre de Yahvé 17. Su aplicación ahora a Cristo por el procedimiento de “traslación” hace ver su divinidad. San Pablo, en Filipenses, después de decir que Cristo es Dios, lo proclama, en síntesis, como el Κύριος (Hec 2:11). Es la expresión con la que la primitiva comunidad cristiana profesaba la divinidad de Cristo 18. San Pedro, después de decir de El que está sentado en los cielos a “la diestra de Dios,” dice que Dios lo hizo “Señor y Cristo” (Hec 2:34-36) 19.
Los pastores comprendieron que el Mesías había llegado. “Los pobres son evangelizados.” Y se les dio una “señal” para encontrarlo. Era necesidad, pero era garantía. Es la descripción que antes hizo: un niño fajado y reclinado en un pesebre. El “signo” es frecuentemente usado en la Biblia. El “signo” no es para que encuentren al Niño, sino para garantía de la comunicación sobrenatural (Exo 3:12). Posiblemente hubo otras indicaciones para señalarles el lugar donde se hallaba. Pero ya esto era suficiente. El Mesías no había nacido en un palacio, ni con el esplendor humano y pompa esperados. Y el hecho de estar reclinado en un “pesebre” les indicaba que no había que buscarlo entre gentes de Belén, ya que allí habría nacido en su casa. Acaso supieron de esta familia llegada hacía poco, y ella con los signos de la maternidad, a la que acaso habían visto y sabían que se guardaban en una gruta; allí podían encaminarse.
Terminado el anuncio del ángel, se juntó con él, allí en el campo de los pastores, “una multitud del ejército celestial,” es decir, de ángeles. Ya en el libro de Daniel (Exo 7:10) se habla de una multitud casi infinita de ellos, lo mismo que aparecen en la Escritura “alabando a Dios” (Sal 148:2; Job 38:7). Todo este coro entona allí una alabanza a Dios, diciendo:

“Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.”

Discuten los autores sobre la división de este cántico. Para algunos tiene tres miembros:

“Gloria a Dios en las alturas,
en la tierra paz,
buena voluntad a los hombres” (de parte de Dios).

Por crítica textual se impone la primera lectura, ya que la expresión “buena voluntad” (ευδοκίας ) está en genitivo en los mejores códices 20, lo que supone afectar a hombres. Además, haría falta la conjunción (χαι ) en los dos miembros últimos, o que faltase al comienzo del segundo. Lo mismo que la “buena voluntad” (ευδοκίας ) después de hombres afecta a éstos, y “debe entenderse de un sentimiento humano, según el sentido más ordinario de un genitivo de cualidad; si se refiriese a Dios (la buena voluntad que Dios causase en los humanos), hubiese sido preciso añadir αύτσυ 21. Por eso no parece probable la hipótesis de Vogt, basada en los documentos de Qumrán, según la cual esta “buena voluntad” sería la de Dios sobre los seres humanos que El ha elegido 22.
Al menos tal como está en el texto. Si el substractum es otro, cabría. Se puede percibir en este dístico un terceto, pues se ven las contraposiciones: gloria-paz / en las alturas en la tierra / Dios-hombres. Si ei substractum fuese “paz a los hombres,” entonces éste sería:

Gloria / a Dios / en las alturas
Paz /…/ en la tierra
/…/ a los hombres.

En lo que hay que suponer algo en la frase “Paz … en la tierra. “Y en “a los hombres” hay que suponer que esta ευδοκία es de Dios a ellos. ¿Quiénes son éstos? “Los del beneplácito divino”: su pueblo, Israel. ¿Acaso se modificó en la versión griega esto por razón del tema universalista de Lc?
El sentido del cántico es la glorificación que tiene Dios 23, que se lo supone viviendo en el cielo, al comenzar la obra redentora, con el Mesías en la tierra, y por lo cual se sigue la “paz,” que para el judío es la suma de todos los bienes 24, y aquí es la suma de todos los bienes mesiánicos, que se van a dispensar a los hombres de “buena voluntad.” 25 para aquellos que van a tomar partido por Cristo cuando aparezca en su vida pública, como “señal de contradicción.”
Los pastores fueron con presteza 26. A media hora de camino estaba Belén. El “signo” se cumple al encontrar lo que los ángeles les anunciaron. Los pastores, aquellos días fuertemente impresionados, lo divulgaron, y la gente se “maravilló.” ¿Los creyeron? ¿Cómo compaginar aquel relato con la creencia de un Mesías de padres desconocidos y presentado ostentosamente por el profeta Elías? Los pastores glorificaron a Dios por la obra que les hizo. ¿Acaso fueron de los primeros cristianos? ¿O fue una impresión que se desvaneció con el tiempo al volver a sus lugares? (cf. Mar 5:19-20).
Lc, en todo caso, destaca la firmeza de “todas estas cosas” en el corazón de María, “confrontándolas,” (συμβάλλουσα ) “comparándolas,” “meditándolas.” Era María que observaba, admirada, el modo como Dios iba preparando y realizando la obra de su Hijo, el Mesías.

La circuncisión,Mar 2:21.
21 Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron por nombre Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno.

La circuncisión era el signo de incorporación al pueblo de Israel 27. Tenía lugar al octavo día del nacimiento y dispensaba el reposo sabático 28. El rito no era de oficio sacerdotal y podía realizarlo cualquier persona (Exo 5:25; 1Ma 1:63; 2Ma 4:16). Podía realizarse en casa o en la sinagoga, ante diez testigos. Al hacerse la circuncisión se pronunciaba una fórmula, ya hecha, de bendición a Dios 29. En la época neotestamentaria solía imponerse en este día el nombre al niño (Gen 17:5-15). Era la incorporación real y nominal a Israel 30. José, de acuerdo con María, debió de ser el que le impuso el nombre. Ya el ángel lo había anunciado. Y se le llamó Jesús, forma apocopada de Yehoshúa: “Yahvé salva.” Era la misión salvadora que tenía (Mat 1:21). Y con la dolorosa circuncisión, Cristo derramó ya la primera sangre redentora.

Presentación y purificación en el templo,Mat 2:22-40.
22 Así que se cumplieron los días de la purificación, conforme a la ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23 según está escrito en la ley del Señor que “todo varón primogénito sea consagrado al Señor,” 24 y para ofrecer en sacrificio, según la ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones. 25 Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la Consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. 27 Movido del Espíritu Santo, vino al templo, y al entrar los padres con el Niño Jesús, para cumplir lo que prescribe la ley sobre él,28 Simeón le tomó en sus brazos, y, bendiciendo a Dios, dijo: 29 Ahora, Señor, puedes dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra; 30 porque han visto mis ojos tu Salud, 31 la que has preparado ante la faz de todos los pueblos, 32 luz para iluminación de las gentes, y gloria de tu pueblo, Israel. 33 Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de El. 34 Simeón los bendijo, y dijo a María, su Madre: Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para blanco de contradicción; 3S y una espada atravesará tu alma, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. 36 Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, muy avanzada en años; casada en los días de su adolescencia, vivió siete años con su marido, 37 y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día. 38 Como viniese en aquella misma hora, alabó también a Dios, y hablaba de El a cuantos esperaban la redención de Jerusalén. 39 Cumplidas todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a la ciudad de Nazaret. 40 El Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en El.

Según la Ley, la madre que daba a luz quedaba “legalmente” impura por cuarenta días si lo nacido era hijo, y ochenta si era hija (Lev 12:28). No podía en este tiempo tomar parte en los actos religiosos públicos. Cumplido este período, debía ir al templo y, en el atrio de las mujeres, recibir la declaración de estar “legalmente” pura, por el sacerdote de turno. Por su purificación debía ofrecer un cordero de un año y una tórtola o paloma; pero, si era pobre, se podía sustituir el cordero por una paloma o una tórtola (Lev 12:8). Este es el caso de María; era pobre 31. Estas ofrendas, una era sacrificada en holocausto de adoración, y la otra por el “pecado” (Lev 12:6-8; Lev 5:7-10). Este no es “pecado “mortal, sinolegal, por el hecho del alumbramiento (Lev 12:5; ct. Lev 5:1ss.) en donde se habla de estos sacrificios de expiación por haber transgredido algo prohibido “legalmente” (ritualmente), v.g. tocar un cadáver o un reptil prohibido, y si lo hiciese incluso “sin darse cuenta” (Lev 5:2.4) “confesará su pecado” (Lev 5:4-5).
Aunque no era obligatorio, María aprovechó para llevar consigo al Niño y hacer que José, seguramente, pagase allí el “rescate” por el mismo, consistente en cinco siclos. Como en un principio los “primogénitos” estaban destinados al culto (Exo 13:2.12.15), cuando más tarde se sustituyó este sacerdocio por la tribu de Leví (Num 3:12ss; Num 18:2ss), quedó establecido el simbólico “rescate” de estos primogénitos (Num 18:15.16). Para ello no hacía falta ir al templo. Nada había legislado sobre esto. Bastaba pagar los cinco siclos de plata, después del mes (Num 18:16), a un sacerdote del distrito, excepto si se tenía alguna deformidad corporal “legal.” 32
Pero el texto, para indicar esta “purificación,” pone textualmente: “Así que se cumplieron los días de la purificación de ellos (αυτών ).” ¿Α qué se refiere este plural? Aunque se dice que sus “padres” le llevaron a Jerusalén, los que están en situación son el Niño, al que hay que “rescatar,” y su madre, que va a obtener la declaración “legal” de su purificación. Por eso, el plural para la “purificación de ellos” se ha de referir a ambos. Ya Lc, para hablar de la “purificación” de María, no usa la palabra que usan los Setenta como término técnico para esto (χάταρσις ), sino otra (χαταρσμός ), que tiene mucha mayor amplitud. Por eso, con ella quiere abarcar tanto la “purificación” de María como el “rescate” del Niño como “primogénito.” 33
El término usado para “presentarlo (παραστησαι ) al Señor” es término usado en los actos culturales, sacrificiales; término litúrgico-sacerdotal para llevar las víctimas al altar.
Lc presenta en escena un hombre 34 santo: “justo” (δίχαιος ), que cumplía los preceptos de Dios, y “piadoso” (ευλαβής ), hombre de fe viva, religioso. Estos adjetivos acusan esmero por cumplir los deberes morales (cf. Hec 22:12). Vivía en Jerusalén, y se llamaba Simeón, nombre usual judío. Era un hombre que debía de pertenecer a los “círculos” religiosos jerosolimitanos, que animaban su esperanza con la próxima venida del Mesías, tan acentuada por entonces en aquel medio ambiente. El Espíritu Santo estaba “sobre él” (π ‘αυτόν ): gozaba de carismas sobrenaturales. Debía de ser de edad avanzada. Y tenía la promesa del Espíritu Santo – el texto griego pone χεχρηματισμένον , hebraísmo que lo mismo puede significar responder que recibir una comunicación – de que no moriría sin haber visto al Cristo del Señor, al Mesías, es decir, la “consolación” de Israel, que él esperaba 35.
Impulsado por el Espíritu, vino al templo cuando los padres traían al Niño. Nada se dice, como en los apócrifos, de que fuese sacerdote. Era un hombre santo, que gozaba de carismas. Y tomándolo en sus brazos, “bendijo” a Dios con el cántico Nunc dimittis 36.
Los rabinos tomaban a los niños en brazos para bendecirlos (Strack-B. 11:131).
Conforme a la revelación tenida, Simeón ha visto al Mesías. Su vida sólo aspiró a esto: a gozar de su venida y visión, que era el ansia máxima para un israelita. Por eso lo puede dejar ya ir “en paz,” es decir, con el gozo del mesianismo, en el que estaban todos los bienes cifrados. El Mesías es “tu salvación” (το σωτήρίόν σου ), la que Dios envía: Jesús (Isa 40:5).
Pero este Mesías tiene dos características: es un Salvador universal: “para todos los pueblos”; es el mesianismo profético y abrahámico; y es un mesianismo espiritual, no de conquistas políticas, sino “luz” para “iluminar a las gentes” en su verdad. Pero siempre quedaba un legítimo orgullo nacional: el Mesías sería siempre “gloria de tu pueblo, Israel,” de donde ha salido. También San Pablo, en Romanos, mantendrá este privilegio de Israel 37.
Sus padres se “maravillaron” ante esto. Era la admiración ante el modo como Dios iba revelando el misterio del Niño, y la obra que venía a realizar. De nadie sino del Espíritu le podía venir este conocimiento profético.
Simeón los “bendijo.” Con alguna fórmula, invocó la bendición de Dios sobre ellos. No es extraño este sentido de “bendición” en un anciano y un profeta. Pero, dirigiéndose especialmente a su madre, le dijo proféticamente: el Niño “está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel.” Pensaron muchos autores que aludiría aquí a la “piedra” isayana de tropiezo para Israel (Isa 8:14, Isa 28:16). Pero aquí se habla también del levantamiento de muchos en Israel. Va a ser “signo” (Isa 8:18) de contradicción. La vida de Cristo ha sido esto: desde tenerlo por endemoniado hasta confesarlo por Mesías. Como dirá San Pablo, su doctrina fue “escándalo” para los judíos (1Co 1:23) 38.
El v.34c es, sin duda, un paréntesis. El v.34d se entronca con la finalidad que va a seguirse de esa “contradicción” de Cristo: que “se descubran los pensamientos de muchos corazones.” Habrá de tomarse partido por El o contra El: hay que abrir el alma ante la misión de Cristo.
De todo ello se va a seguir para su madre algo muy trágico: “Una espada de dolor atravesará tu alma.” No será sólo para ella el dolor de una madre por la persecución, calumnia y muerte de su hijo. En el texto debe de haber más. ¿Por qué no se dirige a San José (Luc 2:27; cf. v.33.48), que, sin duda, está allí presente, pues “Simeón los bendijo, y dijo a María” (v.34.35), y también ha de sufrir luego, cuando el Niño se quede en el templo? También a él le debería afectar el dolor “paterno” de Cristo. El Evangelista, después del plano en que presentó en el evangelio a María, esta profecía, dirigida personal y exclusivamente a ella, debe de tener un mayor contenido. Se diría que se ve a la Madre especialmente unida al Hijo en esta obra. ¿No podría pensarse que el concepto de la “maternidad espiritual” de María, que Jn consignará en su evangelio (Jua 19:26-27), y que había de estar divulgado en los “círculos” joanneos, y por ellos a su vez divulgada – con contactos en el ambiente literario de Lc – , se intentaba reflejar en este anuncio la “compasión” maternal de María? Si María es presentada en estos capítulos de Lc como la “Hija de Sión,” entonces lleva dentro de sí el destino espiritual de su pueblo, destacándose aquí el dolor de sus entrañas por lo que significaba Cristo, signo de contradicción. Se expondrá esto en Jua 19:26-27.
Lc también cita en esta escena a una “profetisa,” es decir, mujer inspirada por el Espíritu Santo (Exo 15:20; Jue 4; 2Re 22:14). Se llamaba Ana. Y da una nota genealógica sobre ella, lo que indica su tradición histórica. Después de siete años, mantuvo siempre su viudez, hasta los ochenta y cuatro. Su vida estaba totalmente dedicada a Dios: no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con oración y ayuno. Moriría a los 104 años, teniendo en cuenta la época ambiental de casarse, los años que estuvo casada y los de su viudez (cf. Jdt 16:23). Esta viudez religiosa estaba en gran estima, tanto en Israel (Strack-B. II, 141) como en el cristianismo primitivo (1Ti 5:9ss).
También esta mujer se encontraba en el templo en esta hora. La frecuencia con que asistía a él, sin ser necesario interpretarlo de tener su morada en alguna cámara del mismo, no explica, en la perspectiva de Lc, este encuentro providencial. También ella tuvo revelación de aquel Niño y de su misión mesiánica. Este encuentro le hizo alabar a Dios por el privilegio incomparable de encontrarse en la presencia del Mesías, y “hablaba” (λαλεί ) de este Niño a cuantos “esperaban la redención de Jerusalén” (Isa 52:9; Isa 40:2). Jerusalén está por Israel, como capital. El vocabulario hace pensar directamente en una liberación de la opresión herodiana y romana, pero por obra de este Niño Mesías. En el fondo late el mesianismo espiritual, ya que esta opresión es por castigo a la conducta moral de Israel, y la liberación es por obra del Mesías, ejerciendo una purificación. Es ya tema-eje en el A.T. En Jerusalén debía de haber no sólo almas aisladas con estas aspiraciones, sino “círculos” en los que se cultivaban y activaban estas esperanzas. La obra apostólico-mesiánica de Ana no se debe de referir sólo al momento del encuentro, sino que “hablaba” de ello a todas estas personas y “círculos” en otros momentos. Simeón y Ana son representantes del “resto” fiel de Israel: a caso eran anawim.
El relato termina diciendo que, cumplidas estas obligaciones, la Sagrada Familia se fue de Jerusalén a Nazaret, en Galilea. Se omite el tiempo que están en Belén, unos dos años, y la estancia en Egipto (Mt). Esto se debe a que en la fuente de Lucas faltaba el relato de Mateo, o a que en su esquema le interesa unir este relato con la estancia en Nazaret.
Preparando el relato siguiente, sólo dice, como con un clisé, que el Niño crecía y se fortalecía en su cuerpo, al tiempo que aparecía lleno de sabiduría. No sólo la que pudiera obtener por su ciencia “experimental,” sino por la manifestación, paralela y proporcionada a su edad, de toda ciencia sobrenatural. Por eso se veía que la “gracia de Dios,” todo don de Dios, “estaba en El.”

El niño Jesús en el templo, 2:41-52.
41 Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. 42 Cuando era ya de doce años, al subir sus padres, según el rito festivo, 43 y volverse ellos, acabados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo echasen de ver. 44 Pensando que estaba en la caravana, anduvieron camino de un día. Buscáronle entre parientes y conocidos, 45 y al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en busca suya. 46 Y al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles. 47 Cuantos le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas. 48 Cuando sus padres le vieron, se maravillaron, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote. 49 Y les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre? so Ellos no entendieron lo que les decía. 51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto, y su madre guardaba todo esto en su corazón. 52 Jesús crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres.

Este episodio histórico es una “historia de proclamación.” Los varones judíos tenían obligación de “subir” a Jerusalén en las tres fiestas de “peregrinación”: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos (Exo 23:14-17; Exo 24:23; Deu 16:16). Aunque en la práctica, estando lejos sólo solían asistir a una. Las mujeres no estaban obligadas a ello, ni los niños hasta los trece años, aunque a los doce se los solía hacer cumplir las prácticas de la Ley, para acostumbrarlos 40.
José y María subían “cada año” a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Era costumbre en ellos. Y esto puede ser un índice de la virginidad de María. Pues si hubiese tenido más hijos pequeños, no hubiese podido subir “cada año” a Jerusalén; sus cuidados la hubiesen retenido.
Cuando el Niño tenía doce años, subió con sus padres; probablemente era costumbre el llevarlo antes. Terminados los ritos pascuales – aunque no era obligatorio quedarse toda la semana pascual, era obligatoria la estancia allí los dos primeros días – , se vuelven.
Ya de vuelta con la caravana nazaretana, no se dieron cuenta de su ausencia hasta que transcurrió el primer día de viaje. Un niño de doce años en Oriente tiene gran libertad de movimientos. Era natural que fuese entre alguno de los grupos, un poco desordenados y distanciados de la caravana. La aglomeración en Jerusalén era grande. Josefo da una cifra fantástica, 2.700.000 personas, para hacer ver la aglomeración que se reunía y lo nutrido de las caravanas. “Pensaron que estaría en la caravana.” Al notar su ausencia “al cabo de un día,” retornan a buscarlo, preguntando, sin duda, por todas partes. Al cabo de tres días, probablemente contados a partir del comienzo de su retorno, le encontraron en el templo. Estaba en “medio” de los doctores, “sentado,” y estaba “oyéndoles y preguntándoles.”
Los doctores solían enseñar en alguna cámara que daba a los atrios o en los atrios mismos. A veces había reunión de varios doctores, para discutir puntos de la ley, y se admitían a ellas discípulos u oyentes, y se permitía el interrogarles. Enseñaban sentados en un escabel, y los discípulos también estaban “sentados” en torno suyo (Hec 22:3). El que estuviese en el “medio” indica sólo “entre ellos.” Conforme, a las costumbres, no sólo oía las explicaciones, sino que también podía preguntar. El evangelista destaca que los que le oían se maravillaban de “su inteligencia y de sus respuestas.” Rabí Kananya, escuchando un día una sabia respuesta de su discípulo Gamaliel, le besó, y le anunció que sería un oráculo en Israel 41.
Cuando María y José le encontraron, se “maravillaron” del hecho de estarse entre los doctores, y acaso escucharon alguna de aquellas respuestas “maravillosas” que daba a las preguntas de un rabí. María, llevada por el impulso afectivo de madre, le manifestó la pena que tenían por ver su ausencia e ignorar su paradero. Pero su respuesta es de una dificultad clásica y de un gran contenido teológico.
“¿Por qué me buscabais?” Se sobrentiende por las casas de los parientes y amigos en la ciudad 42. “¿No (ουκ ) sabéis que debo ocuparme.?” La interrogación negativa (ούχ ) supone en ellos respuesta afirmativa. Ellos, pues, sabían que El, aunque niño, debía ocuparse. ¿En qué? El texto griego pone: εν τοις του πατρός μου . De esta frase se han dado dos interpretaciones:
1) “En la casa de mi Padre.” Así en los Setenta (Est 7:9; Job 18:19).
2) “En las cosas de mi Padre.” Tal se ve en varios casos (Mat 16:23; Mat 20:15; Mar 8:33; 1Co 7:32-34; Jua 8:29; Jua 9:4; Jua 14:31).
El primer sentido es el que pide el contexto, ya que Cristo está en el templo, donde lo encontraron. Aparte que el templo es un tema caro a Lc en todo su evangelio (Luc 2:22; Luc 19:45). Allí es donde debían, sin más, haberle buscado. Pero, si está allí, este sentido se entronca con el segundo: está ocupado en las cosas de su Padre, aunque en el contexto no se destaque esto.
Pero, en cualquier caso, Cristo se presenta llamando a Dios “su Padre” – mi Padre – con una propiedad y una exclusividad únicas. María le dice que “tu padre y yo te buscábamos,” y El responde que ellos deben saber, saben, que su obligación es estar ocupado en las cosas y misión de “mi Padre.” Por eso estaba en el Templo, porque allí moraba Dios, su Padre. Es un pasaje sinóptico que entronca con las enseñanzas del evangelio de Jn, en donde Cristo se muestra como el Hijo de Dios. Por lo que los judíos querían matarle, porque “decía a Dios su Padre, haciéndose igual a Dios” (Jua 5:18).
El evangelista resalta que “ellos (sus padres) no entendieron lo que les decía.” Pero Cristo les dice, aunque en forma interrogativa, que sabían que tenía que ocuparse – era su misión – en las “cosas” – templo – de “su Padre.” Después del relato de la anunciación, de Lc, esto sería incomprensible. Esta ignorancia se refiere al desarrollo de la obra mesiánica: al plan concreto cómo Dios lo iba realizando, y que ellos ignoraban.
Pero, sabiendo ellos, como se ve en Lc (c.l), que su hijo era el Hijo de Dios, esta respuesta de Cristo, llamando en forma tan excepcional a Dios “su Padre,” es la proclamación que Cristo hace a sus “padres,” con un motivo circunstancial y concreto, que El es el Hijo de Dios 43.
Dupont destaca que este “es preciso” (δει ) de la respuesta de Cristo, las otras seis veces que sale esta expresión en Lc (Jua 13:33; Jua 24:26; Jua 24:44, etc.) está siempre en relación con la Pasión, como complemento de profecías. Por lo que Laurentín cree que aquí también significa esto. Y traduciendo la frase “con mi Padre,” indicaría Cristo el retorno al mismo, a través de su pasión y resurrección. Ve una confirmación en lo que encuentran “después de tres días” (Luc 24:7), con su alusión parcial. Y cómo, “perdido,” lo “encuentran” (a los tres días), que sería como un “aparecérseles” de nuevo. A esto se une el pasaje de Jn, cuando anunciando a los apóstoles su ida al Padre, les dice: “Y sabéis (οΐδατε ) a donde voy. Dícele Tomás: No sabemos (οΓαμεν ) a dónde vas” (Jua 14:4.5). En Lc el Niño dice: “¿No sabíais (ουκ ήδειτ ); el ούχ . supone respuesta afirmativa) que me debo de ocupar en la casa (cosas) de mi Padre?” Y en Jn se dice que va a la casa de su Padre (Jua 14:2). Esto sería, precisamente, lo que sus padres no entendieron 44.
Vueltos a Nazaret, el Niño, que había manifestado su conciencia divina, les estará “sujeto.” Era el plan de su Padre hasta su aparición pública.
Otra vez Lc hace saber que María “guardaba todo esto en su corazón,” confrontándolo, meditándolo, viviéndolo. A la luz de la teología mariana se comprende bien toda esta actitud de María (Luc 2:19). ¿Fue María la fuente directa de todos estos conocimientos a Le? Probablemente no. Si por razón de coincidencias cronológicas sería posible, Lc utiliza fuentes semitas. Y esta afirmación tiene, no el estilo de Lc, sino la estructura literaria semita de los dos primeros capítulos.
Lc termina con una frase que prepara la hora de la presentación de Cristo a Israel.
“Crecía en sabiduría” (ciencia “experimental” y en la manifestación de su misma sabiduría sobrenatural proporcional a su edad), en “edad” o “estatura,” ya que ambas cosas significa la palabra griega usada (ήλιχία ), ο mejor aún, todo lo que implicaba su desarrollo físico (Luc 1:80), y “gracia,” todo favor divino, “ante Dios y ante los hombres.” Todo esto se manifestaba externamente, y proporcionalmente, para con Dios y para con los seres humanos. Esta descripción evoca la niñez de Samuel (1Sa 2:26), y el tema de la Sabiduría en los libros sapienciales 44.

El “Midrash” base de los dos primeros capítulos de Lucas.
Los dos primeros capítulos de Lc, aparte de su redacción en forma de “dísticos,” para destacar paralelamente con ellos la superioridad de Cristo sobre la del Bautista, y la de María sobre los padres del mismo, están redactados desde 1:5 en forma de midrash haggádico.
La línea fundamental de su redacción es la profecía de Malaquías (3:1ss; 4:1. 5-6). Y luego sobre este tema-base se elaboran las diversas partes de estos capítulos con nuevas estructuraciones midráshicas. Todo este procedimiento enriquecerá la línea general de estos capítulos y sus diversas partes con un contenido teológico excepcional.
Malaquías anuncia una venida escatológica de Yahvé a su pueblo. Pero antes enviará su Mensajero (Mal 1:4-5), que tiene la misión de preparar el “camino delante de mí” (Mal 3:1). Este Mensajero en la creencia judía, era el profeta Elias (Mal 4:5). Y luego de esta “preparación,” pero “en seguida,” vendrá a su templo el Señor a quien “buscáis” (Mal 3:1). Con ello comenzará una nueva era de santidad.
Sobre este esquema fundamental están redactados los dos primeros capítulos de Lc. No solamente en Lc se citan pasajes de Malaquías (Luc 1:17), sino que el ángel le dice al padre del Bautista que su hijo “caminará delante del Señor (Cristo) en el espíritu y poder de Elias” (Luc 1:17; Mal 4:31 =Mal 4:5; cf. Lc 17:10-12:13). Después que el Bautista apareció preparando al pueblo para recibir al Mesías, apareció Cristo en su ministerio público. Pero Lc lo retrotrae para hacer ver esto también en las escenas de la infancia de Cristo. El nacimiento e infancia del Bautista tenía la misión de Precursor del Mesías. Y luego de presentar la misión del Bautista, aparece, en la infancia, Cristo-Dios, viniendo dos veces al templo, en el que tiene una doble “epifanía”: la primera, en su “presentación” en el templo, y en el que proclaman su grandeza mesiánica Simeón y Ana, y la segunda, al hallarlo a los doce años en el templo, entre los doctores, y proclamándose él mismo el Hijo de Dios.
Las diversas escenas que tejen los relatos intermedios de este tema-eje están confeccionados también con elementos y redacción midráshica, prestándoles así una riqueza doctrinal incomparable. Se destacan los más importantes.
Los relatos sobre el Bautista. Estos son un midrash “post facta,” para engrandecer al Bautista como Precursor de Cristo. Pero su historicidad está muy comprometida. Pues si los hechos hubieran sido así, el Bautista tenía que haberlo sabido, y tener ya un conocimiento familiar de Cristo como Mesías. Pero, en los evangelios se ve, ignora el hecho de que Cristo es el Mesías. Desde la cárcel le envía un mensaje exponiendo su “duda” sobre su mesianismo; y siendo su misión el preparar al pueblo para “recibirle” como Mesías, ni él ni sus discípulos se pasan al grupo de Cristo, sino que siguen con su propio bautismo. De ahí la necesidad de valorar determinados pasajes, en los que Cristo habla con el Bautista, y la “paloma” y otras “escenografías” que se ponen en juego en su exacto valor didáctico. Véase esto en los lugares correspondientes del Comentario (Mat 1:1ss y par.; Jua 1:29ss; Jua 3:25ss; Jua 4:1-2).
En la anunciación a Mana el ángel tiene dos discursos a ella. El primero está todo él redactado por el procedimiento de “alusión”; con él se remite a las profecías mesiánicas del A.T. más características, como se puede ver en el Comentario a Lc (Jua 1:31-33). En el segundo hay, por el procedí miento “alusivo,” una referencia al A.T. sobre las “teofanías” de la Sheqinah en el Tabernáculo y en el Templo, en las que Dios sensibilizaba su presencia (επισκιάζω ), como Tabernáculo, Arca o Templo (cf. Comentario a Luc 1:35), en el que Dios mora. María, pues, es templo, por lo que Cristo es Dios.
Este pasaje está también mezclado en su redacción con elementos proféticos, concretamente de Sofonías (Luc 3:14-17; cf. Luc 1:28.33).
El ángel dice a María:

Luc 1:28-33 Alégrate, llena de gracia… (v.28). No temas, María, porque has hallado. (v.30). Concebirás en tu seno (εν γ άστρι ) y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús (=Salvador; v.31). … le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará. (v.32-33). Sof 3:14-17. Exulta, hija de Sión. (v.14). …. El. rey de Israel, Yahvé, está en medio de ti (qereb; v.15). En aquel día se dirá a Jerusalén: No temas, Sión. …Que está en medio (qereb) de ti Yahvé como poderoso Salvador (=Jesús; v.16)

La semejanza esquemática y conceptual es acusada. La palabra usada por Sofonías para expresar “en medio (qereb) de ti,” lo mismo puede significar “en medio” que “en (tu) seno.” Aquí por el procedimiento de “traslación” se dice de Cristo en el seno de María lo que se dice de Yahvé en medio de Sión. María, la nueva Hija de Sión, guarda en su seno a Yahvé, a Dios; Cristo es Dios.
La visitación a Isabel (Luc 1:39-45) está trazada con elementos “alusivos” al traslado del Arca desde la casa de Obededón, en Gat, hasta Jerusalén (2Sa 6:9-15). Se ponen en sinopsis los conceptos de ambos relatos.

Luc 1:39-45 María “va a una ciudad de Judá” (v.39). María, nueva Arca, “entró en casa de Zacarías” (v.40). “María permaneció con ella (en casa de Zacarías) como unos tres meses” (v.56). La llegada de María a casa de Isabel se acoge con exultación del Niño y de su madre (v.41.42.44). La presencia de María en casa de Zacarías trajo la bendición sobre Isabel (v.41.44), sobre el Bautista (v.41.42) y sobre su casa. Isabel, ante la presencia de María, que lleva en su seno a Dios encarnado – Arca del Ν . Τ . – , dice: ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (v.43). El Bautista, en el seno de Isabel, al oír la voz de María, Arca que traía en el suyo al Dios encarnado, exultó de gozo (v.44) ante Cristo en el seno de María 2Sa 6:9-15 “Sube el Arca. a la ciudad de David (= Jerusalén; v.6), en Judá. El Arca se llevó “a casa de Obededón” (v.ll). “Estuvo el Arca de Yahvé tres meses en casa de Obededón” (v.ll). La subida del Arca a Jerusalén se realiza con júbilo de cortejo y pueblo (v.12.14.15). La presencia del Arca en casa de Obededón hizo que “Yahvé le bendijo a el y a toda su casa” (v.ll. 12). David se pregunta a sí mismo • ante el proyecto de llevar a su palacio el Arca: ¿Cómo voy a llevar a mi casa el Arca de Yahvé? (v.9). “David danzaba con toda su fuerza delante de Yahvé” (v.14), en homenaje religioso, en el traslado del Arca

En este relato midráshico por “alusión” se ve cómo el autor está presentando a María como Arca del Ν . Τ . y a Cristo como Dios, en paralelismo con el Arca – aquí, María -, en la cual Dios habitaba. Y esto sólo es un cuadro sobre la líneaeje del midrash de Malaquías, en el que Cristo es Dios.
La salutación de Isabel a María está tomada del libro de Judit.

Luc 1:42. “Bendita (ευλογημένη ) tú entre las mujeres y bendito (ευλογημένος ) es el fruto de tu seno” (v.42). Jdt 13:18. “Bendita tú. sobre todas las mujeres de la tierra y bendito (ευλογημένος ) es el Señor Dios” (v.18).

El “Bendito” en Judit es Yahvé, que ahora por el procedimiento de “traslación” se lo predica de Cristo, con procedimiento “sustitutivo”: aquí el “Señor Dios” (Jdt) = al “Fruto de tu seno” (Lc). Cristo es Dios; aparte de exigir esto el midrash de base de Malaquías.
El Magníficat está todo él redactado con elementos literarios del A.T. Por su situación en estos capítulos ha de valorarse dentro de la unidad midráshica de estos capítulos de Lc. De ahí el valor de interpretación que cobra con esta perspectiva. En su situación literaria, se piensa que María habla como la Hija de Sión – Jerusalén – , que tiene en ella el templo, las μεγάλα – la gran maravilla – que Dios hizo en ella.
En la narración del nacimiento hay también un importante elemento midráshico: la “gloria del Señor” que rodeó a los pastores con su luz. Es una teofanía que “alude” o “traslada” aquí el símbolo de la presencia de Dios en el tabernáculo, sensibilizado en forma de nube (Exo 16:10-20; Num 14:10) o de fuego (Exo 24:17). Ella indica aquí que Dios está encarnado, muy cerca de ellos (Luc 2:9). No en vano lo presenta el ángel a los pastores como el Cristo-Señor (Κύριος ), título este último con que el cristianismo primitivo proclamaba la divinidad de Cristo.
Presentación del Niño en el templo. Esta escena cumple, terminalmente, el midrash de Malaquías, Dios “viene” a su templo. Es la primera “epifanía” de Cristo en el mismo. Simeón y Ana son los que proclaman al Niño como Mesías (Luc 2:29-32.38); Mesías que en el contexto, al que hay que valorar sobre el midrash base de Malaquías, aparece como Mesías-Dios.
En este relato acaso haya otros elementos midráshicos. Podrían ser Luc 2:27.28 = Mal 3:1; Luc 2:25 = Mal 3:17; Luc 1:78 = Mal 3:12. Pero estos contactos midráshicos son más discutibles.
En este pasaje de la presentación hay otra frase utilizada por el procedimiento de “alusión.” Simeón hace una profecía a María sobre su hijo. Literariamente está en dependencia conceptual midráshica de Isaías.

Luc 2:34 “Puesto está (Cristo) para caída y levantamiento de muchos en Israel y para signo de contradicción.” Isa 8:14 “El (Yahvé) será piedra de escándalo y piedra de tropiezo para las dos casas de Israel, lazo y red para los habitantes de Jerusalén.”

A propósito de la guerra siro-efraimita, Yahvé vendrá a ser “tropiezo” y “escándalo” para Israel, a causa de la desconfianza protectora, por su mala conducta, en El. La vida de Cristo también fue “escándalo” para muchos. Pero al equiparar “alusivamente” estas situaciones se identifica el sujeto Yahvé = Cristo. Cristo es Dios, máxime con todo el Midrash de fondo de Malaquías.
El Niño hallado en el templo es la segunda “epifanía” terminal del Midrash sobre Malaquías. Viene a los doce años a su templo, y en él se proclama, abiertamente, el Hijo de Dios (Luc 2:49). Dios “niño” viene a su templo, Dios Niño está en su templo.
Y hasta hay un dato lexicográfico de interés. Malaquías dice que “vendrá a su templo el Señor (Dios) a quien buscáis” (Mal 3:1). Y en Lc se destacará cuatro veces la palabra “buscar”: sus padres, angustiados, Lc “buscan.” En Malaquías, Dios, al que “buscan,” viene a su templo. María y José “buscan” en su templo a su Hijo-Dios.
Naturalmente esta estructuración midráshica en nada afecta a la historicidad de estos capítulos. Los enriquece por “alusión” o “traslación” de expresiones del A.T., de las que recoge su contenido. El midrash no es por necesidad ficción. Es la evocación de un pasaje o tema del A.T. sobre un hecho actual, para ver la aplicación, adecuación o virtualidad del mismo sobre un dato presente. En cada caso se ha de matizar la intención del autor y la valoración del tipo concreto de midrash.
Sentada en Lc la línea-eje de Malaquías con el Mensajero precursor y Yahvé, en equivalencia aljiautista y Cristo-Dios, el resto de los elementos midráshicos se desenvuelve, aparte de su valor autónomo de adecuación Cristo-Dios, complementariamente, en esta línea de la divinidad de Cristo. Máxime a la hora de la composición de los Evangelios, sería increíble no darle esta interpretación, con una redacción tan calculada.
Es tema de gran importancia el valorar en Lc, como se hizo a propósito de los c.1-2 de Mt, el valor histórico-midráshico que puedan tener en Lc sus dos primeros capítulos, exceptuados los v. 1:1-4, que son el “prólogo” del evangelio.
Valoración del “midrash.” – Procede, etimológicamente, del hebreo da-rash, en el sentido de investigar, penetrar, buscar. Es una narración libre y adornada generalmente con fondo histórico, y con la que se explana y comentan pasajes del A.T., ordinariamente, en orden a actualizarlos, en función de un propósito determinado. No es un tema que esté por los autores totalmente investigado. Tiene diversas formas. Pero ciertamente no exige, de suyo, ser ficción o fábula. Puede tener un fondo, núcleo o determinados puntos históricos, que son amplificados, ornamentados, rellenados. El midrash, si es doctrinal, se llama haggádico; si es legal, halákico, y si profético, pesher. Unas veces se realiza por un procedimiento “antológico,” en el que se reúnen citas bíblicas, con trazos de unión y hasta de amplificación y comentario; a veces resulta casi un mosaico; otras se hace a partir de un texto bíblico, comentándolo. Varios autores también admiten el midrash hecho sobre libros no canónicos. Hay multitud de procedimientos, en reglas para realizarlos, algunos increíbles; todo ello debido a ciertos conceptos – a veces de tipo cabalístico – que se tenían de la Biblia. Su florecimiento aparece, sobre todo, en la literatura postexílica (Bloch).
La lectura del “evangelio de la infancia” en Lc da la impresión de que más que depender directamente de un esquema midráshico preciso, como se expondrán algunos casos, parece ser un reflejo o reminiscencia ambiental, sin basarse específicamente en ningún calco concreto.

Una especie característica de “midrash”: las “anunciaciones.”
Genero literario de “anunciaciones”: el esquema de Lucas. Al leerse los c.1-2 de Lc se ve una redacción hecha en “dísticos” sobre la “anunciación” del Bautista y Cristo, lo mismo que se establece un paralelo contrapositivo sobre el “nacimiento” de ambos. El esquema es igual. Después de presentar a los personajes (Lc 1:Luc 5:7; Luc 5:26-27) se ve la continuación de este paralelismo así:
1) Aparición de un ángel (Luc 1:8; Luc 1:28).
2) Turbación que experimenta la persona a quien el ángel se aparece (Luc 1:13; Luc 1:29) y palabras tranquilizadoras del ángel (Luc 1:13; Luc 1:30).
3) Mensaje del ángel: anuncio de la concepción, del nombre del niño y de la misión a la que está destinado (Luc 1:13-17; Luc 1:31-33).
4) Objeción del que recibe el mensaje (Luc 1:18; Luc 1:34).
5) Respuesta confirmatoria del ángel y concesión de una señal prodigiosa como prueba (Luc 1:19-20; Luc 1:35-36).

El paralelismo es manifiesto en la estructura sólo del esquema fundamental, pues hay otros elementos intermedios y de amplitud entre estas líneas maestras. Pero lo más interesante es el ver que este esquema no es exclusivo de esta binaria anunciación lucana, sino que aparece en la Escritura al hablar de “anunciación” de personajes importantes que en ella se refieren. Se citan los siguientes:
a) Anunciación de Isaac (Gen c.17-18). – Basta leer estos capítulos para percibir en ellos este esquema indicado de cinco puntos. Como elementos de interés a este propósito se citan además los siguientes:
Cambio de nombre de Abraham y Sara.
Imposición divina del nombre del niño – Isaac – que nacerá de la anciana Sara.
Diversas expresiones que muestran el agrado de Dios a los padres: “hallar gracia a los ojos de Dios.”
La omnipotencia divina que interviene en esta obra: “¿Acaso hay para Dios cosa imposible?” (Gen 18:4).
b) Anunciación de la “misión” de Moisés (Ex c.3-4). – Incluso en el anuncio de una “misión” se percibe este esquema:
1) Dios se aparece a Moisés en la zarza (Exo 3:1-6).
2) Moisés reacciona con gran temor: “se cubrió el rostro, pues temía mirar a Dios” (Exo 3:6).
3) Yahvé Lc anuncia su determinación de enviarle (mensaje) para salvar a Israel. (Exo 3:7ss).
4) En el “diálogo” que sigue Moisés opone hasta cinco objeciones a Yahvé (Exo 3:11; Exo 3:13; Exo 4:1; Exo 4:10; Exo 4:13).
5) Yahvé responde confirmando su propósito – “estaré contigo” – y le ofrece un signo (Exo 3:12). Y aún más adelante en el relato le mandará realizar tres signos confirmatorios ante una nueva objeción de Moisés (Exo 4:9ss).

c) Anuncio de la “misión” de Gedeón (Jue c.6):
1) Aparición a Gedeón del “ángel de Yahvé,” que le dice: El Señor contigo, valiente héroe (Jue 6:12).
2) Hay algo parecido a la “turbación” (Jue 6:22ss).
3) El ángel le propone claramente el objeto de su venida (Jue 6:14).
4) Objeción de Gedeón ante la propuesta (Jue 6:15).
5) El ángel le confirma en su misión y le ofrece, a petición de Gedeón, un signo (Jue 6:17.21). Este signo es muy complicado y no tiene la menor relación con el relato de la narración de Lc. Sólo al comenzar se dice: “Si he hallado gracia a tus ojos” Que 6:17), frase, por otra parte, usual.
Es en este relato en el que se aprecian, aparte del esquema general de los cinco puntos, más semejanzas con el relato de Lc.
La descripción de la aparición del ángel a Gedeón se hace con palabras equivalentes a la descripción de la aparición del ángel a Zacarías (Jue 6:12 = Luc 1:11). Incluso, contra los LXX, Lc, conforme al texto hebreo, pone ángel sin artículo.
El saludo del ángel no nombra a Gedeón, sino que le da un título: “Yahvé contigo, valiente héroe” (gibor hehayil). El ángel saluda a María sin citar su nombre, sino con “Alégrate, llena de gracia” (χεχαριτωμένη ), y le dice también: “El Señor contigo” (Luc 1:28). A Gedeón se le da este apelativo en vista de su futura misión. Además, un sustantivo con un adjetivo de la misma o semejante raíz, o dos sustantivos sinónimos, pueden ser equivalentes a un superlativo hebreo (Joüon). Por tanto, el título sería el de o “Valerosísimo” o “Fortísimo.” Y hasta se piensa, como hipótesis, si el traductor griego del original semita de Lc no habría encontrado en el original una frase binaria semejante y la hubiese traducido por un participio de un verbo de plenitud (Muñoz Iglesias). De ahí el χεχαριτωμένη . Sin embargo, los verbos en -oo son factitivos, pero no es seguro que sean por naturaleza de plenitud.
En ambos relatos – Gedeón y Lc – se dice que “hallaron gracia” (Jue 6:17). Pero el χατρε en Lc parece depender de clisé profético (Sof 6:17-21; Joe 2:21-27; Zac 9:9). Las palabras con que el ángel tranquiliza a Gedeón (Jue 6:23): “no temas,” aparecen en Lc: “no temas, María” (Luc 1:30), mas en Jueces están en un contexto muy raro. Pero hay el clisé contrapuesto en los profetas de “alégrate no temas.”

d) Anuncio del “nacimiento” de Sansón (Jue c.13):
1) La aparición del ángel en este relato es doble (Jue 13:3.9).
2) No hay turbación. Aunque más tarde los padres futuros temen por haber “visto a Dios.”
3) El mensaje del ángel se repite tres veces:
a) Eres “estéril,” pero vas a concebir., y le anuncia que el hijo será “nazireo” (Jue 13:3-5).
b) Lc manda a la madre que ella no beba licor ni coma nada inmundo, porque el hijo será “nazireo” (Jue 13:6ss). Y lo será “desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte” (Jue 13:6ss).
c) Cuando el ángel habla con el padre le repite lo mismo que a la mujer: que ésta se abstenga de lo dicho, porque su hijo será “nazireo” (Jue 13:13ss).
4) La madre no pone objeción (Jue 13:8.12).
5) El ángel confirma su anterior mensaje y, tras una señal prodigiosa, desaparece (Jue 13:19-21).
Esta narración tiende a expresar que Sansón será “nazireo” (Num 6:1-21), hombre especialmente consagrado a Dios. Tenían prohibido tomar bebidas embriagantes, cortarse el cabello y tocar cadáveres. Para la descripción, como se ve en otros pasajes, basta citar alguna de estas condiciones.
Lo será “desde el vientre de su madre.,” con lo que significa que es una segregación y dedicación a Dios, pero sin que se incluya, de suyo, una santificación personal. Así Jeremías (Num 1:5), el “Siervo de Yahvé” (Isa 49:1), San Pablo (Gal 1:15), el Bautista (Luc 1:15).
La manifestación del Espíritu Santo en Gedeón es la acción de Dios “ad extra.” Es el vocabulario del A.T. sobre los profetas. Probablemente tiene el mismo valor en Luc 1:15 (Isabel); Luc 1:67 (Zacarías); Hec 4:8 (Pedro); Hec 4:31 (fieles reunidos con Pedro y Juan); Hec 9:17 (Pablo); Hec 13:9 (Pablo). Es el sentido de una efusión carismática.
e) El anuncio del nacimiento de los doce patriarcas. – No se ve en estos relatos un paralelo directo con Lc en las “anunciaciones” y “nacimientos” de los patriarcas. Pero hay motivos literarios y alusiones semejantes a algunos puntos de estos capítulos de Lc. Es debido, posiblemente, a un cierto paralelismo interno por tratarse de los personajes más importantes de Israel. Los puntos destacables a este propósito son los siguientes:
1) Esterilidad de las madres (Gen 29:31; Gen 30:1.22; Gen 29:35; cf. Gen 30:17-20).
2) Lía, gozosa de su fecundidad frente a la esterilidad de Raquel, dice: ε iδεν μου Κύριος την ταπει ‘νωσιν (Gen 29:32; LXX).
3) Cuando la esclava Zilpa da a luz a Aser, Lía dice: μαχαρίζουσιν με al γυναιχες (LXX).
4) Cuando Raquel da a luz a José, después de prolongada esterilidad, manifiesta los mismos sentimientos que refleja Isabel en Lc (Gen 30:23): άφεΐλεν ó θεός μου το όνειδος (LXX); Lc pone: επεΤδεν άφελεΤν όνειδος μου . La falta de artículo en Lc refleja una traducción del texto hebreo.

Historia y “midrash” en estos relatos de Lucas.
Los relatos de las “anunciaciones” del Bautista y Cristo en Lc. – Es conveniente, antes de tratar de valorar históricamente estos pasajes del “evangelio de la infancia” en Lc, hacer unas observaciones previas:
1) No parece baste para garantizar la historicidad de estos relatos la garantía que de todo el evangelio ofrece Lc como “historiador escrupuloso” en el “prólogo” del mismo (Luc 1:1-4), ya que estos dos primeros capítulos son probablemente incrustación de mano ajena a Lc, excepto el “prólogo”; y aun de haberlos insertado él, cabe en su historicidad, por el género que reflejan, toda la amplitud que puedan tener los diversos géneros literarios, incluido aquí preferentemente el midrash.
2) Se advierte en ellos que casi todo lo relatado es verosímil y que el “maravillosismo” es muy sobrio. Lo cual puede abonar la historicidad o como hechos maravillosos de excepción – el milagro no se niega – , o como elementos ornamentales y didácticos que resalten más los valores estrictamente históricos.
3) Es moralmente cierto que la infancia de Cristo no pudo ser indiferente ya desde primera hora a los fieles cristianos. Es una interrogante que surge espontánea por justo deseo informativo y por contraste con el Mesías ambiental “oculto.” Máxime en círculos familiares – primeros obispos de Jerusalén eran familiares del Señor – , en los círculos apostólicos, máxime San Juan, que tiene el cuidado temporal de María, y en otros círculos especialmente piadosos o críticos.
4) La frase de Lc repetida dos veces: “María guardaba todas estas cosas confiriéndolas en su corazón” (Luc 2:19), y “su madre (de Jesús) guardaba todas estas cosas en su corazón” (Luc 2:51b), hace ver que María fue “fuente” de algunas de estas noticias.
El relato de la “anunciación” del Bautista (Luc 1:5-25). – Dejando a un lado diversas teorías sobre el posible origen de estos relatos-fuente – hipotéticos – , lo que se percibe es el esquema clásico indicado. Los datos, salvo algunos, son verosímiles y ambientales. Ciertamente se nota un desarrollo midráshico en paralelo literario con el “nazireísmo” del Bautista y su misión descrita con elementos literarios de Malaquías (Luc 3:1; Luc 4:6). Parece que pueda considerarse como histórica, pues era cosa controlable, la concepción del Bautista en la senectud de su madre, lo mismo que la mudez temporal de su padre. En cambio, es extraño – “maravillosismo” – la aparición del ángel en el Sancta a la hora del culto. Burrow cree que hay contacto literario con las setenta semanas de Daniel. De él podría provenir el nombre de Gabriel, pues sólo sale en el profeta citado, y cuyo nombre falta en el pasaje del anuncio a San José en Mt. Para el autor citado habría una cronología precisa “alusiva” intentada por el redactor de estos capítulos. Setenta semanas irían simbólicamente, con una cronología precisa, desde la “aparición” del ángel a Zacarías hasta la “purificación” de María (Laurentin, p.49). Y Laurentin ha subrayado semejanzas de interés entre Dan 10:7.12 (LXX) y Luc 1:12.13; Dan 9:20.21 (LXX) y Luc 1:19; Dan 10:16.17 (LXX) y Luc 1:64.65, que responden al “temor” que cae sobre ambos ante una visión; la descripción de Gabriel como cortesano de Dios; sobre el fin de la mudez de Zacarías. Pero también otro pasaje es de importancia: Gabriel se aparece a Daniel “a la hora del sacrificio de la tarde” (Dan 9:21), y Gabriel se aparece a Zacarías cuando éste fue “a poner el incienso. a la hora del incienso” (Luc 1:9.10). Que acaso es en ambos a la hora del sacrificio de la tarde. Si la aparición así descrita es elemento midráshico, la mudez de Zacarías debería ser elemento de este tipo. Aunque dada la importancia que luego tiene, acaso haya un fondo histórico, que no se precisa, que podría ser controlable, y que fue relacionado y todo ello plastificado en esa escena. Varios datos de esta narración deben de proceder de los círculos familiares y de los “círculos” bautistas, ya que éste tuvo “discípulos” (Mat 11:2; Luc 7:18; Jua 1:35; Jua 3:25.28; Hec 18:25; Hec 19:3).
Pero si esto hubiese sido historia, el Bautista tendría que haberlo sabido por información familiar; pero no se explicaría entonces que el Bautista, estando ya en la cárcel, “dude” del “mesianismo” de Cristo (Mat 11:2-6; par.), y, sobre todo, que no se hubiese pasado con sus “discípulos” al grupo de Cristo, cuando su misión era preparar la recepción de Cristo en el pueblo, sino que seguía con sus “discípulos” y su bautismo contra el bautismo de los discípulos de Cristo (Jua 3:22ss). ¿Acaso es esta escena una plastificación, conforme a los gustos ambientales, de magnificar los orígenes del Precursor del Mesías, con visión “post facta” y ya cristiana?
El relato de la “anunciación” a Maria (Luc 1:26-38). – De máxima importancia es este relato, porque en él juegan incluso datos dogmáticos. ¿Cuál sería el mínimum de historia que en él ha de admitirse? ¿Qué es lo probablemente histórico – fuera de lo dogmático – y lo probablemente midráshico?
a) Datos históricos prelucanos en este relato. – Antes de tratar de valorar el pasaje hay que dejar asentados una serie de datos históricos prelucanos. Recuérdese lo que se dijo al valorar el “Evangelio de la infancia” en Mt. Estos datos son aquí los siguientes:

una virgen de nombre María;
desposada (o casada) con un varón de nombre José;
de la estirpe de David;
concibió milagrosamente, virginalmente, por obra del Espíritu Santo un hijo;
éste se llamó Jesús;
éste es el Mesías y verdadero Hijo de Dios;
residían en Nazaret;
y nacerá en Belén.

La coincidencia de estos datos “entre los evangelios de la infancia” de Mt-Lc, que son independientes entre sí en la composición de sus obras, y confirmados luego por el resto de la narración de los evangelios, hacen ver que son hechos provenientes de una tradición anterior a ambos, y que es histórica.
b) La anunciación por el ángel Gabriel. – El nombre del ángel Gabriel puede provenir del pasaje de Daniel, que es el único autor que lo cita. Este “anuncio” a María exige históricamente una comunicación sobrenatural y acaso una aparición angélica. Se ha de recordar la evolución angelológica en la teología judía. ángel significa “enviado.” En el A.T. estos “anuncios” unas veces los hace “el ángel del Señor” (cf. Mt), otras Yahvé mismo, o el ángel citado como personificación de Yahvé, u otro ángel. Incluso en el libro apócrifo de la Ascensión de Isaías (c. 100:50), el Hijo de Dios y el E.S. son llamados “ángeles” en sus manifestaciones. Cuando en el A.T. se dice que se aparece Dios mismo, esto ha de tener otra valoración. En la angelología judía ha habido una gran evolución por obra de los apocalípticos y literatura midráshica. Se percibe bien en los libros de Tobías y Daniel. La intervención de los ángeles con los hombres vino a ser una cosa casi natural, frecuente; casi normal. Pero la personificación de Dios por un ángel ya se distingue; éste se individualizó. Y una moción – iluminación o revelación – divina se personificó, frecuentemente, en un ángel. Respondía a la psicología judía imaginativa, que usa de la imagen en lugar de la idea abstracta. Prefiere la “plastificación” de la idea. Por eso, en principio, no repugnaría el que la comunicación a la Virgen del mensaje angélico hubiese sido una comunicación sobrenatural interna, íntima, y que se plastificase, conforme a los gustos ambientales, en un ángel, y en concreto en Gabriel, si en el esquema de Lc hay influjos del libro de Daniel, como lo parece, ya que además en Daniel tiene este ángel una misión “escalólogica.” Sin embargo, se puede notar que las gentes, ante actuaciones sorprendentes, piensan en esta época en intervenciones de ángeles (cf. Jua 5:4; Jua 12:29; Hec 12:15; Hec 23:9). Si en este ambiente la presencia de un ángel se va a tomar como realidad, ¿intentaría aquí el autor sólo personificarlo? El nombre de Gabriel y su relación “escatológica” con el libro de Daniel es otra cosa.
Es también histórica la aceptación del mensaje por parte de la Virgen. Si no, ¿cómo hubiera sido? Aparecería un día con la concepción de un niño. ¿Había que pensar en la fecundación sobrenatural? Sin duda. Pero era extraño. ¿Qué hubiera pensado la Virgen, sin saber nada, y el mismo San José? ¿Qué explicación le daría la Virgen? ¿Era, así supuesto, creíble? Por ello piensa “abandonarla” (Mat 1:19) y por eso tiene él una comunicación sobrenatural (Mat 1:20.21). Y si José hubiese ido al matrimonio en plan normal, ¿aceptaría aquel nuevo estado que le exigía vivir célibe? Si María, no entonces, sino luego de esa hipotética concepción sobrenatural por sorpresa, hubiese tenido una revelación para decírselo, ¿no era lo lógico que ésta hubiese sido antes? El más elemental buen sentido exige esto. María tenía que saber que iba a ser madre del Mesías-Dios y, en consecuencia, aceptar libremente este anuncio. El concilio Vaticano II lo enseña abiertamente (Lc 56), junto con su adhesión de cooperadora con Cristo a la obra de la salvación. Esto, que es un presupuesto histórico a la obra redaccional evangélica, no pudo faltar en el mismo como proveniente de información histórica. María sabía muy bien todo lo que “guardaba en su corazón” sobre la infancia de su hijo (Luc 2:19.5Ib).
c) Saludo y “turbación” (Luc 1:28-29). – El “saludo” tiene varios aspectos en su redacción literaria. El χαίρε = alegría, como se dijo en la exposición exegética, alude a la alegría de los días escatológicos que van a llegar por medio de su maternidad. El “alégrate no temas” es un clisé de tipo profético ya registrado, y con sentido escatológico.
El χεχαριτωμένη encuentra paralelos redaccionales en Jueces (Gedeón) y en Daniel. Al primero, en lugar de su nombre, se le saluda con el título de “Valiente héroe” o “Fortísimo” (gibor hehayil), y a Daniel ( Dan 9:23; Luc 10:11 = LXX) se lo llama έλεενός = hombre que alcanzó misericordia, hombre favorecido, elegido. ¿Acaso este participio con que saluda el ángel a la Virgen es una redacción influida por estos elementos literarios ambientales en uso, aunque sólo, a veces, en este tipo de esquemas?
La “turbación” aparece en este relato de Lc. En los esquemas aparece igualmente, aunque con motivos diversos: por la aparición sobrenatural; por respeto o adoración a la aparición (divina); libremente elegida por el “redactor”; en Zacarías por ver al ángel (Luc 1:12); en María por el saludo del ángel (Luc 1:29).
d) Los “discursos” del ángel (Luc 1:30-33.35). – Manifiestamente estos “discursos” tienen una redacción midráshica. El primero es de tipo ”antológico”: agrupación de textos de profecías mesiánicas, para expresar con ello que el nacimiento del niño que anuncia es el Mesías. En la exposición exegética hecha antes se expone su contenido; el segundo es de tipo midráshico por “alusión”: con él se expresa la divinidad del mismo. Es la alusión a la Sheqinah del tabernáculo, sensibilización de la presencia de Dios en él, y que ahora morará realmente en María-tabernáculo. María es la Madre de Dios. A la hora de la composición del evangelio esto era perfectamente comprensible para sus lectores.
La historicidad fundamental de estos “dicursos” es clara, pues no es más que una formulación paleotestamentaria pospentecostal, y con el cristianismo bien evolucionado, del anuncio y comunicación, acaso íntima, que de la concepción y nacimiento de su Hijo hubo de tener María.
e) La “objeción”: el “voto” (Luc 1:34). – Es otro de los puntos puestos a amplia discusión. La “objeción” del “voto” ¿es histórica o responde aquí a un procedimiento redaccional conforme a los esquemas citados? La hipótesis de Audet sobre el valor del ¿πει , que habría que traducirlo por “puesto que (en este caso) no he de conocer varón,” no es satisfactoria. Filológicamente se esperaría mejor una forma perifrástica. Supone además que la Virgen iba al matrimonio en plan normal, cuyo curso cambiaría entonces Dios. Supone también ello que la Virgen se acordaría entonces de la profecía de la almah, de Isaías (Luc 7:14). Pero esta profecía era casi desconocida en la tradición rabínica de los días de Cristo. Por otra parte, si fuese un simple recurso literario correspondiente a uno de los elementos normales del esquema de las “anunciaciones,” ¿por qué utilizar un motivo – propósito de celibato – prácticamente (salvo esenios, Qumrán) desconocido en el ambiente judío? La concepción virginal no tiene tampoco paralelos bíblicos ni extrabíblicos asequibles a este ambiente. Si sólo se admite un recurso literario, se puede no exigir una lógica verdadera (pasajes de Moisés y Gedeón), pero queda lo insólito de este motivo en aquel ambiente judío. En cambio, la castidad, en general, era exigida para las proximidades o consagraciones a la divinidad, v.gr., los sacerdotes en los días de su ministerio debían observar castidad; rabí Natán comentará que Moisés dejó a su mujer Séfora a causa de la presencia de Dios en la zarza ardiendo; la leyenda del sacerdote Nir, que se separó de su mujer cuando Dios le hizo sacerdote.
A todo esto se han de hacer algunas preguntas: Si María está “desposada” o “casada” – según opiniones -, ¿cómo presenta esta “objeción”? ¿Cómo va en esta situación al “desposorio” o “matrimonio”? Y si ella tiene hecho este “voto,” ¿qué pensar de San José, que va con ella, en esa situación, al “desposorio” “matrimonio”? Gran parte de la tradición y, hoy mismo, exegetas de nota – Lagrange, M. Zerwick, S. Lyonnet – , sostienen que María había hecho “voto” de perpetua virginidad. Que José y María históricamente están animados de este propósito matrimonial, es innegable. Y la perpetua virginidad de María es doctrina de fe. El problema teológico de esta armonización es previo y al margen, estrictamente, de la exégesis.
La solución que parece, exegéticamente, más lógica es contemplar el género literario de “anunciaciones” en el que este tema está encuadrado. Son los “discursos” midráshicos del ángel, el primero, de tipo “antológico alusivo” y el segundo, de tipo “alusivo”; más el elemento “objeción,” clásico en este género bíblico de “anunciaciones.” Admitido esto, en esos “discursos” va el contenido histórico, literariamente enriquecido, del anuncio histórico o metahistórico, que se le hizo a María de que iba a ser Madre del Mesías-Dios.
Pero la “objeción” que se pone del “voto” – histórico o literario – lleva, igualmente, una riqueza histórica de contenido “virginal.” Aparte de lo que ella y José hayan podido comunicar a este propósito a gentes íntimas o en “círculos” íntimos – pues era una necesidad saberse el verdadero y total origen de Cristo – , había un hecho histórico a todos perceptible: María no tuvo más hijos, y Cristo era el “primogénito.”
Por eso, conociéndose – no se olvide lo que “María guardaba en su corazón” (Lc), y que para saberse lo que “guardaba” hubo de abrirse, y ya estaba abierto antes de la composición de este evangelio, aparte que la concepción y parto virginales son ya prelucanos, – y siendo su virginidad “post partum,” patente y controlable, ¿podría pensarse que en esa “objeción” iba, por parte de Lc – o del autor hebraico/aramaico de estas secciones – un simple recurso literario para preparar un nuevo desarrollo conceptual, y no una total condensación histórica – “no conozco varón,” frase de tipo indefinido – de su perpetua virginidad?
La “señal” que suele darse en estos esquemas es varia: espontáneamente por el mensajero o a petición del vidente (Zacarías), y cuya petición va o no acompañada de castigo. Es como garantía (Exo 3:12; Jue 6:16; Exo 4:1.10.13-16). Se les suele responder que “yo (Dios) estaré contigo” (Exo 3:12; Jue 6:16), y que “para Dios no hay nada imposible” (Gen 18:13ss; Luc 1:3ss).
Observaciones. – Ante este pasaje de la “anunciación” – y dígase proporcionalmente de los otros de la infancia – tan importante, reflejando un esquema literario tradicional y de gusto ambiental, y tratando de precisarse su posible valorización histórica, cabe hacer algunas observaciones conjugadas con lo anteriormente expuesto, para contribuir a un mayor conjunto de elementos positivos de juicio.
1) En absoluto, no repugnaría el que este relato sea un marco literario para encuadrar artificiosamente, conforme a estilos ambientales, una serie de verdades históricas antes indicadas.
2) Pero ¿no pesará en su interpretación puede verse en estos pasajes una inmensa riqueza de la verdad.
3) La infancia de Cristo y la “anunciación” de María no pudieron ser – ya se dijo – ajenos al interés de los “círculos” familiares, entre los que se citan “los hermanos” y “hermanas” (parientes) del Señor (Mat 13:55.57), a “Santiago, el hermano del Señor” (Gal 1:19), y al grupo apostólico con San Juan, que tiene la custodia de la Virgen. Los orígenes de Cristo es algo que no podía menos de interesar y buscarse por la primera generación cristiana.
El concepto ambiental del Mesías reclamaba una explicación sobre los orígenes de Cristo.
4) El que “María guardaba todo esto en su corazón” (Luc 2:19.51b) es índice del valor fontal de María en el relato de muchos de los episodios de la infancia de Cristo.
5) En esta época la creencia en la existencia de ángeles era un hecho. Un lector del evangelio de Lc iba a recibirlo probablemente como un hecho histórico, máxime tratándose de la vida de Cristo-Dios. El autor del relato, ¿habrá abstraído de esto? Las gentes de este ambiente piensan siempre en el hecho de haber “hablado” un ángel (Jua 12:29; Hec 23:9).
6) La teología mariana tiene hoy una valoración de la Virgen que no se puede olvidar. En concreto, la creencia en la dedicación virginal perpetua de María. También es verdad que el autor del relato no tenía esta actual valoración y podía dar una visión no errónea, pero sí más restringida, de su grandeza. Pero conociendo, a la hora de la redacción de este relato, por la tradición prelucana la concepción y nacimiento virginales de Cristo, ¿podría presentar en esa “objeción” un simple recurso literario?
La “visitación”: el “Magníficat” (Luc 1:39-56). – La escena de la visitación es histórica. Es sumamente verosímil ante la concepción de Isabel. María pudo saber esto al tiempo de su revelación (Luc 1:36) o por comunicación familiar. No tiene tampoco un paralelo que haga ver en él una posible imitación. El midrash, ya expuesto, del traslado del arca no puede crear este relato. En cambio, siendo histórico, se ve la utilización midráshica que ha podido tener.
El saludo de Isabel y la “profecía,” con la que se da por enterada de la concepción mesiánica de María, puede ser debida a la atmósfera sobrenatural que debió de haber en aquellos sucesos íntimos. También Isabel podía saber la concepción de María por comunicaciones familiares o vecinales, y ser desarrollado midráshicamente a la hora de la redacción de los evangelios y a la luz de los hechos posteriores.
El salto fetal del Bautista se puede explicar históricamente como una reacción orgánica ante una emoción fuerte de su madre. También podría tener un valor redaccional para expresar el gozo por la presencia escatológica del Mesías (cf. Sal 114:4). Aparte de lo histórico, la redaccción está hecha en época y con perspectiva cristiana. Como elemento ambiental está el caso de Esaú y Jacob (Gen 25:22) luchando en el seno de su madre como recurso literario de expresión etiológica sobre sus pueblos.
El “Magníficat” (Luc 1:46-55). – Es un tema muy discutido su origen mariano. En su forma actual es un midrash “antológico” elaborado con pasajes del A.Τ . ο con “reminiscencias” del mismo. Nestlé hace ver en su edición crítica del Ν .Τ . que de 102 vocablos de que consta, en 60 se ven vestigios del A.T. Se pueden citar por versículos:

v.47; cf. Sal 33:4; Sal 94:1; 1Sa 2:1; Sal 94:1; Hab 3:18.
v.48; cf 1Sa 1:11; Sal 30:8; Gen 30:13.
v.49; cf. Deu 10:21; Sal 70:19; Isa 57:15; Sal 110:19; Sal 98:3.
v.50; cf. Sal 102:7.
v.51; cf. Sal 117:16; Sal 88:11; Sal 128:11
v.52; cf. Eco 10:17-18; Sal 146:6.
v.53; cf. 1Sa 2:5.
v.54; cf. Miq 7:20; Sal 110:5.

Esta elaboración “antológica” hace ver una redacción no original. Además, el canto es incoloro. Se esperaría de la Virgen una “elevación” muy concreta. Ya Lagrange advierte que la calidad literaria del “Magníficat” ha sido frecuentemente exagerada. C. Stuhlmueller dice: “Este empleo masivo de alusiones escriturísticas ha producido una pieza de escasa originalidad o imaginación. Sin embargo, expresa una profunda emoción y un fuerte convencimiento.” Además el análisis del mismo lleva a ver en él un canto colectivo más que individual. De ahí que sus expresiones se refieran a María en un sentido diverso del original del A.T. de donde se toman o inspiran. Sin olvidar que era usual poner cánticos artificiosos en boca de personajes, v.gr. Moisés, Ana.
El grupo de versículos que habla de la providencia de Dios (v.51-53) es debido a la “vinculación tradicional, que exigía que se tocara esta contrapropuesta acción divina respecto a las diversas categorías de hombres”
Harnack sostiene que el “Magníficat” es obra de Lc, lo mismo que los dos capítulos primeros. Pero esta tesis no es posible, ya que estos capítulos son hebreo-árameos. Si algún término griego pudiera ser lucano se explica por efecto de la versión.
Para otros autores es un canto judío precristiano adaptado (Hillmann, Hilgenfeld, Spitta). Sería un canto compuesto por un judío piadoso para agradecer a Dios algún beneficio, y adaptado, luego, a esta circunstancia. Parece además “incrustado.” Si se suprimiese del contexto, empalmaría perfectamente el v.56 con el 45. P. Winter (Magníficat and Benedictus Machabean Psalms), en “Bull. J. Ryland’s Library” (1954) p.328-347) lo quiere hacer – al igual que el “Benedictus” – un salmo macabeo, de los que componían para entrar en batalla (1Ma 4:29-33) o para dar gracias después de ellas (cf. 2Ma 15:28ss). Cantos de este tipo son conocidos en la literatura bíblica en abundancia, v. gr. Cántico de Moisés, etc., diversos salmos, Rev 15:3; Rev 4:11; Rev 11:17; Rev 19:1-2.5-7 (son fragmentos); lo mismo que se conocen extrabíblicamente: Qumrán, “Guerra de los hijos.”; Cantos macabaicos “colectivos”; cf. Filón, De vita contemplativa XI,79-Rev 80:83-84; De agricultura XVII,79; cf.4 Esd 10 (20) 21-23; 2 Bar 10:6-11. Sobre todo parece que está influenciado por el “Cántico de Ana” (1 Sam c.2).
Otros piensan en un canto cristiano. Mas, en este caso, la elaboración del mismo, aun en ambiente y estructura judía, hubiese sido otra, insistiendo y destacando – y aquí apenas se percibe – la persona del Mesías. Ni hubieran faltado probablemente, conforme al uso, profecías mesiánicas puestas en boca de María, para hacer ver su cumplimiento.
Algunos autores (Ladeuze, Gaechter) admiten el origen mariano, pero dicho el canto en otra circunstancia, v. gr. en Belén (Gaechter) o en una asamblea cristiana litúrgica (Ladeuze).
La tradición lo refiere como genuino de María. Pero parece no ser otra cosa que una simple afirmación de lo que materialmente se dice en el texto (v.64).
¿Qué se puede decir a todo esto? Lo primero, que tal como está escrito, no es de María. Esto, exegéticamente, es claro. Todas las posiciones, tanto de un exclusivo canto judío o judeocristiano, todas tienen el gran fallo conceptual de su estructura incolora, sin acusar, destacadamente, el punto central del Mesías, y el impacto insoslayable en ella de “eso” único que era la maternidad divina, la llegada del Mesías.
Esto lleva a dos cosas o complementarias o sustitutivas. Aquellos días de la “encarnación” – amplio período – tuvieron que tener un reflejo psicológico-religioso profundísimo en María. Probablemente no pudo faltar externamente alguna “elevación” a Dios en casa de Isabel. Aquella “elevación” – aquella ”suite” de “elevaciones” marianas – aun sin ser recogidas “in situ,” sí se trasmitirían – la noticia con algo de su contenido – a aquellos “círculos” cristianos de primera hora, que deseaban saber los orígenes humanos del Mesías-Jesús. Y en ello se hallaba implicada María. ¿Alguien, luego, quiso aludir a esto con un “canto”? Sería lógico. Pero dada la estructura, incoloramente cristiana, y asépticamente mariana del mismo, se piensa que se “incrustó” en el pasaje un canto, ya hecho, acaso algo adaptado, y puesto en boca de María, con el que se quería evocar, y sintetizar aquellas horas-período de “elevaciones” de María, para hacerla proclamar a ella, su Madre – ¿quién sino ella podía entonces saberlo? – , que el Mesías estaba en el mundo.
También parece percibirse en la “profecía,” que se pone en su boca (v.48), de que todos la “llamarán bienaventurada,” la veneración y culto a la Madre de Dios, en la Iglesia primitiva, en una hora – composición de estas “fuentes” prelucanas – en que María ya estaba “asunta” en el cielo.
El nacimiento del Bautista: el “Benedictus” (Luc 1:57-79). – El pasaje en su línea fundamental es un relato histórico, que procede seguramente del “círculo” familiar y probablemente recogido más tarde también de los “círculos” bautistas.
Del “Benedictus,” con dos partes muy marcadas: v.57-75 y v.76-79, se ha de decir algo análogo al “Magníficat.” Literariamente se encuentra elaborado artificiosamente con manifiestas resonancias bíblicas del A.T. y, en ocasiones, calcadas sus expresiones sobre plegarias judías, que se pronunciaban especialmente en la ceremonia de la circuncisión (Cf. Th. Maertens, Lc Messie Est La [1954] P.94) Y En La Oración “Shemoné Esré” (Cf. J. Schmid, Ev. S.S.Luc [1973] P.87). Aparece además “incrustado” en su contexto. Si se omitiese en el mismo, se uniría, lógicamente, el v.80 con el v.66. Tiene dos partes muy marcadas: a) v.68-75; y b) v.76-79, por contenido y gramática. En la primera se “bendice” a Dios por un beneficio, acaso guerrero, y en la otra, se celebra al Bautista como “preparador” del pueblo a la vía de la santidad, pero sin precisarse una situación histórica concreta. Ni se dice explícitamente claro que será el Precursor mesiánico, pues el v.76 podría tener, en absoluto, dos interpretaciones. Es el amplio contexto de este relato el que concretamente lo determina a favor de Cristo.
La primera parte (v.68-75) está compuesta con una mentalidad y literatura paleotestamentaria y rabínica. Es un himno con el que se dan gracias a Dios por un beneficio determinado ya pasado (aoristos), y acaso de tipo nacional, pues se destacan mucho las promesas hechas a Abraham y a la casa de David; y acaso también guerrero, pues se habla de la “liberación de nuestros enemigos.” Pero no debe de ser un salmo mesiánico. Pues aparte que en esta hipótesis no habría llegado aún, el rasgo con el que se aludiría a que Dios “levantó un poder de salvación” – sin duda contra esos enemigos parciales del v.74 – , no está puesto en forma perfectamente determinada – determinándole a él como poder (=cornu) por excelencia, el Poder de Salvación =el Mesías – , sino que está puesto en una forma genérica e indeterminada: “un poder de salvación” (ήγεφεν σωτήριας ήμ ,Τν ). El himno, en absoluto y aislado de este contexto, tiene un valor genérico, sin ningún matiz preciso relativo al Mesías.
Pero por “correlatividad” literaria se lo “incrusta” aquí y se lo “adapta” en orden al Mesías. Y acaso para esa hipotética “adaptación” sufrió en su estructura primitiva algún retoque. De esta manera, y “post factum,” se puede ver en él, con una concreción gratuita, un himno de gratitud a Dios por la venida mesiánica de Cristo.
Si se admiten algunos retoques cristianos para su “adaptación” han de ser de una hora cristiana muy primitiva, por falta de más explícitas concreciones cristianas, como puede compararse con los primeros capítulos de Actos de los Apóstoles. En esta hipótesis, ¿acaso procedería de “círculos” judeocristianos jerosolimitanos de anawím? (cf. Luc 2:38).
La segunda parte debe proceder de “círculos” bautistas cristianos (!). Esta parte está añadida a la primera, sean todos sus versículos 76-78, sean especialmente los v.76-77 (Dibelius, Bultmann, Benoit), puesto que no tienen una conexión lógica conceptual-literaria con lo anterior. Aparte que se repiten conceptos – filológicamente están en contraste con los aoristos, una ación pasada y terminada – de la primera parte, con los tiempos de la segunda, que están en futuro. Ni los v.78-79, con un futuro (v.78) tienen relación real ni con la primera ni con la segunda parte. Ni parece suficiente pensar en esta redacción futura por querer situárselo, literariamente, en su momento histórico. Los v.76-77 evocan en su estructura literaria una misión profética en Israel, sin más. Es lo que acusa una redacción original primitiva de “círculos” bautistas, en los que se consideraba a éste con la grandeza que tuvo en Israel, y que hasta el mismo Josfo recoge (cf.Jn 1:19ss;par.) Sin duda, proceden ambas partes de “fuentes” distintas, y son acopladas – y acaso retocadas aquí – por el redactor judeocristiano de estos capítulos.
El nacimiento de Cristo (Luc 2:1-20). – Se aprecian en el relato hechos históricos y una amplificación haggádica. Como elementos históricos están:
La cronología del censo de Quirino, que es propio de Lc o del “redactor.”
El nacimiento en Belén. Al hablar del midrash de la infancia de Cristo en Mt se notó que no puede ser elaboración nacida de la profecía de Malaquías (Luc 5:2), y que, además de pertenecer a la tradición cristiana prelucana, está testificada extrabíblicamente, v.gr., por el Protoevangelio de Santiago (s.II) y la Ascensión de Isaías (s.I), que es una apocalipsis judeo-cristiana.
El nacimiento en una gruta, el fajarlo y reclinarlo en un pesebre.
La escena de los pastores, que además no tiene paralelo ni prejuicio coactivo para su creación. Una cierta analogía que Laurentin quiere establecer con Miqueas (Luc 5:1-5) no puede producir la escena de los pastores. Sólo supuesta la escena histórica, podría establecerse un cierto midrash “alusivo.”
Desde un punto de vista puramente hipotético y natural cabría pensar si el fondo estricto de esta escena no pudiera ser así: Los pastores de aquel contorno conocían a aquel matrimonio venido al “censo,” que llevaban allí una temporada, pues no iban a ponerse en camino con un parto inminente, y que se albergaban en una cueva. Hablarían con ellos en varias ocasiones, y veían la maternidad de María que cada vez se acusaba más. Cuando esto sucedió fueron a visitarlos. Con la cordialidad de los pobres y orientales, les llevaron obsequios. Y hasta incluso, ¿no podrían albergarse algunos pastores en cuevas próximas o contiguas? Esta escena como producto de sensibilidad humana es muy verosímil. A la hora de la redacción del evangelio, ¿no pudo redactársela con los matices y enriquecimientos de un midrash? Así se cumpliría de una manera acusadamente plástica el que “los pobres son evangelizados,” que cita Lc en su evangelio (Luc 7:22). Además, dada la valoración especialísima, en esta mentalidad, de “causa” y “efecto,” se podía atribuir sin más a Dios aquella ida de los pastores a la gruta, que el ángel les anuncia.
Pero de que todo esto, en estos procedimientos judeo-literarios, sea posible, no se sigue que sea cierto. Parece que resolvería muchos problemas. Pero sólo se lo presenta como una hipótesis.
Posiblemente hay que admitir una comunicación sobrenatural de “anuncio” a ellos, y probablemente angélica. Era ya creencia clara la existencia individual de los ángeles. La “synkatábasis” podría jugar aquí un papel oportuno. Si se admite la historicidad de la escena, aun quitados ciertos elementos midráshicos, ¿cómo podrían saber si no el nacimiento del Mesías?
Pero ¿es fácil admitir esta revelación angélica tan clara, aunque no fuese más que mesiánica, a aquellos pastores, de los que no se sabe más, ni de lo que ellos pudieron creer/obrar con aquel mensaje, cuando Cristo va revelando su “misterio” tan lentamente, y lo van captando tan paulatina y casi tan confusamente, en su vida pública? (cf. Jua 1:49, donde hay un adelanto de este tipo).
Como ya se repitió tantas veces, la transmisión de estos datos probablemente se debe a María (Luc 2:1.19), que se la cita, parece que como fuente, al término de este pasaje; a los mismos pastores – en lo que valiese su testimonio – , y luego al “círculo” de familiares y otros, ya citados. “Una evidencia que nos impone el estudio del judeo-cristianismo original es el lugar excepcional ocupado por los parientes de Jesús en la comunidad primitiva. Los primeros obispos de Jerusalén son familiares” de Cristo (Daniel 11, p.65).
Los elementos midráshicos, son:

La descripción del “ángel del Señor” que se aparece a los pastores (Luc 2:9).
La descripción paleo testa mentaría de la “gloria del Señor” (δόςα Κυρίου ).
La palabra “evangelizar” (εύαγγελίτομαί ; ν . 10), del vocabulario isaiano (Isa 60:6; Isa 61:1), de Lc (Isa 1:19; Isa 4:17-19) y eclesial.
La redacción literaria del “mensaje” a los pastores: la “alegría” mesiánica (Isa 66:10; cf. Luc 1:14).
El nacimiento “hoy” (cf. Luc 23:43) con sentido enfático-escatológico.
La expresión “Salvador” (σωτήρ ; Luc 2:11), tan ordinaria en Lc, y del vocabulario también de Pablo (Tit 1:3; Tit 2:13; Tit 3:6; 2Ti 1:10) y de la comunidad primitiva (Hec 5:31; Hec 13:23).
Lo es también el título de “Cristo-Señor.” En el A.T. aparece el “Cristo del Señor” (Lam 4:20), lo mismo que en Lc (Lam 2:26). La transformación de la frase en el “Cristo-Señor” (Χριστός Κύριος ) se debe seguramente a la comunidad cristiana, en evocación del Kucaoc,-Yahweh, para evitar confusiones en sus lectores gentiles y proclamar con ello – era forma ordinaria el Κύριος – la divinidad de Cristo.
Sin duda también lo es el v.13: “la multitud de ángeles que alababan a Dios. y (luego) se retiran al cielo” (Luc 2:13.15). Qumrán ha aportado datos de interés a este propósito: el tema de la participación de la alabanza de la comunidad a Dios y la alabanza de los ángeles. Se querría expresar con ello una presencia de Dios en la comunidad que alaba. Sería un modo de expresar la presencia de Dios en la “cuna” del Niño: la corte de los ángeles está donde está Dios; por eso ellos alaban en aquel contorno celestial al Dios nacido, allí presente (K. L. Schmidt). ¿Quién los vio?
También lo es el himno que se pone en boca de los ángeles. Era un modo de traducir la alabanza a Dios ante el hecho escatológico. El “Gloria” (Luc 2:14) encuentra alguna semejanza en otro pasaje (Luc 19:38b). También en Qumrán se encuentra algo parecido. Naturalmente, estas cosas no están tomadas en magnetófono. Se piensa provengan aquí de la liturgia, de las plegarias de la comunidad primitiva. El final “a los hombres de buena voluntad” o “a los hombres del querer (del beneplácito) divino” – que sería Israel – es discutido. En esta forma última aparece en Qumrán (Luc 1:9 VIII 6). También puede ofrecer la forma en tres miembros. Se piensa por algunos que ésta fuese la forma original y que corresponde a un targum de Isaías (Luc 6:3), sobre el trisagion de los serafines (David Flusse). En la redacción griega en Lc se impone “a los hombres de buena voluntad.”
María guardaba todas estas cosas (Luc 2:19.5I). Dos veces aparece citada esta frase – aunque no con igual matiz – estratégicamente en dos perícopas, probablemente por traerlas en ellas sus “fuentes.” Pero no sólo se dice que María “conservaba” (συνετήρει ) estos hechos de Cristo, sino que también los “confrontaba” (συμβάλλουσα ), los “comparaba,” para valorarlos y, con ello, ver el cursus del desenvolvimiento histórico de su Hijo. Y también se podría pensar, salva su historicidad, si no pueden estar influidas literariamente por algunas expresiones – remotas, pero significativas – del A.T., v.gr., Ex 13:Exo 9:10.16; Deu 6:6; Dan 7:28; etc., y muy especialmente por Dan 7:28. En estos textos lo que se “conservaba” eran palabras, visiones, de Yahvé. ¿Podría haber aquí una sugerencia intentada para indicar que estos hechos habían de valorarse como las palabras-obras (ρήματα ) de Yahvé? En este caso, ¿no sería una sugerencia de la divinidad de Cristo?
Como antes se dijo, no parece que María sea la “fuente” directa de estos informes de la infancia de Cristo a Lc. Tienen una estructura literaria semita que Lc no iba a intentar – ni posiblemente lograr – como se ha sostenido. María fue “fuente” primera, y acaso José también. Pero Lc lo recoge de otras “fuentes.” Basta ver el fuerte contraste literario de estos capítulos con el resto de su evangelio, y aquí mismo, con su “prólogo” (Luc 1:1-4).
La “Circuncisión” (Luc 2:21-40). – El v.21, la “circuncisión,” es un hecho histórico redactado en función del nombre de Jesús, anunciado por el ángel. El nombre es máximamente oportuno: con él aparece en la historia evangélica. Se piensa que posiblemente pertenezca a la comunicación sobrenatural a María (cf. Mat 1:21-23). Es dato ciertamente de la tradición prelucana.
La “Purificación” (Luc 2:22-24). – La escena de la “purificación” es histórica. Toda mujer debía realizarla. Pero hay elementos midráshicos, aparte del midrash de base de Malaquías, antes estudiado, y otros históricos en esta escena. Toda mujer, después del alumbramiento, debía realizar su purificación en el templo (Lev c.12). También había de “redimirse” al hijo varón “primogénito” (Exo 13:1.12-15). Pero no se decía que hubiese que “redimir” al “primogénito” llevándole al templo; bastaba pagar dos siclos de plata (Num 18:16) al sacerdote del distrito (Strack.). Es histórica la ofrenda de “pobres” que hacen por la “purificación” (Lev 12:8) de María. El hecho de estar en Belén como transeúntes explica bien históricamente el que no dejen al Niño solo y lo lleven con ellos. Lc dice que lo “trajeron a Jerusalén, conforme a la Ley de Moisés, para presentarle al Señor” (v.22). “Y para dar la ofrenda” de la mujer que había alumbrado (v.24). E “introdujeron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer con él conforme a la costumbre de la Ley” (v.27). Y el v.22 pone: “como se cumplieron los días de la purificación de ellos (αυτών ).” La lectura en plural es dudosa, pero es la mejor sostenida críticamente (Nestlé). Lc por “purificación” de ellos – de María y de Jesús – no pone el término técnico de χάθαρσις , sino καθαρισμός , que tiene mayor amplitud. Con ello quiere englobar la “purificación” de María y el “rescate” del Niño pagado en el templo. No es, pues, fallo histórico. Sobre estos datos históricos, el redactor quiere darle un especial valor. Por “presentar” pone el verbo παραστησαι , al Señor. Es término usado en el A.T. (LXX) a propósito de los sacerdotes que ministran en el templo (Deu 17:12; Deu 18:5). Acaso quiera aludir a Cristo sacerdote-víctima, pues designa también este término la presentación de una ofrenda (Rom 12:1).
Simeón (Luc 2:25-35). – Personaje histórico. Qumrán tiene algo muy parecido. El Maestro de Justicia tuvo una “revelación” (?) y su grupo vivía de ella, y esperaba al Mesías “inminentemente.” Así, el Pesher sobre Habacuc. Simeón era “piadoso” (ευλαβής ) y “esperaba la Consolación de Israel,” término del judaísmo tardío (Eco 48:27b) para expresar la venida escatológica del Mesías. Son dos rasgos que caracterizaban la espiritualidad sadocita de Qumrán. Los “círculos” jerosolimitanos esperaban y animaban esta venida. ¿Acaso Simeón pertenecía o estaba en contacto con ellos? Lc lo presenta como hombre “carismático.” A. Cutler ha sostenido recientemente que este Simeón fuese el hijo del gran maestro Hillel, del que se sabe esperaba esta venida escatológica del Mesías “inminentemente.” Y ciertas tradiciones judeo-cristianas favorecen esta identificación.
Pero hay en esta escena elementos histórico-midráshicos. El hecho de que Simeón “bendiga” a José y María no sería inverosímil en un anciano, pero otra cosa es en el Templo. Sobre todo aquí aparece como gesto litúrgico, acaso prestado por la comunidad; como el vocabulario, en general, es litúrgico. Presentado como “profeta” (Hec 13:1, etc.), se explica el oráculo que va a pronunciar.
El “Nunc dimittis.” – Este himno parece reflejar una elaboración litúrgica. El contexto del mismo parece acusarlo. El “tomar” al Niño y “bendecir” en el Templo son gestos litúrgicos, y el primero, de ofrenda.
Se piensa que Lc lo tome de la tradición y lo ponga en boca de Simeón, como en género literario usual. Debe de ser un himno literario judeo-cristiano arcaico, algo adaptado, pero que acusa en su contenido – no se olvide el “género profetice” con sus características difuminadas – la fe de la Iglesia pospentecostal. Es además himno típico de los midrashim judeo-cristianos (Daniélou). Está redactado con expresiones o influjos del A.T. (Isa 40:5; Isa 40:1; Isa 40:3-5; Isa 49:6; Isa 62:2), y más en concreto con textos profetices que describen la salud escatológica. La elaboración acusa un carácter muy “universalista,” y una época cristiana desarrollada con proyección apostólica muy abierta. Es un himno de acción de gracias por la “visita” escatológica de Cristo.
La escena de Simeón con María, con el desarrollo y elaboración posteriores, tiene un núcleo histórico; pero, de no ser así, no se vería el porqué se dirigiese a María, y exclusivamente a ella, ya que tan oculta está en los evangelios en la vida pública de Cristo, excepto en estos “evangelios de la infancia.” En todo caso, ¿por qué se dirige a María sólo y no también a José, allí presente, si sólo se tratase de dolores paternos? El texto dice que los bendijo (a sus padres) y luego sólo se dirige a María. En el Comentario se expuso el porqué.
La “profecía” es un midrash de tipo casi “antológico,” o mejor, “alusivo.” La “caída” y el “levantamiento” podría evocar lo primero la “piedra de escándalo” (Isa 8:14). En Isaías es Yahvé; acaso esta “alusión” o “traslación” sea una alusión a la divinidad de Cristo. Esto fue la vida de Cristo: una división de actitudes ante él. Puede la historia evangélica reflejarse en la redacción.
La profecía de la “espada” que traspasará el alma de María tendrá por finalidad el que se pongan de manifiesto “los pensamientos de muchos corazones.” ¿En qué relación están estos extremos? El alma de María va a ser víctima del dolor, por su amor de madre, ante la actitud de Israel ante su Hijo. Los corazones del pueblo se manifestarán ante él, partidarios u hostiles, hasta llevarlo a la muerte. El corazón de su madre será eco y tendrá “compasión” en todo ello. Si hay influjos recordatorios de Jn-María (Jua 19:26-27), se piensa en un mayor alcance soteriológico en este dolor. En realidad, la profecía de la “espada” es un inciso entre el v.34b-e y el 35b.
Esta “espada” puede aludir a Ezequiel (Jua 14:17): “Una espada pasará a través de la tierra (Israel).” Simeón miraría a Israel a través de María, símbolo de Israel, por presentársela como símbolo de la Hija de Sión (Stahlin, Black). “Pero se duda ante tanta sutileza” (Laurentin). En el sentido de espada que destruye y discierne (cf. Sab 18:15; Rev 19:15).
Ana, “la profetisa” (Luc 2:36-38). – Lc da de ella datos precisos familiares. Sin duda, es figura histórica. La misma misión “borrosa” con que aparece no tendría razón de introducírsela si no fuese figura histórica. Pertenece a los “círculos” jerosolimitanos. Es “profetisa,” es decir, mujer, acaso mejor que con este específico carisma, dada a la piedad y a la animación de estos días escatológicos. Este “profetismo” caracteriza el medio apocalíptico tipo Qumrán y los “Pobres de Israel.” Su viudez parece un “celibato consagrado” con paralelos también en Qumrán (Regla de la Comunidad). Su obra no fue al menos exclusivamente, en el templo, pues ella “hablaba” (έλάλει ) a todos – sin duda “círculos” – que esperaban la “liberación” por obra mesiánica. Debió de recibir un fuerte impacto en aquel episodio del templo. Los “círculos” familiares del Señor, los apostólicos y cristianos, debieron de ser la “fuente” del relato, junto con la divulgación que le prestaron en otros “circuios” expectantes (Luc 2:38b).
El Niño en el templo (Luc 2:41-50). – Escena histórica y completamente verosímil. Procede de las “fuentes” ya indicadas. Precisamente al terminar este pasaje (Luc 2:51b) se dice que María “guardaba” todos estos recuerdos, lo mismo que se dijo al terminar la escena del nacimiento de Cristo (Luc 2:19). Las objeciones contra la historicidad no tienen razón de ser: las leyendas de Buda, de Ciro o de Alejandro son extrabíblicas, desemejantes y extraambientales, y los midrashim sobre Moisés, Samuel o David no tienen paralelo.
La catequesis no sólo recoge este recuerdo como una anécdota, sino también por su portada teológica. Se pueden percibir en el relato diversos motivos a este propósito, aparte de ser la primera palabra que aparece de Cristo en los evangelios, y el tema tan caro a Lc del Templo. Tanto que hasta hay una “inclusión semita” en su evangelio con este tema (Luc 1:5ss.9; cf. Luc 24:53).
En primer lugar, es la inteligencia de Cristo sobre las Escrituras. Lc dirá también luego que Cristo crece en “sabiduría.” Produce esta escena admiración. Es Cristo Doctor y Exegeta. El género literario, nuclearmente histórico, que se ve en los evangelios de “discusión” de Cristo con fariseos y doctores haciéndoles callar, tiene aquí su preludio y “justificación” al estar demostrando su saber bíblico ante los doctores de la Ley en sus mismas escuelas del templo (Luc 4:32). Ellos le rinden allí, imparcialmente y aun sin prejuicios, homenaje a su saber (Luc 2:46.47).
Un segundo aspecto es su independencia mesiánica ante sus padres como Hijo de Dios. Y, sin embargo, Lc confirmará también su sumisión y obediencia a sus padres al estarles “sujeto” (Luc 2:51).
También la palabra que no entienden sus padres puede tener un significado especial, acaso debido o matizado por el redactor. Véase en la exposición exegética. Sería su alusión a estar – retorno – con el Padre por su obra pascual.
Esto lleva anejo otro tema que aparece en Lc (Luc 9:45; Luc 18:34; Luc 24:25): la incomprensión. Esta forma velada de hablarles justifica bien la incomprensión de sus padres ante su respuesta.
También es de interés destacar, ya desde los comienzos, la divinidad de Cristo, en estas mismas palabras formulada, contra las tendencias heréticas, como hace Juan en su evangelio, que ponían el origen de la divinidad de Cristo en el bautismo 1.

1 S. Muñoz Iglesias, El Evangelio De La Infancia En S. Lucas Y Las Infancias De Los Héroes Bíblicos: Estbibl. (1957); Los Evangelios De La Infancia Y Las Infancias De Los Héroes: Estbibl. (1957). (Estos Artículos, Como Los De A. Ibáñez Sobre Este Tema En Mt, Nos Han Sido De Positiva Utilización En La Aportación Española.) J. P. Audet, L’annonce A Mane: Revbibl. (1956); H. Stahlin, Der Messias Und Das Gottesvolk (1954); E. Bu-Rrows, The Cospel Of The Infancy Ander Other Biblical Essay (1940); R. Bloch, En Dict-Bibl Suppl. 5:1271; A. Robert, Art. Litteraires (Genres): Dictbibl Suppl. 5; B. Brod-Mann, Mariens Jungfraulichkeit Nach Luc 1:34 In Der Ausennandersetzung Von Heute: An-Tonianum (1955); Paul Wlnter, The Proto-Source Of Luke 1: En Novtest (1956); Magníficat Ond Benedictus-Macabean Psalms?: Bulletin Of The John Rylands Library (1954); M. Villanueva, Nueva Controversia En Torno Al Voto De Virginidad De Señora: Estbibl (1957); Paul Gaechter, Mana Im Enderleben, V.E. (1959); J. Da-Niélou, Theologie Du Judéo-Christianisme (1958); Les Evangiles De Venfance (1967); R. Laurentin, Structure Et Theologie De Lúe 1-2 (1957); Je’sus Au Temple (Luc 2:48; Luc 2:1966); Bultmann, Die Geschichte Der Synoptischen Tradition (1957); Herbert Braün, Qumran Und Das Nene Testament (1966); K. Sendahl, Peace Among Men Of Gods Good Pleasure: The Scrolls And New Testament (1958); David Flusser. Sanctus Et Gloria: Abraham Unser Vater (Festschrift Otto Michel; 1963); A. Cvtler,Does The Simeón Of Luhe 2 Referí To Simeón Son Ofhillel?: JBR (1966); Dom Wlnandy, La Prophe-Tie De Simeón: Revbibl (1965); Ρ. ΒΕνΟιΤ, Un Glaive Te Transpercera L’ame: Cathbibl-Quart (1963).

Fuente: Biblia Comentada

Augusto César. Cayo Octavio, sobrino nieto, hijo adoptivo y heredero principal de Julio César. Antes y después de la muerte de Julio en 44 a.C., el gobierno romano estuvo sometido a constantes luchas por la hegemonía. Octavio alcanzó la supremacía irrefutable en el año 31 a.C. al derrotar a su último rival, Antonio, en una batalla militar en Actium. En 29 a.C. el senado romano declaró a Octavio como el primer emperador de Roma. Dos años más tarde lo honraron con el título «Augusto» («el exaltado», un término que también suponía su veneración religiosa). El gobierno republicano de Roma quedó abolido y Augusto recibió poder militar supremo. Reinó hasta su muerte a la edad de setenta y seis años (14 d.C.). Bajo su dominio, el Imperio Romano dominó toda la región del Mediterráneo e inauguró un período de gran prosperidad y paz relativa o pax romana. Ordenó que «todo el mundo» (i. e. el mundo del Imperio Romano) «fuese empadronado». No se trataba de un simple censo que iba a hacerse una sola vez. El decreto establecía un ciclo de registros que debían hacerse cada catorce años. Antes de esto, Palestina había sido excluida del censo romano porque los judíos estaban exentos de prestar servicio en el ejército romano, y la función principal del censo era reclutar a hombres jóvenes para el servicio militar, así como para contar a todos los ciudadanos romanos. Con este nuevo censo universal se quiso enumerar a cada nación por familia y tribu, de ahí que José como habitante de Judea tuviera que regresar a su hogar ancestral para empadronarse (vea la nota sobre el v.Luc 2:3). Aunque el censo no tuvo en cuenta valores económicos como la propiedad y el ingreso, en poco tiempo se utilizaron los nombres y las estadísticas para gravar a la población con impuestos individuales (vea la nota sobre Mat 22:17), y los judíos llegaron a considerar el censo mismo como un símbolo acuciante de la opresión romana. Vea la nota sobre el v.Luc 2:2.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:1 Aconteció en aquellos días (después de nacer Juan) , que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado (que se hiciera un censo, LBLA). – Según el profeta Daniel (2:44) el reino del Mesías sería establecido durante el tiempo del cuarto poder mundial, a saber, el imperio romano. Lucas confirma que Jesús nació en ese tiempo. Nunca se hubiera imaginado Augusto César que él estaba ayudando a cumplir las profecías de Daniel y Miqueas acerca del nacimiento del Mesías. “El nacimiento de un niño, que no estaba previsto en esta grande medida política, iba a cambiar la faz del mundo” (B-S).
Lucas escribe este registro para un gentil llamado Teófilo, y sabe que su registro sería leído por muchos gentiles. Por eso, conecta el nacimiento de Jesús con el reinado de Augusto César y el trasfondo de la historia romana (ALA). Comúnmente tales censos se hacen con fines de cobrar impuestos, y probablemente esto sea el motivo de este censo, pero Lucas no explica el propósito de este edicto. Sin embargo, el verdadero propósito del censo era para traer a José y María a Belén. El hombre propone, pero Dios dispone.
“Ningún decreto de este tipo estaba registrado por los historiadores griegos ni romanos, y durante mucho tiempo muchos eruditos supusieron que Lucas estaba equivocado. Pero los papiros e inscripciones han confirmado a Lucas en cada uno de los extremos de estos cruciales versículos 2:1-7. Véanse las obras de W. M. Ramsay (Was Christ Born at Bethlehem?; Luke the Physician; The Bearing of Recent Discovery on the Trustworthiness of the N. T.)” (ATR). Se incluye esta cita porque a través de los años varios “eruditos” han dicho que el registro de Lucas, tanto en Hechos de los Apóstoles como en este libro, estaba equivocado, pero entonces el descubrimiento de documentos confiables – y también la pala de los arqueológicos – han confirmado los escritos de Lucas. Este detalle no se menciona como si fuera necesario que algún escrito inspirado necesitara tal confirmación. Sin embargo, sí es útil para hacer callar a los detractores.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL VIAJE A BELÉN

Lucas 2:1-7

Por aquel entonces se promulgó un edicto de parte de Augusto César mandando empadronarse a todos los habitantes del imperio romano. Este fue el primer censo que se hizo, y tuvo lugar cuando Cirenio era gobernador de Siria. Y todos se desplazaron a su lugar de origen para empadronarse.
Por esa razón también José tuvo que ir desde el pueblo de Nazaret de Galilea a Belén de Judasa, que era el pueblo de su antepasado el rey David; e hizo el viaje con su prometida María, que estaba embarazada.
Cuando estaban allí se le cumplió el tiempo a María, y dio a luz a su primer hijo; y le puso unos pañales y le acostó en el pesebre, porque no habían encontrado habitación en la posada del pueblo.

En el Imperio Romano se hacían censos periódicos con el doble objetivo de fijar los impuestos y de descubrir a los que tenían que hacer el servicio militar obligatorio. Los judíos estaban exentos del servicio militar, así es que en su caso el censo se hacía para los impuestos. En relación con estos censos disponemos de suficiente información de lo- que sucedió en Egipto, y suponemos que en la provincia de Siria, de la que formaba parte Palestina, sucedería algo parecido. Esa información proviene de los mismos documentos del censo escritos en papiros, que se descubrieron en los basureros de los pueblos y aldeas de Egipto y en la arena del desierto.
Los censos se hacían cada catorce años, y tenemos documentos de todos los que hubo entre el año 20 y el 270 d C. Según el ritmo de catorce años que se seguía en Siria, este censo se haría en el año 8 a C., y ese sería el año que nació Jesús. Puede que Lucas cometiera un error sin importancia, porque Cirenio no fue gobernador de Siria hasta el año 6 a C.; pero había tenido cargos oficiales en aquella región desde el año 10 hasta el 7 a C., y fue en esos años cuando se hizo el primer censo.
Algunos críticos han puesto en duda el hecho de que todos los hombres tuvieran que desplazarse a su lugar de origen para empadronarse; pero aquí tenemos un edicto gubernamental de Egipto:

Ordena Gayo Vibio Máximo, prefecto de Egipto: «Como ha llegado el momento de hacer el censo de casa en casa, es necesario obligar a todos los que por cualesquiera causas residan fuera de su distrito de origen a que vuelvan a sus casas para cumplir con los requisitos del censo y también para atender diligentemente al cultivo de sus parcelas.»

Si así se hizo en Egipto, es probable que se hiciera igual en Judasa, donde todavía se mantenían los antiguos lazos tribales y familiares, y los hombres tendrían que ir a los respectivos lugares de origen de sus antepasados. Aquí tenemos uno de esos casos en los que los hallazgos históricos han demostrado la exactitud del Nuevo Testamento.

Habría unos 130 kilómetros de Nazaret a Belén. El alojamiento de los viajeros era muy primitivo. La posada oriental consistía en una serie de habitaciones que daban a un patio común. Los viajeros llevaban sus provisiones, y lo único que proveía el posadero era forraje para los animales y fuego para hacerse la comida. El pueblo estaba abarrotado, y José y María no encontraron alojamiento; así es que fue en el patio comunal donde María tuvo que dar a luz. Los pañales eran trozos cuadrados de paño con una tira como una venda quo salía diagonalmente de uno de los picos. Se envolvía al bebé en el paño cuadrado, y luego se le iban dando vueltas alrededor del cuerpo con la tira de tela para que quedara bien sujetito. La palabra que traducimos como pesebre era el lugar donde se echaba de comer a los animales; así que puede querer decir el establo o el pesebre.

El que no encontraran habitación en la posada fue sintomático de lo que había de sucederle a Jesús. No hubo sitio para él nada más que en una cruz. Trató de entrar en los abarrotados corazones de los hombres, pero no pudo; y todavía sigue buscando, y se le rechaza, igual que entonces.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 02

2. NACIMIENTO DE JESÚS (2,1-20).

En tiempos del emperador romano Augusto, que reinaba en todo el mundo de entonces, nace Jesús en Belén, como lo había anunciado el profeta Miqueas ( Miq 5:1; Luc 2:1-7). En una notificación solemne anuncian ángeles del cielo quién es este niño recién nacido y qué importancia tiene la hora de este nacimiento en la historia de la salvación (Luc 2:8-14). Los pastores anuncian y propagan la fe que había surgido en ellos gracias al mensaje, a los signos y lo que habían visto (Luc 2:15-20).

Pablo nos transmitió un antiguo himno sobre la encarnación, la muerte y la resurrección de Jesús, que se cantaba en la celebración litúrgica: «Cristo Jesús, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios, sino que se despojó a sí mismo, tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose en el porte exterior como hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios, a su vez, lo exaltó y le concedió el nombre que está sobre todo nombre, para que, en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble… y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2:6-11). La historia de la infancia de Jesús está sostenida por los mismos pensamientos que este himno. Jesús se despojó y se humilló cuando nació, pero Dios exaltó a este niño mediante la solemne notificación de los ángeles, y en el punto culminante de la narración (Flp 2:10) resuena la confesión: «Un Salvador, que es el Mesías, el Señor.» Como a la cruz del despojo de sí y de la humillación siguió la proclamación de Dios por los ángeles, así al nacimiento en la pobreza sigue la solemne notificación por mensajeros celestiales de Dios. Ahora bien, la exaltación del Crucificado fue acompañada de la proclamación del Evangelio por los apóstoles por todo el mundo; la exaltación del niño recién nacido fue dada a conocer por los testigos de la proclamación divina; aunque, como corresponde a la historia de la infancia, no al mundo entero, sino únicamente a un pequeño grupo. La historia de navidad lleva el sello del Evangelio, del que dice Lucas: «Entonces (antes de la ascensión al cielo) les abrió la mente para que entendieran las Escrituras; y les dijo: Así está escrito: que el Mesías tenía que padecer, que al tercer día había de resucitar de entre los muertos, y que, en su nombre, había de predicarse la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto» (Flp 24:45-49).

Lucas, historiógrafo de Dios, tenía el mayor empeño en situar el nacimiento de Jesús, con la notificación divina, en las circunstancias históricas concretas, en pintarlo con colores de la época y en referirlo a la historia del mundo. Así como la historia de la pasión y de la resurrección pertenece, como hecho histórico, a la historia del mundo, así también la historia del nacimiento. El pesebre y la cruz son los puntos cardinales del hecho salvador en Cristo; hay correspondencia mutua entre ambos. Lo que allí sucedió cumplió lo que había preanunciado la Escritura. «Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, fue sepultado y al tercer día fue resucitado según las Escrituras» (ICor í5,3). También nació según la Escritura. Hay detalles en el relato de navidad que dejan algunas cuestiones en suspenso. Lucas no escribe conforme al exacto método moderno de la ciencia histórica. Su objetivo principal no era describir el marco histórico en que tuvo lugar el nacimiento de Jesús; lo que le importaba en primer lugar era el Evangelio, la buena nueva encerrada en este acontecimiento. Una vez más hay que remitir al punto culminante del relato (2,10). Allí se dice: Os traigo una buena noticia de gran alegría. También aquí es el relato del nacimiento una anticipación del anuncio de la pasión y de la resurrección. «Os recuerdo… el evangelio que os anuncié (como buena nueva)…. porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió…» (1Co 15:1-3). A datos menos claros no queremos dar más importancia que la que les dio san Lucas. El Evangelio que presenta el nacimiento histórico de Jesús es también para nosotros el punto decisivo del relato de navidad. De lo contrario podría suceder que nos contentáramos con un marco vacío.

a) Nacido en Belén (Lc/02/01-07).

1 Sucedió, pues, que por aquellos días salió un edicto de César Augusto para que se hiciera un censo del mundo entero. 2 Este primer censo tuvo lugar mientras Quirinio era gobernador de Siria. 3 Y todos iban a empadronarse, cada cual a su propia ciudad.

El historiador Lucas sitúa la historia de la salvación en el transcurso de la historia universal. El emperador romano Augusto (30a.C.-14 d.C.) reina sobre la tierra entera, sobre los países comprendidos en el imperio romano. La inscripción de Priene (del año 9 a.C.) celebra el nacimiento de Augusto. Se dice que Augusto «dio nuevo aspecto al mundo entero: éste se habría arruinado si en él, que ahora nace, no hubiese brillado una suerte común. Rectamente juzga quien en este natalicio reconoce el comienzo de la vida y de toda fuerza vital… La Providencia que gobierna toda vida colmó a este hombre de tales dotes para bien de los hombres, que nos lo envió como salvador a nosotros y a las generaciones venideras… En su aparición se han colmado las esperanzas de los antepasados; él no sólo ha sobrepujado a todos los pasados bienhechores de la humanidad, sino que hasta es imposible que surja uno mayor. El nacimiento del Dios ha introducido en el mundo la buena nueva que con él se relaciona. Con su nacimiento debe comenzar un nuevo cómputo del tiempo». El año 27 a.C. Augusto recibió del senado el título honorífico de Sebastos, es decir, Augusto, con lo cual fue declarado digno de adoración.

Mediante una disposición suya, el emperador Augusto, que reina sobre el mundo, se pone, sin tener conciencia de ello y conforme al designio de la divina Providencia, al servicio del verdadero Salvador del mundo, en quien se cumple lo que los hombres habían esperado de Augusto y que él pudo dar hasta cierto grado, pero no en toda su plenitud. Augusto ordenó que se constituyera un censo (*). éste abarcaba dos cosas: un registro de la propiedad rústica y urbana (para fines del catastro) y una estimación de sus valores para el cálculo de los impuestos. La orden del emperador alcanzó a Palestina por medio del gobernador de Siria, Quirinio. Herodes el Grande, que entonces reinaba todavía en Palestina, hubo de aceptar aquella disposición, pues era rey por gracia del emperador. Aquel censo fue el primero que se hacía entre los judíos. Tuvo lugar en tiempo de Quirinio, gobernador de Siria. ¿Por qué hace notar Lucas todos estos detalles? Quería sin duda determinar exactamente el tiempo. Pero con ello se pone también de relieve que Palestina había perdido su libertad. Todos fueron a empadronarse. Según noticias que se hallaron en Egipto, gentes que estaban fuera del país, tuvieron que ir a inscribirse a su lugar de residencia; también las mujeres debían comparecer con sus maridos ante los funcionarios (**). Cada cual se dirigió a su ciudad, en la que tenía alguna propiedad. Así, José tuvo que ir a Belén.

……………

* Según el Monumentum Ancyranum, Augusto ordenó hacer tres veces el cómputo de los ciudadanos romanos. Indicaciones de diversas fuentes históricas permiten deducir que hacia el año 8 a.C. se hicieron censos de la población en diversas partes del imperio romano, por ejemplo, en las Galias el año 9 a.C. Aun prescindiendo de Luc 2:1, de las fuentes históricas resulta más que verosímil un registro de la población de todo el imperio romano. El procurador de Judea dependía del gobernador de Siria. Publio Sulpicio Quirinio, siendo gobernador de Siria, llevó a cabo el censo de la población hacia el año 6 d.C., lo cual dio lugar a una sublevación del pueblo. Fuera de Luc 2:2, nadie informa sobre un censo en Palestina por Quirinio en tiempo anterior a.C. Es cosa demostrada que Quirinio actuaba ya en Siria a.C.; no aparece claro si era gobernador. Desde allí dirigió un censo en Apamea. Parece que tenía un puesto directivo en todos los asuntos del Próximo Oriente en colaboración con las autoridades provinciales romanas. En las palabras de Luc 2:2 ¿se ha de ver una «inexactitud cronológica de un escritor distante de los hechos narrados»? Aunque se pueden hacer objeciones, la solución del problema parece ser la siguiente: el censo que emprendió Quirinio el año 6 d.C. parece haber comenzado ya antes de C. (el año 8 a.C.). Los trabajos del censo duraron bastante tiempo. En Egipto, donde los censos de la población eran ya práctica antigua, duraban todavía cuatro años por los tiempos de Cristo. En Palestina se llevaba a cabo por primera vez, por lo cual se hizo más lentamente. La primera etapa consistió en el registro de la propiedad rústica y urbana, la segunda en la estimación que fijaba los impuestos que se habían de pagar efectivamente. La primera etapa del registro tuvo lugar por el tiempo del nacimiento de Jesús; de ella habla Luc 2:1s; la segunda etapa, que era mucho más desagradable para el pueblo y provocó la sublevación por tratarse de la estimación de los impuestos, tuvo lugar el año 6 d.C.

** El papiro procede del año 104 d.C. y fue hallado en Fayyum; muestra condiciones análogas a las que presupone Lc, y también los mismos términos técnicos. En él se lee: «Gayo Vibio Máximo, gobernador de Egipto, dice: Dado que se avecina la tasación de la propiedad, tenemos que ordenar a todos los que por alguna razón se hallan fuera de su circunscripción que regresen a su hogar patrio a fin de efectuar la tasación de vigor y de aplicarse al debido cultivo del campo».

……………

4 También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, 5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.

José fue con María a Belén. Sin duda tenía allí alguna posesión. En tiempos de Domiciano había en Belén parientes de Jesús, que eran labradores. Los descendientes de David habían poseído tierras en Belén. Lucas no hace mención de esto. A él le interesa más el que María y José tuvieran que ir a Belén. Llama a este lugar la ciudad de David; José era de la casa y familia de David. Todo esto suscita recuerdos religiosos. El Mesías tiene que nacer en Belén; procede de la casa de David y poseerá el trono de su padre. El profeta Miqueas lo había predicho: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña para ser contada entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad» (Miq 5:1). Dios pone la historia del mundo al servicio de la historia de la salvación; subordina a sus eternos designios la orden de Augusto.

A María se la llama esposa de José; éste la había llevado ya a su casa, pues de lo contrario, según la usanza galilea, no habría podido viajar sola con José. José convivía con María, pero sin llevar vida conyugal. Estaba encinta: era virgen y futura madre. Con ello se expresa lo que el relato de la anunciación había ocultado con el velo del misterio.

6 Y mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en la posada.

El relato del nacimiento es introducido solemnemente en el estilo de la Biblia. Mientras María y José estaban en Belén, llegó el tiempo del alumbramiento. Jesús está sujeto a la ley de Augusto y a la ley de la naturaleza. Era obediente.

El nacimiento se refiere con sobriedad, con sencillez, objetivamente, en pocas palabras. Dio a luz a su hijo. María trajo al mundo a su hijo con verdadera maternidad. De Isabel se dice: Dio a luz un hijo (Miq 1:57); de María: Dio a luz a su hijo.

La concepción virginal resuena en todas partes. Dio a luz a su hijo primogénito. ¿Se dice esto porque fuera Jesús el primero de varios hijos varones? La palabra no exige necesariamente esta interpretación. Una inscripción funeraria del año 5 d.C. hallada en Egipto da buena prueba de ello. Una mujer joven difunta, llamada Arsinoe, se expresa así: «En los dolores de parto del primogénito me condujo el destino al término de la vida». El hijito único, primogénito, de Arsinoe, era a la vez el unigénito. Lucas elige este título porque Jesús tenía los deberes y derechos del primogénito (Miq 2:23) y porque era el portador de las promesas.

María presta a su hijo los primeros servicios maternos. Lo envolvió en pañales. Los niños recién nacidos se envolvían fuertemente en jirones de tela a fin de que no pudieran moverse; se creía que así crecerían derechas las extremidades. Lo acostó en un pesebre, como en el que comen los animales. Este detalle de que el niño recién nacido tuviera como primera cuna un pesebre lo explica el evangelista con estas palabras: Por no haber sitio para ellos en la posada. María y José, llegados a Belén, habían buscado alojamiento en un albergue de caravanas (un khan). Era éste un lugar, por lo regular al descubierto, rodeado de una pared con una sola entrada. En el interior había a veces alrededor un pórtico o corredor de columnas, que en algún tramo podía estar cerrado con pared, formando un local algo grande o varios pequeños. En medio, en el patio, estaban los animales; las personas se cobijaban en el pórtico, estando reservados los espacios cerrados a los que podían permitirse aquel «lujo». Cuando María sintió que se acercaba su hora, no había allí lugar para ella. Se fue a un sitio que se utilizaba como establo; en efecto, donde había un pesebre debía de haber un establo (*)15. El Señor prometido es un niño pequeño, incapaz de valerse por sí mismo, acostado en un pesebre. Se despojó, se humilló y tomó la forma de esclavo. «Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo: cómo por nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros fuerais enriquecidos con su pobreza» (2Co 8:9). En el albergue no había sitio para él. «El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (2Co 9:58). «Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron» (Jua 1:11).

……………

* Según una antigua tradición (Justino +165; Orígenes +254) nació Cristo en una gruta: «En Belén se muestra la gruta; allí nació, y el pesebre en la gruta, allí fue envuelto en pañales.» Esta gruta fue profanada con el culto de Tammuz-Adonis, lo cual se debió seguramente al hecho de ser el lugar sagrado para los cristianos. Bajo el reinado de Constantino se edificó sobre la gruta la iglesia del Nacimiento. ORÍGENES, Contra Celsum 1,51 (PG 11, 756); JUSTINO, Diálogo con Trifón 78,5 (PG 6, 657).

………………….

b) Dado a conocer por el cielo (Lc/02/08-14).

8 Había unos pastores en aquella misma región que pasaban la noche al aire libre, vigilando por turno su rebaño.

Los pastores eran gentes despreciadas. Tenían la mala fama de no tomar muy a la letra lo tuyo y lo mío; por esto mismo no se aceptaba su testimonio en los tribunales. Los pastores, los recaudadores de impuestos y los publicanos eran tenidos por incapaces, entre otras cosas, de actuar como jueces y como testigos, ya que eran sospechosos en cuestiones de dinero. Dios elige a los despreciados y a los pequeños; son capaces, aptos para recibir la revelación y para la salvación.

El ganado menor -contrariamente al ganado mayor- pasaba todo el tiempo, de día y de noche, en los pastos desde la fiesta de pascua hasta las primeras lluvias de otoño, es decir, desde marzo hasta noviembre. Por la noche se llevaba a los animales a apriscos o majadas para que estuvieran protegidos contra los ladrones y contra las bestias feroces. Del cuidado y protección del ganado se encargan los pastores, que se hacían cabañas con ramas para protegerse contra la intemperie y para el reposo nocturno. Los pastores, en su calidad de vigilantes, son de esas personas que observan lo que pasa a su alrededor, que están preparados a cada hora del día y de la noche. Precisamente esa actitud es decisiva en el tiempo final. «¡Y aun si llega (el señor) a la segunda o a la tercera vigilia de la noche, y los encuentra así (en vela), ¡dichosos aquellos!» (12,38).

9 Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los envolvió en claridad. Ellos sintieron un gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No tengáis miedo. Porque mirad: os traigo una buena noticia que será de grande alegría para todo el pueblo. 11 Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. 12 Y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Dios mismo da a conocer a los pastores por medio de su ángel lo grande de la hora del mundo que ha comenzado con el nacimiento de Jesús. De repente e inesperadamente aparece el ángel en medio de una luz deslumbradora. Con resplandores de luz se manifiesta la gloria de Dios (Exo 16:10). Los pastores se ven envueltos en ese resplandor que dimana de los ángeles y que tiene su origen en Dios. En el ángel les está cercano Dios y su revelación. El temor es la reacción de los hombres ante la proximidad de Dios.

El ángel anuncia a los pastores un mensaje de alegría y de victoria (evangelium). Juan Bautista toma a su cargo este anuncio del ángel. «Anunciaba el Evangelio al pueblo» (Exo 3:18). Jesús continuará este anuncio: Tiene que anunciar a otras ciudades el Evangelio del reino de Dios (cf. 8,1), pues para ello le ha ungido Dios, «para anunciar el evangelio» (4,18). A Jesús suceden los apóstoles en el encargo de «anunciar el Evangelio de Jesucristo» (Hec 5:42). La hora del nacimiento de Jesús es el comienzo de la buena nueva de gozo y de victoria, del Evangelio. Es traído al mundo de parte de Dios; en él se manifiesta la gloria de Dios.

El Evangelio del ángel no produce temor, sino gran alegría. Lo que ha asomado ya dondequiera que se ha anunciado el tiempo de la salvación (Hec 1:14.46s.48.68) se produce ahora todavía en mayor abundancia. Estalla la alegría. Los pastores son los primeros que reciben esta gran alegría. ésta acompañará siempre a la predicación del Evangelio; porque el Evangelio anuncia y trae la salvación y con ella la alegría. «Volvieron, pues, los setenta llenos de alegría diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre!» (Hec 10:17). Incluso la persecución por este Evangelio desencadenará la alegría: «Y llamando a los apóstoles (los miembros del sanedrín), después de azotarlos, les ordenaron que no volvieran a hablar del nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salían gozosos de la presencia del sanedrín, porque habían sido dignos de padecer afrentas por el nombre de Jesús» (Hec 5:40s). Esta alegría alcanzará, no sólo a los pastores, sino a todo el pueblo. Los pastores son las primicias de los que reciben la alegría del tiempo de salvación; su gozo es fuente de una oleada de alegría que se extenderá a Israel y al mundo entero. ¿Cuál es el objeto de esta buena nueva de gran alegría? Hoy ha nacido… A éste hoy han mirado todas las promesas; hoy se ven cumplidas. Hoy se ha cumplido la Escritura» (Hec 4:21). El tiempo del cumplimiento y del fin ha comenzado.

El niño que ha nacido es el Salvador, el Mesías, el Señor. El título fundamental es Salvador. Jesús, después de su exaltación, es anunciado por Pedro como Señor y Mesías. «Sepa, por tanto, con absoluta seguridad toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Mesías a este Jesús a quien vosotros crucificasteis» (Hec 2:36). Jesús («Yahveh es salvación») es Salvador, el Señor es el Señor divino, el Mesías es el ungido, el rey. El núcleo de la profesión de fe de la cristiandad: «Jesucristo es Señor» ( Flp 2:11), viene de Dios por boca de los ángeles. Esta profesión conviene ya a Jesús desde el día mismo de su nacimiento.

En la ciudad de David. Es significativo que el lugar del nacimiento de Jesús no se designe con su nombre corriente, Belén, sino con el nombre de dignidad de la historia de la salvación. Para que naciera Jesús en la ciudad de David, subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén (Flp 2:4). Allí tenía David su patria, y José su ciudad, porque era de la casa y familia de David. Jesús es «hijo de David», en él se cumplen las promesas de que se había hablado desde la anunciación (Flp 1:32s).

El mensaje del ángel está compuesto de tal forma que trae a la memoria la inscripción de Priene. Augusto es enviado como salvador. Pone término a todas las querellas. El natalicio del Dios emperador era para el mundo el comienzo de las buenas nuevas de alegría; las que siguen son las noticias de la declaración de mayor edad del príncipe heredero y sobre todo de la subida al trono del emperador. Al mensaje del culto al emperador contrapone el Nuevo Testamento el solo Evangelio del nacimiento de Jesús.

Habla el lenguaje de su tiempo, pues quiere hablar en forma realista y al alcance de todos. Conoce la expectación y la esperanza de los hombres, y responde con el Evangelio del nacimiento del niño en el estado y en el pesebre.

Los pastores reciben signos, por los que podrán reconocer la verdad del mensaje: un niño pequeño, envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Por estos tres signos reconocerán al Señor Jesucristo. Todo esto está en contradicción con la expectación judía, en contradicción con lo que dice el mensaje. ¿Un niño desvalido, Salvador del mundo? ¿El Mesías, un niño envuelto en pañales? ¿El Señor, acostado en un pesebre? Al recién nacido se aplica lo que se dijo del Crucificado: Es escándalo para los judíos y necedad para los gentiles (1Co 1:23). Pero «lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios, más poderoso que los hombres» (1Co 1:25).

13 Y de repente, apareció con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios, diciendo: 14 Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres, objeto de su amor.

Al mensaje se añade la alabanza; el anuncio termina en un responsorio hímnico de una multitud de los ejércitos celestiales. Numerosos ángeles rodean al único que anuncia la buena nueva. Los ejércitos celestiales son -según la concepción de los antiguos- las estrellas, ordenadas en gran número en el cielo y trazando sus órbitas, pero también los ángeles que las mueven. Los ángeles forman la corte de Dios, que es llamado también Dios Sebaot (Dios de los ejércitos). Al introducir al primogénito en el mundo, dice Dios: «Adórenlo todos los ángeles de Dios» (Heb 1:6). Los ángeles se interesan vivamente en el acontecer salvífico. Son «espíritus al servicio de Dios, enviados para servir a los que van a heredar la salvación» (Heb 1:14).

El canto de los ángeles es una aclamación mesiánica. No es deseo, sino proclamación de la obra divina, no es ruego, sino solemne homenaje de gratitud. En dos frases paralelas se expresa lo que el nacimiento de Jesús significa en el cielo y en la tierra, para Dios y para los hombres. Dado que el cielo y la tierra están afectados por este nacimiento, tiene éste un significado de alcance universal. Con el mensaje de navidad cobra nuevo giro el universo. El cielo y la tierra son reunidos por Jesús.

Gloria a Dios en las alturas. «Dios habita en las alturas.» En el nacimiento de Jesús, Dios mismo se glorifica. En el da a conocer su ser. Jesús es revelación acabada de Dios, reflejo de su gloria (Heb 1:3); él anuncia la soberanía de Dios, la trae y la lleva a la perfección; en él se hace visible el amor de Dios ( Jua 3:16). Al final de su vida podrá decir: «Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a término la obra que me habías encomendado que hiciera» (Jua 17:4).

En la tierra paz a los hombres, objeto de su amor. En la tierra viven los hombres. Por el recién nacido reciben paz. Jesús es príncipe de la paz. «Porque nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo, que tiene sobre su hombro la soberanía y que se llamará maravilloso consejero, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz, para dilatar el imperio y para una paz ilimitada, sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y consolidarlo en el derecho y en la justicia desde ahora para siempre. El celo de Yahveh Sebaot hará esto» (Isa 9:5). La paz encierra en sí todos los bienes salvíficos. La paz es restauración con creces de todo lo que los hombres habían perdido por el pecado; la paz es fruto de la alianza que había concluido Dios con Israel y que es renovada por Jesucristo. «La alianza es alianza de paz» (Isa 50:10). La fe es reconciliación, gozo consumado; la predicación de Jesús es «Evangelio de la paz» (Efe 6:15). él mismo es la paz.

Los hombres reciben paz porque Dios les ha mostrado su complacencia, su favor, su amor. Jesús garantiza a los hombres la complacencia y el amor de Dios. Sólo por éste puede salvarse el hombre. En un salmo de la secta de Qumrán se cantaba: «En tu cólera están (fundados) todos tus castigos, y en tu bondad la plenitud del perdón y de la misericordia con todos los hijos de tu complacencia». El himno angélico extiende la complacencia divina a todos los hombres. Por razón de Jesús puede alcanzar a todos la voluntad salvífica de Dios, con tal que muestren deseo de salvarse. «Porque así dice el Altísimo, cuya morada es eterna, cuyo nombre es santo: Yo habito en la altura y en la santidad, pero también con el contrito y humillado, para hacer revivir los espíritus humillados y reanimar los corazones contritos… Por la iniquidad de su violencia, me irrité, y ocultándome, le castigué sañudo. El rebelde seguía por los caminos de su corazón. Sus caminos los conozco yo, y le sanaré y le conduciré y le consolaré. Yo pondré cantos en los labios afligidos. Paz, paz al que está lejos y al que está cerca, dice Yahveh; yo le curaré. Pero los malvados son un mar proceloso, que no puede aquietarse, y cuyas olas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dice Yahveh, para los impíos» (/Is/57/15-21).

El anuncio solemne del ángel exaltó al niño recién nacido como rey Mesías, el canto de los coros de ángeles lo celebra como príncipe de la paz, Salvador y sacerdote, que reconcilia y reúne el cielo con la tierra. El niño en el pesebre es sacerdote y rey del tiempo de la salvación.

El canto de los ángeles tiene relación con la aclamación del pueblo, que acompañaba a Jesús en su entrada en Jerusalén al comienzo de la semana de su pasión; el pueblo clamaba: «¡Bendito d que viene, el rey, en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!» (Efe 19:38) (*). La paz y la gloria que reinan en el cielo deben realizarse también en la tierra por Jesús. La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde le aguardan la muerte y Ia exaltación, se consuma como obra salvífica: se da a los hombres la paz y la gloria del cielo. Esta aclamación del pueblo se entiende como grito de oración, así como decía el orante judío: «La paz que reina en sus alturas, nos proporcionará paz a nosotros y a todo el pueblo de Israel.» Lo que comenzó por el nacimiento de Jesús, será llevado a término por su muerte. La entrada de Jesús en el mundo tiene su consumación en la entrada en Jerusalén y en la parusía. Belén, Jerusalén y mundo son las grandes etapas de la redención. Jerusalén está en medio con la «elevación» (Efe 9:51) en la cruz y la ascensión al cielo…

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* La tradición del texto dice: «En el cielo», pero quizá debiera decir: «en la tierra»; la falta se debe probablemente a una falsa resolución de abreviaturas.

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c) Anunciado por los pastores (/Lc/02/15-20).

15 Y cuando los ángeles los dejaron y se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Pasemos a Belén, a ver eso que ha sucedido, lo que el Señor nos ha dado a conocer. 16 Fueron con presteza y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

El mensaje que transmitió Dios no es sólo palabra, sino, al mismo tiempo, acontecimiento: Mensaje que sucedió. Al acontecimiento sigue la palabra notificante. Pablo confiesa: «A mí, el menor de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: la de anunciar a los gentiles el Evangelio de la insondable riqueza de Cristo y dar luz sobre la economía del misterio escondido desde los siglos en Dios» (Efe 3:8s). La misma ley vige para Pablo que para los pastores. «A mí, el menor… el Evangelio de la insondable riqueza de Cristo… la economía del misterio» (la salvación que se da en Cristo); esto se aplica a todos los mensajeros que dan a conocer la economía y la realización de los divinos designios salvadores.

Una vez que los pastores hubieron recibido la buena nueva, habían de ser también testigos de lo que vieron. Creyeron y pudieron luego ver con sus propios ojos lo que habían creído. «Bienaventurada tú, que has creído…» Van con presteza, como María, a cumplir el encargo de Dios. La oferta de la salvación no sufre dilaciones. Los hombres comienzan a volverse hacia el niño en el pesebre. En Jesús está la salvación y la gloria de Dios.

Los pastores encontraron lo que buscaban conforme al signo y mediante la guía de Dios, que siempre guía de tal manera, que el hombre encuentra. Lo que vieron con los ojos fue a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Esto y nada más: nada de la madre virgen, nada de las grandezas que había expresado acerca de este niño el mensaje del ángel. Pero vieron a este niño, iluminados por la revelación de Dios. El signo de que la revelación de Dios se ha hecho realidad histórica, está delante de ellos en María y José, y en el niño acostado en el pesebre. El esplendor del Evangelio de navidad viene de la interpretación divina del nacimiento histórico de Jesús, pero el portador de este esplendor es el niño que ha nacido.

17 Al verlo, refirieron lo que se les había dicho acerca de este niño. 18 Y todos los que lo oyeron quedaron admirados de lo que les contaban los pastores. 19 María, por su parte, conservaba todas estas palabras en su corazón y las meditaba.

¿Qué efecto produce la vista con fe del hecho salvador? Los pastores han visto y refieren, dan a conocer lo que han visto. El contenido de su anuncio es éste: Lo que se les había dicho acerca de este niño; el hecho histórico del nacimiento de Jesús y las palabras que se les habían dicho acerca de este niño. Así se efectúa siempre el anuncio, la proclamación del Evangelio: «Os doy a conocer… el Evangelio…, que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras» (1Co 15:1-5).

No todos pueden ver con sus ojos el acontecimiento: sólo los testigos predestinados por Dios (Cf. Hec 10:40-43). Los otros oyen el mensaje de estos testigos. Como fruto inmediato del oír se recoge la admiración. Lucas es el evangelista que con más frecuencia hace notar que los hechos y palabras de Jesús despertaban admiración. El que experimenta la revelación de lo divino, se admira, sea que con fe y temor reverencial se asombre ante lo divino, o que admire lleno de presentimientos, o que rechace con crítica y sin comprensión. El que se asombra cuando se le presenta la revelación divina, todavía no cree: está en el atrio de la fe: ha recibido un impulso que puede suscitar fe, pero también provocar duda. ¿Puede originar más que asombro la predicación de los mensajeros de la fe? La decisión de creer es asunto personal de cada uno.

También María recibe de los pastores un mensaje sobre su hijo. Lo que le había dicho al ángel Gabriel y había sido confirmado por Isabel, es ahora profundizado por los pastores. No sólo se asombra, sino que conserva todas estas palabras en el corazón. Oyó la palabra de la manera que Dios quiere. En ella cae la semilla en buena tierra. La semilla que cae en «la tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón noble y generoso, la retienen y por su constancia dan fruto» (8,15). Constantemente oye María algo nuevo sobre su niño. ¿Quién puede decir de una vez todas las riquezas que encierra este niño, de modo que el hombre comprenda? La riqueza que está contenida en la revelación de Cristo, sólo puede comunicarse cada vez por partes. Pero las partes deben compararse y combinarse. La fe madura combina los diferentes elementos, ordena y encuadra lo nuevo en lo que ya se posee. Lo que experimentó María en la anunciación, en la visita a Isabel y en el momento del nacimiento, fue para ella fuente inagotable de meditación, de sus decisiones, de oración, de alabanza, de gratitud, de gozo y de fidelidad. María es el prototipo de todos los que perciben la palabra y la acogen como es debido, el prototipo de los creyentes y consiguientemente el prototipo de la Iglesia, que acoge a Cristo con la fe y lo lleva en sí.

20 Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como se les había anunciado.

Dios había elegido a éstos, los más pobres de todos, que estaban en vela, para que recibieran el mensaje del nacimiento del Salvador. Los constituyó en testigos del Mesías recién nacido y los pertrechó para que fueran heraldos de la buena nueva. Ahora los hace volver a su vida cotidiana. Los pastores se volvieron.

A partir de entonces glorifican y alaban al Señor. Dios actúa mediante la venida y la acción de Jesús; pues Dios está con él. Realiza prodigios, milagros y signos por medio de Jesús. El asombro por los grandes hechos de Dios acompaña la entera vida de Jesús, en quien se reconoce la acción de Dios. Cuando Jesús recorre Palestina erumpe un júbilo de alabanza de Dios (Luc 5:25s; Luc 7:16; Luc 9:43; Luc 13:13; Luc 17:15; Luc 18:42s). Incluso cuando muere en la cruz y clama con gran voz: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», glorifica a Dios el centurión que lo había oído (Luc 23:47). Con tal glorificación de Dios comienza y termina el Evangelio. Después de la ascensión volvieron los discípulos a Jerusalén llenos de alegría y glorificaban a Dios continuamente en el templo (Luc 24:53). Cuando en la primitiva liturgia cristiana se hacían presentes los hechos de Jesús mediante la palabra y la fracción del pan, los creyentes terminaban respondiendo con alabanzas a Dios (Hec 2:47).

Una vez más se dejan notar los efectos de esta liturgia de la alabanza y de la glorificación. Lo que habían visto y oído, tal como se les había anunciado. Los hechos salvíficos y su interpretación divina, que forman el centro del culto cristiano, llevan a la glorificación y a la alabanza de Dios. Para esto se escribió el Evangelio de Lucas: para que Teófilo y con él la Iglesia se persuadan de la certeza de aquello sobre lo que se les había instruido y que en el culto cristiano se hace presente y se celebra: Dios que causa la salud por Jesús.

3. IMPOSICIÓN DEL NOMBRE Y PRESENTACIÓN DE JESÚS (Hec 2:21-40).

Con el niño Jesús se procede conforme a las disposiciones de la ley (Cf.2,21.22-24.27.39). «Nació de mujer, nació bajo la ley» (Gal 4:4). En la observancia de la obediencia a la ley se hace patente su gloria en la circuncisión (Gal 2:21) y en el templo (Gal 2:22-39).

El camino del niño Jesús en el seno de su madre va de Nazaret, la pequeña e insignificante ciudad de Galilea, donde fue concebido, a Belén, la ciudad de David, donde nació -en pobreza y gloria-, y de allí a Jerusalén, a la ciudad de su «elevación» (Gal 9:51). Con esto se llega al punto culminante del relato de la infancia. La actividad pública de Jesús seguirá el mismo camino: de Galilea a Jerusalén, donde muere y es glorificado.

Como Juan, en el momento de la imposición del nombre, es celebrado en las palabras proféticas de su padre, así también Jesús adquiere todavía mayor esplendor gracias al Espíritu Santo, que habla por boca del profeta y de la profetisa. Juan es celebrado en casa de Zacarías, Jesús, en cambio, en el templo. Jesús es mayor que Juan.

a) Imposición del nombre (Lc/02/21).

21 Cuando se cumplieron ocho días y hubo que circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de ser concebido en el seno materno.

Con su nacimiento fue introducido Jesús en la existencia humana («lo envolvió en pañales»), en la estirpe de José, en el pueblo israelita, en la historia de los pobres y de los pequeños, en la obligación de la ley…

La ley mosaica regula la vida del israelita, por días, semanas y años. Cuando se cumplieron ocho días y hubo que circuncidar al niño, recayó sobre Jesús por primera vez la obligación de la ley: Jesús era «obediente» (Flp 2:8).

El Evangelio no dice expresamente que se efectuó en Jesús la circuncisión. El orden de la ley y su cumplimiento es el marco en que se desarrolla la vida entera de Jesús. Con él se cumple la ley, se realiza su pleno sentido. Con esta obediencia erumpe lo nuevo y grande. A la circuncisión está ligada la imposición del nombre. Dios mismo fijó el nombre de este niño pequeño. Se le llamó como había dicho el ángel. Con el nombre fija Dios también la misión de Jesús: Dios es Salvador. En Jesús trae Dios la salvación. «Jesús pasó haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hec 10:38).

b) Presentación en el templo (Lc/02/22-24).

22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, 23 conforme a lo que está escrito en la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor; 24 y para ofrecer un sacrificio, como lo dice también la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.

La ley de la purificación establecía: «Cuando dé a luz una mujer y tenga un hijo, será impura durante siete días (estará excluida de los actos del culto); será impura como en el tiempo de su menstruación. El octavo día será circuncidado el hijo, pero ella quedará todavía en casa durante treinta y tres días en la sangre de su purificación; no tocará nada santo ni irá al santuario hasta que se cumplan los días de su purificación» (Lev 12:1-4). También con Jesús se practicó la purificación. Se dice, en efecto: Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos. «Purificación» tal vez signifique aquí consagración. La ley ordena acerca del primogénito: «Cederás a Yahveh todo ser que sea el primero en salir del seno materno, así como el primogénito de los animales que tengas; los machos pertenecen a Yahveh» (Exo 13:12). Esta prescripción de la ley tenía por objeto recordar la acción salvadora con que Dios sacó maravillosamente a Israel de la miseria de Egipto. «Y cuando tu hijo te pregunte mañana: ¿Qué significa esto?, le dirás: Con su poderosa mano nos sacó Yahveh de Egipto, de la casa de la servidumbre. Como el faraón se obstinaba en no dejarnos salir, Yahveh mató a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los primogénitos de los hombres hasta los primogénitos de los animales; por eso yo sacrifico a Yahveh todo primogénito de los animales y redimo todo primogénito de mis hijos» (Exo 13:14s). Los animales debían ofrecerse en sacrificio; el hijo primogénito varón era rescatado. El precio del rescate era de cinco siclos (*). Este precio podía pagarse en todo el país a cualquier sacerdote. María hizo la oferta prescrita para la purificación. Esta consistía en un cordero de un año en holocausto y un pichón o una tórtola como sacrificio expiatorio.

Los que no disponían de medios para ofrecer una cabeza de ganado menor, ofrecerían un par de tórtolas o dos pichones, uno en holocausto y otro como sacrificio expiatorio (Cf. Lev 12:6 8). María hizo la oblación de los pobres. Dios había mirado a su humilde esclava. María, José y Jesús contaban entre los pobres.

En el Evangelio no se dice expresamente que Jesús fue rescatado con la suma prevista. Fue llevado al templo para ser presentado. Mediante la presentación es consagrado a Dios y declarado posesión suya. Ana, madre de Samuel, llevó al templo el niño que había concebido, aunque era estéril, y lo consagró al servicio de Dios. Dijo: «Quiero yo dárselo a Yahveh, para que todos los días de su vida esté consagrado a Yahveh» (lSam 1,28).

Samuel era un hombre consagrado a Dios, Juan Bautista estaba consagrado a Dios, por lo cual no bebía nada inebriante. Jesús está todavía más consagrado a Dios. Es santo, porque nació de la virgen por la virtud del Espíritu Santo (1,35). Es siempre el Santo de Dios, enteramente consagrado a Dios, entregado al servicio de Dios. La presentación en el templo pone de manifiesto lo que hasta entonces estaba oculto acerca de él.

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* Num 3:47; Num 18:16. El siclo es una moneda judía que recibió su nombre del sistema de pesos. Según el sistema monetario fenicio, que fue introducido en Israel probablemente en tiempos de Salomón, un siclo de plata pesaba 1/15 del siclo de oro (109g/15); esta moneda servía de norma para las contribuciones que se pagaban al santuario (cf. Exo 30:13).

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c) Testimonio del profeta (Lc/02/25-35).

25 Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón; que era hombre honrado y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel; el Espíritu Santo residía en él; 26 y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría sin ver antes al ungido del Señor.

Como los pastores en Belén, instruidos por el ángel de Dios, publican la grandeza del niño recién nacido, así también en el templo dos figuras de profetas, Simeón y Ana, iluminados por el Espíritu Santo, dan testimonio del significado salvífico de este niño. En Simeón produjo abundantes frutos la piedad veterotestamentaria. Simeón era fiel a la ley y temeroso de Dios. La ley y la sabiduría, cuyo principio es el temor de Dios habían dado la impronta a su conducta. él aguarda el consuelo de Israel, la salud mesiánica, y a aquel que la ha de traer. Dios anuncia para el futuro: «Cantad, cielos; tierra, salta de gozo; montes, que resuenen vuestros cánticos, porque ha consolado Yahveh a su pueblo, ha tenido compasión de sus males» (Isa 49:13). Dios consolará a su pueblo consumando la salvación mesiánica. Simeón es profeta. Dios le ha dado el Espíritu Santo, y así su palabra es revelación divina. Simeón tiene esta ventaja respecto a los demás profetas: antes de morir verá todavía al Ungido del Señor, al Mesías. Los otros profetas lo anuncian para un futuro remoto, él goza ya de su presencia.

27 Movido, pues, por el Espíritu, fue al templo, y cuando entraban los padres con el niño Jesús para cumplir la disposición de la ley con respecto a él, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios.

Simeón, movido y guiado por el Espíritu, fue al templo en el momento en que era introducido Jesús. Mientras se cumple con la ley antigua, viene Simeón a conocer al Mesías, y los padres reciben la revelación profética acerca del niño. El templo y la ley, el culto y la revelación de la antigua alianza apuntan hacia el Mesías y conducen a él.

Allí está Simeón, iluminado por el Espíritu y penetrado de fe; toma al niño en sus brazos y bendice a Dios. Es la imagen del que ha recibido la salud. Simeón acoge al niño como se acoge a un huésped amigo, con todo respeto y amor. Así también deben ser acogidos los enviados de Dios. En los apóstoles viene Jesús mismo, en su palabra está él presente (Mat 10:40). El comienzo de tal acogida respetuosa y amante es la fe, y el fin es la alabanza de Dios, la bendición de aquel que ha dado toda bendición.

Y dijo:

29 Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar irse en paz a tu siervo; 30 porque vieron mis ojos tu salvación, 31 la que preparaste a la vista de todos los pueblos: 32 luz para iluminar las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

La alabanza del profeta es el eco que responde a la revelación acerca del niño que tiene el anciano en sus brazos. Su cántico, el canto vespertino de su vida, está sostenido por las palabras y el espíritu del libro de Isaías (Cf. acerca del v. 30: Isa 40:5; Isa 52:10; acerca del v. 32: Isa 42:6; Isa 46:13; Isa 49:6). Los hombres iluminados por el espíritu saben interpretar rectamente la Escritura y juzgar acerca de los acontecimientos salvíficos.

Dios es Señor, el hombre es siervo. La vida es una dura servidumbre. Quizá hubo de soportar Simeón cosas duras por razón de sus esperanzas mesiánicas. La muerte acabará ahora con esta relación de servidumbre. Se ha realizado el anhelo de una vida. Le es dado ver con los ojos del cuerpo al Salvador y Redentor, sin tener que contentarse con reconocerlo de lejos en las visiones proféticas. «Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo» (Isa 10:23). Puede partir de la vida en paz, con el corazón satisfecho, agraciado con la salvación que trae Jesús. Su vida es una vida llena, porque ha visto a Jesús…

Jesús es el Mesías enviado por Dios para la salvación. Es lo que dice su nombre: Salvador. En él ha preparado Dios la salvación a la vista de todos los pueblos. Ahora se cumplen las palabras de Isaias: «Yahveh alza su santo brazo a los ojos de todos los pueblos, y los extremos confines de la tierra ven la salvación de nuestro Dios» (Isa 52:10). Con esto no se dice todavía que todos los pueblos participen en la salvación. Pero cuando el Señor muestre la salvación a la vista de todos los pueblos, ¿qué sucederá entonces? El niño que lleva Simeón en brazos es una luz para iluminar las naciones. Ahora se cumple lo que se había preanunciado: «Levántate y resplandece, que ya se alza tu luz, y la gloria de Yahveh alborea para ti, mientras está cubierta de sombras la tierra y los pueblos yacen en tinieblas. Sobre ti viene la aurora de Yahveh y en ti se manifiesta su gloria. Las gentes andarán a tu luz, y los reyes, a la claridad de tu aurora» ( Isa 60:1-3). «Yo te hago luz de las gentes para llevar mi salvación hasta los confines de la tierra» (Isa 49:6; d. 42,6). En Israel alborea la luz que es Jesús, pero más allá de Israel ilumina también a los pueblos gentiles. Atraídos por esta luz acuden las naciones al pueblo de Dios iluminado, en el que habita el Mesías.

Era también inevitable que Israel recibiera gloria por Jesús. De él dimana por Jesús el resplandor de Dios y los pueblos glorifican a Israel. Lo que ya se había insinuado en el cántico de María y en el cántico de los ángeles, lo publica ahora el anciano profeta en toda su amplitud, apoyándose en la predicción de Isaías: Dios otorga en Jesús la salud al mundo entero. «Todos han de ver la salvación de Dios» (3,6). «Sabed pues, que a los gentiles ha sido ya transferida esta salvación de Dios, y ellos la escucharán» (Hec 28:28).

33 Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él.

También María y José, los más próximos a Jesús entre todos los hombres, tienen necesidad de la palabra reveladora para poder comprender lo que Dios ha hecho en Jesús para los hombres, «el Evangelio de la insondable riqueza de Cristo» (Efe 3:8). Por mucho que sea lo que se perciba de esta riqueza, todavía es más lo que se sustrae a la comprensión.

También los padres de Jesús se maravillan y se asombran. Sin embargo, no están en el atrio de la fe, sino que creen. Su fe descubre y reconoce las profundidades de la sabiduría y del amor divinos. Se maravillan, penetrados de respeto y reverencia. De las profundidades de su corazón emocionado brota alabanza a Dios y vida religiosa.

34 Simeón los bendijo; luego dijo a María, su madre: Mira: éste está puesto para caída y resurgimiento de muchos en Israel, y para señal que será objeto de contradicción, 35 y a ti una espada te atravesará el alma, para que queden patentes los pensamientos de muchos corazones.

María y José llevaron bendición a Simeón por medio del niño. «Bendito Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos, en Cristo» (Efe 1:3). El anciano profeta bendice, en cambio, a los padres.

Jesús es una figura en que se cifra la decisión, la división de los campos. «él será piedra de tropiezo para las dos casas de Israel, lazo y red para los habitantes de Jerusalén. Y muchos de ellos tropezarán, caerán y serán quebrantados, y se enredarán en el lazo y quedarán cogidos» (Isa 8:14s). Pero también se aplica a Jesús: «Yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, piedra angular, de precio, sólidamente asentada. El que en ella se apoye, no titubeará» (Isa 28:16). Para esto destinó Dios a Jesús: para que todo Israel tome en él su decisión. El que es uno con él, se ve levantado, salvado; en cambio, el que está en contradicción con él, cae en la perdición. No por ser Israel el pueblo elegido de Dios recibe la salud y logra la salvación, sino porque toma su decisión optando por Jesús. Lo que salva en el juicio no es la pertenencia a Israel, sino la decisión por el signo erigido por Dios. Sólo el que se decide por Jesús pertenece verdaderamente al pueblo de Dios.

Jesús es signo, señal, porque sitúa al hombre ante la decisión. Es objeto de contradicción. La entera historia de la revelación está llena de contradicción. San Pablo lo expresa con la frase profética: «Todo el día estuve con las manos extendidas hacia un pueblo indócil y rebelde» (Rom 10-21; cf. Isa 65:2). San Esteban, después de compendiar la historia de la salud, saca esta conclusión: «¡Gentes de dura cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre estáis resistiendo al Espíritu Santo. Como vuestros padres, igual vosotros» (/Hch/07/51). Toda contradicción contra Dios se recoge en la contradicción contra Jesús.

María, madre de Jesús, está incorporada a la suerte de su Hijo. Y a ti… Simeón se dirige a ella. El oráculo profético, según el cual Jesús es una señal que será objeto de contradicción, se dirige en primer lugar a María. La contradicción de que será objeto Jesús, le afectará también a ella. Una espada te atravesará el alma. Por los ataques contra Jesús, ella misma sentirá dolor en el alma. María es la madre dolorosa que está en pie junto al Crucificado. Todavía no se habla de la cruz, pero ésta es la última consecuencia de la contradicción.

La contradicción de que es objeto Jesús y el dolor que experimenta María tiene una finalidad fijada por Dios: para que queden patentes los pensamientos de muchos corazones. La decisión que se toma ante la señal que es Jesús, descubre las profundidades ocultas de los sentimientos humanos. Por Jesús, que está ligado con María, se formula un juicio contra la humanidad. «Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque las obras de ellos eran malas» (/Jn/03/19). El Dios encarnado es señal que sería objeto de contradicción, pero aún lo será más el Crucificado. María, la madre que lo engendró como hombre sujeto al sufrimiento, sufre con él de la contradicción. La unión con ella es la señal, objeto de contradicción; el escándalo es la humanidad de Jesús (Cf. Luc 4:22; Luc 7:23; Luc 23:35).

María y Jesús no se deben separar. Esta inseparabilidad continúa en la Iglesia y en Jesús. Ambos juntos son la señal de la decisión, de la manifestación del estado interior del hombre, de si uno es hombre de obediencia o de desobediencia, hombre de contradicción o de entrega.

d) Testimonio de la profetisa (Lc/02/36-38).

36 También estaba allí una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. ésta era ya de edad muy avanzada. Casada desde jovencita, había vivido con su marido siete años; 37 Y era una viuda que llegaba ya a los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.

Al profeta se añade la profetisa. Israel tuvo siempre también mujeres dotadas de espíritu. La teología rabínica cuenta siete de ellas. Está anunciado que en los últimos tiempos profetizarán los hijos y las hijas de Israel. «Aun sobre vuestros siervos y siervas derramaré mi espíritu en aquellos días, y hablarán proféticamente» (Jua 3:2; Hec 2:18). A la grave palabra del juicio, de la contradicción y de la espada siguen palabras de consolación y de aliento. El nombre de la profetisa y los de sus antepasados significan salvación y bendición. Ana quiere decir: Dios se ha compadecido; Fanuel, Dios es luz; Aser, felicidad. Los nombres no carecen de significado. Lo que significan estos nombres emana de las personas y de sus palabras y lo sumerge todo en el resplandor de la alegría, de la gracia y del favor de Dios. El tiempo mesiánico es un tiempo de profusión de luz. Ana está, como Simeón, formada por la piedad veterotestamentaria. Su avanzada ancianidad demuestra la complacencia de Dios que reposa en ella; en el momento del encuentro con Jesús tenia Ana más de cien años. Su vida era ordenada y casta. Había casado todavía jovencita, su matrimonio duró siete años, y su casta viudez doce veces más: ochenta y cuatro años en total (Cf. Jdt 8:4 ss.; Jdt 16:22s.). Su vida estaba dedicada a la oración, a las visitas al templo (asistencia al culto) y al ayuno, noche y día. Vivía completamente para Dios, en la presencia de Dios. Ana es presentada como modelo luminoso de las viudas cristianas. «La viuda de verdad, la que está desamparada, tiene su esperanza puesta en Dios y se dedica a las súplicas y oraciones, día y noche» (1Ti 5:5).

38 Presentándose en aquel mismo momento, glorificaba a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.

Ana es testigo de la gran hora de gracia del templo. Con la luz del Espíritu Santo reconoce al Mesías en el niño que llevaba María al templo. Glorificó a Dios, como alternando en un responsorio con Simeón. Como había reconocido la venida del Mesías y quedó llena de gozo, se convirtió en apóstol. No cesaba de hablar de él a todos los que esperaban al Redentor. Su mensaje halla límites en la mayor o menor disposición para aceptarlo. La palabra de la revelación debe aceptarse, como se acoge a un huésped… Jesús es la liberación de Jerusalén. Con la aparición de Jesús en el templo se inicia la liberación de todos los enemigos (1Ti 1:68.71): mediante la gracia de Dios que perdona. Jesús mismo es la liberación, la redención (1Ti 24:21). En él está presente la salvación escatológica. La historia de la infancia ha llegado a su punto culminante. En el templo de Jerusalén se revelan dos cosas: la contradicción contra Jesús y la aceptación creyente, condenación y salvación, caída y resurgimiento. Se cumple lo que había predicho Malaquías: «En seguida vendrá a su templo el Señor a quien buscáis, y el ángel de la alianza que deseáis. Ved que viene ya» (Mal 3:1). Este día es día de juicio: «¿Y quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse firme cuando aparezca? Porque será como fuego de fundidor y como lejía de batanero» (Mal 3:2). El día es también día de salvación. «Entonces agradará a Yahveh el sacrificio de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados y como en los años antiguos» (Mal 3:4). De Jerusalén, donde se erige en el templo la señal, irradia la luz para la iluminación de los gentiles, se pone de manifiesto la gloria de Israel. Esto sucede ahora que Jesús es llevado al templo, esto sucederá todavía más cuando sea «elevado» en Jerusalén, es decir, cuando sea exaltado a la gloria. Entonces será reunido el nuevo pueblo de Dios, y sus mensajeros partirán de Jerusalén al mundo a fin de reunir a los pueblos en torno a la señal de Cristo.

e) Regreso a Nazaret (Lc/02/39-40).

39 Y después de cumplirlo todo según lo que mandaba la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

Jesús fue manifestado en Jerusalén a la sazón en que cumplía obedientemente con la ley. «Nacido bajo la ley» (Gal 4:4), Dios lo glorificó por los profetas. La obediencia lo exaltará y lo glorificará de tal modo que el universo confiese que Jesucristo es Señor (Flp 2:11).

Pasada la gran hora de Jerusalén, es llevado Jesús de nuevo a Galilea, a su ciudad. De la gloria de Dios vuelve otra vez a la ciudad que había pasado sin pena ni gloria por la historia de Israel. Nazaret era su ciudad, la ciudad de María y de José. Jesús sigue a su madre, y ésta a José, su esposo. Una vez más está Jesús bajo la obediencia. «Nacido de mujer» (Gal 4:4), su vida es un despojarse de la gloria de Dios mediante la vida de obediencia.

40 EI niño crecía y se robustecía, llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios residía en él.

El hombre completo necesita fuerzas corporales y espirituales, la sabiduría y la gracia de Dios. Pablo desea a los Tesalonicenses: «Vuestro espíritu, vuestra alma y vuestro cuerpo sea custodiado irreprochablemente para la parusía de nuestro Señor Jesucristo» (1Te 5:23). Jesús iba creciendo en fuerzas físicas y se robustecía en el espíritu. Está colmado de sabiduría a fin de poder vivir conforme a la voluntad de Dios.

La dinámica del crecimiento y del desarrollo mental es también un signo en la infancia de Jesús. Sobre su vida reposa la gracia, el favor de Dios, que es el sol que brilla sobre todo crecimiento, la fuerza que origina toda dinámica. También del niño Juan se dijo que crecía corporal y espiritualmente (1Te 1:80), pero no se habló de sabiduría y gracia de Dios. Jesús es más grande que Juan ya desde la infancia.

4. EL NIÑO DE DOCE AÑOS (1Te 2:41-52).

a) Jesús en el templo (Lc/02/41-52).

41 Iban sus padres todos los años a Jerusalén por la fiesta de pascua.

El clima religioso en que creció Jesús era el de la piedad veterotestamentaria. Parte importante de ésta eran las peregrinaciones al templo. «Tres veces cada año celebraréis fiesta solemne en mi honor. Guarda la fiesta de los ácimos… También la solemnidad de la recolección, de las primicias de tu trabajo, de cuanto hayas sembrado en tus campos…

También la solemnidad del fin del año y de la recolección, cuando hubieres recogido del campo todos sus frutos. Tres veces en el año comparecerá todo varón ante Yahveh, tu Dios» (Exo 23:14-17). La sagrada familia hacía más de lo que exigía la ley. En efecto, también María hacía la peregrinación, aunque ésta no obligaba a las mujeres. El niño los acompañaba para irse acostumbrando al cumplimiento de la ley. Según la prescripción de los doctores de la ley, el muchacho que había cumplido los trece años estaba obligado a cumplir con todos los preceptos de la ley.

42 Y cuando cumplió los doce años, subieron a la fiesta, según la costumbre, 43 Y, terminados aquellos días, al regresar ellos, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo notaran sus padres. 44 Creyendo ellos que estaría en la caravana, hicieron una jornada de camino. Luego se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; 45 pero, como no lo encontraron, se volvieron a Jerusalén en busca de él.

La fiesta pascual de los ácimos duraba siete días. La vuelta sólo se podía emprender pasado el segundo día de la fiesta; la sagrada familia se quedó allí la semana entera. Al final emprendieron la vuelta María y José. Se viajaba en una caravana. La fila no era compacta: iba dividida en grupos de parientes y conocidos. Esta manera de peregrinar juntos aumentaba la seguridad y daba a la vez cierta libertad de movimientos. El niño Jesús se desprendió de la guía y solicitud materna, con que María lo rodeaba durante la infancia. Se quedó en Jerusalén.

Había terminado la primera jornada de viaje. Las familias se reunieron. Se echó de menos a Jesús. Comenzó la búsqueda. La decisión de Jesús es un enigma…

46 Y resultó que a los tres días lo encontraron en el templo, sentado ante los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que le oían, se quedaban asombrados de su talento y de sus respuestas.

Los pórticos del atrio exterior del templo eran utilizados por los doctores de la ley para dar lecciones. El método didáctico de los rabinos era la discusión. Según un dicho judío, se llega al conocimiento de la ley mediante la investigación de los colegas, mediante la discusión de los discípulos. Se pregunta y se responde, se escucha y se añade algo. Jesús está probablemente sentado en el suelo en medio de los doctores. El asombro de los doctores de la ley confirma el conocimiento de la misma que tiene Jesús. Más tarde se le interpelará como a maestro y por tal se le tendrá (Exo 10:25). Entonces se admirará el pueblo de su doctrina y asegurará que enseña con autoridad y no como los doctores de la ley (Mat 7:28s). Sus adversarios preguntarán extrañados: «¿Cómo sabe éste de letras, sin haber estudiado?» (Jua 7:15). él proclama la voluntad de Dios en forma nueva y directa; reivindica ser el único maestro de la voluntad divina. «Uno sólo es vuestro maestro» (Mat 23:8), a saber, Cristo. Algo de esta vocación docente asoma ya en el templo en Jerusalén.

48 Al verlo, se quedaron profundamente impresionados; entonces su madre le dijo: Pero, hijo: ¿Por qué lo has hecho así con nosotros? Mira que tu padre y yo, llenos de angustia, te estábamos buscando.

Las palabras de María son expresión espontánea del dolor y de la angustia durante las largas horas de la búsqueda. María es una verdadera madre. La exposición tan sencilla y tan natural en nada disimula los sentimientos humanos.

Jesús ha obrado por su cuenta. María le habla como a niño, aunque ya es un muchacho. Hasta ahora no había hecho nada a espaldas de su padre y de su madre; por eso lo buscan ahora con tanta aflicción. En él hay enigmas. ¿Por qué lo has hecho así con nosotros? La relación del niño con su padre y su madre parece ser como la de todos los niños. Cuando el niño se va haciendo mayor, surgen enigmas. La seguridad de sí con que se expresa Jesús es algo que consterna a los padres. Jesús los sitúa constantemente ante nuevos misterios, más que los otros niños. Es que la conciencia que tiene de sí supera a la de cualquier ser humano.

49 Pero él les contestó ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tenía que estar en las cosas de mi Padre? 50 Ellos, sin embargo, no comprendieron lo que les había dicho.

Las primeras palabras que los Evangelios ponen en boca de Jesús nos muestran una profunda conciencia de sí mismo; son unas palabras que desligan a Jesús de toda dependencia humana y lo ponen por encima de toda inteligencia limitada, unas palabras que indican ya el rumbo de su vida. También en esto supera Jesús a Juan. Mientras que éste es ya hombre cuando siente su vocación (Mat 1:80), Jesús conoce ya la suya en los umbrales de la juventud. No sin razón se sitúa la narración entre las dos menciones de la sabiduría de Jesús (Mat 2:40.52); Jesús tiene sabiduría porque es Hijo de Dios. «El justo pretende tener la ciencia de Dios y llamarse hijo del Señor» (Sab 2:13).

Jesús tiene que estar en las cosas de su Padre. Con esta expresión se refiere Jesús al templo. El templo está consagrado a Dios, en él está Dios presente. Jesús llama Padre a Dios, en su lengua materna Abba. Así llaman los niños pequeños a su padre carnal. También más tarde conservará Jesús esta designación de Dios. De esta expresión filial hace el fundamento de sus relaciones, y de las de los suyos, con Dios (Cf. Rom 8:15; Gal 4:6). Sobre la vida de Jesús se cierne una necesidad que rige su actuación (Gal 4:43), que lo lleva al sufrimiento y a la muerte y por tanto a su gloria (Gal 9:22; Gal 17:25). Esta necesidad tiene de ser en la voluntad de Dios consignada en la Sagrada Escritura, voluntad que él sigue incondicionalmente.

Jesús debe estar en las cosas de su Padre. Se refiere al templo, pero no lo menciona. Con su venida, el antiguo templo pierde su posición en la historia de la salud. Un nuevo templo viene a ocupar su lugar; el templo está allí donde se realiza la comunión de Padre e Hijo. En la vida de Jesús ocupa Jerusalén un puesto destacado. En Jerusalén ha puesto él la mira. Allí se cumple la voluntad del Padre en su muerte y en su exaltación. Así se edifica una nueva Jerusalén con un nuevo templo. «Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios… y oí una gran voz que procedía del trono, la cual decía: Aquí está la morada de Dios con los hombres, y morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo con ellos estará» (Rev 21:2s).

Tampoco María y José entendieron estas palabras. A lo largo de la historia de la infancia recibe María revelación sobre su hijo por ángeles, profetas y por la Sagrada Escritura. Las palabras que se le dirigen las combina ella para formar una imagen cada vez más completa. Aun después de la revelación y de la meditación quedan enigmas. Sólo gradualmente se levantan los velos que encubren los abismos del amor de Dios y de su ungido. A cada descubrimiento sigue un nuevo enigma: El nacimiento en el establo, su infancia, su vida con los parientes y con el pueblo, sus fracasos, su muerte en cruz…

Nosotros tenemos constantemente necesidad de la palabra revelada y de la meditación sobre Jesús y sobre el acontecer salvífico. Por muy familiar que se nos hiciera Jesús, aun entonces nos quedarían obscuridades y enigmas. El acceso a Jesús será siempre en la tierra la fe. Ahora bien, la fe no es todavía visión.

b) De nuevo en Nazaret (Rev 2:51-52).

51 Bajó con ellos y regresó a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas palabras en su corazón.

La gran vivencia había pasado; él estaba en lo que es de su Padre, de este mundo de su comunión con el Padre se proyecta un rayo de luz sobre sus palabras de revelación. Ahora comienza un nuevo descenso. Nazaret es la ciudad a la que tiene que bajar: en la predicación, ahora al comienzo de su actividad…

Estaba sujeto a ellos: a José y a María. Guardaba la verdad de su filiación divina mostrándose obediente. Con la obediencia se prepara para su glorificación después del bautismo. «Testigos de estas cosas somos nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha concedido a los que le obedecen» (Hec 5:32).

Los acontecimientos de la historia de la infancia tienen carácter de revelación; son hechos y palabras. María los conservaba en su corazón (cf. 2,19). Llenaban su espíritu y se convertían en luz de su vida. Nadie, fuera de su madre, podía ser testigo de la historia de la infancia. Ella era el testigo fidedigno, pues conservaba en el corazón todo lo sucedido. Lucas menciona estos hechos porque lo investigó todo comenzando desde el principio.

52 Y Jesús iba progresando en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres.

Lo que se dice con las palabras lo confirma también la elección de los términos: según el texto original, Jesús pasa de infante (2,12.16) a niño (2,17.27.40) y a muchacho (2,43). Ahora ocupa el primer puesto el crecimiento en sabiduría. No sólo Dios le otorga gracia, sino también los hombres. Jesús crece en el sentido de la comunión con los hombres. Del joven Samuel se dice que iba creciendo y se hacía grato tanto a Yahveh como a los hombres» (lSam 2,26). Lucas habla de Jesús con palabras de la historia de Samuel. Con este hombre comienza la serie de los profetas: «Y todos los profetas, desde Samuel en adelante, cuantos hablaron, anunciaron también estos días (de Jesucristo)» (Hec 3:24; cf. 13,30). Jesús tiene que esperar hasta que llegue la hora en la que el crecimiento alcance la meta; entonces se presentará como profeta que superará a todos los profetas por la sabiduría de su conocimiento de Dios.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— Augusto: Emperador romano desde el año 29 a. C. al 14 d. C.

— del Imperio: El texto griego dice lit. del mundo habitado, del orbe. Si exceptuamos este pasaje de Lc, no hay noticia de que durante el reinado de Augusto se hiciera un censo de todo el Imperio.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Nacimiento de Jesús

Durante el reinado de Augusto (31 a. de J.C.-14 d. de J.C.) los romanos reorganizaron su administración en varias partes del Imperio, y realizaron va rios censos para el cobro de los impuestos. La ejecución de ese decreto imperial en Siria (con la cual estaba asociada la zona de Judea) hizo viajar a José y a María a Belén, que mucho antes había sido profetizada como lugar de nacimiento del Mesías. El hecho de que María viajara con José indica que ahora ya estaban casados, pero la descripción de ella como esposa (significa “prometida en matrimonio”) indica que el matrimonio no se había consumado (cf. Mat. 1:25). Aunque una antigua tradición sugiere que el niño nació en una caverna, pareciera que Lucas se refiere a una parte de una posada (o una casa) donde se guardaban los animales. El cuadro tradicional de un rudo mesonero negando hospedaje a la necesitada pareja es más o menos dudoso.

Una visión angelical anunció el nacimiento y su significado a un inesperado y aun despreciado grupo, los pastores. Todo el pueblo se refiere a los judíos, el pueblo de Israel. Sólo en el v. 32 alcanzamos el significado mundial del nacimiento de Jesús. La traducción antigua del anuncio (“buena voluntad para con los hombres”) se basa en mss. de segunda clase y la traducción hombres de buena voluntad es errada. El punto es que por medio del nacimiento del Mesías Dios extiende su favor a gente que no había hecho nada para merecerlo; y que por su gracia les concede su paz. Paz expresa la naturaleza de la salvación como restauración de las buenas relaciones entre Dios y el pueblo pecador y la subsiguiente recepción de sus bendiciones. Los pañales eran la vestimenta normal de un recién nacido y puede indicar (al menos para algunos de los lectores de Luc.) que era un niño de sangre real.

Nota 2. El censo de Augusto crea un problema histórico. A pesar de que se diga lo contrario, sí parece posible que un listado de personas con fines de impuestos, como se llevaba a cabo en las zonas gobernadas directamente por Roma, pudiera haber tenido lugar en el reinado de un rey vasallo como Herodes. El censo se llevaba a cabo en el lugar en que uno vivía o tenía su propiedad. El mayor problema es que Cirenio no llegó a ser gobernador de Siria hasta el año 6, época en la que ciertamente impuso un tributo que provocó una grave rebelión (Hech. 5:37). Sin embargo, Jesús nació antes de la muerte de Herodes en el 4 a. de J.C.

Las soluciones que se han sugerido al problema son: a) Que “Cirenio” sea un error del ms. en vez de “Saturnino” (que fue gobernador de Siria entre el 9 y el 6 a. de J.C.) b) Que Cirenio tuvo un nombramiento previo en la región, probablemente no la gobernación de Siria, sino cierto tipo de “comisión itinerante” en el oriente del Imperio. c) A la par de esa hipótesis está el criterio de que, como un censo y el establecimiento de impuestos ocupaba un período largo, Lucas puede estar refiriéndose a un proceso comenzado bajo Herodes y completado bajo Cirenio. d) Una posible traducción alternativa es la de que el censo “se realizó antes de que Cirenio fuera gobernador de Siria”. Ninguna de estas opciones goza de aceptación general hoy en día.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

2.1 Lucas es el único escritor de los Evangelios que relaciona los acontecimientos que narra con la historia mundial. Su obra se dirigía especialmente a una audiencia griega, la que estaba interesada y familiarizada con la situación política. Palestina vivía bajo el gobierno del Imperio Romano; Augusto César, el primer emperador romano, estaba a su cargo. Las autoridades romanas consideradas dioses, se erguían en contraste rígido con el bebé del pesebre, que en realidad era Dios hecho carne.2.1 El censo romano se llevaba a cabo como una ayuda al reclutamiento militar o la recaudación de impuestos. Los judíos no tenían que servir en el ejército romano, pero no podían evitar pagar los impuestos. El decreto de Augusto César salió en el tiempo de Dios y de acuerdo a su plan perfecto para traer a su Hijo al mundo.2.3-6 El gobierno forzó a José a recorrer una larga distancia solo para pagar su impuesto. Su prometida, que tenía que ir con él, iba a tener su bebé en cualquier momento. Pero cuando llegaron a Belén, no hallaron lugar donde hospedarse. Cuando hacemos la voluntad de Dios, no tenemos la garantía de que llevaremos una vida cómoda; se nos ha prometido que aun lo incómodo tiene significado en el plan de Dios.2.4 Dios controla toda la historia. Por el decreto de Augusto César, Jesús nació en el pueblo profetizado (Mic 5:2) a pesar de que sus padres no vivían allí.2.4 José y María eran descendientes del rey David. El Antiguo Testamento está lleno de profecías que anuncian que el Mesías nacería de la línea real de David (véanse, por ejemplo, Isa 11:1; Jer 33:15; Eze 37:24; Hos 3:5).2.7 Esta mención del pesebre es la base de la creencia tradicional de que Jesús nació en un establo. A menudo, los establos eran cuevas con depósitos cavados en las paredes rocosas (pesebres) para dar de comer a los animales. A pesar de lo que se dibuja en las tarjetas populares de Navidad, los alrededores eran oscuros y sucios. Esta no era la atmósfera que los judíos esperaban para el nacimiento del Rey Mesías. Pensaban que el Mesías prometido nacería en un ambiente real. No debemos limitar a Dios con nuestras expectativas. El obra donde se necesita, en la oscuridad del pecado y en lo sucio del mundo.2.7 Los pañales mantenían a la criatura abrigada y le daban un sentido de seguridad. Creían que debían proteger sus órganos internos. La costumbre de poner pañales a los bebés sigue vigente en algunos países del Medio Oriente.2.7 Aunque nuestra primera impresión de Jesús es la de un bebé en un pesebre, no debe ser la final. El niño Cristo en el pesebre ofrece una hermosa escena de Navidad, pero no debemos dejarlo allí. Esta pequeña e indefensa criatura tuvo una vida maravillosa, murió por nosotros, ascendió a los cielos y volverá a la tierra como el Rey de reyes. Gobernará el mundo y juzgará a todas las personas de acuerdo a la decisión que hayan tomado acerca de El. ¿Qué imagen tiene usted de Jesús, la de un bebé en el pesebre o la de su Señor? Asegúrese de no subestimar a Jesús. Permítale crecer en su vida.2.8 Dios continúa revelando a su Hijo, pero no a los que esperaríamos. Lucas narra que el nacimiento de Jesús se les anunció a los pastores de la región. Estos quizás eran los abastecedores de ovejas para los sacrificios en el templo, ofrecidos para el perdón de los pecados. Los ángeles invitaron a estos pastores a recibir al Cordero de Dios (Joh 1:36) que quitaría los pecados de todo el mundo para siempre.2.8-15 ¡Qué anuncio de nacimiento! Los pastores se aterrorizaron, pero su temor se convirtió en gozo al recibir de los ángeles el anuncio del nacimiento del Mesías. Primero corrieron a ver a la criatura; luego divulgaron la noticia. Jesús es su Mesías, su Salvador. ¿Procura reunirse con El cada día mediante la oración y la Palabra? ¿Ha descubierto usted a un Dios tan maravilloso que no puede dejar de testificar de su gozo a sus amigos?2.9, 10 ¡Ya ocurrió el hecho más grande de la historia! ¡El Mesías nació! Por siglos los judíos lo esperaron y cuando al fin sucedió, el anuncio vino a los humildes pastores. Las buenas nuevas acerca de Jesús es que El va a todos, tanto al rico como al pobre. Llega a cualquiera que tenga corazón humilde y desee aceptarlo. No importa quién sea, ni lo que haga, usted puede tener a Jesús en su vida. No piense que necesita cualidades extraordinarias, El lo acepta tal como es.2.11-14 Algunos de los judíos esperaban al Mesías para que los librara del poder romano, otros esperaban que los librara de limitaciones físicas. Pero Jesús, al mismo tiempo que curaba enfermedades y establecía su reino espiritual, los libraba del pecado. Dejó atrás todas sus expectativas. Pagó el precio del pecado y abrió el camino hacia Dios. El nos ofrece más que cambios superficiales, políticos o físicos. Nos ofrece nuevos corazones que serán nuestros por la eternidad.2.14 La historia del nacimiento de Jesús resuena con música que ha servido de inspiración a los compositores durante dos mil años. El cántico de los ángeles aún es favorito. A menudo llamado Gloria, es la primera palabra usada en la traducción latina de este verso, la base de obras corales modernas, villancicos tradicionales de Navidad y melodías litúrgicas antiguas.2.21-24 Las familias judías acostumbraban llevar a cabo ceremonias luego del nacimiento de una criatura. (1) Circuncisión. A cada niño se le circuncidaba y se le ponía nombre después del octavo día de su nacimiento (Lev 12:3; Luk 1:59-60). La circuncisión simbolizaba la separación de judíos y gentiles y su relación especial con Dios (véase nota a 1.59). (2) Redención del primogénito. El hijo primogénito se presentaba un mes después de su nacimiento (Exo 13:2, Exo 13:11-16; Num 18:15-16). La ceremonia incluía volver a comprar «redimir», el niño de Dios mediante una ofrenda. Además, los padres tenían en mente que el niño pertenecía a Dios, quien es el único que tiene poder para dar vida. (3) Purificación de la madre. Cuarenta días después del nacimiento de un hijo y ochenta días después del nacimiento de una hija, la madre permanecía impura ceremonialmente y no podía entrar al templo. Al final del tiempo de separación, los padres iban y traían un cordero para ofrecerlo y una paloma en ofrenda por el pecado. El sacerdote podía sacrificar estos animales y declarar su pureza. Si un cordero era caro, los padres podían traer una segunda paloma en su lugar. Esto es lo que María y José hicieron.Jesús era el Hijo de Dios y su familia llevó a cabo estas ceremonias de acuerdo a las leyes de Dios. El no nació bajo la Ley, en cambio y a pesar de esto, la cumplió a la perfección.2.28-32 Cuando María y José llevaron a Jesús al templo para dedicarlo a Dios, se encontraron con un anciano que les dijo lo que este niño sería. El cántico de Simeón se le llama a menudo Nunc Dimitis, expresión que viene de las primeras palabras de la traducción latina de este mensaje. Simeón pudo morir en paz porque vio al Mesías.2.32 Los judíos estaban al tanto de las profecías del Antiguo Testamento que hablaban de las bendiciones del Mesías a su nación. No siempre daban igual atención a las profecías que anunciaban que no solo salvaría a los judíos, sino a todo el mundo. (véase, por ejemplo, Isa 49:6). Muchos pensaban que El vino a salvar solamente a su pueblo. Lucas aseguró a su audiencia judía que Jesús vino a salvar a todo aquel ELISABETEn sociedades como la israelita en las que el valor de la mujer se medía por su habilidad para concebir hijos, no tenerlos, a menudo, conducía a dificultades personales y vergüenza. Para Elisabet, su esterilidad significó soledad y sufrimiento, sin embargo, permaneció fiel a Dios.Elisabet y Zacarías provenían de familias sacerdotales. Cada año Elisabet tenía que separarse de su esposo durante dos semanas a fin de que este fuera al templo de Jerusalén a realizar sus tareas de sacerdote. Después de uno de esos viajes Zacarías volvió emocionado y mudo. Su noticia era una sorpresa maravillosa. ¡Sus sueños perdidos serían una emocionante realidad! Pronto Elisabet quedaría embarazada, y sabía que aquel era el regalo de Dios que tanto habían anheladoLas noticias corrían raudas entre la familia. Casi cien kilómetros al norte en Nazaret, María, la parienta de Elisabet, también sorpresivamente descubrió que estaba encinta. Poco después de recibir el mensaje del ángel de que daría a luz al Mesías, María fue a visitar a Elisabet. De pronto, las unieron los dones únicos que Dios les había concedido. Elisabet sabía que el Hijo de María sería aún mucho más importante que el de ella, porque Juan sería su mensajero.Cuando el niño nació, Elisabet insistió en el nombre que Dios le había dado: Juan. Cuando Zacarías escribió que estaba de acuerdo, recuperó el habla y todos en el pueblo se preguntaban qué llegaría a ser aquel niño extraordinario.Elisabet susurraba alabanzas al cuidar aquel regalo de Dios. Al saber lo de María tiene que haberle maravillado lo oportuno que es Dios. Las cosas marchaban incluso mucho mejor de lo que ella hubiera podido planear. En nuestras vidas, debemos recordar que Dios tiene las riendas de todo. ¿Cuándo hizo la última pausa para reconocer que Dios determina el momento en los hechos de su vida?Puntos fuertes y logros :– Conocida como una mujer profundamente espiritual– Mostró no tener dudas acerca de que Dios podía cumplir con sus promesas– Madre de Juan el Bautista– La primer mujer, aparte de María, en oír del Salvador que veníaLecciones de su vida :– Dios no olvida a quienes le son fieles– Los métodos y el tiempo de Dios no tienen que ser los que esperamosDatos generales :– Ocupación: ama de casa– Familiares: Esposo: Zacarías. Hijo: Juan el Bautista. Parienta: María– Contemporáneos: José, Herodes el GrandeVersículos clave :»¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor» (Luk 1:43-45).La historia de Elisabet se narra en Luk 1:5-80.La maternidad es un privilegio doloroso. La joven María tuvo el privilegio único de ser madre del mismo Hijo de Dios. Aun así, los dolores y el placer de su maternidad los comprenden cualquier madre. María fue el único ser humano presente en el nacimiento de Jesús que también actuó como testigo de su muerte. Lo vio llegar como su bebé y lo vio morir como su Salvador.Hasta la sorpresiva visita de Gabriel, la vida de María se desarrollaba tan bien como ella esperaba. Hacía poco se había comprometido con un carpintero de la localidad, José, y esperaba la vida de casada. Sin embargo, la vida de María cambiaría para siempre.Los ángeles no suelen concertar citas antes de su visita. Como si la felicitaran como la ganadora de un concurso en el que nunca participó, María encontró el saludo del ángel intrigante y su presencia estremecedora. Lo que escuchó de inmediato fueron las noticias que casi cada mujer en Israel esperaba oír: su hijo sería el Mesías, el Salvador prometido. María no dudó del mensaje, pero preguntó cómo sería posible la concepción. Gabriel le respondió que el bebé sería el Hijo de Dios. Su respuesta era una que Dios espera pero no recibe de muchas personas: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Luk 1:38). Más adelante, su cántico de gozo a Elisabet muestra lo mucho que conocía a Dios, sus pensamientos estaban llenos con las palabras del Antiguo Testamento.Pocas semanas después de su nacimiento, llevaron a Jesús al templo para dedicarlo a Dios. Allí José y María se encontraron con dos profetas, Simeón y Ana, que reconocieron en el niño al Mesías y alabaron a Dios. Simeón mencionó a María algunas palabras que quizás esta recordó muchas veces en los años siguientes: «Una espada traspasará tu misma alma» (Luk 2:35). Gran parte del doloroso privilegio de la maternidad sería ver a su Hijo rechazado y crucificado por la gente que vino a salvar.Podemos imaginar que aunque hubiera sabido lo que sufriría al ser la madre de Jesús, hubiera respondido lo mismo. ¿Está usted, como María, dispuesto a que Dios lo use?Puntos fuertes y logros :– Madre de Jesús, el Mesías– Unico ser humano que estuvo con Jesús desde su nacimiento hasta su muerte– Dispuesta a ser útil a Dios– Conocía y aplicaba la Palabra de DiosLecciones de su vida :– Los mejores siervos de Dios son, con frecuencia, gente sencilla y dispuesta a servirle– Los planes de Dios incluyen hechos extraordinarios en gente sencilla– El carácter de una persona se revela por su respuesta a lo inesperadoDatos generales :– Dónde: Nazaret, Belén– Ocupación: Ama de casa– Familiares: Esposo: José. Parientes: Zacarías y Elisabet. Hijos: Jesús, Jacobo, José, Judas y Simón, más hijasVersículo clave :»He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Luk 1:38).La historia de María se narra a través de los Evangelios. También se menciona en Act 1:14.2.33 José y María se maravillaron por tres razones: Simeón dijo que Jesús era un don de Dios; lo reconoció como el Mesías; y agregó que Jesús sería la luz para todo el mundo. Esta era, al menos, la segunda vez que recibían a María con una profecía relacionada con su Hijo; la primera fue cuando Elisabet la recibió como la madre de su Señor (1.42-45).2.34, 35 Simeón profetizó que Jesús sería una señal paradójica. Algunos caerían por causa de El (véase Isa 8:14-15), mientras que otros se levantarían (véase Mal 4:2). Con Jesús no habría una posición neutral, la gente lo aceptaría con alegría o lo rechazaría por completo. Como la madre de Jesús, sufriría debido al rechazo generalizado que El enfrentaría. Esta es la primera nota triste en el Evangelio de Lucas.2.36 A pesar de que Simeón y Ana eran muy ancianos, tenían la esperanza de que verían al Mesías. Guiados por el Espíritu Santo, fueron los primeros en testificar de Jesús. En la cultura judía, los ancianos eran muy respetados y las profecías de Simeón y Ana tenían un peso mayor debido a la edad avanzada. Nuestra sociedad, sin embargo, valora más la juventud que la sabiduría y las contribuciones potenciales que provengan de mayores ni se toman en cuenta. Como cristianos, debiéramos invertir dichos valores cuando sea posible. Estimule a los ancianos para que trasmitan su sabiduría y experiencia. Escuche atentamente cuando hablen. Ofrézcales su amistad y ayuda para encontrar vías a fin de que continúen el servicio a Dios.2.36, 37 Ana era llamada profetisa, lo que significa que tuvo un acercamiento a Dios poco común. Los profetas y profetisas no necesariamente predecían el futuro. Su papel principal era hablar de parte de Dios y proclamar su verdad.2.39 ¿Regresaron María y José de inmediato a Nazaret o permanecieron en Belén por un tiempo (como deja implícito Mateo 2)? Al parecer, hay un vacío de varios años entre los versículos 38 y 39, suficiente para que encontraran casa en Belén, escaparan a Egipto de la ira de Herodes y regresaran a Nazaret cuando la situación fuera segura.2.40 No sorprende que Jesús demostró más sabiduría de la acostumbrada con su edad, puesto que permaneció en contacto con su Padre celestial. Dios dice, en Jam 1:5, que está dispuesto a conceder sabiduría en abundancia a los que la piden. Como Jesús, podemos crecer en sabiduría caminando con Dios.2.41, 42 De acuerdo a las leyes de Dios, a cada hombre se le requería que fuera a Jerusalén tres veces al año para las grandes fiestas (Deu 16:16). La Pascua se celebraba en la primavera, le seguía de inmediato toda una semana, la Fiesta de los Panes sin Levadura. La Pascua conmemora la noche de la huida de los judíos de Egipto, cuando el ángel del Señor dio muerte a los primogénitos de Egipto y pasó por alto los hogares de los israelitas (Exo 12:21-36). La Pascua era la más importante de las tres fiestas anuales.2.43-45 A los doce años de edad, a Jesús lo consideraron casi un adulto, de ahí que no pasó mucho tiempo con sus padres en la fiesta. Los que asistían a estas festividades, a menudo viajaban en caravanas para protegerse de los asaltos en los caminos de Palestina. Se acostumbraba que mujeres y niños viajaran al frente de la caravana y que los hombres cerraran la marcha. A los doce años, un niño podía participar en cualquiera de los dos grupos y María y José pensaron que Jesús estaba en el grupo del otro. Pero cuando la caravana dejaba Jerusalén, Jesús se quedó cautivado en su discusión con los líderes religiosos.2.46, 47 La escuela del templo, una clase de seminario, fue famosa a través de Judea. El apóstol Pablo estudió allí bajo la enseñanza de Gamaliel, uno de los maestros más famosos (Act 22:3). Durante la Pascua, los más destacados rabinos de la tierra se reunían para enseñar y discutir las grandes verdades. La venida del Mesías, sin duda, era un tópico de discusión popular para todo el mundo que esperaba su pronta aparición. Jesús era lo suficiente maduro como para escuchar y responder preguntas. No era su juventud, sino la profundidad de sus pensamientos lo que asombraba a estos maestros.2.48 María tuvo que dejar ir a su hijo y permitirle que se convirtiera en un hombre, el Hijo de Dios, el Mesías. Temerosa de no ser lo bastante cuidadosa con el niño que Dios le dio, lo buscó desesperada. Pero ella buscaba a un niño, no al joven que sorprendía a los líderes religiosos con sus preguntas. Es difícil dejar ir a personas o proyectos que hemos forjado. Es tierno y doloroso a la vez ver a nuestros hijos convertidos en adultos, nuestros alumnos en profesores, nuestros subordinados en jefes, nuestras inspiraciones en instituciones. Pero cuando llega el tiempo en que debemos dejar ir, hay que hacerlo a pesar de nuestro dolor. Luego nuestros protegidos pueden ejercitar sus alas, y alzar el vuelo y elevarse al Dios altísimo destinado para ellos.2.49, 50 Esta es la primera insinuación de que Jesús era el Hijo de Dios. Sin embargo, a pesar de dar a entender que conocía a su verdadero Padre, Jesús no rechazaba sus padres terrenales. Volvió a Nazaret con María y José y vivió bajo su autoridad por otros dieciocho años. El pueblo de Dios no desprecia las relaciones humanas ni las responsabilidades familiares. Si el Hijo de Dios, Jesucristo, obedeció a sus padres humanos, ¡cuánto más nosotros debiéramos honrar a los miembros de nuestra familia! El ser enviado para trabajar en la obra de Dios no justifica la negligencia con la familia.2.50 Los padres de Jesús no entendieron lo que quiso decir cuando hablaba de la casa de su Padre. No dedujeron que hacía una distinción entre su padre terrenal y su Padre celestial. A pesar de que sabían que El era Hijo de Dios, no entendían qué involucraba su misión. La otra parte es que lo debían criar junto con sus hermanos (Mat 13:55-56) como un niño normal. Sabían que era especial, pero desconocían qué tenía El en mente.2.52 La Biblia no narra ningún acontecimiento en los próximos dieciocho años en la vida de Jesús, pero El aprendía y maduraba. Como el mayor en una familia numerosa, ayudó a José en la carpintería. Tal vez José murió en este lapso; dejando en manos de Jesús la responsabilidad de cuidar a la familia. Las rutinas normales de su vida cotidiana le dieron una comprensión sólida de la gente de Judea.2.52 El segundo capítulo de Lucas nos muestra que aunque Jesús era especial, tuvo una niñez y una juventud normales. En términos de desarrollo, era como nosotros. Creció física y mentalmente, se relacionó con otros y Dios le amó. Una vida humana íntegra no está desequilibrada. Fue importante para Jesús, y debiera serlo para todos los creyentes, desarrollar armoniosamente cada uno de estos campos básicos: físico, mental, social y espiritual.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “del Emperador”. Lat.: Caé·sa·re.

(2) Lit.: “la habitada”. Gr.: ten oi·kou·mé·nen, fem. sing., con referencia a la tierra.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 111 Dan 11:20

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

César Augusto. Primer emperador romano; gobernó del 27 a.C. al 14 d.C. Durante su gobierno, terminó la guerra civil romana e instituyó la Paz Romana. En el vers. 3, Lucas da a entender que el decreto de Augusto trajo como resultado el nacimiento de Jesús en Belén (cp. Mi 5:2).

un censo. El propósito de hacer censos era para colectar impuestos.

Fuente: La Biblia de las Américas

César Augusto reinó desde el año 27 a.C. hasta el 14 d.C.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

27 (B’) Discurso de los ángeles sobre el significado del niño Jesús recostado en el pesebre (2,1-20). Esta sección es un compendio de la maestría artística de Lucas. Asume las tradiciones de que María y José eran naturales de Nazaret y de que Jesús nació en Belén (cf. nn. 9-11.13 supra). Relaciona estos hechos con Herodes el Grande, César Augusto y Cirino, bajo cuyo gobierno se realizó un censo. Y, en torno y, a través de estas tradiciones y personajes, entreteje ocho de sus temas preferidos (alimento, gracia, alegría, humildad, paz, salvación, actualidad, universalismo) para elaborar un exquisito tapiz teológico.

28 Esta sección puede estructurarse como sigue: 2,1-7 (escenario y nacimiento de Jesús); 2,8-14 (discurso angélico sobre el significado de Jesús); 2,15-20 (reacciones al discurso de los ángeles). La clave para descubrir el significado de 2,1-20 está en 2,11-14. En estos versículos podemos oír la voz de Lucas. En 1,51-53 y 1,69-71, recogía tradiciones que presentaban a Jesús como un Mesías davídico de tipo militar. Con su modo típico de yuxtaponer y hacer resaltar, de este modo, el valor permanente de las diversas comprensiones de Jesús y de su ministerio (cf. H. Flender, St. Luke [Filadelfia 1967] 8-35; E. Schweizer, Luke [Atlanta 1982]), Lucas presenta ahora a Jesús como el Mesías davídico que trae el don escatológico de la paz. Hacia el final de su relato del ministerio pacífico de Jesús, Lucas evocará en 19,38 lo que el coro de ángeles dijo sobre Jesús en su nacimiento (2,14). Desde la impotencia de su infancia, Jesús es quien salva y trae la paz a todos, en fuerte contraste con el poderoso gobernante romano, César Augusto, a quien el culto imperial celebraba como artífice de la paz. La revelación angélica del significado de Jesús es aceptada por humildes pastores y es meditada por María, modelo para los creyentes de la necesidad de la reflexión y de la integración de la paz. Cf. Schneider, Lukas 64-68.

29 1-3. En los vv. 1-3 aparecen ciertos problemas de índole histórica. Cirino fue gobernador de Siria en los años 6-7 d.C., y no durante el reinado de Herodes (cf. 1,5), quien reinó desde el 37 al 4 a.C.; no hay evidencia extralucana de que, en tiempos de Augusto, se realizase un ceso mundial o que la gente fuera obligada a inscribirse en la población de sus antepasados. Como también muestra en Hch 5,37, Lucas no poseía una buena memoria sobre el censo. En todo caso, con la mención del censo Lucas no pretendía seguir los cánones del orden histórico, sino los de la promesa-cumplimiento (cf. 1,1-4). El evangelista lo utiliza para que María y José viajen desde Nazaret a Belén, la ciudad de David, donde nacería el prometido heredero al trono (Miq 5,1). Cf. BBM 547-56. 1. César Augusto: Lucas establece un sutil contraste entre este gobernante romano (27 a.C.-14 d.C.), que fue mitificado como artífice de la paz, y Jesús, el que salva (2,11) y trae la paz (2,14). La inscripción de Priene alaba a Augusto como «[un salvador] que ha hecho cesar la guerra y que pondrá todo en [pacífico] orden» (F. VV. Danker, Benefactor [St. Louis 1982] 217). Cuando Lucas escribió su evangelio 70 años después de la muerte de Augusto, el culto imperial y el calendario asiático, cuyo año nuevo coincidía con el día del nacimiento de Augusto (23 de septiembre), mantenían viva la memoria de Augusto como el benefactor del mundo entero. Cf. S. R. F. Price, Rituals and Power (Cambridge 1984) 54-56.61.106. 4. Se resalta la procedencia davídica de Jesús; cf. 1,27.32-33.69-71.7. primogénito: Se ha sugerido (E. LaVerdiere, Emmanuel 89 [1983] 544-48) que prótotokos sería más afín al contexto cristológico de 1,5-2,52 si fuese traducido por «primogénito» (de Dios). Véanse los paralelos en Col 1,15.18; Heb 1, 6; Ap 1,5. Sin embargo, esto parece menos sutil que comprenderlo como un modo con el que Lucas prepara la escena de la presentación del «primogénito» en 2,23. pañales: cf. Sab 7,4: como el rey Salomón, su predecesor en el trono davídico, Jesús viste las galas de la humanidad. pesebre: En sintonía con el gran interés lu­cano en el tema del alimento (cf. Karris, Luke 47-48), el pesebre, que de nuevo aparece en 2,12.16, debe interpretarse como el símbolo de que Jesús es el sustento del mundo, posada: No parece haber ninguna diferencia significativa entre la palabra gr. (katalyma), empleada aquí y en 22,11, y el también término gr. (pandocheion), que se encuentra en 10,34. La «posada» parece referirse a un albergue, de 13 x 21 m, que tenía dos plantas. Los animales se encontraban en el patio interior. La cocina y las otras habitaciones de servicio se hallaban en el primer piso. Los dormitorios, algunos bastante amplios, estaban en el segundo piso. Cf. L. Casson, Travel in the Ancient World (Toronto 1974) 197-218. Para crear y subrayar el importante valor simbólico que atribuye al pesebre, que menciona tres veces (2,7.12.16), Lucas dice que no había ninguna habitación disponible en la posada. Aunque nacido en humildes circunstancias y sin apenas hospitalidad, Jesús será el único anfitrión para una humanidad hambrienta. Ya crecido, y a punto de entregar su vida como siervo, Jesús será quien organice, en una posada (22,11), una comida, que sus discípulos continuarán en su memoria.

30 8. pastores: Se evoca el origen humilde de David como pastor (cf. 1 Sm 16,1-3) al describir a los que son los destinatarios privilegiados de una visión de su sucesor. Pero más ampliamente, y en línea con el tema lucano de la pobreza, se trata también de aquellos hu­mildes «sarnosos, malolientes y sucios pasto­res, que, por su impureza ritual, son un estímulo para todos los que carecían de una posición religiosa» (Danfcer, Jesús and the New Age 27). Cf. también Marshall, Gospel 96. 10. Vuelve a sonar el tema lucano de la alegría ante la intervención salvífica de Dios en la historia humana (cf. 1,28.46.58). hoy: La salvación de Dios no pertenece a un futuro distante, sino que está ya realizándose. Este tema lucano se desarrolla a lo largo y ancho de todo el evangelio: 4,21; 5,26; 12,28; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61; 23,43. Salvador: El Salvador de la humanidad es Jesús, no el pacificador César Augusto. Este tema lucano ha sido bien estudiado por I. H. Marshall, Luke: Historian and Theologian (Grand Rapids 1971). Para Lucas, la salvación significa el restablecimiento de la integridad, la liberación del pecado y el final de la lejanía de Dios (cf. FEL, I, 373-75); pero también incluye su dimensión inmanente: En Jesús, Dios está con los pecadores (19,5.10; 23,43); Jesús salva (8,36) del aislamiento autodestructivo para devolver a la persona a la comunión humana. Cf. R. J. Karris, CurTM 12 (1985) 346-52. 12. De nuevo aparece el signo del pesebre. 14. gloria: Dios ha dado en Jesús el don escatológico de la paz. Los signos de la paz y no los de las armas mundanas adornan el escudo del Rey Jesús. Cuando Jesús llegue a Jerusalén, será aclamado con un saludo de paz (19,38). hombres y mujeres favorecidos por Dios: El tema lucano de la gracia de Dios hacia los seres humanos saca a relucir otra dimensión del nacimiento davídico.

31 15. Los pastores responden con entusiasmo a la buena nueva de los ángeles. 16. pesebre: Los pastores hallan el signo dado por el ángel (v. 12). Pero este «signo» no sólo atestigua la veracidad del mensaje del ángel, sino que, más bien, corrobora y ejemplifica el mensaje de que Jesús es el Salvador (v. 11). «El que ha nacido es también un salvador. A esto se refiere su presencia significativa en el pesebre, el signo de que Dios es quien alimenta a su pueblo» (C. H. Giblin, CBQ 29 [1967] 100). 17. dieron a conocer: Los pastores cuentan a los demás, María y José incluidos, la buena nueva, que completa la que se anunció a María en 1, 31-33 y la que ella misma y Zacarías anunciaron, respectivamente, en 1,46-55 y 1,68-79. El sentido y destino del niño Jesús es como un diamante cuyos lados ilumina Lucas desde diferentes perspectivas. 19. meditaba: María da vueltas en su cabeza a los acontecimientos, esp. a la buena nueva angélica, intentando dar con su sentido. No capta inmediatamente el significado completo de la acción de Dios en Jesús. El v. 19 se convierte en un estribillo en 2,51 y en la expresión del proceso de fe de María (cf. 8,19-21; 11,27-29; Hch 1,14). María es la creyente modelo.

32 (C’) Discurso de Simeón sobre el significado del niño Jesús al ser presentado en el templo (2,21-40). Junto al «Nunc Dimittis» (2,29-32), Lucas utilizó como fuente para esta sección el relato de Ana y Elcaná de 1 Sm 1-2. A Elcaná y su estéril mujer Ana les nace Samuel, que es presentado al Señor. El anciano sacerdote, Eli, acepta la consagración de su hijo al santuario de Siló, y bendice a los padres. Lucas ha ampliado estas fuentes con sus temas del cumplimiento de la promesa, templo, universalismo, rechazo, testimonio y mujeres. Estructura su relato como sigue: 2,21-24 es el escenario para el doble testimonio de Simeón y Ana en 2,25-38; 2,39-40 constituye la conclusión. El centro teológico del conjunto se encuentra en 2,29-32. Como resulta evidente en su composición de los discursos en Hechos, Lucas manifiesta un gran talento en la mezcla de la tradición con su propia teología y en la relación entre discursos. Cf. P. Schubert, JBL 87 (1968) 1-16. Este mismo talento se manifiesta en los contrastes y desarrollos de los discursos de 1,5-2,52 (1,46-55; I, 68-79; 2,14; 2,29-32): el Mesías davídico, Jesús, no es sólo el Salvador de unos pocos, aunque sean los elegidos, sino de todos; vence a sus enemigos mediante la paz. En 2,29-32 resuena el tema lucano del universalismo, que es su sello distintivo.

33 21. para circuncidarle: Jesús es circuncidado, como Juan, su precursor (1,59), y así es «formalmente marcado como miembro del pueblo de Dios, mediante el que el mundo obtendría la salvación» (C. Stuhlmueller, JBC, art. 44 §21). Lucas remite a 1,31 y al nombre de Jesús («Dios salva»), 22. la ley de Moisés: cf. también 2,23.24.27.39. «La intención de Lucas es subrayar la fidelidad a la ley mosaica. La gran novedad de la actuación salvífica de Dios entra en la historia humana a través de una aceptación de su palabra, expresada en la ley» (FEL, II, 245-46). La ley sobre la purificación se encuentra en Lv 12,2-8: 2,22 alude a Lv 12,6, y 2,24 a Lv 12,8. La ley sobre la consagración del varón primogénito se halla en Ex 13,1-2. Al tener el niño 5 meses, debía ser rescatado con cinco siclos (Nm 3,47-48; 18,15-16). Lucas no menciona esta última ley, sino que, en su lugar, introduce la presentación de Jesús, sobre la que no existe regulación alguna en el AT. Parece que el evangelista subraya la presentación del consagrado para evocar la presentación de Samuel en 1 Sm 1,22-24, y dos de sus favoritos pasajes interpretativos del AT: El Señor entra en su templo (Mal 3,1-2); Jesús entra en el templo como el Santísimo que tenía que venir al término de las setenta semanas de años (Dn 9,24). Cf. BBM 445-46. Jerusalén: Lucas emplea aquí la forma Hierosolyma, que utilizará también en 13,32; 17,28; 23,7, y 25 veces en Hechos. En 2,25 utiliza el gr. lerousalém, una forma que utilizará 26 veces en el evangelio y 39 en Hechos. Los intentos de precisar la distinción teológica entre estos dos términos gr. no han tenido éxito. La yuxtaposición de las dos formas diferentes en 2,22.25 y Hch 1,4.8 puede revelamos la intención literaria de Lucas. Al utilizar la forma indirecta de la etimología estándar en el mundo mediterráneo antiguo, Lucas muestra, por vía de yuxtaposición, que Hierosolyma, que es más original y significa «Santa Salem» o «santo lugar», es el origen etimológico de la voz secundaria lerousalém. Cf. D. D. Sylva, ZNW 74 (1983) 207-21. Jerusalén es un tema importante en Lucas, un símbolo de la bendición de Dios y de la continuidad entre promesa y cumplimiento, entre judaismo y el Israel reconstituido, que se extiende desde Jerusalén hasta los confines de la tierra (Hch 1,8).

34 25. Simeón: Este anciano, cuyo nombre significa «Dios ha escuchado», es presentado de forma similar a los padres del Bautista (1,6). consolación de Israel: El trasfondo de esta expectación de una acción salvífica de Dios se halla en Is 40,1 (LXX) y 66,12-13 (LXX). Espíritu Santo: El don de esta vida creativa «no produce satisfacción religiosa, sino hambre y sed de consumación… La inminencia del cumplimiento domina la vida de Simeón y la de aquellos que lo oyen» (Schweizer, Good News 56). 27. templo: Aunque Simeón no es sacerdote, tanto él como Ana personifican la esencia del culto del templo: el servicio a Dios. La escena está ya preparada para el «Nunc Dimittis» de Simeón, pues tanto «la ley, como el espíritu profético y el culto en el templo, tienen como función preparar la escena donde aparece la grandeza de Jesús» (BBM 53). 29. El vocabulario de los vv. 29-32 parece proceder del profeta Isaías: 59,9-10; 49,6; 46,13; 42,6; 40,5 (ibid. 458). 30. salva­ción: Este tema ya ha resonado a través de los discursos de 1,5-2,52; en ocasiones con cierta tensión teológica: 1,47; 1,71.77; 2,11. 31-32. La salvación de Dios en Jesús se extiende abarcando a Israel, el pueblo de Dios, y, posteriormente, a las otras naciones (cf. 24,44-47). Las naciones no pueden ser meramente consideradas como gobiernos que hay que derribar (1,51-53) o como enemigos a los que vencer (1,69-71); también son herederas de las promesas de Dios. 34. Como anticipación de un extenso tema de su evangelio, Lucas indica que muchos miembros del pueblo elegido por Dios rechazarán a Jesús (cf. 4,16-30). Indirectamente anuncia también el tema de la cruz. 35. espada: El paralelo más claro del AT es Ez 14,17, la espada discriminante. «La imagen es la de una espada de juicio selectivo, que destruye a unos y perdona a otros, una espada para discriminar y no solamente para castigar…» (BBM 464). También María, la creyente modelo, tendrá que decidirse a favor o en contra de la revelación de Dios en Jesús; los vínculos familiares no suscitan la fe. 36. Ana: Su nombre significa «gracia, favor». Como Simeón, personifica la espera del Señor. Ella ofrece su silencioso testimonio del sentido de Jesús para quienes anhelan la redención. La pareja formada por Simeón y Ana se relaciona con la formada por Zacarías e Isabel en el cap. 1, y anticipa un tema fundamental de Lucas: «Lucas expresa mediante esta estructuración que el hombre y la mujer están juntos, uno junto a otro, en la presencia de Dios. Son iguales en honor y gracia, poseen los mismos dones y tienen las mismas responsabilidades (cf. Gn 1,27; Gál 3,28)» (Flender, Luke [→28 supra] 10). A lo largo de evangelio encontraremos también otras parejas: la viuda de Sarepta y Naamán (4,25-28), la curación del endemoniado y la suegra de Pedro (4,31-39), el centurión de Cafarnaún y la viuda de Naín (7,1-17), Simón y la mujer pecadora (7,36-50), las mujeres en la tumba y los discípulos de Emaús (23,55-24,35), Lidia y el carcelero de Filipos (Hch 16,13-34). 39. Nazaret: Lucas concluye su desarrollo temático del sentido de la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén con el viaje de la sagrada familia a Nazaret. De nuevo volverán al templo en 2,41-52. 40. se fortalecía: Véase la descripción de Juan en 1,80. favor de Dios: Ecos de 1 Sm 2,21.26, la historia de Samuel, que tanto ha influido en el relato lucano de 2,21-40.

35 (D) Pasaje de transición: Conclusión de la obertura de Lucas; declaración de Jesús sobre sí mismo; anticipación del futuro viaje de Jesús, Hijo de Dios, desde Galilea a Jerusalén (2,41-52). La fuente de este pasaje parece ser un relato de declaración prelucano que desconocía la concepción virginal de Jesús, y cuyo centro es la declaración de Jesús sobre su relación con el Padre en el v. 49. El núcleo del relato sería 2,41-43.45-46.48-50. Las modificaciones se encuentran en los vv. 44.47.51-52, y el tema del «deber» del v. 49. Cf. MNT 157-62. El relato puede haber tenido su origen en la tendencia humana a proyectar el hombre adulto en el niño que una vez fue. Un provechoso paralelo se encuentra en Josefo, Ant. 5.10.4 §348, donde se presenta a Samuel, el hijo de Elcaná y Ana, profetizando a los 12 años, aunque 1 Sm 3 no mencione específicamente la edad que entonces tenía. Lucas usó este relato porque le permitía profundizar en sus temas sobre la cruz, la fe, la paternidad, el deber, el templo y el camino/viaje.

36 41. pascua: Las normas para la fiesta de la Pascua se encuentran en Éx 23,17; 34,23; Lv 23,4-14. Percibimos también una alusión a las peregrinaciones anuales de Elcaná y Ana (cf. 1 Sm 1,3.21; 2,19). 42. subieron a Jerusalén, según la costumbre: El acento recae en la familia de Jesús y su devota observancia de la ley, que constituyen el ambiente propio en el que creció. Este relato anticipa el «posterior viaje de Jesús a Jerusalén» (9,51-19,27) con sus discípulos, revelando con palabras y obras la relación con su Padre. Cf. La Verdiere. Luke 39. 44. Este versículo parece ser un recurso literario mediante el que Lucas realza ante sus lectores la ansiedad de los padres. 46. en el templo: Lucas comenzó su obertura en el templo de Jerusalén (1,5-25), y, de igual modo, la concluye en el templo. Esta gran inclusio nos prepara para el final del evangelio, que presenta a los discípulos en el templo alabando a Dios. 47. Conexión con el motivo sapiencial de 2,40. 49. Todo el relato ha ido preparando el terreno para esta «frase clave» en la que Lucas recoge las primeras palabras de Jesús. Ya no son Gabriel, ni María, ni Zacarías ni los ángeles o Simeón quienes declaran quién es Jesús, sino que es él mismo quien lo hace, debo: La palabra gr. dei connota la idea de necesidad, que aparece frecuentemente en el evangelio (18 veces) y en Hechos (22 veces); «expresa un sentido de obligación divina, considerada como obediencia a un mandato o profecía de la Escritura, o como conformidad de los acontecimientos a la voluntad de Dios. En este contexto, la necesidad reside en la inherente relación de Jesús con Dios, que exigía una obediencia total» (Marshall, Gospel 129). Cf. además C. H. Cosgrove, NovT 26 (1984) 168-90. en la casa de mi Padre: Éste parece ser el significado de la difícil frase gr. en tois tou patros mou, que también podría significar «(comprometido) en los asuntos de mi Padre» o «entre los que pertenecen a mi Padre» (cf. FEL, II, 286-88). Jesús no demuestra el significado de estas palabras mediante milagros, como sí ocurre en los evangelios apócrifos, esp., en el Evangelio de la infancia de Tomás. Todo lo contrario, las corrobora ocultándose, participando en la vida cotidiana de su familia «en el casi totalmente inimaginable ambiente limitado y primitivo de un pequeño pueblo del Próximo Oriente» (Schweizer, Good News 64). 50. no comprendieron: Los padres de Jesús no entienden que su relación con Dios tenga prioridad sobre la relación familiar. La espada discriminante, de la que habló Simeón en 2,35, entra en acción. 51. vivió sujeto a ellos: El Hijo de Dios, voluntariamente, se somete a obediencia. Así, este relato «prefigura la cruz, insistiendo en que Jesús mantuvo su identidad en su condición de Siervo» (R. E. Brown, Worship 51 [1977] 485). María, la creyente modelo, continúa, en su proceso de fe, meditando sobre el sentido y destino de su hijo (cf. 2,19). 52. Véase el estribillo de 2,40.

37 (III) Preparación del ministerio público de Jesús (3,1-4,13). Tras una sección dedicada a Juan Bautista (3,1-20), en la que Lucas muestra que las respuestas que se dieron a su ministerio son similares a las del ministerio de Jesús, Lucas consagra tres secciones a la pregunta sobre quién es este Jesús que realiza su ministerio en Galilea, en el camino hacia Jerusalén y, finalmente, en Jerusalén. Él es el Hijo amado de Dios y agente del Espíritu Santo (3,21-22); la culminación del plan divino sobre la creación (3,23-28); el Hijo fiel que vence a las potencias del mal (4,1-13).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

En estos versículos se nos refiere la historia de un nacimiento el nacimiento del Hijo encarnado de Dios, nuestro Señor Jesucristo. El nacimiento de cualquiera niño es siempre un acontecimiento maravilloso, puesto que agrega un ser más al número de almas inmortales Más desde el principio del mundo no hubo nacimiento alguno tan sorprendente como el de Cristo. Este fue en sí mismo un milagro: «Dios fue manifestado en la carne.» 1Ti 3:16. Los bienes que trajo al mundo son indecibles: abrió al hombre la puerta de la vida eterna.
Al leer estos versículos, observemos primeramente cuando nació Cristo. Fue en los días en que Augusto, el primer emperador Romano, expidió «un edicto para que toda la tierra fuese empadronada..
La sabiduría de Dios se manifiesta en este simple hecho. El cetro estaba alejándose prácticamente de Judá. Gen 49:10. Los Judíos principiaban á caer bajo un dominio extranjero, y ya tenían que rendirle tributo. Extranjeros comenzaban á gobernarlos. Su autonomía é independencia habían desaparecido. Había llegado el «tiempo oportuno» para que se presentara el Mesías prometido. Augusto empadrona «la tierra,» y á la vez nace Cristo.
Era una época señaladamente propicia para introducir el Evangelio del Cristo. Al fin había llegado el día en que todo el mundo civilizado estaba gobernado por un señor. Dan 2:40. Nada había que al predicador de la nueva fe impidiese ir de ciudad en ciudad, y de país en país. Los príncipes y sacerdotes del mundo pagano habían sido pesados en la balanza y habían sido hallados escasos. Egipto, Asiría, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, todos estos reinos habían probado sucesivamente que «el mundo por medio de su sabiduría, no ha conocido á Dios.» 1Co 1:21. Sin embargo de sus poderosos conquistadores, y de sus distinguidos poetas, historiadores, arquitectos y filósofos, los reinos del mundo estaban llenos de tenebrosa idolatría. Era en verdad «el tiempo oportuno «para que Dios interpusiese desde el cielo, y enviase á la tierra un poderoso Salvador. Era tiempo de que Cristo naciese. Rom 5:6.
Tranquilicemos siempre nuestras almas con la reflexión, que los tiempos están en la mano de Dios. Psa 31:16. él sabe cual es la hora más favorable para socorrer á Su iglesia, y dar nueva luz al mundo. Guardémonos de ceder á una ansiedad excesiva respecto a los acontecimientos que presenciamos, como si supiéramos mejor que el Rey de reyes en qué tiempo necesitamos amparo. «Cesa, Felipe, de pretender gobernar el mundo,» era el dicho frecuente de Lutero á un amigo impaciente. Dicho lleno de sabiduría.
Notemos, en segundo lugar, en donde nació Cristo. No fue en Nazaret de Galilea, donde vivía Su madre, la Virgen María. El profeta Miquéas había predicho que el acontecimiento debía verificarse en Belén, Miquéas 5:2, y así sucedió: en Belén nació el Cristo.
La providencia de Aquel que lo gobierna todo se manifiesta en este hecho sencillo. Dios dirige los corazones de los reyes hacia donde él quiere. El señaló el tiempo en que Augusto había de expedir el edicto de empadronamiento, y dispuso que se ejecutase de tal manera, que María indispensablemente tuviera que estar en Belén cuando «se le cumplieran los días de parir.» Al altivo emperador y á su oficial Cirenio, tal vez, no se les ocurrió que eran solamente instrumentos en las manos del Dios de Israel, y que solo estaban coadyuvando á realizar los designios eternos del Rey de reyes. No se imaginaron que estaban ayudando á sentar las bases de un reino, ante el cual los imperios de este mundo se desmoronarían algún día, y la idolatría Romana se desvanecería. Las palabras de Isaías en una ocasión semejante son dignas de recordarse » Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera.» Isa 10:7.
El creyente debe vivir lleno de consuelo sabiendo que la divina providencia rige el mundo. El cristiano verdadero nunca debe inquietarse mucho por causa de la conducta de los gobernadores de la tierra. Debe percibir con los ojos de la fe una mano que dirige cuanto ellos hacen, para que resulte en alabanza y gloria de Dios. Debe considerar á cada rey ó potentado, ya sea un Augusto, un Cirenio, un Darío, un Ciro, ó un Sennaquerib como un hombre que, con todo su poder, nada puede hacer, sino lo que Dios le permita, y nada que no sea conducente á que se cumpla la voluntad de Dios. Y cuando los príncipes de este mundo » se reúnan en consejo contra el Señor,» el creyente debe consolarse con las palabras de Salomón: «Hay» otro superior á ellos.» Eccl. 5:8. Observemos, finalmente, el estado en que Cristo nació. No nació bajo el techo materno, sino en un lugar extraño, en un «mesón.» Cuando nació, no lo reclinaron en mullida cuna. Su madre » le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón..
Vemos en esto la bondad y condescendencia de Cristo. Si él hubiera venido á salvar al género humano revestido de majestad real, y rodeado de los ángeles de su Padre, este habría sido ya hacia nosotros un acto de misericordia inmerecida. Si él hubiera querido habitar en un palacio, rodeado de poder y autoridad, habríamos tenido bastante razón para asombrarnos. Pero hacerse tan pobre y de tan baja condición como el más pobre y más humilde de los hombres es un amor incomprensible é inescrutable. Nunca olvidemos que por medio de esta humillación Cristo nos ha comprado un título para la gloria eterna. Por medio de una vida de sufrimiento, así como también por su muerte, ha alcanzado redención eterna para nosotros. Por nuestro amor fue pobre toda la vida, desde la hora de su nacimiento hasta la de su crucifixión; y por su pobreza somos ricos nosotros. 2Co 8:9.
Guardémonos de despreciar á los pobres, á causa de su pobreza El Hijo de Dios consagró su estado adoptándolo voluntariamente para sí mismo. Para Dios no hay acepción de personas. El mira á los corazones de los hombres, y no á sus rentas. No nos avergoncemos nunca de la cruz de la pobreza, si Dios quiere que la llevemos á cuestas. Ser impío y codicioso es deshonroso, pero no es deshonra ser pobre. Una habitación miserable, un alimento ordinario, y una cama dura, no son agradables al cuerpo; y, sin embargo tal fue la suerte que el mismo Señor Jesús aceptó voluntariamente desde el día de su entrada en el mundo. La riqueza pierde mayor número de almas que la pobreza. Cuando el amor al dinero empieza á apoderarse de nosotros, pensemos en el pesebre de Belén, y en Aquel que allí fue reclinado. Tales pensamientos pueden librarnos de muchos males.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R1086 El infinitivo ἀπογράφεσθαι está en aposición con el sustantivo δόγμα: un decreto … que …

BD317 La voz media se usa en ἀπογράφεσθαι, y tiene el sentido de hacerse empadronar (se toma como voz media a causa de que la forma del aoristo del v. 5 también está en voz media: tiene un sentido intransitivo en los vv. 1, 3 y 5: registrar -T57). [Editor. Parece que las dos traducciones tienen significados equivalentes.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

I.e., el Imperio Romano

Fuente: La Biblia de las Américas

Con ocasión del edicto de César Augusto, va José con María a Belén, en donde da a luz al divino Salvador. Los ángeles anuncian a los pastores su nacimiento, y van a adorarle. Es circuncidado, y se le pone el nombre de Jesús. María le presenta en el templo, en donde el viejo Simeón, tomándole en sus manos, le bendice, y profetiza de él; y lo mismo sucede a Ana profetisa. Siendo de edad de doce años, le pierden sus padres, y habiéndole buscado por espacio de tres días, le hallan por último en el templo disputando con los doctores de la ley. Viene con ellos a Nazaret, y vive en su compañía, obedeciéndoles en todo.

1 a. Que estaba sujeto al imperio de los romanos. De este empadronamiento se conservaban las Actas en los archivos de Roma en tiempo de San Justino y de Tertuliano; queriendo Dios que estuviese en ellos depositado el nombre de Jesús, y el lugar de su nacimiento, para que los que en lo sucesivo dudasen del cumplimiento de las profecías en este punto, tuviesen el testimonio de los mismos gentiles, sin recurrir a los judíos, enemigos declarados de la religión cristiana. Debe también preferirse por esta causa la tradición romana, que desde los primeros siglos fijó el nacimiento de Jesucristo en el día 25 de diciembre.

2 b. Hubo antes otros, pero fueron particulares de alguna provincia; y este fue el primero que se extendió a todo el imperio romano.

c. El texto Griego: háute he apografé próte egéneto, hegemonéuontos tés surías kureníou, lo que algunos interpretan de este modo: Este encabezamiento precedió al que hizo Cirenio, gobernador de la Siria. Tácito le llama Quirinio. Y según esta interpretación, próte está en lugar de protéra. Demás de esto se debe sobrentender el artículo tés de este modo: A háute he apografé próte, esto es, protéra, egéneto tés, se ha de suplir, genoménes, hegemonéutontos, etc. Del otro encabezamiento, que hizo Cirenio, o Quirinio, se hace mención en Hch 5,37, y fue, según Userio, diez años después del que se hizo cuando nació Jesucristo; porque cuando éste se hizo, era gobernador de la Siria Sencio Saturnino, según el testimonio de Tertuliano, in Marc. lib. IV, cap. XIX, y Josefo, Antiquit. lib. XVII, cap. VII. Otros sienten, que este encabezamiento se hizo por Quirinio, no siendo gobernador de la Siria, sino acompañando por orden de César al gobernador de aquel tiempo, que era Sencio Saturnino. Ni se opone a esta opinión la voz hegemonéuontos, por cuanto esta se aplica a cualquier dignidad, particularmente de alguna consideración. Y así Josefo, hablando de estos tiempos en el lib. XVI Antiq. cap. XVII, llama egómena, a Volumnio, siendo así que era solamente epítropos, esto es, procurador, como el mismo Josefo le llama en el lib. I de Bell. Judaic. cap. XVII. Otros explican este lugar de este modo: Haec autem descriptio prior erat Quirinio Syriae praeside; esto es, antes que Quirinio fuese gobernador de la Siria. Véase a Calmet.

3 d. No en la que cada uno había nacido, o habitaba, sino en aquella de que descendía su familia. Y así José aunque no habitaba, ni aun tal vez había nacido en Belén, esto no obstante la tenía y contaba por su ciudad, por ser patria de Isaí, padre de David, de quien descendía.

4 e. Véase Mt 1,25.

7 f. El Griego: espargánosen, le fajó; y del mismo verbo usa en el v. 12.

g. La divina providencia hizo que fuese tan numeroso el concurso de los que acudían a empadronarse, que no hubiese lugar en el mesón para María. Y así tuvo que retirarse al sitio que servía de albergue para las bestias; y sin padecer nada de lo que suelen las otras mujeres en semejante estado, ni menoscabo de su integridad, dio al mundo al Salvador, que, aunque en carne pasible y mortal, gozaba no obstante del dote de la sutileza o penetración por un efecto de la unión hipostática del Verbo con el hombre.

8 h. El Griego: agraulóuntes, que estaban en el campo.

i. Se mudaban por turnos en cada una de las velas de la noche, para guardar y defender su ganado. Dios, dejando los príncipes, magistrados, doctores, ministros de la Religión, y otras personas distinguidas por sus dignidades, y por su saber, los primeros a quienes revela el grande misterio de la redención del mundo, son unos pastores que guardaban sus ganados, almas inocentes, humildes, y que en su misma sencillez no pondrían el menor obstáculo a la fe, y a los sacrificios que se debían hacer para creer en Jesucristo. Oculta sus misterios a los sabios y a los entendidos, para revelarlos a los pequeñitos.

13 j. Con el ángel que acababa de hablar.

14 k. El Griego: en anthrópois eudokía, entre los hombres de buena voluntad, o benevolencia, amor, etc. Muchos Padres han explicado las palabras: Et in terra pax hominibus bonae voluntatis, en el sentido que se les da ordinariamente: Y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad; esto es, temerosos de Dios, piadosos, etc. Mas otros intérpretes con gravísimos fundamentos convienen, en que estas dos palabras bonae voluntatis, ni según el texto Griego, ni según el verdadero sentido de la letra, pueden aplicarse a los hombres, sino que se refieren a Dios mismo, cuyo beneplácito fue el principio de esta paz tan deseada, que ha sido, por lo que mira a los hombres, como el fruto principal de la Encarnación del Hijo de Dios. De este modo debe juntarse bonae voluntatis con pax, y el sentido será: Et in terra sit hominibus pax bonae voluntatis Dei, esto es, paz y reconciliación, que provenga, no de los méritos de los hombres, sino de la gratuita misericordia que quiere dios usar con ellos. O también, como en el texto Griego, se pueden juntar por oposición aquellos dos nominativos, eiréne, paz, y eudokía, buena voluntad, y en este caso el sentido será: y en la tierra paz; esto es, buena voluntad de Dios para con los hombres.

15 l. Verbum debe tomarse aquí, como hemos dicho ya en otros lugares, por res, la cosa o el hecho.

17 m. Creyeron lo que se les había dicho, y lo divulgaron, según el texto Griego: diegnórisan que tiene esta significación.

19 n. Y viendo como correspondían perfectamente a todo lo que habían escrito los profetas.

21 o. Y cumplidos: esto es, después que se cumplieron siete días, y empezó el octavo, en el cual se hacía la circuncisión, etc. La preposición post no siempre significa la última parte del tiempo pasado que señala, sino que muchas veces se toma por intra, significando el tiempo que hay intermedio. Se leen en la Escritura muchos ejemplos como este.

22 p. La misma razón que obligó al Señor a mostrarse en traje de pecador, sujetándose a la ley de la circuncisión, obligó también a María a que pareciese impura, y a sujetarse a la de la purificación; abatiendo con este raro ejemplo de humildad la soberbia de los que siendo pecadores, impuros y rebeldes, quieren ganarse el concepto de buenos, limpios, o irreprensibles. Las ceremonias que en esta ocasión se observaban, se pueden leer en Lev 12,2, y en Éx 13,2.25.

23 q. A la letra: Será llamado Santo al Señor.

24 r. Este era un cordero (Lev 12,8). Mas las mujeres pobres ofrecían dos tórtolas o dos pichones. Lo que descubre la pobreza de la Virgen y de San José.

25 s. Habitando en él como en justo, y haciéndole conocer por una luz profética lo que ocultaba a todos los judíos tocante al nacimiento del Salvador. Los antiguos en general, y muchos modernos han creído que Simeón era sacerdote, fundados en que tomó a Jesús entre sus brazos, y concluyendo de aquí, que esto fue para presentarle y ofrecerle a Dios: y también porque después bendijo a José y a María. Otros quieren que fue el hijo de Hillel, patriarca de la nación de los judíos, y que sucedió a su padre en esta dignidad. Pero esta opinión es inverosímil. Otros finalmente tienen por más verosímil que fue un simple particular, dotado de las cualidades y virtudes con que aquí le distingue el Evangelista. Esto lo apoyan con la manera con que se explica San Lucas: Había, dice, en Jerusalén un hombre llamado Simeón; y parece que no hubiera hablado de esta suerte, si se hallase revestido de una de las primeras dignidades de la nación. La manera de contarlo parece también confirmarlo; pues con motivo de ser presentado el Señor en el templo, parece que el Señor movió el espíritu de este justo, para que fuese también al templo, y allí le cumpliese lo que le tenía prometido, al modo que se dice también (v. 38) que llegó también en la misma hora Ana profetisa. Al tomar a Jesucristo entre los brazos, fue transportado de alegría, y abrazándolo con el mayor afecto. En bendecir a José y a María, hizo lo mismo que había hecho Isabel con María, felicitando a entrambos por la gracia que Dios les había hecho, y bendiciendo al Señor.

26 t. Al ungido del Señor; esto es, al Hijo único de Dios hecho hombre por los hombres.

27 u. Esto es, por un interno movimiento del Espíritu Santo.

29 v. Como si dijera: Ahora no me queda ya qué ver ni qué esperar en este mundo: Ahora podéis ya desatar a vuestro siervo, y romper los lazos que le detienen aquí, para que libremente pueda ir a gozar de la paz y reposo de los justos.

30 w. El Salvador que tú nos has dado. Esto es propiamente salutare tuum.

31 x. Profetiza Simeón el misterio de la vocación de los gentiles, que aun el mismo San Pedro no pudo entender ni en vida de Jesucristo, ni aun después de su Ascensión a los cielos, sino cuando bajó sobre él el Espíritu Santo, que le reveló y enseñó toda verdad, como lo acredita la visión que tuvo, y se refiere en Hch 10,11-12.

32 y. Esto es, como luz que debía alumbrar, etc.

33 z. Llama a San José padre de Cristo, porque en la opinión del pueblo era tenido por tal; y como no había llegado aun el tiempo de que se revelase a todos el misterio de la milagrosa Encarnación del Hijo de Dios en el casto seno de la Virgen, debía ponerse a cubierto su fama: fuera de que siendo José verdadero esposo de María, era más legítimamente padre de Cristo, que si le hubiera adoptado por su Hijo. El texto Griego: kái én ioséf, kái he méter autóu.

a. A San José y a María había sido revelada la sustancia de los grandes misterios de Jesucristo; mas el ver que se iban cumpliendo parte por parte, y el oir a Simeón profetizar de esta manera, no podía menos de despertar en sus corazones vivos sentimientos de admiración y agradecimiento hacia Dios.

34 b. El Señor no vino para destruir y arruinar a los hombres, sino para salvarlos; mas los fariseos, los sacerdotes y los doctores de la ley, que maliciosamente desecharían la verdad que les había de ser anunciada, morirían obstinados en mayores pecados; y al contrario los grandes pecadores, los publicanos y los más sencillos del pueblo, reconociendo humildemente a su Libertador y Salvador, resucitarían y serían justificados por su gracia.

c. Esta es una metáfora tomada de una señal o blanco a donde se asestan los tiros. Por ella se significan los ultrajes, persecuciones y envidias que padecería el Señor de parte de los judíos, desde el principio de su predicación, hasta que le acabasen de herir, como dice San Agustín, con la espada de su lengua, haciéndole morir en una cruz.

35 d. Estas palabras explican el martirio y dolor de María en la Pasión de su Hijo.

e. Las palabras que preceden inmediatamente, deben leerse como por paréntesis, y estas juntarse con las últimas del versículo precedente. El sentido es este: Para que esta contradicción, que, como dice San Pablo (Hb 12,13), sufrió de parte de los pecadores, descubriese los diversos sentimientos y disposiciones que tenían acerca de Jesucristo, cuando lo viesen humillado y como aniquilado en su Pasión. San Agustín.

36 f. Desde que se casó. Frase hebrea, para significar que estuvo siete años casada.

38 g. El Griego: anthomologéito, alternaba en las alabanzas: alababa al Señor juntamente con Simeón. Y confesaba y reconocía al niño por su verdadero Dios y Señor. Y así lo decía a todos en Jerusalén, en hierousalém, como añade el texto Griego.

39 h. José y María.

40 i. MS. É arreziáuase. El texto Griego: pnéumati, en espíritu. El Evangelista habla de este niño, como de un niño ordinario, que habiéndose vestido de nuestra naturaleza, se sujetó como todos los otros hombres a que, a proporción que iba por la edad creciendo en el cuerpo, su espíritu se adaptase a todas sus acciones exteriores, y se fuese manifestando más y más de cada día. Siendo por su divina naturaleza la sabiduría esencial del Padre, se mostraba esta, como eclipsada, bajo los velos de una carne, sujeta a crecer y fortificarse progresivamente del mismo modo que la de los otros niños.

43 j. El Griego: kái ouk égno ioséf, kái he méter autóu, Y no le echa menos José, ni su madre. Es verosímil que, al salir de Jerusalén, se juntase alguna tropa de personas conocidas, y que José y María, creyendo que los seguía en aquella compañía, caminaron todo aquel día, no dudando que se incorporaría con ellos por la tarde, cuando llegasen al lugar en donde debían pasar la noche. Pero quedaron extrañamente sorprendidos, cuando vieron que habiendo llegado todos, no le hallaron entre sus parientes y conocidos. Por lo que volviendo otro día a Jerusalén, y llegando ya tarde no pudieron hacer diligencias por él, ni hallarle en el templo hasta la mañana del día siguiente. Y así se debe explicar lo que se dice en el v. 46, que tres días después le hallaron en el templo.

46 k. En el templo, o en el pórtico de los israelitas, que estaba al descubierto, como se puede colegir de Baruc y de los escritores talmúdicos; o a la puerta oriental del templo, como siente Arias montano; o en la sinagoga principal, que estaba vecina al templo, y se comprendía en su recinto exterior. En medio de los doctores, quiere decir entre los doctores: la palabra griega kathezómenon, que quiere decir estar sentado, se emplea con frecuencia para decir simplemente estar presente; estar en un lugar; no como maestro, porque todavía no era llegada su hora, sino como discípulo.

47 l. En esta ocasión quiso que se descubriese una pequeña centella de su divina sabiduría. Y esto pasmaba a todos, admirando en sus preguntas y respuestas una sabiduría, que no alcanzaban los más ancianos y ejercitados en la ley. Y debe observarse, que el Señor escucha y pregunta como discípulo, y no enseña aún como maestro; propone sus cuestiones como quien quiere instruirse; pero en el fondo era esto buscar una ocasión para dar él sus instrucciones, y comunicar su luz, para que entendiesen que las profecías acerca del Mesías eran ya cumplidas.

48 m. José y María quedaron sorprendidos, cuando le vieron sentado en medio de los doctores, sin comprender el misterio.

n. ¡Dichosas almas, que buscan así a Jesucristo, penetradas de dolor, cuando temen haberle perdido, y dándole motivo de alejarse de ellas, a lo menos por algún tiempo! El que buscare al Señor con una humilde contrición de corazón, figurada por el dolor de la santa Virgen y San José, lo hallará seguramente.

49 o. La autoridad de los padres tiene sus límites: y en estas palabras dio a entender Jesucristo, que se debe renunciar a todo afecto, a todo respeto de carne y de sangre, cuando se trata del negocio de Dios.

50 p. El misterio, que se escondía en sus palabras. El texto Griego dice: ou sunékan, que significa, no atender, o hacer reflexión. Sin duda el Señor aludió a la profecía de Malaquías: Vendrá a su templo el Señor a quien buscáis. Y San José y María no atendieron a esto por entonces.

51 q. MS. É estáuales á mandamiento. Este ejemplo nos enseña el respeto y obediencia que debemos a nuestros padres.

r. Para alimentar su piedad y su fe, que cada día tomaba nuevos aumentos, meditaba las palabras y acciones de su Hijo, y todo lo que de él se decía.

52 s. Esta manera de hablar de que usa el Evangelista, no da a entender otra cosa, sino que los rayos de la sabiduría y de la gracia, de que tenía en sí mismo el principio, se descubrían más y más cada día, tanto por lo que miraba al servicio de Dios su Padre, como a la conducta que tenía con los hombres.

Fuente: Notas Bíblicas

[3] La tierra de Israel.

[4] Trozos de tela que se usaban para encender la Menorah.

[5] La palabra “posada” no aparece en los textos Arameos ni en los Griegos. Yahshua fue acostado en la sukkah de los animales porque la sukkah de la familia estaba llena.

[6] Como aparece literalmente en el Arameo, Moshiaj el Adon YHWH, o Mar-Yah.

[7] Más evidencias de que la Israel no Judía, o las diez tribus no habían sido reunificadas con Judah después del cautriverio de Babilonia.

[1] Naciones Israelitas-Efrayím, o pueblos.

[2] Quitar el velo de su ceguera a la Torah y a su propio linaje a Jacob.

[3] En contexto el Israel-Judío.

[4] La caída de Judah y el levantamiento de Efraryim, una profecía nítida y clara de la misión de Moshiaj entre ambas casas de Israel.

[5] Una prueba de que ocurrió alguna mezcla, o sobre posición entre las dos casas.

[6] Es interesante como el mensaje de ella acerca de la redención redención de Israel, i.e. el final del exilio y el regreso de todas las tribus, fue la misma carga expresada por el Espíritu que movió a Simeón.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[23] Lev 12, 8; Num 8, 16.[24] Lev 12, 8.[34] Is 8, 14.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

[3] 2.1 Título con el cual se designaba desde el siglo I d.C. al emperador romano en turno. Aquí hace referencia a Augusto (30 a.C. al 14 d.C.).

Fuente: Peshitta en Español