Comentario de Lucas 22:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Estaba próximo el día de la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la Pascua.
22:1 Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. — La muerte de Jesús se aproximaba. Los eventos que siguen pertenecen al relato del sufrimiento final de Jesús. Ya empieza «El principio del último acto de la tragedia» (WB). Dijo a sus discípulos: «sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua”, la fiesta principal de los judíos, celebrada el 14 de Nisán (el primer mes del año judaico). La pascua duró solamente un día, pero era seguida de siete días de la fiesta de los panes sin levadura, y a veces la palabra «pascua» se refería a las dos cosas.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Éxo 12:6-23; Lev 23:5, Lev 23:6; Mat 26:2; Mar 14:1, Mar 14:2, Mar 14:12; Jua 11:55-57; 1Co 5:7, 1Co 5:8.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los judíos conspiran contra Jesús, Luc 22:1, Luc 22:2.
Satanás prepara a Judas para traicionarlo, Luc 22:3-6.
Los apóstoles preparan la Pascua, Luc 22:7-18.
Jesús instituye la Santa Cena, Luc 22:19, Luc 22:20;
encubiertamente predice la traición, Luc 22:21-23;
reprende al resto de los apóstoles por su ambición, Luc 22:24-30;
asegura a Pedro que su fe no fallará, Luc 22:31-33;
pero él le negaría tres veces, Luc 22:34-38.
Ora en el monte, y suda gotas de sangre, Luc 22:39-46;
es traicionado con un beso, Luc 22:47-49;
sana a Malco, Luc 22:50-53.
es negado tres veces por Pedro, Luc 22:54-62;
y vergonzosamente abusado, Luc 22:63-65;
confiesa ser el Hijo de Dios, Luc 22:66-71.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Este versículo da comienzo a «la narración de la pasión», el relato sobre la muerte y resurrección de Jesús.
la fiesta de los panes sin levadura se llevó a cabo inmediatamente después de la pascua (Éxo 12:1-20; Deu 16:1-8). A menudo se les considera a las dos fiestas como una. La Pascua conmemoraba la noche de la décima plaga en Egipto, cuando el ángel de la muerte «pasó de largo» sobre el primogénito de Israel. La Fiesta de los Panes sin levadura celebraba el Éxodo (Éxo 12:1-51.
; Lev 23:5, Lev 23:6). Muchos peregrinos judíos viajan hasta Jerusalén para celebrar estas fiestas.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LA PASCUA. Véase Mat 26:2, nota.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 22.
La conspiración de muerte contra Cristo, 22:1-6 (Mat 26:1-5; Mat 26:14-16; Mar 14:1-2). Cf. comentario a Mat 26:1-5; Mat 26:14-16.
1 Estaba cerca la fiesta de los ácimos, que se llama la Pascua. 2 Los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo quitarle de en medio, porque temían al pueblo. 3 Entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce, 4 y fue a tratar con los príncipes de los sacerdotes y los oficiales sobre la manera de entregárselo. 5 Ellos se alegraron, y convinieron con él en darle dinero. 6 Puestos de acuerdo, buscaba ocasión para entregárselo sin ruido.
Los viejos brotes farisaicos para perder a Cristo van a tener lugar en esta Pascua. Lc matiza para sus lectores que era la de los ácimos. Durante todos los días pascuales sólo se podía tomar este pan sin fermentar.
El deseo y los pasos dados por los dirigentes sanedritas para prender a Cristo habían fallado, pues temían al pueblo, por su gran popularidad y prestigio. Y éste es el momento en que Judas entra en acción. Lc dice que “entró en él Satanás.” No en el sentido de una posesión diabólica, sino en el de una iniciativa. En esta gran lucha entre el poder infernal y Cristo, Judas va a ser un instrumento.
Para ello trató con los “príncipes de los sacerdotes,” directivos para esta prisión; pero también trató con los “guardianes” (στρατηγοΤς ; Lc) en la entrega de Cristo. Lc sólo dice en general que “convinieron” ambas partes en el precio. Mt pone a Judas adelantándose a pedirlo. Marcos dice que ellos “prometieron” darle dinero. Son aspectos parecidos, que hacen ver que ambos, como dice Lc, “convinieron” en el precio. Lc omite cuál fuese éste; acaso por no comprender bien este precio en “sidos” sus lectores, ni el significado despectivo del precio fijado.
Mt hace ver que esta reunión fue en el “palacio del pontífice llamado Caifas.” Fue, pues, una reunión oficiosa del Sanedrín. Todo quedó preparado para que Judas se lo “entregase sin ruido,” pues temían al pueblo.
Preparación de la última cena. 22:7-13 (Mat 26:17-19; Mar 14:12-16). Cf. comentario a Mat 26:17-19.
7 Llegó, pues, el día de los ácimos, en que habían de sacrificar la Pascua,8 y envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparadnos la Pascua para que la cómanos. 9 Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? I0 Díjoles El: En entrando en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre con un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre, 11 y decid al amo de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está la sala en que he de comer la Pascua con mis discípulos? 12 El os mostrará una sala grande, aderezada; preparadla allí. 13 E idos, encontraron al que les había dicho, y prepararon la Pascua.
El día de los ácimos era el 14 del mes de Nisán. Primitivamente sólo se comían los panes ácimos la semana pascual, que comenzaba el 15 de Nisán. Pero los rabinos, para asegurar más su cumplimiento, lo extendieron al mediodía del 14. De ahí que se llamase este día, usualmente, también día de los ácimos 1. Que es al que se refiere aquí.
El texto sugiere dos cosas. El dueño de la casa, al que así le hablan, debía de ser uno de los muchos discípulos que Cristo tenía en Jerusalén, y que en otro momento le debía de haber ofrecido su casa para esta Pascua. Y también sugiere un anuncio providencial – sobrenatural – al adelantarles el encuentro con este criado cuando lleguen a la ciudad, y que, siguiéndole, darán con la casa adonde van a celebrar la Pascua. Esta tarea en Oriente correspondía normalmente a las mujeres. Se expone el tema en Comentario a Mt 2.
Institución de la Eucaristía. 22:14-23 (Mat 26:20-29; Mar 14:17-25). Cf. comentario a Mat 26:20-29.
14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con El. 15 Y díjoles: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer, 16 porque os digo que no la comeré más hasta que sea cumplida en el reino de Dios. 17 Tomando el cáliz, dio gracias y dijo: Tomadlo y distribuidlo entre vosotros; 18 porque os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. 19 Tomando el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Este es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. 20 Asimismo el cáliz, después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. 21 Mirad, la mano del que me entrega está conmigo a la mesa. 22 Porque el Hijo del hombre va su camino, según está decretado, pero ¡ay de aquel por quien será entregado! 23 Ellos comenzaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos sería el que había de hacer esto.
Los elementos propios de Lc en la institución eucarística, que son los que se destacan aquí, son varios. En las narraciones de la institución eucarística, siendo fundamentalmente las mismas, literariamente se notan dos grupos diferenciados: Mt-Mc y Lc-Pablo (1Co 11:23-26). El primer grupo parece representar la tradición de alguna iglesia palestina, v.gr., Jerusalén, mientras que el otro representa la tradición de una iglesia helenística 3.
Los tres sinópticos traen un lógion especial en este pasaje. Mt-Mc lo ponen después de la institución eucarística. En él, Cristo anuncia a sus apóstoles que ya no beberá más este vino hasta que lo beba “nuevo” con ellos en el reino. El banquete eucarístico evoca este otro banquete escatológico, esta vida futura, representada en el medio ambiente por la imagen de un banquete. Pero Lc le da una situación literaria distinta y un sentido también algo distinto.
Lucas construye con este lógion un paralelo con la institución eucarística. Con él anuncia el fin de la vieja Pascua, sustituida por la muerte de Cristo y renovada en la Eucaristía, “memorial” de su muerte (Luc 22:19). Lc pone un paralelismo para expresar su pensamiento: No volverá a comer más esta Pascua hasta que “sea cumplida (πληρώθη ) en el reino de Dios.” Ni volverá a beber esta Pascua hasta que “llegue (ελθη ) el reino de Dios.”
Este segundo hemistiquio hace ver que Lc le da un sentido, no “escatológico,” como Mt-Mc, a esta nueva Pascua, sino “eclesial.” 4
Este nuevo banquete que El comerá con ellos en el reino, la Iglesia, se lo suele interpretar, no en sentido metafórico, sino de “las comidas que debían tener lugar después de la resurrección, y que él (Lc) es el único en mencionar.” 5
En Lc, por el hecho de haber puesto en este cuadro la metáfora del “cáliz” como parte del banquete escatológico, creó en la tradición manuscrita una fuerte oscilación. Algunos amanuenses, creyendo que era una repetición este “cáliz” del que luego cita al hablar de la consagración eucarística, quitaron unas veces la narración del primero y otras la del segundo 6.
Después de la bendición (Qiddush) se bebía la primera copa ritual; luego se hacía la haggadah, o relato de la Pascua. Este lo hacía !el que presidía, citando los textos Dt 26, “Ex 13; Luc 12:29; Luc 1:14, a petición del más joven de los presentes; aquí probablemente Juan. Luego se cantaba la primera parte del Hallel (Sal 113-14), y después se partía y daba el pan. Este debió de ser el momento de la consagración del pan eucarístico.
Lc es el único evangelista que, después de la consagración del pan, añade en boca de Cristo: “Haced esto en memoria mía” (εις την έμήν άνάμνησιν ; ν . 19). Pablo, en el lugar paralelo, trae esta fórmula dos veces. La fórmula es auténtica. El concilio de Trento definió doctrina de fe que con ella Cristo ordenó sacerdotes a los apóstoles y les preceptuó que ellos y sus sucesores ofreciesen el sacrificio eucarístico ? La ausencia de esta fórmula en Mt-Mc se debe, seguramente, a que, procediendo estos relatos eucarísticos inmediatamente del uso litúrgico, no se creyó necesario, en ciertas catequesis, conservarla, máxime cuando les podía resultar innecesaria, ya que está implicada en la celebración eucarística, la nueva Pascua.
Se ha hecho notar que esta fórmula tiene alguna afinidad literaria con ciertas fórmulas de textos grecorromanos, con los que algún personaje funda banquetes funerarios que han de celebrarse en su memoria después de su muerte 8. Pero esto sólo indica que, no recogiéndose en un principio esta fórmula, cuando se la quiso incorporar, Lc-Pablo la formularon literariamente acaso al modo usado en el mundo helenístico 9.
Lc, a diferencia de Mt-Mc, en las dos fórmulas de la consagración pone por “vosotros.” Seguramente es debido a la liturgia, de donde pasa directamente a los evangelios, y que se “adapta” en su enunciación a los cristianos asistentes.
Esta “anamnesis” es, en sustitutivo de la Vieja Alianza, la constante renovación de este sacrificio redentor. La Antigua Alianza era una “memoria” (Lezikkaron, cf. Exo 12:14; Exo 13:9; Deu 16:3). Pero ésta era para un judío la “restitución de una situación pasada en un momento desaparecido (y) esto significa que cada uno, al recordarse de la liberación de Egipto, debe saber que él mismo es objeto del acto redentor, en cualquier generación a que él pertenezca.” 10 “Así también, de alguna manera, la nueva Pascua eucarística, que tiene a todo hombre vinculado a ella por el sacrificio de la cruz, no hace otra cosa que actualizar, indeficientemente, el sacrificio redentor, al que todos están por necesidad vinculados” n. Aquí esta “memoria” es “anunciar la muerte del Señor” (1Co 11:26) al renovar su mismo sacrificio redentor: la nueva y eterna alianza.
Lc es el único evangelista que dice que la consagración del cáliz tiene lugar “después de cenar” (μετά το δειπνησοκ ). Los otros sinópticos sólo dicen que la institución eucarística se realiza “mientras cenaban.” No es más que efecto del ritual de la cena pascual. Tenía diversas partes, pero la “cena” estrictamente dicha terminaba con la comida del cordero pascual, aunque seguían después nuevos complementos. Y Lc no hace otra cosa que precisar el momento de la consagración del cáliz, que fue precisamente “después” de comer el cordero 12. Acaso correspondió al tercer cáliz de vino que se bebía después de comer el cordero, y que se llamaba el “cáliz de bendición,” por las largas bendiciones que sobre él se hacían (1Co 10:16).
Por último, y muy brevemente, Lc pone a continuación la denuncia del traidor (Mat 26:21-25; Mar 14:18-21; Jua 13:21-29) 13.
Discusión sobre la primacía,Jua 22:24-30 (Mat 20:24-28; Mar 10:41-45). Cf. comentario a Mat 20:24-28.
24 Se suscitó entre ellos una contienda sobre quién de ellos había de ser tenido por mayor. 25 El les dijo: Los reyes de las naciones imperan sobre ellas, y los que ejercen autoridad sobre las mismas son llamados bienhechores; 26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros será como el menor, y el que manda, como el que sirve. 27 Porque ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está sentado? Pues yo estoy en medio de vosotros como quien sirve. 28 Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, 29 y yo dispongo del reino en favor vuestro, como mi Padre ha dispuesto de él en favor de mí, 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos como jueces de las doce tribus de Israel.
Los apóstoles tienen varias veces rivalidad entre ellos, hasta la gran iluminación de Pentecostés (Luc 9:46 par.). Concebían el reino al modo nacionalista judío, y tenían pretensiones de los primeros puestos. Este pasaje k) traen los tres sinópticos. Pero Mt-Mc lo ponen a continuación de la petición que Santiago y Juan le hacen de los dos primeros puestos. Lc lo pone aquí sin contexto alguno. Se piensa que fuese un concepto independiente y que cada evangelista lo sitúa donde le viene bien.
Por Jn se sabe el lavatorio de los pies por Cristo a los apóstoles. Fue una “parábola en acto” que responde muy bien al sentido de esta discusión. Acaso allí, o poco antes, pues creían la instauración del reino próxima (Lc 19-11), surgió esta disputa, a la que Cristo responde con la doctrina y con la “parábola en acto” del lavatorio de los pies. Al menos la situación de Lc es muy lógica, por el transfondo que supone.
La doctrina es clara. En su reino no puede haber ambiciones de mando que hay entre los reyes de la tierra. Los puestos de jerarquía y mando son puestos de servicio. Esta es la actitud que ellos han de tener con relación a sus puestos en el reino. El mayor será en él como el menor. Pues no busca el provecho, sino el servicio. Y así como voluntariamente nadie quiere ser “servidor,” ésta debe ser su actitud. No apetecerlos. Y si vienen puestos jerárquicos, saber conducirse como un “siervo.” Y les pone su ejemplo: El está a la mesa, siendo el mayor de todos, como el que sirve. La frase pudiera ser de tipo “sapiencial,” o referirse a otra comida de Cristo con los apóstoles, o ser metáfora de lo que El hacía en su vida con ellos. Pero la semejanza de contenido con la doctrina – teoría y práctica – , con el lavatorio de los pies, parece sugerir que se refiere a este acto.
Lo que sigue (v.28-30) tiene un contexto distinto (Mat 19:28). Aquí está situado en un contexto lógico. Cristo ha dispuesto, sin embargo, para ellos un puesto de excepción en su /reino: su ‘participación ¡en él bajo la metáfora usual del banquete, y que se sientan sobre tronos “juzgando” a las doce tribus de Israel. “Juzgar” en el sentido bíblico de gobernar. Ellos tendrán puestos de mando, y máximos, en su reino. Cabría discutir si se refiere al reino en su fase celeste o “eclesial.” Mas, dado que poco antes Lc ha presentado, modificándola, la promesa de Cristo de comer la Pascua con ellos, y que será en el reino “eclesial,” es lo más probable que aquí le dé también a esta promesa de los apóstoles el sentido “judicial” en el reino eclesial u. No obstante, para el sentido celeste véase el Comentario a Mat 19:28. Las “doce tribus” (Rev 7:4-8) es la nueva comunidad universal cristiana. Como los antiguos “jueces,” los apóstoles defenderán, proclamarán, instaurarán el “Israel de Dios” (Gal 6:16).
Vaticinio sobre la caída y confirmación de Pedro,Gal 22:31-34 (Mat 26:31-35; Mar 14:27-31; Jua 13:36-38). Cf. comentario a Mat 26:31-35.
31 Simón, Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; 32 pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos. 33 Díjole él: Señor, preparado estoy para ir contigo no sólo a la prisión, sino a la muerte. 34 El dijo: Yo te aseguro, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.
El anuncio de la negación de Pedro lo traen los cuatro evangelistas. Pero la promesa del arrepentimiento de Pedro, la promesa de no perder la fe y su misión “confirmadora” para los otros, con la gran portada dogmática que todo esto importa, es propio de Lc. Los cuatro evangelistas sitúan esta escena en momentos distintos: Mt-Mc, en un contexto lógico en el cenáculo; Jn, después del lavatorio de los pies. Y Lc lo introduce en absoluto.
El repetir el nombre de Simón es digno de cierta solemnidad e importancia (Luc 10:11).
La acción de ataque a Pedro y a los apóstoles se atribuye a Satanás, el gran enemigo del reino que va a instaurarse pronto y de los apóstoles, los grandes evangelizadores de él. El verbo usado (έξβτήσατο ) significa pedir, prestar algo. Evoca a Satán pidiendo licencia contra Job (Job 1:1-12). Posiblemente con el uso deliberado de este verbo se quiere mostrar que la acción de Satán contra los apóstoles es limitada en su suceso. La imagen con que se anuncia esta embestida de Satanás es muy gráfica: va a (σινιάσοκ ) cribarlos como al trigo (Amo 9:9). Es un ataque muy fuerte, pues la hora era muy trascendental.
Cristo rogó para que no desfalleciese su fe. El acto de Pedro no fue, pues, pérdida de la fe, sino cobardía en Getsemaní y en el palacio de Caifas, negándole externamente. Pero, además de lograr, por su oración, mantener su fe, le da un encargo: “Y tú, cuando hayas vuelto (έπιστρέψας ), confirma a tus hermanos.”
El verbo “volver” aparece aquí sin complemento, pero tiene el valor específico de volverse a Dios, de convertirse (Rev 1:22; Hec 9:35; Hec 14:15; Hec 15:19) 15. En los profetas era término usual (shub) para indicar la conversión a los caminos de Yahvé. La “vuelta” de Pedro es de tipo moral. No es la pérdida de la fe, garantizada por Cristo. Es la “conversión” de sus negaciones, que aquí se le anuncian (Luc 22:62), lo mismo que recogen los otros dos sinópticos. Junto al Tiberíades, después de resucitado Cristo, le protestaría tres veces su amor.
También se pretende dar a έταστρεψας el sentido “de nuevo.” Esta anecdota es semitizante y tiene una situación independiente. Los LXX traducen frecuentemente shub en el sentido de repetir una acción. Lc conoce el sentido de esto en griego y en semítico. Este verbo sería, pues, una forma semítica indicando una acción. No significa ni aludiría a la negación de Pedro.
Mientras en Mc se anuncia la negación “para esta noche,” en Lc se pone para “hoy”; es la expresión al modo judío, cuyo día había comenzado a la puesta del sol. Es efecto de la fuente que usa.
La gran prueba que se les acerca,Luc 22:35-38.
35 Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin sandalias, ¿os faltó alguna cosa? Dijeron ellos: Nada. 36 Y les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente la alforja, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada. 37 Porque os digo que ha de cumplirse en mi esta escritura: “Fue contado entre los malhechores”; porque también lo que a mí toca llega a su término. 38 Dijéronle ellos: Aquí hay dos espadas. Respondióles: Es bastante.
Relato propio de Lc. Cristo, aludiendo a la misión que confió a los 72 discípulos en Galilea (Luc 10:4), les anunció una acogida benévola, aunque dejaba suponer alguna esporádica hostilidad. Por eso, entonces no necesitaban estar preocupados por su sustento y hospedaje; sólo debían atender a la obra de apostolado. Aún no habían los fariseos ni el sanedrín tomado el acuerdo oficioso de matar a Cristo. Pero ahora todo va a cambiar. Por eso les dice que el “que tenga bolsa (para dinero) tómela, igualmente la alforja (para provisiones), y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada.” No interesa en la descripción la valoración concreta de cada uno de estos elementos – bolsa, alforja, espada – , sino lo que significan en conjunto: el estar bien equipados para hacer frente a la nueva situación 18.
La razón de esto es que lo que se refiere a El “llega a su término”: su pasión y muerte. V va a cumplirse en El una escritura: “fue contado entre los malhechores.” La cita es de Isaías (Luc 52:12), y pertenece al poema del “Siervo de Yahvé.” El sentido general es que Cristo, en su pasión, fue contado entre el número de aquellos que, por ser malhechores, fueron condenados a semejantes suplicios. Pero la cita cobra una plasticidad máxima al verse a Cristo crucificado entre dos ladrones.
Los apóstoles demuestran no haber comprendido bien el sentido de lo que Cristo les dijo, y responden con lo que más les impresiona: las espadas. Por lo que le advierten que tiene allí dos. Aunque la palabra usada aquí (μάναιραΟ podría tener en griego el sentido de los “cuchillos” utilizados para inmolar la Pascua, no lo tiene en el griego del Ν . Τ . Los galileos eran gente brava, y no sería improbable que se hubiesen provisto para hacer el viaje de peregrinación a Jerusalén, máxime en aquella época tan turbulenta, así trasmitida por Josefo 19.
Como las espadas no pueden bastar para defenderse de un grupo de atacantes, el sentido es el de una triste ironía, de ¡Basta! (cf. Dt. 3:26 – LXX).
La agonía en Gefsemaní, 22:39-46 (Mat 26:36-46; Mar 14:32-42). Cf. comentario a Mat 26:36-46 y a Jua 18:1-12.
39 Saliendo, se fue, según costumbre, al monte de los Olivos, y le siguieron también sus discípulos. 40 Llegado allí, díjoles: Orad para que no entréis en tentación. 41 Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y, puesto de rodillas, oraba, 42 diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. “ Se le apareció un ángel del cielo, que le confortaba. 44 Lleno de angustia, oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra. 45 Levantándose de la oración, vino a los discípulos, y, encontrándolos adormilados por la tristeza, 46 les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.
Para los elementos comunes del relato se remite al Comentario a Mt. Lc sintetiza las ideas de Cristo a los apóstoles dormidos en una sola. Pero pone el célebre pasaje de la aparición de un ángel “confortándolo” y el “sudor de sangre” durante su oración. Este tema ha creado diversos problemas.
En primer lugar hay el problema crítico: este doble pasaje del ángel y del sudor de sangre (v.43-44) falta en varios de los mejores códices griegos mayúsculos B, A, T, N, W, R, lo mismo que en otros mayúsculos aparecen señalados con un asterisco; faltan en otros minúsculos, en versiones, y, aunque ninguno de los Padres lo rechaza, San Atanasio, San Ambrosio y San Cirilo no tratan este pasaje en sus comentarios. Sin embargo, lo trae el papiro Bodmer XIV (p75), sobre el año 200. No obstante, teniendo en cuenta los simples argumentos de crítica externa, es mucho mayor la testificación a favor de la autencidad que al contrario. “Ha habido una oscilación, probablemente hacia el fin del siglo ni, que duró hasta el IV; pero después la tradición volvió a imponerse.” 20 Por crítica interna se ven expresiones lucanas: ώφ &η (se apareció), ένισχύων (confortándolo) y έχτενέστερον (con más instancia); lo mismo que un interpolador no hubiese incluido otras no usadas ordinariamente por Lc: αγωνία (lucha), Ίδρώς (sudor), θρόμβοι (gotas viscosas).
La razón por que parece que se suprimieron estos versículos fue por el abuso que de ellos hacían los arríanos para rebajar la divinidad de Cristo. El concilio de Trento definió que este pasaje está inspirado 21. Y exegesis cristiana exige sostener no sólo la inspiración, sino la genuinidad lucana del mismo 22.
El relato de Lc sobre la oración de Cristo en Getsemaní es el más impresionante. Su tristeza y su dolor fueron subiendo hasta llegar a ser pleamar de “agonía.” Esta palabra no significa aquí los espasmos y estertores finales de la vida, sino, el sentido de “lucha,” dolor grande que se acusa en el rostro (2 Mc 3:14-16), ansiedad, etc. El contexto del sudor de sangre es el que mejor valora el sentido filológico de esta “agonía.”
Y estando en este estado, “oraba” en una forma insistente y repetida (εκτενέστερων ). La forma griega indica “con tensión,” “con ardor.” El”prolixius” de la Vulgata no es exacto. Su sentido, como traducen varias versiones antiguas, es ”fervorosísimamente,” “intensísimamente.” 23
Es en este momento cuando tiene lugar la aparición de un ángel “confortándole” (εντσχυων ) 24.
Corresponde a este momento lo que relata Le: “Entrando en tremenda lucha moral (αγωνία ), oraba con más intenso fervor (¿χτενέστερον ), y sudó como (ώσει ) espesas gotas (θρόμβοι ) de sangre, cayendo (χαταβαίνοντες ) sobre la tierra,”
La palabra griega ώσεί expresa aquí semejanza. El sudor de Cristo era como un sudor de sangre: sudor viscoso mezclado con sangre.
Diversos autores negaron la veracidad de este sudor de sangre, haciéndolo simple expresión metafórica del dolor de Cristo. Las razones alegadas para esto no son probativas. Pues tiene a favor de la autencidad: 1) el sudor de sangre es un fenómeno natural, no sólo posible, sino un hecho conocido (hemathidrosis) 25;
2) la construcción gramatical exige esto, pues lo que cae a tierra son “como densas gotas de sangre”; 3) la primera generación cristiana, de no ser histórico este pasaje, no lo hubiese inventado. Precisamente están destacando la divinidad de Cristo, y no hubiesen inventado una escena que, aparentemente, lo rebajaba de tal manera; 4) por último, se añade que ésta es la interpretación tradicional 26.
La razón teológica de este fenómeno fue, más que la muerte que le aguardaba, la visión sobrenatural que tenía del volumen desorbitado del pecado de los seres humanos. “él sudor de sangre no fue más que la externa manifestación, elocuentísima ciertamente, pero desproporcionada ante el contraste del interno martirio” por causa de “los pecados. Previstos.” 27
La prisión de Cristo. 22:47-53 (Mat 26:47-56; Mar 14:43-49; Jua 18:2-11). Cf. comentario a Mat 26:47-56.
47 Aún está El hablando, y he aquí que llegó una turba, y el llamado Judas, uno de los Doce, los precedía, el cual, acercándose a Jesús, le besó. 48 Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? 49 Viendo los que estaban en torno a El lo que iba a suceder, le dijeron: Señor, ¿herimos con la espada? 50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le llevó la oreja derecha. 51 Tomando Jesús la palabra, le dijo: Basta ya; dejad; y tocando la oreja, le curó. 52 Dijo Jesús a los príncipes de los sacerdotes, capitanes del templo y ancianos que habían venido contra El: ¿Como contra un ladrón habéis venido con espadas y garrotes? 53 Estando yo cada día en el templo con vosotros, no extendisteis las manos en mí; pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.
Para el análisis exegético de los diversos elementos, dada la gran afinidad de los tres sinópticos, se remite al Comentario a Mt y Jn.
Lc es más lógico que Mt-Mc al narrar el prendimiento de Cristo, ya que aquéllos cuentan el saludo de Judas y el prendimiento de Cristo, y luego el ataque de Pedro al siervo del sumo sacerdote, dándole un tajo a una oreja, aunque no narran la curación que Cristo le hace. Pero, si Cristo estaba ya “prendido” y atado, no se explica bien el que, en esta actitud, toque la oreja de este siervo para curársela. Lc, que relata esto, lo pone con un cursus de redacción más lógico. Además, si Cristo le curó la “oreja derecha” con sólo “tocarla” (Lc), es índice que el golpe de Pedro no se la había desprendido, sino sólo dado un fuerte corte en ella.
Lc resaltará las palabras de Cristo como comentario a todo este suceso , del Mesías en prisión: “Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.” Era la hora de la gran lucha entre Cristo y Satán, de la que Cristo dijo: “Llega el príncipe de este mundo” (Jua 14:30; cf. Luc 22:3; Jua 13:1-3).
Las negaciones de Pedro. 22:54-62 (Mat 26:57-75; Mar 14:53-72; Jua 18:15-27). Cf. comentario a Mat 26:57-75.
54 Apoderándose de El, le llevaron e introdujeron en casa del sumo sacerdote; Pedro le seguía de lejos. 5S Habiendo encendido fuego en medio del atrio y sentándose, Pedro se sentó también entre ellos. S6 Viéndole una sierva sentado a la lumbre y fijándose en él, dijo: Este estaba también con El. 57 El lo negó, diciendo: No le conozco, mujer. 58 Después de poco le vio otro, y dijo: Tú eres también de ellos. Pedro dijo: Hombre, no soy. 59 Transcurrida cosa de una hora, otro insistió, diciendo: En verdad que éste estaba con El, porque es galileo. 60 Dijo Pedro: Hombre, no sé lo que dices. Al instante, hablando aún él, cantó el gallo. 61 Vuelto el Señor, miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor, cuando le dijo: Antes de que el gallo cante hoy, me negarás tres veces; 62 y saliendo fuera, lloró amargamente.
El tema de las negaciones de San Pedro es un problema ya clásico. Se estudia en el Comentario a Mateo. La figura de Pedro hizo a la catequesis y a los cuatro evangelistas recoger las tres negaciones profetizadas. Pero de la confrontación de textos, Pedro negó más veces que tres. Mas, como Cristo le había anunciado que, antes que el gallo cantase dos veces, él le habría ya negado tres, los evangelistas quisieron hacer ver el cumplimiento de las tres negaciones, pero tomando para ello momentos distintos de éstas.
Era frecuente entre los judíos hacer el cómputo de ciertos trabajos por el canto del gallo 28.
Mt-Mc unen el arrepentimiento de Pedro al “recuerdo” de las predicciones, al oír cantar el gallo. Lc es el único que trae la escena completa. Pedro niega por tercera vez y oye el canto del gallo. Pero coincidió que, “vuelto el Señor, miró a Pedro,” y Pedro se “acordó” de la profecía del Señor. Esta “mirada” de Cristo a Pedro coincide con el momento preciso en que el pelotón de soldados bajaban a Cristo del piso superior, donde fue el proceso, para llevarlo “abajo” (Mar 14:66), a algún calabozo, donde estará hasta el proceso “matutino.” Pedro estaba en el patio calentándose. Allí se cruzó la “mirada” de Cristo, que venía del proceso nocturno del Sanedrín, donde había sido injuriado, y coincidió esta mirada de misericordia sobre Pedro con el momento en que acaso Pedro negaba. Debió de ser esta escena sobre las cinco de la madrugada, hora en que en Jerusalén suele oírse el segundo canto del gallo 29. EL v.62 falta en códices, pero está en Mt. Podría aquí ser una interpolación.
Cristo es escarnecido,Mar 22:63-65 (Mat 26:67-68; Mar 14:65). Cf. comentario a Mat 26:67-68.
63 Los que le guardaban se burlaban de El y le golpeaban, 64 y, vendándole, le preguntaban, diciendo: Profetízanos, ¿quién es el que te hirió? 65 Y otras muchas injurias proferían contra El.
Mt es el que describe con más pormenores esta escena. Véase en su Comentario. Lc la tiene desplazada, ya que fue después de la sesión nocturna del sanedrín. Pero, como Lc pone el relato de la condena en la mañana, el anterior relato, aunque cronológicamente anterior, queda en una situación, literaria y real, extraña.
Cristo ante el Sanedrín. 22:66-71 (Mat 27:1; Mar 15:1). Cf. comentario a Mat 26:57-66; .
66 Cuando fue de día, se reunió el consejo de los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le condujeron ante su tribunal, 67 diciendo: Si eres el Mesías, dínoslo. El les contestó: Si os lo dijere, no me creeréis; 68 y si os preguntare, no responderéis; 69 pero el Hijo del hombre estará sentado desde ahora a la diestra del poder de Dios. 70 Todos dijeron: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Díjoles: Vosotros lo decís, Yo soy. 71 Dijeron ellos: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.
Lc es, de los tres sinópticos, el más sintético en el relato de la condena de Cristo por el Sanedrín. Sin embargo, la narración es, fundamentalmente, la misma de Mt-Mc, aunque con una diferencia: que éstos ponen este proceso nocturno, mientras que Lc lo pone matutino. Aunque, aparte del relato de ese proceso nocturno, ponen otro consejo matutino del Sanedrín, sin duda el oficial para condenar a Cristo (Mat 27:1; Mar 15:1). El porqué de este relato matutino de Lc, descrito con los elementos del nocturno de Mt-Mc, lo mismo que el estudio exegético de los elementos que intervienen en ambos, se estudia en él Comentario a Mat 26:57-66 y 27:1-2.
Lc dice que para esta reunión y condena matutina llevaron a Cristo “al tribunal de ellos” (συνέδριον αυτών ). Algún autor lo interpretó del local propio del Sanedrín, para dar allí la condena oficial, ya que el proceso nocturno se había tenido en el palacio de Caifas. Filológicamente, la frase puede tener los dos sentidos. Pero el que significa “corpus” y no local es el ordinario. Hasta la forma de decir “sanedrín de ellos” parece sugerir la primera.
En el interrogatorio de Cristo, en Lc hay una variante de importancia:
1) Se le pregunta si es el Mesías.
2) Responde con elementos descriptivos de la profecía de Daniel (c.7) y del Sal 110:1 los que dicen que el Hijo del hombre “estará sentado desde ahora a la derecha del poder de Dios.” Lc da una modificación con relación a Mt-Mc. En éstos se dice que lo “verán” venir. Lc lo sitúa estáticamente junto al trono de Dios, por su tendencia a ”desescatologizar.”
3) Espantados ellos, le preguntan: “¿Luego eres tú el Hijo de Dios?”
4) Lo afirma, y lo condenan.
La expresión Hijo de Dios no tiene aquí el valor sinónimo de Mesías. Ya, primeramente, le preguntan si es el Mesías, y luego si es el Hijo de Dios. Pero la razón que hace ver esto no es sólo su identificación con los relatos de Mt-Mc, donde se ve por el análisis que El se define y le condenan por “blasfemo,” por ser el Hijo de Dios, sino que lo es por la descripción con la que define su mesianismo. No sólo es el Mesías, sino que se presenta con rasgos divinos, utilizando precisamente la profecía de Daniel, que había sufrido una evolución, hasta interpretarse el Hijo del hombre en un sentido personal y con caracteres divinos 30. A lo mismo lleva el uso aquí del Sal 110:1 : se presenta participando los poderes de Dios. Precisamente Cristo, unos días antes, les había alegado este salmo para orientarles hacia el origen trascendente del Mesías (Luc 20:41-44 par.). De ahí que, al oír esta descripción, los sanedritas le pregunten, espantados, si El era – se creía – lo que tantas veces había dicho que era: el Hijo de Dios. Y al afirmarse en ello, viene la condena 31.
El relato matutino de Lc puede ser el que corresponde mejor al procedimiento jurídico. Lc supone, implícitamente, también el proceso nocturno (Luc 22:54-61; cf. Mar 14:66). Pero esto se expone en el Comentario a Mat 27:1-2.
En v.69b la expresión “el poder de Dios” (της δυνάμεως του θεοο ) =. a Dios. Lc tiene otra forma literaria bipartita de pregunta/respuesta en 1:31-33/34/35-38, aunque no es exactamente paralelo, ni original suyo.
En Lc no “verán” a Cristo, que no “vendrá en las nubes del cielo” (Mar 14:62; Dan 7:13), como se redacta en los otros sinópticos. Posiblemente para evitar una mala inteligencia, se dice que se “sentará a la diestra del poder de Dios.” Hablándose de la venida de Cristo en la parusía, en “círculos” cristianos primitivos, en términos “apocalípticos,” v.gr., “sobre las nubes” (1Te 4:17), podría pensarse que esta venida sería así en la parusía. Y Lc la “desescatológica.”
La expresión “Hijo de Dios” y “sentado a la diestra del poder de Dios” = Dios, en su contexto daniélico de esta época, en el ambiente cristiano en el que se escribe y al que va destinado, es la confesión de la divinidad de Cristo.
Otra cosa es que el Sanedrín considerase blasfemia el que – considerándole corruptor en Israel – se considerase el Mesías davídico y situado junto al mismo Dios.
1 Josefo, Antiq. II 15:1; Strack-B, Kommentar. I p.987-988. 2 Léon-Dufour,Passion (récits de la): OBS (1960) 1419-1492; E. Lohse,Die Ges-chichte des Leidens und Sterbensjesu Christi (1964); J. Schniewind, Die Paralklperikopen bei Lukas undjohannes (1958). 3 J. Jeremías, Die abendmahlworte Jesu (1949) c.3. 4 Lagrange;évang. s. St. Lúe (1927) p.542-543; KENm,EschatologyandEuEha-risí: Clergy Review (1959) 514-526; Schuermann, Der Paschamanhlbericht Lk. 22.15-18 (1953) p.8 y 11. 5 P. Benoit, Lc récit de la Cene dans Lúe 22.15-20: Rev. Bib (1939) 389. 6 Hópflgut, Introd. spec. in Ν . Τ (1938) p. 123-124; Sobre la oscilación en las mismas fórmulas eucarísticas, se encuentra un buen resumen en el Comentario al Evang. según S. Lucas (1972) de C. Stuhlmueller, p.402. 7 Denzinger, Ench. symb. n.949. 8 J. Jeremías, Theol, Wort. I 343; LIETZMANN, An die Corinther (1949) p.91ss. 9 Benoit, Les re’cits de finstitution et leur portee: Lum. et Vie (1957) 59-60. 10 Leenhardt, Lc sacrement de la sainte Cene (1948) p.53ss. 11 M. De Tuya, Del Cenáculo al Calvario (1962) p.95. 12 Sobre el problema de si entre la consagración del pan y el vino hubo un largo intervalo, cf. M. DE Tuya, Del Cenáculo. p’.77-78. 13 Comentario a Mat 26:21-25 y a Jua 13:41-45; R. H. Mounce, Continuity of the Primitive Tradition. Some Pre-Pauline Elements in I Chorinthians: Interpret (1959) 417-424; Y. Delarme, The Eucharist in the N.T (1964); E. J. Kllmartin, The Eucharist in the Primitive Church (1965); H. Schürmanx, Der Abendmaklsbericht Luc 22:7-38 ais Gottesdienstardnung, Gemeindeordnung, Lebensordnung (1957). 14 Rev. Bib. (1939) 389. 15 Zorell, Lexicón. col.496-498. 15 B. Prete, en Divus Thom., Pía. (1966) 400-401; E. F. Sutcliffe,E/ tu ali-quando conversus (Lúe 22:32): Cath. Bibl. Quart. (1953) 305-310 16 Maréchal,’évang. s. St. Lúe (1946) p.260-261. 17 Maréchal, o.c., p.26i. 18 Denzinger, Ench. Symb. n.1836. 18 H. Schürmann pensó si estas palabras podrían proceder de alguna ceremonia de despedida que se usase con los misioneros en la Iglesia primitiva (Hec 13:1-3). Pero están en consonancia con Lc (Hec 9:3)· 19 Josefo, Antiq. Xviii 1:1; 2:2; H. Schürmann, 38: Neutest. Abh. 20:5 (Münster 1957). 20 Lagrange,Ewz”g. s. St. Lúe (1927) p.562-563. 21 Ench. Β ib. n.45. 22 Ench. Bib. n.410; cf. M. De Tuya, Del Cenáculo al Calvario (1962) p.288-295. 23 Zorell, Lexicón. col.407. 24 Sobre el sentido teológico de esta “confortación,” cf. Μ De Tuya, La “agonía” de Jesucristo en Getsemani: La Ciencia Tomista (1956) 539 y 546-550. 25 “Hipótesis explicativa del sudor de sangre,” en M. De Tuya, Del Cenáculo al Calvario (1962) p.338-342; Holzmeister, Exempla sudoris sanguinei: Verb. Dom. (1938) 73-81. Benoit cita un caso histórico reciente, cf. Passion et. (1966) 27, nota 6. 26 Pío XI: AAS 1925 (1933) 73. 27 Pío XI: AAS 1925 (1933) 174 y 28 Bonsirven, Textes. n.884-2285. 29 Lagrange,·évang. s. St. Marc (1929) p.385; G. Klein, Die Verleusruns des Petrus.: ZTK (1961) 285-328. 30 Benoit, La divinité de Jesús dans les evangiles synoptiques: Lum. et Vie (1953) 66:71. 31 A. George, Jesús Fus de Dieu dans l’évangüe selon St Lúe: Rev. Bibl. (1965) 185-209.
Fuente: Biblia Comentada
que se llama la pascua. Vea la nota sobre Mat 26:17. La Pascua duraba un solo día y era seguida por la fiesta de los panes sin levadura (Lev 23:5-6). La festividad en su conjunto podría llamarse por cualquiera de estos dos nombres (cp. el v. Luc 22:7).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
22:1 Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. – La muerte de Jesús se aproximaba. Los eventos que siguen pertenecen al relato del sufrimiento final de Jesús. Ya empieza «El principio del último acto de la tragedia» (WB). Dijo a sus discípulos: «sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua”, la fiesta principal de los judíos, celebrada el 14 de Nisán (el primer mes del año judaico). La pascua duró solamente un día, pero era seguida de siete días de la fiesta de los panes sin levadura, y a veces la palabra «pascua» se refería a las dos cosas.
Fuente: Notas Reeves-Partain
Y SATANÁS ENTRÓ EN JUDAS
Lucas 22:1-6
Estaba próxima la fiesta de los ázimos, más generalmente conocida como la Pascua. Los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando la manera de acabar con Jesús, pero no les resultaba fácil porque tenían miedo de la reacción de la gente. Entonces Satanás entró en Judas, alias » El Iscariote», que era uno de los Doce, y este fue a los principales sacerdotes y los oficiales de la policía del templo para convenir con ellos la manera de entregarles a Jesús. Ellos se alegraron de que se les presentara una oportunidad, y llegaron al acuerdo de darle dinero a Judas por sus servicios, y él se comprometió a buscar la ocasión para entregarles a Jesús a espaldas de la gente.
Era el tiempo de la Pascua cuando Jesús llegó a Jerusalén para morir. La fiesta de los ázimos, o pan sin levadura, no era exactamente lo mismo que la Pascua. La fiesta de los ázimos duraba una semana, del 15 al 21 de Nisán (Abril), y la Pascua se comía el 15 de Nisán, en conmemoración de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Éxodo 12). Aquella noche, el ángel de la muerte había matado a los primogénitos de todas las familias egipcias, pero había pasado por alto -eso quiere decir la palabra pésaj, pascua- los hogares de los israelitas, porque tenían el dintel de sus puertas marcado con la sangre del cordero. Aquella noche tomaron con tanta prisa su última cena en Egipto para salir huyendo inmediatamente que no comieron pan con levadura, porque habría requerido más tiempo esperar a que se leudara la masa antes de cocerla.
Se elaboraban muchos preparativos para la fiesta de la Pascua; se reparaban las carreteras, se aseguraban los puentes, y se enjalbegaban las tumbas que estaban cerca de los caminos para que ningún peregrino se contaminara por tocarlas inadvertidamente. El mes anterior la tradición y el significado de la Pascua eran el tema de la enseñanza en las sinagogas. Dos días antes de la Pascua se llevaba a cabo en todos los hogares una búsqueda ritual de levadura: el cabeza de familia llevaba un candil y buscaba solemnemente y en silencio por todos los rincones y las rendijas hasta que se tiraba la última partícula de levadura, es decir, de pan normal.
Todos los varones judíos mayores de edad que vivieran a un máximo de 25 kilómetros de Jerusalén tenían que ir allí a celebrar la Pascua; pero era el sueño de todos los judíos, y aún lo es, el celebrar la Pascua en Jerusalén por lo menos una vez en la vida. Por eso había tantos peregrinos en Jerusalén en el tiempo de la Pascua. El gobernador de Palestina en tiempos de Nerón era un tal Cestio. Nerón trataba de quitarle importancia a la religión judía, y Cestio, para convencerle, hizo el censo de los corderos que se mataron en cierta Pascua. Josefo nos dice que fueron 256.500. Ahora bien, la ley establecía que habían de ser diez los comensales para celebrar la Pascua; lo que quiere decir que, en aquella ocasión, si las cifras son correctas, habría más de 2.700.000 entre peregrinos y residentes en Jerusalén. Fue en una ciudad abarrotada de público donde se representó el último acto del drama final de la vida de Jesús.
La atmósfera siempre era inflamable en el tiempo de la Pascua. El cuartel general del gobierno romano estaba en Cesárea y, normalmente, bastaba con un destacamento reducido de tropas estacionadas en Jerusalén; pero en la Pascua había muchos más.
Así que el problema de las autoridades judías era cómo arrestar a Jesús sin provocar un levantamiento; y vieron la solución en la traición de Judas. Satanás entró en Judas.
(i) De la misma manera que Dios está siempre buscando personas que sean sus instrumentos, también Satanás. Una persona puede ser un instrumento para bien o para mal, de Dios o del diablo. Los seguidores del zoroastrismo creen que el universo es el campo de batalla entre el dios de la luz y el de las tinieblas, y todos los seres humanos tienen que escoger un bando. Nosotros también sabemos que una persona puede estar al servicio de la luz o de las tinieblas.
(ii) Pero es verdad que Satanás no podría haber entrado en Judas si Judas no le hubiera abierto la puerta. La puerta del corazón humano no tiene la manija por fuera, y sólo se puede abrir desde dentro.
De nosotros depende si vamos a ser un instrumento de Satanás o de Dios. Podemos alistarnos al servicio de uno de los dos. ¡Que Dios nos ayude a escoger su partido!
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 22
Parte quinta
POR LA PASIÓN A LA GLORIA 22,1-24,53
La situación de la Iglesia en el mundo está marcada por la persecución. ¿Cómo es posible soportarla hasta el fin? En virtud del camino de Jesús hacia la gloria a través de la pasión y la muerte. Jesús está presente en la Iglesia en el nuevo banquete pascual, que él mismo lo dejó como legado, como memorial (22,1-38). Ante los tribunales delante de judíos y gentiles, en su camino doloroso y en su muerte, Jesús es para la Iglesia modelo en el martirio (cap. 23), y está junto a ella como resucitado y glorificado (cap. 24).
I. CENA PASCUAL (22,1-38).
1. LA GRAN HORA SE ACERCA (22,1-13).
a) Traición de Judas (Lc/22/01-06)
1 Acercábase la fiesta de los ázimos, llamada pascua.
La fiesta de los ázimos -panes sin levadura-, llamada pascua (*), era, juntamente con pentecostés y la fiesta de los tabernáculos, una de las tres fiestas en que se peregrinaba a Jerusalén, un punto culminante del año. Recuerda el éxodo de Egipto, el máximo acontecimiento de la historia de Israel. En aquella ocasión hirió Dios a Egipto y perdonó a su pueblo (Exo 12:26s). El recuerdo de la liberación de Egipto mantuvo viva la esperanza de la liberación futura. Por ello, fue frecuente que con motivo de la celebración de la pascua estallaran movimientos políticos (Exo 13:1 ss) o se encendieran pasiones religiosas. Se aguardaba del Mesías la futura liberación; se creía que él vendría en una noche de pascua. En las etapas más importantes de la historia de Israel se hacía el pueblo cargo del sentido de esta fiesta, de la liberación y del éxodo, que se actualizaba en la celebración anual de la pascua: en el tiempo de permanencia en el Sinaí (Núm 9) y de la marcha hacia Canaán (Jos 5); en tiempos de la re£orma de Ezequías, hacia el 716 (2Cro 30) y de Josías, hacia el 622 ( 2Re 23:21 ss); cuando la reconstrucción después de la cautividad de Babilonia, hacia el 515 (Esd 6:19-22). El retorno de la cautividad está descrito como un nuevo éxodo en la segunda parte del libro de Isaías (cf. Isa 63:7-64, 11), y la reunión de los dispersos (Isa 49:6) se considera como obra del Siervo de Yahveh (Isa 53:7), que, juntamente con el cordero pascual serviría de representación anticipada del Mesías que había de venir. Ahora se encamina la historia de la salvación hacia su máximo acontecimiento.
Los acontecimientos que comienza a narrar el evangelista dan nuevo contenido y nuevo sentido a la antigua fiesta de la pascua. Comienza un nuevo éxodo del país de la esclavitud y una nueva entrada en la tierra prometida. Cristo mismo es el nuevo Cordero pascual (1Co 5:7). Los bautizados se asemejan al pueblo de Dios redimido por la sangre del Cordero inmaculado y sin tacha y que, haldas en cinta, se dispone a emprender la marcha. Vuelve a instituirse la cena pascual bajo la forma de cena eucarística, que apunta al banquete escatológico. Ha llegado la plenitud de los tiempos.
Desde la era apostólica celebra la Iglesia cada año una pascua cristiana. La celebración pascual de la Iglesia primitiva comenzaba al mismo tiempo que la judía. El judaísmo había aguardado ya la venida del Mesías en la noche de pascua; en la pascua cristiana primitiva ocupaba completamente el centro la parusía o segunda venida de Cristo. La cena pascual judía fue reemplazada por la vigilia pascual; se ayunaba, se leía el relato del éxodo (éx 12) y se interpretaba el Cordero pascual en sentido de Cristo. Al canto del gallo se celebraba la sagrada Cena, que unía con el Señor. La muerte y la resurrección abarcan el entero misterio de la redención. La solemnidad pascual era sin duda la forma intensificada y solemne de la celebración eucarística, que daba su nota al día del Señor, el domingo. El domingo es una pequeña fiesta pascual… E1 relato de la pasión y de la resurrección hace remontar al origen de la solemnidad cristiana del domingo y de pascua. La manera cómo está escrito este relato está influida por la celebración pascual de los cristianos. «Acercábase la fiesta de los ázimos, llamada pascua»: esta frase proyecta luz sobre todo lo que se va a narrar; a esta luz debe también entenderse todo.
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* El Antiguo Testamento distingue entre la pascua (celebración de la pascua), que tenía lugar la noche del 14 al 15 de nisán (marzo/abril), y la fiesta de los ázimos (Lev 23:5s; Num 28:16s), que seguía inmediatamente a la primera y duraba una semana; en el judaísmo tardío, en el habla popular se designaron ambas fiestas juntamente como fiesta de pascua, designación predominante también en el Nuevo Testamento (Num 22:1; Mat 26:2, etc.).
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2 Los sumos sacerdotes andaban buscando de qué manera podrían eliminarlo, porque tenían miedo al pueblo.
Comienza el drama de la muerte de Jesús. Las fuerzas que traman su muerte son los sumos sacerdotes y los escribas. Se ha decidido acabar con Jesús. Lo que impide eliminarlo por la fuerza es el pueblo, que desde el día de la entrada de Jesús en Jerusalén ha dado a conocer cada vez más su simpatía por él. La tentativa de introducir una cuña entre Jesús y el pueblo no ha dado resultado. Hay que deliberar para ver cómo se puede acabar con Jesús sin inquietar al pueblo.
Desde el comienzo de la actividad de Jesús el pueblo, hambriento de salvación, se adhiere a su mensaje (Mat 6:17), escucha todas sus palabras (Mat 7:1), reconoce que Jesús es un gran profeta y que por medio de él ha visitado Dios misericordiosamente a su pueblo (Mat 7:16), y alaba a Dios cuando Jesús cura al ciego (Mat 18:43). Incluso cuando los hombres dirigentes de Israel se pronunciaron contra Jesús, siguió el pueblo mostrándole su adhesión y escuchándolo (Mat 19:49). El comportamiento del pueblo es tal, que los sanedritas no pueden en modo alguno atentar abiertamente contra Jesús. Temen al pueblo y los espanta pensar que en una explosión de furia pueda apedrearlos si se permiten discutir la misión divina del Bautista (20,6). El pueblo ha comprendido la acción de Jesús. Por eso es tanto más terrible que sus pastores le quiten a su verdadero pastor y salvador (Mat 9:36).
3 Entonces Satán entró en Judas, el que se llamaba Iscariote, que era del número de los doce. 4 éste fue a tratar con los sumos sacerdotes y los oficiales de la guardia acerca de cómo podría entregárselo. 5 Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero. 6 él aceptó, y andaba buscando una ocasión oportuna para entregárselo a escondidas del pueblo.
Después de la tentación en el desierto, el demonio se retiró de Jesús durante el tiempo que había sido fijado por Dios (Mat 4:13). Ahora ha pasado ese tiempo en que Satán estaba atado, y de nuevo se le ha dado poder. La pasión está bajo la influencia de Satán. El instrumento de éste es Judas, el hombre de Cariot; por su procedencia se lo distingue de su homónimo, el apóstol Judas, por sobrenombre Tadeo (Lebeo).
Judas era del número de los doce (6-16); uno de los íntimos de Jesús, que estaba al corriente de su vida, era utilizable para los planes de sus adversarios; uno del estrecho círculo de Jesús, al que él había elegido (un enigma); uno que contaba entre los patriarcas del nuevo pueblo de Dios, que había sido elegido después que Jesús había pasado una noche entera en oración (Mat 6:13): un escándalo para la fe. Lucas se explica este misterio por la intervención de Satán, seductor de los hombres y rival de Dios (*).
Los que negocian con Judas son los sumos sacerdotes y los oficiales que tienen a sus órdenes la guardia del templo. Desde que Jesús había entrado en el templo y lo había limpiado de traficantes indignos, se le habían enemistado los príncipes de los sacerdotes y se habían convertido en sus adversarios los que ejercían la suprema autoridad entre los judíos. Los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia del templo serán también los que dirijan la lucha contra la Iglesia naciente en Jerusalén (Hec 4:1-5, 24).
¿Cómo se puede entregar a Jesús a las autoridades judías a espaldas de las masas? La solución de este problema forma la materia de las negociaciones. Con la oferta de Judas queda resuelto el problema, se pone fin a la perplejidad, se puede ejecutar la resolución de dar muerte a Jesús sin temer ya al pueblo. Se alegraron. Cuando nació Jesús se oyeron estas palabras: «Os traigo una buena noticia que será de grande alegría para todo el pueblo. Hoy… os ha nacido un salvador» (Hec 2:10s). Cuando va a realizarse el plan de acabar con Jesús se dice: Se alegraron. La alegría de Dios no es la de los hombres.
Se concluye un pacto con Judas. Convinieron en darle dinero. Judas entrega a Jesús, a cambio recibe dinero. La avidez de dinero hace a Judas accesible a la traición (Jua 12:6) y lo lleva hasta la vileza de hacer de la traición un negocio. «La raíz de todos los males es la afición al dinero, y, por el afán de conseguirlo, algunos se desviaron de la fe y se vieron sumergidos en muchas preocupaciones angustiosas» (1Ti 6:10).
El traidor, al servicio de los que le han dado el encargo, pone manos a la obra con fría deliberación. Andaba buscando una ocasión oportuna. Judas está bajo el influjo de Satán, pero obra con deliberación y autonomía. Proyecta el comienzo de la historia de la pasión de Jesús y de la Iglesia. Su divisa es entregarlo. Judas entrega a Jesús a las autoridades judías (1Ti 22:4.6.21s.48), el sanedrín lo entrega a Pilato (1Ti 24:20; cf. 18,32), Pilato lo entrega a la masa de los judíos (23,25). Es entregado a los soldados para ser ajusticiado (Mar 15:15). Como Jesús, también sus discípulos son entregados a los tribunales por sus más allegados (Mar 21:12). Pablo es entregado a los gentiles (Hec 21:11; Hec 28:17). En la palabra está registrada la historia de la pasión y su interpretación. Jesús fue entregado por nuestros pecados (Rom 4:25). La entrega no es sólo acción de hombres, sino, en último término, obra del Dios, que proyecta y procura la salvación. En la pasión de Cristo, que es obra de hombres, tras la que se ocultan los manejos de Satán, se realiza el designio salvador de Dios.
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* La investigación de los motivos humanos no va más allá de conjeturas. ¿Era un zelota (kariot=sicario) que quería forzar a Jesús a obrar? ¿Lo traicionó por desilusión y exasperación al ver que no realizaba las esperanzas mesiánicas políticas? ¿Lo atrajo únicamente el dinero (Jua 12:6)?.
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b) Preparación de la cena (Lc/22/07-13).
7 Llego el día de los ázimos, en que había que sacrificar el cordero pascual. 8 Envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id a prepararnos la pascua, para que la comamos. Ellos le preguntaron: ¿Dónde quieres que la preparemos? 10 él les respondió: Mirad: al entrar vosotros en la ciudad, os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre. 11 Y diréis al amo de la casa: El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que voy a comer la pascua con mis discípulos? 12 él os mostrará una gran sala en el piso de arriba, arregladla ya con almohadones; preparadla allí. 13 Fueron, pues, y hallaron conforme les había dicho él, y prepararon la pascua.
El orden de la fiesta exigía que el primer día de la fiesta de la pascua se sacrificara el cordero pascual. Esto se llevaba a cabo en el templo después del sacrificio vespertino (hacia las dos y media de la tarde). Al anochecer se comía en la solemne cena pascual. La cena de que se habla aquí forma parte de la celebración de la pascua (*).
Jesús toma la iniciativa (no así en Mar 14:12) y envía a dos discípulos para que preparen todo lo necesario para la cena pascual. Con autoridad mesiánica hace El posible esta cena y la organiza. También dará nuevo contenido a la pascua del Antiguo Testamento. Los dos apóstoles enviados por Jesús son Pedro y Juan. éstos desplegarán la más intensa actividad después de pentecostés (Hec 3:1s; Hec 4:19; Hec 8:14 ss.). Tienen un puesto especial en los comienzos de la Iglesia, de la proclamación de la palabra y de la celebración de la cena.
La cena pascual debía comerse dentro de los muros de la ciudad. Las casas de la ciudad de Jerusalén tenían la obligación de procurar que los peregrinos que acudieran para la fiesta tuvieran a su disposición el local necesario si querían celebrar allí la cena pascual. El amo de la casa recibía en compensación la piel del cordero sacrificado. Como el Mesías, a su entrada en Jerusalén, sabe dónde se halla la cabalgadura que ha de montar y dispone de ella con autoridad, también ahora sabe dónde está dispuesta la sala para su celebración de la pascua y la recIama con su autoridad. La cena pascual que se prepara está iluminada por la autoridad de Jesús y por el conocimiento que tiene de lo que ha de venir. El recinto destinado a la cena es una sala en el piso de arriba, que estaba destinada a los huéspedes. Está adornada de fiesta. Los que participaban en la cena solemne estaban recostados sobre cojines, a la manera de hombres libres, no como esclavos. En esta solemnidad se muestra la alegría por la liberación. La sala superior con iluminación de fiesta era también en las comunidades cristianas de la antigua Iglesia el espacio destinado a la celebración de la nueva pascua (Act 20.6s).
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* Todavía se discute si Jesús celebró la cena pascual ritual o únicamente una cena de despedida con sus discípulos. Si sólo tuviéramos los Evangelios sinópticos, apenas si podríamos dudar de que la cena de despedida de Jesús fuera la cena pascual de los judíos. En efecto, la celebró el mismo día en que debía celebrarse la cena pascual. La celebración tuvo lugar en Jerusalén, y no en Betania, donde solía pernoctar Jesús. La cena se tuvo por la noche, los comensales estaban recostados en almohadones. La cosa varía en san Juan. La mañana del viernes no quisieron los judíos entrar en el pretorio para no contaminarse y poder todavía comer la pascua (/Jn/18/28). De aquí resulta claro que el año de la muerte de Jesús se celebró la pascua la noche del viernes, y no la del jueves. Se han hecho numerosas tentativas de resolver esta contradicción entre los sinópticos y Juan. No faltan quienes han dado la razón a los sinópticos y han supuesto que Juan aplazó un día la cena de pascua por razones teológicas, porque Jesús debía morir como verdadero Cordero pascual a la hora misma en que se inmolaban en el templo los corderos pascuales (/Jn/19/36). Otros han dado la razón a Juan. Según ellos los sinópticos habrían anticipado un día la fiesta de la pascua, porque Jesús, con propia autoridad, quería celebrar ya la pascua el jueves por razón de su muerte el viernes. Otros han tratado de mostrar que la cena pascual ritual podía en determinados casos celebrarse el 13, 14 ó 15 de nisán. Finalmente, basándose en un calendario sacerdotal, que habría estado en uso en Qumrán, han propuesto algunos una solución según la cual Jesús celebraría ya la pascua el martes por la noche, mientras que la mayoría de los judíos lo hacían el viernes, siguiendo el calendario oficial. Sin embargo, también esta solución tiene sus dificultades. En todo caso, la última cena de Jesús estuvo sumergida en la atmósfera de la fiesta pascual judía. Fue una cena solamente en memoria de la pascua, quizá sin cordero pascual. De manera análoga celebraban la cena pascual las gentes de Qumran, los disidentes, los judíos de la diáspora que no podían viajar a Jerusalén, y más tarde los judíos después de la destrucción del templo.
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2. LA CENA (Lc/22/14-20).
Lucas nos legó un artístico díptico, en cuya doble imagen se contraponen la cena cristiana (v. 19-20) y la judía (v. 14-18). El cordero pascual y la copa de vino del viejo rito ceden el puesto al pan y a la copa del nuevo.,
a) Antigua cena pascual (22,14-18).
14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con él.
La hora fijada por la ley para la cena pascual era poco después de la puesta del sol (Exo 12:8). Ha llegado esta hora. Es también la hora en que, por disposición de la voluntad divina, ha de comenzar la pasión y la glorificación de Jesús (Exo 22:53; con frecuencia en Juan: así 12,23; 13,1; 17,1). Cristo parte del mundo cuando llega esta hora; obra por libre decisión y obedeciendo al Padre.
No se tiene ya en cuenta la antigua prescripción según la cual en la cena pascual los comensales debían estar preparados para marchar y comer de prisa. La cena ha adoptado la forma de un banquete helenístico solemne. Los doce apóstoles (6,13) son los comensales de Jesús. En la cena pascual no debe haber menos de diez ni más de veinte comensales. Jesús actúa en esta comunidad como el padre de familia. El señor está presente cuando se celebra la cena pascual y forma el centro de la comunidad de los comensales.
15 Y les dijo: Con ardiente deseo he deseado comer esta pascua con vosotros antes de padecer; 16 porque os digo que ya no la voy a comer más hasta que se cumpla en el reino de Dios.
La antigua cena pascual se esboza solamente con unos pocos rasgos; se indica lo esencial: el cordero pascual y la copa de vino. El cuadro lleva el sello de la futura celebración eucarística (*).
La cena-pascual según el rito de los judíos, que a juzgar por el relato, celebró también Jesús, se celebraba siguiendo un orden riguroso. El padre de familia inauguraba la ceremonia con una acción de gracias por la fiesta. A continuación tomaba una copa con vino y pronunciaba sobre ella la bendición: «Bendito seas, Yahveh, Dios nuestro, rey del mundo, que creaste el fruto de la vid.» Entonces se bebía el vino de esta primera copa. Los presentes se lavaban la mano derecha y consumían el primer plato: una entrada de hierbas amargas empapada en una salsa muy fuerte y que era masticada mientras se meditaba. Se mezclaba una segunda copa y se ponía delante, aunque no se bebía inmediatamente de allá. El hijo preguntaba al padre de familia cómo aquella noche, con las rúbricas especiales de la cena, se distinguía de las otras noches. Entonces daba el padre una instrucción sobre el sentido de la solemnidad pascual y el significado de los manjares. Era la haggada de pascua. En estas palabras de explicación debía por lo menos recordarse la pascua («porque Dios pasó de largo las casas de nuestros padres en Egipto»), el pan sin levadura («porque fueron liberados tan rápidamente, que su masa de pan no tuvo tiempo de fermentar») y las hierbas amargas («porque los egipcios habían amargado la vida a nuestros padres en Egipto»). Tras estas palabras se cantaba la primera parte del hallel (Sal 113s). Se terminaba con el himno pascual: «Al salir Israel de Egipto, la casa de Jacob se libró de un pueblo extraño, fue Judá su santuario; Israel, su tierra de dominio»; (Sal 114-1s). Entonces se bebía la segunda copa.
Acto seguido se lavaban los comensales las manos y comenzaba la parte principal de la cena. El padre de familia tomaba pan sin levadura y pronunciaba sobre él la acción de gracias: «Bendito seas, Yahveh, Dios nuestro, rey del mundo, que haces brotar pan de la tierra.» Luego partía el pan en pedazos y lo daba a los comensales, que lo comían con hierbas amargas y zumo de frutas. Después se comía el cordero pascual. Una vez terminada la cena, pronunciaba el padre de familia sobre la tercera copa («copa de bendición») la acción de gracias de la comida; en ella se manifiesta la esperanza mesiánica: «Señor, Dios nuestro, a ti se dirigen nuestros ojos; pues Dios eres tú, rey de misericordia y gracia. El misericordioso. Su soberanía sea sobre nosotros siempre y eternamente. El misericordioso. Envíanos al profeta Elías, que nos traiga el Evangelio, ayuda y consuelo. El misericordioso. Otórguenos los días del Mesías y la vida del mundo venidero, él, que magnifica la salvación de su rey y hace gracia a su ungido, a David y a su descendencia eternamente.» Después de beber esta copa se cantaba la segunda parte del hallel (Sal 114/5-118). En él se decía: «Prendido me habían los lazos de la muerte, habíanme sorprendido las ansiedades del sepulcro, todo era angustia y afán para mí, e invoqué el nombre de Yahveh: Salva, ¡oh Yahveh!, mi alma. Yahveh es misericordioso y justo; sí, nuestro Dios es piadoso. Protege Yahveh a los desvalidos: yo era un mísero y él me socorrió… ¡Qué podré yo dar a Yahveh por todos los beneficios que me ha hecho? Elevaré la copa del socorro invocando el nombre de Yahveh» (Sal 116:3-6.12s). La cena pascual recibe consagración y sentido. Jesús la había deseado con ardiente deseo. Lo que durante su actividad estaba siempre presente a sus ojos, ha llegado ahora. «Fuego vine a echar sobre la tierra. ¡Y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo un bautismo con que he de ser bautizado. ¡Y cuánta es mi angustia hasta que esto se cumpla!» (Sal 12:49s). «Yo expulso demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día tendré terminada mi obra» (Sal 13:32). Su obra no quedará terminada hasta que él haya pasado por la muerte. Con la última cena comienza su pasión y su gloria, se sientan las bases del bautismo y del envío del Espíritu Santo. Su muerte está envuelta en la claridad de pascua, de pentecostés y de los acontecimientos escatológicos; su muerte trae la salvación a los muchos. La antigua Iglesia celebra el banquete eucarístico con profundos sentimientos escatológicos (Hec 2:46). La cena que Jesús se dispone a celebrar con los suyos, los doce, que están con él, es cena de despedida. Sus palabras remiten a la muerte próxima: «…antes de padecer». El recuerdo de esta cena de despedida quedará siempre ligado a la marcha de Jesús hacia la muerte.
La mirada de Jesús se dirige, como siempre, al reino de Dios. Su muerte no es su fin. El momento presente, con la oscuridad que cae sobre él, es situado ya a la luz del futuro. El hecho de comer el cordero pascual despierta la esperanza de la venida del Mesías y de la vida en el mundo venidero. Ahora se cumple una profecía. Primeramente se cumple en la Iglesia mediante el banquete eucarístico, definitivamente se cumplirá en la participación en el reino de Dios, que es representado como banquete (22,30).
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* Según algunos exégetas (J. Schmid), Lucas en los v. 15-18, utiliza únicamente materiales contenidos en Marcos; otros, en cambio (H. Schurmann), creen descubrir un antiguo relato de la institución como fuente de estos versículos.
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17 Tomó luego una copa, y recitando la acción de gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que, desde ahora, ya no beberé del producto de la vid hasta que llegue al reino de Dios.
Una vez que se ha comido el cordero pascual, se bebe la «copa de la bendición». A ello va asociada la oración de acción de gracias. Jesús da la copa a los comensales y los invita a beber. él mismo no bebe; de lo contrario, habría sido superfluo invitarlos a beber. Cuando bebía el padre de familia, era señal para que bebieran también los comensales. Con la copa les da también gozo y bendición.
También la copa de vino remite más allá de la hora presente. Jesús la beberá de nuevo. A su muerte sigue la gloria en el reino de Dios. En la antigua Iglesia hacían los cristianos memoria de las palabras de Jesús sobre el cordero pascual y sobre la copa pascual cuando se reunían para la cena sin la presencia corporal del Señor. Estas palabras mantenían viva la esperanza de que había de inaugurarse el reino de Dios y de que los que esperaban participarían en el banquete de que habla el Señor.
A la luz de las palabras de Jesús, pronunciadas sobre la antigua pascua, la nueva comida y la nueva bebida que él va a dar es regalo de despedida del Señor que va a la muerte, celebración conmemorativa de nueva redención, comunidad de mesa con el Resucitado, promesa de nueva comida plena y de nueva vida en el reino de Dios.
b) Cena eucarística (22,19-20).
19 Luego tomó pan y, recitando la acción de gracias, lo partió y lo dio a ellos diciendo: Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. 20 Y lo mismo hizo con la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
Se instituye la nueva pascua. El puesto del cordero pascual viene a ocuparlo el cuerpo de Jesús, el puesto de la copa pascual llena de vino viene a ocuparlo la sangre de Jesús. No se borran todos los vestigios de la antigua pascua. Como bloques erráticos de tiempos pasados hallamos las palabras acción de gracias y después de haber cenado. Después de comer el cordero pascual utilizó Jesús la tercera copa, la «copa de la bendición» (1Co 10:16), para su nuevo don. Las palabras sobre la acción de gracias están situadas al comienzo mismo del banquete eucarístico, aunque habrían tenido su puesto histórico antes de la copa. La acción de gracias es algo así como el título. La cena pascual, instituida en nueva forma por Jesús, es la gran acción de gracias de la Iglesia con Cristo, la eucaristía. De todo esto resulta también claro que el relato de la institución de la cena eucarística no pretende ser un relato escrupulosamente histórico de lo que entonces tuvo lugar en la última cena. El relato está más bien compuesto y configurado de tal modo que sirva de instrucción y de norma para la sagrada cena de los cristianos. Lo que aquí sucede tiene su origen en Jesús (cf. 1Co_1 1:23) (*).
El centro de la nueva pascua es Jesús. De él vienen don, acción y palabra. él toma el pan en su mano después de haberse levantado del almohadón en que estaba recostado, pronuncia la bendición, lo parte y lo distribuye entre los comensales. Análogamente procede con la copa, que contiene vino mezclado con agua. Las palabras que pronuncia Jesús y que acompañan su acción, hacen comprensible su don, lo presentan como don salvador, que tiene su razón de ser en su muerte.
El don que entrega Jesús es su cuerpo y su sangre. El cuerpo es su cuerpo vivo, él mismo; la sangre es sede de la vida, su vida, él mismo. El cuerpo y la sangre están representados separadamente por estos dos dones. Así hacen referencia a la muerte. Jesús se da a los suyos como memorial de su muerte. «Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que él venga» (1Co 11:26).
Las palabras con que dio Jesús comienzo a la cena, llenan la noche con el pensamiento de su fin violento. Los dones que imparte Jesús son su cuerpo, que es entregado, su sangre, que es derramada. El cuerpo es entregado, la sangre es derramada… en la muerte. Jesús toma esta muerte sobre sí por los discípulos, a los que imparte sus dones. El pan es partido y entregado… por vosotros. La sangre es derramada… por vosotros. La muerte de Jesús redunda en su bien, es para ellos muerte salvadora. Como el mártir con su muerte procura al pueblo gracia y purificación de los pecados, porque la providencia divina quiere por esta muerte expiatoria salvar a Israel oprimido (4Mac 6,28s; 17,22), así también Jesús, con su muerte, proporciona expiación y perdón. Su muerte es martirio expiatorio. Su sangre da expiación (Lev 17:11) .
Por vosotros. Estas palabras van dirigidas a los discípulos, a los que se dan el cuerpo y la sangre de Jesús. Estas palabras aplican a los discípulos lo que aporta para muchos la muerte expiatoria del siervo de Yahveh. El siervo de Yahveh es un varón de dolores, familiarizado con el sufrimiento (Isa 53:3). él lleva nuestro sufrimiento, cargó con nuestros dolores, fue herido por nuestros pecados, molido por nuestras iniquidades; para nuestra salud pesa sobre él el castigo; por sus llagas nos viene la curación; el Señor carga sobre él la deuda de los pecados de todos nosotros (Isa 53:4-6). Jesús es el siervo de Yahveh, que se ofrece en sacrificio en expiación por los hombres (**). Su muerte es muerte sacrificial expiatoria.
La copa que da Jesús es «la nueva alianza en mi sangre». Contiene la sangre, con cuyo derramamiento se concluye la nueva alianza. La antigua alianza, que concluyó Dios con su pueblo en el Sinaí, ha caducado, porque el pueblo de Dios ha faltado a la fidelidad. EL Dios fiel y misericordioso le prometió perdón y un nuevo orden divino: «Vienen días en que yo haré una alianza nuEva con la casa de Israel y la casa de Judá; no como la alianza que hice con sus padres, cuando tomándolos de la mano los saqué de la tierra de Egipto; ellos quebrantaron mi alianza y yo los rechacé. Esta será la alianza que yo haré con la casa de Israel en aquellos días: Yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su corazón, y será su Dios y ellos serán mi pueblo. No tendrán ya que enseñarse unos a otros ni exhortarse unos a otros, diciendo: Conoced a Yahveh, sino que todos me conocerán, desde los pequeños a los grandes; porque les perdonaré sus maldades y no me acordaré más de sus pecados» (Jer 31:31-34). Con su sangre otorga Jesús los bienes del nuevo orden divino, la anticipación de la salud de los últimos tiempos: íntima comunión con Dios, reconciliación con él, perdón de la culpa.
Con la copa de salvación se da Jesús como mediador de la nueva alianza. Por él, el siervo de Yahveh, que interviene expiando por muchos y da su vida, se inaugura el nuevo orden divino: «Yo, Yahveh, te he llamado en la justicia y te he tomado de la mano. Yo te he formado y te he puesto por alianza para mi pueblo y para luz de las gentes, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del fondo del calabozo a los que moran en tinieblas» (Isa 42:6s). «Al tiempo de la gracia te escuché, el día de la salvación vine en tu ayuda. Yo te formé y te puse por alianza de mi pueblo, para restablecer la tierra y repartir las heredades devastadas. Para decir a los presos: Salid; y a los que moran en tinieblas: Venid a la luz. En todos los caminos serán apacentados, habrá pastos en todas las laderas. No padecerán hambre ni sed, calor ni viento solano que los aflija. Porque los guiará el que de ellos se ha compadecido y los llevará a aguas manantiales. Yo tornaré todos los montes en caminos y estarán preparadas las vías. Vienen de lejos: éstos, del norte y del poniente; aquéllos, de la tierra de Sinim. Cantad, cielos; tierra, salta de gozo; montes, que resuenen vuestros cánticos, porque ha consolado Yahveh a su pueblo, ha tenido compasión de sus males» (Isa 49:8-13). Lo que había anunciado Jesús en Nazaret al comienzo de su actividad, halla realización y acabamiento en la sagrada cena (Isa 4:17-20). Lo que él anunció de palabra, se realiza en su cuerpo y sangre y se imparte en la cena. Jesús no se limita a expresar la fuerza salvífica de su muerte, sino que la da como alimento en su cuerpo y sangre: «Partió el pan y lo dio a ellos.» De la misma manera también la copa. El fruto de su muerte salvífica no se asimila ya únicamente en la fe, sino mediante la recepción de la comida y de la bebida en el cuerpo. Por muy grande que sea la cualidad de signo del pan y del vino, no es suficiente para reproducir el sentido contenido en la eucaristía. «La insistencia en describir la acción de dar reclama una comprensión realista.» Jesús efectúa esta acción a la sombra de la cena pascual. Se come el cordero pascual sacrificado. Al sacrificio sigue la comida sacrificial (Exo 24:11).
A la palabra relativa al pan se añade un encargo de repetir lo hecho: Haced esto en memoria mía. También se aplica al cáliz (1Co 11:24s). La entera acción de la cena, tal como la efectuó Jesús sobre el pan y el vino, deben hacerla los discípulos en memoria de él. Cuandoquiera que hagan esto, estará presente Jesús, que con su muerte pone en vigor el nuevo orden divino. También la antigua cena pascual es más que mero recuerdo en el marco de una fiesta familiar. En ella, la pasada acción salvífica del éxodo viene a ser presencia de gracia para los que participan en la cena; al mismo tiempo se funda en ella la esperanza de que también tendrán participación en la futura salvación. Jesús debía sentirse interesado personalmente en la liberación de Israel: «En cada generación está el hombre obligado a considerarse como si él mismo hubiese salido de Egipto, por esto tenemos la obligación de dar gracias, de alabar, de bendecir… al que hizo estas maravillas a nuestros padres y a todos nosotros, al que nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la aflicción a la alegría, del luto a la fiesta, de la oscuridad a la gran luz y de la opresión a la liberación, y ante él cantaremos Aleluya » Estos sentimientos se experimentaban cuando se celebraba la fiesta conmemorativa de la pascua. Así piensan los discípulos de Jesús en la cena de despedida, que el Señor pone a la luz de la cena pascual. La nueva pascua, dejada por Jesús como institución, no va en zaga a la antigua. Su obra salvífica está presente cuando se celebra el banquete conmemorativo. El encargo de repetir esta cena, dado por Jesús a los apóstoles, da a la Iglesia fuerza y vida, y la ley de su obrar. Jesús realiza la pascua, o tránsito, de la cruz a la resurrección, en su misma persona; en la eucaristía hace que todos los que toman el pan y el vino con fe, pasen cada vez mas de la muerte del pecado a su nueva vida.
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* Las palabras de la Cena en Lucas tienen afinidad con las palabras de la institución transmitidas por Pablo (1Co 11:23). De las palabras introductorias de Pablo y del análisis de historia de las formas resulta que estas palabras se remontan a los años 30 del siglo I y son por tanto «piedra fundamental de la tradición». Nos muestran la forma en que pronunciaban las palabras de Jesús las comunidades de Antioquia (y de Jerusalén). Las relatos de la institución, pese a sus diferentes formas, permiten reconocer cómo hablaría Jesús, aunque el tenor de las palabras se reproduce conforme al sentido, no literalmente, sino adaptado a la inteligencia de las comunidades. En la tradición de estas palabras tan veneradas ha quedado también como sedimento el empeño de la Iglesia por comprender este precioso legado del Señor. Y su solicitud por la fecundidad del mismo.
** En la función del siervo de Yahveh, que sufre en forma vicaria por el pecado de Israel, «por muchos», vio Jesús el sentido asignado por Dios a su muerte, tanto más que la idea de la representación vicaria y del sentido expiatorio de los sufrimientos del justo, era corriente desde la época de los Macabeos. Cf. 22,37; Mar 8:31; Mar 9:31; Mar 10:33; Mar 10:45; Mat 8:17; 12,18-21.
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3. PALABRAS DE DESPEDIDA (22,21-38).
A la cena siguen palabras de despedida, compiladas con material de tradición. La literatura helenística, la del Antiguo Testamento y la del antiguo judaísmo transmitieron las últimas palabras de grandes hombres. Platón escribió el testamento espiritual de Sócrates como palabras de despedida. El libro del Deuteronomio suena como un último legado de Moisés. En el libro de Tobías se leen exhortaciones del viejo Tobias moribundo a su hijo. A esta tradición pertenecen las palabras de despedida de Jesús en los evangelios de Lucas y de Juan.
Nos hallamos ante cuatro fragmentos cuya composición obedece a un orden riguroso: la predicción relativa al traidor (v. 21-23), exhortación y promesa a los discípulos (v. 24-30), la predicción de la caída de Pedro (v. 31-34), y una nueva exhortación y promesa a los discípulos (v. 35-38). Se ha pensado en el primero y en el úItimo de las listas de los apóstoles y también en los apóstoles mismos. En los doce que toman parte en la última cena se ve la Iglesia, que se congrega para cumplir el encargo del Señor. El pasado ideal del tiempo de Jesús ofrece también la norma para el futuro culto de la Iglesia.
a) El traidor (Lc/22/21-23).
21 Sin embargo, aquí está conmigo sobre la mesa la mano del que me va a entrega.
Se interrumpe el discurso relativo al gran legado de Jesús («sin embargo»). Se va a proferir algo inesperado e incomprensible. Uno de los que se sientan a la mesa con Jesús va a traicionar a Jesús y entregarlo a sus enemigos. Pese a esta infidelidad, el Señor no se desalienta ni renuncia a confiar a la Iglesia su legado, en él está presente su obra salvadora. «El Señor Jesús, la noche en que era entregado, tomó pan…» (1Co 11:23). Así comienza el antiguo relato de la institución, que Pablo trae a la memoria a la comunidad de Corinto, a fin de que no toleren en la comunidad nada que no sea compatible con el memorial de la muerte de Jesús.
La comunidad de mesa es comunidad de fidelidad y de amistad. David se queja de su infiel compañero de mesa: «Aun el que tenía paz conmigo, aquel a quien yo me confiaba y comía mi pan, alzó contra mí su calcañal» (Sal 41[40]10). En las palabras de Jesús se oye como un eco de esta queja. Lo que ocurre a Jesús forma parte del designio de Dios, que se expresa en las palabras de la Escritura. La comunidad de mesa con Jesús, que se realiza también en la celebración eucarística, obliga a la fidelidad al señor de la mesa, que es Jesús. Desertar de la Iglesia es cometer infidelidad con el Señor y con su comunidad de mesa.
22 Porque el Hijo del hombre sigue su camino conforme a lo que está determinado; pero ¡ay de ese hombre por quien va a ser entregado!
Jesús conoce al traidor y no se ve sorprendido por la traición. Judas le va a entregar. Esta traición es sólo el primer plano de su pasión y de su muerte. Dios es quien inscribe también en la vida de Jesús esta traición perpetrada por uno que está con él y la predetermina. Ello está conexo con la misión del Hijo del hombre, que por su pasión y muerte entra en la gloria. Porque fue obediente, por eso está sentado a la diestra del Poder de Dios (1Co 22:69). El designio divino no suprime la responsabilidad del traidor. ¡Ay de ese hombre! Este ¡ay! amenazador anuncia la reprobación en el juicio. El Hijo del hombre es juez. Las tentativas de disculpar a Judas no pueden sostenerse ante la palabra de Jesús. La comunidad de mesa y el pertenecer a la comunidad de discípulos de Jesús no bastan para garantizar la salvación. Jesús exige decisión personal por su palabra y por su persona (1Co 13:26s). La conmemoración del Señor, la fidelidad y la salvación, la infidelidad y el juicio condenatorio son cosas que pueden hallarse juntas (1Co 11:23-34). La celebración eucarística nos sitúa ante decisiones personales.
23 Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién podía ser de entre ellos el que había de hacer eso.
El asombro y las preguntas de los discípulos pintan lo reprobable de la traición, su incomprensibilidad y el espanto de los leales. Los discípulos se examinan con sus preguntas. El que come de la sagrada mesa debe examinarse a sí mismo. «Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condena, por no discernir el cuerpo del Señor (distinguiéndolo de la comida corriente)» (1Co 11:28s). Lo santo para los santos.
b) Discusión por la primacía (Lc/22/24-30)
24 Luego surgió también una discusión sobre cuál de ellos debía ser tenido por mayor. 25 Pero él les dijo. Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen esta autoridad son llamados bienhechores. 26 Pero vosotros no habéis de ser así; al contrario, el mayor entre vosotros pórtese como el menor; y el que manda, como el que sirve.
La discusión de los discípulos por la primacía tiene lugar en la atmósfera de la última cena, en la inminencia de la partida del Hijo del hombre, en la perspectiva de su muerte salvífica. En este marco ha de enjuiciarse. Nuestra vida está en el campo de luz y de fuerzas de la presencia de Jesús, de su muerte salvadora y de su obra expiatoria, de la última cena y de la cena venidera del tiempo final (Cf. Mar 10:41-45; Luc 12:39s; 42-46.47s).
La jerarquía en la comunidad de los discípulos de Jesús tiene otro sentido que la jerarquía entre los gentiles incrédulos. El que tiene fuerza para despojar del poder, despoja, a fin de tener él solo el poder y hallarse así en condiciones de dominar sin restricciones. Es una ironía el que estos dominadores se llamen todavía bienhechores. Los emperadores romanos desde Augusto llevaban el título de «salvador y bienhechor del orbe de la tierra». El ansia de dominar se disfraza con la máscara de amistad y beneficencia. La conciencia descubre lo que exige el orden social.
En el grupo de los discípulos, la categoría y la grandeza exige servicio. El mayor, el menor, el que manda, el que sirve son designaciones que hacen referencia a la organización de la comunidad, a la escala de dignidad, a la «jerarquía». Jesús no proyecta una Iglesia sin distinción de grados, sin superiores e inferiores. El que tiene un puesto elevado en la comunidad, debe saber que no es señor, sino servidor. El reino de Dios está alboreando; todos los criterios que se basan en medidas humanas son invertidos, todos los valores cambian de valor.
27 Porque ¿quién es mayor: el que está a la mesa o el que sirve? ¿Acaso no lo es el que está a la mesa? Sin embargo, ya estoy entre vosotros como quien sirve.
Jesús sirve en la última cena. Como fiel administrador da la comida a los suyos a su debido tiempo (Luc 12:42). él mismo se da en manjar y bebida, va por los suyos a la muerte y es «rescate por muchos» (Mar 10:45). Ha prometido que en el banquete venidero del tiempo final se ceñirá y hará que los discípulos que aguardan vigilantes su venida, se sienten a la mesa y les servirá (Mar 12:37). Jesús, dispensador y Señor del banquete, es, en una extraña inversión de funciones, también el servidor que sirve a la mesa.
En la Iglesia de Jerusalén hay un período, en el que los doce atienden a la mesa de los pobres (Hec 6:2). Después asumen este servicio de las mesas siete hombres, a los que los apóstoles les imponen las manos en un rito acompañado de oración (Hec 6:6). Los jefes de la comunidad y presidentes de las mesas atienden en la comida a los pobres y necesitados. Es posible que en su servicio tengan presente la imagen de Jesús, que cuando da de comer milagrosamente en el desierto, dice a los apóstoles: «Dadles vosotros de comer» (Mar 6:37) y hace que ellos preparen y repartan la comida (Mar 6:39-41); que envía a Pedro y a Juan para que preparen la última cena, y que habla incluso de su servicio a los suyos que están sentados a la mesa. El servidor de Dios es servidor de los hombres.
El orden en el servicio de Dios es orden en la comunidad y en la vida. La ley de servir, que afecta a cuantos disponen de poder -saber, talento, bienes, influencia- recibe de la cena eucarística vigor y obligatoriedad. Esta ley imprime su sello en la vida cristiana comunitaria: comunidad de mesa, comunidad familiar, comunidad de trabajo, comunidad en el Estado, comunidad entre las naciones. Pablo hace esta exhortación: «Si hay, pues, algún estímulo en Cristo, algún aliento de amor, alguna comunicación de Espíritu, algo de entrañable ternura y compasión (si todo esto significa algo entre vosotros), colmad mi alegría siendo del mismo sentir, teniendo el mismo amor, una sola alma, un solo sentir. No hagáis nada por rivalidad ni por vanagloria, sino más bien, con humildad, teniéndoos recíprocamente unos a otros por superiores; no atendiendo cada uno solamente a lo suyo, sino también a lo de los otros» (Flp 2:1-5). Luego aduce un antiguo himno de la cena, que canta cómo Jesús en la encarnación y en la muerte se despojó de sí mismo y asumió la condición de esclavo (Flp 2:6-11). En Cristo, el poder es servicio.
28 Vosotros sois los que constantemente habéis permanecido conmigo en mis pruebas; 29 por eso, igual que mi Padre dispuso en favor mío de un reino, yo también dispongo de él en favor vuestro, 30 a fin de que, en mi reino, comáis y bebáis a mi mesa y estéis sentados sobre tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Jesús, en la cena de despedida, dirige un mirada retrospectiva a su vida. Su actividad va acompañada de incomprensión por parte de sus discípulos, de incredulidad y equívoco por parte del pueblo, de odio y persecución por parte de los grandes; ahora le aguarda la reprobación y la condenación a muerte. Durante toda su vida había sido una «señal… objeto de contradicción» (Flp 2:34). Moisés y Elías, las dos grandes figuras dolorosas del Antiguo Testamento y libertadores del pueblo de Dios, aparecen con él en la montaña de la transfiguración (Flp 9:30). Con ellos, como con todos los hombres de Dios, comparte él la vida de prueba en un destino de sufrimiento. ¿Por qué la causa de Dios y su misión no se acredita con poder, sino con impotencia? ¿Por qué se manifiesta el reino de Dios en el desvalimiento del que sufre, es perseguido y crucificado? Esto escandaliza a los discípulos y es causa de la deserción del pueblo. Los doce, en cambio, perseveraron y se le mantuvieron fieles, aunque ellos también participaron de sus pruebas. Después que muchos le abandonaron, preguntó Jesús a los doce: «¿Acaso también vosotros queréis iros? Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién vamos a ir? ¡Tú tienes palabras de vida eterna!» (Jua 6:67).
El camino doloroso de Jesús remata en la gloria del reino, que le da el Padre. Jesús conoce los designios del Padre y sabe por la Escritura que él ha de llegar a la gloria a través del sufrimiento (Jua 24:26), sabe que el Padre le ha destinado y prometido el reino y la soberanía. A los amargos días de la pasión sigue el banquete de alegría, que es imagen del reino de Dios (Jua 14:15 ss); a la reprobación y al aniquilamiento sigue la elevación al trono, que representa el poder real y judicial (Mat 25:31). Por haber perseverado los apóstoles con él en sus pruebas, también ellos reciben de él el título jurídico de participar en su gloria. El «conmigo» determina su vida en la tierra, y también caracterizará su futuro. Jesús es por su muerte mediador de la alianza (diatheke), él transmite (diatithemai) el fruto de la perfecta y acabada alianza de Dios. Los apóstoles, por haber permanecido adheridos fielmente al Crucificado, son comensales de Jesús en la gloria y jueces del pueblo de Dios.
Al celebrar la eucaristía ponemos la mira en la comunidad de mesa y en el reino venideros, pero al mismo tiempo se nos hace presente que el reino venidero sólo se otorgará a quien, pese a los asaltos contra la fe, haya seguido fielmente a Cristo en la vida. La celebración de la eucaristía, el seguimiento en la pasión y la participación en el reino de Cristo: estas tres cosas están íntimamente enlazadas por el «conmigo». La sagrada cena nos une con él, la perseverancia en su destino de sufrimiento debe unirnos con él, el acontecimiento del final de los tiempos nos hará participar con él en el reino de Dios. En un himno a Cristo de la Iglesia primitiva, que se cantaba quizá también en el banquete eucarístico, se dice: «Si con él morimos, también con él viviremos; si resistimos, también con el reinaremos; si de él renegamos, también él renegará de nosotros; si le somos infieles, el sigue siendo fiel, pues no puede renegar de sí mismo» (2Ti 2:11s).
c) Simón Pedro (Lc/22/31-34).
31 Simón, Simón, mira que Satán os ha reclamado para zarandearos como al trigo; 32 pero yo he orado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando luego te hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
La palabra de Jesús es definitiva, es intangible e inalterable. La repetición del nombre de Pedro da fuerza y seguridad a la palabra, por sorprendente y desconcertante que sea («mira») lo que con ella se expresa. La tentación de apostasía no perdona ni a los mismos apóstoles. ¿Quien podrá, pues, tenerse por seguro?
Satán se presenta ante Dios como acusador de los hombres. Hace, ante Dios, las funciones de «fiscal». Acerca de Job, al que Dios reconoce como piadoso y justo, como temeroso de Dios y alejado del mal, dice el demonio a Dios: «¿Acaso teme Job a Dios en balde? ¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos y ha crecido así su hacienda sobre la tierra. Pero, anda, extiende tu mano y tócalo en lo suyo, a ver si no te vuelve la espalda» (Job 1:9-11). Satán es el adversario del amoroso designio salvífico de Dios con Israel (Zac 3:1-5). Tampoco faltará cuando Jesús quiera realizar su designio amoroso con el nuevo pueblo de Dios. El poder de Satán está ligado. Tiene que pedir a Dios que le permita desplegar su poder.
El ataque de Satán va dirigido contra los apóstoles. Hay que hacer que se tambalee su fe en Jesús. Los discípulos son zarandeados como trigo por el demonio. Para que el grano sea purificado de la paja, son sacudidos de una parte a otra como en un cedazo, por todas partes son acosados, presa de la mayor inquietud. Cuando descargue sobre Jesús la pasión y se dé a Satán poder sobre él y los suyos, se verán los discípulos expuestos por todos los lados a apremiantes tentaciones de apostasía. Satán aguarda a que fallen los discípulos para poder acusarlos delante de Dios. Dios no exime a los apóstoles y a la Iglesia, de las persecuciones y tentaciones. No los saca del «mundo» (Jua 17:15).
Contra las maquinaciones del demonio está la intercesión de Jesús. La voluntad de Satán se estrella contra el poder de su oración. Jesús es el abogado de sus discípulos. Jesús ora sólo por Pedro, no por los demás discípulos, aunque todos se ven en el mismo peligro. Simón se ve destacado de los doce; él es jefe y portavoz de los doce y de la comunidad primitiva (Act 1-12), y ha de ser el apoyo de su fe. Jesús ora para que no desfallezca la fe de Pedro. Como no fue «la carne y la sangre», el poder humano, lo que le reveló que Jesús es el Mesías (Mat 16:17), así tampoco es mantenido en la fe por poder humano, sino por el don de Dios, que Jesús implora para él. Lo que Jesús pide al Padre para Pedro no es ni más ni menos que su perseverancia en la fe. La fe en Jesús es lo decisivo en la obra de salvación. Sobre la fe de Pedro está edificada la fe de la Iglesia. El privilegio que se otorga a Simón con preferencia a los otros discípulos, se le da, no para él, sino para los demás, para los hermanos, para la fraternidad de la Iglesia (Mat 18:15-17), para los apóstoles y los fieles. Pedro ha de confirmarse mediante la palabra de la fe -que procede de la fe y conduce a la fe-, cuando se vean amenazados en su fe, y la cruz de Jesús, causada y explotada satánicamente, pueda ser para ellos piedra de escándalo.
También Pedro se desviará del camino recto y negará al Señor. Necesita volverse, pues ha llegado hasta el borde de la apostasía. Sólo porque la oración de Jesús es escuchada no ha perdido la fe. La fe lo induce a «volverse», a convertirse, y una vez convertido hará, amorosa y fielmente que los hermanos vuelvan (2Sa 15:20) a la fe. Los jefes de las comunidades tienen el deber de confirmar a los hermanos en la fe: «Mirad por vosotros mismos y por toda la grey, en la cual el Espíritu Santo os ha constituido inspectores, para pastorear la Iglesia de Dios que él se adquirió con su propia sangre» (Hec 20:28) (Cf. 1Te 4:12; 2Ti 4:2 ss; Hab 13:17; 1Pe 5:1-4). El lugar de estas exhortaciones sería preferentemente el culto de la Iglesia primitiva. Jesús interviene en favor de la comunidad como su sumo sacerdote y víctima, pero los rectores de la comunidades deben considerar como un deber la solicitud por la fe de los hermanos. Las palabras de despedida que siguen a la última cena, son un ritual para la celebración de la cena en la comunidad. La eucaristía forma parte de la estructura viva de la Iglesia.
33 Díjole entonces Pedro: Señor, dispuesto estoy a ir contigo incluso a la cárcel y a la muerte. 34 Pero él contestó: Pedro, yo te digo que hoy no cantará el gallo sin que hayas negado por tres veces haberme conocido.
Pedro no puede soportar que se ponga en tela de juicio su fidelidad: «Cuando te hayas vuelto…» Pedro protesta su veneración por Jesús: Señor, que dispone y debe disponer de mí. Declara su resolución: Dispuesto estoy… Hace hincapié en su fuerza y su fidelidad y quiere llegar hasta lo último: cárcel y muerte. En sus palabras resuena la fidelidad del amor: contigo. Pero no prestó atención a la palabra de Jesús, según la cual sólo la oración del Señor lo retiene al borde del abismo y lo salva impidiendo que se hunda. La predicción de Jesús hace patente lo que será de la fidelidad, tan encarecida, en las próximas horas del día que comienza. Pedro negará tres veces que conoce al Señor. ¿Dónde se quedará, pues, todo lo que ha dicho con tanto encarecimiento: Señor… contigo… a la muerte? Quien exhorta en la comunidad, sólo puede hacerlo si se hace cargo de su propia flaqueza. «Hermano, aun en el caso en que alguno fuera sorprendido en alguna falta, vosotros los espirituales, con espíritu de mansedumbre, procurad que se levante, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gal 6:1). «El que crea estar seguro, mire no caiga» (1Co 10:12). Ni siquiera la sagrada cena nos asegura contra la infidelidad.
Pedro es el primero en el colegio apostólico. Con dificultad soportamos que sus valores humanos no respondan a su posición. Lucas retocó y atenuó el retrato de Pedro que halló en Marcos. Pedro, según Marcos, recalca dos veces su firmeza, a pesar de las palabras de Jesús; en Lucas sólo una vez. Marcos habla de renegar a Jesús, Lucas dice sólo de negar «haberme conocido». En Marcos, los otros discípulos se expresan en forma análoga a Pedro; Lucas silencia esto. Lucas, en cambio -no Marcos- hace decir a Pedro que está dispuesto a ir con Jesús a la cárcel y a la muerte, porque en realidad lo hizo más tarde (Hec 12:3 ss). Es una ventaja poseer también el texto de Marcos, por el que sabemos que también Pedro es muy accesible a la flaqueza, al pecado y a la apostasía, y que lo único que lo sostiene es la oración de Jesús. Cuando el triunfalismo conoce esta realidad, deja de ser en serio triunfalismo.
d) Exhortación a los discípulos (Lc/22/35-38).
35 Después les dijo: Cuando os envié sin bolsa ni alforja ni sandalias ¿acaso llegó a faltaros algo? Ellos respondieron: Nada. El les añadió: Pues ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo el que tenga una alforja, y el que no tenga espada, que venda su manto y la compre.
Pobres y sin recursos envió Jesús a los apóstoles (Hec 10:4), pero nada les faltó. El «año de gracia» del Señor (Hec 4:19) les daba abrigo, protección y amor de los hombres (Hec 8:2; Hec 10:7); alegres regresaron entonces de su misión (Hec 10:17). Ahora, en cambio, se han mudado los tiempos. Todo ha cambiado. Ha pasado ya la paz bajo la protección de Dios. La existencia resguardada de los discípulos llega a su fin. Ellos mismos tienen que mirar por sí y protegerse. Ya no se abren puertas hospitalarias. Los discípulos y su palabra se ven repudiados. Ataques hostiles les aguardan. Comienza el tiempo de la Iglesia, tal como se describe en los Hechos de los apóstoles. Empieza con la pasión de Jesús, en cuya perspectiva se profieren estas palabras. Ahora se permite a Satán desplegar su hostilidad. El apóstol se halla en medio de tentaciones y luchas, y estas luchas perdurarán hasta que venga el Hijo del hombre (Hec 21:28).
Los pertrechos de los apóstoles cambian al desaparecer la paz de Jesús. Ahora necesitan la espada. Les es tan necesaria, que si no tienen espada, han de vender hasta lo más necesario para poder adquirirla: el manto, que de día sirve de vestido y de noche de manta. Con esto se diseña el tiempo con una imagen, aunque no se invita a combatir con las armas ni a la guerra mesiánica de los zelotas. Jesús se opone a que se le defienda con la espada (Hec 22:49 ss). La Iglesia que vive en estrechez y combates debe armarse con armas espirituales: con la perseverancia, la prontitud para morir, la oración (Hec 6:22; Hec 11:49; Hec 12:4-12; Hec 14:25 ss; Hec 21:12-19, ). Estas armas se deben adquirir a cualquier precio.
37 Porque yo os digo que ha de cumplirse en mí esto que está escrito, a saber: Y fue contado entre los malhechores; pues todo lo que a mí se refiere, ya está tocando a su fin. 38 Ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Pero él les contestó: Basta ya.
La hostilidad contra los apóstoles sigue a la reprobación de Cristo. Porque él es perseguido, también ellos son perseguidos (Jua 15:20). Jesús es declarado criminal, y como a criminal se le condena. Sobre él pesa el destino del siervo sufriente de Dios (Isa 53:10), que no combate, sino que soporta con paciencia el sufrimiento, y por el sufrimiento triunfa. La voluntad de Dios, que está revelada en la Sagrada Escritura, debe cumplirse en él. Su pasión se debe a determinación divina, no a disposición de los hombres. Jesús la toma sobre sí obedientemente como voluntad de Dios. La predicción abre una perspectiva no sólo de sufrimientos y de muerte, sino también de victoria, tras dura prueba. La vida de Jesús llega a su fin; con ello se cumple lo que para él es voluntad y encargo de Dios. Su vida alcanza su coronamiento, está inminente su elevación al cielo (Jua 19:30).
Los discípulos no entienden las palabras de Jesús. él habla de persecución y de martirio, mientras que ellos piensan en un combate en que se lucha con espadas. Los galileos llevan consigo puñales, pues son amigos de la libertad y les gusta la lucha. Sus frases cortadas suenan a resolución excitada y a belicosidad. ¿Para qué han de servir ahora las espadas?
La palabra con que Jesús corta el diálogo es enigmática. Está envuelta en la tristeza del que se siente incomprendido y se halla solo. La palabra suena casi a ironía. Sin embargo, marca más la melancolía por la incomprensión y por el triste desenlace que se acerca para los discípulos. Que el camino del Mesías conduce a la gloria a través de la pasión, no deja de ser un misterio inescrutable. A ello hizo también referencia el profeta en su canto de siervo de Yahveh doliente: «Como de él se pasmaron muchos -tan desfigurado estaba su rostro, que no parecía ser de hombre-, así se admirarán de él las gentes, y los reyes cerrarán ante él su boca al ver lo que jamás vieron, al entender lo que jamás habían oído. ¿Quién creerá lo que hemos oído? ¿A quién fue revelado el brazo de Yahveh?» (Isa 52:14-53, 1).
Con las palabras sobre las espadas se cierran los discursos de despedida y la última cena. La institución, el memorial que deja Jesús, armará para el tiempo de lucha que se inicia. él se marcha y deja a sus discípulos, pero confía a su Iglesia para todo tiempo el fruto de su acción: su presencia, la nueva economía de la alianza divina, el perdón de los pecados… Todo está compendiado en esta cena. Mediante la institución que deja al despedirse queda él mismo unido a su comunidad de discípulos hasta la realización final de la comunidad de mesa, y constantemente le aplica el fruto salvífico de su muerte cruenta. El camino que lleva al reino de Dios es la apropiación de este fruto de la pasión de Jesús. El manjar eucarístico se da a la Iglesia para un tiempo que está lleno de tentaciones. Con este banquete dio Cristo a su Iglesia un orden de comunidad y de vida. él mismo está en ella presente como el que intercede por quien es cabeza de la Iglesia, a fin de que pueda confirmar a sus hermanos. En este banquete ofrece él por medio de quienes lo presiden su palabra de exhortación y de fuerza.
En el tiempo de la Iglesia se concede a Satán desplegar su poder en la medida que lo quiere y lo permite Dios. Pero Dios contrapone a la presencia de Satán la presencia de Cristo y el fruto de su obra. Satán se estrella ante el sumo sacerdocio de Jesús. Cristo que ora y se sacrifica en el hecho de la cena eucarística, no exime de los esfuerzos y de las tentaciones, ni de la perseverancia en el seguimiento de Jesús, pero garantiza la victoria a los que combaten perseverantemente con él.
La comunidad de mesa es el centro de la vida religiosa de la Iglesia, refuerzo para el camino, fuente de su júbilo escatológico y ley de su vida. El banquete eucarístico ofrece el fruto permanente de la acción de Jesús por los suyos, ahora que él parte y los deja. En el tiempo de las tentaciones no estarán solos los discípulos. Jesús está sentado como juez a la derecha del Padre, los discípulos recibirán el Espíritu y tienen la sagrada cena.
II. ENTREGADO A LOS JUDÍOS (Isa 22:39-71).
Jesús predice a sus discípulos: «…Se apoderarán de vosotros y os perseguirán: os entregarán a las sinagogas y os meterán en las cárceles; os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre» (21-12). Estas palabras se cumplen primeramente en Jesús. él es el arquetipo de la Iglesia perseguida. En el testimonio que él da, halla la Iglesia la forma cómo ha de dar prueba de sí en el martirio. Pablo escribe a Timoteo: «En la presencia de Dios, que da vida a todos los seres, y de Cristo Jesús, que proclamó su hermosa confesión ante Poncio Pilato, te encargo solemnemente que guardes el mandamiento» (1Ti 6:13).
1. ORACIÓN EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS (Lc/22/39-46) GETSEMANI
39 Salió, pues, y fue, según su costumbre, al monte de los Olivos; también sus discípulos lo siguieron.
Desde que Jesús entró en Jerusalén, enseña todos los días en el templo, y por la noche sale de la ciudad para pernoctar en el monte de los Olivos. Esta vez ha celebrado la cena en la sala superior que le ha sido ofrecida, y ha pronunciado sus palabras de despedida. En el templo y en las casas se reúne la primera comunidad cristiana de Jerusalén (Hec 2:46). La Iglesia halla en la acción de Jesús la ley de su obrar. Jesús no cambia ni siquiera esta vez su costumbre de pasar la noche en el monte de los Olivos, aunque sabe lo que le aguarda. No esquiva la hora (Hec 22:53) que le ha fijado su Padre para el comienzo de su camino hacia la muerte, sino que está resuelto a tomar sobre sí la pasión (Hec 9:51). La muerte no viene sobre él como un hado, como una fuerza que descargan los hombres sobre él y de la que no puede escapar, sino como la voluntad del Padre, que él cumple obedientemente (Jua 10:18). También los discípulos le siguen. Todavía dan prueba de ser verdaderos discípulos, que van tras su maestro a dondequiera que vaya (Jua 9:57).
40 Una vez llegado a aquel lugar, les dijo: Orad, para que no entréis en tentación.
En el huerto de los Olivos busca Jesús el lugar que había buscado siempre en las noches pasadas, y que también Judas conoce. Entregado a la voluntad de Dios, se enfrenta con el peligro. Está preocupado por sus discípulos. Ahora se inicia la hora de la tentación, pues va a ser detenido, y los enemigos van a apoderarse de él. Todo esto los desconcertará y pondrá en peligro su fe. Satán hará todo lo que esté en su mano para inducirlos a la deserción. La tentación se abre ante los discípulos como un foso, al que uno es atraído a la perdición, como un lazo en que se verá uno enredado.
Para que los discípulos no caigan en la tentación se requiere la ayuda de Dios, la cual se otorga a la oración. Ahora hay que pronunciar lo que Jesús enseñó a pedir en el padrenuestro: «No nos lleves a la tentación» (Jua 11:4).
41 Entonces él, como a la fuerza, se arrancó de su lado como a un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba 42 así: ¡Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz! Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Como impelido por una fuerza, Jesús se arranca de los discípulos. La fuerza es el plan de Dios, la necesidad que éste le impone. La misma palabra encontramos en el relato en que se dice que Pablo se arrancó de los presbíteros en Mileto para emprender el camino de Jerusalén, donde le aguardan sufrimientos y prisión (Hec 21:1). Jesús es la pauta para sus discípulos que se encaminan al martirio.
El Señor ora solo delante del Padre. Se aleja como un tiro de piedra, distancia que se puede alcanzar con la vista; conviene que los discípulos puedan oírle y verle, y que él pueda llamarlos. En esta hora de extrema gravedad ora él de rodillas, mientras que por lo regular se ora de pie (Hec 18:11). Como Jesús en el huerto de los Olivos ora también Esteban durante su lapidación, puesto de rodillas (Hec 7:60), Pedro antes de resucitar a Tabita (Hec 9:40), Pablo, antes de despedirse de los presbíteros de Efeso, después de haberles dicho que no volverían ya a ver su rostro (Hec 20:36), y de nuevo el mismo apóstol con sus compañeros en la playa de Tiro, cuando los discípulos, en virtud del Espíritu, dicen a Pablo que no suba a Jerusalén (Hec 21:5). Todos ellos oran de rodillas a la vista del poder de la muerte; el martirio no se puede superar sino con la oración. Jesús es modelo de los mártires.
La oración comienza con la invocación Padre. Todas las oraciones de Jesús comienzan con esta palabra filial, íntima, llena de confianza. Incluso cuando ora Jesús con palabras de los Salmos (23,46), las acompaña con la invocación del Padre, y esas palabras ajenas las incorpora a su singular relación con el Padre, que él expresa con la palabra abba (Mar 14:36). El Padre amante lo sitúa ante la pasión y la muerte de martirio.
La oración de Jesús es una oración auténticamente humana. Pide que se aparte de él el cáliz, símbolo de la pasión y del martirio (*), señal del castigo de Dios. Dios presenta a Jesús el cáliz, del que debe beber en forma vicaria el castigo de Dios (cf. Isa 51:22). Jesús es el Siervo de Yahveh, mártir que toma sobre sí la pasión y la muerte en forma vicaria y como expiación por las naciones.
La naturaleza humana tiembla ante la muerte violenta, pero Jesús se somete a la voluntad del Padre y pide que no se haga sino la voluntad de Dios. La oración está encuadrada en palabras de entrega. Comienza con palabras de entrega, de conformidad: «Si quieres». Termina con el ruego de que se cumpla la voluntad de Dios. Una vez más se oye el eco del padrenuestro, aunque Lucas no halló en su fuente de tradición la petición: «Hágase tu voluntad» (Mat 6:10). Como Cristo se expresa también el cristiano en su oración: Padre, abba, hágase tu voluntad, no nos lleves a la tentación. El padrenuestro es oración de Jesús, oración de los mártires, oración de los discípulos de Jesús, oración en la hora de la muerte, oración en las grandes decisiones de la vida.
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* Cf. Martirio de Isa 5:13 : «Id a la región de Tiro y de Sidón; porque sólo para mí ha mezclado Dios la copa (del martirio).
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43 Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que lo confortaba. 44 Y en medio de la angustia, seguía orando más intensamente. Y su sudor era como gruesas gotas de sangre, que iban cayendo hasta la tierra (*).
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* Los versículos faltan en muchos testigos, por cierto muy seguro, del texto, pero el estilo es lucano y su ausencia se explica por reparos dogmáticos. Se borraron por falsa escrupulosidad en las luchas con las herejías, porque Cristo aparece aquí demasiado humano. No se puede dudar de su autenticidad.
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La oración de Jesús es escuchada, pero no de forma que le sea apartado el cáliz, sino más bien en el sentido de un refuerzo para seguir orando insistentemente y tomar en la mano el cáliz que se le presenta. Dios escucha nuestra oración en los sufrimientos; la escucha reforzándonos para que nos apropiemos su voluntad, y preparándonos para aceptar con fe sus planes salvíficos.
Tres veces en la vida de Jesús se refiere una notificación celestial como respuesta de Dios a su oración: en el bautismo, en la transfiguración y en el huerto de los Olivos. Estos tres acontecimientos marcan horas decisivas en la vida de Jesús. Están en conexión con la pasión y la glorificación. Estas respuestas fortalecen a Jesús, el elegido, el amado de Dios, para que ejecute su plan salvífico, que contiene la necesidad de la pasión y de la muerte, y mediante combate y muerte llegue a la gloria.
Los ángeles levantan los ánimos de los mártires y los confortan para el combate de la muerte. A los jóvenes en el horno de Babilonia los socorre el ángel del Señor: «El ángel del Señor había descendido al horno con Azarías y sus compañeros y apartaba del horno las llamas del fuego y hacía que el interior del horno estuviera como si en él soplara un viento fresco» (/Dn/03/49s). Cuando Daniel aprende por revelación lo que sobrevendrá a su pueblo en los últimos días, debe ser fortalecido por un ángel: «Entonces me tocó de nuevo la figura que tenía el aspecto de un hombre y me confortó. Entonces me dijo: No temas, varón predilecto, sea contigo la paz. ¡Animo, valor! Y en hablándome, recobré mis fuerzas y dije: Hable mi señor, pues me has fortalecido» (cf. Dan 10:1-19). Jesús debe realizar los designios de Dios con los hombres; pero sólo puede hacerlo con la fuerza del Padre. Dios se la da por medio del ángel; ángeles le sirven en su obra (Dan 2:19; Hec 1:9s).
Jesús, fortalecido, se dirige al combate decisivo. Lo que le oprime no es el temor de la muerte, sino la ansiedad por la victoria. De este combate decisivo depende la salud del mundo. El combate es duro. Después de la tentación se retiró Satán por algún tiempo (Hec 4:13). Ahora, en cambio, vuelve a apretarle de nuevo para desviarlo de su camino, que le ha sido indicado por el Padre.
Recogiendo todas sus fuerzas, derribando todas las resistencias, da Jesús un «sí» a la voluntad del Padre. El esfuerzo hace que salga el sudor por los poros. Su sudor caía hasta la tierra como gotas de sangre (*).
……………
* Como gotas de sangre; el «como» puede indicar una comparación pero también puede significar, sin comparación, «en forma de». Si se supone que se trata de una comparación, no se ve fácilmente dónde pueda estar el punto de comparación. ¿Puede ser éste realmente la cantidad o la magnitud de las gotas? En definitiva parece, pues, deberse preferir la interpretación que excluye la comparación: El sudor caía a la tierra en forma de gotas de sangre. El sudor de sangre parece poderse explicar incluso sin milagro.
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45 Luego se levantó de la oración, fue hacia los discípulos y los encontró dormidos por causa de la tristeza, 46 y les dijo: ¿Cómo es que estáis durmiendo? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación.
Los discípulos son la primera y la última preocupación de Jesús en el huerto de los Olivos: en su decisión por el cáliz de la pasión, en la hora decisiva en que él obtiene la salvación para el mundo. Los halla dormidos. Como excusa se añaden estas palabras: por causa de la tristeza. Se entregan pasivamente a todo lo que va a sobrevenir, y se duermen. Jesús no los reprende, sino que tiene solicitud por ellos; les sirve. ¿Cómo es que estáis durmiendo?, ahora, en este momento, en que se acercan la tentación y los aprietos… Jesús repite la exhortación a la plegaria. Es necesario orar siempre sin desfallecer. La oración perpetua arma a la Iglesia contra todos los ataques a que está expuesta en el tiempo que va hasta la parusía de Jesús.
Marcos describió con las expresiones más fuertes la lucha de Jesús en el huerto de los Olivos. Lucas, en cambio, omite lo tremendo y terrorífico. No habla de temor y hastío, ni de sus tristezas de muerte. Según Marcos, Jesús cayó en tierra. Lucas lo suaviza: se puso de rodillas. Su ruego es más tranquilo; sólo pregunta si es posible que se le aparte el cáliz. Lucas sólo habla de una oración y de una exhortación a los discípulos. Marcos no dice que la oración fue escuchada, en Lucas se le da respuesta mediante la aparición del ángel. Aun en esta hora tan difícil conserva Jesús la grandeza humana. El gran solitario cobra fuerzas de la oración al Padre. A pesar de su angustia se cuida de los discípulos y les muestra la mayor comprensión humana. Lucas destaca a Jesús en medio de la situación única y sin segunda del huerto de los Olivos y lo presenta como arquetipo de los mártires y de todos los que en momentos difíciles deben decidirse por la voluntad de Dios con responsabilidad por otros.
2. LA CAPTURA (Lc/22/47-53)
47 Todavía estaba él hablando, cuando llegó un tropel de gente, y al frente de ellos iba el llamado Judas, uno de los doce, que se acercó a Jesús para besarlo. 48 Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
De repente aparece un grupo de gente, no ya una aglomeración abigarrada sin orden ni concierto, sino un destacamento de los órganos judiciales con encargo del sanedrín y al mando de los oficiales de la guardia del templo. Están al servicio de las autoridades judías, practican arrestos, conducen a los acusados ante el tribunal, vigilan a los presos y ejecutan las sentencias pronunciadas por el tribunal judío. Mientras Jesús está todavía hablando con los discípulos, cambia totalmente la escena. Los enemigos lo rodean y lo ponen en el mayor aprieto. Tal será la situación de la Iglesia en el mundo. La hora de las tinieblas está siempre en acecho aguardando que se le dé poder.
Al frente del grupo va Judas. ¡Uno de los doce! Está al corriente y conoce a Jesús. La entrega de Jesús comienza por su círculo más allegado (cf. 21,26). Judas se acerca para besarlo. Antes de que haya dado el beso, estigmatiza Jesús la ignominiosa tentativa. Con sus palabras quiere también invitar al traidor a entrar dentro de sí y a convertirse. Lo llama por su nombre: Judas; por este nombre lo llamó al grupo de sus apóstoles. El beso es señal del respeto y veneración del discípulo al maestro; Judas lo utiliza como señal de la traición (Mar 14:44). Judas entrega al Hijo del hombre; aquel a quien traiciona es el que le ha de juzgar (Mar 22:22). Jesús, en su bondad y grandeza, es la figura dominante cuando los enemigos se echan sobre él.
49 Viendo los que estaban con Jesús lo que iba a suceder, le preguntaron: Señor, ¿herimos con la espada? 50 Y uno de ellos hirió a un criado del sumo sacerdote y le quitó la oreja derecha. 51 Pero Jesús contestó: ¡Dejadlo! ¡Basta ya! Y tocando la oreja, lo curó.
Se oye el eco de las palabras de Jesús acerca de las espadas (Mar 22:35-38). Los discípulos no habían captado su sentido, ni tampoco comprenden lo que está sucediendo ahora. Aun para su círculo más allegado, para los que estaban con él, es el desarme de Jesús un misterio y un enigma incomprensible. Hacen profesión de su fidelidad, hacen patente su veneración y obediencia y lo llaman Señor, pero no pueden comprender que el camino del Señor lleve a la gloria pasando por la cruz. En la caricatura de su defensa se echa de ver su buena voluntad, pero también la insuficiencia de su fe. Al discípulo de Jesús se le exige algo más que fidelidad humana (14,26s).
Se prohíbe utilizar las espadas. Jesús no tiene nada que ver con el movimiento de los zelotas, que quieren implantar con violencia el reino de Dios, ni con los guerrilleros judíos, que quieren poner fin con las armas a la dominación extranjera; no tiene nada que ver con medios políticos y guerreros. él utiliza su poder para sanar a los abatidos, para hacer bien a los enemigos. Jesús es Señor y Salvador, Señor aun en esta hora de las tinieblas, Salvador también de sus adversarios.
52 Dijo luego Jesús a los sumos sacerdotes, a los oficiales de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? 53 Mientras día tras día estaba yo entre vosotros en el templo, no extendisteis las manos contra mí. Pero ésta es vuestra hora: el poder de las tinieblas.
La cuadrilla que quiere arrestar a Jesús tiene encargo del consejo supremo. Los miembros de éste son enumerados solemnemente. Constituyen una selección representativa del pueblo, a la que están confiados los bienes más altos que éste posee: la ley, el templo, el pueblo de Dios. Todo esto tiene por meta a Cristo, y a Cristo mandan ellos arrestar. La culpa de la muerte de Jesús recae sobre los dirigentes judíos. Este judaísmo se priva así de sentido y se destruye a sí mismo (20,8).
Jesús se opone a ser tratado como un ladrón común (*), como un criminal que rehuye la luz, como un hombre violento al que hay que arrestar con espadas y palos. El objetivo de Jesús era el mismo que tenían los sanedritas: la verdad de Dios, el cumplimiento de la ley, el servicio en el templo. Jesús era maestro en cuestiones religiosas. Sus adversarios podían convencerse en cualquier momento de que él no perseguía otra cosa, puesto que enseñaba a la vista de todos en el templo. Los sanedritas lo dejaban tranquilo y discutían con él sobre temas religiosos controvertidos. Esta declaración solemne era importante para la Iglesia, pues tampoco ella es una asociación secreta que tiene por meta la división religiosa y la subversión política; no reprueba nada de lo que Dios ha operado en la historia de la salvación, sino que le da perfección y acabamiento, por Jesús.
Los sanedritas no tendrían poder sobre Jesús, si no se lo hubiese dado Dios. Aquí está oculta la mano de Dios. Que haya llegado esta hora -su hora-, no depende de ellos, sino de la permisión divina. Aquí intervienen ellos como instrumentos, no como instrumentos de Dios, sino como instrumentos del demonio. La hora en que ellos realizan sus planes, es hora en que puede desplegarse el poder de las tinieblas, el poder de Satán. Las tinieblas son el reino de Satán. El consejo supremo no cree en Jesús y cae bajo el dominio de Satán; no entra al servicio de Jesús, y cae en el servicio del diablo.
…………… * El término «ladrón» podría significar también «combatiente por la independencia»; desde luego, el ser com- batiente por la independencia no tenía nada de deshonroso a los ojos de los contemporáneos de Jesús.
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3. NEGADO Y ESCARNECIDO (Lc/22/54-65)
a) Negado por Pedro (22,54-62).
54 Después de prenderlo, lo llevaron e introdujeron en la casa del sumo sacerdote. Pedro lo iba siguiendo de lejos.
Ya no obra Jesús, sino que se obra con él. Lo prenden, lo llevan, lo introducen. él ha tomado en su mano el cáliz, Dios lo ha entregado a él en manos de sus enemigos; el poder de las tinieblas y sus instrumentos llevan adelante su obra; él obedece, es entregado, abandonado.
Jesús es introducido en la casa del sumo sacerdote Caifás, en la que celebra su sesión el consejo supremo (*). El evangelista se contenta con esta indicación imprecisa. Más que el trasfondo histórico le importa el comportamiento de Jesús, su palabra y su silencio, lo que se dice del Señor ante las autoridades supremas, y lo que éstas dicen de él.
Cuando Jesús fue al huerto de los Olivos, obraba todavía por su voluntad: él salió, él fue al huerto de los Olivos, y sus discípulos le seguían. Ahora es conducido, introducido en la casa de sus enemigos, sólo Pedro lo sigue de lejos. Pedro se mantiene todavía firme en su resolución, sólo él; él sigue de lejos. La negación se está preparando, ha comenzado ya la deserción.
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* Se ha tratado de conciliar Luc 22:54 y Jua 18:13 : Jesús fue conducido a casa de Anás, que había sido el último sumo sacerdote, Sin embargo, Lucas no se sirve de una fuente especial que tenga afinidad con Juan, sino que sigue a Marcos, según el cual Jesús fue conducido al palacio de Caifás. En la literatura rabínica no parece haber pruebas de que el sanedrín tuviera sus sesiones en el palacio del sumo sacerdote; los datos de los sinópticos no obligan a suponer que en el proceso de Jesús se hiciera una excepción y que en este caso se reuniera el consejo supremo en la casa particular de Caifás (cf. Mar 14:53)
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55 Como habían encendido fuego en medio del patio y se habían sentado alrededor, Pedro se sentó entre ellos.
Las noches de primavera son frías en Palestina. Los guardias que habían llevado a Jesús se calientan al fuego. Pedro sigue a Jesús hasta el patio del palacio. Está sentado entre el grupo de gente que sólo saben de Jesús lo que les han referido sus enemigos. Pedro está entre ellos, en medio del peligro. La tentación lo rodea como la oscuridad rodea la luz del fuego.
56 Pero una criada, al verlo sentado a la lumbre, fijando en él la vista, dijo: También éste andaba con él. 57 Pero él lo negó: No lo conozco, mujer. 58 Poco después dijo otro al verlo. Tú también eres uno de ellos. Pero Pedro contestó: ¡No, hombre; no lo soy! 59 Transcurrida aproximadamente una hora, insistió otra, diciendo: En realidad, también éste andaba con él; pues también es galileo. 60a Pero Pedro contestó: Hombre, no sé lo que estás diciendo.
Del grupo que rodea a Pedro salen tres tentadores: una mujer y dos hombres. Los asaltos se suceden rápidamente. Hay una hora de tranquilidad, a la que sigue un asalto tanto más fuerte. Se refuerza la insistencia de los tentadores: «También éste andaba con él.» «Tú también eres uno de ellos.» «En realidad también éste andaba con él.» Primero se habla de él, luego se le ataca personalmente, finalmente se moviliza contra él la caterva entera. Primero se le mira, luego se le habla, finalmente se le reconoce y se le descubre como galileo. La palabra «galileo» suena como una acusación: zelota, rebelde. La red en que ha sido cogido Pedro lo envuelve cada vez más. Pedro es un escarmiento para todo discípulo de la Iglesia.
Tres veces se ve atacado lo que Pedro había protestado apasionadamente en la sala de la cena: el «contigo» (22,33). Para esto llamó Jesús a Pedro y a los apóstoles, para que estuvieran con él (Mar 3:14). Este «con él» debe iluminar al apóstol. El seguimiento es una fe ostentativa, un oír demostrativo; tiene función de signo; de ello sólo es una parte el trabajo, la colaboración de los discípulos que predican la fe y la confirman (Mar 22:28). Todo discípulo de Cristo tiene participación en este «con él», en este «uno de ellos». En esto se ve precisamente tentado el discípulo.
La negación va subiendo de tono: No lo conozco; no lo soy; no sé lo que estás diciendo. Pedro no quiere tener nada que ver con Jesús, ni con sus discípulos, ni con su causa. La separación se va acentuando. Pedro se aleja cada vez más, cada vez abandona más el «con él».
60b E inmediatamente, mientras él estaba todavía hablando, cantó un gallo. 61 Y volviéndose el Señor, dirigió una mirada a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que el Señor le había dicho: Antes que el gallo cante hoy, tres veces me habrás negado tú. 62 Y saliendo afuera, lloró amargamente.
El día comienza a despuntar mientras Pedro niega al Señor por tercera vez. Y canta el gallo. Jesús es conducido por el patio; dirige una mirada a Pedro. Pedro «se vuelve» (cf. 22,32), se convierte. Ha sido escuchada la oración de Jesús.
El canto del gallo, que trae a la memoria la predicción de Jesús; la mirada, que da confianza y seguridad a Pedro; el recuerdo de la palabra de Jesús, que se ha visto confirmada, mueven a la conversión. Todo lo dirige el Señor. Dos veces se le menciona. Jesús es el Señor; también en estas tinieblas. Contactos con él; en las señales del cosmos, en la palabra del Señor, en las obras que se hacen en memoria suya (la sagrada cena, los sacramentos), todo esto conduce a la luz.
El tiempo de la Iglesia está amenazado por oscuros poderes. Pero la Iglesia debe saber que el Señor está por encima de todos los peligros y debilidades humanas. Hasta la segunda venida del Señor será la Iglesia una Iglesia amenazada; por tanto, será siempre también una Iglesia de pecadores; pero al mismo tiempo ella sabe que el Señor es el sumo sacerdote que ruega por ella, con tal que tenga consciencia de la presencia del Señor, de su palabra y del convertido Pedro.
b) Escarnecido por la guardia (22,63-65).
63 Entre tanto, los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban, 64 y después de taparle la cara, le preguntaban: Haz de profeta ¿Quién es el que te ha pegado? 65 Y proferían contra él otros muchos insultos.
Se pone a prueba y se ridiculiza la reivindicación profética de Jesús. Vuelve la tentación del demonio: «Si eres Hijo de Dios…» (4,3.9).
Lucas no habla de las demás humillaciones de Jesús (Mar 14:6); ama la mesura y vela lo inhumano. Todo lo que allí sucede lo estigmatiza como insultos. Jesús es más que profeta (Mar 9:20s). Es manifestación de Dios (Mar 5:8), en él visita Dios mismo a su pueblo (Mar 7:16). La experiencia de los insultos forma parte del destino doloroso de la Iglesia. «Conozco tu tribulación: la pobreza -sin embargo, eres rico- y la maledicencia que proviene de los que se dicen ser judíos y no son sino sinagoga de Satán» (Rev 2:9) (Cf. 1Co 4:13; 1Pe 4:4; Hec 13:45; Hec 18:16).
4. ANTE EL SANEDRÍN (Lc/22/66-71) SANEDRÍN
La exposición de Lucas difiere de la de Marcos, al que sigue también Mateo. Lo más sorprendente es que Lucas pone la vista de la causa por la mañana, hacia el amanecer, y que el juicio no tiene la menor apariencia de juicio, pues falta el interrogatorio de los testigos, la adjuración del sumo sacerdote y la condena. Jesús es interrogado únicamente sobre su mesianidad. No pocos eruditos quieren deducir de aquí que Lucas se sirvió de una fuente especial, según la cual no habría habido proceso ante el sanedrín judío ni condenación por las autoridades judías; añaden que la tradición que siguen Marcos y Mateo introdujo un proceso ante el sanedrín, porque por razones apologéticas quería cargar unilateralmente con la responsabilidad de la muerte de Jesús a las autoridades judías, y en cambio descargar a las romanas, aunque de hecho el sanedrín se limitó a mandar arrestar a Jesús, a interrogarlo brevemente y a remitirlo luego al procurador para que lo hiciera ejecutar como reo de alta traición. Esta reconstrucción de la historia falla ya sencillamente porque no es posible comprobar que Lucas utilizara una fuente particular divergente de la tradición de Marcos. Su exposición (22,54-71) se explica suficientemente como trabajo redaccional sobre el texto de Marcos. Lucas quiere referir la fase final del proceso ante el sanedrín, que sin duda alguna ha de situarse por la mañana, y destacar de él únicamente la cuestión del Mesías y la confesión mesiánica. Convenía representar a Jesús como modelo del cristiano, confesor del Mesías y mártir (1Ti 6:12s). Para formarse una idea exacta sobre el proceso de Jesús hay que partir del texto de Marcos y tener en cuenta que tampoco éste habla de dos sesiones (una nocturna y otra matutina), sino de una, la cual se ve interrumpida por el relato de la negaci6n de Pedro. Con este artificio literario quería Marcos poner de relieve la simultaneidad de la confesión de Jesús y de la negación de Pedro y hacer resaltar más el contraste. Lucas, que tiene interés en dar un relato seguido, dispuso los hechos diferentemente.
66 Cuando se hizo de día, se reunió el consejo de ancianos del pueblo: sumos sacerdotes y escribas, y lo condujeron ante su sanedrín.
El consejo supremo o sanedrín es presentado para los lectores griegos como «consejo de los ancianos del pueblo». Como el consejo de los ancianos en las ciudades griegas, el sanedrín se divide en senado y colegio judicial (sumos sacerdotes y escribas). La guardia conduce a Jesús a la asamblea al despuntar el día. Lo que aquí sucede fortalecerá a la Iglesia naciente y a sus mensajeros de la fe cuando comparezcan ante el consejo de los ancianos de las ciudades griegas para ser interrogados por él sobre su predicación y su profesión de fe (Hec 16:20; Hec 17:6).
67 Y le dijeron: Si tú eres el ungido, dínoslo. él les respondió: Si os lo digo, no creeréis, 68 y si os pregunto, no responderéis. 69 Pero desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.
El consejo de los ancianos formula a Jesús la pregunta decisiva que interesa a todo el pueblo, al pueblo de Dios: ¿Es Jesús de Nazaret el ungido, el Cristo, el Mesías enviado por Dios, al que mira la historia de la salvación, del que depende la salvación de Israel y de las naciones? él «pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo» (Hec 10:38); habló como un profeta poderoso. ¿Cómo se ha de explicar esto? El pueblo lo aclamó como Hijo de David, lo vitoreó como salvador de los últimos tiempos. ¿Quién es, pues? ¿Qué dice él de sí mismo? Lo que pregunta el consejo de los ancianos del pueblo es algo que no puede pasar por alto, que no puede menos de preguntarse Israel, el mundo y quienquiera que haya tenido noticia del mensaje de Jesús y de la historia de la salvación quienquiera que crea que Dios no ha dejado al hombre abandonado a sí mismo.
Jesús no responde negativamente a la pregunta de los sanedritas, pero tampoco afirmativamente. No quiere contestar a la pregunta porque los que la formulan no tienen intención de creer. Si os lo digo, no creeréis. El consejo de los ancianos formula la pregunta, no por ansia de salvarse, sino porque quiere obtener un motivo de acusación para un proceso político ante Pilato. El título de ungido (Mesías) tenía resonancias políticas nacionales: del Mesías se espera que arroje del país a la potencia romana ocupante y que restablezca la libertad política. ¿Para qué ha de profesarse Jesús ante ellos como el Mesías. si ellos no quieren creer, sino únicamente utilizar su profesión para entregarlo a las autoridades romanas? Para poder reconocer a Jesús de Nazaret por Mesías, el salvador enviado por Dios, es necesario creer en él. Ahora bien, sólo llega a la fe en Cristo el que se plantea la pregunta acerca de Cristo con un deseo sincero de salvarse. Sin la buena voluntad de aceptar la palabra de Cristo y de marchar por su camino, no puede tampoco hallarse un camino para la fe. Al que plantea la cuestión de Cristo para entregarlo y acusarlo, o únicamente por mero deseo de saber, pero no para seguirlo y dejarse guiar por El, se le cierra el camino que lleva a la verdadera fe.
Jesús había intentado inducir a los sanedritas a responder a la pregunta que ellos mismos le plantean. él había planteado la pregunta acerca de la autoridad del Bautista y con ello quería llevarlos a comprender su propia misión (20,1-8). él mismo planteó la cuestión acerca del sentido de las palabras misteriosas del Salmo: «Dijo el Señor a mi Señor…» (20,41-44), y trató de introducirlos en el sentido de la filiación davídica y de su relación con Dios, pero ellos no dieron respuesta aIguna. No porque no pudieran dar respuesta a la pregunta, sino porque no querían reconocer lo que entrañaba la respuesta a su pregunta. La cuestión de Cristo se dirige al hombre entero, no sólo a su inteligencia, sino también a su voluntad. Significa para el hombre un cambio en su vida; es una pregunta existencial. Quien quiera dar a la pregunta una respuesta como la exige Cristo, tiene que estar dispuesto a dar marcha atrás, a convertirse, a negarse a sí mismo, a seguir a Cristo. ¿Quién es Jesús, que en calidad de preso comparece ante el consejo supremo? A la pregunta que se le formula responde con una palabra de la revelación: Desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios. Jesús habla del Hijo del hombre de la visión de Daniel: «Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir en las nubes del cielo a un como hijo de hombre… Fuele dado el señorío, la gloria y el imperio» (/Dn/07/13s). Este Hijo del hombre se sentará a la diestra del poder de Dios, a la diestra de Dios, que viene designado como poder (Mar 14:62). Con las palabras de Daniel sobre el Hijo del hombre se asocian las del Salmo 110 (109) 1: «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra.» Desde ahora, el Hijo del hombre tendrá participación en la gloria de Dios. ¿Qué quieren significar estas palabras misteriosas, reservadas, sobre el Hijo del hombre? ¿Por qué habla Jesús de él en el momento en que los judíos le plantean la pregunta de si es él el Mesías? él mismo se profesa Hijo del hombre. Cuando hablaba de su futura pasión y muerte, hablaba siempre del Hijo del hombre (Mar 8:31; Mar 9:31; Mar 10:33s (Luc 18:32s); Luc 17:25). Desde ahora, que está él ante el tribunal y va a ser condenado a muerte, entra en la gloria de Dios. Jesús reivindica la dignidad de Mesías, y Dios mismo legitimará esta reivindicación cuando lo eleve al rango de Hijo del hombre. Todo escándalo a que dé pie el abatimiento de Cristo y que hará imposible a los judíos reconocerlo como Mesías, sobre todo el escándalo que proviene de su pasión y muerte de cruz, es eliminado con esta palabra de la revelación. Jesús es el Mesías pero no el Mesías como se lo imagina el sanedrín, sino el Mesías que recibirá poder y gloria divina cuando haya recorrido el camino de la condena y de la muerte.
Marcos refiere la confesión de Jesús con estas palabras: «Veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo entre las nubes del cielo» (Mar 14:62). Lucas omite «veréis»; los sanedritas no lo verán; el Cristo exaltado no será visible a todos, y la venida del Exaltado no es ya tan inminente, que la hayan de ver los sanedritas. Lucas omite también «viniendo entre las nubes del cielo». La Iglesia perseguida y martirizada no sólo necesita saber que Cristo vendrá, sino sobre todo recapacitar que él, en su calidad de Exaltado, está dotado del poder de Dios y reina juntamente con Dios. A este Cristo mira Esteban, el mártir, y de él recibe fuerza para soportar la muerte de mártir: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios» (Hec 7:56).
70 Todos dijeron: Por consiguiente, ¿tú eres el Hijo de Dios? él les respondió: Pues sí, yo lo soy. 71 Ellos exclamaron: ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? ¡Nosotros mismos lo hemos oído de su boca!
Los judíos han comprendido que Jesús habla de sí mismo. Se llama a sí mismo Hijo del hombre y participa del poder y realeza de Dios. Sus adversarios sacan la conclusión y preguntan: Por consiguiente, ¿tú eres el Hijo de Dios? Los judíos utilizaban el título de Hijo de Dios en el sentido de una investidura de un cargo y de una transmisión de soberanía. Lo que formuló Jesús con palabras de Daniel y del Salmo: «Fuele dado el señorío, la gloria y el imperio» y «Siéntate a mi diestra», lo compendian los sanedritas en la palabra «Hijo de Dios» (*).
Antes de responder Jesús a la pregunta recuerda que la convicción de los judíos proviene de su propia palabra reveladora. Lo que no habían hecho antes en la discusión con él acerca de su autoridad y de su exposición del Salmo 110(109), lo expresan ahora. La pregunta sobre la filiación divina sustrae la mesianidad de Jesús a la atmósfera política y la sitúa en la religiosa. «Cristo» (Mesías o ungido) es expresión que podía tener resonancia política, puesto que los reyes eran ungidos (**), mientras que el título de «Hijo de Dios» permanece, incluso para el mundo pagano, dentro de la esfera religiosa. Por esto da Jesús un testimonio inconcluso: Yo lo soy. La palabra que él profiere era también la fórmula de la revelación de Dios en la zarza ardiente (Exo 3:13) (Cf. Isa 43:10; Jn 8.58s; Isa 13:19). Para la predicación ante judíos y gentiles tenía importancia quitar al título de Cristo las implicaciones políticas y nacionales.
Según Marcos, la pregunta del sumo sacerdote rezaba así: «¿Eres tú el ungido, el Hijo del Bendito?» (Mar 14:61). Lucas deshizo en dos la pregunta única, aunque sin establecer entre los dos títulos una diferencia esencial, ungido e Hijo metafísico (esencial) de Dios. Para el sumo sacerdote y también para Lucas, los títulos «ungido» e «Hijo de Dios» son conceptos equivalentes. Pablo predica en la sinagoga de Damasco sobre Jesús: «éste es el Hijo de Dios» (Hec 9:20); hablando de esto los Hechos de los apóstoles, pueden decir también: Afirmaba que «éste era el ungido» (Hec 9:22). El título de «Hijo de Dios» explica el de Cristo, Mesías.
Cuando los hombres del consejo supremo formularon a Jesús la pregunta de si era Hijo de Dios, no podían todavía darse plena cuenta de las profundidades de este título. Pensaban que Dios da al Mesías la investidura de cosoberano y la participación en su poder y soberanía; por eso lo llamaban Hijo de Dios (hijo adoptivo). Antiguos textos de la Iglesia veían también en primer lugar esta participación de Jesús en la gloria de Dios cuando lo llamaban Hijo de Dios. «Dios suscitó a Jesús, como ya estaba escrito en el salmo segundo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy» (Hec 13:33). Dios hizo a Jesús, después de la resurrección de los muertos, Hijo de Dios. En una confesión de Cristo, que Pablo puso al comienzo de la carta a los Romanos, se dice: Dios constituyó a Jesús «Hijo de Dios con poder… a partir de su resurrección de entre los muertos» (Rom 1:4). Pero esto no era todo. En la antigua Iglesia se reconoció que Jesús era Hijo de Dios también durante su existencia terrena. La palabra de Dios en el bautismo y en la transfiguración da testimonio de ello (Rom 3:22; Rom 9:35). Jesús, desde el primer momento de su existencia terrena, desde su concepción en el seno materno por el Espíritu Santo, es Hijo de Dios: «Por eso, el que nacerá será santo, será llamado Hijo de Dios» (Rom 1:35). Dios ha introducido gradualmente a la Iglesia en el profundo misterio de la filiación divina de Jesús. Con esta penetración gradual, por tanteos, en la persona de Jesús, ¿no se nos muestra con mayor claridad la grandeza de su persona y de su misión, que cuando decimos a manera de fórmula: «Creo en Jesucristo, su único Hijo»? ¡Qué profundidades se encierran en estas palabras: «Hijo único de Dios»!
Son tres los títulos que Cristo reconoce: ungido, (Cristo o Mesías), Hijo del hombre, Hijo de Dios. Jesús no se atribuye directamente ni el título de Mesías, ni el de Hijo de Dios. Sólo se llama Hijo del hombre, y esto sólo veladamente, como si hablara de otro. Con el título de Hijo del hombre asocia el camino de la pasión a la gloria. Esto es lo más propio y primigenio de la revelación que nos hace de sí mismo, a saber, que él, a través de la muerte, se eleva a la gloria de reinar junto a Dios.
La confesión de Cristo ante el sanedrín es un compendio de cristología. Tiene su fuente en la confesión de Jesús. Lo que dijo Jesús a sus apóstoles en el camino de Jerusalén, lo que enseñó en el templo delante del pueblo, lo proclama ahora con toda publicidad ante la representación oficial del pueblo. A los discípulos había dicho en presencia de las multitudes: «Todo lo que dijisteis en la oscuridad, será oído a plena luz, y todo lo que hablasteis al oído, en las habitaciones más escondidas, será proclamado desde las terrazas» (12,3). También en él se cumple esto cuando hace su profesión delante del sanedrín. Jesús da su testimonio ante el tribunal del consejo supremo. Para siempre será en la Iglesia el modelo del mártir. «Se apoderarán de vosotros y os perseguirán: os entregarán a las sinagogas y os meterán en las cárceles… Esto os servirá de ocasión para dar testimonio» (21,12s).
Les sanedritas confirman que la palabra de Jesús era testimonio para ellos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio?» En la profesión de que Jesús es Hijo de Dios ven confirmado que él es el Mesías. La profesión de Mesías la toman ellos en sentido político. Se ha logrado el fin. La entrega a las autoridades romanas está legitimada y promete éxito. El testimonio sobre Cristo es una espada de dos filos: «Porque aroma de Cristo somos para Dios, tanto en los que se salvan, como en los que se pierden: en éstos, fragancia que lleva de muerte a muerte; en aquéllos fragancia que lleva de vida a vida» (2Co 2:15s).
……………
* El título de «Hijo de Dios; se emplea aquí en el sentido de investidura de cargo y transmisión de soberanía, no en el sentido de la naturaleza divina ** Cf. el artículo UNCIÓN en J. Dheilly, Diccionario bíblico Herder. Barcelona 1970, p. 1249. Nota del traductor.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— de los Panes sin levadura: Ver nota a Mat 26:17.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La traición de Judas (ver Mat. 26:1-5, 14-16; Mar. 14:1, 2, 10, 11; cf. Juan 11:45-53). Una vez que los líderes judíos hubieron decidido eliminar a Jesús (ver 23:2 para sus acusaciones), su problema principal era el de hacerlo sin provocar un alzamiento de sus seguidores. Jesús tenía muchos simpatizantes entre el pueblo común (cf. caps. 19, 20), y se temía que muchos de ellos estarían listos para luchar por él. Lo que Judas hizo fue proveer una oportunidad para que Jesús fuera arrestado tranquilamente. Como había alrededor de 100.000 personas en Jerusalén en el tiempo de la Pascua, las posibilidades de ubicar a un individuo que quisiera permanecer escondido eran escasas si no se contaba con buena información.
La fiesta de los panes sin levadura y la Pascua eran originalmente festivales separados, pero eran considerados como uno solo en la práctica. La Pascua era celebrada el 14 y 15 del mes de Nisán (aprox. marzo-abril). En la tarde del 14 se sacrificaban los corderos pascuales en el templo. Como el nuevo día judío comenzaba al caer el sol, el atardecer de ese mismo día (de acuerdo con nuestra for ma de calcular) era el comienzo del 15 y entonces se realizaba la comida. Los días de los panes sin levadura duraban desde el 15 hasta el 21 del mes. En 22:7, se describe el 14 como día de los panes sin le vadura posiblemente porque las fiestas estaban muy relacionadas, o quizá para los lectores que usaban un calendario en el cual el día comienza a medianoche.
Lucas concuerda con Mar. en que Jesús celebró la Pascua el día señalado. En cuanto a la cronología de Juan, que parece poner todo un día antes, ver sobre Mat. 26:17 y Juan 13:1.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
22.1 Todos los judíos varones mayores de doce años de edad debían ir a Jerusalén para la Fiesta de la Pascua, a la cual le seguía la Fiesta de los Panes sin Levadura. Para estas festividades, judíos de todas partes del Imperio Romano convergían en Jerusalén para celebrar uno de los acontecimientos más importantes de su historia. Si desea más información acerca de la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura, véase la primera nota a Mar 14:1.22.3 La parte de Satanás en la traición de Jesús no quita en absoluto la responsabilidad de Judas. Desilusionado porque Jesús hablaba de morir antes que establecer su Reino, Judas pudo tratar de manipular al Maestro, procurando que usara su poder para probar que era el Mesías. O a lo mejor, Judas no entendió en qué consistía la misión de Jesús, tampoco creía que era el escogido de Dios. (Si desea más información acerca de Judas, véase su perfil en Marcos 14.) Sin importar lo que Judas pensaba, Satanás supuso que la muerte de Jesús daría por terminada la misión y detendría el plan de Dios. Como Judas, Satanás no sabía que la muerte de Jesús era la parte más importante en el plan de Dios.22.7, 8 La comida de la Pascua incluía cordero, porque cuando los judíos se preparaban para salir de Egipto, Dios les dijo que debían matar uno, usar su sangre para pintar los dinteles de sus casas y preparar la carne para comerla. Pedro y Juan tuvieron que comprar y preparar el cordero así como también el pan sin levadura, aderezo, vino y otros alimentos ceremoniales.22.10 Comúnmente las mujeres, no los hombres, iban al pozo y llevaban el agua a la casa. Este hombre quizás estaba entre el gentío.22.14-18 La Pascua conmemoraba la huida de Israel de Egipto cuando la sangre de un cordero, puesta en los dinteles de las puertas, salvó de la muerte a sus primogénitos. Este acto simbolizaba la obra de Jesús en la cruz. Como el Cordero de Dios sin mancha, derramaría su sangre a fin de salvar a los suyos del juicio y la muerte por el pecado.22.17, 20 Lucas menciona dos copas de vino, mientras que Mateo y Marcos se refieren solo a una. En la cena tradicional de Pascua, el vino se sirve cuatro veces. Cristo hizo alusión a su cuerpo y a su sangre cuando ofreció la cuarta y última copa.22.17-20 Los cristianos difieren en su interpretación del significado de la conmemoración de la cena del Señor. Hay tres puntos de vista principales: (1) el pan y el vino llegan a ser el cuerpo y la sangre de Cristo; (2) el pan y el vino permanecen invariables, Cristo está espiritualmente presente y a través de ellos por la fe; (3) el pan y el vino, que permanecen invariables, son el recuerdo del sacrificio de Cristo. No importa cuál punto de vista prefiera, todos los cristianos están de acuerdo en que la santa cena conmemora la muerte de Cristo en la cruz por nuestros pecados y señala la venida del Rey en gloria. Cuando participamos, mostramos nuestra profunda gratitud de su obra a nuestro favor y nuestra fe se hace más sólida.22.19 Jesús le dijo a sus discípulos que partieran el pan y lo comieran «en memoria de mí». Quería que recordaran su sacrificio, la base del perdón de los pecados y también su amistad que podían seguir gozando a través de la obra del Espíritu Santo. Aunque el significado exacto de la Comunión se ha debatido fuertemente a lo largo de la historia de la Iglesia, los cristianos siguen comiendo el pan y bebiendo el vino en memoria de su Señor y Salvador Jesucristo. No renuncie a participar de la cena del Señor, deje que le recuerde lo que Cristo hizo por usted.22.20 En tiempos del Antiguo Testamento, Dios aceptaba perdonar los pecados si traían animales al sacerdote para que los sacrificara. Cuando se estableció este sistema sacrificial, el acuerdo entre Dios y el hombre se selló con la sangre de animales (Exo 24:8). Sin embargo, la sangre de animales no tiene la virtud de limpiar pecados (solo Dios puede perdonar pecados), el sacrificio de animales se repetía cada día y cada año. Jesús instituyó un «nuevo pacto» o acuerdo entre el hombre y Dios. Bajo este nuevo pacto, Jesús moriría en lugar de los pecadores. Como en el caso de la sangre de los animales, su sangre (porque El es Dios) limpiaría los pecados de todo aquel que depositara su fe en El. Y su sacrificio nunca se repetiría pues sería aceptable por toda la eternidad (Heb 9:23-28). Los profetas vieron este nuevo pacto futuro que cumpliría el antiguo pacto sacrificial (Jer 31:31-34), y Juan el Bautista llamó a Jesús el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Joh 1:29).22.21 De los relatos de Marcos y Juan concluimos que este amigo es Judas Iscariote. Aunque los demás discípulos se confundieron con las palabras de Jesús, Judas sabía lo que significaban.22.24 El acontecimiento más importante en la historia estaba a punto de ocurrir, ¡y los discípulos discutían acerca de su prestigio en el Reino! Mirando en retrospectiva podemos decir: «No era el momento para discutir el nivel social». Sin embargo, los discípulos enredados en sus preocupaciones particulares, no percibieron lo que Jesús trataba de decirles acerca de su muerte y resurrección próximos. ¿Cuáles son sus preocupaciones predominantes hoy? Veinte años atrás, ¿parecerían esas preocupaciones mezquinas e inapropiadas? Deje de mirarse y busque las señales del Reino de Dios que en cualquier momento irrumpirá en la historia humana por segunda vez.22.24-27 El sistema de liderazgo del mundo es muy diferente al que rige en el Reino de Dios. A menudo, los líderes terrenales son egoístas y arrogantes a medida que escalan hacia la cumbre. (Algunos reyes en tiempos antiguos se autonombraban «benefactores».) Pero entre los cristianos, líder es aquel que sirve mejor. Hay estilos diferentes de liderazgo, algunos dirigen mediante la oratoria pública, otros mediante la administración, los restantes a través de las relaciones, pero todos de igual forma necesitan un corazón de siervo. Pregunte a quienes usted sirve cómo puede hacerlo mejor.22.31, 32 Satanás quiso zarandear a Pedro como si fuera trigo. Esperaba hallar solo paja, fácil de soplar. Pero Jesús aseguró a Pedro que su fe, a pesar de flaquear, no se destruiría, sino que se renovaría hasta convertirse en un líder poderoso.22.33, 34 Jesús profetizó que Judas lo traicionaría y dice que le espera gran aflicción al traidor (22.22). Luego anuncia que Pedro lo negaría y que después se arrepentiría y recibiría una misión para apacentar a los corderos de Jesús (Joh 21:15). Traicionar es tan malo como negar. Pero los dos hombres tuvieron destinos totalmente diferentes porque uno se arrepintió.22.35-38 Ahora Jesús cambia su consejo inicial relacionado con los viajes (9.3). Los discípulos debían llevar alforja, dinero y espada. Podrían enfrentar ataques y persecución y tendrían que estar preparados. Cuando Jesús dice: «¡Basta!», quizás daba a entender que dos espadas eran suficientes o que habló demasiado. En uno u otro caso, su necesidad por una espada comunica en forma intensa las dificultades que muy pronto enfrentarían.22.39 El Monte de los Olivos estaba localizado al este de Jerusalén. Jesús fue a un monte que se hallaba al suroeste, un olivar llamado Getsemaní, que significa «lagar de aceite».22.40 Jesús pidió a los discípulos que oraran para que no entraran en tentación porque El sabía que muy pronto los iba a dejar. También sabía que necesitarían más fortaleza para enfrentar la tentación que se avecinaba: la de huir o la de negar su relación con El. Además, estaban a punto de verlo morir. ¿Seguirían creyendo que era el Mesías? La tentación más fuerte sería creer que los engañaron.22.41, 42 ¿Trataba Jesús de abandonar su misión? Nunca es malo expresar nuestros verdaderos sentimientos a Dios. Jesús expuso su temor frente a las aflicciones venideras, pero a la vez reafirmó su decisión de hacer la voluntad de Dios. La copa a la que se refiere significa la agonía terrible que tendría que enfrentar; no solo el horror de la crucifixión, sino peor aun, la separación total de Dios que experimentaría a fin de morir por los pecados del mundo.22.44 Solo Lucas menciona que Jesús parecía sudar gotas de sangre. Jesús estaba en extrema agonía, pero El no cedió ni renunció. Siguió adelante con la misión a la que había venido.22.46 Estos discípulos estaban dormidos. Qué trágico es cuando muchos cristianos actúan como si estuvieran profundamente dormidos cuando llega el momento de entrega y servicio a Cristo. No permita que le encuentre insensible ni sin preparación para el trabajo de Cristo.22.47 Un beso era, y aún lo es, un saludo tradicional entre los hombres en ciertas partes del mundo. En este caso fue la señal para arrestar a Jesús (Mat 26:48). Resulta irónico que un gesto de saludo se traduzca en traición. Fue un falso gesto debido a la traición de Judas. ¿Se han convertido algunas de sus prácticas religiosas en gestos vacíos? Traicionamos a Cristo cuando nuestros actos de servicio o entrega no son sinceros o cuando lo hacemos como espectáculo.22.50 Por el Evangelio de Juan sabemos que Pedro fue el hombre que cortó la oreja al siervo (Joh 18:10).22.53 Los líderes religiosos no arrestaron a Jesús en el templo por temor a una revuelta. En cambio, vinieron en secreto durante la noche, bajo la influencia del príncipe de las tinieblas, Satanás mismo. No debe interpretarse como si Satanás ganara ventaja, cada cosa ocurrió de acuerdo al plan de Dios. Había llegado el momento en que Jesús tendría que morir.22.54 A pesar de que era la media noche, llevaron a Jesús de inmediato a la residencia del sumo sacerdote. Los líderes religiosos ansiaban y querían que se cumpliera la ejecución antes del día de reposo y seguir con la celebración de la Pascua. Esta residencia era un palacio con muros exteriores que daban a un patio donde siervos y soldados buscaban calentarse alrededor del fuego.22.55 Las experiencias de Pedro en las próximas horas cambiarían su vida. Se convertiría de un seguidor poco entusiasta a un discípulo arrepentido y finalmente a la clase de persona que Cristo podría utilizar para edificar su Iglesia. Si desea más información, véase su perfil en Mateo 27.22.62 Pedro lloró amargamente, no solo por aceptar que negó a su Señor, el Mesías, sino también porque dio las espaldas a un amigo muy querido, alguien que lo amó y enseñó durante tres años. Sin tomar en cuenta la advertencia de Jesús (Mar 14:29-31; Luk 22:33-34), Pedro manifestó que nunca lo negaría. Sin embargo, cuando sintió temor, actuó en contra de su intrépida promesa. Incapaz de mantenerse a favor de su Señor durante doce horas, falló como discípulo y como amigo. Debemos estar atentos a nuestros lados débiles y no ser autosuficientes ni presumidos. Si fallamos, recordemos que Cristo puede usar a quienes reconocen su falta. Pedro aprendió mucho de esta experiencia humillante y le fue de ayuda en las responsabilidades de líder que muy pronto asumiría.22.70 Jesús no manifestó en este momento que El era Dios, simplemente respondió con un sí la pregunta del sumo sacerdote, diciendo: «Vosotros decís que lo soy». Pero Jesús se identificó con Dios al usar un título familiar que se halla en el Antiguo Testamento: «Yo soy» (Exo 3:14). El sumo sacerdote reconoció la declaración de Jesús y lo acusó de blasfemo. Para cualquier otro ser humano decir que era Dios era una blasfemia, pero en este caso era verdad. La blasfemia, el pecado de pretender ser Dios o atacar de cualquier forma su autoridad y majestad, se castigaba con la muerte. Los líderes judíos tenían la evidencia que necesitaban.JUICIO DE JESUSEl juicio de Jesús fue más bien una serie de interrogatorios controlados con cuidado a fin de lograr su muerte. El veredicto estaba profetizado, pero eran necesarios ciertos procedimientos «legales». Demandó un gran esfuerzo condenar y crucificar a un inocente. Jesús enfrentó un juicio injusto en nuestro lugar, de manera que no tuviéramos que sufrir uno de esta naturaleza y recibir el justo castigo por nuestros pecados.Juicio ante Anás (poderoso ex sumo sacerdote) Joh 18:13-23 Razones probables : Aunque ya no era sumo sacerdote, seguía ostentando mucho poder Juicio ante Caifás (sumo sacerdote durante el juicio) Mat 26:57-68; Mar 14:53-65; Luk 22:54, Luk 22:63-65; Joh 18:24 Razones probables : Reunir evidencias para el concilio, Juicio ante el concilio (Sanedrín) Mat 27:1; Mar 15:1; Luk 22:66-71 Razones probables: Juicio religioso formal y condenación a muerte Juicio ante Pilato (la más alta autoridad romana)
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1290 Éxo 12:3; Lev 23:5; Jua 13:1; 1Co 5:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
la fiesta de los panes sin levadura, llamada la Pascua. Véanse coments. en Mt 26:2, 19. Aquí Lucas contrasta la celebración de este gran festival de liberación con el complot de los líderes para matar a Jesús (vers. 2).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Con respecto a los vs.1-2, véanse las notas de Mat_26:2-5 .
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
pascua. Cp. Éxo 12:1-28 y Lev 23:5-6 y nota en Mat 26:2.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
176 (VII) Última cena de Jesús y relación con pecadores (22,1-23,56a). Dos problemas interrelacionados laten en este material: las fuentes de Lucas y su teología. Su fuente básica para el relato de la pasión es Mc 14,1-15,47. Aquellos puntos (p.ej., 22,35-38 y 23,44-48) en los que difiere de Marcos no se explican porque existiera otro relato continuado de la pasión, sino, más bien, por las tradiciones propias de Lucas y su redacción de Marcos. Véase la conclusión de F. J. Matera, Passion Narratives and Gospel Theologies (TI, Nueva York 1986) 155: «Considero que casi todas las diferencias entre Lucas y Marcos se deben a la actividad redaccional de Lucas y a su utilización de tradiciones especiales que Marcos no conocía o no llegó a utilizar». Sobre las fuentes de Lc 22, cf. M. L. Soards, «The Scope, Origin, and Purpose of the Special Lucan Passion Narrative Material in Luke 22» (tesis doctoral, Nueva York 1984). Sobre las fuentes de Lc 23, cf. el ejemplo prueba de 23,44-48 en F. J. Matera, CBQ 47 (1985) 469-85.
Aunque se dice generalmente que Lucas presenta la pasión de Jesús como un martirio, esta visión no resulta adecuada. Cf. J. A. Fitzmyer, FGL 1367-68; R. J. Karris, JBL 105 (1986) 65-74; Matera, Passion Narratives 150- 52. Más bien, el relato lucano de la pasión debe verse como un drama teológico que resalta el poder salvífico de Jesús, el justo que sufre inocentemente y subraya la misericordia divina en la vindicación de este justo (cf. 23,47; Hch 3,15; 7,52; 22,14) e Hijo de los poderes de la oscuridad. Mediante este drama, Lucas trata de provocar en sus lectores una respuesta de fe más profunda en Jesús y una entrega más entusiasta a seguir su camino hacia Dios. Cf. Karris, Luke, esp. 116-17; en la nota 4 puede verse la bibliografía pertinente; Neyrey, Passion (→ 62 supra); Matera, Passion Narratives 150-220.239-44.
177 (A) Discurso de despedida de Jesús en el marco de una cena (22,1-38).
(a) PREPARACIÓN PARA EL DISCURSO DE DESPEDIDA (22,1-13). Ahora acontece la primera parte de lo que Jesús había predicho en 9,22: el rechazo del Hijo del hombre por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas. Como hará a lo largo de su relato de la pasión, Lucas presenta a Jesús caminando obediente y libremente hacia la muerte, exhortando a sus discípulos a escuchar sus últimas palabras y a imitar su ejemplo. Cf. Mc 14,1-2.10-16. 1. la fiesta de los panes sin levadura, llamada pascua: La pascua se celebraba a la puesta del sol que señalaba el comienzo del día 15 del mes de nisán. La comida pascual se comía con panes sin levadura, que también debían comerse durante los siete días posteriores a la pascua. Hablando con propiedad, la fiesta de los panes sin levadura se refería solamente a este período de siete días (→ Instituciones, 76:122-29). Lucas combina las dos fiestas; véase 22,7 y compárese con 2,41. La última comida terrenal de Jesús en su viaje hacia el cumplimiento de su éxodo (9,31) celebra el éxodo de la esclavitud del pueblo de Dios. 2. sumos sacerdotes: En 19,39, Lucas mencionó a los fariseos por última vez (→ 76-77 supra). A partir de 19,47 en adelante, destaca a los sumos sacerdotes separándolos del pueblo (laos). Sobre el significado de «sumos sacerdotes» en Lc-Hch, cf. Tyson, Death of Jesús (→ 77 supra) 84-113, esp. 110: «En los escritos de Lucas, el rechazo de Jesús por los sumos sacerdotes, su negativa a reconocerlo como señor del templo y a concederle el legítimo control sobre éste, es lo que le condujo a la muerte». 3-6. Judas: La predicción de Simeón de que Jesús estaba puesto para la caída y elevación de muchos (2,34) había afectado previamente a los conciudadanos de Jesús (4,28-29), a los fariseos (11,53-54) y a los sumos sacerdotes (19,47); ahora afecta al grupo de los Doce, al abandonar Judas el camino de Jesús, traicionándolo por dinero. Sobre la visión lucana de la fuerza seductora del dinero, cf. 12,15-21; 16,1-31. Sobre la conclusión lucana de la historia de Judas, cf. Hch 1,15-20. Tras la descripción de la victoria de Jesús sobre las tentaciones del diablo (4,1-13), Lucas preparó su relato de la pasión de Jesús señalando que el diablo se alejó de él hasta un momento oportuno (4,13). Ese momento tiene lugar en Jerusalén; en los acontecimientos de las últimas horas de Jesús están activos Satán y el poder de las tinieblas (22,53). Pero así como Jesús venció en el desierto, también vencerá en Jerusalén (cf. 23,44-45). La conspiración para traicionar a Jesús forma la primera parte de una inclusio cuya segunda parte hallamos en la realización de esta conspiración en 22,47-53. De forma destacada entre los polos de esta inclusio, tenemos el legado de Jesús a su Iglesia (22,14-38) y su obediencia a la voluntad de su Padre (22,39-46), en los que se muestra cómo Jesús se protege a sí mismo y a su Iglesia del poder de Satán.
178 8. envió a Pedro y a Juan: Jesús inicia la acción, mostrando que tiene el control de su destino. Pedro y Juan, elegidos por Jesús para acompañarlo en 8,51 y 9,28, y que serán presentados como dirigentes en Hch (3,1.3; 4,11.13.19; 8,14), se dirigen, en contraste con Judas, como siervos fieles a preparar la cena. Sus acciones anticipan así el mandato de Jesús de 22,26-27 en donde les dice que los dirigentes deben comportarse como siervos. Cf. Schneider, Lukas 442-43. 11. dueño de la casa: Traducción del pleonasmo gr. oikodespoté tes oikias. Mediante el pleonasmo, que normalmente evita, Lucas parece estar interpretando la última cena de Jesús desde la perspectiva de las comidas de sus propias comunidades, que se celebraban en casas-iglesias, propiedad tanto de hombres como de mujeres. Cf. A. Vóóbus, The Prelude to the Lukan Passion Narrative (Papers of the Estonian Theological Society in Exile 17; Estocolmo 1968) 20-21. posada: La habitual traducción del término gr. katalyma como «habitación de huéspedes» es errónea y oculta la inequívoca alusión a 2,7. Cf. FGL 1383: «El lector del texto gr. captaría la palabra como un eco». Cuando los padres de Jesús llegaron a Belén, la ciudad de David, no había sitio para estar o comer en ninguna posada (2,7), ni para ellos ni para el único Salvador y Cristo, el Señor (2,11). Al llegar Jesús ahora a Jerusalén, la ciudad de David y de su cita con Dios, se le muestra hospitalidad. En esta posada (v. 11) organiza Jesús una comida que será símbolo de su vida de servicio a los demás, y que los discípulos realizarán en su memoria. Cf. también el comentario a 2,7. mis discípulos: Las pinturas de la última cena, p.ej., la de Leonardo da Vinci, están tan arraigadas en nuestra memoria que nos resulta difícil leer correctamente el relato lucano. Lucas no describe una cena en la que sólo estuvieran presentes Jesús y los doce apóstoles, sino que pinta un fresco mucho más amplio con muchos más personajes, es decir, con las mujeres y los hombres de sus comunidades que prosiguen el ministerio de Jesús de alimentar a la gente. Advirtamos la fluctuante terminología: Judas, uno de los Doce (22,3; cf. 23,30.47); discípulos (22,11; cf., también, 23,39.45; cf., además, 23,32, donde «hermanos» equivale a discípulos; y 22,35-36, con referencia al envío de los 70 [72] discípulos); apóstoles (22,14); →84, 101 supra. 13. encontraron todo tal como Jesús les había dicho: Puesto que las predicciones hechas por Jesús en los vv. 10-13 suceden realmente, los discípulos pueden estar seguros de que lo que promete posteriormente en la cena también sucederá.
179 (b) LA EUCARISTÍA COMO LEGADO DE JESÚS A LA IGLESIA (22,14-20). Estos versículos introducen la versión lucana (cf. Jn 13-17) del discurso de despedida de Jesús a la Iglesia. Este discurso, que concluye en 22,38, imita al de los importantes personajes que están a punto de morir. Los paralelos bíblicos más evidentes son los de David (1 Re 2,1-10) y Matatías (1 Mac 2,49-70). A través del discurso de despedida de Jesús sobre el pasado y el futuro, y sobre el sentido de su vida, Lucas ofrece orientaciones a sus comunidades, p.ej., cómo prepararse para la eucaristía (22,21-23). También justifica e ilustra: (1) el plan divino de la historia, p.ej., el destino de Jesús estaba determinado por Dios (22,23.27); (2) transformaciones en el campo de la autoridad (22,24-34) y de la praxis misionera (22,35-38), una vez que Jesús, el fundador, haya muerto; (3) la solidez de los fundamentos que Jesús puso para la futura Iglesia, p.ej., la eucaristía (22,15-20). En contraste con el paralelo discurso de despedida de Pablo en Hch 20,17-38, que es un monólogo, 22,14-38 es, en parte, un diálogo (cf. 22,23.24.38) en el que predomina la incomprensión y la debilidad de los discípulos. Lucas invita a los lectores a reflexionar sobre lo que para una Iglesia significa seguir -con valentía, paso titubeante y en circunstancias cambiables las huellas de Jesús, el líder que está a punto de morir. Cf. W. S. Kurz, JBL 104 (1985) 251-68. Cf. Mc 14,17-18a.22-25. 14. la hora: Lucas se aproxima a la comprensión joánica de la «hora»: el final del éxodo de Jesús y su regreso a Dios, se puso a la mesa: La común designación de esta comida como la «última cena» no debería impedir que los lectores del evangelio de Lucas vieran que se trata de la última comida de una larga serie de comidas en las que Jesús, «el comilón y el borracho, amigo de publícanos y pecadores» (7,34), ha estado envuelto (cf. 5,27-32; 7,31-34; 15,1-2; 19,7). Esta comida la comparte Jesús con sus apóstoles y discípulos, que también son pecadores que necesitan su perdón, misericordia y protección. En el relato lucano se hace patente su carácter pecaminoso: uno lo traiciona; todos se pelean por ser el más importante; uno niega que lo conoce; malinterpretan su palabra sobre las espadas y se compran estas armas destructivas. Con anterioridad, en otras comidas, Jesús entró en controversia con los fariseos y su función como portavoces de la voluntad de Dios en la comunidad (cf. 7,36-50; 11,37-54; 14,1-24). También tendrá esta comida su controversia sobre la función de los dirigentes eclesiásticos en la comunidad, con los apóstoles: cf. comentario sobre 22,11. No deberíamos prescindir de la dimensión comunitaria de esta comida que Jesús comparte. 15.pascua: →177 supra. El desarrollo de la comida pascual palestinense del s. I nos ayudará a iluminar la compleja secuenia de los vv. 15-20: (1) acción preliminar, en la que se bebía una copa de vino y llenaba una segunda copa; (2) la propia liturgia de la pascua, en la que el cabeza de familia contaba el relato del éxodo; (3) la comida, que comenzaba con la fracción del pan; tras la comida se bendecía una tercera copa de vino. Esta comida celebraba la liberación de la esclavitud del pueblo por Dios y se proyectaba hacia su futura y definitiva liberación. Esta secuencia puede iluminar los vv. 15-20 del modo siguiente: el v. 16 se refiere a toda la comida pascual que está a punto de celebrarse; los vv. 17-18 se refieren a la primera (o segunda) copa de vino; el v. 19 se refiere al pan, con el que se iniciaba la propia comida pascual; el v. 20 se refiere a la copa bendecida tras la comida. Cf. FGL 1390. Los vv. 15-18 son una reinterpretación jesuana de la pascua en términos del banquete escatológico de Dios (cf. 13,29); los vv. 19-20 son también una reinterpretación jesuana de la pascua en términos del significado salvífico de su muerte, que inaugura una nueva alianza. 17-18. tomad esto: Hasta su último suspiro Jesús sigue alimentando a sus discípulos; esta copa es garantía de que compartirán la vida con él en el banquete escatológico. Es digna de tenerse en cuenta la cristología implícita. Jesús, que está a punto de morir, tiene el poder de asegurar a los suyos un sitio en el banquete de Dios. 19. Deberíamos seguir el manuscrito gr. más fiable, que incluye 22,19b-20 como parte del relato lucano de la institución, tomó el pan: cf. 9,16; 24.30. En la liturgia pascual, el cabeza de familia tomaba el pan para distribuirlo como símbolo de que él cuidaba de los suyos. Jesús no da ahora pan, sino que se da a sí mismo para los suyos. Este es el significado del gr. soma, que no significa el mero cuerpo humano, sino toda la vida, el ser humano en su integridad, es entregado por vosotros: El don de sí mismo que hace Jesús tiene significado salvífico. haced esto en recuerdo mío: Si vemos esta comida en continuidad con las comidas con pecadores, entonces la palabra «esto» no debería limitarse a la mera repetición de las palabras de Jesús. Así como Jesús ha dado su vida entera por los demás, simbólicamente expresado en las comidas compartidas, de igual modo los discípulos deben dar su vida en servicio a los demás. Cf. Karris, Luke 68. 20. nueva alianza en mi sangre: En el establecimiento de este nuevo vínculo entre Dios y el pueblo, Jesús alude a Éx 24,3-8 y Jr
31.31. Este vínculo o alianza ha sido creado por la vida de Jesús, simbolizada ahora por su sangre derramada para salvar al pueblo. Con esto termina Lucas la primera parte de su discurso de despedida. El Jesús agonizante lega a su comunidad del Israel reconstituido la eucaristía en sustitución de la comida pascual. En esta comida experimentan la liberación de las fuerzas destructivas y una anticipación del banquete escatológico.
180 (c) ¿TRAICIONARÁN LOS FUTUROS DISCÍPULOS A JESÚS? (22,21-23). En la continuación del discurso de despedida, lanza Lucas una pregunta desafiante a sus comunidades: ¿Traicionarán ellos, que comulgan en la mesa del Señor, a Jesús? Mientras que Mc 14,18b-21 coloca la traición antes del relato de la institución, Lucas lo coloca después. 21. en esta mesa: Quizá una referencia al Sal 41,9 y a su lamentación de que un íntimo amigo, que comía en mi mesa, ha actuado contra mí. No se menciona el nombre de Judas; parece que Lucas generaliza con intenciones parenéticas. 22. según está determinado: En esta parte del discurso de despedida, enseña Lucas que la traición no le sobrevino a Jesús de forma inesperada; estaba prevista por Dios. 23. En contraste con Mc 14,19, los discípulos no preguntan a Jesús sobre la traición, sino que hablan entre sí. Aparece claramente la intención parenética de Lucas.
181 (d) EL SENTIDO DEL GOBIERNO EN LAS COMUNIDADES DE LUCAS (22,24-30). Cf. Mc 10,42-45 y Mt 19,28 sobre algunos ligeros paralelos de este material, que, en su mayor parte, es exclusivamente lucano. Mediante el género literario del discurso de despedida, Lucas estudia la cuestión de la transformación de la autoridad tras la muerte de Jesús. 24-27. Lo que Marcos sitúa durante el camino de Jesús (10,42-45) Lucas lo menciona en la última cena como conclusión de su utilización de la imagen de los «siervos» (cf. 12,35-48; 17,7-10; 19,11-27). 24. discusión: Evoca otras «controversias» durante las comidas (7,36-50; 11,37-54; 14,1-24). 26. gobernante: El término gr. es hégoumenos. Quizá se trata de una referencia a los dirigentes de la Iglesia. Cf. Hch 15,22; Hb 13,7.17.24. 27. La referencia a 12,37 resulta obvia: el amo esperará en la mesa a sus siervos fieles, entre vosotros como el que sirve: Esta frase estaría más en sintonía en el marco de Jn 13,1-21, después de que Jesús hubiera lavado los pies a sus discípulos. En Lucas, aunque no está literalmente relacionada con el contexto, forma parte, cristológicamente, de un contexto que acentúa el significado soteriológico para los demás (cf. 22,19-20). Los que gobiernan deben adoptar el estilo de gobierno de Jesús: «…los que gobiernan son llamados al arrepentimiento y a la obligación de reconocer que sus talentos para gobernar son dones que les ha dado un Creador benefactor para que alivien la suerte de los oprimidos y pongan en libertad a los cautivos esclavizados por modelos y costumbres sociales, o problemas económicos» (F. W. Danker, Luke [Filadelfia 1976] 61). 28-30. Los vv. 24-27, al llamar la atención sobre cómo debería ejercerse la autoridad en nombre de Jesús tras su muerte, no presentaban a los discípulos bajo una perspectiva positiva. Los vv. 28-30, en contraposición, son más favorables. 28. pruebas: Éstas han aparecido mediante la oposición que Jesús ha recibido durante todas las fases de su ministerio: en Galilea, p.ej., 5,17-6,11; durante su viaje a Jerusalén, p.ej., 11,14-35; en Jerusalén, p.ej., 19,47-21,4. Sus discípulos han estado y siguen estando firmemente con él. 29. os hago entrega: El vb. gr. diatithesthai deriva de la misma raíz que diathéké, «alianza». Es patente el lenguaje de los discursos de despedida o de última voluntad o testamento. Profunda es la cristología implícita en estas imágenes: Jesús, el rey (cf. comentario a 19,11), ha sufrido la muerte y ha sido vindicado por su Padre con el don del gobierno real. «En la concesión del reino a los apóstoles vemos que la Iglesia participa en el reino a través de la muerte de Jesús. Lucas raramente habla de la muerte de Jesús de la forma que esperaríamos, esp. cuando accedemos a él tras haber leído a Pablo, pero, a su propio modo, deja claro que la muerte de Jesús fue una muerte “por nosotros”» (R. C. Tannehill, ATR 43 [1961] 203). 30. Como mostrará el libro de Hechos, los apóstoles, esp. Pedro y Juan, tendrán autoridad sobre el Israel reconstituido, y esta autoridad está enraizada en el don de despedida de Jesús a su Iglesia.
182 (e) La función de Pedro en la Iglesia (22,31-34). Hay un paralelo en Mc 14,29-30 a Lc 22,33-34. La autoridad de Pedro, que se describirá en Hechos, está también anclada en el discurso de despedida de Jesús (→ 70 supra). 31. Satanás: cf. 22,3. Lucas contrasta los efectos que tienen los ataques de Satanás sobre Judas y Pedro. La eficaz oración de Jesús salva a Pedro del destino de Judas (cf. Hch 1,15-19). a todos vosotros: Encontramos un pl., mientras que en el v. 32 es sing. Pedro representa a todos en la criba de Satanás (cf. Am 9,9). 32. La cristología implícita es intensa; la Iglesia tiene el consuelo de que su Señor puede salvarla del poder de Satanás, vuelto, convertido: El vb. gr. epistrepsas no implica movimiento sino conversión moral (cf. 17,4; Hch 3,19; 9,35; 11,21; 14,15; 15,19; 26,18.20). tus compañeros cristianos: Como Hch 15,23.32 muestra, ésta es la traducción de adelphous, literalmente «hermanos». Los ejemplos de cómo Pedro fortalece a la Iglesia pueden verse rápidamente en Hch 1 -11, 15. Tras mostrar que la autoridad de Pedro se fundamenta en las últimas palabras de Jesús, Lucas se mueve en los vv. 33-34 hacia otro de sus intereses favoritos: la exhortación. 33-34. En los vv. 24-27 se suscitó el conflicto entre los discípulos para averiguar quién era el más importante. Ahora vemos cómo el más importante es probado y sucumbe. «El Jesús lucano deja claro al lector que no hay ningún discípulo, ni siquiera aquel por quien Jesús ha orado, que esté seguro ante la prueba de la lealtad y la fidelidad» (FGL 1423). que me conoces: Lucas suaviza la negación de Pedro. Véase el cumplimiento de esta predicción en 22,54-62, esp. los vv. 61-62: La mirada misericordiosa de Jesús provoca el arrepentimiento de Pedro.
183 (f) JUSTIFICACIÓN DEL CAMBIO DE LA ACCIÓN MISIONERA EN LAS COMUNIDADES LUCANAS (22,35-38). Este pasaje es exclusivo de Lucas; anticipa su relato sobre Pablo en Hechos y justifica el proceder de los misioneros de las comunidades lucanas. En circunstancias cambiantes y hostiles no pueden guiarse por las reglas de 9,1-6 y 10,1-11. 35. bolsa, alforja, sandalias: No se refiere al envío de los apóstoles en 9,3, sino al envío de los 70 (72) discípulos. 36. pues de ahora en adelante: Está amaneciendo un nuevo tiempo dentro de la era del cumplimiento. La hostilidad será la compañera de la Iglesia. Así se lo dijo Jesús, espada: Esta referencia a un arma destructiva debe entenderse en el contexto global de Lc-Hch y en el contexto inmediato de los vv. 38.47-53. Dado que Lucas cuenta en su evangelio que Jesús no sólo predicó el amor a los enemigos (6,26-36), sino que también vivió esta enseñanza (9,51-55; 23,34), y en Hechos afirma que ni Pablo ni otros misioneros cristianos utilizaron jamás espadas, no puede entender aquí por «espada» un arma letal. Puesto que en el v. 38 presenta Lucas el disgusto de Jesús por la comprensión literal que sus discípulos hacen de sus palabras del v. 36, e incluso les reprende por el uso de la espada en 22,47-53 y cura al herido, Lucas no puede entender aquí por «espada» un arma destructiva. Más bien, la «espada» es un símbolo de la crisis. Una paráfrasis de la última parte del v. 36 sería: vende tu manto y compra dificultades. 37. De nuevo, subraya Lucas en este discurso lo que Jesús está a punto de realizar de acuerdo con el plan de Dios. Él es el nuevo Siervo de Yahvé (Is 53,12). Si Jesús es tratado de este modo, así también lo serán sus discípulos. 38. basta: Al lector no le debería pasar inadvertida la ironía lucana. Cf. D. M. Sweatland, BTB 13 (1983) 23-27; G. VV. H. Lampe, «The two swords (Luke 22,35-38)», Jesús and the Politics of His Day (ed. E. Bammel et al., Cambridge 1984) 335-41.
184 (B) La fidelidad de Jesús y el fracaso de los discípulos en la prueba (22,39-71). Lucas prosigue su contraste entre el animoso y obediente viaje de Jesús hacia su Dios misericordioso, y el aletargado y malinterpretado seguimiento de Jesús que hacen los discípulos.
(a) CONTRASTE ENTRE JESÚS Y SUS DISCÍPULOS EN LA ORACIÓN (22,39-46). Cf. Mc 14,26.32-42; Mt 26,30.36-46. A diferencia de Marcos, Lucas no limita su relato a Pedro, Santiago y Juan. Por su interés parenético, Lucas focaliza la escena sobre todos los discípulos. La estructura quiástica de este pasaje le ayuda a resaltar sus intereses cristológicos y parenéticos: tras la introducción del v. 39, Lucas presenta (A) v. 40, orad para no caer en tentación; (B) v. 41, Jesús se distancia de los discípulos, se arrodilla y ora; (C) vv. 42-44, contenido y carácter determinante de la oración de Jesús; (B’) v. 45, Jesús se levanta tras orar y regresa junto a los discípulos; (A’) v. 46, orad para no caer en tentación. 39. de costumbre: cf. 21,37. los discípulos: cf. comentario a 22,11. lo siguieron: Esta frase expresa el objetivo parenético de Lucas. 40. orad: cf. comentario a 3,21. tentación: cf. comentario a 11,4. Entrar en el campo de fuerza de Satanás trae consigo la apostasía. 41. Jesús no ora con la postura normal para la oración, de pie, sino que adopta una postura de humildad, arrodillándose. 42. Padre: cf. comentario a 11,1. copa: Referencia al destino de Jesús tal y como se describe en este evangelio: morirá en Jerusalén porque Dios lo ha enviado a realizar el ministerio regio a favor de los necesitados, oprimidos y desgraciados de este mundo (cf. 4,43; 9,51; 13,33). Jesús seguirá bebiendo de esa copa mediante la curación del siervo (22,51), el perdón de sus enemigos (22,34) y la promesa de un lugar en el paraíso para el malhechor arrepentido (23,39-43). 43-44. La autenticidad de estos versículos es altamente discutida. Puesto que la prueba de autenticidad no puede proceder de la crítica textual ni de la evidencia externa, sólo nos queda la evidencia interna o la teología lucana. J. H. Neyrey propone como plausible que en estos versículos Lucas contrasta la actitud de Jesús (vv. 43-45) con la de los discípulos (v. 46). Jesús aborda, en lucha o agonía, conocer la voluntad de Dios y la acepta obedientemente, no como víctima, ni de forma descontrolada ni sometido a pasión irracional alguna. El ángel fortalece a Jesús en esta lucha. Su sudor es el del atleta moral que busca la victoria en la lucha. Los discípulos, sin embargo, sucumben a la lype (v. 46), que es el temor paralizante ante el conflicto inevitable, y que conduce a la pérdida de fuerza, a la reducción al suelo y a la contracción en el sueño. Cf. Neyrey, Passion (→52 supra) 49-68; para una opinión contraria, cf. D. M. Stanley, Jesús in Gethsemane (Nueva York 1980) 205-08. 45-46. se levantó… levantaos: Consciente juego sobre el término utilizado para resurrección (cf. 24,7). «Sólo por el poder de Jesús resucitado serán capaces sus seguidores de sacudirse su letargo y desaliento en las pruebas que tendrán que afrontar, y obtener así la fuerza para orar continuamente evitando la tentación que los conduciría inevitablemente a la apostasía… «Ahora que él se ha levantado, tienen ellos que levantarse con él para afrontar, en su constante espíritu de oración, todo cuanto se les avecina”» (ibid. 220).
185 (b) CONTRASTE ENTRE INFIDELIDAD Y FIDELIDAD (22,47-53). Esta sección forma la segunda parte de la inclusio que comenzó en 22,1-6. El anuncio de la traición y su cumplimiento en este momento destacan el conjunto 22,7-46 e iluminan su contenido. Lucas establece un contraste entre la infidelidad de Judas y la fidelidad de Jesús a los que ha elegido (22,7-38) y al Dios que lo ha enviado (22,39-46). Pero hay en este pasaje otro contraste: la fidelidad de Jesús a su ministerio de compasión y la infidelidad de Judas a su maestro. Cf. Mc 14,43-52; Mt 26,47-56; Jn 18,2-11. 47. uno de los doce: Como en 22,3, Lucas llama la atención de sus lectores sobre la posición privilegiada de Judas, encabezando: Se establece un implícito contraste entre Pedro, el líder o dirigente (cf. 22,31-34.54-62), y Judas, el que va a la cabeza del grupo. 48. beso: Un signo de intimidad se convierte en el signo de traición. entregas: Cuando se utilizó la expresión «entregar al Hijo del hombre» en las predicciones de 9,44 y 18,32, se mencionó a las autoridades religiosas y políticas, pero no a Judas (cf., sin embargo, 24,7, referida a los «pecadores»). El poder de las tinieblas, que pertenece a la noche (cf. v. 53), ataca no solamente a los jefes políticos o religiosos, sino que también persigue a los discípulos. 49-50. Fortalecido por la oración, Jesús no sucumbe a la tentación de abandonar su ministerio no violento para usar la violencia (→ 183 supra). 51. lo curó: Es el único milagro que acontece durante la pasión. Demuestra que Jesús no es solamente el salvador en su ministerio anterior a la llegada a Jerusalén, sino que también lo es durante su pasión. ¡Incluso llega a curar a un enemigo! Tal es la naturaleza del Dios compasivo proclamado por Jesús. Cf. Busse, Wunder (→ 67 supra) 336; J. Drury, Tradition and Design in Luke’s Gospel (Atlanta 1977) 111. 52. espadas: Por el momento, la no violencia es vencida por la violencia. 53. templo: cf. 19,47-48 y 21,37-38. En contraste con Mc 14,50, los discípulos no abandonan a Jesús. Estarán con él junto a la cruz (23,49).
186 (c) Contraste entre la fidelidad de Jesús, hijo de Dios, y la actitud de Pedro (22,54-71). Cf. Mc 14,53-15,1; Mt 26,57-27,1; Jn 18,13-27. En lugar de la secuencia marcana de prendimiento, proceso nocturno, burla y negación, Lucas presenta prendimiento, negación, burla y proceso diurno. Así, por razones principalmente parenéticas, subraya primero Lucas el abandono de Jesús por Pedro, al tiempo que la fidelidad de Jesús a su vocación profética. Con profundo sentido cristológico concluye Lucas la escena con el testimonio de la Iglesia colocado en labios de Jesús, el testigo modelo: Jesús es Mesías, Hijo del hombre vindicado, e Hijo de Dios. 54-62. Lo que Jesús anunció en 22,31-34 va a cumplirse. 54. Se establece el contraste entre la fidelidad de Jesús y la infidelidad de Pedro. 56-57. una sirvienta: Lucas suaviza la negación de Pedro, pues el Pedro lucano no niega a Jesús, sino que niega conocerlo (cf. 22,34). 58-59. Dos hombres acosan ahora a Pedro. Este toque lucano puede estar en sintonía con Dt 19,15, que exige la presencia de dos testigos varones en un proceso. 60. cantó un gallo: Se cumple la profecía de Jesús de 22,34. 61. La mirada del Señor es una mirada de compasión, recordó: Pedro recuerda el sentido de 22,34. Sobre otras significativas referencias al «recordar» en Lc-Hch, cf. 24,6-7; Hch 11,16; 20,35. «Recordando las palabras del Señor, los creyentes se salvarán de la suerte que aconteció a Pedro» (Matera, Passion Narratives [→ 176 supra] 172). 62. lloró amargamente: La oración de Jesús ha sido efectiva al proteger a Pedro en su cribado. Hay un implícito contraste con Judas: Pedro se arrepiente de su acción, pero Judas no (cf. Hch 1,15-19). 63-65. Lo que Jesús predijo en 18,32 sucede ahora: es ridiculizado (cf. también 23,11). 64. profetiza: Lucas juega con su tema de Jesús como profeta rechazado (→61 supra). La ironía es mayúscula. Jesús es ridiculizado como profeta precisamente después de que una de sus profecías, la negación de Pedro, se ha cumplido. 65. blasfemaban contra él: El ptc. gr. blasphémountes se traduce habitualmente por «injuriar». En el relato lucano del proceso, Jesús no es acusado de blasfemia. Sin embargo, sus adversarios blasfeman contra él, pues es el Hijo de Dios. 66-71. El relato lucano del proceso difiere notablemente del de Marcos. En Lucas se trata de un proceso diurno; no hay testigos falsos; no hay acusación de que Jesús hubiera afirmado que destruiría el templo (cf., sin embargo, Hch 6,12-14); toda la asamblea o sanedrín interviene en el proceso de Jesús, en contraste con la selección que hace Marcos al presentar al sumo sacerdote como portavoz. Es la propia teología lucana, y no la existencia de otra fuente, la que explica estas diferencias. «La finalidad de Lucas es describir un proceso solemne, legítimo y formal de Jesús por Israel» (Neyrey, Passion [→ 52 supra] 71). El testimonio de Jesús en su proceso se convierte en modelo de testimonio para Pedro (Hch 4-5), Esteban (Hch 6-7) y Pablo (Hch 21-26) en sus respectivos procesos, que Jesús había anunciado en 12,8-12; 21,12-15. 67-68. el Mesías: cf. 1,32-35; 2,11; 3,1; 23,35; Hch 2,32. Esta es la confesión que hace la Iglesia de Jesús como cumplimiento de las promesas de Dios a David. La respuesta de Jesús a la pregunta de la asamblea es similar a la del profeta Jeremías en su proceso (cf. 45,15 LXX). Hijo del hombre: Cuando aparentemente carece de todo poder, Jesús anuncia la vindicación que Dios hará de él y de su ministerio. También aquí tenemos la confesión de fe de la Iglesia en Jesús (cf. Hch 2,32-34.36; 7,56). 70. todos: Lucas subraya que el rechazo de Jesús, el profeta de Dios, es realizado por todo el gobierno de Israel (pero cf. 23,50-53). Hijo de Dios: Ésta es la última y fundamental confesión de fe en Jesús. Hasta este momento, Lucas había informado a sus lectores de que los seres no terrenales reconocían a Jesús como Hijo de Dios (cf. 1,32-35; 3,22; 4,3; 9,41; 8,28; 9,35), y que ésta era la auténtica naturaleza de Jesús. Lucas da a «su relato un sesgo especial al hacer que sus enemigos, que proceden del templo, se equivoquen con su verdadera identidad, pero, al mismo tiempo, por descuido, lo reconozcan realmente» (J. M. Dawsey, BTB 16 [1986] 147).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
En el capítulo al cual dan principio estos versículos empieza la relación que hace S. Lucas de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Ningunas de las páginas del Evangelio son tan importantes como estas. La muerte de Cristo fue la vida del mundo. Ni hay parte de la historia de nuestro Señor que los evangelistas hayan referido de una manera tan circunstanciada como esta. Solo dos de ellos relatan el nacimiento de Jesús; mas todos cuatro, y en especial Lucas, narran su muerte con minuciosidad.
En estos versículos percibimos, en primer lugar, que ni aun los más altos destinos eclesiásticos pueden preservar á los que los desempeñan, de caer en el error y en el pecado. Se nos dice que los príncipes de los sacerdotes y los escribas procuraban matar á Jesús.
Los hombres que dieron los primeros pasos para causar la muerte de Jesús, eran maestros de la nación judía. Los siervos que debieron haber dado la bienvenida al Mesías fueron quienes se conspiraron para matarlo. Los-pastores que debieron haberse regocijado cuando apareció el Cordero de Dios, fueron los mayores cómplices de su inmolación. Ellos ocupaban la silla de Moisés y se jactaban de ser guías de los ciegos y luz do los que estaban en tinieblas, Rom 2:19. Pertenecían á la tribu de Leví y la mayor parte de ellos descendían por línea recta de Aarón. Y sin embargo, crucificaron al Señor de gloria. Con toda su decantada sabiduría eran más ignorantes que los pocos pescadores de Galilea que siguieron á Cristo.
Guardémonos de tributar demasiada veneración á los ministros de la religión á causa de su estado. Las herejías más atroces y los abusos más abominables, han sido introducidos en la iglesia por hombres que, en alguna época, recibieron las órdenes sagradas. Es cierto que los que son superiores en dignidad merecen cierto respecto, y que es preciso no prescindir del orden y de la disciplina; pero hay ciertos límites más allá de los cuales no es prudente que penetremos.
Necesario es que no dejemos que ciegos nos guíen para precipitarnos en el abismo: necesario es que no dejemos que sacerdotes y escribas ó la moderna nos hagan crucificar á Cristo de nuevo. Es de nuestro deber pesar á todos los ministros en la fiel balanza de la palabra de Dios. Importa poco quien es el que dice algo sobre religión; pero sí importa mucho qué es lo que dice. ¿Está de acuerdo con la Biblia? ¿Es cierto? He aquí las únicas preguntas que nos debemos hacer.
Advertimos, en seguida, en estos versículos, á qué bajezas tan inauditas pueden descender los hombres después de hacer las protestas más enérgicas. El segundo paso dado en la trama de la crucifixión de nuestro Señor fue la traición de uno de los doce apóstoles: «Y entró Satanás en Judas, que tenia por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce.» Estas palabras contienen algo muy terrible. Ser tentado de Satanás es una desgracia, pero ser dominado y cautivado por él es horrible calamidad.
Judas Iscariote debiera servir de escarmiento á la iglesia cristiana. Recuérdese que este hombre fue uno de los doce apóstoles escogidos por nuestro Señor; que siguió á su Maestro durante Su vida pública; que lo oyó predicar y presenció sus milagros; que él mismo predicó; que habló como los otros apóstoles; que no había nada que lo distinguiera de Pedro, Juan y Santiago; que nunca se sospechó que tuviera mal corazón. Y no obstante todo esto, resulta ser al cabo un hipócrita, traiciona á su Maestro,- ayuda á Sus enemigos á entregarlo á la muerte, y muere como «hijo de perdición.» Esto es terrible; pero cierto.
En estos versículos percibimos, además, cuan enorme es el influjo del amor al dinero. Cuando Judas se presentó ante los príncipes de los sacerdotes para traicionar á su Señor, ellos «concertaron de darle dinero.» Esas cuatro palabras revelan el secreto de la caída de ese hombre: amaba el dinero. Sin duda había oído la solemne amonestación de nuestro Señor: «Mirad y guardaos de la avaricia» (Luk 12:15); mas, ó la había olvidado, ó no se había cuidado de ella. La avaricia fue el escollo que le hizo naufragar: la avaricia fue para él causa de la pérdida de su alma.
¿Qué mucho que S. Pablo llamara el amor del dinero raíz de todos los males? 1Ti 6:10. Los anales de la iglesia están llenos de ejemplos bien tristes, que manifiestan que esa pasión es uno de los medios do que se sirve Satanás para hacer delinquir á los que han profesado la religión verdadera Giezi, Ananías y Safira, son nombres que naturalmente vienen á la memoria. Más, de todos los ejemplos ninguno es tan triste como el que tenemos á la vista.
Por el vil lucro, un apóstol vendió al Maestro más tierno y amable. Por dinero, Judas Iscariote traicionó á Cristo.
Telemos y oremos para no ser víctimas del amor del dinero. El pobre está tan expuesto como el rico: se puede amar el dinero sin tenerlo; y se le puede tener sin amarlo. Contentémonos con lo que tengamos. Heb 13:5. Es un hecho muy notable que no hay sino una oración en el libro de los Proverbios, y que una de las tres peticiones de esa oración es: » No me des pobreza ni riquezas..
En estos versículos percibimos, por último, la relación que tiene la muerte de nuestro Señor Jesucristo con la fiesta de la Pascua. Por cuatro veces se nos hace recordar que la noche que precedió al día de la crucifixión era que se celebraba la gran fiesta de los judíos, en que era necesario matar la pascua.
Es bien seguro que Dios señaló la hora de la crucifixión. En su sabiduría y su poder infinitos dispuso que el Cordero de Dios muriera al mismo tiempo que se mataba el cordero pascual. La muerte de Cristo fue el cumplimiento de la pascua.
Ese fue el sacrificio real que se había simbolizado por mil quinientos años con el cordero sin mancha. Lo que la muerte del cordero había sido para Israel en Egipto, la muerte de Jesús iba á ser para todos los pecadores de la tierra.
No perdamos jamás de vista el hecho de que la muerte de Cristo tuvo el carácter de sacrificio. Rechacemos con indignación la idea moderna de que no fue sino un acto de abnegación inaudita. Sin duda que fue un acto de abnegación, mas fue también algo más elevado, más importante: fue una propiciación ofrecida por los pecados del mundo; fue una expiación hecha por la transgresión del hombre. «Cristo nuestra pascua,» dice S. Pablo, «ha sido sacrificado por nosotros..
Fuente: Los Evangelios Explicados
ázimos… pascua… Lucas presenta las solemnidades en forma inversa. El 14 de Nisán es la pascua y el 15 de ese mismo mes es el primer día de la fiesta de los panes sin levadura → Lev 23:5-6; §300.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
T27 El plural idiomático ἀζύμων se refiere a un festival específico.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, de los ázimos
Fuente: La Biblia de las Américas
g Éxo_12:1-27.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Los príncipes de los sacerdotes resuelven hacer morir a Jesucristo. Judas le vende. Institución de la Eucaristía. Disputan los discípulos sobre la primacía. Anuncia a Pedro que le había de negar; y a los demás los grandes trabajos y peligros en que se habían de ver. Su oración y agonía en el huerto. Su prendimiento. Es conducido a la casa del pontífice, en donde Pedro le niega, los ministros le ultrajan, y el pontífice con el concilio le examina.
1 a. MS. La Pascua del pan cencenno (Mt 26,2; Mc 14,1).
4 b. Estos magistrados eran de los levitas destinados a la custodia del templo, lo que se declara más en el v. 52, y estaban en él de guardia.
5 c. Porque como no deseaban otra cosa más que quitar la vida al Señor, y por otra parte estaban suspensos y no sabían cómo hacerlo; luego que se les presentó ocasión, se holgaron de ello, y aun dieron dinero encima al traidor Judas.
d. MS. E pararon de darle aver.
6 e. MS. El otorgólo.
7 f. El cordero pascual.
10 g. La pascua, o el cordero pascual no se podía sacrificar ni comer en otra parte que en Jerusalén. Véase Mt 26,10.
14 h. Esto es; puesto ya el sol, y entre dos luces (Éx 12,6; Mt 26,20; Mc 14,17).
15 i. En gran manera he deseado comer esta pascua con vosotros, para daros las mayores pruebas de mi amor, empeñándoos con este don precioso de mi cuerpo y sangre que os dejo, a amarme muy de veras, como que os he amado yo primero con un amor más fuerte que la misma muerte, y como que he querido morir para salvaros, hallando antes de morir este medio prodigioso de quedar siempre con vosotros; sustituyendo la nueva pascua a la antigua, el Sacramento de la nueva alianza, que va a ser consagrado y ratificado con mi sangre, al de la antigua alianza, que lo era de la libertad concedida a los israelitas.
16 j. Esta es la última pascua que celebraré yo con vosotros; porque debo partir luego al cielo a prepararos otra suerte de banquete, que será el entero cumplimiento de esta pascua figurativa. Y esta será la víctima que hará una nueva pascua de un nuevo pueblo (1Cor 1,7).
17 k. Este no es el cáliz que consagró después; porque cuando los judíos celebraban la pascua, el que hacía de cabeza en la mesa, daba la bendición al primer vaso de vino, y después de haber bebido, lo presentaba a los otros, y bebían de él todos por su orden.
19 l. Por estas palabras dio el Señor poder a los Apóstoles de ofrecer, como él, el sacrificio de su cuerpo, instituyendo los sacerdotes y sacrificadores de la ley nueva. Véase el concilio de Trento, sess. XXII, cap. I.
20 m. El Griego: tó hupér humón ekjunómenon, qui effunditur. Por el Griego, que usa del artículo neutro tó en nominativo, que se refiere a tó potérion, se ve que el relativo qui de la Vulgata mas pertenece a calix, que a sanguine meo. El primer sentido de estas palabras es el mismo que el que explican las de San Mateo (26,28), y San Marcos, aunque sus expresiones parezcan un poco diferentes de las de San Lucas. Jesucristo dice en San Mateo y San Marcos: Esta es mi sangre, la sangre del nuevo Testamento, que será derramada por muchos; y en San Lucas: Este es el cáliz, que es el nuevo Testamento en mi sangre, que será derramada por vosotros. Lo cual significa, que así como la primera alianza, o el primer Testamento no fue confirmado sino con sangre (Hb 9,18); del mismo modo la nueva alianza que iba a hacer el Señor con los hombres debía también ser confirmada con sangre. Así que mi sangre misma, que será derramada por vosotros sobre la cruz, es desde ahora en este cáliz, que yo os presento, como en sello de la nueva alianza, que Dios mi Padre va a contraer con los hombres. Porque este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; y mi sangre en este cáliz es la nueva alianza, son dos expresiones que significan una misma cosa. El Griego effunditur, se derrama.
22 n. El Griego: paradídotai, es entregado.
25 o. La palabra euergétes, Bienhechor, era un título o sobrenombre que la lisonja solía dar a los reyes, y así fueron nombrados los dos Ptolomeos, aunque Ateneo dice que los Alejandrinos llamaban al segundo kakergéten, Malhechor.
26 p. El Griego: hos ho neóteros, como el más joven.
28 q. Llama sus tentaciones, lo que tuvo que sufrir en su predicación, la contradicción y envidia de sus enemigos, y su obstinada persecución, que no paró hasta hacerle morir en una cruz.
29 r. Bajo las mismas condiciones con que ha dispuesto de él mi Padre a favor mío. Yo he sido humillado y obediente hasta la muerte, y ha sido necesario que padezca para poder entrar en mi gloria; pues no hay otra puerta por donde vosotros podáis entrar, sino por esta de padecer. Y con estas condiciones os ordeno, os doy por ordenación de testamento mi reino, donde seréis compañeros de mi gloria.
31 s. Quiere decir: os ha pedido a Dios, como hizo con el santo Job, para combatiros con las más violentas tentaciones, con el fin de derribaros y haceros perder la fe.
32 t. Como cabeza que eres de los otros. Por estas palabras parece que no faltó la fe en Pedro, y que por cobardía y temor negó al Señor con la boca, pero no con el corazón. Fue reo de una grande infidelidad, pero sin perder la fe. Así lo significan San Ambrosio y San Juan Crisóstomo. El Señor permitió esta terrible tentación y caída en Pedro, para que escarmentado en su propia cabeza, se levantase más fuerte, y fortificase a los otros.
34 u. No habrá acabado de cantar.
36 v. MS. Sachito.
w. Como si les dijera: Vosotros vais a entrar en un tiempo de prueba, en que todo os faltará; y todo el mundo os perseguirá; así que si se hubieran de practicar algunas diligencias humanas, deberíais, como se hace en tiempo de guerra, proveeros de dinero y de víveres; y si no tenéis dinero, vender aun vuestros mismos vestidos para comprar armas y poneros en estado de defensa. El Señor por medio de este lenguaje figurado les anuncia los trabajos y peligros a que se verían expuestos.
38 x. MS. Assaz es. Los Apóstoles no comprendieron el sentido de las palabras de Jesucristo. Y como no juzgó a propósito explicarse más por entonces, interrumpió el discurso, diciendo: Basta; como si dijera: Dejemos eso, pasemos a otras cosas: la experiencia os mostrará lo que ahora no entendéis.
41 y. El modo ordinario de orar era en pie; pero en las mayores aflicciones, de rodillas.
z. MS. E fitos los inojos, oraba (Mt 36,39; Mc 14,35).
43 a. Jesucristo no tenía necesidad de este socorro; pero quiso ser consolado y confortado por un ángel, como quiso abandonarse también al temor y a la tristeza, para enseñarnos con su ejemplo a vencer nuestras repugnancias, y a esperar de Dios el socorro en nuestras angustias. San Ambrosio. Este ángel le fue enviado por su Padre, para que como uno de sus ministros, que envía a los hombres para hacerles conocer sus voluntades, respondiese a los ruegos de su Hijo, significándolo que su muerte estaba decretada, como necesaria para la salud del mundo y para la gloria de Dios; pero que su Padre le libraría de la muerte por una gloriosa resurrección, y que con una infinidad de milagros obrados en su nombre justificaría que este Jesús, que había sido crucificado, era verdaderamente su único Hijo. Jesucristo en estos lances suspendía todos los efectos de su divinidad, y se mostraba como un hombre flaco y cercado de nuestras miserias; acudía a su Padre, mostrando un natural horror y repugnancia que tienen todos los hombres a la muerte, y muerte tan violenta; le da sus quejas viéndose en tan grande desamparo, Deus meus, Deus meus, etc.; pero siempre sometido a hacer en todo su voluntad. Lo que de todo esto hemos de concluir, es el horror que Dios tiene al pecado, y la malicia que en sí encierra, pues de esta manera trató a su mismo Hijo en traje de pecador. ¿Qué tienen que esperar, si no se arrepienten, los que por sus culpas fueron la causa de que así fuese tratada la misma inocencia, y el que por su naturaleza era impecable?
44 b. Esta congoja, que excitó en Jesucristo el sudor de sangre, nacía no tanto del horror a la muerte que tenía a la vista, cuanto del peso de nuestros pecados, que cargó sobre sí para satisfacer por ellos, y aplacar la ira del Padre. Véase sobre este lugar la hermosa disertación en la Biblia de Vence, tom. XIII, y la de Calmet, que precede a su comentario sobre San Lucas.
47 c. El Griego: tóuto gár seméion dedókei autóis, hón án filéso, autós estin, porque les había dado esta señal: aquel, a quien yo besare, él es. Estas palabras, que no se hallan en la Vulgata, parece las añadió el Griego de los Evangelios de San Mateo (26,47) y San Marcos (14,43).
50 d. Simón Pedro; como declara San Juan (18,10), que escribió después de su muerte. Los otros tres Evangelistas no lo nombran.
52 e. El texto Griego llama a estos: strategóus tóu ieróu, capitanes del templo. Era este un empleo militar, que pertenecía al templo; porque los judíos miraban a este como los reales de Dios. El comandante de todos estos era llamado comandante del monte del templo; este era diferente del que se llamaba Sagan, que presidía a todo el ministerio sagrado, y que en Hch 4,1, se llama strategós tóu hieróu.
53 f. Este es el tiempo en que es permitido a vosotros y al príncipe de las tinieblas emplear contra mí todo el furor y rabia. Sin esta licencia de mi Padre, ni el infierno, ni vosotros podríais cosa alguna contra mí.
61 g. Miró el Señor a Pedro, no sólo espiritualmente, como pretenden algunos, sino aun corporalmente, pues lo indica así el texto; y no hay dificultad en que Jesús y Pedro estuviesen en sitio de poderse ver uno a otro. Es muy probable que luego que Caifás y su senado pronunciaron que Jesús era digno de muerte, lo entregaron a los soldados, mandándoles que lo sacasen al atrio, y allí lo guardasen hasta la mañana, para conducirlo a casa de Pilato, y que confirmase la sentencia. Y aquí pudo muy bien mirar el Señor a Pedro después de su última negación, y tener también lugar los insultos que hicieron a Jesús los domésticos y los soldados de que hablan los Evangelistas.
62 h. Se dice que las lágrimas son amargas, cuando nacen de la amargura, que se siente en el corazón. Si la caída de Pedro fue terrible, su arrepentimiento fue el más sincero, vivo, profundo y pronto, que mostró no sólo llorando amargamente, sino con acciones llenas de celo y de fidelidad, que señalaron todo el resto de su vida.
66 i. El Griego: tó presbutérion, el senado (Mt 27,1; Mc 15,1).
67 j. Si tantos prodigios como he obrado en vuestra presencia no han bastado para convencernos de esta verdad, ¿cómo me habéis de creer, aunque os diga que lo soy?
68 k. Aunque os ponga varios lugares de las Escrituras para convencernos, como he hecho otras veces, y probar mi divinidad y mi misión, no me responderéis; porque vuestro intento y designio no es conocer la verdad, ni ponerme en libertad, sino hacerme morir estando consumada vuestra malicia. Con qué ¿A qué fin deciros una cosa que es inútil para vosotros y para mí?
69 l. El Hijo del hombre, a quien vosotros ahora tratáis con tanto desprecio y vilipendio, estará sentado a la diestra del poder de Dios; porque es el verdadero Hijo de Dios.
71 m. Hemos oído una blasfemia. Los hebreos solían no pronunciar esta palabra. San Mateo y San Marcos la expresaron. Pero ¿cómo se atreven los judíos a tratar a Jesús como blasfemo, cuando a vista de sus obras y de su doctrina debían reconocer que se reunían en su persona todos los caracteres del Mesías? ¿y que le convenía por esta razón el ser Hijo de Dios, Dios de los ejércitos, Rey de reyes, y Señor de los señores? Tenían claro en los libros de los profetas, que el Cristo había de venir desconocido, pobre y humillado; pues ¿por qué no abren los ojos para conocer por estas mismas humillaciones al Señor de la gloria? Pero esto era puntualmente el velo que cubría sus corazones, y que dio lugar a su reprobación, y a que de sus ruinas se formase un pueblo nuevo, que debía entrar en la nueva alianza.
Fuente: Notas Bíblicas
[1] Técnicamente empieza a la puesta del sol justo después de la comida de la Pascua.
[2] Vea notas en Mar 14:12.
[3] Un tipo del reino, y todas las tribus de Israel en la armonía de restauración total y completa.
[4] Notece que El quiere, y todo está preparado, pero El dice muy muy claramente que El no lo hará. Esto nos asegura que El tuvo un “Pesaj rabinico”, tradicionalmente que se hacia la noche anterior, como hacian la mayoria de los rabinos (ya que El era un rabí después de todo), sin realmente comerla ese año.
[5] Prueba que todos los creyentes son parte del Israel físico y espiritual.
[6] Yahshua elogia los que sufren y vencen, no los que confiezan confiezan y no siguen.
[7] Si Yahshua vino a hacer una “iglesia gentil” con unos pocos Judíos simbólicos, en vez de reconstruir Israel de las naciones, El nunca hubiera ciertamente hecho esta afirmación. El , y .
[1] Un remez, o sugerencia de que las dos espadas es la palabra de dos filos de YHWH, que es suficiente para reunir ambas casas después de todas las cosas que debian cumplirse respecto a nuestro Rey Sufriente.
[2] Peshitta.
[3] Vea notas en Mar 14:62.
[16] Esta es la última Pascua que celebraré con vosotros. Me voy a prepararos otra Pascua, que será el entero cumplimiento de esta Pascua figurativa.[35] Mat 10, 10.[36] Metáfora para avisarles que deben armarse con el escudo de la fe y la espada de la palabra de Dios, porque van a entrar en grandes tribulaciones.[37] Is 53, 12.[43] Aunque no necesitaba este socorro, quiso ser consolado y confortado por un ángel, para enseñarnos a vencer nuestras penas y a esperar la ayuda de Dios.[60] Cantó el gallo por tercera vez.[66] Esa pregunta se la hizo el sumo sacerdote. Mar 14, 61.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat