Comentario de Lucas 22:47 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a Jesús para besarle.

22:47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; — La «turba” estaba compuesta de soldados (una cohorte o unidad militar romana, Jua 18:3; Jua 18:12), la policía (guardia) del templo (Luc 22:52), principales sacerdotes, y ancianos. Llevaban linternas, antorchas y armas (espadas, garrotes). ¿Por qué tanta gente y por qué llevaron armas? El número grande de hombres armados indica que temían a Jesús. Judas sabía mejor que nadie el poder de Jesús. Tal vez temieron que hubiera un grupo grande de discípulos para defender a Jesús. Recuérdese que en otras ocasiones habían pensado prender a Jesús y fallaron (Jua 7:45-47; Jua 8:59; Jua 10:39; véase también Luc 4:30).

Pero este «ejército» era totalmente innecesario e inútil. Si Jesús hubiera querido escapar, lo habría hecho (Luc 4:30), pero estaba listo a entregarse y, por eso, sobraba «la multitud». ¿Acostumbraban los judíos llevar una «multitud» cuando salían para encontrar y matar al cordero para la pascua? Jua 18:4-9, Jesús les preguntó, «¿A quién buscáis?» No había ninguna necesidad de que Judas lo identificara con beso, porque Jesús «se adelantó» para identificarse solo. Dijeron, «A Jesús el Nazareno». El les dijo: Yo soy. Entonces «retrocedieron y cayeron a tierra». Esto indica que se asombraron por la majestad, dignidad y valentía de Jesús y que le tenían mucho temor. Es posible que al oír las palabras «Yo soy», reconocieron que Jesús se identificaba como Dios (Jua 8:24; Jua 8:58).

— y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; — Judas conocía el lugar, porque Jesús se había reunido allí a menudo con sus discípulos. Además, Jesús sabía que Judas sabía esto. Jesús no se escondía; al contrario, estuvo en un lugar donde fácilmente podrían encontrarle. ¿Por qué explica que Judas era «uno de los doce»? Porque «Judas» era nombre muy común, y era necesario especificarlo. Esta explicación enfatiza lo inexcusable del acto: éste que era uno de los doce pero ya no está con ellos, sino que se ha aliado con los enemigos de Jesús y sirve de guía de ellos para prender a Jesús.

— y se acercó hasta Jesús para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? — Con un beso Judas entregó al Mesías. Jesús le llamó la atención a Judas y a todos que no le besó como discípulo sino como un traidor (Pro 27:6). Se usaba el beso para saludar. Indicaba amistad y afecto. Judas no simplemente le besó, sino que «le besó efusivamente» (LBLA, margen; esta palabra se usa en Luc 7:38; Luc 15:20; Hch 20:37). A Judas se le olvidó que Jesús sabía los pensamientos del hombre, Jua 2:24-25. El quebró todas las leyes del amor, de la fidelidad y lealtad y profanó el símbolo de amistad.

Judas nunca se imaginaba que en esos momentos él estaba originando un proverbio universal: cualquier acto de traición se llama “el beso de Judas”.

Según Mateo (26:50), “Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Jesús le hizo pensar en lo que hacía y reconocer que Jesús entendía perfectamente lo que hacía. La pregunta significa: «¡Quita la máscara!» Es probable que estas palabras tuvieran mucho que ver con la desesperación de Judas.

Nuestro Señor Jesucristo fue prendido para que nosotros gozáramos de plena libertad (compárese 2Co 8:9).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

mientras él aún hablaba. Mat 26:45-47; Mar 14:41-43; Jua 18:2-9.

Judas. Luc 22:3-6; Mat 26:14-16, Mat 26:47; Mar 14:10, Mar 14:43; Hch 1:16-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

para besarle: La traición se llevó a cabo mediante un acto que es una gran mentira.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

una turba. Se trataba de representantes del sanedrín fuertemente armados (Mat 26:47; Mar 14:43), acompañados por una cohorte romana con linternas, antorchas y armas (Jua 18:3). besarle. Aunque era un saludo característico, esta fue la señal arreglada de antemano mediante la cual Judas identificaría a Cristo para los soldados (cp. Mat 26:48-49; vea la nota sobre Mar 14:44).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

22:47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; — La «turba” estaba compuesta de soldados (una cohorte o unidad militar romana, Jua 18:3; Jua 18:12), la policía (guardia) del templo (Luc 22:52), principales sacerdotes, y ancianos. Llevaban linternas, antorchas y armas (espadas, garrotes). ¿Por qué tanta gente y por qué llevaron armas? El número grande de hombres armados indica que temían a Jesús. Judas sabía mejor que nadie el poder de Jesús. Tal vez temieron que hubiera un grupo grande de discípulos para defender a Jesús. Recuérdese que en otras ocasiones habían pensado prender a Jesús y fallaron (Jua 7:45-47; Jua 8:59; Jua 10:39; véase también Luc 4:30).
Pero este «ejército» era totalmente innecesario e inútil. Si Jesús hubiera querido escapar, lo habría hecho (Luc 4:30), pero estaba listo a entregarse y, por eso, sobraba «la multitud». ¿Acostumbraban los judíos llevar una «multitud» cuando salían para encontrar y matar al cordero para la pascua? Jua 18:4-9, Jesús les preguntó, «¿A quién buscáis?» No había ninguna necesidad de que Judas lo identificara con beso, porque Jesús «se adelantó» para identificarse solo. Dijeron, «A Jesús el Nazareno». El les dijo: Yo soy. Entonces «retrocedieron y cayeron a tierra». Esto indica que se asombraron por la majestad, dignidad y valentía de Jesús y que le tenían mucho temor. Es posible que al oír las palabras «Yo soy», reconocieron que Jesús se identificaba como Dios (Jua 8:24; Jua 8:58).
— y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; — Judas conocía el lugar, porque Jesús se había reunido allí a menudo con sus discípulos. Además, Jesús sabía que Judas sabía esto. Jesús no se escondía; al contrario, estuvo en un lugar donde fácilmente podrían encontrarle. ¿Por qué explica que Judas era «uno de los doce»? Porque «Judas» era nombre muy común, y era necesario especificarlo. Esta explicación enfatiza lo inexcusable del acto: éste que era uno de los doce pero ya no está con ellos, sino que se ha aliado con los enemigos de Jesús y sirve de guía de ellos para prender a Jesús.
— y se acercó hasta Jesús para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? – Con un beso Judas entregó al Mesías. Jesús le llamó la atención a Judas y a todos que no le besó como discípulo sino como un traidor (Pro 27:6). Se usaba el beso para saludar. Indicaba amistad y afecto. Judas no simplemente le besó, sino que «le besó efusivamente» (LBLA, margen; esta palabra se usa en Luc 7:38; Luc 15:20; Hch 20:37). A Judas se le olvidó que Jesús sabía los pensamientos del hombre, Jua 2:24-25. El quebró todas las leyes del amor, de la fidelidad y lealtad y profanó el símbolo de amistad.
Judas nunca se imaginaba que en esos momentos él estaba originando un proverbio universal: cualquier acto de traición se llama “el beso de Judas”.
Según Mateo (26:50), “Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Jesús le hizo pensar en lo que hacía y reconocer que Jesús entendía perfectamente lo que hacía. La pregunta significa: «¡Quita la máscara!» Es probable que estas palabras tuvieran mucho que ver con la desesperación de Judas.
Nuestro Señor Jesucristo fue prendido para que nosotros gozáramos de plena libertad (compárese 2Co 8:9).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL BESO DEL TRAIDOR

Lucas 22:47-53

Todavía estaba Jesús hablando cuando se presentó una pandilla dirigida por el que se llamaba Judas, uno de los Doce, que se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo:
Judas, ¿vas a traicionar al Hijo del Hombre con un beso?
Cuando los camaradas de Jesús vieron lo que iba a suceder, dijeron:

-Maestro, ¿quieres que tiremos de espada?

Y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le cortó la oreja derecha.
-¡Basta! ¡Dejadlos! -dijo Jesús; y tocó la oreja del herido, y le sanó. Y luego se dirigió a los principales sacerdotes, a los oficiales de la policía del templo y a los ancianos que habían venido contra Él-: ¿Por qué habéis salido a detenerme con espadas y con palos como si fuera un bandolero? ¡He estado todos estos días con vosotros en el templo, y no me habéis echado mano! Pero esta es vuestra ocasión, bajo la protección de las tinieblas.

Judas había encontrado la manera de traicionar a Jesús de forma que las autoridades se le pudieran echar encima cuando no hubiera gente. Sabía que Jesús acostumbraba a ir por las noches al jardín de la colina, y allí guió a los emisarios del Sanedrín. El capitán del templo, el sagán, era responsable del buen orden en el lugar sagrado; los oficiales que se mencionan aquí eran sus subalternos, que estaban a cargo del arresto de Jesús. Cuando un discípulo se encontraba con su querido rabino, le ponía la mano derecha en el hombro izquierdo y la izquierda en el derecho, y le daba un beso. Fue el beso del discípulo al maestro el que Judas usó como señal de su traición.

Hay cuatro personajes implicados en la escena del arresto, y son significativas las acciones y reacciones de cada uno:
(i) Tenemos a Judas, el traidor. Era un hombre que había dejado a Dios para hacerse aliado de Satanás. Sólo cuando se ha echado a Dios de la vida y recibido a Satanás se puede llegar tan bajo como para vender a Cristo.

(ii) Tenemos a los judíos que habían venido a arrestar a Jesús. Estaban ciegos para Dios. Cuando Dios encarnado vino a la Tierra, en lo único que podían pensar era en cómo le podían empujar a la cruz. Llevaban tanto tiempo siguiendo su propio camino y cerrando los oídos y los ojos a la voz y a la luz de Dios que, al final, ya no le pudieron reconocer cuando vino. Es terrible ser sordo y ciego para Dios.

(iii) Tenemos a los discípulos. Eran hombres que de momento habían olvidado a Dios. Se les había hundido el mundo, y estaban convencidos de que aquello era el fin. En lo último que pensaban entonces era en Dios; en lo único que pensaban era en la terrible situación en que se encontraban. Al que se olvida de Dios y le excluye de la situación le pueden pasar dos cosas: o se aterra y desarticula totalmente, o pierde el poder para enfrentarse con la vida y resolver la situación. En tiempo de prueba, la vida es invivible sin Dios.

(iv) Tenemos a Jesús. Era el único en toda la escena que se acordaba de Dios. Lo maravilloso de Jesús en aquellos últimos momentos era su absoluta serenidad una vez que pasó Getsemaní. Aun en su arresto, parecía ser el Que estaba en el control de la situación; hasta en su juicio, Él era el juez. El que vive con Dios puede resolver cualquier situación y mirar impertérrito a los ojos a cualquier enemigo. Sólo cuando un hombre se ha sometido a Dios puede estar por encima de las circunstancias.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

REFERENCIAS CRUZADAS

i 1352 Mat 26:47; Mar 14:43; Jua 18:2

j 1353 2Sa 20:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Judas…iba delante…para besarle. Véanse coments. en Mt 26:42, 49.

Fuente: La Biblia de las Américas

Advirtamos, en primer lugar, que hechos los más atroces suelen cometerse bajo el disfraz de amor hacia Cristo. Cuando el traidor Judas guió á los adversarios de nuestro Señor para que lo aprehendiesen, lo traicionó con «un beso.» Fingió afecto y veneración en el instante mismo en que iba á entregar á su Maestro en manos de sus enemigos más encarnizados.
Desgraciadamente, Judas ha tenido muchos imitadores. Las páginas de la historia registran crímenes horribles cometidos bajo el manto de la religión. Muy á menudo se ha invocado el nombre de Dios para justificar persecuciones, actos de traición y delitos de todo género. Jezabel, estando para dar muerte á Naboth, ordenó que se proclamase un ayuno, y que testigos falsos lo acusasen de haber blasfemado contra Dios y contra el rey. El Conde de Montfort, hallándose á la cabeza de una cruzada contra los albigenses, mandó que estos fuesen asesinados y saqueados en nombre y obsequio de la iglesia de Cristo. La inquisición española, que martirizaba á los herejes y los despojaba de sus bienes, justificaba esos hechos de barbarie con protestas de celo por la verdad divina.
Tal conducta es odiosa á los ojos del Eterno. Obrar en perjuicio de la causa de la religión bajo cualesquiera circunstancias es un gran pecado, más hacerlo en tanto que fingimos buenas intenciones, es uno de los crímenes más negros.
Estos versículos nos dejan comprender, además, que pelear por Jesucristo por unos momentos es mucho mas hacedero que someterse á pasar trabajos y á ser aprisionado por amor suyo. Cuéntasenos que cuando los enemigos de nuestro Señor se acercaron á él, uno de los discípulos «hirió al criado del sumo sacerdote, y le quitó la oreja derecha.» Y sin embargo, el celo de ese discípulo fue solo pasajero. Bien pronto le faltó el valor: el temor á los hombres se apoderó de él, y cuando nuestro Señor fue aprendido y conducido á la ciudad, ninguno de sus adeptos lo acompañaba. El discípulo que poco había desenvainado la espada con tanto entusiasmo, abandonó á su Maestro y huyó.
La lección que tenemos á la vista es sumamente instructiva. Sufrir resignadamente por amor de Cristo es mucho más difícil que trabajar activamente en su causa. Los cruzados serán siempre más numerosos que los mártires. El que trabaja en la causa de Cristo puede ser impulsado por incentivos ilícitos; mas el que sufre rara vez es animado por otro móvil que la gracia de Dios. Cuando Pedro desnudó la espada é hirió al soldado, no hizo tanto por la causa de su divino Maestro como cuando, habiendo sido llevado cautivo ante el concilio, dijo con calma: «No podemos dejar de hablar lo que hemos visto y oído.» Actos 4: 20.
Finalmente, estos versículos nos hacen comprender que el tiempo durante el cual se permite que triunfe el mal ha sido fijado y limitado por Dios. Nuestro Señor dijo á sus enemigos: «Esta es vuestra hora y la potestad de las tinieblas..
La soberanía que Dios ejerce sobre todo lo que se hace en la tierra es absoluta y perfecta. Los malos tienen las manos atadas hasta tanto que les permite obrar: nada pueden hacer sin su permiso. Mas esto no es todo: no pueden mover las manos, ni por un instante, después que Dios les mande permanecer quietos. Los judíos no pudieron matar á nuestro Señor sino cuando hubo llegado la hora; y tampoco pudieron impedir su vivificación cuando fue declarado Hijo de Dios, con poder, por la resurrección de los muertos. Rom. 1-4.
Y según nos lo refiere la historia, así ha sucedido con los creyentes en todos los siglos. Han sido cruelmente oprimidos y perseguidos; pero Dios no ha permitido que el poder de sus enemigos prevaleciese por siempre. El triunfo de estos jamás ha sido completo: han tenido su hora; pero nada más. Después de la persecución de Esteban tuvo lugar la conversión de S.
Pablo; después del martirio de Juan Huss, se verificó la reforma en Alemania; después de la persecución dirigida por María se estableció el protestantismo en Inglaterra. A la noche más larga sucede siempre el día; al invierno más riguroso sigue la primavera; y después de las más prolongadas borrascas, el cielo se despeja y ostenta su bello azul.
Consolémonos, pues, con las palabras de nuestro Señor en lo que dicen relación á nuestro porvenir y al de la iglesia. La hora de prueba, por penosa que sea, tendrá su término. Aun en medio de las mayores angustias podemos decir: «La noche ya pasa, y el día va llegando.» Rom 13:12.

Fuente: Los Evangelios Explicados