Comentario de Lucas 22:54 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Le prendieron, le llevaron y le hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.

22:54 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote (Mat 26:57, “Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos ”). — ¿A qué hora? ¿Por qué había tantos líderes reunidos a esa hora (más o menos a media noche)? Parece que desvelaron esperando este momento. La casa del sumo sacerdote debería ser el santuario de protección para los oprimidos, pero en esta ocasión era el trono de malicia e iniquidad. El Sanedrín quebrantó sus propias reglas: (1) juzgar crímenes capitales solamente de día (no en la noche); (2) no tener tal juicio durante alguna fiesta; (3) no terminar el juicio en una sola sesión (no terminarlo el mismo día a menos que el acusado fuera juzgado como inocente); (4) para comenzar el juicio se presentaba toda la evidencia para establecer la inocencia del acusado. Probablemente se reunieron al saber que Judas y los oficiales fueron para prender a Jesús. Dice el v. 66, «Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio», es decir, se reunió formalmente todo el concilio.

Dice Jua 18:13-14, «le llevaron primeramente a Anás» (el sumo sacerdote según la ley de Moisés, pero quitado de su puesto por los romanos y su yerno Caifás servía en su lugar). Véase Jua 11:49-50, éste había dicho que «nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca».

— Y Pedro le seguía de lejos. 55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. — Mat 26:58, “se sentó con los alguaciles, para ver el fin”. Jua 18:15-18 da un relato más amplio de la actividad de Pedro. Cuando Pedro llegó a la casa, ya habían cerrado la puerta, pero Juan «siendo conocido del sumo sacerdote» y habló con la portera para que Pedro también entrara. “Le seguía de lejos”. Sin duda esto tuvo mucho que ver con su negación. Por lo menos le siguió. Esto indica su amor por Jesús como también su preocupación por El, pero siguió de lejos indicando su temor y confusión. Hoy en día muchos miembros de la iglesia siguen a Jesús «de lejos». No quieren abandonar al Señor, pero aman el mundo y no quieren nada de crítica, burla ni otra forma de persecución. Por eso le siguen pero desde muy lejos y se calientan al fuego del enemigo. Por esta causa tropiezan y caen en muchos lazos del diablo. Podemos medir nuestra piedad y fidelidad por nuestro deseo de estar cerca de Cristo o por seguirle de lejos.

Pedro se sentó con los alguaciles «para ver el fin». El apóstol tan potente llega a ser un mero espectador. Estaba sentado con los enemigos de Jesús. Jesús había dicho: «Velad y orad para que no entréis en tentación». En esos momentos muy críticos le convenía a Pedro velar y orar, y lo mismo se puede decir todos los días de nosotros, porque el mismo Pedro dijo después, «el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1Pe 5:8); él sabía esto mediante la experiencia personal.

¿Qué fin esperaba ver? Si hubiera recordado las palabras de Jesús en Mat 16:21, etc. no habría estado nada confuso o perplejo ni sin el conocimiento de lo que sería el fin de todo aquello. Jesús había dicho repetidas veces lo que sería el fin, porque había explicado su muerte y resurrección, como también el establecimiento de su reino o iglesia, y la conversión tanto de gentiles como de judíos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Y prendiéndole, le llevaron. Mat 26:57, Mat 26:58; Mar 14:53, Mar 14:54; Jua 18:12-17, Jua 18:24.

Y Pedro le seguía de lejos. Luc 22:33, Luc 22:34; 2Cr 32:31.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Esta es la primera aparición de Jesús frente a Anás (Jua 18:13).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

PRENDIÉNDOLE, LE LLEVARON. Véase Mat 26:57, nota, pana el orden de los sucesos desde el arresto de Cristo hasta su crucifixión.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

casa del sumo sacerdote. La casa de Caifás. Vea la nota sobre Mat 26:57. Pedro le seguía de lejos. Los cuatro Evangelios relatan este hecho. Juan indica que otro discípulo, quizás él mismo, también lo siguió (Jua 18:15).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

22:54 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote (Mat 26:57, “Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos ”). – ¿A qué hora? ¿Por qué había tantos líderes reunidos a esa hora (más o menos a media noche)? Parece que desvelaron esperando este momento. La casa del sumo sacerdote debería ser el santuario de protección para los oprimidos, pero en esta ocasión era el trono de malicia e iniquidad. El Sanedrín quebrantó sus propias reglas: (1) juzgar crímenes capitales solamente de día (no en la noche); (2) no tener tal juicio durante alguna fiesta; (3) no terminar el juicio en una sola sesión (no terminarlo el mismo día a menos que el acusado fuera juzgado como inocente); (4) para comenzar el juicio se presentaba toda la evidencia para establecer la inocencia del acusado. Probablemente se reunieron al saber que Judas y los oficiales fueron para prender a Jesús. Dice el v. 66, «Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio», es decir, se reunió formalmente todo el concilio.
Dice Jua 18:13-14, «le llevaron primeramente a Anás» (el sumo sacerdote según la ley de Moisés, pero quitado de su puesto por los romanos y su yerno Caifás servía en su lugar). Véase Jua 11:49-50, éste había dicho que «nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca».
— Y Pedro le seguía de lejos. 55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. – Mat 26:58, “se sentó con los alguaciles, para ver el fin”. Jua 18:15-18 da un relato más amplio de la actividad de Pedro. Cuando Pedro llegó a la casa, ya habían cerrado la puerta, pero Juan «siendo conocido del sumo sacerdote» y habló con la portera para que Pedro también entrara. “Le seguía de lejos”. Sin duda esto tuvo mucho que ver con su negación. Por lo menos le siguió. Esto indica su amor por Jesús como también su preocupación por El, pero siguió de lejos indicando su temor y confusión. Hoy en día muchos miembros de la iglesia siguen a Jesús «de lejos». No quieren abandonar al Señor, pero aman el mundo y no quieren nada de crítica, burla ni otra forma de persecución. Por eso le siguen pero desde muy lejos y se calientan al fuego del enemigo. Por esta causa tropiezan y caen en muchos lazos del diablo. Podemos medir nuestra piedad y fidelidad por nuestro deseo de estar cerca de Cristo o por seguirle de lejos.
Pedro se sentó con los alguaciles «para ver el fin». El apóstol tan potente llega a ser un mero espectador. Estaba sentado con los enemigos de Jesús. Jesús había dicho: «Velad y orad para que no entréis en tentación». En esos momentos muy críticos le convenía a Pedro velar y orar, y lo mismo se puede decir todos los días de nosotros, porque el mismo Pedro dijo después, «el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1Pe 5:8); él sabía esto mediante la experiencia personal.
¿Qué fin esperaba ver? Si hubiera recordado las palabras de Jesús en Mat 16:21, etc. no habría estado nada confuso o perplejo ni sin el conocimiento de lo que sería el fin de todo aquello. Jesús había dicho repetidas veces lo que sería el fin, porque había explicado su muerte y resurrección, como también el establecimiento de su reino o iglesia, y la conversión tanto de gentiles como de judíos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

— el sumo sacerdote: Probablemente se trata de Caifás, aunque Lc, a diferencia de Mt y Mc, no lo dice expresamente. Con ello queda abierta la posibilidad de que pudiera tratarse de Anás (ver nota a Luc 3:2 y el pasaje de Jua 18:19-24).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El juicio judío (ver Mat. 26:57-75; Mar. 14:53-72; cf. Juan 18:12-27)

Jesús fue llevado primero a la residencia del sumo sacerdote que se usaba para asuntos oficiales. Había salas alrededor de un patio central como en otras casas ricas del mundo romano. El hecho de que Pedro viniera de Galilea, como demostraba su acento (Mat. 26:73) era tomado como evidencia de que estaba relacionado con Jesús. Con un temor justificable, Pedro cedió a la tentación. Sólo Lucas registra que Jesús le dirigió una profunda mirada y que Pedro, lleno de remordimiento, prorrumpió en llanto.

Entre tanto, Jesús tenía su propia carga que llevar. Se le consideraba un profeta y popularmente se suponía que los profetas tenían poderes especiales. Muy bien entonces, que lo de mostrara, quién le daba cachetadas, mientras él tenía los ojos vendados.

Al amanecer, el Sanedrín fue convocado rápidamente y Jesús fue llevado delante del mismo. El interrogatorio preliminar fue pasado por alto y Luc. va directamente a la pregunta decisiva: ¿Pretendía Jesús ser el Mesías? Al principio, él demoró en contestar porque sus oyentes no habrían creído lo que él mismo decía y porque ellos no habrían contestado si él les hubiera preguntado quién creían que era. Pero desde ese momento en adelante sí declaró que el Hijo del Hombre estaría sentado a la diestra de Dios. Esto hizo que le preguntaran si de hecho estaba pretendiendo ser el Hijo de Dios. “Así es como ustedes lo dicen”, respondió Jesús. Esto fue tomado como un asentimiento y fue considerado una blasfemia.

En Mar. se describe un largo juicio nocturno en la casa del sumo sacerdote. En este juicio tuvo lugar sustancialmente el mismo diálogo que es registrado por Lucas, y fue entonces que siguió una breve reunión del Sanedrín por la mañana. Lucas no dice nada sobre el juicio por la noche sino que se concreta a lo que pasó en la mañana. Hay dos cosas claras: hubo una sesión extraoficial de noche en la casa del sumo sacerdote (que Lucas omite), y una oficial del Sanedrín (que se menciona en Mar. rápidamente, al pasar) que se realizó en la mañana cuando se confirmaron las decisiones anteriores. No es seguro si el diálogo registrado realmente tuvo lugar sólo de noche o fue repetido brevemente a la mañana (como ambos evangelistas lo están narrando tiempo después de que sucedieron los hechos, ellos insertaron la conversación en el sitio que les convenía). Esto explica por qué la negación de Pedro y la burla de los siervos son registradas antes del juicio matutino en Luc. y después del juicio nocturno en Mar.

Notas. 60 Se hace mención de un canto lit. del gallo y no la diana romana de las 3:00 de la mañana (que era conocida como gallicinium, “canto del gallo”). 69, 70 Mar. incluye una pregunta a Jesús y su respuesta. Luc. tiene dos de cada una, separando así los títulos de Cristo, como Hijo del Hombre e Hijo de Dios. En Mar. Jesús dice que sus jueces verán al Hijo de Dios sentándose a la diestra de Dios y viniendo como juez, pero en Luc. habla de la entronización presente del Hijo del Hombre. Los dos relatos son, sin embargo, complementarios. El hecho de sentarse el Hijo del Hombre a la diestra de Dios como juez implica que él antes habría sido exaltado a esa posición, que es subrayada más por Lucas. Nótese cómo Jesús sustituye “Hijo del Hombre” por el título de “Cristo” (9:20-22). 71 La acusación hecha contra Jesús era que él pretendía ser el Mesías, o Hijo de Dios. Probablemente lo último era considerado como un título del Mesías o alguna otra cosa que Jesús hubiera dicho privadamente a sus discípulos sobre ser Hijo de Dios y que se había filtrado hasta allí (¿vía Judas?). Era una blasfemia declarar que uno se sentaría a la diestra de Dios (Mar. 16:64).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

t 1364 Isa 53:7; Hch 8:32

u 1365 Mat 26:57

v 1366 Mat 26:58; Mar 14:54; Jua 18:15

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

sumo sacerdote. Algunos le identifican como Anás, el suegro de Caifás, quien fue antes sumo sacerdote y ante quien llevaron primero a Jesús (Juan 18:13). Sin embargo, como Lucas no menciona a Anás, la implicación aquí es que sea Caifás (v. coment. en Mt 26:57).

Fuente: La Biblia de las Américas

Los versículos arriba trascritos describen la caída de Pedro. Pasaje es este que hiere profundamente el corazón del hombre; pero que al mismo tiempo es para el verdadero cristiano sumamente instructivo. La caída de Pedro ha servido de escarmiento á la iglesia, y tal vez ha evitado la perdición de millares de almas. Por otra parte, este pasaje suministra una prueba bastante convincente de que la Biblia ha sido inspirada, y de que el Cristianismo ha emanado de Dios. Si la religión cristiana hubiera sido una mera invención de hombres no inspirados, sus primeros historiadores no nos hubieran referido que uno de los apóstoles había negado tres veces á su Maestro.
La historia de la caída de Pedro nos enseña, en primer lugar, que el descenso que termina en el pecado es á veces muy gradual.
Los evangelistas han marcado con cuidado los varios pasos que Pedro dio hacia el abismo en el que se precipitó. El primero fue la confianza inconsiderada en sus propios méritos. ¡El había dicho que aunque todos los demás hombres negaran á Jesucristo, él nunca lo haría; y que estaba pronto á seguir á su Maestro hasta la prisión y la muerte misma! El segundo paso consistió en que dejó de hacer sus oraciones. Cuando su Maestro le dijo que orase no fuese que cayera en tentación, se dejó vencer del cansancio y se durmió. El tercer paso fue su vacilación. Cuando la cohorte vino á aprehender á Cristo, el peleó primero, luego huyó, después regresó y mas tarde siguió á su Maestro de lejos. El cuarto consistió en asociarse con mala compañía. Habiendo ido á la casa del sumo sacerdote se sentó con los criados junto al fuego, é hizo esfuerzos por ocultar á estos su religión, y vio y oyó cosas malas. El quinto y último paso fue el resultado natural de los otros cuatro. Cuando se le acusó de ser discípulo de Jesús se sobrecogió de terror, y se sumergió en el error mucho más que antes, negando á su Maestro tres veces.
Guardémonos de cualquiera cosa, por pequeña que sea, que pueda resultar en un desliz. No sabemos á donde vendremos á parar, si dejamos el camino real señalado por Dios.
El cristiano que, en disculpa de algún vicio ó mal hábito á que es adicto, dice que dicho vicio ó hábito es insignificante, se halla en peligro inminente, pues está sembrando en su pecho semillas que brotarán algún día y producirán acerbos frutos.
La historia de la caída de Pedro nos enseña, en segundo lugar, hasta qué punto puede llegar el desliz de un cristiano.
Para percibir esto con claridad es preciso hacer un examen detenido de las circunstancias en que Pedro cayó. Había gozado de grandes privilegios espirituales: había acabado de recibir la cena del Señor; había acabado de oír ese admirable discurso que se registra en los capítulos 14, 15 y 16 de S. Juan; había sido avisado del peligro que lo amenazaba; había protestado enérgicamente que estaba listo para cualquier cosa que le sucediese; y sin embargo de todo esto negó á su Maestro, y varias veces, aunque mediaron intervalos en que pudo reflexionar.
Aun los hombres más buenos y más piadosos son débiles y están expuestos á errar. Cuando leemos acerca de la caída de Noé, de Lot, y de Pedro, solo leemos lo que nos pudiera acontecer á nosotros mismos. No seamos presuntuosos. No nos formemos ideas demasiado elevadas de nuestra fuerza de carácter; antes bien que nuestra oración sea que «nos humillemos para andar con Dios..
La historia de la caída de Pedro nos enseña, en tercer lugar, que la misericordia de Jesucristo es infinita.
Un hecho que solo se registra en el Evangelio de S. Lucas nos lo enseña de una manera la más completa. Cuéntasenos que, cuando Pedro negó á Cristo por tercera vez, y el gallo cantó, «vuelto el Señor, miró á Pedro.» Esas palabras son muy conmovedoras. Rodeado de crueles enemigos que lo escarnecían, esperando como esperaba ser víctima de ultrajes sin cuento, de una sentencia injusta y de una muerte dolorosa, el misericordioso Jesús pensó en su pobre y extraviado discípulo. Esa mirada tuvo una significación profunda: fue un sermón que Pedro no pudo olvidar jamás.
El amor de Jesucristo hacia su pueblo es inagotable. No puede comparársele con el amor del hombre ó de la mujer.
Excede á cualquiera otro amor como el brillante resplandor del sol á la pálida luz de un cirio. Ningún mortal, por mucho que se haya sumergido en el pecado, debe perder las esperanzas, si está pronto á arrepentirse y á acudir á Cristo. Si Jesús tuvo un corazón tan misericordioso cuando se hallaba en el pretorio, no hay razón alguna para temer que no tenga el mismo corazón ahora que se halla á la diestra de Dios Padre.
La historia de la caída de Pedro nos enseña, en tercer lugar, cuánto pesar causa el pecado á los creyentes tan luego como descubren su error.
Cuando Pedro se acordó de las palabras de nuestro Señor y percibió cuan mal había obrado, «salió y lloró amargamente.» Por experiencia aprendió cuan ciertas son aquellas palabras de Jeremías: «Cuan malo y amargo es dejar á tu Jehová, tu Dios.» Jer 2:13. Y aquellas de Salomón: «De sus caminos será harto el apartado de razón.» Pro 14:14. Y á semejanza de Job pudo haber dicho: «Yo me condeno á mí mismo y me arrepiento en polvo y ceniza..
Un pesar de esta naturaleza acompaña siempre el verdadero arrepentimiento. En esto consiste la diferencia que existe entre el «arrepentimiento que salva» y el vano remordimiento. Este hace al hombre desgraciado como sucedió con Judas Iscariote; mas eso es todo: no lo encamina hacia Dios. El arrepentimiento ablanda el corazón, despierta la conciencia, mueve al hombre á allegarse al trono de su Padre celestial. Cuando el que no se ha convertido de todo corazón cae, no se vuelve á levantar; mas, cuando el creyente peca, siempre concluye por sentirse contrito y humillado y por hacer enmienda de vida.
Aleccionados por lo acontecido á Pedro, velemos y oremos para que no caigamos en tentación. Más, si por desgracia caemos, estemos seguros de que hay esperanza para nosotros como la había para él. No olvidemos, sin embargo, que en tal caso es necesario que nos arrepintamos como él se arrepintió, pues de otra manera no obtendremos la salvación.

Fuente: Los Evangelios Explicados