Cuando era como la hora sexta, descendió oscuridad sobre la tierra hasta la hora novena.
23:44 Cuando era como la hora sexta, (a medio día) hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (las tres de la tarde) . 45 Y el sol se oscureció, —Lucas usa la palabra EKLIPONTOS, de la cual viene la palabra eclipse, pero un eclipse solar no es posible cuando la luna estaba llena durante el tiempo de la Pascua; por eso, las tinieblas era sobrenaturales (JPL). Las tinieblas acompañan los juicios de Dios (Éxo 10:22; Isa 60:2; Joe 2:10; Amó 8:9). — y el velo del templo se rasgó por la mitad. — El velo del templo era la cortina que separaba el Lugar Santísimo del Lugar Santo. Solamente el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo, y éste solamente una vez al año, en el día de la expiación (Lev 16:15-17). Ahora ese “velo del templo se rasgó por la mitad”, dando a entender que el camino al cielo queda abierto para todos. Véase Heb 10:19-22.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
cuando era como la hora de sexta. Mat 27:45; Mar 15:33.
hubo tinieblas sobre toda la tierra. Éxo 10:21-23; Sal 105:28; Joe 2:31; Amó 5:18; Amó 8:9; Hab 3:8-11; Hch 2:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
hora sexta … hora novena: Se contaba como primera hora el amanecer, por lo que la hora corresponde de las 12 p.m. a las 3 p.m. Durante estas tres horas, señales de la creación revelaron que ese momento no era de luz, sino de oscuridad (Luc 22:53).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
la hora sexta … hasta la hora novena. Desde el mediodía hasta las 3:00 p. m. Lucas empleó el sistema judío para calcular el tiempo. Vea las notas sobre Mat 27:45; Mar 15:25. tinieblas. Esto no pudo haber sido producido por un eclipse, ya que los judíos usaban un calendario lunar, y la Pascua siempre coincidía con la luna llena, lo cual descarta por completo un eclipse solar. Fue un fenómeno sobrenatural.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
23:44 Cuando era como la hora sexta, (a medio día) hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (las tres de la tarde) . 45 Y el sol se oscureció, -Lucas usa la palabra EKLIPONTOS, de la cual viene la palabra eclipse, pero un eclipse solar no es posible cuando la luna estaba llena durante el tiempo de la Pascua; por eso, las tinieblas era sobrenaturales (JPL). Las tinieblas acompañan los juicios de Dios (Éxo 10:22; Isa 60:2; Joe 2:10; Amó 8:9).
— y el velo del templo se rasgó por la mitad. – El velo del templo era la cortina que separaba el Lugar Santísimo del Lugar Santo. Solamente el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo, y éste solamente una vez al año, en el día de la expiación (Lev 16:15-17). Ahora ese “velo del templo se rasgó por la mitad”, dando a entender que el camino al cielo queda abierto para todos. Véase Heb 10:19-22.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL FINAL DE UN LARGO DÍA
Lucas 23:44-49
Era entonces como el mediodía, y se produjo una oscuridad terrible que duró hasta las tres de la tarde en todo el país, porque el Sol se eclipsó. La cortina del templo que cerraba el Lugar Santísimo se rasgó por la mitad: Entonces Jesús clamó a gran voz:
-¡Padre, dejo mi espíritu en tus manos!
E inmediatamente murió. Cuando el centurión vio lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo:
No cabe duda de que este hombre era inocente.
En cuanto al gentío que estaba presenciando el espectáculo, cuando vieron lo que había sucedido, se marcharon de allí dándose golpes de pecho en señal de duelo. Todos los amigos de Jesús y las mujeres que habían venido con Él desde Galilea estaban mirándolo todo a una cierta distancia.
Todos los detalles de este pasaje están henchidos de profundo significado.
(i) Se produjo una gran oscuridad cuando murió Jesús. Era como si el Sol mismo no pudiera mirar lo que las manos humanas habían hecho. El mundo queda sumido en las tinieblas cuando los hombres intentan deshacerse de Jesús.
(ii) La cortina del templo se rasgó por en medio. Esta era la cortina que ocultaba el Lugar Santísimo, donde moraba la presencia de Dios, el lugar en el que nadie podía entrar más que el sumo sacerdote, una vez al año, el gran Día de la Expiación. Era como si el camino a la presencia de Dios que había estado cerrado se hubiera abierto totalmente para todos. Era como si el corazón de Dios, hasta entonces oculto, se hubiera descubierto. El nacimiento, la vida y la muerte de Jesús rasgaron el velo que había ocultado a Dios a la vista de los hombres. » El que me ha visto a Mí -dijo Jesús-, ha visto al Padre» Jn 14:9 ). En la Cruz, más claro que en ningún otro lugar, vemos el amor de Dios.
(iii) Jesús clamó a gran voz. Los tres evangelios sinópticos nos recuerdan ese grito final (véase Mt 27:50 ; Mr 15:37 ). Juan, por otra parte, no menciona el gran grito, pero nos dice que Jesús murió diciendo: » ¡Consumado es!» Jn 19:30 ). En griego y en arameo, consumado es, es una sola palabra, y esa fue la que Jesús dijo en voz muy alta al morir. Murió con un grito de triunfo en sus labios. No susurró » Se acabó», como teniendo que reconocer su derrota, sino que proclamó su triunfo como el vencedor que había derrotado definitivamente al enemigo en el último enfrentamiento, y que había completado una gloriosa misión. » ¡Terminado!», gritó Cristo, crucificado pero victorioso.
(iv) Jesús murió con una oración en sus labios: «¡Padre, dejo mi espíritu en tus manos!» Es una cita del Sal 31:5 . Ese versículo era la oración que pronunciaba un niño judío al acostarse por la noche. Jesús hizo aún más tierna la oración confiada añadiéndole la palabra Padre. Aun en la cruz, la muerte era para Jesús como el quedarse dormido en los brazos de su Padre.
(v) La muerte de Jesús impresionó vivamente al centurión y a la multitud. Su muerte tuvo el efecto que no había tenido su vida: quebrantó el duro corazón humano. Ya se estaba cumpliendo el dicho de Jesús: «Cuando me levanten de la tierra, atraeré hacia Mí a todos los hombres» Jn 12:32 ). El imán de la Cruz había empezado a producir efecto en el mismo momento de la muerte de Jesús.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— mediodía… tres de la tarde: Ver nota a Mat 27:45.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) La “hora nona” sería aproximadamente las 3 de la tarde. La “hora sexta” sería aproximadamente las 12 de la mañana, al contar desde la salida del sol.
REFERENCIAS CRUZADAS
v 1441 Amó 8:9; Mat 27:45; Mar 15:33
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
descendieron tinieblas. La oscuridad que duró tres horas, no pudo haber sido un eclipse solar, ya que continuó por mucho tiempo. Hubo otros acontecimientos sobrenaturales: la tierra tembló, las piedras se partieron, las resurrecciones (Mt 27:51– 52) y la propia resurrección del Señor, de los que no se da explicación alguna (Lc 24:6). Todo sugiere que fue algo sobrenatural, simbolizando las obras « oscuras» del mal (22:53) y el juicio de Dios (Jl 2:10; Sof 1:15).
Fuente: La Biblia de las Américas
44 super (1) Véase la nota 45 super (1) de Mt 27.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
la hora sexta. I.e., el mediodía.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Notamos primeramente cuáles fueron los signos milagrosos que anunciaron la muerte de nuestro Señor. Se nos dice que hubo tinieblas sobre toda la tierra por el espacio de tres horas; y que el sol se oscureció y el velo del templo se rompió por medio.
Propio y justo era que se llamase la atención de Jerusalén de una manera especial á tiempo que se estaba ofreciendo el gran sacrificio propiciatorio y el Hijo de Dios estaba agonizando. Muchos prodigios y señales acaecieron en presencia de todo Israel cuando se dio la ley en el Sinaí; y de la misma manera hubo prodigios y señales cuando se derramó en el Calvario la sangre expiatoria de Cristo. Una de estas señales, la oscuridad, fue para provecho del mundo incrédulo, puesto que haría meditar á los hombres. La otra, el acto de romperse el velo que pendía entre el santo y el santo de los santos, fue para provecho de los miembros de la iglesia y de los ministros del templo, puesto que era un milagro que debió de llenarlos de pavor religioso.
Señales como esas forman parte del plan que la divina Providencia ha establecido para gobernar la humanidad. Dios sabe que la torpeza y la incredulidad son defectos anexos á los hombres, y por lo tanto, cuando quiere hacer una nueva revelación, se digna despertarnos de la indiferencia, por medio de obras milagrosas. De este modo, de grado ó por fuerza, tenemos que oír su voz.
Notemos, en segundo lugar, cuan notables fueron las palabras que nuestro Señor pronunció al expirar. Refiéresenos que, clamando en alta voz, dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu..
Estas palabras entrañan un pensamiento profundísimo, un pensamiento que nosotros no alcanzamos á sondear. La muerte de nuestro Señor tuvo algo de misterioso que la diferenció de la del hombre. El tenía dos naturalezas: una divina y otra humana. Su naturaleza divina no podía morir. El mismo había dicho: «Yo pongo mi vida para volverla á tomar. Nadie la quita de mí, mas yo la pongo de mí mismo; porque tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla á tomar.» Joh 10:17 y 18. Cristo no murió, como nosotros morimos, porque estuviera obligado á ello y no pudiera evitarlo, sino de su propia y libre voluntad.
Esto no obstante, en cierto sentido las palabras de nuestro Señor son aplicables á todos los verdaderos cristianos; pues indican de que manera deben estos someterse á la muerte. Á semejanza de nuestro Maestro, debemos aguardarla sin temor, considerándola como un enemigo vencido á quien la muerte de Cristo ha dejado inerme; como un adversario que después que ha atacado el cuerpo se encuentra impotente. Así lo hizo Esteban. «Señor Jesús,» dijo él, «recibe mi espíritu.» Así lo hizo Pablo cuando se hallaba en la ancianidad y próximo al fin de su existencia. «Yo sé,» dijo, «á quien he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día» Actos 7:59; 2Ti 1:12. Felices, á la verdad, aquellos cuya vida termina así. Notemos, por ultimo, cómo en la conducta del centurión y de la demás gente que vio morir á Jesús se dejó ver la fuerza irresistible de la conciencia. Se nos dice que el centurión dio gloria á Dios, y dijo: «Verdaderamente este hombre era justo.» Asimismo se nos dice que la muchedumbre que había presenciado la solemne escena volvía dándose golpes de pecho.
No sabemos con exactitud cuál fuera la naturaleza de las emociones que ellos experimentaron, ni del fruto que esas emociones produjeron más tarde. Más sí sabemos, por lo menos, esto: que el oficial romano se sintió íntimamente convencido de que había presidido á la perpetración de una injusticia y dirigido la crucifixión de un inocente. Por lo que hace á los espectadores, su dolor profundo era hijo de la persuasión de que habían apoyado y aprobado un hecho atroz.
Tanto los judíos como los gentiles se alejaron del Calvario llenos de remordimiento, sintiendo el corazón oprimido y turbada la mente.
¡Grande, á la verdad, es el poder de la conciencia! ¡Irresistible es el influjo que puede ejercer en el corazón del hombre! Llena de temor á los monarcas en sus tronos; y puede hacer temblar y estremecer á las muchedumbres ante un puñado de defensores de la verdad. Sujeta á errar como siempre está, é incapaz como es de convertir al hombre, es la más importante función del espíritu humano. No debemos, pues, sorprendernos que S. Pablo dijera: «Por manifestación de la verdad encomendándonos nosotros mismos á la conciencia de todo hombre.» 2Co 4:2.
Quienquiera que desee gozar de tranquilidad interior ha de guardarse de obrar en pugna abierta con su conciencia, y ante todo, ha de orar diariamente para que el Espíritu Santo derrame sobra ella su luz y que la sangre de Cristo la purifique.
Las siguientes palabras de S. Juan son muy expresivas: «Si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios.» 1Jo 3:21. Bien habrá quien puede decir: «Y por esto yo procuro tener siempre conciencia sin ofensa acerca de Dios y acerca de los hombres.» Actos 24: 16.
Fuente: Los Evangelios Explicados
hora sexta… Esto es, las doce del día; hora novena… Esto es, las tres de la tarde → §170 (Número 9).
Fuente: Biblia Textual IV Edición
I.e., las doce del día
O, hubo
I.e., las tres de la tarde
Fuente: La Biblia de las Américas
Esto es, las doce del día.
23.44 Lit. se hicieron.
23.44 Esto es, las tres de la tarde.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Biblia Peshitta 2006 Notas:
[35] 23.44 Literalmente, hora sexta.
[36] 23.44 Literalmente, hora novena.
Fuente: Peshitta en Español