He aquí, había un hombre llamado José, el cual era miembro del concilio, y un hombre bueno y justo.
23:50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. 51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, 52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. — Jua 19:1-42, “38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús”. Mar 15:43, “miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”. Siendo “discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos”. Siendo miembro del concilio que “no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos”, ¿estuvo presente en el concilio? ¿Habló a favor de Jesús? O por ese miedo de los judíos ¿rehusó levantar la voz en protesta? Preguntamos por lo que dice Mat 27:1, “Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte”. El texto paralelo (Mar 15:1) dice “con todo el concilio”). Pero ignoramos la respuesta a estas preguntas. Si creemos en algún hermano cuando otros lo están persiguiendo ¡levantemos la voz! No esperemos hasta que sus oponentes lo hayan matado y luego darle una tumba.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
un varón llamado José. Mat 27:57, Mat 27:58; Mar 15:42-45; Jua 19:38.
varón bueno y justo. Luc 2:25; Hch 10:2, Hch 10:22; Hch 11:24.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
José … miembro del concilio: No todos los líderes religiosos judíos se oponían a Jesús.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
José. Vea las notas sobre Mat 27:57; Mar 15:43; Jua 19:38. Los cuatro evangelistas lo mencionan. Marcos y Lucas lo identifican como un miembro del sanedrín, y solo Lucas anota que no estuvo de acuerdo con el veredicto del concilio contra Jesús (v. Luc 23:51).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
23:50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. 51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, 52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. – Jua 19:1-42, “38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús”. Mar 15:43, “miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”. Siendo “discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos”. Siendo miembro del concilio que “no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos”, ¿estuvo presente en el concilio?
¿Habló a favor de Jesús? O por ese miedo de los judíos ¿rehusó levantar la voz en protesta? Preguntamos por lo que dice Mat 27:1, “Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte”. El texto paralelo (Mar 15:1) dice “con todo el concilio”). Pero ignoramos la respuesta a estas preguntas. Si creemos en algún hermano cuando otros lo están persiguiendo ¡levantemos la voz! No esperemos hasta que sus oponentes lo hayan matado y luego darle una tumba.
Pero aquí aparece un detalle muy interesante: los que habían seguido a Cristo abiertamente ahora estaban desparramados y escondidos, pero este hombre que había sido discípulo secretamente ahora “vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”, manifestando de la manera más pública su deseo de honrar a Jesús.
Los romanos dejaban los cuerpos de los crucificados hasta que se pudrieran y que los perros y las aves de rapiña se los comieran, pero los judíos creían en sepultar los cuerpos aun de los que habían colgado en el madero.
Mat 27:59, “Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia. Jua 19:1-42, “39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, Jua 3:1-2. vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”.
El que José y Nicodemo se encargaran del cuerpo de Jesús era muy significativo. Los apóstoles no estaban encargados del cuerpo, sino judíos de alto rango. Seguramente éstos no hubieran sepultado a un hombre vivo (desmayado). Pilato estaba sorprendido que Jesús muerto, Mar 15:44; preguntó al centurión; éste confirmó que estaba muerto. ¿Por qué tanto énfasis sobre la muerte de Jesús? Si Jesús no estuvo muerto, no resucitó y si no resucitó estamos en los pecados todavía, 1Co 15:17, “si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados”. Pero si no murió, desde luego, no resucitó.
La tumba de Jesús. ¿Por qué estudiar acerca de la tumba? Para confirmar la resurrección de Jesús (1 Corinthians 15:1-4; 12-19). Cada detalle programado por Dios, muy importante para borrar toda duda. Rom 4:24-25, resucitado para justificación. (1) Sepulcro nuevo. Jua 19:41, “sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno”- el único sepultado allí. No era sepulcro familiar en el cual alguno se pudiera confundir con otro. No había duda alguna en cuanto a quién estaba sepultado en ese sepulcro. (2) Que había labrado en la peña. Mat 27:60. No era cueva (Gén 50:13), en la cual varios podrían sepultarse. En algunas cuevas hay túneles (hubiera sido posible remover el cuerpo secretamente). No podía haber tal duda en cuanto a esta tumba nueva labrada en la peña. El mismo Jesús que murió en la cruz, este mismo Jesús fue sepultado en el sepulcro de José de Arimatea, y este mismo Jesús resucitó del sepulcro el tercer día. (4) Hizo rodar una piedra a la entrada, Mar 15:46. Una gigantesca rueda de piedra cubrió la entrada de la tumba. Mar 16:3, “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” (5) Asegurar con guardia. Mat 27:62-65, Jesús había dicho, “Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro. Ahí tenéis (imperativo) una guardia (romana); id, aseguradlo como sabéis” para que los discípulos no robaran el cuerpo. Mat 27:64, “no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos”. Tal medida no tenía sentido, pero confirmó la resurrección. (6) Sellando la piedra, Mat 27:65. ¿Los apóstoles que huyeron (Mar 14:50) se atreverían a resistir a los soldados romanos, quebrar tal sello oficial y remover la rueda de piedra? (¿o hacerlo sin despertar a los soldados? Creer esto más difícil que creer verdad. Emplearon todo medio posible para evitar que Jesús saliera o se quitara de la tumba. Esto dio tranquilidad a los judíos, pero al mismo tiempo confirmó la resurrección. Estos son detalles muy importantes que confirman que en realidad Jesús resucitó de los muertos. Estuvo muerto… sepultado en tumba nueva cavada en una peña… piedra rodada a la entrada… sellada oficialmente… sepulcro vigilado por soldados romanos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL QUE LE PRESTÓ SU TUMBA A JESÚS
Lucas 23:50-56
Fijaos: había un hombre que se llamaba José, natural de Arimatea, ciudad de Judasa, bueno y celoso cumplidor de la Ley, que esperaba la venida del Reino de Dios; y era miembro del Sanedrín, pero no había estado de acuerdo con la sentencia ni con lo que habían hecho en el caso de Jesús. Este José se dirigió a Pilato para pedirle que le permitiera enterrar a Jesús. Luego fue a bajar el cuerpo de la cruz, lo envolvió en un lienzo y lo colocó en una tumba cavada en la roca, en la que no se había enterrado a nadie antes. Era viernes por la tarde, y estaba a punto de empezar el sábado.
Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús también fueron detrás de José, y vieron cómo colocaba el cuerpo en la tumba. Cuando volvieron, prepararon aromas y ungüentos para embalsamarlo cuando pasara el sábado, y descansaron ese día como estaba mandado en la Ley.
La costumbre era que los cuerpos de los criminales no se enterraban, sino que se dejaban para los perros y los buitres; pero José de Arimatea salvó el cuerpo de Jesús de esa suerte indigna. No quedaba mucho tiempo, porque Jesús fue crucificado el viernes, y el sábado, el día de reposo, empezaba a la puesta del Sol. Por eso las mujeres no tuvieron tiempo más que para ver dónde enterraba José el cuerpo de Jesús, e irse a casa a preparar los perfumes y ungüentos para embalsamarlo cuando pasara el descanso del sábado, porque habría sido ilegal hacerlo antes.
José de Arimatea es una figura de gran interés.
(i) Cuenta la leyenda que el año 61 d C. Felipe le envió a Gran Bretaña, y llegó a Glastonbury. Llevaba el cáliz que se había usado en la última Cena, que contenía parte de la sangre de Cristo. Ese era el «Santo Grial» que los legendarios caballeros del rey Arturo querían encontrar. Cuando José llegó a Glastonbury, se dice que pinchó su bordón en la tierra para descansar apoyado en él, y reverdeció formando un árbol que florece en Navidad.
El espino de san José sigue floreciendo en Glastonbury, y todavía se siguen mandando esquejes a todo el mundo. Allí en Glastonbury se construyó la primera iglesia de Inglaterra, que la leyenda conecta con san José de Arimatea y que sigue siendo un lugar de peregrinación.
(ii) José de Arimatea es, en cierto sentido, una figura trágica. Es el hombre que le prestó su tumba a Jesús. Era miembro del Sanedrín; se nos dice que no estuvo de acuerdo con la sentencia y la acción de aquel tribunal, pero no se nos dice que lo expresara así. Tal vez guardó silencio, o tal vez se ausentó cuando comprendió que era inútil evitar aquel curso de acción con el que no estaba de acuerdo. ¡Cómo habría ayudado a Jesús si, en aquella asamblea tenebrosa llena de crudo odio, alguien hubiera tomado la palabra para hablar en su favor! Pero es de suponer que José esperó hasta que Jesús estuvo muerto, y entonces le dio su tumba.
Es una de las tragedias de la vida que ofrecemos a los muertos las flores que habríamos podido darles en vida, y guardamos para el funeral o después las alabanzas o el agradecimiento que podríamos haberle expresado antes de morir. A menudo, muy a menudo, lamentamos no haber hablado a tiempo. Una palabra a los vivos vale más que una catarata de elogios a los muertos.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— Consejo Supremo: Aunque aquí no utiliza Lc el término técnico Sanedrín, sin duda se refiere a esta institución. Ver segunda nota a Mat 5:22.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Sepultura de Jesús (ver Mat. 27:57-60; Mar. 15:42-47; Juan 19:38-42)
Los cuerpos de los malhechores crucificados generalmente se dejaban colgando y luego eran echados en una fosa común, pero en un descubrimiento arqueológico de 1957 se encontraron los restos de una persona que había sido crucificada y luego sepultada en una tumba privada. José envolvió el cuerpo, según la costumbre judía, en un lienzo y lo colocó en una tumba nueva. Las tumbas judías eran cuevas grandes, como para que entrara una persona y atendiera los cuerpos, naturales o hechas por manos humanas en la ladera de un monte; se cerraban con una piedra que se deslizaba a la entrada. Sin embargo, José no embalsamó el cuerpo y las mujeres de Galilea decidieron reparar esa omisión lo antes posible, después del sábado que observaron de manera normal.
Notas. 51 Arimatea estaba a unos 32 km. al noroeste de Jerusalén en el límite entre Judea y Samaria. 51 Dado que todos los judíos esperaban el reino de Dios, aquí la frase debe significar que José mantenía alguna forma especial de expectativa enseñada por Jesús y que vivía de acuerdo con ella. 52 La muerte por crucifixión normalmente era len ta y prolongada; Lucas no menciona la sorpresa de Pilato por la rápida muerte de Jesús. 54 El día de la Preparación para el sábado semanal se extendía desde la puesta del sol del jueves hasta la del viernes. Estaba por comenzar (lit. “estaba amaneciendo”) generalmente se refiere a la salida del sol, pero aquí parece referirse a la puesta del sol o al momento en que se encendían las lámparas.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) O: “un consejero; un senador”. Gr.: bou·leu·tés.
REFERENCIAS CRUZADAS
d 1449 Mat 27:57; Mar 15:43; Jua 19:38
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
José. Véase coment. en Mt 27:57.
Fuente: La Biblia de las Américas
50 super (1) Véase la nota 38 super (1) de Jn 19.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
del concilio. I.e., del sanedrín.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
En estos versículos se nos da á entender que Jesús tenia algunos discípulos poco conocidos del público. Se nos refiere que habían cierto hombre que se llamaba José, que no habían estado de acuerdo con los que condenaron á nuestro Señor, y que esperaba también el reino de Dios. Ese hombre se presentó sin temor ante Pilato, después de la crucifixión, para pedirle el cuerpo de Jesús; y obtenida que fue su petición, quitó el cuerpo de la cruz y lo puso en un sepulcro.
Con excepción de lo contenido en el pasaje de que tratamos nada sabemos de José. En ninguna parte de los Actos ó de las Epístolas se hace mención de él; ni figuró tampoco durante los tres años que nuestro Señor proclamó públicamente su doctrina. No se puede explicar por qué razón no se habían afiliado con los otros discípulos; mas sí puede decirse en alabanza suya que en la hora extrema dio á conocer abiertamente que era uno de los prosélitos de Jesús. Cuando los mismos apóstoles abandonaron á su Maestro, José expresó sin temor su afecto y veneración hacia El. Otros lo habían reconocido en tanto que estaba vivo y hacia milagros. Solo José lo reconoció después de muerto.
La historia de José de Arimatea es bien instructiva y consoladora por cuanto demuestra que Jesucristo tiene discípulos acerca de los cuales la iglesia poco ó nada sabe, discípulos que tal vez no hacen tantas protestas como otros, pero á quienes nadie excede en amor y afecto; y por cuanto manifiesta, ante todo, que en el curso de los acontecimientos, pueden aparecer creyentes de donde menos se esperan, y que la causa de Cristo puede tener sostenedores que por el presente nos sean desconocidos. Es á ellos que David llama «los escondidos,» y Salomón compara al «lirio entre las espinas..
Estos versículos nos enseñan también que la muerte de Cristo fue real y verdadera. Este es un hecho sobre el cual la narración no deja duda ninguna. Es imposible que los que quitaron el cuerpo de la cruz y lo pusieron en una sábana, se hubieran engañado. Por sus propias manos y sus propios ojos debieron haberse cerciorado que no era á un vivo sino á un difunto á quien habían colocado en el sepulcro de José.
Este hecho es mucho más importante de lo que por lo general suponen los lectores superficiales. Si Jesucristo no hubiera muerto realmente, el Evangelio nos ofrecería poco consuelo. Solo su muerte podía pagar la deuda del hombre para con Dios. Su encarnación, sus sermones, sus parábolas, sus milagros, su completa obediencia á la ley no habrían servido de nada si no hubiera muerto. El castigo con que se amenazó al primer Adán fue la muerte eterna. Si el segundo Adán, esto es Cristo, no hubiese muerto en nuestro lugar además de habernos enseñado la verdad, el castigo original habría recaído con todo su rigor sobre Adán y todos sus descendientes.
Demos para siempre gracias á Dios de que la muerte de Cristo es un hecho indisputable. El centurión que estuvo cerca de la cruz, los creyentes que desclavaron el cuerpo y lo colocaron en el sepulcro, las mujeres que estuvieron presentes, los sacerdotes que sellaron el sepulcro, los soldados que lo guardaron, todos, todos fueron testigos de que Jesús estaba verdaderamente muerto. El gran sacrificio fue verdaderamente ofrecido; el cordero fue verdaderamente inmolado; nuestro sustituto sufrió la pena consiguiente al pecado. Los pecadores que creen en Jesús no tienen, pues, motivos para temer, mas sí para esperar. De por sí son culpables, pero Cristo ha muerto por los pecadores.
Estos versículos nos dan á conocer, por último, de qué manera acataban los discípulos de Jesús el cuarto mandamiento.
Cuéntasenos que las mujeres que habían preparado aromas y bálsamos «reposaron el sábado, conforme al mandamiento..
Esta pequeña circunstancia es un argumento fuerte, aunque indirecto, contra los que dicen que Cristo abolió el cuarto mandamiento. Ni en este pasaje, ni en ningún otro se encuentra expresión alguna en la cual pueda apoyarse semejante aserción. Nuestro Señor atacó con frecuencia las tradiciones humanas que respecto de la observancia del sábado estaban en boga entre los judíos; y procuró eliminar de ese santo día toda opinión supersticiosa ó contraria á la Biblia, y hacer ver que con las obras de necesidad y de misericordia no se quebranta el cuarto mandamiento. Mas nunca enseñó que no se debía guardar el sábado, y según el pasaje que tenemos á la vista, sus discípulos eran tan escrupulosos como cualquiera en cuanto á santificar ese día; lo cual prueba que él no les había enseñado que el cuarto mandamiento no fuese obligatorio para con los cristianos.
No, el sábado no fue creado solo para los hebreos: se designó desde el principio para bien de toda la humanidad, y los cristianos deben guardarlo de la misma manera que los judíos. La observancia de este día tiene benéficos resultados en el cuerpo y en el alma, en la nación que lo acata y la iglesia que lo venera. No hay sino unos pocos pasos de la negación de la santidad del domingo á la negación de Dios. El hombre que quiera convertir el domingo en día de negocios y diversiones es enemigo declarado del bienestar de sus semejantes. El hombre que suponga que los creyentes son tan espirituales que no necesitan distinguir un día de la semana de los demás días, conoce bien poco el corazón humano, ó las necesidades que acarrea el hecho de vivir en un mundo malo y corruptor.
Fuente: Los Evangelios Explicados
del Sanedrín… Esto es, miembro del Sanedrín.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., Y he aquí
Fuente: La Biblia de las Américas
Esto es, miembro del Sanedrín.