Comentario de Lucas 4:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
El enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.
y enseñaba en las sinagogas. Luc 4:16; Luc 13:10; Mat 4:23; Mat 9:35; Mat 13:54; Mar 1:39.
y era glorificado por todos. Isa 55:5; Mat 9:8; Mar 1:27, Mar 1:45.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
sinagogas. Vea la nota sobre Mar 1:21.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
— sinagogas: Lit. sinagogas de ellos: Esta singular expresión es propia sobre todo de Mt y sólo en este pasaje aparece en Lc. Ver, al respecto, nota a Mat 4:23.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Luc 4:44.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
q 259 Isa 52:13
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
15 super (1) Véase la nota 21 super (2) de Mr 1. Así también en el v.31.
15 super (2) Véanse las notas 21 super (1) de Mr 1 y 2 super (1) de Santiago 2.
15 super (3) Es decir, alabado, ensalzado.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estos versículos refieren sucesos que solo se encuentran en el Evangelio de S. Lucas. Refieren la primera visita que hizo nuestro Señor á la ciudad de Nazaret, donde se había criado, después de empezar su misión pública. Unidos á los dos versículos que siguen nos presentan un triste ejemplo de que «el ánimo carnal enemistad contra Dios.» Rom 8:7.
Debemos observar en estos versículos, el honor tan marcado que tributó nuestro Señor á los medios de gracia. Se nos dice que un sábado entró en la sinagoga de Nazaret, y «se levantó á leer» las Escrituras. En la época en que nuestro Señor estuvo en la tierra, los Escribas y los Fariseos eran los principales maestros de los judíos. No es de suponerse que una sinagoga judaica participa participase mucho de la presencia y bendición del Espíritu bajo tales enseñanzas. Empero aun en tales circunstancias vemos que nuestro Señor entra en una sinagoga á fin de leer y predicar en ella. Era el lugar en el cual veneraban públicamente la palabra de Dios y su santo día, y en tal virtud seguramente creyó que era bueno honrarlo con su presencia.
Esta conducta encierra una lección práctica para nosotros. Jesús quiso darnos á entender que no debemos sin razón dejar do asistir á cualquiera reunión religiosa en la cual se reverencie su nombre, el día, y el libro de Dios. Quizá se noten faltas en dicha reunión. Quizá no se predique la doctrina con bastante amplitud, claridad y distinción. O tal vez se advierte falta de unción y devoción en la manera de celebrar los oficios. Más cuando no se enseñen manifiestos errores, y siendo cierto que no hay opción entre concurrir á una iglesia y no concurrir á ninguna, es bueno que el fiel cristiano piense bien antes de retirarse de la congregación. Si en ella hubiere dos ó tres que concurren en el nombre de Jesús, pueden den contar con la bendición especial que ha sido prometida. El que se queda en casa no puede contar con ella.
Debemos observar, además, ¡cuan clara fue la manifestación que hizo nuestro Señor á la congregación de Nazaret respecto de su misión! Se nos refiere que escogió el pasaje del libro de Isaías, en que dicho profeta predijo la naturaleza de la obra que el Mesías había de ejecutar cuando viniese al mundo. Leyó como fue predicho que El «predicaría el Evangelio á los pobres»–cómo iba á ser enviado para «sanar á los quebrantados de corazón,» para «publicar á los cautivos redención,» y á los ciegos vista, y «libertad a los oprimidos,» y cómo había de «anunciar que había llegado para todo el mundo el año de jubileo.» Y cuando nuestro Señor hubo leído esta profecía, dijo á la multitud que lo rodeaba, que él mismo era el Mesías de quien se escribieron estas palabras, y que en él y en Su Evangelio estaba para cumplirse el maravilloso contenido del pasaje.
Fácil es comprender que la elección que hizo nuestro Señor de este pasaje de Isaías no fue casual. Deseaba imprimir en el ánimo Judíos que lo oían el verdadero carácter del Mesías, a quien el sabia que todo Israel estaba esperando entonces. Sabia que ellos esperaban era un rey temporal, que los libertase de la dominación romana, y los elevase otra vez al primer las naciones; y quería hacerles comprender que tales esperanzas eran prematuras á la vez que erradas.
El reinado de la primera venida había de ser un reinado espiritual. Sus victorias no serian sobre enemigos políticos, sino sobre el pecado. Su redención no tendría por objeto el librarlos del poder dé Roma, sino del poder del demonio y del mundo. De esta manera, ellos debieron esperar ver cumplidas las palabras de Isaías.
Tengamos cuidado de saber bajo que punto de vista es que particularmente debemos contemplar á Cristo. Es bueno y justo reverenciarlo como verdadero Dios. Es bueno reconocerlo como el Ser supremo que todo lo dirige; como Profeta Poderoso; Juez universal, Rey de reyes. Más es preciso no hacer alto aquí, si queremos ser salvos. Es preciso reconocer á Jesús como Protector de los pobres de espíritu, como Médico de los de corazón contrito, como Libertador de las almas que están en cautiverio. Estas son las principales y altas funciones que vino á desempeñar en la tierra.
Bajo este punto de vista es menester conocerlo, y conocerlo por el sentido íntimo, así como también por lo que oigamos acerca de él. Sin tal conocimiento moriremos en nuestros pecados, Finalmente, debemos observar qué ejemplo tan instructivo tenemos en estos versículos de la manera como se oyen muchas veces las lecciones religiosas. Se nos refiere que cuando nuestro Señor hubo acabado Su sermón en Nazaret, Sus oyentes «Le dieron testimonio y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca» No podían hallar falta alguna en la explicación de la escritura que habían oído. No podían negar la belleza del magnífico discurso que habían escuchado. «Jamás ningún hombre habló este hombre.» Más sus corazones permanecieron sin afectarse ni conmoverse. Aun más, estaban llenos de envidia y enemistad contra el Predicador. En resumen, el sermón parece no haber producido en ellos otro efecto que una emoción de corta duración.
Es inútil tratar de ocultar que hay millares de personas en las iglesias cristianas que se asemejan en esto á los oyentes de nuestro Señor. Millares hay que oyen con regularidad la predicación del Evangelio, y la admiran cuando la oyen. No controvierten lo que oyen; y hasta experimentan una especie de placer intelectual al oír un sermón bueno y eficaz; pero su religión no pasa de allí. El oír sermones no les es obstáculo para continuar en una vida de ligereza, codicia y pecado.
Examinémonos á menudo sobre este punto importante. Veamos que efecto positivo produce en nuestros corazones y en nuestro modo de vivir la predicación que decimos nos agrada. ¿Nos conduce al verdadero arrepentimiento para con Dios, y á la fe viva para con nuestro Señor Jesucristo? ¿Nos estimula cada semana á hacer esfuerzos por cesar en el pecado, y resistir al diablo? Estos son los frutos que deben producir los sermones, si realmente nos aprovechan. Sin tal fruto, la mera admiración no es absolutamente de ningún valor. No es signo de gracia. No salva ninguna, alma.
Fuente: Los Evangelios Explicados
alabado… Lit. glorificado.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
B449 El participio δοξαζόμενος se usa para describir una circunstancia concomitante del verbo principal: Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.
BD277(3) Αὐτός tiene poco énfasis; aparece con ἐδίδασκεν, con lo cual se elimina φήμη como el sujeto que continúa.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. glorificado, alabado.