Entonces extendió la mano y le tocó diciendo: —Quiero. ¡Sé limpio! Al instante la lepra desapareció de él.
5:13 Entonces, extendiendo él la mano, le toco, — La gente no tocaba a los leprosos para no quedar inmundos hasta la tarde (Lev 13:46), pero la gente no podía ayudarles. Cristo no quedó inmundo por tocar al leproso, porque en lugar de ser afectado por la lepra El la limpió. En cuanto al toque de Jesús, Luc 7:14, cuando murió el hijo de la viuda de Naín, “acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate”; Luc 22:51, cuando Pedro “le cortó la oreja derecha” a Malco, el siervo del sumo sacerdote, Jesús, “tocando su oreja, le sanó”; Mat 9:29, en el caso de los dos ciegos, “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos” (Mat 20:29-34 registra la sanidad de otros dos ciegos); Mat 17:5, cuando Jesús fue transfigurado delante de Pedro, Juan y Jacobo, “he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. 6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. 7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis”. Luc 22:51; Mat 9:29; Mat 17:7; Mat 20:34. A veces los enfermos tocaban a Jesús (Luc 8:44-47); Mar 3:10, “Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él; Mar 6:56, “Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos”. Sin embargo, el poder no estaba en el toque de Jesús, mucho menos en su ropa, sino en El Mismo; es decir, la gente sanaba porque Jesús quería sanarles. El poder estaba en la voluntad de Cristo (el “Yo quiero”).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Quiero, sé limpio. Gén 1:3, Gén 1:9; Sal 33:9; 2Re 5:10, 2Re 5:14; Eze 36:25-27, Eze 36:29; Ose 14:4; Mat 9:29, Mat 9:30.
Y al instante la lepra se fue de él. Luc 4:39; Luc 8:54, Luc 8:55; Jua 4:50-53.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La enfermedad respondió al instante al toque del Creador (Luc 4:39). Jesús honró la humilde petición de sanidad del leproso porque este reconoció el poder y autoridad de Jesús.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
al instante. Una de las características de las sanidades de Jesús fue la restauración inmediata y total de la persona. Cp. Luc 17:14; Mat 8:13; Mar 5:29; Jua 5:9.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:13 Entonces, extendiendo él la mano, le toco, — La gente no tocaba a los leprosos para no quedar inmundos hasta la tarde (Lev 13:46), pero la gente no podía ayudarles. Cristo no quedó inmundo por tocar al leproso, porque en lugar de ser afectado por la lepra El la limpió. En cuanto al toque de Jesús, Luc 7:14, cuando murió el hijo de la viuda de Naín, “acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate”; Luc 22:51, cuando Pedro “le cortó la oreja derecha” a Malco, el siervo del sumo sacerdote, Jesús, “tocando su oreja, le sanó”; Mat 9:29, en el caso de los dos ciegos, “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos” (Mat 20:29-34 registra la sanidad de otros dos ciegos); Mat 17:5, cuando Jesús fue transfigurado delante de Pedro, Juan y Jacobo, “he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. 6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. 7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis”. Luc 22:51; Mat 9:29; Mat 17:7; Mat 20:34.
A veces los enfermos tocaban a Jesús (Luc 8:44-47); Mar 3:10, “Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él; Mar 6:56, “Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos”. Sin embargo, el poder no estaba en el toque de Jesús, mucho menos en su ropa, sino en El Mismo; es decir, la gente sanaba porque Jesús quería sanarles. El poder estaba en la voluntad de Cristo (el “Yo quiero”).
Mar 1:41, “Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio”. Es otra muestra de la gran misericordia de Cristo. La misericordia no es simplemente un «sentimiento»; la misericordia actúa, obra, ayuda. Como dice Barclay, «Para un judío la frase más extraordinaria de todo el Nuevo Testamento probablemente sea: ‘Jesús extendió su mano y tocó’ al leproso». Recuérdese que Luc 5:12 dice que este hombre estaba «lleno de lepra». Era bien obvio a todos que este hombre sí era leproso.
Entonces, ¿por qué no respetó Jesús la prohibición de la ley de Moisés en cuanto al contacto con leprosos? (Véase Lev 5:3; Lev 13:45-46). Porque en lugar de ser contaminado Jesús por la inmundicia del leproso, el leproso quedó limpiado por el poder de Jesús. Nadie fue contaminado por el acercamiento del leproso a Jesús.
— diciendo: quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él. — THELO: Quiero. Algunos hermanos enseñan que Cristo nunca usó sus propios atributos divinos. Dicen que El era como Pedro y los demás apóstoles que solamente tenían poder delegado, o sea, el poder que recibieron del Padre o del Espíritu Santo. Según esta doctrina, en cuanto al poder para sanar, etc., Cristo hubiera estado en el mismo nivel que los apóstoles. Sin embargo, aquí Jesús dice THELO, “Yo quiero”. Los apóstoles aclaraban que cuando hacían milagros lo hacían en el nombre de Jesucristo (por ej., Hch 3:6, “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”). Pero Jesús dijo, “Yo quiero”; es decir, por su propia voluntad — su propio poder — El limpió a este leproso. La Deidad (y, por consiguiente, su gloria) se ve en sus milagros (Jua 1:14; Jua 2:11). Jesús tenía el poder para hacerlo y era su voluntad hacerlo. Aquí se unen el poder y el querer (GH).
Cuando este hombre se acercaba a Jesús estaba lleno de lepra. En ese momento en que él dijo, “si quieres, puedes limpiarme” estaba lleno de lepra. En otro momento no había lepra alguna. Estaba tan limpio como los que nunca habían sufrido este mal.
La expresión al instante se usa de la sanidad efectuada por Cristo. Luc 4:39, “E inclinándose hacia ella (la suegra de Pedro), reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía”. Luc 5:25, el paralítico “ al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios”.
Al instante su lepra desapareció. ¿Qué señal más maravillosa! Sería imposible para nosotros imaginar la transformación física en ese pobre (y luego muy bendecido) hombre. Todo el daño hecho por la lepra fue corregido instantáneamente. Léase otra vez la descripción de Barclay del daño hecho por la lepra. Pero otro daño horrible se corrigió. Ahora podía restablecerse con su familia, con sus semejantes y sobre todo como participante en el culto a Dios. ¿Qué contraste tan grande entre los milagros verdaderos de Jesús y los supuestos «milagros» hechos por los hombres! No podía haber ninguna duda en cuanto a su limpieza porque estaba «lleno de lepra». No dice Mateo que la lepra estaba mejorada, sino que «su lepra desapareció”.
Fuente: Notas Reeves-Partain
REFERENCIAS CRUZADAS
m 313 Mat 8:3; Mar 1:42