Biblia

Comentario de Lucas 6:35 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 6:35 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Más bien, amad a vuestros enemigos y haced bien y dad prestado sin esperar ningún provecho. Entonces vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los perversos.

6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo porque él es benigno para con los ingratos y malos. — Como los ingratos, como los nueve leprosos (Luc 17:17).

Es obvio que la expresión «para que seáis» expresa condición o requisito; es decir, para ser hijos de Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver 44: bendecir al enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no podemos ser hijos de Dios. En estos versos vemos, pues, otro aspecto importante del «Plan de Salvación». Si omitimos esta enseñanza, este requisito, no predicamos todo el consejo de Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la atención que merece.

¿Somos hijos de Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser hijos de Dios, y que ocupamos una relación más o menos segura con Dios (con tal que asistamos fielmente a los servicios, y evitemos los vicios), pero la palabra «hijos» se usa para «aquellos que manifiestan ciertas cualidades de carácter», y el carácter se indica por la palabra que acompaña la palabra «hijos». Por ejemplo, Mar 3:17, «hijos del trueno» (hombres como trueno, tempestuosos); Luc 10:6 «hijos de paz» (hombres pacíficos, receptivos); Hch 4:36, «hijo de consolación» o de exhortación, con talento para animar); etc. «Hijos de Dios» significa, pues, personas que tienen el carácter de Dios, que son imitadores de Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a los buenos. ¿Queremos ser hijos de Dios? Que hagamos lo mismo.

Dios es nuestro perfecto Modelo. Efe 5:1, “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. ¿Qué hace Dios? ¿Cómo actúa hacia sus enemigos? Hace que el sol salga sobre todos; envía la lluvia a todos. Véanse Sal 145:15-16; Hch 14:17; Hch 17:25; Hch 17:28. ¿Se niega Dios a proveer para aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser «hijos de Dios» (imitadores de Dios), debemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran bondad Dios derrite los corazones fríos de hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento (Rom 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!

Cantamos “Cerca, oh Dios, de Ti”. Nos acercamos a Dios cuando le imitamos. Nos elevamos a un nivel más alto de vida, un nivel arriba del mundo. De esto Jesús habla cuando nos llama “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mat 5:13-16). Pero si no somos diferentes, si amamos solamente a los que nos aman y saludamos solamente a los que nos saludan, ¿cómo somos diferentes?

Si imitamos a Dios, participamos de la naturaleza divina (2Pe 1:4). De esa manera, El nos está transformando a la imagen de Cristo (Rom 8:29; 2Co 3:18).

Jesús condena el espíritu de exclusivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos. Este espíritu se denuncia en las cartas de Pablo (1Co 3:1-3; Gál 5:20, etc.). El que solamente saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo denuncia este espíritu y nos enseña a buscar y saludar a los que necesitan nuestra compasión y ayuda, en lugar de buscar a los que nos agradan y complacen.

El ejemplo de Jesús. Otra vez la enseñanza de Jesús se ve claramente en el ejemplo que El nos ha dejado. Véanse Luc 5:27-32; Luc 7:36-50; Luc 14:12-14; Luc 15:1-2; Jua 4:1-42.

¿Qué hacéis de más? Dios ha hecho más por nosotros que por otros, porque nos ha salvado, y nos ha bendecido con toda bendición en Cristo (Efe 1:3). Nos da todas las cosas (Rom 8:32). Por lo tanto, El espera más de nosotros. ¿Por qué esperamos la recompensa de Dios si tenemos la actitud de gente mundana al saludar solamente a los nuestros? (Recuérdese que el «saludar» de aquel entonces no era simplemente decir, «Buenos días» y tal vez estrechar manos, sino que se abrazaban, se besaban en cada mejilla, preguntaban por la familia, etc. Era expresión de amistad y cariño. Por ejemplo, Luc 10:4, «y a nadie saludéis por el camino», porque su misión era urgente y el saludar a la gente requería mucho tiempo. Para nosotros la palabra «saludar» debe indicar una expresión cordial, según las costumbres de la gente, de amistad y de buena voluntad).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Amad, pués, a vuestros enemigos. Luc 6:27-31; Lev 25:35-37; Sal 37:26; Sal 112:5; Pro 19:17; Pro 22:9; Rom 5:8-10; 2Co 8:9.

y seréis hijos del Altísimo. Mat 5:44, Mat 5:45; Jua 13:35; Jua 15:8; 1Jn 3:10-14; 1Jn 4:7-11.

porque él es benigno. Sal 145:9; Hch 14:17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La práctica de amar a los enemigos de uno está ejemplificada en Dios mismo, quien es benigno para con los ingratos y malos. Jesús también señala que será el galardón grande por las pérdidas sufridas al practicar esta clase de amor. La recompensa divina será multiplicada cien veces, esto es, del diez mil por ciento (Mat 19:28, Mat 19:29).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

hijos del Altísimo. Esto es, los hijos de Dios deberían portar la estampa indeleble de su carácter moral. Puesto que Él es amoroso, generoso y lleno de gracia aun para con aquellos que se convierten en sus enemigos, nosotros deberíamos ser como Él. Vea la nota sobre Mat 5:44-45; cp. Efe 5:1-2.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo porque él es benigno para con los ingratos y malos. – Como los ingratos, como los nueve leprosos (Luc 17:17).
Es obvio que la expresión «para que seáis» expresa condición o requisito; es decir, para ser hijos de Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver 44: bendecir al enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no podemos ser hijos de Dios. En estos versos vemos, pues, otro aspecto importante del «Plan de Salvación». Si omitimos esta enseñanza, este requisito, no predicamos todo el consejo de Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la atención que merece.
¿Somos hijos de Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser hijos de Dios, y que ocupamos una relación más o menos segura con Dios (con tal que asistamos fielmente a los servicios, y evitemos los vicios), pero la palabra «hijos» se usa para «aquellos que manifiestan ciertas cualidades de carácter», y el carácter se indica por la palabra que acompaña la palabra «hijos». Por ejemplo, Mar 3:17, «hijos del trueno» (hombres como trueno, tempestuosos); Luc 10:6 «hijos de paz» (hombres pacíficos, receptivos); Hch 4:36, «hijo de consolación» o de exhortación, con talento para animar); etc. «Hijos de Dios» significa, pues, personas que tienen el carácter de Dios, que son imitadores de Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a los buenos. ¿Queremos ser hijos de Dios? Que hagamos lo mismo.
Dios es nuestro perfecto Modelo. Efe 5:1, “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. ¿Qué hace Dios? ¿Cómo actúa hacia sus enemigos? Hace que el sol salga sobre todos; envía la lluvia a todos. Véanse Sal 145:15-16; Hch 14:17; Hch 17:25; Hch 17:28. ¿Se niega Dios a proveer para aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser «hijos de Dios» (imitadores de Dios), debemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran bondad Dios derrite los corazones fríos de hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento (Rom 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!
Cantamos “Cerca, oh Dios, de Ti”. Nos acercamos a Dios cuando le imitamos. Nos elevamos a un nivel más alto de vida, un nivel arriba del mundo. De esto Jesús habla cuando nos llama “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mat 5:13-16). Pero si no somos diferentes, si amamos solamente a los que nos aman y saludamos solamente a los que nos saludan, ¿cómo somos diferentes?
Si imitamos a Dios, participamos de la naturaleza divina (2Pe 1:4). De esa manera, El nos está transformando a la imagen de Cristo (Rom 8:29; 2Co 3:18).
Jesús condena el espíritu de exclusivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos. Este espíritu se denuncia en las cartas de Pablo (1Co 3:1-3; Gál 5:20, etc.). El que solamente saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo denuncia este espíritu y nos enseña a buscar y saludar a los que necesitan nuestra compasión y ayuda, en lugar de buscar a los que nos agradan y complacen.
El ejemplo de Jesús. Otra vez la enseñanza de Jesús se ve claramente en el ejemplo que El nos ha dejado. Véanse Luc 5:27-32; Luc 7:36-50; Luc 14:12-14; Luc 15:1-2; Jua 4:1-42.
¿Qué hacéis de más? Dios ha hecho más por nosotros que por otros, porque nos ha salvado, y nos ha bendecido con toda bendición en Cristo (Efe 1:3). Nos da todas las cosas (Rom 8:32). Por lo tanto, El espera más de nosotros. ¿Por qué esperamos la recompensa de Dios si tenemos la actitud de gente mundana al saludar solamente a los nuestros? (Recuérdese que el «saludar» de aquel entonces no era simplemente decir, «Buenos días» y tal vez estrechar manos, sino que se abrazaban, se besaban en cada mejilla, preguntaban por la familia, etc. Era expresión de amistad y cariño. Por ejemplo, Luc 10:4, «y a nadie saludéis por el camino», porque su misión era urgente y el saludar a la gente requería mucho tiempo. Para nosotros la palabra «saludar» debe indicar una expresión cordial, según las costumbres de la gente, de amistad y de buena voluntad).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Luc 6:27; (ver Lev 25:35-36).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

c 404 Éxo 22:25; Lev 25:37; Deu 23:20; Sal 37:26

d 405 Deu 14:29; Mat 5:45; 1Jn 3:1

e 406 Hch 14:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

hijos del Altísimo. Este título de honor se le confiere a Jesús en 1:32. Aquí se usa con relación a los que aman a los malos e injustos, como lo hace Jesús (cp. Sal 82:6; Mt 5:45).

Fuente: La Biblia de las Américas

35 super (1) O, no considerando nada como pérdida.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

TGr35 y sigs. En vista del sentido de este pasaje, el texto en que aparece con el término μηδένα parece ser el más exacto. Así que el significado del participio ἀπελπίζοντες es: no esperando de ningún hombre.

MT65 Ἀπελπίζω generalmente toma el complemento en el caso acusativo, como parece que ocurre en este caso, si μηδένα es correcto (es muy probable que haya una elisión en este versículo: μηδὲν ἀπελπίζοντες, la cual hace que concuerden en sentido los diversos manuscritos -H62).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, sin desesperarse

Fuente: La Biblia de las Américas