Comentario de Lucas 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció después, que él andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios. Los doce iban con él,
8:1 Aconteció después, que Jesús iba (una por una, FL) por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, — Nuestro Señor Jesucristo vino al mundo para salvarnos y para efectuar esta gran salvación vino para morir en la cruz para expiar los pecados del mundo, pero en cuanto a sus actividades diarias durante su ministerio aquí en la tierra es importante enfatizar que el trabajo principal de Jesús era precisamente lo que se describe en este texto: predicar las buenas nuevas del reino de Dios. Esta es la segunda gira por Galilea. Luc 4:43-44 describe la primera gira. “La oración describe al Salvador cómo recorría el país con objeto de ponerse en contacto lo más completamente posible con la gente, y se aseguraba especialmente de que ninguna ciudad o aldea fuese descuidada. Era como si él no quisiera dejar que ningún alma se quedara sin ser visitada por la luz de la salvación” (GRB). Como Jesús recorría toda ciudad y toda aldea de Judea, después les dio a los apóstoles la orden de predicar el evangelio a todas las naciones, Mat 28:19; Mar 16:15; Luc 24:47.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
que él iba por todas las ciudades. Luc 4:43, Luc 4:44; Mat 4:23; Mat 9:35; Mat 11:1; Mar 1:39; Hch 10:38.
anunciando el evangelio del reino de Dios. Luc 2:10, Luc 2:11; Luc 4:18; Isa 61:1-3; Mat 13:19; Hch 13:32; Rom 10:15.
y los doce con él. Luc 6:14-16; Mat 10:2-4; Mar 3:16-19.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Algunas mujeres ministran al Señor con sus bienes, Luc 8:1-3.
luego de predicar de lugar en lugar, Jesús explica a sus discípulos la parábola del sembrador, Luc 8:4-15,
y de la lámpara, Luc 8:16-18;
declara quienes son su madre y sus hermanos, Luc 8:19-21;
reprende a los vientos, Luc 8:22-25;
echa a una legión de demonios del hombre que vivia entre los sepulcros, Luc 8:26-36;
es rechazado por los gadarenos, Luc 8:37-42;
sana a la mujer con flujo de sangre, Luc 8:43-48;
y resucita a la hija de Jairo, Luc 8:49-56.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Que se presente a María, que se llamaba Magdalena, aunque sea por primera vez, hace poco probable que se refiera a la mujer pecadora de Luc 7:36-50. María Magdalena tampoco es la misma de María de Betania de Jua 12:3.
Juana, mujer de Chuza, intendente de Herodes: Las noticias sobre Jesús llegaron hasta el palacio de Herodes.
le servían de sus bienes: Este es un ejemplo de cómo las mujeres de mejores recursos usaban su riqueza para beneficio de la obra de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capitulo 8.
Las proveedoras de Cristo, 8:1-3.
1 Yendo por ciudades y aldeas, predicaba y evangelizaba el reino de Dios. Lc acompañaban los Doce 2 y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades. María llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3 Juana, mujer de Jusa, administrador de Herodes, y Susana, y otras varias que le servían de sus bienes.
Este pasaje es propio de Lc. En él se da una pincelada general sobre la obra misionera de Cristo. Son como un “entrefilete” con el que Lc intenta producir en el lector un fuerte impacto con una alusión estratégicamente situada.
Es importante el dato que aquí se refiere: que el Colegio apostólico vivía, en ocasiones, de los “bienes” que les ofrecían diversas piadosas mujeres, al tiempo que los “acompañaban” en sus correrías apostólicas, sin duda para prestarles las atenciones materiales mientras ellos se ocupaban del apostolado. Según San Jerónimo, era ésta una costumbre antigua, y nada mal vista, el que prestasen a sus preceptores comida y vestido1. Esta costumbre está igualmente atestiguada por San Pablo (1Co 9:5) 2. Fieles aparecerán también en el Calvario (Luc 23:49; par.).
Eran motivos de gratitud lo que las movía a ello: habían sido curadas por él de diversas “enfermedades” y de “espíritus malignos,” es decir, cierto tipo de endemoniados, según la concepción de entonces. De esas varias, da el nombre de tres: “María llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios.” Magdalena probablemente deriva, no de la raíz hebrea gadal, grande, con lo que se indicaría la grandeza moral de esta mujer al servicio de Cristo, como pretendía Orígenes 3, sino que toma el nombre de su pueblo de origen: Magdala, hoy el-Medjdel (la torre), en Galilea, en la orilla occidental del Lago y cerca de Tiberíades. El que de ella hayan salido siete demonios no indica vida pecadora, sino sólo, conforme a las apreciaciones populares de entonces, o una posesión diabólica, o una o varias enfermedades. El número siete, número de plenitud, puede indicar sólo una variedad o gravedad en las mismas.
Otra de las mujeres citadas es Juana, mujer de Jusa, administrador (επίτροπος ) de Herodes Antipas (Luc 24:10). Pero con este título de epítropos también se da en Josefo el equivalente a un alto privado o ministro 4.
De la tercera sólo se da el nombre, Susana (lirio). Pero les servían también con sus bienes y servicios “otras varias.” No quiere decirse que siempre y todos formasen un grupo regular; las circunstancias condicionarían el grupo.
Puede verse en esta escena el trato delicado de Lc con las mujeres, despreciadas en la antigüedad. Hasta “ministran” en algún sentido al Evangelio (1Co 9:5). En los Hechos de los Apóstoles las presentará también en estos secundarios “ministerios.”
La parábola del sembrador,1Co 8:4-8 (Mat 13:1-19; Mar 4:1-9). Cf. comentario a Mat 13:1-19.
4 Reunida una gran muchedumbre de los que venían a El de cada ciudad, dijo en parábola: 5 Salió un sembrador a sembrar su simiente, y, al sembrar, una parte cayó junto al camino, y fue pisada, y las aves del cielo la comieron. 6 Otra cayó sobre la peña, y, nacida, se secó por falta de humedad. 7 Y otra cayó en medio de espinas, y, brotando juntamente las espinas, la ahogaron. 8 Otra cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo. Dicho esto, clamó: El que tenga oídos para oír, que oiga.
Hay un momento especial en la vida de Cristo, a juzgar por el reflejo y agrupación literaria que se ve en los evangelios, en que Cristo utiliza de una manera más frecuente o sistemática el uso de parábolas.
Dada la afinidad fundamental de esta parábola del “sembrador” de Lc con los relatos de Mt-Mc, junto con una serie de problemas comunes en la exposición de los tres, se remite al Comentario a Mat 13:1-23.
Razón de las parábolas y explicación de la anterior,Mat 8:9-15 (Mat 13:10-23; Mar 4:10-20). Cf. comentario a Mat 13:10-23.
9 Preguntábanle sus discípulos qué significase aquella parábola, 10 y El contestó: A vosotros ha sido dado conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera que viendo no vean y oyendo no entiendan. 11 He aquí la parábola: La semilla es la palabra de Dios. 12 Los que están a lo largo del camino son los que oyen, pero en seguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra para que no crean y se salven. 13 Los que están sobre peña son los que, cuando oyen, reciben con alegría la palabra, pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, pero al tiempo de la tentación sucumben. 14 Lo que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurez. 15 Lo caído en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazón generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia.
Como se indicó en el apartado anterior, y por las razones allí expuestas, se remite para este tema al Comentario a Mat 13:10-23 4.
v.12. El pasaje puede estar inspirado en el Libro de los Jubileos, en el que el diablo (Mastema) envía cuervos y pájaros para que devoren la semilla caída en tierra.
v.13. El tiempo de la “tentación” (πειρασμού ) debe de apuntar, con proyección eclesiológica, en las persecuciones del Evangelio.
Parábola dirigida a los discípulos,Mat 8:16-18 (Mat 13:12; Mar 4:21-25).
16 Nadie, después de haber encendido una lámpara, la cubre con una vasija ni la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre el candelabro, para que los que entren vean. 17 Pues nada hay oculto que no haya de descubrirse ni secreto que no haya de conocerse y salir a la luz. 18 Mirad, pues, cómo escucháis, porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que parece tener se le quitará.
Lc agrupa aquí tres sentencias, de las cuales las dos últimas las traen Mt-Mc en otros contextos. El sentido de las tres es claro y viene a ser el mismo. Aunque Lc la pone un poco impersonal, tanto Lc como Mc y la sentencia de Mt se hallan literariamente vinculadas a los “discípulos” (Lc v.9).
El misterio del Reino ha de ser conocido. Si pasa una fase de comienzo y como oculta, luego brillará. Como la lámpara se enciende para lucir, y no para taparla, así el Reino lucirá: es su finalidad mostrarse para que se incorporen a él.
Ni nada que hay oculto dejará de conocerse. Si la frase es proverbial, tiene su aplicación especial a los discípulos: lo que está en un tiempo preparatorio reservado y oculto a ellos, en el período de su formación, deberá luego ser comunicado a otros por ellos: el misterio del Reino 5.
Pero esto les exige atención e interés en prepararse y preguntar al Señor cuanto sea preciso. Es necesario que le sepan “escuchar,” pues al que escuche para formarse y luego divulgar el Reino, a ése se le dará más: a sus preguntas y a su saber “escuchar” obtendrá nueva luz y conocimiento. En cambio, “al que no tiene, aun lo que le parece tener se le quitará.” Es una forma hiperbólica de expresarse: quitar lo que no se tiene. Pero aquí se expresa con ello que esa falta de disposición – “escuchar” – para penetrar el misterio del Reino, hará que se le quite eso que, después de oído, viene a perder por falta de interés. Así, la exposición primera vendrá a perder su provecho en los que no quieren penetrarla y precisarla con la explicación complementaria.
Quiénes son hermanos de Cristo,Mar 8:19-21 (Mat 12:46.-50; Mar 3:31-35). Cf. comentario a Mat 12:46-50.
19 Vino su madre con sus hermanos, y no lograron acercarse a El a causa de la muchedumbre, 20 y le comunicaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y desean verte. 21 El contestó diciéndoles: Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen en obra.
El pasaje lo traen los tres sinópticos. Mt lo trae con el pretexto de hablársele de sus familiares, aunque viene a coincidir con Mc, que lo trae después de una refutación a los fariseos. Lc le da otra situación distinta. No se sabe su situación cronológica.
En un momento en que Cristo, rodeado de gentes, predica, su madre y sus “hermanos” desean verle. Como no pueden acercarse, por la multitud, se le pasa un recado. Y Cristo aprovecha aquella oportunidad, no para negar el afecto filial y de piedad a los suyos, sino para comparar el simple afecto familiar humano al otro afecto de la gran familia cristiana, basada en el afecto y piedad sobrenaturales. Por eso, desde este punto de vista, para cualquiera que “oye” la “palabra de Dios,” término exclusivo de Lc, y la “pone por obra,” tiene para él el afecto entrañable y familiar, aunque aquí sobrenatural, que corresponde a ese otro motivo más alto que los simples lazos de la sangre. Son los miembros del Reino.
El hecho de no citarse a José, y sólo a su madre, hace suponer que aquél ya debía de haber muerto; ausencia que se notará en la vida pública de Cristo. Para el tema de los “hermanos” de Jesús, cf. Comentario a Mat 13:55-57 6. Lc omite el tema de Mar 3:20-21, posiblemente por lo delicado.
La tempestad calmada,Mar 8:22-25 (Mat 8:23-27; Mar 4:35-40). Cf. comentario a Mat 8:23-27.
22 Sucedió, pues, un día que subió con sus discípulos a una barca, y les dijo: Pasemos a la otra orilla del lago. Y se dieron a la mar 3 Mientras navegaban, se durmió. Vino sobre el lago una borrasca, y el agua que entraba los ponía en peligro. 24 Llegándose a El, le despertaron diciendo: Maestro, Maestro, que perecemos. Despertó El e increpó al viento y al oleaje del agua, que se aquietaron, haciéndose la calma. 25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Llenos de pasmo, se admiraban y se decían unos a otros: Pero ¿quién es éste, que manda a los vientos y al agua y le obedecen?
La narración es común a los tres sinópticos. Ninguno pone una cronologia precisa. Pero Lc-Mt la vinculan como término del viaje a la región de los gerasenos.
De las tres relaciones, Lc tiene un término medio; Mt es el más sintético y Mc el más colorista. Pero Lc tiene uno de los rasgos de más exactitud geográfica. Describe la tormenta diciendo que “descendió” (χατέβη ) un gran torbellino sobre el Lago. Situado éste a 208 metros bajo el nivel del Mediterráneo, las corrientes de aire vienen de súbito y caen, literalmente, sobre el Lago, con el consiguiente levantamiento de las aguas.
La descripción bimembre de Mc, en que Cristo manda por separado al viento y al mar que cesen, es de un ritmo más semita y probablemente más original. Acaso se quiera evocar un exorcismo litúrgico antidemoníaco.
De esta escena se desprende la aún no perfecta formación de los apóstoles sobre los poderes de Cristo y sobre la verdadera naturaleza de su persona. Les alude a su poca “confianza” en El, puesto que ya habían visto numerosos milagros de todo tipo, lo que les hacía ver su pleno dominio. Pero los elementos cósmicos desatados les hicieron temer. No pensaron en el poder omnímodo que tenía. Ya en la misma perspectiva literaria de Lc han visto en El al Mesías. Pero, ante la impresión de aquel dominio absoluto sobre los poderes cósmicos, brota en ellos una de esas preguntas imprecisas, pero que abren la puerta a una nueva sugerencia, a nuevos poderes: “¿Quién es éste, que manda a los vientos y al agua y le obedecen?” La revelación de Cristo es gradual. ¿Qué hombre dominó por su propio poder los poderes cósmicos desatados? Se leía de Yahvé en el A.T.: “Tú dominas la soberbia del mar; cuando se embravecen las olas, tú las contienes” (Sal 88:10). ¿Recordarían los apóstoles, ante aquel espectáculo, estas palabras? ¿No será intento evocador del evangelista? El verbo “increpar” (επίτιμαω ) se usa ordinariamente para significar la increpación contra los demonios (Zac 3:2). En el A.T. es frecuente presentar el mar como morada de poderes demoníacos (Isa 27:1; Isa 51:10; Sal 89:10-11; Job 9:13). En línea con los demonios gerasenos, podría querer indicarse aquí a Cristo en victoria contra los poderes demoníacos. Sería homologarlo con Yahvé (Sal 65:7; Sal 107:23-29). De ahí la expresión admirativa con que terminan los sinópticos el dominio cósmico de Cristo. En Mc la “increpación” parece como si se dirigiese a un demonio: “Calla, enmudece.” En cualquier caso, el halo de lo divino se va descubriendo cada vez más?
Curación de un endemoniado,Sal 8:26-39 (Mat 8:28-34; Mar 5:1-20). Cf. comentario a
Mar 5:1-20.
26 Arribaron a la región de los gerasenos, frente a Galilea, 27 y, bajando El a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se había vestido ni morado en casa, sino en los sepulcros. 28 Cuando vio a Jesús, gritando se postró ante El, y en alta voz dijo: ¿Qué hay entre mí y ti, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te pido que no me atormentes. 29 Y era que El ordenaba al espíritu impuro que saliese del hombre. Muchas veces se apoderaba de él, y le ataban con cadenas y le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras y era arrebatado por los demonios al desierto. 30 Preguntóle Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestóle él: Legión. Porque habían entrado en él muchos demonios, 31 y le rogaban que no les mandase volver al abismo. 32 Había allí cerca una manada de puercos bastante numerosa paciendo en el monte, y le rogaron que les permitiese entrar en ellos. Se lo permitió, 33 y, saliendo los demonios del hombre, entraron en los puercos, y se arrojó la manada por un precipicio abajo hasta el lago, y se ahogó. 34 Viendo los porquerizos lo sucedido, huyeron y lo anunciaron en la ciudad y en los campos. 35 Salieron a ver lo ocurrido, y vieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado, vestido y en su pleno juicio, a los pies de Jesús, de lo que se quedaron espantados. 36 Los que habían visto cómo el endemoniado había sido curado lo contaban, 37 y toda la gente del territorio de los gerasenos le rogó que se retirase de allí, pues estaban dominados de un gran temor. El, subiendo a la barca, se volvió. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le suplicaba quedarse con El, pero El le despidió diciendo: 39 Vuélvete a tu casa y refiere lo que te ha hecho Dios. Y se fue por toda la ciudad pregonando cuanto le había hecho Jesús.
La exposición de conjunto se hace en Comentario a Mar 5:1-20. Aquí sólo se dan algunas interpretaciones recientes.
a) A. George. Sería una anécdota sobre la ceguera de los gentiles, que prefieren los “animales impuros” a tener con ellos al Mesías-Salvador (Bult. Com. Et. [1961] p.396-397).
b) T. A. Burkill. Un relato que circulaba como Cristo había llegado a tener fama en un país extranjero. Y, acaso, el gesto del hombre curado, que vino a ser “misionero” en aquella región (Mc-Lc), sería símbolo y excitante del misionero cristiano (Concerning Mar 5:7 and 5:18-20, en ST. [1957] p.159-166).
c) A. Richardson. Sería un relato que enseña cómo el mal se destruye por sí mismo (Miracle Stories 72-74).
d) H. Sahlin. Se trata de un midrash. Se basaría en un hecho histórico, reelaborado y retocado, para presentar a Cristo como Salvador también de los gentiles, según Isa 65:1-5 (cf. E. T. Mally, Ev.s. S. Marcos [1972] p.87).
Las tres primeras hipótesis no tienen consistencia. Lo de Sahlin parece tener gran parte de verdad. En Mc-Lc el curado será “misionero,” pero Cristo no lo “evangeliza.” Puede estar destacado como tipo del misionero cristiano (Burkill). El hecho de realizarse esta conversión en tierra gentil hace ver la universalidad de la salud.
En Mc (Isa 4:9) y Lc (Isa 8:30) el demonio responde que se llama “Legión, porque somos muchos.” En aquel ambiente, poseer el nombre era poseer la persona. La respuesta es extraña; acaso quiso intimidar con aquel ejército. J. Jeremías ha propuesto una hipótesis sobre esto. El original arameo tendría la palabra ligyona = soldado. La expresión vendría a decir: “mi nombre es soldado, porque nosotros (los demonios) somos una gran hueste.” Un traductor entendería el término arameo en su significado segundo. De ahí el añadirse en Mc los versículos 12-13, y en Lc los v.32b-33 (cf. Jesús Promise to the Nations [1958] p.30-31).
La hipótesis de solución es bastante increíble. ¿Por qué confundir un traductor la palabra “soldado” con “una legión de soldados”? Se explicaría mejor que lo hubiese hecho como añadidura suya, para acentuar más el poder mesiánico-taumatúrgico de Cristo. Pero, en este caso, ¿no sería éste el original?
La muerte de la manada de cerdos “endemoniados” en el lago, sería – según Sahlin – una imagen de la aniquilación a que están condenadas las potestades satánicas, que tienen sometidos a los gentiles en el paganismo (cf. 1Re 18:40). Del conjunto del pasaje aparece Cristo como Mesías y con poderes divinos, al encadenar a los demonios en el infierno.
L. Dufour piensa que este relato está compuesto de tres relatos, y que Mc unifica: v.14-19c; 19d-24; 25-29. En Mc el arreglo es claro. Lo que no es tan claro es que sea un arreglo hecho a base de “diversos relatos.”
Curación de la hija de Jairo y de la hemorroísa,1Re 8:40-56 (Mat 9:18-26; Mar 5:21-43). Cf. comentario a Mar 5:21-43.
40 Cuando Jesús estuvo de vuelta, le recibió la muchedumbre, pues todos estaban esperándole. 41 Llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba que entrase en su casa, 42 porque tenía una hija única, de unos doce años, que estaba a punto de morir. Mientras iba, las muchedumbres le ahogaban. 43 Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que en médicos había gastado toda su hacienda, sin lograr ser de ninguno curada, 44 se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre. 45 Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Como todos negaban, dijo Pedro y los que le acompañaban: Maestro, las muchedumbres te rodean y te oprimen. 46 Pero Jesús dijo: Alguno me ha tocado, porque yo he conocido que una virtud ha salido de mí. 47 La mujer, viéndose descubierta, se llegó temblando y, postrándose ante El, le dijo ante todo el pueblo por qué le había tocado y cómo al instante había quedado sana. 48 El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz. 49 Aún estaba hablando cuando llegó uno de casa del jefe de la sinagoga diciendo: Tu hija ha muerto, no molestes ya al Maestro. 50 Pero Jesús, que lo oyó, le respondió: No temas, cree tan sólo y será sana. 51 Llegado a la casa, no permitió que entrasen con él más que Pedro, Juan y Santiago y el padre y la madre de la niña. 52 Todos lloraban y plañían por ella. Les dijo El: No lloréis, porque no está muerta; es que duerme. S3 Se burlaban de El, sabiendo que estaba muerta.54 El, tomándola de la mano, le dijo en alta voz: Niña, levántate. 55 Volvió a ella el espíritu, y al instante se levantó, y El mandó que le diesen de comer. 56 Los padres se quedaron fuera de sí; pero El les mandó que no contasen a nadie lo sucedido.
La exposición exegética de este pasaje se hace en el Comentario a Mar 5:21-43, que es el que lo trata con mayor extensión.
1 San Jerónimo, Comm. In Mathaeum 27:56; Josefo, Antiq. Xvii 2:4. 2 Allo, Premien E’pit. Aux Corinth. (1956) P.212-214. 3 Mg 13:1975. 4 Bell. Iud. I 24:6. 4 L. Cerfaux, Fructifier En Supportant L’épreuve, A Propos De Lúe 8:15: Rev. Bibl. (1957) 481-491. 5 Bover, Nada Hay Oculto Que No Se Descubra (Mar 4:21 Par.): Est. Bíbl. (1954) 319-323. 6 Blixzler, Zum Problem Der Brüder Des Herrn: Trier. Theol. Zeistschr. (1958) 129-145, 224-246; Este Tema Se Trata En El Comentario A Mat 13:53-58. 7 Bauer, Procellam Cur Sedavit Salvator?: Verb. Dom. (1957) 89-96.
Fuente: Biblia Comentada
8:1 Aconteció después, que Jesús iba (una por una, FL) por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, — Nuestro Señor Jesucristo vino al mundo para salvarnos y para efectuar esta gran salvación vino para morir en la cruz para expiar los pecados del mundo, pero en cuanto a sus actividades diarias durante su ministerio aquí en la tierra es importante enfatizar que el trabajo principal de Jesús era precisamente lo que se describe en este texto: predicar las buenas nuevas del reino de Dios. Esta es la segunda gira por Galilea. Luc 4:43-44 describe la primera gira. “La oración describe al Salvador cómo recorría el país con objeto de ponerse en contacto lo más completamente posible con la gente, y se aseguraba especialmente de que ninguna ciudad o aldea fuese descuidada. Era como si él no quisiera dejar que ningún alma se quedara sin ser visitada por la luz de la salvación” (GRB).
Como Jesús recorría toda ciudad y toda aldea de Judea, después les dio a los apóstoles la orden de predicar el evangelio a todas las naciones, Mat 28:19; Mar 16:15; Luc 24:47.
— y los doce con él, — Mar 3:14, “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”. Compárese Hch 16:1-3, Pablo encontró a Timoteo, un hermano fiel, en Listra y quiso que él le acompañara. Los apóstoles, Timoteo, Tito y otros fueron entrenados por Jesús y los apóstoles. No se establecieron escuelas para apóstoles y predicadores en el primer siglo. El plan bíblico para entrenar obreros se revela en 2Ti 2:2.
En seguida vemos otro ejemplo de cómo Lucas enfatiza el papel de la mujer en el servicio de Jesús. En los primeros capítulos da informes amplios sobre Elisabet, la madre de Juan, y sobre María, la madre de Jesús. Lucas es el único autor que habla de Ana, la profetisa.
Fuente: Notas Reeves-Partain
DE CAMINO
Lucas 8:1-3
Después de aquello, Jesús fue recorriendo todos los pueblos y aldeas, predicando y proclamando la Buena Noticia del Reino de Dios. Los Doce le acompañaban; y también un grupo de mujeres a las que Jesús había sanado de malos espíritus y de enfermedades. Entre ellas estaban: María, a la que todos llamaban la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, que era la mujer de Cusa, uno de los secretarios de hacienda del rey Herodes; Susana, y otras muchas, que contribuían con su dinero a subvenir a las necesidades de Jesús y sus compañeros.
El tiempo que veíamos que se acercaba, ya ha llegado: Jesús está siempre de camino. Ya no le están abiertas las sinagogas, como antes. Jesús había empezado, como si dijéramos, en la iglesia, donde esperaría encontrar una audiencia interesada y receptiva cualquiera que llegara con un mensaje de Dios. En vez de la bienvenida, se había encontrado con la oposición; en vez de personas deseosas de escuchar, se había encontrado con los escribas y los fariseos acechándole para delatarle; así es que ahora salió a los caminos abiertos, a las colinas y a la orilla del lago. (i) Una vez más nos encontramos con un hecho que ya nos ha salido. Este pasaje nombra a un grupito de mujeres que ayudaban a Jesús con su dinero. Se consideraba una obra piadosa el sostener a un rabino, y el hecho de que los fieles seguidores de Jesús le ayudaran de este modo no era nada insólito. Pero, como ya hemos notado con los discípulos, no podemos por menos de sorprendernos de lo diferentes que eran entre sí estas mujeres. Entre ellas se encontraba María Magdalena, así llamada porque era del pueblo de Magdala, de la que Jesús había echado a siete demonios; está claro que había tenido un pasado tenebroso y terrible. Estaba Juana, que era la mujer de Cusa, el epítropos de Herodes. Los reyes tenían muchas fuentes de ingresos y propiedades privadas, y el epítropos era el funcionario que se cuidaba de los intereses financieros del rey. En el Imperio Romano, el mismo emperador tenía sus epitropoi para salvaguardar sus intereses hasta en las provincias gobernadas por procónsules nombrados por el senado. Eran funcionarios de la mayor confianza e importancia. Es sorprendente encontrarse con María Magdalena, con su pasado tenebroso, en la misma compañía que Juana, la dama de la corte.
Es sencillamente maravilloso que Jesús pueda conseguir que vivan en armonía personas de lo más diferentes, sin que ninguna pierda en lo más mínimo su personalidad o sus cualidades. G. K. Chesterton escribe acerca del pasaje en el que se nos dice que el león se acostará con el cordero: «Pero acordaos de que este texto se interpreta muy a la ligera. Se suele dar por sentado… que, cuando el león se acuesta con el cordero, el león se vuelve como el cordero. Pero eso sería una anexión y un imperialismo brutales por parte del cordero. Eso sería sencillamente que el cordero absorbe al león en vez de que el león se coma al cordero. El verdadero problema es: ¿Puede el león acostarse con el cordero, y seguir reteniendo su regia ferocidad? Ese es el problema que se plantea la Iglesia; ese es el milagro que logró.» No hay nada que la iglesia necesite más que el uncir en el mismo yugo los diversos temperamentos y cualidades de personas diferentes. Si estamos fallando es culpa nuestra, porque en Cristo puede hacerse, ¡y se ha hecho!
(ii) En este grupo de mujeres tenemos algunas cuya ayuda era práctica. Como eran mujeres, no se les permitiría predicar; pero aportaban lo que tenían. Había una vez un viejo zapatero que había querido hacerse pastor, pero no se le había presentado la oportunidad. Era amigo de un seminarista; y cuando instalaron a éste en una iglesia, su amigo zapatero le pidió un favor: que le dejara hacerle siempre los zapatos, para que pudiera pensar que el predicador estaba usando sus zapatos en el púlpito al que él nunca podría subir.
No es siempre el que más se ve el que hace lo más importante. Muchas personas importantes en la vida pública no podrían cumplir con su trabajo ni una semana si no fuera por la ayuda que los respalda en casa. No hay don que no se pueda usar en el servicio de Cristo. Muchos de sus servidores más valiosos están en el trasfondo, invisibles pero esenciales a la causa.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 08
3. MUJERES QUE SERVÍAN A JESÚS (Lc/08/01-03)
1 Posteriormente, él continuaba su camino por ciudades y aldeas, predicando y anunciando en ellas el Evangelio del reino de Dios; con él iban los doce.
Jesús es huésped y caminante infatigable. Pasa la vida por los caminos. Recorre las grandes y pequeñas aglomeraciones, ciudad por ciudad, aldea por aldea. El Evangelio está llamado a recorrer el mundo. Jesús va clamando la buena nueva, nueva de alegría y de victoria, como heraldo y pregonero del reino de Dios que se aproxima. Sus actos están al servicio del mensaje, y son signo y expresión del reino de Dios, que alborea.
En su camino le acompañan los doce. Están con él. La comunión con él les crea la base para oír y para aprender, para predicar y actuar en el pueblo. Jesús con los doce forma el núcleo del nuevo pueblo de Dios.
2 Y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3 Juana, la mujer de Cuza; administrador de Herodes; Susana y otras muchas, las cuales los servían con sus propios bienes.
Entre los que seguían a Jesús se contaban también mujeres. Los rabinos excluían a las mujeres del círculo de sus discípulos. No las juzgaban aptas para el estudio de la ley. «EI que enseña a su hija la ley, le enseña el vicio.» El centro del círculo que rodea a Jesús no lo ocupa la ley, sino él mismo, que vino para salvar a los pobres y despreciados, a los parias y a los ignorantes de la ley. El séquito de las mujeres da testimonio de la voluntad y la misión de Jesús, que pone al alcance de las mujeres la doctrina y la salvación.
El grupo de las mujeres que seguían a Jesús se componía de algunas que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades, y de otras muchas. En el centro de la narración hallamos tres nombres. María Magdalena, de la que habían salido muchos demonios, Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes, y Susana. Estas mujeres son un eco del vasto influjo de la actividad de Jesús en Galilea. Se siente a Jesús como salvador. No se habla de llamamiento de las mujeres a seguir a Jesús como discípulas. Las mujeres no reciben encargo de enseñar y de desplegar actividad. Servían a Jesús y a los doce con sus bienes. Con esto adquiere libertad de acción el núcleo del nuevo pueblo de Dios, por el que la palabra fue llevada al mundo.
Estas mujeres, sirviendo con sus propios bienes proporcionaron gran ayuda no sólo para el desarrollo de la palabra de Dios en tiempo de Jesús, sino también para la futura labor misionera de la Iglesia. Lo que habían comenzado las mujeres galileas se continuó en la propagación del mensaje de Jesús por el ancho mundo. Aquellas mujeres sirvieron de ejemplo a otras numerosas que servían con sus bienes a los pregoneros de la palabra: Lidia (Hec 16:14), Príscila (Hec 18:2), Síntique y Evodia (Flp 4:2), Cloe (1Co 1:11), Febe (Rom 16:1 s).
En Galilea reúne Jesús los testigos de su actividad. Le siguen en su predicación de una parte a otra, y estarán junto a él al pie de la cruz (Rom 23:49). María de Magdala, Juana y otras tendrán noticia de la resurrección por el mensaje de los ángeles y serán enviadas a los apóstoles con este mensaje (Rom 24:10).
Por las ordenaciones del judaísmo de la época se echa de ver que la mujer no era considerada como miembro de la comunidad; podía participar en el culto, pero no estaba obligada a ello. El culto sólo tenia lugar cuando estaban presentes por lo menos diez hombres, mientras que no se tenía en cuenta a las mujeres. Las mujeres galileas pertenecen al núcleo primitivo de la Iglesia. Lucas dejó de ellas como un monumento conmemorativo: «Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús, y con los hermanos de éste» (Hec 1:14).
III. MAS QUE PROFETA (Hec 8:4-9, 17)
1. EN PALABRAS (Hec 8:4-21).
a) Parábola del sembrador (Lc/08/04-15).
Se pronuncia la parábola del sembrador (Hec 8:4-8), cuya interpretación es don de Dios (8,9-lO), que se otorga en primer lugar a los discípulos (8,12-15). Según Marcos, la parábola del sembrador inaugura la predicación en el lago. De ésta no dice nada Lucas. En Marcos es el lago el centro de la actividad docente de Jesús; en Lucas sólo una vez aparece Jesús en el lago. La exposición está puesta al servicio de una idea de la historia de la salvación. Jesús actúa en el interior del país, en el estrecho ámbito de Palestina; después de recibir el Espíritu Santo abandonarán los apóstoles aquella tierra y se harán a la mar para llevar la palabra de Dios por el ancho mundo. El tiempo de Cristo en la historia de la salvación está limitado a Palestina y al período del tiempo de Cristo mismo, mientras que el tiempo de la Iglesia se extiende al mundo entero y dura hasta la segunda venida de Cristo. No obstante, el tiempo de Cristo es el punto medio de los tiempos, es cumplimiento y realización de lo antiguo y raíz y fundamento de lo venidero.
4 Reunida mucha gente, y los que iban acudiendo a él de cada ciudad, les dijo mediante una parábola: 5 Salió el sembrador a sembrar su semilla. Y según iba sembrando, parte de la semilla cayó al borde del camino; fue pisoteada y los pájaros del cielo se la comieron. 6 Otro poco cayó sobre la piedra; y, después de nacido, se secó, por no tener humedad. 7 Otro poco cayó en medio de las zarzas; y cuando las zarzas crecieron juntamente, la ahogaron. 8a Y otro poco cayó en tierra buena; y, después de nacido, llegó a dar fruto al ciento por uno.
En la parábola se tiene ante la vista un sembrador típico. Han pasado las lluvias de otoño: es el período de mediados de noviembre a diciembre. El sembrador lleva la semilla en un saco colgado del cuello o en el ruedo levantado de su túnica. Sale de casa y va al campo, que está en barbecho y todavía no se ha arado. Allí paso a paso, según camina, va lanzando a voleo los granos, con un amplio movimiento del brazo. Después de sembrar se labra la tierra a fin de que quede envuelta por ella la semilla. Siembra el labrador su simiente: trigo o cebada; en su simiente está encerrada parte del destino de su vida.
Las suertes de la semilla dependen del terreno. El campo está situado en terreno montañoso sobre el lago de Genesaret. Por el campo en barbecho se han marcado caminos. En algunos puntos escasamente cubre el mantillo las rocas calcáreas. Hay cardos de la altura de una persona. Parte de la semilla cayó al borde del camino. El sembrador no tiene que preocuparse de dónde cae la semilla, pues también el camino se revolverá cuando se pase con el arado.
Lucas no se crió en Galilea. Por eso dice que la semilla fue pisoteada. A esto hay que añadir los pájaros que se comieron parte de la semilla. El evangelista escribe en estilo bíblico: las aves del cielo (Gen 1:26). Otro poco cayó sobre la piedra. La ligera capa de mantillo que cubre escasamente las rocas se caldea pronto. La planta brota pujante, pero no tarda en secarse por falta de humedad. Parte de la semilla cayó también en medio de las zarzas. También éstos se revuelven después de la siembra. Sin embargo, al germinar el trigo, crecen también con fuerza y lozanía los cardos y ahogan las tiernas plantas nacidas de los granos.
Marcos habla de un rendimiento del treinta, sesenta y hasta del ciento por uno. Lucas se contenta con dar un solo dato. Se atiene al más alto, desatendiendo la imagen en beneficio de la realidad representada por ella. En efecto, en la tierra de montaña no se suele cosechar más del siete por uno.
Lucas cambió más de una vez el texto de su fuente y con ello abandonó también el terreno de la realidad palestina. Pensó que así podía hacer más accesible y comprensible la parábola a sus destinatarios. Más que la fidelidad a la letra le interesa que se entienda la verdad significada. Los Evangelios quieren ser, ante todo, proclamación de la fe a determinadas personas en una situación determinada, y no sólo reproducción literal de lo que se dijo y sucedió. Sin embargo, Lucas se limitó sólo a retocar un poco. El respeto a la historia vedaba modificar notablemente el cuadro, pero la proclamación permitía lo que aprovechaba al fruto del Evangelio. Lucas mira retrospectivamente al tiempo de Jesús, pero el tiempo de Jesús ha de determinar el tiempo de la Iglesia. El evangelio tiene que tener vida, no ha de ser algo abstracto y estereotipado.
8b Dicho esto, exclama: El que tenga oídos para oír, que oiga. 9 Entonces sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola. 10 él les contestó: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios; a los demás, en parábolas, para que viendo, no vean, y oyendo, no entiendan.
Jesús invita a prestar atención, a recogerse para oír su palabras a reflexionar. Exclamaba. Es mensajero y heraldo del tiempo de la decisión. Las muchedumbres están todavía presentes. Los discípulos preguntan por el significado de la parábola. La situación que pinta Marcos parece haberse abandonado deliberadamente. Los discípulos no están solos con Jesús. Piden la explicación de la parábola para sí mismos y también para el pueblo.
El reino de Dios es un misterio, es designio de Dios, que estaba oculto (Mat 13:35), pero que se revela al final de los tiempos. Jesús trae el reino de Dios, por Jesús se hace presente el misterio del reino de Dios, se inicia el tiempo de salvación. El que comprende que Jesús es el portador del acontecimiento final, comprende también los misterios del reino. Este conocimiento, esta comprensión no es fruto de la penetración personal, sino don de Dios. A vosotros se os ha concedido… por Dios.
El conocimiento de que con Jesús se ha inaugurado el reino de Dios distingue de los demás a los discípulos. A los discípulos se ha dado comprender las parábolas que hablan del reino de Dios. Para los demás las parábolas veladas, de modo que viendo, no vean, y oyendo, no entiendan. Las parábolas de Jesús dan cierto conocimiento general del reino de Dios, aunque sin descubrir el misterio de que el reino ha llegado ya en Jesús. Se ve algo, pero no se ve lo esencial, se oye algo, pero no se oye lo esencial. Lo esencial consiste en reconocer que está ya presente el reino de Dios y que Jesús es el portador del tiempo final.
El profeta Isaías habló de que habrá quienes viendo no vean, y oyendo no oigan. ¿Por qué conocen los discípulos los misterios del reino y por qué los otros no? El evangelista no estudia psicología de la fe y de la incredulidad, sino que muestra la última razón teológica. Así está fijado por el designio de Dios, tal como aparece en la Escritura. Dios, sin embargo, no condena a nadie a la incredulidad sin culpa por parte del hombre. El que viendo no ve, y oyendo no oye, se ha endurecido frente a la palabra de Dios.
La brecha que se abre entre los discípulos y los demás no es infranqueable. Los discípulos preguntan por el sentido de la parábola para sí mismos y para el pueblo, delante del cual interrogan a Jesús. La explicación que reciban de Jesús la transmitirán también a los demás. La gracia del conocimiento se da por medio de ellos también a los otros, con tal que éstos sean receptivos y hayan hecho penitencia. Pedro dice en su sermón después de la ascensión del Señor: «Sepa, por tanto, con absoluta seguridad toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Mesías a este Jesús a quien vosotros crucificasteis. Al oír esto, se dolieron de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? Pedro les respondió: Convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hec 2:36 ss).
11 Este es el sentido de la parábola: la semilla es la palabra de Dios. 12 Los del borde del camino son los que escuchan; pero luego viene el diablo y se lleva de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. 13 Los de sobre la piedra son los que, al oír, reciben con alegría la palabra, pero no tienen raíz; son los que creen por algún tiempo, pero en el momento de la tentación se retiran. 14 Lo que cayó entre zarzas son los que oyeron; pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van ahogando y no llegan a madurar. 15 Lo de la tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón noble y generoso, la retienen y por su constancia dan fruto.
La palabra de Dios es la palabra acerca del reino de Dios, la palabra acerca de Jesucristo, portador del reino de Dios, el Evangelio. Como palabra que procede de Dios, tiene fuerza, crece y produce efecto en nosotros. El último fruto de esta palabra es la salvación. La palabra de Dios es palabra de reconciliación, de salvación. de gracia, de vida, de verdad… (2Co 5:19; Hec 13:26; Hec 14:3; Hec 20:32; Flp 2:16; 2Co 6:7). A fin de que la palabra lleve fruto en el hombre y alcance la meta, debe formar una comunidad de vida con los hombres. En lugar de las palabras: Los del borde del camino son los que… habríamos aguardado algo así como: La semilla que cayó en el camino significa la palabra de Dios… Bajo la fórmula algo extraña late evidentemente la idea: Los hombres son el campo en que se siembra, y a la vez la semilla que tiene que crecer. La palabra entra como en combinación con los hombres, transforma al hombre y le da una nueva configuración. La imagen exacta del hombre no es el terreno, sino lo que en él crece, que vive a la vez del grano de semilla y de la sustancia de la tierra.
El desarrollo y la fructificación están amenazados de peligros. Los peligros vienen del demonio, de la inconstancia, de la tentación a desertar, de las preocupaciones cotidianas, de la riqueza y de los placeres. En las explicaciones están entretejidas amargas experiencias, por las que había tenido que pasar la Iglesia en la predicación de la palabra y que todavía son impedimentos que se oponen constantemente al pleno desarrollo de la palabra de Dios.
Si la palabra ha de llevar fruto, debe predicarse, oírse, recibirse en el corazón y creerse. «¿Cómo podrán tener fe en aquel de quien no oyeron hablar? ¿Y cómo van a oír sin que nadie lo proclame? ¿Y cómo podrán proclamarlo, sin haber sido enviados?» (Rom 10:14 s). Para que la palabra logre el mejor desarrollo posible, hay que cumplir tres condiciones: el corazón ha de ser bello y bueno. Aquí se oye como un eco del ideal moral de vida griego (kalokagathia: belleza y bondad moral). El hombre de bien se amolda a la voluntad de la divinidad. El hombre naturalmente bueno lleva en sí la mejor base para la acción de la palabra de Dios. La palabra debe aceptarse y retenerse, pese a las tentaciones y a las amenazas. Es necesario fructificar con paciencia, con constancia, día tras día, con perseverancia y firmeza. Pese a todos los ataques, se realiza y se vive la palabra de Dios. La palabra de Dios transforma al hombre, pero no sin la cooperación del hombre. Mientras se proclama y se recibe la palabra, están en acecho los enemigos de la salvación, tratando de impedir y anular su crecimiento. Quien proclama la palabra de Dios en el mundo debe contar con estos adversarios, aunque estos tampoco perdonan al que la recibe. La lucha se desencadena a todos los niveles: mientras se recibe, mientras se desarrolla y antes del resultado definitivo. No sin razón se pone al fin la palabra «constancia».
h) Parábola de la lámpara (Lc/08/16-18)
16 Nadie enciende una lámpara para cubrirla con una vasija o para ponerla debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. 17 Porque nada hay oculto que no haya de quedar manifiesto; ni secreto que no haya de ser conocido y salir a la luz.
Mediante la explicación de la parábola se ha producido luz, ha brotado conocimiento, se ha hecho patente algo que estaba oculto. ¿Cómo han de servirse los discípulos de este conocimiento, de la palabra que les ha descubierto el misterio? A la manera de un hombre que enciende una luz. No la cubre con una vasija o la pone debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero, bien alta, para que todos puedan verla. Quien ha recibido la palabra de Dios con su fuerza de iluminar, debe utilizarla en servicio de los demás. El iluminado debe a su vez iluminar. Lo oculto pugna por manifestarse, lo secreto quiere ser conocido. Sería antinatural que los discípulos escondieran y ocultaran lo que se les ha revelado y lo que ellos han conocido. Lo que han experimentado en el pequeño círculo de Jesús debe darse a conocer al gran público. La acción apostólica es una «ley natural» del discípulo de Cristo.
18 Mirad, pues, cómo escucháis, porque al que tenga, se le dará, y al que no tenga, aun aquello que parece tener se le quitará.
La parábola de la semilla ha puesto de manifiesto cuánto importa la manera cómo se oye. Los discípulos han de anunciar lo que han oído. Deben llegar a apropiárselo interiormente, debe ser como un capital con que trabajar. Por lo regular les sucederá como en la vida de un comerciante. Si tiene capital, lo aumentará, pues le dará posibilidad de multiplicar las operaciones y las ganancias. El que no tenga nada, no sólo no ganará nada, sino que aun lo poco que crea tener y que se le va gastando ya, acabará por perderlo.
El conocimiento de la revelación de Dios, que se nos confía, es como un capital con el que hay que trabajar, es un conocimiento que se debe enseñar, comunicar, sacar a la luz pública. Si se hace así, entonces Dios acrecienta el conocimiento. Si no se trabaja, quita Dios incluso lo poco que se poseía en apariencia. El conocimiento religioso que no se da a conocer, que no se vive y se proclama, es una posesión aparente, que va desapareciendo. Vivir del conocimiento del Evangelio, propagarlo, hace más ricos en conocimiento y en posesión de la fe. Dar equivale a adquirir más.
c) La verdadera familia de Jesús (Lc/08/19-21)
19 Vino a verle su madre y sus hermanos; pero no lograban llegar a él, por causa de la multitud. 20 Entonces le avisaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte. 21 Pero él les contestó: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.
Jesús está asediado por el pueblo. Su madre y sus hermanos quieren ver sus obras maravillosas, quieren verle a él. Pero esto no es precisamente lo que importa. Desde que Jesucristo está sentado a la diestra del Padre, no podemos ya entrar personalmente en contacto con él, no podemos ya verlo con los ojos, no podemos ya presenciar su acción. Jesús mismo dice qué es lo que importa: oír y poner en práctica la palabra de Dios.
Nosotros tenemos la palabra de Dios. Los discípulos la siembran todavía en el mundo. Por Jesús fue traída la palabra de Dios al mundo, hizo una carrera triunfal por el mundo, nos llegó también a nosotros. En la palabra está la acción salvífica de Jesús, él está presente como portador de salud. «Bienaventurados los que no vieron y creyeron» (Jua 20:29). El que escucha y pone en práctica la palabra de Dios, es madre y hermano de Jesús.
No son los lazos de la sangre los que proporcionan la comunión con Jesús, sino el oír y poner en práctica la palabra de Dios. La Iglesia es edificada por la palabra de Dios. ésta es el alma de la Iglesia, y la Iglesia es su fruto. De la palabra de Dios brota siempre Iglesia viva. ésta viene a ser familia de Cristo oyendo y guardando la palabra de Dios.
En la historia de la infancia se presenta ya a la madre de Jesús como la tierra buena que oye y hace, pone en práctica la palabra de Dios. Es esclava del Señor, que oye la palabra de Dios y se pone a su disposición como esclava (Jua 1:38). Guarda cada palabra y la medita en su corazón (Jua 2:19). Lleva la palabra a Isabel, y su anuncio la hace tan rica, que desborda en un cántico (1,46-55). María es el corazón bueno, que retiene la palabra y lleva fruto con constancia. María es madre de Jesús, no sólo porque le dio la vida humana, sino también porque oyó y puso en práctica la palabra de Dios.
2. EN OBRAS (8,22-56).
a) La tempestad calmada (Lc/08/22-25)
22 Un día subió él con sus discípulos a una barca y les dijo: vamos a pasar a la otra orilla del lago. Y navegaron hacia dentro. 23 Mientras navegaban, él se durmió. De pronto se desencadenó sobre el lago una fuerte borrasca, y se iban llenando de agua hasta encontrarse en grave peligro. 24a Acercáronse a él y lo despertaron diciendo: ¡Maestro, Maestro, que nos hundimos!
Jesús está solo con sus discípulos, como en los dos grandes milagros siguientes. A los discípulos se les revelan los misterios del reino de Dios. Cuando Dios asume su soberanía, se manifiesta esto en obras de poder.
Los discípulos se hallan en extrema necesidad. El Señor, único que podría ayudarles, duerme. La borrasca se precipita con fuerza asoladora de los montes a la cálida depresión formada por el lago. La barca se llena de agua, el peligro rodea a los discípulos por todos lados. La doble llamada -¡Maestro, Maestro!- indica lo apurado y urgente de la situación. Sin embargo, no pronuncian la menor palabra de queja; sencillamente: ¡Que nos hundimos! A Lucas le gusta la dignidad y la mesura; tiene a raya las excitaciones y expresiones violentas de la pasión.
24b Entonces él se levantó, increpó al viento y al oleaje del agua, y se apaciguaron, y sobrevino la calma. 25 Luego les dice: ¿Dónde está vuestra fe? Ellos, llenos de temor y de admiración, se preguntaban unos a otros: ¿Pero quién es éste, que hasta manda a los vientos y al agua, y le obedecen?
El poder de Dios se manifiesta en Jesús. Dios es el que sosiega el alboroto del mar, el que apacigua las olas, el que calma el furor de los pueblos (Sal 65:8). Lo que las generaciones pasadas experimentaron de parte de Dios vuelve a reproducirse ahora por Jesús: «Clamaron a Yahveh en su peligro, y los libró de sus angustias. Tornó el huracán en céfiro, y las olas se calmaron. Alegráronse porque se habían encalmado, y los guió al deseado puerto» (Sal 107:28 ss).
En Jesús está presente a los discípulos el poder salvífico de Dios. ¿Dónde estaba su fe cuando casi desesperaban? El los había enviado al lago; él es el dueño que les había confiado aquel trabajo y él permanecía con ellos. Quieren pasar el lago. Cuando su palabra lo ordena, deben tener valor, pues el poder de Dios está en él. En este sentido, toda epifanía de Dios quiere aportar paz y alegría. Jesús es la aparición de Dios en los últimos tiempos y lleva consigo la plenitud de la salvación.
Los discípulos tienen un presentimiento: se llenan de temor y asombro. Son presa de un temor reverencial. Sólo se preguntan unos a otros. El viento y las olas le obedecen. él es Señor y Maestro. Pero ¡qué Señor! ¿Qué señor de este mundo es capaz de imponer obediencia a la naturaleza desencadenada? Sólo Dios le manda con autoridad, y ella obedece. ¿Quién es Jesús?
b) El endemoniado de Gerasa (Lc/08/26-39)
26 Arribaron a la región de los gerasenos, que está en la ribera opuesta de Galilea. 27 Y apenas él saltó a tierra, le salió al encuentro, procedente de la ciudad, un hombre que estaba poseído por demonios y que desde hacía bastante tiempo no se cubría con vestido ni vivía en casa alguna, sino en los sepulcros.
El acontecimiento tiene lugar en la ribera situada frente a Galilea, en el país de los gerasenos, en tierra de gentiles, en la zona que está en poder de los demonios. Allí han de ser iniciados los discípulos en los misterios del reino de Dios, en el poder de Jesús sobre los demonios. Jesús no despliega su acción en tierra pagana; se limita a curar a un endemoniado. En esta excursión tienen que abrirse los ojos de los discípulos, de modo que comprendan que no puede hacerle resistencia ni siquiera el poder reunido de los demonios, en su misma zona de influencia de las colonias paganas.
El horror de los poderes demoníacos se hace visible en el poseso. Este tiene demonios que lo llenan, lo impulsan, lo dominan. En él sofocan todo sentimiento humano normal. El poseso no lleva vestidos, no vive en casa alguna, no tiene morada; como no tiene paz ni sosiego, anda por las grutas sepulcrales, rehuye la sociedad humana, la vida; vive intencionadamente allí donde a otros les invade el terror, donde la muerte está en su casa.
28 Cuando vio a Jesús, se echó a sus pies y dijo a grandes gritos: ¿Qué tienes tú que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Por favor te ruego que no me atormentes. 29a Es que Jesús estaba mandando al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre.
Los demonios se rebelan contra Jesús en el poseso, porque saben que tiene poder sobre ellos. Fuerzan al poseso a echarse a los pies de Jesús. Las reglas mágicas de los antiguos prescriben que se bajen los ojos al acercarse la divinidad, que se mire al suelo para poder ejercer contra ella una presión tanto más eficaz. Los demonios lo intentan con la fórmula de conjuro: ¿Qué tienes tú que ver conmigo? No hay nada entre nosotros, vete por tus caminos, nosotros vamos por los nuestros. Gritando su nombre practicaban un exorcismo y tratan de tener a raya el poder de Jesús. Por eso le gritan: Jesús, Hijo del Dios altísimo, y le ruegan e imploran su misericordia: No me atormentes. Recurren al poder supremo de Jesús y al mismo tiempo a sus sentimientos humanos. Jesús, visto por los demonios…
29b Porque en muchas ocasiones lo forzaba de tal manera que, aunque lo ataban con cadenas y le ponían grillos en los pies para tenerlo sujeto, él rompía las ataduras, y el demonio lo empujaba hacia lugares desiertos. 30 Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? él contestó: Legión. Porque eran muchos los demonios que habían entrado en él. 31 Y le rogaban que no les mandara irse al abismo. 32 Había por allí, paciendo en el monte, una gran piara de numerosos cerdos; los demonios le suplicaron que les permitiera entrar en ellos, y él se lo permitió. 33 Salieron, pues, de aquel hombre los demonios y entraron en los cerdos: y la piara se arrojó con gran ímpetu al lago por un precipicio y se ahogó.
Una vez más vuelve a describirse la triste condición del endemoniado. A Lucas le gustan los relatos por duplicado. La prepotencia de los demonios se hace visible en el poder y en la fuerza bruta del poseso. Tiene demonios. Esto parece una cosa anodina. Pero en muchas ocasiones se han apoderado de él los demonios, lo han arrastrado y lo han manejado a su antojo como instrumento inerme de su perniciosa inquietud. En accesos de furor rompe las cadenas que se le habían echado. Va desolado por los desiertos. ¿Qué logran los hombres con encadenarlo? ¿Qué puede la custodia humana, qué pueden las tentativas humanas de poner en orden la fuerza desencadenada de un hombre endemoniado?
El nombre del demonio revela un poder siniestro: Legión. En el ejército romano contaba la legión unos 6000 hombres. No un demonio solo, sino muchos dominan al poseso. La legión es una fuerza organizada, compacta, coordinada, dispuesta al ataque. Las legiones romanas dominan el mundo mediterráneo. Los demonios forman un reino, el reino contrario a Dios.
Revelando el nombre reconocen los demonios la superioridad de Jesús y abandonan al poseso. Confiesan que Jesús es su dueño, su juez, el Señor que sella su reprobación definitiva. Ante él su poder se convierte en impotencia, que sólo es capaz de confesar suplicante su incapacidad.
Tercera prueba del poder demoníaco: La entera piara, poseída por los demonios, se precipita montaña abajo y va a acabar ahogada en las aguas del lago. En la antigua demonología se hace remontar a los demonios la rabia de los animales. Los demonios tienen poder, pero un poder puesto al servicio del caos y de la destrucción. El reino de Dios abarca la creación entera. Desde que Satán fue derrotado en la tentación, tiene que reconocer el señorío de Dios sobre el mundo. Los demonios rogaron a Jesús que les permitiera entrar en los animales. Reconocen el señorío de Jesús sobre la creación.
34 Cuando los porqueros vieron lo que había sucedido, salieron huyendo y llevaron la noticia a la ciudad y a los caseríos. 35 Las gentes acudían a ver lo que había sucedido; llegáronse a Jesús y encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado ya, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús, y quedaron llenos de espanto. 36 Los que lo habían presenciado contaban a los demás cómo el endemoniado había sido curado. 37 Entonces toda la multitud de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos; pues estaban dominados por un miedo enorme. Entró, pues, en una barca y se volvió.
En el centro de la escena se halla Jesús, y a sus pies, como un niño de escuela, el poseso sanado, que ahora está vestido y ha recobrado la razón. Gracias a Jesús se ha vuelto de nuevo verdaderamente humano. Cuando se impone la autoridad a los demonios, se produce orden y gran calma. Jesús es el Salvador, el Redentor, en el que la creación trastornada vuelve a restablecerse y a ordenarse. El orden se manifiesta en el hecho de que el que había estado poseído se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra.
El temor reina en torno a Jesús y al que ha sido curado. Los testigos de lo sucedido huyen arrastrados por el miedo y lo cuentan por todas partes. Los que oyeron la noticia salieron de la ciudad y acudieron a ver lo que había sucedido. Toda la gente de la región circundante se pone en movimiento, va a donde está Jesús y se ve asaltada de gran temor. La acción de Jesús arrastra oleadas de gente cada vez mayores. Sin embargo, su poder tiene efectos inquietantes: sólo causa temor, nada de esperanza. El poder de Jesús es inquietante e infunde temor cuando no se le reconoce como Salvador y Redentor por medio de la palabra.
La multitud no quiere tener nada que ver con el molesto huésped que se impone como señor sobre todo lo que hay de inquietante en los demonios. Durante unos momentos se ha tocado con la mano que bajo el acontecer de este mundo laten otros poderes y otras fuerzas. Ahora bien, el hombre es arrastrado a esta esfera de lo siniestro y temeroso. «Revestíos de la armadura de Dios, para que podáis resistir contra las asechanzas del diablo; porque vuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra… los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los seres espirituales de la maldad que están en las alturas» (Efe 6:11 s). Jesucristo es para nosotros la armadura de Dios.
38 EI hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarlo; pero él lo despidió diciéndole: 39 Vuelve a tu casa, y refiere todo lo que Dios ha hecho contigo. El hombre se fue y pregonaba por toda la ciudad lo que Jesús había hecho con él.
El hombre que había sido salvado deseaba ser uno de los apóstoles de Jesús, de los que se dice : «Constituyó a los doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, con poder para arrojar a los demonios» (Mar 3:14 s). Estar con Jesús es lo esencial del apostolado, y esto es lo que desea el que ha sido sanado. En vano lo pidió a Jesús, aunque reiteraba una y otra vez su súplica. La economía de la salvación exigía aún otra cosa. Jesús lo despidió.
Jesús, sin embargo, no le rehúsa totalmente: Vuelve a tu casa, le dice, y refiere todo lo que Dios ha hecho contigo. Todo lo que Jesús le permite, se mantiene dentro de los límites de su actividad personal. Se evita todo lo que pueda hacer suponer misión o encargo de Jesús. Su campo de acción es su casa, su familia; su proclamación se limita a narrar. No debe en absoluto hablar de Jesús, sino solamente de Dios. Sin embargo, el hombre lo convierte todo en mensaje de carácter cristiano: su esfera de acción es la gran ciudad; él no se limita a referir, sino que anuncia como los apóstoles, como pregonero, habla de lo que ha hecho Jesús, no de lo que ha hecho Dios. El mensaje cristiano irrumpe con fuerza incontenible, incluso en quien se ve todavía contenido por Jesús. Nada está oculto que no se haya de hacer manifiesto. ¿Qué será, pues, cuando Jesús haya resucitado y haya sido exaltado, cuando se abran las fronteras quo separan de los paganos? ¿Cuando los paganos se conviertan en apóstoles? Jesús no sólo vence a los poderes demoníacos que tienen encadenados a los hombres, sino que a los que se ven librados de las cadenas los convierte en pregoneros del reino de Dios y en testigos de su poder sobre los demonios.
c) Poder sobre la enfermedad y la muerte (Lc/08/40-56)
40 Al volver Jesús, fue bien acogido por la multitud; pues todos lo estaban esperando. 41 Y entonces llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y echándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, 42a porque tenía una hija única, de unos doce años, que se estaba muriendo.
El pueblo de Israel aguarda a Jesús y lo acoge; la masa de los paganos lo habían expulsado. A través de la historia de la salvación había preparado Dios a Israel para esperar al Salvador venidero; los paganos carecían de sentido para ello.
Jairo, jefe de la sinagoga, se siente impotente ante el poder de la muerte. Su profundo dolor resuena en palabras como éstas: hija única, objeto de todo el cariño del padre, de doce años, en pleno desarrollo, madura ya para el matrimonio, se estaba muriendo. Aquí no puede nada el poder humano. Jesús es la última esperanza del padre. La súplica va acompañada de humilde postración a los pies de Jesús. Le rogó que fuese a su casa, contrariamente al centuri6n de Cafarnaúm. En Israel está Jesús en su casa.
42b Mientras iba andando, las gentes lo apretujaban. 43 En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie, 44 acercándose por detrás, le tocó la borla del manto, e inmediatamente cesó su flujo de sangre.
Una vez más comienza el relato recordando la simpatía del pueblo por Jesús. Las gentes lo «apretujaban». En el original se usa la misma palabra que cuando se habla de los cardos que ahogan la semilla (Mar 8:14). El pueblo había aguardado a Jesús como al gran protector, ahora lo posee; lo ha recibido cordialmente, ahora lo apretuja y casi lo ahoga.
Una vez más se destaca de la multitud una persona que sufre, una mujer. La historia de su enfermedad es triste. Hace doce años que sufre. Padece flujo de sangre, por lo cual es ritualmente impura y se ve esquivada por las gentes. Ha gastado todos sus bienes en médicos. Nadie ha podido curarla: Terrible palabra: incurable…
La única esperanza que le había quedado era Jesús. No podía como Jairo salir de entre la muchedumbre y presentarse a Jesús, echarse a sus pies y hablarle de su aflicción. Era impura y podía contaminar a otros (Cf. Lev 12:1, s; Lev 15:19 ss.), pues padecía flujo de sangre. Se acercó a Jesús por detrás en medio de aquel gentío y le tocó la borla del manto. Los judíos debían, conforme a la ley, llevar borlas en el ruedo de sus vestidos, a fin de tener presentes todos los mandamientos del Señor (Num 15:38 s). Jairo rogó a Jesús que fuera a su casa. Probablemente pensaba que la curación sólo podía efectuarse mediante imposición de las manos. La mujer busca el contacto con Jesús, aunque sólo sea tocando el último extremo de su vestido.
Inmediatamente cesó el flujo de sangre. Así habla el médico. Sin medicamentos, sin palabras, por el mero contacto alcanza la mujer lo que durante largos años había intentado en vano el arte de la medicina. Lucas, que era médico, suavizó el juicio tan duro de Marcos sobre los médicos; suprimió lo que había hallado en esta fuente: a pesar de los médicos, no había conseguido ninguna mejoría, sino que más bien iba de mal en peor (Mar 5:26). Aunque también él reconoció que en este caso se había mostrado impotente la ciencia médica. Como médico que era pronuncia un dictamen pericial: Inmediatamente cesó el flujo de sangre.
45 Entonces preguntó Jesús: ¿Quién me ha tocado? Como todos negaban haber sido ellos, Pedro le contestó: Maestro, es la multitud la que te oprime y te apretuja. 46 Pero Jesús replicó: Me ha tocado alguien; porque yo me he dado cuenta de que una fuerza ha salido de mí. 47 Cuando la mujer vio que había sido descubierta. se acercó toda temblorosa y echándose a sus pies, refirió delante de todo el pueblo por qué motivo lo había tocado y cómo había quedado curada repentinamente. 48 él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.
Lo que había sucedido ocultamente, lo saca Jesús a la luz pública. Sabe lo que ha tenido lugar. Me ha tocado alguien. Una fuerza ha salido de mí. No es el contacto físico lo que produce la curación, sino la fuerza o virtud de que él dispone. Sólo él lo sabe, no el pueblo, ni tampoco Pedro. Jesús es maestro y Señor en un sentido mucho más profundo de lo que se figura Pedro. Antes mandó a las olas, ahora manda al flujo de sangre. Los milagros son manifestaciones del poder y del imperio de Jesús; Jesús es maestro que goza de autoridad y de poder.
La mujer que ha sido curada y que se mantenía oculta, sale a la luz pública. Reconoce la proximidad de Dios en Jesús, sabe que no puede seguir oculta, se estremece por temor de lo divino que se había manifestado y se echa a los pies de Jesús. Proclama como obra de Dios lo que le había sucedido, y lo hace en presencia de todo el pueblo. Hasta aquella mujer tímida y retraída, movida por la obra de Dios que había ejecutado Jesús con ella, se convierte en pregonera de los grandes hechos de Dios delante del pueblo.
La curación de la mujer no fue debida al hecho de tocar el vestido de Jesús, sino a la fe. Tu fe te ha salvado. La fe es contacto salvífico con Jesús, Salvador y Redentor. La mujer es hija gracias a la fe: por ella entra en la casa y en la comunidad de Jesús. Ha hallado la paz, el restablecimiento de su salud. Es que la paz es orden. Pero la fe le ha dado una paz de la que la curación de la enfermedad sólo es imagen externa.
49 Todavía estaba él hablando, cuando llega uno de casa del jefe de la sinagoga para avisar a éste: Ya ha muerto tu hija; no molestes más al Maestro. 50 Pero Jesús, al oírlo, le dijo: No temas; sólo ten fe, y se salvará. 51 Llegó a la casa y no permitió que nadie entrara con él, fuera de Pedro, Juan y Santiago, además del padre y la madre de la niña. 52 Todos lloraban y se lamentaban por ella. Pero él dijo: No lloréis más; no ha muerto, sino que está durmiendo. 53 Y se burlaban de él, porque sabían que estaba muerta.
Ni siquiera la muerte pone límites al poder de Jesús, que está dispuesto a resucitar a la muchacha difunta si el padre está dispuesto a creer. Sólo ten fe, y se salvará. La fe es condición para salvarse. «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y los de tu casa» (Hec 16:31). La resurrección de la difunta quiere reservarla Jesús a un reducido grupo de testigos. Entre ellos se cuentan tres de los apóstoles: Pedro, el primero de los apóstoles, los dos hermanos Juan y Santiago, y además los padres de la muchacha. De la misma manera que el Señor resucitado de entre los muertos no se hizo visible a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos prefijados por Dios (Hec 10:41), así también Jesús quiso hacerse visible como señor de la muerte, no a todos, sino únicamente a testigos especialmente elegidos. En este misterio del reino de Dios no están iniciados todavía ni siquiera todos los apóstoles, puesto que es algo que hace referencia a la resurrección, y a la pasión y muerte de Jesús.
Todos lloraban y se lamentaban. En el entierro aun de los más pobres tenía que haber por lo menos dos flautistas y una plañidera, que ejecutaran la lamentación por el difunto. El canto fúnebre se canta alternativamente, acompañado de palmadas al son de panderetas y matracas. La lamentación comenzaba después de la muerte en la casa mortuoria y continuaba hasta la inhumación. Todos lloraban y se golpeaban el pecho en señal de dolor. Jesús hace cesar la lamentación. La niña no ha muerto, sino que está durmiendo. Ve la muerte con los ojos de Dios y habla como boca de Dios. Ante el poder de Dios ha perdido la muerte su poder. Se burlaban de él, porque sabían que estaba muerta. La multitud no paraba mientes en que Jesús pudiese tener poder sobre la muerte. Sabían que la niña estaba muerta. Según la experiencia humana, la muerte no devuelve su presa. La multitud reía, se burlaba fundada en su saber humano, pero el padre tenía que creer contra toda experiencia humana.
54 Pero él, tomándola de la mano, dijo en alta voz: Niña, levántate. 55 Y su espíritu volvió a ella y se levantó inmediatamente; entonces mandó que le dieran de comer. 56 Sus padres quedaron llenos de estupor, pero él les encargó que a nadie dijeran lo sucedido.
El retorno de la vida gracias al gesto y a la palabra de Jesús se describe de tres maneras. El espíritu (el alma) volvió a la niña. En la muerte se separa el espíritu del cuerpo. Jesús dice antes de morir: «En tus manos encomiendo mi espíritu» (23,46). La niña se levanta; fuerza vital penetra sus miembros. Tiene que comer. El comer convence de la realidad de la vida. Con la resurrección de Jesús sucederá lo mismo que se efectúa en esta niña. Su espíritu retornará, Jesús se levantará y comerá y beberá con sus discípulos. El precepto del silencio afecta sólo a los padres, evidentemente no a los tres apóstoles que estaban presentes. En cuanto a éstos, es natural que den a conocer lo que estaba oculto. Tienen que anunciar el misterio del reino de Dios, del que forma parte la resurrección de los muertos, la cual tiene su modelo en la resurrección de Jesús.
Jesús ha demostrado su poder frente a poderes ante los cuales se siente impotente el hombre. Ha calmado la naturaleza alborotada, ha quebrantado el poder de los demonios y vencido la fuerza de la muerte y de la enfermedad incurable. Esto sucedió porque en él obraba el poder de Dios; Jesús es la manifestación de Dios en la tierra. Pedro lo llama dos veces Maestro, los demonios lo invocan como Hijo de Dios. Jesús es Salvador y Redentor. Con los tres milagros alcanza el punto culminante de su actividad en Galilea. ¿Qué hay todavía que pueda amedrentar a los hombres, supuesto que crean? Jesús quita el temor a los poderes hostiles al hombre: a la naturaleza desencadenada, a los demonios desencadenados, y al poder de la muerte. La salvación viene por Jesús. El que cree, goza de su poder salvador. Comienzan a hacerse realidad las esperanzas de las bendiciones propias de los últimos tiempos.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Luc 4:44; Luc 23:49; Luc 24:10; Mat 4:23; Mat 9:35; Mat 10:2; Mat 27:55-56; Mar 1:39; Mar 15:40-41; Jua 19:25.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Arreglos para viajar. Lucas menciona un grupo de mujeres que participaba del ministerio de Jesús y ayudaban a proveer para sus necesidades y las de sus acompañantes varones (cf. Mar. 15:40, 41). Nada hay que muestre claramente que María de Magdala (una aldea junto al mar de Galilea) fuera la mujer pecadora de 7:36-50, ¡porque la posesión demoníaca y el pecado no son lo mismo!
Notas. 2 Siete es un número redondo, que indica el peor estado posible de corrupción (cf. 11:26). 3 Sobre Juana ver 24:10 y 9:9.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
8.2, 3 Jesús dignificó a las mujeres de la degradación y servidumbre, al compañerismo y servicio. En la cultura judía se suponía que los rabinos no enseñaran a las mujeres. Al permitir que estas mujeres viajaran con El, Jesús demostraba que todas las personas son iguales ante Dios. Estas mujeres apoyaban el ministerio de Jesús con su dinero. Tenían una gran deuda con El porque había echado demonios de algunas y sanado a otras.8.2, 3 Aquí tenemos un vistazo de varias personas que estaban detrás del escenario en el ministerio de Jesús. A menudo, el ministerio de los que están en primer plano lo sustentan quienes realizan un trabajo menos visible, pero igualmente esencial. Brinde sus recursos a Dios, sin importar si está o no en el centro de la escena.8.4 A menudo, Jesús comunicó verdades espirituales a través de parábolas, historias cortas o descripciones que parten de una situación familiar y le dan una aplicación espiritual. Al unir lo conocido con lo desconocido y forzar a los oidores a pensar, las parábolas pueden señalar verdades espirituales. Una parábola lleva a los oyentes a descubrir solo la verdad y la encubre de quienes tienen prejuicios para verla. En la lectura de las parábolas de Jesús debemos tener cuidado de no extraer demasiadas cosas de ellas. En su mayoría, tienen un solo tema y significado.8.5 ¿Por qué permitiría un sembrador que la semilla cayera en el camino, entre espinos o entre rocas? Esta no es la figura de un agricultor irresponsable que esparce la semilla indiscriminadamente. El agricultor usa el método en el que se emplea la mano (voleo) para sembrar en un gran terreno, tirando puñados a medida que recorre el campo. Su meta es lograr que el mayor porcentaje de semillas eche raíz en el buen terreno, pero hay pérdida inevitable cuando algo cae en lugares menos productivos. El hecho de que parte de la semilla no produzca no es culpa del fiel agricultor ni de la semilla, los resultados dependen de la condición del terreno en el que la semilla cae. Nuestra responsabilidad es esparcir la semilla (mensaje de Dios) y no debemos desalentarnos cuando algunos de nuestros esfuerzos fallan. Recuerde, no toda semilla cae en buen terreno.8.10 ¿Por qué las personas no entendieron las palabras de Jesús? Tal vez porque esperaban un líder militar y sus palabras no encajaban en sus ideas preconcebidas. A lo mejor temían la presión de los líderes religiosos, de manera que no se atrevían a ahondar en las palabras de Jesús. Dios dijo a Isaías que la gente oiría sus palabras y vería milagros portentosos y aun así no comprenderían sus palabras (Isa 6:9). Lo mismo le sucedió a Jesús. La parábola del sembrador es una figura apropiada de la reacción de la gente al resto de sus enseñanzas.8.11-15 Los del «camino», como muchos líderes religiosos, se negaron a creer en el mensaje de Dios. Los de sobre la «piedra», como las multitudes que seguían a Jesús, confiaban en Dios pero no hacían nada para probarlo. Los que están «entre espinos», como la gente dominada por el materialismo, no le dan cabida a Dios. Los de «buena tierra», en contraste a los otros grupos, le sigue sin tener en cuenta el costo. ¿Qué tipo de terreno es usted?8.16-17 Cuando la luz de la verdad acerca de Jesús nos ilumina, tenemos la responsabilidad de brillar con la luz que ayuda a otros. Nuestro testimonio debe ser público, no encubierto. No debemos guardarnos los beneficios, debemos compartirlos con otros. A fin de ayudar, debemos estar bien ubicados. Busque oportunidades para estar en el lugar donde los inconversos necesitan ayuda.8.18 Poner por obra la Palabra de Dios nos ayuda a crecer. Este es un principio físico, mental y espiritual de la vida. Por ejemplo, cuando un músculo se ejercita, crece fuerte; pero uno que no se ejercita crece débil y flácido. Si usted no crece, será débil. Es imposible permanecer así por mucho tiempo. ¿Qué hace con lo que Dios le ha dado?8.21 Los verdaderos familiares de Jesús son los que escuchan y obedecen sus palabras. Escuchar sin obedecer no es suficiente. Como Jesús amó a su madre (véase Joh 19:25-27), así El nos ama. El nos ofrece una íntima relación familiar con El.8.23 El mar de Galilea (hoy en día un gran lago) es aún el escenario de tormentas considerables, algunas veces con olas que alcanzan una altura de seis metros. Los discípulos de Jesús no lucharon sin causa. A pesar de que varios eran expertos pescadores y sabían cómo controlar una embarcación, el peligro era real.8.25 Cuando estamos en medio de la tormenta de la vida, es fácil pensar que Dios ha perdido el control y que estamos a merced de los vientos del destino. En realidad, Dios es soberano. Controla la historia del mundo y nuestro destino personal. Así como Jesús calmó las olas, puede también calmar cualquier tormenta que enfrentemos.8.26 La tierra de los gadarenos estaba en territorio gentil al sudeste del mar de Galilea, en la región de Decápolis o de las diez ciudades. Esas eran ciudades griegas que no pertenecieron a ningún país y se autogobernaban. Aunque los judíos no poseían cerdos, ya que la religión judía los consideraba inmundos, los gentiles sí.8.27, 28 Esos demonios reconocieron a Jesús y su autoridad inmediatamente. Sabían quién era y lo que su gran poder podía hacerles. Los demonios, mensajeros de Satanás, son poderosos y destructores. Hoy en día siguen activos, atentan y destruyen la comunión y relación del hombre con Dios. Los demonios y la posesión demoníaca son reales. Es vital que los creyentes reconozcan la potestad de Satanás y sus demonios, pero no debemos permitir que la curiosidad nos conduzca a mezclarnos con fuerzas demoníacas (Deu 18:10-12). Los demonios no tienen poder sobre quienes confían en Dios. Si resistimos al demonio, huirá de nosotros (Jam 4:7).8.29-31 Los demonios le suplicaron que no los enviara al abismo, que en Rev 9:1 y 20.1-3 también lo mencionan como el lugar de confinamiento para Satanás y sus mensajeros. Ellos, por supuesto, sabían del lugar y no deseaban que los enviaran allá.8.30 El nombre del demonio era Legión. Una legión era una división principal del ejército romano, tenía entre tres mil y seis mil soldados. El hombre estaba poseído por muchos demonios.8.33 ¿Por qué Jesús no destruyó estos demonios ni los envió al abismo? Porque el tiempo para ello no había llegado. Jesús libera a muchas personas de la obra destructiva de la posesión demoníaca, pero aún no ha destruido a los demonios. La misma pregunta puede plantearse hoy: ¿Por qué Jesús no destruye ni detiene el pecado del mundo? El tiempo para esto aún no ha llegado. Pero llegará. El libro de Apocalipsis anuncia la victoria futura de Jesús sobre Satanás, sus demonios y toda maldad.8.33-37 Los demonios ahogaron a los cerdos y causaron un daño económico a sus dueños. Pero, ¿pueden los cerdos y el dinero compararse con la vida humana? Un hombre se liberó del poder demoníaco, sin embargo los pobladores pensaron solamente en el dinero. La gente siempre tiende a valorar más las ganancias que a las mismas personas. A través de la historia han surgido muchas guerras para proteger los intereses económicos. Mucha injusticia y opresión, interna y externa, se debe a que algunos individuos o compañías buscan enriquecerse. Se sacrifican de continuo a las personas a causa del dinero. No dé mayor importancia a los «cerdos» que a las personas. Piense en cómo sus decisiones afectarán a otros seres humanos y esté dispuesto a adoptar un estilo de vida más simple si es que eso evita el sufrimiento en otros.8.38, 39 Jesús a menudo pidió a los que sanó que no divulgaran su sanidad, en cambio le urgió a este hombre que volviera al seno de la familia y dijera lo que Dios hizo con él. ¿Por qué? (1) Sabía que el hombre sería un testigo eficaz entre quienes le conocían en su estado anterior y que podrían atestiguar su sanidad milagrosa. (2) Quiso expandir su ministerio, al presentar su mensaje en este territorio gentil. (3) Sabía que los gentiles, que no esperaban un Mesías, no desviarían su ministerio tratando de coronarlo rey. Cuando Dios toque su vida, no tema testificar de sus maravillas.8.41 La sinagoga era el centro local de adoración. El principal de la sinagoga era responsable de la administración, el mantenimiento del edificio y la supervisión de la adoración. Debió haber sido poco usual que un respetable líder de una sinagoga cayera a los pies de un predicador itinerante y suplicara la sanidad de su hija. Jesús honró la confianza y humildad de este hombre (8.50, 54-56).8.43-48 Mucha gente rodeaba a Jesús cuando iba camino a la casa de Jairo. Virtualmente era imposible lograr pasar entre la gente, pero una mujer desesperada halló la forma de hacerlo a fin de tocar a Jesús. En cuanto lo hizo, sanó. ¡Qué diferencia entre la multitud que rodeaba a Jesús y los pocos que se acercaron para tocarle! Muchas personas poseen una débil familiaridad con El y no hay ningún tipo de cambio ni mejora en sus vidas debido a este conocimiento superficial. Solo el toque de la fe es lo que libera el poder sanador de Dios. ¿Se relaciona apenas con Dios o se acerca a El en fe sabiendo que al tocarlo su alma recibirá sanidad?8.45 No era que Jesús desconociera quién lo tocó, sino que quiso que la mujer se diera a conocer y se identificara. Quiso enseñarle que su manto no contenía alguna propiedad mágica, sino que su fe la sanó. También quiso dar una lección a la multitud. De acuerdo a la Ley judía, un hombre que tocaba a una mujer que menstruaba se contaminaba (Lev 15:19-28). Siempre era así ya sea que el flujo fuera normal o, como en el caso de esta mujer, se debiera a una enfermedad. Para protegerse de esta contaminación, los hombres judíos evitaban tocarlas, hablarles y aun mirarlas. Por contraste, Jesús proclamó a cientos de personas que esta mujer «inmunda» lo tocó y luego la sanó. En la mente de Jesús, las mujeres no eran fuentes potenciales de contaminación. Eran seres humanos que merecían respeto y reconocimiento.8.56 ¿Por qué Jesús pidió a los padres que no hablaran de la sanidad de su hija? Sabía que los hechos hablarían por sí solos. Además, estaba consciente de su ministerio. No quería que le conocieran como uno que hacía milagros, quería que la gente escuchara su mensaje que aún hoy posee la virtud de sanar las vidas espirituales quebrantadas.JESUS Y LAS MUJERESJesús habla con una samaritana en el pozo: Joh 4:1-26Jesús resucita al hijo de una viuda: Luk 7:11-17Una pecadora unge los pies de Jesús: Luk 7:36-50La adúltera: Joh 8:1-11El grupo de mujeres viaja con Jesús: Luk 8:1-3Jesús visita a María y Marta: Luk 10:38-42Jesús sana a una mujer encorvada: Luk 13:10-17Jesús sana a la hija de una gentil: Mar 7:24-30Las mujeres lloran al seguir a Jesús en su camino a la cruz: Luk 23:27-31La madre de Jesús y otras mujeres se reúnen al pie de la cruz: Joh 19:25-27Jesús aparece a María Magdalena: Mar 16:9-11Jesús aparece a otras mujeres después de su resurrección: Mat 28:8-10Como gentil que plasma las palabras, obras y vida de Jesús, Lucas demuestra una sensibilidad especial hacia los «extranjeros» con los que Jesús se relacionó. Por ejemplo, Lucas incluye cinco sucesos donde participan mujeres que otros Evangelios no mencionan. La cultura judía en el primer siglo, por lo general trataba a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y tenían solo algunos de los derechos que los hombres poseían. Pero Jesús cruzó esas barreras y Lucas mostró la sensibilidad que tenía para con las mujeres. Trató a todas las personas por igual. Varios pasajes anteriores nos dicen de sus encuentros con mujeres.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “anunciando; pregonando”. Gr.: ke·rýs·son; lat.: praé·di·cans.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 486 Mat 9:35; Luc 4:43
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
comenzó…proclamando. Este es el segundo viaje de predicación del Señor en Galilea (4:40– 44). Le acompañaban los doce discípulos y un grupo de mujeres que les auxiliaban durante el viaje (vers. 2, 3).
reino de Dios. Véase coment. en 4:43.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 super (1) Proclamando como un heraldo.
1 super (2) Véase la nota 43 super (1) del cap.4.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
101 (e) Las mujeres discípulas de Jesús (8,1-3). Este sumario es exclusivo de Lucas y está en sintonía con el importante papel que asigna a las mujeres. Cf. 2,36-38. 1. reino de Dios: El gobierno de Dios se proclama con palabras en el marco del grupo de acompañantes de Jesús. Los primeros componentes de este grupo son los Doce, todos hombres, que expresan, simbólicamente, la intención de Dios de reconstituir, mediante Jesús, las doce tribus de Israel (cf. Hch 26,7). 2. mujeres: Las mujeres constituyen el segundo elemento de este grupo. Un dato ciertamente extraño, pues esta mención de las mujeres chocaría a los lectores grecorromanos de Lucas, como ya chocaba a los contemporáneos judíos de Jesús: «Era común que las mujeres ayudasen a los rabinos y a sus discípulos con dinero, propiedades y alimentos. Pero que dejasen su casa para viajar con un rabino no sólo era algo inaudito, sino también escandaloso. Más escandaloso aún era que mujeres, respetables y no respetables, se hallasen entre los compañeros de viaje de Jesús» (B. Witherington, ZNW 70 [1979] 244-45). El bienestar físico de estas mujeres, curadas de malos espíritus y otras enfermedades, es la prueba visible del poder del reino de Dios en la acción de Jesús. El poder de Jesús sobre el mal se manifiesta esp. en el restablecimiento de la salud de María, natural de la aldea galilea de Magdala, de la que había expulsado siete (número que expresa una totalidad) demonios. 3. Juana: Esposa de Cusa, administrador de Herodes Antipas; mujer de cierta posición y con medios económicos. Este grupo de viaje evangélico representa el reino de Dios, en el que acontece la reconciliación entre hombres y mujeres, casados y solteros, sanos y enfermos, ricos y pobres. Además de su dimensión cristológica, hay en estos versículos un desafío eclesiológico. Deberíamos leer este pasaje en relación con 23,49-24,12, otro ejemplo de analepsis o «flashback» lucano que indica al lector que, cuando lea la palabra «discípulos» en 8,4-23,54, tiene que incluir a las mujeres entre los miembros de este grupo. Estas fieles mujeres son testigos de todo cuanto Jesús ha realizado en Galilea, en el camino hacia Jerusalén, y en Jerusalén, incluida la última cena. Ellas proclaman el significado evangélico de lo que han experimentado como testigos (24,7-10) y reciben el Espíritu Santo prometido (Hch 1-2).
102 (f) Diferentes modos de oír la palabra de Dios (8,4-21). Con esta sección, Lucas regresa al evangelio de Marcos (8,4-18 = Mc 4,1-25; 8,19-21 = Mc 3,31-35), explotando el motivo de la escucha de la palabra de Dios que es el mensaje cristiano y desarrollando, de este modo, algunas enseñanzas sobre el sentido del discipulado. 4-15. Esta sección contiene una de las 50 parábolas de Lucas. Cf. J. Drury, The Parables in the Gospels [Nueva York 1985] 108-57). 5. su simiente: Lucas pone el acento en la semilla sembrada; cf. v. 11.8. Mientras que la siembra inicial parecía conducir a un estrepitoso resultado, la cosecha final es, increíblemente, enorme. Esta parábola del Jesús histórico dibuja una descripción de un Dios digno de toda confianza, que finalmente hará fructificar su reino, el que tenga oídos que oiga: El oír se convierte en leitmotiv y un reto del resto de esta sección. Cf. vv. 10.12.13.14.15.18.21. Cf. J. Dupont, «La parabole du semeur dans la versión de Luc», Apophoreta (Fest. E. Haenchen, ed. W. Eltester y F. H. Kettler, BZNW 30, Berlín 1964) 97-108. 10. a los otros: Lucas ha suavizado el duro trato de Marcos hacia los de «fuera» e, incluso, hacia los mismos discípulos (cf. Mc 4,11-13). Es un sello característico del concepto de discipulado según Lucas que los discípulos no sólo oigan las parábolas del reino de Dios, sino que sean destinatarios de la especial gracia de saber lo que el reino de Dios implica para la vida cristiana cotidiana. El contexto, esp. los vv. 16-18, muestra que las comunidades lucanas no han cesado de proclamar la palabra de Dios a los otros, quienes, sin embargo, permanecen encerrados en el nivel superficial del mero oír la palabra. 11. la palabra de Dios: La explicación de la parábola original de Jesús refleja la experiencia de las comunidades lucanas en su esfuerzo por anunciar la palabra a los otros y en profundizar en su propia respuesta. Sobre el tema de la palabra de Dios, cf. Hch 6,7; 12,24; 19,20. 12. En este y en los siguientes versículos, el centro de la escena lo ocupa los diferentes tipos de terreno, sean salvados: El objetivo de la predicación cristiana está ya presente de forma potente y desafiante. 13. apostasía: Éste es el significado de la palabra gr. peirasmos. Lucas trata de las alternativas ante el modo de vida cristiano: la apostasía o la perseverancia. Cf. S. Brown, Apostasy and Perseverance in the Theology of Luke (AnBib 36, Roma 1969). 14. preocupaciones, riquezas y placeres de la vida: Formidable es esta tríada lucana de oposiciones a la palabra. Lc 12,19 y 16,19 presentan, de forma dramática, los peligros de las riquezas y de los placeres de la vida. En Lc 21,34, regresará a los problemas que causan al discipulado las preocupaciones por los problemas mundanos. 15. Dos son las fuerzas que caracterizan a los discípulos de Jesús: la generosidad y la perseverancia en la respuesta a la palabra de Dios.
103 16-18. Estas dos sentencias proverbiales prosiguen la reflexión lucana sobre la escucha de la Palabra (cf. v. 18). 16. Esta versión lucana del proverbio se ajusta al tipo de casa que Lucas conocía, concretamente, aquellas que tenían un vestíbulo. Los discípulos deben manifestar a los «otros» del v. 10, la luz de la palabra de Dios. 17. El conocimiento de los «misterios de Dios» (v. 10) no es esotérico o gnóstico, es decir, reservado a un grupo sectario. Es un conocimiento para compartir con los «otros». 18. tened cuidado cómo escucháis: Escuchar sin comprender la palabra, esp. la comprensión que tiene su origen en el esfuerzo de comunicar la palabra a los otros, conduce a la pérdida total de la capacidad de oír.
104 19-21. El nexo con lo precedente es, de nuevo, «oír la palabra» (v. 21). En contraste con Mc 3,31-35, Lucas no infravalora a la madre ni a los parientes de Jesús. En el v. 21 resuenan ecos de Lc 1,38; 2,19.51: María es el modelo de discípulo cristiano que medita la palabra de Dios y actúa de acuerdo con ella. Los discípulos cristianos se convierten en familia de Dios no por nacimiento, ni por ser varones, ni por cumplir las leyes de pureza ritual, sino por oír la palabra de Dios y actuar conforme a ella.
105 (g) Jesús vence el caos (8,22-25). Este pasaje prosigue la enseñanza lucana sobre el poder salvífico de Jesús y sobre el significado del discipulado. Cf. Mc 4,35-41. 22. los discípulos: Término que integra tanto a hombres como a mujeres (cf. 8,1-3). En contraste con Mc 4,36, es Jesús, no los discípulos, quien propone y ordena que se dirijan hacia el territorio gentil (cf. 8,26-39). 23. En el AT, las tempestades eran un símbolo del caos. Dios las venció en la creación (Sal 29,3-4). En el éxodo, Dios venció también las fuerzas del mar Rojo (Sal 106,9). Dios salva a los creyentes que sufren en una embarcación ¡as sacudidas de una tormenta marítima (Sal 107,23-32). El poder de la tempestad hunde a los discípulos. 24. increpa: Este término técnico, procedente del vocabulario de exorcismo, fue usado anteriormente en 4,35.39. Jesús, como el Dios invocado en los salmos, salva a sus discípulos de perecer en el caos de la tempestad. 25. ¿dónde está vuestra fe?: Esta provocadora pregunta es menos dura que su paralelo de Mc 4,40, pero, no obstante, sigue siendo punzante. Lucas juega con la estrecha relación que ha establecido entre fe y salvación en 8,12. ¿quién es éste?: La perícopa llega a su conclusión y desafío cristológicos. ¿Mantendrán su fe los discípulos y los lectores, que creen en el poder soberano de Jesús, cuando en el futuro reine el caos? Cf. Busse, Wunder (→ 67 supra) 196-205.
106 (h) Jesús restablece a un gentil demente en la comunidad humana (8,26-39). En este extraordinario exorcismo, Lucas reelabora Mc 5,1-20, haciendo explícitos los contrastes que estaban implícitos en Marcos: fuera de la ciudad (8,27), dentro de la ciudad (8,39); vivir entre las tumbas (8,27), vivir en una casa (8,27.39); desnudo (8,27), vestido (8,35); demente (8,27), sano juicio (8,35); vivir en desierto (8,29), vivir en una casa (8,39). Estos contrastes implican transferencias: del aislamiento destructivo a la integración en la comunidad humana. Lucas identifica estas transferencias, realizadas por Jesús, «Hijo de Dios Altísimo», con «ser salvado» (8,36). Incluso los cerdos, cuya presencia en este exorcismo es a primera vista un tanto enigmática, contribuyen a la enseñanza cristológica de Lucas: no solamente el mundo de los demonios, sino que también los poderes de la religión pagana y el poder romano, simbolizados por los cerdos, están sometidos a la autoridad de Jesús. Es él, no ellos, quien devuelve a los seres humanos a la plenitud de la vida.
107 26. gerasenos: Esta es la lectura correcta; se refiere a la población de Gerasa, una de las ciudades de la Decápolis gentil, situada a unos 53 km al sudeste del lago de Genesaret (→Geografía bíblica, 73:52). Puesto que los cerdos carecen de glándulas sudoríparas, no habrían sobrevivido a una estampida de 53 km. El relato se mueve en el nivel simbólico. frente a Galilea: Con este circunloquio, Lucas prefigura la misión posterior de la Iglesia a los gentiles, al tiempo que mantiene el desarrollo narrativo del ministerio de Jesús en el marco de Galilea, que es territorio judío. 27. ciudad: Desde la perspectiva de la cultura a la que Lucas pertenecía, estar fuera de la ciudad implicaba estar en peligro de perder la propia existencia. Jesús liberará a¡ poseído de su aislamiento y lo integrará en la ciudad, donde encontrará seguridad física y gozará de una existencia significativa en medio de sus conciudadanos. desnudo: Las personas a quienes se les quitaba la libertad perdían la capacidad de ir vestidos. Tales eran los prisioneros y esclavos (cf. Dt 28,48; Is 20,2-4), las prostitutas (Ez 16,38-40), los dementes (1 Sm 19,23-24) y los condenados (1 Sm 28,14). Estar privado de la propia ropa era igual que perder la propia identidad. Al vestirse (8,35), el demente recupera su identidad y el control sobre su vida. Cf. E. Haulotte, Symbolique de vétement selon la Bible (Théologie 65, París 1966) 79. no vivía en una casa: La palabra gr. oikos/oikia, «casa», es un término favorito de Lucas, y se refiere a «mi casa y hogar, con todo su personal y propiedades, mi familia y linaje, mi «identidad”, el lugar al que “pertenezco” y donde realizo mis responsabilidades, mis derechos personales y comunitarios, así como mis obligaciones religiosas» (J. H. Elliott, A Home for the Homeless [Filadelfia 1981] 24 [trad. esp.: Un hogar para los que no tienen patria ni hogar (Estella 1995]). Al integrar al hombre en su casa (v. 39), Jesús le devuelve su identidad. Ahora ya tiene un lugar al que pertenece. Tiene un pasado, disfruta del presente con su familia y tendrá un futuro garantizado también por la familia, tumbas: Lugar impuro. 28. cayó: Lucas no deja dudas de que aquel que domina la situación es Jesús. Cf. también v. 29: Jesús es quien manda. 29. el desierto: El desierto es el lugar de los demonios y sus fuerzas destructivas. Jesús integra al hombre en su casa y su ciudad. 30. legión: Una legión romana estaba formada por 6.000 soldados de infantería. La legión será enviada a los cerdos. El poderío romano se simbolizaba mediante una fecunda cerda blanca que paría 30 lechones, y también por el jabalí. El símbolo de la Legio X Fretensis, que fue trasladada a Siria en la época de Tiberio y participó en la guerra judía de los años 66-70 d.C., era el jabalí. «La presencia de un poder político extranjero era siempre la presencia de un poder numinoso amenazante, una contaminación del país. El poder romano podría ser considerado como una amenaza de procedencia demoniaca… Esto convirtió la acción del exorcista en un “signo” de la futura liberación» (G. Theissen, The Miracle Stories of the Early Christian Tradition [Filadelfia 1983] 255). 31. abismo: Esta palabra, única en todo el relato lucano, se refiere al dominio y poder de Satán. Cf. Ap 20,1-3. Al presentar a Jesús destruyendo a la legión de demonios, Lucas subraya el poder de Jesús sobre el mal. 32. cerdos: Estos animales vuelven a aparecer en Lc 15,15-16. El cerdo era el animal más utilizado en los sacrificios rituales grecorromanos. Para los judíos, comer cerdo era sinónimo de paganismo y apostasía del judaismo (cf. 2 y 4 Mac; Is 65,1-5). Era también un símbolo de la fuerza romana (cf. v. 31). 35. a los pies de Jesús: Ésta es la auténtica postura de un discípulo de Jesús; cf. 10,39; Hch 22,3. sano juicio: Otro contraste lucano. Gracias a Jesús, el loco recupera su racionalidad, es capaz de emitir palabras comprensibles a sus conciudadanos, está capacitado para tomar decisiones razonables en el ámbito de la ciudad y de su propia familia (cf. v. 39). 36. había sido salvado: Descubrimos lo que Lucas entiende por salvación, constatando las transformaciones que el Señor Jesús ha realizado en la vida del hombre demente. 37. Mientras que ante otros exorcismos de Jesús la gente responde con admiración y alabanza, en este caso la respuesta es negativa. Incluso aunque todos los medios empleados por ellos para controlar al demente habían fracasado (v. 29), consideran bastante problemático hacer frente a los poderes de transformación que Jesús ha desatado entre ellos. 39. El hombre se convierte en misionero al comunicar lo que experimenta en su interior y proclamar a sus conciudadanos gentiles lo que Dios ha hecho por él mediante Jesús. Cf. F. Annen, Heil für die Heiden (FrTS 25, Francfort 1976).
108 (i) El poder de Jesús va más allá de la pureza ritual y da vida a dos mujeres (8,40-56). Lucas construye este pasaje a partir de Mc 5,21-43. Concluye con él la presentación que comenzó en 7,1, y que tenía como tema principal el poder de Jesús sobre las fuerzas destructivas para beneficio de hombres y mujeres. Jesús no permite que las leyes de pureza ritual sean un obstáculo para su misión del reino a favor de todos: «Tanto la mujer joven, que comienza su menstruación, como la mayor, que la sufre como enfermedad, reciben una vida nueva. La potencia creadora de las mujeres, manifestada en “el flujo de sangre”, no es “mala” ni es truncada por la muerte, sino que es «restablecida” para que puedan «vivir en shalom»» (E. Schüssler Fiorenza, In Memory of Her [Nueva York 1983] 124).
109 41. Jairo: Este jefe de una sinagoga es una excepción en la dominante visión negativa que Lucas tiene de los dirigentes judíos. 42. hija única: Lucas invita al lector a releer un relato similar en 7,11-17, donde Jesús devolvió a la vida al hijo único de una viuda, doce: La niña estaba en edad casadera. 43. A este relato se conecta el de otra mujer con problemas mediante la palabra gancho «doce». 44-46. Jesús es tocado por una persona impura. 47. La mujer se mueve desde la mentira hacia la confesión de fe agradecida en presencia del público. 48. tu fe: Tenía fe en el poder de que Dios, mediante Jesús, le devolvería la salud. Deja de ser una marginada, separada de la vida y del culto por su hemorragia menstrual, y se convierte en hija que pertenece al Israel reconstituido. 54. Jesús toca el cadáver impuro, levántate: El mandato de Jesús se expresa con el mismo término gr. (egeirein) que Lucas utiliza para la resurrección de Jesús (p.ej., 9,22). El levantamiento de la hija de Jairo es un signo de su poder de resucitar. 55. comer. Aparece el tema lucano de la comida: un buen apetito es signo del restablecimiento de la salud.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
Notemos en estos versículos la actividad incansable de nuestro Señor Jesucristo en hacer bien. Se nos dice que caminaba por todas las ciudades y aldeas predicando, y anunciando el evangelio del reino de Dios.»Sabemos el recibimiento que hallaba en muchos lugares. Sabemos que mientras algunos creían, muchos no creían. Pero la incredulidad de los hombres no hacia desistir de su obra á nuestro Señor. Estaba siempre «atendiendo á los negocios de Su Padre.» Corta como fue su misión terrenal en punto ú duración, fue larga si consideramos lo que se llevó á cabo.
Que la actividad de Cristo sea un ejemplo para todos los cristianos. Sigamos las huellas de ese divino Maestro aunque estemos lejos de llegar á su perfección. Como él, trabajemos con ahínco en hacer bien en nuestros días y en nuestro siglo, y dejar el mundo mejor que lo encontramos. No es sin objeto que dice la Escritura expresamente: » El que dice que está en él, debe andar como él anduvo.» 1Jo 2:6.
El tiempo es sin duda corto; pero si lo arreglamos con economía y somos sistemáticos en nuestros hábitos, podemos hacer mucho. Pocos tienen idea de cuanto puede hacerse en doce horas, si uno se consagra á sus negocios, y evita la negligencia y la frivolidad. Seamos pues activos como nuestro Señor, y «aprovechemos el tiempo.
La vida es indudablemente corta. Pero es la única época en que cristianos pueden hacer alguna obra de misericordia. En el otro mundo no habrá ningún ignorante á quien instruir, ningunos afligidos que consolar, ningún error espiritual que aclarar, ninguna miseria que remediar, ningún pesar que mitigar.
Cualquiera obra que hagamos de este género tenemos que hacerla de este lado de la sepultura. Apercibámonos de nuestra responsabilidad individual. Las almas están pereciendo, y el tiempo está pasando rápidamente. Resolvamos con la gracia de Dios hacer algo por la gloria de Dios antes de que muramos.
Recordemos otra vez el ejemplo de nuestro Señor, y como él, seamos activos y «aprovechemos el tiempo..
En segundo lugar notemos en estos versículos el poder de la gracia de Dios, y el influjo impulsivo del amor de Cristo. Leemos que entre las personas que seguían á nuestro Señor en sus viajes, iban «algunas mujeres, que habían sido curadas por él de malos espíritus y enfermedades..
Podemos fácilmente concebir que las dificultades que estas santas mujeres hubieron de arrostrar para hacerse discípulas de Cristo no fueran pocas ni pequeñas. Tenían que sufrir el desprecio y el escarnio que los Escribas y Fariseos vertían sobre todos los que seguían á Jesús. Tenían además muchas pruebas por que pasar á causa de las duras palabras y del mal trato que cualquiera Judía que pensaba por sí misma en materias religiosas tendría probablemente que sufrir. Pero ninguna de estas cosas las arredraban.
Agradecidas como estaban á nuestro Señor por las mercedes recibidas de sus manos, querían sufrir mucho por amor suyo. Fortalecidas interiormente por el poder renovador del Espíritu Santo, se hallaban en aptitud de seguir á Jesús y no flaquear. ¡Y Le permanecieron noblemente fieles hasta el fin! No fue una mujer quien vendió á nuestro Señor por treinta monedas de plata. No fueron mujeres quienes abandonaron al Señor en el jardín y huyeron. No fue una mujer quien le negó tres veces en la casa del sumo sacerdote, fueron mujeres quienes lloraron y lamentaron cuando Jesús era llevado para ser crucificado. Mujeres fueron, quienes se mantuvieron firmes hasta lo ultimo junto á la cruz. Fueron mujeres las que primero visitaron el sepulcro «en que yacía el Señor.» ¡Grande es en verdad el poder de la gracia de Dios! Que el recuerdo de la noble conducta de estas mujeres anime a todas las hijas de Eva á cargar la cruz y seguir á Cristo. Que el conocimiento de su propia debilidad, o el temor de caer no les impida hacer una decidida profesión de fe. Acaso la madre de una larga familia y de escasos recursos nos diga que no tiene tiempo desocupado para la religión. Acaso la mujer de un hombre irreligioso nos diga que no se atreve á. comenzar á ocuparse de religión. Tal vez la joven cuyos padres son indevotos nos diga que lo es imposible tener religión alguna. Y quizás la criada que vive en medio de compañeras no convertidas, pueda decirnos, que en mi posición una persona no puede seguir la religión. Pero este es un gravísimo error. Con Cristo nada es imposible. Que vuelvan a pensarlo, y cambien de parecer. Que empiecen con fe en Cristo, y confíen á él el resultado. El Señor no cambia jamás. El que dio gracia y valor á «algunas mujeres » para que le sirvieran mientras estuvo en la tierra, puede facilitar los medios necesarios para que en estos tiempos las mujeres le sirvan, le glorifiquen, y sean Sus discípulas.
Notemos, finalmente, en estos versículos, el privilegio peculiar que nuestro Señor concede á los que fielmente lo siguen. Se nos dice que las mujeres que lo acompañaban en sus jornadas, «le servían de sus haberes.» Sin duda él no necesitaba de su auxilio. Son suyos todos los animales silvestres, y los ganados que pacen en mulares de montes. Psa 50:10. Aquel poderoso Salvador que pudo multiplicar unos pocos panes y pescados para alimentar á millares de personas, pudo hacer brotar de la tierra alimento para su sustento, si así lo hubiera juzgado conveniente. Más no lo hizo así, por dos razones: primero, porque quiso mostrarnos que era hombre como nosotros mismos en todo, excepto solamente en el pecado, y que vivía con fe en la providencia de su Padre; segundo, porque permitiendo á sus secuaces que le asistieran, podía poner á prueba por sí mismo el amor y respeto con que lo miraban. El que tiene verdadero amor considera un placer dar algo al objeto amado. El que no lo tiene acostumbra hablar, prometer mucho, pero no hace absolutamente nada.
Esto de «servir á Cristo de sus haberes » presenta á la mente una importante serie de reflexiones que haremos bien en considerar. Nuestro Señor Jesucristo cuida continuamente de Su iglesia en nuestros días. Le seria fácil, sin duda, convertir á los chinos ó indostaníes en un momento, y crear la gracia con una sola palabra, ¡creó la luz el primer día de la creación! Más El no obra así. Quiere obrar usando como medios a los misioneros y su predicación, para difundir Su Evangelio.
Y haciéndolo así, está poniendo á prueba continuamente la fe y el celo de la iglesia. Permite á los cristianos que sean Sus coladores, para poder probar quien tiene voluntad de «servir,» y quien no la tiene. Permite que la propagación del Evangelio se fomente por medio de suscriciones, contribuciones, y sociedades religiosas, para poder experimentar quienes son los avaros é infieles y quienes los verdaderamente «ricos para con Dios.» En resumen, la iglesia visible de Cristo puede dividirse en dos grandes partes, los que «sirven» á Cristo, y los que no le sirven. ¡Pluguiese á Dios que todos nos acordásemos de esta gran verdad y diésemos pruebas de nuestro amor! Mientras vivimos estamos en tela de juicio. Nuestras vidas están manifestando constantemente de quienes somos y á quien servimos; si amamos á Cristo, ó amamos el mundo. ¡Felices los que saben qué es «servir á Cristo con sus haberes»! Todavía podemos hacer esto, aunque nuestros ojos no contemplen su rostro. Aquellas palabras que describen lo que tendrá lugar el día del juicio son muy solemnes: «Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber.» Mat 25:42.
Fuente: Los Evangelios Explicados
R608 La preposición que aparece en κατὰ πόλιν καὶ κώμην tiene la idea de distribución: por ciudades y aldeas.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., Y sucedió
Fuente: La Biblia de las Américas
Parábola del sembrador. Declara quiénes son sus hermanos, y su madre. Sosiega una tempestad en el mar, y reprende la poca fe de sus discípulos. Libra un endemoniado de una legión de demonios. Una mujer que le toca la orla del vestido, queda libre de un flujo de sangre que padecía; y resucita a la hija del arquisinagogo Jairo.
1 a. Apóstoles.
3 b. Era costumbre entre los judíos, que las mujeres suministrasen de sus bienes lo necesario para el alimento y vestido de los que miraban como a sus maestros espirituales; y el Señor quiso valerse de este medio, para socorrer sus necesidades temporales al mismo tiempo que las hacía participantes de sus tesoros y gracias espirituales; enseñando a sus discípulos con el ejemplo de estas mujeres, a que asistiesen con las cosas temporales a los predicadores del Evangelio; y a estos, que se contentasen con lo muy preciso para su alimento y vestido. San Jerónimo.
4 c. El Griego: kái tón katá pólin epiporeuoménon, y acudiesen a él de cada ciudad.
6 d. MS. Lo al; y lo mismo en los vv. 7 y 8.
8 e. MS. Á cient doblos.
f. Para recibir y comprender estas cosas.
10 g. MS. La facienda del regno de Dios.
12 h. Esto es, los que son significados o figurados por el grano que cayó junto al camino.
15 i. El Griego: en kardía kalé kái agathé, en corazón hermoso y bueno. Esto es, que sea verdaderamente bueno.
j. Esto es, sufriendo con paciencia los trabajos que Dios les envía, y esperando con la misma la recompensa.
24 k. MS. Castigador, perecemos.
l. MS. É ouiéron segurança.
25 m. MS. Ellos temientes.
26 n. El Griego: ton gadarenón, de los Gaderenos; y lo mismo en el v. 37.
27 o. El Griego: ek tés póleis, de la ciudad. Véase Mt 8,28 y lo que allí dejamos notado.
28 p. MS. ¿El mucho alto.
29 q. MS. É era uencido guardado en cormas, é en cadenas.
32 r. Jesucristo no los envió, sino que les permitió que entrasen. Dios envía el mal de pena, para castigar los pecados de los hombres; y permite el mal de culpa, dejándolos correr desenfrenAdánente por sus apetitos, para mayor castigo de los mismos. La Escritura usa alguna vez de términos, que parecen señalar una acción de parte de Dios; pero que en el fondo no explican sino una suspensión de acción, o una permisión.
33 s. MS. En el estang.
34 t. MS. Los porquerizos fugiéron.
u. El Griego: kái eis tóus agróus, y por los campos.
41 v. MS. Que era Princep de la sinoa. De la ciudad de Cafarnaúm en Galilea.
43 w. MS. Corrimiento, etc., é auie despeso, quanto ouiera en fisicos, que la non pudieran sanar.
x. El Griego: hólon tón bíon: omnem victum.
44 y. La fe, el respeto y la humildad la impidieron el presentarse para pedir una gracia de que se creía indigna.
45 z. MS. Te quixan, é te aprietan.
a. No porque lo ignorara, sino para dar con este disimulo ocasión a la humildad de la mujer.
47 b. El Griego: autó, le, o a él.
52 c. Et plangebant illam: puede traducirse: y se daban golpes en el pecho por causa de ella. Lo que hacían ordinariamente los judíos para significar una grande pena o dolor.
54 d. El Griego: kái ekéithen exérjesthe, echándolos fuera a todos. Lo que en el texto latino queda expresado, v. 51.
Fuente: Notas Bíblicas
[1] El misterio que está siendo revelado, de la recogida de los exiliados en el reino restaurado, sera proclamado por todo el mundo como una luz a todas las naciones.
[2] Todo el Israel que escucha y cumple los mandamientos de la Torah.
[3] Observa que YHWH y Yahshua son uno.
[4] De la edad de doce años. El número 12 nos enseña que esta niña es un tipo de Israel, con todas sus 12 tribus, y que puede morir a menos que Moshiaj intervenga.
[5] Ver nota de Mat 9:20. Una mujer con flujo de sangre era considerada no apta e impura en la Torah.
[6] Malaji 4:2.
[7] La mujer enferma de flujo de sangre, para ser sanada por el poder de Moshiaj; es una revelación de la restauración y sanidad de las 12 tribus. Estas son las Buenas Nuevas del Reino.
[1] La sanidad nacional de Israel se encuentra en el arrodillarse ante Moshiaj.
[2] Las dos mujeres son un tipo de las dos casas de Israel. Mientras que una es sanada, la otra permanence muerta. La viva pero enferma es Judah, y la muerta es Efrayím. Pero cuando Yahshua termina Su obra de redención, el marido muerto y resucitado (Yahshua) traerá vida y sanidad a las dos hijas de Israel.
[3] Ver nota de Luc 8:42.
[4] El problema de Israel era y es no meramente la muerte, sino el el adormecimiento esperitiual referente a los tiempos de su redención.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero