Aconteció al día siguiente, cuando habían bajado del monte, que una gran multitud le salió al encuentro.
9:37 Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro. 38 Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo (compárense 7:12; 8:42); 39 y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él. — Mat 17:14 Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: 15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático (no demente; tenía síntomas como los de la epilepsia) y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. En lugar de “lunático”, LBLA dice epiléptico; “SELENIAZO, lit., azotado por la luna… se refiere a sufrir epilepsia, influencia por la luna”, WEV; “ser epiléptico, suponiendo que la epilepsia vuelve y aumenta con el aumento de la luna” JHT. Mar 9:1-50, “17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando”.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Mat 17:14-21; Mar 9:14-29.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
cuando descendieron del monte: Mientras los tres discípulos vivían una experiencia formidable con Jesús, los demás estaban luchando por llevar acabo un milagro de sanidad. El contraste y la falla son significativos. Nuevamente, los discípulos tenían mucho que aprender.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
9:37 Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro. 38 Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo (compárense 7:12; 8:42); 39 y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él. – Mat 17:14 Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: 15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático (no demente; tenía síntomas como los de la epilepsia) y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. En lugar de “lunático”, LBLA dice epiléptico; “SELENIAZO, lit., azotado por la luna… se refiere a sufrir epilepsia, influencia por la luna”, WEV; “ser epiléptico, suponiendo que la epilepsia vuelve y aumenta con el aumento de la luna” JHT.
Mar 9:1-50, “17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando”.
El padre reconocía que su hijo tenía “un espíritu mudo” (Mar 9:17). Mat 17:18 dice que Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. El verdadero mal de este muchacho fue que estaba endemoniado. Los modernistas niegan que había endemoniados; dicen que tenían problemas psicológicos o físicos. Los demonios eran capaces de provocar toda clase de desorden, y no es correcto decir que todos estos males pueden identificarse con cierta enfermedad conocida ahora.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA BAJADA DEL MONTE
Lucas 9:37-45
Al día siguiente, cuando bajaron del monte, le salió al encuentro a Jesús un montón de gente. Uno de ellos empezó a gritar:
-¡Maestro, por favor, mira a mi hijo! ¡Es mi único hijo! ¡Un espíritu se apodera de él, y le hace pegar gritos, y retorcerse, y echar espuma por la boca, y le está destrozando, y no le deja en paz! Les he pedido a tus discípulos que libraran a mi hijo del demonio, pero no han podido.
-¡Esta generación moderna tiene tan poca fe! -respondió Jesús-. ¡Es de una perversidad fatal! ¿Hasta cuándo voy a tener que estar aguantándoos? ¡Trae a tu hijo!
Cuando se iba acercando el chico, el demonio empezó a retorcerle y convulsionarle; pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y en seguida le devolvió al padre a su hijo sano y salvo. Todos estaban maravillados de la grandeza del poder de Dios que se manifestaba en todo lo que Jesús hacía. Y Él les dijo a sus discípulos:
-Quiero que os enteréis muy bien de lo que voy a deciros: el Hijo del Hombre va a ser entregado al poder de los hombres.
Pero los discípulos no comprendieron lo que Jesús les quería decir; todavía les estaba oculto su significado, y les daba miedo preguntárselo.
Tan pronto como Jesús bajó del monte, le asaltaron las exigencias y los desengaños de la vida. Un hombre había acudido a los discípulos en busca de ayuda, porque su hijo único padecía de un mal horrible, que se atribuía a la influencia maligna de un demonio. La palabra que se usa en el versículo 42 es muy gráfica: » Cuando se iba acercando el chico, el demonio le arrojó al suelo y le convulsionó.» Es la palabra que se usa cuando un boxeador o un luchador derriba a su contrario. Debe de haber sido algo horrible el ver al chico retorciéndose en el suelo, y los discípulos no habían podido hacer absolutamente nada. Pero cuando llegó Jesús, resolvió la situación con absoluto dominio, y le devolvió el chico a su padre completamente curado.
Dos cosas quedan claras.
(i) El momento en el monte era absolutamente necesario, pero no se podía prolongar. Pedro, sin darse cuenta de lo que estaba diciendo, sugirió quedarse allí en aquella gloria con Moisés y Elías en unos refugios que hubieran podido hacer; pero tenían que bajar. A veces se nos conceden momentos que quisiéramos prolongar indefinidamente; pero, después de un tiempo en la cima del monte, tenemos que volver a la lucha y a la rutina de la vida. Ese momento tiene por objeto darnos las fuerzas para la vida diaria.
Después de la gran confrontación con los profetas de Baal en el Monte Carmelo, Elías tuvo que poner tierra por medio. Se fue al desierto y allí, bajo un enebro, se echó a dormir, y un ángel le preparó la comida por dos veces. Y entonces viene la frase: » Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches» (1R 19:1-8 ). Debemos acudir a la cima del monte de la presencia de Dios, no para quedarnos allí, sino para proseguir, en la fuerza de ese tiempo, muchos días. Se decía del gran explorador el capitán Scott, que era cuna extraña mezcla de soñador y de hombre práctico, y nunca más práctico que cuando acababa de salir de uno de sus sueños:» No podemos prolongar indefinidamente el momento de la cima, pero tampoco podemos vivir sin ese momento.
(ii) Aquí se nos muestra con toda claridad la absoluta suficiencia de Jesús. Cuando Él llegó, la situación estaba fuera de control. La impresión que sacamos es que la gente iba de acá para allá sin saber qué hacer. Los discípulos estaban desbordados, y el padre del chico estaba desanimado y desesperado. A esta escena de desorden llega Jesús, se hace cargo de la situación al instante, y trae la calma. A menudo nos encontramos en situaciones así en las que todo está descontrolado: sólo el Señor de la vida puede solucionar la vida con su absoluta suficiencia y ponerlo todo bajo control.
(iii) Y aquí también termina el incidente con Jesús señalando a la Cruz. Había sido un momento triunfal: Jesús había dominado al demonio y admirado a la gente; y en ese momento, cuando todos estaban dispuestos a aclamarle, Jesús les dice que se dirige a la muerte. Habría sido fácil seguir por el camino del éxito popular; pero la grandeza de Jesús se vio en que lo rechazó, y escogió la Cruz. Él no quiso evitar la Cruz a la que llamó a sus seguidores.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Experiencias en el valle (ver Mat. 17:14-23; 18:1-5; Mar. 9:14-41). En esta sección final del ministerio de Jesús en Galilea una serie de episodios muestra la necesidad que los discípulos tenían de poder e instrucción.
37-43a En el primer relato un muchacho que sufría de epilepsia y posesión demoníaca fue llevado a los discípulos que no habían estado con Jesús en lo alto de la montaña, pero ellos no pudieron curarlo a pesar de sus poderes sanadores (9:1). Jesús expresó su desilusión por la falta de fe y la obstinación de la gente que creía que él debía estar presente para que el poder de Dios actuara. El acto de sanidad era visto por la gente como una revelación de la grandeza del poder de Dios.
43-45 Un rápido contraste con esa revelación aparece en las palabras de Jesús cuando dijo a los discípulos que el Hijo del Hombre debía sufrir más bien que caminar triunfalmente por el mundo. Como Mar., Lucas subraya la ceguera de los discípulos, para quienes esta enseñanza estaba más allá de lo que podían captar, pero atribuyó su ceguera al propósito de Dios.
46-48 Otros dos episodios subrayan esta falta de comprensión. El primero muestra a los discípulos disputando sobre el rango y la posición entre ellos. Jesús pudo comprender los motivos íntimos que luchaban por predominar en su corazones. Poniendo a un niño -el miembro menos importante de la sociedad a los ojos judíos- delante de ellos, dijo que una persona que se humillara como para recibir a un niño lo recibiría a él y a su Padre. Cuando se tuviera ese tipo de actitud, las cuestiones sobre superioridad no surgirían.
49, 50 En relación con eso, Juan recordó cómo habían tratado a un hombre que echaba fuera demonios en el poder del nombre de Jesús, pero que no había sido comisionado para hacerlo como uno de los doce. Jesús dijo que no debía ser despreciado, porque el que no está en contra de uno está de su lado. Ver 11:23 para otra cara de esta verdad.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
t 615 Mat 17:14; Mar 9:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Hay dos temas en este relato de la curación del muchacho endemoniado: El conflicto cósmico y permanente con Satanás y la incapacidad de los discípulos de curarlo aparte del poder y de la presencia divina de Jesús.
Fuente: La Biblia de las Américas
El acontecimiento descrito en estos versículos tuvo lugar inmediatamente después de la transfiguración. El Señor, preciso es notarlo, no permaneció mucho tiempo en el Monte de los Olivos. Su conversación con Moisés y Elías fue muy corta. Volvió pronto á la ocupación acostumbrada de hacer bien á un mundo afligido por el pecado. Durante su vida sobre la tierra, recibir honor y tener visiones de gloria eran acontecimientos excepcionales: servir á otros, curar á todos los que estaban oprimidos por el demonio y hacer obras de misericordia á los pecadores, era lo regular. Felices aquellos cristianos que han aprendido de Jesús á vivir para bien de otros más que para sí mismos, y comprenden que «más bienaventurado es dar que recibir.» Act 20:35.
Vemos primero, en estos versículos, un ejemplo de lo que un padre debe hacer cuando esté atribulado respecto de sus hijos. Se nos habla de un varón que se hallaba sumamente afligido por causa de su único hijo. Estaba este poseído de un espíritu inmundo, y era cruelmente atormentado tanto en el cuerpo como en el alma. En tal angustia el padre acude á nuestro Señor Jesucristo por alivio: «Maestro,» le dice, «ruegote que veas á mi hijo, el único que tengo..
Existen el día de hoy muchos padres cristianos que se hallan exactamente tan atribulados respecto de sus hijos como el hombre á que se refiere este pasaje.
El hijo que fue en otro tempo el «encanto de sus ojos,» y a quien sus vidas estaban estrechamente ligadas, .se vuelve pródigo y libertino, y se asocia con pecadores. La hija que fue en otro tiempo el orgullo de la familia, y á quien llamaban «el consuelo de su vejez,» se vuelve desobediente y apegado á las cosas mundanas, y ama los placeres más que á Dios. Ellos están casi á punto de morir de pesar. Un acero les penetra el corazón. Parece como si el demonio triunfase de ellos, y les robase sus joyas predilectas. Están apunto de exclamar: «Descenderemos llorando á la sepultura. ¿Qué bien puede ser para nosotros la vida?» Y ¿qué deben hacer un padre ó una madre en semejante trance? Deben postrarse de rodillas ante Jesús, y rogarle que bendiga á su hijo. Deben exponer minuciosamente ante ese Salvador compasivo todos sus pesares, y rogarle que los favorezca. ¡Grande es el poder de la oración é intercesión! El que ora con frecuencia y con fervor rara vez será abandonado. El tiempo que Dios señalo para la conversión puede no ser el que nosotros creamos oportuno. El puede juzgar conveniente probar nuestra fe, haciéndonos esperar mucho tiempo para desesperar.
Estos versículos nos presentan, en segundo lugar, un ejemplo que demuestra cuan inclinado está Cristo a compadecerse de los jóvenes. Se nos dice que la súplica del padre fue concedida. Jesús le dijo: «Trae tú hijo acá.» Y entonces «riñó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y le volvió á su padre.» Muchos casos semejantes se encuentran referidos en los Evangelios. La hija de Jairo, el hijo del noble de Capernaum, la hija de la mujer Cananea, el hijo de la viuda de Naín: todos son ejemplos del interés que nuestro Señor muestra por los jóvenes. Y á estos precisamente el demonio se empeña en cautivar y hacerlos suyos.
Hechos como estos no se registran en la historia sin un objeto especial. Es para alentar á todos los que trabajan en bien de las almas de los jóvenes. Es para recordarnos que los jóvenes ocupan de una manera especial la atención de Cristo. Es para suministrarnos un fuerte argumento contra la idea harto generalizada de que es inútil hablar encarecidamente sobre religión á los jóvenes. Es preciso tener presente que tal idea viene del demonio, y no de Cristo.
Aquel que lanzó al espíritu inmundo del mancebo que menciona este pasaje, vive aun, y es todavía poderoso para salvar, continuemos pues trabajando, y tratemos de hacer bien á los jóvenes. No importa lo que piense el mundo: Cristo está complacido.
Finalmente, estos versículos nos presentan un ejemplo que demuestra que la ignorancia espiritual puede albergarse hasta en la mente de hombres buenos.
Nuestro Señor dijo á Sus discípulos: » él Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.»Ellos habían oído lo mismo de boca de él hacia algo más de una semana. Y hora, como entonces, esas palabras les parecían incomprensibles; No podían fijar en la mente como una realidad el hecho de que su Maestro había de morir. No podían persuadirse á aceptar la gran verdad de que Cristo había de ser inmolado antes de que hubiese de reinar, y que esta inmolación había de verificarse en la cruz. Escrito está: «Ellos no entendían esta palabra..
Tal falta de inteligencia puede sorprendernos mucho en este del período del mundo. Tenemos propensión á olvidar el influjo de los hábitos adquiridos en una edad tierna, y las preocupaciones nacionales en medio de las cuales los discípulos habían sido educados. «El trono de David,» dice un eminente teólogo, «ocupaba tanto sus ojos que no podían ver la cruz.» Aun más, olvidamos la enorme diferencia entre las ventajas que disfrutamos los que conocemos la historia de la crucifixión y las Escrituras que ella cumplió, y las del judío creyente que vivió antes que Cristo muriese, y antes de que el velo del templo se rasgase en dos de arriba á abajo. Mas sea de esto lo que fuere, la ignorancia de los discípulos nos enseña dos lecciones, que haremos bien en no descuidar.
En primer lugar, nos enseña que puede suceder que un hombre comprenda solo superficialmente las cosas espirituales, y que sin embargo sea un verdadero hijo de Dios. El entendimiento puede ser obtuso en tanto que el corazón es recto. La gracia es mucho mejor que los dones naturales, y la fe que el saber. Si un hombre tiene fe y gracia bastante para renunciarlo todo por amor de Cristo, y cargar con la cruz y seguirle, ese hombre será salvo á pesar de su mucha ignorancia. Cristo lo reconocerá el último día.
Finalmente, aprendamos á tolerar la ignorancia de otros, y á tratar con paciencia á los recién convertidos. No reputemos á los hombres como trasgresores por una palabra que digan. No señalemos á nuestro hermano como si no tuviera gracia espiritual por que no dé pruebas de que posee claros conocimientos.
¿Tiene fe en Cristo? ¿Ama á Cristo? Si Jesús pudo tolerar tanta flaqueza en sus discípulos, toleremos nosotros también.