Comentario de Lucas 9:51 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Aconteció que, cuando se cumplía el tiempo en que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir a Jerusalén.

9:51 Cuando se cumplió el tiempo (el principio del fin) en que él había de ser recibido arriba (9:22, 27,31) , — Jesús fue “recibido arriba” cuando ascendió al cielo (Hch 1:9-11) pero esto sería después de su muerte y resurrección. Todo el lenguaje de Mateo, Marcos, Lucas y Juan es definido (enfático) y no deja lugar para dudas en cuanto a lo que Jesús haría. No vino a la tierra para ver si podía ser nuestro Salvador. Algunos hermanos enseñan que nuestra salvación estaba en duda durante los treinta y tres años de la vida de Jesús, pues creen que en cualquier momento El podía haber pecado y arruinado todo el plan de Dios. Pero El no vino para ver si podía vivir sin pecar. No vino para ver si podía ser un sacrificio perfecto para expiar los pecados del hombre. Como Lucas dice aquí, Jesús ahora se dirige hacia Jerusalén para llevar a cabo el propósito por el cual vino a la tierra.

— afirmó su rostro para ir a Jerusalén (“y al cielo”, EG-NT) . — “Nótese el enfático autos, él mismo, con una firmeza de propósito frente a las dificultades y los peligros…Lucas menciona en tres ocasiones a Cristo de camino a Jerusalén (9:51; 13:22; 17:11)” (ATR).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

que había de ser recibido arriba. Luc 24:51; 2Re 2:1-3, 2Re 2:11; Mar 16:19; Jua 6:62; Jua 13:1; Jua 16:5, Jua 16:28; Jua 17:11; Hch 1:2, Hch 1:9; Efe 1:20; Efe 4:8-11; 1Ti 3:16; Heb 6:20; Heb 12:2; 1Pe 3:22.

afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Luc 12:50; Isa 50:5-9; Hch 20:22-24; Hch 21:11-14; Flp 3:14; 1Pe 4:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

afirmó su rostro para ir a Jerusalén: Esta es la primera indicación de que la atención de Jesús se volvía hacia su padecimiento final en Jerusalén (v. Luc 9:52; Luc 13:22, Luc 13:33-35; Luc 17:11; Luc 18:31; Luc 19:11, Luc 19:28, Luc 19:41). No obstante, el viaje a Jerusalén no fue directo. En Luc 10:38-42, encontramos a Jesús en la casa de Marta y María en Betania. En Luc 17:11 lo vemos en Samaria y Galilea. El viaje a Jerusalén continuó sólo de acuerdo al plan y al tiempo de Dios. Jesús está cerca del destino de su misión; esto es, su muerte. El Evangelio de Lucas sólo hace hincapié de manera singular en este viaje a Jerusalén. Lucas registra muchas de las enseñanzas y parábolas de Jesús en este viaje cuando él compara su manera de padecer con el proceder de los líderes religiosos judíos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Aquí comienza una sección principal del Evangelio de Lucas. A partir de este versículo hasta Luc 19:27, Cristo se propuso con firmeza dirigirse hacia Jerusalén (vea la nota sobre el v.Luc 9:53), y la narración de Lucas es como una bitácora por medio de la cual se describe el viaje a la cruz. Este fue un punto crucial y dramático en el ministerio de Cristo. Después de esto, Galilea dejó de ser su centro de operaciones, y aunque Lucas describe en Luc 17:11-37 una visita breve en Galilea, lo consideró parte de su viaje determinado hacia Jerusalén. Sabemos por una comparación de los Evangelios que durante este período del ministerio de Cristo, Él hizo visitas cortas a Jerusalén para celebrar las fiestas (vea las notas sobre Luc 13:22; Luc 17:11). No obstante, esas visitas breves solo fueron interludios en este período ministerial que culminaría en un viaje final a Jerusalén con el propósito de morir allí. Por esa razón Lucas hizo hincapié en este punto de quiebre en el ministerio de Cristo en un estilo más dramático que cualquiera de los otros Evangelios, al mostrar la determinación inequívoca de Cristo para completar su misión de ir a la cruz. Vea la nota sobre Luc 12:50.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

9:51 Cuando se cumplió el tiempo (el principio del fin) en que él había de ser recibido arriba (9:22, 27,31) , — Jesús fue “recibido arriba” cuando ascendió al cielo (Hch 1:9-11) pero esto sería después de su muerte y resurrección. Todo el lenguaje de Mateo, Marcos, Lucas y Juan es definido (enfático) y no deja lugar para dudas en cuanto a lo que Jesús haría. No vino a la tierra para ver si podía ser nuestro Salvador. Algunos hermanos enseñan que nuestra salvación estaba en duda durante los treinta y tres años de la vida de Jesús, pues creen que en cualquier momento El podía haber pecado y arruinado todo el plan de Dios. Pero El no vino para ver si podía vivir sin pecar. No vino para ver si podía ser un sacrificio perfecto para expiar los pecados del hombre. Como Lucas dice aquí, Jesús ahora se dirige hacia Jerusalén para llevar a cabo el propósito por el cual vino a la tierra.
— afirmó su rostro para ir a Jerusalén (“y al cielo”, EG-NT) . – “Nótese el enfático autos, él mismo, con una firmeza de propósito frente a las dificultades y los peligros…Lucas menciona en tres ocasiones a Cristo de camino a Jerusalén (9:51; 13:22; 17:11)” (ATR).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Luc 9:51-62; Luc 10:1-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-59; Luc 13:1-35; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-43; Luc 19:1-28 : camino hacia Jerusalén: Para esta sección central de Lc, que comienza aquí y termina en Luc 19:28, ver Introducción general a este evangelio.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Pascua: Lit. ascensión. Ver nota a Luc 9:31.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La aldea de los samaritanos. Los judíos y los samaritanos se odiaban mutua y profundamente, pero Jesús se negó a enfrentar con juicio la oposición humana hacia él por ser judío (cf. 2 Rey. 1:10, 11). Las palabras adicionales “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder las almas sino a salvarlas”, que aparecen en algunas traducciones no son una parte verdadera de texto de Luc., pero expresan adecuadamente la mentalidad de Jesús: él sufrió oposición sin vengarse porque había venido a salvar (cf. 19:10).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) O: “para su ascensión”.

REFERENCIAS CRUZADAS

m 634 Mar 10:34; Hch 1:2; 1Ti 3:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

ascensión. Esta palabra pudiera referirse a su crucifixión en Jerusalén, pero parece que más bien se refiere a su ascensión al Padre (cp. Hch 1:2, 11, 22).

afirmó su rostro para ir a Jerusalén. El tema del relato de Lucas del viaje del Señor a Jerusalén (9:51– 19:28) es su determinación de ir a Jerusalén y cumplir su misión de redención (9:57; 10:38; 13:22, 32, 33; 17:11; 18:31, 35; 19:1, 28– 38).

Fuente: La Biblia de las Américas

51 super (1) Véase la nota 1 super (1) de Mr 10.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Observemos en estos versículos con cuan firme determinación, nuestro Señor Jesucristo contemplaba su pasión y muerte. Se nos dice que «como se cumplió el tiempo en que había de ser recibido afirmó su rostro para ir á Jerusalén.» El sabia muy bien que suerte le esperaba allí: la traición, el juicio injusto, la mofa, la corona de espinas, los clavos, la lanza, la agonía en la cruz -todo, todo sin duda se presentaba ante sus ojos como un cuadro. Mas nunca, ni por un instante retrocedió ante la obra que había emprendido. El se había propuesto firmemente pagar el precio de nuestra redención, y hasta descender al frió sepulcro para nuestro rescate. El estaba lleno de tierno amor hacia los pecadores; y era el deseo de su alma conseguirles la salvación; por lo cual, «habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza.» Heb 12:2. Alabemos para siempre á Dios por habernos dado un Salvador misericordioso; y acordémonos, que así como éste se prestó a padecer, así también se presta á salvar. El que viene á Cristo con fe no tiene porqué dudar de la buena voluntad de Cristo para recibirle. El mero hecho que el hijo de Dios vino voluntariamente al mundo á morir, y que padeció voluntariamente, debe disipar enteramente semejantes dudas. Toda la falta de voluntad está de parte del hombre, no de Cristo. Consiste en la ignorancia, en el orgullo, en la carencia de fe, en el poco ánimo de aquel.
Esforcémonos y oremos para que nos mueva el mismo ánimo que movió á nuestro bendito Maestro. Como él, estemos prontos á ir cualquiera parte y hacer cualquiera cosa, cuando la senda del deber nos esté claramente marcada y cuando se oiga la voz de Dios. No cejemos ante ningunas dificultades y bebamos pacientemente el amargo cáliz cuando venga de mano del Padre.
En segundo lugar, notemos en estos versículos la conducta extraordinaria de dos de los apóstoles, Santiago y Juan. Cierta ciudad de samaritanos rehusó dar hospitalidad, á nuestro Señor: «Mas no lo recibieron; porque su rostro era de hombre que iba á Jerusalén.» Entonces estos apóstoles hicieron la extraña pregunta: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma, como también hizo Elías?.
Ellos ciertamente tuvieron celo, y celo de la mejor clase– ¡celo por el honor de Cristo! Tuvieron un celo justificado y apoyado en un ejemplo de la Escritura, y ese ejemplo ¡nada menos que del profeta Elías! Pero no fue un celo discreto. Los dos discípulos, en su acaloramiento, olvidaron que «las circunstancias alteran los casos,» y que la misma acción que es buena y justificable en uní ocasión, puede ser mala é injustificable en otra. Olvidaron que los castigos deben ser siempre en proporción á las ofensas, y que el destruir toda una ciudad de gente ignorante, por un mero acto de descortesía, habría sido tan injusto como cruel. En resumen, la propuesta de Santiago y de Juan fue inconsiderada y temeraria. La intención pudo ser buena, pero en hablar así los apóstoles cometieron un grave error. Hechos como este se registran en los Evangelios para nuestra instrucción. Cuidemos de notarlos y atesorarlos cuidadosamente en nuestra mente. Es posible tener mucho celo por Cristo, y al mismo tiempo, darlo á conocer por los medios más impíos y anticristianos.
Es posible pensar bien y tenor buenas intenciones, y sin embargo cometer los errores más enormes. Es posible figurarnos que tenemos la Escritura de nuestra parte, y sostener nuestro proceder con citas bíblicas, y no obstante cometer graves equivocaciones. Es tan claro como la luz del día, según este y otros casos referidos en la Biblia, que no basta sur celoso y bien intencionado. En faltas muy graves se incurre frecuentemente con buenas intenciones. Ningunos, quizás han causado tantos males á la iglesia como los ignorantes bien intencionados.
Debemos procurar ser tan discretos como celosos. El celo sin prudencia es un ejército sin general, una nave sin timón. Debemos pedir á Dios que nos dé sabiduría para aplicar bien la Escritura. La palabra es sin duda «antorcha para nuestros pies, y luz para nuestra senda;» pero preciso es que hagamos buen uso do ella y la apliquemos correctamente.
Finalmente, observemos en estos versículos qué protesta tan solemne hace nuestro Señor contra toda persecución que se fomente á nombre de la religión.
Cuando Santiago y Juan hicieron la extraña propuesta que queda mencionada, Jesús, vuelto hacia ellos, los reprendió, y dijo: «Vosotros no sabéis de que espíritu sois: porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las vidas de los hombres, sino para salvarlas.» Groseros como los Samaritanos habían sido, su conducta no debía ser castigada con la violencia. La misión del Hijo del hombre era hacer bien, siempre que los hombres lo recibieran, no hacer daño. Su reino había de extenderse por medio de la perseverancia en hacer bien, y por medio de la mansedumbre y docilidad en el sufrir: jamás por medio del rigor y de la violencia. Ningunas palabras de nuestro Señor han sido quizás tan totalmente desdeñadas por la iglesia de Cristo, como esas de que nos ocupamos.
Nada puede imaginarse más contrario á la voluntad de Cristo como las guerras religiosas y las persecuciones que manchan los anales de la historia eclesiástica. Millares y decenas de millares han sido quemados, ó fusilados, ó ahorcados, ó ahogados, ó decapitados en nombre del Evangelio, ¡y los que les han quitado la vida han creído realmente servir á Dios! Solo han dado á conocer de una manera lastimosa que ignoran el espíritu del Evangelio, y de la voluntad de Cristo.
Sea, pues, uno de los principios mas fijos que nos guíen en la vida que cualesquiera que sean los errores de nuestros semejantes en materias de religión, nunca debemos perseguirlos. Discutamos, razonemos con ellos si fuere necesario, y procuremos señalarles el camino recto; pero nunca hagamos uso de la fuerza para promover la difusión de la verdad. No nos prestemos jamás á perseguir á nadie, directa ó indirectamente, bajo pretexto de trabajar por la gloria de Cristo y bien de la iglesia. Antes bien, acordémonos, la religión que algunos profesen, por temor á la muerte, ó por miedo del castigo, no vale nada absolutamente, y que si aumentamos nuestras filas, por medio de la amenaza, no ganamos realmente fuerza ninguna. «Las armas de nuestra milicia,» dice S.
Pablo, ‘no son carnales.» 2Co 10:4. Es á la conciencia y al juicio de los hombres que debemos apelar. Nuestros argumentos no han de ser la espada, ó el fuego, ó la prisión, sino las doctrinas, y los preceptos, y los textos. «Un voluntario vale por diez hombres que apelen contra sus convicciones..

Fuente: Los Evangelios Explicados

acercarse… Lit. al estar cumpliéndose; ascensión…Hch 1:2; Hch 1:11; Hch 1:22; afirmó su rostro… Es decir, decidió resueltamente.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R951 En ἐγένετο δὲ … καί, la cláusula encabezada con καί significa: en que …

R1068 Τοῦ con el infinitivo se usa como el complemento directo del verbo ἐστήρισεν: afirmó su rostro para ir.

M76 Ἐν τῷ συμπληροῦσθαι τὰς ἡμέρας puede significar: mientras se cumplían los días (simplemente temporal).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., su recepción arriba

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. al estar cumpliéndose.

9.51 Es decir, cuando iba a ser ascendido al cielo g Hch 1:2, Hch 1:11, Hch 1:22.

9.51 Lit. afirmó su rostro.

Fuente: La Biblia Textual III Edición