Comentario de Marcos 10:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Y le presentaban niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendieron.
10:13 — Y le presentaban niños para que los tocase — Mateo (19:13) agrega ”y orase”. El propósito en particular que tuvieran los padres al presentar sus niños a Jesús, no se declara. Sin duda esperaban recibir algún beneficio o bendición de Jesús por medio de la imposición de sus manos sobre los hijos. Véase ver. 16.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
le presentaban niños. Mat 19:13-15; Luc 18:15, Luc 18:16.
y los discípulos reprendían. Mar 10:48; Mar 9:38; Éxo 10:9-11; Deu 31:12, Deu 31:13; Joe 2:16.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
se indignó expresa la emoción de un sólo verbo (Gr. aganakteo) usado en el NT. solamente en los Evangelios Sinópticos. Jesús sintió dolor emocional como todo ser humano, pero aun así, Él se expresó con control. El término niños (Gr. paidia) incluía desde los infantes hasta aquellos de por lo menos doce años. La hija de Jairo, la cual tenía doce años, se le nombra con esta misma palabra (Mar 5:39).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
niños. Vea la nota sobre Mar 9:36. para que los tocase. Es decir, colocar sus manos sobre ellos para orar por ellos (Mat 19:13). Los padres judíos comúnmente buscaban la bendición de rabinos prominentes para sus hijos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:13 — Y le presentaban niños para que los tocase — Mateo (19:13) agrega ”y orase”. El propósito en particular que tuvieran los padres al presentar sus niños a Jesús, no se declara. Sin duda esperaban recibir algún beneficio o bendición de Jesús por medio de la imposición de sus manos sobre los hijos. Véase ver. 16.
Es de notarse que los padres no trajeron sus niños a Jesús para que los bautizara, según sugieren algunos sectarios. No hay nada en este relato que justifique la llamada membresía infantil en la iglesia. Tampoco trata este pasaje de la llamada ceremonia en la iglesia local de “dedicación de niños a Jesús”. Una táctica favorita del falso maestro es el ignorar el contexto y luego el jugar con palabras.
— y los discípulos reprendían a los que los presentaban — Cuando los discípulos lo vieron, comenzaron a reprender a los que los presentaban a Jesús. Esta acción se hacía aparte de la presencia de Jesús y continuaba por un tiempo, pues la traída de los niños continuaba.
No se nos revela la razón por qué los discípulos procuraban poner fin a la traída de los niños, o bebés (Luc 18:15, VPB, VHA, “niñitos”, término griego diferente–brephos, como en Luc 2:12). Obviamente no veían la importancia del evento, pero Jesús, sí.
Fuente: Notas Reeves-Partain
DE LOS TALES ES EL REINO DEL CIELO
Marcos 10:13-16
Le trajeron chiquillos a Jesús para que los tocara. Pero los discípulos les echaron la bronca. Cuando vio Jesús lo que estaban haciendo, Se molestó mucho y les dijo:
-¡Dejad que vengan a Mí los chiquillos y no tratéis de impedírselo!, porque de los tales es el Reino de Dios. Os digo la pura verdad: el que no reciba el Reino de Dios como un chiquillo, no entrará en él.
Y los tomaba en brazos, y los bendecía poniendo Sus manos sobre ellos.
Era natural que las madres judías quisieran que un gran rabino distinguido bendijera a sus hijos. Especialmente traían a sus hijos a una persona así en su primer cumpleaños. Así fue como Le trajeron a Jesús a los niños aquel día.
Entenderemos más plenamente la conmovedora belleza de este pasaje si recordamos cuándo sucedió. Jesús iba de camino a la Cruz -y lo sabía. Su sombra cruel puede que no se apartara nunca de Su mente. Fue en un momento así cuando tuvo tiempo para los niños. Aun con tal tensión en Su mente, estuvo dispuesto a tomarlos en Sus brazos, y sonreírles de corazón, y puede que hasta jugar con ellos.
Los discípulos no eran unos antipáticos ni unos amargados. Sencillamente querían proteger a Jesús. No comprendían del todo lo que estaba pasando, pero presentían claramente la tragedia que los esperaba, y podían. percibir la tensión que embargaba a Jesús. No querían que se Le molestara. No podían figurarse que Él pudiera querer tener niños a Su alrededor en tal ocasión; pero Jesús les dijo: «¡Dejad que vengan a Mí los chiquillos y no tratéis de impedírselo!»
Incidentalmente, esto nos dice un montón acerca de Jesús. Nos dice que era la clase de Persona a la Que Le importan los niños, y Que importa a los niños. No puede haber sido una persona sombría y desagradable. Tiene que haber habido una amable luminosidad en Él. Tiene que haberle resultado fácil sonreír y reír de alegría. George Macdonald dice en algún sitio que no cree en el Cristianismo de una persona a cuya puerta no hay nunca niños jugando. Este breve, precioso incidente arroja un torrente de luz sobre la clase de Persona humana Que era Jesús.
» De los tales -dijo Jesús- es el Reino de Dios.» ¿Qué hay en un niño que a Jesús le gustara y que valorara tanto?
(i) Está la humildad del niño. Hay niños exhibicionistas, pero son raros, y casi siempre son el producto del trato equivocado de los adultos. Lo normal es que a un niño le cohíba la prominencia y la publicidad. Todavía no ha aprendido a pensar en términos de nivel y orgullo y prestigio, ni a descubrir la importancia del yo.
(ii) Está la obediencia del niño. Es verdad que un niño es a veces desobediente; pero, aunque parezca una paradoja, su instinto natural le mueve a obedecer. Todavía no ha aprendido el orgullo y la falsa independencia que separan a un hombre de sus semejantes y de Dios.
(iii) Está la confianza del niño. Esto se ve en dos cosas.
(a) Se ve en la manera que tiene un niño de aceptar la autoridad. Hay un tiempo cuando cree que su padre lo sabe todo y siempre tiene razón. Para nuestra vergüenza, pronto supera esa etapa. Pero el niño se da cuenta instintivamente de su propia ignorancia y de su propia indefensión, y confía en los que él cree que saben.
(b) Se ve en la confianza que tiene un niño en otras personas. No supone que nadie pueda ser malo. Se hace amigo de un perfecto extraño. Un gran hombre dijo una vez que el más grande elogio que se le había dirigido jamás fue el de un chiquillo que se le dirigió, a un completo extraño, y le pidió que le atara el zapato. El niño no ha aprendido todavía a sospechar que el mundo es malo. Todavía cree lo mejor de los demás. Algunas veces esa misma confianza le conduce a peligros, porque hay algunos que son totalmente indignos de ella y que abusan de ella; pero esa confianza es algo precioso.
(iv) El niño tiene una memoria muy corta. Todavía no ha aprendido a guardar rencor ni a abrigar resentimiento. Hasta cuando se le trata injustamente -y cuál de nosotros no es a veces injusto con sus hijos-, olvida, y tan totalmente que no necesita ni perdonar.
Sin duda, de los tales es el Reino de Dios.
¿CUÁNTO QUIERES LA BONDAD?
Marcos 10:17-22
Cuando Jesús iba pasando por la carretera, un hombre se Le acercó corriendo y se postró a Sus pies y Le preguntó:
Maestro bueno, ¿qué es lo que tengo que hacer para heredar la vida eterna?
-¿Por qué Me llamas bueno? -le dijo Jesús-. No hay nadie que sea bueno más que Uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, No cometas adulterio, No robes, No des falso testimonio, No defraudes a nadie, Honra a tu padre y a tu madre.
Maestro Le dijo-, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Cuando Jesús le miró, le amó y le dijo:
-Todavía te falta una cosa: Ve, vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el Cielo. ¡Y ven, sígueme!
Pero él se quedó muy preocupado por esto que le dijo Jesús, y se marchó triste, porque tenía muchas posesiones.
Aquí tenemos una de las historias más gráficas de los evangelios.
(i) Tenemos que fijarnos en cómo llegó el hombre, y cómo le recibió Jesús. Llegó corriendo y se postró a los pies de Jesús. Es algo sorprendente lo que hizo este joven aristócrata rico, echándose a los pies de un profeta pobre de Nazaret, Que estaba a punto de convertirse en un fuera de la ley. «¡Maestro bueno!» -empezó a decirle. Y Jesús le contestó inmediatamente: «¡No Me adules! ¡No Me llames bueno! ¡Guarda esa palabra para Dios!» Parece como si le echara un jarro de agua fría a su joven entusiasmo. Aquí tenemos una lección. Está claro que este hombre vino a Jesús en un momento de emoción desbordante. También está claro que Jesús ejercía una atracción personal sobre él. Jesús hizo dos cosas que cualquier evangelista o predicador o maestro debería tener presentes e imitar en su trato con las personas.
Primero le dijo: «¡Detente y piensa! Estás muy acalorado y rebosando de emoción! Yo no quiero arrollarte en un momento de emoción. Piensa tranquilamente en lo que estás haciendo.» Jesús no le estaba echando un jarro de agua fría, sino le estaba diciendo, antes que nada, que calculara el precio.
Segundo, en efecto le dijo: «No puedes hacerte cristiano por sentimentalismo hacia Mí. Debes poner la mirada en Dios.» Predicar, enseñar, siempre quieren decir comunicar la verdad por medio de la personalidad, y ahí está el peligro más grande que asedia a los grandes maestros: que el alumno, el discípulo, el joven seguidor, tenga una vinculación personal con el maestro o el predicador, y crea que está en relación con Dios. El maestro y el predicador nunca deben señalarse a sí mismos; siempre deben señalar a Dios. En toda verdadera pedagogía hay una cierta auto-obliteración. Cierto que no podemos excluir la personalidad y una cálida lealtad personal, ni lo haríamos si pudiéramos. Pero el asunto no puede acabar aquí. El maestro y el predicador son a fin de cuentas meros indicadores que señalan a Dios.
(ii) Ninguna otra historia evangélica establece tan claramente como esta la verdad cristiana esencial de que no basta con ser respetable. Jesús citó los mandamientos que eran la base de una vida decente. El hombre no dudó en decir que los había cumplido todos. Fijémonos en una cosa: con una sola excepción, todos los mandamientos eran negativos, y esa única excepción se refería sólo al círculo familiar. En efecto, lo que el hombre estaba diciendo era: «Yo no le he hecho nunca ningún daño a nadie.» Y sería cierto; pero la verdadera pregunta es: «¿Qué has hecho tú por nadie?» Y la pregunta a este hombre era aún más incisiva: «Con todas tus posesiones, con toda tu riqueza, con todo lo que tú podrías dar, ¿qué bien positivo les has hecho a los demás? ¿Cuánto te has apartado de tu camino para ayudar y consolar y fortalecer a otros como podrías haberlo hecho?» La respetabilidad, en conjunto, consiste en no hacer nada malo; el Cristianismo consiste en hacer algo por los demás. Ahí era precisamente donde este hombre -como tantos de nosotros- fallaba.
(iii) Así es que Jesús le enfrentó con un desafío. Le dijo: » Desmárcate de esa respetabilidad moral. Deja de considerar la bondad como algo que consiste en no hacer cosas. Tómate a ti mismo y todo lo que tienes, y entrégalo todo para bien de los demás. Así y entonces encontrarás la verdadera felicidad en el tiempo y en la eternidad.» Aquel hombre no pudo hacerlo. Tenía muchas posesiones, que nunca se le había pasado por la cabeza que pudiera dar; y cuando se le sugirió, no pudo. Probablemente no había robado nunca, ni defraudado a nadie -pero tampoco había sido nunca, ni podía ponerse en situación de ser, positiva y sacrificialmente generoso.
Puede que sea respetable no quitarle nunca nada a nadie. Lo cristiano es dar siempre lo más posible. En realidad, Jesús estaba confrontando a este hombre con una cuestión básica y esencial: » ¿Hasta qué punto quieres el verdadero Cristianismo? ¿Lo quieres lo suficiente como para renunciar a tus posesiones?» Y el hombre tuvo que contestar sinceramente: «Lo quiero, pero no hasta ese punto.»
Robert Louis Stevenson, en The Master of Ballantrae, hace un retrato del amo que deja su hogar ancestral en Durrisdeer por última vez. Hasta él está triste. Está hablando con el fiel mayordomo de la familia. «¡Ah, M’ Keller! -le decía-. ¿Crees que no tengo nunca ningún remordimiento?» «No creo -contestó M’ Keller- que usted podría ser tan malo si no tuviera toda la maquinaria para ser bueno.» «No toda -dijo el amo-. En eso estás en un error. La enfermedad de no querer. «
Era la enfermedad de no querer suficientemente la que supuso una tragedia para el que vino corriendo a Jesús. Es la enfermedad que sufrimos la mayoría. Todos queremos la bondad, pero hasta cierto punto, y muy pocos suficientemente como para pagar el precio.
Jesús, al mirarle, le amó. Había muchas cosas en la mirada de Jesús.
(a) Estaba la llamada del amor. Jesús no estaba enfadado con él. Le amaba demasiado para eso. No era la mirada de la ira, sino la del amor.
(b) Estaba el desafío de la caballerosidad. Era una mirada que trataba de sacar al hombre de una vida cómoda, respetable y segura, e introducirle en la aventura de ser un caballero cristiano.
(c) Era la mirada del desencanto. Y ese desencanto era el más doloroso de todos: el de ver que un hombre escogía deliberadamente no ser lo que hubiera podido ser y se le ofrecía llegar a ser.
Jesús nos mira con la llamada del amor, y con el desafío de la aventura caballeresca del camino cristiano. Que no tenga Dios que mirarnos con el dolor por una persona amada que rehúsa ser lo que podría haber sido y estaba en sus posibilidades llegar a ser.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Jesús bendice a los niños (Mar 10:13-16)
Análisis de discurso
Tenemos aquí una breve narración cuyo propósito es preservar un dicho de Jesús. La narración proporciona los detalles mínimos para darle a la sentencia de Jesús un encuadre narrativo. La retórica de esta breve sección se podría analizar de la siguiente forma:
A. La gente trae niños para que Jesús los bendiga, pero los discípulos tratan de impedirlo, lo cual produce la indignación de Jesús (Mar 10:13-14)
B. Jesús pone a los niños como ejemplo de lo que se necesita para entrar en el reino de Dios (Mar 10:14-15)
A’. Jesús bendice a los niños (Mar 10:16)
El centro de la estructura, donde se anida el mensaje principal, tiene también una estructura de quiasmo:
a. niños
b. reino de Dios
b’. reino de Dios
a’. niño
TÍTULO: El título de RV95 y TLA es adecuado: Jesús bendice a los niños.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Le presentaban o “le traían”. ¿Quiénes? La gente. TLA sugiere traducir «algunas madres», pero esto no está respaldado por el texto, que solamente utiliza la forma impersonal le presentaban. La traducción de BL nos parece correcta: «Algunas personas presentaron sus niños a Jesús». Los niños no son necesariamente muy pequeños. La misma palabra se utiliza en Mar 5:39-41 para referirse a la hija de Jairo, que tenía 12 años.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
REFERENCIAS CRUZADAS
k 468 Mat 19:13; Luc 18:15
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
los discípulos los reprendieron. Véase coment. en Mt 19:13.
Fuente: La Biblia de las Américas
La escena que nos presentan estos cuatro versículos es interesante en extremo. Vemos que presentan á Cristo unos niños «para que los toque,» y á los discípulos reñir á los que los habían traído. Se nos dice que Jesús vio aquello «muy disgustado,» y reconvino á sus discípulos con palabras muy notables.
Finalmente se nos relata, «que tomándolos en sus brazos, puso sus mano sobre ellos, y los bendijo..
Aprendamos, ante todo, en este pasaje, cuanta atención debe la iglesia de Cristo prestar á las almas de los niños. La Gran Cabeza de la Iglesia tuvo tiempo para ocuparse de ellos, aunque le era tan precioso mientras estuvo en la tierra, y aunque había tantos hombres y tantas mujeres que por todas partes perecían por falta de conocimiento, no creyó que era de poca importancia ocuparse de los niños. En su corazón infinito había lugar también para ellos, y manifestó la buena voluntad que les tenia con sus hechos y con sus acciones; y lo que no es menos, ha dejado consignadas respecto á ellos unas palabras que nunca olvidará su iglesia, «De tales es el reino de Dios..
No vayamos ni por un momento á imaginarnos que se puede con seguridad dejar abandonadas las almas de los niños. El carácter que en ellos se desarrolla y los distingue durante la vida depende muy mucho de lo que han visto y oído durante sus siete años primeros. Nunca son demasiado jóvenes para aprender el mal y el pecado; nunca tampoco lo son para recibir impresiones religiosas. Piensan á su manera, puerilmente, en Dios, y en sus almas y en un mundo venidero, más pronto y con más profundidad que lo que se imaginan muchos. Saben responder con más prontitud de lo que algunos piensan á los llamamientos que se dirigen á sus sentimientos de lo bueno y de lo malo; tienen conciencia. Dios en su misericordia no los ha dejado sin un testigo en sus corazones, aunque sus naturalezas estén corrompidas por la caída. Tienen un alma que vivirá eternamente en el cielo ó en el infierno. Nunca es demasiado pronto para empezar á guiarlos á Cristo.
Estas verdades deben ser profundamente meditadas por todos los que forman la iglesia de Cristo. Es deber preeminente de toda congregación cristiana ocuparse de la educación religiosa de los niños y proveer medios para ello. Los niños de ambos sexos de todas las familias deben ser enseñados tan pronto como puedan aprender, conducidos al culto público tan pronto como puedan estar en él con respeto, pues debe mirárseles con interés y afecto como la congregación futura que ocupará los lugares que dejemos vacíos con nuestra muerte. Esperemos confiados que Cristo bendiga todos los esfuerzos que hagamos en hacer bien á los niños.
Ninguna iglesia puede considerarse en una condición moralmente saludable que descuida á sus niños y jóvenes, y excusa su pereza alegando «que los jóvenes tienen que ser jóvenes,» y que es inútil empeñarse en hacerles bien; tal iglesia muestra claramente que no ha comprendido el espíritu de Cristo. Una congregación que no se compone sino de personas crecidas, cuyos hijos están holgazaneando en casa ó corriendo por campos y por calles, es el espectáculo más deplorable y más poco satisfactorio que se puede contemplar. Los miembros de congregaciones tales podrán estar orgullosos por su número ó por la ortodoxia de sus creencias; estar satisfechos con las repetidas aserciones de la imposibilidad de cambiar el corazón de sus hijos, y que Dios los convertirá el día que así lo juzgue conveniente; pero sepan que tienen aún que aprender que Cristo, los mira como infractores de un deber solemne, y que los cristianos que no emplean todos los medios de que pueden disponer para conducir sus hijos á Cristo están cometiendo un pecado muy grave.
Fuente: Los Evangelios Explicados
los reprendieron… No a los niños, sino a quienes los presentaban.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
No a los niños, sino a quienes los presentaban.