Comentario de Marcos 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
El principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios.
1:1 — Principio — Marcos principia, o comienza, su relato del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios, al comenzar con las profecías dadas en los versículos dos y tres, y lo continúa a través del libro hasta terminarlo en los últimos dos versículos. Lo que sigue en el texto indica que Marcos aquí habla del evangelio, no de Jesucristo como autor, sino del evangelio acerca de la persona, Jesucristo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Principio del evangelio. Luc 1:2, Luc 1:3; Luc 2:10, Luc 2:11; Hch 1:1, Hch 1:2.
de Jesucristo. Jua 20:31; Rom 1:1-4; 1Jn 1:1-3; 1Jn 5:11, 1Jn 5:12.
Hijo de Dios. Sal 2:7; Mat 3:17; Mat 14:33; Mat 17:5; Luc 1:35; Jua 1:14, Jua 1:34, Jua 1:49; Jua 3:16; Jua 6:69; Rom 8:3, Rom 8:32; Heb 1:1, Heb 1:2.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La posición de Juan el Bautista, Mar 1:1-8.
Jesús es bautizado, Mar 1:9-11;
tentado, Mar 1:12, Mar 1:13;
predica, Mar 1:14, Mar 1:15;
llama a Pedro, Andrés, Jacobo, y a Juan, Mar 1:16-22;
sana a uno que tenía espíritu inmundo, Mar 1:23-28;
y a la suegra de Pedro, Mar 1:29-31.
y a muchas personas con enfermedades, Mar 1:32-39;
y limpia al leproso, Mar 1:40-45.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
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EL EVANGELIO DE MARCOS ES ÚNICO. NO ES UNA BIOGRAFÍA DE JESÚS, como Mateo o Lucas, puesto que no recrea su historia familiar o su carrera. En lugar de esto, este libro es un registro de hechos y hazañas de Jesús. Presenta a Jesús como Rey salvador, que vence a los demonios, la enfermedad y la muerte. El énfasis en las poderosas y milagrosas obras de Jesús hace que este Evangelio esté lleno acción, sea fresco y vívido. Marcos usa siempre el tiempo presente para crear la impresión del relato de un testigo ocular, del tipo presentado por un reportero desde el lugar de los hechos. Y, como un reportero, habla directamente al lector. Usa preguntas retóricas que los lectores, probablemente, habrían hecho por sí mismos, tales como: «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?» (Mar 4:41). A veces se dirige a su público con palabras de Jesús. «Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: «Velad» (Mar 13:37). Marcos quiere transformar a los creyentes con su reportaje, no informarlos simplemente.
Además, sus relatos de primera mano dan detalles importantes: las respuestas emocionales de Jesús y otros, el tamaño de las multitudes y sus reacciones y el aspecto de los hombres y las mujeres. El relato del endemoniado gadareno es un ejemplo de la atención que Marcos presta al detalle. Usa veinte versículos para contar la historia, mientras Lucas usa catorce y Mateo solamente siete. Sin embargo, el Evangelio de Marcos es el más conciso de todos, porque omite los discursos más largos de Jesús. En general, Marcos presenta al Jesús que obra milagros, no al Jesús que enseña.
Marcos escribe para los cristianos gentiles, especialmente para los romanos. Esta conclusión se basa en diversos hechos:
(1) Marcos supone algún conocimiento previo de la fe cristiana por parte de sus lectores. Juan el Bautista, el bautismo y el Espíritu Santo (Mar 1:4, Mar 1:5, Mar 1:8) se mencionan sin comentario.
(2) No supone el conocimiento de las Escrituras judías. Cita directamente un pasaje del Antiguo Testamento solamente (Mar 1:2, Mar 1:3).
(3) Además, regularmente explica las costumbres judías y la geografía (Mar 7:2-4; Mar 13:3; Mar 14:12).
(4) Finalmente, Marcos omite, a propósito, la prohibición de Jesús de predicar a los samaritanos y gentiles (Mar 6:7-11; cf. con Mat 10:5, Mat 10:6).
Los lectores gentiles de Marcos enfrentaban persecuciones y martirio. Les escribió su Evangelio para fortalecer y guiar a los creyentes romanos a lo largo de las terribles persecuciones de Nerón. En primer lugar, sus lectores necesitaban saber que Jesús también había sufrido. Pero también necesitaban saber que Jesús, después de sufrir, había triunfado sobre el sufrimiento y la muerte. El Jesús sufriente era además el Hijo de Dios (Mar 1:1, Mar 1:11; Mar 14:61; Mar 15:39), el Hijo del Hombre (Mar 2:10; Mar 8:31; Mar 13:26), el Cristo (Mesías) (Mar 8:29) y el Señor (Mar 1:3; Mar 7:28). Después de la muerte de Pedro y de otros testigos oculares de la vida de Jesús, era necesario escribir el mensaje del evangelio. Marcos escribió la historia para verificar estas verdades y proveer un instrumento para transmitirlas a las nuevas generaciones de creyentes.
Marcos presenta a Jesús, el personaje principal de su relato lleno de acción, en trece vívidos versículos. En la introducción, entreteje la expectación («Preparad el camino del Señor», Mar 1:3) con el conflicto (Satanás tienta a Jesús en el v. Mar 1:13). En la extensa sección que sigue (Mar 1:14-45; Mar 2:1-28; Mar 3:1-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-30) el conflicto crece, como en las tragedias griegas. Jesús tiene éxito, pero también hay una creciente hostilidad. El triunfo y el conflicto aparecen lado a lado. Esta larga sección culmina cuando Pedro y los demás discípulos reconocen a Jesús como el Mesías (Mar 8:29).
En la sección siguiente (Mar 8:31-38; Mar 9:1-50; Mar 10:1-52; Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47), Marcos describe el resultado final para el Mesías: la pasión y muerte de Jesús. Primero, Jesús anuncia su muerte venidera a sus discípulos (Mar 8:31; Mar 9:31; Mar 10:33) y los prepara para cuando ocurra. Luego, viaja a Jerusalén donde se le juzga y le dan muerte. Pero en el epílogo (Mar 16:1-20) queda en claro el propósito de su muerte. El drama llega a una entusiástica conclusión cuando Cristo resucita de entre los muertos y anima a sus seguidores. Este es el Evangelio de Marcos, las buenas nuevas de Jesucristo.
El principal informante de Marcos fue Pedro. En efecto, el bosquejo de los acontecimientos en el Evangelio de Marcos sigue en forma precisa el bosquejo del sermón de Pedro ante Cornelio en Cesarea (Hch 10:34-43; cf. con Hch 13:23-33). La predicación oral en esa época, como el sermón de Pedro, usaba estilos y técnicas retóricas establecidos para ayudar en la instrucción y la memoria; el Evangelio de Marcos refleja estos estilos orales. Además, Justino Mártir, que escribe hacia el año 150 d.C. en Roma, confirma que Marcos escribió el recuerdo que Pedro tenía de los acontecimientos. Él citó Mar 3:17 como parte de las «memorias de Pedro». Además de narrar las memorias de Pedro, puede que Marcos haya agregado sus propias memorias y haber consultado otros documentos.
La mayoría concuerda que Marcos escribió su Evangelio en Roma bajo la supervisión de Pedro. Un documento del siglo II, llamado El prólogo de Marcos, afirma que el Evangelio se redactó en Italia. Además, Ireneo, que escribe hacia el año 180 d.C. afirma específicamente que fue en Roma. Dado que Marcos estuvo en Roma con Pablo, alrededor de los años 60-62 d.C. y puede que haya regresado a petición de Pablo en el año 65 (2Ti 4:11), hay pocas razones para dudar de esta evidencia.
Diversas fuentes antiguas de importancia, incluyendo el Prólogo Antimarcionita e Ireneo, afirman que Marcos escribió su Evangelio después de la muerte de Pedro. En efecto, Ireneo lo fecha después de la muerte de Pedro y de Pablo, hacia el año 67 d.C.
Sin embargo, Clemente de Alejandría y Orígenes, que escriben pocos años después de Ireneo, insisten en que Pedro vivía aun mientras Marcos escribía su libro. Además, una tradición posterior registrada por Eusebio hacia el año 340 d.C. afirma que fue escrito más temprano, durante el reinado de Claudio (41-54 d.C. Finalmente, una inscripción en manuscritos posteriores fechan la redacción de Marcos en una fecha aun anterior, alrededor de 39-42 d.C. Sin embargo, estas fechas más antiguas parecen dudosas porque
(1) Marcos probablemente no había escrito el Evangelio antes de su fallido primer viaje misionero;
(2) Pedro probablemente no haya estado en Roma hasta después del año 60 d.C. y
(3) La Epístola de Pablo a los Romanos (alrededor de 56-57 d.C. saluda a muchos creyentes, pero no menciona ni a Marcos ni a Pedro.
El estimado más racional ubicaría la obra de Marcos en algún tiempo después de la muerte de Pedro en el 64 ó 65 d.C. pero antes de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. En todo caso, el Evangelio de Marcos fue escrito a sólo unas tres o cuatro décadas después de los hechos que narra.
El Evangelio de Marcos no identifica a su autor. Sin embargo, numerosos documentos de la iglesia primitiva señalan unánimemente a Marcos como su autor. Papías, obispo de Hierápolis (140 d.C. afirma que Marcos, como intérprete de Pedro, escribió un Evangelio muy fidedigno. El Prólogo romano para Marcos, de 160-180 d.C. también nombra a Marcos como su autor, e Ireneo, en Francia alrededor del año 180 d.C. afirma que Marcos escribió la predicación de Pedro. Esto lo repiten Tertuliano y Clemente de Alejandría, ambos del norte de África hacia el año 200 d.C.
Marcos se menciona diez veces en el Nuevo Testamento. Su nombre judío era Juan (Hch 13:5, Hch 13:13), pero su nombre romano era Marcos (Hch 12:12, Hch 12:25; Hch 15:37). Vivía en Jerusalén y era sobrino de Bernabé (Col 4:10). Podría ser el joven que se cubría con una sábana en el arresto de Jesús (Mar 14:51, Mar 14:52), porque solamente su Evangelio menciona este incidente, que ocurrió después que todos los discípulos habían huido. El hecho de que Pedro anunciara su escapada milagrosa de la cárcel en casa de María, la madre viuda de Marcos (Hch 12:12), indica que Marcos tenía un contacto significativo con Pedro y con los demás líderes de la iglesia de Jerusalén.
En el año 46 d.C. Marcos pasó algún tiempo con Bernabé y Saulo en la iglesia de Antioquía antes de acompañarlos como ayudante en el primer viaje misionero. Sin embargo, el inesperado abandono de la expedición, hizo que Pablo perdiera la confianza en él (Hch 15:37-39). Pero más tarde, Marcos continuó su actividad misionera en Chipre junto a Bernabé.
Hacia los años 60-62 d.C. Pablo nuevamente puso su confianza en Marcos y lo saluda como colaborador (Col 4:10, Col 4:11; Flm 1:24). Además de ayudar a Pablo y a Bernabé, Marcos ayudó a Pedro en «Babilonia» (1Pe 5:13). Finalmente, Pablo, mientras estaba preso, le pidió a Marcos que fuera a Roma para ayudarle (2Ti 4:11). Estas breves referencias positivas a Marcos en el Nuevo Testamento indican que él sirvió fielmente a Dios como misionero y asistente apostólico a lo largo del período.
Bosquejo
I. Prólogo: Identidad del Siervo Hijo de Dios (Mar 1:1-13)
II. Mensaje y ministerio inicial del Siervo Hijo (Mar 1:14-45; Mar 2:1-28; Mar 3:1-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-30)
A. Fama y popularidad (Mar 1:14-45)
1. Predicación y discipulado (Mar 1:14-20)
2. Ejercicio de autoridad y poder (Mar 1:21-45)
B. Oposición y conflicto (Mar 2:1-28; Mar 3:1-35)
C. Explicación de la oposición (Mar 4:1-41)
1. Parábolas de Jesús (Mar 4:1-34)
2. El poder de Jesús sobre los elementos (Mar 4:35-41)
D. Fe e incredulidad (Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-30)
1. Victorias sobre los demonios, las enfermedades y la muerte (Mar 5:1-43)
2. Incredulidad en Nazaret (Mar 6:1-6)
3. Ministerio mayor con los doce (Mar 6:7-56)
4. Los fariseos defienden la tradición (Mar 7:1-23)
5. El retiro de Jesús y su enseñanza (Mar 7:24-37; Mar 8:1-26)
6. La confesión de Pedro (Mar 8:27-30)
III. Aproximación del Siervo Hijo a la cruz (Mar 8:31-38; Mar 9:1-50; Mar 10:1-52)
A. Jesús anuncia su muerte venidera y su resurrección (Mar 8:31-38; Mar 9:1-50; Mar 10:1-34)
B. Enseñanza y práctica de Jesús sobre el servicio (Mar 10:35-52)
IV. Ministerio y muerte del Siervo Hijo en Jerusalén (Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47)
A. Ministerio inicial de Jesús en Jerusalén (Mar 11:1-33)
B. Creciente oposición a Jesús (Mar 12:1-44)
C. Discurso de Los Olivos (Mar 13:1-37)
D. Jesús se prepara para la muerte (Mar 14:1-42)
E. Jesús rechazado por los discípulos, por el pueblo y por su Padre (Mar 14:43-72; Mar 15:1-47)
V. Epílogo: El Siervo Hijo, viviente y victorioso (Mar 16:1-20)
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Escribiendo a unas tres décadas después de la resurrección de Cristo, Marcos inicia su relato con una sencilla declaración de las buenas nuevas acerca del Hijo de Dios, el Señor Jesucristo. Como Lucas nota en Hch 1:1, las historias del Evangelio describen «las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar». El evangelio se refiere a la historia básica de las buenas nuevas que se encuentran en la vida, ministerio, muerte y resurrección de Cristo.
Jesucristo, que significa «Jehová salva», es el nombre terrenal que Jesús recibe al nacer, mientras que Cristo es un título del AT. que lo señala como el Siervo escogido de Dios.
Hijo de Dios determina claramente la deidad de Jesús y demuestra su relación única con Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Introducción a Marcos
Bosquejo
I. Preparación para el ministerio de Jesús (Mar 1:1-13)
A. El ministerio de Juan el Bautista (Mar 1:2-8)
B. El bautismo de Jesús (Mar 1:9-11)
C. La tentación de Jesús (Mar 1:12-13)
II. Ministerio temprano en Galilea (Mar 1:14-45; Mar 2:1-28; Mar 3:1-6)
A. Los primeros cuatro discípulos (Mar 1:14-20)
B. Un día de reposo en Capernaúm (Mar 1:21-34)
C. Primer viaje de predicación (Mar 1:35-45)
D. Conflictos con los fariseos (Mar 2:1-28; Mar 3:1-6)
III. Ministerio tardío en Galilea (Mar 3:7-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-23)
A. Retiro a la orilla del mar (Mar 3:7-12)
B. Nombramiento de los doce apóstoles (Mar 3:13-19)
C. Amigos y enemigos (Mar 3:20-35)
D. Enseñanza mediante parábolas (Mar 4:1-34)
E. Enseñanza mediante señales y milagros (Mar 4:35-41; Mar 5:1-43)
F. Jesús en Nazaret (Mar 6:1-6)
G. La misión de los doce (Mar 6:7-13)
H. Herodes y Juan el Bautista (Mar 6:14-29)
I. Milagros y enseñanza junto al mar de Galilea (Mar 6:30-56)
J. Conflicto con la tradición (Mar 7:1-23)
IV. Ministerio más allá de Galilea (Mar 7:24-37; Mar 8:1-38; Mar 9:1-29)
A. Sanidad de dos que no eran judíos (Mar 7:24-37)
B. Milagros adicionales (Mar 8:1-26)
C. Episodio de Cesárea de Filipo (Mar 8:27-38; Mar 9:1)
D. Episodio de la transfiguración (Mar 9:2-29)
V. Camino de Jerusalén (Mar 9:30-50; Mar 10:1-52)
A. Recorrido por Galilea (Mar 9:30-50)
B. Ministerio en Perea (Mar 10:1-52)
VI. La Semana de la Pasión (Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47)
A. Domingo: Entrada triunfal en Jerusalén (Mar 11:1-11)
B. Lunes:
1. La maldición de la higuera (Mar 11:12-14)
2. Purificación del templo (Mar 11:15-19)
C. Martes:
1. Fe y temor (Mar 11:20-33)
2. Parábola y controversia (Mar 12:1-44)
3. El discurso del monte de los Olivos (Mar 13:1-37)
4. La unción en Betania (Mar 14:1-11)
D. Jueves: La última cena (Mar 14:12-25)
E. Viernes:
1. Getsemaní (Mar 14:26-52)
2. El juicio judío (Mar 14:53-72)
3. El juicio romano (Mar 15:1-20)
4. La crucifixión y la sepultura (Mar 15:21-47)
VII. La resurrección (Mar 16:1-20)
A. El descubrimiento de la resurrección (Mar 16:1-8)
B. Las apariciones posteriores a la resurrección (Mar 16:9-18)
C. La ascensión y la misión apostólica (Mar 16:19-20)
Autor: Marcos
Tema : Jesús, Hijo y siervo
Fecha : 55-65 d.C.
Trasfondo
De los cuatro evangelios, Marcos contiene el relato más conciso acerca del «principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios» (Mar 1:1). Aunque no se menciona al autor en el libro (tampoco se hace en los otros evangelios), el testimonio unánime de la iglesia primitiva es que fue escrito por Juan Marcos. Él se crió en Jerusalén y formó parte de la primera generación de creyentes (Hch 12:12). Tuvo la gran oportunidad de colaborar en el ministerio de tres apóstoles del NT: Pablo (Hch 13:1-13; Col 4:10; Flm 1:24), Bernabé (Hch 15:39) y Pedro (1Pe 5:13). Según Papías (ca. 130 d.C.) y otros padres de la iglesia del siglo II
, Marcos recibió el contenido de su evangelio por conducto de Pedro, lo escribió en Roma y lo adaptó para los creyentes romanos. Aunque no se ha determinado la fecha en que se escribió el Evangelio según San Marcos, la mayoría de los eruditos calculan que fue a fines de la década de los cincuenta o en los sesenta; pudiera haber sido el primero de los cuatro evangelios que se escribiera.
Propósito
En la década de los sesenta del primer siglo d.C. el pueblo trataba con crueldad a los creyentes de Roma, y muchos fueron torturados y asesinados por órdenes del emperador romano Nerón. Según la tradición, entre los creyentes en Cristo martirizados en Roma durante esa década figuran los apóstoles Pedro y Pablo. Como era uno de los dirigentes de la iglesia de Roma, a Juan Marcos lo impulsó el Espíritu Santo a que escribiera este evangelio como una anticipación profética o una respuesta pastoral a ese tiempo de persecución. Se proponía fortalecer los fundamentos de la fe de los creyentes romanos y, si fuera necesario, inspirarlos a sufrir fielmente por el evangelio, poniéndoles por ejemplo la vida, los sufrimientos, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo.
Visión panorámica
En una narración que se caracteriza por la rapidez de acción, Marcos presenta a Jesucristo como el Hijo de Dios y el Mesías y siervo sufriente. El momento decisivo del libro es el episodio de Cesárea de Filipo, seguido de la transfiguración (Mar 8:27-38; Mar 9:1-10), donde se les revelan a sus doce apóstoles la identidad de Jesús y su misión de sufrimiento. La primera mitad del evangelio se enfoca principalmente en los grandes milagros de Jesús y en su autoridad sobre las enfermedades y los demonios como señales de que el reino de Dios está cerca. Sin embargo, en Cesárea de Filipo Jesús les dice a los discípulos que tiene que «padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días» (Mar 8:31). Hay numerosas referencias en Marcos al sufrimiento como el precio del discipulado (e.g., Mar 3:21-22; Mar 3:30; Mar 8:34-38; Mar 10:30; Mar 10:33-34; Mar 10:45; Mar 13:8; Mar 13:11-13). No obstante, la vindicación de Dios viene después del sufrimiento del justo, como se demuestra en la resurrección de Jesús.
Características especiales
Hay cuatro características principales en el Evangelio según San Marcos:
(1) Es un evangelio de acción que recalca lo que Jesús hizo y no lo que dijo. Marcos contiene dieciocho milagros de Jesús, pero sólo cuatro parábolas (sin incluir las declaraciones parabólicas).
(2) Es un evangelio específicamente escrito para los romanos, que explica las costumbres judías, omite todas las narraciones de genealogías y nacimientos, traduce las palabras arameas y emplea términos latinos.
(3) El evangelio comienza de modo abrupto y pasa rápidamente de un episodio a otro, con frecuente uso del adverbio griego que se traduce «inmediatamente» (42 veces).
(4) Marcos describe los acontecimientos de la vida de Jesús con fuerza, con precisión y con la capacidad pintoresca de una artista literaria.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 1.
La Misión del Bautista, 1:1-8 (Mat 3:1-12; Luc 3:1-17; Jua 1:19-36).
Cf. Comentario a Mat 3:1-12.
1 Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Como está escrito en el profeta Isaías: “He aquí que envío delante de ti mi ángel, que preparará tu camino. 3 Voz de quien grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos.” 4 Apareció en el desierto Juan el Bautista, predicando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados. 5 Acudían a él de toda la región de Judea, todos los moradores de Jerusalén, y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Llevaba Juan un vestido de pelos de camello, y un cinturón de cuero ceñía sus lomos, y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 7 En su predicación les decía: Tras de mí viene uno más fuerte que yo, ante quien no soy digno de postrarme para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo os bautizo en agua, pero El os bautizará en Espíritu Santo.
Es notable el contraste de los relatos de Mt, Lc y Jn con relación a lo que significó la presencia del Bautista en la preparación mesiánica: le dedican mucha mayor amplitud que el relato de Mc. Este hace una somera indicación de este pasaje – lo mismo que del bautismo de Cristo y la tentación en el desierto. Parece que quiere presentar inmediatamente la vida pública de Cristo. Acaso pueda ser eco del esquema de la catequesis de Pedro (Hec 1:21.22; Hec 10:37).
V.l. Se discute la puntuación del primer versículo. Para algunos autores sería, no parte del evangelio, sino el título que corresponde al escrito. Así varias ediciones críticas (Swete, Vogels, Von Soden, Nestlé, Merk). Pero esto supondría haber formado parte de un escrito de evangelios, v.gr., Mt, del cual Mc sería el segundo. Mas esto es improbable.
Otros lo unen con el siguiente, 2, o con el 4, haciendo de 2 y 3 un paréntesis. En el fondo, en ambas hipótesis se ve el intento de mostrar el comienzo – preludio – del evangelio con la aparición preparatoria del Bautista, conforme a la profecía de Isaías, que se cita en sentido “acomodado.”
La expresion de “Hijo de Dios” a Jesucristo (Jesús Mesías) falta en varios códices, entre ellos en el sinaítico. Pero se lo considera como auténtico, pues está en la mayoría de los códices unciales, cursivos y en las versiones. El significado no es el de sinónimo de Mesías. Puesto por el evangelista, expresa la fe de la Iglesia primitiva en la divinidad de Cristo (Heb 1:5; Heb 28:19; etc.). Jesús es una forma más reciente, apocopada, de Yehoshu’a, Yahvé salva o es salud, en Yeshú’a. Cristo es la traducción griega del hebreo Mashiah, el Ungido, el Mesías.
La palabra “evangelio” que usa no se refiere, corno tampoco en el N.T., al libro, sino a la doctrina de Cristo. En el medio ambiente neotestamentario greco-romano, la palabra “evangelio” es utilizada, en el lenguaje oficial, para indicar los bienes que han de seguirse con motivo del advenimiento al trono de algún emperador. Así se dice, v.gr., a propósito de Augusto l y de Nerón 2. Conceptualmente se entronca con la “buena nueva” de Isaías (Isa 40:9) 3. En Mc significa, en otros pasajes, la nueva fe y la buena nueva (Mar 8:35; Mar 10:29; 13:10:Mar 14:9; Mar 16:15). Era término usual eclesiástico.
V.2. La lectura genuina es: “Como está escrito en el profeta Isaías. Pero en muchos códices unciales y en la mayor parte de los cursivos se lee en plural: “en los profetas.” Es, sin duda, una retractación del texto en orden a justificar la posterior inserción de la primera profecía (v.2b), que es de Malaquías (Mal 3:1), y acaso por influjo de su cita en otros pasajes evangélicos (Mat 11:10 : Luc 7:27).
V.3. La cita de Isaías: “preparad los caminos del Señor,” lo mismo podría referirse a Dios que a Cristo. La Iglesia primitiva profesaba la divinidad de Cristo con el título de Kyrios, Señor; “traslación” griega del nombre de Yahvé. Es probable que aquí se use referida a Cristo, cuyos caminos va a preparar el Bautista.
V.7. Coincide con Lc en parte de la redacción de este pensamiento, que transmiten los tres sinópticos en cuanto a la sustancia. El no es digno de postrarse “para desatar las correas de sus sandalias.” Son diferencias redaccionales, elaboradas libremente por los evangelistas, como se ve especialmente al comparar estas tres formulaciones de los sinópticos con la de Juan (Jua 1:26.27).
V.8. Omite el calificativo de “fuego” en el bautismo de Cristo.
La forma primitiva debió de ser el bautismo en “fuego,” como contrapuesto al bautismo en “agua.” Este era superficial ante el otro. Bíblicamente se dice que todo lo que se puede purificar por el fuego se haga, ya que es purificación más profunda. Este es el sentido de la metáfora aquí, sin duda, primitiva. En Mt-Lc aparece la metáfora con la explicitación de su valor: “En Espíritu Santo y fuego.” En Mc ya aparece la sustitución eliminatoria hecha muy primitivamente 3.
El bautismo de Cristo. 1:9-11 (Mat 3:13-17; Luc 3:21-22).
Cf. Comentario a .
9 En aquellos días vino Jesús desde Nazaret, de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En el instante en que salía del agua vio los cielos abiertos y el Espíritu, como paloma, que descendía sobre El, 11 y se dejó oír de los cielos una voz: “Tú eres mi Hijo, el amado, en quien yo me complazco.”
Es el relato más breve de los evangelistas. v.9. Destaca un elemento geográfico: Cristo, para el bautismo, vino de su vida oculta de Nazaret.
V.10. La teofanía la pone expresamente en el momento de “salir del agua,” en lo que vienen a coincidir los tres sinópticos.
Parece ser la glorificación en el momento en que sube de su humillación de recibir, vicariamente, el bautismo de “penitencia.” Lc añadirá menos datos.
V.17. La voz del cielo, a diferencia de Mt, aquí está formulada directamente a Cristo: “Tú eres el Hijo mío.” Los tres ponen la forma que en El “me complací,” lo que puede ser la traducción griega o corresponder al perfecto estático semita, que puede, a su vez, corresponder al presente. De ahí el poder traducírsele por “en ti me complazco,” me estoy complaciendo siempre 4.
La “tentación” de Cristo en el desierto. 1:12-13. (Mat 4:1-11; Luc 4:1-13).
Cf. Comentario a Mat 4:1-11.
12 En seguida el Espíritu le empujó hacia el desierto. 11 Permaneció en él cuarenta días tentado por Satanás, y moraba entre las fieras, pero los ángeles le servían.
El relato de la “tentación” está reducido al mínimum por Mc. Casi es una alusión a la misma, ya que Mt-Lc la relatan con amplitud. Mientras Mt pone las “tentaciones” después del ayuno cuadragesimal, Mc y Lc las ponen literariamente escalonadas a través de los cuarenta días. Dos son los puntos que interesan ante esta brevedad del relato de Mc y su descripción tan especial.
¿Qué significa este morar entre las fieras y que los ángeles le servían? Para algunos sería un simple rasgo colorista de Mc, con lo que se describía así el lugar agreste donde Cristo moraba y se acentuaba su soledad.
En esta región del desierto del Jordán se encuentran aún bestias salvajes: víboras, cabras salvajes, gacelas, águilas, y a la noche se oyen los aullidos de chacales y hienas. En tiempo de Elíseo había en los bosques entre Jericó y Betel osos (4 Rev 2:24). El mosaico de Madaba (s. VI d.C.) pone en esta región leones. Y Abel observa que la fauna selvática actual está muy empobrecida con relación a la de la época bíblica 5.
Otros lo presentan en una relación más lógica con las viejas experiencias de los cuarenta años del desierto. La finalidad de estas tentaciones en Mt-Lc es manifiestamente mesiánica. Y era creencia en Israel que el desierto sería lugar de acción mesiánica, y que de alguna manera se repetirían en los días mesiánicos las experiencias – tentaciones – r del éxodo. Por eso se relaciona este morar entre bestias salvajes con las serpientes de fuego del desierto (Deu 8:15; Deu 32:10) y con la alimentación prodigiosa del maná (Deu 8:3; Deu 29:5), llamado en los LXX y en la Sabiduría “pan de los ángeles” (Sal 78:24.25; Sab 16:20-21).
Además se ha hecho ver que, en la tradición judía, la huida del diablo y el dominio sobre las bestias salvajes son cosas unidas, como se patentiza en el “Testamento de los doce Patriarcas” 6. Así, este rasgo de Mc vendría a indicar la victoria de Cristo sobre Satán. Y con estos rasgos se aludiría a las tentaciones mesiánicas de Cristo, relatadas con amplitud por Mt-Lc: la victoria sobre Satanás y el “servicio” que los ángeles le hicieron al terminar las tentaciones (Mt).
Se piensa también que, siendo Cristo el Mesías vaticinado por Isaías, en el que se anuncia una creación nueva que implica la pacificación del reino animal, pudiera también estar este rasgo de Mc evocando esta victoria mesiánica de Cristo y la ventaja de su restauración. Tanto más, que en “la Escritura se unen y se evocan el anuncio de la nueva creación y la del nuevo éxodo. Es lícito, pues, creer que, al mismo tiempo que en la estadia de los hebreos en el desierto, el segundo evangelista piensa en la restauración de la paz paradisíaca, cuando muestra a Jesús Mesías viviendo en compañía de fieras; no hay lugar a temerlas, porque es una aserción bíblica constante, ilustrada especialmente por el salmo 91, y que se aplica más aún al Mesías, que el ser humano domina fácilmente al mundo inferior cuando se mantiene en amistad perfecta con Dios y triunfa del mal moral. Situado como está en un contexto escatológico, la fórmula evangélica “con las fieras” (μετά των θηρίων) evoca especialmente el pacto con las bestias salvajes (μετά των θηρίων) que en Oseas (Sab 2:18) acompaña la restauración de la Alianza.” 7
El relato de Mc, ¿es primitivo? Así lo sostienen muchos. Sería un resumen de la tentación, que había dado origen a una elaboración haggádica en Mt-Lc, o que en éstos son producto de una mixtificación de fuentes.
“Todo sucede como si el autor del segundo evangelio, conociendo un relato de la tentación mucho más desarrollado, del género del que nos han conservado los otros dos sinópticos, lo hubiese voluntariamente abreviado, sin duda porque él estimaba que la discusión entre Jesús y Satán, con ayuda de textos de la Escritura, como también las dos últimas tentaciones con sus circunstancias extrañas, podían desorientar a sus lectores de origen pagano y debilitar la proclamación que él pretendía hacer de la trascendencia de Cristo. También se puede conjeturar, más simplemente, que el medio cristiano especial, cuyas tradiciones él refleja, tenía la costumbre de pasar rápidamente sobre este episodio, que se contentaba con resumir.” 8 En el Comentario a Mt se expone el valor expositivo-polémico de su medio eclesial judío, cosa que no interesaba al de Mc; por eso le da otro giro.
Cristo comienza su predicación,Sab 1:14-15 (Mat 4:12-17; Luc 4:14-15).
14 Después que Juan fue preso, vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios 1S γ diciendo: Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está cercano; arrepentios y creed en el Evangelio.
Mc y Mt advierten que este relato tiene lugar “después” de la prisión de Juan, que es muy posterior (Jua 3:22ss; Jua 4:1-3), y que supone ya la vida pública de Cristo. Lo que pretende aquí Mc es presentar un esbozo de lo que va a ser la misión de Cristo. Pero este viaje de Cristo, en su vida pública, a Galilea es el segundo. En el primero, el Bautista aún no había sido encarcelado (Jua 3:24; Jua 4:3). Pero los tres sinópticos presentan este modo general de la predicación y gira apostólica de Cristo por toda Galilea. El tema que Mc recoge es esquemático, pero en él sintetiza el fondo de su predicación. Mc lo presenta en forma rítmica:
“El tiempo es cumplido, y el reino de Dios próximo; haced penitencia y creed en el Evangelio.”
La “plenitud de los tiempos” (Gal 4:4) para el establecimiento del pleno reinado de Dios, anunciado en las profecías, ya llegaba. Era la misión de Cristo al ir a “sembrarlo” por toda Galilea.
La expresión “el tiempo es cumplido,” lo mismo que “el reino de Dios,” eran frases escatológicas. En el ambiente judío evocaban, al punto, el mesianismo y las maravillas a él anejas.
Es discutido el sentido exacto de la palabra ήγγιχεν, pues lo mismo puede significar que el reino de Dios “se aproxima” o que ya “llegó.” Si se tiene en cuenta el uso de esta palabra en Isaías, en la versión de los LXX, y la dependencia que de aquel pasaje tiene esta palabra en los sinópticos (Isa 50:8; Isa 51:5; Isa 56:1), el sentido aquí es el de una inminente proximidad. En los evangelios, Cristo unas veces habla del reino como ya llegado (lo identifica con su persona y sus actos) y otras lo deja ver como en un próximo futuro 9.
Ante esta expectativa e inminencia, se piden dos cosas: “arrepentirse” (μετανοείτε), en el sentido de cambiar de modo de pensar, dejando la mala conducta moral y lo que pudiesen ser prejuicios de interpretación “tradicional” sobre el Mesías y “creed en el Evangelio,” en la buena nueva 10 que Cristo va a enseñar. Será la fe que salva (Mar 16:16). Esta última frase no excluye una formulación literaria muy marcada en Mc, o en boca de un catequista. “Evangelio” es término eclesiástico.
Vocación de los primeros discípulos,Mar 1:16-20. (Mat 4:18-22).
Cf. Comentario a Mat 5:18-22.
16 Caminando a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, que echaban las redes al mar, pues eran pescadores. 17 Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. 18 Al instante, dejando las redes, le siguieron. 19 Y continuando un poco más allá, vio a Santiago el de Zebedeo y a Juan, su hermano, que estaban también remendando sus redes en la barca, 20 y los llamó. Ellos luego, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron en pos de El.
Mc, lo mismo que Mt, presenta un cuadro binario y casi idéntico de esta “vocación” de Pedro y Andrés, Santiago y Juan. La redacción literaria de estas dobles “vocaciones” tiene una forma en todo semejante. Se omiten, probablemente, los contactos previos de un proceso psicológico anterior. Según Jn, un primer contacto sería en el Jordán (Jua 1:35-51). Pero acaso no explique todo. La redacción está sometida a un esquematismo literario perceptible. Se indicó en la “introducción” a Mc.
V.20. Mc añade un dato de interés. Ante el llamamiento de Cristo, Juan y Santiago dejaron a su padre Zebedeo en la barca, “con los jornaleros.” La palabra usada (μισθός) indica una retribución a sueldo por un trabajo. Se ve que el padre de Juan y Santiago, dentro de la modestia de un pescador de Galilea, tenía un cierto desahogo económico: eran propietarios de “redes” (Mat 4:21), sin duda, de algunas barcas, y tenía “jornaleros” para sus faenas.
Por Lc (Mat 5:10) se sabe también que entre Pedro y Juan y Santiago, al menos, tenían establecida una cierta “sociedad” (κοινωνοί) de pesca.
Desde antiguo es discutido si este relato de Mt-Mc es el mismo que a continuación de la pesca milagrosa narra Lc (Mat 5:1-11) o es distinto. Aunque más completo el de Lc, con dos escenas, en la segunda esta latiendo el relato de Mt-Mc 10.
Curación en la sinagoga de Cafarnaúm,Mat 1:21-28 (Luc 4:31-37).
21 Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. 22 Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Y luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, 24 diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿ Has venido a perdernos? Te conozco; tú eres el Santo de Dios. 25 Jesús le ordenó: Cállate y sal de él. 26 El espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Quedáronse todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen. 28 Extendióse luego su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes de Galilea.
Acompañado de estos primeros discípulos (v.29), Cristo llega a Cafarnaúm, probablemente la actual Tell-Hum 11.
Poco tiempo o días después de su llegada era sábado. La forma plural empleada para decir que era sábado es diversamente empleada. Para algunos, esta forma plural, unida al “enseñaba (Mc), querría indicar una alusión general de los dos evangelistas (Lc-Mc) a la actividad docente de Cristo en las sinagogas de Galilea. Pero parece mejor interpretarlo de sólo aquel primer sábado que predicaba en la sinagoga de Cafarnaúm. La forma plural usada no es otra cosa, probablemente, que una redacción literaria hecha a imitación de los nombres de las fiestas griegas, tal como se encuentra en otros pasajes evangélicos (v.gr., τα éfxoctvta, τα αζυμα, etc.).
Aquel sábado Cristo asistió, como de costumbre (Mar 3:1; Mar 6:2), a los actos sinagogales, y enseñó allí. Las sinagogas existían en todos los pueblos y casi en todas las pequeñas villas. De una sinagoga magnífica de Cafarnaúm se conservan aún muy importantes ruinas.
Estos oficios tenían dos partes: una oración, otra lectura y exposición de la Escritura: primero de la Ley y luego de los Profetas. Esta exposición estaba a cargo de un sacerdote, del jefe de la sinagoga, o a quien invitase éste, entre las personas que juzgase capaces de hacer una exposición. Esta no consistía sólo en parafrasear la Ley; podía ser una exposición literal o alegórica, reglas de conducta, parábolas, exhortaciones, etc. El tema era libre, amplio; pero el método, no. Este había de ser autorizando la exposición, sea con la Escritura o con la tradición: sentencias de los rabinos 12.
Hacia el centro de la sinagoga había una plataforma o tribuna, donde tenía su asiento el jefe y los miembros más respetables de la misma. Allí estaba también el sitio del lector y del que iba a hacer la exposición. Desde allí habló Cristo.
De esta exposición, lo que causó “admiracion” en los oyentes, y que recogen Mc-Lc, es que “enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mat 7:28.29). No sólo la sorpresa de los oyentes está en el método que oyen, sino también en la doctrina que expone; o mejor aún, en la doctrina nueva, expuesta con el método nuevo de su propia autoridad.
Los expositores de la Ley y los Profetas, con margen de exposición, tenían que fundamentar ésta en la Escritura y en la “tradición,” que eran las sentencias de los rabinos. Este método no era más que una cadena de dichos: “Dijo rabí tal., y rabí cuál dijo.,” y así en una serie inacabable de sentencias, sin resolverse nada. Se decía como elogio de uno de los rabinos célebres, Yohanan ben Zakkai, que no pronunciaba nada, ni enseñaba nada, que no lo hubiese recibido de su maestro.
Pero el método de Cristo era distinto. El interpretaba con su autoridad; Prescindía de estas sentencias, pero dictaminaba por sí mismo. Debió de ser esto al estilo de las sentencias en el “sermón del Monte”; v.gr.: “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo. Pero yo os digo.” (Mat 5:38.39, etc.) 13.
Esto mismo era una insinuación de su divinidad. La Escritura era palabra de Dios. ¿Quién podía interpretarla con autoridad propia sino Dios? Un profeta hablará en nombre de Dios. Pero Cristo hablaba de la Ley de Dios, interpretándola, exponiéndola, con autoridad propia. ¿No era esto insinuar que él tenía poderes divinos?
Esta escena y esta insinuación tienen allí mismo una gravísima confirmación.
En aquella reunión sinagogal había un hombre que, si a intervalos estaba normal, en otros aparecía “poseído de un espíritu impuro” (Mc), es decir, por el “espíritu de un demonio impuro” (Lc). El “espíritu impuro” es término ambiental que designa al demonio. Este tema de los “endemoniados” ha de ser valorado en cada caso concreto, ya que, a veces, los evangelistas relatan la enfermedad como estaba en la creencia popular, la cual no siempre era exacta. Ni, en principio, habría inconveniente en admitir que Cristo, realizando las curaciones, se amoldase, consciente y libremente, y se comportase para la cura a la creencia popular 14.
Este “endemoniado” grita, en la asamblea, ante la enseñanza de Cristo: “¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Te conozco; tú eres el Santo de Dios.” 15
Este “endemoniado” increpa a Cristo con el nombre con el que era usualmente conocido, de Jesús Nazareno (Mat 21:11), para decirle que no tiene nada que ver con él – ”nosotros” -. Piensa que viene a “perdernos.” Y sabe que Cristo es “el Santo de Dios” (Jua 6:69). Esta denominación no era título oficial ni usual del Mesías, aunque fácilmente podría ser denominado así. En el pueblo santo y de los santos, según Daniel (Dan 7:25), el que por excelencia estaría sobre todos, y que habría de destacarse sobre toda santidad, el Mesías 16, fácilmente pudiera ser llamado así. Así lo llamó también Pedro (Jua 6:69). El calificativo está en situación especialmente por la victoria que va a tener contra el “espíritu impuro.”
El “endemoniado” le increpa que no venga a “perdernos.” Es referencia a la lucha contra los poderes demoníacos. Ya en Isaías se dice que los poderes celestiales malos, demoníacos (Efe 2:2; Efe 6:11.12), serán al final encadenados por Dios (Isa 24:22ss). De aquí se vino a atribuir este “juicio” al Hijo del hombre 17. A esto alude esta exclamación. El tiempo de especial acción diabólica en el mundo quedaba sometida, en parte, con la inauguración del reino mesiánico (Jua 12:31).
Cristo, con un gesto de imperio, le mandó “callar,” como lo hizo, y por el mismo motivo, en otras ocasiones (Mat 8:4; Mat 9:25.30.31, etc.), con objeto de no divulgar anticipadamente su mesianismo, y lo hizo “salir de él.” Aquel pobre hombre experimentó, ante esta orden, una “agitación violenta,” que Lc la describe como “arrojando (el demonio) al poseso en medio” del grupo en que estaba, a la parte de la sala central, probablemente decante de la tribuna donde estaba Cristo exponiendo su doctrina. Y “dio un fuerte grito,” y el milagro se hizo.
Los evangelistas recogen la narración de los presentes en una doble línea: una es la fama que va a extenderse por doquier, en “toda la tierra de los alrededores de Galilea.” Pero esta fuerte fama fue debida a lo que los presentes a la curación se dijeron “estupefactos”: era una “doctrina nueva” por su contenido y por su método, pues estaba “revestida de autoridad” (Mc, Lc v.32; cf. Mat 7:28.29), y todo ello rubricado por el milagro.
Los evangelistas presentan este caso con una marcada finalidad apologética y “escatológica.” La doctrina nueva es rubricada por el milagro. Pero, además, es sobre “el espíritu impuro.” Esto es prueba del dominio de Cristo sobre el reino del mal. Su victoria, que ya comienza, manifiesta que está en Israel el reino de Dios (Mat 12:28; Luc 12:20) 17. La época “escatológica,” que es la “mesiánica,” esta en marcha. Por eso, la doctrina “nueva” es término bíblico-”escatológico” (Mar 1:27; Mar 2:21; Jua 13:34; 2Co 3:6; 2Co 5:17; Gal 6:15; Jer 31:31).
Curación de la suegra de Pedro,Jer 1:29-31 (Mat 8:14-15; Luc 4:38-39).
29 Luego, saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. 30 La suegra de Simón estaba acostada con fiebre, e inmediatamente se lo dijeron.31 El, acercándose, la tomó de la mano y la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
El breve relato de esta curación es recogido por los tres sinópticos. Debe de estar sugerido por la relación cronológica y geográfica con el milagro anterior. Mc es el único que dice que esto fue al salir de la sinagoga: “vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan.” La figura de Pedro es posiblemente lo que hizo mantener en la tradición sinóptica este pequeño relato. En el Comentario a Mat 8:14-15 se expone una proyección que quiere verse además en ello 18.
Curaciones múltiples,Mat 1:32-39 (Mat 8:16-17; Mat 4:23; Luc 4:40-44).
Cf. Comentario a Mat 8:16-17; Mat 4:23.
32 Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados, 33 y toda la ciudad se reunió a la puerta: 34 curó a muchos pacientes de diversas enfermedades y echó muchos demonios, y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían. 35 A la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. 36 Fue después Simón y los que con El estaban, 37 y, hallado, le dijeron: Todos andan en busca de ti. 38 El les contestó: Vamos a otra parte, a las aldeas próximas, para predicar allí, pues para esto he salido.39 Y se fue a predicar en las sinagogas de toda Galilea, y echaba los demonios.
Mc-Lc sitúan aquí un cuadro general sobre la actividad de Cristo en Galilea. Mt retrasa manifiestamente esta escena, a causa de la sistematización de su evangelio. Se busca con ello, lo mismo que se buscaba con estos relatos esquemáticos y generales, causar un impacto sobre la grandeza de Cristo.
Mc destaca que “en el atardecer,” pero matizando que, cuando ya se había “puesto el sol,” tiene lugar el “traerle” todos estos enfermos para que los cure. Como la escena tiene lugar en el sábado (cf. v.21.29), y como la sola expresión de “atardecer” era muy vaga, pudiendo entenderse desde las primeras horas de la tarde, Mc, quería y tenía que precisar, con la frase “puesto el sol,” que el reposo sabático había terminado. Por lo que era lícito transportar los enfermos (Jua 5:9.10) ante Cristo para su curación.
V.33-34. “Toda la ciudad” es la clásica forma hiperbólica y redonda oriental para expresar la multitud reunida y lo que significó de conmoción en la misma.
“Ante la puerta,” no se refiere a la puerta de la ciudad, sino a la de la casa de Pedro, en donde Cristo se hallaba (v.29).
Los tres sinópticos, reflejo del esquema de la catequesis, dan los enfermos traídos en dos grupos: “enfermos,” sin más especificación, y “endemoniados.” Y la curación se da destacando específicamente que fue ron “muchos” de estos dos grupos 18. La insistencia, especialmente destacada, sobre los “endemoniados,” a los “que (demonios) no les permitía hablar, porque le conocían” como Mesías, quiere hacer ver al lector el poder de Cristo sobre los “espíritus impuros,” como prueba de su poder y realidad mesiánica (Mat 12:28; Luc 11:20) y evitar conmociones improcedentes en el pueblo.
El v.34 es el “Secreto mesiánico.”
Mc es el único que trae esta pequeña referencia histórica. A la mañana siguiente al sábado, fue a orar a un lugar desierto cercano a Cafarnaúm. Es Lc el que suele destacar la oración de Cristo. Mc sólo lo hace tres veces: aquí, al comienzo de la vida mesiánica de Cristo, hacia su mitad (Mar 6:46) y en Getsemaní. Las curaciones del día anterior hacen que la gente le buscase. Luego Mt-Mc presentan, extensivamente, un cuadro esquemático de la predicación de Cristo por las sinagogas de Galilea. Mc se complace todavía en poner como una nueva rúbrica al mesianismo de Cristo, al destacar que en estas correrías apostólicas expulsaba los demonios. Era acusarse su poder y realidad de Mesías.
El pasaje paralelo de Lc tiene especial dificultad a propósito de la geografía de su predicación 19.
Curación de un leproso,Mar 1:40-45 (Mat 8:2-4; Luc 5:12-16).
Cf. Comentario a Mat 8:2-4.
40 Viene a El un leproso, que, suplicando y de rodillas, le dice: Si quieres, puedes limpiarme. 41 Enternecido, extendió la mano, le tocó y dijo: Quiero, sé limpio. 42 Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio. 43 Despidióle luego con imperio, 44 diciéndole: Mira no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés ordenó en testimonio para ellos. 45 Pero él, partiendo, comenzó a pregonar a voces y a divulgar el suceso, de manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares desiertos, y allí venían a El de todas partes.
La curación de este leproso la traen los tres sinópticos. La situación histórica no es la de Mt, que; por su razón “sistemática,” la retrasa. Mc-Lc la ponen al comienzo de la vida pública de Cristo.
V.41. Hay dos lecturas. Cristo lo curó “enternecido” ‘(σπλαγ-χισθει’ς), ο con “ira” (¿ργισθει’ς). Por crítica textual, la primera lectura es la admitida y es la que pide el contexto. Aunque la segunda se explica mal como “corrección.” Mt-Lc omiten ambas palabras (cf. Mar 3:5).
V.43. Mc dice que Cristo antes de prohibirle su divulgación tuvo una fuerte conmoción en su ánimo (εμβριιιησάμενος). Es, acaso, la fuerte severidad con que le advierte y le nace la prohibición (cf. Jua 11:33). Mussner piensa que por la vida inhumana que se tenía con los leprosos 19.
V.45. Mc recoge que el curado no cumplió la orden de Cristo de no divulgar la noticia. La gratitud y la satisfacción de su cura, que era a su vez rehabilitación moral suya, le hizo volcarse en alabanzas. Esto hizo que la noticia se divulgase por Galilea, haciendo que Cristo no pudiese entrar “públicamente” en las ciudades, porque éstas se conmocionaban, proclamándole Mesías antes de tiempo (cf. Mat 12:23), con los peligros de sobreexcitación mesiánica mal entendida y las posibles repercusiones políticas de Roma en Palestina. No cumplió el “Secreto mesiánico.”
Por eso, El se quedaba en “lugares desiertos” para hacer “oración” (Lc). Pero las gentes venían a El (Mc-Lc) para que los curase.
Mc-Lc – Mt omite todo este final – ponen mucho interés en destacar este exquisito cuidado de Cristo en apartarse de todo movimiento mesiánico prematuro y sobreexcitado que pudiera producirse en las turbas.
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Fuente: Biblia Comentada
El Evangelio según Marcos
TítuloMarcos, por quien este Evangelio es nombrado, fue alguien que estuvo muy cerca del apóstol Pedro y un personaje que continuamente aparece en el libro de los Hechos, donde es conocido como «Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos» (Hch 12:12; Hch 12:25; Hch 15:37; Hch 15:39). Fue al hogar de la madre de Juan Marcos en Jerusalén donde Pedro fue cuando fue liberado de la cárcel (Hch 12:12).
Juan Marcos era primo de Bernabé (Col 4:10). Marcos acompañó a Pablo y a Bernabé en el primer viaje misionero de Pablo (Hch 12:25; Hch 13:5). Pero él desertó en Perge y regresó a Jerusalén (Hch 13:13). Cuando Bernabé quiso que Pablo se llevara a Juan Marcos en el segundo viaje misionero, Pablo se negó. La fricción que resultó entre Pablo y Bernabé llevó a que se separaran (Hch 15:38-40).
Sin embargo, el titubeo inicial de Marcos evidentemente dio lugar a mayor fortaleza y madurez, y con el tiempo probó ser fiel aún al apóstol Pablo. Cuando Pablo le escribió a los colosenses, les instruyó a que si Juan Marcos venía, debían darle la bienvenida (Col 4:10). Pablo llegó a mencionar a Marcos como un colaborador (Flm 1:24). Más adelante, Pablo le dijo a Timoteo lo siguiente: «Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio» (2Ti 4:11).
La restauración de Juan Marcos al ministerio útil pudo haber sido, en parte, debido al ministerio de Pedro. La relación cercana de Pedro con Marcos es evidente en su descripción de él como «Marcos mi hijo» (1Pe 5:13). Claro que Pedro, quien conocía el fracaso y su influencia en el joven, sin duda alguna fue clave para ayudarlo a salir de la inestabilidad de su juventud y llevarlo a la fortaleza y madurez que necesitaría para la obra a la cual Dios lo había llamado.
Autor y fecha
A diferencia de las epístolas, los Evangelios no nombran a sus autores. No obstante, los padres de la iglesia afirmaron de manera unánime que Marcos escribió este segundo Evangelio. Papías, obispo de Hierópolis, escribiendo alrededor del 140 d.C., afirmó:
Y el presbítero [el apóstol Juan] dijo esto: Marcos, habiéndose convertido en el intérprete de Pedro, escribió con precisión lo que recordó. No obstante, no fue en orden exacto que él relató los dichos u obras de Cristo. Ya que él ni oyó al Señor ni lo acompañó. Pero después, como dije, acompañó a Pedro, quien acomodó sus instrucciones a las necesidades [de sus oyentes], pero sin intención alguna de dar una narración regular de los dichos del Señor. Por lo tanto, Marcos no cometió error alguno al escribir algunas cosas como él las recordó. Ya que de una cosa tomó cuidado especial, no omitir nada que había oído, y no colocar nada ficticio en las afirmaciones. [De la Exposition of the Oracles of the Lord (Exposición de los oráculos del Señor) (6)]
Justino Mártir, escribiendo alrededor del 150 d.C., se refirió al Evangelio de Marcos como «las memorias de Pedro» y sugirió que Marcos escribió su Evangelio mientras estaba en Italia. Esto está de acuerdo con la voz uniforme de la tradición temprana, la cual consideró este Evangelio como escrito en Roma, para el beneficio de los cristianos romanos. Ireneo, escribiendo alrededor del 185 d.C., llamó a Marcos «el discípulo e intérprete de Pedro» y registró que el segundo Evangelio consistió de lo que Pedro predicó acerca de Cristo. El testimonio de los padres de la iglesia difiere en cuanto a que este Evangelio fue escrito antes o después de la muerte de Pedro (ca. 67-68 d.C.).
Los eruditos evangélicos han sugerido fechas para la escritura del Evangelio de Marcos que van del 50 al 70 d.C. Una fecha antes de la destrucción de Jerusalén y el templo en el 70 d.C. se requiere por el comentario de Jesús en el Mar 13:2. El Evangelio de Lucas fue claramente escrito antes de Hechos (Hch 1:1-3). La fecha de la escritura de Hechos probablemente puede ser fijada alrededor del 63 d.C., porque eso es poco tiempo después de que la narración termina (vea la Introducción a Hechos: Autor y fecha). Por lo tanto es probable, aunque no seguro, que Marcos fuera escrito en una fecha temprana, probablemente entre el 50 y 60 a.C.
Contexto histórico
Mientras que Mateo fue escrito a una audiencia judía, Marcos parece haberse enfocado en creyentes romanos, particularmente gentiles. Cuando emplea términos arameos, Marcos los tradujo para sus lectores (Mar 3:17; Mar 5:41; Mar 7:11; Mar 7:34; Mar 10:46; Mar 14:36; Mar 15:22; Mar 15:34). Por otro lado, en algunos lugares usó expresiones en latín en lugar de sus equivalentes en griego (Mar 5:9; Mar 6:27; Mar 12:15; Mar 12:42; Mar 15:16; Mar 15:39). Él también contó el tiempo de acuerdo al sistema romano (Mar 6:48; Mar 13:35) y explicó cuidadosamente costumbres judías (Mar 7:3-4; Mar 14:12; Mar 15:42). Marcos omitió elementos judíos tales como las genealogías que se encuentran en Mateo y Lucas. Este Evangelio también hace menos referencia al AT e incluye menos material que sería de interés particular para los lectores judíos, tal como aquello que era crítico de los fariseos y saduceos (los saduceos son mencionados solo una vez, en el Mar 12:18). Cuando menciona a Simón de Cirene (Mar 15:21), Marcos lo identifica como el padre de Rufo, un miembro prominente de la iglesia en Roma (Rom 16:13). Todo esto apoya la posición tradicional de que Marcos fue escrito para una audiencia gentil que inicialmente estaba en Roma.
Temas históricos y teológicos
Marcos presenta a Jesús como el Siervo del Señor que sufre (Mar 10:45). Su enfoque se encuentra en las obras de Jesús más que en su enseñanza, particularmente destaca el servicio y el sacrificio. Marcos omite los discursos largos encontrados en los otros Evangelios y con frecuencia relata breves extractos para dar la esencia de la enseñanza de Jesús. Marcos también omite cualquier relato de la genealogía y nacimiento de Jesús, comenzando donde el ministerio público de Jesús se inició: con su bautismo por Juan en el desierto.
Marcos demostró la humanidad de Cristo con mayor claridad que cualquiera de los otros evangelistas, enfatizando las emociones humanas de Cristo (Mar 1:41; Mar 3:5; Mar 6:34; Mar 8:12; Mar 9:36), sus limitaciones humanas (Mar 4:38; Mar 11:12; Mar 13:32) y otros pequeños detalles que subrayan el lado humano del Hijo de Dios (p. ej. Mar 7:33-34; Mar 8:12; Mar 9:36; Mar 10:13-16).
Retos de interpretación
Tres preguntas significativas confrontan al intérprete de Marcos: 1) ¿Cuál es la relación de Marcos con Lucas y Mateo? (vea el siguiente encabezado «El problema sinóptico»); 2) ¿Cómo debe uno interpretar los pasajes escatológicos? (vea las notas sobre los capítulos Mar 4:1-41 ; Mar 13:1-37); y 3) Originalmente, los últimos doce versículos del capítulo Mar 16:1-20, ¿fueron parte del Evangelio de Marcos? (vea las notas sobre el Mar 16:9-20).
El problema sinóptico
Una simple lectura superficial de Mateo, Marcos y Lucas revela tanto semejanzas impresionantes (cp. Mar 2:3-12; Mat 9:2-8; Luc 5:18-26) como diferencias significativas, conforme cada uno ve la vida, ministerio y enseñanza de Jesús. La pregunta de cómo explicar estas semejanzas y diferencias se conoce como el «problema Sinóptico» (sin quiere decir «junto»; óptico quiere decir «viendo»).
La solución moderna, aun entre evangélicos, ha sido suponer que alguna forma de dependencia literaria existe entre los Evangelios sinópticos. La teoría más comúnmente aceptada para explicar tal supuesta dependencia literaria es conocida como la teoría de «Dos fuentes». De acuerdo a esa hipótesis, Marcos fue el primer Evangelio escrito, y Mateo y Lucas entonces usaron a Marcos como una fuente al escribir sus Evangelios. Los que proponen esta posición imaginan una fuente no existente, una segunda fuente, denominada Q (de la palabra alemana Quelle, «fuente»), y defienden que supuestamente esta es la fuente del material en Mateo y Lucas que no aparece en Marcos. Proponen varias líneas de evidencia para apoyar su punto de vista.
En primer lugar, la mayoría de Marcos encuentra su paralelo en Mateo y Lucas. Debido a que es mucho más corto que Mateo y Lucas, los últimos dos entonces deben ser expansiones de Marcos. En segundo lugar, los tres Evangelios siguen el mismo bosquejo cronológico general, pero cuando Mateo o Lucas se apartan de la cronología de Marcos, el otro está de acuerdo con Marcos. Expresado de otra manera, Mateo y Lucas no se apartan de la cronología de Marcos en los mismos lugares. Esto, dicen, muestra que Mateo y Lucas usaron a Marcos para su marco histórico. En tercer lugar, en pasajes comunes a los tres Evangelios, las palabras de Mateo y Lucas rara vez están de acuerdo cuando difieren de las de Marcos. Los que proponen la teoría de las «Dos fuentes» ven eso como una confirmación de que Mateo y Lucas usaron el Evangelio de Marcos como fuente.
Pero esos argumentos no prueban que Mateo y Lucas usaron el Evangelio de Marcos como fuente. De hecho, el peso de la evidencia está fuertemente inclinado en contra de tal teoría:
1) El testimonio casi unánime de la iglesia hasta el siglo diecinueve era que Mateo fue el primer Evangelio escrito. Tal evidencia tan impresionante no puede ser ignorada.
2) ¿Por qué Mateo, un apóstol y testigo ocular de los acontecimientos de la vida de Cristo, dependería de Marcos (quien no fue un testigo ocular), hasta para el relato de su propia conversión?
3) Un análisis estadístico significativo de los Evangelios sinópticos ha revelado que los paralelos entre ellos son mucho menos extensivos y las diferencias más significativas de lo que es comúnmente reconocido. Las diferencias, en particular, son un argumento en contra de la dependencia literaria entre los escritores de los Evangelios.
4) Debido a que los Evangelios registran acontecimientos históricos, sería sorprendente si no siguieran la misma secuencia histórica general. Por ejemplo, el hecho de que tres libros de historia norteamericana tuvieran la Guerra de Independencia, la Guerra Civil, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam y la Guerra del Golfo en el mismo orden cronológico no probaría que los autores habían leído los libros los unos de los otros. El acuerdo general en contenido no prueba dependencia literaria.
5) Los pasajes en los que Mateo y Lucas están de acuerdo entre sí pero no con Marcos (vea argumento tres en favor de la teoría de las «Dos fuentes») forma alrededor de un sexto de Mateo y un sexto de Lucas. Si usaron el Evangelio de Marcos como fuente, no hay argumento satisfactorio que explique la razón por la que Mateo y Lucas cambiaron con tanta frecuencia y de la misma manera la forma en la que Marcos expresó sus ideas.
6) La teoría de las «Dos fuentes» no puede explicar la importante sección en el Evangelio de Marcos (Mar 6:45-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-26) la cual Lucas omite. Esta omisión da a entender que Lucas no había visto el Evangelio de Marcos cuando él escribió.
7) No hay evidencia histórica o de manuscrito de que el documento Q existió en algún momento en la historia; es solamente una fabricación de escepticismo moderno y una manera de negar posiblemente la inspiración verbal de los Evangelios.
8) Cualquier teoría de dependencia literaria entre los escritores de los Evangelios pasa por alto la importancia de sus contactos personales el uno con el otro. Marcos y Lucas fueron compañeros de Pablo (cp. Flm 1:24); la iglesia primitiva (incluso Mateo) se reunió por un tiempo en el hogar de la madre de Marcos (Hch 12:12); y Lucas fácilmente pudo haberse reunido con Mateo durante el encarcelamiento de Pablo por dos años en Cesarea (vea la nota sobre Hch 27:1). Tales contextos hacen que las teorías de dependencia literaria mutua sean innecesarias.
La solución más sencilla del problema sinóptico es que ¡tal problema no existe! Debido a que los críticos no pueden probar la dependencia literaria entre los escritores de los evangelios, no hay necesidad de explicarla. La posición tradicional de que los escritores de los Evangelios fueron inspirados por Dios y escribieron de manera independiente el uno del otro, a excepción de que los tres fueron movidos por el mismo Espíritu Santo (2Pe 1:20), permanece como la única posición posible.
Conforme el lector compara los diferentes puntos de vista en los Evangelios, se aclara lo bien que armonizan y llevan a un retrato más completo del acontecimiento o mensaje entero. Los relatos no son contradictorios, sino complementarios, revelando un entendimiento más completo cuando son unidos. Las dificultades aparentes son solucionadas en las notas de cada Evangelio.
Bosquejo
I) Prologo: En el desierto (Mar 1:1-13)
A) El mensaje de Juan (Mar 1:1-8)
B) El bautismo de Jesús (Mar 1:9-11)
C) La tentación de Jesús (Mar 1:12-13)
II) Comienza su ministerio: En Galilea y las regiones que la rodeaban (Mar 1:14-45; Mar 2:1-28; Mar 3:1-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-23)
A) Él anuncia su mensaje (Mar 1:14-15)
B) Él llama a sus discípulos (Mar 1:16-20)
C) Él ministra en Capernaum (Mar 1:21-34)
D) Él se extiende a Galilea Mar 1:35-45)
E) Él defiende su ministerio (Mar 2:1-28; Mar 3:1-6)
F) Él ministra a multitudes (Mar 3:7-12)
G) Él comisiona a los doce (Mar 3:13-19)
H) Él reprende a los escribas y fariseos (Mar 3:20-30)
I) Él identifica a su familia espiritual (Mar 3:31-35)
J) Él predica en parábolas (Mar 4:1-34)
1. El sembrador (Mar 4:1-9)
2. La razón de las parábolas (Mar 4:10-12)
3. La parábola del sembrador explicada (Mar 4:13-20)
4. La lámpara (Mar 4:21-25)
5. La semilla (Mar 4:26-29)
6. La semilla de mostaza (Mar 4:30-34)
K) Él demuestra su poder (Mar 4:35-41; Mar 5:1-43)
1. Al calmar las olas (Mar 4:35-41)
2. Al echar fuera demonios (Mar 5:1-20)
3. Al sanar a los enfermos (Mar 5:21-34)
4. Al levantar a los muertos (Mar 5:35-43)
L) Él regresa a su ciudad de origen (Mar 6:1-6)
M) Él envía a sus discípulos (Mar 6:7-13)
N) Él gana un poderoso enemigo (Mar 6:14-29)
III) Ñ. Él se reagrupa con los discípulos (Mar 6:30-32)
A) Él alimenta a los cinco mil (Mar 6:33-44)
B) Él camina sobre el agua (Mar 6:45-52)
C) Él sana a muchas personas (Mar 6:53-56)
D) Él responde a los fariseos (Mar 7:1-23)
IV) Amplía su ministerio en diversas regiones gentiles Mar 7:24-37; Mar 8:1-38; Mar 9:1-50)
A) Tiro y Sidón: Él libera a la hija de una mujer gentil (Mar 7:24-30)
B) Decápolis: Él sana a un sordomudo (Mar 7:31-37)
C) La costa oriental del Mar de Galilea: Él alimenta a los cuatro mil (Mar 8:1-9)
D) Dalmanuta: Él disputa con los fariseos (Mar 8:10-12)
E) El otro lado del lago: Él reprende a los discípulos (Mar 8:13-21)
F) Betsaida: Él sana a un hombre ciego (Mar 8:22-26)
G) Cesarea de Filipos y Capernaum: Él instruye a los discípulos Mar 8:27-38; Mar 9:1-50)
1. Pedro confiesa a Jesús como el Cristo (Mar 8:27-30)
2. Él predice su muerte (Mar 8:31-33)
3. Él explica el costo del discipulado (Mar 8:34-38)
4. Él revela su gloria (Mar 9:1-10)
5. Él aclara el papel de Elías (Mar 9:11-13)
6. Él echa fuera a un espíritu obstinado (Mar 9:14-29)
7. Él vuelve a predecir su muerte y resurrección (Mar 9:30-32)
8. Él define la grandeza del reino (Mar 9:33-37)
9. Él identifica el verdadero fruto espiritual (Mar 9:38-41)
10. Él advierte de piedras de tropiezo potenciales (Mar 9:42-50)
V) Concluye su ministerio: El camino a Jerusalén (Mar 10:1-52)
A) Él enseña acerca del divorcio (Mar 10:1-12)
B) Él bendice a los niños (Mar 10:13-16)
C) Él confronta al joven rico (Mar 10:17-27)
D) Él confirma las recompensas de los discípulos (Mar 10:28-31)
E) Él prepara a los discípulos para su muerte (Mar 10:32-34)
F) Él reta a los discípulos al servicio humilde (Mar 10:35-45)
G) Él sana a un hombre ciego (Mar 10:46-52)
VI) Culmina su ministerio: Jerusalén (Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47; Mar 16:1-20)
A) La entrada triunfal (Mar 11:1-11)
B) La purificación (Mar 11:12-19)
1. Al maldecir a la higuera (Mar 11:12-14)
2. Al limpiar el templo (Mar 11:15-19)
C) Enseña en público y en privado (Mar 11:20-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37)
1. En público: En el templo (Mar 11:20-33; Mar 12:1-44)
a. Preludio: La lección de la higuera maldecida (Mar 11:20-26)
b. Con respecto a su autoridad (Mar 11:27-33)
c. Con respecto a su rechazo (Mar 12:1-12)
d. Con respecto a pagar impuestos (Mar 12:13-17)
e. Con respecto a la resurrección (Mar 12:18-27)
f. Con respecto al primer mandamiento (Mar 12:28-34)
g. Con respecto a la identidad verdadera del Mesías Mar 12:35-37)
h. Con respecto a los escribas (Mar 12:38-40)
i. Con respecto a la verdadera ofrenda Mar 12:41-44)
2. En privado: En el Monte de los Olivos (Mar 13:1-37)
a. La pregunta de los discípulos acerca del fin de los tiempos (Mar 13:1)
b. La respuesta del Señor (Mar 13:2-37)
D) Arreglos para la traición (Mar 14:1-2; Mar 14:10-11)
E) La unción, la Última Cena, traición, arresto, juicio [fase judía] (Mar 14:3-9; Mar 14:12-72)
1. La unción: Betania Mar 14:3-9)
2. La Última Cena: Jerusalén (Mar 14:12-31)
3. La oración: Getsemaní (Mar 14:32-42)
4. La traición: Getsemaní (Mar 14:43-52)
5. El juicio judío: Casa de Caifás (Mar 14:53-72)
F) El juicio (fase romana), crucifixión (Mar 15:1-41)
1. El juicio romano: El pretorio de Pilato (Mar 15:1-15)
2. La crucifixión: El Gólgota (Mar 15:16-41)
G) Sepultura en la tumba de José de Arimatea (Mar 15:42-47)
H) La resurrección (Mar 16:1-8)
I) Reflexión final (Mar 16:9-20)
ANEXOS
Los milagros de Jesús
| Milagro | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
| 1.Sanidad de un leproso | Mat 8:2 | Mar 1:40 | Luc 5:12 | – |
| 2. Sanidad del siervo de un centurión (de parálisis) | Mat 8:5 | – | Luc 7:1 | – |
| 3. Sanidad de la suegra de Pedro | Mat 8:14 | Mar 1:30 | Luc 4:38 | – |
| 4. Sanidad de los enfermos por la tarde | Mat 8:16 | Mar 1:32 | Luc 4:40 | – |
| 5. Calma la tormenta | Mat 8:23 | Mar 4:35 | Luc 8:22 | – |
| 6. Demonios que entran a un grupo de cerdos | Mat 8:28 | Mar 5:1 | Luc 8:26 | – |
| 7. Sanidad de un paralítico | Mat 9:2 | Mar 2:3 | Luc 5:18 | – |
| 8. Resurrección de la hija del principal de la sinagoga | Mat 9:18; Mat 9:23 | Mar 5:22; Mar 5:35 | Luc 8:40; Luc 8:49 | – |
| 9. Sanidad de la mujer con hemorragia | Mat 9:20 | Mar 5:25 | Luc 8:43 | – |
| 10. Sanidad de dos hombres ciegos | Mat 9:27 | – | – | – |
| 11. Curación de un hombre poseído por demonios y mudo | Mat 9:32 | – | – | – |
| 12. Sanidad de la mano seca de un hombre | Mat 12:9 | Mar 3:1 | Luc 6:6 | – |
| 13. Curación de un hombre poseído por demonios, ciego y mudo | Mat 12:22 | – | Luc 11:14 | – |
| 14. Alimentación de los cinco mil | Mat 14:13 | Mar 6:30 | Luc 9:10 | Jua 6:1 |
| 15. Camina sobre el mar | Mat 14:25 | Mar 6:48 | – | Jua 6:19 |
| 16. Sanidad de la hija de la mujer gentil | Mat 15:21 | Mar 7:24 | – | – |
| 17. Alimentación de los cuatro mil | Mat 15:32 | Mar 8:1 | – | – |
| 18. Sanidad del niño epiléptico | Mat 17:14 | Mar 9:17 | Luc 9:38 | – |
| 19. Impuesto del templo en la boca del pez | Mat 17:24 | – | – | – |
| 20. Sanidad de dos hombres ciegos | Mat 20:30 | Mar 10:46 | Luc 18:35 | – |
| 21. La higuera se seca | Mat 21:18 | Mar 11:12 | – | – |
| 22. Un espíritu inmundo expulsado | – | Mar 1:23 | Luc 4:33 | – |
| 23. Sanidad de un sordomudo | – | Mar 7:31 | – | – |
| 24. Sanidad de un hombre ciego en Betsaida | – | Mar 8:22 | – | – |
| 25. Escapa de la multitud hostil | – | – | Luc 4:30 | – |
| 26. Pesca milagrosa | – | – | Luc 5:1 | – |
| 27. Resurrección del hijo de una viuda en Naín | – | – | Luc 7:11 | – |
| 28. Sanidad de la mujer encorvada | – | – | Luc 13:11 | – |
| 29. Sanidad del hombre hidrópico | – | – | Luc 14:1 | – |
| 30. Limpieza de los diez leprosos | – | – | Luc 17:11 | – |
| 31. Restauración de la oreja de un siervo | – | – | Luc 22:51 | – |
| 32. Conversión del agua en vino | – | – | – | Jua 2:1 |
| 33. Sanidad del hijo del hombre noble (de fiebre) | – | – | – | Jua 4:46 |
| 34. Sanidad de un paralítico en Betesda | – | – | – | Jua 5:1 |
| 35. Sanidad del hombre que nació ciego | – | – | – | Jua 9:1 |
| 36. Resurrección de Lázaro | – | – | – | Jua 11:43 |
| 37. Segunda pesca milagrosa | – | – | – | Jua 21:1 |
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Principio … Hijo de Dios. Este es el mejor título que se le puede dar al Evangelio de Marcos. El relato histórico del mensaje del evangelio comienza con Juan el Bautista (cp. Mat 11:12; Luc 16:16; Hch 1:22; Hch 10:37; Hch 13:24). evangelio. Las buenas nuevas sobre la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, de las cuales hablan los cuatro Evangelios (vea la Introducción a los Evangelios). Jesucristo. «Jesús» es la forma griega del nombre hebreo Yehoshua («el SEÑOR es salvación»); «Cristo» («el ungido») es el equivalente griego de la palabra hebrea Meshiah. «Jesús» es el nombre humano del Señor (cp. Mat 1:21; Luc 1:31); «Cristo» significa su lugar como gobernante del venidero reino de Dios (Dan 9:25-26). Hijo de Dios. Una afirmación de la divinidad de Jesús, acentuando su relación única con el Padre (cp. Mar 3:11; Mar 5:7; Mar 9:7; Mar 13:32; Mar 15:39; vea la nota sobre Jua 1:34).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:1 — Principio – Marcos principia, o comienza, su relato del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios, al comenzar con las profecías dadas en los versículos dos y tres, y lo continúa a través del libro hasta terminarlo en los últimos dos versículos.
Lo que sigue en el texto indica que Marcos aquí habla del evangelio, no de Jesucristo como autor, sino del evangelio acerca de la persona, Jesucristo.
— del evangelio – La palabra griega, euan ge lion, transliterada en “evangelio”, significa buenas nuevas.
— de Jesucristo — “Jesús” (en hebreo, Josué) significa Jehová salva. Véanse Mat 1:21; Luc 2:10-11. “Cristo” significa ungido (de Dios); en hebreo, Mesías. El mundo reconoce la persona histórica, Jesús de Nazaret. Y el judío esperaba al Cristo. No obstante la gran mayoría de personas ¡rechazan la combinación de Jesucristo! Pero el Salvador del mundo es Jesucristo (1Co 3:11). Las buenas nuevas de salvación encierran el hecho de que ese Jesús de Nazaret es el Cristo (Mat 16:13-20; Jua 8:24).
— Hijo de Dios – Aquí se recalca la naturaleza de Jesucristo; es Dios. Se presenta su Deidad. Compárense 15:39; Jua 10:29-30. Sin esta realidad, no hay evangelio.
Mientras Mateo da énfasis a la relación que Jesucristo sostuvo a los judíos (Mat 1:1 y siguiente), Marcos nos apunta directamente al origen de Jesús de Nazaret; él es Dios (Rom 9:5).
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL PRINCIPIO DE LA HISTORIA
Marcos 1:1-4
Este es el principio de la historia de cómo Jesucristo, el Hijo de Dios, trajo la Buena Noticia a la humanidad. Hay un pasaje del libro del profeta Isaías que dice: «¡Fíjate! Yo envío a Mi mensajero por delante de Ti, y él Te preparará el camino. Será como una voz clamando: «¡Preparadle el camino al Señor en el desierto, allanad la senda por la que ha de venir! «»
Esto se cumplió cuando Juan el Bautista surgió en el desierto anunciando un bautismo que era la señal de un arrepentimiento por el que una persona podía encontrar el perdón de sus pecados.
Marcos empieza la historia de Jesús desde muy atrás. No empezó con el nacimiento de Jesús; ni siquiera con la predicación de Juan el Bautista en el desierto; empezó con los sueños de los profetas mucho tiempo atrás; es decir: empezó mucho, mucho tiempo antes: en la mente de Dios.
Los estoicos creían firmemente en el plan ordenado de Dios. «Las cosas de Dios -decía Marco Aurelio- están henchidas de previsión. Todas las cosas fluyen del Cielo.» Hay cosas que podemos muy bien aprender aquí.
(i) Se ha dicho que «los pensamientos de la juventud son pensamientos largos, muy largos,» y así son los pensamientos de Dios. Dios Se caracteriza por ser un Dios que lleva a cabo Sus propósitos. La Historia no es un caleidoscopio fortuito de acontecimientos inconexos; es un proceso dirigido por el Dios que ve el final desde el principio.
(ii) Nosotros estamos en ese proceso; y por estar en él podemos contribuir a que se cumpla o a que se frustre. En cierto sentido es tan gran honor el ayudar en algún gran proyecto como es un privilegio el ver su culminación final. La vida sería muy diferente si, en lugar de anhelar algún objetivo distante e inalcanzable en el presente, hiciéramos todo lo posible para acercarlo.
Cuando era más joven, como no era cantante, ni siquiera intenté hacer una canción; ni plantar arbolitos al borde del ‘camino que tardarían mucho en llegar a sazón.
Pero ahora, que los años me han hecho más prudente, sé que, aunque humilde, puedo hacer mi aportación plantando un arbolito para que otros lo rieguen, o para que otros canten dejarles mi canción.
Los objetivos no se alcanzarán nunca a menos que haya algunos que se esfuercen para hacerlos posibles.
La cita profética que usa Marcos es sugestiva: Yo envío a Mi mensajero por delante de Ti, y él Te preparará el camino. Está tomada de Mal 3:1 . En su contexto original, es una amenaza. En los tiempos de Malaquías, los sacerdotes estaban incumpliendo sus deberes. Las ofrendas eran de animales defectuosos y tarados; el culto del templo les resultada fastidioso. El mensajero había de limpiar y purificar el culto del templo antes de que surgiera en la tierra el Ungido de Dios. Así que la venida de Cristo fue una purificación de la vida, y el mundo necesitaba esa purificación. Séneca llamaba a Roma «un pozo negro de iniquidad.» Juvenal hablaba de ella como «la atarjea asquerosa por la que fluían las heces fétidas de las corrientes sirias y aqueas.» Dondequiera que llega el Evangelio trae purificación.
Eso se puede demostrar claramente con Hechos. Bruce Barton nos cuenta cómo le llegó la primera asignación periodística importante para escribir una serie de artículos encaminados a ridiculizar al evangelista Billy Sunday. Se escogieron tres ciudades. » Yo hablé con los comerciantes -escribe Bruce Barton-, y me dijeron que durante el tiempo de los cultos y después la gente se acercaba al mostrador para pagar cuentas tan antiguas que ya se habían -borrado de los libros.» Fue a visitar al presidente de la cámara de comercio de una ciudad que había visitado Billy Sunday hacía tres años. » Yo no soy miembro de ninguna iglesia -le dijo-, pero te diré una cosa: Si se propusiera traer a Billy Sunday a esta ciudad ahora, y si supiéramos anticipadamente tanto acerca de los resultados de su trabajo como sabemos ahora; y si las iglesias no reunieran el dinero necesario para traerle, yo podría reunir el dinero en medio día entre personas que no van nunca a la iglesia. Nos costó once mil dólares traerle la otra vez; pero cualquier circo que venga aquí se lleva esa cantidad en un día y no deja nada. El dejó una atmósfera moral diferente.» El reportaje que se suponía que había de hacer Bruce Barton para poner en ridículo a Billy Sunday resultó ser una proclamación del poder purificador del. mensaje cristiano.
Cuando Billy Graham predicó en Shreveport, Lousiana, las ventas de licores descendieron un 40 %, y la venta de biblias se triplicó. Durante una misión en Seattle, entre los resultados se dijo sencillamente: » Se cancelaron varios trámites de divorcio que estaban pendientes.» En Greensboro, North Carolina, el informe fue que » la estructura social total de la ciudad había sido afectada positivamente.»
Una de las grandes historias de lo que el Evangelio puede hacer surgió de la » rebelión a bordo» del navío Bounty. Los amotinados fueron desembarcados en la isla de Pitcairn. Había nueve amotinados, seis varones nativos, diez mujeres nativas y una chica de 15 años. Uno de ellos consiguió producir alcohol crudo. Se produjo una situación terrible. Todos murieron, excepto Alexander Smith. Resultó que Smith se encontró una Biblia. La leyó, y decidió construir un estado con los indígenas de aquella isla basado directamente en la Biblia. Pasaron veinte años antes de que una corbeta americana atracara en la isla. Encontraron una comunidad totalmente cristiana. No había cárcel, porque no había crímenes. No había hospital, porque no había enfermedades. No había manicomio, porque no había locos. No había analfabetos; y en ningún lugar del mundo estaban tan seguras la vida y la propiedad humanas. El Evangelio había limpiado aquella sociedad.
Donde y cuando se Le permite la entrada a Cristo, el antiséptico del Evangelio limpia el veneno moral de la sociedad y la deja pura y limpia.
Juan vino anunciando un bautismo de -arrepentimiento. Los judíos estaban familiarizados con las abluciones rituales. Levítico 11-15 nos las detalla. » Los judíos -dice Tertuliano- se lavan todos los días porque todos los días están contaminados.» El lavamiento simbólico y el de purificación estaban entretejidos en la misma textura del ritual judío. Un gentil era inmundo por necesidad, porque nunca había cumplido nada de la ley judía. Por tanto, cuando un gentil se hacía prosélito, es decir, cuando se convertía a la fe judía, tenía que someterse a tres cosas. La primera era la circuncisión, que era la señal del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento; la segunda, se tenía que ofrecer un sacrificio por él, porque estaba necesitado de reconciliación con Dios, y sólo la sangre podía hacer expiación por su pecado; y la tercera, tenía que someterse al bautismo, que simbolizaba su purificación de toda la contaminación de su vida pasada. Por tanto, naturalmente, el bautismo no consistía en rociar con un poco de agua, sino en un baño en el que todo el cuerpo se sumergía.
Los judíos conocían el bautismo; pero lo sorprendente del bautismo de Juan era que él, un judío, estaba pidiéndoles á los judíos que se sometieran, laque se suponía que los gentiles eran los únicos que lo necesitaban. Juan había hecho el tremendo descubrimiento de que no era el ser judío en el sentido racial lo que hacía ser miembro del pueblo escogido de Dios; un judío podía encontrarse en exactamente la misma posición que un gentil; no la vida judía, sino la vida limpia era lo que pertenecía a Dios.
El bautismo iba acompañado de la confesión. En cualquier vuelta a Dios, la confesión ha de hacerse a tres personas.
(i) Una persona tiene que hacerse la confesión a sí misma. Es parte de la naturaleza humana el cerrar los ojos a lo que no queremos ver, y sobre todo a nuestros propios pecados. Alguien contó de la siguiente manera cómo dio el primer paso hacia la gracia. Cuando se estaba afeitando una mañana, se miró la cara al espejo, y de pronto se dijo: » ¡Eres un cerdo asqueroso!» Y desde ese día empezó a ser otro hombre.
Cuando el hijo pródigo se marchó de casa se creería un tipo simpático y aventurero. Antes de dar el primer paso de vuelta al hogar tuvo que mirarse a sí mismo y decirse: «Me levantaré, y volveré a casa, y le diré a mi padre que soy un desastre.»
No hay nadie en todo el mundo a quien nos cueste más trabajo arrostrar que a nosotros mismos; y el primer paso al arrepentimiento y a la debida relación con Dios es reconocernos a nosotros mismos nuestro pecado.
(ii) Una persona debe hacer confesión a los que ha ofendido o defraudado. No servirá de mucho el decirle a Dios que lo sentimos hasta que les digamos que lo sentimos a los que hemos ofendido y dañado. Las barreras humanas tienen que desaparecer antes que las barreras divinas. En la iglesia del Este de África, un hombre y su mujer eran miembros de un grupo. Uno de ellos vino e hizo confesión de que había una pelea en su casa. En seguida el pastor dijo: «No deberías haber venido a confesar esa pelea aquí; deberías haberla resuelto, y entonces venir a confesarla.»
Muchas veces puede que nos resulte más fácil hacerle la confesión a Dios que a otras personas. Pero no puede haber perdón sin humillación.
(iii) Uno debe hacer confesión a Dios. El final del orgullo es el principio del perdón. Es cuando uno dice: «He pecado,» cuando Dios tiene ocasión de decir: «Yo te perdono.» No es el que desea encontrarse con Dios en igualdad de términos el que descubre el perdón, sino el que se arrodilla en humilde confesión y musita avergonzado: «Dios, ten piedad de mí, pecador.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 01
Introducción
EL EVANGELIO DE LA FE DE LA IGLESIA PRIMITIVA
«El Evangelio de Jesucristo», el mensaje de la salvación que Jesucristo ha traído a los hombres de parte de Dios (1,1), el anuncio salvador que debe ser anunciado a todos los pueblos del mundo (13,10), y cuyo «comienzo» quiere presentar Marcos -es la primera exposición de que nosotros disponemos- ha encontrado también una forma literaria especial; se ha convertido en el «Evangelio» escrito. Es algo distinto de un relato histórico, del «así sucedió»; y no es tampoco una descripción exacta de cómo transcurrió la «historia» de Jesucristo. La Iglesia primitiva sabe que en aquello que sucedió una vez se contiene la revelación definitiva -escatológica- de Dios, la última palabra de Dios a la humanidad en su frescor y fuerza originales; y esta convicción configura ya la forma de la exposición. Lo que Dios habló entonces a la humanidad por medio de su último enviado, su propio Hijo, lo que Dios realizó en él y para salvación nuestra, tiene una importancia insoslayable para el futuro terrestre del mundo hasta el fin de los tiempos (cf. 13, 13). Este mensaje salvífico debe penetrar en el oído de todos los oyentes a lo largo de todos los siglos de la historia terrena. Sólo quien es capaz de escuchar, (cf. 4,9) con atención interna y creyente y con una comprensión que Dios le concede, como un mensaje de salvación presente y que le afecta a él mismo, el anuncio de lo que ocurrió una vez, experimenta la fuerza impulsora y salvadora de esa palabra divina. La Iglesia primitiva ha comprendido el secreto de aquel mensaje original y no lo ha desfigurado interpretándolo como un documento histórico ni tampoco como un mito desligado de la historia. En el recuerdo de quienes fueron llamados a proclamarlo la Iglesia aprendió a conocerse a sí misma y su fundamento en la palabra y acción de Jesucristo. Para aquél que se incorporaba a esta comunidad creyente, las palabras y los hechos de Jesucristo se le convertían en promesas y consuelos de su propia vida; el camino y destino de Jesús, en luz y guía de su existencia personal; su muerte y resurrección, en promesa de salvación. Se sentía más profundamente incardinado en la comunión de aquéllos a quienes Jesús había llamado al principio, los había reunido en torno suyo y en la cena de despedida se los había unido indisolublemente. Con este sentido de fe leían los primeros lectores cristianos las tradiciones de este libro, que para ellos era más que un libro de memorias: era su catecismo, su libro de fe, la ley fundamental de su comunidad creyente y el hilo conductor de su vida cristiana en medio del mundo. La Iglesia naciente, que penetraba en una nueva edad -la que hoy llamamos nosotros «Iglesia antigua»- reconocía en este libro -al igual que en los otros «Evangelios» que se nos han conservado- el precioso compendio de la proclamación apostólica, apoyo y garantía de toda la realidad cristiana. Veía el libro como inspirado, como dictado por el Espíritu mismo de Dios, como la firma que poseía el sello de la verdad, y lo aceptó para siempre como depósito de la revelación de Jesucristo y como alocución permanente de Dios. Con ello lo elevaba de documento de fe vinculado al tiempo a manifiesto de fe que condicionaba su propia comprensión y camino. Escrito originariamente por Marcos, acompañante y discípulo de Pablo y de Pedro, para las comunidades cristianas de origen pagano, y más en concreto para las de Roma y regiones vecinas -probablemente entre el año 65 y el 70 d.C.-, este catecismo comunitario se convirtió en testimonio perenne de revelación, en norma de predicación y en preceptor de la Iglesia a través de los siglos. Con ello pasó a ser también el manual de fe y de vida para cada cristiano, cualquiera fuese el lugar histórico en que se encontrase. Nosotros, como miembros de esa Iglesia, debemos hoy leer y meditar así el Evangelio de Marcos en toda su múltiple importancia: como memorial siempre presente de cuanto ocurrió una vez en Jesús y por Jesús, como testimonio de sí mismo anunciado por la Iglesia primitiva en boca de su evangelista y como revelación divina que reclama nuestra fe y obediencia y que nos llega en nuestra propia situación histórica. A fin de valorar todos estos aspectos, la presente explicación del antiguo texto abandona un tanto la división y presentación tradicionales. Sin negar la relativa importancia del Evangelio de Marcos por lo que hace a la descripción de la vida y obra de Jesús de Nazaret, quisiera fijar la mirada con más intensidad de lo que suele ser habitual en la comprensión de la Iglesia primitiva, para la cual las perícopas aisladas y las grandes divisiones de la obra no sólo eran capítulos de la historia de Jesús, sino también y sobre todo enseñanzas para su fe y su vida. Para ello quisiera esta exposición traducir a la presente situación histórica y acercar a la comprensión del lector de hoy lo que se consignó por escrito para los lectores de entonces, aunque como Escritura revelada siempre válida y capaz de convencer. Todas estas funciones del Evangelio escrito se compenetran y destacan con fuerza cambiante. Será el lector reflexivo quien dé el último paso para aplicárselo a su situación personal. El comentario, en la medida que le sea posible dado lo limitado de su espacio, deberá descubrir la visión que la Iglesia primitiva y el evangelista tuvieron del gran acontecimiento de la salvación contenido en el Evangelio de Marcos, y ayudar al lector a salir al encuentro de Jesús, autor y objeto de este anuncio, y a escuchar la llamada de la Palabra divina.
INTRODUCCIÓN DE JESÚS A SU MINISTERIO DE SALVACIÓN (1,1-13)
1. EL TITULO (Mc/01/01).
1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo.
La palabra «buena nueva» expresa adecuadamente el contenido y esencia de la predicación de Jesús. Es una «nueva» noticia o mensaje que Jesús presenta por encargo de Dios cuando «se ha cumplido d tiempo» (1,15), un mensaje «bueno» acerca de la voluntad definitiva de Dios que quiere la salvación y redención. En este sentido, Jesús es personalmente el mensajero de Dios, como se dice en Isa 52:7, bajo la imagen del retorno de Dios a su ciudad y pueblo: «¡Oh cuán hermosos son sobre los montes los pies del mensajero de alegría, del que anuncia la paz, de aquél que predica la buena nueva, de aquél que pregona la salvación y dice a Sión: Tu Dios es rey!» Con Jesús se acerca (Isa 1:15) la soberanía regia de Dios e irrumpe el tiempo de salvación que culminará en el reino cósmico de Dios. La «buena nueva», proclamada por Jesús, significa la paz y la salvación de Dios para los hombres, la liberación de la esclavitud del pecado y de sus tenebrosas consecuencias, la redención de la servidumbre más profunda que tiene su sede en la misma intimidad del hombre; pero significa también la promesa de una existencia que sobrepuja a la muerte y la promesa de una transformación del mundo presente en la plena gloria divina. Es Jesús quien introduce esta obra redentora de Dios, en cuanto que trae el perdón divino para los pecadores (Isa 2:5), vuelve a reunirlos con Dios bajo el hecho simbólico de sentarlos consigo a la mesa (Isa 2:16), expulsa la enfermedad y la posesión diabólica, el dolor y la muerte, mediante la fuerza salvadora de Dios que se hace presente en él (cap. 5) y anuncia la llegada del reino de Dios (Isa 9:1). Su persona alcanza además un significado directo para la salvación del mundo: es él, el único, quien da la vida por muchos (10,45; 14,24) y se convierte con su transfiguración y resurrección en testigo y fiador de la gloria futura (9,2-7; 16,6s). De este modo para la Iglesia primitiva Jesús se convierte del anunciador en el anunciado, del mensajero de la buena nueva en su objeto y contenido esencial. Jesucristo, el Hijo de Dios -como añaden algunos manuscritos- es el centro de la buena nueva o Evangelio tal como lo entendió la Iglesia primitiva en su fe pascual. En Jesús tiene el Evangelio su «comienzo» y ya no cesará de ser anunciado en todo el mundo (14,9), tan cierto como que Jesús vive y que vendrá algún día como «el Hijo del hombre» en la gloria de su Padre y acompañado de los santos ángeles (8,38). A la luz de esta realidad sus palabras y obras salvíficas sobre la tierra cobran el valor de una revelación perenne y de una promesa escatológica. El Evangelio nos exhorta a convertirnos y a creer (1,15), a decidirnos por la doctrina de Jesús (8,38), a entender sus obras como signo de la gloria futura y a considerarle a él mismo como la epifanía de Dios en este mundo
2. JUAN EL BAUTISTA PREPARA EL CAMINO DEL MESÍAS (Mc/01/02-08).
2 Conforme está escrito en el profeta Isaias: «He aquí que yo envío ante ti mi mensajero, el cual preparará tu camino; 3 voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas», 4 se presentó Juan el Bautista en el desierto proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. 5 Y acudían a él de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y él los bautizaba en el río Jordán, al confesar ellos sus pecados. 6 Llevaba Juan un vestido de pelo de camello con un ceñidor de cuero a la cintura, y se sustentaba de langostas y de miel silvestre. 7 Y predicaba así: «Tras de mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien ni siquiera soy digno de postrarme para desatarle la correa de las sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
El tiempo de salvación que alumbra con Jesús empieza ya con la aparición de Juan el Bautista. Este gran predicador penitencial y preparador de caminos pertenece para Marcos al Evangelio y no se encuentra como el último de los profetas antes de iniciarse la nueva era, dado que en él se cumplen ya las promesas proféticas. La doble cita escriturística (Mal 3:1; Isa 40:3) de los v. 2-3, aducida bajo el único nombre del profeta Isaías, contiene las funciones esenciales de Juan tal como las entendieron los primeros cristianos y tal como se destacan en el relato narrativo de los v. 4-8. El Bautista está visto con ojos enteramente cristianos y al servicio de Jesús, el Mesías que bautiza en el Espíritu, al tiempo que constituye un capítulo instructivo acerca de cómo la comunidad cristiana primitiva utilizaba la Escritura e interpretaba la historia. El «Señor» que en Isaías -y originariamente también en Juan, sin duda- se refería directamente a Dios, el cual vendrá a su pueblo como soberano y libertador definitivo por un camino real espacioso y llano, ese «Señor» es ahora Jesús, a quien el predicador Juan prepara el camino en el desierto. La salvación de Dios, Dios mismo, nos ha llegado con Jesús. De acuerdo con la palabra divina relativa a la época final, Juan el Bautista aparece en el desierto. Geográficamente se trata del valle inferior del Jordán, no lejos de Jericó y de la desembocadura del río en el mar Muerto; pero aquí la expresión tiene un sentido religioso. Según el empleo habitual de Marcos, el «desierto» no designa tanto un lugar de retiro y penitencia cuanto la proximidad de Dios (cf. el comentario a 1,13), al que desde luego tiene que «retirarse» quien busca a Dios, saliendo del tumulto de las ciudades y lugares frecuentados por los hombres. Allí aparece Juan como heraldo que «proclama», palabra que también se aplica a la actividad de Jesús (1,14.38, etc.), y cuya clara resonancia no se debería empañar con la expresión de «bautismo de penitencia». Pues, lo que se suele traducir por «penitencia» es más bien vuelta a Dios (conversión), retorno a la fuente de la vida y marcha hacia la verdadera alegría, todo lo cual constituye la primera respuesta al mensaje divino de salvación (2Re 1:13). No obstante, el «perdón de los pecados» es el comienzo de la salvación, la paz y la comunión con Dios. El clamor del Bautista encuentra amplio eco. Que toda la región de Judea acuda a él y que lleguen todos los habitantes de Jerusalén es un signo prometedor. Por boca del predicador del desierto convoca Dios a los hombres a los que Jesús podrá anunciar después el mensaje de salvación y con los que formará la comunidad de los salvados. Los que acuden a la llamada se dejan bautizar, es decir, se sumergen en el Jordán de la mano del Bautista y se someten al juicio benevolente de Dios en cuanto que confiesan sus pecados; era éste un rito especial y que practicaba una sola vez para escapar al juicio airado de Dios y pertenecer a la comunidad escatológica convocada por Dios. El bautismo de Juan no es más que una preparación, aunque al mismo tiempo constituye una imagen anticipada del bautismo cristiano, al que también hay que someterse con voluntad obediente para obtener el perdón y redención, y formar parte de la comunidad salvífica de Cristo. Con su bautismo Juan sigue preparando caminos y cumpliendo un encargo divino, que personalmente todavía no comprende en su sentido más profundo. Su llamada a la conversión, cuyo signo es el bautismo, sigue resonando y pasa a ser una exhortación a volverse en la fe, a seguir a Jesús y a incardinarse en su comunidad. La transcendencia de esta hora en la historia de la salvación queda subrayada por el porte y forma de vida proféticos de Juan. Su alimento y vestido son los de un habitante del desierto, sobrio y severo, invitando así a la renuncia a los bienes terrenos a fin de estar libre para Dios. Pero este rasgo ascético no es el más importante, sino que, a los ojos de Marcos, Juan encarna el Elías prometido al que se refiere la cita de Mal 3:1 (véase v. 2), según la misma interpretación judía (cf. Eco 48:10; Mal 3:23). En Mat 11:10 aquel precursor se interpreta expresamente como Juan el Bautista, y en Mar 9:12s es el que lo ha de «restablecer» todo, según expresión de Mal 3:23, cuya venida se cumple con Juan Bautista; incluso con su destino de padecimientos y muerte el Bautista es el precursor del Hijo del hombre. Para el evangelista, pues, también su porte profético es un signo divino de que el Mesías está para llegar. El vestido del Bautista se describe con expresiones parecidas al de Elías. También el antiguo hombre de Dios llevaba un «manto de crines» y un «ceñidor de cuero» (2Re 1:8); Juan se cubre con un áspero vestido de pelos de camello, no como los hombres de mundo que llevan ropajes suaves y suntuosos (cf. Mat 11:8), y sólo posee un «ceñidor de cuero», sin ningún adorno como los solían tener los cinturones de los ricos, que les servían para llevar la bolsa del dinero. Su comida sencilla completa la imagen de la ausencia de necesidades que Juan brinda a los que se ponen en camino, a los mercaderes y soldados, a los ciudadanos ricos de Jerusalén y a los pobres campesinos. Dios es su parte, y la misión de Dios su única fuerza. La Iglesia antigua destacó aún más la tradición de Elías vinculando el lugar del bautismo de Juan -en la ribera oriental del Jordán- con el lugar del retiro de Elías construyendo una iglesia en honor del profeta sobre la colina a cuyo pie se veneraba la cueva del Bautista (*)3. Elías, a quien recuerdan otros relatos del ministerio de Jesús, y Juan que asume y completa su imagen coinciden en una serie de cosas: ambos son hombres de Dios de una piedad ruda, figuras de la historia de la salvación llamadas por Dios, testigos de Cristo desde la lejanía del Antiguo Testamento y desde la proximidad inmediata a su llegada a este mundo. Pero su vocación especifica la realiza Juan anunciando al que es más poderoso, que llega después que él. No hay duda de que se refiere al Mesías. A juzgar por lo que sabemos gracias a los otros dos sinópticos, Juan se lo representaba sobre todo como el ejecutor del juicio divino (cf. Mat 3:7-10). Marcos, sin embargo, entiende a ese «más poderoso» como al portador de la salvación que realiza aquello que el Bautista no podía hacer sino preparar a orillas del Jordán: el bautismo «con Espíritu Santo». Para Marcos, pues, Juan es el heraldo del Mesías; el evangelista emplea de nuevo la palabra clara de que «proclamaba». La grandeza de aquél, que viene después que él con los dones y fuerzas de la salvación, la expresa do modo gráfico el precursor subrayando su propia indignidad y pequeñez: ni siquiera se considera digno de desatarle la correa de los zapatos, un servicio de esclavo para el que había que inclinarse profundamente; no es una expresión servil, sino muy de varón que expresa el respeto profundo frente al que es mayor. La norma por la que se mide a sí mismo y al que viene después de él es la obra que Dios les ha encargado y asignado a uno y a otro. Juan sólo ha bautizado con agua, su bautismo no era más que una preparación al acontecimiento mesiánico, un disponer al pueblo de Dios; el «más poderoso» bautizará con Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el don de los últimos tiempos que purificará a los hombres, los santificará y unirá con Dios en una comunión permanente de modo muy distinto a como lo hacía el agua del Jordán; así lo había prometido el profeta Ezequiel: «Y derramaré sobre vosotros agua pura, y quedaréis purificados… Y os daré un corazón nuevo y pondré en medio de vosotros un espíritu nuevo… Pondré mi espíritu en vuestro interior y haré que guardéis mis preceptos… Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios» (Ez 3ó,25-29). Tales ideas, que también se vivían en la comunidad de Qumrán, han debido impulsar al Bautista en su espera de la salvación. Juan cree que aquél a quien él anuncia poseerá, administrará y comunicará esa fuerza del Espíritu divino. El evangelista y los lectores cristianos tal vez hayan pensado ya en el bautismo que ellos mismos habían recibido y en el que habían experimentado al Espíritu de Dios.
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(*) El lugar en que Juan moraba y bautizaba estaba probablemente al este del Jordán en Wadi el Harrar; es el lugar que en Jua 1:28 e designa como «Betania», al otro lado del Jordán».
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3. BAUTISMO DE JESÚS (Mc/01/09-11).
9 Por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y en el momento de salir del agua, vio los cielos abiertos y al Espíritu que, como una paloma, descendía sobre él. Y [vino] una voz de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado; en ti me he complacido.»
Todavía pende el velo del misterio sobre la persona de aquel a quien Juan anuncia; se pronuncia el nombre de Jesús de Nazaret e inmediatamente desaparecen todas las dudas: es él. Dios mismo se declara en favor suyo. El sentido del sobrio relato no es describir la consagración de Jesús como Mesías o explicar la formación de su conciencia mesiánica, sino el de proclamarle como el Mesías prometido que ha de bautizar con Espíritu al tiempo que mostrar el comienzo de su actividad a impulsos del mismo Espíritu. Para ello no tiene importancia alguna saber quién escuchó la voz de Dios -por primera vez en el Evangelio de Juan aparece el Bautista como «testigo» frente al pueblo, Jua 1:32 ss-; basta con que el lector sepa que Dios proclama a este Jesús como su ungido. Marcos refiere el suceso que tuvo lugar al concluir el bautismo de Jesús y como una experiencia de éste: fue él quien vio rasgarse los cielos y descender sobre él al Espíritu; Dios le habla a él. «Tú eres mi Hijo…» Mas esto no puede ser una «vivencia» de Jesús; es una revelación divina. Al igual que el relato sobre Juan Bautista, es un informe sobre la acción salvadora de Dios y se convierte en el anuncio de la Iglesia primitiva sobre el misterio de Jesús: él es el ungido con el Espíritu, el Hijo amado de Dios. La primera frase sirve únicamente de introducción, y sólo lo que sigue, la escena después del bautismo de Jesús, constituye el núcleo de la proclamación de este relato. No se mencionan las circunstancias exactas por ser de interés secundario. Lo único importante es que Jesús desde Nazaret, en Galilea -desde lejos, pues antes sólo se había hablado de Judea y Jerusalén- «vino… y fue bautizado». Indicando su lugar de origen, Jesús viene presentado como un hombre concreto e histórico; no se trata de una figura mítica. Y es sobre este Jesús -«histórico»- sobre el que la voz de Dios pronuncia unas afirmaciones jamás oídas. Es la clara profesión de fe de la Iglesia primitiva: este Jesús histórico es el Hijo amado, el Hijo único de Dios. Todas las demás consideraciones de por qué se sometió al «bautismo de conversión para remisión de los pecados», quedan al margen, a diferencia de lo que ocurre en Mat 3:14s. Tal vez sólo en la inmersión en el Jordán y en la salida del agua late la indicación de un sentido más profundo: Quien se puso, humilde y obediente, a disposición del Bautista y se sometió al bautismo que recibía todo el pueblo, experimenta la confirmación divina. Indiscutiblemente es sirviendo, aunque estaba llamado a reinar, como recibe de Dios el sello de su ministerio mesiánico. La escena de la revelación propiamente dicha está presentada en el lenguaje simbólico del Antiguo Testamento. La apertura del cielo puede expresar la presencia de Dios trascendente en la acogida de la revelación por parte de los profetas (Eze 1:1); más aún, puede indicar la condescendencia misericordiosa de Dios para volver a anunciar a los hombres la paz y la salvación (cf. Luc 2:13 ss). Pero la expresión «los cielos abiertos» alude más directamente a los suspiros y anhelos por la venida de Dios, consignados en Isa 64:1 : «¡Ah si rasgaras los cielos y descendieras…!» Este descenso de Dios se realiza ahora por cuanto el Espíritu desciende sobre Jesús. Al mismo tiempo es el signo del Ungido por excelencia, del Mesías, que poseerá en plenitud el Espíritu de Dios (Isa 11:2; Isa 61:1) También en el cántico del «Siervo de Yahveh» (Isa 42:1) pone Dios su Espíritu sobre el Elegido, y esto tiene gran importancia para entender «la voz de los cielos». El símbolo de la paloma recuerda a Gen 1:2, en que el Espíritu de Dios «se cernía» sobre las aguas primitivas; pero recuerda también la shekhinah, la presencia divina gratificante, que se representaba en figura de paloma (*)4. De este modo se describe gráficamente el descenso del Espíritu a la par que la fuerza vivificante y salvadora de Dios, aunque también la protección divina. La voz de los cielos es la voz del mismo Dios y, por consiguiente, no se trata sólo de una bathqol -«hija de la voz»- como entendían los intérpretes judíos de la Biblia un dato revelado en su temor profundo ante la transcendencia divina. Dios se dirige directamente a quien está marcado y repleto de su Espíritu. «Tú eres mi Hijo»: así habla Dios en el Sal 2:7 al rey de Israel tomándole por hijo. Pero la referencia a esta «fórmula adopcionista» resulta problemática cuando se compara con las palabras siguientes: «amado; en ti me he complacido», pues recuerdan las palabras que Dios dirige al «Siervo de Yahveh»: «He aquí mi Siervo, mi escogido, en quien se complace mi alma» (Isa 42:1), sobre todo cuando al final se dice: «En él he puesto mi Espíritu» Y siendo esto así, ¿por qué «mi Hijo» en lugar de «mi siervo»? ¿Subyace aquí una traducción distinta de la palabra griega país, que puede significar tanto «niño» como «siervo»? Pero difícilmente puede tratarse de un cambio casual; más bien tenemos aquí una interpretación cristiana consciente. Jesús es ambas cosas: el «siervo elegido» que cumple obediente el encargo de Dios desde el bautismo hasta su muerte expiatoria «por muchos» (d 10,45), y es al mismo tiempo el Hijo único y amado (cf. 12,6), en favor del cual Dios da también testimonio en la transfiguración sobre el monte (9,7). Así se dice intencionadamente «amado» en lugar de «elegido». Ni siquiera la figura admirable del «siervo de Yahveh» en los cantos del libro de Isaías era suficiente para comprender la esencia profunda del Mesías del Nuevo Testamento. Ese Mesías está en una relación inmediata y única con Dios, siendo a la vez el «siervo» obediente y el «Hijo» querido. Dios confirma al hombre Jesús como Mesías lleno del Espíritu; pero lo hace de un modo que deja entrever su misterio profundo, la hondura metafísica de su persona. Con este conocimiento debe el lector creyente escuchar y meditar el relato que sigue sobre la actividad de Jesús Sólo a la luz de esta revelación divina que aparece al comienzo se puede comprender el camino del Mesías Jesús, obediente aunque repleto de una gloria y fuerza íntimas. Aquí no se dice ni sugiere todavía nada acerca del camino doloroso y de la muerte expiatoria del «siervo de Yahveh». El bautismo de Jesús en el Jordán no apunta todavía al «bautismo de muerte» con el que Jesús había de ser «bautizado» al final (10,38). Pero como Siervo obediente y como Hijo amado deberá recorrer el camino que le conduzca hasta Dios. En esta hora histórica sólo se dice que está preparado para la llamada de Dios, para dejarse llevar por el Espíritu (1,12) y obedecer a lo que Dios disponga (8,31). En las palabras que dirige a su Hijo, Dios no habla directamente a la comunidad de salvación; será el ungido con el Espíritu y preparado para la obra mesiánica quien la reúna y forme por medio de la llamada a la fe y a su seguimiento. Mas por el hecho de que no recibió el Espíritu sólo para sí sino para bautizar consigo a los hombres (1,8), la comunidad queda ya incluida. La dotación del Espíritu de su Mesías se convierte en una llamada a prepararse para la acogida personal del Espíritu. La experiencia bautismal de Jesús continúa siendo algo especial y único; pero puede inducir a reflexionar acerca de lo que significa la recepción ulterior del bautismo en la Iglesia y la recepción del Espíritu que Cristo elevado al cielo ha hecho posible para los cristianos.
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(*) A la paloma van vinculadas numerosas representaciones en el Oriente antiguo, en el Antiguo Testamento y en la tradición judía. Por ejemplo, la paloma es la imagen de Israel como esposa, del propio Yahvhe o de su presencia benevolente, la shekhinah.
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4. PERMANENCIA EN EL DESIERTO Y TENTACIÓN DE JESÚS (Mc/01/12-13).
12 Y en seguida el Espíritu lo impele al desierto. 13 Permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satán. Estaba entre animales salvajes, y los ángeles le servían.
Con un dinámico «en seguida», característico de su estilo, Marcos une la historia de la tentación con el acontecimiento del bautismo. El Espíritu, que acaba de descender sobre Jesús, le impele hacia el desierto. Como con una fuerza irresistible le conduce a la soledad, lejos de los hombres y a solas con Dios. La tentación por medio de Satán no aparece aquí -aunque sí en Mateo- como el objetivo de este rapto; la tentación tiene lugar con ocasión de su permanencia en el desierto, a lo largo de los «cuarenta días». Teniendo en cuenta la observación peculiar de Marcos «Estaba entre animales salvajes», parece que la permanencia en el lugar solitario tiene en el segundo Evangelio un sentido más amplio que en los otros dos sinópticos. La tentación por parte de Satán no es la única idea; la estancia en el desierto, la convivencia con las fieras y el servicio de los ángeles aparecen con igual relieve. De todos modos el «ser tentado» pertenece indisolublemente a este tiempo tranquilo y le da su sello. La sucesión de frases lapidarias da a entender, sin embargo, que todos los esfuerzos de Satán fueron infructuosos y que el hombre empujado por el Espíritu, al que secundaba, permaneció en paz y en comunión con Dios. Contemplemos la escena más de cerca. En Marcos el desierto es una y otra vez el lugar del encuentro con Dios. En el relato de Cafarnaúm, después de un día extenuante de actividad pública, Jesús se retira a un «lugar desierto» y «allí se quedó orando» (1,35; detalle que sólo se encuentra en Marcos). Según 6,31, invita a los discípulos a retirarse con él a un 1ugar solitario y reposarse un poco -de nuevo sólo en Marcos-, ciertamente que no sólo con miras al reposo externo sino para recuperar nuevas fuerzas en su compañía y en la tranquila comunicación con Dios. Finalmente, el «desierto» al que con tal ocasión le siguen las muchedumbres del pueblo a él y a los discípulos (6,35), adquiere un sentido más profundo: se convierte en el lugar de la multiplicación de los panes, y precisamente con la alusión entre líneas al tiempo de gracia de Israel en el desierto, según la exposición de Marcos, donde se reunió y formó la comunidad alimentada y dirigida por Dios. En el desierto se realiza la acción salvífica de Dios como en un lugar predestinado; de él parte también el Mesías, recibe de Dios instrucción y robustecimiento, reúne fuerzas para su camino y su obra. El «desierto», en el que lejos de los hombres y en un paisaje sobrio, duro y sin embargo grandioso, bajo un cielo radiante se está cerca de Dios, se convierte ya antes que el lago de Genesaret con sus riberas y elevaciones costeras del noroeste llenas de vida y actividad, se convierte, digo, antes que aquella franja de tierra amable y feliz, en la patria del Evangelio. Dios llama y actúa en el silencio y mueve la historia con las fuerzas que se recuperan a solas con él. NU/000040-dias-años: Pero el «desierto» es también el lugar de la decisión. Al igual que Israel fue tentado en el desierto, lo es también ahora por Satán aquel que está ungido con el Espíritu. Sólo que, mientras Israel sucumbió a la tentación, el «Siervo de Dios», el representante del antiguo pueblo elegido, el Hijo amado de Dios, sale victorioso. El número cuarenta es un antiguo número sagrado de la Biblia: durante cuarenta años fue probado Israel en el desierto (Dt 8,2s.15s); cuarenta días y cuarenta noches permaneció Moisés sobre el monte (Exo 24:18), oró y ayunó (Exo 34:28); cuarenta días y cuarenta noches caminó Elías hasta el monte divino del Horeb, fortalecido con el alimento que Dios le proporcionaba (1Re 19:8). Marcos no dice en qué consistió la prueba de Jesús, qué le propuso Satán ni cómo pretendió seducirle. El hecho como tal es realmente importante: también a lo largo de su ministerio público experimentará Jesús la oposición de las fuerzas del mal (cfr. 3,22-27), pero la quebrantará con la potestad que le ha sido dada (1,27), sin romper jamás su vinculación con el Padre (cf. 14, 36). Las continuas tentaciones de Satán, rival y enemigo de Dios (cf. 3,23.26), que ya en el período del desierto permiten adivinar el futuro, se dirigen ciertamente contra el Mesías y contra la obra de salvación que le ha sido encomendada, pero fracasan en la unión con Dios y en la dotación del Espíritu del Salvador fiel a su destino. Jesús estaba entre animales salvajes. ¿Se indica con ello la fuerza y victoria del luchador divino sobre los poderes salvajes y rebeldes? En relación con los ángeles tutelares, el Sal 91(90)11 ss., recuerda que los ángeles guardan a quien está bajo la protección del Altísimo; «andarás sobre el áspid y la víbora, pisarás al león y al dragón». Pero la expresión griega expresa más bien la convivencia pacifica con los animales (*), y el «servicio» de los ángeles -al que inmediatamente se alude- apunta a la provisión de alimento y bebida (cf. 1Re 19:5 ss). No se puede pensar en un dominio de Satán sobre los animales salvajes ni en sus recursos mágicos con fines corruptores; imaginar un cuadro paisajista del desierto y de su pavorosa soledad equivaldría a no tener en cuenta el sentido profundo del relato. Se trata más bien de que el Mesías, que vive en comunión con Dios, reencuentra la paz con los animales salvajes, peligrosos para el hombre. Bien puede resonar aquí el Salmo 91; pero no en el sentido de una victoria sobre los animales «malos», sino de una reconciliación con las criaturas de Dios. El pensamiento del «segundo Adán» que restablece la era paradisíaca no vuelve a aparecer en Marcos; mas para el tiempo mesiánico se esperaba una actitud pacífica de los animales (Isa 11:6s), y el Mesías lleno del Espíritu de Dios (Isa 11:2 ss) experimenta en su lucha con Satán el cumplimiento de aquella promesa. Finalmente, son los propios mensajeros de Dios, los ángeles, los que sirven al Ungido del Señor. Mientras en Mateo, después del ayuno de Jesús y de la tentación diabólica de procurarse alimento poniendo a Dios a prueba, «se le acercaron los ángeles y le servían» (Isa 4:11), Marcos parece pensar sobre todo en la idea del alimento y bebida. Dios no permite que su Mesías carezca de lo necesario y sucumba; el Padre le proporciona lo necesario para vivir. Los ángeles son también la contrarréplica de Satán que busca la perdición y la muerte; los espíritus buenos están en oposición al ángel de las tinieblas que se ha rebelado contra Dios. Ciertamente que la protección y providencia divinas, que se ponen de manifiesto con la intervención de los ángeles, se aplican al elegido y al amado que debe llevar a término su obra de salvación; pero la escena se convierte también en promesa para cuantos seguirán a Jesús en su camino. La presentación que Marcos hace de la permanencia de Jesús en el desierto y de su tentación tiene un brillo propio dentro de su brevedad. Prevalecen los tonos luminosos: comunión con Dios, paz mesiánica, bendición divina sobre quien se deja conducir por el Espíritu de Dios, incluso cuando le pone en las tinieblas de la tribulación, en las pruebas de la fe y en peligros que amenazan su misma existencia. El Espíritu de Dios es más fuerte que el poder de las tinieblas.
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(*) A propósito de esta pequeña observación, que sólo se encuentra en Marcos, se ha discutido y escrito mucho. Los últimos trabajos al respecto, llegan a la conclusión de que el tentador ha sido vencido para restablecer la paz en la creación universal de Dios.
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Parte primera
MENSAJE DE JESÚS; ECO ENTRE LOS HOMBRES (Isa 1:14 8, Isa 1:30)
Lo que el evangelista ha referido y anunciado hasta ahora pertenece ciertamente al Evangelio en cuanto mensaje divino de salvación, describe la aurora del tiempo de salvación con la aparición de Juan Bautista y la preparación de Jesús a su ministerio público de salvador; pero en realidad es sólo una introducción a la aparición personal de Jesús, a su predicación, enseñanza y actividad con obras poderosas, a su lucha contra las fuerzas que se le oponen y a la convocatoria de la comunidad de discípulos. El comienzo de esta actividad de protagonista viene señalado con las afirmaciones programáticas de 1,14s: es ahora cuando Jesús empieza a anunciar «el Evangelio de Dios», cuyo contenido esencial viene dado en las palabras siguientes. Pero ¿cómo se debe entender su presentación y división detalladas en los largos capítulos que median hasta la pasión? ¿Se propone el evangelista describir fielmente el proceso del ministerio de Jesús? ¿Hay, pues, que respetar sus datos geográficos y la secuencia de los relatos -hasta 14,1 faltan casi por completo las indicaciones cronológicas- esforzándose por ordenarlos en tal sentido? Así, se podrían establecer estas partes:
I. La gran actividad de Jesús en Galilea (1,14-6,6a). II. Jesús en constante movimiento hasta llegar a territorio pagano (6,6b-10,45). III. Viaje de Jesús a Jerusalén y su última actividad en la capital (10,46-13,37). IV. Pasión y resurrección (14,1-16,8).
No hay por qué negar un cierto interés del evangelista por los datos externos y concretamente locales; pero sólo es necesario prestar atención a ciertas secciones más redondeadas y dispuestas bajo unos aspectos teológico-sistemáticos, para darnos cuenta que ésa no es la intención predominante del evangelista: la colección de controversias en 2,1-3,6, al final de la cual ya escuchamos en boca de los enemigos de Jesús su propósito asesino (3,6); el capítulo de las parábolas (4,1-34); el discurso de 7,1-23 que trata de la nueva piedad y pureza interior; las grandes enseñanzas de 10,1-45; las disputas en Jerusalén 11,27-12,44 y el discurso escatológico del cap. 13 testifican en conjunto un interés más bien doctrinal con vistas a la comunidad. La línea histórico-geográfica se quiebra una y otra vez por otros puntos de vista, y es preciso admitir que el marco de los relatos las más de las veces no es más que externo y secundario. En realidad lo que interesa al evangelista es la visión de la Iglesia de su tiempo, lo perennemente válido que la Iglesia puede y debe aprender de palabra y de obra en el ministerio de Jesús. Marcos parece brindar esto principalmente en las piezas doctrinales, que desde luego tienen su fundamento histórico en la actividad de Jesús, pero que no siguen estrictamente el orden histórico, sino que están recopiladas intencionadamente de los discursos y hechos de Jesús. La acomodación a este propósito del evangelista explica los textos para nuestra situación de oyentes con mucha más fuerza que lo haría de leerlos nosotros como un relato histórico biográfico. Por ello, es útil intentar también una división adecuada. Un punto cardinal en la presentación del ministerio de Jesús debería proporcionárnoslo 8,31, cuando Jesús empieza a desvelar a sus discípulos el camino de su pasión y muerte. La precedente escena de Cesarea de Filipo (8,27-30) viene a constituir una especie de balance de su ministerio público hasta ese momento. Jesús ha querido ganarse al pueblo para su mensaje, pero los hombres no han comprendido el sentido de lo que él anunciaba y de lo que estaba aconteciendo en su ministerio («el misterio del reino de Dios», 4,11); dicho con otras palabras: la gente no comprendió el misterio de su persona. En esta situación de incomprensión e incredulidad, y según la disposición divina, Jesús tiene ahora que recorrer su camino hacia la cruz y a través de la cruz hasta la gloria a fin de llevar a cabo el plan salvífico de Dios. Así lo ve el evangelista y con su presentación brinda a las comunidades el fundamento de su profesión de fe en Jesús Mesías, que fue crucificado, resucitado y exaltado a salvador y Señor de todos cuantos abrazan la comunidad de fe. Por ello el evangelista vuelve sus ojos una y otra vez a la Iglesia posterior, cuya formación reconoce en la actividad terrena de Jesús y a la que quiere descubrir el sentido de la doctrina y actividad de Jesús realmente importante para la misma. El propósito eclesial del evangelista se ve a lo largo de la parte primera que se refiere al círculo de los discípulos y que ha colocado como las piedras miliarias siguientes:
1. La vocación de los discípulos (1,16-20), 2. La elección de los doce (3,13-19), 3. El envío de los doce (6,6b-13).
Por ello vamos a dividir la primera parte de acuerdo con estas perícopas. Parecidas piedras miliarias constituyen en la parte segunda los tres anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,33) hasta que Jesús entra realmente en el camino de la muerte (10,46), que desde luego todavía deja espacio a su ministerio en Jerusalén, de nuevo con piezas doctrinales importantes para la comunidad. Ambas partes se corresponden como las dos caras de un folio: mensaje y actividad salvíficos de Jesús y el eco que encuentran en los hombres (1,14-8,30) y la actividad salvadora en el camino que lleva a la cruz y resurrección de Jesús (8,31-16,8). Con la subdivisión que debemos introducir en los mismos textos aún descubriremos algunas otras secciones.
I. VOCACIÓN DE LOS DISCÍPULOS Y MINISTERIO DE JESÚS (1,14-3,12).
No es casual el hecho de que se refiera la vocación de las dos parejas de hermanos junto al lago de Genesaret inmediatamente después de la proclama del mensaje salvador (1,14s); pero no sucedió así desde un punto de vista histórico. Difícilmente se trata del primer encuentro de Jesús con aquellos pescadores que habrían de convertirse en «pescadores de hombres» (cf. Jua 1:35-51); más bien se trata de un ejemplo de vocación al discipulado que tiene una importancia teológica. La llamada al seguimiento de Jesús se conecta de un modo intrínseco y necesario con las exigencias de conversión y de fe en el Evangelio (Jua 1:15); pero el grupo de discípulos tiene que estar presente desde el comienzo en la actividad salvadora de Jesús. Al Mesías le pertenece su comunidad; los primeros discípulos formarán la Iglesia posterior, por lo que ésta se encuentra representada por aquéllos en el misterio terrenal de Jesús, escucha sus palabras y le acompaña en sus acciones. Resulta así una primera sección que se prolonga hasta el segundo periodo del discipulado: la elección de los doce (Jua 3:13-19). Abarca el comienzo de la actividad pública de Jesús (Jua 1:14-45) y un capítulo sobre la potestad del Salvador enviado por Dios (Jua 2:1 3, Jua 2:12).
1. COMIENZOS DE LA ACTlVIDAD SALVADORA DE JESÚS (Jua 1:14-45).
El primer capitulo, que terminamos en Mar 1:45 ya que después empieza una nueva y especial composición -la colección de discusiones-, reúne la proclama de la salvación por Jesús (Mar 1:14s) con la vocación de los discípulos (Mar 1:16-20) y constituye una pieza introductoria esencial a la que sigue un relato de la presentación de Jesús en Cafarnaúm que, visto desde fuera, contiene un día del ministerio de Jesús, pero que oculta de hecho unos propósitos más profundos ya que pretende iluminar las doctrinas de Jesús con autoridad (la represión de los demonios y la curación de los enfermos), al tiempo que presentar la predicación como su máximo objetivo. Es lo que constituye la llamada «composición de Cafarnaúm» (Mar 1:21-39), de origen muy temprano. Sigue, finalmente, la curación de un leproso que es importante para «el secreto mesiánico de Jesús» en el Evangelio de Marcos, es decir, para el intentado encubrimiento de su mesianidad (Mar 1:40-45). Ya en este capítulo surge ante los ojos del lector con toda claridad la imagen de Cristo propia de Marcos destacando los rasgos característicos de la aparición y ministerio de Jesús.
a) El mensaje de salvación de Jesús (Mc/01/14-15).
14 Después de ser encarcelado Juan se fue Jesús a Galilea donde proclamaba el Evangelio de Dios 15 diciendo: «Se ha cumplido el tiempo; el reino de Dios está cerca; convertíos y creed el Evangelio.»
Parece que después del bautismo y tentación de Jesús pasó aún algún tiempo en que Juan el Bautista siguió predicando y bautizando (cf. Jua 1:19-34; Jua 3:22-30); pero, según Marcos, Jesús inicia su actividad pública sólo cuando su precursor fue metido en la cárcel (cf. 6,17-29). No se presenta como Juan en las cercanías de Judea y Jerusalén, sino en Galilea su patria chica. A primera vista esto no es más que un dato que podría omitirse; pues, por las indicaciones locales que escuchamos en el relato posterior, fue el lago de Genesaret, y más concretamente la ribera occidental entonces con mayor intensidad de población en su parte norte -desde Magdala hasta Betsaida-, el centro de la actividad de Jesús. También en este sentido tiene el Evangelio un punto de partida terrestre perfectamente delimitado. Quien ha visto aquella hermosa franja de tierra, especialmente en primavera, comprende la economía de la acción divina. En este paisaje, con la superficie luminosa del lago, las suaves colinas y el cielo alto, encaja la alegre buena nueva de la salvación que Jesús anunció a los hombres sencillos y pobres en su mayoría. Aquí encontró también el Evangelio una patria terrena. Cuando en la segunda parte del Evangelio de Marcos Jesús parte para Jerusalén y sufre la muerte en aquel centro del judaísmo, la ciudad santa del antiguo pueblo de la alianza con Dios, con la distancia geográfica nos es dado rastrear también un contraste interno. El Evangelio es un mensaje nuevo que rompe las antiguas concepciones (cf. 2, 21s) y desencadena un movimiento que rebasa los límites del judaísmo tradicional. Después de la resurrección de Jesús los discípulos reciben la orden de regresar a Galilea para ver allí al Señor glorificado (16,7). Para el Evangelio, Galilea es como un símbolo. También Jesús se presenta como un «predicador», pues el «Evangelio de Dios» no llega de otro modo a los hombres. No es una doctrina -aunque Jesús enseñó después muchas cosas al pueblo en las sinagogas y al aire libre- al modo de la exposición escriturística que hacían los doctores judíos de la ley, ni menos aún como la exposición de un filósofo que se dirige a la razón e inteligencia de los oyentes. Se trata más bien de un mensaje que Dios mismo transmite a través de su portavoz en un determinado momento histórico y con un contenido preciso: «Se ha cumplido el tiempo; el reino de Dios está cerca». Cada palabra tiene aquí su importancia. El tiempo del cumplimiento evoca un tiempo de espera. Es el tiempo de salvación, prometida por los profetas, los portavoces de Dios en el Antiguo Testamento, el que ahora alumbra. La expresión griega empleada aquí para designar el «tiempo», significa el momento adecuado, el término establecido. Este instante en que Jesús se presenta como heraldo del mensaje divino de salvación, estaba previsto y decretado por Dios, y ahora se ha cumplido con vigencia permanente. A diferencia de la carta a los Gálatas («la plenitud del tiempo», 4,4) no se piensa tanto en los tiempos que ahora ya han pasado y se han «cumplido», cuanto en el acontecimiento que representa el comienzo de una nueva era: el tiempo de la culpa humana y de la có1era divina, el tiempo de la desgracia, ha pasado; ha comenzado el tiempo de la gracia y de la salvación.
RD/QUE-ES ¡Es el comienzo del tiempo último, que está bajo el amor y la luz de Dios (escatológico)! Que el «cumplimiento» no equivalga al «fin» se deduce de la palabra inmediata: el reino de Dios está cerca. La interpretación, según la cual el «reino de Dios» ya estaría presente de hecho, apenas es posible estando la expresión griega que significa «acercarse», «estar cerca» siempre bajo una forma temporal, de tal modo que tal proximidad constituye una realidad concreta y casi palpable. La idea sólo se puede entender teniendo en cuenta la cosa de la cual se afirma tal cercanía: el «reino de Dios». Es éste un concepto con una historia larga y de gran relieve. Para su comprensión es esencial el hecho de que Dios domina como rey. El reino de Dios o la «soberanía de Dios» o el «reinado» de Dios, como también puede traducirse, no es ninguna organización, ningún espacio delimitable, ninguna región que pueda señalarse, sino más bien un acontecimiento, la realización de una acción divina. Es verdad que Dios reina siempre de distintos modos: en la creación, en la historia, y principalmente en la dirección del pueblo de su alianza. Pero aquí se trata de algo más especial: se trata de la plena soberanía de Dios tal como la anunciaron y prometieron los profetas para el «fin de los tiempos». Cuando Jesús habla del reino de Dios sin explicaciones adicionales, está pensando en este reino divino plenamente realizado, que ha de anunciarse como el dominio victorioso de Dios sobre Israel y sobre todos los pueblos. ¿Afirma Jesús con ello el fin del mundo antiguo? El que Dios quiera realizar su soberanía de un modo incondicional ¿significa que debe desaparecer el mundo antiguo con sus penalidades y tinieblas, con el pecado y las necesidades del hombre? Es ésta una pregunta importante para la comprensión del mensaje de Jesús. Anuncia ciertamente la proximidad del reino de Dios, mas no una proximidad medible con el tiempo. Jesús no dice nada acerca de una inmediata transformación de las circunstancias mundanas hasta entonces vigentes. Y sin embargo para él resulta evidente que está por aparecer algo nuevo, que de ahora en adelante Dios va a asegurar a los hombres la salud y la salvación de un modo nuevo y especialísimo. Todo el ministerio de Jesús reflejará esta nueva postura de Dios, por medio de sus curaciones y expulsiones de demonios, el perdón de los pecados y la compasión por todos los hombres. De este modo se da ya en el ministerio de Jesús una presencia de la soberanía divina, una presencia de la salvación; ése es el misterio del ricino de Dios (4,11). El futuro se acerca a los hombres y les pregunta si entienden los signos. También en el retorno de los hombres, en el seguimiento de los discípulos, en la reunión de la comunidad de salvación se hace operante la soberanía de Dios. La proximidad puede descubrirse y por ello su reino se ha acercado, aunque todavía no aparezca cósmicamente. Este Evangelio de Dios, del que nadie queda excluido, ni siquiera los transgresores públicos de la ley, como los recaudadores de impuestos y prostitutas, y que se anuncia precisamente a los pobres y a quienes llevan una carga penosa, es una luz vivificante en medio de un mundo frío de odio y envidias, de malicia y violencia, es un rayo de esperanza que Jesús proyecta sobre los corazones oprimidos y desesperanzados. Pero si Dios otorga, también espera una respuesta. Su compasión no es debilidad, sino una llamada a una conducta semejante. Su amor exige un semejante amor a él personalmente lo mismo que a los semejantes (12,30s). Por eso, al anuncio beatificante de la voluntad salvadora de Dios sigue la exhortación a convertirse y a creer en el Evangelio.
CV/QUE-ES Conversión es mucho más que un «cambio de mente», aunque éste se presuponga. También «penitencia» es poco, si por penitencia se entiende la reparación de la injusticia, Las prácticas de renunciamiento y expiación, aun cuando todas esas cosas puedan también exigirse. De acuerdo con la imagen del Antiguo Testamento, «conversión» significa la vuelta atrás en el camino equivocado, o más claramente, el retorno a Dios de quien el hombre se había apartado. Los fallos morales, la maldad contra el prójimo, la injusticia y los vicios alejan de Dios al hombre, lo descarrían respecto de Dios. Entonces el hombre sólo se busca a sí mismo, quiere ser su propio señor colocándose en lugar de Dios. «¿Cómo podéis decir: Nosotros somos sabios…? Confundidos están los sabios, aterrados y presos, porque rechazaron la palabra del Señor, y ¿qué les aprovecha su propia sabiduría?», pregunta Jeremías (8,8s), el máximo profeta de la conversión en la antigua alianza. Hasta Juan Bautista los profetas han exigido siempre la «conversión» concentrándola en cada situación histórica. A menudo se trataba de volverse de la idolatría y de la corrupción moral como condición indispensable. Después exigían la penitencia y expiación por las infidelidades contra Dios; pero lo que les interesaba sobre todo era la renovación del corazón, la vuelta interna a Dios en pureza, humildad y confianza. Quien se convierte tiene que aprender de nuevo a entenderse como criatura de Dios y dejar que Dios disponga de él. Con Jesús esta exigencia de conversión a través del mensaje de salvación, que él anuncia en la hora escatológica, adquiere su aspecto peculiar. Va unida con la exigencia de creer el Evangelio. Quien quiera «convertirse» según el pensamiento de Jesús debe empezar por responder con un sentimiento íntimo de alegría a la oferta de salvación que Dios le hace, debe aceptar el mensaje de Jesús creyendo. En la fe late una conversión vigorosa; de la conversión en la fe brota todo lo demás. La deficiente disposición a convertirse, que Jesús reprocha a las ciudades de Galilea (Mat 11:21 ss), es una fe defectuosa. Marcos no refiere ninguna de esas palabras proféticas de exhortación y amenaza en boca de Jesús; pero también en él los discípulos de Jesús predican la conversión cuando son enviados por el Maestro (Mat 6:12). La palabra programática del comienzo dice que la conversión es necesaria para poder creer y que la conversión se realiza mediante la fe en el Evangelio de Dios. Una y otra están ligadas mutuamente. En la conversión de la fe se cumple la vuelta incondicional hacia aquel a quien Jesús anuncia como el Dios de la salvación. Mas como Dios revela y otorga su salvación a través de la acción de Jesús, la fe se muestra también en la confianza en Jesús y en las fuerzas salvadoras que se hacen presentes en él (Mat 2:5; Mat 5:34; Mat 10:52). En Jesús, el creyente abraza el reino de Dios que se abre paso y toma parte en el mismo. La fe es más que un reconocimiento y aceptación de lo que Jesús anuncia y enseña. Es también confianza en el poder salvífico de Dios (Mat 9:23s), expulsión de toda duda y zozobra (Mat 11:23s), pleno convencimiento de la proximidad de Dios en la persona de Jesús (Mat 4:40). De este modo la fe en el Evangelio anunciado por Jesús (Mat 1:15) se transforma después de pascua en la fe en Jesús mismo, quien, como Señor exaltado a la diestra de Dios, posee todo el poder salvífico. Fe es liberación de la propia existencia mediante la entrega de sí mismo a Dios. Fe en el Evangelio es la confianza absoluta de que tal liberación está asegurada en el mensaje y persona de Jesús.
b) La vocación de los discípulos (Mc/01/16-20).
16 Caminando a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores, 17 Y Jesús les dijo: «Seguidme y os haré pescadores de hombres». 18 Ellos, inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron. 19 Pasando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que remendaban las redes en la barca. 20 Los llamó en seguida. Y ellos, dejando en la barca a Zebedeo, su padre, con los jornaleros, se fueron en pos de él.
Jesús no se contenta con el anuncio general del mensaje de salvaci6n; Jesús pasa a la acción y llama a unos discípulos. Conversión y fe tienen que realizarse en el seguimiento de Jesús; ese seguimiento es la respuesta plena a la llamada de Jesús. La vocación de los cuatro primeros discípulos junto al lago de Genesaret no sólo contiene una escena de los comienzos del ministerio de Jesús; tiene también un carácter ejemplar y un significado teológico. Desde un punto de vista histórico no era el primer encuentro de Jesús con aquellas dos parejas de hermanos, que por su profesión humana eran pescadores. Por el Evangelio de Juan sabemos que Jesús ya los había conocido cuando eran discípulos del Bautista y que los primeros contactos habían tenido efecto en el lugar de Judea en que Juan bautizaba (cf. Jua 1:35-51). Lo que Marcos narra es el llamamiento definitivo a los discípulos en sentido pleno, y la presentación permite conocer todas las notas del proceso decisivo de quien entra en el seguimiento de Jesús. La acción parte de Jesús. Tres elementos esclarecen el suceso: la mirada de Jesús se clava sobre estos hombres y en seguida Jesús los llama a sí (v. 20a). La llamada del enviado de Dios es una llamada de Dios mismo; y es categórica, poderosa, penetrante. Cuando Dios llama no cabe ningún titubeo. Pero el contenido de la llamada es un requerimiento a ir detrás de Jesús. Literalmente éste es el primer sentido: el Maestro en sus caminos y peregrinaciones va delante de sus discípulos, ellos le siguen, se dejan conducir por él. Este seguimiento (v. 18), que en un sentido externo se dice también de las turbas populares, tiene en el discípulo un sentido espiritual más profundo: el discípulo entra en comunión de vida con el Maestro que desde ahora condiciona su vida e ideal, le da su doctrina c instrucciones, le señala incluso su camino en la tierra y le hace partícipe de sus tareas. El objetivo del llamamiento al discipulado se expresa simbólicamente con una palabra muy adecuada para aquellos pescadores: Os haré pescadores de hombres. La conexión con el que hasta entonces había sido el medio de vida para aquellos hombres no es casual ni rebuscada, más bien es una imagen gráfica que caracteriza la fuerza gráfica del lenguaje de Jesús. Estos hombres, llamados por Jesús a su seguimiento, deben cambiar la que hasta ahora ha sido su profesión por una superior: de ahora en adelante deben capturar con Jesús a los hombres, ganarlos para Dios y su reino. Se indica ahí el sentido primitivo del discipulado: una más estrecha unión con Jesús para compartir su propia vida y ayudarle en su predicación (cf. 6,7-13). El discípulo de Jesús debe estar preparado a asumir todas las consecuencias de este seguimiento, hasta llevar la cruz con Jesús y perder la propia vida por el Maestro (8,34s). En la Iglesia primitiva, cuando ya no era posible una comunión de vida, profesión y destino con Jesús en la tierra, sólo se conservó el sentido espiritual de «imitación de Jesús» y las relaciones del discípulo se extendieron a todos los creyentes. Todos cuantos profesaban la fe en Cristo debían imitar a su Señor, que ahora había sido exaltado en el cielo; sus palabras sobre la tierra conservaban su fuerza obligatoria y su comunidad lo sabía ciertamente aun sin la presencia corporal de Jesús. De este modo la Iglesia primitiva leía las palabras y exhortaciones de Jesús bajo una nueva luz, de una forma que le afectaban a ella y a cada uno de los cristianos. También la reacción de los primeros hombres llamados a ser discípulos adquiere una importancia permanente y actual. De nuevo hay aquí tres elementos esenciales: Simón y Andrés abandonan sus redes inmediatamente (v. 18), y después Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se separan de su padre y de los jornaleros para unirse a Jesús. Ante la llamada de Jesús y de Dios se exige una obediencia pronta e incondicional (véase también Luc 9:59-62). Las dos parejas de hermanos abandonan el trabajo que habían practicado hasta entonces, y los hijos de Zebedeo también a su padre y con él a su familia. En su relato, completado con otra tradición («la pesca milagrosa»), Lucas dice que ellos «dejándolo todo, lo siguieron» (Luc 5:11). La llamada a seguir a Jesús exige fundamentalmente la renuncia a los bienes terrenos por causa del reino de Dios (Cf. Luc 14:33; Mar 10:21.29s; Mat 19:12c); aun cuando las circunstancias de la vida y las tareas en que el llamamiento encuentra a cada uno sean distintas. Mas el aspecto negativo de la renuncia queda eclipsado por el lado positivo: los discípulos deben ir detrás de Jesús, seguirlo. Es una distinción ser admitidos en estrecha comunión con el enviado y ungido de Dios. A pesar de las persecuciones y la muerte, su camino promete a todos sus seguidores la plenitud de vida y una recompensa cien veces mayor que todas las renuncias y privaciones (Mat 8:35s; Mat 10:17.23 ss.29s). Los discípulos en un sentido más estricto, los anunciadores del Evangelio, no sólo comparten la vida pobre del Señor sino también sus poderes y sus alegrías (cf. 6,7-13). De este modo aparece felizmente lo que es la llamada do Dios y el seguimiento. Los lectores deben ver en esta historia, además del primer éxito de Jesús, la incipiente convocatoria del pueblo de Dios, el primer paso hacia la formación de su comunidad. No es casual que estos discípulos vengan presentados con sus propios nombres; para los lectores no son unos desconocidos sino los adelantados del círculo de discípulos de Jesús. En la sección inmediata volverán a ser nombrados (1,28); son los primeros compañeros de Jesús, los que comparten su temprana y floreciente actividad, de la que más tarde podrán ser testigos. Al propio tiempo representan a los discípulos ulteriores que Jesús va ganando, aun cuando la ampliación del círculo de discípulos simplemente se sugiere más que se describe (2,15; 3,13). Los discípulos son los hombres de confianza de Jesús. él les enseña acerca de su misión primordial, que es el anuncio del reino de Dios, y los protege contra los ataques judíos (2,18 ss.23-28). Les explica en privado el sentido de las parábolas (4,34). A ellos se les ha confiado el misterio del reino de Dios, son los que le pertenecen a diferencia «los de fuera» (4,11). En ellos, en su vinculación con el Señor, en su proximidad y distancia, en su elección por parte de Dios y en su pequeñez y debilidad humanas, se reconocen a sí mismos los lectores creyentes. En la falta de comprensión de los discípulos (1,36; 4,10.13, etc.) los lectores se hacen conscientes de su insuficiencia, que no impide la donación de Jesús a los suyos (cf. 3,34s). De este modo, la llamada a seguir personalmente a Jesús se convierte en exhortación para sumarse, de una forma consciente, a la comunidad de discípulos del Maestro.
c) Un sábado en la sinagoga de CAFARNAÚN (Mc/01/21-28).
21 Llegan a CAFARNAÚN; y en seguida, apenas entraba en la sinagoga los sábados, se ponía a enseñar. Y se quedaban atónitos de su manera de enseñar, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. 23 En seguida había en aquella sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro que comenzó a gritar: 24 «¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Yo sé bien quién eres: ¡el Santo de Dios!» 25 Pero Jesús le increpó: «Enmudece y sal de este hombre.» 26 Entonces el espíritu impuro, agitándolo con violentas convulsiones y dando un gran alarido, salió de él. 27 Quedaron todos asombrados, tanto que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Qué manera tan nueva de enseñar: con autoridad! Incluso manda a los espíritus impuros y ellos le obedecen.» 28 Y por todas partes se extendió en seguida su fama a todos los confines de Galilea.
La sección de CAFARNAÚN (1,21-39) es una vieja unidad tradicional que Marcos se encontró formada y que contiene desde luego unos datos históricos; pero que al mismo tiempo patentiza el propósito anunciador de la Iglesia primitiva. El lugar, del que hoy apenas restan unas ruinas (Tell Hum), quedaba en la ribera noroccidental del lago, 6 kilómetros al oeste de la desembocadura del Jordán. Era por entonces un lugar fronterizo de la región gobernada por Herodes Antipas, en la vía principal de Ptolemaida a Damasco, con un puesto aduanero y una guarnición militar. En los primeros tiempos Jesús desarrolló aquí una gran actividad viviendo en la casa de Simón y de Andrés (1,29), que vuelve a citarse más tarde (9,33; cf. 3,20; 7,17). Esto corrige un poco la imagen que nos hemos formado de la vida itinerante e inquieta de Jesús; CAFARNAÚN fue una especie de cuartel general al que volvía con frecuencia. Nuestra sección muestra, no obstante, cómo Jesús partió de aquel punto para anunciar el mensaje de salvación en los lugares circundantes (1,38). El propósito primordial de esta exposición tiende a caracterizar la actividad de Jesús, que pronto llamó la atención en todas partes atrayéndose a mucha gente. Con este ministerio se esclarece la imagen misma de Jesús, que anunciaba el reino de Dios, enseñaba con autoridad y ponía de manifiesto las fuerzas salvadoras de Dios con las expulsiones de demonios y las curaciones. La actividad salvadora de Jesús es el comienzo de una nueva era, la confirmación de su mensaje (1,15); pero es también una manifestación de sí mismo en las obras y así lo comprendió la Iglesia antigua con mirada retrospectiva. Jesús entra con los discípulos en CAFARNAÚN, «y en seguida» enseña los sábados en la sinagoga. Sin tardanza y consciente de su propósito, pone Jesús manos a la obra, como lo indica Marcos con su peculiar «y en seguida» (1,21.23.28.29, etc.). El evangelista habla a menudo de la enseñanza de Jesús, tarea en la que también intervienen los discípulos (2Re 6:30, sólo en Marcos), indicio de que la comunidad cristiana se sabía comprometida en el empeño. Mas todavía no sabemos nada del contenido de la doctrina, de la que Mateo y Lucas nos ofrecen un espléndido ejemplo en el sermón de la montaña. Marcos desarrolla la doctrina de Jesús más tarde en la predicación en parábolas (2Re 4:1s); pero aun entonces le interesa más el resultado, la fuerza que provoca la separación entre los oyentes. Lo que Jesús enseñaba entonces a su auditorio judío, probablemente una exposición de la ley, una nueva concepción de la voluntad divina, se mantiene hasta tal punto que caracteriza incluso la vida cristiana; pero esto también podrá verse más tarde (cf. 7,17-23; 10,145; 12,13-37). Para la aparición terrena de Jesús basta de momento la afirmación de que enseñaba con autoridad y no como los doctores de la ley. Estos se atenían a su tradición doctrinal, a la «tradición de los antepasados» (7,3), y no pocas veces abandonaban la voluntad de Dios por seguir las opiniones e interpretaciones humanas, como les reprochó Jesús (cf. 7,6-13). Jesús enseña con autoridad absoluta, presenta su propia exposición de la Escritura (10, 5-9), demostrándose con ello tan plenipotenciario de Dios como con las expulsiones de los demonios. Pues ambas cosas las hizo Jesús en la sinagoga de CAFARNAÚN; la doctrina en autoridad y la expulsión de un espíritu inmundo constituyen para Marcos una unidad, una prueba del poder de Jesús, ante el que «se quedaban atónitos los hombres» (v. 22) y experimentan un terror religioso (v. 27). Barruntan lo nuevo que aquí se está realizando. La poderosa palabra doctrinal y la poderosa palabra exorcista constituyen por igual un signo de la soberanía de Dios que se abre camino. Así se debe entender también el «en seguida» que introduce la expulsión de un espíritu inmundo, narrada según el modo de pensar de la época, como prueba del poder otorgado a Jesús. Un pobre hombre atormentado queda libre do un terrible padecimiento, que se atribuye a un «espíritu impuro». En algunos textos se establece una distinción entre enfermos y posesos (1,32; 3,10s; 6,13); en este segundo grupo se trata al menos de unas manifestaciones patológicas especialmente graves. Para el evangelista detrás de los espíritus impuros se esconde el poder del maligno, de Satán, contrario a Dios (cf. 3,22 ss). El antagonista de Dios y de Jesús (1,13) pone en juego todas sus fuerzas para impedir la acción salvadora de Jesús y la irrupción del reino de Dios. Pero Jesús se sabe más fuerte que él (3,27) y reprime el poder de Satán. Ya la primera expulsión demoníaca, descrita detalladamente, pone de manifiesto el triunfo de Dios, la superioridad de Jesús. El diálogo entre Jesús y el espíritu inmundo -que también aboga en favor de sus semejantes- revela la lucha entre ambos contendientes. El demonio presiente al poderoso que quiere arrebatarle su «mansión», arrancarle su víctima humana, y se resiste a las palabras de conjuro. Los grandes alaridos y las preguntas insolentes pretenden rechazar el ataque del exorcista: «¿Qué tenemos que ver contigo?… ¿Has venido a acabar con nosotros?» La pronunciación del nombre -«Jesús Nazareno»-, la protesta solemne de «sé bien quién eres», el venerable título de «el Santo de Dios», no son profesiones de fe respetuosas ni súplicas disimuladas, sino magia nominal, intentos por adueñarse del poder del conjurador mediante su reconocimiento y la pronunciación a gritos de su nombre y título. En los antiguos relatos de expulsiones demoníacas -incluso judíos- el exorcista pasa al ataque e intenta con fórmulas de conjuro y medios mágicos enseñorearse del demonio y obligarle a abandonar al poseso. Sobre el fondo de tales concepciones los espectadores de entonces comprenden sin duda lo que hay de nuevo y peculiar en la acción de Jesús. Jesús renuncia a las palabras de encantamiento y a los medios mágicos y no presenta al espíritu inmundo más que una palabra de orden: «Enmudece y sal de este hombre.» Manda simplemente y los espíritus tienen que obedecerle (cf. v. 27). Esta palabra eficaz es un signo de la intervención de Dios. Aun cuando desde nuestra visión científica del mundo siempre se puede juzgar la expulsión de los demonios como una acomodación de Jesús a la inteligencia de sus oyentes, no deja de ser una proclama del poder otorgado a Jesús, un anuncio de las fuerzas salvíficas de Dios que están en marcha. Jesús, que realiza esto, se convierte para los hombres en este interrogante: ¿Qué es esto? ¿Qué es lo que pasa aquí? Pero los lectores creyentes saben que, aunque a regañadientes y con mal fin, el espíritu inmundo dice la verdad: Jesús es «el Santo de Dios», expresión que señala la proximidad a Dios. No se trata de un título mesiánico conocido, sino de un nombre de dignidad que en boca del demonio tiene un sentido inconfundible. Con frecuencia se llama «santos» a los ángeles que están al servicio de Dios; también el sumo sacerdote Aarón, viene designado como «el santo del Señor» (Sal 106:16). La «santidad», tal como la entiende el Antiguo Testamento, lleva a una singular proximidad de Dios. Jesús, pues, como «el Santo de Dios» llega de parte de Dios y lleva en sí un ser y una fuerza divinos. La comunidad comprende el título honorífico como expresión de la mesianidad peculiar de Jesús, que no se deja abarcar en ninguno de los títulos habituales (cf. Jua 6:69). En Jesús late un misterio, el estremecimiento de lo que es distinto, el presentimiento de una peculiar cercanía a Dios.
d) Ulterior actividad en CAFARNAÚN y partida de allí (Mc/01/29-39).
29 En seguida, después de salir de la sinagoga, se fueron a la casa de Simón y de Andrés con Santiago y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y al momento le hablan de ella. 31 él se acercó, la tomó de la mano y la levantó; se le quitó la fiebre, y ella le servía.
Después de su sensacional presentación en la sinagoga, Jesús se dirige a casa de Simón y de Andrés. Parece como si quisiera estarse allí tranquilo. Pero sus discípulos pronto se le acercan con una petición: la suegra de Simón padece una fiebre, y él no duda en curarla. Según los rabinos, ni siquiera las enfermedades graves debían suspender las prescripciones sabáticas. Pero Jesús toma a la enferma de la mano y la endereza. La mujer se levanta y presta a los hombres los servicios de la hospitalidad; señal de que la fiebre había desaparecido por completo. El breve relato sigue mostrando el frescor de una experiencia primitiva. Es la primera curación que Marcos relata y constituye una especie de puente a las que Jesús emprende después de la puesta del sol, es decir, después de pasado el sábado.
El primitivo relato intenta presentar ahora a Jesús como quien sana a los enfermos; también esto pertenece a su ministerio, aunque no constituya su objetivo principal, como indica la conclusión. Se puede establecer una valoración gradual: más importantes que las curaciones de cualquier tipo de dolencias son las expulsiones de demonios (v. 34b), pues éstas revelan de un modo más fehaciente que el dominio de Satán ha sido quebrantado y que el reino de Dios está llegando. Pero lo más importante es la predicación de Jesús, pues en ella se pone de manifiesto el objetivo de su misión (v. 38) y la llamada de Dios llega directamente a los hombres. Para Jesús las curaciones de enfermos se encuentran en el mismo plano: también ellas son un signo de la salvación que Dios reserva a los hombres; pero incluyen el peligro de que los hombres se queden sólo en lo externo y aspiren únicamente a verse libres de sus necesidades terrenas, sin ahondar en el sentido profundo del hecho y malinterpretando los fines salvíficos de Dios. Para Jesús es como una tentación dejarse arrastrar por la ola del entusiasmo popular. Por ello busca la soledad, como había hecho después de su bautismo, se ocupa en la oración y en su verdadera misión e interrumpe por un breve período su estancia en CAFARNAÚN (v. 35).
32 Llegada la tarde, después de ponerse el sol, le presentaban todos los enfermos y endemoniados. 33 Toda la ciudad se agolpaba ante la puerta. 34 Y curó a muchos pacientes de diversas enfermedades; arrojó también a muchos demonios, pero sin dejarles hablar, porque sabían quién era.
Las curaciones por la tarde, después de concluir el sábado, las presenta el v. 33 como una escena pintoresca. La gente, que sabe que Jesús está en casa de Simón, ha aguardado a que transcurriera el sábado a fin de no quebrantar las prescripciones sabáticas transportando las camillas. Y ahora cargan todos con sus enfermos y posesos atestando por completo el lugar que había delante de la casa. Jesús cura a muchos pacientes. Lo cual no se dice en sentido limitativo como pretendiendo imponer un tope a su poder taumatúrgico. Las muchas curaciones reflejan la grandeza de su asistencia; pero su sentido no está en eliminar todos los padecimientos terrenos. Las curaciones no pretenden ser más que un signo de la compasión de Dios; pero los hombres no lo entienden así y no hacen sino buscar nuevos remedios (v. 37). El evangelista menciona entusiasmado muchas otras expulsiones de demonios, pero agrega que Jesús no permitía hablar a los espíritus «porque sabían quién era». Jesús no quiere el testimonio de los demonios, precisamente porque es una voz demoníaca (cf. v. 25); son más bien los hombres quienes a través de las obras salvíficas de Dios deben reflexionar y comprender el sentido de la acción de Jesús. Todo suceso externo permanece en penumbra; se requiere la reflexión creyente para insertarlo en el contexto de los pensamientos divinos. La fe domina los significados de la historia.
35 Por la mañana muy temprano, antes de amanecer, se levantó, salió y se fue a un lugar desierto. Allí se quedó orando. 36 Simón y sus compañeros salieron a buscarlo; 37 y cuando lo encontraron, le dicen: «Todos te andan buscando.» 38 él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas vecinas, para predicar también en ellas; pues para eso he venido». 39 Y se fue por toda Galilea predicando en las sinagogas y arrojando a los demonios.
Frente al éxito externo y a la riada de gente, el propio Jesús quiere poner en claro la misión recibida de su Padre, y a tal fin busca la soledad para orar. La hora temprana, cuando todavía es de noche, indica tal vez la lucha interior a la que Jesús no se sustrajo como hombre, como tampoco a la tentación por parte de Satán. Pero su unión con Dios se abre paso y se robustece en la oración y le permite encontrar el camino adecuado con una seguridad íntima. Cuando sus discípulos, pensando humanamente como los demás, o mejor sin pensar, sin la vigilancia interior de su Maestro, se llegan a él para hacerle volver, surge su decisión firme: «Vámonos a otra parte. a las aldeas vecinas para predicar también en ellas, pues para eso he venido.» Es ésta una de las frases que revelan la conciencia que Jesús tenía de su misión. Aun cuando la Iglesia primitiva haya podido interpretarlo desde su fe en Cristo formulándolo en unos contornos precisos, el afán predicador de Jesús, confirmado por su conducta y su peregrinar por Galilea, la voluntad de Jesús de llevar a todos sus compatriotas el mensaje divino de salvación, sin situarse él mismo en el centro, constituye un testimonio nada sospechoso de su espíritu. La Iglesia primitiva habría ciertamente subrayado con más fuerza sus hechos extraordinarios y su conciencia psicológica; pero lo que testifica es la entrega generosa de Jesús a la predicación, su fidelidad a la misión que Dios le había asignado. Sin duda que con ello Jesús se convierte en el gran modelo de sus predicadores que han recibido de su Señor la misma misión. El versículo final, pequeño sumario de la incipiente actividad de Jesús, refleja de un modo más tajante el pensamiento e interpretación del evangelista. Con la predicación y expulsión de los demonios Jesús prepara los caminos al inminente reino de Dios. De momento, y como en CAFARNAÚN, se contenta con predicar en las sinagogas, y actúa -eso quiere decir Marcos- como aquel sábado del que acaba de hablarnos (1,21-27). Pero ya no es sólo la fama de Jesús la que se extiende por los contornos de Galilea (v. 28), sino que es la fama misma de Dios la que llega por medio de Jesús a todas las aldeas galileas. El Evangelio entra en su carrera triunfal.
e) Curación de un leproso (Mc/01/40-45).
40 Llégase a él un leproso que, suplicándole y puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes dejarme limpio.» 41 Movido a compasión, extendió la mano, lo tocó y le dice: «Quiero; queda limpio.» 42 E inmediatamente desapareció de él la lepra y quedó limpio. 43 Luego lo despidió con esta severa advertencia: 44 «Cuidado con decirle nada a nadie. Eso sí: ve a presentarte al sacerdote y a ofrecer por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio.» 45 Pero él, apenas salió comenzó a pregonar a voces y a divulgar lo ocurrido, de manera que Jesús ya no podía presentarse en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera de poblado, en lugares desiertos: y aun así acudían a él de todas partes.
Aprovechando otra tradición, Marcos agrega todavía un hecho que le parece encajar con este pasaje: la curación de un leproso. Desconocemos el lugar y el tiempo; la historia, que no resulta nada fácil de entender, debe hablar por sí misma. En opinión judía, el leproso era un «primogénito de la muerte» (véase Job 18:13). Los marcados con la lepra eran aislados y no podían acercarse a los otros; estaban sujetos a una larga enfermedad, a una muerte lenta, y hasta se los proscribía como pecadores, pues la lepra pasaba por ser el castigo de pecados graves. Las curaciones, que debían ser comprobadas por un sacerdote (v. 44), sólo se referían a aquellas enfermedades que por su parecido externo con la lepra, podían también incluirse en su grupo. De este modo el episodio aparece como el vértice de las curaciones que hasta ahora ha operado Jesús; mas ésta no debió ser la razón para incluirlo en este pasaje. Como hace suponer sobre todo el v. 45, el evangelista intenta transmitir a sus lectores cristianos unas impresiones más profundas acerca de la actividad de Jesús y de las realizaciones de su persona. Jesús no quiere ser conocido como taumaturgo; pero sus obras no dejan ninguna duda al respecto. El hombre curado quebranta la severa prohibición de Jesús, y la noticia de la curación milagrosa se extiende rápidamente. Jesús se oculta en lugares solitarios, pero las gentes se llegan a él de todas partes. Idéntica finalidad cabe reconocer en el relato condensado de 3,7-12. Acerca del llamado «secreto-mesiánico» en el Evangelio de Marcos, es decir, el propósito de Jesús de mantener oculta su mesianidad, se ha elucubrado y escrito mucho. La expresión no resulta muy feliz, pues a lo largo de toda la primera parte del Evangelio de Marcos no aparece ni una sola vez el problema acerca del Mesías, es decir, acerca del Mesías como rey teocrático, acerca del hijo de David en el sentido de la esperanza popular; el pueblo no parece pensar en esa idea. Marcos debió perseguir más bien una tendencia cristológica de cara a sus lectores cristianos: Jesús quiere ocultar su dignidad y divinidad y realizar su empresa misionera únicamente como siervo obediente de Dios; pese a lo cual, irradia de él una fuerza poderosa que arrastra hacia él a las multitudes. El evangelista, que cree como sus lectores en la gloria del Señor exaltado al cielo y que interpreta su filiación divina como el verdadero fundamento de la portentosa actividad terrestre de Jesús, quiere poner en claro que antes de su resurrección Jesús oculta de propósito su gloria y quiere seguir el camino de la humildad, los dolores y la cruz. Sobre la tierra Jesús se esfuerza denodadamente por evitar toda notoriedad en torno a su persona y actuar en exclusiva como heraldo del Evangelio. Así se explican muchas contradicciones aparentes: Jesús penetra en todas las aldeas de Galilea para proclamar (1,39), y sin embargo huye del asalto de las multitudes refugiándose en lugares solitarios (1,45). Cura al leproso y le encarga que se presente a un sacerdote «para que les sirva de testimonio» (v. 44), pese a lo cual le prohíbe severamente que hable de ello a nadie. Más tarde escapa con sus discípulos al lago (3,7); pero cuando las turbas le rodean vuelve a curar a muchos, aunque prohibiendo a los demonios que le den a conocer (3,10 ss). Quiere congregar a los hombres, elige a los doce y los envía de dos en dos (6,7-13); después se retira con los discípulos (6,10s), mas vuelve a compadecerse del pueblo que le ha seguido hasta el desierto (6,34 ss). En este cuadro lleno de tensiones no es que se interprete a posteriori la vida no mesiánica de Jesús a una luz mesiánica; sino que, con verosimilitud histórica, se describe la actitud completa de Jesús, única, sorprendente, incomprensible, presentándola a la comprensión creyente. Así de contradictorio pareció Jesús a sus coetáneos: como un vigoroso predicador divino, un taumaturgo, que sana a los enfermos, al que acudían los hombres tumultuariamente, pero que al mismo tiempo seguía siendo un hombre que mantenía incomprensiblemente una distancia real frente al pueblo y los demás hombres. El evangelista, sin embargo, explica a sus lectores, que creen en el Señor crucificado y resucitado, que así era como tenía que comportarse este Jesús en la tierra. Las fuerzas en él latentes tenían su fundamento en el misterio de su filiación divina, que sólo habría de desvelarse con su resurrección. Sobre la tierra debía seguir el camino del siervo obediente de Dios, camino que sólo a la luz de la resurrección alcanza su sentido. De este modo el «secreto mesiánico», o mejor dicho, el misterio del Hijo de Dios, sólo representa una interpretación creyente de los enigmas que la actitud y conducta terrestres de Jesús plantearon a sus contemporáneos. Cuando se lee desde este punto de vista la sorprendente, y en apariencia contradictoria, curación del leproso, se iluminan muchas oscuridades. Ante todo una escena que se comprende perfectamente como una historia de curación: un pobre hombre, un pobre paria víctima de la lepra, tiene el coraje de acercarse a Jesús e, hincándose de rodillas, suplicarle con gran confianza: «Si quieres, puedes dejarme limpio.» Y Jesús se compadece de su necesidad. Caso de preferir la lectura «enojado» (en vez de «movido a compasión») a causa de su dificultad y oscuridad (*)14, la ira de Jesús no habría que referirla al enfermo porque actúa en contra de la ley, sino al poder del maligno que le tenía entregado a la muerte. Pues, sin ningún cambio de acento perceptible, Jesús extiende su mano -gesto típico de curación, toca incluso al intocable y acoge su petición respondiendo exactamente con las mismas palabras: «Quiero, queda limpio.» A esta simple voz de mando sigue inmediatamente la curación. Sólo la posterior actitud de Jesús resuelve los enigmas: Jesús cura al enfermo de un modo enérgico y amenazador, le envía al sacerdote a fin de que le declare puro y ofrezca el sacrificio prescrito para tales casos. Se añade «para que les sirva de testimonio», tal vez no sólo para que el hombre se muestre curado ante los demás, sino también en el sentido del evangelista, es decir, para que sea un testimonio divino de cara a los incrédulos (cf. 6,11; 13,9). De ser así también aquí habría traspasado Marcos el terreno de la pura interpretación histórica. Toda la historia aparece fuertemente adaptada a los lectores futuros; impresión que confirma una vez más el v. 45. El leproso curado, que se convierte en predicador, no merece reproche alguno. Después de pascua podrá entenderse adecuadamente la acción de Jesús: el Señor da la salud y la vida a quien estaba condenado a muerte. Pero entonces se ocultaba Jesús de los hombres… pese a lo cual las gentes se agolpaban sobre él de todas partes. Era una luz que no podía permanecer oculta, pero los hombres no entendieron su fulgor. Todo esto tenía que ser así porque Jesús debía recorrer en obediencia su camino hacia la gloria a través de la oscuridad.
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(*) La lección «enojado» (en vez de «movido a compasión») está representada por testigos occidentales; es ciertamente más difícil y por ello tal vez la original. De la «ira» de Jesús se habla también en 3,5. Con la ira de Jesús contra el poder del maligno se puede relacionar el «(profundo) estremecimiento» de que Jesús fue presa en la resurrección de Lázaro (Jua 11:33.38); es el mismo verbo que en Mar 1:43 indica la increpación de Jesús al hombre.
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Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Para ver información sobre los evangelios vea la INTRODUCCIÓN A MATEO.
Para ver información detallada sobre los evangelios sinópticos ver en el módulo de libro el título Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
Para ver información sobre los evangelios vea la INTRODUCCIÓN A MATEO.
Para ver información detallada sobre los evangelios sinópticos ver en el módulo de libro el título Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
Juan predica y bautiza en el desierto (Mar 1:1-8)
Análisis de discurso
Luego del título, Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, el texto sigue una estructura del tipo ABB’A’:
A. El mensajero de Dios anuncia su mensaje en el desierto (vv. Mar 1:2-3)
B. Actividad de Juan en el desierto (vv. Mar 1:4-5)
B’. Juan sobrevive en el desierto (v. Mar 1:6)
A’. Juan el Bautista anuncia su mensaje en el desierto (vv. Mar 1:7-8)
En A y A’ tenemos al mensajero anunciado por la profecía, Elías, y al mensajero que la cumple, Juan. En la mente de Marcos no hay duda alguna de que Juan es el profeta que habría de venir, el Elías de Mal 3:1 y Mal 4:5. Esto es confirmado por Jesús mismo en Mar 9:12-13. En B y B’ se describen la actividad y la vida de Juan en el desierto. En esta sección se destaca el tema del desierto como el lugar donde comienza la proclamación de la liberación de Dios. Los tres pasajes del Antiguo Testamento citados (ver Mar 1:2 y Mar 1:3) son textos que enfatizan la ubicuidad del desierto en los planes salvíficos de Dios.
Marcos coloca las citas del Antiguo Testamento como un paréntesis entre el título y Juan el Bautista (Marcus, 145). De esta manera deja bien claro quién es este mensajero anunciado en la tradición hebrea. Es Juan el Bautista, cuyo ministerio sirve como preparación para el ministerio de Jesús. Si la voz del que clama en el desierto es la de Juan, entonces el Señor, cuyo camino Juan está encargado de preparar, no es ni más ni menos que Jesús. En estos primeros 8 versículos Marcos afirma, directa o indirectamente, que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, el Señor, y el que bautiza con el Espíritu Santo.
TÍTULO: Predicación de Juan el Bautista (RV95), «Juan el Bautista» (TLA), «Juan el Bautista prepara el camino» (NVI), «Juan el Bautista en el desierto» (DHH), o, simplemente, “Juan predica y bautiza en el desierto”.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Principio: La palabra griega arje puede significar, dependiendo de cuál sea su contexto, “comienzo”, “principio”, “origen”, “fuente”, “fundamento”, “cimiento”, “punto de partida”, “primera causa”, “cumbre”, “autoridad”, “mando”, “poder”, “dominación”, “soberanía”, “imperio” (LGE). Aparece también en Mar 10:6 y Mar 13:8, Mar 13:19. En todos estos casos parece tener un sentido temporal, lo cual es muy apropiado para comenzar una narración como la de este Evangelio. En efecto, aquí comienza algo, pero qué es lo que comienza sólo podrá determinarlo un análisis de las otras palabras presentes en el versículo.
Evangelio: Se puede traducir como “buenas noticias”. Así lo expresan BL, «buena nueva», y TLA, «buenas noticias». En su contexto grecorromano, se utilizaba para hablar del cumpleaños o de alguna victoria militar del emperador o de algún gobernante. Tenía siempre una connotación política. Aquí Marcos la utiliza para hablar de Jesucristo. Otras referencias a evangelio las encontramos en Mar 1:14, Mar 1:15; Mar 8:35; Mar 10:29; Mar 13:10; Mar 14:9 y Mar 16:15. En cada una de estas instancias la palabra adquiere un significado técnico cristiano. Se refiere al mensaje proclamado por Jesús y por sus seguidores. Cuando Jesús proclama el evangelio su énfasis principal está en Dios como aquél que está a punto de establecer su reinado. Cuando sus seguidores ―la iglesia primitiva― proclaman el evangelio, su énfasis está más bien en Jesús como aquel que vino para establecer el reino de Dios. De manera que evangelio de Jesucristo tiene también la connotación de ser un mensaje «acerca de Jesús», como traduce TLA.
Jesucristo es usualmente traducido en las versiones modernas como una sola palabra, pero en el griego son dos: Iesou y Jristou, que significa “Jesús Mesías”. TLA traduce: «Jesús, que es el Hijo de Dios y el Mesías». Jristou (Cristo) corresponde a la palabra hebrea masiah, y aunque aquí se la utiliza como un nombre propio ―Jesucristo―, en el Antiguo Testamento se refiere a una persona ―generalmente el rey o un profeta― que ha sido ungida por Dios para una tarea especial. De modo que la palabra se utiliza como un título, no como un nombre propio. El traductor podrá elegir entre Jesucristo o “Jesús Mesías”, aunque la tendencia de la mayoría de las versiones de la Biblia es traducirla como «Jesucristo».
Hijo de Dios: En algunos manuscritos tempranos estas palabras no aparecen. Se piensa que quizás un escriba las agregó y que no existían en el original. Algunas versiones modernas, como NVI, indican este hecho con una nota referente a la variación textual. El GNT las incluye entre paréntesis. A pesar de que Hijo no lleva artículo, la expresión debe traducirse en forma definida como «el Hijo de Dios» (TLA) o, siguiendo a RV95, Hijo de Dios.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
INTRODUCCIÓN
1. Marcos, en el origen del género literario “evangelio”
Conocido comúnmente como el segundo evangelio, debido al puesto que siempre ha ocupado a la hora de enumerar los cuatro evangelios canónicos, el evangelio de Marcos (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Mc) ha sido, hasta bien entrado el siglo XIX, un poco como el pariente pobre de los otros tres. La aparente escasez de materiales propios, el estilo a primera vista poco brillante, el reducido bagaje de enseñanzas puestas en boca de Jesús si lo comparamos con Mt y Lc, contribuyó sin duda a que Mc apenas fuera comentado en la antigüedad y a que haya sido muy poco utilizado durante siglos en la catequesis, la liturgia y la predicación cristiana. Agustín de Hipona lo consideró un compendio del primer evangelio, dando por supuesto que había sido escrito después de él. Paralelamente, y como consecuencia de todo esto, el interés teológico suscitado por Mc hasta comienzos del siglo XX puede calificarse de mínimo. De hecho, los estudios acerca de él durante todo este tiempo han sido más bien escasos e irrelevantes.
La situación es en la actualidad totalmente diferente. Hoy es opinión casi unánime que Mc: a) fue el primer evangelio en ponerse por escrito; b) constituye la fuente principal utilizada muy de cerca por Mt y Lc; c) tiene una dimensión teológica mucho más profunda de lo que a primera vista pudiera parecer; d) merece ser estudiado con tanto o mayor interés que los otros evangelios. Así las cosas, no debe extrañar que la bibliografía surgida sobre Mc en los últimos tiempos sea abundantísima y de primera calidad. No en vano constituye el primer representante de un género literario nuevo y singular dentro de la literatura bíblica, el género literario “evangelio”. Con Mc el anuncio de la buena nueva traída por Jesús se convierte en narración, la historia se pone al servicio de la predicación, y el relato mismo se convierte en predicación.
2. Marco histórico del segundo evangelio
En el tramo final de la que podemos llamar edad apostólica o bien primera generación cristiana — probablemente en la década de los 60 — , un cristiano llamado Juan Marcos (Hch 12:12; Hch 13:5; Hch 13:13; Hch 15:37; Hch 15:39) tuvo la feliz idea de reunir en un relato seguido y coherente las principales acciones y enseñanzas de Jesús de Nazaret tal como se conservaban como tradición preciosa y sagrada en el seno de las comunidades cristianas dentro de las que Juan Marcos se movía. Dos principales razones debieron estar en el origen de esta decisión: a) evitar que, al ir desapareciendo los testigos oculares de los acontecimientos, se perdieran o deterioraran los recuerdos sobre Jesús; y b) ofrecer a unas comunidades golpeadas ya por la persecución y un cierto desaliento, un punto seguro de referencia para superar la crisis. Este punto seguro de referencia no podía ser otro sino la revelación y presentación del auténtico rostro de Jesús, el Maestro, el Mesías, el Hijo de Dios.
Una antigua tradición cristiana sitúa la composición de Mc en la zona geográfica de Roma, vincula muy estrechamente este evangelio a la predicación de Pedro, y sugiere tiempos de persecución y crisis — que muy bien pudieron ser los últimos años del reinado de Nerón (años 60 al 68 d. C.) — para el momento concreto de su redacción. Pues bien, una lectura cuidadosa del propio evangelio confirmaría en buena parte estos datos. Marcos, en efecto, parece dirigir su obra a lectores cristianos de origen no judío (explica las costumbres y ritos judíos — Mar 7:3-5 — ; traduce las expresiones arameas que conserva en su redacción — Mar 5:41; Mar 8:34 — ; utiliza numerosas palabras de origen latino — Mar 12:42; Mar 15:16 — ; se muestra muy sensible al mundo pagano — Mar 6:6 b-Mar 6:13 — ). No deja de ser altamente significativo, al respecto, que Mc presente a un centurión romano como principal proclamador de la verdadera identidad de Jesús justamente en el momento culminante de su muerte en la cruz (Mar 15:39).
En cuanto al protagonismo de Pedro en este evangelio, no admite la menor duda. Puede discutirse si en la imagen de Pedro que ofrece Mc prevalecen o no los matices sombríos sobre los luminosos (hay opiniones a favor de una u otra posición), pero es evidente que, después de Jesús, Pedro es la figura más relevante. Encabeza siempre el grupo de los Doce y en más de una ocasión actúa como portavoz del mismo; Jesús se dirige con frecuencia a él considerándolo el representante de los demás discípulos; varios episodios del evangelio se centran particularmente en Pedro (Mar 8:29; Mar 8:32-33; Mar 9:5; Mar 14:29-31; Mar 14:37; Mar 14:66-72) y, cuando al final los discípulos reciben la invitación de ir a Galilea para encontrarse con Jesús resucitado, se nombra personalmente a Pedro (Mar 16:7). La relación Pedro-Marcos podría quedar corroborada también por el los saluda mi hijo Marcos de 1Pe 5:13.
Finalmente, la comunidad cristiana que se transparenta en el relato del segundo evangelio es una comunidad, si no en crisis, al menos con problemas. Tiene que hacer frente al rechazo y a una más que probable persecución por parte tanto del judaísmo radicalizado como del paganismo dominante que, a través de los poderes políticos, muy pronto encontró en los cristianos el chivo expiatorio para sus dificultades. Los cristianos que Mc tiene presentes son unos cristianos para quienes la fidelidad en el seguimiento de Jesús comportaba el riesgo permanente de ser incomprendidos, odiados y maltratados por los poderes oficiales y, en general, por la sociedad pagana (Mar 8:34-38; Mar 10:30; Mar 10:35; Mar 13:8-10).
En una situación tal, los discípulos de Jesús tratan de encontrar luz y fuerza en la figura del Maestro, descubriendo su verdadera identidad, su auténtico rostro. Para estos cristianos escribe Juan Marcos su evangelio. Para que, al conocer y comprender el sentido del camino sufriente de Jesús, el Mesías, aprendan también ellos (y nosotros cuando nos encontremos en trance parecido) a interpretar la experiencia de rechazo y persecución que están viviendo.
3. Dimensión literaria
Hemos dicho más arriba que Mc es el creador del género literario llamado “evangelio”. Su obra no es una simple reconstrucción histórica ni un simple relato biográfico. Es, sobre todo, un testimonio de fe. Para lograr su objetivo, recoge, selecciona y organiza los distintos recuerdos que circulaban sobre Jesús de Nazaret en las primeras comunidades cristianas y procura dar una forma coherente al conjunto.
Supuesta la originalidad fundamental de su relato, no hay que descartar posibles influencias exteriores. Afinidades, por ejemplo, con la biografía histórica helenística. Pero la verdadera fuente de inspiración para Mc debió ser, sobre todo, la historia teológica del AT. ¿Utilizó Mc alguna fuente concreta en particular? No lo sabemos con exactitud. Es probable que, además de un abundante material de tradiciones orales, existieran ya relatos escritos parciales sobre los hechos y los dichos de Jesús. Pensemos en el relato de la Pasión (Mar 14:1-72 — Mar 16:1-20), en colecciones de pequeñas unidades literarias — las llamadas “formas literarias” — , colecciones, por ejemplo, de milagros (Mar 1:21 — Mar 2:12; Mar 4:35 — Mar 5:43), de parábolas (Mar 4:1-34), de controversias (Mar 2:15 — Mar 3:6).
Con todos estos materiales Mc construye una obra a la que desde hace algún tiempo se le reconoce unánimemente un enorme dinamismo narrativo, aun cuando el estilo no sea muy elegante y el vocabulario adolezca de una cierta pobreza. Se ha dicho de él que es un magnífico compositor y un mediocre escritor. En efecto, la obra de Marcos, que está escrita en el griego popular que entonces se utilizaba en buena parte del imperio romano, presenta un estilo con abundantes repeticiones y muletillas, con expresiones familiares que a veces rozan lo vulgar, con una presencia, si no masiva, al menos notable de semitismos, con una construcción sintáctica deficiente en más de una ocasión. Pero simultáneamente, la viveza y el realismo del relato, el ritmo narrativo y la intensidad dramática confieren al evangelio de Mc un interés y un encanto indiscutibles.
4. Contenido fundamental
El propio autor, en el comienzo mismo del relato y con una frase que hace las veces de título, define a su obra como la buena noticia de Jesucristo (es decir, Jesús, el Mesías), Hijo de Dios (Mar 1:1). De esta manera anticipa la respuesta a lo que va a constituir el interrogante fundamental del evangelio, un interrogante clavado como un poste indicador en el centro mismo del relato: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? (Mar 8:29). Se trata de dar una respuesta correcta y convincente a esta pregunta, de poner al descubierto el auténtico rostro de Jesús, de revelar la verdadera identidad de aquel en quien los cristianos han cifrado su esperanza y por cuya causa están siendo duramente perseguidos. La pregunta se plantea repetidas veces y por diferentes participantes en el drama (Mar 1:27; Mar 2:7; Mar 4:41; Mar 6:14-16; Mar 8:27-29; Mar 11:27; Mar 14:61; Mar 15:2). La respuesta definitiva se hace esperar. Primero va siendo preparada por una serie de respuestas que no siempre son totalmente correctas; son las respuestas de Herodes (Mar 6:16), de la gente en general (Mar 8:28; Mar 11:10), de los demonios (Mar 1:24; Mar 3:11; Mar 5:6), de Pedro (Mar 8:30), de Dios mismo (Mar 1:11; Mar 9:7). Por fin llega la respuesta definitiva del propio Jesús (Mar 14:62) y del centurión romano que ha sido testigo asombrado de su muerte en la cruz: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! (Mar 15:39). Y al igual que la pregunta de Mar 8:29 constituye la clave para entrar en la dinámica vivencial de un relato que se desarrolla a base de preguntas y respuestas, la confesión del centurión en Mar 15:39 constituye el modelo de respuesta para cualquier discípulo que lea el evangelio.
Si, por lo demás, este es el objetivo fundamental de Mc, pueden sorprender las repetidas veces en que Jesús ordena callar a quienes parecen haber barruntado el misterio de su personalidad (ver Mar 1:34; Mar 1:44; Mar 3:12; Mar 5:43; Mar 7:36; Mar 8:30; Mar 9:9). Es el conocido como “secreto mesiánico” en el evangelio de Mc y del que se han ofrecido diversas explicaciones. La más verosímil es que se trata de una técnica literaria característica de este evangelista mediante la cual va revelando progresivamente el misterio de la auténtica personalidad mesiánica de Jesús, a la vez siervo sufriente e Hijo de Dios.
Y junto a esta preocupación cristológica, la principal en el evangelio de Mc, una preocupación también eclesiológica. Además de precisar la identidad del Maestro, Mc quiere simultáneamente precisar la del discípulo. Llamados y elegidos directamente por Jesús (Mar 1:16-20) para que compartan sus más íntimas experiencias personales (Mar 3:14; Mar 5:37; Mar 9:2; Mar 14:33) y secunden su tarea misional tanto antes como después de la Pascua (Mar 3:14; Mar 6:7-13; Mar 16:5-18), los discípulos constituyen un permanente punto de referencia para Mc. No siempre son descritos con rasgos positivos. Hay luces y sombras en el retrato que hace de ellos el evangelista. Pero ellos son los particularmente agraciados con la enseñanza del Maestro (Mar 4:10-25; Mar 4:34), los testigos privilegiados de los milagros más espectaculares de Jesús (Mar 4:35 — Mar 5:43), los intermediarios a la hora de alimentar de manera prodigiosa a la multitud (Mar 6:34-41; Mar 8:6), los destinatarios principales de la llamada que hace Jesús a una vida de entrega, de renuncia, de servicio y de lealtad sin condiciones (Mar 8:34-38; Mar 10:10-16; Mar 10:23-31; Mar 10:35-45).
Así que, resumiendo, quién es Jesús y cómo deben ser los discípulos de Jesús, son los dos temas dominantes que se entrelazan constantemente y se iluminan mutuamente a lo largo de este evangelio que, como tal evangelio, no es una simple noticia fría y aséptica sobre Jesús, sino una “buena noticia”, un testimonio vivo de la personalidad de Jesús, Mesías e Hijo de Dios. Por su parte, quien desee penetrar hasta el fondo en el misterio de esta “buena noticia”, tendrá que aceptar ser discípulo con todas sus consecuencias, pues sólo a través de un seguimiento sin condiciones y de una plena comunión de vida, se revela Jesús.
5. Composición y estructura
El evangelio de Mc contiene sobre todo material narrativo. Aunque en conjunto es notablemente más breve que los otros dos sinópticos, los relatos de hechos concretos son casi siempre en Mc más amplios y detallistas que en Mt y Lc (véase, por ejemplo, Mar 1:29-31; Mar 5:21-43; Mar 6:14-44 comparados con sus respectivos lugares paralelos). Mc alude con frecuencia a la actividad docente de Jesús, pero el material estrictamente instructivo y discursivo es más bien escaso si lo comparamos con Mt y Lc.
Sabemos también que Mc compone su evangelio sin un modelo previo; incluso se ha dicho, ya desde antiguo, que lo escribió sin orden, como una simple amalgama de milagros y breves instrucciones. Pero esta afirmación revela un conocimiento demasiado superficial del segundo evangelio. La verdad es que, examinado de cerca, nos permite descubrir una estructura cuidadosamente elaborada que, a su vez, pone de manifiesto una teología más profunda de lo que una primera lectura pudiera dar a entender.
A primera vista la obra está compuesta a base de pequeñas unidades generalmente completas en sí mismas. Pequeñas escenas que se van sucediendo una tras otra de forma vaga e imprecisa desde el punto de vista tanto cronológico como geográfico, pero que van formando unidades mas amplias hasta crear un auténtico conjunto dramático-narrativo destinado a poner de relieve el contenido fundamental del evangelio tal como lo hemos descrito en el apartado anterior. Y es que el principio teológico fundamental presente en el evangelio de Mc, a saber, la revelación progresiva de la auténtica identidad de Jesús, es también el principio que unifica y organiza toda la obra. El evangelista ha colocado estratégicamente la formulación de dicho principio al comienzo (Mar 1:1), en el centro (Mar 8:29) y al final de su relato (Mar 15:39). Sobre esta base, y utilizando criterios a la vez geográficos (actividad en Galilea, camino hacia Jerusalén, ministerio en Jerusalén) y literarios (sumarios, escenas de reacción por parte de los oyentes, esquemas repetidos, relatos conclusivos, anuncios de lo que vendrá después, agrupaciones de distinto tipo), podemos distinguir en el evangelio de Mc dos grandes partes con el siguiente itinerario de lectura:
I. — COMIENZOS DEL MINISTERIO DE JESÚS (Mar 1:1-13)
II. — REVELACIÓN PROGRESIVA DEL MESÍAS (Mar 1:14 — Mar 8:30)
– Jesús y la incomprensión de los dirigentes judíos (Mar 1:14 — Mar 3:6)
– Jesús y la incomprensión de sus paisanos y familiares (Mar 3:7 — Mar 6:6 a)
– Jesús y la incomprensión de sus discípulos (Mar 6:6 b — Mar 8:30)
III. — REVELACIÓN DE JESUS COMO MESÍAS SUFRIENTE (Mar 8:31 — Mar 16:8)
– Hacia Jerusalén (Mar 8:31 — Mar 10:52)
– Jesús en Jerusalén (Mar 11:1-33 — Mar 13:1-37)
– La pascua de Jesús (Mar 14:1 — Mar 16:8)
IV. — APÉNDICE (Mar 16:9-20)
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— la buena noticia: Lit. el evangelio. Es claro que en este momento el término griego que suele transcribirse por “evangelio” no tiene todavía el sentido de “libro escrito”, sino de “mensaje de salvación” proclamado oralmente. De ahí que en la presente traducción se prefiera traducir dicho término por “buena noticia” o “mensaje de salvación”. Véase nota a Rom 1:1.
— Jesucristo: O bien: Jesús Mesías.
— Hijo de Dios: Varios mss., entre ellos alguno de cierto valor, omiten estas palabras. Sin embargo, la revelación progresiva de la identidad mesiánica y divina de Jesús es central en el evangelio de Mc (véase Introducción general al evangelio y Mar 1:11; Mar 1:24; Mar 3:11; Mar 5:7; Mar 8:29; Mar 9:7; Mar 14:61-62; Mar 15:39).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Mar 1:14; Mar 8:35; Mar 10:29; Mar 13:10; Mar 14:9; Mar 16:15; Rom 1:1; Rom 15:19; Rom 16:25; Mat 14:33; Luc 1:32; Luc 1:35.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La proclamación del rey (ver Mat. 3:1-12; Luc. 3:1-18). Hemos visto que Marcos era un evangelista y al igual que la mayoría de los evangelistas era franco y “al grano”. Por ejemplo, él no inicia su libro con un prefacio elaborado, sino que su tema es las “buenas nuevas” acerca de Jesús el Cristo (o Mesías), el agente escogido de Dios quien además es el Hijo de Dios. Ambos puntos sobresa len gradualmente en el libro. Jesús no los reclamó para sí mismo. En realidad, sólo a medida que Dios abre nuestros ojos podemos ver la verdad en lo que Jesús enseñaba y hacía. El Evangelio de Mar. es la proclamación segura del Mesías por uno cuyos ojos espirituales habían sido abiertos; por esta razón la sanidad de los ciegos es un cuadro en Mar. de lo que Jesús tiene que hacer para todos.
Las “buenas nuevas” ya habían sido proyectadas mucho antes por Dios. Mar. cita las profecías de Mal. e Isa. como prueba, aunque él sólo menciona a Isaías por nombre. Marcos muestra que aquel “mensajero” profetizado fue Juan el Bautista, mientras que el Señor del v. 3 es Jesús. De manera que Marcos de inmediato equipara a Jesús con Dios, ya que “Señor” en el AT usualmente sig nifica “Dios”. Estas fueron las mismas causas que los sacerdotes y ancianos usarían para crucificar a Jesús. Es imposible quedar neutral cuando enfrentamos a Cristo: ¿sería él el Mesías y el Hijo de Dios, o no? ¿De qué lado estamos?
Juan el Bautista predicaba la necesidad del arrepentimiento que llevaría al perdón de pecados por Dios. Era el tema familiar dado por los profetas de Israel; aun la vestimenta de Juan se parecía a la de los profetas. El cambio total del corazón representado por el arrepentimiento debía ser demostrado por medio del bautismo. Esto no tenía nada de nuevo. Los judíos siempre habían tenido lava mientos rituales, especialmente para aquellos que querían entrar al judaísmo provenientes de afuera. Lo nuevo era que Juan decía que esto era tan necesario para judíos como para gentiles. También era nuevo que él anunciara que alguien mucho más grande que él llegaría después. Juan sólo bautizaba con agua (un lavamiento simbólico y externo), pero el que vendría después de él limpiaría y renovaría los corazones por medio del Espíritu. En esto radicaba la diferencia total entre la obra de Jesús y la de Juan.
Así que, aunque Marcos no cita del AT tanto como otros evangelistas, él creía con la misma firmeza que las raíces del evangelio se encontraban en las Escrituras judías. Además, aunque él no habla tanto del Espíritu como otros Evangelios, creía con la misma firmeza que Jesús era el dador del Espíritu a todo creyente, y que el Espíritu es un patrimonio para todos, no restringido para algunos pocos, como lo había sido en el AT. Al igual que todo judío penitente que llegaba a Juan recibía su bautismo, todo creyente en Jesús sería bautizado por Jesús con el Espíritu. Esta es la realidad interior de la cual el bautismo en agua como el de Juan era el cuadro exterior.
Nota sobre el prólogo de Marcos. Existe un debate permanente sobre la función y extensión del prólogo de Mar. Da la impresión que su propósito (como las narraciones del nacimiento en Mat. y Luc. al igual que el prólogo de Juan) es presentar el lector a Jesús con su verdadero significado como Mesías e Hijo de Dios antes de comenzar con el relato. Pero ¿dónde termina el prólogo y comienza el Evangelio “propiamente”? ¿Será sólo el v. 1 el de la introducción o serán los vv. 1-8? Si la introducción incluye los vv. 2 al 11 entonces la ubicación de Juan el Bautista es muy importante, no sólo como la voz o precursor del Mesías, sino también estableciendo el molde para su vida, rechazo y muerte.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
1.1 Cuando uno experimenta la emoción de un gran acontecimiento, siente que debe contárselo a alguien. Contar la historia puede hacer revivir la experiencia pasada. Al leer las primeras palabras de Marcos se siente esa emoción. Imagínese en medio de la multitud mientras Jesús sana y enseña. Imagínese como uno de sus discípulos. Reaccione a sus palabras de amor y de estímulo. Y recuerde que Jesús vino por cada hombre y por cada mujer, por quienes vivimos hoy en día y por los que vivieron hace dos mil años.1.1 Marcos no fue uno de los doce discípulos de Jesús, pero es muy posible que haya conocido a Jesús personalmente. Escribió este Evangelio en forma de relato ágil, como una novela popular. El libro presenta a Jesús como un hombre que respaldaba sus palabras con hechos que siempre demostraban quién era: el Hijo de Dios. Debido a que escribió su Evangelio para los cristianos de Roma, donde se adoraban muchos dioses, quería que supieran que Jesús es el único y verdadero Hijo de Dios.1.2 ¿Por qué vino Jesús en aquel momento preciso de la historia? El mundo civilizado gozaba de una relativa paz durante el gobierno de Roma. Viajar era fácil y había un idioma común. Quizás las noticias acerca de la vida, muerte y resurrección de Jesús se esparcieron con rapidez por el vasto Imperio Romano.En Israel, las personas comunes y corrientes estaban listas para seguir a Jesús. Durante cuatrocientos años no tuvieron profeta de Dios, desde los días de Malaquías (el escritor del último libro del Antiguo Testamento). Cada vez estaban más expectantes por la pronta llegada de un gran profeta o quizás el Mesías mencionado en el Antiguo Testamento (véase Luk 3:15).1.2, 3 Isaías fue uno de los más grandes profetas del Antiguo Testamento. La segunda mitad de su libro está dedicada a la promesa de la salvación. Isaías escribió sobre la venida del Mesías, Jesucristo, y acerca del hombre que anunciaría su venida, Juan el Bautista. El llamado de Juan a la gente de «preparad» significaba que tendrían que abandonar su manera de vivir, renunciar a sus pecados, buscar el perdón de Dios y establecer una relación con el todopoderoso Dios mediante la fe y la obediencia a su palabra que es la Biblia (Isa 1:18-20; Isa 57:15).1.2, 3 En Mar 1:2-3 tenemos una cita tomada de Mal 3:1 e Isa 40:3.1.2, 3 Cientos de años antes, el profeta Isaías predijo la venida de Juan el Bautista y de Jesús. ¿Cómo lo supo? Dios prometió a Isaías que un Libertador vendría a Israel y que una voz se alzaría en el desierto para prepararle el camino. Las palabras de Isaías alentaron a muchos al hacerles mirar hacia el futuro, al Mesías. Saber que Dios cumple sus promesas nos consuela. Marcos escribió mucho sobre el futuro y Dios cumplirá sus promesas. Al leer este libro, que es parte de la Palabra de Dios, comprendamos que es algo más que una historia: es Dios que revela sus planes en cuanto a la historia de la humanidad.1.4 ¿Por qué será que el Evangelio de Marcos comienza con la historia de Juan el Bautista y no menciona el nacimiento de Jesús? En aquellos tiempos, a los oficiales romanos de importancia siempre les precedía un anunciador o heraldo. Cuando el heraldo llegaba a un pueblo, la gente sabía que algún personaje prominente estaba al llegar. Ya que Marcos escribió sobre todo para cristianos romanos, comenzó su libro con Juan el Bautista, cuya misión era anunciar la venida de Jesús, el hombre más importante que jamás haya vivido. A los cristianos romanos no les hubiera interesado tanto el nacimiento de Jesús como el heraldo que le preparó el camino.1.4 Juan decide vivir en el desierto: (1) para mantenerse alejado de las distracciones y poder oír mejor las instrucciones divinas; (2) para lograr la total atención del pueblo; (3) para simbolizar un violento rompimiento con la hipocresía de los líderes religiosos más interesados en sus lujosos hogares y posiciones de autoridad que en la obra de Dios; (4) para dar cumplimiento a las profecías del Antiguo Testamento que decían que Juan sería una «voz que clama en el desierto; preparad camino a Jehová» (Isa 40:3).1.4 En el ministerio de Juan, el bautismo era una señal visible de que una persona decidía cambiar, dejar su forma de vida de pecado y egoísmo y volverse a Dios. Juan adoptó una conocida costumbre y le dio un nuevo sentido. Los judíos a menudo bautizaban gentiles, los que se convertían al judaísmo. Pero bautizar a un judío como señal de arrepentimiento fue una radical desviación de la costumbre judía. La iglesia primitiva le dio al bautismo un significado mayor, al asociarlo con la muerte y resurrección de Jesús (véanse, por ejemplo, Rom 6:3-4; 1Pe 3:21).1.5 El propósito de la predicación de Juan fue preparar al pueblo para aceptar a Jesús como el Hijo de Dios. Cuando Juan lanzó al pueblo el reto de confesar sus pecados individualmente, señaló el comienzo de una nueva forma de tener relación con Dios.¿Es necesario que usted cambie antes de oír y entender el mensaje de Jesús? La gente tiene que reconocer que necesita el perdón antes que pueda aceptar el perdón; el verdadero arrepentimiento debe producirse antes de que la persona tenga verdadera fe en Jesucristo. Como preparación para recibir a Cristo, debemos arrepentirnos y renunciar a las atracciones del mundo que llevan a la muerte, a las tentaciones pecaminosas y a las actitudes perniciosas.1.6 La vestimenta de Juan no era precisamente el último grito de la moda de aquellos días. Se vestía como el profeta Elías (2Ki 1:8) para distinguirse de los líderes religiosos cuyas largas túnicas reflejaban el orgullo que sentían por su posición (2Ki 12:38). La sorprendente apariencia de Juan reflejaba su extraordinario mensaje.1.7, 8 Aunque Juan era el primer profeta genuino en cuatrocientos años, Jesús el Mesías sería infinitamente mejor que él. Juan puntualizó cuán pequeño era ante Aquel que venía. No se consideraba digno ni siquiera de realizar para El las tareas más humildes, como desatar la correa de sus sandalias. Lo que Juan comenzó, Jesús lo finalizó. Lo que Juan preparó, Jesús lo realizó.1.8 Juan dijo que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo y fuego y que enviaría el Espíritu Santo para que viviera en cada creyente. El bautismo en agua que Juan predicaba preparaba a la persona para recibir el mensaje de Cristo. Demostraba humildad y señalaba la disposición de abandonar el pecado. Este era el comienzo del proceso espiritual. Cuando Jesús bautiza con el Espíritu Santo, sin embargo, toda la persona se reforma por dicho poder. Este bautismo es el resultado de la obra completa de Jesús.1.9 Si el bautismo de Juan era solo arrepentimiento de pecados, ¿por qué se bautizó Jesús? Hasta los más grandes profetas (Isaías, Jeremías, Ezequiel) tuvieron que confesar sus pecados y arrepentirse. Jesús no, porque fue sin pecado. Aunque no era necesario, Jesús se bautizó por estas razones: (1) para testificar de su consagración a su misión de traer el mensaje de salvación a todas las naciones; (2) para demostrar que Dios aprobaba y respaldaba su misión; (3) para identificarse con nuestra condición humana y pecadora; (4) para comenzar oficialmente su ministerio público (Joh 1:31-34); (5) para darnos un ejemplo que hemos de imitar. El bautismo de Juan era diferente del bautismo cristiano en la iglesia (véase Act 19:2-5).1.9 Jesús creció en Nazaret, donde vivió de niño (Mat 2:22-23). Nazaret era una pequeña aldea en Galilea, ubicada a medio camino entre el mar de Galilea y el mar Mediterráneo. La ciudad era despreciada y evitada por muchos judíos porque tenía la reputación de ser independiente. Nazaret era un cruce de camino para rutas de intercambio y tenía contacto con otras culturas (véase Joh 1:46).1.10, 11 El Espíritu Santo descendió en forma de paloma sobre Jesús y una voz desde los cielos proclamó en nombre del Padre que Jesús es su divino Hijo. Aquí vemos a los tres miembros de la Trinidad juntos: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo.1.12, 13 Satanás es un ángel que se rebeló contra Dios. Es real, no es simbólico, y siempre trabaja en contra de Dios y de quienes lo obedecen. Tentó a Eva en el Edén y la persuadió a pecar; tentó a Jesús en el desierto y no logró que cayera. Ser tentado no es pecado. Tentar a otros o ceder a la tentación sí lo es. Si desea más información acerca de la tentación de Jesús, lea Mat 4:1-11.1.12, 13 Para identificarse por completo con el ser humano, Jesús tuvo que enfrentar la tentación de Satanás. Ya que Jesús enfrentó la tentación y salió victorioso de ella, puede ayudarnos en dos formas muy importantes: (1) a manera de ejemplo en cómo enfrentar la tentación sin pecar, y (2) como ayudador que sabe qué necesitamos, ya que El pasó por esa misma experiencia. (En Heb 4:15 encontramos más referencias a Jesús y la tentación.)1.12, 13 Jesús se apartó de la gente y se fue al desierto, donde Satanás lo tentó. La tentación nos resulta mala solo cuando cedemos a ella. No debemos aborrecer los momentos de prueba, porque a través de ellas se fortalece nuestro carácter y Dios nos enseña valiosas lecciones. Cuando enfrentemos a Satanás y tengamos que vérnosla con sus tentaciones y la confusión que nos presenta, recordemos a Jesús. El usó la Palabra de Dios frente a Satanás y triunfó. Nosotros podemos hacer lo mismo.1.12, 13 Los ángeles son mensajeros celestiales que cumplen la voluntad de Dios o la comunican a los hombres. El término ángel significa mensajero y generalmente identifica al más alto grado de seres espirituales que habitan en la presencia de Dios. Pero también puede referirse a los ángeles de Satanás (Mat 25:41) y parece aplicarse a los pastores que sirven de mensajeros de Dios a las siete iglesias de Asia (Apocalipsis 1-3). La presencia de Dios en forma angélica es obvia en Gen 16:7-14; Gen 22:11-19; Exo 3:2-4; Jdg 2:1; Jdg 6:11-14; Jdg 13:3. La palabra griega ángelos, que en algunos casos se traduce como mensajero, se emplea también para designar a hombres en pasajes como Luk 7:24 y Jam 2:25. Las escrituras declaran que los ángeles son: (1) seres creados (Col 1:16); (2) innumerables (Dan 7:10); (3) de diversos órdenes y rangos (Jud 1:9); (4) poderosos (Psa 103:20); (5) espíritus sin cuerpos materiales (Heb 1:14); (6) libres de limitaciones físicas (Act 12:5-10); (7) sumamente sabios (2Ki 14:20); (8) capaces de presentarse en forma humana (Joh 20:12).1.14, 15 ¿Cuáles son las buenas nuevas de Dios? Estas primeras palabras de Jesús en Marcos nos dan la esencia de su enseñanza: que el tan esperado Mesías había vino para iniciar el Reino personal de Dios en la tierra. La mayoría de las personas que oyeron este mensaje estaban en la opresión, pobres y sin esperanzas. Las palabras de Jesús fueron buenas nuevas para ellas porque les ofrecían libertad, bendiciones y esperanzas.1.16 La pesca era la industria más importante en torno al mar de Galilea. La pesca con redes era el método más usado. Capernaum, que llegó a ser el nuevo centro de operaciones de Jesús, era en ese tiempo la más grande de alrededor de treinta aldeas de pescadores situadas alrededor del mar (Mat 4:12-13).1.16-20 Se suele pensar que los discípulos de Jesús eran grandes hombres de fe desde que se unieron a Jesús. Pero la verdad es que tuvieron que crecer en la fe de igual modo que cualquier creyente (Mar 14:48-50, Mar 14:66-72; Joh 14:1-9; Joh 20:26-29).Al parecer, esta no fue la única vez que Jesús llamó a Pedro (Simón), Jacobo y Juan para que le siguieran (en Luk 5:1-11 y en Joh 1:35-42 leemos de otras dos veces). Tardó en que el llamado de Jesús y su mensaje penetraran, pero lo importante es esto: aunque tenían mucho que crecer, le siguieron. Asimismo, tenemos preguntas y vacilaciones, pero nunca debemos dejar de crecer al seguir a Jesús.1.21 Debido a que el templo en Jerusalén estaba demasiado lejos para que muchos judíos viajaran hasta allí para adorar regularmente, muchos pueblos tenían sinagogas que servían como lugares de adoración y escuelas. Desde los tiempos de Esdras, alrededor de 450 a.C., un grupo de diez familias judías podía fundar una sinagoga. Allí, durante la semana, los niños varones estudiaban la Ley del Antiguo Testamento y la religión judía. Las niñas no se admitían. Cada día de reposo, el Sabat, los hombres se reunían para escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios a través de un rabí. Debido a que los rabinos o maestros no eran permanentes, los principales de la sinagoga acostumbraban pedir a los maestros visitantes que hablaran. Por eso Jesús a menudo hablaba en las ciudades que visitaba.1.21 Jesús se acababa de mudar de Nazaret a Capernaum (Mat 4:12-13). Capernaum era una ciudad muy próspera, con grandes riquezas, al igual que grandes pecados y decadencia. Debido a que acuartelaba muchos soldados romanos, la influencia pagana del Imperio Romano se encontraba dondequiera. Era el lugar ideal para que Jesús enfrentara a judíos y a gentiles con las buenas nuevas del Reino de Dios.1.22 A menudo, los maestros judíos citaban a famosos rabinos para dar más autoridad a sus palabras. Pero Jesús no necesitaba hacerlo. Como era Dios, conocía perfectamente las Escrituras y su significado. El era la autoridad suprema.1.23 Los demonios son espíritus de maldad bajo las órdenes de Satanás. Su trabajo es hacer pecar a la gente. Satanás no los creó, porque Dios es el Creador de todo; son ángeles caídos que se unieron a Satanás en su rebelión. En su estado de degeneración pueden hacer que una persona quede muda, sorda, ciega o demente. Pero siempre que se enfrentaron a Jesús, perdieron su poder. Dios pone límites a lo que hacen; no pueden hacer nada sin su permiso. Durante el tiempo en que Jesús vivió en la tierra, a los demonios se les permitió estar muy activos para demostrar de una vez y para siempre que Cristo tiene poder y autoridad sobre ellos.1.23ss Para muchos sicólogos la posesión demoníaca es una forma primitiva de describir las enfermedades mentales. Sin embargo, está claro que un demonio era el que controlaba a este hombre. Marcos enfatiza las luchas contra el poder demoníaco para demostrar la superioridad de Jesús. Narra muchos relatos que muestran a Jesús echando fuera demonios. Jesús no tenía que realizar un elaborado ritual de exorcismo. Su palabra era suficiente para expulsar a los demonios.1.23, 24 Los demonios supieron enseguida que Jesús era el Hijo de Dios. Al incluir este hecho en su Evangelio, Marcos estableció las credenciales de Jesús, mostrando que hasta el mundo de las tinieblas lo reconocía como el Mesías.1.29-31 Cada escritor de los Evangelios escribió desde una perspectiva un tanto diferente; por eso los relatos tienen detalles diferentes en cada Evangelio. En Mateo, Jesús tocó a la mujer. En Marcos, la ayudó a incorporarse. En Lucas, le habló a la fiebre que al instante la dejó. Pero no hay conflicto en los relatos. Cada escritor escogió enfatizar detalles diferentes del mismo caso con el propósito de resaltar ciertas características de Jesús.1.32, 33 La gente se acercó a Jesús al atardecer cuando el sol se ponía. Era el día de reposo (1.21) que comenzaba con la puesta del sol del viernes y terminaba con la puesta del sol del sábado. Los líderes judíos decían que era contra la Ley sanar en el día de reposo (Mat 12:10; Luk 13:14). La gente no quería quebrantar esta Ley, ni la que prohibía viajar en el día de reposo. Por eso esperaron hasta el atardecer. Después de la puesta del sol, las multitudes se sintieron en libertad de buscar a Jesús para que los sanara.1.34 ¿Por qué Jesús no quería que los demonios revelaran quién era? (1) Al mandar a los demonios que guardaran silencio, demostraba su autoridad y poder sobre ellos. (2) Jesús quería que la gente creyera en El por sus palabras y hechos, no por lo que pudieran decir los demonios. (3) Jesús quería revelar su identidad como el Mesías según su propio programa y no conforme al de Satanás. Este quería que la gente siguiera a Jesús por su popularidad y no porque era el Hijo de Dios, el que podía liberarlos del pecado y su poder.1.35 Jesús dedicaba tiempo a la oración. Buscar tiempo para orar no es fácil, aunque la oración es el vínculo vital entre nosotros y Dios. Como Jesús, debemos buscar tiempo para hablar con Dios, aunque eso signifique que tengamos que levantarnos antes que el día aclare.1.39 Los romanos dividieron el territorio de Israel en tres regiones: Galilea, Samaria y Judea. Galilea estaba en la región más septentrional y tenía alrededor de 100 km de largo por unos 50 de ancho. Jesús pasó mucho tiempo de su ministerio en esta región, un lugar ideal para enseñar, sobre todo porque había más de 250 poblaciones y aldeas concentradas en esta pequeña región, con muchas sinagogas.1.40, 41 Con relación a Levítico 13 y 14 los líderes judíos declararon que la lepra era inmunda. Esto quería decir que a los leprosos se les prohibía participar en toda actividad religiosa o social. Debido a que la Ley decía que cualquier persona se hacía inmunda por el contacto con un inmundo, algunos tiraban piedras a los leprosos para mantenerlos a distancia. Pero Jesús tocó a los leprosos.El verdadero valor de una persona no es externo, sino interno. Aunque una persona esté enferma o deformada, en su interior no es menos valiosa ante Dios. Nadie es tan repugnante como para que El no lo toque. En un sentido, todos somos leprosos porque nos ha deformado la fealdad del pecado. Pero Dios, al enviar a su Hijo Jesús, nos ha tocado para darnos la sanidad.Cuando se sienta rechazado por alguien, deténgase y piense qué siente Dios por esa persona y por usted.1.43, 44 Aunque la lepra era incurable, diversas clases de enfermedades de piel se clasificaron como «lepra». Según las leyes del Antiguo Testamento (Levítico 13; 14), cuando un leproso se curaba debía presentarse ante un sacerdote para ser examinado. Luego el leproso debía dar una ofrenda de gratitud en el templo. Jesús se ajustó a estas leyes al enviar al hombre al sacerdote, demostrando el total respeto que tenía por la Ley de Dios. Enviar el leproso sanado al sacerdote constituía una forma de verificar el gran milagro ante la comunidad.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Título “Marcos.” Gr.: Már·kon, del lat.: Már·cum.
(2) “Buenas nuevas.” O: “el evangelio; las buenas noticias”. Gr.: eu·ag·gue·lí·ou; lat.: e·van·gé·li·i.
(3) “Acerca de.” O: “de”.
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Principio del evangelio. La palabra evangelio significa « buenas nuevas» . Es el mensaje de salvación por medio de la persona y la obra de Jesucristo (vers. 14, 15; cp. Ro 1:16, 17; 1 Co 15:1– 4; v. coment. en Ro 1:1).
Jesucristo. Véase coment. en Mt 1:1.
Hijo de Dios. Este título se menciona también en 3:11; 5:7; 15:39, e indica la relación filial de Cristo con el Padre, así como de su completa deidad.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Este evangelio fue escrito por Marcos, quien también se llamaba Juan ( Hch_12:25); era hijo de una de las Marías (la cual conocía muy bien al apóstol Pedro en la iglesia en Jerusalén, Hch_12:12), y primo de Bernabé ( Col_4:10). Acompañó a Bernabé y a Saulo en el ministerio de ellos ( Hch_12:25), y se unió a Pablo en el primer viaje de su ministerio a los gentiles; pero, en Perge abandonó a Pablo y se regresó ( Hch_13:13). Debido a esto, Pablo no quiso llevarlo en su segundo viaje. Entonces Bernabé se apartó de Pablo, y luego Marcos se unió a Bernabé en su obra ( Hch_15:36-40). Sin embargo, Marcos tenía una relación muy íntima con Pablo en los últimos años del apóstol ( Col_4:10 Flm_1:24), y le fue útil a, Pablo en su ministerio hasta el martirio de éste ( 2Ti_4:11).
También tenía una estrecha relación con Pedro y probablemente estaba con él continuamente, como se ve en el hecho de que Pedro lo consideraba su hijo ( 1Pe_5:13). Desde los primeros días de la iglesia, el Evangelio de Marcos se ha considerado la crónica de la narración oral de Pedro, quien acompañó al Salvador en Su servicio evangélico desde el principio (vs. 16-18) hasta el fin (14:54,66-72). El relato se narra cronológicamente, y da más detalles con respecto a los hechos históricos que los otros evangelios. Todo el evangelio está resumido en lo dicho por Pedro en Hch_10:36-42.
Juan presenta al Dios-Salvador, y da énfasis a la deidad del Salvador en Su humanidad. Mateo presenta al Salvador-Rey; Marcos, al Salvador-Esclavo; y Lucas, al Salvador-Hombre. Mateo, Marcos y Lucas son evangelios sinópticos en el sentido de que describen la humanidad del Salvador en varios aspectos y también Su deidad. Puesto que Marcos presenta al Salvador como esclavo, no menciona Su genealogía ni Su rango, porque el linaje de un esclavo no es digno de atención. Además, en contraste con Mateo, quien nos presenta las enseñanzas y parábolas maravillosas del Salvador acerca del reino celestial, y a diferencia de Juan, quien nos presenta las revelaciones profundas del Salvador con respecto a las verdades divinas, la intención de Marcos no es impresionarnos con las palabras maravillosas del Esclavo, sino con las excelentes acciones de El en Su servicio evangélico. El Evangelio de Marcos da más detalles que los otros evangelios, a fin de describir la diligencia, fidelidad y otras virtudes del Salvador-Esclavo, las cuales se manifestaban en el servicio que como Salvador rindió a los pecadores de parte de Dios. En el Evangelio de Marcos se ve el cumplimiento de las profecías acerca de Cristo como Esclavo de Jehová hechas en Isa_42:1-4, Isa_42:6-7 Isa_49:5-7 Isa_50:4-7 Is 52:13-53:12, y se ven también los detalles de la enseñanza acerca de Cristo como el Esclavo de Dios dada en Flp_2:5-11. Su diligencia al laborar, Su necesidad de alimento y reposo (3:20-21; 6:31), Su ira (3:5), Su gemir (7:34) y Su afecto (10:21), exhiben de una manera hermosa Su humanidad en la virtud y perfección de la misma, mientras que Su señorío (2:28), Su omnisciencia (2:8), Su poder milagroso y Su autoridad para echar fuera demonios (v.27; 3:15), perdonar pecados (2:7,10), y callar el viento y el mar (4:39), manifiestan plenamente Su deidad en la gloria y honra de la misma. ¡Qué Esclavo de Dios! ¡Cuan hermoso y admirable! Tal Esclavo sirvió a los pecadores como Salvador-Esclavo, dando Su vida en rescate por ellos (10:45), para el cumplimiento del propósito eterno de Dios, de quien era Esclavo.
1 (2) Es decir, las buenas noticias, las buenas nuevas ( Rom_10:15). El evangelio es el servicio (el ministerio) del Salvador-Esclavo, como Esclavo de Dios que sirve a Su pueblo. El libro de Mateo empieza con la genealogía real de Cristo el Rey ( Mat_1:1-17); Lucas, con la genealogía humana del hombre Jesús ( Luc_3:23-38); y Juan, con el origen eterno del Hijo de Dios ( Jua_1:1-2); mientras que el libro de Marcos no empieza con el origen de Su persona, sino con los orígenes del evangelio, el servicio de Jesús como humilde Esclavo de Dios ( Flp_2:7 Mat_20:27-28). Por lo general, lo notable de un esclavo es su servicio, no su persona. Véase la nota 1 (1) de Mt 1.
1 (3) Este evangelio es una biografía del Salvador-Esclavo, quien era Dios encarnado como Esclavo para salvar a los pecadores. En este título compuesto Jesucristo indica Su humanidad, e Hijo de Dios, Su deidad; ambas fueron adecuadamente manifestadas por Sus virtudes humanas y Sus atributos divinos en Su ministerio y mover para Su servicio evangélico, según consta en este evangelio.
1 (4) Algunos mss. omiten: Hijo de Dios.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO SEGÚN MARCOS
AUTOR: MarcosFECHA: Década de los 50
Paternidad literaria Juan Marcos era hijo de María, una mujer rica y de alta posición en Jerusalén (Hch 12:12). Bernabé era primo suyo (Col 4:10). Marcos era íntimo amigo (y posiblemente un convertido) del apóstol Pedro (1Pe 5:13). Tuvo el raro privilegio de acompañar a Pablo y a Bernabé en su primer viaje misionero, pero falló en quedarse con ellos durante toda la excursión. A causa de esto, Pablo rehusó tomarle en el segundo viaje, así que se marchó a Chipre con Bernabé (Hch 15:38-40). Como unos doce años después, estaba de nuevo con Pablo (Col 4:10; Flm 1:24) y justamente antes de la ejecución de Pablo, fue mandado llamar por éste para asistirle en el ministerio (2Ti 4:11). Su biografía demuestra que un fracaso en la vida no quiere decir el fin de nuestras posibilidades de ser útiles.
Enfoque distintivo de Marcos
(1) Marcos escribió para lectores de la gentilidad en general, y para lectores romanos en particular. Por esta razón, no incluye la genealogía de Cristo (ya que habría tenido poco sentido para los gentiles), no refiere el Sermón del Monte, y las condenaciones de las sectas judías reciben poca atención de él. Como una indicación más de que sus destinatarios eran gentiles, Marcos creyó necesario traducir las palabras arameas (Mar 5:41; Mar 7:34; Mar 15:22) y usó palabras latinas que no se encuentran en los demás evangelios (speculator = verdugo, en Mar 6:27; kodrantes = cuadrante, en Mar 12:42).
(2) Solo se hallan en él unas 63 citas o alusiones del Antiguo Testamento, comparadas con las de unas 128 en Mateo, y entre 90 y 100 en Lucas.
(3) Este evangelio enfatiza lo que Jesús hizo, más bien que lo que dijo. Es un libro de acción (el vocablo «inmediatamente» ocurre más de 40 veces).
Marcos y Pedro Se admite generalmente que Marcos recibió de Pedro mucha parte de la información que ofrece en su evangelio. Con la autoridad apostólica de Pedro respaldando este libro, nunca hubo oposición alguna a que fuese incluido en el canon de las Escrituras.
Fecha Si se niega el fenómeno de la profecía predictiva, entonces habría que fechar el libro después del año 70 d.C., a causa de Mar 13:2, pero, puesto que nuestro Señor podía predecir el futuro, esa fecha tardía es innecesaria. En realidad, si Hechos debe fecharse alrededor del 61, y si Lucas le precedió, entonces Marcos debe ser aún más antiguo, ya que Lucas parece usar a Marcos en la redacción de su evangelio. Esto indica, para el evangelio de Marcos, una fecha dentro de la década de los 50. No obstante, muchos eruditos creen que Marcos fue escrito después de la muerte de Pedro; I.e., después del 67, pero antes del 70.
Contenido El tema del libro es Cristo el Siervo. El verso clave es Mar 10:45, que divide el Evangelio en dos partes: el servicio del Siervo (Mar 1:1 – Mar 10:52) y el sacrificio del Siervo (Mar 11:1 – Mar 16:20).
BOSQUEJO DEL EVANGELIO DE MARCOS
I. El servicio del Siervo, Mar 1:1 – Mar 10:52
A. Su preparación, Mar 1:1-13
1. Por el ministerio de Juan el Bautista, Mar 1:1-8
2. Por Su bautismo, Mar 1:9-11
3. Por Su tentación, Mar 1:12-13
B. Su predicación, Mar 1:14-20
C. Su poder, Mar 1:21 – Mar 3:12
1. Sobre un demonio, Mar 1:21-28
2. Sobre la enfermedad, Mar 1:29-39
3. Sobre la lepra, Mar 1:40-45
4. Sobre la parálisis, Mar 2:1-12
5. Sobre un publicano, Mar 2:13-20
6. Sobre la vieja religión, Mar 2:21-22
7. Sobre el sábado, Mar 2:23-28
8. Sobre la deformidad, Mar 3:1-6
9. Sobre los demonios, Mar 3:7-12
D. Su personal, Mar 3:13-35
1. El llamamiento de los Doce, Mar 3:13-21
2. La condenación de los que le rechazaban, Mar 3:22-30
3. El llamamiento a pertenecer a la familia espiritual de Jesús, Mar 3:31-35
E. Sus parábolas, Mar 4:1-34
1. El sembrador, Mar 4:1-20
2. La lámpara, Mar 4:21-25
3. La semilla que crece gradualmente, Mar 4:26-29
4. La semilla de mostaza, Mar 4:30-34
F. Sus prerrogativas, Mar 4:35 – Mar 9:1
1. Sobre la tormenta, Mar 4:35-41
2. Sobre los demonios, Mar 5:1-20
3. Sobre la enfermedad y la muerte, Mar 5:21-43
4. Rechazado por los de Su mismo pueblo, Mar 6:1-6
5. Al comisionar a los Doce, Mar 6:7-13
6. Por la impresión causada en Herodes, el cual mató a Juan el Bautista, Mar 6:14-29
7. Al alimentar a 5.000 hombres, Mar 6:30-44
8. Al andar sobre las aguas, Mar 6:45-52
9. Sobre la enfermedad, Mar 6:53-56
10. Sobre las tradiciones de los fariseos, Mar 7:1-23
11. Sobre la mujer sirofenicia, Mar 7:24-30
12. Sobre un sordomudo, Mar 7:31-37
13. Al alimentar a 4.000, Mar 8:1-9
14. Al condenar a los fariseos, Mar 8:10-13
15. En Su enseñanza sobre la levadura, Mar 8:14-21
16. Sobre la ceguera, Mar 8:22-26
17. Sobre Pedro, Mar 8:27-33
18. Sobre las vidas de Sus discípulos, Mar 8:34 – Mar 9:1
G. Sus previsiones, Mar 9:2-50
1. De Su gloria, Mar 9:2-29
2. De Su muerte, Mar 9:30-32
3. De las recompensas, Mar 9:33-41
4. Del infierno, Mar 9:42-50
H. Su predicación en Perea, Mar 10:1-52
1. Acerca del divorcio, Mar 10:1-12
2. Acerca de los niños, Mar 10:13-16
3. Acerca de la vida eterna, Mar 10:17-31
4. Acerca de Su propia muerte y resurrección, Mar 10:32-34
5. Acerca de la ambición, Mar 10:35-45
6. Al ciego Bartimeo, Mar 10:46-52
II. El sacrificio del Siervo, Mar 11:1 – Mar 15:47
A. Entrada triunfal en Jerusalén, el domingo, Mar 11:1-11
B. Maldición de la higuera y purificación del Templo, el lunes, Mar 11:12-19
C. Enseñando, el martes, Mar 11:20 – Mar 13:37
1. Acerca de la fe, Mar 11:20-26
2. Acerca de Su autoridad, Mar 11:27-33
3. Acerca de la nación judía, Mar 12:1-12
4. Acerca de los tributos, Mar 12:13-17
5. Acerca de la resurrección, Mar 12:18-27
6. Acerca de los más grandes mandamientos, Mar 12:28-34
7. Acerca de Su deidad, Mar 12:35-37
8. Acerca del orgullo, Mar 12:38-40
9. Acerca de dar, Mar 12:41-44
10. Acerca del futuro, Mar 13:1-37
D. Es ungido por María, y hay acuerdo con Judas para entregarle, el miércoles, Mar 14:1-11
E. Cena y traición, el jueves, Mar 14:12-52
1. Preparación para la Última Cena, Mar 14:12-16
2. Participando de la Última Cena, Mar 14:17-21
3. Institución de la Cena del Señor, Mar 14:22-25
4. Andando hacia Getsemaní, Mar 14:26-31
5. Oración en Getsemaní, Mar 14:32-42
6. Entrega a traición y arresto en Getsemaní, Mar 14:43-52
F. Proceso y crucifixión, el viernes, Mar 14:53 – Mar 15:47
1. Cristo ante Caifás, Mar 14:53-65
2. Pedro niega a Jesús, Mar 14:66-72
3. Cristo ante Pilato, Mar 15:1-15
4. Los soldados se mofan de Jesús, Mar 15:16-20
5. Crucifixión de Jesús, Mar 15:21-32
6. Muerte de Jesús, Mar 15:33-41
7. Sepultura de Jesús, Mar 15:42-47
III. El éxito del Siervo, Mar 16:1-20
A. Su resurrección, Mar 16:1-8
B. Sus apariciones, Mar 16:9-18
C. Su ascensión, Mar 16:19-20
Nota: Este Evangelio puede bosquejarse también geográficamente:
I. Preparación del Siervo, Mar 1:1-13
II. Predicación del Siervo en Galilea, Mar 1:14 – Mar 9:50
III. Predicación del Siervo en Perea, Mar 10:1-52
IV. Pasión del Siervo en Jerusalén, Mar 11:1 – Mar 16:20
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Principio del evangelio. Aquí comienzan las buenas nuevas, i.e., que Jesucristo es el Salvador.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
6 (I) Prólogo (1,1-15). El prólogo relaciona la promesa de los profetas del AT (1,1-3) con Juan el Bautista como aquel que prepara el camino (1,4-8) y a Jesús el Señor como «el que viene» (1,9-15). Presenta a Jesús como Hijo de Dios y como Siervo. Como preparación para su ministerio, Jesús recibe el bautismo (1,9-11) y es tentado por Satanás en el desierto (1,12-13). El resumen de su predicación sobre el reino de Dios (1,14-15) constituye el clímax del prólogo y el puente que conecta con la revelación del poder de Jesús en Galilea (1,16-3,36). 1. comienzo: El primer versículo pone en marcha el relato («el punto de partida») y presenta el fundamento de la buena noticia proclamada por los primeros cristianos -el relato o la historia de Jesús, buena noticia de Jesucristo: El término euangelion no se refiere literalmente al género literario, sino, más bien, al mensaje de la salvación acontecida en Jesús, tal como lo encontramos utilizado en las cartas de Pablo (- Teología paulina, 82:31-36). Este uso es la base a partir de la que se desarrolla la aplicación posterior de la palabra al «género» del relato sobre Jesús. Hijo de Dios: Aunque este título no aparece en unos pocos manuscritos, se trata de una frase que está bien atestiguada a partir del siglo II en adelante. Mediante ella, se prepara el importante tema marcano de Jesús como Hijo de Dios que alcanza su clímax en la confesión el centurión (15,39). 2. Isaías el profeta: La lectura variante «los profetas» puede explicarse porque la cita de 1,2b no es de Isaías. Marcos puede haber utilizado una colección de citas del AT que atribuyó integralmente al profeta Isaías, mira, envío…: La cita es una combinación de Ex 23,20 y Mal 3,1. En Éx 23,20 (LXX), Dios promete enviar su mensajero a Israel y conducirlo a la tierra prometida. Usando las frases de Éx 23,20, Mal 3,1 (TM) colocaba la promesa de Dios en un contexto escatológico y preparaba para la identificación del precursor con Elías (3,23). 3. preparad el camino…: Is 40,1-5, que describe el camino de retorno de Israel del exilio en Babilonia, se convirtió en los círculos judíos en una expresión clásica del consuelo y la salvación de Dios. Mc 1,3 cita el texto griego de Is 40,3 excepto al final, donde «sus» (de Jesús) aparece en lugar de «de nuestro Dios». En el contexto cristiano, Juan Bautista era la voz en el desierto y Jesús el Señor, cuyos caminos preparaba y enderezaba el Bautista. 4. bautizaba: La participación en el ritual bautismal de Juan expresaba la voluntad de cambio de la persona y la voluntad de Dios de perdonar el pecado antes de la llegada de su reino. 5. toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén: Josefo (Ant. 18.5.2 § 116-19) presenta también a Juan como predicador de arrepentimiento que practicaba el bautismo y atraía a grandes masas de gente. La comparación con la perspectiva político-militar en la que Josefo presenta a Juan, hace resaltar el principal interés de Marcos: el Bautista era un personaje profético al estilo de Elías, y su predicación consistía en preparar la llegada del «más fuerte» que bautizaría con Espíritu Santo. 6. pelo de camello y cinturón de cuero: La vestidura del Bautista recordaba la de Elías (cf. 2 Re 1,8). ¿Qué intentaba comunicar? ¿Que solamente se situaba en la línea de los profetas? ¿O que quería presentarse como el nuevo Elías? (cf. Mal 3,1; 4,5). saltamontes y miel silvestre: La dieta inusual del Bautista puede deberse a la práctica de un ritual de pureza más que a una voluntad ascética (S. L. Davies, NTS 29 [1983] 569-71). 7. más fuerte que yo: En la predicación de Juan, este epíteto podría haberse referido a la llegada de Dios con poder en el reino, pero en el contexto marcano se refiere, sin duda alguna, a Jesús; Juan prepara el camino del Señor Jesús, desatar la correa de sus sandalias: Ante Jesús, el Bautista confiesa que es indigno incluso de realizar el servicio que habitualmente hacían los esclavos 8. con Espíritu Santo: Los textos sinópticos paralelos (Mt 3,11; Lc 3,16) leen «con Espíritu Santo y fuego», una expresión que describía la llegada del reino escatológico de Dios (cf. J. D.G. Dunn, NovT 14 [1972] 81-92). 9. fue bautizado por Juan: El acontecimiento se describe sin el desconcierto que provocaría aplicar a Jesús un «bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados» (cf. Mt 3,13-17). Marcos no nos dice por qué Jesús recibió el bautismo de Juan, pues lo que interesaba, principalmente, era la revelación de la identidad de Jesús. 10. él vio: La explicación moderna de que estos acontecimientos fueron una visión privada que únicamente experimentó Jesús, probablemente, no responde a lo que Marcos pretendía decir. Menos verosímil es la conexión que algunos autores hacen entre este relato y las prácticas bautismales del cristianismo primitivo, los cielos se rasgaron: La apertura de los cielos simbolizan el fin de la separación de Dios y el comienzo de la comunicación entre el cielo y la tierra (cf. Is 64,1; 2ApBar 22,1). el Espíritu descendiendo como una paloma: Este motivo también desarrolla la idea de la comunicación de Dios; el Espíritu viene «como una paloma» que desciende (uso adverbial), que, posiblemente, se trate de una alusión a su aleteo sobre las aguas de la creación (cf. Gn 1,2). 11. una voz desde el cielo: La literatura rabínica habla en muchas ocasiones de una bat qól, «hija de la voz», para referirse una comunicación de parte de Dios. Los tres motivos -la apertura de los cielos, el descenso del Espíritu como paloma y la voz desde el cielo preparan la escena siguiente en la que se nos revela la identidad de Jesús. Tú eres mi Hijo amado: El texto más evidente del AT al que se refiere es el Sal 2,7 («Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado»); el adjetivo «amado» evoca Gn 22,2 e Is 44,2. Es dudoso que Marcos comprendiese la filiación de Jesús como una adopción que se hubiera iniciado en el bautismo. Más bien, el evangelista interpretó la voz celestial como confirmación de la relación que ya existía entre Dios y Jesús, en ti me complazco: La segunda parte de la comunicación celestial evoca Is 42,1, sugiriendo una conexión entre el Hijo de Dios y el Siervo de Dios. 12. inmediatamente: La frase adverbial kai euthys aparece a menudo en los acontecimientos preliminares del evangelio, intensificando el sentido dramático y la tensión. La brevedad y simplicidad de este relato marcano contrasta con el elaborado debate escriturístico que hallamos en Mt 4,1-13 y Lc 4,1-11. La idea fundamental de ambas versiones es la misma: El Hijo de Dios superó la prueba de Satán antes de comenzar su ministerio público, desierto: Aunque no se da ningún detalle específico, probablemente se trata del desierto de Judá, que es donde actuaba Juan Bautista (cf. 1,4). 13. cuarenta días: Más que un recuerdo de los cuarenta años de Israel en el desierto, el número evoca la prueba que sufrieron Moisés (cf. Éx 34,28) y Elías (cf. 1 Re 19,8) durante cuarenta días. Satanás: En los libros tardíos del AT, Satanás actúa como fiscal (cf. Job 1-2; Zac 3,1-2) e incluso como agente que provoca la destrucción del Israel (1 Cr 21,1; cf. 2 Sm 24,1) . En los escritos apocalípticos es el jefe de la oposición al pueblo de Dios. En nuestro contexto, somete a Jesús a una especie de prueba cuya naturaleza específica no se hace explícita, con las fieras: El desierto de Judá es el hábitat en el que vivían diferentes animales salvajes; la conexión que se establece entre el servicio de ángeles y la protección del peligro de los animales sugiere el trasfondo del Sal 91,11-13. 14. tras ser entregado Juan: El verbo paradothénai, «ser entregado», tiene una gran relevancia en los textos maréanos de la pasión y muerte de Jesús. Si aparece en este contexto es para convertir el destino de Juan en un preludio del destino de Jesús. Galilea: Jesús había estado en el río Jordán con el Bautista y en el desierto de Judá. Ahora regresa al lugar de su ministerio, a Galilea, que, en general, es un territorio más favorable a Jesús que Judá (aunque Jesús sea rechazado por el pueblo de Nazaret [6,1-6], y Juan es asesinado por orden de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea [6,14-29]). proclamando la buena noticia de Dios: La palabra euangelion evoca el término de la versión griega del Déutero-Isaías (cf. Is 40,9; 41,27; 52,7; 60,6; 61,1-2). La buena noticia procedía de Dios (genitivo subjetivo) y su con tenido era la acción divina (genitivo objetivo). 15. y decía: En cuanto advertencia escatológica, el resumen de la predicación de Jesús sirve para enmarcar todo cuanto dirá y hará en el resto del evangelio, el tiempo se ha cumplido: La división de la historia humana en períodos era una práctica común entre los autores apocalípticos judíos (cf. 1 Hen 93,1-10; 91,12-17; AsMo 10). El reino de Dios aparecería cuando el calendario alcanzase su meta final. Con su proclamación Jesús anunciaba que este momento estaba ya aconteciendo, el reino de Dios está llegando: En el judaismo del tiempo de Jesús, el concepto de «reino de Dios» se refería en primer lugar al desarrollo futuro del poder y el juicio de Dios, es decir, al futuro establecimiento del gobierno de Dios sobre toda la creación. En nuestro texto se dice que «está llegando» (éngiken). convertios y creed en la buena nueva: El reino de Dios exigirá una reorientación de la vida, como Juan ya había clarificado (1,4). La llamada a «creer en la buena noticia» relaciona la predicación de Jesús con la fe pospascual expresada en los términos pistis, «fe», y euangelion, «buena noticia», que tanta relevancia tienen en todo el NT. (Guelich, R. A., «“The Beginning of the Gospel» -Mc 1,1-15→, BR 27 [1982] 5-15.)
7 (II) Jesús revela su autoridad en Galilea (1,16-3,6). Tras haber colocado a Jesús en su contexto, Marcos describe el comienzo de su actividad pública en Galilea. Después de la llamada de los primeros discípulos (1,16-20) mediante dos imperativos («venid, seguidme»), Jesús se revela en Cafarnaún como sanador y maestro (1,21-45) y entra en controversia con varios adversarios (2,1-3,6). Todos los elementos de la narración contribuyen a presentar a Jesús como sanador y maestro que posee autoridad. Aunque las primeras reacciones son positivas e incluso entusiastas, sus adversarios, al final de la controversia, traman un complot para matarlo (3,6).
8 (A) Llamada de los primeros discípulos (1,16-20). Además de presentar a los dos grupos de hermanos (1,16-20), que aparecen de nuevo en 1,29-31, el relato de la llamada de Jesús a sus primeros cuatro discípulos nos ofrece también un modelo de respuesta. La falta de preparación y la ausencia de interés en el desarrollo psicológico de los personajes sirven para subrayar el objetivo del relato: La llamada de Jesús era tan apremiante que no hacía falta ninguna preparación ni tampoco era necesario un tiempo para habituarse a la idea de seguirle; los primeros discípulos apenas necesitaron discernir la llamada para asumir un compromiso entusiasta. Era costumbre que los estudiantes judíos eligieran a un maestro prestigioso para formarse con él (cf. Jn 1,35-42); sin embargo, en nuestro texto es Jesús quien llama a los estudiantes (cf. Mt 4,18-22; Lc 5,1-11)-16. pasando junto al mar de Galilea: Jesús encuentra a sus primeros discípulos en su lugar de trabajo, junto a la orilla del mar de Galilea. Excepto en este versículo y en 7,31, Marcos lo denomina simplemente con el término «mar» (2,13; 3,7; 4,1; 5,1.13.21). Simón y Andrés: Al primer discípulo que llama se le nombra indistintamente «Simón» y «Pedro»; este último nombre es un apodo que respondía a su carácter personal. Andrés es un personaje que está poco definido en el evangelio (cf. í,29; 3,18; 13,3). pescadores: Los primeros discípulos trabajaban como pescadores, una industria importante en Galilea. Poseían redes (1,16) y tenían empleados (1,20). Dejaron tras de sí un negocio próspero y seguro para seguir a Jesús. Hay suficientes razones para pensar que sabían leer y escribir y que, quizá, estaban familiarizados con los textos bíblicos. La idea de que eran analfabetos procede de una lectura demasiado literalista de Hch 4,13. 17. pescadores de hombres: Comprenderemos mejor esta metáfora si, en lugar de referirla a Jr 16,16 o a la primitiva tradición cristiana, la interpretamos a la luz de su propia profesión (W. Wuellner, The Meaning of «Fischers of Men», Filadelfia 1967). 18. ellos lo siguieron: La respuesta se describe mediante el término técnico que utiliza el NT para el discipulado (akoloutheo, «seguir»), invistiendo de este modo al relato de un carácter ejemplar. 19. Santiago, el hijo de Zebedeo, y su hermano Juan: Junto a Pedro, los hijos de Zebedeo forman una especie de círculo íntimo en el grupo de los Doce (cf. 1,29-31; 3,16-17; 5,35-43; 9,2-13;10,35-45; 13,3; 14,32-42). 20. con los jornaleros: La expresión se comprende mejor como reminiscencia histórica que como lenguaje simbólico. El relato pone el acento en el coste que conllevaba el discipulado, es decir, el abandono de la familia y la seguridad económica.
9 (B) LA MEMORABLE JOMADA DE CAFARNAÚN (1,21-45). Los acontecimientos que se narran en el resto de Mc 1 se colocan en el marco de una jornada «memorable» vivida en Cafarnaún, que está llena, principalmente, de curaciones.
(a) Enseñanza y curación en Cafarnaún (1,21-28). La primera acción de esta «jomada memorable» es la curación de un hombre que tenía un espíritu impuro. El relato del exorcismo sigue el siguiente modelo: encuentro entre Jesús y el poseído, el exorcismo, la salida del demonio y la reacción de los presentes. Marcos ha introducido en este relato una referencia a Jesús como maestro que posee autoridad (cf. w. 22-27), presentándolo de este modo como un personaje poderoso en hechos y palabras. 21. Cafarnaún: Esta ciudad, situada en la costa noroeste del lago de Galilea, era el centro de la actividad de Jesús en Galilea, entrando en la sinagoga, se puso a enseñar: El culto sinagogal del día del sabbath consistiría en oraciones, lecturas de la Escritura y la homilía correspondiente. Se invitaba a comentar las lecturas a cualquier miembro que tuviera suficiente formación; en tiempos de Jesús no era necesario estar «ordenado» de rabino para poder intervenir en la sinagoga. 22. estaban sorprendidos de su enseñanza: Con esta referencia a la enseñanza de Jesús, Marcos coloca el milagro que sigue en un contexto de mayor alcance que el circunscrito a la simple realización de milagros, como el que tiene autoridad y no como los escribas: En los evangelios, los escribas no son meros secretarios o funcionarios, sino que son los intérpretes y maestros de la ley del AT. En su enseñanza apelaban a la Escritura y a las doctrinas y la vida de los maestros judíos. Pero Jesús enseñaba directamente apoyándose en su propia autoridad. 23. con un espíritu impuro: El hombre estaba poseído por una fuerza diabólica; no se trataba de un problema de impureza ritual. En aquella época se creía que el comportamiento de aquel hombre se debía al poder una fuerza exterior dominada por Satán (cf. 1,22-13). Los exorcismos de Jesús se consideraban como victorias parciales en el combate progresivo contra Satán. 24. ¿qué tienes que ver con nosotros?: El hombre (y el demonio que hablaba a través de él) se opone a la intromisión de Jesús en el dominio del mal. nazareno: El término deriva del pueblo de Nazaret, la patria local de Jesús; los esfuerzos para conectarlo con néser, «rama», «vástago», o nazir, «consagrado», parecen forzados, aunque el último parece más acertado por la referencia que se hace a Jesús como «el Santo de Dios», has venido a destruimos: Se comprenderá mejor su sentido si en lugar de considerarla como una oración interrogativa la leemos como enunciativa. La llegada del reino de Dios implica el fin del poder de los demonios. El demonio reconoce la identidad de Jesús y su relevancia en el reino que llega. 25. cállate y sal de él: El hecho de que Jesús cure al poseído sólo con la palabra, sin acción ritual o mágica, intensifica el carácter sobrenatural de la curación. El poder de su palabra de curación intensifica la autoridad de su enseñanza (w. 22.27). 27. todos quedaron asombrados: El asombro de la muchedumbre es una característica típica de los relatos de milagro del evangelio; mediante esta reacción se confirma el milagro y se pone una nota final de carácter numinoso. una enseñanza nueva con autoridad: «Con autoridad» puede relacionarse con lo que sigue, como en la RSV «Con autoridad manda…». Pero, a la luz del v. 22, parece que es mejor comprenderlo como modificador de «una enseñanza nueva». 28. su fama se extendió inmediatamente por todas partes: La muletilla con la que Marcos concluye el episodio introduce un tema importante en la primera parte del evangelio: la fama de Jesús se va extendiendo, en ocasiones incluso contra su voluntad. Aquí se expande por las comarcas de Galilea que se hallaban en torno a Cafarnaún.
10 (b) La curación de la suegra de Pedro (1,29-31). El relato se nos cuenta de forma muy sencilla; hay en él algunos detalles que nos indican que tuvo su origen en una colección de aportaciones realizadas por testigos oculares. Se describe en primer lugar la situación en la que se encontraba la mujer; después, Jesús la cura; finalmente, la mujer atestigua con su servicio que ha sido realmente curada. En el relato hay dos términos -égeiren, «él la levantó», y diékonei, «ella les servía»que pueden sugerir una interpretación de carácter simbólico-teológico; ¿pero los entendió Marcos de este modo? 29. al salir, vinieron’. En algunos manuscritos aparecen estos verbos en singular, centrando así la atención en Jesús, la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan: Es posible que se trate de la casa que los arqueólogos han descubierto al sur de la sinagoga de Cafarnaún (cf. J. F. Strange y H. Shanks, BARev 8 [6, 1982] 26-37). Los cuatros discípulos son aquellos a quienes Jesús llamó en 1,16-20. Los paralelos sinópticos (Mt 8,14-15; Lc 4,38-39) mencionan solamente a Simón/Pedro. 30. la suegra de Simón: Se presupone que Simón estaba casado cuando fue llamado. 1 Cor 9,5 sugiere que su esposa lo acompañaba en sus viajes apostólicos. 31. ella los servía: El primer objetivo de este detalle es demostrar la rapidez y la efectividad de la curación; esta observación prueba la naturaleza milagrosa de la acción curativa realizada por Jesús.
11 (c) Curaciones al atardecer (1,32-34). Tras la curación del poseído (1,21-28) y de una mujer enferma (1,29-31), Jesús cura a una gran cantidad de personas poseídas y enfermas al atardecer. 32. al atardecer, cuando ya se había puesto el sol: Este relato pertenece aún a la memorable jornada de Cafarnaún. El uso de una doble expresión temporal, en la que el segundo miembro («cuando ya el sol se había puesto») especifica el primero («al atardecer^, es,CAY&ceré,tco de,Motcos. todos los enfermos y poseídos: Las dos categorías de personas curadas por Jesús (cf. 1,34) han sido ya ejemplificadas en la suegra de Pedro y en el hombre de la sinagoga. 33. la puerta: La casa de Pedro y Andrés (cf. 1,29) funciona como sede central de la actividad de Jesús. 34. él curó a muchos: Es probable que Marcos no distinguiera entre el «todos» de 1,32 y el «muchos» mencionado aquí, aunque Mt 8,16 y Lc 4,40 solucionan la ambigüedad, no dejaba hablar a los demonios: Como en Mc 1,24, los demonios reconocen la verdadera identidad de Jesús. La oposición de Jesús a que hablaran se interpreta normalmente como una parte del llamado secreto mesiánico de Marcos. Mientras que los adversarios supranaturales de Jesús conocen su identidad, los seres humanos (representados por sus discípulos) necesitan adquirir un cuadro más completo de Jesús antes de reconocerlo como el Mesías muerto y resucitado.
12 (d) Retiro temporal de Jesús (1,35-39). La noticia de que Jesús se retiró para orar sitúa las actividades de curación, que se nos han narrado hasta ahora, en cierta perspectiva. La motivación para retirarse parece haber sido la búsqueda de la comunión con Dios. 35. muy de madrugada, cuando aún era de noche: Esta complicada descripción temporal está formada por tres adverbios griegos (prói ennycha lian): véase el comentario sobre 1,32. a un lugar desértico: Puesto que no hay desiertos alrededor de Cafarnaún, lo que no se nos quiere decir es que Jesús se fue a un lugar solitario, lejos de la gente. 36. Simón y sus compañeros: Parece que buscan a Jesús porque pensaban que estaba perdiendo una gran oportunidad en Cafarnaún (cf. 1,37). 38. los pueblos vecinos: La decisión de ampliar la misión de predicación a «toda Galilea» (1,39) no exige necesariamente que se rechazara a Cafarnaún. pues para esto he venido: Jesús emprendió su misión para anunciar el reino de Dios (1,14-15). El verbo exélthon no exige que lo interpretemos como un rechazo de Cafarnaún («He salido») ni como afirmación teológica sobre el origen divino de la misión de Jesús («He venido para»), 39. predicando… y expulsando demonios: Los términos resumen lo que hemos aprendido de Jesús; ahora su campo de actividad comprende «toda Galilea».
13 (e) Curación del leproso (1,40-45). La primera parte del relato (140-42) sigue el modelo normal de los relatos de curación: se describe la enfermedad; Jesús cura el enfermo y se confirma que la curación ha sido total. Ahora bien, este modelo se complica mediante la orden que Jesús da al hombre de que debe presentarse al sacerdote (1,43-44). Pero el aspecto más complicado viene al final del versículo. ¿Pertenece este versículo al conjunto 1,40-44? Si es así, ¿desobedeció el hombre a Jesús? ¿Cómo twc’Ayó. e vexulVado con el deseo de Jesús de mantener en secreto su verdadera identidad? 40. un leproso: La lepra bíblica (sara’at en el AT, lepra en el NT) no era la enfermedad que actualmente conocemos con este mismo nombre, sino que era un término genérico que se aplicaba a cualquier «enfermedad escamosa de la piel de aspecto repulsivo» tales como las supuraciones y la dermatitis seborreica (cf. E.V. Hulse, PEQ 107 [1975] 87-105). Lv 13 describe los varios tipos de afecciones y la forma en que debían intervenir los sacerdotes para eliminarlas, límpiame: El verbo griego katharisai podría significar «declarar puro». El leproso estaría pidiendo no a los sacerdotes de Jerusalén, sino al maestro laico de Galilea, a Jesús, que lo declarase ritualmente puro. Pero todos los datos que aparecen en la forma actual del relato indican que lo que el leproso buscaba era su curación. 41. compadecido: Algunos manuscritos leen «enfadándose». Este cambio puede deberse a la intervención de un escrupuloso copista que borró la referencia al enfado de Jesús, pero en el evangelio de Marcos encontramos otras referencias al enfado de Jesús (1,43; 3,5; 10,14) que no han sido eliminadas. En cualquier caso -compasión o enfado-, nos encontramos con términos que expresan las emociones profundas que sintió Jesús, lo tocó: La curación acontece mediante el toque y palabra. Para que Jesús tocase al hombre se requería una gran compasión, otro argumento a favor de la lectura «movido con compasión» o «compadecido» en la primera parte del versículo. 43. movido por un sentimiento profundo: El participio griego embrimésamenos denota una emoción intensa que está a punto de estallar y que encuentra su expresión en el gemido. No hay necesidad de suponer que Jesús estaba enfadado con el hombre, lo despidió inmediatamente: Cuando la frase se relaciona con lo que sigue en 1,44, el motivo de la acción de Jesús es que el hombre cumpla las reglas de Lv 14 tan pronto como fuera posible. 44. no digas nada a nadie: Aunque comprendido a menudo como parte del secreto mesiánico de Marcos, el mandato puede ser interpretado simplemente como una indicación del deseo de Jesús de que el hombre se someta a la inspección del sacerdote de forma inminente, muéstrate al sacerdote: detallada las normas mediante las que se atestiguaba que uno había quedado limpio de lepra y los sacrificios que debía ofrecer. 45. pero él se puso a divulgar a voces lo ocurrido: Si el pronombre «él» se refiere a Jesús, el versículo comienza un nuevo párrafo en el que se resume la actividad realizada por Jesús entre 1,40-44 y 2,1-12 en los términos ya utilizados en 1,38 («predicar», «publicar»). Al identificar el pronombre con Jesús, desaparece el problema de la presunta desobediencia del hombre que había sido curado y se desvanece la relación con el secreto mesiánico.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
El Evangelio de San Marcos, que ahora comenzamos, es bajo cierto punto de vista diferente a los otros tres; pues nada nos dice del nacimiento ni de los primeros años de la vida de nuestro Señor Jesucristo, y comparativamente contiene muy pocos de sus dichos y discursos. Es también la más corta de las cuatro historias inspiradas del ministerio terrenal de nuestro Señor.
Pero estas peculiaridades no nos hagan ni remotamente tener en menos el Evangelio de San Marcos. Está de una manera singular, lleno de hechos preciosos respecto al Señor Jesús y narrados en estilo sencillo, terso y conciso. Si no nos transmite muchas de las palabras de nuestro Señor, es riquísimo en el catálogo de sus hechos, contiene menudos detalles históricos de gran interés, que están omitidos en Mateo, Lucas y Juan. En una palabra, no creamos que es tan solo un compendio del de San mateo, como algunos han asegurado sin fundamento, sino la narración original de un testigo independiente, que fue inspirado para escribir con preferencia a las Palabras las obras de nuestro Señor. Leámoslo con santa reverencia, pues como todas las otras Escrituras, cada palabra de San Marcos ha sido «comunicada por inspiración de Dios», y cada una de ellas es «provechosa».
Observemos que en estos versículos tenemos una declaración plena de la dignidad personal de nuestro Señor Jesucristo. Desde la primera sentencia habla de El nombrándolo «el Hijo de Dios».
Estas palabras «el Hijo de Dios» decías mucho mas a los espíritus de los judíos que a los nuestros, pues son la aserción de la divinidad de nuestro Señor: proclamaban que Jesús era Dios e «igual a Dios» Juan 5.18 No hay nada más apropiado como asentar esta verdad en el comienzo de un Evangelio. La divinidad de Cristo es la ciudadela y el sostén del cristianismo; en ese dogma estriba el valor infinito de la satisfacción que dio en la cruz, y el mérito especial de su muerte expiatoria por los pecadores. Esa muerte no fue la de un hombre como nosotros, sino de uno que está «Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos». Rom. 9.5. No hay por que admirarse que los sufrimientos de una persona fueron propiciación suficiente por los pecados del mundo, cuando recordamos que el que sufrió era «el Hijo de Dios.
Que los creyentes cuiden con el mayor celo de afianzarse en esta doctrina; pues con ella están firmes sobre una roca, sin ella nada sólido encuentran bajo sus plantas. Siendo nuestros corazones tan flacos y nuestros pecados tan numerosos, necesitamos un Redentor que pueda salvarnos de una manera completa y librarnos de la ira venidera. Este es el Redentor que tenemos en Jesucristo. Es «el Dios poderoso». Isaías 9.6 Observemos, en segundo lugar, que el principio del Evangelio fue un cumplimiento de las Escrituras. Juan el Bautista comenzó su ministerio, «como está escrito en los profetas».
La venida de Jesucristo al mundo no fue un acontecimiento imprevisto ni una determinación repentina. Desde el principio del Génesis encontramos predicho que «la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente» Gn. 3.15. En todo el Antiguo Testamento encontramos el mismo acontecimiento anunciado con una claridad cada vez más grande. Fue una promesa que se renovó con frecuencia a los patriarcas, y repitieron los profetas que un día aparecería un Libertador y Redentor. Su nacimiento, su carácter, su vida, su muerte, su resurrección, quien había de ser su precursor, todo fue predicho, mucho antes que viniera. La Redención se fue desenvolviendo en todas su fases y quedó consumada, tal «como estaba escrito.
Deberíamos leer el Antiguo Testamento con el deseo de encontrar en él algo que se relacionase con Jesucristo. Con poco provecho lo estudiamos si no vemos en él más que a Moisés, David, Samuel y los profetas. Analicemos con más prolijidad los libros del Antiguo Testamento. Aquel cuyas palabras no pasarán nunca dijo, «ellos son los que dan testimonio de mi» Juan 5.40 Notemos que poca confianza podemos depositar en lo que se llama popularidad. Si alguna vez hubo un ministro popular, el Bautista lo fue. Sin embargo, de todas las turbas que acudieron a su bautismo y oyeron su predicación, sospechamos que muy pocos fueron convertidos. Algunos, como Andrés, fueron guiados a Cristo por Juan; pero la mayoría murió probablemente en sus pecados. Recordemos esto siempre que veamos una iglesia llena de gente; no hay duda que una gran congregación es un espectáculo agradable, pero debiera ocurrírsenos con frecuencia este pensamiento «¿cuántos de estos entrarán en el cielo?» No es bastante oír y admirar a los predicadores populares; no es prueba de conversión ir a tributar nuestro culto a Dios en lugares concurridos; cuidémonos de oración la voz de Cristo y seguirlo.
Observemos, finalmente, que doctrina tan clara caracterizaba la predicación de Juan el Bautista. Exaltaba a Cristo: «Ahí viene en pos de mí uno que es más poderoso que yo» Hablaba con mucha claridad también del Espíritu Santo: «El os bautizará con el Espíritu Santo.
Estas verdades no habían sido antes proclamadas de una manera tan distinta por ningún mortal; aun hoy no pueden encontrarse verdades mas importantes que estas en todo el sistema del cristianismo. La principal misión de todo ministro del Evangelio que sea fiel es presentar en relieve al Señor Jesús ante sus oyentes, y mostrarles que es competente y poderoso para salvarlos. Lo que tiene que hacer después es presentarles la obra del Espíritu Santo, y empeñarse en que comprendan la necesidad que hay del nuevo nacimiento y de se bautizado interiormente con Su gracia. Parece que estas dos verdades supremas las tenía Juan Bautista siempre en sus labios. Que gran bien seria para la iglesia y para el mundo, que hubiese más ministros que se le pareciesen.
Preguntémonos, antes de concluir con este pasaje, si conocemos por experiencia propia las verdades que Juan predicaba. ¿Qué pensamos de Cristo? ¿Tenemos necesidad de El, y acudimos a El en busca de paz? ¿Es el rey de nuestros corazones, y lo es todo para nuestras almas? ¿Qué pensamos del Espíritu Santo? ¿Qué ha operado en nuestros corazones? ¿Nos ha hecho participantes de la naturaleza Divina? De la respuesta a estas preguntas depende nuestra vida o nuestra muerte. «Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, este tal no es de Jesucristo» Rom. 8.9
Fuente: Los Evangelios Explicados
evangelio… gr. euaggélion = buena noticia. M↓ añaden Hijo de DIOS.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R781 Aunque ἀρχή no tiene artículo, es definido porque se usa como parte del título del libro.
TGr27 y sig. Los vv. 1 y 4 deben tomarse en conjunto, con el material intermedio que se considera como un paréntesis. Así que el significado resultante es: Juan el Bautista, bautizando … y predicando …, fue el comienzo del Evangelio de Jesucristo.
T211 Ἰησοῦ Χριστοῦ se usa como un genitivo de complemento directo: acerca de Jesucristo.
T307 La inclinación de Marcos a incluir el verbo ser, se opone a la interpretación: el comienzo del Evangelio es como está escrito …
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Muchos mss. no incluyen: Hijo de Dios
Fuente: La Biblia de las Américas
gr. euangeliou = buena nueva.
1.1 M i añaden Hijo de Dios.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Predicación y bautismo de San Juan: su austeridad de vida. Bautiza a Jesucristo, que es tentado en el desierto. Vocación de Pedro, de Andrés, y de los hijos del Zebedeo. Predica en las sinagogas de Galilea, y cura diversas enfermedades.
1 a. Algunos juntan estas palabras con las siguientes de este modo: Initium Evangelii Jesu Christi, sicut scriptum est, etc., significando que la predicación evangélica de Jesucristo tuvo principio, cuándo, y cómo la habían anunciado los profetas; y de este modo lo distinguen todos los códices o intérpretes griegos. Mas los códices latinos las separan de manera, que sicut scriptum est sea principio de una nueva sentencia, cuyo sentido depende de lo que se sigue, de este modo: En cumplimiento de lo que está escrito en los profetas, Juan estuvo en el desierto bautizando, etc. Y así parece que San Marcos puso absolutamente en el exordio de su historia: Initium Evangelii, del mismo modo que San Mateo: Liber generationis Jesu Christi.
2 b. El Griego: en tóis profétais, en los profetas. Estos son dos testimonios de dos profetas, a saber es, de Isaías (40,3) y de Malaquías (3,1). Si esto es así, ¿cómo San Marcos cita aquí solamente a Isaías? Unos responden a esta dificultad diciendo, que el nombre de Isaías no se halla en la mayor parte de los manuscritos griegos, ni en San Ireneo, ni en otros autores antiguos, en donde solamente se lee: sicut scriptum est in prophetis. Otros creen, que como estos dos testimonios miraban a un mismo sujeto, esto es, al Bautista; y como Isaías, mas célebre sin comparación que Malaquías, fue el primero que lo apuntó, se contentó San Marcos con citar solamente a Isaías.
c. MS. Que escombre tu carrera.
5 d. MS. Bateávalos: y de aquí entre el vulgo ha quedado y se conserva aún el nombre de bateo.
6 e. En el Oriente había varias especies de langostas, aunque todas parecidas en la figura a las que se conocen en el Occidente. Del Levítico, y de los autores profanos se entiende que las de aquel país eran comestibles; y así no debe extrañarse que San Juan se alimentara de ellas, bien que sin ningún condimento. Miel silvestre era la que las abejas, que abundan mucho en aquellos países cálidos, fabricaban en las concavidades de los árboles, o en las hendiduras de las peñas sin dueño ni cuidado de nadie.
7 f. El Griego, kúpsas, encorvado. Todo este lugar queda ya explicado en el principio del cap. 3 de San Mateo a donde remitimos al lector.
10 g. Parece se refiere el texto con más propiedad a Jesús, a quien se dirigía la voz del Padre, y después a Juan, que también vio, y por su causa se obró este milagro (Jn 1,33).
h. Al Espíritu Santo.
i. En el texto Griego no se leen estas palabras.
12 j. El Griego: ekbállei, le echa, le impele. Este fue el Espíritu Santo, que le impelió al desierto. Se significa en esto la eficacia del Espíritu que había en Jesucristo, y la que hay en todos los que posee este mismo divino Espíritu; pues no solamente muestra a sus santos lo que deben hacer, sino que se lo hace practicar sin detención y con alegría. Por eso dice San Pablo (Rom 8,14): Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.
13 k. El Griego: ekéi, allí. Las circunstancias de estas tentaciones se pueden ver en el cap. 4 de San Mateo, y también lo que dejamos allí notado.
l. Sin que éstas le ofendiesen, como Adán antes de su caída.
15 m. Este tiempo es, como dice San Pablo (Gál 4,3-4), el que precedió a la venida del Salvador.
n. El Griego: en tó euangelío, en el Evangelio.
16 o. El Griego: peripatón dé, y paseándose.
p. El Griego: amfíblestron en té thalásse, la red en la mar.
18 q. El Griego: díktua autón, sus redes.
19 r. MS. Yague, etc., guisando sus redes.
20 s. MS. Con los hombres logados.
t. El Griego: apélthon opíso autóu, fueron en pos de él.
21 u. El texto sagrado dice sabbatis, lo que se puede explicar un día de sábado, tomándose el plural por el singular. Y también los sábados, de suerte que entendamos, que siendo sábado el día en que entró Jesús en Cafarnaúm, se fue inmediatamente a la sinagoga, y continuó haciendo lo mismo todos los sábados, mientras que permaneció en la ciudad.
22 v. O doctores ordinarios de la nación, que entretenían el tiempo con cuestiones vanas, que la curiosidad y ociosidad habían inventado, y a las que daba lugar la ley ceremonial. Jesucristo enseñaba y practicaba una moral sublime, que siendo contraria a las preocupaciones e inclinaciones de los hombres, al mismo paso que por su nobleza arrebataba la admiración de los que la escuchaban, debía excitar la contradicción de los que pagados de sí mismos, no conocían otra ley que la que ellos interpretaban a su modo. Enseñaba asimismo con autoridad, y con una autoridad que le era propia, esto es, divina, como ellos mismos extrañándolo, lo confiesan (v. 27). Yo os digo (Jn 8,12), Yo, que soy la luz del mundo: Yo, que soy la palabra, que estaba con Dios desde el principio, cap. I, 1. Yo, que soy aquella sabiduría, que asistí a todos sus consejos, y que tracé con él el plan del universo. Los doctores judíos solamente se apoyaban en las tradiciones, opiniones, y decisiones de sus antepasados y predecesores, que habían sido maestros de sus escuelas. Y así la autoridad en que se apoyaban era puramente humana.
23 w. Un endemoniado. Todo espíritu malo es llamado inmundo o impuro, por contraposición al Espíritu Santo.
24 x. El Griego: ea, ¡ah!
y. MS. ¿Venístenos á astragar?
z. El Griego: óidá se tís éi, te conozco quién eres. El Santo de Dios; esto es, el Santo por excelencia, el Santo de los santos, que es el Mesías. Parece que aquí el espíritu maligno confiesa la divinidad de Jesucristo, quejándose de que había venido a atormentarle, y a destruir su imperio. San Jerónimo afirma, que no era un claro conocimiento el que tenía el demonio de la divinidad de Jesucristo, sino una sospecha solamente. Y San Agustín, dice, que el Señor se dejaba conocer de los demonios, en cuanto era necesario para cumplir los designios de su sabiduría. Y esto no según se comunica y alumbra a las almas de los justos, sino por algunas señales temporales y exteriores de su poder, las cuales podían ser percibidas por la inteligencia de los espíritus malignos. Cuando el Señor suspendía estas señales visibles, el mismo príncipe de los demonios entraba luego en duda sobre este punto; y así se ve, que le tentó en el desierto, para conocer si era el Cristo.
26 a. Este hombre poseído del demonio es una viva imagen de aquellos, que estando metidos en los vicios, quieren convertirse a Dios. Luego que una alma empieza a disgustarse de sí misma para volverse a su Criador, el antiguo e implacable enemigo de su salud mueve en ella tentaciones mucho más violentas que las que experimentaba antes; pero entonces con el ejemplo de este endemoniado debe hacer frente al furor de su enemigo, sin turbarse por los nuevos esfuerzos que hace contra ella; pues estos pueden aprovechar para convencerla de su propia flaqueza, y de la necesidad que tiene del socorro del Salvador, con el cual todos los ardides de este espíritu tentador, lejos de dañarle, se le convertirán en mayor bien y provecho. San Gregorio Magno.
27 b. Nueva para los judíos, que hasta entonces no habían conocido la necesidad que tenían de humillarse para quedar libres de la esclavitud del demonio; y nueva para los gentiles, a quienes el ejemplo de un Dios encarnado era todavía nuevo, pero necesario para inspirarles una verdad tan opuesta a su orgullo y vanidad.
29 c. Jesús y sus discípulos, etc., a casa de Simón Pedro.
32 d. En Mt 4,23 y en otras partes se dice que curaba toda dolencia y toda enfermedad: Omnem languorem, et omnem infirmitatem, y en el texto griego se leen las palabras nóson, y malakían, sobre lo cual debe advertirse, que nósos significa una larga y duradera indisposición de cuerpo, que llamamos enfermedad: malakía es aquel descaecimiento de fuerzas, y aquella languidez que se experimenta antes o después de la enfermedad.
34 e. MS. Y sanó muchos de departidas enfermedades.
38 f. El Griego: komopóleis, aldeas. Es una voz compuesta, y así el intérprete latino leyó kómas, kái póleis, aldeas y ciudades: pero propiamente significa aldeas, o pueblos pequeños, en donde había sinagogas, pero que no estaban fortificadas, ni eran de comercio.
40 g. MS. Un malato.
44 h. El Griego: tó hieréi, al sacerdote. Véase el cap. 8 de San Mateo. Muchos opinan que este leproso es diferente.
i. Para que les sirva de testimonio, y que no puedan decir que ha venido a destruir la ley (Mt 8,4).
45 j. El Griego: pollá, a divulgas grandemente lo acaecido.
k. Esto es, no quería entrar por evitar el tumulto, y por darnos un ejemplo de renunciar a todo sentimiento de amor propio y de vanagloria. ¿Quién no se estremecerá viendo aquí a Cafarnaúm elevada hasta el cielo por las grandes y particulares gracias que recibe del Señor; y después amenazada por la boca de la misma verdad, que había de ser abatida hasta el profundo de los infiernos (Mt 11,23), y tratada el día del juicio con mayor rigor que la ciudad de Sodoma? Esto puede servir de escarmiento a los que colmados de beneficios del cielo los olvidan fácilmente, temiendo ser abandonados a la última reprobación en pena de su olvido y mala correspondencia.
l. El Griego: eis pólin, en poblado.
Fuente: Notas Bíblicas
[1] Mar-Yah en texto Arameo.
[2] El Rey estaba aquí e Israel estaba cerca de ser restaurada y entrar al Reino.
[3] Un cumplimiento de la promesa de que Israel se multiplicaría como peces en medio de la tierra en Gen 48:16. Pescadores entrenados por Yahshua ciertamente sabían cómo pescar a las multitudes de Israel a través de la Gran Comisión.
[4] Ver comentarios para Mat 4:15.
[1] Esa es la primaria razón para Su venida. Alcanzar Israelitas en todas sus poblaciones tanto en Judah como en todas las naciones.
[2] El verdadero Yahshua alentaba a Sus discípulos a seguir la Torah.
[2] Is 40, 3; Mal 3, 1.[44] Testimonio de mi poder y de mi observancia de la ley. Lev 14, 2.
Biblia Peshitta 2006 Notas:
Marcos: Aram., Carazota du180?Marcos, que se traduce el Mensaje o la Predicaciu243?n de Marcos. Tradicionalmente se afirma que este relato del Evangelio fue escrito en Roma alrededor del 60 d.C., por Juan Marcos no perteneció al grupo de los doce apóstoles, pero su relato tiene todas las características de que lo obtuvo de alguien que fue testigo ocular, que muy probablemente haya sido Pedro.
[1] 1.1 Ver nota a Mat 1:1.
[2] 1.1 Ver nota a Mat 3:9.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Peshitta en Español