Comentario de Marcos 1:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés hermano de Simón, echando la red en el mar; porque eran pescadores.
1:16 — Andando junto al mar de Galilea — antiguamente llamado Cineret (Núm 34:11; Jos 13:27), y también Genesaret (Luc 5:1), y el de Tiberias (Jua 6:1; Jua 21:1). Se halla a unos 208 metros debajo del nivel del mar. El río Jordán entra en este lago y sale de él. — vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores — En el principio de su ministerio en Galilea Jesús llama a estos dos a ser sus discípulos. Después serían dos de sus apóstoles que los enviaría a todo el mundo a predicar el evangelio (Luc 6:13-14; Mar 16:14-15; Hch 1:2-8).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y pasando junto al mar. Mat 4:18; Luc 5:1, Luc 5:4.
vio a Simón. Mar 3:16, Mar 3:18; Mat 10:2; Luc 6:14; Jua 1:40-42; Jua 6:8; Jua 12:22; Hch 1:13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Simón y Andrés habían sido discípulos de Juan el Bautista. Habían conocido a Jesús (Jua 1:35-42), pero ahora eran llamados a una vida de servicio.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
mar de Galilea. También conocido como el Mar de Cineret (Núm 34:11), el lago de Genesaret (Luc 5:1) y el Mar de Tiberias (Jua 6:1). Un gran lago de agua dulce con una longitud aproximada de unos 20 km por 11 km de ancho, y cerca de 210 metros bajo el nivel del mar (haciendo de este la masa de agua dulce más baja del mundo), el Mar de Galilea fue hogar de una creciente industria pesquera. Simón y … Andrés. La primera de las dos parejas de hermanos que Jesús llamó para seguirlo. Al igual que Jacobo y Juan, eran pescadores. Habiendo sido Andrés seguidor de Juan el bautista (Jua 1:40), es posible que Pedro lo haya sido también. Evidentemente, ambos habían retornado a sus actividades de pesca luego del arresto de Juan (vea la nota sobre el v.Mar 1:14). Ellos habían conocido ya a Jesús y pasado tiempo con él (vea la nota sobre Mat 4:18), pero es aquí cuando los llama a seguirlo permanentemente. la red. Una soga que formaba un círculo de casi 3 metros de diámetro con una malla de red atada. Podía ser lanzada al agua a mano y luego arrastrada por medio de la soga atada a ella.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:16 — Andando junto al mar de Galilea – antiguamente llamado Cineret (Núm 34:11; Jos 13:27), y también Genesaret (Luc 5:1), y el de Tiberias (Jua 6:1; Jua 21:1). Se halla a unos 208 metros debajo del nivel del mar. El río Jordán entra en este lago y sale de él.
— vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores – En el principio de su ministerio en Galilea Jesús llama a estos dos a ser sus discípulos. Después serían dos de sus apóstoles que los enviaría a todo el mundo a predicar el evangelio (Luc 6:13-14; Mar 16:14-15; Hch 1:2-8).
Jesús les había conocido anteriormente (Jua 1:35-42). Simón era compañero de Jacobo y Juan (Luc 5:10).
Fuente: Notas Reeves-Partain
JESÚS ESCOGE A SUS AMIGOS
Marcos 1:16-20
Cuando Jesús iba andando por la orilla del mar de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces Jesús les dijo: -¡Seguidme, y Yo os haré pescadores de hombres! Y ellos dejaron las redes al momento, y Le siguieron. Jesús fue un poco más adelante y vio a Santiago hijo de Zebedeo y a su hermano Juan que estaban en la barca remendando las redes. Acto seguido, Jesús los llamó, «y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con sus empleados y siguieron a Jesús.
Tan pronto como Jesús hizo Su decisión y escogió Su método, Se puso a preparar Su personal. Un líder tiene que empezar en alguna parte. Tiene que conseguirse un grupo reducido de almas semejantes a quienes pueda descargar su propio corazón y en cuyos corazones pueda escribir su mensaje. Así es que Marcos nos muestra aquí a Jesús literalmente echando los cimientos de Su Reino y llamando a Sus primeros seguidores.
Había muchos pescadores en Galilea. Josefo, el gran historiador de los judíos, que fue gobernador de Galilea, nos dice que en su tiempo había trescientas treinta barcas de pesca en las aguas del lago. Las personas corrientes de Palestina rara vez comían carne, probablemente no más de una vez por semana. El pescado era su dieta diaria (Lc 11:11 ; Mt 7:10 ; Mr 6:30-44 ; Lc 24:42 ). Lo más corriente era salar el pescado, porque no había medios para transportarlo fresco. El pescado fresco era una de las golosinas de las grandes ciudades como Roma. Los mismos nombres de las poblaciones alrededor del lago muestran la importancia del negocio del pescado. Betsaida quiere decir Casa de pescado; Tariquea quiere decir Lugar del pescado salado, y era allí donde preparaba el pescado para exportarlo a Jerusalén y aun a 1 misma Roma. La industria del pescado salado era un negocio importante en Galilea.
Los pescadores usaban dos clases de redes, que se mencionan o se implican en los evangelios. Usaban la red que llama ban saguéné. Esta era una clase de red barredera. Se dejaba cae desde la punta de la barca, y tenía pesas que la hacían mantenerse, digamos, de pie en el agua. Entonces la barca se movía hacia adelante tirando juntamente de los cuatro extremos de la red, que era como un gran saco que se moviera por el agua encerrando a los peces. La otra clase de red, la que estaban usando aquí Pedro y Andrés, se llamaba amfíbléstron. Era mucho más pequeña; se echaba al agua hábilmente a mano, y tenía la forma como de una sombrilla.
Naturalmente, es de sumo interés estudiar a los hombres que escogió Jesús como Sus primeros seguidores.
(i) Debemos fijarnos en lo que eran. Eran personas sencillas. No procedían de las escuelas ni de los colegios; no eran eclesiásticos ni aristócratas; no eran ni eruditos ni adinerados. Eran pescadores. Es decir: eran gente corriente y moliente. Nadie creyó tanto en las personas normales y corrientes como Jesús. Una vez dijo George Bemard Shaw: «No he sentido nunca ningún interés en las clases trabajadoras, excepto el deseo de acabar con ellas y reemplazarlas por personas sensatas.» En The Patrician -El Patricio-, John Galsworthy hace decir a Miltoun, uno de sus personajes: «¡La masa! ¡Cómo me repugna! Aborrezco su mezquina estupidez, me repelen el sonido de su voz y sus gestos, ¡tan vulgares, tan insignificantes!» Una vez declaró Carlyle en un momento de mal genio que había veintisiete millones de personas en Inglaterra -¡la mayor parte, estúpidos! Jesús no tenía esa actitud. Lincoln decía: «Dios- tiene que querer mucho a las personas corrientes por eso ha hecho tantas.» Era como si Jesús dijera: «Dadme doce personas normales y corrientes, y con ella si se entregan a Mí, cambiaré el mundo.» Uno no debería pensar tanto en lo que es como en lo que Jesucristo puede hacer con él.
(ii) Debemos fijarnos en lo que estaban haciendo cuando los llamó Jesús. Estaban haciendo lo de todos los días, pescando y remendando las redes. Así había sucedido con muchos profetas. «No soy profeta ni hijo de profeta -decía Amós-, sino boyero y recogedor de higos silvestres, y el Señor me tomó de detrás del ganado, y me dijo: «Ve a profetizarle a Mi pueblo Israel»» (Am 7:14 s). La llamada de Dios le puede llegar a una persona, no solamente en la casa de Dios o en un retiro espiritual, sino en medio del trabajo diario. La persona que vive en un mundo que está lleno de Dios no puede nunca escaparse de Él.
(iii) Debemos fijarnos en cómo los llamó Jesús. La invitación de Jesús fue: «¡Seguidme!» No tenemos por qué pensar que aquel día fue el primero que Le vieron. Es muy probable que hubieran estado antes escuchándole entre la multitud; y aun que se hubieran quedado para hablar con Él cuando la multitud ya se había dispersado. Es más que probable que hubieran sentido ya la magia de Su presencia y el magnetismo de Sus ojos. Jesús no les dijo: «Tengo un sistema teológico que Me gustaría que investigarais; tengo algunas teorías que querría que pensarais; tengo un sistema de ética que querría discutir con vosotros.» Jesús dijo: «¡Seguidme!» Todo empezó con una reacción personal a Jesús; todo empezó con ese impulso del corazón que engendra una lealtad inalterable. Esto no es decir que no haya personas que lleguen al Evangelio por el camino del pensamiento; pero para la mayor parte de nosotros el seguir a Cristo es como enamorarse. Se ha dicho que «admiramos a las personas por ciertas razones; las amamos sin ninguna razón.» Simplemente sucede porque ellos son ellos y nosotros somos nosotros. «Yo -dijo Jesús-, cuando me levanten de la tierra, atraeré hacia Mí a todo el mundo» (Jn 12:32 ). Con mucho en la mayor parte de los casos uno sigue a Jesucristo, no por nada que Jesús dijera o hiciera, sino por todo lo que es Jesús.
(iv) Por último debemos notar lo que Jesús les ofreció. ofreció una tarea. No los llamó a la inactividad, sino servicio. Como ha dicho Ortega y Gasset: «Descubrir, caer la cuenta de que la vida en su última sustancia consiste e tener que ser dedicada a algo, … tomar en vilo nuestra existencia entera y entregarla a algo, dedicarla…, esa es la averiguación fundamental del cristianismo, lo que indeleblemente ha puesto en la historia, es decir, en el hombre… Díganme ustedes qué otra cosa significa la frase tan repetida en el Nuevo Testamento y como casi todo el Nuevo Testamento t paradójica: «El que pierde su vida es el que la gana.» Es decir Da tu vida, enajénala, entrégala; entonces es verdaderamente tuya, la has asegurado, ganado, salvado» (En torno a Galileo) Jesús llamó a Sus hombres, no a una cómoda tranquilidad, ni, a un letargo inactivo, sino a una tarea en la que tendrían q gastarse y consumirse y, al final, morir por Él y por sus semejantes. Los llamó a una tarea en la que habrían de ganar algo por sí mismos solamente entregándose por completo a Él y a los demás.
JESÚS EMPIEZA SU CAMPAÑA
Marcos 1:21-22
Así es que entraron en Cafarnaum; y seguidamente, á el día del sábado, Jesús entró en la sinagoga y Se puso a enseñar; y la gente estaba totalmente alucinada de Su manera de enseñar, porque les enseñaba como el Que tenía autoridad personal, y no como los maestros de la Ley.
La historia de Marcos se desarrolla en una serie de pasos lógicos y naturales. Jesús reconoció en el surgir de Juan el Bautista la llamada de Dios a la acción. Fue bautizado, y recibió el sello de la aprobación de Dios, y el equipamiento de Dios para Su tarea. Fue probado por el diablo, y escogió el método que había de usar y la manera a seguir. Escogió a Sus hombres para tener un círculo reducido de espíritus semejantes ‘para escribir Su mensaje en sus corazones. Y ahora tenía que lanzarse a la campaña sabiendo lo que hacía. Si un hombre tenía un mensaje de Dios que quería comunicar, el lugar al que se dirigiría naturalmente sería la iglesia en la que se reunía regularmente el pueblo de Dios. Eso fue precisamente lo que hizo Jesús. Empezó Su campaña en la sinagoga.
Hay algunas diferencias básicas entre la sinagoga de entonces y la iglesia de nuestros días.
(a) La sinagoga era primordialmente un institución de enseñanza. El culto de la sinagoga constaba solamente de tres cosas: oración, lectura de la Palabra de Dios, y exposición de ella. No había música, ni canto, ni sacrificios. Se podría decir que el Templo era el lugar de la adoración y de los sacrificios; la sinagoga era el lugar de la enseñanza y la instrucción. La sinagoga era con mucho más influyente, porque no había nada más que un templo, pero la Ley establecía que donde hubiera diez familias judías tenía que haber una sinagoga; y por tanto, dondequiera que había una colonia de judíos, había una sinagoga. Si uno tenía un mensaje que predicar, la sinagoga era el lugar normal para predicarlo.
(b) La sinagoga ofrecía la oportunidad para comunicar tal mensaje. La sinagoga tenía algunos responsables. Estaba el príncipe, o principal, o alto dignatario de la sinagoga, que de todas esas maneras se llama a Jairo en las diferentes revisiones de la Reina-Valera en Mr 5:22 . Era responsable de la administración de los asuntos de la sinagoga y de la organización de sus servicios. Estaban los encargados de las limosnas. Diariamente se hacía una colecta en dinero y en especie entre los que podían dar, y luego se distribuía entre los pobres. A los más pobres se les daban alimentos para catorce comidas a la semana. Estaba el jazzán. Era el que la Reina-Valera llama el ministro (Lc 4:20 ). Era responsable de sacar y guardar los rollos de las Escrituras; de la limpieza de la sinagoga; de tocar la trompeta de plata para anunciar la llegada del sábado y de la educación elemental de los niños de la comunidad. Lo que no tenía la sinagoga era un predicador o maestro realmente. Cuando se reunían para el culto, el principal podía llama a cualquier persona competente para que hiciera el sermón la exposición. No existía tal cosa como un ministerio profesional. Por eso le fue posible a Jesús empezar Su campaña en las sinagogas. Todavía no se había endurecido la oposición hasta convertirse en hostilidad. Se sabía que Jesús tenía mensaje, y por esa razón la sinagoga de cualquier comunidad pon’ a Su disposición un púlpito desde el que podía instruir y llamar a la gente.
Cuando Jesús enseñaba en la sinagoga, la totalidad de Su
método y la atmósfera de Su enseñanza eran toda una revela
ción. Él no enseñaba como los escribas, los maestros de la Ley ¿Quiénes eran estos escribas?
Para los judíos, la cosa más sagrada de este mundo era la Torá, la Ley. La esencia de la Ley se contenía en los Diez Mandamientos, pero por Ley se entendía los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, el Pentateuco. Para los judíos esta Ley era totalmente divina. Creían que se la había dado. Dios directamente a Moisés. Era absolutamente santa y totalmente vinculante. Decían: » El que diga que la Torá no es de Dios, no tiene parte en el mundo futuro.» «El que diga que Moisés escribió un solo versículo por sí mismo, niega y desprecia la Palabra de Dios.»
Si la Torá era tan divina, eso tenía dos consecuencias. La primera, tenía que ser la regla suprema de fe y de conducta; y la segunda, tenía que contener todo lo necesario para guiar y para dirigir la vida. Si así eran las cosas, la Torá exigía dos cosas. La primera: había de dársele el máximo cuidado y el estudio más meticuloso. La segunda: la Torá contiene grandes principios generales; pero si se supone que contiene directrices para toda la vida, lo qué está implícito en ella tiene que hacerse explícito. Las grandes leyes deben convertirse en reglas y normas particulares. Así se razonaba.
Para darse a este estudio y suplir este desarrollo surgió una clase de investigadores, los escribas, los maestros de la Ley. Los más grandes entre ellos recibían el título de Rabbí. Los escribas tenían tres cometidos.
(i) Extraer de los grandes principios morales de la Torá las normas y reglas para cada situación concreta de la vida. Esta era una tarea sin fin. La religión judía empezó con grandes leyes morales, y acabó con un sinnúmero de normas y reglas. Empezó siendo una religión, y acabó siendo un legalismo.
(ii) La misión de los escribas era transmitir y enseñar la Ley y su desarrollo. Las reglas y normas que se deducían y extraían de la Ley no se escribían nunca; se las conocía por el nombre de La Ley Oral. Aunque no estuvieran escritas se las consideraba aún más vinculantes que la Ley Escrita. Se enseñaban y se guardaban en la memoria de los escribas de generación en generación. Un buen estudiante tenía una memoria que era como » un pozo bien encalado que no pierde ni una gota.»
(iii) Los escribas tenían la obligación de dar el veredicto en casos individuales; porque era un hecho que cualquier caso individual tenía que plasmarse en una nueva ley.
¿Por qué era la enseñanza de Jesús tan diferente de la de los escribas? Porque Jesús enseñaba con autoridad personal. Ningún escriba daba nunca un veredicto por sí mismo. Siempre empezaba diciendo: «Hay una enseñanza de que…» Y entonces citaba todas sus autoridades. Si hacía una afirmación, la respaldaba con esta y esa y aquella citas de los grandes maestros legales del pasado. Jamás se le ocurriría emitir un juicio personal. ¡Qué diferente era Jesús! Cuando Él hablaba, no necesitaba citar ninguna autoridad fuera de Sí mismo: Hablaba con una independencia absoluta. No citaba autoridades ni mencionaba a expertos. Hablaba con la autoridad de la voz de Dios. Para los que Le escuchaban era como percibir una brisa del Cielo. La seguridad tremenda y positiva de Jesús era la antítesis de las cuidadosas citas de los escribas. La nota de autoridad personal resonaba en todas Sus palabras -y esa es la nota que capta la atención de todas las personas.
LA PRIMERA VICTORIA
SOBRE LOS PODERES DEL MAL
Marcos 1:23-28
Había en la sinagoga un hombre -al que tenía en s garras un espíritu inmundo. De pronto, se puso a grita
-¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús Nazaret? -dijo-. Has venido a destruirnos. Sé m bien Quién eres: el Santo de Dios.
Jesús le reprendió seriamente, y le dijo:
-¡Cállate, y sal de él!
EL espíritu inmundo le produjo convulsiones al hombre, y le hizo dar gritos, y finalmente salió de él. Todos los presentes estaban tan alucinados que no hacían que preguntarse unos a otros:
-¿Qué es esto? ¡Es una nueva clase de enseñanza! Le da órdenes con autoridad hasta a los espíritus inmundos, y Le obedecen.
Y la noticia de Jesús se difundió en seguida por todo los aledaños del distrito de Galilea.
Si las palabras de Jesús habían sorprendido a la gente d la sinagoga, Sus obras los dejaron alucinados. En aquella sinagoga había un hombre al que tenía dominado un espíritu inmundo. Este armó una gran confusión, y Jesús le sanó.
En los evangelios nos encontramos constantemente cono personas que tenían espíritus inmundos y que estaban poseídas por demonios o diablos. ¿Qué había detrás de todo eso?
Los judíos, y por supuesto todos los pueblos de la antigüedad, creían firmemente en los demonios y los diablos. Como dijo Harnack: «Todo el mundo y la atmósfera que lo circundaba estaban llenos de diablos; no solamente la idolatría, sino todas las fases y las formas de la vida estaban gobernadas por ellos. Se sentaban en los tronos, jugueteaban en las cunas. La Tierra era literalmente un infierno.»
El doctor A. Rendle Short cita un hecho que muestra la intensidad con que el mundo antiguo creía en los demonios. En muchos cementerios antiguos se han encontrado cráneos trepanados; es decir, en los que se había hecho un agujero. En un cementerio, seis cráneos de ciento veinte estaban trepanados. Con la técnica quirúrgica limitada de que disponían, aquella no era una operación fácil. Además, estaba claro que los habían trepanado en vida porque el hueso había crecido después de la operación. También estaba claro que el agujero del cráneo era demasiado pequeño para tener ninguna utilidad quirúrgica; y se sabe que el disco de hueso que se extraía se llevaba colgado al cuello como un amuleto. La razón para estas trepanaciones era permitir que el demonio escapara del cuerpo de la persona. Si los cirujanos primitivos estaban dispuestos a realizar tal operación, y las personas dispuestas a sufrirla, la creencia en la posesión diabólica tiene que haber sido real.
¿De dónde procedían los demonios? Se proponían tres respuestas a esa pregunta. (i) Algunos creían que eran tan antiguos como la misma creación. (ii) Algunos creían que eran los espíritus de hombres malos que ya habían muerto, y que seguían llevando a cabo su obra maligna. (iii) Los más, por lo menos entre los judíos, relacionaban a los demonios con la vieja historia de Ge 6:1-8 . (Cp. 2Pe 2:4 s).
Los judíos elaboraban la historia de la siguiente manera. Hubo dos ángeles que vinieron a la Tierra atraídos por la belleza de las mujeres mortales. Se llamaban Assael y Shemaisai. Uno de ellos volvió a Dios; el otro se quedó en la Tierra para satisfacer su concupiscencia; y los demonios son las criaturas que engendró, y sus descendientes.
El término colectivo para demonios en hebreo es mazziquim, que quiere decir los que hacen daño. Eran seres malignos entre Dios y la humanidad que trataban de hacer daño.
Los demonios, según la creencia judía, podían comer y beber y engendrar hijos. Eran aterradoramente numerosos. Según algunos, había siete millones y medio de ellos; todas las personas tenían diez mil a su mano derecha y otros diez mil a su izquierda. Vivían en lugares inmundos tales como tumbas y sitios en los que no había agua para limpiarlos. Vivían el desierto, donde se podían escuchar sus aullidos. De ahí expresión » un desierto aullante.» Eran especialmente peligrosos para los viajeros solitarios, para las mujeres que estaba de parto, para la novia y el novio, para los niños que estaba fuera de casa después de ponerse oscuro y para todos los q iban de viaje por la noche. Estaban especialmente activos e el calor del mediodía y entre la puesta y la salida del sol. Había un demonio de la ceguera, y un demonio de la lepra, y un demonio de las enfermedades de corazón. Podían pasarles a laS personas sus dones malignos. Por ejemplo, el mal de ojo, que podía dar mala suerte y en el que todos creían, se lo transmitía los demonios a ciertas personas. Realizaban su obra utilizando ciertos animales -la serpiente, el toro, el asno y el mosquitos Los demonios machos se llamaban shedim, y las hembras lilin; de Lilith. Las hembras tenían el pelo largo, y eran las enemigas de los niños. Por eso los niños necesitaban a sus ángeles de la guarda (Mt 18:10 ).
No importa que creamos o no en todo esto; no viene a cuento si es verdad o no. De lo que no cabe duda es de que los que vivían en los tiempos del Nuevo Testamento sí creían. Todavía conservamos muchas expresiones, como ¡pobre diablo!, andar el diablo suelto, darse al diablo, llevársele a uno los demonios, tener el diablo en el cuerpo, ponerse uno hecho un demonio… amplio repertorio en el D R.A E., que son reliquias de unas creencias no tan distantes. Cuando una persona creía que estaba poseída, era «consciente de sí misma y al mismo tiempo de otro ser que la obligaba y controlaba desde dentro.» Esto explica por qué los posesos de Palestina gritaban a menudo cuando se encontraban con Jesús. Sabían que el Reinado del Mesías sería el fin de los demonios; y la persona que se creía poseída hablaba como un demonio cuando se encontraba en la presencia de Jesús.
Había muchos exorcistas que pretendían poder expulsar a los demonios. Tan real era esta creencia que el año 340 d C. La iglesia Cristiana tenía de hecho una orden de exorcistas. Pero había una gran diferencia entre los exorcistas ordinarios judíos o paganos que usaban conjuros o enSalmos o fórmulas mágicas, y Jesús, Que con una sencilla palabra de autoridad personal echaba al demonio de la persona. Aquello era algo inaudito. El poder no estaba en el enSalmo, sino en Jesús mismo, y la gente se quedaba alucinada.
¿Qué podemos decir de todo esto? Paul Tournier dice en su Libro de casos de un médico: «No cabe duda de que hay muchos médicos que en su lucha contra la enfermedad han tenido, como yo mismo, la impresión de que estaban enfrentándose con un enemigo listo e ingenioso.» El doctor Rendle Short sugiere la conclusión de que «las cosas que suceden en este mundo, de hecho, y sus desastres morales, sus guerras y maldad, sus catástrofes físicas y sus enfermedades, pueden ser parte de una gran guerra entre fuerzas tales como las que vemos en el Libro de Job, la malicia del diablo por una parte, y los límites impuestos por Dios por la otra.»
Este es un tema en el que podemos caer en el dogmatismo. Podemos adoptar tres posiciones diferentes. (i) Podemos relegar todo el asunto de la posesión diabólica a la esfera de la mentalidad primitiva, y decir que era la manera de explicar los fenómenos en un tiempo cuando. no se sabía gran cosa acerca de los cuerpos y de las mentes. (ii) Podemos aceptar la posesión diabólica como un hecho de nuestro tiempo como en los tiempos del Nuevo Testamento. (iii) Si adoptamos la primera posición tenemos que explicar la actitud y las acciones de Jesús. O bien Él no sabía más acerca de este asunto que la gente de Su tiempo -lo cual podemos aceptar fácilmente, porque Jesús no era ningún hombre de ciencia ni vino para enseñarnos cosas de la ciencia; o Él sabía perfectamente bien que no podía curar a una persona que tuviera estos problemas a menos que asumiera lo que el paciente consideraba la causa de su enfermedad. Esa era la realidad para la persona, y tenía que ser tratada como tal, o no se curaría nunca. Hay cuestiones cuya razón desconocemos.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
TÍTULO: Sugerimos que ambas secciones pueden ser comprendidas bajo el título: «Jesús comienza su ministerio y llama a sus primeros discípulos». NVI reconoce la unidad de ambas secciones bajo el título «Llamamiento de los primeros discípulos».
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El texto dice que Jesús iba andando junto al Mar de Galilea. Este mar es realmente un lago, y así lo traducen TLA, BL y DHH, entre otras versiones. El caminar de Jesús tiene un propósito. Es allí donde vio a Simón y a su hermano Andrés. Las dos construcciones, el participio andando y el verbo vio, expresan acciones simultáneas en cuanto a tiempo (Bratcher y Nida, 39). Los dos hermanos echaban la red en el mar. Esta red era circular y con ella acarreaban los peces hacia la orilla. El hecho de ser pescadores los colocaba en una posición económica de relativa solvencia. El negocio de la pescadería era muy próspero, pues había muchos peces en el lago y la demanda era grande.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Jua 1:40-41.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— lago de Galilea: Lit. mar de Galilea. Ver nota a Mat 4:18.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
t 20 Mat 10:2
u 21 Mat 4:18; Luc 5:4
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
mar de Galilea. Véase coment. en Mt 4:18.
Fuente: La Biblia de las Américas
16 super (1) Véase la nota 18 super (1) de Mt 4.
16 super (2) Véase la nota 18 super (2) de Mt 4.
16 super (3) Se refiere a una red en forma de arco.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
echando una red… Lit. echando alrededor; jábega… gr. amfibállo. Puede referirse a una jábega o a una atarraya → Mat 4:18.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit. echando alrededor.
1.16 gr. amphíblestron. Red de considerable valor, de más de cien brazas de largo, compuesta de un copo y dos bandas g Mat 4:18.