Comentario de Marcos 12:28 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Se le acercó uno de los escribas al oírles discutir; y dándose cuenta de que Jesús había respondido bien, le preguntó: —¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

12:28

— Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar — Mateo (22:34,35) da más detalles; este escriba no actúa unilateralmente.

— y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? — Se pregunta sobre la cuestión, no de orden (no del primero del Decálogo), sino de importancia de mandamientos. Véase ver. 31, “no hay otro mandamiento mayor”. Viendo que Jesús había respondido bien a los saduceos, este escriba (o “intérprete de la ley”, Mat 22:35) pone a Jesús de prueba (“preguntó por tentarle”, Mat 22:35, en el sentido de probar) con esta pregunta que buscaba solución entre los líderes judíos. Por el versículo 34 vemos que es hombre de sinceridad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

uno de los escribas. Mat 22:34-40.

¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Mat 5:19; Mat 19:18; Mat 23:23; Luc 11:42.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La siguiente prueba vino casi inmediatamente. Como el cordero de la Pascua, Jesús fue examinado por varios días para ver si tenía alguna imperfección (Éxo 12:5, Éxo 12:6).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

escribas. Vea la nota sobre Mar 1:22. ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Los rabinos habían determinado que existían seiscientos trece mandamientos en el Pentateuco, uno por cada letra de los Diez Mandamientos principales. De los seiscientos trece mandamientos, doscientos cuarenta y ocho eran vistos como afirmativos y trescientos sesenta y cinco como negativos. Todos ellos estaban divididos en dos categorías, una mayor y una menor, en donde los mandamientos pertenecientes a la categoría mayor eran más obligatorios que los de la categoría menor. Los escribas y rabinos, sin embargo, no habían llegado a un acuerdo en cuanto a establecer cuáles eran mayores y cuáles eran menores. Esta visión de la ley hizo pensar a los fariseos que Jesús había desarrollado su propia teoría al respecto. De esta forma, los fariseos hicieron esta pregunta a Jesús con la intención de que se incriminara a sí mismo revelando alguna posición poco ortodoxa y unilateral.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

12:28 — Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar — Mateo (22:34,35) da más detalles; este escriba no actúa unilateralmente.
— y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? — Se pregunta sobre la cuestión, no de orden (no del primero del Decálogo), sino de importancia de mandamientos. Véase ver. 31, “no hay otro mandamiento mayor”. Viendo que Jesús había respondido bien a los saduceos, este escriba (o “intérprete de la ley”, Mat 22:35) pone a Jesús de prueba (“preguntó por tentarle”, Mat 22:35, en el sentido de probar) con esta pregunta que buscaba solución entre los líderes judíos. Por el versículo 34 vemos que es hombre de sinceridad.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO

Marcos 12:28-34

Uno de los maestros de la Ley, que había estado escuchando la discusión, y que se dio cuenta de que Jesús les había contestado bien, se Le acercó y Le preguntó:

-¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
Jesús le contestó:

-«No hay nada más que un Señor, y es el Señor tu Dios; y debes amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.» Y este es el segundo: » Debes amar a tu prójimo como a ti mismo.» No hay ningún mandamiento que sea más importante que estos.

El maestro de la Ley Le dijo entonces a Jesús:

Maestro, no hay duda que has contestado muy bien, porque Dios no hay más que Uno, y no hay nadie que se Le pueda comparar, y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como uno se ama a sí mismo es mejor que todos los holocaustos y sacrificios.
Entonces Jesús, viendo que Le había contestado sabiamente, le dijo:

-Tú no estás lejos del Reino de Dios.

Y a partir de entonces, nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

A los maestros de la Ley no se les había perdido nada con los saduceos. La profesión de los escribas consistía en interpretar la Ley en todas sus muchas reglas y normas. A lo que se dedicaban los escribas era a conocer y aplicar la ley oral; mientras que, como ya hemos visto, los saduceos no aceptaban la ley oral en absoluto. El maestro de la Ley se alegraría sin duda de que los saduceos se retiraran con el rabo entre las piernas.
Este escriba vino a Jesús con una pregunta que se debatía a menudo en las escuelas rabínicas. En el judaísmo había una especie de doble tendencia. Estaba la tendencia a extender la Ley ilimitadamente en cientos y miles de reglas y normas; pero también existía la tendencia a tratar de reunir la Ley en una sola frase, una afirmación general que fuera el compendio de todo su mensaje. A Hillel le preguntó una vez un prosélito que le instruyera en toda la Ley mientras él se mantenía sobre un pie. La respuesta de Hillel fue: «Lo que aborreces para ti mismo, no se lo hagas a tu prójimo; esto es toda la Ley, y el resto no es más que comentario. Ve, y aprende.» Aquiba dijo después que Cristo: «Ama a tu prójimo como a- ti mismo»: este es el principio de la Ley más grande y más general.» Simón el Justo también dijo: «El mundo se sostiene sobre tres cosas: la Ley, el culto y las obras de amor.»
Shammay enseñó que Moisés había recibido 613 preceptos en el monte Sinaí, 365 según los días del año solar, más 248, según las generaciones de la humanidad. David redujo los 613 a 11 en Salmo 15:

Señor, ¿quién habitará en Tu tabernáculo?, ¿quién morará en Tu monte santo?

1.- El que anda en integridad
2.- y hace justicia;
3.- el que habla verdad en su corazón;
4.- el que no calumnia con su lengua
5.- ni hace mal a su prójimo
6.- ni admite reproche alguno contra su vecino;
7.- aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
8.- pero honra a los que temen al Señor;
9.- el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
10.- quien su dinero no dio a usura
11.- ni contra el inocente admitió soborno.

Isaías los redujo a 6 (Isa 33:15 ):

1.- El que camina en justicia
2.- y habla lo recto,
3.- el que aborrece la ganancia de violencias,
4.- el que sacude sus manos para no recibir soborno,
5.- el que se tapa los oídos para no oír propuestas sanguinarias,
6.- el que cierra los ojos para no ver nada malo, este será el que habite en las alturas…

Miqueas redujo los 6 a 3 (Mi 6:8 ):

Hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide el Señor de ti:

1.- Obrar con integridad,
2.- amar la misericordia
3.- y conducirte humildemente con tu Dios.

Y otra vez Isaías redujo los 3 a 2 (Isa 56:1 ):

1.- Guardad el derecho
2.- y poned por obra la justicia.

Y finalmente Amós los redujo todos a uno (Am 5:4 ):

Buscadme y viviréis.

Aquí se puede ver que el ingenio rabínico trataba de concentrar tanto como de extender la Ley. Había realmente dos escuelas de pensamiento. Algunos creían que había temas más ligeros y más graves en la Ley; que había grandes principios que era de suprema importancia captar. Como Agustín diría unos siglos después: «Ama a Dios, y haz lo que quieras.» Pero había otros que estaban totalmente en contra de esto, y que sostenían que todos los principios pequeños eran tan vinculantes como los grandes, y que tratar de distinguir entre sus relativas importancias era sumamente peligroso. El escriba que Le hizo a Jesús esta pregunta estaba interesado en algo que constituía un tema candente del pensamiento judío.
La respuesta de Jesús tomó dos grandes mandamientos, y los aunó.
(i) «Oye, Israel: no hay más Señor que el Señor nuestro Dios.» Esa sencilla frase es realmente el credo del judaísmo (Dt 6:4 ). Se usaba de tres maneras. Se la llama la Shemá. Shemá es el imperativo del verbo hebreo shama’, oír, y se llama así porque esa es la primera palabra de la frase, y en español Oye Israel.

(a) Era y es la frase inicial del culto de la sinagoga antiguamente y ahora. La shemá entera está tomada de Dt 6:4-9 ; Dt 11:13-21 ; Nm 15:37-41 . Es la confesión de que no hay más que un Dios, el fundamento del monoteísmo judío.

(b) Los tres pasajes de la shemá se escribían en las filacterias (Mt 23:5 ), que eran tiras de piel que los devotos judíos se ponían en la frente y en la muñeca cuando hacían oración. Cuando oraban, les recordaba su credo. La razón para usar las f lacterias se encontraba en Dt 6:8 .

(c) La shemá se guardaba en una cajita cilíndrica llamada mezuzá, que se fijaba, y se sigue fijando, a la puerta de todas las casas judías y de todas las habitaciones para recordarles a los judíos a Dios en sus entradas y salidas.

Cuando Jesús citó esta frase como el primer mandamiento, cualquier judío devoto habría estado de acuerdo con Él.

(ii) «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Es una cita de Lv 19:18 . Jesús hizo una cosa insólita con ella. En su contexto original se refiere al correligionario judío. No se pretendía que incluyera a los gentiles, a los que estaba permitido odiar. Pero Jesús citó este mandamiento sin restricciones ni fronteras. Tomó una ley antigua, y la colmó con un nuevo significado.

La cosa nueva que hizo Jesús fue aunar estos dos mandamientos. Ningún rabino lo había hecho nunca. Sólo hubo un intento de relacionarlos anteriormente. Alrededor del año 100 a C. se compuso una serie de tratados Los Testamentos de los Doce Patriarcas, en los que el autor anónimo puso en las bocas de los patriarcas algunas enseñanzas muy preciosas.

En El Testamento de Isacar 5:2 leemos:

Ama al Señor y ama a tu prójimo, ten compasión de los pobres y de los débiles.

Y en el mismo testamento, 7:6, leemos:

Yo amaba al Señor, e igualmente a todos mis semejantes de todo corazón.

Y en El Testamento de Dn 5:3 leemos:

Amad al Señor durante toda vuestra vida, y unos a otros con corazón sincero.

Pero ninguno, hasta Jesús, puso los dos mandamientos juntos y los aunó. La religión para Él era amar a Dios y amar a los hombres. Él habría dicho que la única manera de probar que se ama a Dios es amando a los hombres.

El escriba aceptó esto de buena gana, y añadió que tal amor era mejor que todos los sacrificios. En eso estaba en armonía con el pensamiento más elevado de su pueblo. Hacía mucho, mucho tiempo, Samuel había dicho: «¿Es que se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en que se obedezcan las palabras del Señor? Mejor es obedecerle que ofrecer sacrificios, y prestarle atención, que el sebo de los carneros» (1S 15:22 ). Y Oseas Le oyó decir a Dios: «Lo que Yo quiero es fidelidad, y no sacrificios» (Os 6:6 ).

Pero es siempre más fácil dejar que el ritual ocupe el lugar del amor. Siempre es más fácil dejar que el culto se convierta en un asunto de la iglesia en lugar de algo de toda la vida. El sacerdote y el levita podían pasar de largo al viajero herido porque estaban ansiosos por cumplir con el ritual del templo. Este escriba se había remontado por encima de sus contemporáneos, y por eso se encontró de acuerdo con Jesús.
Tiene que haber habido una mirada de amor en. los ojos de Jesús, y también una mirada de invitación cuando le dijo al escriba: «Hasta aquí has llegado tú. ¿No quieres seguir adelante, y aceptar Mi manera de ver las cosas? Entonces llegarías a ser un verdadero ciudadano del Reino de Dios.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

El mandamiento más importante (Mar 12:28-34)

Análisis de discurso

Tenemos aquí una conversación entre un escriba y Jesús que parece tener un tono más amigable. La pregunta del escriba se relaciona con una práctica común entre los estudiosos de la ley de intentar resumir los seiscientos trece mandamientos que la componían en uno o dos principios fundamentales que pudieran ser utilizados luego como clave hermenéutica para descifrar todo lo demás. Hillel, por ejemplo, un famoso maestro de la ley que vivió entre los años 40 a.C y 10 d.C, resumió la ley en el principio que decía: “Lo que odias, no se lo hagas a tu prójimo”. Jesús aquí hace algo parecido. Dice que toda la ley se resume en dos mandamientos que van juntos, tan juntos que los dos constituyen uno solo: ama a Dios y ama a tu prójimo.

En términos de la retórica del discurso, tenemos una pregunta inicial del escriba que es seguida por la respuesta de Jesús. El escriba está de acuerdo con Jesús y repite lo que Jesús le ha dicho, pero le agrega la interpretación profética que se encuentra en Ose 6:6. Jesús, finalmente, reconoce que el escriba ha respondido bien y le asegura que no está lejos del reino de Dios. La sección se cierra con la afirmación de que ya nadie se atrevía a preguntarle más nada.

TÍTULO: Casi todas las versiones consultadas coinciden en darle a esta sección el título de «El mandamiento más importante» (DHH, BL, NVI). El gran mandamiento es también un título apropiado.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Acercándose uno de los escribas: La oración que comienza así es compleja, pues tiene seis verbos con tres diferentes sujetos (Bratcher y Nida, 381). Se torna necesario entonces explicar claramente quién hace o dice qué. Una forma de traducirla, siguiendo de cerca el texto griego, podría ser: “Al ver que Jesús les había respondido bien, uno de los escribas que había escuchado la discusión se acercó a él y le preguntó” También se puede dividir la oración en dos, como hacen TLA y otras versiones.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

El más grande mandamiento (ver Mat. 22:34-40; Luc. 10:25-28). Este maestro de la ley llegó con lo que era una pregunta legítima, a juzgar por la respuesta que dio Jesús. En un sentido, la contestación que le dio no contenía nada nuevo; salía de las Escrituras que eran bien conocidas por aquel maestro. Jesús colocó el amor a Dios en la médula de la ley; el amor a nuestro prójimo surgiría naturalmente como una consecuencia. Si tratamos de colocar el amor al prójimo en primer lugar, o peor aun, olvidar el amor a Dios del todo, haremos naufragar nuestra vida, y dejaremos de amar al prójimo como debiéramos. Por otro lado, si decimos que amamos a Dios y no amamos al prójimo, somos unos hipócritas (1 Jn. 4:20).

Aunque aquel maestro estuvo de acuerdo en que todo eso era cierto y, por lo tanto, estaba muy cerca del reino de Dios, todavía no pertenecía a él ya que no había reconocido a Jesús como rey. ¿Lo haría al fin?

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

l 597 Mat 22:35

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

escribas. Véase coment. en Mt 2:4.

¿Cuál…es el más importante de todos? Véase coment. en Mt 22:36.

Escucha, Israel…el Señor uno es. Esta cita de Dt 6:4 es conocida generalmente por los judíos como el Shema (i.e., oye) por la primera palabra del vers. en hebreo en que se afirma que hay un solo Dios (v. Is 45:21, 22; 1 Ti 2:5).

Fuente: La Biblia de las Américas

28 (1) En Mat_22:35 éste es llamado intérprete de la ley. Escriba es un término más amplio que incluye a éstos, quienes eran juristas mosaicos, intérpretes de la ley.

28 (2) Véase la nota 6 (1) del cap.2.

28 (3) El conocimiento muerto de las Escrituras hace que la gente dispute con el Señor ¡Qué terrible es esto!

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Estos versículos contienen una conversación entre nuestro Señor Jesucristo y » uno de los escribas.» Por tercera vez en un mismo día vemos á nuestro Señor puesto á prueba con una cuestión difícil. Habiendo reducido al silencio á los fariseos y saduceos, le piden que decida un punto en que había mucha divergencia de opiniones entre los judíos: » ¿Cuál es entre los mandamientos el primero de todos?» Razón tenemos de agradecer á Dios que tantas cuestiones difíciles fuesen propuestas á nuestro Señor ; pues sin esa circunstancia quizás nunca se hubieran dicho las palabras llenas de alta sabiduría que sus tres respuestas contienen. En este caso, y en otros muchos, vemos como Dios hace salir el bien del mal. Puede hacer que los asaltos más maliciosos de sus enemigos produzcan el bien de su iglesia, y redunden en Su alabanza. Puede hacer que la enemistad de los fariseos y saduceos se convierta en instrucción de Su pueblo. Que poco se imaginaban los tres que en este capítulo vemos preguntarle el gran beneficio que sus arteras cuestiones iban á conferir á toda la Cristiandad. «Del comedor sale la carne.» Jueces 14.16.
Observemos, en estos versículos, que elevada es la regla que Jesucristo propone de los deberes respecto á Dios y á los hombres.
La cuestión que le propuso el escriba era muy alta. ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? La respuesta que recibió fue muy distinta de la que probablemente se esperaba. De todas maneras, se equivocó completamente si creyó que nuestro Señor iba á recomendarle la práctica de algunas formas externas o ceremonias. Oyó estas palabras solemnes: » Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas; este es el primer mandamiento. Y el segundo es semejante á este, amarás á tu prójimo como á ti mismo..
¡Que impresión produce la manera con que el Señor pinta el entendimiento con que debemos mirar á Dios y á nuestro prójimo No solamente debemos obedecer al uno, y abstenernos de dañar a! otro; en ambos casos debemos dar algo más; tenemos que dar amor, el más fuerte de todos los afectos, y el más comprensivo. Esta regla lo incluye todo; hace innecesarios los detalles. Nada puede faltar intencionalmente donde hay amor.
¡Qué expresivo es también nuestro Señor cuando nos describe la medida con que debemos amar á Dios y á nuestro prójimo! Debemos amar á Dios más que á nosotros mismos, y con todo el poder de las facultades más íntimas de nuestro ser; nunca podremos amarlo bastante ni demasiado bien. Debemos amar á nuestros prójimos como á nosotros mismos y hacerles bajo todos respectos lo que quisiéramos que nos hiciesen á nosotros. Clara y obvia es la profunda sabiduría de la distinción que establece. Podríamos fácilmente errar en nuestros afectos hacia los demás, ya por tenerlos exageradamente en mucho ó en poco; por eso la regla es amarlos como á nosotros mismos, ni más ni menos. No podemos errar por exceso en nuestro amor á Dios. Es digno de todo lo que seamos capaces de tributarle, así es que debemos amarlo con todo nuestro corazón.
Tengamos continuamente presentes estas dos reglas tan ensalzadas, y usémoslas diariamente durante el viaje de la vida. Considerémoslas como un compendio de lo que debemos practicar tanto en lo que concierne á nuestras relaciones con Dios, como con los hombres. Juzguemos por ellas todas las dificultades que puedan asaltar nuestra conciencia, respecto á lo que es bueno y á lo que es malo. Feliz el hombre que se empeñe en amoldar su vida siguiendo siempre estas reglas.
Esta breve exposición nos enseña cual es el verdadero tipo de deber, y en que gran necesidad estamos todos por naturaleza de la expiación y mediación de nuestro Señor Jesucristo. ¿En donde están los hombres que puedan asegurar con verdad, que han amado de una manera perfecta á Dios y al hombre? ¿Donde hallar en la tierra una persona que no se confiese «criminal» al ser juzgado por esa ley? No es de admirarse que la Escritura diga: » No hay nadie justo, no, ni uno solo.» «Por las obras de la ley ninguna carne se justificará.» Rom. 3 2Sa 10:20. Una ignorancia grosera de las exigencias de la ley de Dios es tan solo lo que nos hace no darte el alto valor que tiene el Evangelio. Aquel que tiene la percepción más clara de la ley moral, será siempre el que tenga el juicio más elevado del valor de la sangre expiatoria del Cristo.
Observemos, además, en estos versículos, cuan adelantado puede un hombre estar en religión, y no ser, a pesar de eso, verdadero discípulo de Cristo. El escriba, en el pasaje que comentamos, era evidentemente un hombre de más saber que la mayor parte de los de su clase. Veía cosas que muchos escribas y fariseos nunca vieron; prueba evidente son sus mismas palabras. «Hay un Dios; y no hay otro más que El; y amarlo de todo corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, vale más que holocaustos y sacrificios.» Estas palabras son muy notables, y tanto más si recordamos quien las dijo y en que época vivía; no nos maravilla, pues, leer después lo que nuestro Señor le dijo, «Tú no estás lejos del reino de Dios..
Pero no debemos cerrar los ojos al hecho, que en ningún lugar se nos dice que este hombre se hiciera discípulo de nuestro Señor; sobre este particular hay silencio profundo. Los pasajes paralelos en S. Mateo no arrojan ninguna luz sobre este caso, y nada nos dicen de él las otras partes del Nuevo Testamento.
Tenemos que deducir la desagradable conclusión, que, como el joven rico no pudo decidirse á abandonarlo todo y seguir á Cristo; ó que, como algunos de los príncipes que se mencionan en otro lugar, » amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.» Juan 12.43. Por fin, aunque «no lejos del reino de Dios » probablemente nunca entró en él, y fuera de él murió.
Desgraciadamente, casos como el del escriba son harto comunes. Centenares de personas hay, que como él, ven mucho y .saben mucho de las verdades religiosas, y viven, sin embargo, y mueren indecisos. Pocas cosas hay que pasen tan desapercibidas como la altura á que pueden llegar muchas personas en sus progresos religiosos, y no obstante no convertirse nunca, ni nunca salvarse. Fijémonos bien en el caso de este hombre, y tengamos cuidado.
Guardémonos de fundar nuestra esperanza de salvación en conocimientos meramente intelectuales. Vivimos en una época en que se corre un gran peligro de hacerlo así. Al recibir educación los niños aprenden de la religión muchas cosas que sus padres ignoraban completamente. Pero la educación no hace solo á un hombre cristiano á los ojos de Dios. No debemos solamente conocer las principales doctrinas del Evangelio con nuestra inteligencia, sino recibirlas en nuestros corazones, y ser guiado por ellas en nuestras vidas. No descansemos hasta no haber entrado en el reino de Dios, hasta no habernos arrepentido de corazón, hasta que creamos fuertemente, hasta que no seamos nuevas criaturas en Cristo Jesús. Si nos quedamos satisfechos con «no estar lejos del reino» nos encontraremos al fin excluidos de él para siempre.

Fuente: Los Evangelios Explicados

preguntó…Luc 10:25-28.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R740 Parece que ποῖος ha perdido aquí su fuerza cualitativa: ¿Cuál mandamiento? (comp. Mar 11:28; el pronombre equivale a τίς).

R1042 El genitivo que sigue a ἄκουσας parece que se usa con la idea de que lo que se oyó también se entendió (él los oyó que debatían juntos -TGr87).

M113 Quizá en las dos ocasiones en que aparece πρώτη … πρώτη (en los vv. 28 y sigs.) se prescinde del artículo a causa de la suficiente fuerza determinativa de lo que sigue.

T31 Note el adjetivo masculino πάντων con el superlativo πρώτη (la razón por la cual el femenino πασῶν no se encuentra con el sustantivo femenino ἐντολή es que se refiere a la idea general que se expresa con πάντων [todos] -R410).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, el primero

Fuente: La Biblia de las Américas

g Luc 10:25-28.

Fuente: La Biblia Textual III Edición