Comentario de Marcos 13:14 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero cuando veáis que la abominación desoladora se ha establecido donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.

13:14

— Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel — Véase Dan 9:27. Daniel profetizó la destrucción de la nación judaica enseguida de la obra redentora del Mesías al morir en la cruz. (Consúltese mi obra, NOTAS SOBRE Daniel, 9:26,27). Lucas (21:20) identifica esta “abominación desoladora” como el ejército que destruyó a Jerusalén. Ese ejército fue el romano.

La frase “de que habló el profeta Daniel”, por no hallarse en los manuscritos más antiguos, no aparece en las buenas versiones como ASV, BLA, VNC, y otras. Parece que algún copista lo agregó, basándose en Mat 24:15.

Aquí Jesús aplica a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. la frase, “abominación desoladora”, que aparece en Dan 11:31 y 12:11, dos pasajes que tratan de la profanación que obró Antíoco Epífanes en el templo y de la muerte que sufrieron aquellos que no obedecieron los edictos de él dirigidos a los judíos. Este evento sucedió en el año 168 a. C.

— puesta donde no debe estar — Mateo “(24:15) informa, diciendo, “en el lugar santo”. Los romanos, siendo gentiles, al entrar en el templo mismo cometieron una abominación.

— (el que lee, entienda) — Por Mateo (24:15) sabemos que Jesús mencionó el libro de Daniel en conexión con “la abominación desoladora”. Esta frase en paréntesis es una exhortación de Jesús de leer con cuidado lo que está escrito en el libro de Daniel sobre el particular.

— entonces los que estén en Judea huyan a los montes — Jesús está hablando a los de su generación (ver. 30) y de eventos locales. (En el fin del mundo no habrá ni tiempo ni lugar para huir a montes). Por haber presencia de romanos y otros en los montes contiguos con Jerusalén, y según comentarios de historiadores de aquel tiempo, los montes referidos serían más bien los de Pella, al otro lado del río Jordán. Este mandamiento del Señor dio esperanza de escape a los judíos cristianos, confiados en sus palabras.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

la abominación desoladora. Dan 8:13; Dan 9:27; Dan 12:11; Mat 24:15; Luc 21:20-22.

puesta donde no debe estar. Lam 1:10; Eze 44:9.

el que lee, entienda. Mat 13:51; Hch 8:30, Hch 8:31; 1Co 14:7, 1Co 14:8, 1Co 14:20; Apo 1:3; Apo 13:18.

entonces los que estén en Judea huyan a los montes. Luc 21:21-24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Estos versículos responden la segunda pregunta hecha por los discípulos en el versículo Mar 13:4 sobre: «¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?»

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La señal para el remanente judío en el fin del siglo será la «abominación desoladora». Daniel advertía de esto en el Dan 11:31 y Dan 12:11 (cf. con Dan 9:27).

puesta donde no debe estar es una referencia a la presencia del anticristo en el Templo judío reconstruido del período de tribulación. Allí, a mitad del período de la tribulación, Él se declarará a sí mismo como Dios y exigirá la adoración de toda la humanidad (2Ts 2:3, 2Ts 2:4).

el que lee, entienda apunta al público de Marcos a los orígenes hebreos de esta enseñanza que Jesús dio, esto es, el Libro de Daniel. La orden de huir a los montes se debe a que el supuesto protector de los judíos, el príncipe romano de Dan 9:26, Dan 9:27, ahora muestra sus verdaderas intenciones y comienza a perseguir a los judíos de Israel.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LA ABOMINACIÓN DESOLADORA. Esa abominación es aquello que denigra o contamina lo que es santo (véase Dan 9:25-27).

(1) La declaración de Cristo pudiera referirse proféticamente tanto a la invasión romana de Jerusalén cuando fue destruido el templo (70 d.C), como a la presencia de la imagen del anticristo en Jerusalén precisamente antes de que Cristo vuelva a juzgar a los malvados (véanse 2Ts 2:2-3; Apo 13:14-15; Apo 19:11-21).

(2) Se le llama algunas veces «prefiguración profética», un término empleado cuando dos o más acontecimientos se observan como si fueran uno solo. Ejemplos serían la asociación de la primera venida de Cristo para predicar el evangelio con su segunda venida para traer juicio en Isa 11:1-4; Isa 61:1-2 y Zac 9:9-10 (véanse las notas de esos pasajes; véase Mat 24:44, nota). Asimismo, el derramamiento pentecostal del Espíritu y el día del Señor, día grande y terrible, se asocian y mencionan como un solo acontecimiento en Joe 2:28-31. Cristo describe aquí la destrucción de Jerusalén como un tipo de la gran tribulación que ocurre al final de los siglos (véase el ARTÍCULO LA GRAN TRIBULACIÓN, P. 1328. [Mat 24:21]).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

la abominación desoladora. Esto se refiere primero a la profanación del templo por Antioco Epífanes, rey de Siria, en el segundo siglo d.C., cuando este sacrificó un cerdo en el altar del templo. Este suceso fue, en carácter, similar al que Jesús se refiere aquí; es decir, la última profanación del anticristo, cuando este levante una imagen de sí mismo y la coloque en el templo durante la tribulación (vea las notas sobre Dan 9:27 ; Dan 11:31; Mat 24:15; 2Ts 2:4). puesta donde no debe estar. Mat 24:15 indica el lugar como el del Lugar santísimo. En la única ocasión en que esta frase de Mateo aparece nuevamente en el NT, se refiere claramente al templo (Hch 21:8). Esto implica específicamente que el templo será reconstruido en el futuro y que el sistema de sacrificio diario será reinstalado. «Puesta» indica que la abominación desoladora será continua, de hecho, durará por tres años y medio (Dan 12:11; cp. Apo 12:6). (el que lee, entienda). Esto indica que Jesús no estaba dirigiendo esta advertencia exclusivamente a los discípulos o a otras personas de su tiempo, quienes no llegarían a experimentar estos acontecimientos, sino a todos los creyentes de todos los tiempos. Todos aquellos que lean estas verdades estarán preparados y «entenderán» las pruebas que están soportando. huyan a los montes. La palabra griega para «huir» tiene relación con la palabra en castellano «fugitivo», una persona que corre para escapar del peligro. Jesús aconseja a todos los que viven en Judea que huyan del holocausto refugiándose en las montañas (vea la nota sobre Mat 24:16).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

13:14 — Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel — Véase Dan 9:27. Daniel profetizó la destrucción de la nación judaica enseguida de la obra redentora del Mesías al morir en la cruz. (Consúltese mi obra, NOTAS SOBRE Daniel, 9:26,27). Lucas (21:20) identifica esta “abominación desoladora” como el ejército que destruyó a Jerusalén. Ese ejército fue el romano.
La frase “de que habló el profeta Daniel”, por no hallarse en los manuscritos más antiguos, no aparece en las buenas versiones como ASV, BLA, VNC, y otras. Parece que algún copista lo agregó, basándose en Mat 24:15.
Aquí Jesús aplica a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. la frase, “abominación desoladora”, que aparece en Dan 11:31 y 12:11, dos pasajes que tratan de la profanación que obró Antíoco Epífanes en el templo y de la muerte que sufrieron aquellos que no obedecieron los edictos de él dirigidos a los judíos. Este evento sucedió en el año 168 a. C.
— puesta donde no debe estar — Mateo “(24:15) informa, diciendo, “en el lugar santo”. Los romanos, siendo gentiles, al entrar en el templo mismo cometieron una abominación.
— (el que lee, entienda) – Por Mateo (24:15) sabemos que Jesús mencionó el libro de Daniel en conexión con “la abominación desoladora”. Esta frase en paréntesis es una exhortación de Jesús de leer con cuidado lo que está escrito en el libro de Daniel sobre el particular.
— entonces los que estén en Judea huyan a los montes — Jesús está hablando a los de su generación (ver. 30) y de eventos locales. (En el fin del mundo no habrá ni tiempo ni lugar para huir a montes). Por haber presencia de romanos y otros en los montes contiguos con Jerusalén, y según comentarios de historiadores de aquel tiempo, los montes referidos serían más bien los de Pella, al otro lado del río Jordán. Este mandamiento del Señor dio esperanza de escape a los judíos cristianos, confiados en sus palabras.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA AGONÍA DE LA CIUDAD SANTA

Marcos 13:14-20

-Cuando veáis que la abominación de desolación se encuentra donde no debiera (que el que lea entienda), entonces, los que estén en Judasa, que huyan a las montañas, que el que esté en la terraza no baje ni entre a recoger nada de su casa,. y que el que esté trabajando en el campo no vuelva a recoger su túnica. ¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando a sus bebés aquellos días! Pedidle a Dios que no suceda en tiempo de tormenta. Esos días serán de tal tribulación como no ha habido desde el principio del mundo que Dios creó hasta ahora, ni tampoco desde ahora. Si no fuera porque el Señor hubiera acortado los días, ningún ser viviente podría sobrevivir; pero, por causa de los escogidos que El ha elegido, Él acortó los días.

Jesús profetiza algo del horror extremado del asedio y la caída final de Jerusalén. Advierte que, cuando se descubran las primeras señales, deberán huir sin entretenerse ni siquiera para recoger su ropa o tratar de poner a salvo sus bienes. De hecho la gente hizo exactamente lo contrario: se apelotonaron en Jerusalén, y la muerte llegó de maneras que son casi demasiado terribles de imaginar. La frase la abominación de desolación tiene su origen en Dn 9:27 ; Dn 11:31 ; Dn 12:11 . Esta expresión hebrea quiere decir literalmente la profanación que horroriza. El origen de la frase estaba en relación con Antíoco. Ya hemos visto que trató de erradicar la religión judía e introducir la manera de vivir de los griegos. Profanó el Templo ofreciendo carne de cerdo en el gran altar e instalando burdeles públicos en los santos atrios. Justamente delante del mismo lugar santo puso una gran imagen del Zeus olímpico, y mandó a los judíos que la adoraran. En relación con aquello, el autor del 1 Libro de los Macabeos dice (1:54): » Ahora bien, el día 15 del mes de Kislev del año 145 instalaron la abominación de desolación sobre el altar y edificaron altares a los ídolos en todas las ciudades de Judá por todas partes.» La frase da abominación de desolación, la profanación que horroriza, describía originalmente la imagen pagana y todo lo que la acompañaba con lo que Antíoco profanó el Templo. Jesús profetizó que la misma clase de cosa iba a suceder otra vez. Estuvo muy cerca de ser así el año 40 d C., cuando Calígula era el emperador romano. Era epiléptico y loco; pero se empeñó en que se le tratara como un dios. Se enteró de que el culto del Templo de Jerusalén no tenía ninguna imagen, y se propuso instalar su propia estatua en el lugar santo. Sus consejeros le suplicaron que no lo hiciera, porque sabían que, si lo hacía, se produciría una sangrienta guerra civil. Calígula estaba empecinado; pero afortunadamente murió el año 41 d C. antes de poder llevar a cabo su plan de profanación.

¿Qué quiere decir Jesús cuando habla de la abominación de desolación? La gente esperaba, no solamente al Mesías, sino también el surgimiento de un poder que sería la mismísima encarnación del mal, y que reuniría en sí todo lo que era contrario a Dios. Pablo lo llamaba el hombre de pecado, el hijo de perdición, el misterio de iniquidad, aquel impío (2 Tesalonicenses 23ss). Juan, en Apocalipsis 17, identificaba ese poder con Roma. Jesús está diciendo: «Algún día, muy pronto, veréis la misma encarnación del poder del mal surgir en un intento deliberado de destruir al pueblo y el lugar santo de Dios.» Tomó la antigua frase, y la usó para describir las cosas terribles que se aproximaban.

Fue el año 70 d C. cuando Jerusalén sucumbió finalmente al asedio del ejército de Tito, que había de ser emperador de Roma. Los horrores de ese asedio son una de las páginas más sombrías de la Historia. La gente acudió a Jerusalén en tropel de todo alrededor. Tito no tuvo más alternativa que esperar la rendición por hambre. El asunto se complicó por el hecho de que aun en ese tiempo terrible había sectas y facciones rivales dentro de la misma ciudad. Jerusalén fue desgarrada desde dentro y desde fuera.
Josefo nos cuenta la historia de aquel terrible asedio en el V libro de Las guerras de los judíos. Nos dice que fueron llevados cautivos 97,000, y 1,100,000 perecieron lentamente de hambre o a filo de espada. Nos dice: «Entonces ensanchó el hambre sus fauces, y devoró a las personas por casas y familias enteras. Las habitaciones de arriba estaban llenas de mujeres y de niños que se morían de hambre; las callejas de la ciudad estaban llenas de cadáveres de ancianos; los niños y las jóvenes andaban vagando por las plazas como sombras, hinchados por el hambre, y se caían muertos dondequiera que su miseria acababa con ellos. En cuanto a enterrarlos, los que quedaban estaban tan débiles que no podían, y los que estaban lo suficientemente animosos y bien se desanimaban ante la gran multitud de muertos y la incertidumbre que se cernía sobre sus propias vidas, porque muchos morían cuando estaban enterrando a otros, y muchos se hallaron en el ataúd antes de que les llegara la hora fatal. No se hacía ningún lamento bajo estas calamidades… El hambre trastrocaba todos los afectos naturales… Un profundo silencio y una especie de noche mortal se cernía sobre la ciudad.»

Para hacer la escena todavía más terrible, estaban los inevitables rateros que despojaban los cuerpos muertos. Josefo nos habla descarnadamente de que, hasta cuando no había ni siquiera hierbas disponibles «algunas personas llegaron a tan terrible postración como para buscar en las alcantarillas y en los montones de estiércol del ganado, y comer los excrementos que encontraban allí y cosas que no habrían soportado ni siquiera ver ahora usaban como comida.» Pinta un cuadro lúgubre de hombres que rumiaban las correas de piel y los zapatos, y cuenta la terrible historia de una mujer que mató y asó a su propio bebé, y le ofreció una parte de aquella comida macabra a los que llegaban buscando alimento.

La profecía que hizo Jesús de los días terribles inminentes para Jerusalén se cumplió con abundante exactitud. Los que acudieron en tropel a la ciudad buscando seguridad murieron a centenares de miles, y solamente aquellos que siguieron Su consejo y huyeron a las colinas se salvaron.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Abominación desoladora: Las diferentes versiones ofrecen varias maneras de traducir esta expresión: «Ofrenda espantosa» (TLA), «abominación de la desolación» (BA, BJ), «horrible sacrilegio» (NVI, DHH), «ídolo del opresor» (BL). Esta expresión viene de Dan 9:27; Dan 11:31 y Mar 12:11 y, posiblemente, se refiere al altar que Antíoco Epífanes mandó erigir en el templo de Jerusalén, en el año 168 a.C. La palabra griega traduce un vocablo hebreo que significa “ídolo que causa horror”, de ahí que se piense que en su contexto original se refería a un altar pagano o a algún símbolo del paganismo. De todas las traducciones posibles, la que parece incluir una mayor gama de posibilidades es «horrible sacrilegio».

De que habló el profeta Daniel aparece en el TR, pero no en las versiones más actuales del GNT, por lo cual debe ser desechada como explicación de un copista.

El que lee, entienda: Estas palabras no las enuncia Jesús, sino el autor del Evangelio. Son una indicación para que el lector, que leía en voz alta para la congregación, prestara atención y entendiera a qué se estaba refiriendo esta predicción de Jesús. La traducción de TLA parece indicar que Jesús mismo es el que está escribiendo este pasaje: «El que lea esto debe tratar de entender lo que digo». Nos parece inadecuado. Es mejor dejar la frase entre paréntesis para indicar que se trata de un agregado del autor del Evangelio, no de Jesús.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— de la destrucción: Ver nota a Mat 24:15.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

z 644 Deu 29:17; 1Re 11:5; Rev 13:15

a 645 Dan 9:27

b 646 Mat 24:15

c 647 Mat 24:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

abominación de la desolación. Véase coment. en Mt 24:15.

puesta donde no debe estar. Esta imagen estará en el lugar santo (Mt 24:15), en el templo de Dios (2 Ts 2:4). Esta será una de las señales más claras de la cercanía del fin de esta época y del regreso de Cristo (Mt 24:3; Mr 13:4).

los que estén en Judea huyan a los montes. Deben huir para escapar la severa persecución que vendrá cuando pongan la abominación en el templo en Jerusalén (vers. 19, 24; Ap 13:15– 17).

Fuente: La Biblia de las Américas

14 (1) Con respecto a los vs.14-23, véanse las notas de Mat_24:15-26 .

14 (2) Algunos mss. añaden: de que habló el profeta Daniel.

14 (3) En el Lugar Santo, es decir, en el templo de Dios ( Mat_24:15).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

abominación desoladora. Véase nota en Mat 24:15.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Se nos enseña en estos versículos lo legítimo que es usar de medios que conduzcan á nuestra seguridad personal. El lenguaje de nuestro Señor Jesucristo sobre el particular es claro ó inequívoco «Que los que están en Judea huyan á las montañas, y el que está sobre la casa no baje á la casa, que el que está en el campo no vuelva; orad por que vuestra huida no sea en el invierno.» Ni una palabra se dice que nos haga suponer que huir del peligro, en ciertas circunstancias, sea indigno de un cristiano. Hay muchas opiniones respecto al tiempo de la profecía que se hace en el pasaje que nos ocupa; pero la enseñanza es muy clara respecto á lo legítimo que es dar pasos para evitar los peligros.
La lección, además de ser utilísima, puede tener una extensa aplicación. Un cristiano, por que lo es, no ha de descuidar el uso de ciertos medios que le proporcionan las cosas terrenales, como tampoco los de las cosas que pertenecen á la vida futura. El creyente no debe suponer que Dios cuidará de él, y proveerá á sus necesidades, si no hace uso de los medios y del sentido común que Dios le ha dado, así como á los demás hombres. Fuera de toda duda es que puede esperar la ayuda del Padre que está en los cielos, en toda época necesitada; pero debe esperarla haciendo un uso diligente de medios legítimos.
Pretender que se confía en Dios, cuando nos entregamos á la pereza y nada hacemos, no es otra cosa que ser entusiastas y fanáticos, y produce el menosprecio de la religión.
La palabra de Dios contiene sobre este particular varios ejemplos instructivos que haríamos bien en recordar. Es uno muy notable la conducta de Jacob cuando fue á encontrarse con su hermano Esaú. Alza primero una plegaria muy ferviente al cielo y después envía á su hermano un presente muy escogido. Gen. 32.9- 13. La conducta de Ezequías, cuando Sennaquerib se dirigió contra Jerusalén, es otro caso. «Con nosotros,» dice al pueblo, «está el Señor nuestro Dios, para dar nuestras batallas.» Pero, sin embargo, refuerza los muros de la ciudad, y fabrica dardos y escudos. 2 Crón. 32.5. La conducta de S. Pablo es otro de los casos. Con frecuencia leemos que huyó de un lugar á otro para salvar su vida. Vemos que una vez lo descolgaron en un cesto por las murallas de Damasco.
Otra le oímos decir á los soldados cuando estaban á bordo del buque alejandrino cargado de trigo, «Si los marineros no permanecen en la nave, vosotros no podréis salvaros.» Actos 27.31. Sabemos cuales fueron la fe y la confianza del gran apóstol; sabemos cual fue su valor y cuanto descansaba en su Maestro, y, sin embargo, vemos que nunca despreció hacer uso de los medios que tenia á su alcance. No nos avergoncemos de obrar como él.
Tengamos siempre presente una cosa; no confiemos solo en los medios cuando los empleamos; esperemos sobre todo la bendición de Dios. Gran pecado es mandar por el médico como Asa y no buscar al Señor. Empleemos diligentemente todos los medios de que podamos disponer, y dejemos el resultado en manos del Señor; tal conducta es el fin que debe proponerse todo creyente verdadero.
Nos enseñan además estos versículos dos grandes privilegios de los elegidos de Dios. Dos veces en este pasaje usa nuestro Señor unas expresiones muy notables refiriéndose á ellos. Dice hablando de la gran tribulación: » Si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos, que él escogió, acortó aquellos días.» Dice también hablando de los falsos Cristos y de los falsos profetas que «darán señales y harán prodigios para engañar, si posible fuere, á los escogidos..
No hay duda que la elección es un dogma profundo y misterioso; es incuestionable que con frecuencia se le ha pervertido y se ha abusado miserablemente de él; pero el mal uso que se haga de ciertas verdades no debe impedir usarlas. La elección cuando se aplica rectamente, y se emplean ciertas precauciones, es una doctrina «llena de un consuelo dulce é indecible. Antes de concluir con este punto, veamos cuales deben ser esas precauciones.
Ante todo, no debemos olvidar que la elección de Dios no anula la responsabilidad del hombre ni la obligación que tiene de dar cuenta de su alma. La misma Biblia que habla de la elección, se dirige siempre al hombre como á un agente libre, y á él apela para que se arrepienta, crea, busque, ore, se esfuerzo, y trabaje. En nuestros actos debemos seguir aquella Divina Voluntad, que encontramos expresamente declarada en la Palabra de Dios.
Además, no olvidemos nunca que lo que principalmente tenemos que hacer, es arrepentimos y creer en el Evangelio. No tenemos derecho alguno en creernos consolados por la elección de Dios, si no damos pruebas evidentes de arrepentimiento y de fe. No debemos permanecer inmóviles, afligiéndonos con angustiosas investigaciones para descubrir si somos ó no de los elegidos, cuando Dios nos manda muy claro á arrepentimos y á creer. Act. 17.30; Juan 3.23. No hagamos mal; aprendamos á hacer el bien; apartémonos del pecado; apoyémonos en Cristo ; acerquémonos á Dios por medio de la oración ; y cuando así obremos, pronto sabremos y sentiremos si somos elegidos de Dios. Diremos, usando las palabras de un. Teólogo antiguo, que debemos principiar en la escuela primaria del arrepentimiento y de la fe, antes de ir á la universidad de la elección. Cuando Pablo recordaba la fe, la esperanza, y la caridad de los Tesalonicenses era que les decía,»Sé vuestra elección en Cristo.» 1 Tesal. 1.4.

Fuente: Los Evangelios Explicados

desolación… M↓ añaden de que habló el profeta DanielDan 9:27; Dan 11:31; Dan 12:11.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R429 Τότε acentúa la conección lógica de pensamiento: entonces.

T82 El participio de perfecto ἐστηκότα se usa como un participio de presente (comp. Mar 9:1 : que está).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Dan 9:27; Dan 11:31; Dan 12:11.

13.14 M i añaden de que habló el profeta Daniel.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

† O “la abominación que causa desolación.”

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento