Pero vosotros, mirad por vosotros mismos. Porque os entregarán en los concilios, y seréis azotados en las sinagogas. Por mi causa seréis llevados delante de gobernadores y de reyes, para testimonio a ellos.
13:9 — Pero mirad por vosotros mismos — Han de estar alertas (véase ver. 5, comentarios). Como ha de haber tiempos turbulentos para las naciones, también los discípulos han de esperar persecuciones y hasta la muerte (ver. 12).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
mirad por vosotros. Mar 13:5; Mat 10:17, Mat 10:18; Mat 23:34-37; Mat 24:9, Mat 24:10; Luc 21:16-18; Jua 15:20; Jua 16:2; Hch 4:1-21; Hch 5:17-40; Hch 6:11-15; Hch 7:54-60; Hch 8:1-3; Hch 9:1, Hch 9:2, Hch 9:13, Hch 9:14, Hch 9:16; Hch 12:1-3; Hch 16:20-24; Hch 21:11, Hch 21:31-40; Hch 22:19, Hch 22:20; Hch 23:1, Hch 23:2; Hch 24:1; Hch 25:1-27; Hch 26:1-32; 1Co 4:9-13; 2Co 11:23-27; Flp 1:29; 2Ts 1:5; Apo 1:9; Apo 2:10, Apo 2:13; Apo 6:9-11.
os entregarán a los concilios. συνεδρια, Sanhedrins, el gran consejo nacional y tribunales de judicatura más pequeños en cada ciudad. Ver nota en Mat 5:22. Para el cumplimiento de estas predicciones, ver notas sobre Mat 24:1-51.
en testimonio a ellos. Mar 1:44; Mar 6:11; Mat 10:18; Luc 9:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Cuatro veces en este discurso (vv. Mar 13:5, Mar 13:9, Mar 13:23, Mar 13:33), Jesús advierte a sus discípulos que se cuiden o miren por ellos mismos (Gr. blepete). Las palabras de Jesús tienen una aplicación práctica.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
concilios. La palabra griega utilizada es literalmente, «sanedrines». Estas eran cortes locales judías adjuntas a las sinagogas, en las cuales se trataban los casos de herejía e infracciones normales a la ley. Según el historiador Josefo, el concilio de cada ciudad estaba compuesto de siete jueces (Antigüedades, 4.8.14), y la Mishná dice que había veintitrés jueces en cada ciudad que tuviera más de cien hombres judíos («sanedrín» 1.6). Los «concilios» eran versiones más pequeñas del gran sanedrín situado en Jerusalén (vea la nota sobre Mat 26:59). en las sinagogas. La sinagoga era el lugar de reunión y adoración judío. Cuando los «concilios» se reunían, generalmente lo hacían en las sinagogas. os azotarán. Los concilios locales normalmente administraban treinta y nueve azotes para no violar Deu 25:2-3. El destinatario del castigo era azotado estando desnudo hasta la cintura, recibiendo veintiséis azotes en la espalda y trece en la cintura (vea la nota sobre 2Co 11:24).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
13:9 — Pero mirad por vosotros mismos — Han de estar alertas (véase ver. 5, comentarios). Como ha de haber tiempos turbulentos para las naciones, también los discípulos han de esperar persecuciones y hasta la muerte (ver. 12).
— porque os entregarán a los concilios —
Hch 4:1 y sig.; 5:27 y sig.; 6:12;
— y en las sinagogas os azotarán – Hch 22:19; Hch 26:11; 2Co 11:24.
— y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí – Hch 12:2; Hch 18:12; capítulos 24,25, y 26; 26:32. Esto les pasará “por causa de” Cristo, pues estarán predicando el evangelio de Cristo.
— para testimonio a ellos – Su presencia forzada ante tales autoridades servirán para que se les predique el evangelio a ellos. Véase Hch 1:8; Hch 26:2-3; Flp 1:12-13 (4:22).
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL CAMINO DIFÍCIL
Marcos 13:9-13
-Guardaos vosotros, porque os entregarán a los concilios, y os azotarán en las sinagogas, y os encontraréis ante gobernadores y reyes por causa de Mí, y tendréis oportunidad para darles vuestro testimonio. En primer lugar el Evangelio tiene que predicarse a todas las naciones; y cuando os entreguen y os lleven ante las autoridades, no os preocupéis por anticipado de lo que debáis decir, sino hablad conforme a lo que se os dé en ese momento; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; todos los hijos se levantarán contra los padres, y los matarán. Y todos os odiarán por causa de Mi nombre. Pero el que resista hasta el final, se salvará.
Ahora llegamos a las advertencias de la persecución por venir. Jesús nunca dejó a Sus seguidores en duda de que habían escogido un camino duro. Nadie podrá decir que no sabía de antemano las condiciones del servicio de Cristo.
El que los entregaran a los concilios y los azotaran en las sinagogas se refería a la persecución judía. En Jerusalén estaba el gran Sanedrín, el tribunal supremo de los judíos, pero había un sanedrín local en todos los pueblos y aldeas. Ante tales sanedrines locales se juzgaba a los herejes confesos, y en las sinagogas se los azotaba públicamente. Los gobernadores y reyes se refiere a los juicios ante los tribunales Romanos, como el que tuvo que arrostrar Pablo ante Félix y Festo y Agripa.
Fue un hecho que los cristianos recibieron fuerzas y ánimo en sus juicios. Cuando leemos acerca de los juicios de los mártires, muchos de los cuales eran personas sencillas e iletradas, la impresión que recibimos a menudo es que eran los Jueces y no los cristianos los que estaban en juicio. Su fe cristiana permitía a las personas más sencillas temer a Dios hasta tal punto que no le tenían miedo a ningún hombre.
Fue cierto que hasta los mismos familiares delataban a los cristianos. En los comienzos del Imperio Romano, una de las maldiciones eran los informadores (delator, delatores). Había quienes, tratando de ganarse el favor de las autoridades, no vacilaban en traicionar aun a sus propios íntimos y familiares. Ese tiene que haber sido el golpe más doloroso.
En la Alemania de Hitler, arrestaron a un hombre por defender la libertad. Sufrió la cárcel y la tortura con fortaleza estoica sin quejarse. Por último, con el espíritu todavía íntegro, le soltaron. Poco tiempo después se suicidó. Muchos se preguntaron por qué. Los que le conocían bien sabían la razón: había descubierto que su propio hijo había sido el que le había delatado. Aquella traición le quebrantó de una manera que no había podido lograr la crueldad de sus enemigos.
Esta hostilidad familiar y doméstica fue uno de los detalles regulares en el catálogo de terror de los últimos días terribles: «Los amigos se atacarán unos a otros repentinamente» (4 Esd 5:9 ). «Y se aborrecerán unos a otros y se desafiarán unos a otros a luchar» (2 Baruc 70:3). «Y se pelearán unos contra otros, los jóvenes con los ancianos y los ancianos con los jóvenes, los pobres con los ricos, los humildes con los nobles, el mendigo con el príncipe» (Jubileos 23:19). «Los niños les perderán el respeto a los ancianos, y los ancianos se ensoberbecerán ante los niños» (Misná, Sotá 9:15). «Porque el hijo trata al padre con desprecio, la hija se ensoberbece contra su madre, la nuera contra su suegra. Los enemigos de un hombre son los de su propia familia» (Miqueas 7.-6).
La vida en la Tierra se convierte en un infierno cuando las lealtades personales se destruyen, y cuando no queda amor en que confiar.
Es verdad que se odió a los cristianos. Tácito hablaba del Cristianismo como una maldita superstición; Suetonio lo llamaba una nueva y malvada superstición. La razón principal para el odio era la manera en que el Cristianismo interfería en los vínculos familiares. Era un hecho que se tenía que amar a Cristo más que a padre o madre, o hijo o hija. Y la cuestión se complicaba por las calumnias que se levantaban contra los cristianos. No cabe duda que los judíos hicieron mucho para provocar esas calumnias. La más grave era la acusación de que los cristianos eran caníbales, inspirada en las palabras de la Comunión, que hablan de comer la carne de Cristo y beber Su sangre.
En esta, como en todas las otras cosas, sería el que resistiera hasta el fin el que alcanzara la Salvación. La vida no es un sprint corto y agudo; es una carrera de maratón; no una única batalla, sino una campaña prolongada. El doctor G. J. Jeffrey cuenta que un hombre famoso se negó a que se escribiera su biografía antes de su muerte, diciendo: «He visto a demasiadas personas caer en la última vuelta de la carrera.» La vida nunca está a salvo hasta que llega a su final. Juan Bunyan, en su sueño de El peregrino, vio que desde las mismas puertas del Cielo había un camino que llevaba al infierno. Es la persona que resiste hasta el final la que se salva.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Pero cuidad de vosotros: Esto puede traducirse como “cuídense mucho” o “no se descuiden”. Hay una cierta premura en el mandato, pues el original es enfático. Concilios se refiere a las asambleas locales o consejos de ancianos de las ciudades de Israel. En griego, es la misma palabra que para sanedrín, la corte máxima de Jerusalén, pero en plural. Gobernadores se refiere a los gobernantes de provincia puestos por el Imperio Romano, y reyes, a los monarcas locales, clientes de Roma, como Herodes (ver Mar 6:14) o Agripa (ver Hch 26:19). Se puede utilizar expresiones regionales para traducir todos estos términos. Concilios se traduce «tribunales judíos» (BL), «tribunales» (BA, NVI, BJ), o «autoridades» (TLA, DHH). Otra opción es “cortes”. Para gobernadores y reyes no existen demasiadas alternativas, ya que estas dos palabras son bastante universales. Quizás para ciertas audiencias indígenas reyes podría traducirse “caciques” o “jefes”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— autoridades: Lit. sanedrines: Ver nota a Mat 10:17.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Mar 6:11; Mat 10:17-23.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “a los Sanedrines Menores”.
(2) “Testimonio.” Gr.: mar·tý·ri·on; lat.: te·sti·mó·ni·um.
REFERENCIAS CRUZADAS
ñ 632 Hch 4:15
o 633 Mat 10:17; Luc 21:12; Jua 16:2; Rev 2:10
p 634 Mat 24:9; Luc 21:12; 2Ti 3:12
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
estad alerta. El Señor advirtió repetidamente a sus discípulos que debían estar alerta para no ser sorprendidos ni atemorizados (vers. 7), sino de aprovechar las circunstancias adversas para testificar de El (vers. 10; Hch 24:24, 25; 26:1– 32).
los tribunales. Es una referencia a los tribunales judíos como el Sanedrín o Concilio donde Jesús fue juzgado (14:55– 64), y después también algunos de sus discípulos (Hch 4:5– 21; 5:27– 41).
azotados en las sinagogas. Tales castigos eran impuestos por los tribunales de las sinagogas (2 Co 11:24).
las sinagogas. Véase coment. en Mt 4:23.
gobernadores y reyes. Estos oficios eran desempeñados sólo por gentiles (Hch 12:1– 4; 24:1– 26:32).
Fuente: La Biblia de las Américas
9 (1) Con respecto a los vs.9-13, véanse las notas de Mat_10:17-22 y Mat_24:9-13.
9 (2) La misma palabra griega que se traduce príncipes en Mat_2:6.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
sinagogas. Se usaban como lugar de reunión y de corte de justicia. Por consiguiente, se administraban azotes en ellas (2Co 11:24). Estas predicciones comenzaron a cumplirse en el libro de Hechos (cp. Hch 4:5 ss.; Hch 5:27 ss.; Hch 12:1 ss.; Hch 24:1 ss.; Hch 25:1 ss.).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Al leer las profecías de la Biblia concernientes a la iglesia Cristo, encontraremos generalmente en ellas el juicio y la misericordia mezclados juntamente.
Harás veces son amargas sin ninguna dulzura, ni todo oscuridad sin alguna luz. El Señor conoce nuestra debilidad, y la tendencia que tenemos á desmayar; por eso cuida de mezclar los consuelos á las amenazas, las palabras dulces con las duras, como la hebra y la trama en un tejido. Fácil es descubrir este espíritu en el libro de la Revelación y en toda la profecía que ahora meditamos. Veámoslo en los pocos versículos que hemos acabado de leer.
Observemos, en primer lugar, los disturbios que el Señor anuncia á su pueblo entre la época de su primera venida y la de su segunda. No hay duda que desde la caída de Adán herencia de los hombres son las penas; aparecieron al mismo tiempo que las espinas y los abrojos. «El hombre ha nacido para el dolor, como las chispas para volar hacia arriba.» Job 5.7. Pero hay dolores y penas especiales á que están sujetos los que creen en Jesucristo, y de esos nuestro Señor los apercibe con mucha claridad.
Deben esperar penas y disgustos de parte del mundo; y no esperar protección de los «gobernadores y reyes.» Ya verán que su conducta y sus doctrinas no les ganarán favor con los poderosos; al contrario, serán aprisionados, golpeados, y llevados ante los tribunales como malhechores, sin otra razón que la de haberse adherido al Evangelio de Cristo.
Deben esperar penas y disgustos de parte de sus mismos parientes. «El hermano entregará á su hermano á la muerte, y el padre a su hijo.» Los que son de su carne y de su sangre se olvidarán con frecuencia de su amor á ellos, por odio á su religión. Descubrirán algunas veces que la enemistad del ánimo carnal contra Dios es más fuerte que los vínculos de la familia y de la sangre.
Haremos bien en atesorar estas cosas en nuestro corazón, y «calcular el costo» de ser cristianos. No debemos imaginarnos que sea extraño que nuestra religión nos atraiga amarguras. No hay duda que atravesamos tiempos favorables; no tenemos razón en temer muerte ni cárcel por servir á Cristo en ciertos países; pero, con todo eso, necesario es que nos resolvamos á sufrir algunos disgustos, si somos cristianos verdaderos, firmes y decididos.
Decidámonos á soportar risas, el ridículo, burlas, murmuraciones, y persecuciones mezquinas, y aun de nuestros parientes más cercanos y queridos tendremos que recibir palabras duras y poco benévolas La «ofensa de la cruz» no ha cesado. «El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios.» 1 Cor. 2.14. Los que han «nacido según la carne » perseguirán á los que han «nacido según el Espíritu.» Gal. 4.29. La vida más consecuente en todos sus actos no lo impedirá.
Si nos hemos convertido, no debemos sorprendernos al descubrir que somos odiados por causa de Cristo.
Observemos, en segundo lugar, que estímulos tan eficaces el Señor Jesús presenta á su pueblo perseguido. Les ofrece tres cordiales deliciosos que conforten sus almas.
Dísenos que «el Evangelio debe ser primero predicado á todas las naciones.» Debe ser y lo será: á despecho de los hombres y del diablo, la historia de la cruz será contada en todas las regiones de la tierra. Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A pesar de las persecuciones, de las cárceles, y de la muerte, nunca faltará una serie de hombres creyentes que proclamarán la buena nueva de la salud por gracia. Pocos quizás los crean: quizás muchos de sus oyentes continuarán endurecidos en el pecado; pero nada impedirá la predicación del Evangelio. La palabra no será nunca encadenada, aunque los que la prediquen sean cargados de cadenas y ejecutados en un patíbulo. 2 Tim. 2.9.
Nuestro Señor nos dice también, que los que sufren persecuciones especiales por causa del Evangelio, recibirán una ayuda especial en la época de su necesidad: el Espíritu Santo los asistirá cuando hagan su defensa. Encontrarán palabras y argumentos que sus adversarios no podrán refutar ni resistir. Así como aconteció con Pedro, Juan, y Pablo cuando fueron llevados ante los concilios judaicos y romanos, así acontecerá con los verdaderos discípulos; y que esta promesa se ha cumplido nos lo prueban abundantemente las historias de Hus, de Lutero, de Latimer y Bidley y Baxter. Cristo ha sido fiel á su palabra.
Nuestro Señor nos dice además, que la paciencia y la perseverancia producirán la salvación final. «El que sufre hasta el fin, ese será salvado.» Ninguno de los que sufren tribulaciones dejará de recibir recompensa. Todos al fin recogerán rica cosecha, y lo que sembraron con lágrimas, segarán con regocijo. Sus aflicciones ligeras y transitorias, sus penas de un momento, los guiarán á un tesoro de gloria eterna.
Acopiemos consuelo en esas promesas que se hacen á todos los verdaderos siervos de Cristo. Aunque ahora se vean perseguidos, burlados, vejados, descubrirán al fin que están con los que triunfan. Aunque algunas veces se vean asediados, perplejos, puestos á prueba, nunca se encontrarán enteramente abandonados. Aunque derribados, no serán destruidos. Guarden compostura y tengan paciencia, que el fin dé todo lo que ven girar en torno suyo, es cierto, fijo y seguro. Los reinos de este mundo se convertirán en los reinos de Dios y de su Cristo. Y cuando los burladores y los impíos, que tantas veces los insultaron, queden avergonzados, los creyentes recibirán una corona de gloria inmarcesible.
Fuente: Los Evangelios Explicados
T37 El pronombre ὑμεῖς se usa en este versículo sin mucho énfasis.
BD205 Εἰς se usa en vez de ἐν con un sentido local: en (comp. Mat 10:17).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., mirad por vosotros mismos
O, sanedrines, o, concilios