Biblia

Comentario de Marcos 14:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Marcos 14:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo.

14:10 — Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo — Versículo 1 nos dice que los líderes judíos buscaban cómo prender a Jesús. Ahora tienen la solución que les ofrece uno de los apóstoles mismos. Judas, llamado Iscariote, tal vez con referencia a la ciudad de su origen, pudo en la dispensación del evangelio haberse sentado en un trono, juzgando al Israel espiritual (la iglesia) (Mat 19:28), pero ahora no. Su fin va a ser otro, y otro va a tomar su lugar (Hch 1:16-26), porque ya comienza en serio su determinación de entregar a Jesús a sus enemigos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Judas Iscariote. Mat 26:14-16; Luc 22:3-6; Jua 13:2, Jua 13:30.

uno de los doce. Sal 41:9; Sal 55:12-14; Mat 10:4; Jua 6:70.

para entregárselo. Jua 13:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Judas Iscariote estaba decidido a sacar aun más provecho de su asociación con Jesús, traicionándolo. Los principales sacerdotes cambiaron sus planes cuando Judas vino a llamar a su puerta.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Judas Iscariote. En fuerte contraste con el amor y devoción de María, se encuentra el odio y traición de Judas. El discípulo, que es comprensiblemente nombrado siempre de último en las listas de los doce, era hijo de Simón y fue llamado también «Iscariote». El nombre «Iscariote» significa «hombre de Queriot», un pequeño pueblo de Judea, a unos 37 km al S de Jerusalén (cp. Mar 3:19). Por lo tanto, Judas no era galileo como los otros discípulos. Es claro que Judas jamás tuvo interés espiritual alguno en Jesús, simplemente se sintió atraído por Él pensando que Jesús llegaría a ser un poderoso líder político y religioso. Judas vio en Jesús una gran oportunidad para adquirir poder, riquezas y prestigio al ser asociado con Él. Pero Jesús conocía las verdaderas intenciones de Judas desde el principio y, fue por esto, que lo escogió para formar parte de los doce. Él sería quien lo traicionaría, para que las Escrituras y el plan de salvación de Dios fueran cumplidos (Sal 41:9; Sal 55:12-15; Sal 55:20-21; Zac 11:12-13; Jua 6:64; Jua 6:70-71; Jua 13:18; Jua 17:12). los doce. Vea la nota sobre Mar 3:14. principales sacerdotes. Vea la nota sobre Mar 8:31.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

14:10 — Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo — Versículo 1 nos dice que los líderes judíos buscaban cómo prender a Jesús. Ahora tienen la solución que les ofrece uno de los apóstoles mismos. Judas, llamado Iscariote, tal vez con referencia a la ciudad de su origen, pudo en la dispensación del evangelio haberse sentado en un trono, juzgando al Israel espiritual (la iglesia) (Mat 19:28), pero ahora no. Su fin va a ser otro, y otro va a tomar su lugar (Hch 1:16-26), porque ya comienza en serio su determinación de entregar a Jesús a sus enemigos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL TRAIDOR

Marcos 14:10-11

Judas Iscariote, el que era uno de los Doce, se fue a los principales sacerdotes para traicionar a Jesús entregándosele. Cuando oyeron su sugerencia, se quedaron encantados, y prometieron darle dinero. Así es que él empezó a buscar una forma conveniente de entregarles a Jesús.

Marcos coloca con un arte consumado la unción en Betania al lado de la traición de Judas: el detalle de un amor generoso, y el de una traición terrible.
Siempre nos produce un escalofrío en el corazón el pensar en Judas. Dante le colocó en el más profundo de todos los infiernos, un infierno de frío y de hielo, un infierno diseñado para los que no fueron pecadores ardientes, arrebatados por pasiones aisladas, sino ofensores fríos, calculadores, deliberados, contra el amor de Dios.
Marcos nos cuenta la historia con tal economía de palabras que no nos deja materiales para la especulación. Pero, por detrás de la acción de Judas podemos distinguir ciertas cosas.
(i) Había codicia. Mt 26:15 nos dice claramente que Judas se dirigió a las autoridades y les preguntó qué precio estaban dispuestos a pagar, e hizo un trato con ellos por 30 piezas de plata. Jn 11:57 hace una sugerencia. Nos dice que las autoridades habían solicitado información acerca de dónde se podía encontrar a Jesús para arrestarle. Bien puede ser que para entonces ya Jesús fuera un fuera de la ley en todos los sentidos y para todos los efectos, y ya se había puesto precio a Su cabeza; y que Judas lo sabía, y quería conseguir la recompensa ofrecida. Juan es totalmente claro, y nos dice que Judas era el tesorero del grupo apostólico, y usaba su posición para sisar de la caja común Jn 12:6 ).

Puede que fuera así. El deseo de dinero puede llegar a ser algo terrible, y cegar a la decencia y la honradez y el honor. Puede hacer que no se tengan escrúpulos con tal de obtener lo que se quiere. Judas descubrió demasiado tarde que algunas cosas cuestan demasiado.
(ii) Había celos.
El poeta alemán Klopstock creía que Judas, cuando llegó a formar parte de los Doce, tenía todos los dones y todas las virtudes que podrían haberle hecho grande; pero que, poco a poco, le fueron consumiendo los celos de Juan, el discípulo amado, y que esos celos le impulsaron a traicionar a Jesús. Es fácil ver que había tensiones entre los Doce. Los demás fueron capaces de vencerlas, pero bien puede ser que Judas tuviera en su corazón un demonio inconquistable e incontrolable de celos. Pocas cosas pueden arruinarnos la vida a nosotros y a otros tanto como los celos.

(iii) Había ambición. Una y otra vez vemos lo que los Doce pensaban acerca del Reino en términos terrenales, y soñaban con una posición elevada en él. Judas tiene que haber sido así. Bien puede ser que, mientras los otros seguían abrigándolos, él llegó a darse cuenta de lo tremendamente equivocados que eran esos sueños de grandeza material, y qué pocas posibilidades tenían de hacerse realidad. Y bien puede ser que, en su desilusión, el amor que había sentido una vez por Jesús, se volviera odio. En Enrique VIII, Shakespeare hace a Wolsey decirle a Thomas Cromwell: » Cromwell, te lo advierto, despójate de la ambición; por ese pecado cayeron los ángeles; así que, ¿cómo podrá un hombre, la imagen de su Creador, esperar medrar con ella? Ponte a ti mismo en último lugar en la lista de tus amores.» Hay una clase de ambición que pisotea el amor y el honor y todas las cosas encantadoras para alcanzar el fin que se ha propuesto en su corazón.

(iv) Algunos pensadores se han sentido atraídos por la idea de que puede que Judas no quisiera que Jesús muriera. Es casi seguro que Judas era un fanático nacionalista, y que había visto en Jesús a la Persona Que podía hacer realidad sus sueños de poder y gloria nacionales. Pero ahora veía a Jesús desviándose a morir en una cruz. Así que puede ser que, en un último intento para hacer que su sueño se realizara, traicionó a Jesús

para obligarle a actuar. Le entregó a las autoridades con la idea de que así y entonces Jesús se vería obligado a actuar para salvarse a Sí mismo, y esa acción sería el principio de la campaña victoriosa que soñaba Judas. Puede que esta teoría se vea confirmada por el hecho de que, cuando Judas vio el resultado de su acción, arrojó el dinero maldito a los pies de las autoridades judías y se retiró para ahorcarse Mt 27:35 ). Si esta suposición fuera correcta la tragedia de Judas sería la más terrible de la Historia.

(v) Tanto Lucas como Juan dicen sencillamente que el diablo había entrado en Judas (Lc 22:3 ; Jn 13:27 ). En último análisis, eso fue lo que sucedió. Judas quería que Jesús fuera lo que él quería, y no lo que quería ser Jesús. En realidad, Judas se asoció con Jesús, no tanto para ser Su seguidor, como para usar a Jesús para realizar los planes y deseos de su propio corazón ambicioso. Lejos de rendirse a Jesús, quería que Jesús Se le rindiera a él; y cuando vio que Jesús seguía Su propio camino, el camino de la Cruz, Judas se indignó hasta tal punto que Le traicionó. La esencia del pecado es la soberbia; la médula del pecado es la independencia; el corazón del pecado es el deseo de hacer lo que nos gusta, y no la voluntad de Dios. Eso es lo que caracteriza al Diablo, Satanás, el Maligno. Representa todo lo que se opone a Dios, y no se quiere someter a Él. Ese era el espíritu que se había encarnado en Judas.

Nos sobrecoge Judas. Pero, pensémoslo de nuevo: la codicia, los celos, la ambición, el deseo dominante de salirnos con la nuestra en todas las cosas, ¿son en nosotros tan diferentes de los que se dieron en Judas? Estas eran las actitudes que hicieron a Judas traicionar a Jesús, y estas son las que siguen haciendo que muchos Le traicionen.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Para entregárselo requiere ser explicado, como hacen TLA o NVI. Esta última traduce: «Para entregarles a Jesús».

Reflexión bíblica y pastoral

Se ha comparado la acción de esta mujer con la de la viuda pobre del capítulo Mar 12:41-44, dado que ambas hicieron algo extravagante. La viuda dio como ofrenda para el templo todo lo que ella tenía, mientras que esta mujer derramó un perfume carísimo para ungir a Jesús. Su intuición cristológica le dijo que el que se encontraba allí no era meramente un hombre. La apariencia del mismo podría ser vulgar, pero algo en su presencia destilaba realeza. Entonces, ella lo ungió como a un rey, el rey Mesías, aunque el texto no lo dice así. Sin duda, esta mujer también mostró un corazón bondadoso. Se apiadó del ser que iba camino a la cruz y, con una resolución que hizo que traspusiera el espacio social asignado a hombres y mujeres, entró en la sala del banquete, quebró el largo cuello del vaso de alabastro y ungió la cabeza de Jesús, preparándolo para su sepultura. Ninguna otra persona en el Evangelio de Marcos hizo lo que realizó esta mujer. El cuerpo de Jesús no llegaría nunca a ser preparado para la sepultura, porque su entierro se haría a las apuradas (ver Mar 15:45-47) y porque la resurrección haría innecesario el rito de la muerte (ver Mar 16:1). Sin embargo, según el texto, esta mujer hizo lo que estaba a su alcance. Por eso, Jesús dijo que su acción sería recordada cada vez que se predicara el evangelio. ¿Por qué? Posiblemente, porque con su acción de ungimiento anunció de antemano la victoria de la resurrección, de modo que las generaciones venideras recordarían su proceder como una acción profética. En el Antiguo Testamento, el que ungía al rey de Israel era siempre un profeta. Esta profetiza ungió al rey Mesías y entró en la historia de la salvación como una mujer con valentía, intuición y total desprendimiento.

Otro asunto crucial en este pasaje es lo dicho por Jesús a los presentes en el banquete de que siempre tendrían a los pobres, pero a él no. La interpretación que se ha dado a esto es que Jesús justifica aquí el uso de dinero para fines religiosos, en detrimento de una acción en favor de los pobres. El pasaje es complicado, y de ahí que debamos tratar de explicarlo. Dijimos antes que posiblemente los que se quejaban de la acción de la mujer no cumplían con su responsabilidad hacia los pobres, prescripta por la ley en Deu 15:1-23, y que su queja era más hipócrita que sincera. Sin embargo, también debemos considerar que Jesús, con su muerte, denunciaría un sistema opresivo, posibilitando su destrucción ideológica. La resurrección reivindicaría el ministerio de Jesús a favor de los oprimidos y anunciaría claramente que Dios se ubica siempre del lado de los pobres. La mujer, con su acción de supremo amor hacia el que haría posible tal liberación, estaba en verdad realizando algo también por los pobres; y no era algo solamente algo pasajero o paliativo, sino algo fundamental y transformador (Jennings, 243).

Un error común al interpretar este pasaje es pensar que Jesús, por el hecho de autorizar el uso de una cantidad extravagante de dinero en su persona, estaba autorizando destinar cantidades enormes de dinero a la iglesia, la institución que se formaría después de él. Nada más lejos de la verdad. Jesús no tiene en mente a la iglesia, sino al reino de Dios, al que haría posible con su muerte en la cruz. La iglesia se formó para esperar el reino y anunciarlo, no para reemplazarlo. Por eso, el dinero destinado a la iglesia debe ser utilizado para extender el reino de Dios, no para perpetuar la iglesia como institución, ya que, desde la perspectiva del Nuevo Testamento, la existencia de la misma es temporaria. Alguien dirá, sin embargo, que es importante tener un edificio donde congregarnos para alabar a Dios, y mantenerlo en buenas condiciones y atractivo para los que vienen por primera vez a escuchar la palabra de Dios. Si invertimos dinero en el mantenimiento de la iglesia visible —sus edificios, su estructura física, su organización—, ¿no estamos desoyendo el mandato de Jesús de ocuparnos de los pobres? Creemos que esta pregunta debe ser respondida de manera contextual, porque cada caso es diferente. No obstante, pensamos que el principio guía es que el único exceso económico que Dios aprueba es aquel que se realiza en favor del necesitado, sobre todo si contribuye a su total liberación.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— Iscariote: Ver segunda nota a Mat 10:4.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Mat 10:2; Mat 26:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

o 699 Mat 26:14; Luc 22:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Judas Iscariote. Véase coment. en Mt 10:4.

principales sacerdotes. Véase coment. en Mt 2:4 y 21:23.

entregarles a Jesús. Véase coment. en Mt 26:14– 16.

Fuente: La Biblia de las Américas

El motivo de Judas para traicionar a Jesús, fue, en parte, avaricia (Mat 26:15), aunque podría ser debido también a su amargura por el fracaso de Jesús en ser un Mesías político. Básicamente, sin embargo, el acto de Judas fue inspirado por Satanás (Jua 12:6; Jua 13:2; Jua 13:27).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

En estos versículos S. Marcos nos dice como nuestro Señor fue entregado en manos de sus enemigos, habiendo acontecido por la traición de uno de sus doce discípulos: El falso apóstol, Judas Iscariote, lo vendió.
Debemos, ante todo, ver en este pasaje, á que extremos puede llegar una persona en falsas profesiones de religión.
Es imposible concebir una prueba más perentoria de esta penosa verdad que la historia de Judas Iscariote. Si hubo alguna vez un hombre que más parecía discípulo verdadero de Cristo, y estar seguro de alcanzar el cielo, ese hombre fue Judas. Fue escogido por el mismo Señor Jesús para el apostolado; gozó del privilegio de acompañar al Mesías, y de ser testigo de sus obras portentosas, durante su, ministerio terrenal. Estuvo asociado con Pedro, Santiago y Juan, y fue enviado á predicar el reino de Dios, y á hacer milagros en nombre de Cristo. Era mirado por todos los once apóstoles como uno de ellos, y tanto se asemejaba en su conducta á sus compañeros los otros discípulos, que no sospecharon que fuera traidor. Y resulta, al fin, que este hombre es un hijo del diablo, se desvía por completo de la fe, ayuda á los enemigos mortales, de nuestro Señor, y deja el mundo con una reputación más mala que la de ningún hombre desde los días de Caín. Jamás se vio tal caída, tal apostasía, fin tan miserable de comienzos que tanto prometían, un eclipse tan total de un alma! ¿Como podremos explicarnos esta conducta de Judas que tanto nos asombra? No hay más que una explicación. «El amor del dinero» fue la causa de la pérdida de este desgraciado. La misma codicia rastrera que esclavizó el corazón de Balaam, y cubrió de lepra á Gehazí, perdió el alma del Iscariote. No hay otra explicación de su conducta que satisfaga á vista de los hechos que establecen las Escrituras. Su acción fue hija de su codicia infame sin circunstancias ningunas atenuantes. El Espíritu Santo lo -declara «fue un ladrón.» Juan 12.6. Y su crimen está siempre presente ante el mundo como un comentario eterno de estas palabras solemnes, «el amor del dinero es la raíz de toda maldad.» 1 Tim. 6.10.
Aprendamos en esta historia melancólica de Judas á «revestirnos de humildad» y á no contentarnos con nada que no sea la gracia del Espíritu Santo morando en nuestros corazones. Conocimientos, dones, profesiones, privilegios, ser miembros de una congregación, facultad de predicar, de orar, de enseñar la religión, todo, todo es inútil, si nuestros corazones no están convertidos. Si no nos hemos desnudado del hombre viejo, y revestido del nuevo, todo eso no es mejor que el bronce que resuena, ó el címbalo que retiñe; nada de eso nos librará de la muerte eterna. Recordemos, sobre todo, el consejo de nuestro Señor de «guardarnos de la codicia.» Lucas 12.15. Es un pecado que devora como el cáncer, y una vez que la recibimos en nuestros corazones, nos arrastra á la maldad.
Oremos por contentarnos con lo que poseemos. .Heb. 13.6. La posesión del oro no es lo más necesario; que las riquezas exponen á grandes peligros las almas de los que las poseen; así es que el verdadero cristiano debe temer más ser rico que pobre.
En segundo lugar, debemos marcar en este pasaje la conexión intencional entre la época de la pascua judaica y la de la muerte de nuestro Señor, No podemos dudar que no fue por casualidad, sino por la disposición providencial de Dios, que nuestro Señor fuera educado en la semana de la pascua, y el mismo día en que fue muerto el cordero pascual Tuvo por objeto fijar la atención de la nación judía, en El como el verdadero Cordero de Dios, y presentar á sus almas cual era el verdadero objeto y propósito de su muerte. Sin duda que todos los sacrificios se proponían indicar á los Judíos en el porvenir el gran sacrificio expiatorio que Cristo después ofreció; pero es evidente que ninguno era una figura tan clara, ni un tipo tan apropiado del sacrificio de nuestro Señor, como la muerte del cordero pascual. Era en especial una ordenanza que servia de «pedagogo para guiar á Cristo.» Gal. 3.24. No había otro tipo más significativo en toda la serie de ceremonias judaicas, conocida institución original de la pascua.
¿No recordaba la pascua á los Judíos la salvación milagrosa de sus antepasados de la esclavitud de la tierra de Egipto, cuando Dios hizo morir á los primogénitos? Ciertamente que sí; pero fue instituida también para servirles de tipos de una redención y Salvación más importante, de la emancipación de las cadenas del pecado, que debía realizar nuestro Señor Jesucristo.
¿No recordaba la pascua á los Judíos, que por el sacrificio de Un cordero inocente, las familias de sus antepasados se vieron exentas de tener que lamentar la muerte de sus primogénitos? Sin duda que sí, pero también servia para enseñarles una verdad más alta, que la muerte de Cristo en la cruz seria la vida del mundo.
¿No recordaba la pascua á los Judíos que el rociar con sangre los umbrales de las puertas de las casas de sus progenitores, los había salvado de la espada del ángel destructor? Sin duda que sí; pero tenia por objeto enseñarles también una doctrina mucho más importante–que rociar las conciencias de los hombres con la sangre de Cristo las limpia de las manchas del pecado, y las protege de las consecuencias de la ira venidera.
¿No recordaba la pascua á los Judíos que ninguno de sus antepasados hubiera escapado de la venganza del ángel destructor, aquella noche en que mató á los primogénitos, si no hubiera comido del cordero que mataron? Indudablemente que es así; pero con ello se les quiso dar también una lección mucho más profunda– que todos los que quieran aprovecharse del sacrificio expiatorio de Cristo, tienen realmente que alimentarse de El por medio de la le, y recibirlo en sus corazones.
Evoquemos estos recuerdos, y pesemos bien su valor. Entonces es que descubriremos lo apropiado y bello del tiempo que Dios señaló para la muerte en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Aconteció precisamente en los momentos en que el espíritu de todos los israelitas estaba fijo en los recuerdos do su salida de la esclavitud de Egipto, y en los acontecimientos de aquella noche llena de portentos en que se verificó. El cordero muerto y comido por todos los miembros de la familia, el ángel destructor, la seguridad dentro de las puertas marcadas con la sangre esparcida, eran circunstancias que se habían recordado, comentado y considerado en el seno de todas las familias judías, esa misma semana en que nuestro bendito Señor sufrió la muerte. Muy extraño hubiera sido que muerte tan notable como la suya no hubiera hecho pensar á muchos ni hubiera abierto muchos ojos. Hasta que puntó así sucedió no lo sabremos hasta el día del juicio.
Adoptemos como una regla invariable el sistema de estudiar los tipos y las ordenanzas de la Ley Mosaica con atención y con súplicas á Dios, siempre que leamos la Biblia, pues están llenos de Cristo. El altar, el macho cabrio del sacrificio, el holocausto diario, la fiesta de la expiación, son otros tantos postes miliarios que nos dirigen al gran sacrificio que nuestro Señor ofreció en el Calvario. Los que no se cuidan de estudiar las ordenanzas judaicas, por considerarlas oscuras, monótonas y de poco interés, prueban con ello su ignorancia, y pierden grandes ventajas. Los que las examinan considerando á Cristo como la clave de su significación, las encontrarán llenas de la luz evangélica y de verdades consoladoras.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R675 En ὁ εἷς τῶν δώδεκα, parece que el uso del artículo con el número es incorrecto: el uno de los doce (los primeros papiros también dan ilustración de este uso). Εἷς debe analizarse como un pronombre (ὁ εἷς se usa en vez de τὶς -BD247[2]).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., El

Fuente: La Biblia de las Américas