Comentario de Marcos 14:43 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
En seguida, mientras él aún hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
14:43 Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos (el Sanedrín) — “Mientras todavía hablaba”, dice Mateo (26:47). Judas y su grupo entran en el huerto de Getsemaní. Judas conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos con frecuencia se reunían allí (Jua 18:2). La gente dirigida por Judas consistía de “la compañía de soldados, el tribuno, y los alguaciles de los judíos” (Jua 18:12). Lucas (22:52) nos revela que en el grupo también se hallaban los principales sacerdotes y los ancianos. (Judas había salido en la noche después de la celebración de la cena de la Pascua para irse con los dirigentes judaicos y arreglar la entrega de Jesús. Luego ellos consiguen soldados romanos. La LBA en Jua 18:1-40; Jua 3:1-36, dice, “Entonces Judas, habiendo recibido la cohorte”, y en la margen dice, “normalmente unos 600 soldados, un batallón”. La “compañía de soldados“ (Jua 18:3; Jua 18:12) es la cohorte romana. El “tribuno” es el comandante de la cohorte. Los alguaciles son los oficiales del Sanedrín. También se juntan otros varios mencionados arriba, y como a la una o a las dos de la mañana todos llegan al huerto de Getsemaní. Todo se hace de noche mientras duerme la ciudad para evitar problemas con el público en general.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
aun hablando él. Mat 26:47; Luc 22:47, Luc 22:48; Jua 18:3-9; Hch 1:16.
y con él mucha gente. Sal 2:1, Sal 2:2; Sal 3:1, Sal 3:2; Sal 22:11-13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Mar 15:1-47
Marcos describe ahora el completo rechazo de Jesús por sus discípulos, los líderes religiosos, la gente y su tiempo de separación del Padre.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Judas viene con mucha gente, identificada por Juan como una compañía de soldados (Jua 18:3). Era una décima parte de una legión romana, como unos 600 hombres. Aunque el tamaño de la compañía puede variar, la mención de Marcos de mucha gente apunta a una considerable multitud.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Judas, que era uno de los doce. Vea las notas sobre Mar 3:19; Mat 26:47. Los cuatro evangelistas se refieren a él de esta misma forma (vv. Mar 14:10; Mar 14:20; Mat 26:14; Mat 26:47; Luc 22:47; Jua 6:71) y, de este modo, se refrenan notablemente describiendo y evaluando a Judas. Específicamente en este contexto, una descripción tan simple como esta simplemente eleva la maldad de su crimen más que cualquier epíteto despectivo o crítica negativa que pudiera hacerse. Esto también enfatiza el cumplimiento del anuncio de Jesús en los vv. Mar 14:18-20. mucha gente con espadas y palos. Una «multitud» cuidadosamente seleccionada con el único propósito de arrestar a Jesús para que pudiera ser asesinado. Una compañía de soldados romanos (seiscientos hombres fuertemente armados, Jua 18:3; Jua 18:12) estaba en medio de las personas debido a que los líderes religiosos judíos (cp. Luc 22:52), quienes organizaban a la multitud, necesitaban permiso de Roma para aplicar la pena capital y por temor a la multitud. Las «espadas» eran las armas pequeñas de mano que usaban regularmente los romanos, y los «palos» de madera eran las armas que usaba normalmente la guardia judía del templo. principales sacerdotes … escribas … ancianos. Aunque eran tres secciones diferentes del sanedrín (como lo indica el artículo definido griego con cada uno), estaban actuando como un solo grupo. Evidentemente, estos líderes judíos habían esperado por algún tiempo acusar a Jesús de rebelión contra Roma (vea las notas sobre Mar 3:6 ; Mar 11:18). Así, su ejecución sería achacada a los romanos y los líderes podrían escapar de una potencial represalia de parte de los judíos que admiraban a Jesús. El sanedrín, probablemente, había conseguido que Poncio Pilato, el gobernador romano, les permitiera el uso de sus soldados o quizás, un acuerdo para el uso de las tropas si así lo requerían a la brevedad posible. Cualquiera fuera el caso, los líderes buscaron la ayuda militar romano de la Fortaleza Antonia en Jerusalén.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
14:43 Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos (el Sanedrín) — “Mientras todavía hablaba”, dice Mateo (26:47). Judas y su grupo entran en el huerto de Getsemaní. Judas conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos con frecuencia se reunían allí (Jua 18:2). La gente dirigida por Judas consistía de “la compañía de soldados, el tribuno, y los alguaciles de los judíos” (Jua 18:12). Lucas (22:52) nos revela que en el grupo también se hallaban los principales sacerdotes y los ancianos.
(Judas había salido en la noche después de la celebración de la cena de la Pascua para irse con los dirigentes judaicos y arreglar la entrega de Jesús. Luego ellos consiguen soldados romanos. La LBA en Jua 18:1-40; Jua 3:1-36, dice, “Entonces Judas, habiendo recibido la cohorte”, y en la margen dice, “normalmente unos 600 soldados, un batallón”. La “compañía de soldados“ (Jua 18:3; Jua 18:12) es la cohorte romana. El “tribuno” es el comandante de la cohorte. Los alguaciles son los oficiales del Sanedrín. También se juntan otros varios mencionados arriba, y como a la una o a las dos de la mañana todos llegan al huerto de Getsemaní. Todo se hace de noche mientras duerme la ciudad para evitar problemas con el público en general.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL ARRESTO
Marcos 14:43-50
Y acto seguido, mientras Jesús estaba todavía hablando, llegó Judas, uno de los Doce, y con él una chusma con espadas y palos de parte de los principales sacerdotes y los maestros de la Ley y los ancianos. El traidor les había dado esta señal: «El que yo bese, les había dicho, ese es. Echadle mano y ponedle a buen recaudo.» Así es que, cuando llegó, pasó al frente en seguida y Le dijo a Jesús:
-¡Rabí! y Le besó afectuosamente.
Los otros echaron mano a Jesús y Le apresaron. Uno de los presentes desenvainó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote cortándole una oreja. Jesús les dijo:
-¿Habéis salido a arrestarme con espadas y con palos como si fuera un bandolero? He estado diariamente con vosotros enseñando en el Templo, y no Me detuvisteis. Pero sea así para que se cumplan las Escrituras.
Y entonces todos Le abandonaron y salieron huyendo.
Aquí tenemos claro el drama y, aun con la economía de palabras que le es característica a Marcos, los personajes se dibujan perfectamente ante nosotros.
(i) Está Judas, el traidor. Sabía muy bien que la gente conocía de vista suficientemente a Jesús; pero pensó que a la pálida luz de la luna, a la sombra de los árboles iluminados por la luz temblorosa de las teas, necesitarían una indicación precisa de quién era el que iban a detener. Y eligió el más terrible de los signos: un beso. Era habitual saludar a un rabino con un beso, en señal del respeto y del afecto que se le tenía a un maestro querido; pero hay aquí algo terrible. Cuando Judas dice: » Al que yo bese, ese es,» usa la palabra filein, que es la palabra corriente; pero cuando se dice que avanzó y besó a Jesús, la palabra es katafilein. El kata- es intensivo, y katafilein quiere decir besar como un amante besa a un ser amado. La señal de la traición no fue el beso formal del saludo respetuoso, sino un beso de amor. Esto es la cosa más repulsiva y terrible que encontramos en los evangelios.
(ii) Está la chusma enviada para arrestar a Jesús. Venía de parte de los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. Esas eran las tres secciones del Sanedrín, y Marcos quiere decir que venían de parte de ese tribunal supremo. Aun bajo la jurisdicción romana, el Sanedrín tenía ciertos derechos y deberes de policía en Jerusalén, y tenía sus propios policías. Sin duda una chusma selecta se les había adherido en el camino. Marcos se las agencia para darnos la impresión del nerviosismo de los que vinieron a hacer la detención. Puede que vinieran preparados para una acción sangrienta, nerviosos y tensos. Eran ellos los que rezumaban terror -no Jesús.
(iii) Está el hombre que tiró de espada a la desesperada y le cortó una oreja al siervo del sumo sacerdote. En Jn 18:10 se nos dice que fue Pedro. Nos suena a Pedro, y Marcos probablemente omitió el nombre porque todavía era peligroso revelarlo. En la reyerta no se vio quién había asestado el golpe; era mejor dejarlo así. Pero cuando Juan escribió, cuarenta años después, ya no era peligroso revelarlo. Puede que no fuera precisamente una buena acción tirar de espada y atacar a un oficial; pero en cierto modo nos alegramos de que hubiera alguien allí que, por lo menos en el impulso del momento, estuviera dispuesto a pelear por Jesús.
(iv) Estaban los discípulos. Les fallaron los nervios. No pudieron arrostrar aquello. Tenían miedo de compartir la suerte de Jesús, así es que huyeron.
(v) Estaba Jesús mismo. Lo extraño es que, en toda esta escena caótica, Jesús estaba en un oasis de serenidad. Conforme leemos la historia vemos que era Él y no la policía del Sanedrín Quien estaba en control de los acontecimientos. Para Él, la lucha del huerto ya había pasado, y ya tenía la paz del Que sabe que está siguiendo la voluntad de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Arresto de Jesús (Mar 14:43-52)
Análisis de discurso
Esta sección conecta con la anterior a través de la frase aún estaba él hablando cuando vino Judas. Jesús comenzó a decir que se acercaba el que lo iba a traicionar, y Marcos nos cuenta que antes de terminar de pronunciar esta sentencia, se acercó Judas y la turba armada con palos y cuchillos. La continuidad narrativa de estas dos escenas es casi cinematográfica. El lector puede ver a Judas acercarse en el trasfondo de la escena, mientras Jesús aún les habla a sus discípulos.
Marcos introduce generalmente a Judas como uno de los doce. Lo vemos aquí, en la cena en el aposento alto (Mar 14:20) y en el contexto de la conspiración contra Jesús, en Mar 14:10. Se acentúa así el hecho que Jesús fue traicionado por uno de sus seguidores, algo que habrá sido muy difícil de aceptar para la iglesia primitiva. El pasaje se podría dividir en la descripción que hace el narrador de los acontecimientos previos a la consumación de la traición (vv. Mar 14:43-44), y en el relato del momento culminante de la misma: el beso y el arresto (vv. Mar 14:45-46). Los versículos que siguen constituyen una reacción al arresto, primero por parte de uno de los seguidores de Jesús (v. Mar 14:47) y luego por parte de Jesús mismo (v. Mar 14:48). El final de la narración nos pinta un cuadro de total impotencia: Jesús, abandonado por todos sus discípulos, queda en manos de sus verdugos, y un joven que seguía al grupo de cerca huye desnudo cuando pretenden prenderlo (vv. Mar 14:50-51).
TÍTULO: Casi todas las versiones dan un título similar o variante de Arresto de Jesús.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
«Muchos hombres armados con cuchillos y palos» (TLA) describe mejor al grupo que se acerca para prender a Jesús. En otras partes de este Evangelio, la palabra ojlos ha sido traducida como “multitud”, incluyendo varones y mujeres. En cambio, aquí la palabra tiene un significado mucho más limitado y técnico. Se refiere a una “turba”, “chusma” o “patota”, y se tiene en mente un conjunto de hombres armados. Muchas versiones traducen espadas y palos, pero esto podría dar a entender que había soldados romanos en el grupo. Lo cierto es que estos hombres fueron enviados por los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, es decir, por las autoridades judías. Posiblemente habría entre ellos guardias del templo, judíos encargados de mantener el orden, los cuales sí estarían armados.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El Rey es detenido (ver Mat. 26:47-56; Luc. 22:47-53). Sin la ayuda de Judas, los sacerdotes nunca hubieran podido hallar a Jesús entre los muchísimos grupos acampados en derredor de Jerusalén esa noche. Aquellos que han visto las multitudes de peregrinos acampados en derredor de los templos en un festival hindú han de comprender. Y aunque hubieran hallado el lugar, nunca habrían podido encontrar a Jesús mismo en la densa obscuridad, y Judas bien sabía que sus compañeros de Galilea hubieran peleado. Por esa razón, los policías del templo, bien armados, estaban presentes (no una chusma de la ciudad, como se ha sugerido en ocasiones). Los arrestos nocturnos de sospechosos no son raros; los sospechosos están desprevenidos, y hay menos peligro de algún rescate por parte de amigos o vecinos. Aun así, Pedro (cuyo nombre no aparece aquí; ver Juan 18:10) en vano sacó su espada ya que Jesús rehusó aceptar tal ayuda.
Es posible que estemos acostumbrados a espías policíacos y delatores pagados, pero la traición de Judas todavía nos pasma. El beso en la mejilla era el saludo normal de la cultura local, y el saludo mismo era el de un discípulo para con su maestro, pero ambas cosas eran sólo señales del arreglo previo. Lo que asombró a todos fue la respuesta calmada de Jesús. Según él, no hacía falta tanto drama en todo eso. Lo podrían haber arrestado durante cualquier día en el templo, si no hubieran tenido temor de la reacción del pueblo. Allí se supo el secreto de su aceptación apacible: él sabía que todo esto tenía su lugar en el plan y el propósito de Dios (49).
Ha habido bastante discusión acerca de quién sería el joven de este relato. Algunos han sugerido que era Juan Marcos mismo, en cuyo hogar puede haberse celebrado la última cena (más tarde la iglesia se reunía en la casa de su madre; Hech. 12:12). Si los sacerdotes hubieran podido arrestar a los seguidores de Jesús sin duda lo hubieran hecho, pero todos huyeron (50). Por esto, probablemente, Pedro temía ser reconocido en la casa del sumo sacerdote más tarde. Por otro lado, puede haber sido un recuerdo sin relevancia del testigo ocular de Mar., y Marcos es el único que lo registra fielmente. Fuera quien fuere, él también había abandonado a Jesús, igual que todos los demás, y había huido.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
k 748 Mat 26:47; Luc 22:47; Jua 18:3
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Véanse coments. en Mt 26:47.
Fuente: La Biblia de las Américas
Notemos en estos versículos que poco comprendieron los enemigos de nuestro Señor la naturaleza de su reino. Leemos que Judas fue á prenderlo «con una gran multitud armada de palos y espadas.» Evidentemente esperaban que nuestro Señor seria defendido de una manera vigorosa por sus discípulos, y que no podrían hacerlo prisionero sin combatir. Los príncipes de los sacerdotes y los escribas continuaban obstinadamente apegados á la idea de que el reino de nuestro Señor era un reino terrenal, y suponían por lo tanto que trataría de sostenerlo con medios mundanos. Tenían aún que aprender la solemne lección contenida en las palabras de nuestro Señor á Pilatos, «Mi reino no es de este mundo: ahora pues mi reino no es de aquí.» Joh 18:36.
Haremos bien en recordarlo cuando intentemos extender el reino de la verdadera religión. No debe propagarse por medio de la violencia ni con las armas de la carne. «Las armas de nuestra guerra no son carnales.» 2Co 10:4. «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Señor de los ejércitos.» Zec 4:6. La causa de la verdad no demanda fuerza para sostenerse. Las falsas religiones, como el Mahometismo, se han extendido á menudo por medio de la espada; y el falso Cristianismo, como el da la iglesia romanista, ha sido impuesto á los pueblos valiéndose de persecuciones sanguinarias. Pero el verdadero Evangelio de Cristo no requiere semejantes ayudas; se apoya en el poder del Espíritu Santo; crece y se desarrolla por la influencia que el Espíritu Santo ejerce en los corazones y en las conciencias. La señal mas clara de que una causa religiosa es mala es la disposición á apelar á la fuerza ó al brazo seglar.
Notemos, en segundo lugar, en estos versículos, como todos los detalles de la, pasión de nuestro Señor acontecieron de la manera que los anunciaba la palabra de Dios. Las palabras que dirigió á los que lo prendieron, lo muestran evidentemente: «es preciso que se cumplan las Escrituras..
No hubo accidentes en los acontecimientos que marcaron el término del ministerio terrenal de nuestro Señor, ni fueron productos del acaso. Las huellas que fue dejando desde Getsemaní al Calvario estaban marcadas centenares de años antes. El Salmo veinte y dos, y el capítulo cincuenta y tres de Isaías, se cumplieron al pie de la letra. La rabia de sus enemigos, el alejamiento de su propia nación, el hecho de ser tratado como un malhechor, de ser condenado por la asamblea de los malvados, todo se sabía de antemano, y todo había sido previsto. Todo lo que aconteció fue tan solo la realización del gran designio de Dios de preparar una expiación por los pecados del mundo. Los hombres armados que Judas condujo para apoderarse de Jesús, fueron como Nabucodonosor y Se-Naquerib, instrumentos inconscientes para que tuvieran efecto los propósitos divinos.
Sea motivo de tranquilidad para nuestras almas saber que todo lo que nos rodea ha sido ordenado y arreglado por la sabiduría omnipotente de Dios. El curso de los sucesos de este mundo podrá ser á menudo contrario á nuestros deseos; la condición de la iglesia será á veces muy distinta de la que deseamos; la maldad de los mundanos, y las inconsecuencias de los creyentes afligirán con frecuencia nuestras almas; pero hay una mano sobre nosotros, que mueve esta máquina del universo, y que hace que todas las cosas trabajen de consuno en gloria suya. Las Escrituras se han sido cumpliendo año tras año; ni una jota ni una tilde dejará de cumplirse. Los reyes podrán coligarse, y los príncipes de las naciones pronunciarse contra el Cristo, Psa 2:2, pero en el día de la resurrección se probará, que aun en los períodos más tenebrosos, todo sucedía según la voluntad de Dios.
Notemos, por último, en estos versículos, como puede flaquear la fe de los verdaderos creyentes. Se nos dice que cuando Judas y su partida se apoderaron de nuestro Señor, y permitió tranquilamente que lo prendiesen, los once discípulos «todos lo abandonaron.» Quizás hasta aquel momento los había sostenido la esperanza de que el Señor haría un milagro, y se libraría de sus enemigos, pero cuando vieron que no hacia ningún milagro, el valor los abandonó, olvidaron todas sus anteriores protestas; el viento se llevó todas las promesas que habían hecho de morir con su Maestro antes que dejarlo, y el terror del peligro presente ahogó todos sus sentimientos. «Todos lo abandonaron y huyeron..
Hay algo muy instructivo en este incidente; merece que todos los que profesan ser cristianos lo estudien con la mayor atención. ¡Feliz el que estudia la conducta de los discípulos de nuestro Señor, y recoge de ella alguna enseñanza! Que la huida de los once discípulos nos enseñe á no confiar demasiado en nuestras fuerzas, y que el temor es un lazo. Nunca sabemos que haremos, si somos tentados, ó hasta que extremos nos llevará la flaqueza de nuestra fe. Revistámonos de humildad.
Aprendamos á ser caritativos cuando juzguemos á otros cristianos. No esperemos demasiado de ellos, ó los clasifiquemos por deficientes en gracia, si los vemos sucumbir á una falta. No olvidemos que aun los apóstoles escogidos por nuestro Señor lo abandonaron en la época de su necesidad; y que, sin embargo, el arrepentimiento volvió á levantarlos, y fueron los pilares de la iglesia de Cristo.
Finalmente, no concluyamos las meditaciones de este pasaje sin la profunda convicción de lo capaz que es el Señor de simpatizar con los que en El creen. De todas las pruebas la más grande es vernos burlados en nuestro amor. Es un cáliz muy amargo pero que todos los verdaderos cristianos tienen que beber con frecuencia. Los ministros les fallan, los parientes y los amigos; una cisterna tras otra resultan rajadas y que no pueden contener agua ninguna. Pero consuélense con la idea de que hay un Amigo firme, Jesús, que se conmueve sintiendo sus flaquezas, y que ha gustado sus dolores.
Jesús sabe lo que es tener amigos y discípulos que flaquean en la hora de la necesidad. Sin embargo, lo sufrió pacientemente, y los amó á pesar de todo. Nunca se cansa de perdonar. Hagamos lo mismo; que ese sea nuestro empeño.
De todas maneras, Jesús nunca nos faltará. Está escrito que » compasiones no faltan.» Lam. 3.22
Fuente: Los Evangelios Explicados
uno de los doce… M↓ añaden que era.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
O, Inmediatamente
Lit., y con él
Fuente: La Biblia de las Américas
M i añaden que era.