Comentario de Marcos 15:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Obligaron a uno que pasaba viniendo del campo, a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, a que cargara la cruz de Jesús.
15:21 — Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene — Los soldados tenían la autoridad de obligar a otros a ayudar en una tarea. Compárese Mat 5:41. Este Simón en particular era de Cirene, una ciudad en la costa norteña de Africa, unas trescientas millas al poniente de Alejandría, Egipto. Había una colonia de judíos allí.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y obligaron a uno que pasaba. Mat 27:32; Luc 23:26.
simón de Cirene. Hch 2:10; Hch 6:9; Hch 11:20; Hch 13:1.
y de Rufo. Rom 16:13.
que llevase la cruz. Luc 14:27; Jua 15:18-20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los prisioneros condenados estaban obligados a cargar la pesada viga transversal de su propia cruz hasta el lugar de la ejecución. Estando exhausto luego de una noche sin dormir y muy herido y debilitado por su azotamiento, Jesús no podía continuar adelante. Los guardias romanos obligaron a Simón, aparentemente allí por casualidad, a cargar la cruz de Jesús el resto del camino. Simón, de la ciudad de Cirene en el norte de África, se dirigía a Jerusalén. su identificación como «padre de Alejandro y de Rufo» (cp. Rom 16:13) es evidencia de la conexión de Marcos con la iglesia de Roma (vea la Introducción: Contexto histórico).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
15:21 — Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene — Los soldados tenían la autoridad de obligar a otros a ayudar en una tarea. Compárese Mat 5:41. Este Simón en particular era de Cirene, una ciudad en la costa norteña de Africa, unas trescientas millas al poniente de Alejandría, Egipto. Había una colonia de judíos allí.
— padre de Alejandro y de Rufo — Los lectores originales del libro de Marcos conocían a estos dos por ser cristianos notables de aquel tiempo, pero nosotros, aparte de la mención de un cierto Rufo en Rom 16:13, no tenemos información en las Escrituras que nos informen de ellos con exactitud.
— que venía del campo — Simón venía hacia la ciudad en el camino que conducía a Gólgota..
— a que le llevase la cruz — Ningún soldado cargaría la cruz de un criminal; ningún judío ofrecería tocar la cruz, instrumento de anatema. Jesús hasta el momento está “car gando su cruz” (Jua 19:17) — como yo tengo que cargar el mío (Mat 10:38; Mat 16:24). Pero el cuerpo tan maltratado y herido de Jesús no puede seguir aguantando el peso de la cruz (a pesar de golpes y gritos de maldición que los soldados dieran a Jesús).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA CRUZ
Marcos 15:21-28
Y requisaron a un hombre que se llamaba Simón, de
Cirene, que pasaba por allí de vuelta de su campo, el
padre de Alejandro y de Rufo; y le obligaron a llevar la Cruz de Jesús. Así fue como Le llevaron a Jesús al lugar que se llama Gólgota, que quiere decir el lugar de la Calavera. Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero Él no quiso tomarlo.
Le crucificaron. Y se repartieron Su ropa jugándose a los dados lo que le correspondía a cada uno. Eran las 9 de la mañana cuando Le crucificaron.
Y el cartel con el delito que se Le imputaba estaba colocado en la Cruz: «EL REY DE LOS JUDÍOS.»
Crucificaron con Jesús a dos bandidos, uno a Su derecha y otro a Su izquierda.
La rutina de la crucifixión no variaba gran cosa. Cuando se tenía lista la cruz, el reo tenía que llevarla al lugar de la ejecución. Se le colocaba en medio de cuatro soldados. Por delante marchaba un soldado llevando un cartel en el que se podía leer el crimen del que era culpable el reo. Posteriormente se fijaba ese cartel a la cruz. No iban al lugar de la ejecución por el camino más corto, sino por el más largo. Pasaban por el mayor número posible de calles y callejas para que los más posibles vieran y tomaran nota. Cuando llegaban al lugar de la crucifixión se colocaba la cruz horizontalmente en el suelo, se estiraba sobre ella al reo y se le clavaban las manos. Los pies no se le solían clavar sino se les ataban. Entre las piernas del prisionero sobresalía un trozo de madera llamado burlescamente «la silla» para aguantar su peso cuando se levantara la cruz -le otra manera los clavos rasgarían las manos. Entonces se ponía en pie la cruz, y se afirmaba en un hoyo; y se dejaba allí al condenado hasta que le sobreviniera la muerte. La cruz no era muy alta; tenía la forma de la letra T, generalmente sin saliente por arriba. Algunas veces los condenados se mantenían vivos tanto como una semana, muriendo lentamente de hambre y de sed, sufriendo a veces hasta el punto de dar señales de locura.
Este debe de haber sido un día aciago para Simón de Cirene. Palestina era un país ocupado, y se podía requisar a cualquier hombre para prestar un servicio a los Romanos en cualquier tarea. La señal de la requisa era un golpe en el hombro con lo plano de la lanza romana. Simón era de Cirene, en África. Sin duda había venido desde tan lejos para la Pascua. Habría economizado y ahorrado muchos años para poder venir. Sin duda estaba cumpliendo la ilusión de toda una vida de comer una Pascua en Jerusalén. Y entonces le sucedió esto.
En aquel momento, Simón tiene que haber sentido un resentimiento terrible. Tiene que haber sentido odio hacia los Romanos, y también hacia ese criminal cuya cruz le obligaban a llevar. Pero podemos legítimamente especular acerca de lo que le sucedió a Simón. Puede que fuera su intención, cuando llegaran al Gólgota, tirar la cruz al suelo con rabia y alejarse lo más deprisa posible de la escena. Pero tal vez no fue eso lo que hizo. Tal vez se quedó allí, porque se sentía fascinado por algo que había visto en aquel Reo.
Marcos nos dice que aquel Simón era el padre de Alejandro y de Rufo. Se da a entender que los creyentes para los que escribió su evangelio serían capaces de reconocerle por esta referencia. Lo más probable es que el evangelio de Marcos fuera escrito originalmente para la iglesia de Roma. Ahora veamos la carta de Pablo a los Romanos, y leamos en 16:13: «Saludad a Rufo, eminente en el Señor, y también a su madre y mía.» Rufo era un cristiano tan apreciado que era eminente en el Señor. La madre de Rufo le era tan querida a Pablo que la consideraba como su propia madre. Algo debió de sucederle a Simón en el Gólgota.
Ahora veamos en Hch 13:1 . Hay allí una lista de hombre de Antioquía que enviaron a Pablo y Bemabé en aquella histórica primera misión a los gentiles. Entre ellos figura un cierto Simeón, al que llamaban Níger (La Reina-Valera pone Simón). Simeón es otra forma de Simón. Níger era el nombre corriente que se daba a una persona de piel oscura como los de África, y Cirene está en África. Bien puede ser que aquí nos encontremos otra vez con Simón. Puede que la experiencia de Simón en el camino del Gólgota vinculara su corazón para siempre a Jesús. Puede que le hiciera cristiano. Puede que más tarde fuera uno de los responsables de la iglesia de Antioquía, e instrumental en la primera misión a los gentiles. Puede que fuera porque le requisaron para llevar la cruz de Jesús por lo que aquella primera misión a los gentiles tuvo lugar. Eso querría decir que nosotros somos cristianos gracias a que un día un peregrino de la Pascua venido de Cirene fue requisado, a su pesar entonces, por un soldado romano anónimo para llevarle la Cruz a Jesús.
Le ofrecieron a Jesús vino drogado, pero Él no quiso beberlo. Una compañía de mujeres piadosas y compasivas de Jerusalén acudía a las crucifixiones para darles a los reos una bebida compuesta de vino y drogas que aliviaba los terribles dolores de la crucifixión. Se lo ofrecieron a Jesús, pero Él no lo aceptó. Cuando el doctor Johnson estaba padeciendo su última enfermedad, le pidió al médico que le dijera honradamente si se podría recuperar. Le contestó el médico que no, a menos que sucediera un milagro. » Entonces -dijo Johnson- no tomaré más medicinas, ni siquiera calmantes, porque Le he pedido a Dios que me conceda entregarle mi alma a Dios despejado.» Jesús estaba decidido a saborear la muerte en toda su amargura, e ir a Dios con los ojos abiertos.
Los soldados se jugaron a los dados Su ropa. Ya hemos visto que el reo era conducido al lugar de la crucifixión entre cuatro soldados, que tenían como sus gajes las ropas del condenado a muerte. Un judío llevaba cinco artículos: la camisa interior, la exterior, las sandalias, el cinto y el turbante. Cuando se habían repartido las cuatro piezas menores, les quedaba todavía la gran túnica exterior. Habría sido una pena cortarla en trozos, así es que los soldados se la jugaron a la sombra de la Cruz.
Jesús fue crucificado entre dos ladrones. Fue aquello un símbolo de toda Su vida, el que hasta el final estuvo asociado con pecadores.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
La crucifixión de Jesús (Mar 15:21-32)
Análisis de discurso
La descripción de la crucifixión se hace en dos partes. Primero se describe la escena previa, cuando Simón de Cirene es obligado a llevar la cruz hasta el lugar de la ejecución, en el Gólgota, que estaba afuera de la ciudad, y allí se le da a Jesús vino mezclado con mirra, un anestésico de ese tiempo, que él se rehúsa a beber. Luego viene la crucifixión propiamente dicha, a las nueve de la mañana. Allí los soldados se reparten los vestidos de Jesús, echando suertes sobre los mismos, ponen un título sobre la cruz, que determina la razón de la condena, y crucifican también a dos ladrones. Sigue inmediatamente una serie de insultos y burlas que profieren a) los que pasaban, b) los principales sacerdotes y los escribas, y c) los dos ladrones.
TÍTULO: “La crucifixión de Jesús” o “Jesús es crucificado”.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Obligaron: Era prerrogativa de las fuerzas de ocupación forzar a quien fuera a llevar el equipo de un soldado romano, o cualquier otro bulto, por una milla (ver Mat 5:41). Los reos de muerte eran, a la vez, obligados a llevar su propia cruz, es decir, el palo transversal. El palo vertical, sobre el que se clavaban los pies de la persona, ya se encontraba en el lugar de la crucifixión y se utilizaba para más de una ejecución (¡reciclaje al estilo romano!). Sin embargo, Jesús aparentemente estaba muy débil como consecuencia de los azotes recibidos, y por esa razón Simón de Cirene es forzado a ayudarlo.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— Cirene: Ver nota a Mat 27:32.
— la cruz de Jesús: Ver nota a Mat 27:31.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La crucifixión (ver Mat. 27:32-61; Luc. 23:26-56). Ahora hemos llegado a la médula de la coronación del rey, ya que estamos en el “camino de la cruz”, el trayecto desde la casa del gobernador hasta el lugar de la ejecución. Este último viaje de Jesús todavía es conmemorado por los cristianos semanalmente en Jerusalén hasta hoy.
Parece que a Simón de Cirene no se le conocía en el grupo de los cristianos en los días de Marcos, pero a sus hijos sí. Si Rom. 16:13 es una referencia al mismo Rufo, entonces, por lo menos, él era conocido en la iglesia de Roma. Es posible que el hecho de haber ayudado a llevar la cruz llevó a Simón a la fe en Jesús. Por lo general, el condenado llevaba el travesaño de su propia cruz al lugar de la ejecución, pero Jesús tiene que haber quedado demasiado débil después de los latigazos. Algunos morían como resultado de los azotes (y no había límite de la cantidad de latigazos) que siempre precedían a la crucifixión. Aquellos en cuyos países se han vuelto a usar azotes como castigo legal, han de comprender lo dañino que pueden ser.
Gólgota (“Calvario” o “monte de la Calavera”) recibió su apodo de la forma que tenía. El lugar está cubierto en la actualidad por edificios eclesiásticos, pero a un monte cercano se le llama “El Calvario de Gordon” y da una pequeña idea del aspecto que tendría. El vino mezclado con mirra habría tenido un sabor amargo pero era en realidad como un narcótico, dado por mujeres piadosas de Jerusalén para calmar el dolor de la crucifixión (23). Jesús lo rehusó para seguir teniendo la mente despejada durante su última gran batalla. Por lo general, en tales ejecuciones, las ropas de los malhechores eran repartidas entre los verdugos como una recompensa, así que los soldados echaron suertes para ver a quién le tocaría cuál pieza de ropa, ya que éstas serían de valores desiguales.
Marcos no juega con nuestras emociones al describir la crucifixión, como lo harían algunos relatos modernos. El sencillamente da los datos, ya que con eso es suficiente para emocionarnos. Posiblemente, por su fondo romano, Marcos parece expresar el tiempo algo diferente de la manera griega (cf. Juan 19:14), de modo que no sabemos con toda exactitud la hora en que Jesús fue crucificado. En Asia y en Africa también tienen, o han tenido, maneras diferentes de manejar el tiempo. Todo lo que importa es que Jesús murió allí por nosotros.
La majestad de Jesús había sido escrita claramente para que todos lo vieran, en la inscripción que fue clavada a la cruz por Pilato como su último desprecio a los sacerdotes. Las multitudes, burlonamente, le llamaban el Mesías, el Rey de Israel; sólo un gentil hablaría de un rey de los judíos. El desprecio sonoro de los sacerdotes y del pueblo durante la crucifixión son las pruebas más fuertes posibles de que Jesús en verdad se declaraba Rey, y Mesías, y Salvador. De otra manera, la burla amarga no hubiera tenido sentido alguno. La señal que demandaban (32) era imposible. Si Jesús iba a poder salvarnos, como el Mesías sufriente, entonces no podría salvarse a sí mismo de la cruz. Cuando les dio una señal mucho mayor, la de la resurrección, todavía no quisieron creer. Por eso en tiempos anteriores de su ministerio Jesús había dado la respuesta que dio a los fariseos (8:12). La fe podría ver una señal en todo lo que hizo; la incredulidad nunca se convencería por alguna señal.
La oscuridad al mediodía (según el horario de Mar.) era un símbolo del juicio de Dios (Amós 8:9). La clase de obscuridad que fue, no lo sabemos. Podría haber sido una tormenta de arena enceguecedora común en esa zona. No podría haber sido un eclipse del sol, ya que la Pascua ocurría en plenilunio. La oscuridad parece haber ilustrado la ira de Dios no sólo en contra de aquellos que habían rechazado a su Hijo, sino también en contra del pecado que Jesús estaba llevando sobre su persona por nosotros, como una ofrenda de pecado. ¿Por qué otro motivo Jesús habría exclamado a gran voz, en las palabra del Sal. 22, que Dios lo había desamparado? (34). No podemos concebir lo que esta separación significaría a uno que desde toda la eternidad no había conocido ninguna separación de su amoroso Padre; sin embargo, se nota, como ninguna otra cosa, lo terrible que es el pecado. El grito de Jesús provino de su corazón y Marcos traduce el arameo, según es su costumbre. Comprendiendo a medias, o malentendiendo deliberadamente, los espectadores lo veían como un llamamiento a Elías, quien según leyendas judías, volvería a rescatar a los judíos que se hallaran en gran peligro.
Posiblemente, a la par con la burla de los soldados hubo algo de simpatía, ya que un soldado le dio a Jesús una bebida de sus propias raciones hecha de vinagre, de vino, huevo y agua. Jesús había rehusado la mezcla de vino con mirra, pero posiblemente aceptó esta segunda bebida (Juan 19:30) para cobrar fuerza para expresar, con toda su fuerza, su último grito de triunfo. Después de esto Jesús dio un fuerte grito y murió. Según Juan, las últimas palabras de Jesús fueron: “¡Consumado es!” (Juan 19:30). El oficial romano encargado del escuadrón de ejecución oyó y se dio cuenta de que el que había dado el grito fuerte, y murió de esa manera, tenía que ser el Hijo de Dios (39). (La expresión gr. podría significar “un hijo”, pero es poca la diferencia; él era un militar, no un teólogo.) La iglesia primitiva vio en estas palabras la confesión por un gentil, la que Israel había fallado en hacer, y si nuestras sugerencias acerca de Mar. son correctas esto le hubiera sido de mucha importancia a él y a su iglesia. En cierto sentido, el Evangelio de Mar. se armó alrededor de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, y la confesión por parte de este centurión ante la cruz. Alternativamente, lo podemos ver con un contraste entre la negación de Pedro y la confesión del centurión. Este centurión posiblemente llegó a ser cristiano más tarde, aunque Marcos no lo expresa. El relato posterior que él fue a Gran Bretaña para llevar el evangelio es probablemente una ficción piadosa.
Mar. no registra el terremoto como lo hace Mat., ni el terremoto que sacó a Jesús de la tumba; pero sí menciona uno de los resultados. El gran velo del templo, que ocultaba el lugar santísimo de la mirada de los adoradores, se rasgó en dos. El acceso hacia Dios quedaba ahora abierto para todos: tanto gentiles como judíos, laicos como sacerdotes.
Un grupo de mujeres fieles había observado la crucifixión a la distancia, aquellas que habían apoyado a Jesús y a los doce con dinero, alimentos y cuidados cariñosos (41). Si se oye decir, como una crítica, que la iglesia de hoy se compone mayormente de mujeres, la contestación es que éstas nunca han faltado, aun en los tiempos de Jesús. Si él tuvo su grupo de hombres como apóstoles, también tuvo su grupo fiel de mujeres que lo seguían, de las cuales tenemos aun sus nombres. Dos de ellas vieron el entierro temporario apurado antes que comenzara el sábado. Ningún judío piadoso dejaría el cuerpo de un hombre ejecutado expuesto después de la puesta del sol si el día siguiente fuera sábado.
Dios tuvo, como siempre lo ha tenido, al hombre correcto para el momento. Este era José, con influencia suficiente para pedir el cuerpo (normalmente propiedad del gobierno romano en tales casos), y lo suficientemente rico para poseer un tumba propia para ser usada temporariamente (46). Como era la costumbre, se colocaba una piedra grande en una zanja (tapando la boca de la tumba) para proteger el cuerpo, de los animales y de los ladrones de sepulcros. El hecho de que las dos Marías vieron dónde colocaron a Jesús quiere decir que no pudo haber habido ningún error cuando volvieron una vez concluido el sábado. Dos “testigos” habían visto el lugar, y eran mujeres. Para aquellos que viven en países donde el testimonio de una mujer no es aceptable con valor igual al de un varón, es un pensamiento que liberta.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) Véase Ap. 5C.
REFERENCIAS CRUZADAS
y 813 Mat 27:32; Luc 23:26
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
21 (1) Con respecto a los vs.21-38, véanse las notas de Mat_27:32-51 .
21 (2) Lit, llevase la cruz de El (de Jesús).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
que venía del campo. i.e., que venía del campo a la ciudad, probablemente como un peregrino más, a la fiesta de la Pascua en Jerusalén.
Simón de Cirene. Cirene era un puerto del N de África y allí residía una comunidad judía.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
uno… → Lev 16:21; Lev 16:27; Heb 13:11-12; Rom 16:13.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., El
Fuente: La Biblia de las Américas
uno g Lev 16:21, Lev 16:27; Heb 13:11-12; Rom 16:13.