Después que les habló, el Señor Jesús fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios.
16:19 — Y el Señor, después que les habló — — La Gran Comisión fue dada en Galilea, en el monte señalado (Mat 28:16-20). Tal vez Marcos aquí se refiera a las instrucciones que Jesús dio a sus apóstoles durante los cuarenta días (Hch 1:3) en que estuvo con ellos, incluyendo las palabras finales registradas en Luc 24:50-51 y en Hch 1:6-9. De Galilea Jesús les dirigió a Jerusalén, y el día de su ascensión al cielo, “los sacó fuera hasta Betania”, o “junto a Betania” (Lacueva), Luc 24:50. Sobre Betania véanse 11:1,6,11,12,19, comentarios.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
después que les habló. Mat 28:18-20; Luc 24:44-50; Jua 21:15, Jua 21:22; Hch 1:2, Hch 1:3.
fue recibido arriba en el cielo. Luc 9:51; Luc 24:50, Luc 24:51; Jua 13:1; Jua 16:28; Jua 17:4, Jua 17:5, Jua 17:13; Hch 1:10, Hch 1:11; Hch 2:33; Hch 3:21; Efe 1:20-22; Efe 4:8-11; Heb 1:3; Heb 4:14; Heb 6:20; Heb 7:26; Heb 8:1; Heb 9:24; Heb 10:12, Heb 10:13, Heb 10:19-22; Heb 12:2; 1Pe 3:22; Apo 3:21.
se sentó a la diestra de Dios. Sal 110:1; Hch 7:55, Hch 7:56; 1Co 15:24, 1Co 15:25; 1Pe 3:22; Apo 3:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La señal final de que Jesús era el Hijo de Dios es que Él fue recibido arriba en el cielo para sentarse a la diestra [la posición de autoridad y poder] de Dios. Los lectores de Marcos pueden descansar seguros en la completa deidad de Cristo y en su capacidad para salvar a quienes crean en Él.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
a la diestra de Dios. El lugar de honor que Jesús asumió después de su ascensión (vea la nota sobre Hch 2:33).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
16:19 — Y el Señor, después que les habló — La Gran Comisión fue dada en Galilea, en el monte señalado (Mat 28:16-20). Tal vez Marcos aquí se refiera a las instrucciones que Jesús dio a sus apóstoles durante los cuarenta días (Hch 1:3) en que estuvo con ellos, incluyendo las palabras finales registradas en Luc 24:50-51 y en Hch 1:6-9. De Galilea Jesús les dirigió a Jerusalén, y el día de su ascensión al cielo, “los sacó fuera hasta Betania”, o “junto a Betania” (Lacueva), Luc 24:50. Sobre Betania véanse 11:1,6,11,12,19, comentarios.
No hay contradicción entre Luc 24:50 (junto a Betania) y Hch 1:7 (volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar) porque Betania quedaba en la vertiente este del monte de los Olivos.
–fue recibido arriba en el cielo — Lucas (24:51) lo expresa así: “fue llevado arriba al cielo”. También en Hch 1:9 nos informa que “fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”.
— y se sentó a la diestra de Dios — Véanse Sal 110:1; Hch 2:32-35; Rom 8:34; Efe 1:20-23; Col 3:1; Heb 1:3; Heb 8:1; Heb 10:12; Heb 12:2; 1Pe 3:22. Así Marcos termina lo que principió en 1:1: narrar “el evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”.
Fuente: Notas Reeves-Partain
«Cuando el Señor Jesús» (TLA): Esta expresión está de acuerdo con las versiones modernas del GNT, las cuales incluyen «Jesús», algo que no hace RV95, pues se apoya en el TR. La expresión «Señor Jesús» no existe en el Evangelio de Marcos, otra prueba más de que toda esta sección proviene de una fecha posterior y fue escrita por otro autor, o por otros autores. Fue recibido arriba en el cielo es una expresión que se basa en Hch 1:11. Este lenguaje no existe en Marcos, que no tiene una narración de la ascensión. También se puede traducir «fue llevado al cielo» (BL). Es importante mantener los verbos en pasivo, ya que Jesús es resucitado y llevado al cielo. Dios es siempre el sujeto de los verbos de resurrección y ascensión, mientras que Jesús es el objeto.
Reflexión bíblica y pastoral
Una manera de entender estos versículos es considerarlos como el producto de una comunidad cuya realidad más apremiante era vivir en el mundo como discípulos del resucitado. La premura escatológica y el frenesí apocalíptico de los primeros años se habían atenuado, y ahora las comunidades necesitaban entender su misión en un mundo que aún no había cedido lugar al Reino de Dios. Al igual que los otros Evangelios, este final largo provee pautas y direcciones para la praxis de la iglesia en el mundo grecorromano. La comunidad se constituye en medida salvífica: sólo serán salvos aquellos que crean y sean bautizados. Además, el poder de Dios es mediado por las señales producidas por los creyentes. El Señor Jesús asciende y se sienta a la derecha de Dios, pero también está presente en la vida de la comunidad, ayudando y confirmando la misión con prodigios producidos por los fieles.
Es evidente que esta sección constituye una relectura teológica del Evangelio de Marcos, realizada por una comunidad que vive una realidad diferente. Parte de esta relectura podría considerarse negativa (Myers, 402-403). En primer lugar, porque se pone demasiado énfasis en la necesidad de creer, y se divide a la gente entre los que creen y los que no. El Evangelio de Marcos es mucho más tolerante de la realidad humana y más consciente de lo difícil que es creer (ver Mar 9:24; Mar 14:38), y pone el énfasis más que nada en el seguimiento de Jesús, a pesar de las dudas y la falta de fe. En segundo lugar, la importancia que se le da a las señales prodigiosas, a la manifestación de poder, es algo que no forma parte del discipulado tal como es descrito en Mar 1:1-45; Mar 2:1-28; Mar 3:1-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-38; Mar 9:1-50; Mar 10:1-52; Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47; Mar 16:1-8. Allí vemos que Jesús les dice a sus seguidores que tienen que estar dispuestos a perder la vida por el evangelio, ser siervos los unos de los otros, e incluso aceptar la caridad de un vaso de agua por ser parte de la comunidad mesiánica (Mar 9:41). El Jesús de Marcos nunca prometió ni buscó una manifestación visible de poder. Más bien, fue algo que repudió de los fariseos (Mar 8:11-12). En tercer lugar, Jesús ahora es llevado al cielo. Deja la tierra, la Galilea donde fue a encontrarse con sus discípulos, y se sienta a la diestra del poder de Dios. Ser discípulo ahora implica esperar su retorno triunfal, y esto, naturalmente, afectará la manera de entender la misión, la cual adquirirá cada vez más rasgos espiritualistas e individualistas. Ser cristiano se irá convirtiendo, poco a poco, en un asunto privado, personal y “exitista”.
Sin embargo, hay otra manera de entender esta relectura de los versículos Mar 16:9-20. En efecto, se podría pensar que la comunidad del final largo era netamente contracultural, al afirmar la necesidad de seguir predicando el mensaje evangélico en una situación de presencia “en el mundo”. Se les asegura la salvación a aquellos que, a través de la fe y del bautismo, se incorporan en la comunidad. Estos creyentes, que viven bajo la asfixiante opresión del Imperio Romano, y que comienzan a sentir la persecución de parte de los que no son cristianos, hacen hincapié en un tipo de vida comunitaria victoriosa. Dicha vida está libre de los poderes demoníacos del siglo, tiene acceso a un nuevo lenguaje que los libera de las limitaciones idiomáticas del Imperio, y carece de enfermedades y aflicciones físicas. Así, este modo de vida supera tres de las formas más comunes de alienación en la Palestina del primer siglo: la constante realidad de la ocupación romana, que afectaba todos los aspectos de la vida de una persona; el peso de un lenguaje que llevaba consigo la connotación de siglos de colonización; y la presencia de todo tipo de enfermedades e infecciones de la piel, que hacían la vida intolerable, especialmente entre los pobres de la tierra. De modo que el epílogo expandido del Evangelio ofrece a aquellos que creen y son bautizados la oportunidad de formar parte de una comunidad alternativa, en la que la salvación no es sólo prometida para el futuro, sino también experimentada en el presente como liberación política, económica, cultural y física. Esto, para alguien que vivía bajo la globalización del Imperio Romano, era un anticipo real, aunque limitado, del reinado de Dios.
Lo importante para una evaluación del final largo es entenderlo como una lectura contextual, o relectura, y no como un dogma. Al igual que otras partes del Nuevo Testamento, esta sección nos deja ver cómo los seguidores de Jesús tuvieron que adaptarse a los tiempos que vivían y cómo su teología reflejaba, precisamente, esa adaptación. Por supuesto que no toda relectura es válida. Posiblemente, muchos encontrarían grandes falencias en este final, especialmente si lo comparan con Mar 1:1-45; Mar 2:1-28; Mar 3:1-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-38; Mar 9:1-50; Mar 10:1-52; Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47; Mar 16:1-8. Sin embargo, no hay en estos versículos ninguna afirmación que no se haga en otras partes del Nuevo Testamento (con la excepción, quizás, de tomar serpientes con las manos y beber veneno), y por eso este epílogo nos presenta una postura teológica que llegó a tener cabida dentro de la iglesia. En ese sentido, aunque esta sección no sea parte del Evangelio original, es válida como relectura (Vena 2002, 65-66).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Sal 110:1; Mat 22:44 y par.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
fue recibido en el cielo. Es una referencia directa a la ascensión del Señor al cielo (Sal 110:1; Mr 14:62; Hch 2:32, 33; Ef 1:20– 23; 1 P 3:22).
a la diestra de Dios. Se refiere a la posición y autoridad de Cristo junto al Padre (14:62; Sal 110:1; Hch 2:33; Ef 1:20– 23; 1 P 3:22).
Fuente: La Biblia de las Américas
19 (1) La ascensión del Salvador-Esclavo para ser exaltado por Dios fue señal de que Dios aceptó todo lo que El había hecho para el plan eterno de Dios conforme a Su economía neotestamentaria ( Hch_2:33-36). En esta exaltación, Dios lo coronó de gloria y de honra ( Heb_2:9), le dio el nombre que es sobre todo nombre ( Flp_2:9), y lo hizo Señor de todo ( Hch_2:36) y Cabeza sobre todas las cosas ( Efe_1:22) para que tuviera toda potestad en el cielo y en la tierra ( Mat_28:18) a fin de reinar sobre los cielos, la tierra y las naciones, para que éstos obren juntamente para la extensión universal de Su servicio evangélico.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estas palabras forman la conclusión del Evangelio de S. Marcos. Corto como es el pasaje, es una terminación muy propia del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo. Nos dice como fue nuestro Señor cuando dejó este mundo, y ascendió al cielo; al mismo tiempo que nos refiere lo que sus discípulos experimentaron después que su Maestro los dejó, y lo que todos los verdaderos cristianos pueden esperar hasta que vuelva á aparecer.
Fijémonos, en estos versículos, en el lugar á que nuestro Señor se dirigió así que concluyó su obra en la tierra, y el lugar en que al presente se encuentra. Se nos dice «que fue recibido arriba en el cielo, y que se sentó á la diestra de Dios.» Volvió á la gloria en que se encontraba con el Padre antes de que viniera al mundo. Recibió, como nuestro victorioso Mediador y Redentor, el puesto más elevado en dignidad y poder que podemos concebir en el cielo. Allí está sentado, no perezoso, sino continuando la misma obra bendecida por que murió en la cruz. Allí vive, intercediendo de continuo por todos los que se dirigen á Dios por su mediación, capaz así de salvarlos perpetuamente. Heb. 7 25.
Esta, certidumbre es un gran consuelo para todos los verdaderos cristianos. Viven en un mundo malo y corrompido; cuidados y disgustos sin cuento los abruman, y sus debilidades y miserias los tienen abatidos. Viven en un mundo en que la muerte impera; sienten que sus cuerpos van debilitándose y aniquilándose gradualmente; tienen ante sí la horrible seguridad de verse pronto lanzados á un mundo desconocido. ¿Quién, pues, los consolará? Tienen que apoyarse en la idea de un Salvador que los protege desde el cielo, que nunca se distrae, que nunca duerme, y que está siempre dispuesto á socorrerlos. Deben recordar que aunque ellos duermen, Jesús está velando, que aunque ellos desmayan, Jesús nunca se cansa, que aunque ellos son débiles, Jesús es omnipotente, y que aunque ellos se mueren, Jesús vive eternamente. ¡Que bendito es este pensamiento! Nuestro Salvador, aunque invisible, es un ser que vive en la actualidad. Nos dirigimos en nuestro viaje á una morada á que nuestro mejor Amigo ha ido de antemano para prepararnos una habitación. Joh 14:2. El Precursor ha entrado ya en ella y todo lo tiene preparado; por tanto no hay por que admirarse que S. Pablo exclame, «¿Quién es el que condena? Es Cristo que murió; pero que resucitó también, y que está sentado á la diestra de Dios ó intercede igualmente por nosotros.» Rom 8:34 Observemos, además, en estos versículos, las señales que nuestro Señor Jesucristo confiere á todos los que trabajan fielmente por El. Se nos dice que cuando los discípulos partieron y empezaron á predicar, el Señor «trabajaba con ellos,» y » confirmaba la palabra con las señales que la acompañaban..
Sabemos bien por los Actos de los Apóstoles, y por la historia de la iglesia, la manera con que se comprobaron y realizaron estas palabras. Sabemos que prisiones y aflicciones, persecuciones y oposición, fueron las primicias que cosecharon los labradores en la mies de Cristo. Pero también sabemos, que á despecho de Satanás, no en vano se predicó la palabra de verdad. De cuando en cuando se recogieron algunos creyentes que se apartaban del mundo.
Congregaciones de santos se fundaron en diversas ciudades, y en diferentes países. La pequeña simiente del Cristianismo creció gradualmente y se hizo un gran árbol. Cristo mismo trabajó con sus obreros, y á pesar de los obstáculos, su obra se extendió. La buena semilla no se perdió por completo; tarde ó temprano hubo «signos que la acompañaron..
No dudemos que estas cosas se escribieron para estímulo nuestro. Tengamos la convicción que nadie trabajará fielmente por Cristo para encontrar su obra improductiva. Continuémosla pacientemente en la posición en que nos encontremos. Prediquemos, enseñemos, hablemos, escribamos, apercibamos, demos nuestro testimonio, y estemos seguros de que no es vana nuestra labor. Quizás muramos sin ver el resultado de nuestros esfuerzos; pero el Señor Jesús presta siempre su cooperación á los que trabajan por El, y hay «signos que los acompañan» aunque no les sea dado descubrirlos. «Estemos, pues, firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor.» 1Co 15:58. Quizás marchemos por una senda espinosa, regando la semilla con muchas lágrimas; pero si sembramos la preciosa simiente de Cristo, «volveremos regocijados, trayendo nuestras gavillas.» Psa 126:6.
Y ahora al cerrar las páginas del Evangelio de S. Marcos descendamos al interior de nuestra conciencia y examinémosla.
No quedemos satisfechos con haber oído con nuestros oídos, lo que en él se ha escrito respecto á Jesucristo para enseñanza nuestra. Preguntémonos si sabemos lo que es «morar Cristo en nuestros corazones por la fe. ¿»El Espíritu » testifica á nuestro espíritu que Cristo es nuestro y que nosotros le pertenecemos? ¿Podemos decir realmente que estamos » viviendo la vida de la fe en el Hijo de Dios,» y que por experiencia hemos encontrado que Cristo es «precioso» á nuestras almas? Estas son cuestiones muy solemnes y demandan que se les considere gravemente. ¡Ojalá no descansemos hasta que podamos contestarlas satisfactoriamente! «El que tiene al Hijo tiene vida, y el que no tiene al Hijo de Dios no tiene vida.» 1Jo 5:12.
Fuente: Los Evangelios Explicados
M162 Μὲν οὖν sólo se usa aquí a manera de continuación o transición: Entonces.