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Comentario de Marcos 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Marcos 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Cuando él entró otra vez en Capernaúm después de algunos días, se oyó que estaba en casa.

2:1

— Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días — Después de haber pasado tiempo predicando en los pueblos y villas de Galilea (versículos 38,39), vuelve de nuevo a Capernaum (ver. 21).

— y se oyó que estaba en casa — Tal vez fue la casa en que Jesús tenía residencia, pero de esto no hay certeza.. Véase 1:21, comentarios.

Su fama continúa, pero pronto va a haber oposición, como veremos en este capítulo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

entró otra vez en Capernaum. Mar 1:45; Mat 9:1; Luc 5:18.

y se oyó que estaba en casa. Mar 7:24; Luc 18:35-38; Jua 4:47; Hch 2:6.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesucristo seguido por las multitudes, Mar 2:1, Mar 2:2,

sana a un paralítico, Mar 2:3-12;

llama a seguirlo a Levi del banco de los tributos público, Mar 2:13, Mar 2:14;

come con publicanos y pecadores, Mar 2:15-17;

excusa a sus discípulos por no ayunar, Mar 2:18-22;

y por arrancar espigas el día de reposo, Mar 2:23-28.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El primer capítulo de Marcos establece a Jesús como un personaje popular que tiene gran éxito. Los capítulos Mar 2:1-28 y Mar 3:1-35 demuestran una creciente oposición a su misión y enseñanza y sugieren que hay más drama y suspenso por venir.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capitulo 2.

Curación de un paralítico, 2:1-12 (Mat 9:2-8; Luc 5:17-26).
Cf. Comentario a Mat 9:2-8.
1 Entrando de nuevo, después de algunos días en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, 2 y se juntaron tantos, que ni aun en el patio cabían, y El les hablaba.3 Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro. 4 No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el terrado por donde El estaba, y, hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. 5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Estaban sentados allí algunos escribas, que pensaban entre sí: 7 ¿Cómo habla así éste? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? 8 Y luego, conociendo Jesús, con su espíritu, que así discurrían en su interior, les dice: ¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? 10 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados – se dirige al paralítico -, 11 yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 12 El se levantó, y, tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaban, y glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa tal.

Como se dijo al hablar de este relato en Mt (Mat 9:2-8), se discute si los dos temas – perdón y curación – son, aunque históricos, primitivos. Bultmann lo niega; W. Manson considera el milagro una adición histórica posterior; E. Schweizer juzga su unidad primitiva; Dibelius reconoce el “perdón” como centro del relato. Anunciar la primera sin confirmársela con hechos tangibles podía ser allí contraproducente. De ahí el milagro sensible como prueba de la renovación invisible 1. Además, el perdón de los pecados es don mesiánico característico (Exo 34:6ss; Isa 43:25; Isa 44:22; Jer 31:34; Eze 36:25) y poder personal divino en el A.T. Es un modo indirecto de presentarse como el Mesías. Es el proceso que se ve en los evangelios: su revelación, tanto mesiánica como divina, la va haciendo gradualmente.
La situación histórica que le da Mc – lo que hacen en forma imprecisa Mt-Lc – está en íntima relación con esta estancia de Cristo en Cafarnaúm, pues fue “entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm.” Lo que dice Mt (Eze 9:1) parecería suponer una ausencia de Cristo mayor, a causa de un desplazamiento, embarcado, a la región de los “gadarenos” (Mt). Pero es que Mat 9:1 no es el comienzo de una nueva escena, sino el final Deu 8:34.
V.4 es la descripción colorista y local de las casas de Palestina, que Mt omite y que Lc también recoge, aunque interpretando el terrado de la casa al modo occidental de construir.
Sobre un tema discutido en su estructura conceptual, cf. Comentario a Mat 9:2-8 1. Sobre la expresión “Hijo del hombre,” cf. Comentario a Mat 8:18-22.

Vocación de Leví,Mat 2:13-17 (Mat 9:9-13; Luc 5:27-32).
Cf. Comentario a Mat 9:9-13.
13 Salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la muchedumbre se llegó a El, y les enseñaba. u Al pasar vio a Leví el de Alfeo sentado al telonio, y le dijo: Sígueme. El, levantándose, le siguió. 15 Estando sentado a la mesa en casa de éste, muchos publícanos y pecadores estaban recostados con Jesús y con sus discípulos, que eran muchos de los que le seguían. 16 Los escribas y fariseos, viendo que comía con pecadores y publícanos, decían a sus discípulos: Pero ¿es que come con publícanos y pecadores? 17Y oyéndolo Jesús les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos; ni he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.

La “vocación” de Leví-Mateo fue recogida con interés por la tradición primitiva y conservada en los tres sinópticos. Su conversión debió de ser bastante ruidosa, por efecto de ser ”publicano,” en lo que tenía de despreciable, y por ser hombre enriquecido por este procedimiento, fácilmente abusivo. Debía de ser un caso análogo al de Zaqueo, igualmente publicano, y enriquecido por este procedimiento de extorsiones (Luc 19:1-8). En la literatura talmúdica se tenía por difícil o desesperada la conversión de los publícanos 2.
V.14. Mc da el nombre del padre de Leví: “de Alfeo,” y también el de éste: Leví. En cambio, el primer evangelista se nombra a sí mismo Mateo. Lo más extraño es que Mc-Lc, en las listas de los apóstoles, denominan a Leví con su propio nombre de Mateo. Y que con este nombre se refieren a Leví se ve porque Mt en la lista de los apóstoles se nombra a sí mismo con el nombre de “Mateo el publicano” (Mat 10:3). Se supone que sea debido a un rasgo de humildad, por ser el nombre con el que era más conocido en su oficio de publicano o telonario.
Mc es el único evangelista que da el nombre del padre de Leví: Alfeo.
V.15. Mateo omite en su evangelio lo que Mc y Lc expresamente dicen: que el banquete que ofreció a Cristo como signo de homenaje, gratitud y valentía fue en “su casa.”
Mc es el único que hace saber aquí que a Cristo le seguían “muchos.” Pero en este mismo versículo se citan como sujeto posible “publícanos y pecadores” y “discípulos” de Cristo. Sin duda se refiere a éstos, ya que son el sujeto inmediato y más lógico de la frase. Mc dice, pues, que ya en esta época Cristo “tenía muchos discípulos.” Es un texto “dislocado.”
“Publícanos se llama a los que cobran los tributos públicos” 3.
Los “pecadores” son citados frecuentemente junto con los “publícanos” (Mat 9:10.11.13; Luc 5:30.32, etc.). Son gentes que descuidaban la práctica de la Ley, y las prescripciones, o gentes de conducta moral baja (Rom 5:8.19; Gal 2:12), sea ante el ideal judío, sea ante los mismos gentiles (Luc 7:37).
La sentencia de Cristo sobre quiénes tienen necesidad de “médico” es una pequeña parábola con la que responde, como tantas veces, con grandes parábolas, a las críticas farisaicas sobre la admisión de “pecadores” en el reino. En el fondo parece percibirse una fina ironía contra los “justos” fariseos. También podía tener su aplicación en el cristianismo primitivo.

Cuestiones sobre el ayuno,Luc 2:18-22 (Mat 9:14-17; Luc 5:32-39).
Cf. Comentario a Mat 9:14-17.
18 Los discípulos de Juan y de los fariseos ayunaban. Vienen, pues, y le dicen: ¿Por qué, ayunando los discípulos de Juan y los de los fariseos, tus discípulos no ayunan? I9 Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los compañeros del esposo ayunar mientras está con ellos el esposo? Mientras tienen con ellos al esposo, no pueden ayunar. 20 Pero días vendrán en que les arrebatarán al esposo; entonces ayunarán. 2′ Nadie cose un pedazo de paño sin tundir en un vestido viejo; pues el remiendo nuevo se llevaría lo viejo, y la rotura sería mayor. 22Ni echa nadie vino nuevo en cueros viejos, pues el vino rompería los cueros y se perderían vinos y cueros; el vino nuevo se echa en cueros nuevos.

Con motivo de los ayunos supererogatorios que practicaban los discípulos del Bautista y de los fariseos, acaso para acelerar la venida del Reino 4, practicados por la legislación farisea dos veces en la semana, Cristo expone una importante doctrina. Sus discípulos no pueden ayunar, porque se está en el período de las “bodas” mesiánicas. Es hora, pues, de alegría. La “boda,” en lenguaje simbólico oriental, es imagen de salvación. “Han llegado las bodas del Cordero” (Rev 19:7; cf. v.9; Rev 21:2.9; Rev 22:17). La redacción eclesial probablemente lo ve con la portada más amplia de una “escatología realizada” (Dodd). A lo que se le unen los v.21-22, acaso procedentes de un contexto distinto, pero unidos aquí por razón del aspecto absurdo de obrar en ambos casos. Esto va a ser expuesto con las metáforas de “paño” y del “vino nuevo.” No condena las prácticas de los ayunos que se alegan. Pero sí el espíritu farisaico de los mismos. La Nueva Ley tiene un nuevo espíritu. Sus discípulos, imbuidos en él, no están sometidos ni han de copiar lo viejo. La plenitud de él y del Evangelio rompería la vieja “tela” y los “odres” del Viejo Testamento 4. Que los dejen gozar del nuevo espíritu. Y si los fariseos ayunaban también para acelerar la hora mesiánica, los discípulos de Cristo no han de ayunar, sino gozarse con su presencia. Ayunarán luego, cuando el mesianismo, que no era como el esperado por los fariseos, les quite la presencia sensible del Mesías y vengan a su reino horas de dolor 5.

Defensa de los discípulos por una “obra” hecha en sábado,Rev 2:23-28
(Mat 12:1-8; Luc 6:1-5). Cf. Comentario a Mat 12:1-8.
23 Caminando El a través de las mieses en día de sábado, sus discípulos, mientras iban, comenzaron a arrancar espigas. 24 Los fariseos le dijeron: Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido? 25 Y les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los suyos? 26 ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo el pontífice Abiatar, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio asimismo a los suyos? 27 Y añadió: El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. 28 Y dueño del sábado es el Hijo del hombre.

Esta narración es traída por los tres sinópticos. La situación histórica no sería fácil saberla de una manera precisa.
Es uno de los pasajes sinópticos de valor dogmático. Cristo, por su procedimiento indirecto, proclama su divinidad. Al justificar a sus discípulos por haber tomado y frotado contra sus manos unas espigas para comerlas en día de “sábado,” El se proclama que es señor aun del sábado. Pero, siendo el sábado de institución divina (Gen 2:23) 5, Cristo se proclama Dios. Mt añade a este pasaje otro (Mat 12:6) en el cual Cristo se proclama, aún con mayor grafismo, Dios.
V.23-24. Es extraño que se encuentren los discípulos con los fariseos en el campo un “sábado.” Acaso en la redacción haya artificio para destacar mejor el tema central y la proclamación de Cristo en el v.28.
V.26. Mc presenta en este versículo una dificultad ya clásica. Mt y Lc, al citar este pasaje de David, no dan el nombre de este sacerdote. Sólo Marcos lo pone. Pero no pone Ajimelek, que era el nombre de este sacerdote (1Sa 21:1), sino que pone a David “entrando en la casa de Dios en tiempo del pontífice Abiatar.” Pero el libro I de Samuel no dice que Abiatar fuese “sumo sacerdote” ni que David se dirigiese a Abiatar, sino a Ajimelek (1Sa 21:1; 1Sa 22:11-12). Abiatar era un hijo de Ajimelek (1Sa 22:20). Por otra parte, en Josefo, los “sumos sacerdotes” son los miembros de las grandes familias sacerdotales 6. ¿Cómo solucionar esta aparente “confusión”? Lagrange, citando a San Jerónimo, dice que Mc “no tenía el propósito de narrar el episodio con toda precisión, sino sacar una conclusión de un episodio que él designa suficientemente claro” 7. Sería una citación “quoad sensum.”
Otros proponen una solución demasiado hipotética: que Abiatar tendría dos nombres. Más verosímil sería suponer que, siendo el nombre de Abiatar mucho más conocido en el ambiente, por sus relaciones con la historia de David (2Sa 15:24-29.35; 1Re 1:7.19.43; 1Re 2:26), hubiese sido citado como un punto más fácil de referencia. Y hasta se piensa que esta forma de relatar esta historia fuese tradicional 8.
V.28. Los rabinos decían que el sábado había sido hecho para el Mesías. Pero aquí la argumentación trasciende a un mesianismo humano 8.

1 Pirot, évang. s. Sí. Maro (1946) p.424; A. Vargas-Machuca, El paralítico perdonado en la redacción de Mt (1Re 9:1-8): Est. Ecl. (1969) p. 15-43. – 1 A. Cabaniss, A Fresh Exegesis of Mar 2:1-12 : Interpr. (1957) 324-327; Dupla-CY, Mar 2:10. Note de syntaxe: Mél. Robert (1957) 420-427; Dupont, Le paralitique pardonné (Mat 9:1-8): Nouv. Rev. Théol. (1966) 940-958; C. P. Ceroke, Is Mar 2:10 a Saving of Jesús? (The Theory of Ecclesiological Evangelistic Interpolation.): The Cath. Bibl. Quart. (1960) 369-390. – 2 Baba m.,Mar 7:26; Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.1782. Cf. Comentario a Mat 9:9. – 3 “Publicani dicuntur qui publica vectigalia habent conducta.” Cf. Digest. XXXIX 4:1; J. Alonso, La parábola del medico en Mar 2:16ss: Cult. Bibl. (1959) lOss; A. Deschamps, Les justes et la justice dans les évangiles (1950) p.98-108. – 4 Bonsirven, Le judaísme. (1934) I p.397. – 4 J. Dupont, Vin vieux, vin nouveau (Luc 5:39): The Cath. Bibl. Quart. (1963) 286-304. – 5 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu. (1970) p.H5ss. – 5 Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.138.162.160.139.198; Tróades, Le fils de l’homme est maítre méme du Sabbat (Mc 2:23-3:6): Bibl. et Vie Chrét. (1958) 73-83. – 6 Josefo, De bello iud. IV 3:7.

Fuente: Biblia Comentada

estaba en casa. Muy probablemente esta era la casa de Pedro, donde Jesús había establecido provisionalmente su residencia (cp. Mat 4:13).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:1 — Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días — Después de haber pasado tiempo predicando en los pueblos y villas de Galilea (versículos 38,39), vuelve de nuevo a Capernaum (ver. 21).
— y se oyó que estaba en casa — Tal vez fue la casa en que Jesús tenía residencia, pero de esto no hay certeza.. Véase 1:21, comentarios.
Su fama continúa, pero pronto va a haber oposición, como veremos en este capítulo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

CAPÍTULO 02

2. PLENOS PODERES DEL ENVIADO DE DlOS (2,1-3,6).

Las cinco perícopas siguientes representan a su modo una nueva unidad, que probablemente ya encontró establecida Marcos. Desde el punto de vista de la llamada historia de las formas es conocida en general como la «colección de controversias en Galilea», ya que estas historias contienen los enfrentamientos de Jesús con sus adversarios (*). No tanto pretenden exponer unos datos entresacados del ministerio de Jesús, cuanto presentar su respuesta a determinadas cuestiones. Por eso culminan siempre en una expresión significativa de Jesús (2,10.17.19.28; 3,4). Mas por atinada que sea esta observación, hay que seguir preguntando la razón de por qué el evangelista ha insertado aquí esta colección. Una vez más lo que le interesa es la imagen y significado de Jesús para la comunidad cristiana. Resplandece la dignidad de Jesús que actúa y decide de una manera nueva y sorprendente, que provoca la oposición y que termina por granjearle el odio mortal de los círculos dirigentes (3,6). Pero la intención del evangelista va todavía más allá: en aquellas sentencias fundamentales, que marcan el punto más alto de cada una de las perícopas, habla también Jesús del sentido de su misión y de los plenos poderes salvíficos que le han sido confiados. Es el valor vigente de esas palabras, que a la vez afirman algo sobre la persona y sobre la obra salvadora de Jesús, lo que la comunidad cristiana tiene que comprender para su fe y su vida. ………….. (*) Se trata probablemente de una composición anterior a Marcos, que el evangelista ha aceptado. Estos apotegmas, historias con sentencia o paradigmas ocupan una posición media entre los relatos sobre la actividad de Jesús y sobre sus sentencias. Una compilación semejante se encuentra en Mc 12.13-37 («colección de controversias en Jerusalén»). …………..

a) Autoridad del Hijo del hombre para perdonar pecados (Mc/02/01-12).

1 Pasados algunos días, entró de nuevo en Cafarnaúm, y corrió la voz de que estaba en casa. 2 Y se reunió tanta gente, que ni siquiera cabían delante de la puerta; y él les dirigía la palabra. 3 Vienen a él con un paralítico, traído por cuatro hombres. 4 Pero no pudiendo ponerlo en su presencia por causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde él estaba y, abriendo un boquete, descuelgan la camilla en que yacía el paralítico. 5 Cuando Jesús vio la fe de aquellos hombres dice al paralítico: «Hijo, perdonados te son tus pecados.» 6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en su corazón: 7 «¿Cómo este hombre habla así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados, sino uno, Dios?» 8 Pero, conociendo al momento Jesús en su espíritu que pensaban así en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis tales cosas en vuestro corazón? 9 ¿Qué es más fácil: decir al paralítico: «Perdonados te son tus pecados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: 11 Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» 12 Y se levantó, inmediatamente cargó con su camilla y salió a la vista de todos, de manera que todos estaban maravillados y glorificaban a Dios diciendo: «Jamás habíamos visto cosa semejante.»

MIGRO/PARALITICO Considerada externamente, se describe aquí la curación de un enfermo que en razón de las circunstancias se ha grabado de una manera indeleble. Jesús, de nuevo «en casa», en Cafarnaúm, es asediado por una gran multitud del pueblo; pero los hombres que llevan a un paralítico sobre una camilla saben cómo arreglárselas. Descubren las vigas del techo y levantan el tejado de barro abriendo un boquete por el que descuelgan al inválido delante de Jesús. Jesús pronuncia al final la palabra salvadora: «Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (v. 11). Pero en este relato se mezcla otro suceso, no sin cierta sutura como lo demuestra el paso del versículo 10 al 11; de tal modo que cabe dudar de la unidad primitiva. Pero esto carece de importancia para los oyentes cristianos y para los lectores reflexivos. El eje del relato lo constituye el perdón de los pecados por Jesús que suscita los pensamientos injuriosos de los doctores de la ley que le observaban con desconfianza. Jesús demuestra la potestad del Hijo del hombre para perdonar pecados sobre la tierra (v. 10), y ésa es la perenne vigencia del relato para la Iglesia primitiva. La curación del enfermo y la remisión de los pecados están en estrecha relación, y para una mente jurídica incluso en una relación de causa-efecto, pues en las enfermedades graves se veían las consecuencias del pecado. Al empezar Jesús por pronunciar la palabra de perdón, elimina la raíz más profunda del mal, y la liberación de la dolencia corporal no es sino el remate de la «curación» al tiempo que la confirmación de que al hombre se le han perdonado los pecados. Incluso la demostración en favor de la potestad de Jesús para perdonar pecados tiene lugar según la fórmula jurídica que va «de lo mayor a lo menor»: si Jesús realiza lo que es más «difícil» desde el punto de vista humano, a saber, la curación corporal que podía comprobarse y demostrarse, evidencia con ello que también lo «más fácil», la absolución de los pecados de aquel hombre, no era una palabra vacía. Con ello se sitúa Jesús en el terreno de aquellos críticos y maestros de la ley y los vence con sus mismas armas, pues ¿habría Dios otorgado a un blasfemo la facultad de restituir la salud a un hombre paralítico? Mas, repensando la pregunta del v. 9, ¿es realmente más fácil declarar que a un hombre le han sido perdonados sus pecados o liberarle de su dolencia corporal? La comunidad comprende que aquella acción de Jesús es más poderosa, y que sigue aconteciendo en medio de ella por la palabra perdonadora del Resucitado que tiene plenos poderes para ello (cf. Jua 20:22 s). Para la comunidad la acción salutífera de Jesús sobre la tierra no era sino un signo de la salvación completa, que Dios prometió entonces y de la que ahora participa ella. No sólo al final, en la consumación de los tiempos, será realidad la salvación de Dios, sino que empieza ya ahora, sobre la tierra, aun cuando escape a la visión exterior, con la maravilla del perdón. Dios se vuelve compasivo hacia el hombre pecador y desvalido, le reconcilia consigo e introduce con ello el proceso de la plena curación para la humanidad y el mundo. De este modo se rompe también la conexión causal entre pecado y enfermedad, pues no todos aquellos a quienes se les han perdonado los pecados han obtenido también la salud corporal; esto es algo que Jesús hace por añadidura en el caso del paralítico. Y tampoco atribuyen los Evangelios toda enfermedad al pecado como a su causa. En el caso del ciego de nacimiento, al que Jesús devuelve la vista, rechaza el Señor expresamente esta idea (Jua 9:3). Así fue como la comunidad cristiana se liberó de las concepciones judías. Para ella la verdadera salvación está en la reconciliación con Dios que tiene lugar con el perdón de los pecados, y ésta es la doctrina perenne que la comunidad saca de la obra de Jesús (Cf. 2, 15 ss; Luc 7:36-50; Luc 19:1-10). Pero hay todavía algo más que merece nuestra consideración en el núcleo de esta perícopa: el Hijo del hombre tiene autoridad de perdonar pecados sobre la tierra. La palabra de Jesús al paralítico: «Hijo, perdonados te son tus pecados» (v. 5) se entiende en el sentido de que él mismo perdona los pecados en nombre de Dios; y no sólo como si expresase simplemente su confianza o certeza de que Dios le perdonará sus pecados. También los letrados judíos entienden la frase como apropiación de un derecho reservado a Dios, y por ende como una blasfemia (Luc 2:7). Causa sorpresa también que Jesús se designe a sí mismo como «Hijo-del-hombre». El empleo más antiguo de este misterioso título habría que encontrarlo en las expresiones escatológicas -relativas al fin de los tiempos-, según las cuales el «Hijo del hombre» vendrá sobre las nubes del cielo (Luc 13:26; Luc 14:62; cf. Dan 7:13 s) y ejercerá una función judicial (Dan 8:38). Es un título de majestad, hasta el punto de que todas las palabras alusivas a los padecimientos del Hijo del hombre ( Dan 8:31; Dan 9:9. 31; Dan 10:33. 45; Dan 14:21. 41), resultan extrañas e incomprensibles en el ámbito judío, incluso aquéllas que hablan de la potestad del Hijo del hombre presente ya en la tierra (Dan 2:10.28). Se trata de una interpretación exclusivamente cristiana, que sólo era posible referida a Jesús y a su especial mesianidad. La afirmación del v. 10 recibe una luz más clara desde esta expresión acuñada: porque Jesús es el Hijo del hombre que vendrá algún día en gloria, puede ejercer ya sobre la tierra el derecho y gracia divinos de perdonar pecados. En él está ya presente la potestad del que ha de venir; pero no una potestad judicial y punitiva sino liberadora y gratificante. Que Jesús quiso traer a los hombres el perdón de Dios y que quiso presentarse como el amor redentor de Dios al mundo, se pone plenamente de manifiesto en la actitud de Jesús hacia los pecadores (cf. 2,13-17). Lo que a los judíos de entonces les resultaba escandaloso, lo afirma la Iglesia primitiva con su fe en Cristo: en el Jesús terreno están ya presentes las fuerzas de salvación y pronuncia la palabra de perdón con una autoridad divina. Mas sabe también que su palabra de gracia conserva su vigencia en la Iglesia a través de todos los tiempos, hasta que el Hijo del hombre se manifieste en gloria.

b) Banquete con recaudadores y pecadores (Mc/02/13-17).

13 Salió de nuevo a la orilla del mar. Todo el pueblo acudía a él, y él los instruía. 14 Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en su despacho de cobrador de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Y él se levantó y lo siguió. 15 Estando luego a la mesa en su casa, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa con Jesús y con sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. 16 Los escribas fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Pero es que come con publicanos y pecadores?» 17 Cuando Jesús lo oyó, les dice: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

También esta perícopa pertenece al círculo de ideas «pecado y perdón». En la actitud de Jesús hacia los pecadores y en su frase final destaca todavía más el mensaje central y beatificante del Evangelio: Jesús ha sido enviado precisamente a los pecadores, a los que Dios quiere demostrar su misericordia incomprensible. Lo que Jesús anuncia lo realiza personalmente sin miedo al juicio de los hombres. Su mensaje merece crédito por su persona; más aún, su conducta personal es la revelación de la voluntad salvadora de Dios para los hombres. MATEO-LEVI LEVI-MATEO Como introducción viene referido el llamamiento de otro discípulo, y esta vez de un «pecador» público, del recaudador Leví -que también se llamaba Mateo; cf. Mt 9,9-. Los recaudadores de tributos, que según el sistema tributario de la época exigían el pago de los derechos de importación bajo la supervisión de un jefe de impuestos -cf. Zaqueo, Luc 19:1-10- el cual jefe de impuestos debía pagar anualmente una gruesa suma de arrendamiento al soberano del país-, eran considerados como «pecadores» por su profesión, pues tenían que tratar también con los no judíos «contaminándose», y que además solían enriquecerse de una manera injusta (cf. Luc 19:8). Con algunas otras profesiones eran proscritos como transgresores de la ley y además el pueblo los odiaba por causa de su ocupación. Jesús se coloca por encima de todas estas ideas. Y llama a Leví-Mateo como había llamado a los pescadores del lago, invitándole a dejar su medio de vida y entrar en su seguimiento como discípulo, y el despreciado recaudador se va tras él. El evangelista no hace demasiado hincapié en el suceso; el nuevo discípulo era bien conocido de sus lectores. Pero el hecho de que Leví no se rehúse a la llamada de Jesús es una justificación de la audacia divina para derrochar confianza llamando a los pecadores. Después se celebra un banquete, aunque no está claro en casa de quién. Lucas (Luc 5:29) presenta a Leví como anfitrión, y así ha debido ser desde el punto de vista histórico. Pues Jesús se dejaba invitar a menudo, cosa que hasta le mereció el vergonzoso reproche de «comilón y bebedor» (Mt ll,19 = Luc 7:34). En Marcos «su casa» podría también interpretarse de aquélla en la que Jesús habitaba (cf. 1,29; 2,1); en tal caso sería Jesús el que había invitado a los recaudadores, hecho todavía más escandaloso para los guardianes de la moralidad. ¡Jesús anfitrión, qué aspecto tan rico en consecuencias para la comunidad oyente! No hay por qué rechazar semejante interpretación; un arte narrativo popular resulta a menudo impreciso al señalar las circunstancias, y la vocación de Leví no es más que la introducción a una nueva escena. Jesús celebra un banquete «con publicanos y pecadores», gesto que, según los doctores de la ley y los fariseos -un grupo especial dentro de aquella «confraternidad»-, era contrario a la ley, ya que Jesús se familiarizaba así con los «pecadores» y se contaminaba. Opinión que sostenían los fariseos incluso delante de sus discípulos. Jesús, que lo oye, responde con un proverbio más adecuado para desarmar a los críticos que un largo discurso: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Frases parecidas, tomadas de la sabiduría popular y profana, las utilizó Jesús en otras ocasiones, ¿por qué no habría de servirse de ellas para esclarecer los pensamientos de Dios? Se inserta una «palabra de misión» -«No he venido…»- que expone abiertamente la causa por la que Jesús se interesa. Jesús se sabe enviado a llamar a los pecadores y no a los justos. La entrega de Jesús a los pecadores continúa siendo un misterio profundo. De acuerdo con la imagen que Marcos nos traza de Jesús, es un hombre íntimamente unido a Dios. Ahora bien, Dios sabe del pecado y culpa humanos, de las necesidades y fragilidad de la existencia humana. Por eso Jesús, en razón precisamente de su unión con Dios y de su conocimiento íntimo de los pensamientos y objetivos divinos, se dedica a los pecadores y come con ellos. El banquete es, para los orientales, la imagen de una comunidad alegre y amistosa. J/HUMANIDAD: Mas ese banquete es también un testimonio de la humanidad de Jesús. Se acerca a los hombres compartiendo su alimento y su bebida, habla con todos y no busca una sociedad exclusiva. Para él no cuenta ninguna separación entre «santos» y «pecadores». Sabe que los hombres, que han experimentado el vacío de una vida «mundana», no pocas veces están abiertos a la llamada de Dios. Los pecadores, que han saboreado el desconsuelo del pecado, son a menudo capaces de un mayor amor a Dios y a los hombres que los puntillosos observadores de la ley (Cf. Luc 7:36-50; Luc 18:10-14; Luc 19:1-10). Pese a todo, el amor divino y humano de Jesús a los pecadores sigue siendo un misterio. Estando al tenor literal de sus palabras, Jesús no condena a los justos; pero «no necesitan» de él como los enfermos, los arrinconados por la sociedad, los pecadores. Aquí se puede rastrear algo del amor irracional del Dios del Antiguo Testamento, que pese a todas las infidelidades del pueblo de su alianza, no se deshace de él y sigue atrayéndoselo con una misericordia incomprensible. En la palabra de Jesús late, sin embargo, una dialéctica secreta, pues que se sabe enviado a todos los hombres y exige la conversión de todos (Luc 1:15). Quien quiera ser partícipe de su amor salvador y de la misericordia divina tiene que considerarse pecador delante de Dios. De este modo aquellos «publicanos y pecadores» son también los representantes de todos los hombres que se abren con fe al mensaje de salvación.

c) El ayuno y las bodas (Mc/02/18-22).

18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban guardando un ayuno. Vienen y le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no ayunan cuando están ayunando los discípulos de Juan y los de los fariseos?» 19 Jesús les respondió: «¿Acaso van a ayunar los invitados a bodas mientras el novio está con ellos? Es natural que no ayunen mientras lo tienen en su compañía. 20 Tiempo llegará en que les quiten al novio y entonces, en aquel día, ayunarán. 21 »Nadie echa un remiendo de paño sin encoger en un vestido viejo; porque, si no, el remiendo nuevo tiraría de lo viejo y el desgarrón se haría mayor. 22 Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; porque, si no, el vino rompería los odres, y el vino y los odres se perderían. [El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos].»

Movida tal vez por la imagen del banquete, la tradición ha insertado aquí otra controversia que versa sobre el ayuno. Se trata una vez más de una conducta «escandalosa» de Jesús, y más concretamente de sus discípulos, y que conduce a una importante respuesta del Maestro. A la imagen principal de las bodas siguen otras dos expresiones figuradas o comparaciones, de tal modo que el contexto total nos descubre la intención de la Iglesia primitiva. El ayuno, que los discípulos de Juan y los fariseos practican escrupulosamente, es sólo el pretexto externo para una doctrina más profunda que la comunidad recibe de labios de Jesús. En aquel ejercicio penitencial no se trataba del ayuno público y general, como el que practicaba todos los años el pueblo en el gran día de la expiación o como el que se convocaba en determinadas ocasiones; sino de una obra libre y particular (cf. Mat 6:16 ss) a la que se sometían los judíos piadosos, y especialmente los fariseos, dos veces por semana (cf. Luc 18:12). Para la Iglesia primitiva no se trata de la conducta concreta de Jesús y de sus discípulos, ni siquiera de una advertencia concreta relativa a su propio comportamiento en la cuestión del ayuno, sino de algo mucho más importante: de una comprensión más profunda del advenimiento de Jesús y de la era que con él se inicia. La doble comparación del paño y del vino nuevos, que Jesús puede haber empleado en otras circunstancias, completa y esclarece la idea expuesta en la palabra central del novio y de los invitados a las bodas.

Una boda era para los orientales el tiempo por excelencia de la alegría. Llegaban muchos invitados, especialmente amigos del esposo -los «hijos de la cámara nupcial»- que habían de tomar parte en la alegría y jolgorio de la pareja nupcial. Las bodas se convierten en una imagen del tiempo de salvación; así, se dice en el libro de Isaías: «Con el gozo del novio sobre la novia se gozará Dios sobre ti» (Luc 62:5; cf. 61,10). También la teología rabínica mantiene esta imagen reforzándola con la aplicación alegórica del Cantar de los Cantares a Yahveh e Israel. De este modo interpreta Jesús su presencia como el tiempo de la salvación en que Dios cumple sus promesas beatificantes. En ese tiempo es inconcebible que los invitados a las bodas «ayunen» o, como se dice cn Mat 9:15, «estén afligidos». La alegría de la salvación que se abre con la presencia y proximidad de Jesús, debe también reflejarse en la conducta de sus discípulos. El júbilo nupcial no se compagina con el ayuno y las lamentaciones funerarias. La Iglesia primitiva comprendió esta doctrina introduciendo en su liturgia el júbilo escatológico; sus celebraciones eucarísticas en el marco de un banquete común revestían un carácter alegre: «Tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Hec 2:46). Y hay, no obstante, otro punto de vista que induce a la tristeza y a la lamentación fúnebre. La palabra, que se añade a la imagen de las bodas (v. 20), habla de los días en que les quitarán el esposo a los invitados a las bodas. Para la Iglesia primitiva el esposo era Jesús en persona, y ella pensaba también en su muerte. Mas esto es sólo como una observación de paso, pues las comparaciones siguientes vuelven a tratar exclusivamente de la alegría que comporta el presente. La venida de Jesús es como un amanecer, y la nota fundamental del nuevo día es el júbilo enviado por Dios. Esta verdad es siempre válida para la Iglesia primitiva, aun cuando con la muerte de Jesús experimente una cierta limitación y oscurecimiento: ahora, en este tiempo intermedio hasta la venida definitiva de Jesús en gloria, hay que pensar también en la muerte del Señor. Su «estar lejos» equivale a su separación y es el fundamento de la tristeza que comporta la dolorosa conciencia de estar prisioneros en este mundo. La existencia terrena exige también un desprendimiento de las alegrías engañosas y el aguante de las necesidades y padecimientos, si es que se quiere conseguir la alegría plena junto al Señor. Desde esta tensión se explica el distinto enfoque de la seriedad de la penitencia -hasta llegar a una nueva exaltación y práctica del ayuno y de la alegría de la salvación en la Iglesia posterior. Los dos últimos versículos son una doble comparación que expone la misma idea: con Jesús ha ocurrido en el mundo algo totalmente nuevo que ya no es compatible con el orden viejo. Cuando los profetas hablan de algo nuevo se trata de la nueva creación y ordenamiento divinos que tendrán lugar en los últimos tiempos. Según Jeremías, Dios quiere establecer una nueva alianza con Israel por medio de la cual escribirá su ley en el corazón y en el alma de su pueblo (Jer 31:31 ss); según Ezequiel Dios dará a los suyos un nuevo corazón y les pondrá en las entrañas un espíritu nuevo (Eze 36:26); según Isaías, Dios creará un nuevo cielo y una tierra nueva (Isa 65:17; Isa 66:22). De esta novedad escatológica habla Jesús; pero no sólo en el sentido de un anuncio del futuro sino de algo que se realiza ya en el presente. Lo nuevo es la salvación y bendición divinas que, con su ministerio, doctrina y potestad, empiezan a quebrantar el dominio del maligno (Isa 1:27), que pueden rastrearse a lo largo de toda su obra salvífica hasta que su muerte expiatoria establece la nueva alianza (Isa 14:24). La doble y breve comparación, cualesquiera sean las circunstancias y contexto en que Jesús la haya pronunciado originariamente, revela su conciencia de estar anunciando un tiempo y un orden nuevos. No hay por qué forzar las imágenes como si el paño nuevo aludiese a la «capa del mundo» y Jesús se considerase el «consumador del universo». La novedad, de la que Jesús habla, y que no sólo hace inútil lo antiguo sino además perjudicial, tampoco se puede limitar a los problemas particulares de la exposición de la ley y de las prácticas piadosas. Es una palabra amplia y audaz que testifica la presencia de un tiempo nuevo introducido por Dios: el tiempo de la salvación. De ahí arranca la conciencia de novedad del joven cristianismo. Para él ha traído Jesús personalmente el vino nuevo y el vino en abundancia (cf. Jua 2:1-11). De este modo se liberó la Iglesia del viejo judaísmo. La nueva alianza es para el cristianismo el tiempo de salvación que ya ha llegado y que es imperecedero, es la alegría y felicidad de la comunión con Dios; pero es también una llamada a un servicio divino nuevo y santo en la libertad de los hijos de Dios.

d) El hijo del hombre es Señor del sábado (Mc/02/23-28).

23 Un día de sábado iba él atravesando un campo de mieses, y sus discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas. 24 Y le decían los fariseos: «Oye, ¿por qué hacen éstos en sábado lo que no está permitido?» 25 Y él les contesta: «¿Es que nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los suyos: 26 que entró en la casa de Dios, en tiempos del pontífice Abiatar, y comió los panes ofrecidos a Dios, los que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y los repartió también entre sus compañeros?» 27 Y añadió: «El sábado se instituyó para el hombre, no el hombre para el sábado. 28 Así pues, también del sábado es señor el Hijo del hombre.»

Una vez más la tradición antigua pudo insertar aquí esta nueva historia, inducida por unos puntos de vista externos: el ayuno y el hambre son cosas parecidas. Así como Jesús defendió el hecho de que sus discípulos no ayunasen, así ahora defiende el que quebranten el sábado para calmar el hambre. La disputa, sin embargo, apunta hacia otro centro de interés: el hijo del hombre es Señor del sábado. De las dos sentencias relativas al sábado -que se encuentran al final y que están separadas del hecho narrado por una nueva fórmula de transición -«Y añadióles»-, la más importante no es la primera, pese a que parece encajar mejor en la situación y a tener ciertas resonancias humanistas, sino la segunda que contiene una afirmación sobre el Hijo del hombre (cf. 2,10). Sólo ésta es la que transmiten los otros dos sinópticos; el v. 27 es secundario, introducido probablemente por Marcos, y contiene una idea que ni los propios letrados judíos habían discutido. Ambas sentencias dan distintas respuestas al problema del sábado, pero que la comunidad cristiana podía unificar, aunque no ciertamente en el sentido de que el v. 28 fuese una aclaración del 27, como si el «Hijo del hombre» no significase originariamente más que «el hombre». La cuestión del sábado seguía siendo un problema de actualidad para los cristianos procedentes del judaísmo; la solución definitiva se la brindaba la conducta de Jesús y en especial su palabra de que el Hijo del hombre era también dueño del sábado. El motivo que dio origen a esta tradición tal vez fuesen los conflictos acerca del sábado en las comunidades judeocristianas; pero esta disputa tenía mucho que decir también a los lectores de Marcos procedentes del paganismo y a todos los creyentes posteriores, pese a que se fundamentaba en unos prejuicios judíos. La ocasión fue un paseo de Jesús con sus discípulos por los campos maduros de mies, paseo que tuvo lugar un sábado. No se dice si Jesús iba delante y los discípulos le «seguían», como de costumbre. Se ha pensado si Marcos no querría decir que los discípulos frotasen las espigas para calmar su hambre -cosa que dicen expresamente Mateo y Lucas- sino que, precediendo a Jesús, arrancaban los tallos para abrirle un camino… un camino real al Mesías, como lo entendería después la comunidad. Jesús trae consigo el tiempo de la salvación que es el auténtico cumplimiento del «sábado», del día del Señor. Por atractiva que sea esta interpretación, no parece lo suficientemente fundada. El ejemplo de David hace hincapié en el hambre y la costumbre de frotar las espigas maduras y comerse los granos es antigua en Oriente y está permitida a quien quiere calmar el hambre. Sólo que los discípulos hacían esto en sábado, lo que resultaba escandaloso para los fariseos. El frote de las espigas se cuenta expresamente entre las 39 actividades prohibidas en día de sábado, por considerarlo como un «trabajo de recolección». Pero, en definitiva, lo importante no es la ocasión sino la postura que Jesús adopta frente a la pretendida transgresión del descanso sabático. El ejemplo escriturístico no responde exactamente al caso en cuestión, puesto que en el Antiguo Testamento no se dice que la acción de David hubiese ocurrido en sábado; esto aparece sólo más tarde en una interpretaci6n judía, en un midrash. Tampoco el joven merodeador penetró en el santuario, sino que se hizo dar los panes de la proposición por el sumo sacerdote Aquimelec, padre de Abiatar, que es precisamente a quien se nombra en Mar 2:26. No obstante, el episodio referido en 1Sa 21:1-7 se atiene únicamente al hecho de que también David quebrantó una ley cúltica, pues los panes sagrados de la proposición estaban reservados a los sacerdotes. Del hecho se podían sacar dos conclusiones: que el deber más urgente de conservar la vida anula las prescripciones cúlticas (cf. v. 27); y también, que si esto se le permitió a David, el rey tan venerado por el judaísmo tardío y abuelo del esperado Mesías, realmente tampoco se podía negar lo primero al Hijo del hombre (v. 28). De todos modos la segunda conclusión difícilmente podía tener fuerza para los críticos judíos, aunque la tuviese tanto más abundante para la Iglesia primitiva: por ello el Hijo del hombre es Señor del sábado. Este relato esclarece asimismo una inaudita pretensión de Jesús que la tradición cristiana explica. Aquí se revela algo de la «doctrina en autoridad» (1Sa 1:22) y de su actitud libre y soberana. A menudo se ha situado por encima de las prescripciones sabáticas que para los judíos eran extraordinariamente importantes y que debían observarse con toda rigidez. En tales decisiones, audaces y para él peligrosas, Jesús ha expresado su vinculación exclusiva a la voluntad de Dios tal como él la conocía con una certeza interna, su libertad de cara a los juicios de los hombres y su dignidad oculta. Aquí demuestra él su señorío, que había manifestado, aunque de otro modo, en las expulsiones de los demonios y en las curaciones de los enfermos. Esto es lo que comprendió la Iglesia primitiva reconociendo por ello la dignidad sublime del Hijo del hombre. En la libertad de conciencia, que él ha liberado aunque vinculándola a la voluntad de Dios, late también un bienaventurado anuncio de salvación, como en la otra palabra de que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados sobre la tierra (1Sa 2:10). De esta forma adquiere un sentido magnífico el hecho de que las dos sentencias relativas al Hijo del hombre no aparezcan desconectadas en esta sección: el perdón de los pecados y la liberación de la estrechez humana de miras son expresión del mismo poder salvador. Aun cuando la Iglesia primitiva haya visto de primeras en la tradición del «frote de las espigas en día de sábado» los problemas sabáticos que eran actuales en su tiempo, la decisión de Jesús conserva todo su peso en las cuestiones siempre acuciantes de la ley y la conciencia. La indiscutible conexión que existe en el contexto actual entre las palabras humanistas del v. 27 con las del v. 28 relativas a la dignidad del Hijo del hombre, contiene aún una doctrina importante: los mandamientos de Dios han sido dados en favor del hombre, pero no han sido confiados al simple parecer humano, sino que penden de la exposición e interpretación del Hijo del hombre. Sólo él conoce la voluntad de Dios por su estrecha unión con él. Sólo la responsabilidad delante de este Señor, al que debemos dar cuenta de cada una de nuestras acciones y palabras (2Co 5:10), da derecho a la libertad que el propio Jesús ha ejercido y que ha otorgado a sus discípulos.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Jesús perdona y sana a un paralítico (Mar 2:1-12)

Análisis de discurso

En este pasaje encontramos una historia que combina una sanidad y una afirmación de Jesús. Ambas son importantes, aunque lo que se recalca es la autoridad de Jesús para perdonar pecados. La sanidad del individuo es una prueba de que Jesús puede perdonar pecados, o, mejor dicho, actuar como mediador del perdón divino; de otra manera, y de acuerdo con la creencia de la relación entre el pecado y la enfermedad (ver Mar 2:5 abajo), el hombre no se hubiera sanado. Se produce una tensión en este pasaje entre la afirmación de Jesús de que los pecados del enfermo le habían sido perdonados ―apuntando claramente a Dios como el sujeto del verbo en pasivo―, y lo que va a decir después sobre la autoridad del Hijo del hombre ―Jesús mismo, en este Evangelio― para perdonar pecados. Pensamos que una manera de abordar esta aparente contradicción es entender que, posiblemente, Jesús se veía a sí mismo como el mediador del perdón divino, algo que solamente los sacerdotes estaban autorizados a hacer. Sin embargo, Marcos, al identificar a Jesús con el Hijo del hombre, y escribiendo desde una situación pospascual, entiende que Jesús, como Señor resucitado, puede perdonar pecados. Este es un claro ejemplo de cómo se superponen las tradiciones prepascuales y pospascuales.

Esta historia, al igual que las otras del capítulo Mar 1:1-45, tiene como propósito narrativo mostrar la repercusión que el ministerio de Jesús había comenzado a tener en la región de Galilea. Esta repercusión no era totalmente positiva, pues ya se vislumbran problemas en las críticas de los escribas.

TÍTULO: DHH sugiere como título «Jesús perdona y sana a un paralítico». Pensamos que este título resume bien el contenido del pasaje.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

En casa: ¿En qué casa? Posiblemente la de Simón. La expresión significa que Jesús ahora se encuentra en un ambiente privado, diferente al de la sinagoga, en donde también había hecho curaciones. Los lectores del Evangelio, que se reunían en casas de familia, se habrán identificado mucho con esta idea.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— Cafarnaún: Ver segunda nota a Mat 4:13.

— en casa: Probablemente se trate de la casa de Pedro y Andrés (Mar 1:29; Mat 8:14). Algunos han sugerido que el propio Jesús tenía en Cafarnaún una casa a su disposición (ver Mar 7:17); esta posibilidad, sin embargo, no concuerda demasiado con Mat 8:20 y Luc 9:57.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La sanidad de un paralítico (ver Mat. 9:1-8; Luc. 5:17-26). El relato que sigue no revela los resultados de las acciones que realizó el leproso sanado. Cuando Jesús se aventuró a volver a Capernaúm, la casa se abarrotó de gente, supuestamente por aquellos que querían ser sanados. Sin embargo, él siguió predicándoles las buenas nuevas, ya que ése era su propósito. Por lo tanto, le puede haber causado la tentación de sentir irritación cuando cuatro hombres, deseosos de ver sano a un amigo, lo bajaron por el techo que habían descubierto justo enfrente de él durante su enseñanza. Jesús sólo vio la fe. Nunca habría hecho alguna sanidad sin fe, fuera por parte del paciente o de otros. Aquellos cuatro amigos pueden haber pensado que harían volver a Jesús de su prédica “inútil” a la sanidad “práctica”. En vez de sanarlo de inmediato, Jesús le perdonó sus pecados públicamente. Podemos imaginarnos la desilusión de aquellos hombres. Jesús vio que esto era lo que más deseaba y le hacía más falta a aquel enfermo. El nunca dijo que toda enfermedad estuviera relacionada direc tamente con el pecado, como lo creía la mayoría de los judíos, y aun algunos cristianos todavía lo creen. La mayoría de los médicos de hoy está de acuerdo en que muchas enfermedades se relacionan indirectamente con nuestro es tado mental y que un sentido de culpabilidad subyace en algunos malestares. Es posible que en este caso fuera así.

El relato podría haber terminado aquí (ya que en el gozo del perdón de los pecados, al hombre no le podría haber importado si fuese sanado físicamente o no) si no hubiera sido por algunos de los escribas que estaban allí. Estos, correctamente, se dijeron a sí mismos que sólo Dios puede perdonar pecados, de manera que Jesús estaba blasfemando, asumiendo ese derecho para sí. No se les ocurrió preguntar si él era más que mero hombre. Los Evangelios no acallan la perspicacia de Jesús, y él, conociendo sus pensamientos no expresados, preguntó algo muy obvio: ¿Sería más fácil perdonar pecados o rea lizar la sanidad? La respuesta que no fue expresada era que no había manera de comprobar la realidad del perdón, pero era fácil comprobar la realidad de la sanidad. Para comprobar que él tenía el poder para perdonar, y como una señal del reino, Jesús sanó al paralítico. Contra esto no podía haber argumento. Nuevamente, lo que siguió fue asombro pero, aparentemente, no produjo fe en él.

Jesús se refirió a sí mismo indirectamente como el Hijo del Hombre, lo que resulta deliberadamente vago. En Mar. esta es la manera usual de Jesús al describirse a sí mismo. Este título podría usarse de di versas maneras, p, ej. ya sea refiriéndose al “hombre mortal” (a manera de representante de la humanidad), o haciendo eco de la figura celestial de Dan 7:13, bajando del cielo para ejercer su gobierno.

Con eso comienza otro tema en Mar.: la oposición de los dirigentes religiosos hacia Jesús. Así como rechazaron a Juan, rechazarían a Jesús. El pueblo común, no cegado por los prejuicios, oía las dos cosas y recibía las buenas nuevas.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

2.3 La necesidad del paralítico movió a sus amigos a la acción y lo llevaron a Jesús. ¿Actúa cuando reconoce la necesidad de alguien? Muchas personas tienen necesidades físicas y espirituales que usted puede suplir por usted mismo o junto con otros que también tienen compasión o interés en el caso. La necesidad humana movió a estos cuatro hombres. Deje que otras necesidades también le conduzcan a usted a una acción compasiva.2.4 Las casas en los tiempos bíblicos se construían de piedra. Tenían techos planos hechos con barro mezclado con paja, y escaleras exteriores que conducían al techo. Estos amigos quizás llevaron al inválido por las escaleras exteriores hasta el techo. Allí, fácilmente, pudieron haber roto el techo de lodo y paja para bajar a su amigo hasta donde estaba Jesús.2.5-7 En lugar de decirle al paralítico: «Estás sano», Jesús le dijo: «Tus pecados te son perdonados». Para los líderes judíos era una blasfemia pretender hacer algo que solo Dios podía hacer. De acuerdo a la Ley judía, este pecado merecía la muerte (Lev 24:15-16).Los líderes religiosos entendieron muy bien que Jesús afirmaba que era el Mesías, pero el juicio que emitieron fue erróneo. Jesús no blasfemó, porque lo que dijo era cierto. Jesús es Dios y lo demostró sanando al paralítico (Lev 2:9-11).2.10 Esta es la primera vez en Marcos que Jesús se refiere a sí mismo como el «Hijo del Hombre». El título Hijo del Hombre enfatiza que es totalmente hombre, mientras que Hijo de Dios (véase como ejemplo Joh 20:31) enfatiza que es totalmente Dios. Como Hijo de Dios, Jesús tiene la autoridad de perdonar pecados. Como hombre, puede identificarse con nuestras profundas necesidades y sufrimientos y ayudarnos a vencer el pecado (véase la nota a 8.29-31).2.14 Leví es otro nombre con el que se conoce al discípulo Mateo, el que escribió el Evangelio que lleva su nombre. Si desea más información acerca de Mateo, véase su perfil en Mateo 9.2.14 Capernaum era un centro militar clave para las tropas romanas, así como una floreciente comunidad comercial. Varios caminos de importancia se cruzaban en Capernaum y por ellos pasaban los comerciantes que viajaban a Egipto, en el sur, o a Mesopotamia, en el norte.Leví (Mateo) era un judío nombrado por los romanos para recolectar impuestos en aquella zona. Recaudaba no solo de los habitantes de la ciudad, sino también de los comerciantes que pasaban por la misma. El sistema establecía que estos funcionarios podían quedarse con un porcentaje de los impuestos que cobraban, pero se quedaban con mucho más, con lo que se enriquecían desmesuradamente. Los judíos odiaban a los cobradores de impuestos por su fama de estafadores y por estar al servicio de Roma. A los judíos les dolía pensar que parte del dinero recolectado era para financiar religiones y templos paganos.2.14, 15 El día que Leví se encontró con Jesús, organizó una reunión en su casa para presentarlo. No desperdició ni un minuto en empezar a testificar. Algunas personas creen que los nuevos creyentes deben esperar, madurar o recibir preparación antes de empezar a hablar de Cristo. Pero como Leví, los nuevos creyentes deben enseguida hablar a otros de su fe, sea cual fuere el conocimiento, los recursos o la experiencia que tengan.2.16, 17 «Esa chusma», decían los fariseos santurrones para describir a la gente con la que Jesús comía. Pero la asociación de Jesús con los pecadores obedecía a que los amaba y a que sabía que necesitaban lo que tenía que decirles. Le dedicó tiempo a quien necesitaba o quería escuchar su mensaje: pobres, ricos, malos, buenos. Nosotros también debemos ser amistosos con quienes necesitan a Cristo, aunque sean personas que no se vean como la mejor compañía. ¿Habrá personas ante cuya reputación usted se comporta con negligencia? Quizás esas personas sean las más necesitadas de ver y oír el mensaje del amor de Cristo en usted y a través de usted.2.18ss Juan tenía dos propósitos: hacer que la gente se arrepintiera de sus pecados y prepararla para la venida de Cristo. Este fue un tiempo de seria reflexión que incluía ayuno, señal externa de humillación y pena por el pecado. El ayuno despoja al cuerpo de comida; el arrepentimiento despoja nuestra vida de pecado. Los discípulos de Jesús no necesitaban ayunar en preparación para su venida, porque El estaba con ellos. Jesús, sin embargo, no condena el ayuno. El mismo ayunó cuarenta días (Mat 4:2). Pero enfatiza el ayuno con buen propósito. Los fariseos ayunaban dos veces a la semana para mostrar cuán santos eran. Jesús explicó que el que ayuna solamente para impresionar a otros lo hace por gusto.2.19 Jesús se comparó a sí mismo con un esposo porque en el Antiguo Testamento el término equivalente a esposa se aplica a menudo a Israel y esposo a Dios que ama a Israel (Isa 62:5; Mat 25:1-14; Rev 21:2).2.22 Un odre era una piel de cabra cocida por los bordes para formar una bolsa hermética. El vino nuevo, al fermentar con el tiempo, hace que el odre se estire. El vino nuevo, sin embargo, no puede ponerse en un odre estirado porque la piel demasiado rígida se rompe.Los fariseos eran tan rígidos como aquellos viejos odres. No podían aceptar que la fe en Jesús no fuera restringida ni limitada a ideas o reglas de hombres. Nuestro corazón, al igual que un odre, se puede endurecer e impedir que aceptemos la nueva vida que Cristo nos ofrece. Mantengamos nuestros corazones abiertos y dóciles para aceptar la verdad del mensaje transformador de Jesús.2.23 Jesús y sus discípulos no robaban cuando recogieron granos de trigo en aquel sembrado. Lev 19:9-10 y Deu 23:25 dicen que los agricultores judíos tenían que dejar sin segar las esquinas y los lados de las porciones de tierra que sembraron para que los viajeros y los pobres lo tomaran y comieran. Jesús, al caminar junto al sembrado, no violaba la propiedad privada, pues comía del trigo dejado para ese propósito.2.24 La Ley de Dios decía que las cosechas no podían recogerse en el día de reposo (Exo 34:21). Esta Ley prevenía a los agricultores de codicia y les exigía no olvidarse de Dios en el día de reposo. También protegía a los cosechadores de que los sometieran a un exceso de trabajo.Los fariseos creían que Jesús y sus discípulos, al arrancar las espigas y frotarlas en sus manos para limpiar el trigo, cosechaban. De ahí que acusaron a Jesús de quebrantar la Ley. Pero era evidente que Jesús y sus discípulos no arrancaban el trigo por lucro, sino que buscaban algo de comer. Los fariseos interpretaron tan obcecadamente la Ley, que pasaron por alto su verdadera intención.2.24 Los dirigentes religiosos judíos estaban tan enredados en sus leyes que perdieron de vista lo que era bueno y correcto. En Mar 3:4 Jesús enmarca que el día de reposo es para descansar y adorar, pero que eso no significa que no movamos un dedo para ayudar a otros. No dejemos que nuestro día de reposo llegue a ser un tiempo de egoísta indulgencia.2.25, 28 Jesús usó el ejemplo del rey David para señalar lo ridículas que eran las acusaciones de los fariseos. Jesús dijo que Dios estableció el día de reposo para nuestro beneficio, no para el suyo. Dios no se beneficia con que descansemos el día de reposo, pero al descansar y concentrarnos en Dios, nos recuperamos física y espiritualmente. Para los fariseos, las leyes sabáticas llegaron a ser más importantes que el propósito mismo del día de reposo. David y Jesús entendieron que la verdadera intención de la Ley de Dios es promover el amor a Dios y a los demás. No guardamos ciegamente una ley sin mirar con cuidado la razón de ser de tal ley. El espíritu de la ley es por lo general más importante que la letra.2.26 Los «panes de la proposición» eran los que se ponían delante de Dios en el tabernáculo. Cada sábado, doce panes cocidos se colocaban sobre la mesa en el Lugar Santo. Después los sacerdotes comían los panes viejos. Si desea más información sobre los panes de la proposición, véanse Exo 25:30 y Lev 24:5-9.PROMINENTES GRUPOS RELIGIOSOS Y POLITICOS JUDIOSFARISEOS Mat 5:20 Mat 23:1-36 Luk 6:2 Luk 7:36-47 : Estricta secta religiosa de judíos que propugnaron obediencia meticulosa a la Ley y tradiciones judías. Muy influyente en las sinagogas. De acuerdo con Jesús: Respeto por la Ley, creencia en la resurrección de los muertos, comprometidos a obedecer la voluntad de Dios. En desacuerdo con Jesús : Rechazaban la afirmación de Jesús de que era el Mesías porque no seguía todas sus tradiciones y se reunía con gente de notoria mala conducta.SADUCEOS Mat 3:7 Mat 16:11-12 Mar 12:18. Ricos, partido sacerdotal judío de clase alta. Rechazaron la autoridad de la Biblia más allá de los cinco libros de Moisés. Obtenían ganancias de negocios en el templo. Ellos, junto con los fariseos, conformaron los partidos mayoritarios del concilio judío. De acuerdo con Jesús: Gran respeto por los cinco libros de Moisés, así como también por la santidad del templo. En desacuerdo con Jesús : Negaban la resurrección del cuerpo. Pensaban que el templo también podía usarse como lugar para efectuar transacciones comerciales.ESCRIBAS Mat 7:29 Mar 2:6 Mar 2:16. Intérpretes profesionales de la Ley. Enfatizaban especialmente las tradiciones. Muchos escribas fueron fariseos. De acuerdo con Jesús: Respeto a la Ley. Entrega a la obediencia a Dios. En desacuerdo con Jesús : Rechazaban la autoridad de Jesús para interpretar la Ley. Desecharon a Jesús como Mesías porque no obedecía todas sus tradiciones.HERODIANOS Mat 22:16 Mar 3:6 Mar 12:13. Partido político judío de aliados al rey Herodes. De acuerdo con Jesús: Desconocido. En los Evangelios procuraron atrapar a Jesús con preguntas y tramaron darle muerte. En desacuerdo con Jesús : Temían que Jesús causara inestabilidad política. Vieron en El una amenaza a su futuro político, así como también a su intento por recobrar de Roma algo de su poder político perdido.ZELOTES Luk 6:15 Act 1:14. Grupo de patriotas judíos violentos dedicados a determinar el fin del gobierno de Roma en Israel. De acuerdo con Jesús: Preocupación por el futuro político de Israel. Creencia en el Mesías, pero sin reconocer en Jesús al enviado de Dios. En desacuerdo con Jesús : Creían que el Mesías sería un líder político que liberaría a Israel de la ocupación romana.ESENIOS Grupo monástico de judíos de práctica ritual y pureza ceremonial, así como también de santidad personal. De acuerdo con Jesús: Enfatizaban la justicia, la honestidad y el compromiso. En desacuerdo con Jesús : Creían que los rituales ceremoniales los hacían justos.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 59 Mat 9:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

estaba en casa. Probablemente ésta era la casa de Simón y Andrés (1:29).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Los cinco incidentes descritos de una manera vivida en 2:1 3:6 forman un grupo particular que muestra cómo el Salvador-Esclavo, el Esclavo de Dios, llevo a cabo Su servicio evangélico para ocuparse de las necesidades de los hombres caídos, quienes habían sido llevados cautivos por Satanás y apartados de Dios y del disfrute de Dios, a fin de rescatarlos de su cautiverio y volverlos al disfrute de Dios.

(1) Como Dios y con autoridad divina, El perdonó los pecados del enfermo para librarlo de la opresión de Satanás ( Hch_10:38) y restaurarlo a Dios. Los escribas consideraron esto como algo contrario a la teología de su religión (vs.1-12).

(2) Como Médico para el pueblo enfermo y miserable, El cenaba con recaudadores de impuestos, quienes eran desleales e infieles a su propia nación, y con pecadores, quienes eran menospreciados y estaban aislados de la sociedad, para que gustaran la misericordia de Dios y volvieran a disfrutar a Dios. Esto fue condenado por los escribas de los fariseos, los cuales eran justos en su propia opinión e implacables (vs.13-17).

(3) Como Novio con Sus compañeros, El hizo que Sus seguidores se alegraran y regocijaran y no ayunaran. Así que, El anuló la práctica de los discípulos de Juan (los fanáticos nuevos) y la de los fariseos (los fanáticos viejos) para que Sus seguidores pudieran ser librados de las prácticas religiosas y conducidos a deleitarse en el Cristo de Dios como su Novio, teniendo la justicia de El como vestido que los cubriera, y la vida de El como vino que los llenara, en la economía neotestamentaria de Dios (vs.18-22).

(4) El permitió que Sus seguidores arrancaran las espigas por los sembrados en sábado, con el fin de saciar su hambre. Al hacerlo, aparentemente quebrantaron el mandamiento de Dios con respecto al sábado, pero en realidad agradaron a Dios, porque el hambre de los seguidores de Cristo fue saciada por medio de El, tal como el hambre de David y sus seguidores había sido saciada con el pan de la presencia en la casa de Dios. Esto indica que la economía neotestamentaria de Dios no consiste en observar los preceptos de la religión sino en ser satisfecho en Cristo y por medio de El como el verdadero reposo sabático (vs.23-28).

(5) En sábado El sanó a un hombre que tenía la mano seca, sin preocuparse por la observancia del sábado, sino por la salud de Sus ovejas. De esta manera El indicó que la economía neotestamentaria de Dios no consiste en observar normas sino en impartir vida. Por eso le odiaban los fariseos, los fanáticos religiosos (3:1-6).

Estos cinco puntos en los cuales el Salvador-Esclavo intervino con vida y misericordia para llevar a cabo Su servicio evangélico, iban en contra de la religión de formalismos y tradiciones y, por lo tanto, eran aborrecibles a los líderes religiosos que eran carnales, obstinados y carentes de vida.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

14 (C) Cinco relatos de conflicto (2,1-3,6). En los cinco relatos de esta serie se pre­senta a varios enemigos de Jesús y de los pri­meros cristianos (los escribas, los escribas de los fariseos, los discípulos del Bautista y los fa­riseos, los fariseos, los fariseos y los herodia­nos). Estos adversarios cambian su actitud: desde la admiración (2,12) pasan a la hostili­dad activa (3,6). Los primeros cristianos ha­brían utilizado estas historias para defender sus puntos de vista y/o sus prácticas relacio­nadas con el perdón de los pecados, la comida con personajes de mala fama, el ayuno y la ob­servancia del sábado. La mayoría de estos re­latos reflejan el ambiente palestinense, aun­que Marcos (o la tradición premarcana) los ha reelaborado situándolos en un bloque com­pacto (J. Dewey, Markan Public Debate [SBLDS 48, Chico 1980]).

15 (a) Curación del paralítico y perdón del pecado (2,1-12). En la primera de las con­troversias se combina una curación (2,1-5a. 10b-12) y un debate con los escribas (2,5b-10a). El objetivo de esta combinación (como en 1,21-28) es mostrar que Jesús es poderoso tanto en palabras como en hechos: su poder de perdonar pecados queda confirmado por su poder de curar al paralítico. Los primeros cris­tianos apelarían a este pasaje como una prue­ba de que podían perdonar los pecados en el nombre de Jesús. 1. en casa: Marcos da por su­puesto que Jesús utilizaba la casa de Pedro en Cafarnaún (cf. 1,29.33) como su centro de operaciones. 2. no había suficiente espacio, ni siquiera en la puerta: El escenario es similar al de 1,33. él les anunciaba la palabra: La utiliza­ción del término logos con el significado de «palabra» confirma que el pronombre «él» en 1,45 se refería a Jesús, pues una de sus tareas consistía en extender «la palabra» (diaphémizein ton logon). 3. llevado por cuatro: Puesto que el paralítico no podía andar, necesitaba que lo ayudaran para llegar hasta Jesús. De hecho, la expresión «la fe que tenían» (2,5) su­giere que fueron los cuatros hombres quienes tomaron la iniciativa. ¿Serían Pedro, Andrés, Santiago y Juan? (cf. 1,16-20.29.36) 4. levanta­ron la techumbre: Los cuatro hombres llegaron al terrado por la escalera exterior que había en las casas palestinenses (cf. 13,15). La techum­bre estaba hecha de travesaños de madera cu­biertos con paja y barro, por lo que no era di­fícil abrir un agujero en ella. 5. la fe que tenían: Obviamente, se refiere a los cuatro hombres que habían afrontado la dificultad para llevar el paralítico hasta Jesús, pero la utilización del adjetivo posesivo «su» podría incluir también al paralítico, dijo al paralítico: La misma frase aparece en 2,10b, donde el contenido del di­cho posterior es más coherente con 2,1-4. Hi­jo, tus pecados son perdonados: El tratamiento de hijo expresa afecto y cariño. Parece que lo que él y sus amigos querían escuchar (cf. 2,10b-12) no era precisamente la declaración autoritativa del perdón de los pecados. La combinación de la curación (2,l-5a.l0b-12) y la controversia (2,5b-10a) tiene el objetivo de vincular causalmente la enfermedad y el peca­do, una vinculación que siempre rechazó Je­sús (cf. Lc 13,1-5; Jn 9,2-3). 6. algunos de los escribas: Estos escribas (cf. 1,22, en donde se pone a Jesús en contraste con los escribas) constituyen el primero de los cinco grupos de adversarios que se presentan en 2,1-3,6. 7. Él blasfema: Según algunos pasajes del AT (Éx 34,6-7; Is 43,25; 44,22), el único que puede per­donar los pecados es Dios. De acuerdo con el razonamiento de los escribas (aunque no lo di­cen directamente; cf. 2,6.8), la pretensión de Jesús de perdonar los pecados es catalogada como una blasfemia. De hecho, constituye una implícita pretensión de autoridad divina, que era perfectamente aceptable para los cristia­nos que leían el evangelio de Marcos. 9. qué es más fácil: Con toda seguridad era más fácil de­cir que los pecados son perdonados (puesto que no puede verificarse empíricamente) que decir al paralítico que se levantara y comenza­ra a andar (pues requiere una verificación em­pírica inmediata). En el relato de 2,1-12, que es claramente obra de Marcos, la curación fun­ciona como signo que da validez a la declara­ción del perdón. 10. el Hijo del hombre: Marcos utiliza esta frase muy a menudo (2,28; 8,31.38; 9,9; 12,31; 10,33.45; 13,26; 14,21.41.62), pero hemos de estudiar específicamente cada una de sus apariciones en el texto, pues la expre­sión ho huios tou anthrópou, «Hijo del hom­bre», funciona de modos diferentes. Aquí se refiere al Jesús terreno como representante de Dios (cf. 2,7), no a la humanidad en general o a un personaje escatológico (→ Jesús, 78:38-41). dijo al paralítico: La misma frase que se encuentra en 2,5a; con ella se reanuda el rela­to de curación que había comenzado en 2,1-4.11. levántate, toma tu camilla: Jesús cura sola­mente mediante la palabra, un hecho que con­firma la autoridad de sus palabras sobre el perdón en 2,5b-10a. 12. todos quedaron mara­villados: Los relatos de milagro concluyen típi­camente con la descripción de la reacción de la gente. En nuestro texto, el término «todos» incluiría también a los escribas (2,6), otra in­dicación de que el relato está formado por dos unidades diferentes: 2,l-5a.l0b-12 y 2,5b-10a. En el contexto marcano, la gente queda asom­brada tanto por el poder de curación que tiene Jesús como por su pretensión de perdonar los pecados.

16 (b) Llamada de Leví (2,13-17). La pri­mera parte del pasaje (2,13-14) presenta la lla­mada al discipulado de un recaudador de im­puestos, y la segunda parte (2,15-17) es un relato de controversia que explica cómo Jesús podía permitir que lo siguieran tales personas. Es posible que ambas partes se encontraran de forma separada en la tradición premarcana. Los primeros cristianos podrían haber uti­lizado estos pasajes para explicar que hubiera entre ellos personas de dudosa reputación re­ligiosa y moral. 13. el mar: Cf. el comentario sobre 1,16. La llamada de Leví no sólo aconte­ce en aquel mismo lugar, sino que también Je­sús pasaba por allí (paragón) e invita a Leví a seguirle (akolouthei), dos términos clave en 1,16-20.14. Leví, el hijo de Alfeo: El paralelis­mo con 1,16-20 sugiere que Leví era uno de los Doce, pero en la lista que encontramos en 3,16-19 no aparece ningún apóstol que se lla­mara Leví. Algunos manuscritos resolvieron el problema cambiando su nombre por el de Santiago, el hijo de Alfeo (cf. 3,18). Mt 9,9 lo llama Mateo (cf. Mc 3,18). oficina de impues­tos: Leví era un recaudador de impuestos que estaba al servicio de Herodes Antipas. Estas personas eran sospechosas de corrupción eco­nómica y deslealtad a la causa judía (J. R. Donahue, CBQ 33 [1971] 39-61). 15. en su casa: Normalmente se considera que el banquete se celebró en la casa de Leví, aunque el texto aca­ba de presentarlo «siguiendo» a Jesús. Tal vez se tratara de la casa de Pedro (cf. 1,29.33; 2,2). muchos publicanos y pecadores: Los pecadores (hamartóloi) eran personas cuya profesión o estilo de vida les impedía observar de forma estricta la ley judía. Aunque es posible que al­gunos tuvieran un comportamiento inmoral público, el hecho de que se les llamara peca­dores obedecía más a criterios de tipo social que a un juicio moral. Al compartir la comida con este tipo de personas, Jesús ponía en prác­tica su predicación sobre la preparación para la llegada del reino de Dios (cf. 1,14-15). pues eran ya muchos los que lo seguían: Probable­mente, con este comentario entre paréntesis, el autor se refiere a «sus discípulos», no a «los publicanos y pecadores». Marcos nos ha con­tado la llamada de cinco hombres, pero da por sentado que Jesús llamó a muchos más. 16. los escribas de los fariseos: El término «escri­ba» se refiere a una profesión (cf. 2,6), mien­tras que ser fariseo significaba pertenecer a una asociación de personas piadosas. El grupo aquí mencionado pertenecía a ambos secto­res. Algunos manuscritos presentan a los es­cribas de los fariseos como seguidores de Je­sús. Los biblistas se preguntan qué estaban haciendo estos escribas en Galilea en la casa de un pecador (Leví). 17. los sanos: El primer dicho es un tópico filosófico; es tan lógico que no hay necesidad alguna de considerarlo co­mo un préstamo directo de otra procedencia. no he venido a llamar a justos, sino a pecado­res: Se llama al arrepentimiento para preparar el advenimiento del reino de Dios (1,14-15; cf. Lc 5,32). En esta perspectiva, la designación de estos escribas como «justos» es irónica; es decir, ellos se consideran justos, pero realmen­te no lo son, puesto que no logran reconocer a Dios como fuente de la auténtica justicia.

17 (c) LA CUESTIÓN SOBRE EL AYUNO (2,18-22). En esta ocasión, los adversarios son los discípulos del Bautista y los fariseos, y la con­troversia trata del ayuno. En la respuesta a su pregunta (2,18), Jesús se identifica con el «no­vio» mesiánico y afirma que su ministerio pú­blico era un tiempo muy especial (2,19a). A es­to le sigue la primera mención de su muerte (2,19b-20) y el consiguiente permiso para que los cristianos pudieran ayunar. Independiente­mente de cuál hubiera sido el contexto origi­nal de los dichos sobre el vestido y el vino (2,21-22), en nuestro texto sirven para crear una oposición entre las nuevas y las antiguas formas de práctica religiosa. Sin embargo, tal y como ahora lo encontramos, el tema central del pasaje no es la práctica religiosa sino la presentación de Jesús como el novio mesiáni­co; su ministerio público era un tiempo espe­cial en el que ya no resultaban adecuadas las antiguas prácticas religiosas. 18. los discípulos de Juan y los fariseos ayunan: El único ayuno que estaba estipulado por el AT era el del día de la expiación (Lv 16,29), pero los fariseos practicaban otros ayunos (cf. Lc 18,12), como, supuestamente, también hacían los discípulos del Bautista, pero tus discípulos no ayunan: En el debate subyace la idea de que los discípulos de Jesús no ayunaban durante su ministerio público, aunque Mt 6,16-18 da por supuesto que sí lo practicaban. 19. el novio: Es probable que, bajo la influencia de la presentación que hallamos en el AT de Yahvé como el esposo de Israel (Os 2,19; Is 54,4-8; 62,4-5; Ez 16,7-63), la aplicación de este término a Jesús tuviera connotaciones mesiánicas (cf. Jn 3,29; 2 Cor 11,2; Ef 5,32; Ap 19,7; 21,2. mientras el novio está con ellos: La razón fundamental por la que los discípulos de Jesús no ayunan es el ca­rácter especial que tenía el tiempo de su mi­nisterio terrenal. 20. cuando el novio les sea arrebatado: La alegoría mal disimulada sobre la muerte de Jesús y la autoridad que el logion tenía para justificar la práctica del ayuno de la Iglesia primitiva (cf. Did 8,1) ha llevado a que muchos especialistas consideren que 2,19b-20 fue una creación de la Iglesia primitiva. De to­dos modos, la alusión a la crucifixión de Jesús se encuentra en el centro de toda la serie de las cinco controversias. 21. un remiendo de paño nuevo: No hay nadie que haga esto, porque el remiendo nuevo encogería y el rasgón se haría más grande. Desconocemos cuál sería el con­texto original de este dicho y del siguiente. 22. vino nuevo en odres viejos: Tampoco hay nadie que haga esto, porque, al fermentar el vino, aumentaría su volumen y reventaría los viejos y frágiles odres. La estructura y la dinámica de los dos dichos de 2,21-22 es la misma; en am­bos casos, la finalidad es preservar tanto el re­miendo y el vestido como el vino y los odres.

18 (d) Trabajar en sábado (2,23-28). Los fariseos se oponen a lo que interpretan como una infracción que los discípulos estaban co­metiendo contra ley que prohibía trabajar el día del sábado (2,23-24). Jesús les responde mediante una comparación con un episodio del AT (2,25-26) y haciendo una afirmación di­recta sobre el valor del sábado (2,27-28). El pa­saje habría servido como argumento defensivo con el que la Iglesia primitiva justificaba su li­bertad con respecto a la observancia del sába­do en sus debates con otros judíos mas rigo­ristas como los fariseos. La yuxtaposición de los dichos sobre el hombre y el Hijo del hom­bre en 2,27-28 da a la perícopa un clímax cris­tológico y fundamenta la práctica cristiana del sábado en la autoridad de Jesús. 23. sus discí­pulos comenzaron a arrancar espigas: Los fari­seos critican directamente a los discípulos, no a Jesús. Su delito no consistía simplemente en haberse excedido con respecto a la distancia que estaba permitida recorrer en sábado, sino en que estaban realizando una actividad que se interpretaba como trabajo, algo que estaba prohibido hacer el sábado. 24. los fariseos: No se explica por qué los piadosos fariseos perde­rían un día de sábado en espiar a Jesús y sus discípulos en un campo de Galilea. En todo caso, las diversas teorías con que las que se ha intentado su clarificación no han tenido en cuenta que el texto tiene la forma literaria de una controversia, no permitido en sábado: El mandamiento, que los discípulos habían que­brantado, prohibía cosechar en sábado: «Seis días tendrás para trabajar; el día séptimo des­cansarás; en tiempo de siembra y de siega» (Ex 34,21). Pero, con excepción de la idonei­dad temporal, todas las otras acciones estaban permitidas por Dt 23,25. 25. lo que hizo David: El relato que nos cuenta cómo David y sus compañeros comieron el pan de la presenta­ción (cf. 1 Sm 21,1-6) comparte las siguientes características con la acción de Jesús y sus dis­cípulos. En ambos episodios, los protagonis­tas quebrantan un mandamiento; el alimento prohibido sacia al hambriento; los incidentes involucran a un gran líder que permitió a sus seguidores que participaran en su acción. Pe­ro el punto central en cuestión -el quebranta­miento del sábadono está justificado por la analogía veterotestamentaria. 26. cuando Abiatar era el sumo sacerdote: Según 1 Sm 21, 1-2, el sumo sacerdote era Ajimélec, padre de Abiatar. Algunos manuscritos omiten la frase, armonizando así el relato marcano con Mt 12,4 y Lc 6,4. Sin embargo, apenas hay duda de que la lección original decía «Abiatar» (cf. C.S. Morgan, JBL 98 [1979] 409-10). el pan de la presentación: Según Lv 24,5-9, se colocaban doce tortas en dos hileras ante Dios, en la tien­da del encuentro, que, posteriormente, eran consumidas por los sacerdotes. Según 1 Sm 21,1-6, el sacerdote dio el pan sagrado a David porque no tenía otra clase de pan. David no lo tomó por la fuerza o por propia iniciativa. 27. el sábado fue hecho para el hombre: Este dicho, extraordinariamente radical, subordina la ob­servancia del sábado a las necesidades huma­nas (cf. 1,21-28; 3,1-6). Tanto Mt 12,1-8 como Lc 6,1-5 lo omiten, quizá porque iba demasia­do lejos. 28. El Hijo del hombre es señor del sá­bado: El carácter radical de 2,27 se atempera mediante la sugerencia de que el «hombre» para quien fue hecho el sábado era el Hijo del hombre, a quien Marcos identifica con Jesús (cf. comentario sobre 2,10).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

Este pasaje nos presenta otra vez a nuestro Señor en Capernaúm. Otra vez volvemos a encontrarlo trabajando como de costumbre, predicando la palabra y curando enfermos.
Vemos en estos versículos de que privilegios espirituales tan grandes gozan algunas personas, y de los cuales no hacen, sin embargo, ningún uso.
Es esta una verdad que confirma de una manera notable la historia de Capernaúm. Ninguna ciudad de Palestina parece haber gozado tanto como esta de la presencia de Nuevo Testamento Señor, durante su ministerio terrenal. Fue el lugar en que habitó después que salió de Nazaret. Mt. 4.13. Allí fue donde hizo muchos de sus milagros, y donde pronunció muchos de sus sermones. Pero al parecer, nada de lo que Jesús dijo o hizo, produjo ningún efecto en el corazón de sus habitantes. Acudían a oírlo, según vemos en este pasaje, «hasta que no había lugar en torno de la puerta» se admiraban, se sorprendían, se llenaban de asombro al contemplar sus obras portentosas, pero no se convertían. Vivían bajo los rayos refulgentes del Sol de Justicia en su cenit, y a pesar de eso, sus corazones permanecían endurecidos. Y arrancaban de los labios de nuestro Señor la condenación más terrible que pronunció contra ningún lugar, excepto Jerusalén: «Y tu Capernaúm, que estáis ensalzada hasta el cielo, serás abatida hasta el infierno; porque si en Sodoma se hubiesen hecho los milagros que en ti, subsistiera aún hoy día. Por eso te digo, que el país de Sodoma será castigado con menos rigor que tu en el día del juicio» Mateo 11.23-24 Buenos es que todos nosotros nos fijemos bien en ese hecho de Capernaúm. Estamos muy dispuestos a suponer que tan solo se necesita predicar el Evangelio con fuerza para convertir almas, y que tan pronto como la Buena Nueva es proclamada en un lugar, todo el mundo debe allí creer. Olvidamos el poder extraordinario de la incredulidad, y lo profundo de la enemistad del hombre contra Dios. Olvidamos que los habitantes de Capernaúm escudaron la predicación más intachable, que la vieron confirmada por los milagros más sorprendentes, y sin embargo, permanecieron muertos en sus transgresiones y pecados. Debemos recordar que el mismo Evangelio que es poder de vida para unos, es poder de muerte para otros, y que el mismo fuego que ablanda la cera endurece el barro. Efectivamente, nada endurece más el corazón del hombre, como oír regularmente el Evangelio, y preferir deliberadamente el servicio del pecado y del mundo. Nunca hubo un pueblo tan altamente favorecido como el de Capernaúm, y nunca tampoco se vio un pueblo que pareciera más endurecido. Guardémonos de seguir sus huellas. Debemos repetir con frecuencia la plegaria, «De la dureza de corazón líbranos, buen Señor».
Vemos en segundo lugar en estos versículos, cuan gran bendición suelen resultar las aflicciones para el alma del hombre.
Se nos dice que un paralítico fue llevado a nuestro Señor en Capernaúm para que lo curase. Inválido e impotente, fue llevado en su cama por cuatro buenos amigos suyos, y colocado en el centro del lugar en donde Jesús estaba predicando. Consiguió el hombre inmediatamente el objeto de sus deseos; el gran Médico del alma y del cuerpo lo vio, y le dio rápido alivio y al fin le restauró salud y fuerza. Le concedió el don mucho más grande del perdón de sus pecados.
En una palabra el hombre que aquella mañana había sido sacado de su casa, débil y enfermo de cuerpo y alma, volvió a ella regocijado.
¿Quién puede dudar que hasta el fin de sus días este hombre dio gracias a Dios por haber estado paralítico? Sin esa circunstancia probablemente hubiera vivido y muerto en completa ignorancia y nunca hubiera visto a Cristo. A no ser por esa circunstancia, hubiera estado toda su vida paciendo sus ovejas en los verdes collados de Galilea y nunca hubiera sido llevado a Cristo, y nunca tampoco hubiera oído sus benditas palabras, «tus pecados te son perdonados». La parálisis fue realmente una bendición. ¿No podríamos decir que fue para su alma el comienzo de la vida eterna? ¡Cuántos en todos tiempos pueden asegurar que por ellos ha pasado lo que experimentó este paralítico! Las aflicciones los han enseñado; los pesares han sido en último resultado misericordias, las pérdidas ganancias, y las enfermedades los han conducido al gran Médico de las almas, los ha dirigido a la Biblia, los han apartado del mundo, los han hecho ver su propia necedad y por fin los han enseñado a orar. Millares de personas pueden decir como David, «es un bien par mi verme afligido, para que así pueda aprender tus estatutos» Salmo 119.71 Guardémonos de murmurar cuando nos vemos afligidos; que toda cruz es una necesidad y hay razones muy sabias para toda prueba. Las enfermedades y los pesares son mensajeros bondadosos de Dios, que se propone así llamarnos más cerca de El. Supliquémosle que nos haga comprender la lección que quiera darnos en las aflicciones, no sea que «cerremos nuestros oídos cuando El nos habla».
Vemos, finalmente, en estos versículos, el poder sacerdotal que, para perdonar pecados posee nuestro Señor Jesucristo.
Leemos en ellos que nuestro Señor dijo al paralítico, «Hijo, tus pecados te son perdonados». Su intención tuvo al decir estas palabras. Conocía el corazón de los escribas que lo rodeaban. Quiso probarles que era el Gran Sacerdote verdadero con poder de absolver a los pecadores, aunque entonces rara vez usaba de su prerrogativa; pero les dijo expresamente que tenía el poder de hacerlo. «el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados,» dijo: y al decir, «Tus pecados te son perdonados», no hizo más que ejercer una facultad que de derecho le pertenecía.
¡Consideremos cuan grande debe de ser la autoridad de quien tiene poder de perdonar los pecados! Solo Dios puede hacerlo, Ni ángeles, ni hombres, ni iglesias reunidas en concilio, ni ningún ministro de ninguna denominación religiosa pueden aliviar la conciencia del pecador del peso del pecado y establecerlo en paz con Dios. Pueden indicarles la fuente inagotable que lava todos los pecados; pueden anunciarles con autoridad que pecados está Dios dispuesto a perdonarles; pero no pueden absolverlos ni cancelar las transgresiones. Esta es prerrogativa de Dios que ha delegado en su Hijo Jesucristo.
¡Pensemos por un momento que gran bendición es para nosotros que Jesús sea nuestro Gran Sacerdote y que sepamos a donde podemos ir para conseguir la absolución! Necesitamos de un Sacerdote y de un Sacrificio entre nosotros y Dios. La conciencia demanda una expiación por nuestros muchos pecados; la Santidad de Dios la hace indispensable. Sin un Sacerdote que presenta la expiación no puede haber paz para el alma. Jesucristo es ese Sacerdote que necesitamos, poderoso para excusar y perdonar, misericordioso y ansioso de salvar.
Preguntémonos ahora si reconocemos al Señor Jesús como nuestro Gran Sacerdote. ¿Hemos acudido a El? ¿Le hemos pedido la absolución? Si no lo hemos hecho aún estamos sumidos en nuestros pecados. No reposemos hasta que el Espíritu de testimonio a nuestro espíritu que nos hemos sentado a los pies de Jesús y odio su voz que nos dice, «Hijo, tus pecados te son perdonados.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R581 La preposición que aparece en διʼ ἡμερῶν tiene un sentido temporal, y significa: intervalo de días, días entre, después de algunos días (comp. BD223[1]), aunque ciertamente nadie pensaría que διά en sí misma signifique: después.

T261 La expresión local ἐν οἴκῳ significa: en casa (comp. MT82).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Sana a un paralítico, y le perdona sus pecados. Comiendo en compañía de muchos publicanos en casa de Leví, a quien había llamado a su seguimiento, da la razón de ello, a causa de las murmuraciones de los fariseos, de que conversaba con los pecadores, y que no ayunasen sus discípulos; y disculpa a estos de que en día de sábado cogiesen espigas.

2 a. En casa de San Pedro, donde se hospedaba, y donde había curado a su suegra.

b. El Griego: hóste mekéti joréin medé tó prós tén thúran, que no cabía ni aun al contorno de la puerta. Neque ad januam.

c. Les predicaba la palabra de Dios, la palabra de salud y de verdad, el Evangelio.

4 d. El Griego: prosengísai autó, llegar a él.

e. El Griego: exorúxantes, horadando. Las casas estaban cubiertas con terrados o azoteas, por donde se podían pasear, como en algunas de nuestras provincias; y la escalera que conducía a ellos solía estar fuera de la casa.

5 f. MS. Al contrecho.

7 g. El Griego: tí hóutos laléi blasfemías? ¿Cómo este pronuncia blasfemias de esta manera?

9 h. Esto no se ha de entender de la facilidad de pronunciar las palabras, sino del sentido de ellas.

12 i. Las palabras del texto Griego enantíon pánton ofrecen también otro sentido muy bueno, abiit contra omnes; esto es, que estando todos amontonados sobre él, sorprendidos de lo que veían, no hallando por donde salir, rompió por medio de todos, dando muestras no solamente de la salud que había recobrado, sino también de su robustez y vigor.

14 j. En que recibía y contaba los públicos tributos.

15 k. De Mateo.

l. Porque muchos de estos publicanos y gente de mala vida, movidos de sus discursos y milagros, le iban siguiendo a todas partes.

17 m. El Griego: eis metánoian, a penitencia. Llama justos, a los que se tenían por justos y no lo eran. Pecadores se entienden aquellos, que deseaban salir de su mala vida, y buscaban al Médico que los remediase.

18 n. El Griego: kái hoi ton farisáion, y los de los fariseos.

o. Los discípulos de Juan (Mt 9,14).

19 p. O los hijos del esposo; esto es, los amigos (véase Mt 9,15).

21 q. Otros trasladan nuevo.

r. MS. Tirará lo viejo.

22 s. Odres, hoy más usado, pellejos.

23 t. Para desgranarlas, y comer los granos.

25 u. MS. Ovo mengua e fambre.

26 v. En 1Sam 21, se dice, que era Aquimelec y no Abiatar, a quien pidió David que le diese alguna cosa que comer. Algunos han creído que el sumo sacerdote Aquimelec se llamaba también Abiatar como su hijo, y el hijo Aquimelec como el padre. Mas otros con mejores fundamentos creen, que el hallarse nombrado aquí Abiatar en lugar de Aquimelec, fue, porque Abiatar era mucho más conocido en el tiempo de David. Este vivía con su padre, y servía en el templo, cuando David llegó a él, y después cuando el rey Saúl hizo degollar a su padre, fue el que le llevó el efod, y se salvó siguiendo a este rey. Pudo muy bien aun en vida de su padre ejercer juntamente con él el soberano sacerdocio, así como después lo tuvo juntamente con Sadoc.

27 w. Como si el Señor dijera: La obligación del sábado no es tan estrecha, que no pueda jamás ser dispensada. El hombre fue hecho para Dios, y así no hay cosa que le pueda dispensar de las obligaciones que debe a Dios. Mas el sábado, que fue hecho para que el hombre pensase en las cosas de su alma, se acordase de los beneficios que tiene recibidos de las manos de su Criador, y diese algún alivio al cuerpo después del trabajo de toda la semana, admite alguna dispensa. Y sobre todo, yo que soy Dios por mi naturaleza, e Hijo del hombre por mi Encarnación, tengo potestad de dispensar a mis discípulos en la necesidad en que se hallan, como dueño que soy del sábado, mas no puedo dispensarlos de amar a Dios, porque han sido hechos y criados para Dios. A mí, que soy el soberano legislador, toca conocer la necesidad del hombre, y no a vosotros, que sois unos jueces ciegos, y llenos de preocupación.

Fuente: Notas Bíblicas

[3] La reunificación de Israel.

[4] Los cuatro hombres simbólicos de las cuatro esquinas, o cuatro vientos, trayendo Israelitas enfermos y perdidos a el Adon.

[5] Es por lo que Yahshua era YHWH el Enviado de YHWH el Mayor. YHWH puede perdonar pecados en la tierra como es hecho en los cielos.

[6] Ninguna, sólo YHWH puede hacer ambas cosas.

[7] Una referencia a las multitudes prometidas a Israel.

[8] En la Escritura, el enfermo es comparado a el desobediente, u u oveja descarriada del Primer Pacto del Israel perdido.

[1] Significando que la misión de Moshiaj fue renovar el odre, no el vino de la Torah. Israel es el odre y el Israel del Pacto Renovado es el odre nuevo.

[2] El término “sumo sacerdote” es únicamente encontrado en la Peshitta. En la Peshitta y en el Griego, el nombre “Aviathar” aparece aquí en lugar de su padre Ahimelej. Ahimelej era meramente un sacerdote en el tiempo de David, mientras que en la Peshitta, Yahshua revela que Aviathar hijo de Ahimelej era el Sumo Sacerdote, mientras que su padre era meramente un sacerdote.

[3] Kal VaJomer. Cuestiones de mayor peso contra cuestiones de de menor peso. Cuando dos principios de la Torah que son ambos válidos parecen contradecirse, el de mayor peso, o más importante permite acciones que a menudo violan, o parecen violar las reglas del asunto de menor peso. El primordial principio en el espiritu de la Torah es lo que se llama yeshuat nefesh, o salvación de vida, que toma más alto precedente que cualquier otro estatuto, y puede incluir romper todos los 613 mandamientos por salvar una sola vida humana. Este es el principio en vigor aquí. David habría muerto sin comida. Y eso tomó precedencia sobre el Shabát, especialmente ya que el Shabát fue hecho para el hombre, y si un hombre estuviera muerto, qué bien podría el Shabát hacer por él?

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero