Comentario de Marcos 3:35 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre.
3:35 — Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre — Más importante es ser discípulo obediente de Jesús que haber sido su madre o su hermano en sentido carnal. La relación espiritual es la importante y la valiosa. El mismo centro del parentesco espiritual es la estricta obediencia de la persona a la voluntad de Cristo (Mat 7:24). Todo el mundo puede pertenecer a este parentesco espiritual con nada más someterse en su vida entera al Señor Jesucristo. Es una unidad más estrecha que la de la familia de carne y sangre. Las personas que no pertenece a la familia de Dios son “extranjeros y advenedizos” (Efe 2:19). Las relaciones físicas o mundanas no tenían control de la obra espiritual de Jesús (Luc 2:48-49; Jua 2:4); primeras son las relaciones espirituales. Estas expresiones de Jesús en esta ocasión muestran la locura de la Iglesia Católica Romana al haber elevado a María, la madre de Jesús, a un nivel de invocación y adoración. Le ha hecho “Corredentora” con Cristo mismo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
que hace la voluntad de Dios. Mat 7:21; Jua 7:17; Stg 1:25; 1Jn 2:17; 1Jn 3:22, 1Jn 3:23.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús hace aquí una decisiva y amplia declaración sobre el verdadero discipulado cristiano. Este abarca una relación espiritual que trasciende la familia biológica y que está abierto a todos aquellos que, ayudados por el Espíritu Santo, van a Cristo en arrepentimiento y fe, y están en capacidad de vivir una vida de obediencia a la Palabra de Dios.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:35 — Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre — Más importante es ser discípulo obediente de Jesús que haber sido su madre o su hermano en sentido carnal. La relación espiritual es la importante y la valiosa. El mismo centro del parentesco espiritual es la estricta obediencia de la persona a la voluntad de Cristo (Mat 7:24). Todo el mundo puede pertenecer a este parentesco espiritual con nada más someterse en su vida entera al Señor Jesucristo. Es una unidad más estrecha que la de la familia de carne y sangre. Las personas que no pertenece a la familia de Dios son “extranjeros y advenedizos” (Efe 2:19).
Las relaciones físicas o mundanas no tenían control de la obra espiritual de Jesús (Luc 2:48-49; Jua 2:4); primeras son las relaciones espirituales. Estas expresiones de Jesús en esta ocasión muestran la locura de la Iglesia Católica Romana al haber elevado a María, la madre de Jesús, a un nivel de invocación y adoración. Le ha hecho “Corredentora” con Cristo mismo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
Todo aquel que hace la voluntad de Dios traduce una construcción que en el griego es masculina. Sin embargo, será mejor traducirla en forma más general, como hacen NVI, DHH y BA: «cualquiera que hace la voluntad de Dios». De manera similar, TLA sugiere «cualquiera que obedece a Dios». Hacer la voluntad de Dios es hacer lo que Dios quiere, lo que él desea o espera del ser humano. En otras palabras, hacer la voluntad de Dios es obedecer a Dios, tal cual lo expresa TLA.
Reflexión bíblica y pastoral
La acusación de estar poseído por demonios vino como consecuencia del poder y la autoridad que mostraba Jesús, diferentes de todo lo que la gente había visto hasta entonces. Jesús actuaba de una forma nueva, rompiendo con las convenciones religiosas y hasta con el sentido común. Su meta era la liberación total del individuo y la denuncia de los poderes espirituales, políticos y religiosos responsables del estado en que se encontraba el pueblo. Para lograr esto, Jesús se expuso a la crítica de los líderes del pueblo, quienes creían ser los guardianes de las tradiciones y de los valores fundamentales de la cultura. Incluso para su familia su forma de actuar era tan extraña, que ellos pensaban que estaba fuera de sí. Sin embargo, Jesús estaba haciendo la obra de Dios, anunciando la llegada de un tiempo de salvación y de restauración para todas las personas.
Debemos tener cuidado antes de emitir juicios sobre el ministerio de otras personas. No por ser diferente tiene que ser necesariamente negativo, y no porque no podamos constatar sus resultados con nuestro propio entendimiento de la realidad significa que esas personas están siendo guiadas por motivaciones equivocadas. La prueba de todo ministerio que se hace invocando el nombre de Dios, y que se presenta como algo novedoso, es que realmente cambie vidas, que libere, que traiga paz y concordia al pueblo, que dignifique al individuo, que considere a todos por igual, que no haga de sus líderes los jefes supremos y absolutos que se enseñoreen de la congregación, que permita el ministerio de la mujer a un mismo nivel y con los mismo privilegios que el de los hombres, que tolere otras formas de pensar, que ayude a los pobres y necesitados, que privilegie la posición de los niños, que administre el dinero sabiamente y en obras que beneficien a los necesitados, que trate de cooperar con otros grupos religiosos en una meta común de servicio a la sociedad. Si éstos son los síntomas, posiblemente estemos en presencia de una obra de Dios. No nos opongamos, sino, más bien, cooperemos.
Es interesante el hecho que Jesús parece despreciar a sus seres queridos y volcarse a la gente que lo había seguido, como si ésta fuera su verdadera familia. Este pasaje ha suscitado muchos malos entendidos y aplicaciones extremas, que han distanciado a muchos cristianos de sus familias de origen, cuando éstas no compartían sus creencias o prácticas religiosas. Esta aplicación del texto es equivocada, porque se basa en una identificación de nuestra tradición religiosa, cualquiera que sea, con aquella que está de acuerdo con la voluntad de Dios, a la vez que considera a otros grupos religiosos como enemigos del evangelio. Lo que Jesús quiso decir es que nada ni nadie, ni siquiera su propia familia, interrumpiría su ministerio liberador. Marcos presenta a Jesús como el iniciador de un movimiento con características de familia, tal como ésta era definida en el primer siglo. Para formar parte de esta familia no era necesario tener una relación biológica con Jesús, sino solamente obedecer a Dios. Sin embargo, debemos entender que esta narración no puede utilizarse para justificar el abandono de nuestras familias de origen, cuando ellas no estén de acuerdo con nuestras creencias religiosas. Recordemos que Jesús no abandonó a su familia, ni su familia lo abandonó a él. Su madre estuvo con él hasta el final, y luego, juntamente con sus hermanos y hermanas, formó parte de la comunidad cristiana primitiva. Más bien, este pasaje enseña que ser miembro de la familia de Dios no tiene que ver con tener familiaridad con la tradición bíblica o religiosa en la que militamos, sino con hacer lo que Dios espera de nosotros.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Mat 6:10; Mat 7:21; Jua 7:17; Jua 9:31.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
k 136 Mat 12:50; Luc 8:21; Jua 15:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
cualquiera que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano. Véanse coments. en Mt 12:49, 50.
Fuente: La Biblia de las Américas
35 (1) Véase la nota 50 (1) de Mt 12.
35 (2) El Salvador-Esclavo, por medio de Su servicio evangélico, hizo que los pecadores que creían fueran Sus parientes espirituales, los cuales llegaron a ser Sus muchos hermanos ( Rom_8:29 ; Heb_2:11) en la casa de Dios ( Heb_3:5) , y Sus muchos miembros para la edificación de Su Cuerpo místico ( Efe_5:30 ; 1Co_12:12) a fin de hacer la voluntad de Dios.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Quienes pertenecen a la familia de Dios están más cerca de Jesús que Su familia natural.