Y aquellos que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y producen fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.”
4:20 — Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben — Estos también oyen, pero aceptan (ASV, y otras) o acogen (LAC, y otras) la palabra, acción que es más positiva que sencillamente “recibir” la palabra. La tierra representa al corazón de la persona. Por eso Lucas dice, “la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (Luc 8:15). En ellos hay retención de la palabra y perseverancia en hechos. Las palabras de Pablo en Gál 2:20 caracterizan a esta clase de oyente. Ésta es la única clase de cristiano que agrada al Señor y que tiene esperanza de vida eterna (2Ti 4:7-8).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
éstos los que fueron sembrados. Mar 4:8; Mat 13:23; Luc 8:15; Jua 15:4, Jua 15:5; Rom 7:4; Gál 5:22, Gál 5:23; Flp 1:11; Col 1:10; 1Ts 4:1; 2Pe 1:8.
y otro a ciento. Gén 26:12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Solamente un suelo produce fruto. Cristo enfatiza la necesidad de escuchar la palabra, aceptarla y dar fruto. Su creencia ha abarcado la realidad, ha sido activada y ha ido transformando vidas. La palabra aceptar es la misma palabra que creer. Una persona puede recibir tanto como pueda creer. Y la creencia de uno tendrá tanto valor como el objeto de su creencia. La gente cree en muchas cosas, pero solamente la verdad es digna de creer en ella (cf. con Jua 8:31, Jua 8:32).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
oyen … la reciben, y dan fruto. Tres participios presente griegos que marcan continuidad. Los creyentes, al contrario de los incrédulos, escuchan la Palabra de Dios porque Dios les permite oírla. La «reciben», la entienden y obedecen porque Dios abre su mente y corazón y transforma la vida de cada uno de ellos. El resultado es que llegan a producir fruto espiritual.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
4:20 — Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben — Estos también oyen, pero aceptan (ASV, y otras) o acogen (LAC, y otras) la palabra, acción que es más positiva que sencillamente “recibir” la palabra.
La tierra representa al corazón de la persona. Por eso Lucas dice, “la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (Luc 8:15). En ellos hay retención de la palabra y perseverancia en hechos. Las palabras de Pablo en Gál 2:20 caracterizan a esta clase de oyente. Ésta es la única clase de cristiano que agrada al Señor y que tiene esperanza de vida eterna (2Ti 4:7-8).
— y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno — De lo poco sembrado hay gran cosecha. Esto glorifica a Dios (Jua 15:8). Hay diferencia de talento en las personas y por eso diferencia de cantidad de fruto, pero en todas tiene que haber “mucho fruto” según su habilidad.
Fuente: Notas Reeves-Partain
Dan fruto: Puesto que se está hablando de semillas de grano, quizás sea mejor pensar más en términos de cosecha que de fruto. Así lo entiende NVI, que traduce «producen una cosecha», o DHH, «dan una buena cosecha».
Reflexión bíblica y pastoral
Jesús tenía claro que ciertas personas, por propia decisión, se habían autoexcluido del reino de Dios. Eran los que estaban afuera, aquellos que viendo, no veían, y oyendo, no entendían, y en consecuencia no se arrepentían ni eran perdonados. ¿Quiénes eran estas personas? Jesús las describe por medio de la parábola del sembrador. En primer lugar se encuentran las que están junto al camino, las víctimas del despojo del mensaje por medio del enemigo de Dios. Estas personas reciben la palabra, pero Satanás se las arrebata violentamente. Jesús no explica qué implica este despojo de la palabra. Lo cierto es que estas personas parecen olvidarse del mensaje que una vez recibieron. Luego están aquellas personas que, como la semilla que ha sido sembrada en suelo rocoso, no tienen profundidad espiritual; se desalientan ni bien llega la primera prueba y abandonan el camino del discipulado. Después están las que, al oír el mensaje, deciden seguir a Jesús, pero su vida está demasiado ocupada por intereses materiales y no queda en ellas lugar para la palabra, la cual pronto es sofocada sin dar ningún fruto. Sin embargo, algunas personas oyen, reciben y hacen fructificar la palabra del reino; llegan a conocer el misterio del reino, son las que están adentro, las que se arrepienten y las que son perdonadas. De acuerdo con Mar 4:11, estas personas constituían el grupo de discípulos —que comprendía más que los doce—, mientras que las otras personas, las que estaban afuera, eran los demás, la gente que venía a verle buscando ayuda, así como también sus enemigos, las autoridades religiosas de Jerusalén. Lo interesante es que Jesús extendió su ministerio de liberación a todos, a pesar de que sabía que habría respuestas negativas al mensaje del evangelio.
El propósito de esta parábola no es servir de plano para catalogar a las personas de acuerdo con su respuesta al mensaje del evangelio, colocándonos en la incómoda posición de jueces, algo que le pertenece sólo a Dios. Su propósito es, más bien, enseñarnos que el camino del discipulado es difícil y que muchos deciden, por una u otra razón, no transitarlo. Nuestra responsabilidad es anunciar las buenas nuevas del reino y dejar que Dios se haga cargo de las respuestas y actitudes de los individuos. Todo lo que se nos pide a nosotros es que tengamos oídos para oír, esto es, que abramos nuestros corazones al mensaje liberador del evangelio, que lo recibamos y que demos fruto. Porque, claro está, también es posible que nosotros seamos alguno de esos tipos de suelo donde la semilla de la palabra nunca llega a fructificar. El evangelio nos confronta no sólo con la necesidad de tomar una decisión a favor de Jesucristo y su causa, sino también con la de permanecer fieles. En todo el Evangelio de Marcos se va a escuchar esta exhortación de Jesús a sus discípulos a prestar atención, a velar y a orar para no sucumbir a la tentación de abandonar el camino del discipulado. A nosotros, discípulos contemporáneos, se nos demanda lo mismo.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
REFERENCIAS CRUZADAS
z 163 Mat 13:23; Rom 7:4; Col 1:10; 2Pe 1:8
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
en tierra buena. O sea, que por fe aceptaron la palabra y produjeron mucho fruto.
Fuente: La Biblia de las Américas
ciento… Esto es, a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Esto es, a treinta, a sesenta y a ciento por uno.