Comentario de Marcos 5:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Cuando Jesús había cruzado de nuevo en la barca a la otra orilla, se congregó alrededor de él una gran multitud. Y él estaba junto al mar.
5:21 — Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar — Jesús sale de la tierra de los gadarenos (5:1, comentarios) ya que no era bienvenido entre ellos, y llega al lado occidental del lago (tal vez cerca de Capernaum) donde ansiosamente (Luc 8:40) se le reunió una gran multitud.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Mat 9:1; Luc 8:40.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El cruce de Jesús en una barca a la otra orilla lo llevó a Capernaum, aunque Marcos no lo menciona aquí. Mat 9:1 dice que Él vino «a su ciudad», una designación común para Capernaum, la oficina principal de Jesús para su actividad ministerial.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
la otra orilla. Jesús y sus discípulos regresaron a la orilla NO del Mar de Galilea.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:21 — Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar — Jesús sale de la tierra de los gadarenos (5:1, comentarios) ya que no era bienvenido entre ellos, y llega al lado occidental del lago (tal vez cerca de Capernaum) donde ansiosamente (Luc 8:40) se le reunió una gran multitud.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EN LA HORA DE LA NECESIDAD
Marcos 5:21-24
Cuando Jesús había vuelto otra vez en la barca al otro lado, se reunió con Él una gran multitud; y Él se encontraba a la orilla del lago. Uno de los gobernadores de la sinagoga que se llamaba Jairo se dirigió a Jesús; y cuando Le vio se postró a Sus pies y se puso a suplicarle:
-Tengo una hijita que está a las puertas de la muerte. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva.
Jesús fue con él; y las multitudes Le iban siguiendo y estrujando por todos lados.
Aquí tenemos todos los elementos de una tragedia. Siempre es trágico que un niño esté enfermo. Esta historia nos dice que la hija del gobernador de la sinagoga tenía doce años. Según la costumbre judía, una niña se hacía mujer al cumplir los doce años. Esta chica estaba en el umbral de la feminidad, y cuando llega la muerte en esa edad es doblemente trágica.
La historia nos dice algo acerca de este hombre que era el gobernador de la sinagoga. Tiene que haber sido una persona de considerable importancia. El gobernador era el responsable administrativo de la sinagoga. Era el presidente de la junta de ancianos, y el responsable de la buena marcha de la sinagoga. Tenía a su cargo el orden de los cultos. No solía tomar parte en ellos él mismo, pero era responsable de la distribución de obligaciones y de ver que todo se llevaba a cabo decentemente y con orden. El gobernador de la sinagoga era uno de los hombres más importantes y más respetados de la comunidad. Pero algo le sucedió cuando su hija cayó enferma, y él pensó en Jesús.
(i) Se olvidó de sus prejuicios. No hay duda que Jairo debe de haber considerado a Jesús un marginado, un hereje peligroso, uno para Quien las puertas de la sinagoga estaban justificadamente cerradas, y Uno al que haría bien en evitar todo el que apreciara su relación con los guardianes de la ortodoxia. Pero era lo suficientemente persona como para abandonar sus prejuicios a la hora de su necesidad. Prejuicio quiere decir realmente juicio que se hace antes de tiempo. Es juzgar antes de haber examinado la evidencia, o dar un veredicto antes de examinar aquella. Pocas cosas han contribuido más que esta a detener las cosas. Casi cada paso hacia adelante se ha tenido que dar oponiéndose a un prejuicio inicial. Cuando Sir James Simpson descubrió el uso del cloroformo como anestésico, especialmente en los partos, se dijo que eso no era más que «una treta de Satanás, presentada como una bendición para las mujeres, pero que acaba endureciéndolas y robando a Dios de los clamores profundos y serios que deben elevarse a Él en tiempo de prueba.» Una mente dada a los prejuicios le cierra el camino a muchas bendiciones.
(ii) Se olvidó de su dignidad. Él, el gobernador de la sinagoga, vino a se postró a los pies de Jesús, el Maestro ambulante. No pocas veces una persona tiene que olvidar su dignidad para salvar su vida o su alma.
Hay una historia famosa de Diógenes, el filósofo cínico. Le capturaron unos piratas, y le iban a vender como esclavo. Mirando a los que pasaban y envidaban por él, se fijó en un hombre. «Véndeme a ese hombre –dijo-. Necesita un maestro.» El hombre le compró; le confió a Diógenes la dirección de su casa y la educación de sus hijos. «Fue un buen día para mí -solía decir aquel hombre cuando Diógenes entró en mi casa.» Cierto; pero le costó a aquel hombre abdicar de su dignidad.
A menudo sucede que una persona mantiene su dignidad y cae de la gracia.
(iii) Se olvidó de su orgullo. Tiene que haberle costado un esfuerzo consciente de humillación a este gobernador de la sinagoga el venir a pedirle ayuda a Jesús de Nazaret. A nadie le gusta deberle un favor a otro; todos queremos resolverlo todo solos. El primer paso en la vida cristiana es darnos cuenta de que no podemos por menos de estar en deuda con Dios.
En una antigua historia, eso fue precisamente lo que tuvo que hacer Naamán (2 Reyes 5). Tuvo que venir a Eliseo para curarse de la lepra. La prescripción de Eliseo fue que fuera y se bañara en el Jordán siete veces. ¡Esa no era manera de tratar al primer ministro de Siria! Eliseo ni siquiera había comunicado el mensaje personalmente. ¡Se lo había enviado con un criado! Y, ¿es que no había ríos mucho mejores en Siria que ese riachuelo polvoriento y cenagoso del Jordán? Estos fueron los primeros pensamientos de Naamán; pero acabó por tragarse su orgullo, y se libró de su lepra.
(iv)- Aquí llegamos al reino de la especulación; pero me parece que podemos decir que este hombre se olvidó de sus amigos. Puede que, de todas, todas, objetaran a que él acudiera a Jesús. Es bastante extraño que él viniera en persona en vez de mandar a un mensajero. Parece extraño de estuviera dispuesto a dejar a su hija, que estaba a las puertas de la muerte. Puede ser que fuera él porque ningún otro estaba dispuesto. Los de su círculo fueron sospechosamente rápidos en decirle que no molestara más a Jesús. Suena casi como si se alegraran de no solicitar Su ayuda. Bien puede ser que este gobernador desafiara la opinión pública y él consejo privado al dar el paso de acudir a Jesús. Muchas personas se muestran más sabias cuando sus amigos sabios según el mundo creen que están actuando como unos estúpidos.
Aquí tenemos a un hombre que lo olvidó todo excepto que quería la ayuda de Jesús; y gracias a ese olvido recordaría siempre que Jesús es el Salvador.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Jesús sana a una mujer enferma y le devuelve la vida a una niña (Mar 5:21-43)
Análisis de discurso
Jesús vuelve al territorio israelita y el escenario vuelve a ser semejante al que dejara: grandes multitudes se acercan a él junto al mar, donde supuestamente está enseñando (ver Mar 4:1 y Mar 2:13). Marcos presenta aquí dos historias entrelazadas, una dentro de la otra, en forma de “sándwich”, típica del evangelista. Podríamos analizar dichas historias siguiendo la estructura ABA’: la hija de Jairo (AA’) y la mujer con hemorragia (B). El versículo Mar 5:24 sería la transición entre A y B, y el versículo Mar 5:35, entre B y A’. La sanidad de la mujer con hemorragia sucede mientras Jesús va en camino hacia la casa de Jairo. Veamos las diferencias y las similitudes:
Diferencias:
a. Jairo es una persona de alta posición social que viene a pedir por su hija. Este intercambio entre dos personas de reconocido honor social, Jesús y Jairo, está de acuerdo con la costumbre de la época. La mujer, en cambio, no tiene posición social honorífica. Como mujer que ha acarreado un flujo de sangre durante doce años, vive en un continuo estado de impureza ritual. Además, no hay ningún varón de su familia que venga a interceder por ella, lo cual era otra importante costumbre de ese entonces. La mujer está sola, y esto la coloca en una posición social de vergüenza e inferioridad.
b. Jairo viene a Jesús abiertamente y se postra ante él, reconociendo la autoridad de Jesús. La mujer viene por detrás, protegida por la situación de anonimato que le ofrece la multitud, y toca el manto de Jesús.
c. Jairo es mencionado por su nombre, la mujer no. Como dijéramos antes, sólo las personas de cierta importancia social eran mencionadas por nombre.
d. El enfermo no es Jairo, sino su hija, pero la mujer sí está enferma. La enfermedad de la hija de Jairo no es descripta, pero sí la de la mujer, y en detalle, como también el sufrimiento emocional y económico que ella tuvo que soportar en manos de médicos inescrupulosos. La mujer es víctima de un sistema que se aprovecha de los débiles. La hija de Jairo, en el otro extremo del espectro social, es beneficiaria del prestigio de su familia. A ambas, sin embargo, les llega la enfermedad, el sufrimiento y aun la muerte.
Similitudes:
a. Las dos historias nos hablan de mujeres enfermas.
b. Tanto Jairo como la mujer reconocen, a su manera, que Jesús tiene poder para sanar. Por eso se acercan a él.
c. En ambos casos, la fe del individuo opera el milagro. En el caso de la mujer, su propia fe (v. Mar 5:34); en el caso de la hija de Jairo, la fe de su padre (v. Mar 5:36).
d. La cantidad de años que la mujer tuvo hemorragias y la cantidad de años que tenía la niña son la misma: doce.
e. Tanto la mujer como la niña son devueltas con salud a la vida pública de Israel; la mujer, como una hija del reino de Dios (v. Mar 5:34), y la niña, como hija en la familia de Jairo (vv. Mar 5:42-43).
TÍTULO: El evangelista Marcos es un experto comunicador, y estas dos historias, que deben ser analizadas juntas, una dentro de la otra, lo demuestran. Proponemos como título “Jesús sana a una mujer enferma y le devuelve la vida a una niña”.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
En una barca: La mayoría de las versiones consultadas se inclinan por traducir «en la barca», esto es, la misma barca en la que había cruzado. Algunos manuscritos omiten la frase completamente, y en otros, el artículo definido está ausente, lo cual explica la traducción de RV95.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— lago: Lit. mar. Ver nota a Mat 4:18.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— la otra orilla: Se trata en esta ocasión de la ribera occidental del lago de Tiberíades.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Poder sobre la muerte (ver Mat. 9:18-26; Luc. 8:40-56). Este relato se refiere a un área donde el poder del reino de Dios todavía no había sido presentado por Jesús: la conquista sobre la muerte, el último enemigo. La sanidad de la hija de Jairo presenta a Jesús como el Señor de la vida y de la muerte, sin embargo, en el estilo típico de Mar. está “intercalada” con el relato de otra sanidad, la de la mujer con el flujo persistente de sangre.
Jairo era humilde y crédulo y estaba listo para confesar su necesidad. El confesó que su hija estaba moribunda, pero creía que un toque por Jesús la sanaría. Por su parte, la mujer demostró una fe aun mayor; tenía fe en que si sólo pudiera tocar el borde del ropaje de Jesús, sería sanada. Esto no era superstición o mera magia, era fe. En su corazón ella sabía que cualquier contacto con Jesús, por más leve que fuera, le otorgaría sanidad (28), y así fue. Es importante notar que Jesús no dijo “tu toque te ha salvado”, sino tu fe te ha salvado, además, no tenemos ningún mandamiento que diga que podemos confiar en el poder del tacto enviando pañuelos que han sido bendecidos para colocar sobre personas enfermas en la esperanza de alguna sanidad. El v. 30 expresa el hecho de que una sanidad era costosa al Señor (igual que toda predicación cuesta al predicador), pero puede ser sencillamente un caso de perspicacia sobrenatural. Los discípulos pensaron que la pregunta de Jesús era absurda y lo expresaron (31). La mujer aterrorizada sabía que al tocar la ropa de Jesús él quedaría inmundo ceremonialmente, y el mismo contacto sin duda habría contaminado a todas las personas de la multitud también. La menstruación hacía que las mujeres estuviesen ceremonialmente inmundas y las privaba de cualquier compañerismo con el pueblo de Dios por espacio de algunos días cada mes. La enfermedad de esta mujer había significado que, en su caso, la exclusión había durado 12 largos años. Marcos explica que ella había procurado en vano recibir ayuda médica, pero empeoraba en vez de mejorar. El médico Lucas suavizó el lenguaje un poco (Luc. 8:43). Lo que esta mujer no podía entender era que en Jesús había encontrado a uno que estaría dispuesto a “contaminarse” en bien de ella, para que pudiera quedar “limpia”. Jesús había hecho algo parecido con el leproso. Este es el verda dero poder del reino de Dios, es el poder de la cruz y el poder del amor.
La conversación de Jesús con la enferma significó una demora para llegar a la casa de Jairo, y llegó la noticia de que su hija había fallecido (35). Jairo ya había creído lo difícil; ¿podría él creer ahora en lo imposible? Precisamente, eso fue lo que Jesús le pidió que hiciera, a pesar de toda la sabiduría mundana de los tañedores y las plañideras contratados y que llenaban la casa. La risa burlona de muestra lo absurdo del punto de vista de que la niña estaba en coma; ellos conocían el aspecto de la muerte muy bien. Cuando Jesús dijo duerme, él se refería al hecho de que él la levantaría, dando también su concepto de la muerte que él mismo traería por medio de su propia resurrección.
Esta falta de fe excluyó a los que se lamentaban de poder presenciar el milagro. Solamente a los “tres íntimos” (Pedro, Jacobo y Juan) les fue permitido ser testigos, al igual que los padres. (Los detalles como los de algún testigo tienen que haber surgido de uno de éstos.) Los tres mencionados seguramente eran más sensibles a Jesús que los demás y, por lo tanto, eran sus íntimos. Jesús usó un término cariñoso en arameo (el idioma nativo tanto de Jesús como el de la niña) que Marcos traduce para sus lectores no judíos. La palabra que se traduce niña tiene el mismo tono de afecto como sería la palabra “corderita” en nuestro idioma.
Habiendo hecho volver a la vida a la pequeña y viéndola caminar, Jesús les dijo a los padres que le diesen a ella de comer. Este último toque práctico devolvió a la familia atónita a la realidad de la vida diaria.
Posiblemente, sea mejor denominar este incidente como un “reavivar” en vez de una “resurrección”, ya que algún día la niña tendría que morir. Cuando Jesús propiamente se levantó de entre los muer tos su cuerpo fue transformado, y cuando nosotros seamos levantados por él, nuestros cuerpos serán transformados y nunca tendremos que pasar por la muerte otra vez (1 Cor. 15). Además de este relato, Lucas escribe de cómo Jesús devolvió la vida únicamente al hijo de la viuda de Naín, y luego Juan agrega la resurrección de Lázaro. No debemos asumir que Jesús hacía este tipo de milagro con frecuencia: no sería necesario hacerlos una vez que él hubiese demostrado su poder. Pedro (Hech. 9:41) y Pablo (Hech. 20:10) devolvieron la vida a personas fallecidas, pero sólo lo hicieron una vez, así que tiene que haber tenido algún valor especial. Además, no es un don es piritual prometido por Jesús a sus discípulos; no debemos pensar que nosotros tenemos tal don.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
u 208 Luc 8:40
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
pasó otra vez en la barca al otro lado. Jesús y sus discípulos volvieron a la región noroeste del mar de Galilea, probablemente a Capernaúm, que era la residencia habitual de ellos.
Fuente: La Biblia de las Américas
El asunto principal de estos versículos es la curación milagrosa de una mujer enferma. ¡Grande es la experiencia de nuestro Señor en casos de enfermedad! ¡Grande su simpatía con sus miembros enfermos y adoloridos! Se representan generalmente los dioses paganos terribles y poderosos en los combates, gozándose en derramar sangre, patronos de los fuertes y amigos de los guerreros. El Salvador de los cristianos se nos presenta siempre dulce, de fácil acceso, medico de los corazones desgarrados, refugio de los débiles y de los desamparados, consolador de los afligidos, el mejor amigo de los enfermos. ¿Y no es este precisamente el Salvador que necesita la humana naturaleza? El mundo está lleno de dolores y angustias; los débiles son en el más numerosos que los fuertes.
Veamos en estos versículos la desgracia que el pecado ha traído al mundo. Leemos que una persona tuvo una enfermedad penosa por doce años; había «sufrido mucho con los médicos y gastado todo lo que tenía, sin estar mejor por eso, sino más bien peor». Había hecho mil pruebas en vano; la ciencia médica había sido impotente para curarla y había pasado doce años angustiosos en luchar con la enfermedad, sin que el alivio, pareciese más próximo que al principio. «La esperanza diferida» podría bien «enfermar su corazón» Prov. 13.12.
¡Qué maravilloso es que no aborrezcamos el pecado más! Pues él es la causa de todos los dolores y las enfermedades del mundo. Dios no crió al hombre para que fuese una criatura inválida y llena de dolores. El pecado, y nada más que el pecado, produjo todos los males a que está sujeta la carne. Al pecado debemos los agudos dolores, las enfermedades asquerosas y todas las dolencias humillantes que agobian nuestros pobres cuerpos. Tengamos presente esto siempre, y odiemos el pecado con un odio santo.
Notemos, en segundo lugar, cuan diferentes son los sentimientos que llevan a las personas cerca de Cristo. Se nos dice en estos versículos, que, «mucha gente seguía» a nuestro Señor «y lo sofocaba». Pero solo una persona se nos habla que «se adelantó por detrás al través del gentío» y lo tocó con fe y quedó curada.
Muchos seguían a Jesucristo por curiosidad, y ningún beneficio recababan; una persona, solo una, lo siguió sintiendo profundamente su necesidad, y convencida del poder que tenía nuestro Salvador para aliviarla, y esa sola recibió una gran bendición.
Vemos que lo mismo acontece continuamente en la iglesia de Cristo aun al presente. Turbas numerosas concurren a los templos y llenan sus bancos; centenares se acercan a la mesa del Señor y reciben el pan y el vino; pero de todos estos adoradores y comulgantes, cuan pocos obtienen realmente algo de Cristo. La moda, la costumbre, la excitación el prurito de oír, son los verdaderos móviles de la mayoría. Son pocos los que toca a Cristo con fe y se vuelven a su casa «en paz». Puede que esto parezca duro, pero desgraciadamente es la verdad.
Notemos, en tercer lugar, cuan inmediata e instantánea fue la cura de esta mujer. Apenas tocó los vestidos de nuestro Señor que quedó curada; lo que había estado en vano anhelando por doce años, quedó hecho en un momento. La cura que muchos médicos no había podido conseguir fue lograda en un instante.
«Sintió en su cuerpo que estaba curada de aquella plaga».
No debemos dudar que esta cura es un emblema de las que el Evangelio realiza en las almas. La experiencia de muchas conciencias cargadas ha sido exactamente la de esa mujer enferma. Muchos hombres han pasado años dolorosos y angustiados en busca de paz con Dios, y no pudieron encontrarla; apelaron a remedios mundanos, y no hallaron alivio; se cansaron yendo ya a un lugar ya a otro, a esta iglesia y a aquella, y se encontraron después de todo «nada mejorados, sino más bien peores». Pero al fin encontraron reposo, y ¿en donde? Lo encontraron, lo mismo que esta mujer, en Jesucristo. Han suspendido sus propias obras, han abandonado el empeño de buscar alivio en sus propios actos y esfuerzos. Se han acercado a Jesucristo, como pecadores humildes y se han confiado en su misericordia; e inmediatamente la carga ha desaparecido de sus hombros; el decaimiento se ha convertido en alegría y la ansiedad en paz. Un solo toque con verdadera fe puede hacer más por el alma que mil austeridades impuestas voluntariamente. Fijar una mirada en Jesucristo es más eficaz que años de cilicio y de ceniza. No lo olvidemos mientras vivamos; dirigirnos personalmente a Cristo es el secreto real para logra paz con Dios.
Notemos, en cuarto lugar, cuan propio es que los cristianos confiesen ante los hombres el beneficio que de Cristo reciben. Vemos que no se le permitió a esta mujer retornar a su casa, así que estuvo curada, sin que publicara su cura. Nuestro Señor averiguó quien lo había tocado, y «miró en torno suyo para ver a la que lo había hecho». No hay duda que sabía perfectamente el nombre y la historia de aquella mujer, no necesitaba que nadie se lo dijese; pero quería enseñarle a ella y a todos los que lo rodaban, que las almas curadas deben reconocer en público las mercedes recibidas.
Esta es una lección que harían bien en recordar a todos los verdaderos cristianos. No avergoncemos de confesar a Cristo ante los hombres, y de que otros sepan lo que ha hecho por nuestras almas. Si hemos encontrado paz por medio de su sangre y hemos sido renovados por su Espíritu, no debemos evitar confesarlo en todas ocasiones. No es necesario anunciarlo a son de trompeta por las calles, y obligar a todo el mundo a escuchar nuestra historia. Lo que se requiere de nosotros es la voluntad de reconocer a Cristo por nuestro Maestro, sin temer el ridículo o la persecución que esa confesión pudiera acarrearnos. No se exige más de nosotros; pero no debemos contentarnos con menos. Si nos avergonzamos de Jesucristo ante los hombres, El se avergonzará un día de nosotros ante su Padre y los ángeles.
Notemos, en último lugar, que gracia tan preciosa es la fe. «Hija» dice Nuevo Testamento Señor a la mujer curada, «tu fe te ha sanado; vete en paz.
De todas las gracias cristianas, ninguna se menciona tanto en el Nuevo Testamento como la fe, y ninguna es tan altamente recomendada. Ninguna otra gracia redunda tanto en Gloria de Cristo. La esperanza despierta un ardiente anhelo de las cosas buenas que han de venir; el amor forma un corazón lleno de ardor y voluntad; la fe trae las manos vacías, todo lo recibe, y nada puede dar en retorno. Ninguna gracia es tan importante para el alma del cristiano. Principiamos por la fe, por la fe vivimos, en la fe nos apoyamos; caminamos por la fe y no por la vista; por la fe vencemos; por la fe logramos paz; por la fe descansamos.
Ninguna gracia debería ser para nosotros asunto de más meditaciones. Deberíamos preguntarnos con frecuencia «creo realmente» ¿Es mi fe verdadera, genuina, don de Dios.
No descansemos hasta no responder satisfactoriamente estas preguntas. Cristo no ha cambiado después del día en que la mujer fue curada, es aún benigno y poderoso para salvarnos. Solo necesitamos hacer una cosa, si queremos salvarnos: la mano de la fe, toquemos con ella a Jesús y nos sanará.
Fuente: Los Evangelios Explicados
pasado… M↓ añaden en una barca.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
T229 El texto es dudoso en este versículo, donde aparecen tanto πάλιν εἰς τὸ πέραν como εἰς τὸ πέραν πάλιν: tal vez el hecho de que Marcos usualmente tiene a πάλιν cerca del verbo inclina la balanza a favor de la última variante.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., estaba
Fuente: La Biblia de las Américas
M i registran en una barca.
5.21 Es decir, se aglomeraban en torno a Jesu250?s.