Comentario de Marcos 5:35 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Mientras él aún hablaba, vinieron de la casa del principal de la sinagoga, diciendo: —Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestas más al Maestro?
5:35 — Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo — Ahora, que Jesús está mandando a la mujer que se vaya en paz, llega un grupo de personas de la casa de Jairo con su triste mensaje. Lucas (8:49) nos informa que “vino uno de la casa” de Jairo, esto indicando que uno habló por los demás del grupo. El relato de los versículos 21-24 ahora continúa.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
vinieron de casa del principal. Luc 8:49.
Tu hija ha muerto. Jua 5:25; Jua 11:25.
¿para qué molestas? Luc 7:6, Luc 7:7; Jua 11:21, Jua 11:32, Jua 11:39.
al Maestro. Mar 10:17; Mat 26:18; Jua 11:28.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La implicación del aviso de la muerte de la niña es que su condición es ahora irreversible y sin remedio. Jesús inmediatamente corrige este pensamiento insistiéndole a Jairo que no tuviera temor y continuara creyendo.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
5:35 –Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo — Ahora, que Jesús está mandando a la mujer que se vaya en paz, llega un grupo de personas de la casa de Jairo con su triste mensaje. Lucas (8:49) nos informa que “vino uno de la casa” de Jairo, esto indicando que uno habló por los demás del grupo.
El relato de los versículos 21-24 ahora continúa.
— Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? — La noticia es para Jairo, el padre de la niña (versículos 22,23). Estas personas indican por su mensaje que no tienen fe en Jesús para que se sane la niña ya que está muerta. Se contrasta la fe de la mujer sanada en esta ocasión con la falta de fe de parte de este grupo de personas en el poder de Jesús de hacer el necesario milagro. Creían en el poder de Jesús de sanar, pues ya había habido varios casos de ellos, pero no en su poder de levantar a muertos. Ellos mismos limitaban su fe.
Fuente: Notas Reeves-Partain
DESESPERACIÓN Y ESPERANZA
Marcos 5:35-39
Mientras Jesús estaba hablando, llegaron mensajeros de la casa del gobernador de la sinagoga que le dijeron:
-Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?
Jesús oyó por encima el mensaje que traían, y le dijo al gobernador de la sinagoga:
-¡No tengas miedo! ¡Sigue creyendo!
Jesús no dejó que nadie Le acompañara más que Pedro y Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Cuando llegaron a la casa del gobernador de la sinagoga, Jesús vio la conmoción, y a la gente llorando y chillando. Y entró y les dijo:
-¿Por qué estáis tan afligidos? ¿Y por qué estáis llorando? La niñita no ha muerto: está dormida.
Y se rieron burlonamente de Él.
Las costumbres judías de duelo eran expresivas y detalladas, y estaban diseñadas prácticamente para subrayar la desolación y la separación final que causa la muerte. La esperanza victoriosa de la fe cristiana no existía todavía.
En cuanto tenía lugar una muerte, se levantaba un griterío terrible para que todos se dieran cuenta de que la muerte había asestado su golpe final. Los gemidos se repetían en el momento del entierro, cuando se llegaba a la tumba. Los afligidos se colgaban sobre el cuerpo muerto, suplicando una respuesta de sus labios callados para siempre. Se herían el pecho, se arrancaban el pelo y se rasgaban la ropa.
El rasgarse las vestiduras tenía que hacerse de acuerdo con ciertas reglas y costumbres. Se hacía justamente antes de que el cuerpo se ocultara definitivamente de la vista. Las vestiduras tenían que rasgarse hasta el corazón; es decir, hasta que se expusiera la piel, pero no se debían rasgar por debajo del ombligo. Por padres y madres se rasgaba el lado izquierdo, sobre el corazón; por otros familiares, el lado derecho. Una mujer tenía que rasgarse la ropa en privado; y entonces ponerse del revés la ropa interior para que lo rasgado quedara a la espalda; entonces se rasgaba la ropa exterior, de manera que no se le viera el cuerpo. La ropa rasgada se llevaba puesta treinta días. Después de los primeros siete días se podía zurcir lo que se había rasgado; pero de manera que se pudiera reconocer claramente. Después de los treinta días se podía coser adecuadamente la ropa.
Los flautistas eran esenciales. En la mayor parte del mundo antiguo, en Roma, Grecia, Fenicia, Asiria y Palestina, el sonido de la flauta se relacionaba inseparablemente con la muerte y la tragedia. Estaba establecido que, por muy pobre que fuera un hombre, debía haber por lo menos dos flautistas en el funeral de su esposa. W. Taylor Smith, en el Dictionary of Christ and the Gospels de Hastings, cita dos ejemplos interesantes del uso de los flautistas que muestran lo extendida que estaba esta costumbre. Hubo flautistas en el funeral del emperador romano Claudio. Cuando el año 67 d C. llegó a Jerusalén la noticia de la toma de Jotapata por los ejércitos Romanos, Josefo nos dice que «la mayor parte del pueblo contrató a flautistas para que dirigieran sus Lamentaciones.»
El lamento de las flautas, los chillidos de las plañideras, las apasionadas llamadas a los muertos, las vestiduras rasgadas, el pelo arrancado, tienen que haber convertido una casa judía en un lugar lúgubre y patético en un día de luto.
Cuando llegaba la muerte, a los que estaban de duelo se les prohibía trabajar, usar perfumes y llevar calzado. Hasta el hombre más pobre tenía que dejar de trabajar tres días. No tenía que viajar con mercancías; y la prohibición de trabajo se extendía también a sus servidores. No se podía sentar con la cabeza apoyada, ni afeitar, ni » hacer nada para su consuelo.» No podía leer la Ley o los Profetas, porque el leer estos libros produce alegría. Se le permitía leer Job, Jeremías y Lamentaciones. Tenía que tomar alimento solamente en su casa, y se tenía que abstener totalmente de carne y de vino. No podía salir del pueblo por treinta días. Era costumbre no comer a la mesa, sino sentado en el suelo, usando una silla como mesa. Era costumbre, y todavía lo es, comer huevos untados de ceniza y sal.
Había una curiosa costumbre. Se vaciaba toda el agua de la casa y de las tres casas vecinas a cada lado, porque se decía que el Ángel de la Muerte administraba la muerte con una espada que limpiaba en el agua cercana. Había una costumbre peculiarmente patética. En el caso de una persona que hubiera muerto demasiado joven, si no estaba casada, el ritual del matrimonio era parte de los ritos funerarios. Durante el tiempo del duelo, el afligido estaba exento de guardar la Ley, porque se suponía que estaba fuera de sí, loco de aflicción.
El que estaba de duelo tenía que ir a la sinagoga; y cuando entraba, los demás le miraban a la cara y le decían: » Bendito sea el Que consuela al afligido.» En el libro judío de oraciones hay una oración especial que se ha de usar antes de comer en la casa del duelo:
Bendito eres Tú, oh Dios, nuestro Señor, Rey del universo, Dios de nuestros padres, nuestro Creador, nuestro Redentor, nuestro Santificador, el Santo de Jacob, el Rey de la vida, Que eres bueno y haces el bien; el Dios de verdad, el Juez justo Que juzgas con rectitud, Que llevas el alma ajuicio, y eres el Único que gobiernas en el universo, Tú obras en él según Tu voluntad, y todos Tus caminos son en juicio, y nosotros somos Tu pueblo y Tus siervos, y en todas las situaciones estamos obligados a alabarte y bendecirte, Que proteges de todas las calamidades a Israel, y nos escudará en esta calamidad,
y de este duelo nos sacará a vida y paz. Consuela, oh Dios, nuestro Señor, a todos los afligidos de Jerusalén que están de duelo con dolor. Consuélalos en su duelo, y haz que se regocijen en su agonía como aquel a quien consuela su madre. Bendito seas Tú, oh Dios, el Consolador de Sión, Tú que reedificas Jerusalén.
Esta oración es posterior a los tiempos del Nuevo Testamento, pero está inspirada en expresiones angustiadas de dolor que nosotros podemos leer en esta historia de la niña que había muerto.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Vinieron de casa del alto dignatario de la sinagoga: Aunque esta versión es correcta, no transmite bien el movimiento dramático de la escena. Es preferible una traducción que mencione el nombre del principal de la sinagoga, Jairo, y que personalice a los portadores del mensaje. Por ejemplo, «llegaron unas personas de la casa de Jairo» (TLA), o «llegaron unos hombres de la casa de Jairo» (NVI).
¿Para qué molestas más al Maestro? Esta traducción es correcta en cuanto al significado, pero adolece de ciertas irregularidades sintácticas y gramaticales. Teóricamente, el verbo tendría que darse en el infinitivo, como en DHH: «¿Para qué molestar más al Maestro?». Si se decide poner el verbo en la segunda persona del singular, como RV95, habría que traducir la palabra griega eti no como “más” sino como “todavía”, o “aún”, como BA: «¿para qué molestas aún al Maestro?»
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
REFERENCIAS CRUZADAS
l 225 Luc 8:49
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Un gran milagro se refiere en estos versículos; una muchacha muerta es restaurada a la vida. Poderoso como es el «Rey de los terrores», hay uno más poderoso que él. Las llaves de la muerte están en manos de nuestro Señor Jesucristo. El un día «hará desaparecer la muerte en la victoria» Isaías 25.8 Aprendamos en estos versículos que el rango no es una exención del dolor. Jairo era gobernador; «sin embargo, la enfermedad y las angustias penetran en su casa. Probablemente es que Jairo poseía riquezas y con estas podía emplear la ciencia de los médicos; pero el dinero no pudo alejar la muerte de su hija. Las hijas de los gobernadores están tan expuestas a enfermarse como las hijas de los pobres y tienen también que morir.
Bueno es que todos lo tengamos presente, pues lo olvidamos con mucha facilidad. Hablamos y pensamos como si la posesión de las riquezas fuera un antídoto del pesar, y como si el dinero pudiera preservarnos de la enfermedad y de la muerte. ¡Qué ceguedad tan completa el imaginárselo! Dirijamos la vista en torno nuestro y eso bastará para que veamos mil pruebas de lo contrario. La muerte entra en los salones y los palacios, lo mismo que en la chozas, se lleva a los propietarios lo mismo que a los labradores, a los ricos y a los pobres. No guarda ceremonias, y no se detiene por la conveniencia de nadie. No podemos alejarla ni cerrarle el camino con barras y cerraduras. «Está establecido que los hombres mueran una sola vez; y después de esto, el juicio» Hebreos 9.27.
Todos vamos al mismo lugar, a la sepultura.
Podemos estar seguros que hay más igualdad de la que a primera vista aparece en la suerte de los hombres. Las enfermedades son grandes niveladores; no hacen distinciones. El cielo es el único lugar en que «sus habitantes no dirán, estamos enfermos» Isaías 23.24 Felices los que fijan sus afectos en las cosas del cielo. Ellos, y solo ellos poseen un tesoro incorruptible. Tendrán que esperar un poco solamente para encontrarse en donde no oigan malas nuevas, en donde enjugarán sus lágrimas y en donde no tendrán que vestirse de luto nunca jamás. Allí no volverán a oír estas tristes palabras, «tu hija, tu hijo, tu mujer, tu marido, han muerto» Todo eso habrá pasado para siempre.
Aprendemos, además, que grande es el poder de nuestro Señor Jesucristo. El mensaje que atravesó el corazón del gobernador, anunciándole que su hija había muerto no detuvo a nuestro Señor ni un momento. Levantó inmediatamente el espíritu abatido del padre con estas palabras consoladoras, «No temas, cree tan solo» Va a la casa donde hay muchos que lloran y se lamenta, y entra en el cuarto en que está tendida la muchacha; la toma por la mano, y le dice; «Muchacha, Yo te lo digo, levántate». El corazón le empieza a palpitar de nuevo y el cuerpo que estaba sin vida vuelve a respirar. La muchacha se levantó y caminó. No es de extrañarse que leamos estas palabras: «quedaron asombrados con grande admiración.
Meditemos un momento en lo admirable del cambio que tuvo lugar en aquella casa. Del llanto pasaron al regocijo, de los pésames a las congratulaciones, de la muerte a la vida, ¡cuán grande y maravillosa debió ser la transición! Bien pueden decirlo que han visto la muerte de cerca, apagada la que era la luz de su hogar y el dardo de hierro clavado en lo más íntimo del alma. Solo ellos pueden concebir lo que debió sentir la familia de Jairo cuando vio a la que amaba devuelta a su regazo por el poder de Cristo, ¡Qué alegre reunión de familia tendría lugar aquella noche! Veamos en este milagro glorioso una prueba de lo que Jesús puede hacer por las almas que se encuentran como muertas. Puede resucitar a nuestros hijos de la muerte de la trasgresión y del pecado, y hacerlos marchar ante El con vida nueva. Puede tomar a nuestros hijos de la mano y decirles «Levantaos» y mandarles que no vivan para ellos solos, sino para Aquel que murió por ellos y resucitó. ¿Tenemos un alma muerta en nuestra familia? Clamemos al Señor para que venga y la reanime. Efes. 2.1 Enviémosle mensaje tras mensaje, y pidámosle su ayuda. El que vino al socorro de Jairo tiene aún abundancia de misericordia y omnipotencia.
Veamos, finalmente, en este milagro una bendita promesa de lo que nuestro Señor hará el día de su segunda venida. Hará salir a su pueblo amado del seno de sus sepulcros; los revestirá de un cuerpo mejor, más glorioso, y más bello, que el que tenían en la época de su peregrinación. Reunirá a sus elegidos del norte, del sur, del este y del oeste para que nunca más se separen y nunca más vuelvan a morir. Padres creyentes volverán a ver a sus hijos creyentes, maridos creyentes a sus esposas creyentes. No nos aflijamos como los que no tienen esperanza por nuestros amigos que duermen en el Señor. Cuando menos lo esperemos asomará la mañana gloriosa del a resurrección. «Dios traerá consigo a los que duermen en Jesús» 1 Tes. 4.14. Llegará el día en que estas palabras recibirán completo cumplimiento: «Los resucitaré del seno de la tumba; los redimiré de la muerte: O muerte, Yo seré tu azote; o sepulcro, Yo seré tu destrucción» Oseas 13.14. El que resucitó a la hija de Jairo, vive aún. Cuando reúna su rebaño en torno suyo el día final, no se echará de menos ni uno de sus corderos.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Se inserta casa para suplir elipsis del original.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R502 En ἀπὸ τοῦ ἀρχισυναγώγου, es posible que deba insertarse οἶκου (de la casa del principal; comp. el v. 38), puesto que el hombre mismo ya había venido (v. 22).
B47 El verbo aoristo ἀπέθανεν aparece con la fuerza propia de un perfecto griego (es decir, para denotar un estado presente, como resultado de un hecho pasado; comp. Luc 8:49).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
. casa.