Comentario de Marcos 6:7 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos. Les daba autoridad sobre los espíritus inmundos.
6:7 — Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos — Sobre los doce, véase 3:14,15, comentarios. Les envió en una comisión limitada (Mat 10:5-6; Luc 10:1). Salieron de dos en dos (seis pares), tal vez por razones de seguridad y ánimo mutuo, y tal vez para servir de testigos según la ley de Moisés (Deu 17:6). Compárense Mat 18:20; Hch 13:2; Hch 15:39-40.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y llamo a los doce. Mar 3:13, Mar 3:14; Mat 10:1; Luc 6:13-16; Luc 9:1-6; Luc 10:3.
enviarlos de dos en dos. Éxo 4:14, Éxo 4:15; Ecl 4:9, Ecl 4:10; Apo 11:3.
les dio autoridad. Mar 16:17; Luc 10:17-20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Salir de dos en dos provee compañerismo, apoyo, ánimo, responsabilidad y testigos adecuados. Este principio aún es bueno para seguirlo hoy en día en las visitaciones y llamados en las iglesias.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LOS ESPÍRITUS INMUNDOS. Véase Mar 3:15, nota.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
los doce. Vea las notas sobre Mar 3:16-19; Mat 10:2-4. Los doce apóstoles eran, entonces, un grupo reconocido y divinamente comisionado. enviarlos. La forma de este verbo griego indica que Jesús comisionó individualmente a cada pareja como sus representantes. dos en dos. Esta fue una práctica prudente (cp. Ecl 4:9-12) utilizada por los judíos proselitistas, por Juan el Bautista (Luc 7:19), por Jesús en otras ocasiones (Mar 11:1; Mar 14:13; Luc 10:1), y por la iglesia terrenal (Hch 13:2-3; Hch 15:39-41; Hch 19:22). Esta práctica garantizó a los discípulos ayuda mutua, valor, y cumplir con los requisitos legales para un testimonio auténtico (Deu 19:15). espíritus inmundos. Vea las notas sobre Mar 1:23 ; Mar 5:2.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:7 — Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos — Sobre los doce, véase 3:14,15, comentarios. Les envió en una comisión limitada (Mat 10:5-6; Luc 10:1). Salieron de dos en dos (seis pares), tal vez por razones de seguridad y ánimo mutuo, y tal vez para servir de testigos según la ley de Moisés (Deu 17:6). Compárense Mat 18:20; Hch 13:2; Hch 15:39-40.
— les dio autoridad sobre los espíritus inmundos — El poder milagroso que Jesús entregó a ellos no fue limitado al acto de echar fuera demonios. Véanse ver. 13; Mat 10:1; Mat 10:8; Luc 9:1-2. Considérese Luc 9:10.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LOS HERALDOS DEL REY
Marcos 6:7-11
Jesús llamó a Sí a los Doce, y empezó e enviarlos de dos en dos. Les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada más que un bastón para el camino. Les mandó que no llevaran pan, ni bolsa, ni moneda en la faja. Les mandó llevar sandalias, y les dijo:
-No debéis llevar dos túnicas-. Y también les dijo: -Siempre que entréis en una casa, quedaos allí hasta que os marchéis de aquel lugar; y, si en algún lugar se niegan a daros hospitalidad, o no quieren escucharos, cuando salgáis de allí sacudíos el polvo de la suela de las sandalias como testimonios de que fueron culpables de tal actitud.
Entenderemos mejor todas las referencias que se hacen en este pasaje si sabemos cómo era la ropa de un judío de Palestina en tiempos de Jesús. Se componía de cinco artículos.
(i) La ropa interior era el jitón o sinddn, túnica. Era muy simple. No era más que una pieza larga de tela enrollada y cosida por un lado. Era lo suficientemente larga como para llegarle casi hasta los pies. Tenía agujeros por arriba para la cabeza y los brazos. Esa pieza se vendía corrientemente sin esos agujeros, como prueba de que no lo había usado nadie antes, y para que el comprador se hiciera el escote a su gusto. Por ejemplo: El escote era diferente para hombres y para mujeres. Llegaba más abajo en el caso de las mujeres para que pudieran darle el pecho a sus bebés. En su forma más sencilla era poco más que un saco con agujeros arriba y en las esquinas. Una forma más desarrollada se hacía con mangas, y algunas veces estaba abierto por delante y se podía abrochar.
(ii) La túnica exterior se llamaba himation. Se usaba como capa de día y como manta de noche. Estaba formado por un trozo de tela de dos metros de izquierda a derecha por uno y medio de arriba abajo. Medio metro a cada lado estaba remetido, y en el extremo superior de los dobleces se hacían los cortes para pasar los brazos. Así es que era casi cuadrado. Generalmente se hacía con dos tiras de tela, cada una de dos metros por menos de uno cosidas entre sí. La costura se ponía a la espalda. Pero un himation se podía tejer de una sola pieza, como la túnica de Jesús (Jn 19:23 ). Esta era la pieza principal de la ropa.
(iii) Estaba el cinturón. Se llevaba encima de las dos piezas ya descritas. Las faldas de la túnica se podían recoger hacia arriba del cinturón para trabajar o para correr, o para llevar cosas en el hueco de la ropa. El cinturón era corrientemente doble hacia la mitad de su longitud. La parte doblada formaba un bolsillo en el que se llevaba el dinero.
(iv) Estaba lo que cubría la cabeza. Era una pieza de algodón o de lino de un metro cuadrado. Podía ser blanco, o azul, o negro. Algunas veces se hacía de seda de colores. Se doblaba diagonalmente, y luego se colocaba en la cabeza de forma que protegiera la parte posterior del cuello, los pómulos y los ojos del calor y del deslumbramiento del sol. Se mantenía en posición con una rueda de una lana semielástica que se ponía alrededor de la cabeza.
(v) Estaban las sandalias. Eran simplemente unas suelas de cuero, madera o esparto. Tenían unas correas con las que se sujetaban a los pies.
La bolsa podía ser de dos clases.
(a) Podía ser un morral corriente de viaje. Se hacía muchas veces de piel de cabrito. Corrientemente se le quitaba la piel al animal entera, conservando toda su forma: ¡patas, rabo, cabeza y todo! Tenía una correa a cada lado, y se colgaba de los hombros. Allí llevaba el pastor, o el peregrino, o el viajero, pan y pasas y aceitunas y queso suficiente para dos días.
(b) Se ha hecho una sugerencia muy interesante. La palabra griega, péra, quiere decir la bolsa de la colecta. A veces en el mundo griego, los sacerdotes y los piadosos salían con estas cestas para recoger ofrendas de la gente para su templo o para sus dioses. Se los describía como «ladrones piadosos cuyo botín iba creciendo de pueblo en pueblo.» Hay una inscripción en la que un hombre que se llamaba a sí mismo esclavo de una diosa siria dice que «traía setenta bolsas llenas en cada viaje que hacía para su señora.»
Si tomamos el primer significado, Jesús quería decir que Sus discípulos no debían llevar provisiones para el camino, sino confiar en Dios para todo. Si se toma en el segundo sentido, quiere decir que no tenían que ser rapaces como los sacerdotes paganos. Tenían que ir a todas partes dando, y no recibiendo.
Hay otras dos cosas interesantes aquí.
(i) La ley rabínica decía que cuando uno entrara en los atrios del templo tenía que despojarse del bastón, el calzado y el cinto del dinero. Todas las cosas ordinarias tenían que dejarse a la entrada del lugar sagrado. Bien puede ser que Jesús estuviera pensando en eso, y que quisiera decir que Sus hombres tenían que considerar los humildes hogares en que entraran como tan sagrados como los atrios del templo.
(ii) La hospitalidad era un deber sagrado en Oriente. Cuando un forastero llegaba a una aldea, no era su obligación el buscar hospitalidad, sino la obligación de la aldea el ofrecérsela. Jesús les dijo a Sus discípulos que si se les negaba la hospitalidad, y si se les cerraban las puertas y los oídos, tenían que sacudir de sus pies el polvo de aquel lugar antes de marcharse. La ley rabínica decía que el polvo de un país gentil estaba contaminado, y que cuando uno entrara en Palestina viniendo de otro país tenía que sacudirse todas las partículas de polvo de la tierra inmunda. Era una repulsa formal y gráfica de que un judío pudiera tener ninguna asociación ni siquiera con el polvo de una tierra pagana. Es como si Jesús dijera: «Si se niegan a escucharos, lo único que podéis hacer es tratarlos como trataría un judío estricto la casa de un gentil. No puede haber ninguna relación entre vosotros y ellos.»
Así es que podemos ver que la señal del discípulo cristiano era la sencillez total, y la total confianza y la generosidad que siempre está dispuesta a dar y nunca a exigir.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Llamó a los doce: Esto no significa que los llamó por primera vez, lo cual ya había ocurrido en Mar 3:13, cuando los eligió para que compartieran su ministerio. Aquí el significado de llamó es el de “reunir”, “convocar”. BL, NVI y TLA sugieren «reunió», que consideramos una mejor traducción.
Dos en dos: Podría también decirse “en grupos de dos” o “en parejas”. Esta práctica se continuó en la iglesia primitiva (ver Hch 13:1-3).
Autoridad: También se traduce «poder», según TLA, BL, BJ y CEV. La palabra griega es exusian, la cual —siempre que sea posible—debe traducirse como autoridad. Sin embargo, aquí podría también traducirse «poder», pues se refiere a la capacidad de los discípulos de echar fuera demonios.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— espíritus impuros: Ver segunda nota a Mar 1:23.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Luc 10:1; Luc 10:4-7.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Compartiendo su poder (véase Mat. 9:35-10:15; Luc. 9:1-6). A pesar de la incredulidad, la obra de hacer conocer las buenas nuevas debía continuar, de manera que Jesús envió a los doce en una misión. Los Evangelios difieren levemente al describir lo que los apóstoles debían vestir y llevar consigo, pero esto no tiene importancia. Todos están de acuerdo en que “viajarían sin equi paje”. Aquellos que se ocupan en la obra del evangelismo no deben ser meticulosos en cuanto a los alimentos y los lugares donde se han de quedar; deben darse cuenta de que su misión es una de vida y muerte para sus oyentes. Los judíos, con frecuencia, se sacudían el polvo cuando salían de los lugares paganos, pero en esta ocasión los discípulos lo harían como un testimonio solemne y legal ante el rechazo del evangelio.
Jesús les confió a los doce su poder para echar demonios, pero en el v. 12 podemos notar que la principal tarea era la de predicar el evangelio que conduce a la expulsión de los demonios y la sanidad de los enfermos espirituales. El ungimiento con aceite aquí es simbólico, no médico, como parece ser en la parábola del buen samaritano (Luc. 10). No tenemos ningún dato de que Jesús haya usado aceite, y hay bastantes ejemplos en el NT de sanidades sin el uso de aceite. Stg. 5:14 no es una regla universal, sólo una ayuda externa para la fe; en el aceite mismo no hay nada mágico.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
k 243 Ecl 4:9; Luc 10:1
l 244 Mat 10:1; Luc 9:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
de dos en dos. Esto tiene lugar en la segunda parte de este viaje y es la primera vez que los discípulos ministran sin estar Jesús con ellos (v. coments. en Mt 10:1– 11:1). El ir en parejas permitía a los discípulos a ayudarse y complementarse mutuamente y a la vez cumplir el requisito de dos testigos en casos jurídicos (Dt 17:6; 19:15; cp. Mt 18:16).
dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Véase coment. en Mt 10:1.
Fuente: La Biblia de las Américas
7 super (1) Véanse las notas 22 super (1) del cap.1 y 1 super (2) de Mt 10.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estos versículos nos describen la manera con que fueron enviados la primera vez los apóstoles a predicar. La gran Cabeza de la iglesia quiso probar a sus ministros, antes de dejarlos solos en el mundo. Los enseñó a e ensayar el poder que tenían para comunicar su doctrina a los demás hombres y descubrir sus deficiencias, mientras que El estaba aun con ellos. Así podía, por una parte, corregir sus equivocaciones y por otra disciplinarlos para la obra que un día tendrían que hacer, para que no estuvieran bisoños cuando tuvieran al fin que dejarlos. Sería un gran bien para la iglesia, que todos los ministros del Evangelio se prepararan de la misma manera para cumplir con su deber, y no entraran en él, como tantas veces sucede, sin pruebas, sin ensayos y sin experiencia.
Notemos en estos versículos que nuestro Señor Jesucristo envía a sus discípulos de «dos en dos». S. Marcos es el único evangelista que menciona este hecho, y merece especial atención.
No hay duda que este hecho tuvo por objeto enseñarnos las ventajas de la asociación cristiana entre todos los que trabajan por Cristo. El sabio tuvo mucha razón en decir, «Mejor es ser dos que uno» Ecl.4.9. Dos hombres unidos hacen más trabajo que dos hombres aislados; se ayudan mutuamente con sus observaciones y comenten menos errores. Se sostienen en las dificultades y no es tan fácil que fracasen en sus propósitos. Se excitan mutuamente cuando la pereza se apodera de ellos y con menos frecuencia la indolencia o la indiferencia los domina. Se consuelan en las adversidades y así no se dejan abatir.
«Desgraciado del que está solo cuando cae; porque no tiene quien le ayude» Ecel.4.10 Probable es que en el día este principio no se recuerda, como fuera debido, en la iglesia de Cristo. No hay duda que la mies es abundante, tanto en la patria como en países extraños, y que los labradores son pocos; que el nombre de hombres fieles es mucho menor que la demanda que de ellos existe. Es innegable que las razones para enviar misiones uno a uno en las circunstancias presentes son fuertes y de mucho peso; pero, a pesar de todo, la conducta de nuestro Señor en este caso es un hecho notable. Apenas hay un solo ejemplo en el libro de los Hechos, en que veamos a Pablo o a cualquier otro apóstol trabajando enteramente solo, y esta es otra circunstancia muy digna también de consideración. Es casi imposible dejar de concluir que si la regla de viajar de «dos en dos» hubiera sido observada más estrictamente, el campo de las misiones hubiera producido resultados más pingues que los que ha dado.
Una cosa, al menos es cierta, el deber de todos los que trabajan por Cristo de cooperar al mismo fin y ayudarse mutuamente siempre que puedan. «Como el hierro afila el hierro, así el rostro de un hombre anima a su amigo». Los ministros, los misioneros, los visitadores de distritos rurales o urbanos, los maestros de las escuelas dominicales deberían aprovechar todas las oportunidades que se les presentaran para reunirse y consultar entre si. Las palabras siguientes de S.
Pablo encierran una verdad que se olvida con demasiada frecuencia: «Y considerémonos los unos a los otros, para provocarnos a amor y a buenas obras; no dejando nuestra congregación». Heb.10.24-25 Observemos, en segundo lugar, que palabras tan solemnes emplea nuestro Señor cuando se refiere a los que no reciben ni oyen a sus ministros. Dice: «más tolerable será el castigo de Sodoma o de Gomorra en el día del juicio, que el de aquella ciudad.
Esta es una verdad que encontramos muy repetida en los Evangelios, y es doloroso ver como muchos la pasan por alto. Por lo que se ve, millares de personas suponen, que si van a la iglesia, y no matan, ni roban, ni defraudan, ni violan abiertamente ninguno de los mandamientos de Dios, no están en gran peligro. Se olvidan que se necesita algo más que abstenerse de esas irregularidades visibles para salvar su alma. No comprenden que uno de los más grandes pecados que un hombre puede cometer a los ojos de Dios es oír el Evangelio de Cristo y no creer en el, ser invitado a arrepentirse y a creer y permanecer sin embargo, indiferente e incrédulo. En una palabra, rechazar el Evangelio es lo que hunde al alma en lo más profundo del infierno.
No concluyamos las lectura de un pasaje como este sin preguntarnos, ¿Qué es lo que hacemos con el Evangelio? Vivimos en un país cristiano, en nuestras casas se ve la Biblia, durante el año oímos predicar con frecuencia la salvación que encontramos en el Evangelio. Pero ¿lo hemos recibido en nuestros corazones? En una palabra ¿hemos abrazado la esperanza que así se nos ofrece cargando con la cruz y seguido las huellas de Cristo? Si así no obramos, somos peores que los paganos que se prosternan ante leños y piedras; somos más criminales que los habitantes de Sodoma y Gomorra. Estos nunca oyeron predicar el Evangelio, por tanto no lo rechazaron; pero nosotros lo oímos predicar, y sin embargo, no queremos creer en él. Examinemos nuestros corazones y tratemos de no condenar nuestras almas.
Observemos, por último, cual era la doctrina que los apóstoles de nuestro Señor predicaban: Leemos que «salieron y predicaron que los hombres debían arrepentirse.
La necesidad del arrepentimiento podrá parecer a primera vista una verdad muy simple y muy elemental; y, sin embargo, podrían escribirse volúmenes para probar lo fundado de la doctrina y en adaptabilidad a todas las edades y épocas, y a todos los rangos y las clases de la sociedad. Está indisolublemente enlazada con las nociones verdaderas respecto a Dios, la naturaleza humana, el pecado, Cristo, la santidad y el cielo. Todos han pecado y se han apartado de la Gloria de Dios, todos necesitan que en ellos se despierte la convicción íntima de sus pecados, el dolor de haberlos cometido, el deseo y la voluntad de renunciar a ellos, y hambre y sed de perdón. Todos, en una palabra, necesitan volver a nacer y acudir a Cristo. Este es el arrepentimiento que engendra la vida; todo eso se requiera para la salvación de cualquier hombre; hada menos debe exigir de los hombres todo aquel que profese enseñar la religión de la Biblia.
Debemos apremiar a los hombres para que se arrepientan, si pretendemos seguir las huellas de los apóstoles y cuando se hayan arrepentido, debemos insistir en que continúen arrepintiéndose hasta sus últimos momentos.
¿Nos hemos arrepentido? Esto es lo que más nos importa. Bueno es saber lo que los apóstoles enseñaron, muy bueno familiarizarse con todo el sistema de la doctrina cristiana; pero se mucho mejor saber por experiencia propia lo que es el arrepentimiento y sentirlo en lo más profundo de nuestros corazones. No descansemos hasta que sepamos y sintamos que nos hemos arrepentido. En el reino del cielo no entran los impenitentes; todos los que allí están, han sentido el dolor del pecado, lo han lamentado, ha desistido de él y han pedido perdón. Así debemos obrar nosotros si queremos salvarnos.
Fuente: Los Evangelios Explicados
M67 Ἀπέστειλεν αὐτοὺς ἀνὰ δύο significa que él los enviaba en parejas, es decir: con la fuerza de, hasta, dos.