Comentario de Marcos 8:14 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Se habían olvidado de llevar pan, y no tenían consigo en la barca sino un solo pan.
8:14 — Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca — Este descuido de los discípulos, en el caso del pan, dio ocasión al Señor para interrogarles sobre lo que hubieran aprendido durante el tiempo que habían estado con su maestro. (Compárese Mat 16:5. Ahora donde están no hay facilidad de hallar pan, pues estas partes no están bien pobladas como en el lado occidental del mar).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
habían olvidado de traer pan. Mat 16:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
8:14 — Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca — Este descuido de los discípulos, en el caso del pan, dio ocasión al Señor para interrogarles sobre lo que hubieran aprendido durante el tiempo que habían estado con su maestro. (Compárese Mat 16:5. Ahora donde están no hay facilidad de hallar pan, pues estas partes no están bien pobladas como en el lado occidental del mar).
Fuente: Notas Reeves-Partain
NO APRENDER POR EXPERIENCIA
Marcos 8:14-21
Los discípulos habían olvidado comprar panes, y no tenían más que uno en la barca. Jesús les advirtió:
-¡Tener cuidado! ¡Guardaos de la mala influencia de los fariseos y de Herodes!
Ellos se pusieron a discutir la situación entre ellos y a decir:
-No tenemos panes.
Jesús sabía lo que estaban diciendo, y les dijo:
-¿Por qué seguís hablando de que no tenéis panes? ¿Es que no os fijáis y entendéis? ¿Sois tan duros de mollera? ¿Es que no podéis ver lo que tenéis delante de las narices? ¿Es que no os sirven para nada los oídos? ¿Es que no os acordáis? Cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántos cestos de pedazos recogisteis?
Doce -Le contestaron ellos.
-Cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántos cestos de pedazos recogisteis?
-Siete -Le contestaron ellos.
Entonces Jesús les dijo:
-¿Y todavía no lo entendéis?
Este pasaje arroja un haz de luz muy intensa sobre las mentes de los discípulos. Estaban pasando al otro lado del mar de Galilea, y se habían olvidado de llevar suficiente pan. Obtendremos mejor el sentido de este pasaje si lo relacionamos estrechamente con lo precedente. Jesús estaba pensando en la demanda que los fariseos Le habían hecho de una señal, y también en la reacción aterrada de Herodes hacia Sí mismo. «¡Cuidado -les dijo, traduciéndolo literalmente- con la levadura de los fariseos y la de Herodes!» Para los judíos, la levadura era un símbolo de la corrupción. La levadura era una pizquita de masa fermentada de la hornada anterior que se había guardado. Para los judíos, la fermentación era lo mismo que la putrefacción, y de ahí que la levadura representara el mal, sobre todo el mal moral.
Algunas veces los judíos usaban la palabra levadura en el sentido del pecado original, o de la maldad de la naturaleza humana. Rabí Alejandro decía: «Está claro para Ti que nuestra voluntad es hacer Tu voluntad. ¿Y qué lo impide? La levadura que está en la masa, y la esclavitud a los reinos de este mundo. Sea Tu voluntad librarnos de sus manos.» Representaba, por así decirlo, la mancha de la naturaleza humana, el pecado original, la levadura corruptora que impedía al hombre hacer la voluntad de Dios. Así que, cuando Jesús dijo esto, lo que quería decir era: «Manteneos en guardia frente a la mala influencia de los fariseos y de Herodes. No sigáis el camino por el que ellos van.»
¿Qué relación existía entre los fariseos y Herodes? Los fariseos acababan de pedir una señal. Para un judío -veremos esto más claramente dentro de poco- lo más fácil del mundo era pensar en el Mesías en términos de maravillas y conquistas y sucesos milagrosos y triunfos nacionalistas y supremacía política. Herodes había tratado de edificar la felicidad adquiriendo poder y riqueza e influencia y prestigio. En un sentido, el Reino de Dios era un reino terrenal tanto para los fariseos como para Herodes; se basaba en poder y grandeza terrenales, y en las victorias que podía obtener la fuerza. Era como si Jesús, con Su sugerencia, estuviera preparando a Sus discípulos para algo que había de suceder muy pronto. Era como si les dijera: «Puede que pronto os amanezca el hecho de que Yo soy el Ungido de Dios, el Mesías. Cuando lleguéis a esa convicción, no penséis en términos de poder y gloria terrenales, como hacen los fariseos y Herodes.» Del verdadero sentido no les dijo nada de momento. Aquella sombría Revelación habría de esperar su momento.
De hecho, esta insinuación de Jesús les pasó por encima de la cabeza a los discípulos. No podían pensar en nada más que en el hecho de que se habían olvidado de llevar pan, y que pasarían hambre. Jesús vio que estaban preocupados por el pan material. Bien puede ser que les hiciera estas preguntas, no enfadado, sino con una sonrisa, como el que trata de conducir a un torpe chiquillo a descubrir una verdad evidente. Les recordó que por dos veces había satisfecho el hambre de grandes multitudes con comida suficiente y de sobra. Es como si les dijera: » ¿Por qué os preocupáis? ¿No os acordáis de lo que ha sucedido antes? ¿No habéis aprendido por propia experiencia que no tenéis que preocuparos por esas cosas cuando estáis conmigo?»
Lo extraño es que no aprendemos nada más que la mitad de las lecciones de la experiencia. Demasiado a menudo la experiencia nos llena de pesimismo, nos enseña lo que no podemos hacer; nos enseña a mirar la vida con una especie de desesperanza resignada. Pero hay otras experiencias. Nos sobrevino el dolor -y salimos de él íntegros. Nos atacó la tentación -y no caímos. Nos alcanzó la enfermedad -y nos recuperamos. El problema parecía insoluble -y se resolvió. Estábamos sin recursos -pero seguimos adelante. Llegamos a no poder más -y no nos deshicimos. También nosotros somos ciegos. Si aprendiéramos las lecciones de la experiencia como es debido nos enseñaran, no el pesimismo de las cosas que no se pueden realizar, sino la esperanza que no deja de maravillarse de que Dios nos haya sacado adelante hasta aquí a salvo, y en la seguridad y confianza de que nos puede sacar con bien de todo lo que nos sobrevenga.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Se olvidaron de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca: El problema con esta traducción es que no distingue entre la primera mención del pany la segunda. La primera es plural, artous, y la segunda, singular, arton. Algunas versiones resuelven esta tensión traduciendo artous como «comida» (TLA, NVI), o, directamente, en plural: «panes» (BJ, BA). Las versiones inglesas no tienen problema, ya que en su idioma existe una palabra para “panes” (loaves) y otra para “pan” (bread). Proponemos la siguiente traducción: “Se habían olvidado de llevar panes, excepto por uno solo que tenían consigo en la barca”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
La levadura de los fariseos y Herodes (ver Mat. 16:5-12). Parece que Mar. incluyó este relato para subrayar el fracaso de los doce para comprender, y posiblemente para dar la razón de ello: seguían demasiado influidos por el pensamiento de este mundo. Es posible que estuviesen culpándose unos a otros por no haber traído pan para el viaje después que Jesús les había advertido (en realidad una parábola pequeña). No se habían dado cuenta del significado espiritual, y peor aun, se habían olvidado de que Jesús podría y proveería para las necesidades materiales de aquellos que buscaban el reino de Dios; él ya lo había demostrado en los milagros de alimentación. Esta vez Jesús los reprendió severamente (21). Debieran haber visto que la levadura de los fariseos era igual que la actitud hacia la vida que asumían ellos, todo esto afectaría a los discípulos a menos que tuvieran precaución. Nosotros también tenemos que estar en guardia en contra del “espíritu de esta era” o del pensamiento y las enseñanzas de las otras religiones que nos rodean. El camino dado por Cristo es totalmente diferente del camino del mundo, del cual leemos en los periódicos, oímos por la radio, o vemos en la televisión.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
n 372 Mat 16:5
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Notemos el solemne apercibimiento que nuestro Señor dirige á sus discípulos al principio de este pasaje. Dice, «Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes..
No tenemos que ponernos á conjeturar la significación de ese apercibimiento, pues nos lo aclara el pasaje paralelo en el Evangelio de S. Mateo. Allí leemos que Jesucristo no se refería á levadura «de pan,» sino á levadura de «doctrina.» El formalismo y la justificación propia de los fariseos, la mundanalidad y el escepticismo de los cortesanos de Herodes, eran los objetos de las precauciones de nuestro Señor. Encarga á sus discípulos que se pongan en guardia contra esos defectos.
Tales apercibimientos son muy importantes, y seria un gran bien para la iglesia de Cristo que se recordasen con más frecuencia. Las persecuciones no le han hecho á la iglesia ni la mitad del daño que le ha acarreado la aparición en su seno de falsas doctrinas. Falsos profetas y falsos maestros en su campamento han producido más daños en la cristiandad que todas las persecuciones tan sangrientas de los emperadores romanos. La espada del enemigo no ha perjudicado tanto la causa de la verdad como la lengua y la ploma.
Las doctrinas que nuestro Señor especifica son precisamente las que más han dañado la causa del Cristianismo. El formalismo por una parte, y el escepticismo por otro, han sido dolencias crónicas en la que profesa ser iglesia de Cristo. En todas épocas muchos cristianos se han visto atacados por ellas y por eso se ha necesitado en todo tiempo mucha vigilancia y mucho cuidado para preservarse.
La expresión que nuestro Señor usa al hablar de las falsas doctrinas es muy significativa y apropiada; las llama «fermento.» No hubiera podido emplearse otra palabra más exacta: pinta de una manera gráfica los comienzos humildes de la falsa doctrina, la manera sutil y callada con que se difunde insensiblemente introduciendo en la religión del, creyente el poder mortífero con que transforma todo el carácter del Cristianismo; cualidades que constituyen el peligro más grande de una doctrina falsa. Si se aproximase tremolando su verdadero estandarte, poco daño haría; pero el secreto de sus triunfos es su sutileza y su semejanza con la verdad. Se ha dicho que todo error en religión es una verdad desfigurada.
«Examinémonos con frecuencia para ver si estamos en la fe,» y guardémonos de la «levadura. «No miremos con indiferencia una doctrina falsa por insignificante que nos parezca, como no lo hacemos con un acto inmoral ó con una mentira por ligeros que sean á nuestro entender. Admitida una vez en nuestros corazones no sabemos cuan lejos nos podrá extraviar. El comenzar á desviarnos de la verdad pura es como dejar correr las aguas, gotas al principio y después torrentes. Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. Gal 5:9.
Paremos la atención en la obtusa inteligencia de los discípulos cuando el Señor les dirigió el apercibimiento que encierra este pasaje. Creyeron que la «levadura » de que habla, debía ser levadura de pan. No se les ocurrió por un momento que se refiriera á ninguna doctrina, y así es que se atrajeron este duro reproche » ¿No percibís aun, ni entendéis? ¿Tenéis aun el corazón endurecido? ¿Como es que no comprendéis?» Aunque los discípulos eran creyentes, y estaban convertidos y renovados, comprendían aún con dificultad las cosas espirituales. Tenían aún los ojos confusos, y su percepción era muy lenta en todo lo que se refería al reino de Dios.
Útil nos será recordar lo que aquí se refiere de los discípulos; puede servirnos para modificar la alta idea que estamos dispuestos a formarnos de nuestra sabiduría, y para mantenernos en la humildad y en la sumisión espiritual. No debemos imaginarnos, que en cuanto nos convertimos, lo sabemos todo. Nuestro conocimiento, como todas nuestras gracias, es siempre imperfecto, y nunca está más lejos de la perfección como cuando empezamos á dar los primeros pasos en el servicio del Señor. Hay más ignorancia en nosotros de la que podemos imaginarnos. «Si alguno piensa que sabe algo, aún no sabe cosa alguna como le conviene saber.» 1 Cor. 8.2.
Útil nos será sobre todo recordar lo que en este pasaje se refiere á nuestras relaciones con cristianos jóvenes. No podemos esperar que un recién convertido sea perfecto. No podemos declararlo destituido de gracia, sin conocimiento de Dios, y falso maestro, porque no discierne al principio sino una parte de la verdad y comete muchos errores. Posible es que á los ojos de Dios esté en el buen camino, y sea, sin embargo, como los discípulos lento en comprender las cosas del Espíritu. Debemos ser tolerantes y pacientes con él y no dejarlo á un lado como inútil. Démosle tiempo para que crezca en gracia y conocimiento, y quizás en sus últimos días lo veamos lleno de sabiduría, como Pedro y Juan. Que bendición es pensar que Jesús, nuestro Maestro celestial, no desprecia á ningún miembro de su pueblo. Por extraordinaria y digna de crítica que sea su torpeza para aprender, es indudable que Su paciencia nunca se agota. Continúa enseñándoles, «renglón tras renglón, y precepto tras precepto.» Hagamos lo mismo; sea nuestra regla invariable no mirar con desprecio la debilidad y torpeza de los cristianos jóvenes. Esperemos y seamos bondadosos, siempre que descubramos una chispa de verdadera gracia por pálida que sea, y aunque esté mezclada con mucha debilidad. Hagamos lo que desearíamos que hicieran con nosotros.
Fuente: Los Evangelios Explicados
B48 El verbo aoristo ἐπελάθοντο se usa para referirse a un evento pasado que precede a otro evento pasado que se menciona en el contexto (similar a un pluscuamperfecto): ellos habían olvidado.