Cuando llegaron a los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos, y a unos escribas que disputaban con ellos.
9:14 — Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos — Otras versiones buenas (ASV, VHA, BLA, etc.) dicen, “Cuando llegaron”; es decir, Jesús y sus tres discípulos (ver. 2). Llegaron a los nueve discípulos, rodeados de una gran multitud y ocupados en una discusión con los escribas (compárese 7:1). Es el día que siguió a la noche en el monte de transfiguración (Luc 9:37). La discusión entre los discípulos y los escribas tal vez tuvo que ver con la inhabilidad de los discípulos de echar fuera al demonio.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
cuando llegó. Mat 17:14; Luc 9:37.
y escribas que disputaban con ellos. Mar 2:6; Mar 11:28; Mar 12:14; Luc 11:53, Luc 11:54; Heb 12:3.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El muchacho tenía varios problemas. El espíritu mudo era un demonio que mantenía al muchacho sin hablar, pero el demonio también le producía ataques. El versículo Mar 9:20 dice que el espíritu sacudía con violencia al muchacho.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
los discípulos. Los nueve que habían quedado atrás.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
9:14 — Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos — Otras versiones buenas (ASV, VHA, BLA, etc.) dicen, “Cuando llegaron”; es decir, Jesús y sus tres discípulos (ver. 2). Llegaron a los nueve discípulos, rodeados de una gran multitud y ocupados en una discusión con los escribas (compárese 7:1). Es el día que siguió a la noche en el monte de transfiguración (Luc 9:37). La discusión entre los discípulos y los escribas tal vez tuvo que ver con la inhabilidad de los discípulos de echar fuera al demonio.
Fuente: Notas Reeves-Partain
BAJANDO DE LA CUMBRE
Marcos 9:14-18
Cuando llegaron adonde estaban los otros discípulos vieron un gran gentío reunido alrededor de ellos, y a los maestros de la Ley enzarzados en una discusión con ellos. Tan pronto como vieron a Jesús, se sorprendieron todos y corrieron hacia Él y Le saludaron. Jesús les preguntó:
-¿Qué estáis discutiendo entre vosotros?
Entre la multitud, uno Le contestó:
Maestro, yo Te traía a mi hijo, porque tiene un espíritu que le deja mudo; y siempre que el espíritu se apodera de él, tiene convulsiones, y echa espuma por la boca y rechina los dientes, y se me está deshaciendo. Les pedí a Tus discípulos que lo echaran, pero no pudieron.
Esto era la clase de cosa que Pedro había querido evitar. En la cumbre de la montaña, en la presencia de la gloria, Pedro había dicho: «¡Qué estupendamente se está aquí!» Y había propuesto que hicieran tres cabañuelas para Jesús y Moisés y Elías, y se quedaran allí. ¡La vida era tanto mejor, tanto más cerca de Dios, allí en la cumbre! ¿Para qué volver a bajar?
Pero es parte de la misma esencia de la vida que tenemos que bajar de la cumbre. Se ha dicho que en religión debe haber soledad, pero no solitariedad. La soledad es necesaria para mantener contacto con Dios; pero, si una persona, en busca de la soledad esencial, se desconecta de sus semejantes, cierra los oídos a sus llamadas pidiendo ayuda, cierra su corazón al clamor de sus lágrimas, eso no es religión. La soledad no está diseñada para hacernos solitarios, sino para hacernos más capaces de salir al encuentro y atender a las demandas de la vida cotidiana.
Jesús descendió a una situación delicada. Un padre había traído a los discípulos a su hijo, que era epiléptico. Todos los síntomas estaban claros. Los discípulos habían sido totalmente incapaces de resolver el caso, y aquello les había ofrecido a los escribas una buena oportunidad. La incapacidad de los discípulos era una ocasión de primera para ridiculizarlos, no sólo a ellos, sino también a su Maestro. Eso era lo que hacía la situación tan delicada, y eso es lo que hace cualquier situación humana tan delicada para el cristiano: su conducta, sus palabras, su capacidad o incapacidad para resolver las exigencias de la vida, se usan como medida, no sólo para juzgarle a él, sino para juzgar a Jesucristo.
A. Victor Murray escribe en su libro sobre La educación cristiana: » Hay algunos que ponen los ojos en blanco cuando hablan de la Iglesia: Es una sociedad sobrenatural, el Cuerpo de Cristo, la Esposa impoluta, la Guardiana de los oráculos de Dios, la bendita Compañía de los redimidos, y otros cuantos títulos románticos más, ninguno de los cuales tiene nada que ver con lo que los de fuera pueden ver por sí mismos en la parroquia de Santa Ágata, o en la iglesia metodista de la calle Mayor.» No hacen al caso las profesiones altisonantes que pueda hacer uno, porque por lo que se le juzga es por sus acciones; y al juzgarle a él, se juzga a su Maestro. Esa era la situación en este pasaje.
Entonces llegó Jesús. Cuando la gente Le vio, se maravillaron. No tenemos que pensar que todavía Le quedara algo de la gloria de la Transfiguración. Eso habría sido una contradicción de Sus propias instrucciones de que acuello se mantuviera secreto. La multitud había pensado que El estaba muy lejos, en las solitarias laderas de Hermón. Habían estado tan enfrascados en la discusión que no se habían dado cuenta de que Se les estaba acercando; y ahora precisamente, en el momento oportuno, allí estaba Jesús entre todos ellos. Lo que les sorprendió fue Su llegada repentina, inesperada y oportuna.
Aquí aprendemos dos cosas acerca de Jesús.
(i) Estaba dispuesto a enfrentarse con la Cruz, y estaba dispuesto a enfrentarse con los problemas corrientes que se Le presentaran. Es una de las características de la naturaleza humana que podemos arrostrar los grandes momentos críticos de la vida con honor y dignidad, pero permitimos que las exigencias de la rutina cotidiana nos fastidien e irriten. Podemos arrostrar los golpes demoledores de la vida con un cierto heroísmo, pero dejamos que nos inquieten las pequeñas molestias. Muchas personas pueden encarar un gran desastre o una gran pérdida con tranquila serenidad, y sin embargo pierden los estribos si la comida no es de su gusto o el tren se retrasa. Lo maravilloso de Jesús es que podía encarar serenamente la Cruz, y con igual calma enfrentarse con las cosas normales de la vida día a día. La razón era que no Se reservaba a Dios sólo para las grandes crisis, como hacemos muchos; sino recorría con Él los senderos diarios de la vida.
(ii) Había venido al mundo para salvar al mundo; y, sin embargo, podía entregarse totalmente para ayudar a una sola persona. Es más fácil predicar el evangelio del amor a la humanidad que amar a los pecadores no tan amables. Es fácil sentir un afecto sensiblero hacia la raza humana, y encontrar demasiado molesto ayudar a uno de sus miembros individuales. Jesús tenía el don, y un don de categoría regia es este, de darse a Sí mismo totalmente a cada persona con quien estuviera en contacto en cada momento determinado.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Jesús sana a un muchacho endemoniado (Mar 9:14-29)
Análisis de discurso
Esta sección podría analizarse como una estructura del tipo ABA’, en la que A (Mar 9:14-15) y A’ (Mar 9:28-29) se relacionan con los discípulos y su incapacidad o impotencia para echar fuera el demonio, y B (Mar 9:16-27), con la conversación entre Jesús y el padre del muchacho y el exorcismo subsiguiente. Según Myers, A y A’ nos dan las claves interpretativas para entender B, el exorcismo (Myers, 255). En A posiblemente los mismos escribas echan en cara a los discípulos su incapacidad para realizar el exorcismo. Imaginamos la frustración y el desconcierto de los discípulos al ver que algo que antes había sido posible ahora se transformaba en un motivo de vergüenza pública. En A’ los discípulos verbalizan la crítica interior de los escribas y de la multitud, y, ya en privado, confiesan su fracaso.
TÍTULO: Nos parece que el título que sugieren RV95 y NVI, Jesús sana a un muchacho endemoniado, es el más adecuado. Los títulos que incluyen la palabra “epiléptico”, como hace BJ, son anacrónicos, pues la epilepsia no se conocía como enfermedad en tiempos de Jesús.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
«Cuando llegaron adonde estaban los otros discípulos, vieron [ ]»: Aquí TLA sigue el texto griego de las versiones modernas del GNT, mientras que RV95 y BJ siguen el TR: Cuando llegó [«al llegar»] [ ] vio. Preferimos las traducciones de TLA, BA, BL, NVI y DHH, porque se ajustan mejor al contexto. Jesús no baja solo del monte, sino con su grupo íntimo de discípulos. Por tanto, es mejor utilizar el verbo “llegar” en plural (Metzger, 85).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El muchacho endemoniado (ver Mat. 17:14-23; Luc. 9:37-45). La oposición de los maestros de la ley, la incredulidad de los discípulos y de la multitud afligían a Jesús (19). Sus propios discípulos no habían tenido poder, y la fe del padre era limitada (21). La sanidad, sin embargo, depende del poder de Dios no del alcance de nuestra fe, de manera que Jesús pudo expulsar al demonio y sanar al muchacho.
Para contestar la pregunta de los discípulos, Jesús explicó que parte del costo del reino es la oración (a lo que algunos mss. agregan “y ayuno”, que, con frecuencia, acompañaba la oración ferviente tanto en el AT como en el NT). Esta es una advertencia de que la victoria sobre el enemigo, de la cual esta sanidad es un ejemplo, no se obtiene mezquinamente. Así que procede de forma natural a otra predicción de la muerte de Jesús que se avecinaba. Aun así los discípulos no entendían esta palabra (32).
Es interesante que, aunque los síntomas del muchacho parecen haber sido los de epilepsia, los tres Evangelios describen su condición como atribuible a las fuerzas del mal. Aunque no podemos simplemente atribuirlo al lenguaje de aquella época, no debemos cometer un error más grave atribuyendo todo ataque de epilepsia a las fuerzas del mal. Existen muchos factores físicos y químicos involucrados en la epilepsia, y un médico, no un exorcista, es la persona apropiada para tratarla.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
r 419 Luc 9:37
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
volvieron a los discípulos. Se refiere a los otros nueve (v. vers. 2).
Fuente: La Biblia de las Américas
14 super (1) Algunos mss. tienen estos verbos en singular: llegó, vio.
14 super (2) Véase la nota 6 super (1) del cap.2.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
El contraste entre estos versículos y los precedentes es muy pronunciado. Del monte de la transfiguración pasamos á la narración de una historia melancólica, obra del demonio. Descendemos de la visión de la gloria á una lucha con un poseído de Satanás. Dejamos la compañía bendita de Moisés y Elías para entrar en lucha con los escribas incrédulos. Abandonamos el gusto anticipado de la gloria del milenio para volver á escenas de dolores, debilidades y miseria; para encontrarnos con un muchacho en la agonía, con un padre loco de dolor, con una tropa pequeña de débiles discípulos de quienes Satanás se burla y que no pueden aliviarlo. El contraste, como vemos, es grande; pero no es, sin embargo, sino pálido emblema del cambio de escena á que Jesús voluntariamente quiso someterse, cuando, al despojarse de su gloria, vino á este mundo; y es también la vivida pintura de la existencia de todos los cristianos verdaderos. Para ellos, como para el Maestro, como regla general, se reservan los trabajos, los conflictos, las escenas de angustias y dolores. Para ellos, también, como excepciones se guardan las visiones de la gloria, la contemplación anticipada del cielo, las temporadas en el monte.
Aprendamos en estos versículos cuan dependientes están los discípulos de Cristo de la compañía y ayuda de su Maestro.
Vemos esta verdad presentada en relieve en la escena que se ofreció a la vista de nuestro Señor, cuando bajó del monte. Como Moisés cuando descendió del Sinaí, encuentra á su pequeño rebaño en confusión. Ve á sus nueve apóstoles asediados por una partida de escribas maliciosos, y burlados en su intento de curar á uno que les habían presentado poseído de Satanás. Los mismos discípulos que poco tiempo antes habían hecho muchos milagros, y » lanzado mucho diablos,» se encuentran ahora con un caso muy difícil para ellos. Aprendieron por una experiencia humillante la gran lección, encerrada en estas palabras, «sin mí nada podéis hacer.» Juan 15.5. Era una lección útil, á no dudarlo, y que tendía á su bien espiritual. Probablemente la recordarían todos los días de su vida.
Lo que aprendemos con una experiencia dolorosa se fija en nuestra memoria, mientras se olvidan las verdades que solo nos entran por los oídos. Pero seguro es que fue entonces para ellos una lección muy amarga. No nos gusta saber que nada podemos hacer sin Cristo.
No tenemos que ir muy lejos á buscar comprobantes de esta verdad en la historia del pueblo de Cristo en todas épocas. Los mismos que en una época hicieron grandes cosas en la causa del Evangelio, en otra fracasan por completo, y parecen débiles y mudables como el agua. Las retractaciones temporales de Cranmer y de Jewell son ejemplos muy notables de lo que venimos probando. El más santo y el mejor de los cristianos no tiene nada de que gloriarse. La fuerza que posee no es suya; nada tiene que no haya recibido, y solo tiene que provocar al Señor para que lo abandone por algún tiempo, y descubrirá pronto que su poder se ha desvanecido. Como Sansón, cuando tenía el cabello cortado, es tan débil como otro hombre cualquiera.
Aprendamos una lección de humildad en el fracaso de los discípulos. Procuremos robustecer en nosotros cada día más la convicción de la necesidad que tenemos de la gracia y de la presencia de Cristo. Con El probable es que todo lo podamos; sin El es seguro que nada podemos realizar. Con El venceremos las mayores tentaciones, y sin El la más pequeña nos dejará vencidos Clamemos todas las mañanas pidiéndole á Dios que » no nos deje abandonados á nosotros mismos;»diciéndole que no sabemos lo que en un día puede acontecemos,» que «si no nos acompañas con tu presencia no podemos ascender..
Aprendamos, en segundo lugar, en estos versículos, cuan temprano en la vida estamos expuestos á ser dañados por Satanás. Leemos aquí una descripción terrible de las miserias que Satanás ocasionó al joven de quien se habla en este pasaje; y se nos dice que sus sufrimientos comenzaron desde su infancia; el mal le principió «siendo niño..
No debemos pasar por alto la importante lección que aquí encontramos. Debemos esforzarnos en hacer bien á nuestros hijos desde sus años más tempranos. Si Satanás comienza tan pronto á hacerles mal, no debemos quedarnos rezagados y ser diligentes en guiarlos á Dios. Cuestión difícil de resolver es fijar á que edad principia un niño á ser responsable de sus acciones; quizás más temprano de lo que nos imaginamos. Una cosa sí que es muy clara de todas maneras: que nunca es demasiado pronto para luchar y orar por la salud de las almas de los niños; nunca demasiado temprano para dirigirnos á ellos y hablarles, como seres morales, de Dios, de Cristo, del mal y del bien. El diablo, estemos seguros de ello, no pierde tiempo en ejercer su influencia sobre las almas de los jóvenes; principia desde que son «niños.» Trabajemos por neutralizarla. Si los corazones juveniles pueden llenarse con el espíritu de Satanás, también podremos llenarlos con el Espíritu de Dios.
En tercer lugar aprendemos en estos versículos como la fe y la incredulidad pueden estar mezcladas en el mismo corazón. El padre del niño establece esta verdad con palabras que conmueven. «Señor,» exclamó, «creo; ayuda mi incredulidad..
Tenemos en estas palabras una vivida pintura del corazón de muchos que son verdaderos cristianos. Pocos se encuentran de los creyentes, en quienes la confianza y la duda, la esperanza y el temor no existan de consuno. Nada es perfecto en un hijo de Dios mientras permanece en el cuerpo. Su conocimiento, su San Marcos amor, y su humildad, son más ó menos defectuosos, y están más ó menos mezclados de corrupción. Como con las otras gracias, así sucede con la fe cree y a pesar de ello aun le queda un dejo de incredulidad.
¿Qué haremos con nuestra fe? Debemos hacer uso de ella; por débil, trémula y dudosa que sea, usémosla. No esperemos á que sea grande, perfecta y poderosa, sino como el hombre de que nos ocupamos, sirvámonos de ella, y esperemos que será un día más fuerte. «Señor,» dijo, » creo..
¿Qué deberemos hacer con nuestra incredulidad? Debemos resistirle, y orar contra ella. No debemos permitirle que nos aleje le Cristo. Presentémosla á Cristo, como le llevamos todos nuestros pecados y nuestras debilidades, y clamemos á El para que nos salve. Como el hombre que está ahora ante nosotros, exclamemos, «Señor, ayuda mi incredulidad..
Hay verdades de experiencia, y felices son los que las conocen, pues el mundo en general las ignora. Fe é incredulidad, dudas y temores, son necedades y tristerías para el hombre natural. Pero que el verdadero cristiano estudie estas cosas bien y trate de comprenderlas. Es de la mayor importancia para nuestro consuelo saber, que un verdadero creyente es reconocido tal tanto por sus luchas internas, como por la paz de su alma.
Fijemos nuestra atención, por último, en el completo dominio que nuestro Señor ejerce sobre Satanás y todos sus agentes. El espíritu, que era demasiado fuerte para los discípulos, fue inmediatamente lanzado por el Maestro. Habla con autoridad y poder, y Satanás se ve obligado á obedecer. «Te ordeno que salgas de él, y que no vuelvas á entrar en él..
Podemos concluir de meditar sobre este pasaje llenos de consuelo. El que está con nosotros es más grande que todos los que están contra nosotros. Satanás es fuerte, activo, malicioso, incansable, pero Jesús puede salvar á todos los que se acercan á Dios por medio de El, del diablo y del pecado, del diablo y del mundo. Tengamos paciencia, que Jesús vive todavía y no permitirá que Satanás nos arranque de sus manos. Jesús vive todavía, y volverá otra vez á protegernos de los dardos inflamados del maligno. Está preparada la gran cadena, con que Satanás será un día atado. Rev. 20.1. Dentro de breve tiempo el Dios de paz aplastará á Satanás bajo sus pies. Rom 16:20.