Biblia

Comentario de Marcos 9:32 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Marcos 9:32 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero ellos no entendían esta palabra y tenían miedo de preguntarle.

9:32

— Pero ellos no entendían esta palabra — Ellos no entendían la revelación. Lucas (9:45) nos dice que “ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen”. La falta de comprensión fue culpa de ellos mismos. Seguían con su concepto humano del reino que no permitía que el Mesías fuera muerto por los hombres.

Todos podemos entender las palabras del Señor (Efe 3:4); se nos manda entender (Efe 5:17). Hoy en día muchos no entienden Hch 2:38 y 22:16, de que el bautismo es para perdón de pecados, porque su concepto erróneo acerca del perdón de pecados (la salvación por la fe sola), ya arraigado en sus mentes, no les permite. Pero la revelación de Dios es clara y fácil de entender. Si el hombre no la entiende, es que no quiere entender. Véase Mat 13:13-23.

— y tenían miedo de preguntarle — Tal vez recordarían la reprensión de Jesús en una semejante ocasión anterior (8:31-33).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

ellos no entendían esta palabra. Mar 9:10; Luc 2:50; Luc 9:45; Luc 18:34; Luc 24:45.

y tenían miedo de preguntarle. Mar 7:18; Mar 8:17, Mar 8:18, Mar 8:33; Mar 16:14; Jua 4:27; Jua 16:19.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

9:32 — Pero ellos no entendían esta palabra — Ellos no entendían la revelación. Lucas (9:45) nos dice que “ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen”. La falta de comprensión fue culpa de ellos mismos. Seguían con su concepto humano del reino que no permitía que el Mesías fuera muerto por los hombres.
Todos podemos entender las palabras del Señor (Efe 3:4); se nos manda entender (Efe 5:17). Hoy en día muchos no entienden Hch 2:38 y 22:16, de que el bautismo es para perdón de pecados, porque su concepto erróneo acerca del perdón de pecados (la salvación por la fe sola), ya arraigado en sus mentes, no les permite. Pero la revelación de Dios es clara y fácil de entender. Si el hombre no la entiende, es que no quiere entender. Véase Mat 13:13-23.
— y tenían miedo de preguntarle — Tal vez recordarían la reprensión de Jesús en una semejante ocasión anterior (8:31-33).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA VERDADERA AMBICIÓN

Marcos 9:32-35

Así es que llegaron a Cafarnaum. Cuando Jesús estaba en la casa, les preguntó a Sus discípulos:

-¿Qué era lo que estabais discutiendo por el camino?

Ellos se quedaron callados, porque en el camino habían estado discutiendo entre sí cuál de ellos era el más importante. Jesús Se sentó y llamó a los Doce y les dijo:
-El que quiera ser el primero, que se ponga el último de todos, y al servicio de todos.

Esto nos muestra claramente lo lejos que estaban los discípulos de comprender el verdadero significado del mesiazgo de Jesús. Les había dicho repetidas veces lo que Le esperaba en Jerusalén, y ellos estaban todavía pensando en Su Reino en términos terrenales, y en sí mismos como los principales ministros del estado. Quebranta el corazón el ver que Jesús iba hacia la Cruz, y Sus discípulos estaban discutiendo cuál de ellos sería el más importante.

Sin embargo, en lo más íntimo de su corazón, se daban cuenta de que no habían hecho bien. Cuando Jesús les preguntó lo que habían estado discutiendo, no se atrevieron a contestarle. Era el silencio de la vergüenza. No tenían defensa. Es curioso cómo una cosa ocupa su lugar y adquiere su verdadero carácter cuando se presenta a los ojos de Jesús. Mientras ellos creían que Jesús no los estaba escuchando y que no los veía, la discusión acerca de cuál de ellos sería el más importante les parecía perfectamente honrada; pero cuando se tenía que plantear en presencia de Jesús, se veía en toda su indignidad.

Si lo tomáramos todo, y lo presentáramos a la vista de Jesús, se producirían los cambios más grandes del mundo. Si preguntáramos acerca de todo lo que hacemos: «¿Podría yo seguir haciendo esto si Jesús me estuviera mirando?» Si preguntáramos de todo lo que decimos: «¿Seguiría yo hablando así si Jesús me estuviera escuchando?» Habría muchas cosas que estaríamos a salvo de hacer o decir. Y es un hecho para el cristiano que aquí no es cuestión de » si», sino que todas las obras se hacen en Su presencia. ¡Que Dios nos libre de decir las palabras y de hacer las obras que nos daría vergüenza que Él oyera o viera!

Jesús trató este asunto muy en serio. Se nos dice que Se sentó, y llamó a los Doce. Cuando un rabino tenía intención de enseñar como tal a sus discípulos, cuando estaba realmente haciendo un pronunciamiento, se sentaba. Ese es el origen de la expresión latina » ex cátedra.» Jesús adoptó deliberadamente la postura de un rabino que enseñara a sus discípulos con autoridad. Y, entonces les dijo que si buscaban la grandeza en Su Reino tenían que buscarla, no en ser los primeros, sino en ser los últimos; no en ser los amos, sino en ser los siervos de todos. No es que Jesús estuviera aboliendo la ambición. Más bien estaba recreándola y sublimándola. En lugar de la ambición de gobernar, Él puso la ambición de servir; en lugar de la ambición de que nos lo hagan todo puso la ambición de hacer cosas para los demás.
Lejos de ser esto un idealismo irrealizable es el más sano sentido común. Las personas realmente grandes, las que son recordadas por haber hecho una aportación verdaderamente constructiva a la sociedad, son las que se dijeron a sí mismas, no » ¿Cómo puedo yo usar el estado y la sociedad para aumentar mi propio prestigio y mis propias ambiciones personales?»; sino: » ¿Cómo puedo yo usar mis dones y talentos personales para servir a los demás?»
Cuando Lord Curzon murió, Stanley Baldwin le dedicó un noble tributo en el que dijo: «Quiero, antes de sentarme, decir una o dos cosas que no puede decir ningún otro. Un primer ministro ve la naturaleza humana pelada hasta los huesos, y tuve la oportunidad de verle dos veces cuando sufrió grandes desencantos -cuando se me prefirió a él como primer ministro, y cuando tuve que decirle que podía prestar un servicio mayor al país como presidente del Comité de Defensa Imperial que como ministro de Asuntos Exteriores. Cada una de estas ocasiones fue para él un desencanto profundo y amargo; pero nunca ni por un momento mostró con palabras, gestos o reacciones, o por ninguna referencia al tema después, que no estuviera satisfecho. No guardaba rencor, ni siguió ninguna línea de acción distinta de la que yo esperaba de él: la de cumplir con su deber donde se había decidido que podía prestar un mejor servicio.» Aquí tenemos a un hombre cuya grandeza no consistía en el hecho de que hubiera escalado los puestos más altos del estado, sino en el hecho de que siempre estaba dispuesto a servir a su país como fuera. .
La verdadera generosidad de espíritu es rara, y se hace memorable cuando se encuentra. Los griegos contaban la historia de un espartano que se llamaba Pedareto. Había que escoger trescientos hombres para que gobernaran Esparta, y Pedareto era uno de los candidatos. Cuando se dio a conocer la lista de los que habían sido elegidos, su nombre no estaba en ella. » Lo siento -dijo uno de sus amigos-, pero tú no has sido elegido. La gente debiera haber sabido lo bueno que hubieras resultado como ministro del estado.» «Yo me alegro -dijo Pedareto- de que haya en Esparta trescientos hombres que son mejores que yo.» Aquí tenemos a un hombre que llegó a ser una leyenda, porque estaba dispuesto a dejarles a otros el primer lugar sin sucumbir a la envidia o al rencor.
Cualquier problema económico se podría resolver si todos viviéramos para lo que pudiéramos hacer por los demás, y no para lo que pudiéramos sacar para nosotros mismos. Cualquier problema político se podría resolver si la ambición de la gente fuera solamente la de servir al estado, y no la de encumbrarse por encima de los demás. Las divisiones y las discusiones que rasgan la Iglesia en tiras no ocurrirían en su mayor parte si el único deseo de sus responsables y de sus miembros fuera servir sin prestar atención a la posición que se ocupa. Cuando Jesús habló de la suprema grandeza y valía de una persona cuya ambición fuera ser un servidor, estableció uno de los grandes principios y verdades prácticas del mundo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Pero ellos no entendían esta palabra es una traducción demasiado literal. La mayoría de las versiones consultadas traducen: «No entendían lo que les decía».

Reflexión bíblica y pastoral

Por segunda vez, Jesús anuncia a los discípulos su muerte y resurrección, y nuevamente ellos no entienden. Pero aquí, contrariamente a otras ocasiones en que ellos le preguntaron a Jesús sobre el significado de algún dicho o parábola, tienen miedo de preguntarle qué significa esto de sufrir, morir y resucitar. Tienen miedo tanto por la suerte que Jesús va a correr como también por la amenaza que se cierne en torno a sus propios sueños de poder. Todavía mantienen la idea de un Mesías triunfante, poderoso e implacable con sus enemigos. Y, lo que es más, se ven a ellos mismos compartiendo ese poder y ese triunfo. En efecto, los discípulos estaban listos para el triunfo mesiánico, pero no para el sufrimiento y la muerte. De alguna manera, su actitud es comprensible. Habían pasado toda su vida esperando el momento prometido en la Biblia hebrea, cuando Dios vindicaría a su pueblo y lo rescataría, como en el pasado, de las garras de sus opresores. Ellos habían dejado todo y habían seguido a Jesús precisamente porque creían que el Reino de Dios estaba cerca. No obstante, ahora Jesús les pinta un cuadro totalmente distinto. Para ellos, en efecto, un reinado de Dios que implicara persecución, sufrimiento y muerte, tanto para Jesús como para ellos, no era reinado de Dios, sino la misma realidad dura y deprimente que ellos habían conocido siempre. Por eso no entendían y tenían miedo.

Jesús nos llama a seguirle en medio de una realidad que es, muchas veces, dura y deprimente, pero nos habla de la posibilidad de nueva vida, de resurrección. Los discípulos no pudieron ver el brillo de vida en los ojos de Jesús porque estaban demasiado ocupados tratando de descifrar sus palabras, las cuales parecían fatídicas y sin sentido. Sin embargo, Jesús les hablaba de esperanza, de nueva vida, de un nuevo comienzo, no sólo para ellos, sino para el mundo entero. Y estaba a punto de demostrar con su ejemplo cómo se logra esta nueva vida, cuál es el secreto de la esperanza. Desafortunadamente, sus discípulos no lo entendieron en ese momento. Sin embargo, Marcos, al transcribir la historia de Jesús para su audiencia, espera que ésta sí lo entienda y sea así desafiada a mantenerse fiel en medio de los conflictos. Y este Evangelio nos habla también a nosotros, discípulos contemporáneos. ¿Podremos ver más allá de lo negativo de nuestra situación presente un futuro donde la vida reine suprema? ¿Tendremos el coraje de seguir a Jesús hasta los calvarios de nuestro mundo para anunciar que, en efecto, hay esperanza, hay resurrección y hay vida cuando nos identificamos en solidaridad con el oprimido, cuando denunciamos la injusticia y los poderes corruptores de nuestro mundo y cuando colaboramos con Dios en la creación de su Reino?

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

REFERENCIAS CRUZADAS

h 435 Luc 9:45; Jua 16:19

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

y tenían miedo de preguntarle. Quizá por la reprensión hecha a Pedro (Mar 8:32-33).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Lit., la palabra

Fuente: La Biblia de las Américas